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CATÓN

Marco Parcia Catón (234-149 a.Ci), «el Censor», desplegó


una densa actividad militar, pública y política, llegando a
cónsul en el 195 y a censor en el 184, cargos en los que sobre-
salió por su defensa de una moral estricta basada en la auste-
ridad y en las costumbres tradicionales romanas, rechazando
los intentos de helenización de la cultura romana llevados a
cabo por el círculo de los Escipiones.
A Catón debemos las primeras manifestaciones de la prosa
literaria latina, en el siglo II a. C. Escribió obras de muy distin-
ta naturaleza, entre las que hay que destacar Los orígenes,
obra fundadora de la historiografía en lengua latina y de la
que sólo se conservan algunos fragmentos, al igual que de sus
Discursos, de los que en tiempos de Cicerón eran conocidos
más de 150, algunos de los cuales fueron incluidos, al parecer,
en Los orígenes. Se conserva, en cambio, buena parte de un
tratado técnico de agricultura escrito hacia el 154, y de gran
importancia por tratarse de la primera obra en prosa conser-
vada en latín de cierta extensión. Su estilo, tildado frecuente-
mente de árido y primitivo, aunque elpropio Cicerón estima-
ba su talla como orador, es un extraordinario exponente de las
posibilidades que ofrecía laprosa arcaica, destinada a unos fi-
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nes utilitarios antes que estéticos, con una gran abundancia esclavitud bajo nuestra única autoridad en caso de que no
de recursos expresivos que, en el caso de la oratoria, contri- hubiera ningún dirigente al que respetásemos e hiciésemos
buían a reforzar una puesta en escena (actio) más vehemente todo lo que nos apeteciera. Creo que se han situado en esta
mediante el gesto o la entonación. Se inspira en su célebre má- posición por mor de su libertad. Sin embargo, los rodios
xima «Aténte al tema: laspalabras vendrán por sí solas» (rem nunca han apoyado oficialmente a Perseo. Pensad en qué
tene: uerba sequentur). Existe una colección de «Sentencias medida nosotros, entre nosotros mismos, actuamos más
de Catón» (Dicta Catonis), datadas en el siglo III d.C. y de precavidamente en privado. En efecto, cada uno de noso-
gran difusión en la Edad Media. tros, en caso de sospechar que alguien ha perpetrado cual-
quier acción en contra de su propiedad, se esfuerza con todo
su empeño para que no se haga nada en contra de ella; los ro-
dios, por su parte, esto lo han padecido.

29. Del discurso en favor de los rodios Los orígenes, V, 3a-b, frag. 163-164 (Malcovati)
(A.M.H.)
Sé que a menudo el espíritu de muchos hombres se enardece
en medio de circunstancias propicias, beneficiosas y felices,
y que su orgullo y su insolencia crecen y se multiplican. Lo
que ahora me provoca una gran inquietud es el hecho de 30. Alabanza de la agricultura frente al comercio
que, en vista de que este asunto ha transcurrido tan prove-
chosamente, en la deliberación no suceda nada desfavorable Alguna vez es mejor buscar el beneficio en el comercio, si no
que desbarate nuestra prosperidad, o bien que esta euforia comportase tanto riesgo, e igualmente dedicarse al présta-
no sobrevenga con excesiva intemperancia. Las circunstan- mo, si es que fuera tan honorable. Nuestros antepasados así
cias adversas a menudo aleccionan y enseñan qué hay que lo consideraron y así lo dispusieron en sus leyes: que el la-
hacer; las propicias, a causa de la euforia, suelen inducir a drón sea condenado a pagar el doble y el usurero el cuádru-
desviarse de una deliberación y un juicio cabal. Por ello, tan- ple; a partir de ello se puede apreciar hasta qué punto consi-
to más encarecidamente digo y recomiendo que semejante deraron más dañino al ciudadano dedicado a la usura que al
asunto se aplace algunos días, hasta que recobremos nuestro ladrón. Pero cuando elogiaban al hombre de bien, lo elogia-
propio control después de tan gran regocijo. ban en estos términos: «buen agricultor» y «buen labrador»;
y yo, por mi parte, creo que los rodios no querían que no- se consideraba que quien era así ensalzado recibía el mayor
sotros combatiéramos de la forma en que lo hicimos, ni que elogio. Al comerciante, por su parte, lo tengo por decidido y
el rey Perseo fuera derrotado. Pero no sólo no lo quisieron esforzado en la búsqueda del beneficio, pero está, como he
los rodios, sino que creo que tampoco lo querían muchos dicho antes, expuesto a riesgos y a calamidades. Es de entre
pueblos y muchas naciones, y no sé si hubo una parte de los agricultores de donde surgen los hombres más vigorosos
ellos que no quiso que esto sucediera no a causa de nuestra y los soldados más valerosos, y se alcanza la ganancia más le-
afrenta, sino por temor, en efecto, a quedar sometidos a la gítima y más segura y la que menos celos suscita, y los que en
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menor medida urden el mal son los que están dedicados a Cuánto debe acompañar al alimento de los esclavos
este menester.
El acompañamiento de la comida de los esclavos. Almacéne-
De los trabajos del campo, Prefacio se la mayor cantidad posible de aceitunas caídas; a continua-
(A.M. H.) ción almacénense aceitunas en sazón, de donde pueda ex-
traerse una reducida cantidad de aceite; adminístrense, para
que perduren el mayor tiempo posible. Cuando se hayan to-
rnado las aceitunas, hay que darles garo y vinagre. Que se les
31. La alimentación y el vestido de los esclavos dé aceite, un sextario al mes a cada uno; de sal, es bastante
un modio por cabeza al año.
Cuánto alimento se debe dar a los esclavos

Ración de los esclavos: los que trabajan en el campo, que re- La indumentaria de los esclavos
ciban cuatro modios de trigo en invierno y cuatro modios y
medio en verano; el administrador, su mujer, el vigilante y el La indumentaria de los esclavos: que reciban una túnica de
pastor, tres modios; los esclavos encadenados, cuatro libras tres pies y medio de largo y una saya cada dos años. Cada vez
de pan en invierno, y cinco cuando empiezan a cultivar la que se le dé a uno una túnica o una saya, que se recoja en pri-
viña hasta que comienza a haber higos; después, que vuel- mer lugar la ropa vieja de donde hacer los zurcidos. Se les
van a las cuatro libras. debe dar unas galochas resistentes cada dos años.

De los trabajos del campo, 56-59


Cuánto vino se debe dar a los esclavos (A.M.H.)

Vino para los esclavos: una vez hecha la vendimia, que be-
ban aguapié durante tres meses; durante el cuarto mes reci-
birán una hemina por día, es decir, dos congios y medio al
mes; el quinto, el sexto, el séptimo y el octavo mes, un sexta-
rio por día, es decir, cinco congios mensuales; el noveno,
décimo y undécimo mes, tres heminas diarias, es decir, un
ánfora al mes. Además, en las fiestas saturnales y en las com-
pitales, cada hombre recibirá un congio. Ésta es la cantidad
de vino por cada hombre al año: [...] Los esclavos encadena-
dos, que reciban en proporción a lo que trabajen; no resulta
desmesurado que éstos beban diez cuadrantales al año.

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