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Idioma

protoindoeuropeo
protolengua, lengua madre
hipotéticamente reconstruida, que habría
dado origen a las lenguas indoeuropeas

El protoindoeuropeo (o pIE) es la
protolengua, lengua madre
hipotéticamente reconstruida, que habría
dado origen a las lenguas indoeuropeas.
La reconstrucción lingüística se lleva a
cabo sobre la evidencia de las
consideradas como lenguas indoeuropeas
descendientes, que lo sobrevivieron,
mediante el método comparativo.

Protoindoeuropeo
*dn̥ǵʰwéh₂ ‘lengua’
Hablado en Eurasia occidental
Hablantes Lengua muerta
Familia
¿Nostrático?
   Indoeuropeo

    Protoindoeuropeo
Estatus oficial
Regulado por No está regulado
Técnicamente se reserva el nombre
protoindoeuropeo para designar la
reconstrucción más temprana que se ha
hecho del indoeuropeo común. Se acepta
la fragmentación del IE (indoeuropeo)
hacia el 3000 a. C. o un poco más tarde.
Esta reconstrucción lingüística se efectúa
mediante el llamado método comparativo
a partir de las evidencias de similitudes
entre el sánscrito, el griego clásico, el latín,
el germánico y demás lenguas
indoeuropeas.

El protoindoeuropeo no debe confundirse


con el pre-protoindoeuropeo, parcialmente
accesible mediante reconstrucción interna
y que habría sido el antecesor del
protoindoeuropeo propiamente dicho.

Posiblemente el pueblo que hablaba dicha


lengua se extendió demográfica, cultural o
militarmente y acabó absorbiendo a otras
etnias que hablaban previamente lenguas
distintas. Posteriormente se formarían los
subgrupos lingüísticos derivados de la
lengua madre común.

División dialectal
El protoindoeuropeo durante el periodo cultural
kurgán.

Indoeuropeo en el 2500 a. C.

Indoeuropeo en el 1500 a. C.
Indoeuropeo en el 500 a. C.

Durante el Imperio romano y las migraciones


germánicas.

El hipotético idioma protoindoeuropeo se


sitúa entre los años 3500 y 2500 a. C. y
habría estado formado por variedades
dialectales estrechamente relacionadas.
Las variaciones geográficas, aumentadas
con el tiempo, produjeron una notable
diferenciación que, con el tiempo,
resultaría en las lenguas indoeuropeas
muy diferentes actualmente. El
conocimiento que se tiene de esta lengua
se debe al método comparativo y al
desarrollo moderno del mismo, la
lingüística histórica. Esos métodos
permiten una reconstrucción bastante
aproximada de muchas características del
protoindoeuropeo; sin embargo, no son
capaces de dilucidar con claridad el
problema de la variación dialectal. De
hecho, la diferenciación dialectal inicial del
protoindoeuropeo es muy difícil de
conocer y ha sido un objeto controvertido.
Se considera que las agrupaciones
actuales de las lenguas indoeuropeas
deben reflejar de alguna manera la
diferenciación inicial del
protoindoeuropeo.

Se cree que la primitiva civilización


indoeuropea, que habitaba entre el norte
del Cáucaso y el norte del mar Caspio, se
desarrolló durante el IV milenio a. C. Entre
los años 4000 y 3500 a. C. se produjeron
sus primeros movimientos migratorios
hacia los actuales territorios de Ucrania,
Rumanía, Yugoslavia y el este de Hungría.
En una segunda oleada (entre los años
3500 y 3000 a. C.), los primitivos pueblos
indoeuropeos se habrían asentado en
Europa central y septentrional, la región
balcánica, Anatolia y norte de Irán. Por
último, se produjo su desplazamiento
hacia Grecia y la zona mediterránea
oriental. Durante el curso de su expansión,
los indoeuropeos entraron en contacto
con otras poblaciones, cuya lengua fue
reemplazada por la de los conquistadores.

