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Nómadas gracias a la tecnología

La vida itinerante en Mongolia pierde fuerza ante la irrupción de la


globalización

La proliferación de tecnologías móviles consigue que nuevas generaciones


decidan quedarse en el campo
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ZIGOR ALDAMA

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31 MAR 2015 - 17:01 CEST


Ampliar fotoUna niña ve, en Mongolia, una serie de dibujos animados que
su padre ha descargado en el móvil. Z. ALDAMA

“Antes nuestra vida acababa con la puesta de sol. A partir de ese momento
apenas podíamos hacer nada. Teníamos que utilizar velas para alumbrarnos, y
éramos conscientes del peligro que eso entrañaba. Así que íbamos a dormir
pronto y nos levantábamos un poco antes del amanecer para ordeñar a las
vacas”. Sin embargo, ahora la existencia de la familia de Zolzaya Bandgait ha
dado un vuelco. “Desde hace algo más de un año somos más felices. Podemos
cenar más tarde, disfrutar jugando a las cartas, comunicarnos con amigos y
familiares, y ver lo que pasa en el mundo”. La diferencia radica en la tecnología.
Porque los Zolzaya son nómadas, viven en el desierto del Gobi, y han decidido
invertir gran parte de sus ahorros en la instalación de varios aparatos que han
reducido notablemente la brecha que los separaba de la calidad de vida de la
población urbana.
ampliar fotoHijos y amigos de Damb Batnasan juegan con los dos teléfonos
inteligentes de la familia a la luz de la bombilla de bajo consumo que tienen
conectada a una batería. Z. A.

“Primero instalamos el aerogenerador y las placas solares. Eso nos permitió


tener luz dentro del ger —la yurta tradicional mongola con la que esta familia
se mueve hasta ocho veces al año en busca de los mejores pastos—. También
compramos una batería a la que hemos conectado el teléfono por satélite —
subvencionado por un programa del Banco Mundial— y un televisor en blanco
y negro. Gracias a una antena parabólica recibimos algunos canales de
televisión”, cuenta Zolzaya. Su hija, Azzaya Soyol, ya no se pierde ni un episodio
de sus series surcoreanas favoritas, que llegan con multitud de interferencias,
pero llegan. “La televisión también nos ayuda a tener entretenidos a los niños y
nos permite hacer algo de tiempo para nosotros”, comenta entre risas ella, que,
a sus 25 años, tiene dos hijos con Bot Amgalan, un joven de su misma edad.

ampliar fotoZolzaya conecta el teléfono vía satélite que han recibido gracias a
un programa del Banco Mundial. Gracias a él pueden estar en contacto con sus
allegados, confirmar los precios de los productos que venden, y dar la voz de
alarma en caso de emergencia. Z. A.

No obstante, la mejoría va mucho más allá del ocio. Por un lado está la
reducción del riesgo de incendio que, como es lógico en una vivienda de tela,
con el uso de velas era muy elevado. Además, la llegada del teléfono por satélite
a una zona sin cobertura de móvil permite dar cuenta de emergencias y pedir
ayuda, así como conocer el precio que se paga por el ganado, la lana, o los
productos lácteos. Eso dificulta que los intermediarios que los compran les
engañen, “algo que antes sucedía a menudo”, y que puedan decidir cuál es el
mejor momento para venderlos. También gracias a la televisión, Zolzaya tiene
acceso a previsiones meteorológicas que le permiten determinar con más
exactitud la zona más adecuada para llevar el ganado. “En el desierto no es fácil
cuidar de 600 ovejas como tenemos nosotros. Elegir el lugar en el que crece
más vegetación puede marcar la diferencia entre que vivan o que mueran”.

ampliar fotoEl uso del móvil en Mongolia es difícil por los bajos índices de
cobertura. No obstante, Bahitbergen Uranbai lo utiliza en lo alto de la montaña
para comunicarse con otros ganaderos e intercambiar información sobre los
lobos que acechan al ganado. Z.A.

