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Tema: La radicalidad del amor

Lectura bíblica: Juan 13:1


Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para pasar de este
mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Juan 13:1 LBLA
Introducción:
Los cristianos sabemos que Dios es amor. Lo repetimos, lo predicamos, lo cantamos, lo
decimos a nuestros amigos, lo publicamos por nuestras redes sociales. Pero nos cuesta
interiorizar la realidad de pertenecer a un Dios de amor.
Aunque hablar del amor de Dios nos tomaría varias semanas y al final de ellas aún nos
faltarían grandes detalles para terminar de comprenderlo, hoy quiero que tengamos una
aproximación diferente al tema del amor de Dios manifestado en Jesús el Cristo. Es en
Enmanuel (Dios con nosotros) que se materializa el concepto de amor que se le atribuye a
Dios.
El sentido concreto de haber sido hechos a imagen de Dios es que nosotros fuimos creados
para representarlo a él. Mira a tu derecha. Ahora mira a tu izquierda. Ahora mira atrás de ti.
Por último, mira al frente. ¿Puedes ver a Dios representado en los que te rodean? Esto es
algo más que un ejercicio de afirmar a nuestros hermanos diciéndoles: “eres un hijo de
Dios, o la presencia de Dios está en ti. En cambio, es más un llamado a la responsabilidad
para que cada uno de nosotros encarne la imagen de su Dios y viva de tal manera que el
carácter del Señor sea visible y palpable en nuestras vidas. O sea que, si Dios es amor, los
seres hechos a su imagen deben estar llenos de amor. Es así de simple.
I. Un llamado para amar hasta el fin: ¿Qué significa?
En la cultura del siglo I la actividad de lavar los pies era un acto que significaba
hospitalidad. Sin embargo, los judíos consideraban que era sumamente vergonzoso y
denigrante, hasta el punto que esta tarea no se les asignaba a los siervos judíos sino a los
esclavos extranjeros.
Juan nos deja ver en la respuesta de Pedro cuál era la actitud de los judíos frente a esta
acción. Muy seguramente todos los discípulos reaccionaron como Pedro, pero Juan decide
compartirnos los sentimientos del momento en las palabras de Pedro. Esta aclaración es
necesaria para que no lleguemos a pensar que solo Pedro reaccionó así.
La expresión “los amó hasta el final” bien podría traducirse como “los amó de forma
extravagante” o “…les mostró su amor al máximo”. Jesús, que era la persona con la
posición más alta entre los que estaban reunidos, debería ser el atendido, pero se ciñe una
toalla y se humilla hasta lo más bajo que podía llegar alguien en la sociedad. Este es un
buen momento para preguntarnos si a la hora de amar buscamos ser exaltados o si estamos
dispuestos a humillarnos por amor. Vamos pensando en esto y ya veremos más adelante
cómo aplicarlo.
A partir del v.12 Jesús les interpela acerca del significado de lo que acabó de hacer:
¿entienden lo que hice? Si soy más grande que ustedes y acabo de humillarme por amor,
ustedes tienen que hacer lo mismo (v.15).
El llamado, claramente, no es a realizar una ceremonia vacía y sin valor real donde se laven
los pies unos a otros. Sin duda Jesús estaba pensando en algo más y a partir del v.31 el
propósito queda claro: el llamado es a amar de la misma manera que él los amó. Allí radica
el significado glorioso del evangelio. El evangelio nos convierte de nuestras pasiones
egoístas para que podamos amar a otros. Solo cuando esto es una verdad en nuestras vidas
nuestro culto evangélico cobra real significado delante de Dios.
II. La ritualización del amor
Nosotros nos hemos encargado de ritualizar el amor. Hemos convertido la fe en expresiones
vanas de religiosidad. Lo peor de ritualizar el amor es que pensamos que Dios está de
acuerdo con esa forma de hacer religión. En la actualidad es más importante el culto de
cantar, leer la Escritura y escuchar un sermón que el culto de ayudar a los necesitados,
denunciar la injusticia y defender a los más vulnerables. Hemos hecho una dicotomía
