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María José Vargas Romero

Estado, Nación y Cultura


Pontificia Universidad Javeriana

La Nación Colombiana:
Falacia, Futuro o Realidad

Este ensayo explora la idea de estado, nación y nacionalismo a partir de diferentes autores y aplicado a
Colombia. Analizo las posturas y definiciones de ciertos términos que traigo al presente a situaciones más
actuales que están simultáneamente dentro y fuera de la teoría. Traigo a discusión momentos históricos
y actuales del país para aterrizar algunas teorías y mediante ellos discuto sobre la posibilidad de que
Colombia encaje y cumpla con las especificidades de los términos de cada autor.

De acuerdo con el censo realizado por el DANE en el 2005 (mirar anexo 1) más del 80% de la población
colombiana se adscribe bajo la opción “sin pertenencia étnica”, lo que en un país que tiene una historia
como el nuestro no deja de ser absurdo. No obstante, con menos de un 15% de personas que se
autoidentifican en alguna de las tres categorías alternativas (indígena, afrocolombiano, rom) Colombia se
autodenomina un país pluriétnico y multicultural, más en palabras que en hechos.

A través de las instituciones o, en palabras de Althusser (1988), los aparatos de Estado y en particular los
aparatos ideológicos del Estado. En Colombia siempre se ha buscado la homogeneidad, si bien ahora se
hace por omisión más que de manera activa. La prohibición del uso de las lenguas de las comunidades
indígenas cumplía varias funciones, pero en particular para la subyugación y homogenización de las
comunidades indígenas. Antes se empleaban castigos con el fin de evitar el uso de las lenguas indígenas.
Ahora la lengua oficial en el territorio colombiano es el castellano, y las lenguas indígenas dentro de sus
territorios. Sin embargo, los funcionarios públicos, las universidades, y casi la totalidad de la producción
estatal para el público está en español. Difícilmente se puede vivir en Colombia sin aprender a hablar
español. Commented [MJVR1]: Educación y division de colombia

Para hablar de “nación” en Colombia, es posible hacerlo desde varias perspectivas teniendo en cuenta los
diferentes acercamientos que a este término han tenido algunos autores. Para Treitschke la idea de
“nación”, así como la de “estado” se potencia a de forma bélica, en sus palabras, “La guerra es una
medicina severa para remediar la desunión nacional y la decadencia del patriotismo” y, más adelante,
“sólo en la realización común de actos heróicos en beneficio de la patria una nación consigue su unidad
verdadera y espiritual” (Guibernau, El Nacionalismo en la Teoría Social Clásica, 1998). La guerra como
medio para obtener cohesión social evoca la novela 1984 de George Orwell donde se logra el control
mediante el miedo, al enemigo externo y al interno que puede llegar incluso a ser uno mismo. En Colombia
no ha habido muchas situaciones de guerras externas y en todo caso no han sido tan recientes ni de
suficiente magnitud como para ejercer ese poder que Treitschke atribuye a las campañas bélicas. Por otro
lado, sí han sido varias décadas de conflicto armado interno y no ha acercado esto a la sociedad
colombiana ni la ha vuelto más “homogénea”. Treitschke tiende también a unir estado y nación, de
manera que ambos deben estar extendidos en la misma medida. Y señala que la “raza” más fuerte se
establece sobre las otras y éste es el estado y que, además, la unidad es imposible si quienes lo componen
profesan religiones “radicalmente diferentes”. De manera tal que bajo la postura de este autor en
particular, no sería posible tener una “nación colombiana” y respetar simultáneamente los
particularismos de las minorías étnicas.

Para Marx, por otro lado, la nación no es importante sino las clases y la lucha de estas. La nación, dice, se
construye por y mediante intereses burgueses que se encuentran en contra de otros burgueses
(exteriores) y el proletariado (interior). Marx afirma que el capitalismo no es un sistema local sino global
y por lo mismo Guibernau señala que le han llamado un “pan-nacionalismo” dado que la lucha es global y
entre clases que Marx entiende de una forma un poco maniqueísta. Por otro lado, está en contra de la
opresión de naciones más poderosas sobre las naciones susceptibles, como lo mostró la autora con el
ejemplo de Irlanda. Las naciones cobran importancia sólo a modo de espacios más “locales” para luchas
contra el capitalismo. Para Marx, es posible que Colombia sí sea una nación, pero esto él lo encuentra
irrelevante.