Pero uno de los efectos más importantes que tiene la adopción de la tecnología
por parte de los nómadas que habitan el país con menor densidad de
población —tres millones en una superficie de 1,5 millones de kilómetros
cuadrados, equivalente a tres veces la de Francia—, es la propia supervivencia
de una forma de vida que se remonta a los tiempos de Gengis Kan. “La juventud
no quiere vivir en el campo, quiere mudarse a la ciudad. En gran parte es así
porque no solo percibe que allí hay más posibilidades de crecer en el terreno
profesional, también porque en un ger las opciones de ocio y de acceso a la
información son muy limitadas. Es duro y es aburrido”, explica Damb Batnasan,
otro ganadero que instala su yurta a unos mil kilómetros de distancia, en la
estepa del centro del país. “Si queremos que el nomadismo no muera con la
gente de nuestra generación tenemos que hacerlo más atractivo para los
jóvenes. No nos podemos oponer a los avances que llegan, lo mismo que
tenemos que asegurarnos de que las nuevas generaciones vayan a la escuela”,
explica.

ampliar fotoBatsuren Tsetsegmaa sintoniza una película en la nueva televisión


que ha comprado la familia, que ahora tienen conectada a una antena por
satélite. Z. A.

De hecho, su ger está lleno de niños y de adolescentes. Porque, además de las


dos hijas del matrimonio, cuatro de sus amigos han decidido pasar las
vacaciones escolares del Año Nuevo Lunar con la familia. Y después de haber
disfrutado al galope de las interminables llanuras congeladas durante el día,
por la noche se turnan para jugar con los dos teléfonos móviles inteligentes que
posee la familia, que también sirven para capturar momentos que antes se
perdían para siempre. “Para hacernos una foto teníamos que ir al pueblo que
está a 40 kilómetros de distancia”, ríe Damb mientras se hace un selfie con la
hija menor. Mientras tanto, la madre, Batsuren Tsetsegmaa, disfruta de la
película que reproduce en un lector de DVD. “Algunos nómadas creen que la
tecnología distancia a las familias porque cada uno está a lo suyo, pero yo creo
que es al revés”, sentencia el padre, que ya está pensando en cómo instalar una
conexión a Internet.

Delgerma tiene 16 años y está de acuerdo con Damb. Es una de los 300.000
nómadas que todavía no tienen electricidad, y, a su edad, la vida en el campo ya
no le satisface. Se siente incomunicada y aburrida. Sus padres, habitantes
también de la estepa, dan la espalda a todo lo que tenga cables, y con ellos no
tiene la confianza suficiente como para hablar de temas propios de la
adolescencia. “El único contacto que tengo con el mundo exterior es a través de
la radio de mi padre. Y casi siempre está sin pilas. No puedo comunicarme con
los pocos amigos que tengo, y sin luz no hay nada que hacer por la noche”. Así
no es de extrañar que esté pensando en hacer las maletas y labrarse un futuro
mejor en la capital, Ulán Bator, a unos 350 kilómetros de distancia. “Quiero
conocer gente y llevar una vida normal. Aquí terminarán casándome con
alguien que les interese para que siga llevando la misma vida”, se lamenta.
Como ella, muchos otros jóvenes apuestan por la vida sedentaria, y cada año
entre 30.000 y 40.000 mongoles, sobre todo jóvenes, abandonan el campo para
echar raíces sobre el asfalto.
ampliar fotoIncluso en las zonas más
montañosas del extremo occidental del país, las placas solares han cambiado el
ritmo de vida de los nómadas de la etnia kazaja. En la fotografía, Tolhinbai
Kenje (izda.) y Uranbai Samat (dcha.) posan bajo las tres placas solares de su
casa de invierno. "Es la mejor inversión que hemos hecho", asegura el abuelo. Z.
A.

Afortunadamente, cada vez son más los que apuestan por la incorporación de
placas solares y de aparatos electrónicos en sus vidas. De hecho, el Proyecto
para el Acceso a Energías Renovables y Electricidad en Zonas
Rurales, implementado por el Gobierno desde el año 2000 en colaboración con
el Banco Mundial, ha conseguido que más de 100.000 familias nómadas, en
torno a medio millón de personas en total, cuenten con esta fuente de energía
limpia que, a su vez, ha permitido incrementar sustancialmente el acceso a un
teléfono, cuya tasa el año 2005 era la más baja del mundo —un 1% en el
campo—. En 2006 solo 1,2 millones de minutos de conversación telefónica
tuvieron su origen fuera de la capital, pero en 2013 esa variable aumentó hasta
los 56,5 millones. El objetivo es que para 2020 toda la población tenga acceso a
la electricidad, y un 70% pueda comunicarse por vía telefónica.
ampliar fotoAzzaya Soyol amamanta a
su bebé mientras disfruta de una de sus series surcoreanas favoritas en la vieja
televisión en blanco y negro que han comprado. Z. A.