Subgrupos principales

Si bien los grupos filogenéticos de nivel


intermedio están claros (itálico, tocario,
anatolio, helénico, germánico, indoiranio,
etc), no existe acuerdo sobre la relación
exacta entre estos grupos y sobre cuál
sería un árbol filogenético adecuado para
la familia indoeuropea. En la actualidad
existen dos modelos ampliamente
comentados: el árbol de Gray-Atkinson
(The 'New Zealand' family tree, 2003)[1] y el
árbol de Ringe-Warnow-Taylor (The
'Pennsylvania' family tree, 2002).[2] El
primero se basa estrictamente en léxico
compartido y substituido, mientras que el
segundo se basa en isoglosas fonológicas
y morfológicas. Aunque ambas
clasificaciones presentan algunos puntos
comunes, también difieren de manera
importante en otros detalles. Algunas de
las unidades mínimas que ambos árboles
coinciden en agrupar son:

1. anatolio
2. tocario
3. greco-armenio
4. albanés
5. balto-eslavo
6. indo-iranio
7. germánico
8. ítalo-celta

Cuando se intentan agrupar esos grupos,


según diversos criterios surgen diferentes
árboles, por lo que las relaciones de alto
nivel, que presumiblemente deberían dar
información sobre los dialectos originales
del indoeuropeo, no parecen
reconstruibles. Otra coincidencia universal
en todas las clasificaciones es que el
anatolio y el tocario fueron las primeras
lenguas en separarse del tronco común
(curiosamente estos dos grupos de
lenguas no eran propiamente conocidos
para los indoeuropeistas del siglo XIX).

Satem/Centum

En el siglo XIX, August Schleicher y otros


indoeuropeistas consideraron que la
división fundamental venía dada por una
isoglosa que dividía a la familia en dos
grupos diferentes: Las lenguas
indoeuropeas orientales o lenguas satem y
las lenguas occidentales o lenguas
centum, de acuerdo a la evolución del
fonema /*kj/: en las primeras lenguas
habría palatalización de este fonema en
/*š/ (y posteriormente en algunas lenguas
variaría a [ʃ], [ɕ] o [s]), mientras que en las
segundas quedaría como velar. El ejemplo
más divulgado de esta división, y que da
nombre a la propia división, es el del
cambio que se observa de la palabra
indoeuropea *kntom ‘ciento’, que en
sánscrito es śatam [ɕa'təm] y en latín es
centum ['kentum], mientras que en
avéstico la palabra se convirtió en satem
[sa'təm]. Por eso las lenguas indoeuropeas
se han clasificado bien por pertenecer a la
rama occidental (del centum), o bien a la
oriental (del satem).

Ciertas familias de idiomas de origen


indoeuropeo (albanés, armenio, indoiranio,
eslavo y en parte el báltico) son lenguas
satem. No obstante, este rasgo se
considera hoy marginal y resultado de una
difusión relativamente tardía de una
isoglosa que, con grados diferentes de
exhaustividad, afectó principalmente a las
lenguas orientales.[3] Sin embargo, las
lenguas orientales como el tocario no
presentan palatalización, sugiriendo que
esta palatalización no jugó ningún papel
en el indoeuropeo más antiguo. Además
se considera que otros rasgos distintivos
son más importantes dentro de la familia
indoeuropea.

La primera división de las lenguas


indoeuropeas es la de los grupos
danubiano y nórdico.

Antiguo europeo

El antiguo europeo fue propuesto


inicialmente, presuponiendo que existió
una lengua precursora hablada en
territorio europeo, que por diversificación
dio lugar a los siguientes grupos:

griego (dividido en aqueo, jonio —y de la


mezcla de ambos eolio—, dorio, griego
del noroeste y otros),
itálico (origen del latín y lenguas
cercanas, sabélico, osco-umbro y otros),
celta (origen del bretón, britano, galo y
otros) y
germánico (dividido a su vez en la rama
nórdica [origen del noruego, sueco,
danés y otros], la rama gótica y la rama
alemana, origen del alemán, el inglés, el
neerlandés y otros).
Sin embargo, estas lenguas no
constituyen casi con toda seguridad una
unidad filogenéticamente válida, ya que,
por ejemplo, la rama griega muestra más
cercanía con la rama armenia que con
ningún otro grupo actual del indoeuropeo
(la cercanía del griego con algunas
lenguas paleobalcánicas no es bien
conocida, pero podría ser similar a la que
guarda con el armenio).

