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Marco teórico

La complejidad del trabajo docente obliga a considerar para su estudio estrategias que
favorezcan la captación de las diversas dimensiones que atañen esta actividad laboral. Los
estudios sobre este sector de la población trabajadora que se han venido desarrollando desde
diversas latitudes y perspectivas son relativamente recientes y escasos. Uno de los aspectos
de interés son las condiciones de trabajo de los docentes de la primera infancia, entendidas
como el amplio escenario donde surgen un conjunto de dimensiones sociales, personales,
físicas en las cuales laboran los docentes de la primera infancia.
El índice de estrés ha aumentado enormemente en el seno de las sociedades desarrolladas.
Entre ellos están las situaciones de conflicto en la interacción social con los problemas de
convivencia derivados de ellas. En el momento actual, los problemas de convivencia en los
centros educativos están alcanzando unas cifras preocupantes. La falta de una respuesta
eficaz ante estos acontecimientos hace que aumenten las cifras de profesorados afectados por
fenómenos como la ansiedad, la depresión, el estrés… Esta capacidad para identificar y para
gestionar las propias emociones, así como para empatizar con los demás, juega un papel
importante a la hora de razonar o de reflexionar sobre una situación problemática. La
inteligencia emocional es una habilidad que unifica las emociones y el razonamiento, y así
facilita un razonamiento efectivo y un modo de pensar más inteligente ante las situaciones
problemáticas. El “esfuerzo” cognitivo y conductual que debe realizar un individuo para
manejar esas demandas externas (ambientales, estresores) o internas (estado emocional) y
que son evaluadas como algo que excede los recursos de la persona, parece no ser suficiente
en situaciones de estrés. Es decir, el concepto de desgaste se refiere a una disminución del
bienestar objetivo y subjetivo, que abarca el malestar tolerable pero que se prolonga en el
tiempo y alcanza una intensidad que interfiere con algunas funciones hasta la enfermedad
discapacitante.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO, 2005) indicó que la salud de los profesores depende de las condiciones de trabajo.
Y, por tanto, conforme cambian las condiciones de trabajo de los profesores, es previsible
esperar cambios en los indicadores de salud docente. Uno de los aspectos que caracterizan
esta actividad laboral es que ella concentra en sí misma una serie de condiciones que le
otorgan particularidad. La condición específica que afronta el docente está signada por
la pluralidad de tareas que tiene que ejecutar, las cuales corresponden al ámbito docente y no
docente. De ahí que el trabajo docente puede ser visto como un proceso complejo, donde
predominan redes de transmisión de objetos intangibles (normas, conocimientos, hábitos,
emociones) con múltiples puntos que pueden situarse como puestos de trabajo. Es en
consecuencia una de las profesiones en las que los trabajadores soportan una pesada carga
laboral, donde no sólo están en juego las exigencias de la formación propiamente dicha, es
decir, una calificación específica, sino además condiciones personales particulares
para afrontar situaciones que se generan en el entorno de trabajo y que son ajenas a la
profesión. El trabajo docente no se restringe pues a la actividad de enseñanza; exige de estos
profesionales capacidad de respuesta frente a situaciones de índole afectiva, donde se puede
llegar a involucrar en las diversas situaciones conflictivas que presentan los educandos, en el
entorno familiar del mismo y en la propia comunidad donde se ubica la institución. Aunado
a ello, en términos generales, los docentes no disponen de los espacios ni del tiempo para
desarrollar las actividades inherentes al acto educativo, como consultas y orientación,
planificación, elaboración de materiales didáctico, entre otros, las cuales se efectúan en horas
extra laborales.

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