Mineihan Hadis, otro nómada del desierto, reclama también ayudas para
adquirir vehículos de motor. “Una moto como la que yo tengo, por ejemplo,
tiene muchas ventajas sobre los caballos y los camellos que hemos utilizado
tradicionalmente: nos permite llegar a la zona en la que tenemos el ganado
mucho más rápido, y podemos desplazarnos a la ciudad si hay una emergencia.
Porque hasta aquí no llegan las ambulancias, se pierden por el camino”, explica.
Es fácil entender por qué: el desierto y la estepa son dos infinitas alfombras en
tonos ocres y verdes, en las que no hay carreteras ni forma sencilla de
orientarse. De ahí que el GPS también esté ganando adeptos. “Nosotros
sabemos llegar a los lugares cercanos gracias a las montañas o a
particularidades del terreno, pero para el resto resulta casi imposible
localizarnos. El uso de coordenadas es una buena solución”, comenta. “En
cualquier caso, lo importante es utilizar la tecnología a nuestro favor. Para que
la vida nómada pueda seguir existiendo con dignidad”, sentencia Damb.
Qué es la inteligencia colectiva?
¿Podemos compartir un problema con
cientos, miles o millones de personas y
conocer y participar en la búsqueda de
soluciones innovadoras? ¿Podemos
utilizar capacidades o talento que estén,
en principio, fuera de nuestro círculo
cercano u organización?
Para hablar de estos temas, hoy quiero compartir con vosotros la versión electrónica en
español del libro “La inteligencia colectiva”, de Pierre Lévy , considerado en la actualidad
como uno de los filósofos más importantes que trabaja en torno a las implicaciones del
ciberespacio y de la comunicación digital.
En su libro, Pierre Lévy describe la inteligencia colectiva como una forma de inteligencia
universalmente distribuida, constantemente realzada, coordinada en tiempo real, y
resultando en la movilización efectiva de habilidades.
Actualmente, asistimos a un nuevo modo de producción del conocimiento socialmente
distribuido, donde la identificación de los problemas y la búsqueda de soluciones se
hace a través de una compleja interacción entre especialistas, usuarios y otros actores
organizados en redes de colaboración. Al mismo tiempo, el desarrollo del conocimiento
socialmente distribuido está siendo promovido por las nuevas tecnologías de información y
comunicación, particularmente la Internet.

