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LA VIDA DE MARIA

Entre los Evangelistas, Lucas es quien más datos aporta sobre la Virgen. Nos la presenta
recibiendo la embajada del ángel Gabriel, pero no alude a su nacimiento, infancia y juventud.
Estas etapas fueron tratadas desde la Antigüedad en algunos libros apócrifos , tales como el
Protoevangelio de Santiago y el Evangelio del Pseudo-Mateo, pero especialmente el libro De
Nativitate Mariae (El nacimiento de María), que se considera de un autor medieval, que
sintetizó, pulió y retoco los datos de los apócrifos. Aunque dichas fuentes resultan a veces
contradictorias, no obstante, permiten ofrecer una síntesis de lo que la tradición refiere acerca
de la Virgen.

LOS PADRES DE MARÌA

Joaquín y Ana, los padres de María, eran descendientes de la nobleza más elevada de su
pueblo, la casa de David; Joaquín era de Nazaret, y Ana de Belén, pero, al casarse, se mudaron
a Sèforis, a una propiedad de Joaquín, que distaba unas cuatro horas de Nazaret.

Según una profecía del jefe los esenios, Ana estaba en la línea genealógica del Mesías y
ella rezaba y hablaba mucho de Dios con Joaquín y suspiraba por el cumplimiento dela profecía.

Los dos esposos llevaban una vida recatada y santa, siempre dispuestos a dar limosnas Commented [DeB1]:

y a socorrer a los necesitados; pero luego de veinte años de matrimonio, Ana seguía estéril.

Cuenta la tradición que un día Joaquín subió a Jerusalén junto con unos paisanos a
ofrecer un sacrificio, con motivo de la solemne fiesta de la Dedicación del Templo; pero cuando
se adelantó con su ofrenda, el sacerdote y escriba Rubén lo rechazó y ultrajó públicamente
reclamándole a grandes voces que hacia él, estéril, entre varones prolíficos; y además declaró
que ciertamente sus ofrendas no eran agradables a Dios, que lo había maldecido, como se
evidenciaba por el hecho de que no le había dado descendencia.

Joaquín, herido en lo más sensible de su alma, no quiso regresar a casa, y se fue por los
montes con sus rebaños y sus pastores; y allá se estuvo vagando varios meses, suplicando día y
noche la misericordia de Dios.

Ana, por su parte, además de estéril, ahora se consideraba también viuda, e igualmente
rogaba a Dios continuamente que se apiadara de ella.

Como a los cinco meses, sucedió un prodigio doble Un ángel se le presentó y le dijo:
“Ana, Ana, el señor ha escuchado tus suplicas; concebirás y darás a luz, y de tu prole se hablara Commented [DeB2]:
en todo el mundo. Respondió Ana: “Vive el Señor, mi Dios, que si llego a tener algún fruto de
bendición, sea niño o niña, lo llevaré como ofrenda al señor y estará a su servicios todos los días
de su vida”. Por entonces, el Ángel se le había aparecido también a Joaquín y le había dicho
Joaquín, el Señor ha escuchado tu súplica, vete a tu casa, que Ana va a concebir en su seno” Commented [DeB3]:

Fue así como los dos esposos se reunieron, y Ana quedó embarazada. A su tiempo dio
a luz a una niña, a la que pusieron por nombre MIRYAM. En la versión de los Setenta (versión
en griego del Antiguo Testamento), este nombre es registrado como MARIAM, aunque la forma
que ha predominado entre el pueblo cristiano es MARÌA.

LA INFANCIA DE MARIA

El protoevangelio de Santiago afirma que cuando la niña María cumplió los tres años,
sus padres, con un grupo de amigos y familiares, subieron a Jerusalén para ofrecerla en el
templo. Cuando llegaron al lugar sagrado, la niña fue recibida por el sumo sacerdote, quien,
después de besarla y bendecirla, exclamó: “El Señor ha glorificado tu nombre por todas las
generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por El concedida a los
hijos de Israel.” Luego la hizo sentar sobre la tercera grada del altar y la niña, majestuosa y
decidida, danzó sobre la grada ante el asombro general. Esta versión encuentra sus variantes
en el Pseudo-iMateo, quien sostiene que la niña, tras ser depositada por sus padres ante el
templo del señor, subió sola las quince gradas sin solicitar la ayuda de los adultos, causando la
admiración de los presentes.

