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Las fuerzas de guerra en la construccién del Estado: América Latina, siglo XIX Juan Carlos Garavaglia, Juan Pro Ruiz y Eduardo Zimmermann ecitores S- Bain prohistoria *LAtin ediciones merica Rosario, 2012 160 Las fiergas de gue Memoria que dirige al Congreso del Ecuador en 1833 el General Jefe del Estado Mayor sobre tos negocios de Guerra y Marina, 1833, Quito, Imprenta del Gobiemo. ‘Memoria que presenta al Congreso extraordinario de la Repiblica del Ecuador convocado en 1836, el minisiro de Hacienda, Quito, Imprenta de gobieme por Juan Campuzano, Memoria que presenta el Ministeria de Hacienda del gobierno del Ecuador al Congreso de 1839, Quito, Imprenta del gobierno, ‘Memoria que el ministro de Guerra y Marina presenta a la legislatura de 1839, Quito, Imprenta del gobierno, Memoria que presenta el Ministro de Hacienda al Congreso del Ecuador de 1841 Quito, Imprenta del gobierno por J. Campuzano. Memoria que el ministro de Guerra y Marina de la repiblica del Ecuador presen. 10.4 la Lejislatura de 1841, Quito, Imprenta de Alvarado, Memoria de Guerra y Marina de 1846, Quito, Imprenta de Joaquin Tersn, Registro Auténtico Oficial Nacional de la Reptiblica de! Ecuador formado en vir- ‘ud del decreto lejislativo de 23 de marzo de 1839, Quito, Imprenta de Go: biemo por J. Campuzano. Ciudadanos en armas: el ejército y la creacién del Estado, Pert (1821-1861)' INataLin Somrevinia PEREA University of Kent tancia en el proceso de creacién del Estado, a través del andlisis de los ‘expedientes de quienes participaron en las guerras de independencia, El objeto es entender cémo operaba esta institucidn heredada del sistema colonial y que fue vital para el desarrollo del Estado republicano ya que una vez termina- das las guerras de independencia los veteranos de estas monopolizaron todos los cargos de poder y en especial el de Ia presidencia, Si bien las guerras eausaron la implosion del sistema colonial, algunos de sus fragmentos fueron la base de instituciones republicanas que se reconfiguraron; entre estas estuvieron las fuerzas armadas. Para entenderlas y asi comprender cl estada de inicios de la repiblica, las preguntas centrales de este estudio son, qué significaba ser parte de la institucién militar, como se relacionaban los individuos con ella y cual fue el impacto que ‘uvieron los conflictos tanto en su desarrollo institucional como en los individuos vinculados a las fuerzas armadas. El ejército decimonénico més que una institucién cohesionada, como es con: cebida hoy, era en ese periodo una corporacién cuyos miembros se reconocian unos a otros como pertenecientes a un mismo cuerpo, pero que en el contexto posterior ala independencia estaban preparados a disputarse al Fstado, entendido como la burocracia de control del poder y los recursos econémicas para susten- turlo. Siguiendo a Max Weber, esto significaba monopolizar la violencia y para hacerlo era necesatio manejar la institucién castrense.* Las disputas por ella se dieron entre facciones lideradas por jefes militares que formados durante las gue- ras de independencia se habian encontrado ocasionalmente en bandos distintos, La guerra externa por la definicién del territorio nacional, con Bolivia y Colom- bia en 1827 y 1828, protongé el conflicto dandole a las facciones Ia posibilidad de seguir disputindose el “derecho legitimo de usar la violencia”. Las guerras y E trabajo busea comprender a Is fuerzas armadas peruanas y su impor 1 Agraizeo los comentarios de los participants en el sinposio “Gurr, violencia y constucsién el Estado, América Latina, siglo XIX", levado cabo en el Cento Investigacion y Adiestramien to Palitico Administaivo, Costa Rica, en especial lo de Juan Pro, as como la tena lectura de Jian Luis Ona 2 Max Weber, Polk als Bera (Mdnchen 1918), consuitado en su vecsiin en inglés