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La «Guerra de los Pasteles», cuando

unos bollos sin pagar propiciaron un


conflicto bélico
Durante el siglo XIX Francia quería establecer acuerdos comerciales con México para
consolidar su hegemonía en las importaciones

Eugenia MirasSEGUIRMADRID Actualizado:08/06/2018 15:05hGUARDAR

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En 1838 estalló la «Guerra de los Pasteles», o también conocida
como la Primera Intervención francesa en México. Y sí, unos
emparedados sin pagar se convirtieron en la excusa perfecta de los galos
para desquitarse contra la recién emancipada nación de la Corona de
España. El motivo de la rabieta se debía a la negativa del presidente
Guadalupe Victoria en la concesión de ciertos privilegios en las rutas
comerciales;
El mandatario, con mucha pena, se negó a consentir a los galos con
la firma de un acuerdo económico por el contexto político de la
recién emancipada nación de la Corona de España. Pues estos
derechos serían para aquellas naciones que reconociesen oficialmente su
independencia de la madre patria.
La paciencia del país vecino se agotó cuando un cuerpo de oficiales del
mandatario mexicano provocó la ira de un pastelero llamado Remontel,
quien era propietario de un restaurante en la capital. Después de que los
gamberros ocasionaran unos cuantos desperfectos en el mobiliario, y
de que se marcharan sin pagar, la víctima presentaría sus quejas
a Deffaudis (el embajador francés en México).
Tras las múltiples denuncias de diferentes afectados por este tipo de
comportamientos vandálicos; el emisario exigió a las autoridades
gubernamentales la indemnización económica de sus compatriotas
afincados en el país; y aprovechando la delicada situación, Deffaudis se
atrevió a exigir la firma de un tratado comercial que comprometía a
los intereses del gobierno mexicano.
La Revolución industrial provocó que las grandes potencias europeas

focalizaran sus esfuerzos en los países en vías de desarrollo; para impulsar

su economía a través de nuevas relaciones diplomáticas

«El barón Antoine Deffaudis demandaba el pago de 600 mil pesos, pero
ante la negativa del ministro mexicano, renunció a su cargo. No obstante,
el gobierno francés apoyó al barón, rompió relaciones diplomáticas con
México en abril de 1838 y encargó al comandante Bazoche el mando de
una flota», relató Susana M. Delgado Carranco en su
libro «Historia de México: El Primer Imperio, el Segundo
Imperio, la República restaurada, el Porfiriato».
México, la expansión del mercado francés

La Revolución industrial provocó que las grandes potencias europeas


focalizaran sus esfuerzos en los países en vías de desarrollo; para
impulsar su economía a través de nuevas relaciones diplomáticas. Y
América sería la que salvaría toda aquella superproducción que no
podía consumirse dentro del viejo continente.
Guadalupe
Victoria - C.C

Antes de establecerse las primeras comunidades profesionales francesas


en México, los galos intentaron dialogar nuevas rutas comerciales en
Argentina y en Uruguay, aunque sin éxito. Y tras el fracaso se acordaron
de la antigua colonia española; lo cual no solo significaría un nuevo
horizonte de mercado que les llevaría a la prosperidad; si no que además
serviría de freno ante la política de expansión estadounidense en
América.
Ante esta grandiosa idea, el Rey Carlos X de Francia y su Consejo de
Ministros , expresaron su deseo de establecer relaciones
diplomáticas con la recién emancipada nación de la Corona española. Y
para 1826 el presidente Guadalupe Victoria estrecharía su mano para
establecer los primeros convenios, pero de carácter informal.

Carlos X de Francia, François Gérard - C.C


«El año siguiente el Rey de Francia mandó admitir en todos sus puertos
el pabellón mexicano bajo los mismos términos en que se había estado
recibiendo el francés en los de México, (...) pero estas relaciones no
estaban fijadas en términos francos inspiradores de absoluta confianza a
los súbditos de ambas naciones», escribió Carlos Bosch García, el
prestigioso historiador español naturalizado mexicano, en su
artículo «Las primeras negociaciones comerciales entre México
y Francia».
Sin embargo, Guadalupe Victoria no quería formalizar dichos diálogos
comerciales mientras no se reconociera a la recién nacida nación como
independiente de la Corona de España. Y esta cuestión incomodaba a
Francia por los compromisos dinásticos con nuestra patria.