El «pueblo» indoeuropeo
A pesar de algunos usos no científicos de
la palabra, no hay evidencia científica de
una etnia indoeuropea. Sin embargo,
durante el siglo y la primera mitad del
, fue común usar el término para
designar una supuesta raza, denominada
raza aria. La palabra «ario» proviene del
sánscrito arya de los textos védicos,
quienes presumiblemente llevaron las
lenguas indoeuropeas al Indostán. De
acuerdo a las suposiciones de algunos
autores del siglo , dicha raza aria se
caracterizaba por la piel blanca y los
cabellos claros. Con el auge del
nacionalsocialismo al poder, el término
alcanzó mayores niveles de manipulación.
Al final de la segunda guerra mundial, los
estudiosos empezaron a plantearse limitar
la utilización del término a lo
estrictamente lingüístico.

El término «indoeuropeo» solo está


correctamente definido en contextos
lingüísticos, y se presupone que existió
algún tipo de etnia o grupo de etnias que
hablaban lenguas indoeuropeas. No
obstante, la identificación arqueológica de
algunos pueblos antiguos con las etnias
indoeuropeas sigue siendo controvertida.

Reconstrucción y descripción
del pIE
Si bien el proto-indoeuropeo es una lengua
muerta no testimoniada directamente por
escrito, es posible reconstruir gran parte
de su fonología y gramática a partir de los
testimonios lingüísticos de idiomas afines
entre sí mediante el llamado método
comparativo. Actualmente, existe bastante
consenso sobre la reconstrucción
lingüística realizada sobre las lenguas
indoeuropeas (IE) permite reconstruir
diversos estratos. El estrato más reciente,
llamado IE III o protoindoeuropeo clásico o
brugmaniano, que sería la fuente directa
de casi todas las lenguas indoeuropeas,
excepto las lenguas anatolias, y es el
tratado más ampliamente en las obras. Se
ha apuntado que la comparación del IE III
y las lenguas anatolias permiten
reconstruir parcialmente una lengua algo
más antigua llamada IE II con
características notoriamente diferentes de
las del IE III. Anterior al IE II sería el
indoeuropeo preflexional o IE I.

La parte más fácilmente reconstruible es


el nivel léxico y la fonología de la lengua.
También, es posible reconstruir en gran
parte la morfología nominal y verbal, a
partir de la evidencia de las lenguas
indoeuropeas posteriores. Todo elemento
léxico o gramatical reconstruido se
denomina, protoforma —de ahí el nombre
de "protoindoeuropeo"—, que se suele
preceder de un asterisco para indicar que
no está realmente testimoniada, sino que
se supone que era así.

Inventario fonológico

El inventario fonológico del


protoindoeuropeo fue reconstruido por
primera vez con ciertas garantías en la
segunda mitad del siglo XIX. Desde
entonces se han propuesto algunas
revisiones del número de fonemas y de la
realización de los mismos. El sistema
reconstruido es el siguiente:
Labio-
Labial Alveolar Palatal Velar Glotal
velar

sorda *p *t *ḱ *k *kʷ *h₁


Oclusiva sonora *b *d *ǵ *g *gʷ
aspirada *bʰ *dʰ *ǵʰ *gʰ *gʷʰ
Fricativa *s *h₃ *h₂
Sonorantes *r, *l *y *w
Nasal *m *n

