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A principios del siglo XVIII, el trono español pasó a ser ocupado por los reyes
borbones, quienes desde un principio promovieron un conjunto de reformas
que se aplicaron en España y América. El objetivo de la nueva dinastía fue
sentar las bases de un Estado absolutista que le permitiera competir con sus
principales rivales europeos: Inglaterra y los Países Bajos.
La dinastía de los Borbones se identificó con el pensamiento filosófico ilustrado
y el absolutismo monárquico: esta combinación, llamada despotismo
ilustrado, fue el concepto político dominante durante el siglo XVIII en Europa.
Reformas Administrativas
Se subdividió el Imperio Americano en secciones más pequeñas y manejables,
para darle a los gobernadores mayor agilidad de atribuciones y también mayor
dependencia de la Corona. Así los virreinatos pasaron de dos a cuatro,
agregándose los de Nueva Granada, Colombia y Buenos Aires. Hubo además
cuatro capitanías generales: Guatemala, Cuba y Florida, Venezuela, y Chile; lo
que produjo que se pudiera adoptar decisiones rápidas.
Creación de:
o Las intendencias que reemplazaron a los corregidores y alcaldes mayores.
El intendente era un funcionario nombrado por la Corona, que tenía
atribuciones políticas y además estaba a cargo de la Hacienda o tesorería de
las provincias. Chile se dividió en dos, la de Santiago y la de Concepción.
o La casa de la moneda: acuñar monedas de oro y plata.
o Tribunal del Consulado: encargado con casos comerciales y gestión
económica del estado.
Las reformas borbónicas rompieron con el equilibrio de poder que se había
alcanzado en América entre los representantes de la Corona y los grupos de
poder local. Para limitar el poder de las élites criollas, los Borbones optaron por
ocupar los puestos de importancia con funcionarios remunerados traídos desde
la península.
Reformas Comerciales
Ante la amenaza de la poderosa armada británica, el sistema de transporte de
flotas y galeones entró en crisis en 1739, lo que obligó a los Borbones a
instaurar los navíos de registro. Este nuevo sistema concedió libertad a los
barcos para viajar directamente a sus puertos de destino sin seguir itinerarios
fijos.
En 1778, se dictó el Reglamento de Libre Comercio entre España y Las
Indias, que autorizó a algunos puertos americanos a comerciar directamente
con varios puertos españoles. En Chile, fueron dos los puertos que quedaron
habilitados para este intercambio: Valparaíso y Concepción.
Por otro lado, se rebajaron los impuestos aduaneros, como el almojarifazgo, y
algunos productos chilenos, como el cobre y el trigo, quedaron exentos de
ellos. Con estas medidas, se buscaba impulsar el desarrollo económico y
controlar de manera más directa la administración de las finanzas
Con el objetivo de retomar el control de las colonias, la Corona hizo valer, en el
marco de las reformas borbónicas, el Patronato Real, lo que se denominó
regalismo. Entre las medidas que adoptó, estuvo la expulsión de la orden
religiosa jesuita de los dominios del rey en 1767 y la confiscación de todos
sus bienes. Esta orden había alcanzado un alto grado de importancia política
en América, además de haber acumulado cuantiosas posesiones durante los
siglos coloniales. Fueron acusados de deslealtad a la Corona y de anteponer los
intereses del Vaticano a los del Imperio, así como de incentivar motines y
rebeliones en España. El problema de fondo era, sin embargo, la rivalidad
entre el poder absoluto de los Borbones y la Iglesia, que reclamaba su derecho
a nombrar a sus autoridades.
Como consecuencia de su expulsión se cerraron sus establecimientos
educacionales. Por otra parte perdió la Iglesia a un grupo importante de
sacerdotes y se produjo una gran alteración económica al perderse por parte
de la Compañía, la administración de sus tierras y las industrias derivadas de
la explotación agropecuaria.
Las Reformas Borbónicas
Los Borbones son la dinastía o casa reinante francesa del siglo XVIII. Llegan a
España en medio de la denominada “Guerra de Sucesión”, que duró casi catorce años. Los
Borbones son una casa reinante moderna, y se adscriben a una variante del absolutismo: El
Despotismo Ilustrado.