«Las nuevas técnicas de comunicación por mundos virtuales replantean de


manera diferente los problemas del vínculo social. En suma, la
hominización, el proceso de surgimiento de la especie humana no ha
finalizado, incluso parece acelerarse brutalmente». (Pierre Lévy. Prologo- El
planeta nómada, de «La Inteligencia Colectiva»).
A través de las nuevas tecnologías todos podemos contribuir a encontrar soluciones
conjuntas, en los próximos días publicaré algunos ejemplos de cómo la inteligencia colectiva
movilizada a través de Internet, puede dar respuesta a algunos retos actuales.
Os podéis descargar el libro en versión pdf e ebook en los siguientes vínculos.
Libro Inteligencia Colectiva de Pierre Lévy
Inteligencia Colectiva – Versión eBook (392Kb)
Comparto también una entrevista de Pierre Lévy publicada en el diario francés Le
Monde: L’intelligence collective, notre plus grande richesse
Entrevista a Pierre Lévy. «La inteligencia colectiva, nuestra más grande riqueza»
-Le Monde: Desde principios de los años 90 usted creía en el potencial de internet.
¿Después de 20 años más tarde, cómo analiza la evolución de la red de redes?
-Pierre Lévy: La hipótesis que formulaba en aquella época, cuando pocas personas utilizaban
internet y cuando la web comenzaba a nacer, era que la interconexión de ordenadores sería
un vector de perfecccionamiento y aumento de la inteligencia colectiva. Digo aumento antes
que creación porque la inteligencia colectiva es practicada por los seres humanos desde que
disponen de lenguaje y cultura. Sólo somos inteligentes colectivamente gracias a los
diferentes saberes transmitidos de generación en generación. Sencillamente, internet es
mucho más potente que la imprenta, la radio o la televisión, porque permite una comunicación
de tipo transversal y una mejor explotación de la memoria colectiva.
-LM: ¿Eso explica la fama de la actual expresión «inteligencia collectiva»?
-PL: En efecto, esa noción está trazando su camino. Tomamos conciencia de ella porque se
transforma a un ritmo observable al interior de una misma generación. Antes las técnicas de
inteligencia colectiva permanecían estables de una generación a otra. Ahora hay un salto, una
aceleración. Es como un fondo que permanecía inmóvil y que hoy llega a ser una forma que
reacciona.
-LM: ¿Cómo repercute en los actores sociales?
-PL: Lo que encuentro fascinante es que el uso de internet para desarrollar la inteligencia
colectiva no es exclusivo de un grupo social en particular. Para las empresas o la
administracione pública el objetivo es crear un mejor valor. Ofrecer un servicio de manera más
eficaz al cliente o al ciudadano. Las ONG, las asociaciones y las redes sociales se organizan
mejor gracias a esas nuevas herramientas. Cada quien utiliza internet de una forma diferente.
Nuestro capital principal consta de lo que nos hace capaces de construir y lo que sabemos. Lo
dos están muy ligados. Se tiene el interés de estudiar una de otras afin de actuar de una
manera más eficaz. He allí la toma de conciencia más importante: el valor está en el
conocimiento.
-LM: ¿Hoy en día todo el mundo puede realmente participar en la constitución del saber
colectivo?
Para un nuevo modo de producción y acceso al conocimiento es necesario un nuevo modo de
mediación.
-PL: Diría que eso se produce en dos niveles. Primero, para el contenido mismo del
conocimiento con la creación colectiva en línea con la ayuda de wikis, cuya Wikipedia es la
representación más conocida. Pero eso va más lejos todavía con la organización del
contenido. Comunidades se agrupan para describir contenido y permitir a otros acceder a
éste. Así no solamente todo el mundo se convierte en autor sino también en prescriptor,
organizador de la memoria colectiva, documentalista, crítico. En suma todo el mundo se
vuelve mediador. Para un nuevo modo de producción y acceso al conocimiento es necesario
un nuevo modo de mediación.
-LM: ¿Internet no es hoy una inmensa biblioteca con libros amontonados en desorden?
-PL: En efecto, hacia finales del siglo XVIII y sobre todo en el siglo XIX, aparecieron con la
ficha de descripción de libros (título, autor, contenido, signatura…) lo que hoy se denomina
metadatos. Éstos permiten navegar en el contenido. Hoy, lo que está en juego en internet es
la cuestión de los metadatos. Pocas personas han tomado la medida del reto que eso
representa.
Actualmente los motores de búsqueda utlizan el texto como su propio metadato trabajando
plenamente sobre el texto. Es una inmensa regresión con respecto a todo el trabajo realizado
desde hace dos o tres siglos por los bibliotecarios y documentalistas. Un retorno a la
prehistoria. La razón consiste en la importancia del fenómeno. Muy a menudo las bibliotecas
estaban constituidas en una sola lengua y con una colección de obras progresivamente
acumuladas. Internet aporta una cantidad inmensa, muy heterogénea, multilingüe. Existen hoy
en día cientos de miles de millones de organizaciones diferentes e incompatibles en datos. De
ahí la complejidad extrema del problema. Sin embargo para aumentar la inteligencia humana
gracias a internet debemos reducirlos.
-LM: ¿Es el objeto de su actual trabajo?
-PL: Exactamente. Primero es necesario tomar conciencia de la actual opacidad de internet.
Los mejores motores de búsqueda sólo toman entre el 10% y 20 % de su contenido. Gracias a