En las reconstrucciones modernas no


existen discrepancias serias en cuanto al
número de oclusivas, aunque la
articulación precisa de las mismas es
dudosa. Tradicionalmente se había
supuesto que el alófono principal de las
mismas es el mostrado en la tabla, pero la
hipótesis glotálica, propuesta para explicar
la baja frecuencia de /*b/ argumenta que
/*p, *b, *bʰ/ de la reconstrucción
tradicional se habrían articulado como:
/*p[h], *pʼ, *b[h]/ , respectivamente (y
similarmente para la serie alveolar, velar
palatalizada, velar plana y labiovelar).
Incluso se ha propuesto que la diferencia
entre lo que tradicionalmente se llamaron
oclusivas sordas, sonoras y aspiradas
podría haber estar basada en fonaciones
más complejas que la diferencia
sorda/sonora.

También se ha argumentado contra la


reconstrucción de dos series: velares
palatalizadas /*kʲ, *gʲ, *gʲʰ/ y velares
planas /*k, *g, *gʰ/, en lugar de una.
Parece que la primera serie aparece
abrumadoramente en entornos palatales, y
podría ser que, aunque existiera una
diferencia alofónica en algunos dialectos,
tal vez las dos series no se trataran de
fonemas independientes.

Finalmente, existen tres fonemas


laringales /*h₁, *h₂, *h₃/ cuya
reconstrucción está fuera de toda duda,
sobre la base de alternancias vocálicas y
su testimonio directo en anatolio. Sin
embargo, su realización fonética es
altamente especulativa, siendo
consideradas generalmente fonemas cuyo
punto de articulación está en la parte
posterior del tracto bucal. Algunos autores
reconstruyen un número mayor de
fonemas laringales, aunque su
distintividad fonológica respecto a las tres
laringales clásicas es muy discutida.

En cuanto a las vocales, el último estado


del indoeuropeo no anatolio (llamado a
veces pIE III o indoeuropeo tardío)
distinguía entre vocales largas y breves.
Usualmente se reconstruye el sistema
como formado por las vocales /*i, *e, *a,
*o, *u; *ī, *ē, *ā, *ō, *ū/. Sin embargo, en un
estado anterior el sistema podría haber
estado formado por solo tres vocales /*e,
*a, *o/ siendo inicialmente los sonidos [i,
u] variantes alofónicas en posición de
núcleo de sílaba de las resonantes /*y,
*w/, respectivamente. Las vocales largas
podrían ser todas efectos de
alargamientos morfológicos o de las
secuencias vocal + laringal: *ī< *iH, *ē <
*eh₁, *ā< *ah ~ eh₂, *ō< *oH ~ eh₃, *ū< *uH.

Cada palabra del proto-indoeuropeo


poseía una única sílaba acentuada que
recibía la mayor carga tonal. Se trataba
también de un elemento con valor
fonemático, es decir, se utilizaba para
señalar las diferentes categorías
gramaticales de las palabras (de forma
parecida a como ocurre actualmente en
inglés, que posee dobletes del tipo
increase [sustantivo: 'incremento'] /
increase [verbo: 'aumentar'] , rebel
[sustantivo: 'rebelde'] / rebel [verbo:
'rebelarse']). Por ejemplo, en la declinación
nominal de algunos sustantivos como
*pṓd-s ‘pie’, el nominativo y el acusativo
llevaban el acento prosódico en la raíz,
mientras que el genitivo, el dativo y el
instrumental lo llevaban en el sufijo *ped-
SÚF. Un fenómeno similar ocurría con los
verbos.

Leyes fonéticas

En el estudio de la evolución del antiguo


indoeuropeo tuvo especial relevancia la
determinación de leyes fonéticas como
las leyes de Grimm y Verner, que
establecieron una correspondencia
fonética constante entre algunos fonemas
de las distintas lenguas de la familia.