En el año 1700 muere el último de los Austrias (Habsburgos) que gobernaba en España,
Carlos II. Éste, al no tener heredero directo, le deja el trono a su sobrino nieto Felipe Duque
de Anjou, nieto de Luis XIV, rey de Francia. La llegada al trono español del Duque de
Anjou, ahora Felipe V, suponía un serio riesgo para el equilibrio de Europa, ya que serían
dos grandes potencias unidas por una casa reinante. Peor aún, el mismo año en que Felipe
V asume el poder (1700), su abuelo Luis XIV lo decreta como heredero directo al trono de
Francia. Ante el peligro de que un solo monarca se hiciese cargo de un vasto territorio que
incluía el control de Europa Occidental- atlántica y Ultramarina (colonias españolas y las
Filipinas), las potencias europeas se unen en contra de Felipe V y de Francia; Inglaterra,
Austria, Prusia, Portugal y las provincias españolas de Cataluña y Aragón inician una
avanzada, en un conflicto que duró hasta el año 1714, año en que se firma la Paz de
Utrecht. A través de este pacto, Felipe V fue reconocido como heredero y rey legítimo de
España, debiendo renunciar a cualquier pretensión al trono francés. Además, España debió
renunciar a posesiones territoriales en el continente europeo y le otorgó una concesión
comercial a la compañía inglesa de trata de negros, teniendo ésta el monopolio de esclavos
en Centroamérica por cerca de un siglo.
Regidos por el despotismo ilustrado, los monarcas españoles inician una serie de
reformas tendientes a mejorar y potenciar el alicaído sistema político y comercial de las
colonias. Durante el gobierno de los Austrias, el absolutismo había tenido un retroceso, y
debido a la distancia geográfica y al surgimiento de intereses locales, las lealtades políticas
de las más altas autoridades habían decaído, haciendo peligrar el centralismo absolutista.
Los Borbones se propusieron remediar este “vacío de poder” instalando una administración
más eficaz y centralizadora. Primero, optaron por dividir a América en cuatro virreinatos:
los preexistentes (Perú y México) y dos nuevos: Nueva Granada en 1739 (actual Colombia,
Ecuador y Venezuela) y Río de la Plata (actual Argentina, Uruguay y parte de Paraguay) en
1776. Además, se crean las Intendencias que son instituciones coloniales encargadas de la
administración de una jurisdicción (o intendencia) y que concentran poderes políticos,
judiciales y militares, reflejo de la centralización política de los Borbones. Las
intendencias estuvieron circunscritas a una gobernación o virreinato, pero en muchas
oportunidades gozaron de más autoridad que las últimas, debido a su rápida operatividad y
el alto número de atribuciones con que contaban. En Chile, se crea la Intendencia de
Santiago y de Concepción.
Ligado a este aspecto, la política fiscal estuvo encaminada a aumentar los ingresos
de la corona, a través de la dinamización de la producción minera, el aumento de los
impuestos y la creación de estancos (monopolio del comercio, producción, exportación, etc.
De un determinado producto, en manos del Estado o “arrendado” a particulares a cambio
del pago de un tributo o derecho de arrendamiento).
Son tres los elementos del reformismo borbón los que tienen mayores consecuencias o repercusiones.
1. La expulsión de la Compañía de Jesús (1767): Durante la colonia, la orden religiosa
más importante fue la jesuita. Ella fue considerada durante mucho tiempo, y sobre todo
durante el reinado de la casa Austria, como aliados de la política imperial. Fueron
agentes importantes de la colonización, a través de la evangelización; agentes
culturales, a través de la enseñanza; agentes de expansión, a través de la extensión de
las fronteras con la pacificación de la Araucanía (misiones); agentes económicos, ya
que las Haciendas y obrajes que estaban bajo su administración eran los más
productivos del territorio; y agentes moralizadores de la sociedad. Gran parte de la
sociedad criolla consideraba que era una de las instituciones más respetables y gozaron
por esto de un importante prestigio, muchas veces sobrepasando a otras órdenes
religiosas. Sin embargo, con la llegada de los borbones, la alianza política se disolvió.