Según la tradición, así como Ana había hecho voto de ofrecer a su hija a Dios, la niña
María, por su parte, había hecho voto a Dios de permanecer siempre virgen y dedicada a su
servicio, y le pedía como la mayor dicha el poder servir algún día a la madre del Mesías, cuya
llegada todo estaban esperando, y ella anhelaba con ardiente deseo.

ELECCIÒN DEL ESPOSO

Cuando María cumplió lo doce años de edad (o catorce, de acuerdo con el Pseudo-
Mateo), los sacerdote decidieron que tenía que salir del templo, para no mancillar el santuario.
En eso se le apareció un ángel al sumo sacerdote y le ordeno que convocara a todos los varones
solteros de la casa y familia de David, que Dios, con una señal prodigiosa, indicaría de quien iba
hacer mujer María.

Se reunieron los pretendientes, el sacerdote le entregó a cada uno una vara y les ordenó
que escribieran sobre ellas su nombre, y que las tuvieran en la mano durante plegaria y el
sacrificio. Luego las recogió y las colocó sobre un altar al lado del Santísimo, y se puso a orar
pidiéndole a Dios la señal anunciada por el ángel.

Finalmente, devolvió a cada uno su vara; pero como no observó ninguna señal
particular, fueron despachados todos de vuelta a su casa.

Los sacerdotes, entonces estudiaron minuciosamente los registros genealógicos para


ver si había algún descendiente de David que se les hubiese escapado, y fue así como se dieron
cuenta de que entre los seis hijos de Jacob, de Belén, había uno de paradero desconocido: José,
el tercer hijo. Los sacerdotes, finalmente, averiguaron dónde se encontraba e hicieron una
nueva convocatoria, a la cual tuvo que asistir también José, aunque renuente.

Se repartió a cada uno una vara, que tuvieron en mano durante la oración y el sacrificio,
y acto seguido fueron colocados sobre el altar, hasta que concluyera la ceremonia.

Luego el sacerdote las devolvió a cada uno, pero cuando le dio a José su vara, que era la última,
en su punta broto una flor blanca como un lirio. Además salió paloma que luego de aletear un
rato sobre José, emprendió vuelo hacia el Cielo. Estas eran las señales esperadas y la razón de
por qué a San José se lo representa con una vara florida, como canta la cuarteta:

¿Quién fuera dichoso

Como San Josè

Que una vara seca

La hizo florecer!
De allí también que a alguna orquídea americanas (Epidendrum elongatum; E,ibaguense) se les Commented [DeB4]: alguna
designe popularmente como “varita de San Josè”, por la forma de sus inflorescencias, que
Commented [DeB5]: alguna
constan de un largo pedúnculo que sostiene las flores en la punta.
Commented [DeB6]:
Tanto en el Protoevangelio como en el Pseudo-Mateo se dice que para el momento de los
sucesos arriba narrados, Josè era anciano y viudo, de modo que, a pesar del prodigio de la vara
florida, se excusó ante el sacerdote diciendo: “Tengo hijos y soy viejo; no quisiera ser objeto de
risa entre los hijos de Israel”. Sin embargo, ante la insitencia del sacerdote, quien lo amenazò
con el castido que había recibido, durante el éxodo, Datan, Abiron y Core, por no respetar una
orden de Dios, se hizo cargo de Marìa y la llevò consigo como prometida, para dejarla en caa de
Ana. Luego se mudò a otra casa, cerca de la entrada de Nazaret. Commented [DeB7]:

Joaquin para entonce ya había muerto, y Ana etaba cada en egunda nupcias con Cleofàs, de Commented [DeB8]:
quien había tenido otra hija, Marìa Cleofàs. Commented [DeB9]:
Commented [DeB10]:

LA HORA DE LA PRUEBA
Según la tradición, María fue a visitar a su prima Isabel junto con José. Sin embargo en el
Pseudo-Mateo nada se dice de la vita de la Virgen a Santa Isabel y mas bien se afirma que en
todo ese tiempo ella se quedó en la casa realizando la labores asignada y entregada al rezo,
junto con sus cinco compañeras.
Mientras tanto, José, solventados sus compromisos de trabajo, regresó a Nazaret; pero al darse
cuenta de que María estaba embarazada, se echó sobre un saco llorando y suplicando : < Señor
y Dios mío, recibe mi alma, pues ya es mejor morir que seguir viviendo>, y decidió huir en
secreto, porque no sabía como presentarse ante los sacerdotes y justificar lo que había sucedido
con María.
Relata el Pseudo-Mateo que las cinco doncellas, sus compañera, salieron en defensa de la
integridad y virginidad de María, pero José no quiso saber de razones. Estaba ya decidido a
levantarse de noche y huir a algún lugar desconocido, cuando se le apareció un Ángel y le dijo :
<José, hijo de David, no tengas reparo de admitir a María como esposa tuya, pues lo que lleva
en su entrañas es fruto del Espiritu Santo, Dara a luz un hijo, que se llamara Jesus (salvador),
porque salvara a su pueblo de sus pecado>.

