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La monarquía.
Los datos que conocemos sobre el origen de Roma están envueltos en la leyenda. Se acepta en
general que la ciudad de Roma se fundó hacia el 753 a.c y sus primeros habitantes fueron
pastores y agricultores que habitaban las colinas de la orilla izquierda del río Tíber y se
confederaron en la liga de las Siete Colinas. Eran una tribu de italos, los latinos, a los que pronto
se sumarán los sabinos, estableciendo poco después una monarquía alternativa (el mito de
Rómulo y Remo), hasta que son conquistados por los etruscos en el siglo siguiente. Los reyes
eran la máxima autoridad religiosa, ampliaron el territorio, construyeron una sólida muralla (los
llamados muros servianos), los primeros edificios de piedra, el primer alcantarillado (Cloaca
Máxima)...
Los padres fueron los que educaron a los hijos en la Roma de los primeros tiempos de la
Monarquía. Su objetivo era perpetuar las costumbres, creencias y leyendas, que iban pasando así
analfabeta, salvo una minoría aristocrática que se reservaba así los cargos políticos, militares y
sacerdotales con los que controlaban las instituciones. “Generalmente era la madre, en caso de
que supiera, la que primero enseñaba a leer, escribir y hacer cuentas, a menudo con la ayuda de
otros familiares, como los abuelos y tíos del niño.” (Bonner, 1984, págs. 31-33) El padre suplía
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las carencias de la madre y sobre todo enseñaba las leyes y costumbres propias de todo buen
también lo hiciera en la educación. “Cicerón se hizo eco de una temprana influencia griega ya en
el siglo VII, en la época de los reyes Tarquinios, cuando un conocido sabio, Demarato de
Corinto, se convirtió en ciudadano de Tarquinia e instruyó a sus dos hijos al modo griego:
(…) omnibus eos artibus ad Greecorum disciplinam erudit” (Bowen, 1976, pág. 242)..
Los abusos de la dominación extranjera de los reyes etruscos provocaron la sublevación del
En los siglos siguientes las instituciones se fueron adaptando flexiblemente, a medida que
la República informa:
El autor Bowen (1976) Las instituciones del mos maiorum, el paterfamilias, la patria
potestas y de las doce tablas fueron el aglutinante de la cultura romana; y fueron esas
instituciones y esas condiciones de vida las que orientaron la formación de los hijos de los
antiguos romanos. Las necesidades de desarrollo intelectual eran mínimas: bastaba, para
poder llevar una cierta contabilidad, con saber escribir y contar. (pág. 238)
El Senado era la institución básica del gobierno romano y fue variando en su composición,
generalmente con 300 patricios elegidos por cooptación, y en las funciones que al inicio se
extendían a casi todos los asuntos del Estado. El Senado elegía los magistrados principales:
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los dos cónsules con poderes ejecutivos, los dos pretores con poder judicial, los dos cuestores
con poder administrativo sobre la economía, y los dos censores con poder sobre el censo de
ciudadanos y sobre las costumbres. Una figura excepcional, el dictador, asumía todos los
poderes por tiempo de un año cuando las circunstancias políticas eran muy peligrosas por
invasiones o guerras. La administración, cada vez más compleja, exigía a los senadores un
alto nivel educativo, así como la contratación de una creciente multitud de funcionarios
Los plebeyos consiguieron entre los siglos IV y III aC plenos derechos políticos y civiles,
entre ellos la elección de los tribunos de la plebe (magistrados que defendían sus intereses con el
derecho de veto), una ley común para todos (la ley de las Doce Tablas), el acceso a las
matrimonio de los patricios y plebeyos. Estas nuevas instituciones fueron un acicate para la
La expansión republicana.
El periodo republicano dio inicio a la gran expansión territorial romana. Gracias a la fuerza
del ejército popular integrado por legiones de soldados reclutados entre los pequeños propietarios
con derechos políticos, una hábil diplomacia y la energía del núcleo dirigente, se conquistó
gradualmente Italia y después se dio el salto a Macedonia y Grecia, que se convirtió en provincia
tras la destrucción de Corinto en 146, mientras que Atenas fue tomada en 86 a.C. Estas victorias
Grecia al sur de la península italiana, en el siglo III aC, como en la misma Grecia en los siglos
siguientes.
estudios imperantes, algo que ya se vislumbraba en la primera mitad del siglo II aC, como
destaca Bowen, con el ejemplo del tradicionalista Catón, que se reservaba la función de enseñar
a su hijo como habían hecho sus antepasados: “Todas las actividades de Catón constituían una
reacción frente a esta tendencia cada vez más fuerte: Catón había intuido los peligros que para el
estilo romano de vida entrañaba la adopción del más característico de todos los adelantos
Prosiguió la conquista por la costa del Mediterráneo Occidental con las victorias en las tres
guerras púnicas contra Cartago, la primera en 264-241, la segunda (marcada por el gran
enemigo, Aníbal) en 218-201, y la tercera en 146; la ciudad de Siracusa en 212, junto al resto de
Sicilia, de donde llegaron muchos maestros griegos a Roma; la larga conquista de Hispania entre
el 212 y el 25 aC; la rápida toma de la Galia por Julio César hacia el 50 aC; la conquista gradual
del Asia Menor en los dos siglos siguientes al tratado de Apamea con Antioco III en 188 y tras la
Pero no fue una expansión continua, pues a menudo prevalecían tendencias aislacionistas. Así,
por ejemplo, el Senado aceptó a regañadientes la donación de Pérgamo por Atalo III en 133 e
incluso rechazó la de Egipto por Ptolomeo Alejandro I en 88, pero finalmente triunfaron los
intereses del partido expansionista compuesto por senadores y caballeros volcados en las
Como resultado de tanta conquista fluyó a Roma un enorme botín en oro, plata, bienes y
convertido en el gran centro comercial y financiero del Mediterráneo. Este proceso aumentó la
diferenciación social, con una clase senatorial poseedora de grandes latifundios, una clase media
de caballeros concentrada en el comercio y las finanzas, una amplia clase baja de campesinos, a
menudo arruinados por las guerras y que entonces se dirigían masivamente a la capital para vivir
del reparto gratuito de alimentos los numerosos libertos (esclavos liberados) y finalmente una
La revolución social agraria de los hermanos Graco (133 y 121 aC), apoyada por los campesinos
sin tierras, terminó en un sangriento fracaso y abrió paso a las luchas civiles entre los principales
generales del ejército (el nuevo sujeto político dominante) para conseguir la primacía política.
