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Texto bíblico: 1 Pedro 1:13-16

Introducción:

Si usted ha tratado de montar en una bicicleta sabe que el equilibrio es vital para
mantenerse en ella. En días recientes vimos en las noticias a un individuo cruzando
el Gran Cañón sobre una cuerda, la hazaña fue televisada a nivel nacional y
millones de personas pudimos ver como este señor caminó sobre la cuerda,
balanceándose con una vara sin ningún problema. Caminar sobre una cuerda con
los precipicios del Gran Cañón bajo sus pies, se debió a la práctica y al equilibrio
pero sabemos que el equilibrio jugó un papel muy importante, ya que expertos en
esta disciplina, con años de experiencia, han perdido el equilibrio por un segundo y
han caído al vacío para no levantarse más. También la vida cristiana requiere de
mucho equilibrio para poder vivirla de una manera que agrade a Dios.

1 Tres acciones decisivas para mantener el equilibrio

Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios y esperad por
completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.

El equilibrista que Cruzó el Gran Cañón caminando sobre una cuerda tuvo que
caminar manteniendo el control de su cuerpo, tuvo que mantener el control de su
mente y tuvo que ser paciente hasta llegar al final. Solo imagínese un pequeño
resbalón, que hubiese perdido la concentración o que el miedo lo asaltara a mitad
del camino ¿Qué hubiera pasado?

Es la misma cosa con la vida cristiana. Para mantener el equilibrio en nuestro diario
vivir, es necesario disponer la mente a entender lo espiritual, a conocer más a
fondo lo que creemos, no debemos conformarnos con una fe vana sino profundizarla
y llegar a lo concreto.

Debemos ser balanceados y mantener el equilibrio emocional. Muchos


cristianos pueden sentirse motivados a seguir cualquier lema que esté en
popularidad y dejarse llevar por la ola doctrinal del momento. La mente balanceada
no se emborracha ni se deja intoxicar por las falsas doctrinas y, por último,

Debemos caminar hacia la meta. El apóstol dice a sus lectores, “esperad por
completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado”. El
cristiano siempre vive en esperanza, para él lo mejor está en el porvenir. Vivir
esperando la gracia que Jesús nos traerá se refiere a la consumación de la vida
eterna, la cual se completará cuando él venga.

2 Acciones que deterioran la vida equilibrada


14 Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando
en vuestra ignorancia,

La vida equilibrada es posible siempre y cuando mantengamos nuestra postura


cristiana. Para lograr el equilibrio, el cristiano no debe conformarse más a los
antiguos deseos, los cuales eran producto de la ignorancia. El no conformarse tiene
su paralelo en Pablo cuando escribe:

“No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de


vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Este doble “no os conforméis” en Pedro y en Pablo, equivale al “no améis” de Juan:

“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo,
el amor del Padre no está en él,

Porque nada de lo que hay en el mundo –los deseos de la carne, los deseos de los
ojos y la vanagloria de la vida proviene del Padre, sino del mundo.

Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece
para siempre” (1 Juan 2:15-17).

Juan nos explica cuáles eran los viejos deseos mundanos que nos dominaban
cuando vivíamos sin Cristo. Los deseos de la carne significan dar riendas sueltas a
nuestros deseos carnales, los deseos de los ojos se refiere al engaño de lo
superficial y la vanagloria de la vida significa vivir para las cosas, hacerse presa de
la ostentación y el orgullo. Estos son los elementos que dan como resultado una
vida cristiana desequilibrada. A quien ama al mundo más que a Dios, Juan le dice:
“el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece
para siempre”; en otras palabras, si alguien se somete al sistema de cosas que
proviene del maligno, desaparecerá, pero si, en cambio, hace la voluntad de Dios
permanecerá para siempre.

Nuestra esperanza no debe estar basada en cómo van las cosas en nuestra
sociedad, según las escrituras, solo somos peregrinos que vamos de paso 1 pedro
2, 11 nuestra ciudadanía está en los cielos, fil 3, 20 este mundo no es nuestro
verdadero hogar.

3 La vida equilibrada proviene de Dios

Sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir, porque escrito está: «Sed santos, porque yo soy santo».
Santos en toda vuestra manera de Vivir es la fórmula para vivir equilibradamente.
Llegamos a ser cristianos porque el Señor nos llamó a caminar con él.
Imaginémonos que el mundo es el Gran Cañón y los deseos mundanos son sus
grandes precipicios. La cuerda tendida de un lado a otro para cruzarlo representa el
camino de salvación. Cada cristiano es el equilibrista que camina por ella; avanza
sin pisar en falso, no permite que su mente se embriague de lo falso que hay en el
mundo, ni deja que su corazón se aparte de su meta.

