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ROQUEFORT
Alex Rivera
Malkut Ediciones
Colección Poesía
Ediciones Malkut / Poesía
Primera edición Julio 1994
Inscripción Nº 90.127
Fotografía: Pablo Borón
Diseño Portada y Composición: Karin Ehrmann B.
Todos los derechos reservados.
Prohibida su reproducción.
© Claudio Salvatore - Alex Rivera
AL POETA IMPECABLE
maestro y amigo
THÉOPHILE GAUTIER
le dedicamos este
Camembert - Roquefort
Me llamo Penélope dime Pene
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Europa espera.
¡ Paciencia !
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Cuenta Corriente
Hilo dental.
Un atado de cochayuyo.
Migas de pan.
Un lente de contacto azul.
Una repisa marinera.
Dos jeringas, una con y otra sin aguja.
Tres colillas una de rouge y dos lucky.
Motocicletas
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En las profundidades de la mente chapoteamos en un barro de sexo.
Cuando la mujer abre sus piernas y se sienta detrás tuyo en el asiento, en las
profundidades de su inconsciente, ¿ sobre qué creen que se está sentando la
niñita ?
Al elegir una moto se redacta una declaración de principios de nuestro
órgano genital. Un tipo pequeño sobre una moto grande se ve ridículo; por el
contrario, un cincuentón en una deportiva y rápida da a entender que se
mantiene en servicio activo. Los tipos macizotes, con tendencia a acercarse al
peso ideal desde el lado del exceso, prefieren la moto ancha, gorda, grandota.
Con eso declaran ante el mundo que lo tienen gordo y potente. El hombre
deportista, flaco, prefiere la moto en duro, todo terreno, con lo que expresa que
lo tiene más delgado, pero flexible y ágil. Las motocicletas de calle, rápidas y
aerodinámicas, de colores fosforescentes, están como a mitad de camino entre
ambos modelos y sirven para declarar que uno, más que tenerlo
particularmente gordo o ágil, lo tiene joven y con bríos. (Esas motos aceleran de
cero a cien en 3.6 segundos)
En mi caso, poseo una Harley Davidson de los sesenta, de cromados
impecables y asiento de respaldo alto. Es la Moto clásica del ex-rebelde, hoy
de frente amplia, con estilo, en la flor de la madurez, que viene de vuelta de
haberlo visto y vivido todo. No es por pasar ningún aviso, pero modestamente
aseguro a las interesadas una experiencia inolvidable.
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Midley Ajeno
Cambió el dial
como de costumbre
sirvió el apetito
como de costumbre
durmió a la siesta
y bastó que bastara.
Un escalofrío Almodóvar de bolsillo
contaminó el espectro visible de la mañana.
Aquella mañana
6 de Febrero.
Aquella mañana.
Se amaron.
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Talento
¡ Nada a medias !
de morir jóvenes.
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Madrugada
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Tango
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A las que pasan
Por momentos
cuando las observo en las calles
en las plazas
las mujeres se me antojan
maravillosas fábricas
de niños.
A cada muchacha hermosa
la haría parir un ángel
a cada virtuosa
un santo.
A mujeres geniales daría hijos poetas
a feministas, mujeriegos
a las beatas, vividores.
Pero ni a la mujer más canalla
la haría parir un abogado
ni proxeneta, ni militar.
Un drogadicto quizás, pero poeta,
o vagabundo de remate, pero amado.
En chiquillas vírgenes
engendraría, con dolor, profetas,
a las artistas les daría un hijo artista
a las prostitutas daría hijos sabios.
Las damas pequeñas parirían
gimnastas pequeños y fornidos,
las feas, hombres de bien,
futuros directores de liceo
o del cuerpo de bomberos.
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Predisposición Familiar
Una de las cosas más terribles es la vacilación. Me irrito contra el destino. Los
que van conmigo desaparecen, actúo con breves escalofríos en la médula. El
mundo es materia blanda y plástica, no me atrevo a poner peros, un matadero
demencial abre las compuertas, no hay indicación de salida. La manía es
manera, lo otro es capricho
tugurio discusión
peste negra sarraceno
Nueva York obliterar
posturas deshielo
Poe nevermore
boulevard lentejuela
folletos hamburguesa
elástico acupuntura
comadreja patito
elegante africano
lascivo Williams
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Una Mujer
Después de leer
atentamente mis escritos me sugirió
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Arte Poética
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Alessi
Un nervio misantrópico
suicidio de porcelana
responsos levantinos
descarga en madrugada.
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Del Polvo somos
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Estrellas Bajas
estrellados, no son los astros que brillan intocables en lo alto, sino las estrellas
bajas que destacan apenas por sobre el borde del horizonte, esas que
aparecen justo al final del camino como al alcance de una jornada de marcha.
el resplandor artificial y las estrellas bajas mueren primero. Son las más débiles,
basta una luz lejana para ahogar su brillo basta un edificio, una pared para
ocultarlas.
un centro imaginario, extendemos los brazos hacia el cosmos viejo que parece
marcha, las estrellas bajas nos rodean en silencio brillando inmaculadas justo
sobre el horizonte.
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A un Hampón (1)
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A un Hampón (2)
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La Gallina Negra
Tomad una gallina negra que no haya puesto huevos todavía y ningún
gallo haya pisado. Al cogerla, hacedlo de modo que no exhale ningún grito, para
lo cual iréis a las once de la noche al gallinero, la sorprenderéis mientras
duerme, la agarraréis por el cuello, apretando lo suficiente para que no cacaree,
pero sin ahogarla.