Los itálicos se convierten en ciudadanos romanos en 89 aC, tras la guerra itálica que hicieron
para conseguir mejorar sus derechos. Por el contrario, fueron reprimidas sin piedad las rebeliones
de los esclavos, varias de las cuales estallaron en Sicilia, aunque la más peligrosa, la encabezada
La crisis republicana.
En el siglo I aC la forma republicana de gobierno entró en crisis, debido a que la gran extensión
como el republicano. Así aparecen los sucesivos triunviratos y las sucesivas guerras civiles entre
Mario y Sila, Pompeyo y César, Antonio y Octavio, desapareciendo en el -27, cuando César
Durante la República el enriquecimiento de la clase patricia distanció su nivel educativo del resto
de la población, cuya mayoría era probablemente analfabeta, como refieren las comedias de
Plauto y Terencio, aunque las comedias del primero tienen numerosas referencias a que
El Imperio fue aceptado mal por la clase senatorial, pero fue muy apoyado por la clase de los
caballeros y las masas populares, cansadas de la continuas guerras civiles y del caos político, y
que aspiraban a subir en la escala social. Augusto reunió en su persona los cargos de emperador,
Su poder se asentaba sobre el apoyo de la clase senatorial, los caballeros (equites) y el ejército
inexorable e inextricablemente los rasgos romanos originales con los griegos, lo que en el
‘humanidades’ se basa en el modelo griego bajo una apariencia latina. (Mommsen, 1982,
págs. 586-592)
La expansión imperial.
La expansión de Roma durante el Imperio hasta el 117 (Trajano) fue rápida y enorme, hasta
configurar uno de los mayores imperios de la Historia, asimilando muchos aspectos de las
civilizaciones sometidas o vecinas, en especial de los etruscos y de los griegos. El mundo clásico
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Las ciudades eran la institución fundamental, con una gran autonomía real, con un derecho
común que fue universal con la extensión de la ciudadanía romana con Caracalla en 212. El
poder del Senado fue declinando a medida que se afianzó la supremacía del emperador. Los
emperador y sus partidarios, con lo que los cargos de cónsul y senador se extendieron a los
provinciales.
La agricultura fue la principal fuente de riqueza: trigo, vid, olivo, frutales. El comercio de trigo,
vino y aceite era muy importante en el abastecimiento de Roma, las ciudades y las guarniciones
(sestercio, denario), permitió intercambios seguros. Las vías de comunicación (calzadas, puertos
marítimos) unían todo el Imperio. El comercio puede estudiarse con los restos de cerámica y
vajillas, que se han encontrado hasta en China, donde a cambio se compraba la seda. La mayor
parte de los productos pesados se transportaba por mar y sólo los productos livianos por las vías
II, al acabarse las guerras fáciles de conquista. Al mismo tiempo comenzaron las epidemias, los
costos de las guerras fronterizas con los germanos y persas, la desorganización interior por las
guerras civiles...
El periodo de máximo auge del Imperio se dio en los dos primeros siglos, con las dinastías de
los Julio-Claudios (-31 a 68, con Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón), los Flavios (68-
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98, con Vespasiano, Tito, Domiciano) y los Antoninos (98 a 180, con Nerva, Trajano, Adriano,
Estos emperadores, sobre todo Trajano, protagonizaron la expansión a todos los confines
(hasta el desierto del Sahara, el Eufrates, el Danubio y el Rin, el norte de Britania) y después de
ellos no hubo más conquistas. Los Antoninos configuran el periodo de Oro de la civilización
romana, con sus más altas cotas de expansión exterior, paz, estabilidad y prosperidad interior.
La crisis imperial.
Las causas de la crisis se resumen en: agotamiento de las posibilidades productivas del
religioso-cultural.
Después de alcanzar su apogeo durante el siglo II, el Imperio sufrió una lenta decadencia,
desde Comodo, con una sucesión de emperadores que conseguían el poder gracias a su condición
de generales del ejército, iniciada con Septimio Severo y su dinastía de los Severos (192-235) y
seguida por un periodo de anarquía militar (235-285), con algún emperador notable (Aureliano),
hasta que Diocleciano con la tetrarquía (un reparto del imperio en cuatro partes, 285-312) y
dinastía en el apoyo del ejército y del cristianismo (313), que se convirtió después en la religión
oficial. Su otra gran novedad fue el traslado de la capital a Constantinopla. Pero los gastos
militares supusieron una terrible presión fiscal, que agotó el Imperio. En este siglo se consolida
la barbarización del ejército: numerosos germanos se alistan como mercenarios y pueblos enteros
(como los godos) pasan la frontera y reciben tierras a cambio de servicio militar.
