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Según Sandra Botero, “el reto para las empresas ante la inminente aplicación de la IFRS
9 está en la categorización de sus modelos de negocio y en la designación de la
metodología de valoración para sus activos financieros mediante la aplicación de la
prueba de SPPI, en la obtención de información histórica y el desarrollo de supuestos
sobre las condiciones económicas futuras respecto a su cartera así como en el diseño
de modelos o matrices de provisión para el modelo de pérdidas esperadas, y en los que
sea aplicable, la revisión de las coberturas financieras y la gestión de riesgos para
preparar la documentación requerida en la aplicación de la contabilidad de coberturas”.
Si bien la aplicación de esta norma tendrá un mayor impacto en las entidades financieras
por la complejidad y sofisticación misma de sus instrumentos, supone un reto también
para aquellas empresas no financieras que se verán enfrentadas, por ejemplo, a
modificar la clasificación y metodología de valoración de sus activos financieros, a
anticipar el reconocimiento del deterioro en el valor de sus activos financieros
registrando provisiones desde su reconocimiento inicial, y si han optado por aplicar la
contabilidad de coberturas, afrontarán nuevas posibilidades para reflejar más
convenientemente el efecto de las actividades de administración de riesgos de la entidad
en sus estados financieros.
Por su parte, para la estimación del deterioro en el valor de los activos financieros, la
IFRS 9 presenta un cambio de enfoque, sustituyendo el modelo de pérdidas incurridas
de la IAS 39 que reconoce el deterioro bajo la premisa que todos los préstamos serán
pagados hasta que se demuestre lo contrario (lo que ocurre únicamente cuando se
presenta un evento disparador de pérdida y es sólo en ese momento que se considera
el préstamo deteriorado y se ajusta a la baja su valor), por el modelo de pérdidas
esperadas, en el cual éstas se reconocen durante la vida del activo financiero.
Ciertamente, la aplicación de este último modelo incorpora el desafío para las empresas
de contar con información cimentada sobre los hechos pasados que sea completa,
organizada y veraz, y de desarrollar estimaciones razonables respecto a las condiciones
económicas futuras.
Resumiendo, el reto para las empresas ante la inminente aplicación de la IFRS 9 está
en la categorización de sus modelos de negocio y en la designación de la metodología
de valoración para sus activos financieros mediante la aplicación de la prueba de SPPI,
en la obtención de información histórica y el desarrollo de supuestos sobre las
condiciones económicas futuras respecto a su cartera así como en el diseño de modelos
o matrices de provisión para el modelo de pérdidas esperadas, y en los que sea aplicable,
la revisión de las coberturas financieras y la gestión de riesgos para preparar la
documentación requerida en la aplicación de la contabilidad de coberturas.