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La Cultura y la Educación por la Paz

Todo conflicto implica al menos un fenómeno en donde un par de


sujetos individuales o colectivos está en desacuerdos, sobre una
situación determinada, lo cual puede derivar hacia las violencias físicas,
psicológicas, políticas, económicas o de cualquier otra naturaleza, de no
resolverse el conflicto previamente por otros medios como el dialogo
entre las partes o cualquier otra resolución pacífica del conflicto.

Los conflictos son multifactoriales, por lo tanto, de una complejidad para


su descripción, comprensión e interpretación, y a pesar de ello, hoy se
sustenta que los conflictos son consecuencia entre otros factores de: las
necesidades, las desigualdades, la intolerancia, las ideologías y
creencias, sin olvidar el poder entre otras.

Ante tal complejidad de factores, las podríamos agrupar para una


aproximación a su naturaleza, como socioeconómicas, socioculturales,
sociopolítico y psicológicas. En tal sentido, todas las acciones para
combatir la violencia y crear una Cultura de Paz deben desarrollarse
hacia estos elementos insertados dentro del sujeto portador de las
categorías mentales que lo orienta hacia una cultura violenta o de paz.

Atendiendo las necesidades, actitudes y comportamiento de la persona


humana es mucho lo que se avanzaría hacia la creación de una Cultura
de Paz y su desarrollo sostenido en nuestros pueblos. Por lo tanto, si
queremos desarrollar una cultura de paz, las acciones debe estar
orientadas hacia una Educación para la Paz, dado, que solo a través de
ella, moldearemos relativamente al hombre con valores, conocimientos,
actitudes y conductas orientado hacia la paz.

En este sentido son comprensibles las razones de la Naciones Unidas


manifestada en la “Declaración y Programa de Acción de Cultura de Paz”
(1999), cuando valoro la educación como un medio para la creación de
la Cultura de Paz. Estimulando en sus lineamientos de acción, la
promoción de una educación para todas las personas. Así como,
estimulación en la educación en valores y actitudes que generen
conductas orientados hacia la Cultura de Paz, el diálogo y la resolución
pacífica de conflictos.

Por ello, en la educación se hace necesario promover el conocimiento,


protección y comprensión de los Derechos Humanos; en donde conocer
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en cada una de sus
partes sea un aprendizaje natural en todos los niveles educativos, pero
plenamente internalizado por un aprendizaje significativo. De ahí, que
cualquier estudiante comprenda que todas las personas somos iguales
en dignidad y debemos vivir como hermanos en una convivencia
solidaria y de respeto.

Otro de los aspectos que las Naciones Unidas resalto como elemento
fundamental en la “Declaración y Programa de Acción de Cultura de
Paz” (1999), fue el Desarrollo económico y social como un esfuerzo vital
para superar la violencia y salvaguardar la especie humana,
promoviendo la colaboración entre los países y las personas para reducir
la pobreza y las profundas desigualdades económicas y sociales, lo cual
en si misma propiciará la justicia social en todo el mundo con una
humanidad que tendrá sus necesidades satisfecha al nivel de su
dignidad humana. El Desarrollo económico y social no está al margen
de la educación, por el contrario, es necesario propiciar una educación
para todos y así garantizar el desarrollo económico y social. El
conocimiento es factor determinante para el desarrollo. Asimismo, dicha
educación debe incorporar un conjunto de valores, actitudes orientados
hacia la cooperación, solidaridad, tolerancia, respeto entre otros
orientados hacia una cultura de paz, que permitirá alcanzar un
desarrollo socioeconómico integral en donde cada una de las unidades
productivas y su gente comprenden que todos son parte de un sistema
socioeconómico, en las cuales cada una de las partes coexiste por
existencia del otro.

Los cambios de actitudes y de comportamiento propios de la cultura


violenta, vienen dado, con nuevas creencias, nuevas concepciones,
nuevas posturas ideológicas y consolidación de valores que las personas
y grupos sociales adquieren, dado un proceso educativo acompañado de
experiencias significativas que internalizadas en el individuo propician
conductas sociales dentro de sus concepciones. Por lo cual, la educación
por la paz debe propiciar nuevas concepciones, ideas, valores, creencias
y posturas ideológicas para la creación de una cultura de paz.

Como podrán apreciar esta postura está sustentada en la convicción de


que en el pensamiento humano está el origen de todas nuestras
acciones. Que la realidad es un escenario construido por nuestras
mentes. Solo existe como realidad lo que nuestras mentes tienen
construidas y no existe lo que no está en nuestras mentes. La realidad
es la medida de nuestro pensamiento y concepciones.

Esta postura no es aislada y sabemos que es un enfoque epistemológico


de alta validez contemporánea, y la misma, la encontramos en la-
Declaración de la Constitución de la Organización de las Naciones Unidad
para la Educación, la Ciencia y la Cultura- cuando en un aparte expresa
“Puesto que las guerras nacen en las mentes de los hombres, es en las
mentes de los hombres, donde deben erigirse los baluartes de la paz”

Cuando las creencias son compartidas y se residencian, en las mentes


de los actores sociales individuales, grupales o colectivos, y que, en el
devenir, se consolidan como representaciones mentales,
indudablemente se concretarán en las relaciones políticas, económicas y
sociales, en prácticas sociales. De allí que se considere el valor de una
educación para la paz, enmarcado hacia el fortalecimiento de
convicciones o creencia por la paz, con un marco de valores y actitudes
de pensamiento para la paz, lo cual permitirá a los potenciales actores
político, económicos, culturales y sociales tengan actitudes y
comportamientos en el marco de una cultura de paz en sus acciones
futuras.