Poliries es a wearion pvw-nejasahimeriyukabukmavweberetarelpelitcs vocation nl 10 di ciembre 2011 162 Lar erga de gue enfrentamientos de diversa indole siguieron centrindose en la década del treinta alrededor de la posible unin con Bolivia en una Confederacién y no fue sino hasta mediados de siglo que el Estado logré controlar el ¢jército de manera mas exitosa (aunque no exhaustiva). Es por ello que el estudio del ejército y de sus pricticas burocréticas presenta una nueva perspectiva para comprender la incipiente organi- zaci6n estatal en los primeros afios de la repiiblica. ‘Ahora bien, siguiendo una vez mas a Weber, ya que el uso de la violencia dhe ser considerado legitimo, vemos cémo el discurso en torno a la participacién de los individuos en el ejército estuvn centenda alrededor dela idea de la eiudads- nia, Esto fue tanto por parte de quienes participaban en el ejéreito y en las milicias, asi como por los mismos organismos burocriticos que se refirieron a ellos como “ciudadanos en armas”, cuya misién era defender la nacién.? La relacién entre quienes formaban parte de esta institucién y el estado estaba centrada en una serie de deberes y de derechos y es por ello que para entender las fuerzas armada este trabajo se concentra en estudiar la relacidn entre Ia institucién y sus miembros Uno de os puntos principales era el de Ia recompensa por los servicios prestados Por un lado, el escalafén militar que premiaba eon asensos a quienes mejor desem- Pefaban sus funciones y por el otro, los sueldos y pensiones a quienes habian Participado en las fuerzas armadas. La relacién entre el ejército regular y las milie cias fue porosa y los individuos pudieron pasar de una a otra dependiendo de las circunstancias; las pensiones ligaron ademas a los familiares de los combatientes con las fuerzas armadas extendiendo la responsabilidad del estado. El presente trabajo se divide en tres partes, la primera revisa los debates his toriogrificos en tomo al ejército y el Estado en el Peri, pues desde los importantes trabajos de Jorge Busadre el siglo XIX peruano se ha entendido como virando en tre periodos regidos por lo que él denominé militarismo y civilismo. Este estudio busea entender este “primer militarismo” y para hacerlo se aleja del estudio sobre los caudillos y lideres militares analizando en la segunda parte los expedientes existentes en el Archivo Histérico Militar que fueron iniciados entre 1819 y 182: y que se ocupan en su mayoria de los mandos medios y bajos del ejéreito. A mane. 3) Se ata de un avance del libro gue preparo sobre el efreitoy las mili, en el mbito urban «ue se basa en esis doctoral e las investgacines postdoctraesfinancadas pore! Cente (on Onder, Conf and Volesce en ix Universidad de Yale (2005-2007), Preset fos primes vances en Abril dé 2006 como Keynote speaker en el Mellon Retcet elu Universidad de Yl Armed ctzen or Citizens in arms? Sting the Army and Notional Guord in nineteenth cont Peru, Ver ademis SOBREVILLA PEREA, Natalia “-Cidndanos Atmalos las Gurdias Navi. rales en i costraccion dela naci en el Pr de mediados del siglo diccinueve", en CHUST, “Manvel~ MARCHENA, lua (ds) Las arma la actin Independencia eta en Hi ancamérica, 1750-1830, Veuven Verag, Ieronmecicana, Mas y Franklut, 2008 y "Colores bythe Past: The Birth of the Armed Forces in Republican Per” en Evia mterdicplinaron de América Latina, Tel Avi, Jl 2011 Giudadanos en armata. 