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Canclini (1990), analiza el problema de la modernidad en latinoamérica y cómo

comprenderla en relación con lo tradicional, lo popular, lo masivo y lo posmoderno. En este


orden de ideas, realiza una crítica al maniqueísmo presente, tanto en los teóricos de la
modernidad, como en los teóricos de lo tradicional ya que se ven ambos sistemas como
opuestos generando un esencialismo en ambas partes, cuando la realidad muestra que
estos sistemas en latinoamérica son coexistentes codependientes y también contradictorios.
Así resalta tres disciplinas que han estudiado tres elementos que cambian de lugar
simbólico y económico según cómo se entienda esta oposición: la historia del arte y la
literatura (para estudiar lo “culto” y la producción tradicional de las élites), la antropología
(para estudiar el folclor y lo popular), y los trabajos de comunicación (para estudiar la cultura
masiva). Estas disciplinas se entremezclan en la contemporaneidad de los países
latinoamericanos haciendo que la preocupación por el arte no sea solo el valor estético, y la
preocupación por la producción de lo tradicional vaya más de idealizaciones y se adentre en
el problema del consumo masivo. Es así que señala la heterogeneidad multitemporal de las
naciones, afirmando que no se pueden explicar los Estados latinoamericanos a partir de una
total dependencia a la modernidad, pero tampoco a partir de un desprendimiento y una
originalidad absoluta. Asimismo retoma la crítica del pensamiento posmoderno y la
posmodernidad “no como una etapa o tendencia que remplazaría al mundo moderno, sino
como una manera de problematizar los vínculos equívocos que éste armó con las
tradiciones que quiso excluir o superar para constituirse” (Pag. 44)

En este misma línea, Martín-Barbero analiza la cultura como una forma de entender “los
procesos de constitución de lo masivo desde las transformaciones de las culturas
subalternas” (Pag. 203) . Por lo que señala que el pensamiento se encuentra en un
desencuentro entre método y situación en el que se niega un mestizaje en América latina.
En este desencuentro están ubicados los pueblos indígenas que sufren constantemente el
dualismo: los gobiernos populares empezaron a retratarlos como lo opuesto a la
modernidad intentando salvar la “esencia pura”, sin reconocer cómo se articulan al proceso
de modernidad de manera positiva, y cómo se encuentran articulados al capitalismo sin que
su dimensión se agote allí. Es por esto que para analizar las culturas indígenas el autor
recurre a los ejes de análisis expuestos por Canclini: las presiones, la mediciones y las
afirmación étnica. Las primeras consisten en las presiones económicas que hacen que se
venda la cultura para lograr la subsistencia, a pesar de ser visto como una recuperación de
lo tradicional. La segunda, consiste en cómo la cultura hegemónica cambia las relaciones
dentro de la comunidad con los otros, su historia y sus prácticas. La tercera consiste en una
apropiación transformadora con lo comunitario a partir del entendimiento de estos procesos.

Según lo expuesto por Canclini y Martín Barbero ¿Se podría decir que la forma como el
Estado le da protección y garantías de derechos a las comunidades indígenas se basa en
un esencialismo que favorece primordialmente el turismo? ¿Cómo se podría cambiar la
legislación de los cabildos y resguardos indígenas?

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