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derrotamos la inflación"
Otras variables
La visión de Fisher omitía el problema de la sostenibilidad externa. Una
economía con déficit permanentes en cuenta corriente se endeuda,
circunstancia que puede dar lugar a severas restricciones de desarrollo.
Pero Australia convivió con déficit sistemáticos en los últimos cincuenta
años, alcanzando valores recientes que promedian el 6% del PIB, un nivel
que los análisis de sustentabilidad juzgarían alarmante. Canadá también ha
observado déficit sistemáticos, que sólo se corrigieron recientemente. La
Argentina presenta un promedio deficitario, pero con episodios violentos de
ajuste obligado para restablecer el superávit externo.
Otro factor no considerado es la volatilidad macro (el desvío estándar del
crecimiento). Si bien Australia y Canadá siempre exhibieron menor
volatilidad que la Argentina, a partir de 1975 la volatilidad argentina es 5
veces superior a la de AyC.
Una tercera variable relegada son los cambios en la distribución del ingreso.
A mediados de los ‘70 la distribución personal del ingreso en la Argentina no
era muy distinta de la de Canadá, pero desde allí el empeoramiento es
rápido y progresivo, y toca un máximo en la crisis de 2001. En ese período
Canadá ni Australia mostraron cambios notorios.
Tenemos entonces tres variables que diferenciaron claramente a nuestro
país de AyC desde 1975: la inflación descontrolada (1972-1991), la
volatilidad macro y la distribución del ingreso, en un marco donde la
restricción externa limitaba sistemáticamente el crecimiento. Y es
justamente a partir de mediados de los ‘70 que se modifica drásticamente la
estructura económica, política y social del país, cambios que no se pudieron
terminar de revertir hasta hace muy pocos años.
Si Kuznets tenía razón (y los datos parece justificar su opinión), el caso
argentino debe ser analizado por separado, pero entendiendo los procesos
económicos, sociales y políticos específicos que dieron lugar a nuestro
atraso relativo.
(1) Fischer, S. (1991), “Growth, Macroeconomics, and Development”, NBER
Macroeconomics Annual, Vol. 6 (p. 329 – 379).