Durkheim define nación como un grupo que es simultáneamente estado y nacionalidad. A estos dos
últimos los define como los agentes de la autoridad soberana, y grupos humanos unidos por una
civilización común sin estar unidos por una relación política, respectivamente. De manera que es posible
analizar la situación colombiana a la luz de estas tres definiciones; en cuanto a agentes de la autoridad
soberana en efecto los tenemos y tenemos además las instituciones intermediarias necesarias también;
es correcto afirmar que en Colombia también hay grupos humanos a quienes une una civilización común
sin necesidad de una relación política. A pesar de que ambos criterios son amplios, bajo ellas es posible
decir que, en efecto, Colombia es una nación y que además esta definición de “nación” permite los
particularismos que tenemos actualmente y la multiculturalidad.

Para Webber, la nación es una “comunidad de sentimiento que debería manifestarse adecuadamente en
un estado propio”; define estado como “comunidad humana que reivindica (con éxito) el monopolio del
uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio dado” (Guibernau, El Nacionalismo en la Teoría
Social Clásica, 1998); un estado nacional sería entonces la organización de poder temporal de la nación.
Para analizar la situación colombiana bajo esta nueva luz teórica, es necesario preguntarse a qué se refiere
Webber cuando habla de un sentimiento. Por otro lado, en cuando al estado y la reivindicación del
monopolio del uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio dado parece no aplicar en el caso de
Colombia; dejando de lado los grupos armados al margen de la ley, ha habido incidentes que llevan a
cuestionar la legitimidad del uso de la fuerza por parte de la comunidad humana que lo ha tenido,
cuestiones como los falsos positivos, asesinatos de líderes sociales, y trato de excesiva fuerza a
estudiantes protestantes. De manera que sobre Colombia se puede decir que tenemos el estado, al
menos, parcialmente logrado

Como se mencionó ya anteriormente, si bien se pretenden varias lenguas como las oficiales para
Colombia, sin duda alguna el español es la “verdaderamente oficial”. Por lo anterior podemos decir que
uno de los principios que ha adoptado Colombia en cuanto a la nacionalidad es el lingüístico. Entre 1878
y 1898 se vivió el periodo de Regeneración un proyecto donde Rafael Núñez como representante del
estado se reconcilió con la iglesia a pues se razonó que dado que la gran mayoría de los habitantes del
territorio colombiano eran católicos ésta era una buena forma de generar y conservar la cohesión social.
Además, también se establecieron políticas que prohibían el uso de otras lenguas que no fuera la
castellana y se fomentó la “mezcla” con personas arias con el fin de “blanquear”. De manera que ese
momento se había adoptado el principio lingüístico, el religioso y, como iba a ser la iglesia la encargada
de la educación, educacional. Esto quiere decir que se hayan dejado de lado los intereses burgueses, los
cuales, como señala Marx, son los que constituyen a una nación. Si bien en Colombia no hay una división
entre burgueses y proletariado, y si la hay es te una pequeña parte de la población, lo que se puede deber
a la situación de país de periferia (en palabras de Wallerstein) y el tipo de producción. Los intereses de la
nación sí se arrodillan para servir a los intereses de unos pocos. Estos pueden o no tener los medios de
producción entendidos como fábricas, pero sí la tierra y las mayores empresas de Colombia de manera
que tenemos esta nacionalidad para-burgueses adicional a los otros principios de nación.

En efecto la sociedad colombiana es un estado bajo el cual se encuentran múltiples naciones, si bien estas
son una pequeña minoría que además no se limita a los indígenas sino incluye personas que se identifican
bajo otras categorías. Nos podemos preguntar entonces si la mayoría restante forma una nación
homogénea y si los sentimientos nacionalistas son necesarios o no. Se habla de que sin los sentimientos
nacionalistas no hay nación y la mutua dependencia entre estos dos: la nación y los sentimientos
nacionalistas indica que de existir entonces el segundo si existe el primero. Pero cabe preguntarse
también si es o no ésta una nación única mayoritaria o también hay divisiones dentro de esta y más allá
de eso ver qué significa entonces el nacionalismo y si lo hay o no en Colombia.

