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La Argentina, Australia y Canadá

(Columna de opinión de Pablo J. Mira, docente de la UBA)


Simon Kuznets clasificaba a nuestro país como un caso particular tan solo
entre cuatro sistemas económicos en el mundo. El argumento era que la
bendición de sus recursos agropecuarios no había sido aprovechada como
en otros países. La evidencia suele ser la creciente separación del ingreso
per capita de la Argentina respecto de países supuestamente comparables
como Australia y Canadá (AyC), que hoy integran la élite de los países más
desarrollados del mundo. Aquí nos hacemos dos preguntas. Primero,
¿cuándo exactamente empiezan AyC a diferenciarse conjuntamente de la
Argentina? Segundo, ¿qué causas macro se pueden adscribir a tal
separación?
¿Cuándo?
En 1950 Australia tenía un ingreso per capita 40% mayor al nuestro. Esta
diferencia se puede rastrear hasta el principio de las estadísticas existentes,
lo que sugiere que Australia “largó con ventaja”. En cambio, en 1900
Canadá y la Argentina se parecían, pero Canadá se nos anticipó, y en 1950
contaba con 40% más de ingreso per capita. Como Canadá también
aventajó a Australia, esto no se puede atribuir a una explicación común.
Partamos entonces de 1950=100, y veamos que pasó (ver gráfico). Hasta
inicios de los ’60 AyC no se separan de la Argentina, y hasta mediados de
los ’70 se acumulan diferencias por apenas 15%.
Desde 1975 las diferencias se ensanchan drásticamente, fundamentalmente
por el estancamiento argentino y no por un desempeño llamativo de AyC. La
brecha exhibe un máximo local hacia fines de los ‘80. Entre 1991 y 1998 se
reducen las diferencias y en 2002 se pierde por completo el terreno ganado.
A partir de allí las diferencias se reducen, y en 2007 (justo antes de la crisis)
la divergencia acumulada ronda el 60%.
¿Por qué?
La aproximación macro más publicitada al problema del desarrollo relativo
fue la visión de Stanley Fischer (1), quien identifica esencialmente: (I)
inflación reducida; (II) evitar grandes déficits fiscales, y (III) liberalización de
la economía. ¿Y qué hay de las otras variables?
El primer candidato es la inflación y sus posibles efectos disruptivos sobre el
crecimiento. Hasta 1969 la inflación argentina fue mucho mayor a la de AyC,
pese a lo cual todavía no había perdido el tren. En cambio, el pasaje a la
alta inflación entre 1970 y 1990 parece ocupar un lugar preponderante en la
explicación de la brecha. En los ’90 la inflación resulta ser muy baja, pero
los últimos cuatro años de la convertibilidad retrasan el crecimiento relativo
de la Argentina. Luego de un retorno a una inflación moderada, la economía
argentina recuperó posiciones. Aun cuando la inflación no parece haber
resultado dañina en todos los períodos, estamos lejos de sentenciar su
irrelevancia en la dinámica de crecimiento local.

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próximo trimestre

La segunda de las variables es la fiscal. Se recomienda no incurrir en déficit


sostenidos y reducir la participación del Estado en la economía para mejorar
la eficiencia. Si bien Australia mantuvo cuentas públicas equilibradas desde
1970, Canadá exhibió déficit sistemáticos desde mediados de 1975. Las
cuentas fiscales argentinas mostraron resultados negativos sistemáticos y
voluminosos desde 1975, pero no muy diferentes de los canadienses. En
cuanto a la participación del Estado en la economía, Canadá la incrementó
drásticamente hasta alcanzar el 50% del PIB en 1993. Y en Australia, si
algo ha sucedido desde principios de los ‘70, es una participación creciente
hasta mediados de los ‘80, que se estabiliza luego entre el 23% y el 25% del
PIB. Finalmente, el caso argentino muestra desde 1977 y hasta 2003 una
oscilación entre el 24% y el 32% del PIB sin tendencia definida, y a partir de
allí un aumento, que coincide con que la Argentina descuenta su desventaja
respecto de AyC.
El tercer argumento invoca la apertura comercial y financiera como
condición del crecimiento. Si bien desde 1975 Canadá casi duplicó su
apertura comercial, Australia mostró una variación leve (de entre 5 y 10
puntos porcentuales), que lo sitúa hoy en día en un grado de apertura
comercial similar al nuestro. La Argentina no experimentó una caída en su
acceso al comercio desde 1975, y la tendencia ha sido a incrementarlo. En
cuanto a la liberalización financiera, Canadá siempre mostró una apertura
máxima, que mantiene hoy. Australia, mientras tanto, experimentó una
rápida apertura entre 1980 y 1995, que se redujo levemente en el siguiente
lustro. En el caso argentino, se produjeron abruptas experiencias de
liberalización financiera en 1976-1982 y 1991-2001, que terminaron con
cierres violentos de los mercados por crisis financierasy cambiarias, que
lejos de ayudar a su crecimiento lo perjudicaron gravemente.

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Otras variables
La visión de Fisher omitía el problema de la sostenibilidad externa. Una
economía con déficit permanentes en cuenta corriente se endeuda,
circunstancia que puede dar lugar a severas restricciones de desarrollo.
Pero Australia convivió con déficit sistemáticos en los últimos cincuenta
años, alcanzando valores recientes que promedian el 6% del PIB, un nivel
que los análisis de sustentabilidad juzgarían alarmante. Canadá también ha
observado déficit sistemáticos, que sólo se corrigieron recientemente. La
Argentina presenta un promedio deficitario, pero con episodios violentos de
ajuste obligado para restablecer el superávit externo.
Otro factor no considerado es la volatilidad macro (el desvío estándar del
crecimiento). Si bien Australia y Canadá siempre exhibieron menor
volatilidad que la Argentina, a partir de 1975 la volatilidad argentina es 5
veces superior a la de AyC.
Una tercera variable relegada son los cambios en la distribución del ingreso.
A mediados de los ‘70 la distribución personal del ingreso en la Argentina no
era muy distinta de la de Canadá, pero desde allí el empeoramiento es
rápido y progresivo, y toca un máximo en la crisis de 2001. En ese período
Canadá ni Australia mostraron cambios notorios.
Tenemos entonces tres variables que diferenciaron claramente a nuestro
país de AyC desde 1975: la inflación descontrolada (1972-1991), la
volatilidad macro y la distribución del ingreso, en un marco donde la
restricción externa limitaba sistemáticamente el crecimiento. Y es
justamente a partir de mediados de los ‘70 que se modifica drásticamente la
estructura económica, política y social del país, cambios que no se pudieron
terminar de revertir hasta hace muy pocos años.
Si Kuznets tenía razón (y los datos parece justificar su opinión), el caso
argentino debe ser analizado por separado, pero entendiendo los procesos
económicos, sociales y políticos específicos que dieron lugar a nuestro
atraso relativo.
(1) Fischer, S. (1991), “Growth, Macroeconomics, and Development”, NBER
Macroeconomics Annual, Vol. 6 (p. 329 – 379).

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