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Una situación.
Antes que ninguna otra cosa vamos a situarnos con un
poco de imaginación:
Supongamos que una persona se ha determinado a servir al
Señor con todo el fervor de su alma. Quiere agradarle en todo:
en lo grande y en lo pequeño. Darle gusto en todo... Todo esto es
obra de la gracia y quizá después de años de servicio...
Su determinación es firme...
Pero...¿y cómo sabré yo en cada momento lo que al Señor le
agrada? Y esto en las cosas grandes e importantes, como la
elección de estado y en las cosas pequeñas, tantas como hay en la
vida...
1
2 - Consolaciones y desolaciones
2
3 - Otra persona
4 - A la hora de la muerte
3
momento. No es difícil hacerlo... Ya nada importa. Ya pasó todo.
Es la hora de la verdad...
“¿Qué me hubiese gustado haber hecho en ese momento?”
Es una visión rápida. No es difícil...Lo vemos muchas veces
tan claro...
Estoy dudando de si darle “esto” a un compañero o no...
¿Qué le agradará al Señor...?” Por una parte me parece más
generoso y evangélico el dárselo, por otra parte me quedo sin ello
y me viene bien, incluso lo necesito...
¿a la hora de la muerte...?”
Veo muy claro que en ese momento me agradaría más
habérselo dado...
Pues obra en consecuencia...
6 - Un buen consejero
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Puede también arrojar mucha luz y completar los puntos
anteriores...
Ese consejero tiene que cumplir estas dos condiciones:
Tiene que conocerme.
Tiene que entender de aquello sobre lo cual le consulto.
Condiciones que son de sentido común, pero que es muy
necesario las tenga, pues de lo contrario valdrá poco su consejo,
si no es que incluso me hará daño...
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El niño ha visto un precioso coche de bomberos con sus
escaleras y todo...le ha encantado...
Pero en el escaparate ha visto también un precioso tambor...
Las dos cosas son preciosas. Ya está la solución: pediremos a
los reyes el camión y el tambor...
Pero su padre interviene:
- No, hijo, las dos cosas no. Elige una...
- Es que me gusta mucho el camión...
- Pues el camión, dice su padre...
- Pero es que me gusta mucho el tambor...
- Pues el tambor...
- Las dos cosas, papá...
- No, una, elige...
Cuando ya el niño ve que no tiene más remedio que elegir una,
al fin lo decide:
- Pues el camión...
¿Qué acaba de hacer el niño en este momento?
Sacrificar en lo más profundo de su corazón el tambor...
Elegir, igual a sacrificar aquello que no se elige...
Si se tratase de elegir entre una cosa buena y una mala, la
elección no ofrecería dificultad...pero se trata de elegir entre
dos cosas buenas...
En referencia a la elección de estado a veces la elección es
angustiosa. El Matrimonio es una de las cosas más bellas que hay
en el mundo. Un esposo, unos hijos, un hogar...Qué maravilla...!!!
Pero el dejarlo todo y de por vida, para dedicarse al Señor
y su reino en el mundo entero...qué maravilla !!!
Siempre recuerdo a este respecto a un Padre Espiritual de
colegio, que a los que andaban con el asunto de la vocación
sacerdotal o religiosa les insistía:
”sed bien conscientes de lo que dejáis y sacrificáis. Que son
cosas bien hermosas...”
No tenía miedo aquel Padre al decirles esto, el que
perdieran la vocación, porque estaba bien seguro de que sabrían
elegir, si es que la vocación era verdadera...
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El riesgo de equivocarme
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DISCERNIR LA VOCACIÓN
Si te piensas que a Él
le valen las excusas...
LO LLEVAS CLARO !!