Había entonces una gran diferencia en el Imperio entre la parte occidental, menos rica y
poblada, con la lengua latina, y la parte oriental, de lengua griega, que al final derivaron en la
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división del Imperio, que perduró unido hasta el 395, cuando Teodosio lo reparte entre sus hijos
Arcadio (Oriente) y Honorio (Occidente), mientras los pueblos bárbaros de Germania invaden y
asolan el Imperio de Occidente, hasta la fecha crucial de 476, cuando desaparece el Imperio de
del posterior Imperio bizantino e incluso un breve periodo de reconstrucción del dominio
como el mitraísmo, maniqueísmo y judaísmo, que intentaban dar una respuesta más espiritual y
menos ritual a la incertidumbre de qué hay más allá de la muerte y a la influencia del mal sobre
el hombre.
El cristianismo fue la religión oriental que más arraigó en el Mediterráneo romano, sobre todo
entre las clases bajas, dado que el Nuevo Testamento (la segunda parte de la Biblia) presentaba
la pobreza como una virtud y aseguraba una vida mejor después de la muerte. Los apóstoles
extendieron la nueva religión por todos los confines del Mediterráneo ya en el siglo I, destacando
Pedro en el núcleo judío de Roma y Pablo por sus viajes por las ciudades mediterráneas en los
Pero esta religión fue considerada un peligro para el Imperio porque no reconocía la divinidad
del emperador ni el politeísmo que era esencial para el sistema religioso romano, y algunos
Roma en el 64 y más tarde esporádicas y poco intensas de Trajano, Antonino Pio…, hasta la
primera sistemática de Decio en 250, seguida por las de Valeriano en 257 y 258, y la peor, la de
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Diocleciano en 303, en una época en la que se calculaba que tal vez un 10% de la población del
Imperio era cristiana. Sin embargo, las contadas persecuciones y las continuas trabas fueron
ineficaces puesto que la Iglesia cristiana ganó más influencia social, sobre todo en las ciudades,
mientras que en las zonas rurales sólo tenía una gran presencia efectiva en Asia Menor y Egipto
porque muchos campesinos mantuvieron sus cultos paganos, enraizados en el contacto con la
El fin oficial del paganismo llegó a partir de la victoria del cristianismo en el siglo IV. Los
grandes eventos de este cambio fueron el Edicto de Milán (313) promulgado por Constantino,
que garantizaba la libertad de culto cristiano después de tantas persecuciones que había sufrido;
el Concilio de Nicea (325), que organizó la Iglesia y unificó el culto y la doctrina contra el
arrianismo y el Edicto de Tesalónica (380) promulgado por Teodosio I, que prohibió el culto
pagano, declarando al cristianismo religión oficial y única del imperio. Se acabaron entonces los
pasaron en gran medida a depender de él: los maestros se convirtieron en muchos casos en
sacerdotes, manteniendo su oficio inicial para sobrevivir, y se pusieron bajo el mandato de los
una genuina preocupación por extenderla y mejorarla, a fin de contar con una burocracia bien
preparada en los saberes administrativos e ideologizada a favor del imperio, pero siempre
chocaron con la falta de medios económicos y la urgencia de las guerras exteriores, que
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impedían destinar suficientes recursos, por lo que los emperadores tendieron a regular sólo los
asuntos más generales y obligar a los municipios a afrontar los gastos. Bowen y otros autores
nos dan ejemplos de este creciente intervencionismo estatal, iniciado ya en el siglo I aC con
Julio César y proseguido por sus sucesores: Augusto financió, al igual que sus sucesores, la
Biblioteca y el Museo de Alejandría, que en realidad eran las dos ramas, literaria y científica,
de la universidad alejandrina, así como las bibliotecas de la misma Roma. “Augusto comenzó
asimismo la práctica de nombrar profesores oficiales para los niños miembros de la familia
imperial, y entre ellos destacarán Verrio Flaco, Séneca el Joven y Quintiliano” (Bonner, 1984,
pág. 54). “Vespasiano eximió de impuestos a los maestros y reguló los salarios de los dos
sofistas o profesores superiores de retórica en Roma, pagados por el fisco imperial: 100.000
los emperadores Domiciano o Trajano” (Bowen, 1976, págs. 273-276). Fue esta la época del
gran Quintiliano, el último gran retórico romano, protegido por los emperadores. Algunas
ciudades incluso superaban estos estipendios, compitiendo por tener a los más famosos
sofistas, no solo por la gloria que daban a la ciudad sino también para atraer a la multitud de
estudiantes ricos que acudían a sus clases. Después, Marco Aurelio, ante la decadencia
económica de Atenas, llegó a ordenar el pago a cargo del fisco estatal de cuatro profesores de
filosofía y uno de retórica en esta ciudad, aunque con menos salario que los de Roma, 60.000
y 40.000 sestercios/año en comparación con los 100.000 que cobraban los profesores de
Roma (probablemente sufrían un coste de la vida más alto). (Aymard & Auboyer, 1980, pág.
603)
Pero también a lo largo del siglo II d.c, durante la dinastía de los Antoninos, en pleno auge del
Imperio, se incubaron los gérmenes de la debacle posterior, que Bowen (1976) señala en el
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económica posterior, como demuestra las quejas por la reducción de la producción literaria y
filosófica respecto al gran siglo de Augusto, el creciente éxito del arcaísmo literario (muy
conveniente para los eruditos pero enemigo de la innovación) y del eclecticismo filosófico, y los
numerosos testimonios acerca de la mala situación social de los maestros que ya aparecen en los
escritores Horacio, Petronio, Persio, Tácito, muy crítico con el bajo nivel de la retórica hacia el
educativo. Bowen (1976) sugiere que la decadencia educativa se explica por la previa de la
preparar a los alumnos sobre todo y lo más tempranamente posible en la retórica jurídica y
política, dejando de lado la formación literaria así como la más generalista (págs. 431-433).