Treitschke señala que el patriotismo genuino se encuentra arraigado en hazañas ancestrales que han sido
transmitidas y se evidencia en la cooperación con el cuerpo político. Me atrevería a decir entonces que
el patriotismo como lo describe Treitschke existe sí, pero en sectores muy limitados de la totalidad del
pueblo y que, además, cabe preguntarse sobre qué hazañas se reuniría este patriotismo. En la definición
viene implícita la memoria y es cierto que, quizá como todas, la historia colombiana ha perdido se ha visto
desmembrada y re-membrada para dejar atrás eventos que no se quieren recordar (la casa Arana, las
Guajibiadas, la masacre de las bananeras…). Se repite casi como un mantra, una y otra vez que “somos un
pueblo sin memoria” y ¿cómo se construye entonces patriotismo o nacionalismo sin memoria colectiva?
¿sin grandes hazañas del pasado? Incluso en aspectos de territorio nuestra historia no ha sido una de
conquista sino una de pérdida, como lo fue con Panamá, con el mar de San Andrés, partes del Amazonas,
etc.

Nuevamente en este aspecto encontramos a Marx con un casi total rechazo al nacionalismo a favor de
una consciencia global de clases y unión del proletariado en contra de la clase burguesa de manera que a
partir de éste autor no podemos llegar a una conclusión sobre la necesidad o posibilidad de un
nacionalismo colombiano a partir de la idea de solidaridad colectiva, pues esta no la busca Marx dentro
de una nación sino de una clase.

Durkheim define nación como un grupo que es simultáneamente estado y nacionalidad. A estos dos
últimos los define como los agentes de la autoridad soberana, y grupos humanos unidos por una
civilización común sin estar unidos por una relación política, respectivamente. De manera que es posible
analizar la situación colombiana a la luz de estas tres definiciones; en cuanto a agentes de la autoridad
soberana en efecto los tenemos y tenemos además las instituciones intermediarias necesarias también;
es correcto afirmar que en Colombia también hay grupos humanos a quienes une una civilización común
sin necesidad de una relación política. A pesar de que ambos criterios son amplios, bajo ellas es posible
decir que, en efecto, Colombia es una nación y que a demás esta definición de “nación” permite los
particularismos que tenemos actualmente y la multiculturalidad.
Para Webber, la nación es una “comunidad de sentimiento que debería manifestarse adecuadamente en
un estado propio”; define estado como “comunidad humana que reivindica (con éxito) el monopolio del
uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio dado” (Guibernau, El Nacionalismo en la Teoría
Social Clásica, 1998); un estado nacional sería entonces la organización de poder temporal de la nación.
Para analizar la situación colombiana bajo esta nueva luz teórica, es necesario preguntarse a qué se refiere
Webber cuando habla de un sentimiento. Por otro lado, en cuando al estado y la reivindicación del
monopolio del uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio dado parece no aplicar en el caso de
Colombia; dejando de lado los grupos armados al margen de la ley, ha habido incidentes que llevan a
cuestionar la legitimidad del uso de la fuerza por parte de la comunidad humana que lo ha tenido,
cuestiones como los falsos positivos, asesinatos de líderes sociales, y trato de excesiva fuerza a
estudiantes protestantes. De manera que tenemos el estado al menos parcialmente logrado. Pero todavía
la nación no está bien delimitada del todo.

Para Guibernau el nacionalismo es un “estado de conciencia colectiva que afirma la particularidad, los
privilegios y derechos específicos de un pueblo” (Guibernau, El Nacionalismo en la Teoría Social Clásica,
1998). En este sentido sí es necesario que de alguna forma se compartan sentimientos nacionalistas y se
hace en Colombia si bien para las mayorías ya privilegiadas, es decir, las personas blanco-mestizas.

Desde la independencia el papel del estado colombiano ha sido favorecer a las personas ya privilegiadas
por una u otra razón, una postura divisoria pero que no obstante se encuentra de acuerdo con lo
planteado por Treitschke donde es la raza dominante la que impone su poder estatal sobre las demás. La
misma “independencia” fue un esfuerzo de los mestizos y criollos de lograr el mismo estatus que el de los
españoles, no se buscaba una real emancipación sino un reconocimiento. Este tipo de postura y
movimiento, a mi parecer, va en contra de la idea de nacionalismo, más que eso es un rechazo a la nación
a la que se pertenece a favor de otra.