163 rade conclusién una tercera parte reflexiona sobre la relacién entre Ia institucién militar y la creacién del estado republicano. Debates historiogrificos La historia peruana ha estado marcada por su dificultad en crear una narrativa triunfante de la nacién, jugando el ejército un rol importante en este proceso debi- doa su participacién en los dos eventos mis traumaticos en el imaginario coleeti- vo nacional: las complejas guerras de la independencia y la derrota ante Chile en lu Guerra de! Pacifico. La Independencia peruana fue tarda (1821), 1o que expitca or qué el Perit no celebré en 2010 su bicentenario: queda, en efecto, alin toda tuna década para afrontar la ya vieja discusién historiografica de si los peruanos ‘conquistaron por si mismos la independencia o si esta fue impuesta desde fuera En cuanto a la Guerra del Pacifico, el Perit no fue solo derrotado sino tambiei ‘cupado y desmembrado: y es por ello que la larga sombra de este conflicto sigue predominando en la visién sobre el siglo XIX. Desde perspectivas muy distintas, los dos historiadores mas importantes de finales del siglo XIX e inicios del XX, ‘Manuel Gonzales Prada y José de la Riva Agiiero, dedicaron sus estudios a buscar los culpabies de esta derrota, con lo cual, a diferencia de las historiografias nacio- rales en otros paises, en el Perit no se desarrollé un mito triunfante de la nacio- nalidad y se record6, en cambio, a héroes trgicos y vencidos, asi como también oportunidades perdidas, El esfuerzo mas importante por comprender el proceso de creacién del estado peruano fue llevado a cabo en la primera parte del siglo veinte por Jonge Basadte.* Para él en el siglo XIX hubo solo dos tipos de regimenes, que denominé militaris- mo y civilismo, Segun el historiador tacnefio cada uno tuvo un primer y un segun= do momento. Fue asi como Basadre concibié que fa repiblica fue creada durante lo que él tlamé un “primer militarismo” entre 1821 y 1871, que fue seguido de un “primer civilismo” que dominé durante el gobierno de Manuel Pardo, elegido bajo los auspicios del Partido Civil y que fue reemplazado por un “segundo militaris- mo" durante la Guerra del Pacifico, cuando el pais fue ocupado por Chile. A fines Adel siglo XIX el Partido Civil, ya sin Manuel Pardo, retornd al poder dando de esta forma paso al siglo XX. A inicios de su carrera, Basadre dedies mayor atencién a lo que él mismo denomine la “iniciacién de la replica”, en la que el militarismo primd. No solamente fueron todos los presidentes del Perii en este periodo milita- 4 Los primeroseshozos de esta idea estin ya presentes cn su tes doctoral que se convrtié en su primer libro: BASADRE, Jorge Lo Iniciantn defo Replica, Imp. Reso, Lima, 1925 El era fue desarotada lo larg de scarey plasmado en su Histovi de la Repblce de mis de dice ‘olumenesy que se ha mantenido en prensa desde la década de 1940 hasta la acti. Para una iscusién sobre desarolo desu peasamiento, ver SOBREVILLA, Davidy RODRIGUEZ REA. Miguel Basadre exe deeronncido. niveridad Ricardo Palm, Lina, 200, pp 168-182 164 Las fuerges de guerra. res, sino que casi todos los cargos importantes, como los de ministros y prefectos, fueron ocupados por hombres de armas. Sin embargo, a pesar de la importancia de lo militar, Basadre considers vital el apoyo de los civiles, a quienes describis ‘como “los hombres de traje” negro detras de los militares y que se vieron obliga- dos a convertirse en fo que el historiador defini como validos o censores de los presidentes de turno.* Basadre, siendo tacneiio y habiendo crecido en territorio ocupado, vivié en ‘came propia las consecuencias de la Guerra del Pacifico, legando incluso a traba- {arson la década del veinte, con ef equipo yue bused Ilevar a cabo el referendum ‘con Chile para delimitar la frontera. Formé parte de la llamada “generacién del centenatio", y publico sus primeros trabajos a fines del gobierno de Augusto B. Leguia, un dictador civil que se perpetué en el poder por més de una década (1919. 