Una señal de la caída fue la disminución del número de personas que podían leer y escribir en
latín y griego al mismo tiempo: a partir del siglo II d.c se hizo más clara la línea divisoria entre el
Occidente latino y el Oriente griego, pero esto coincidió con la época de mayor divulgación de la
cultura literaria popular: la mayoría de los papiros literarios egipcios que se han salvado son
justamente de ese siglo, y en él alcanzaron la gloria los maestros de retórica Dión de Prusa ‘boca
Al mismo tiempo, la estricta censura imperial contra las publicaciones críticas, que evidencian
los frecuentes castigos impuestos por Augusto, Tiberio o Domiciano, y que se relacionan por
ejemplo con las persecuciones al cristianismo y las nuevas ideas que subvertían el orden
pasado, una tendencia con larga trayectoria en Roma, como vemos en los tratados y manuales de
Marco Terencio Varrón (116-27 C), Aulo Cornelio Celso (14 aC-37 dC), Plinio el Viejo (23-79),
Estado: política, militar, demográfica, económica, social y cultural. La educación padeció como
todas las instituciones, pese a los vanos intentos de los emperadores, como Diocleciano y
El triunfo del cristianismo en los siglos IV y V significó a la vez el fin de la educación romana
antigua y el inicio de la educación medieval, pero esta nunca dejó de tener sus fundamentos en
aquélla, pues no en vano los dos principales filósofos de la Patrística, Clemente de Alejandría
(150-211/216) y sus discípulo Orígenes (h. 185-254), el traductor oficial de la Biblia, Jerónimo
(348-420), o el teólogo San Agustín de Hipona (354-430), entre otros muchos intelectuales
La educación en la infancia.
madre.
Pero las familias patricias utilizaban una nodriza, también llamada ‘ama de crianza’ o ‘de
leche’, una parturienta reciente que amamantaba además a un lactante que no era su hijo y a
menudo era considerada por el niño como una segunda madre, por lo que era frecuente que a los
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hijos de la nodriza se los considerara ‘hermanos de leche’, como ocurrió en el caso de Alejandro
Magno y Clito. Los primeros juguetes eran los sonajeros (crepitacula), y pronto les daban
muñecas e instrumentos musicales a las niñas, y muñecos, carros y armas de madera a los niños,
para que se ejercitaran en los oficios de sus padres y en la carrera de las armas.
La madre o la nodriza enseñaban a hablar al niño, y más tarde le enseñaban a leer, a hacer
cuentas y las leyendas de dioses y héroes. Las familias ricas procuraban escoger una nodriza de
origen griego, para acostumbrar al niño desde el principio al dominio de este idioma.
El papel del padre era guiarle en sus primeros pasos, orientar su despertar a la vida, educarle
en los deberes cívicos, vigilar sus palabras y acciones, evitar que tratara demasiado íntimamente
con los esclavos, y enseñarle respeto a sus mayores: el niño llamaba a sus propios padres con el
Precisemos de entrada que los términos que usaremos para referirnos a los pedagogos y
maestros no eran muy claros en sus límites, porque cambiaron a lo largo del tiempo y los autores
Los menos ricos y los pobres que no lo eran de solemnidad enviaban, por lo general de modo
voluntario sus hijos a la escuela cuando tenían cerca de 7 años y hasta los 12 a la escuela
(schola, ludus o ludus litterarius) acompañados por un esclavo de confianza (paedagogus) que les
Para llevarlo a la escuela y cargar el material escolar se contaba con lo que se llamó
originalmente pedagogo (paedagogus, un término que se usó finalmente para referirse a los
maestros de la enseñanza inicial), un esclavo o liberto (griego a ser posible), que después
La escuela estaba regida por un maestro (magister, magister ludi, litterator, calculator),
generalmente único, responsable de una clase con varias decenas de niños, a los que enseñaba
lectura, escritura y cálculo; en las escuelas más grandes había maestros especializados en saberes
como el griego, aritmética, geometría, música, danza... Los maestros cobraban generalmente de
las familias, pero excepcionalmente los contrataban y pagaban algunos municipios importantes e
El método de aprendizaje de la escritura era enseñar primero las letras del alfabeto por orden y
luego sus formas, para finalmente escribirlas en las tablillas. Y las aprendían a contar con los
dedos de las manos (lo que explica las formas de los números romanos). Luego sólo cabía insistir
(siglo I d.c) propuso innovaciones pedagógicas, como que los niños jugaran con letras de madera
o marfil para aprender a leer y a escribir. Pero ya antes de su época había maestros que seguían
una metodología lúdica, por lo que la escuela primaria se nombraba a menudo “juego” (ludus) y
Escuela romana.
El curso se impartía de acuerdo al calendario religioso, y se daban clases por las mañanas, en
lecciones mixtas para ambos sexos hasta los doce años, para una media que oscilaba en los 30
por clase, de edades heterogéneas, por lo que el maestro encomendaba deberes, basados en la
repetición y memorización, a los alumnos para que los realizaran mientras él se concentraba
durante un rato en un alumno concreto; ello tenía el defecto de que el resto de los niños podía
desconectar de su labor y fomentaba el desorden, ante el que los maestros actuaban con una
disciplina severa, de acuerdo al lema de que “la letra con sangre entra”, por lo que usaban con
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frecuencia la palmeta (ferula) para los castigos corporales, tanto por las faltas cometidas dentro
hizo masiva, las familias más ricas preferían una enseñanza para sus hijos en el hogar y
contrataban, cuando el niño tenía unos cinco o más años, un maestro griego
pubertad.