malsana que no refleja la imagen de nuestro Dios.
a. El profeta Isaías denunció esta actitud en el pueblo judío mucho tiempo
antes de Jesús, pero la similitud nos deja ver la perfecta armonía en la
Escritura. Isaías 1:10ss; 58:3ss.
El pueblo judío desvió la atención de las cosas realmente importantes. Su preocupación
dejó de ser la de agradar a Dios y se centró en la solemnización de sus ceremonias y
rituales. De esta manera, muy sutilmente, el foco dejó de ser Dios y fue el ritual. Esto es lo
que Isaías denuncia en su libro y particularmente en los capítulos que exploramos.
Esto debe convertirse en una fuerte voz de alerta para nosotros. La forma como nos
desviamos de Dios es “paso a paso”. El pueblo de Israel nunca fue consciente de su
desviación de Dios. Ellos eran celosos del culto, no permitían que nadie blasfemara a Dios,
reverenciaban el templo y cualquiera que lo insultara moría. Su religión era todo para ellos.
Pero no se percataron de lo equivocados que estaban y por eso los profetas que les
advertían de su error fueron asesinados. Ellos hicieron todo el ritual bien, pero el ritual no
significó nada para su Dios y no produjo en ellos la transformación espiritual y social que la
genuina relación con Dios por medio del culto debía producir.
III. ¿Qué hacer?: el llamado del Señor sigue vigente.
Juan 14:26 nos enseña que esta forma de entender nuestra vida de fe es imposible sin el
Espíritu Santo. La llenura del Espíritu Santo es una llenura de amor. La llenura del Espíritu
en la vida del creyente no se trata de recibir algún poder especial para hacer milagros, ni
hablar en lenguas o desarrollar algún tipo de don sobrenatural. La llenura del Espíritu es la
capacidad para amarnos como el Señor nos amó y dentro de ese paquete vienen las
manifestaciones especiales de la gloria de Dios para beneficio de la iglesia. En algún
momento tendremos la oportunidad de explorar con mayor profundidad lo que les acabo de
decir.
Sin duda alguna tenemos que hacer un alto en este momento para hacer una mirada
retrospectiva. Cuánto nos falta aún para ser representantes de nuestro Señor, cuánto nos
falta aún para que el mundo conozca que somos discípulos de Jesús.
Conclusión:
Amar hasta la vergüenza tiene que ver con la rendición de nuestra necesidad de ser vistos y
reconocidos. Tiene que ver con abandonar nuestra necesidad de sobresalir, de recibir
aplausos y estar siempre en los primeros lugares. El llamado del Señor es para servirnos
mutuamente y en amor. El llamado del Señor es a que nos amemos hasta el final, hasta lo
sumo, amor al máximo.
La forma como los discípulos aplicaron este llamado tan radical de amarse fue demostrada
de forma sublime en la forma como hicieron frente a las persecuciones. Los discípulos
optaron por amar a sus enemigos antes que defenderse. La transformación fue radical.
Quiero terminar este mensaje con una tarea para todos nosotros:
Si la llenura del Espíritu Santo es lo único que nos puede llenar de amor, de un amor como
el que Jesús tuvo para con sus discípulos, entonces vamos a orar para que esa llenura sea
una gran verdad para todos nosotros. Esto no significa que el Espíritu no esté en nosotros,
pero sí significa que estamos en la lucha por el perfeccionamiento.
En palabras del gran evangelista inglés del siglo XVIII, John Wesley, después de la
experiencia de entera santificación dijo: “Empecé a orar con toda mi fuerza y de manera
especial por aquellos que me ultrajaron y me persiguieron”. Y el historiador argentino
Pablo Deiros, refiriéndose al mismo evento nos cuenta que, “a partir de esta fecha, continuó
con un fuerte énfasis puritano y una inclinación pietista en cuanto al carácter y la conducta
cristianos, junto con un gran compromiso social y entusiasmo en la expresión de la fe”.
Oremos diariamente a Dios para que su Espíritu nos llene y su llenura nos dé la capacidad
de amar hasta lo sumo.

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