1930). Su vision del siglo XIX estuvo sin duda influenciada por la dictadura de Le guia, asi como por el resurgimiento del militarismo a lo largo del siglo XX, cuando escribié sus trabajos mas importantes. No quiso Basadre, empero, responsabilizar Jos militares de los problemas de construccién del estado peruano, sentenciando desde su primer trabajo que: “Hay sin embargo, una leyenda negra sobre la época republicana, ‘aumentada acaso por la propaganda de Gonzéles Prada como re- acci6n contra los hombres y contra los métodos que permitieron cl Desastre del "79. Segin esta leyenda, la Repiblica fue una ‘cueva de bandoleros. No sentenciemos tan ficilmente a desérde- nes y errores que no dejaron de estar acompatiados de esfuerzos 'meritorios y sinceros."* Si bien Basadre se interes6 por Ia influencia militar en la historia peruana y en particular en sus vinculos con el proceso dela ereacién del estado, no dedied mi cho esfuerzo a estudiar a los militares © a intentar comprender cémo y hasta qué punto se traté de una institueién, o ual fue su Logica interna, Enel siglo XX, este tipo de anilsis lo encabez6 Victor Villanueva, quien escribié en los afos 1970 varios estudios de corte sociolbgico con el fin de eomprender al ejéreito como una corganizacién que evolucion6 desde un grupo desarticulado alrededor de caudilos ¥y montoneras hasta una corporacién que instaur6 el gobiemo reformista de Juan Velasco Alvarado (1968-1976), Su interés, sin embargo, estuvo mucho mis cen- trado en e siglo XX y, en particular, en las confitivas relaciones ente las fuerzas armadias y el Partido Aprista Peruano.” 'BASADRE, Je “Los homies de trae negto” Letras, Lima, 1928 pp, 29-59, BASADRE, lm La Inicio cela Replica, Ip. Rosy, Lis, 1929. XV VILLANUEVA, Victor Ejretopernano: del cule andeguico of miltrisme reformist, Me iis Baca, Lima, 1973. rewo des trabajos se enfocan en la elcion ene et Abra el seco Cindadarar en armas. 16S Los historiadores marxistas, por su parte, no se interesaron mayormente en el ejereito y responsabilizaron a la burguesia de no haber creado un estado eon bases sblidas en el Peri.* En su capitulo en la influyente Cambridge History of Latin America, Heraclio Bonilla concluyé que en ef momento de la independencia no habia en el Peri una clase dirigente con la autoridad y legitimidad necesarias para cjercer el dominio sobre el estado incipiente y que fue este vacio politico el que Hlev6 a los militares a asumir el control.” La falta de interés por estudiar el ejéreito se vio también en autores que desde el marxismo proponian la idea de la “Utopia Anditta”, como Alberto Flores Galindo, Magdalena Chocano y Manuel Burga, caron dar el “poder de la palabra a quiencs habian estado condenados ".!° Mas allé de los trabajos de Villanueva y las historias institucionales, no hubo en todo el periodo del gobierno militar un esfuerzo real por entender la institucién castrense y su posicidn en la sociedad peruana desde la historia; esto a Pesar de que fue justamente el gobierno militar de Velasco Alvarado el que incur sioné en el campo historiogrifico con la publicacién de la Coleccién Documental de la Independencia del Peri, que con sus mas de ochenta voliimenes sigue siendo un texto de consulta obligada para quienes se ocupan del period de la indepen- dencia. Aunque se trata de una coleccién de fuentes primarias, algunas puestas al alcance de los lectores por primera vez, la seleccién de los textos pusieron en evidencia las intenciones del régimen de presentar a las instituciones castrenses, en especial al ejército y a la marina, como las creadoras de la nacionalidad. Con el retomo a la democracia en 1980 y el crecimiento exponencial de la historia profesional en el Peri, ef nimero de trabajos se multiplicé pero ninguno estuvo particularmente interesado en el estudio de las fuerzas armadas, Fueron privilegiados, en cambio, el estudio de las regiones, el de los actores subalternos, asi como la busqueda por comprender los motivos por los cuales al Perii se le hhabia hecho tan dificil establecer un proyecto nacional exitoso. Las respuestas nas dada de 19309 1040, 8 BONILLA, Heraclio Guano» Burgveso, IEP, Lim 1974: Un sig a la deriva ensayos sobre ef Peru, Bolivia yl guerra, IEP, Lina, 1980 9 BONILLA. Heraclio "Peru ad Bolivia tim Independence othe Wer ofthe Pacific" en Leslie Bethel (ed), The Comvidge History of Latin america (CHLA), vol I, Cambridge University ess, Cambridge, 1988. 