Ello fue porque los jesuitas se opusieron tenazmente al despotismo ilustrado; La
compañía de Jesús enseñó durante mucho tiempo en sus instituciones educacionales una
corriente política de antigua data, la cual era la TEODEMOCRACIA (el poder emana
de Dios, y éste, en un correcto y divino gobierno de todos sus súbditos, delega el poder
al pueblo, el cual a su vez delega el poder al rey, quien en una correcta interpretación
de la voluntad divina, gobierna en paz y en la búsqueda del reino celestial. Si un rey o
gobernante no cumple con el mandato divino, si no gobierna bajo los principios de
Dios y no le entrega justicia y felicidad a sus súbditos, puede ser depuesto, y el poder
volvería al pueblo, quien estaría facultado para re- delegar el poder y la
soberanía). En cambio los borbones proponían e instalaron una política opuesta; el
Despotismo español plantea que el poder emana de Dios y se lo entrega directamente al
rey, quien en una justa interpretación de la voluntad divina, gobierna al pueblo. Si bien
ambos postulados son parecidos, existe un elemento que los convierte en oposición: la
existencia, en la Teodemocracia, del pueblo como intermediario del poder y la majestad
divina. La enseñanza de la Teodemocracia fue considerada como un atentado directo
contra la autoridad real, y durante la década de 1760 se decretó la expulsión de esta
orden de todo el territorio español, y en 1767, del territorio americano. Los efectos de la
expulsión fueron múltiples; por una parte, produjo un desajuste de la economía, ya que
eliminó a uno de los mayores y mejores agentes productivos; pero por otra, favoreció a
los más notables criollos, quienes pudieron arrendar o comprar a un bajo precio los
terrenos de sus haciendas. Pero su efecto más importante fue que puso por primera
vez en jaque la lealtad hacia el rey, ya que la medida contó con la más tenaz
desaprobación de todos los criollos y habitantes de las colonias en América,
desaprobación que caló en las conciencias y se instaló en la memoria colectiva
como un símbolo de autoritarismo real. Sin embargo, y pese a la molestia, los
criollos no reaccionaron de forma activa o directa contra la corona.
2. El Libre Comercio: el libre comercio fue un proceso que se inició con la eliminación
del Sistema de Flotas y Galeones, el cual fue considerado ineficiente e ineficaz. En su
reemplazo se instaló el Sistema de Navíos de Registro, el cual contempló la
participación en el comercio entre España y las colonias de particulares de la península,
previa autorización de representantes reales. Luego se decretó la apertura de todos los
puertos de España para el comercio con “las Indias”; y más tardíamente, la apertura de
puertos americanos para el comercio directo con España (en Chile, por ejemplo, se
abrió el puerto de Valparaíso y Concepción) y la habilitación de rutas directas, como la
del Cabo de Hornos (Chile y Perú) y del Atlántico (Virreinato de Río de la Plata). El
decreto de Libre Comercio de 1778 fue sólo la culminación de este proceso, que
estableció de forma definitiva el nuevo sistema, incluyendo además el comercio
regulado con potencias extranjeras “amigas” (Inglaterra, por ejemplo, a raíz de la Paz de
Ultrecht). El objetivo de la liberalización del comercio era activar tanto la producción
de las colonias como el debilitado sistema tributario: a mayor comercio, mayores
impuestos (recuerda que la Alcabala era un impuesto cobrado por cada transacción
económica y el Almojarifazgo era un impuesto de aduana), siempre favoreciendo a la
corona. PERO generó una saturación del mercado interno por la llegada de numerosas
importaciones desde España, saturación que afectó los precios (las cosas llegaban más
baratas) y que imposibilitó a los productores coloniales de competir en igualdad de
condiciones con los mercaderes peninsulares. Esto condujo a una serie de quiebras de
los americanos, y a una molestia de los criollos, pues notaron que la corona no se
preocupó de proteger el mercado interno, y sí protegía los intereses de los
comerciantes peninsulares. La pugna aumentó más cuando, con la instalación del
estanco, se establecía un sistema de monopolio de bienes de difícil acceso,
encareciéndolos aún más y entregando su arriendo, en mayoría, a comerciantes
peninsulares. El enojo de los criollos radicaba en su incompetencia e imposibilidad
de proteger su mercado, participar activamente en su mercado y de regular su
mercado.