Ya desde mucho antes la corona española había impuesto sobre el territorio ahora llamado Colombia la
prohibición de las lenguas indígenas y la religión cristiana. Una persecución abierta y frontal a las
comunidades indígenas, o mejor, a las naciones indígenas dentro del estado colombiano. Más adelante
se detuvieron y luego renovaron las mismas prácticas. Actualmente se pretende desde la constitución que
no se den este tipo de situaciones y sin embargo los lugares sagrados de las comunidades indígenas les
son quitados y los lugares de tradición de trabajo contaminados, la educación se les ofrece en español y
los funcionarios públicos por lo general no hablan la lengua de ellos sino el español.

Por otro lado, en cuanto a la soberanía del estado, que dice Treitsche, “si un estado pierde su
independencia, deja de existir como tal” quizá vale la pena replantear esa afirmación pues por lo general
todos los países dependen de otros países, ya sea para mano de obra, para alimentación,
económicamente, en cuestiones militares, etc. En el mundo actual del capitalismo y la globalización, los
países dependen todos de otros a través del comercio entre centro y periferia. Adicionalmente,
Guibernau afirma que hay dos tipos de estado: uno ilegítimo y otro legítimo, el primero lo es cuando bajo
un mismo estado hay varias naciones, el segundo es cuando el estado y la nación tienen la misma
extensión. Por lo anterior y lo que ya se ha reflexionado sobre la existencia de varias naciones es que me
permito afirmar que, si bien hemos cuestionado la misma existencia de un estado colombiano, incluso
aunque este existiera, sería, bajo estos criterios expuesto, un estado ilegítimo.

Actualmente, Colombia se encuentra en un punto de altísima desigualdad social. A pesar de la tendencia


“universalista” de esta “cultura global”, ello no permea los aspectos sociales del todo ni los económicos.
Como señala Wallerstein (1988), la universalidad es necesaria para el capitalismo, pero también lo es la
desigualdad social. De este modo se puede obtener el mayor beneficio para el burgués y disminuir tanto
como sea posible el beneficio para el proletariado, dependiendo del nivel social en el que se encuentre lo
que se da en función de su capacidad adquisitiva, conexiones e incluso su fenotipo. De esta misma forma,
se desdibuja un poco la nación y la idea de nacionalismo en la vida diaria. Parece que los sentimientos de
solidaridad y colectivismo de los colombianos gravitan más cerca del fútbol que de los problemas sociales.

Para finalizar, las definiciones de estos autores para estado y nacionalidad parecen no acomodarse a la
realidad colombiana no sólo por la situación actual sino también por el pasado heroico del que, a mi
parecer, carece nuestra historia. Al mismo tiempo es un estado ilegítimo por la presencia de una
multiplicidad de naciones bajo un mismo territorio. Y los actos que deberían ser de cohesión social, como
la guerra, en lugar de eso terminan rompiendo vínculos y disminuyendo la solidaridad y el colectivismo.
Los símbolos y ritos también han perdido significado de manera que no hay una identificación inmediata
con los símbolos que representan a Colombia, más allá de la camiseta de fútbol. Quizá ello quiere decir
que las definiciones para estos conceptos no son ya las adecuadas para definir el mundo actual por la
forma menos maniqueísta de entender a los estados y los grupos dentro de ellos.

Bibliografía:

Althusser, L. (1970). Acerca de la reproducción de las condiciones de producción. En L. Althusser,


Ideología y Aparatos Ideológicos del Estado (pág. 29). Buenos Aires: Nueva Visión .

Balibar, E. (1988). ¿Existe un neorracismo? En E. Balibar, & I. Wallerstein, Raza, Nación, Clase (págs. 31-
48). Madrid: IEPALA.

DANE. (2005). Indicadores sociodemográficos censo 2005. Obtenido de dane.gov.co:


https://www.dane.gov.co/files/censo2005/etnia/sys/Afro_indicadores_sociodemograficos_cens
o2005.pdf

Giner, S. (1998). La Modernización de la Tribu: a Modo de Prólogo. En M. Guibernay, Los Nacionalismos


(págs. 1-14). Barcelona: Ariel.

Guibernau, M. (1998). El Nacionalismo en la Teoría Social Clásica. En M. Guibernau, Los Nacionalismos


(págs. 15-55). Barcelona: Ariel.

Guibernau, M. (1998). La Identidad Nacional. En M. Guibernau, Los Nacionalismos (págs. 77-98).


Barcelona: Ariel.

Wallerstein, I. (1988). Universalismo, Racismo y Sexismo: tensiones ideológicas del capitalismo. En E.


Balibar, & I. Wallerstein, Raza, Nación, Clase (págs. 49-62). Madrid: IEPALA.
Anexo 1

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