Una vez que la tengáis cogida de este modo, la llevaréis inmediatamente
a un lugar en que se crucen dos caminos; y allí, al dar la medianoche, haced en
el suelo un círculo con una vara de ciprés, colocáos en el centro, y con un
cuchillo de mango negro abriréis el cuerpo de la gallina en dos partes
pronunciando estas palabras tres veces: "Eloim, Essaim, frugativi et appellativ".
Volved enseguida el rostro hacia el Oriente, arrodilláos y recitad esta oración: "
Venite in me spíritus mágicus et ventios tuus in anima mea imbuet".
Hecho esto, hacéis la gran apelación; entonces el espíritu infernal se os
aparecerá vestido con una casaca escarlata con galones de oro, un chaleco
amarillo y unos calzones de color verde. Su cabeza, que se parecerá a la de un
perro con orejas de asno estará coronada por dos cuernos; sus piernas y sus
pies serán como los de una vaca.
Os preguntará para qué le llamáis; entonces le daréis vuestras órdenes,
las que queráis, pues no puede rehusaros nada; así es que le pediréis, por
ejemplo, que os haga muy rico, y por consiguiente, muy feliz.
(De "La Clavícula del Hechicero o El Gran Libro de San Cipriano", parte quinta capítulo
primero)
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Lágrimas y Aplausos
No tengo reparos
contra estos dispositivos
intrauterinos,
la costumbre consagra el cigarro,
frente al pelotón de fusileros.
Pero al final se da uno cuenta
de que no se vive,
sino que se es parte de la vida
por un tiempo,
y que no hay nada que soporte
la presencia insoportable de la muerte
que no sea el oficio del actor,
que se complace
en lograr el final más emotivo,
arrancar lágrimas y aplausos
al caer el telón sobre las tablas.
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Reconstrucción
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El Penefactor Social
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adelante todo está establecido. Resulta patético que no sea necesario introducir
variaciones en el cuento, mejorado con los años para ahorrar tiempo y dinero.
Todo empieza por llevarlas al bar "under", propiedad de un viejo amigo, donde
se supone que uno no va hace años, una autobiografía cargada de heroísmo,
experiencias notables y la herida imborrable que dejó una mujer a quien uno se
entregó por entero. En realidad un discurso tan elaborado es puro preciosismo
formal, porque la niña no se está fijando en las palabras, sino en la resolución
que dejo entrever en la voz, en los gestos, en mi ansiedad. En definitiva, ellas
intuyen el pene.
A continuación viene la invitación al departamento. Aquí todos los
primerizos se enredan y los tipos convencionales muestran la hilacha de su
vulgaridad. No saben encontrar el momento, ni el tono, ni las palabras. No
entienden que el noventa por ciento del trabajo a esas alturas debiera estar
hecho. Sólo falta arreglar algunas formalidades para salvar las apariencias,
acentuando una atmósfera de complicidad dándole al asunto un carácter de
desquite de la mediocridad circundante y lo efímero de la vida.
El departamento debe parecer un encantador nido de amor. Las mujeres
tienden a asociar el lugar donde son fecundadas con donde van a parir, así que
todo debe ser mullido, cómodo y limpio. Conviene no tener muebles para no
tener que saltar una distancia adicional entre un sillón y otro. Lo mejor es una
cama de dos plazas rodeada de cojines, pegada al piso, que haga las veces de
sala de estar, dormitorio y cuadrilátero. La decoración conviene complementarla
con un pequeño bar, música adecuada y cuadros originales de colores fuertes
que cubran las murallas y provean de una escenografía impecable. Ahora hay
que prodigar a la pollita con generosidad y sin inhibiciones lo que desea para
llenar el vacío que carga entre las piernas. Hay que recordar que una mujer es
una barrera que se franquea sólo una vez, cuando se hace una buena faena se
tiene las puertas abiertas para siempre.
Lamentablemente hay que contar que tras tres o cuatro encuentros
satisfactorios, las cosas se van a enredar. Las mujeres confunden el sexo con
el amor. No crean que les pasa sólo a las primerizas, las experimentadas caen
igual. En ese momento pasan a convertirse en molestia, vienen los celos, se
sienten propietarias de uno. Todo el mérito que hicieron en la cama lo echan
por la borda con un par de pataletas lamentables. Aquí hay que actuar con la
mano firme de un cirujano y la entereza de un general en campaña poniéndole
las cosas meridianamente claras. Hay que tener estómago, las pollitas se
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defienden con uñas y dientes. Como decía Nietzsche, " a la mujer no le interesa
el hombre sino el hijo". Cuando la mujer se aferra a uno está defendiendo la
vida de una criatura posible. Pero, a pesar que deshacerse de ellas sea algo
violento, no conozco ninguna arrepentida, después de todo han gozado
bastante, han aprendido un par de trucos entre las sábanas y la experiencia les
ha servido de lección, las ha hecho más sabias y por tanto más deseables.
Aunque no parezca, soy un verdadero benefactor público. Pocos pueden
afirmar como yo que han dedicado su vida a dar placer y hacer crecer
espiritualmente a otros. Por lo menos ochenta o noventa hombres que andan
dando vuelta por las calles y que serán los futuros maridos de las pollitas a
quienes he instruido, están en deuda conmigo.
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INDICE
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SOBRE LOS AUTORES
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