la masa de datos disponibles casi siempre se encuentra lo que se busca y uno está satisfecho.
Pero se permanece muy lejos de una óptima explotación. Me preguntaba que hacía falta crear
un lenguaje de descripción, un metalenguaje, que pueda traducir las lenguas naturales y la
clasificación de conceptos (ontología en informática), pero que sea igualmente «calculable».
En efecto, los lenguajes naturales están hechos para ser manipulados por los cerebros
humanos y no por computadoras. Mi lenguaje, IEML (Information Economy Meta
Language), es reconocible y tratable por una máquina porque es mucho más próximo al
«lenguaje matemático» utilizado por los ordenadores.
-LM: Usted trabaja desde hace más de 15 años en ese lenguaje…
-PL: Sucede que es muy complicado de inventar. De tanto que no existen ejemplos a seguir.
Aparte de los fracasos como el de la Caractérisque universelle de Leibnitz, que desde luego
no tenía ordenador…, o del esperanto, que tenía la misma estructura que una lengua natural y
suponía que todo el mundo lo aprendiera.
En el caso del IEML, el usuario final no tiene que aprenderlo. Él continuará trabajando en su
lenguaje natural. El IEML intervendrá a un nivel subyacente. Sólo los ingenieros del
conocimiento, los arquitectos de la información, es decir los profesionales, lo utilizarán. En
efecto, es una lengua que no tiene semejanza en absoluto con la lengua natural. Sin embargo,
el IEML tiene las características de una lengua natural, comprende los matices semánticos,
pero refiriéndose a un ordenador.
-LM: ¿Dónde y cómo imagina la utilización del IEML en la Web?
-PL: Disponemos de un pequeño diccionario de 2000 términos. Lo desarrollamos adaptándolo
en dominios particulares. Trabajo, por ejemplo, con un colega de HEC Montreal a fin de
traducir el tesaurus de la American Economic Association. Se trata de crear todas las palabras
necesarias a los economistas para indexar sus artículos. Nuestro motor de búsqueda será de
esa manera mucho más eficaz a la hora de navegar en la inmensa literatura económica. El
lenguaje va a desarrollarse en función de quienes decidan utilizarlo. Cada uno va a producir
metadatos según su propia cultura. No se trata pues en absoluto de una empresa de
estandarización. Simplemente evitar que en las diferencias no queden barreras
infranqueables. Cada disciplina deberá hacer un esfuerzo de formalización de su saber pero, a
plazos, se comprenderá la lengua del otro y se hará comprender la suya, sin estudiar la lengua
extranjera…
-LM: ¿Con ello que se descubrirá?
-PL: Se harán aparecer las dimensiones geométricas del saber. En los viejos mapas
geográficos de la Edad Media no había espacios en blanco. Desde que se utilizaron las
coordenadas geográficas, los espacios en blanco aparecieron. IEML va a crear un sistema de
coordenadas del espacio semántico permitiendo localizar lo desconocido, calcular las
distancias entre significaciones. Eso no fabricará nuevas ideas pero indicará relaciones
inadvertidas, virtualidades. La inteligencia colectiva coordinará el espacio semántico como
coordina el espacio terrestre. En el espacio semántico delIEML no hay puntos de vista
privilegiados. Las ideologías se vuelven simples perspectivas particulares. Con los actuales
motores de búsqueda los resultados están ordenados según el algoritmo de Google o Yahoo.
No se pueden tocar. Con mi proyecto se podrá elegir el orden de las respuestas. De ahí que
éste sea un instrumento intelectual poderoso.
-LM: ¿Cuándo esa nueva herramienta estará disponible para los simples internautas?
-PL: Es un programa de investigación científica. Nos hacen falta todavía de dos a tres años
para obtener su funcionamiento, es decir un software con un motor de búsqueda integrado
que permita hacer la indexación automática y un motor de búsqueda semántico mucho más
evolucionado que los motores existentes. En el mundo hay una cuarentena de personas que
trabajan en el proyecto IEML, entre los que podemos contar a investigadores del laboratorio
Paragraphe de Paris-VIII. Sólo el diccionario está disponible en línea desde hace un año.
Es un largo trabajo, pero en 2010 los internautas deberán poder descargar un software en el
sitio del IEML y utilizarlo.
-LM: ¿Qué efectos puede tener tal herramienta en la sociedad y la política?
-PL: Pienso que va a volverse más inteligente. Como se va más lejos en coche que a pie,
gracias a la explotación de la inteligencia colectiva los horizontes de pensamiento se
ampliarán. Pienso que se podrán hacer las cosas de manera un poco más sensata,
sopensando la diversidad y la complejidad.
Mi perspectiva política es la del desarrollo humano. Es necesario conectar la sociedad del
conocimiento con el desarrollo humano. Lo anterior a fin de que la socidedad del conocimiento
se oriente hacia un desarrollo integral que comprenda todos los aspectos de la sociedad. La
economía, la educación, la salud, la seguridad, la transmisión de patrimonios, la investigación
o la innovación son interdependientes. En el fondo la inteligencia colectiva es la fuente del
desarrollo humano.

Del original en francés: L’intelligence collective, notre plus grande richesse, trad. de Christian
Hernández, Le Monde, 24 de junio de 2007
Publicado en Innovación, Innovación Social, Metodologías, RS del Individuo y
etiquetado: Inteligencia colectiva, Pierre Levy, social innovation

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