La educación secundaria.
aproximadamente los 12 años hasta la emancipación del niño como adulto, que se hacía a edades
diversas, dependiendo de la madurez del niño y de las necesidades familiares, pero por lo general
lindaba los 15 años los niños y 14 las niñas, en escuelas que tanto podían o no ser segregadas por
géneros. Las familias pobres normalmente ya no enviaban a la escuela a sus hijos sino que los
ponían tempranamente a trabajar, pero sabemos que algunos padres, pese a su pobreza,
El grammaticus era el responsable de enseñar a los niños la lengua y literatura de los autores
Las niñas de familias ricas, consideradas adultas a los catorce años (domina, kyria), podían
tener también un preceptor que les enseñara los clásicos, aunque su formación fundamental era la
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doméstica: coser y bordar siempre (era considerado un trabajo honroso incluso para las damas
más nobles) y controlar los esclavos si los había y cuidar de todos las labores de la casa si no los
había; el mismo Augusto hizo que su hija y sus nietas aprendieran el arte doméstico.
Las clases altas podían dar una instrucción a sus hijos de un nivel más elevado, contratando
profesores especializados. En el caso de Cicerón sabemos que contó antes de cumplir los 17 años
como profesores de filosofía en Roma con los afamados Filón de Larisa y Diodoto.
LA EDUCACIÓN SUPERIOR.
La mayoría de edad se conseguía al vestir la toga viril, decisión que dependía del padre o del
tutor en su ausencia, y sucedía por lo general a los 15-16 años, cuando se bifurcaba el camino de
los varones de las clases altas, que tenían que decidirse por tres alternativas: enrolarse de
inmediato en el ejército, continuar los estudios clásicos para desarrollar después la carrera militar
paterno, pues era muy infrecuente escoger otra profesión y este caso los padres negociaban con
Nunca debe infravalorarse la importancia de la opción militar. Bowen (1976) resume: “El
conjunto del proceso educativo constaba de cuatro etapas: las nociones elementales de la
escritura, los estudios gramaticales y literarios, el servicio militar, y la enseñanza superior” (pág.
254) Por ejemplo, la inmediata carrera militar fue el camino elegido por Julio César para su
sobrino Octavio, el futuro Augusto, así que le nombró oficial en el 45 a.c, cuando era un
muchacho de sólo 17 años, de una pequeña fuerza que se dirigía a la campaña contra los partos;
su asesinato detuvo aquel inicio de formación castrense. A finales del siglo I, el historiador judío
Flavio Josefo, en La guerra de los judíos (III, 70-75), puntualiza que fue justamente la excelente
formación militar lo que dio la hegemonía a Roma, porque en todo lo demás había otras
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potencias iguales o superiores. Y tres siglos después, el famoso tratadista militar Vegecio,
en Epitoma rei militaris (I, 1), reafirma que fue la instrucción militar lo que dio al ejército
Entre tanto, los adolescentes recibían de sus padres (o tutores) un pequeño salario (peculium),
una asignación casi siempre parca porque se creía popularmente que darles demasiado dinero
favorecía una vida disoluta, y debían seguir respondiendo a la autoridad paterna, la patria
potestas, pues que el hijo formara una familia y se convirtiera en paterfamilias era sólo posible
tras la muerte de su padre, pudiendo ser condenado a muerte por el padre si incumplía esta
norma, aunque esto era sin duda excepcional. Séneca consideraba el summum de la buena
educación que un hijo pudiese decir: “Obedezco a mis padres, me someto a su autoridad, con
razón o sin ella y aunque sea difícil hacerlo, me muestro sumiso y dócil, y en una sola cosa soy
Para los adolescentes patricios romanos que escogían seguir la tercera etapa educativa, ésta
los preparaba en la elocuencia como futuros políticos, el ideal que pregonaba Cicerón para ser un
buen ciudadano, lo que significaba descuidar la enseñanza de las ciencias, reservadas sólo a un
escaso número de especialistas. Bowen (1976) resume: “Para Cicerón, el producto final de todo
el proceso educativo lo constituye el orador, cuya gran cualidad distintiva consiste en una
erudición paralela al desarrollo de un sentido ético que él denomina humanitas, término latino
Esta enseñanza era muy cara, por lo que solo la podían pagar las clases altas que podían pagar
estancias en las ciudades universitarias del mundo helenístico (Atenas, Pérgamo, Rodas,
maestro griego de retórica que llegó a Roma fue Crates de Mallos, un filósofo estoico de
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Pérgamo, que en su estancia romana enseñó la teoría gramatical de los estoicos, clasificada por
Hermágoras y otros tratadistas. Luego llegaron muchos más rétores, atraídos por las altas
remuneraciones que se conseguían en la capital, y entre ellos destacó Plocio Galo a principios del
siglo I a.c.
Con el tiempo se desarrollaron dos partidos respecto a la influencia griega: los favorables
tarde en el de Cicerón (él mismo un gran ejemplo de la predominante influencia griega, aunque
sin perder el respeto a la tradición romana), y los contrarios enrolados en el bando reaccionario
de Catón, que en el 161 a.c consiguió un triunfo efímero al lograr que el Senado promulgara una
ley para la expulsión de los maestros de retórica y filosofía. Pero poco después los sabios griegos
siguieron llegando a Roma. Uno de los más famosos fue Dionisio de Halicarnaso, que enseñó
retórica en la capital entre 30 y 8 a.c, años en los que escribió su famosa historia de la República
hispano Quintiliano, el primer profesor de retórica nombrado por Vespasiano, escribió muchas
notas pedagógicas de cómo formar a los oradores. Entre los ejercicios más frecuentes estaba
sopesaban pros y contras antes de tomar una decisión, las controverisae o debates entre dos
escolares que defendían puntos de vista opuestos sobre los temas más variados (este método es
aún normal en el Reino Unido), y los juicios ficticios en los que unos alumnos acusaban y otros
defendían de acuerdo a un caso famoso, lo que hoy se llama método casuístico, todavía el más
Había cuatro grandes áreas de conocimiento que exigían una educación superior
A menudo esas tres grandes áreas se cruzaban entre sí: muchos ingenieros y arquitectos eran
civiles y militares a la vez, y ejercían estas funciones de acuerdo a si había paz o guerra.