Un principio básico que se estableció


entonces es el de la constancia del
cambio fonético. Éste establece —de
manera simplificada— que en el paso de la
lengua madre a una lengua hija, si un
sonido o serie de sonidos cambia, ese
cambio se produce en todas las palabras
en las que aparezca. Así, por ejemplo,
sabemos que el verbo holandés hebben (<
pIE *keh₂p-) no está cognado del español
haber (< lat. habēre < pIE *gʰh₁bʰ-), sino de
caber, puesto que, según lo que llamamos
ley de Grimm, el fonema /k/ indoeuropeo
pasa a /h/ en las lenguas germánicas
(como el holandés), pero se conserva
como /k/ en latín y griego.

La siguiente tabla muestra las principales


correspondencias fonéticas entre las
lenguas indoeuropeas más antiguas de
cada rama por lo que respecta a los
sonidos oclusivos:
griego irlandés armenio eslavo
pIE latín gótico lituano
antiguo antiguo clásico antiguo

oclusivas p (b), p (b), h/v, p (b),


*p,(*b),*bʰ Ø (b), b f/v (p), b p (b), b
labiales ph f/b (p),b/v bh

oclusivas
*t,*d,*dʰ t, d, th t, d, f/d t, d, d Þ/d, t, d t/y, d, d t, d, d t, d, dh
alveolares

oclusivas
velares *kʲ,*gʲ,*gʲʰ k, g, kh c,g,f/g/h c, g, g h/g, k, g s, c,j/z š, ž, ž s, z, z
palatalizadas

oclusivas
*k,*g,*gʰ k, g, kh c, g, h/g c, g, g h/g, k, g k`, k, g k, g, g k, g, g
velares

p/t, qu,
oclusivas k/č,g/
*kʷ,*gʷ,*gʷʰ b/d, gu/u, c, b, g hw/w,q,gw/w k/ç,g,g/j k, g, g
labio-velares ž,g/ž
ph/th f/gu

Apofonía

Un rasgo característico del


protoindoeuropeo es el sistema de
alternancias vocálicas conocido como
apofonía, consistente en una serie
ordenada de cambios vocálicos que servía
para expresar distintas funciones
gramaticales (al igual que ocurre en el
inglés actual con algunos verbos
irregulares, como write ‘escribo, -e’ y su
pretérito wrote ‘escribí, -ió’). La apofonía
afectaba en proto-indoeuropeo a las
vocales e y o. La forma básica era siempre
e, aunque esta vocal podía aparecer como
o en ciertos contextos fonéticos, mientras
que en otros ambos sonidos podían
desaparecer por completo. Sobre esta
base, en lingüística indoeuropea se habla
de formas que muestran, respectivamente,
el grado e (o grado pleno), el grado o y el
grado cero: es lo que se conoce como
apofonía cualitativa. Las vocales e y o
podían aparecer además como sus
correlatos largos ē y ō, en cuyo caso se
habla de grado alargado: es lo que se
conoce como apofonía cuantitativa.

El siguiente ejemplo sirve para ilustrar


perfectamente todo lo anterior: la raíz
indoeuropea *pṓd-s (gen. pḗd-s, ac. pód-m)
‘pie’ aparece en el grado e en su reflejo
latino ped- (de donde proviene el español
pedal), mientras que se conservó en el
grado o en la correspondiente raíz griega
pod- (como en podología). El grado cero
*pd-, sin vocal alguna, aparece atestiguado
en el sánscrito, y el grado o alargado en la
raíz germánica *fōt- (en inglés foot ‘pie’),
que proviene de la protoforma *pōd-. La
acción conjunta de la apofonía cualitativa
y la cuantitativa representaba un
importante mecanismo de caracterización
morfológica en indoeuropeo, ya que se
utilizaba para representar las categorías
gramaticales en sus diferentes formas
flexivas.

