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Aunque las plantaciones forestales cubren menos del 3% del territorio nacional y
representan poco más del 13% del patrimonio de bosques del país, abastecen el
97% la industria forestal, con lo que han contribuido indirectamente a proteger el
bosque nativo de la corta excesiva, ya que abastecen prácticamente toda la
demanda de la población. Esta industria es uno de los mejores ejemplos de
desarrollo sustentable, dado su carácter renovable y la optimización del uso de la
tierra que representan en relación a cultivos anuales.
En el país, la ley obliga a reforestar todo lo que se corta en el plazo de dos años.
La tasa de plantación de los últimos años supera ampliamente a la de cosecha, de
modo que por cada árbol cortado, se plantan alrededor de dos. En los últimos 35
años se ha verificado una extensión sostenida del patrimonio de bosques
realizados por el hombre; si a mediados de los setenta había 300 mil hectáreas de
cultivos forestales, ahora esta cifra se ha multiplicado por siete.
Por otro lado, los cultivos se han establecido en un 90% sobre suelos erosionados,
sin cobertura vegetal, arenosos o agotados por las prácticas agrícolas y
ganaderas, recuperándolos definitivamente para la vida y la producción de bienes
para el hombre. El Pino radiata no produce efectos dañinos sobre el suelo y son
excelentes interceptores de las aguas lluvias, debido a su follaje permanente y a
su gran superficie foliar, siendo muy eficientes para impedir el arrastre de
sedimentos hacia los cursos de agua, lo que es originado por la erosión.
Las dos especies más importantes en las plantaciones forestales chilenas son
el Pino radiata y el Eucaliptus Globulus
Industria forestal