Para aproximarnos a la creencia como instrumento de paz o de


violencia, la podemos discernir desde la creencia política o ideológica. El
surgimiento de las creencias es multifactorial, pero, entre ellas se puede
destacar, que las creencias políticas son también resultados de la
oposición a las desigualdades e injusticias sociales, y tienen como
objetivo la concepción de órdenes sociales para su instauración. Las
ideologías políticas siempre parten de la premisa que los cambios
sociales propuestos apuntaran hacia un mundo más justo, desde las
perspectivas de los proponentes; como expresa Van Dijk (2003) “las
ideologías se desarrollan porque organizan representaciones sociales”
(p.47) y continua Van Dijk afirmando que “la ideología también consiste
en facilitar la acción conjunta, la interacción y la cooperación de los
miembros de dentro y de fuera del grupo” (p.47)

La oposición a situaciones opresoras está originando otras formas de


pensar y de actuar. La creencia proyecta la modalidad concebida del
desarrollo económico y social a la que debería ir orientado las acciones
políticas para remediar los problemas de la sociedad.

Igualmente, es importante destacar que se entiende que las creencias


ideológicas, en el campo político, emergen en las construcciones
sociales, en la medida que la voluntad de los actores sociales, se
manifiesta según el grado de libertad que el entorno mismo permita. No
hay que olvidar que las acciones humanas están dadas por los
conceptos, valores, creencia y significado que las personas tienen en la
conciencia y son esas categorías las que irán construyendo un futuro en
función de sus relaciones en el devenir, tal como manifiestan Macridis y
Hulliung (1998) cuando indica “en este sentido, una ideología política
empuja a la gente a la acción. La motiva para reivindicar cambios en su
modo de vida y modificar las relaciones políticas, sociales, y económicas
existentes, o la moviliza para preservar lo que valora” (p. 15)

Las ideologías invitan a las gentes a actuar y el tipo de actuación


depende del contenido de las mismas y el debate político entre los
contendientes ideológicos tiende a confundir al ciudadano común, dado
el uso que los actores políticos le dan a las ideas y creencias ideológicas.
Entre mucho aspecto, la ideología es un instrumento de legitimación de
un régimen político, sus instituciones y formación jurídica, como afirma
Macridis y Hulliung (1998) “Da forma a las ideas operativas que hace
funcionar un régimen político y proporciona las categorías básicas
mediante las que la gente conoce el régimen político, cumple las leyes y
participa en él” (p. 22)

Asimismo, la ideología es utilizada para manipular las ideas de la gente


y de tal manera inducir una determinada conducta de los partidarios de
manera consciente y deliberada por los que están en el poder o en la
búsqueda del mismo. Tal como lo expresa Macridis y Hulliung (1998)
“pueden prometer paz con objeto de hacer la guerra, libertad con objeto
de establecer un sistema autoritario, socialismo con objeto de consolidar
la posición y privilegios de los propietarios” (p. 23). La manipulación es
más necesaria cuando, continúan Macridis y Hulliung (1998)
“generalmente en momento de desorden y ansiedad social, o cuando la
sociedad parece dividida en grupos enfrentados y la frustración pervierte
la vida cotidiana, propuestas y promesas simples sobre cómo acabar con
los males que acosan a la sociedad son recibidas por oídos y mentes
receptivas”. (p.23)

En fin, si queremos crear una Cultura de Paz, las acciones deben estar
orientadas hacia una Educación para la Paz, dado, que solo a través de
ella, aprenderá relativamente el hombre a convivir amistosamente, sea
cual fuere sus creencias, raza, religión, sexo, clase y capacidades,
gracias a sus valores, conocimientos, actitudes y conductas orientado
hacia la paz

Este contenido puede ser ampliado en el material de: Thompsom E.


(2008), De la historia social a la Irenologia. Revista Paz y Conflicto del
Instituto Paz y Conflicto. Universidad de Nueva Granada, España
[Documento en Línea]. Disponible en Línea
en: http://www.ugr.es/~revpaz/articulos/ep-thompsom-de-la-historia-
social-a-la-irenologia.html
Este contenido puede ser ampliado en el material de Cisnero I. (2015)
Tolerancia y democracia (Colecciones Aportaciones, Instituto Electoral
del Estado de Jalisco). Recuperado
de: http://portalanterior.ine.mx/archivos3/portal/historico/recursos/IFE-
v2/DECEYEC/DECEYEC-CuadernosDivulgacion/2015/cuad_10.pdf

Este contenido puede ser ampliado en el material de Cisnero I. (2006)


Una Invitación a Comprender la Política y el Poder. (Colecciones
Aportaciones, Instituto Electoral del Estado de Jalisco). Recuperado de
:http://www.iepcjalisco.org.mx/sites/default/files/unidad-
editorial/publicaciones/una_invitacion_a_comprender_la_politica_y_el_p
oder.pdf

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