Flexión nominal

El protoindoeuropeo era una lengua


flexiva, como la gran mayoría de lenguas
indeoeuropeas posteriores, y la flexión
afectaba a nombres, adjetivos,
pronombres y verbos. En concreto, la
existencia de flexión nominal, también
llamada declinación, significa que un
nombre tiene una terminación específica
de acuerdo con su función gramatical o
sintáctica en la oración. Estas
terminaciones dependen del tema o
paradigma al que el nombre o el adjetivo
pertenecen, y en indoeuropeo
básicamente dependen de la terminación
de la raíz o lexema. Todos los paradigmas
de declinación tienen ciertas similitudes y
son reconstruibles fácilmente a partir de
las lenguas indoeuropeas testimoniadas
por escrito.

La flexión nominal acudía básicamente a


desinencias o terminaciones especiales
para modificar los nombres y adjetivos
(aunque también hacía cierto uso de
alternancias vocálicas). En el nombre las
categorías expresadas por la flexión son
las de caso y número. La mayoría de las
lenguas indeouropeas modernas, no
obstante, han perdido gran parte de esta
complejidad morfológica, presente el
proto-indoeuropeo testimoniado en las
lenguas indoeuropeas más antiguas de las
que tenemos documentos.

La reconstrucción brugmaniana a partir de


las lenguas indoeuropeas clásicas, sin
contar con el anatolio, sugería que el
número de casos podría ser tan grande
como ocho, que la lengua tenía tres
géneros gramaticales (masculino,
femenino y neutro). A veces, a este
estadio reconstruido aproximadamente
por Brugman se le conoce como pIE-III.
Sin embargo, el desciframiento del
anatolio hizo dudar de algunos aspectos
de esta reconstrucción, conjeturándose
que pudo existir un estadio, llamado pIE-II,
en que los géneros no se dividían en
masculino/femenino/neutro, sino en
animado/inanimado, tratándose de una
lengua de tipología lingüística activa.

Algunos ejemplos de morfología: el


sustantivo *ḱr̥h₂wós ‘ciervo’ está formado
por la raíz *ḱerh₂- ‘cuerno’, el sufijo nominal
-wó- y la desinencia casual de nominativo
singular -s. La raíz contiene el núcleo
semántico básico (la idea subyacente que
motiva el significado de la palabra),
mientras que el sufijo sirve para indicar la
categoría morfológica a la que pertenece y
la desinencia aporta información
gramatical más detallada basada en la
función sintáctica de la palabra. De esta
forma, una única raíz como *preḱ- ‘pedir’
puede, dependiendo del sufijo que se le
añada, formar un verbo en el grado cero
*pr̥sḱéti ‘pedir, preguntar’ (> latín pōscere),
un sustantivo en el grado e *preḱ- ‘oración’
(lat. prex, gen. precis) o un adjetivo en el
grado o *proḱ-o- ‘pretendiente’ (lat.
procus).

Flexión verbal

Antes del descubrimiento y comprensión


adecuada del hitita, varios indoeuropeistas
habían propuesto un modelo preliminar de
las categorías y conjugación de los verbos
en protoindoeuropeo, conocido
actualmente como «modelo indo-griego»
por ser el sánscrito y el griego antiguo las
lenguas que mostraban un mayor grado de
retención o conservadurismo respecto al
sistema reconstruido. En este sistema,
que pudo ser posterior al pIE III, existen
aparentemente un sistema de dos voces
(activa y medio-pasiva), cuatro modos
(indicativo, subjuntivo, optativo e
imperativo) y tres tiempos (presente,
aoristo y perfecto). No obstante, este
último accidente gramatical no
representaba una marca directa y explícita
del verbo indoeuropeo (hecho que sí se
generalizó en todas las lenguas que
derivaron de él), ya que lo que se
establecía en realidad eran relaciones
aspectuales, basadas en el tipo de
actividad expresada por el verbo
(momentánea, continua, iterativa, etc.).
La flexión verbal usa casi exclusivamente
sufijos, con dos excepciones: el aumento
*e- en el imperfecto (conservado sólo en
griego: leípō (< *leikʷ-ō) - élipon (< *e-likʷ-),
armenio e indoiranio) y el infijo *-n-,
testimoniado en latín vīncō ‘venzo’ - vīcī
‘vencí’, linquō ‘dejó [atrás]’ (< *li-n-kʷ-) -
lictus ‘dejado [atrás]’ (< *likʷ-tos) y de la
misma raíz en sánscrito riṇakti (< *li-ne-
kʷ-) ‘deja [atrás]’ - rikthās). El resto de los
prefijos encontrados en indoeuropeo son
siempre prefijos derivativos.

