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TERCER DOMINGO DE CUARESMA (Ciclo A)

Saludo
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
se nos ha dado.
Que ese amor de Dios esté siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante

Agua Viva
La liturgia de hoy nos recuerda con fuerza nuestro bautismo. Fue el agua la que
comenzó a saciar nuestra sed de todo lo bueno y lo que vale la pena, y sobre todo de
Dios mismo. Es el agua que nunca se seca; porque el bautismo no es sólo un mero
rito, sino vida, una nueva manera de vivir, eterna adhesión a la persona de Cristo y
unión y comunión con la comunidad de la Iglesia. Es la vida de Cristo la que sigue
creciendo en nosotros. Jesús mismo alimenta esta vida aquí en la Eucaristía.
Pidámosle que siga dándonos esta agua viva y que nos estimule a compartirla con
otros.

Acto Penitencial

 Señor Jesús, manantial de agua viva, danos siempre esa agua que purifica
nuestro corazón.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 Cristo Jesús, manantial de agua viva, danos el agua que hace crecer nuestra fe.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 Señor Jesús, manantial de agua viva, otórganos el agua que sacia nuestra sed
de plenitud de tu vida y de tu amor.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Oración Colecta
Padre de vida y dador de todo lo bueno:
Queremos beber tu vida al máximo.
Que Jesús, tu Palabra Viviente,
nos hable de corazón a corazón.
Danos una sed insaciable
de las cosas realmente importantes:
la fe y el sentido de nuestras vidas,
la esperanza en un mundo mejor
lleno de tu justicia y tu paz,
un espíritu de amor comprometido
que sabe cómo compartirse a sí mismo.
Otórganos generosamente todo esto
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las Ofrendas


Señor Dios nuestro:
En estos signos de pan y vino
Jesús tu Hijo se va a hacer presente en medio de nosotros.
Qué el sacie nuestra hambre y apague nuestra sed
de una fe y una esperanza más profundas.
Que ojalá nosotros, a nuestra vez,
como comunidad cristiana viva,
lleguemos a ser arroyo de agua viva
para todos y cada uno de nuestros hermanos,
y así podamos saciar su sed de verdad
de libertad, de justicia y de alegría eterna,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión


Señor, Dios de vida:
Cuando la mujer samaritana
comprendió quién era Jesús,
creyó en él y su vida se transformó.
Tu Hijo nos ha hablado hoy aquí
y ha reavivado nuestra fortaleza.
Danos a nosotros también la gracia de comprender
quién nos está hablando
en los hermanos que claman pidiendo ayuda.
Que reconozcamos a tu Hijo en ellos
y caminemos a su lado
en el camino hacia ti, Padre nuestro
por los siglos de los siglos.
MONICIONES
Monición de entrada

Hermanos y hermanas: En este tercer domingo de Cuaresma las lecturas nos invitan
a fijar nuestros ojos y nuestra vida en Dios, quien es la fuente de la vida. En este
mundo tan materializado, hemos perdido el conocimiento auténtico de Dios. Hoy
nosotros, como el pueblo de Israel, seguimos sedientos de Dios. Busquemos la Roca
que nos salva, entrando en su presencia, para fortalecernos cada vez más en la gracia
recibida en nuestro bautismo. De pie por favor, para iniciar ésta celebración.

Primera lectura

Dios nunca nos abandona ante nuestras necesidades. En esta lectura vemos que el
pueblo de Israel es probado en el desierto. Ante sus quejas, Dios se hace presente,
como salvador de ellos, haciendo brotar agua de la roca, por medio de Moisés.
Prestemos atención.

Segunda lectura

San Pablo nos aclara magistralmente lo que es la salvación en Cristo. Al


incorporarnos a Cristo, vemos que efectivamente podemos superar el pecado. Dios
ha dejado constancia de su amor por nosotros, entregando su Hijo único, ya que por
Cristo hemos sido llamados a este plan divino de salvación. Escuchemos.

Evangelio

Este Evangelio es de una riqueza incalculable; puede alimentar nuestra oración por
muchos días. Dios se hace el encontradizo, en el momento y hora menos esperado.
Jesús es quien inicia el diálogo con la Samaritana. El parte de lo sencillo y cotidiano:
“Dame de deber”. Luego hace ver cuánto vale la samaritana, mujer despreciada por
sus pecados y por ser de Samaría. De aquel encuentro, la mujer pecadora y
despreciada sale como discípula de Jesús. La pregunta para nosotros hoy es: ¿quieres
dejar hoy tu cántaro junto a Jesús e ir a proclamar que Él es el Mesías y Salvador?
Escuchemos.
EXHORTACIÓN FINAL
Domingo 3ro T.O. – Ciclo A

¿Cómo podríamos silenciar nuestro canto de alabanza,


Señor, Dios de misericordia, cuando oímos de labios de
Jesús la revelación sublime de tu nombre, que es don,
amor y vida?

Cristo nos da el agua viva que calma nuestra sed para


siempre y se convierte dentro de nosotros en surtidor de
vida eterna. ¡Gracias, Padre, porque el río de tu amor no
conoce el nivel bajo!

Pero nuestra sed es infinita. Una sed de vida en


plenitud, de felicidad profunda que no defraude, de
liberación total, de pan y cariño, de verdad y dignidad,
de amor y esperanza, de fraternidad y justicia, de
solidaridad y derechos humanos.
¿Dónde sino en ti, Señor, encontraremos agua para
tanta sed?

Amén.

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