257 Los textos mis famosos son: GALINDO, Alberto Flores useunde un Inca Idemidad ¥ wopia tla Andes, Casa dels Américas, Habana, 1986 y BURGA, Manel Nocimieno de uno utopia. Muerie y resurecciin de ls ines, YEP, Lima, 1988, Para una contexulizacion dela Utopia Andina ver DRINOT, Paulo “Historiography, Historiographic Identity and Historical Conscious ress, en Fotos Interdicplinaris de Arico Letina vel Caribe (BIAL) vol. 15. ni. 1-200, 6588 11 Eso e algo que se ve en el resto de fa region y en easos come el de Chile donde hay wna large tradicién historiogrfica, encabezada por Maro Gongora, ie resata lo militar como un aspecto lave de a consruccién del estado en Chile. Agraderco a an Lae Ose por oe 166 Las ji ensayadas vinieron desde perspectivas distinta y, a pesar de no abordar de manera explicita el tema del ejército, si tuvieron en los caudillos a figuras eon quienes les fue necesario debatir. En La wopia republicana, por ejemplo, Carmen Mc Evoy refutaba a Bonilla y sostenia que el Partido Civil propuso un “proyecto nacional” en oposicién al autoritarismo patrimonial del caudillismo de la eta del guano, para Me Evoy el civilismo fallé no por la falta de un proyecto, sino porque lleg6 al poder cuando los recursos se habian extinguid.”* Estudiando @ un grupo muy diferente en un area distinta y con un marco conceptual totalmente disimil, Floren- cia Mallon llegé a conelusiones que también ponian en tela de juicio las ideas de Bonilla. En base a sus estudios de comunidades indigenas en los Andes centrales durante la Guerta de! Pacifico, Mallon conciuyé que los comuneros desarrollaron su propio “proyecto nacional popular”, que luego fue destruido por otras fuerzas mas autoritaias.”” Tal como el rol de ta “burguesia” fue visto desde extremos ‘opuestos por Me Evoy y Bonilla, asi también la Guerra del Pacifico fue conside rada por autores como Mallon y Manrique como una oportunidad para los grupos indigenas de los Andes centrales de desarrollar su propia visién de pais; Bonilla en cambio, habia visto la guerra como un conflicto entre caudillos, cuya falta de cohesidn habia llevado al Peri al fracaso. En Jos afios noventa aparecieron un gran nimero de trabajos que reinterpre= taron el transito de la colonia a la repiibtica desde una perspectiva regional viendo el periodo de 1780 a 1850. Estos estudios produjeron importantes avances para comprender los espacios especificos analizados: sin embargo, no lograron dar una vision total del pais, pues se concentraban en areas particulares que no podian ser comparadas de manera directa con otras regiones." Si bien estos trabajos discuten de una u otra forme la importancia de los caudillos debido a su innegable rol en la 12 MCEVOY, Carmen La Utopia Republicana: ldsates¥ realidad en la formocién de la eure ppoliea peruona (1871-1919), Ponicis Universidad Cataica del Peri (PUCP), Lita, 1997 Fonjondo la Nacisn: Enseyosen Historia Reebiconae PUCP, Lins, 1999 13, MALLON, Florencia easant and Narion. The Making f Postcolonial Mesco and Pern, Univer: sity of Califomia Pres, Berkeley, 1998.8 4 BONILLA, Herscio “El campesinado indzena y el Pent en el contexo de a Guera ca Chile {en STERN, Steve ed) Resistenci, retin, vconcienca compesina en los Andes. Siglos PRUE {1 XX. IEP, Lina, 1980, pp. 208-218; MALLON, Florencia "Nationalist and asta oalitons in the War of the Paci: Junin and Cajamarca, 1872-1902", en STERN, Steve Resistance at Fetellion and concious in the Andean Poasanta World University of Wisconsin Press, 138 ‘pp. 323-279; MANRIQUE, Nelson Las guerillas indigenas en la gnerro con Chile, Cento de Invesigacin y Capcitacin, Lima, 1981. 