EL NACIMIENTO DE JESúS
AL poco tiempo, un edicto de Cesar Augusto ordenaba que todo el tiempo cada uno
empadronase a su propia patria. José, pues, tuvo que ir a Belén, donde había nacido, y llevó
consigo a María, que era también descendiente de David.
Por más que José buscó y suplicó entre viejos conocidos y parientes, nadie le dio hospedaje, y
desconsolado tuvo que llevar a María a una gruta de la afueras, donde él a veces e había
refugiado ante la persecución de sus hermanos.
Allí acomodó a María lo mejor que pudo, y a los pocos días instalados nació el Niño, mientras
José había ido al pueblo a buscar una comadrona, según los apócrifos, María coloco a su hijo en
un pesebre , especie de batea tallada también en la piedra, donde se ponía el pienso para lo
animales. Lo Apócrifos añaden que cuando Jesús nació, en la cueva había un buey y un ano (de
José) :<..y el buey y el ano lo adoran. Entonces se cumplió lo que había anunciado el profeta
Isaías : el Buey conocido a su dueño y el asno el pesebre de su señor>.
La tradición popular cristiana rememora el nacimiento de Jesús como un momento de Gloria
para toda la naturaleza: los gallos y lo pájaro cantaron, lo animales saltaron de alegría, las flores
levantaron sus coralas, la planta y los arboles tomaron nuevo vigor y verdor y esparcieron sus
fragancia y perfumes, brotaron nueva fuentes, incluso una muy abundante cerca de la gruta. Ea
noche fue motivo de un insólito gozo, hasta lo lugares mas lejanos, y los corazones de muchos
hombres de buena voluntad se reanimaron por un ansia llena de gozo

La visita de los pastores y otros sucesos


Mientras Jesús nacía en la gruta de Belén, unos pastores estaban en la región circunvecina
cuidando sus rebaños, y se quedaron asombrados ante el aspecto de aquella noche maravillosa.
De pronto notaron un extraño brillo obre una gruta en dirección a Belén, donde ellos solían
reunirse cunando iban al mercado con sus rebaños.
En eso e les aparecieron unos ángeles resplandecientes, anunciándoles que en esa gruta había
nacido el salvador, que es el mesías, el Señor. Inmediatamente a esto se le unió un coro de otros
ángeles que cantaban:” ¡Gloria a Dios en la alturas y paz a los hombres de buena voluntad!”.
Esta aparición motivó a los pastores a ir a la gruta y, como lo refieren los Evangelios: Encontraron
a María, José y al niño acostado en un pesebre, y viéndoles contaron lo que se les había dicho
acerca del niño. Y cuantos los oían se maravillaban de lo que loes decían los pastores. María
guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y
alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, según se les había dicho (Lucas 2,16-20).
La noticia e propagó, y llegó mucha gente desde Belén y los alrededores para ver a ese Niño,
gente curiosa, ociosos y emisarios de las autoridades, por lo cual José debió tomar precauciones
y acomodó otras cuevas de la zona, para que María con el niño se refugiaran en ellas.
Pasados los ocho días del nacimiento, en correspondencia con la ley mosaica, era necesario
circular al Niño para incorporarlo al pueblo de Dios y hacerlo participar de las promesas
mesiánicas. En este acto se le puso nombre Ieshúa, Jesús como había icho el ángel.