«Los comerciantes franceses hicieron fortunas muy pronto y expandieron

sus actividades al transporte y la industria»

Para asegurarse de que el Imperio español no intentaría


una reconquista, Guadalupe Victoria buscó debilitarlo
económicamente, bloqueando las importaciones de su procedencia. Por
este motivo y otros, el mandatario mexicano establecería el precepto
sobre la nacionalidad de un buque; y a través del cual se le exigía a
Francia su colaboración. Y aún así seguirían postergando la anhelada
formalidad, lo que provocó la desesperación de los franceses; a quienes
les inquietaba la idea de perder fuerza frente a otras naciones en las
rutas comerciales con México.
«Su único interés estaba en que Francia, a través de su tratado,
asegurara su neutralidad en los asuntos pendientes todavía entre España
y la nueva nación independiente, neutralidad de la que se desconfiaba
mucho en México», escribió Bosch.
Los bollos sin pagar, la excusa perfecta

Las actividades comerciales y profesionales de los franceses allí


asentados gozaban del prestigio y del respeto de sus anfitriones
mexicanos, tal y como lo afirmó el historiador Jean Meyer en su
artículo «Los franceses en México durante el siglo XIX»:«Ya
habían delimitado sus lugares de expansión no muy avanzado el siglo (...)
Los comerciantes hicieron fortunas muy pronto y expandieron sus
actividades al transporte y la industria».
Antonio
López de Santa Anna. 1870 - C.C

Sin embargo, algunos propietarios franceses se vieron afectados durante


la reorganización política de México; en la cual las
sucesivas revoluciones habían afectado a sus negocios. Y en uno de los
muchos escenarios -según las cartas del embajador francés a su país-, el
dueño de una pastelería en Tacubaya (Ciudad de México) sufrió las
gamberradas de un cuerpo de oficiales. Los soldados no sólo se fueron
sin pagar, sino que además causaron graves destrozos en el local
durante una disputa.
El caso del pastelero y otros tantos se convertieron en la excusa perfecta
de la embajada francesa para exigir a las autoridades mexicanas, la
indemnización económica a los afectados y de paso, ciertos privilegios
especiales que el Gobierno les negó. Por esta razón, el emisario
Deffaudis abandonó el país y se dirigió a Francia a buscar una solución.

Aún a pesar de la valentía y el arranque bravucón de los mexicanos, no

saldrían favorecidos durante la batalla; Santa Anna perdería una pierna y

finalmente se tuvo que pagar una indemnización.


Después de abandonar la misión diplomática en México regresaría
unos meses después en 1838 con diez buques de guerra. El emisario
se situó frente a Veracruz, bloqueó todas las rutas comerciales y
amenazó en nombre de Francia que desataría una guerra si no cumplían
con las últimas exigencias.

Benito Juárez - ABC

Y sin reconsiderar su postura, Guadalupe Victoria puso a la cabeza al


general Antonio López Santa Anna, a librar una batalla contra las
impertinencias francesas y con vistas de mandar a todo aquel ejército al
fondo del mar.
Sin embargo, aún a pesar de la valentía y el arranque bravucón de los
mexicanos, no saldrían favorecidos durante la batalla -que duró cerca de
un año-; pues Santa Anna perdería una pierna y finalmente se tuvo que
pagar una indemnización.

«En diciembre de 1838 Victoria volvió a defender Veracruz, convocado


por Santa Anna durante la llamada Guerra de los Pasteles; la marina de
guerra francesa había tomado Ulúa y tenía bloqueado el puerto. Victoria
fue uno de los negociadores mexicanos que se reunieron con el
comandante francés en Xalapa para obtener, el 9 de marzo de 1839, un
acuerdo que ponía fin a las hostilidades», explicó Will Fowler en su
obra «Gobernantes mexicanos, I».
No obstante, a pesar de haber sido los pasteles más caros de la
Historia se llegó a la paz, para establecerse una relación amistosa entre
ambas naciones. Y años después, la corriente de pensamiento que
imperaba en Francia se convirtió en el pilar más grande que sostendría
el liberalismo mexicano de Benito Juárez, tras salir victorioso en
la Guerra de la Reforma.

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