El grupo social de los criollos fue parte de la aristocracia colonial por pertenecer al grupo racial de los “blancos”. Durante el
siglo XVII consolida su posición dominante a través de dos elementos fundamentales:
Tiene el poder social: su prestigio y poder nace de tres elementos que les ayudaron a
perpetuarse como grupo social dominante:
1. Alianzas sociales: durante el siglo XVII generan una estrategia de cooptación, o sea, la
búsqueda de aceptación de su entorno, a través del matrimonio con un apellido noble,
de una sociedad comercial, etc. Esto significó que la aristocracia criolla poco a poco se
fuese fusionando con la aristocracia peninsular, transformándose en un grupo muy
reducido. Por mencionar un ejemplo, hacia 1800, no más de 200 familias eran
consideradas aristocráticas.
Ambos elementos actúan en conjunto: el poder social les permitió controlar y perpetuar el poder económico (sobre todo por
los mayorazgos); y el control del sistema productivo les proporcionaba aún más poder social.
Tanto el poder social como el económico les permitió gozar de un poder político informal. Pero las intenciones criollas
llegaban más allá, queriendo tener el poder político formal y una participación activa que sobrepasara la frontera del
Cabildo. La necesidad de los criollos de controlar la administración no se debe mal interpretar; ellos no querían instalar su
propio gobierno autónomo del rey, sino que querían y aspiraban a proteger su mercado, rechazar efectivamente la excesiva
carga tributaria y consolidarse como clase, instalando en la política imperial sus propios intereses, pero en el marco de un
gobierno español.
La desprotección a que se vieron expuestos los productores americanos, sumado a la pugna de poder con los
peninsulares, y el resquemor por la expulsión de los jesuitas despertaron una incipiente conciencia de clase en el grupo
criollo, o lo que muchos historiadores llaman “protonacionalismo” (primera muestra de nacionalismo, que aún no está
definida con rasgos claros que permitan hablar de un nacionalismo en estricto rigor) que se manifestó mayoritariamente en
la necesidad creciente del grupo criollo de participar en el poder.
¿Podríamos, entonces, afirmar que las reformas borbónicas son una causa de la Independencia de Chile?
No necesariamente. Si bien existió malestar, este no fue lo suficientemente fuerte como para haber definido en los
criollos una postura antirrealista (contra el rey). El malestar se mantuvo más oculto, en las penumbras, muchas veces
escondido o disfrazado en la consigna “viva el rey y muera el mal gobierno”. A pesar de los efectos negativos de la política
déspota, la lealtad hacia la corona no se vio mayormente afectada. Es más, los criollos pudieron adaptarse al despotismo
borbón de la misma forma que lo hicieron con el absolutismo habsbugo. En suma, efectos limitados de un reformismo
limitado.
Sí debemos considerar las reformas como un antecedente que posiblemente sirvió más tarde de justificativo a las
numerosas exigencias y posturas de los revolucionarios americanos. Lo que no está en duda, es que el escenario del siglo
XVIII preparó de una u otra forma la llegada del siglo XIX. Muy probablemente, los criollos chilenos del siglo XVIII nunca
consideraron o nunca esperaron independizarse; su situación no estaba tan mal, tenían casi todo cuanto pudiesen desear, y
el territorio gozaba de una tranquilidad y una pasividad envidiable por cualquier otra colonia americana. Pero fue la sucesión
de acontecimientos de principios del siglo XIX la que precipitó la Independencia y de forma casi ciega, los criollos avanzaron
por un camino que se había cimentado también en la oscuridad... Un pensador dijo alguna “Los Hombres hacen su historia,
pero no la hacen arbitrariamente, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunstancias directamente
dadas y heredadas del pasado” (Karl Marx, El 18 brumario de Luis Bonaparte).
CAUSAS.
*Corrupcion en la administracion de las colonias.
*Mayor presencia en el continente americano de potencias hostiles como Inglaterra.
*Exceso de mercancia de contrabandos, inundaban el comercio de las colonias españolas y le restaban ganancias a los
productos que España les vendia a estas.
*Querer limitar el exceso de poder que la aristocracia criolla y el clero habian logrado
°Buscar una mayor centralizacion colonial.,
°Reformar al gobierno con la institución de intendencias que reemplazaran a los funcionarios «corruptos» en el interior.
°Establecer un fortalecimiento de la presencia militar para protegerse de ataques enemigos.
°Limitar el poder eclesiástico por medio de los ataques a la propiedad y los privilegios de la iglesia.
CONSECUENCIAS