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Su bautizo: fue bautizado dos días después, de manos de su tío-abuelo, don Giuseppe Pacelli,
en la iglesia de los santos Celso y Juliano.
Liceo Quirico Visconti: era una escuela Laica, con tendencias antirreligiosas; estudio
enérgicamente y con frecuencia se pudo vérsele convertido en un apologeta en cuestiones de
fe y de historia eclesiástica antes sus profesores. Iba madurando y mostraba dominio de sí
mismo, al mismo tiempo iba surgiendo la vocación religiosa.
1896: realiza su primer viaje al extranjero acompañando al padre Lais, aun congreso de
astrónomos, Paris; luego pasarían por Bélgica, Holanda y Alemania.
Una vez terminado sus estudios en el Capranica, paso a la universidad Gregoriana, obteniendo
los doctorados en Filosofía y Teología. Al finalizar sus estudios el papa Leon XIII lo invito a
visitar en las habitaciones del Vaticano.
Confesar, enseñar el catecismo, asistir a los moribundos son sus tareas normales. En el tiempo
libre que disponía acudía al Apollinare, en donde obtuvo los doctorados en ambos derechos
(civil y canónico). Además conocía perfectamente tres idiomas: francés, inglés y alemán.
El primer puesto al que fue asignado en la Secretaria de Estado era el de ‘oficial menor en
segundo grado’ ocupándose de la redacción de cartas de no gran importancia y en la copia de
los informes y despachos que enviaban los nuncios desatacados en cada una de las naciones.
A la muerte de León XIII, el cardenal José Sarto, cardenal de Venecia, fue elegido papa,
tomando el nombre de Pío X. En 1904 Pacelli era ascendido a minutante, comenzando a
asistir a conferencias de alto nivel; el mismo año recibe el título de monseñor, y el siguiente
será nombrado prelado domestico de Su Santidad.
El 22 de agosto de 1924, fallecía san Pio X, su sucesor era el cardenal Giacomo della Chiesa,
tomando el nombre de Benedicto XV; asciende a Mons Pacelli al cargo de secreatrio del
Departamento de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios.
El 13 de mayo de 1917, recibe la consagración episcopal de manos del mismo Benedicto XV,
junto con el nombramiento de Arzobispo de Sardes.
El 20 de junio fue hasta Berlín, para establecer su primer coloquio con el canciller alemán
Bethman-Hollvef.
En 1920, en el Reichtag presento sus cartas credenciales ante el presidente Ebert en su calidad
de nuncio de la Santa Sede en Alemania.
En noviembre de 1929, el nuncio Pacelli, se trasladaba a Suiza para disfrutar de unos días de
Descanso, pero tuvo que interrumpirlas cuando le llegó la noticia desde Roma que Pío XI lo
iba a nombrar cardenal. El 19 de diciembre recibía el capelo rojo.
En la madrugada del 10 de enero de 1939, fue despertado el cardenal secretario por el aviso
del súbito empeoramiento de la salud del papa. Solo tuvo tiempo de acudir al lecho del
moribundo. Que pocos momentos después, dejaba este mundo Pío XI. El conclave se reunía
el 1 de marzo. El día 2, el mundo cristiano tenía su nuevo papa y Roma su obispo: Eugenio
Pacelli; decidió llamarse Pío XII. No tenía que hacer noviciado alguno para llegar al
conocimiento de los problemas que en 1939 tenía planteados la Iglesia.
Apenas elegido papa, consultó con los cardenales alemanes presentes en el conclave y, de
acuerdo con ellos, intentó un acercamiento distensivo con una carta personal a Hitler, que no
tuvo una gran eficacia
Su primer mensaje al mundo entero lo hizo el 3 de marzo de 1939, y el tema central o único
era la paz. El lema que adoptaría para su escudo pontificio: Opus justitiae, pax. Describioa
bien que la tarea más importante de actividad pastoral, era construir la paz.
Mandó adecuar los horarios de las misas a las necesidades del mundo del trabajo, redujo el
tiempo de ayuno observado hasta entonces antes de recibir la sagrada comunión.
Creó cincuenta y seis nuevos cardenales, muchos de ellos no italianos, y canonizó a treinta y
tres nuevos santos, San Pío X entre ellos.
De entre sus numerosos documentos, acaso quepa destacar: la Summi Pontíficatus, de 1939,
sobre la decadencia moral en la humanidad; Divino afflante Spiritu, de 1943, sobre los
estudios bíblicos; Mystici corporis Christi, del mismo año, sobre la naturaleza de la
Iglesia; Mediator Dei et hominum, de 1947, sobre la liturgia; Munificentissimus Deus, de
1950, sobre el dogma de la Asunción de María; Fidei Donum, de 1957, sobre las misiones,
y Miranda prorsus, de 1957, sobre los medios audiovisuales.