Además, el verbo como prácticamente


todas las lenguas indoeurpeas modernas
poseía marcas de persona (primera,
segunda y tercera) y número (singular,
plural y dual).

Sintaxis

Algunos autores han argumentado que la


sintaxis, al ser altamente composicional,
es una de las partes de la gramática que
puede presentar mayor variación temporal
y que sobre la base de la evidencia
existente no sería posible reconstruir la
sintaxis del pIE. Aunque la mayoría de las
lenguas antiguas tienen una fuerte
evidencia estadística en favor del orden
SOV, eso no constituye una prueba
definitiva del orden sintáctico. Algunas
expresiones nominales fosilizadas en
forma léxica, como déspota < *déms-pot-
'señor de la casa', sugieren que el genitivo
precede al nombre, estando en este caso
el núcleo del sintagma nominal situado al
final.

Aunque la reconstrucción del orden


sintáctico es compleja, otros aspectos,
como la naturaleza de la negación, el
marcaje de la coordinación y la
subordinación, pueden ser mejor
reconstruidos.

Léxico
Los métodos de la lingüística histórica han
permitido identificar una gran cantidad de
raíces indoeuropeas, y actualmente
existen diccionarios con varios miles de
términos. Sin embargo, aunque resulte
sencillo identificar raíces a partir de la
comparación de las lenguas indoeuropeas
y reconstruir su forma original, es más
difícil asegurar que una determinada
forma léxica (raíz + morfemas derivativos
+ morfemas flexivos) existió realmente en
indoeuropeo, ya que los detalles concretos
de la morfología léxica del indoeuropeo no
son fácilmente reconstruibles a partir de la
comparación.[4]
El principal mecanismo para la formación
de palabras en indoeuropeo era la
composición o combinación de dos
palabras distintas para formar una sola.

La fábula de Schleicher

En 1868, el filólogo alemán August


Schleicher creó un texto artificial
compuesto en el idioma reconstruido
protoindoeuropeo (PIE). Se llama La oveja
y los caballos.

Estadios reconstruibles
La reconstrucción lingüística de las
lenguas indoeuropeas mejor
documentadas permitió ya en el siglo XIX
reconstruir con bastante aproximación la
fonología y gramática del indoeuroepo
antiguo. Esta primera reconstrucción del
indoeuropeo más reciente se conoce
como pIE-III. La reconstrucción interna
sobre esa primera reconstrucción permite
reconstruir otros estadios más antiguos, el
pIE-II y el pIE-I.

El estadio preprotoindoeuropeo pIE-II es la


lengua a partir de la cual se formó el
protoindoeuropeo reciente o pIE-III. Por
razones de cercanía temporal, el
protoindoeuropeo reciente es mejor
conocido y reconstruible en mayor detalle
que el preprotoindoeuropeo pIE-II. El pIE-II
es también una lengua sintética, cuya
flexión es no temática, frente al pIE-III,
donde predomina la flexión temática y la
flexión no temática es secundaria.
Anterior al pIE-II es el pIE-I, que es una
lengua más aislante y con flexión
posiblemente muy reducida. Las
características principales de estos tres
estadios serían:[5][6]