15 Algunos ejemplos ineuyen: JACOBSEN, Nils Mrages of Tamtion’ the Persian Aline 1780-930. University of California Press, Berkeley, 1993; THURNER, Mat From Two Rep bis t One Divided: Contadenons of Postcolonial Nationmahing in Andean Pern, Ouke Un versity Press, Durham, 1997; CHAMBERS, Sarah Fron Subjects 0 Cnzens. Han Gender and Politics in Avegupa, Peru, 1760-1884, Pennsyvania University Press, Pennsylvania, 1999; CA HILL, Dovid From Rebetion Independance the Andes Soundings frm Southern Per. 1730 Gindedanas en arma. \GT formacién del Estado, quienes han prestado mas atencién al fendmeno son Paul Gootenberg, Cristobal Aljovin, Charles Walker, Cecilia Méndez y esta autora." Gootenberg fue pionero en este campo y su trabajo se enfocd en desenma- raffar qué era lo que Hlevaba a los caudillos peruanos a la accién y cémo era que financiaban sus campaiias. Este historiador norteamericano no estaba convencido dde que se hubiera tratado simplemente de una lucha personalista por ganancias y coneluyé, por el contrario, que habia una importante diferencia entre quienes proponian el libre-cambio econdmice y quienes buscaban proteger fa produccién nacional. Aljovin siguié una linca similar, pregunténdose por la relacién entre los ccaudillos y los miiltiples procesos constitucionales que caracterizaron los primeros aiios de la repiiblica, centrandose en la relacién entre las caudillos y os politi- 0s liberales. Walker y Méndez utilizaron un enfoque regional, aunque Hlegaron 4 conclusiones distintas: el primero, estudié el Cuzco, y la segunda, Huanta en Ayacucho. Walker consideré que las revueltas habfan sido lideradas por las elites, concebidas mayoritariamente en los centros urbanos y luego movilizadas hacia el ‘campo. Méndez, en cambio, planted que se habia dado una ruralizacién del poder, cen el cual los campesinos indigenas participaban activamente en las guerras que respondian a sus necesidades.”” A pesar de la divergencia en sus conclusiones, hasta cierto punto estas variaciones se pueden explicar por las diferencias entre las regiones estudiadas, Mis trabajos han buscado comprender cémo funcionaba el caudillismo en los Andes, y en reflexionar por qué, a diferencia de lo que se pens6 por mucho tiempo, el conflicto entre caudillos no disminuyé con la llegada de los recursos del 7830, Askant, Amsterdam, 2002; GARCIA-BRYCE, Inigo Crfing she Republic: Lima’ Artivons and Neaion- Bung i Por, 1821-1870, Unversity of New Mec Press, Albarquerquc, 2004, 16 GOOTENBERG, Paul Berneen Siver and Guano Commercial Polley and the State in Post dependence Per, Princeton Unversity Press, Princeton, 1989; “North and South Trade Policy Regionalism and Candiismo in Post-Independence Journal of atin American Studies (ALAS) vol 23. nis 2, 1991; egining Development. Economic das in Pers Fictions Pros erty” of Guano, 1940-1880, California Universiy Press, Berkeley, 1993; "Paying for Cail: The Polis of Fmergency Finance in Peru, 1820-1845", en PELOSO, Vicente and TENENBA- LUM, Barbara (es) Liters, Politics ond Power= State Formation im Nineteen Cen Latin America, University of Georgia Press, Athens, 1996, pp. 4-168; WALKER, Charles Smotderimg ‘Ashes, Cazeo and the Creation of Republican Peru 1780, 1840, Duke University Press, Durham, 1999; ALIOVIN, Cristal Callas» Consituciones Per 1821-1845 Inaitato Riva Agier UCP y Fondo de Cultra Econéiics, Lima, 2000; MENDEZ. Ceci The Pleboian Republic The Hania Rebellion end the Moking ofthe Persian State. 