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Diferencia entre duda de hecho y duda de derecho

A veces la duda deriva hacia la opinión, que consiste en un asentimiento poco firme. El canon
14 establece una distinción que resulta fundamental en referencia a la relevancia de la duda
ante el Derecho, porque atañe a los efectos jurídicos que comporta:
(C. 14: las leyes, aunque, aunque sean invalidantes o inhabilitantes, no obligan en la duda de
derecho; en la duda de hecho, pueden los ordinarios dispensar de las mismas, con tal de que,
tratándose de una dispensa reservada, suela concederla la autoridad a quien se reserva).
a. Duda de derecho: esta duda versa sobre el sentido, la extensión o la misma existencia
o vigencia de la ley. Se estaría dudando sobre el derecho si existe fluctuación del
juicio, por ejemplo, sobre si esta ley esta abogada por costumbre contraria, o si esta
ley contempla y es aplicable a un hecho concreto que conozco bien. En el caso de la
duda de derecho, la lye eclesiástica no obliga, aunque sea inválidamente o
inhabilitante. Tradicionalmente se ha exigido que esa duda sea positiva (es decir, que
alegue razones), objetiva y probable.

b. Duda de hecho: versa sobre el hecho (o sus propiedades) en relación al cual hay que
aplicar una ley de suyo clara. Se dudaría sobre el hecho si existiese fluctuación del
juicio, por ejemplo, sobre si eta persona está o no bautizada, o si goza o no de
jurisdicción. Con respecto a la duda de hecho el Código, recogiendo la doctrina
canonica, afirma que puede el ordinario dispensar (si son leyes eclesiásticas
dispensables), con tal de que, tratándose de una dispensa reserva, suela concederla la
autoridad a quien se reserva (c. 87,2).
Ipso iure: de propio derecho
Ipso iure o Ipso jure es una expresión latina que puede traducirse como "por virtud del
Derecho" o "de propio Derecho". Se considera opuesta a la expresión ipso facto que se puede
traducir como "por virtud del hecho". En el ámbito jurídico, la expresión ipso iure sirve para
referirse a una consecuencia jurídica que se produce sin necesidad de que ocurra un hecho o
acto, sino por el mismo Derecho. Por ello, esta expresión sirve para describir a aquellos
efectos que se producen sin requerimiento o instancia de parte, y que los produce la misma
norma jurídica. Ej. c. 1191 § 3: Es nulo ipso iure el voto hecho por miedo grave e injusto, o
por dolo; c. 1709 § 2: Una vez enviada la petición [para acusar la validez de la sagrada
ordenación], queda prohibido ipso iure al clérigo el ejercicio de las órdenes.
Miedo grave
El Código define el miedo en su canon 1103 como causa de nulidad, al establecer que: “ Es
inválido el matrimonio contraído por violencia o por miedo grave proveniente de una causa
externa , incluido el no inferido del propio intento para librarse del cual, alquien se vea
obligado a elegir el matrimonio”.
El miedo está compuesto por dos elementos:
1. Elemento objetivo del miedo: en este supuesto hablamos de una coacción moral, es
decir de una amenaza.
2. Elemento subjetivo del miedo: cuando se produce la amenaza se crea un estado de
ánimo en el sujeto.
Para ser causa de nulidad:
- El miedo tiene que ser grave: es decir, se amenaza con un mal que tiene que
presentar cierta gravedad y seriedad. Cuando se habla de gravedad se entiende que se
puede causar un mal a esa persona o a alguien de su familia como por ejemplo la
muerte. Además, tiene que tratarse de algo serio y en este caso hay que atender a la
personalidad de la persona que lo causa.
- El miedo tiene que ser externo: tal y como indica el Canon 1103 del Código
Canónico: "El miedo tiene que provenir de una causa externa y en concreto tiene que
provenir de un agente humano y libre distinto del propio sujeto".
- El miedo tiene que ser indeclinable: es decir que el contrayente no puede acudir a
otros medios para evitar el mal, no ve otra salida más que contraer el matrimonio.

Nota sobre el concepto de Ordinario y Ordinario del lugar


Ordinario (c. 134): De acuerdo con el canon 134, por ordinario se entiende -además del
Romano pontífice- el Obispo diocesano, y aquéllos a él equiparado, como son el Prelado
territorial, el Abad territorial y los demás que rigen Iglesias particulares.
Ordinario de lugar: Son ordinarios del lugar los que gobiernan una Iglesia particular y sus
vicarios. La distinción es importante. El Código en ocasiones concede potestad al ordinario
del lugar: así, por ejemplo, el canon 930 autoriza al sacerdote enfermo o anciano a celebrar
la Eucaristía sentado, “observando siempre las leyes litúrgicas, pero no con asistencia del
pueblo, a no ser con licencia del Ordinario del lugar”. Obsérvese en este caso que no le da
licencia el ordinario propio, sino el del lugar.
Tres ejemplos de comunicaciones que se deben hacer:
1. El Legado pontificio debe comunicar a la Sede Apostólica sus investigaciones para
nombramiento de obispos.
2. El gobernante de sede impedida, comunicar a Sede Apostólica el asunto y la función
asumida. c. 413 § 3.
3. Comunicar la ordenación al párroco del lugar del bautismo. c. 1054.

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