.La adoración de los Magos

Entre los acontecimientos maravillosos que sucedieron con motivo del nacimiento de Jesús,
tal vez el más extraordinario fue que tres Reyes Magos, es decir, astrónomos y astrólogos de
Oriente, que cada noche observaban los astros, se dieron cuenta de que se había cumplido la
profecía que balaam , unos 1500 años atrás, había anunciado, es decir, que “naciera un astro
de Jacob y un cetro de Israel”, que dominaría todos los pueblos (Nùmeros 4,17).
Cuenta la tradición que su viaje fue guiado por una estrella, que los llevó hacía el río Jordán. Al
llegar a tierra de palestina, preguntaron a los lugareños dónde había nacido el Rey de los Judíos.
Nadie supo darles razón y más bien se mofaron de ellos y de su credulidad. Desanimados, se
dirigieron entonces hacia Jerusalén pero, para colmo de sus males, desapareció la estrella que
los guiaba. Dice el reporte evangélico: Nacido, pues, Jesús en Belén de Judea, en los días del rey
Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos Magos, diciendo: “¿Dónde está el rey de los
judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto una estrella en el Oriente y venimos a adorarle”
(Mateo 2, 1,2). Era la época de la fiesta de la Dedicación del templo, y Herodes se encontraba
en la ciudad. Cuando supo de la llagada de esos personajes con la comitiva, llamó en secreto a
los Reyes y les preguntó la razón de su venida. Herodes, hijo de un idumeo y una nabatea, fue
nombrado rey de Judea por el Senado romano, con la misión de recuperar Judea del dominio de
Antìgono. Después de tres años de lucha conquistó Jerusalén y decapitó a Antìgono. Hombre
cruel y sin escrúpulos, Herodes no había vacilado en asesinar a su esposa y tres hijos, apenas
sospechó que estaban conspirando contra él.
Por tal motivo, cuando escuchó el relato de los recién llegados, llamó con urgencia a los doctores
de la ley para averiguar sobre el nacimiento de este el Rey. Se le informó que, según la profecía
de miqueas, el Mesías debería nacer en Belén, de la estirpe de David; pero que era una pestaña
lo que decía la gente supersticiosa e ignorante acerca de un extraño nacimiento que se había
producido en esa población, y le sugirieron que no tuviera cuidado por lo que decían naciese,
ellos como buenos conocedores de las Escrituras, serían los primeros en saberlo y lo podrían al
tanto del hecho.
Herodes, entonces, despacho secretamente a los Reyes Magos hacia Belén, y les pidió que, si
encontraban a ese Rey que decían, volvieran a informárselo, para también adorarlo.
e
Lo demás es conocido: al salir de ellos de Jerusalén, volvió a aparecer la estrella guía, llegaron
los tres Reyes a la gruta de Belén, y con alegría ofrecieron al niño oro, incienso y mirra, y otros
muchos dones para él y sus padres. Sin embargo, cuando se disponían a regresar a Jerusalén
para informar a Herodes acerca de su experiencia, un ángel les ordeno que salieran de inmediato
en dirección del mar Muerto, porque Herodes ya había planeado ponerlo presos y acusarlos de
el orden público.
Enseguida los Reyes Magos empacaron sus equipajes y emprendieron el regreso a sus tierras
por otro camino.
No les faltaban razones para su recelo. En efectos, Herodes, al verse burlado por los Magos,
envió piquetes soldados por todos los caminos que salen de Belén, Hebrón y los alrededores,
para hacerse con ese extraño Niño, cuyo nacimiento había causado tanto revuelo.
La fiesta de la Epifanía o de los Reyes Magos fue la primera celebración navideña cristiana, y
además causa de un cisma entre la iglesia de Oriente y Occidente por la fijación de su fecha.

LA PURIFICACIÒN DE MARÌA
En acatamiento de lo que ordenaba la Ley, a los cuarenta días de nacido el niño se produjo la
“Purificación “ritual de María (fiesta que en el calendario litúrgico corresponde a la Virgen de la
Candelaria, el 2 de febrero) y también la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén, donde
sus padres, por ser personas pobres, ofrecieron por su rescate un par de tórtolas.
Entonces fue cuando se hizo presente el más que centenario sacerdote Simeón, a quien Dios
había prometido que no se moriría sin antes ver al Mesías; y tomando al niño en los brazos,
bendijo a Dios exclamando: “Ahora, Señor, déjame ir en paz, porque mis ojos han visto a tu
Salvador…” Añadiendo luego, a María: Este Niño está puesto para caída y para levantamiento
de muchos en Israel, y he aquí, que una espada traspasará tu alma, para que sean manifestados
los pensamientos de muchos corazones. (Lucas 2,34-35)
Llegó también la profetisa Ana, quien, al terminar Simeón, a su vez habló largo rato del niño
Jesús, y llamó bienaventurada a su madre.
Por su parte, José, apenas terminada la ceremonia, cargo a María y al Niño sobre su burro y por
trochas poco frecuéntales se dirigió a Nazaret.

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