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Lucas 1,26-38
1. Hagamos ante todo la petición EE. 104. Se va a mantener esta petición en todos
los “ejercicios” de la Segunda Semana: EE. 105.
2. La sencillez de Dios. No hay testigos. Nazaret no había aparecido en la Biblia.
Era un pueblito arrinconado. Existían, ciertamente, otros sitios mucho más
importantes.
3. En Nazaret “vivía una joven llamada María: era virgen, pero estaba
comprometida para casarse con un hombre llamado José: Lucas 1,26-27. En
Israel, la gente se casaba joven: la mujer, entre los 15 y 17 años. Normalmente
pasaba 1 año entre la promesa de matrimonio y su consumación. María ya una
mujer madura, capaz de amar. Vio en José al hombre con el que podía compartir
sus valores y fuerza espiritual.
4. “El ángel entró en el lugar donde ella estaba, y le dijo: te felicito, favorecida de
Dios! El Señor está contigo… María, no tengas miedo”: Lucas 1,28. Se trata de
una acción interior de Dios. Las palabras del ángel recuerdan la cercanía de Dios
a los profetas en bien del pueblo. La vocación es bella, pero también da temor.
María estaba prometida a José: ambiente social estrecho, propio de los
constructores, de los obreros en Israel. Eran celosos de la ley. María es bien
humana.
5. “Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo y le pondrás por nombre Jesús.
Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios Altísimo, y Dios el Señor lo
hará Rey, como su antepasado David… María preguntó al ángel: ¿cómo podrá
suceder esto, si no vivo con ningún hombre? El ángel le contestó: el Espíritu
Santo vendrá sobre ti… Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e
Hijo de Dios”: Lucas 1,31-35.
6. “Yo soy la esclava del Señor: que Dios haga conmigo como me has dicho”:
Lucas 1,38. Respuesta llena de confianza, libre:
“Con razón, pues, piensan los Santos Padre que María no fue un instrumento
puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los
hombres con fe y obediencia libres”: LG cap. 8,56