El equilibrio en la vida cristiana envuelve el ser santo porque Dios es santo. Esta
santidad se perfecciona mientras seguimos a Jesús en el camino y se verifica en el
balance de lo que practicamos diariamente, a saber:

1 Dar el primer lugar a Dios en la vida.

2 Dedicar tiempo para el crecimiento personal.

3 Pasar tiempo con mi familia.

4 Ser eficiente en el trabajo sin perjudicar los intereses de Dios ni los de mi familia.

5 Vivir con la esperanza de que lo mejor está por venir.

Estos cinco puntos no son exclusivos pero representan la esencia de la vida


equilibrada. El cristiano debe buscar el balance entre el mundo y la vida cristiana.
No podemos salirnos del mundo, lo necesitamos, pero debemos vivir en él sin
olvidar que no pertenecemos a él.

PREGUNTAS PARA AFIRMAR EL ESTUDIO:

1 ¿Qué entiendes por “sed sobrios”?

2 ¿Cuáles son las tres acciones que el cristiano debe realizar para mantener el
equilibrio?

3 ¿Cuál será el resultado de quienes se conforman a los deseos mundanos?

4 ¿Cómo sabes que estás viviendo una vida equilibrada?

Antes de cumplir los 30 años se me llamó a ser el obispo de un barrio de 850


miembros. Dos semanas antes de recibir ese llamamiento, había fundado con un
socio una empresa que contaba con varios empleados nuevos, de quienes éramos
responsables. Al mismo tiempo, mi esposa y yo teníamos tres hijos muy activos que
tenían de uno a siete años. La descomunal responsabilidad de tener que cuidar
adecuadamente de mi joven familia, de las personas que se me habían
encomendado y de una empresa en expansión me parecía algo imposible. ¿Sabría
dividir mi tiempo cuando cualquiera de esos tres aspectos de mi vida, importantes y
complejos, empezara a resultarme abrumador? ¿Era posible lograr un equilibrio?

Durante esos días pensé con frecuencia en un recuerdo de mi infancia. The Ed


Sullivan Show era uno de los programas de televisión más populares en los Estados
Unidos. Era un espectáculo de variedades en el que actuaban personas con
habilidades muy diversas. Había un hombre que aparecía periódicamente. En el
escenario se colocaban unas varas, una docena o más, y encima se ponían pilas
de platos. Aquel hombre tan ágil hacía girar uno de los platos que se encontraba
sobre una vara y luego pasaba a la vara siguiente, hacía girar un segundo plato y
después un tercero y un cuarto. A medida que se iba moviendo por la línea de varas,
los platos de la primera y la segunda varas empezaban a girar más lentamente, con
el riesgo de caer al suelo. Al verlo, el hombre volvía rápidamente a esas varas y,
con un suave giro, aceleraba el movimiento para que los platos continuaran girando.
Lo más apasionante era poder ver la capacidad del artista para aumentar el número
de platos que giraban sin que se cayera ninguno.

Pero siempre llegaba a un punto en el que no podía continuar. Su capacidad para


aumentar el número de platos y seguir ocupándose de los platos en movimiento era
limitada. La imagen de los platos deslizándose desde sus inestables apoyos y la
cacofonía que se producía al golpear el rígido suelo demostraban claramente que
hasta el artista más habilidoso tiene sus límites.

Cada uno de nosotros debe decidir cuántas “varas” podemos controlar en nuestra
vida y lo que representan. Algunas personas están haciendo girar un solo plato con
toda su fuerza e ignoran el resto de varas. Otros intentan hacer girar tantos platos
a la vez que con frecuencia se oye el sonido de los platos al estrellarse.

Los principios del equilibrio

Llevar una vida equilibrada puede resultar difícil para cualquiera de nosotros. No
existe un modelo exacto que sirva a todas las personas y es probable que incluso
nuestro propio diseño cambie durante las distintas épocas de la vida. Sin embargo,
la búsqueda del equilibrio —dedicar tiempo y esfuerzo adecuados a cada una de
las cosas importantes— resulta vital para lograr el éxito durante nuestro paso
terrenal. Hay determinadas responsabilidades fundamentales que no podemos
descuidar sin sufrir consecuencias graves.

¿Cuáles son las varas esenciales de nuestra vida? Me gustaría sugerir cuatro:
nuestro amor por el Señor, la preocupación por nuestra familia, nuestro servicio al
Señor y nuestra obra temporal durante la vida.

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