transición. Fue el caso de los dos más famosos arquitectos romanos, Vitruvio en la época de
ingenieros militares durante las campañas militares, Vitruvio construyó para Augusto puentes,
templos y fortificaciones, y Apolodoro hizo un famoso puente sobre el Danubio y un gran foro
La misma relación había entre la milicia y la justicia. Los gobernantes romanos necesitaban
una sólida formación militar y jurídica para desempeñar sus cargos administrativos en la vida
civil y militar, así como para dirigir las campañas. Julio César es un caso paradigmático del líder
romano que se manejaba con igual soltura en todos los campos: escribía una de sus famosas
historias bélicas al mismo tiempo que componía una obra teatral (desafortunadamente se han
perdido sus obras más específicamente literarias), redactaba una ley y preparaba un discurso
político, y organizaba y dirigía en combate a sus legiones. Entre sus sucesores en el imperio
destacaron por su altura intelectual el vilipendiado Claudio, autor de tratados sobre la lengua
etrusca y otros temas, el viajero y filohelénico Adriano y sobre todo el estoico Marco Aurelio,
discípulo del retórico galo Frontón (100-166). En cuanto a los jóvenes patricios que comenzaban
su carrera militar se siguió con la vieja costumbre de ponerlos bajo el cuidado de los patricios
veteranos, en los estados mayores de las legiones, donde aprendían el arte militar.
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Para el resto no había centros educativos de instrucción especializada en la milicia como las
actuales academias militares, sino que los jóvenes plebeyos entraban en las unidades militares
como soldados rasos y recibían la instrucción militar de los veteranos y se curtían en las
internas del Imperio algunos de estos oficiales de baja extracción social llegaron incluso a ser
emperadores. Un caso aparte eran las famosas escuelas de gladiadores, pero es un caso muy
particular y relativamente escaso en el mundo romano, pues la inmensa mayoría eran esclavos o
penados.
Los estudiantes de medicina se formaban del mismo modo que en la enseñanza superior,
contratando profesores particulares o asistiendo a las clases de los más famosos, para lo que
acostumbraban ir a Grecia, donde se beneficiaban de su gran herencia intelectual, pero era una
educación anclada en el estudio reverente de los escritos del pasado y se hicieron pocas
Pérgamo destacan como excepciones. En Grecia y Oriente los grandes centros universitarios de
medicina, como de otros saberes científicos, eran Atenas, Pérgamo, Rodas y Alejandría, y
durante el Imperio se añadieron la misma Roma y Milán en Italia, Tréveris, Massilia, Burdeos y
Cartago en África.
Mucho mayor fue el avance tecnológico: se desarrolló la ingeniería de construcción naval con
suministro de agua a las ciudades, la cerámica fue fabricada en serie, la minería se benefició de
los nuevos equipos de extracción de agua, la agricultura mejoró con el drenaje e irrigación de los
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terrenos y la difusión de los tratados agrícolas. Muchas de estas novedades cayeron en desuso
con la crisis final, pero pocas se perdieron definitivamente y la mayoría sobrevivieron a través de
la Edad Media.
¿Cómo se educaban los romanos en tales avances técnicos? La mayoría parece que fue a
a su vez por otro anterior, reclutaba aprendices que iban ascendiendo al rango de oficiales, tal
como en los gremios medievales, aunque los términos eran diferentes y variados. Era un
conocimiento más práctico que teórico, habiendo sobrevivido pocos tratados, en especial los
agrícolas de Catón el Viejo (234-149, De Agricultura), Varrón y Columela, porque eran los más
La educación especializada en derecho era muy importante, pues éste era un factor funda-
mental para la unidad y la vida política y social de Roma. Las primeras leyes fueron las XII
Tablas (451-449 aC), que constituyeron la base del derecho civil entre los ciudadanos romanos
despachos de los jurisconsultos, los grandes juristas, que tomaban como aprendices a los hijos de
Eso hizo Cicerón, que estudió leyes con el Pontifex maximus, el famoso Quinto Mucio
Scévola (profesor también de Mario el Joven, Sulpicio y Ático, el gran amigo y corresponsal de
Cicerón), antes de servir como militar junto Pompeyo Estrabón, el padre del gran Pompeyo.
Después, a fin de prepararse en la retórica jurídica, Cicerón partió después a Grecia, donde
estudió en Rodas con Apolonio Molon, el mayor orador de tribunales de su tiempo (en 75-74 fue
también profesor de Julio César, cuando este tenía ya 25 años, lo que dice mucho de quien
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enseñó a los dos romanos más elocuentes de su tiempo y de que la enseñanza superior era
permanente, incluso para hombres experimentados), y también aprovechó para aprender filosofía
con Posidonio de Apamea. A su vuelta Cicerón se convirtió en poco tiempo en el mayor orador y
porque la abogacía era teóricamente gratuita). Esta carrera fue sin duda la más famosa y exitosa
Durante el Imperio el derecho se desarrolló hasta llegar al magistral Corpus Iuris ordenado
por el emperador bizantino Justiniano en el siglo VI, que resume y transmite a la posteridad el
gran legado jurídico de Roma. Las fuentes de la ley eran la costumbre, la jurisprudencia de los
jurisconsultos, y los edictos del Senado y del Emperador. Se distinguía el derecho público y el
social, siendo una de las grandes conquistas de la civilización romana fue la progresiva extensión
del derecho de ciudadanía a toda la población, vigente desde edicto del emperador Caracalla en
el 212. Una sociedad que vivía tan íntimamente el derecho había necesariamente de contar con
una multitud de jurisconsultos, desde plebeyos a libertos e incluso esclavos, para ocupar las
Las principales escuelas jurídicas eran privadas y municipales (fueron famosas las griegas, en
especial de Atenas), aunque el Estado controló cada vez más los nombramientos de los
de los mejores filósofos del mundo griego, como el Posidonio que había enseñado a Cicerón en
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su Grecia natal pero que no pudo resistir las ricas ofertas que le hicieron para acudir a la capital
romana. Sin embargo, muchos estudiantes acudían a la Grecia continental e incluso a Alejandría,
Antioquía, Rodas y otras localidades más lejanas pero con prestigiosas escuelas filosóficas. El
futuro emperador Tiberio, por ejemplo, estudió Filosofía y Retórica en Rodas, en una estancia
LAS ESCUELAS.