IE III (indoeuropeo clásico), que tiene


una morfología plenamente
desarrollada similar a la del griego y
sánscrito, distinciones de género
(masculino, femenino, neutro) y en el
que las laringales podrían haber
desaparecido o estar en proceso de
desaparición.
IE II (preindoeuropeo monotemático),
que no tendría todos los tiempos y
modos encontrados en lenguas como el
griego, el sánscrito y el latín, y que
carecería de flexión temática como la
encontrada en la mayor parte de las
lenguas indoeuropeas. El IE-II tendría
plenamente vigentes las laringales y
distinciones de género de tipo
animado/inanimado, de manera similar
a lo que se encuentra en el idioma hitita
y otras lenguas del grupo anatolio.
IE I sería un estadio imperfectamente
conocido y deducible de arcaísmos
encontrados en todas las ramas. En
este estadio, gran parte de las
características del indoeuropeo clásico
no existirían, y el IE-I sería una lengua
relativamente aislante.

Relación con otras lenguas


Hasta donde es accesible, el
preprotoindoeuropeo (pIE I) resulta ser
una lengua con bastante menos
morfología que el indoeuropeo más
reciente. A juzgar por los datos de las
lenguas indoeuropeas anatolias, el
preprotoindoeuropeo habría carecido de
género gramatical y del amplio sistema de
caso morfológico que exhiben lenguas
como el griego, el sánscrito o el latín, y
que se remontaría al indoeuropeo más
reciente. Algunos autores, como
Rodríguez Adrados, han llegado a afirmar
que la ausencia de ciertas categorías en
las lenguas anatolias, como el hitita, son
un reflejo de cómo era el
preprotoindoeuropeo (alternativamente
otros autores explican la ausencia de
estas categorías en anatolio como una
pérdida a partir de un sistema
morfológicamente "más rico"). Se ha
estimado que el preprotoindoeuropeo se
habría empezado a hablar hacia 5000 a. C.
y hasta 3000 a. C., en que se separó la
rama anatolia.

Una hipótesis adicional, bastante


controvertida, propone que el
preprotoindoeuropeo provendría de una
lengua más antigua conocida como
protonostrático y que habría sido una
lengua de la que derivarían no sólo las
lenguas indoeuropeas, sino también, entre
otras, las familias urálica, altaica, dravídica
y afroasiática. Sin embargo, debido a la
enorme distancia en el tiempo que hace
que se habría hablado hipotéticamente
ese protonostrático, el número de posibles
cognados convincentes que se ha podido
reunir es mucho más escaso que para el
caso del protoindoeuropeo. Es esa
escasez de datos fiables lo que hace
polémica la teoría, y lo que ha llevado a
algunos lingüistas a sostener que, aun en
caso de haber existido esa lengua, la
evidencia sería tan pequeña que no
podemos asegurar su existencia mediante
los métodos normales del método
comparativo debido a la gran profundidad
temporal.

Referencia
Notas

1. Gray y Atkinson: artículo en la revista


Nature, 426, 2003.
2. Ringe, Warnow y Taylor: artículo en la
revista Transactions of the Philological
Society, 100, 2002.
3. Rodríguez Adrados, 1975, pág. 1128-
1129.
4. Clakson, 2007
5. F. R. Adrados, 2008, pp. 67-84
6. F. R. Adrados, 1975

Bibliografía

Clackson, James (2007). Indo-European


Linguistics: An Introduction. Londres:
Cambridge University Press. ISBN 978-
0-521-65367-1.
Rodríguez Adrados, Francisco (1975).
Lingüística indoeuropea. Madrid: Gredos.
ISBN 84-249-0049-9.
Rodríguez Adrados, Francisco (2008).
Historia de las lenguas de Europa.
Madrid: Gredos. ISBN 978-84-249-2871-
1.

Véase también
Leyes fonéticas del indoeuropeo
Vocabulario indoeuropeo (sustantivos)
Vocabulario indoeuropeo (no
sustantivos)
Verbo indoeuropeo
Verbo copulativo indoeuropeo
Lenguas indoeuropeas
Hidrónimos antiguos europeos

Enlaces externos
Reconstrucción sonora hipotética de la
lengua protoindoeuropea

Datos: Q37178

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title=Idioma_protoindoeuropeo&oldid=119586893»
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