el jardín, según el tiempo y las posibilidades. Las mejores escuelas eran por lo general las
públicas, organizadas por los municipios y por ello situadas en edificios públicos, como las stoas
y las bibliotecas, y sobre todo en los gimnasios y las palestras, algo lógico porque la instrucción
no solo era mental sino también física, en especial en la parte oriental del Imperio.
En el aula el maestro tenía una silla (cathedra) o un taburete (sella) y procuraba estar en un
lugar más elevado que los alumnos, para controlar el orden de la clase, y no contaba con pizarra
y tiza, aunque al parecer se usaba un tablero sobre el que escribía con letras grandes para
mostrarlas a los niños, que se sentaban en escaños (subsellia) y ponían sus libros e instrumentos
sobre largas mesas para varios alumnos, sin que se conocieran entonces los pupitres. En las
LOS LIBROS.
Los libros eran escasos en las casas, debido a su alto precio, por lo que solo los más ricos
gozaban de bibliotecas amplias, pero la mayoría de los miembros de la clase media pudo tener en
propiedad algunos libros para su otium litterarium. Además, Roma y muchas ciudades contaban
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con suficientes bibliotecas de acceso gratuito para que los amantes del saber no tuvieran
Los libros tenían dos formatos. El más común durante la mayor parte de la historia de Roma
fue el rollo de papiro egipcio, que fue sustituido muy lentamente por el pergamino,
confeccionado con pieles alisadas de ternera y otros animales, que tenía la desventaja de ser
mucho más caro, pero a cambio era mucho más resistente y duradero, por lo que se fue
imponiendo a partir del siglo I dC, cuando se desarrolló su forma del codex, un grupo de hojas de
Un buen ejemplo de esta dicotomía es el fresco del ‘panadero’ Terentius Neo o Proculus, en el
que una pareja de esposos lleva ambos formatos. Ella sujeta semiabierto en su mano izquierda
un codex triptychon, formado por tres tablillas enceradas y ligadas, y en su mano derecha porta
un stylus o punzón, mientras que él sujeta un papiro enrollado con su etiqueta en rojo, aunque no
Los soportes de escritura eran unas tablas de madera o marfil enceradas (tabulae, cerae), y se
juntaban varias tablas mediante un cordón pasado por orificios practicados en el borde (cerae
duplices, triplices, etc), y ese conjunto se llamaba codex, un término que se extendió finalmente
a los libros cosidos. Cuando escribían en ellas cartas (epistula, litterae), las ataban con un cordón
(linum) y les ponían un sello (signum) con el anillo (anulus). También se escribía en los niveles
más altos de enseñanza sobre papito o pergamino, pero eran más caros.
El punzón o estilo (stilus) se hacía de madera, hueso, bronce y a veces incluso de marfil. Por
un lado era puntiagudo y por el otro acababa en una espátula (stilum verteré: corregir) con la que
El cálamo se hacía con bronce o con una caña cachada en la punta (el antecedente de la
EL PROGRAMA DE ESTUDIOS.
LA GRAMÁTICA.
estudio de la Gramática, esto es, a leer y escribir con propiedad el latín y el griego, además de
conocer la cultura general. El grammaticus enseñaba a entender y comentar los textos clásicos
literarios, porque se pensaba que así los niños aprendían también geografía, historia, física o
religión. Solo mucho más tarde, cuando el término grammatica tomó el sentido de estudio de la
En Oriente las principales materias eran Griego, Homero (la Ilíada y la Odisea), Retórica,
Filosofía, Música y Deporte. En Occidente se enseñaba además Latín (la Eneida de Virgilio era
el texto más utilizado), en detrimento de la Música y el Deporte en época tardía, pues, como
cuenta el autor Bowen (1976) “en los últimos años de la república el latín fue convirtiéndose
deportiva (que incluía equitación, caza, arco, jabalina, natación, pugilato y carreras) perdió
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importancia porque su objetivo último era la preparación para la milicia y en esa época final de
la República buena parte de la juventud ya no necesitaba luchar tanto porque se había creado un
ejército permanente profesional. Así sucedió que Virgilio recordaba con nostalgia los tiempos
La Retórica de esta etapa era la introducción para la Retórica más avanzada del tercer nivel.
Los alumnos realizaban una serie reglada de ejercicios preparatorios, que comenzaban, por
LA RETÓRICA.
Las escuelas superiores en que se trabajaba sobre retórica atendían a tres materias (podríamos
· La teoría sobre la retórica, recogida en las téchnai rhetorikaí, en las que se trabajaba sobre
las cinco partes de la retórica, en latín: inuentio, dispositio, elocutio, memoria y pronuntiatio.
· El estudio de textos que servían como modelo, sobre todo los oradores áticos, los
circunstancias, los llamados melétai o declamationes, que se tomaban de los repertorios clásicos
LA LITERATURA.
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La literatura griega influyó decisivamente en los inicios de la literatura latina. Como sucedía
en Grecia (aunque sin llegar a sus extremos), los héroes de Homero se convirtieron en modelos
para los jóvenes romanos, lo que explica que Livio Andrónico (c. 284-204) tradujera la Odisea.
Se imitaron los géneros griegos en poesía y teatro, lo que explica el gran interés despertado en
en Oriente.
Destacaron inicialmente los autores teatrales Plauto, Ennio y Terencio, dentro de lo que
podría llamarse el ‘siglo de oro’ del teatro romano, que se inicia con Livio Andrónico (c. 284-
204, teatro, traducción de Odisea), Cayo Nevio (270-c. 201, teatro de comedia, poesía), Tito
Marcio Plauto (254-184, teatro de comedia), Quinto Ennio (239-169, teatro, poesía, sátira) y
Publio Terencio (204-169, teatro de comedia). Menos conocidos son los poetas (a menudo
satíricos) Cayo Nevio (270-c. 201), Accio (c. 170-c. 80) y Cayo Lucilio (c. 148-c 102).
Terencio Varrón (116-27 aC), el filósofo y prosista Cicerón (106-43) cuya correspondencia fue
canónica, el filósofo y poeta Lucrecio (99-55) y el poeta Cátulo (c. 84-54), que abrió paso a la
época clásica del imperio de Augusto, con grandes poetas como Virgilio (70-19), Horacio (65-
8) y Ovidio (43-17 dC). De esta época son escritores menores como Sexto Propercio (50-15), el
poeta Alibio Tibulo (c. 48-19 aC), Lucio Vario (fl. 19 aC).
Ya después del imperio augusteo aparecen escritores latinos notables, entre los que destacan
los hispanos Séneca, Marcial y Quintiliano. Se inicia con Séneca (4 aC-65), que brilla en teatro y
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filosofía, Fedro (s. I dC) como traductor de las fábulas de Esopo, el tratadista Columela (s. I dC),
el novelista Petronio (20-66), el erudito Plinio el Viejo (23-79) que escribió una inmensa Historia
Natural, el poeta satírico Aulo Persio (34-62), Frontino (35-103/104), Lucano (39-65) y los
retóricos Quintiliano (39-95) y Marcial (40-104) que también fue poeta), junto a Publio Estacio
(c. 45-96), el satírico Juvenal (60-129), Plinio el Joven (62-113), el cronista Suetonio (c. 70-c.
140), el gran Lucio Apuleyo (c. 124-c. 180), famoso autor de Las metamorfosis, Aulo Gelio (c.
La educación en la filosofía.
La filosofía romana sigue las pautas de la filosofía helenística. La lectura de los libros
comprados en Grecia y copiados en Roma, los viajes de los jóvenes estudiantes a las ciudades
griegas más famosas por sus escuelas filosóficas, la llegada a la misma Roma de afamados
filósofos griegos, abrirá una corriente con varios preclaros filósofos romanos, que forjarán la
Destacan el socrático Cicerón (106-43), el epicúreo Lucrecio (99-c. 55), los estoicos
LA HISTORIA.
En la Roma Antigua hay una pléyade de grandes historiadores, la mayoría de los cuales se
forman en la gran tradición griega, leen sus fuentes y a menudo incluso escriben una parte de su
obra o toda ella en este idioma, pero aun así no dejan de pertenecer a la civilización romana.
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Los tres grandes son sin duda Cayo Julio César (100-44 aC), Tito Livio (59 aC-17
dC) y Publio Cornelio Tácito (c. 55-117), que son también maestros del mejor latín literario, y en
sus textos encontramos referencias a la educación, tanto la suya como de los grandes prohombres
de la historia romana.
Hay otros historiadores muy interesantes, como Polibio (c. 203-c. 120 aC, en griego), Salustio
(86 aC-35 aC), Diodoro de Halicarnaso (fallecido 7 aC, en griego), Estrabón (c. 63 aC-c. 24 dC,
en griego), Quinto Curcio Rufo (fl. 35 dC), Veleyo Patérculo (c. 19 aC-31 dC), Plinio el Viejo
(23/24-79), Flavio Josefo (37-c. 101), Plutarco (c. 46-125), Nicolás (fl. finales s. I, en griego),
Cayo Suetonio Tranquilo (c. 69-140), Favorino (h. 80-150, biografías en griego), Apiano (fl.
160, en griego), Pausanias (fl. s. II dC), Dión Casio (c. 150-235), Eusebio de Cesarea (260?-
340?), Paulo Orosio (s. IV), Amiano Marcelino (h. 330-d. 392) y Vegecio (s. IV).
Hay una coincidencia general en estos autores en la importancia, para explicar el auge de
Roma, de la educación romana en valores como fuerza, energía, ambición, amor por el Estado,
austeridad, sacrificio.
EL ARTE.
El arte romano sigue el modelo griego muy pronto, ya antes incluso de la conquista de la
Magna Grecia en el sur de Italia y de la misma Grecia, y se fija ante todo en el estilo helenístico
Es un arte funcional, que busca ante todo la utilidad, lo que explica que haya muchas
representaciones de escuelas.
decorativa. A veces encontramos pinturas en las que aparece un pedagogo o un maestro, con sus
alumnos.
El mosaico nos ofrece obras de extraordinaria calidad, pero como su función era decorativa de
las grandes mansiones esto explica que no haya rastro de representaciones de la vida educativa.
El gran arte romano, tras una época clásica de auge en los siglos I y II, entrará en una grave
cristianismo se apodera de las instituciones. Entonces desaparecen casi del todo las obras que
educación en el cristianismo de las masas incultas, que aprenden las nociones religiosas a través
Bibliografía
Aymard, A., & Auboyer, j. (1980). Roma y su Imperio. Barcelona: Destinolibro n° 76.
Bonner, S. F. (1984). La educación en la Roma Antigua. Desde Catón el Viejo a Plinio el Joven.
España: Barcelona:Herder.