1820-1880, Dake University Press, Duran, 2005 y SOBREVILLA PEREA, Natalia The Cauillo ofthe ander= Andrés de Santa (Crue, Cambridge Unversity Press, Cambridge, 2011 17 MENDEZ, Cecilia “Tradioonesliberales en los Andes o a ciudadana por las armas campesinos 1 militares en I formacin del Estado peruano”, en IRUROZQUI, Marta La Mirada esque. Re: Fesoneshstricas sobre lo imeraccin del estado la cindadana en los Andes (Bolivia, Beuador Pert Siglo XIN, CSIC, Madrid, 205, pp. 125-154 168 Las fuerga de gurr guano sino que se intensified hasta la década de 1860."" Queda claro, en base alas Investigaciones realizadas, que en el Peri no hubo un caudillismo clasico como el deserito por Sarmiento para las pampas del Rio de la Plata y tipificado para todo cl continente por John Lynch. No se trataba de un terrateniente que organizaba uuna banda de seguidores para formar un ejército irregular y desde ahi conquistar cl poder, ya que en el caso peruano todos los lideres importantes tuvieron carreras militares muy similares. Es més, no solo fueron todos los presidentes peruanos de 1821 a 1861 veteranos de las guerras de independencia, sino que todos, salvo cl pensltimo, José Rufino Echenique, habian luchiade inicialmente por la corona Ninguno fue un terrateniente de importancia y todas sus redes de clientelismo se tejieron desde la institucién militar, Mis estudios muestran que uno de los motivos mas importantes que Hlevé a un caudillismo mediado por la institucién militar fue la herencia colonial de las milicias y la manera en cémo estas fueron usadas y repotenciadas durante las guerras de independencia, inicialmemte para defender a Ia corona y luego para reforzar a los ejércitos venidas del resto del continente que trajeron la independencia.” Los lideres que surgieron en estas guerras se entrena- ron en estas milicias y no se cambiaron al lado de los indcpendentistas sino hasta pasado 1820, cuando llevaban mas de una década de experiencia, Los hombres de uniforme dominaron el Estado durante los primeros cincuen ta atios de la repiiblica, A pesar de ello, estos lideres buscaron gobernar a insta cias de un orden constitucional, aunque en ocasiones instigaron un cambio de carta para afianzarse en el poder.» Estos presidentes militares de comienzos de la tepiiblica no buscaron perpetuarse ereando dictaduras duraderas semejantes a las vistas en ottas partes de la regién, sino mis bien intentaron legitimar su posicién en el poder por medio de elecciones regulares con una amplia participacién. Ante a imposibitidad de conquistar el poder por las anforas o las armas, a mediados de siglo, los liberales y radicales se aliaron con los militares, quienes hicieron posible Ja implememtacién de reformas radicales como la abolicidn de la esclavitud y del tributo.” EI estamento militar se convirté, entonces, en un espacio desde donde se mangjé la politica; el ejército estuvo dividido en diversas facciones que se en 1 Sobre esto ver I introduc de mi The Caudilo ofthe Andes cit, y mi tess doctoral Cond smo tn the Age of Guano A stud inthe political culture of mbinctenth century Per (1840. 21860), Landes 2005, 19 Sobre’ herencia colonial y el impacto de la independencia en ef PEREA, Natalia "Colored bythe Pat.” 20 Sobre este afin conttucionalisia, ver SOBREVILLA PEREA, Natalia “Baal por la legit ‘midad:constitiionalisme y conict politico en el Peni del siglo diecinueve (1812-1860), en Revista de Incas, Sevil, Yo. 69, im, 246, pp 101-128. 21. Sobre este punto ver SOBREVILLA PEREA, Natalia “El proyecto Liberal la Revolucion de 1854 y la Convencdn de 1855", en MC EVOY, Carmen (ed) La experiencia burguesepervana, Veuvert Vera, Ibeoamericana, Madrid y rank, 2008 eit ver SOBREVILLA Gindadanos en armas... 168 frentaron en conflictos que resultaron en guerras civiles y no se tratd en ningin ‘momento de un dominio del poder de parte de una institucién cohesionada, Ahora bien, aun si el domino del poder estatal no fue por parte de una institu cidn, y las facciones y divisiones dentro del ejército fueron importantes, el ejercito fue en los primeros aiios de la repblica un ente organizado como un cuerpo de ori- gen colonial con una serie de reglas internas que garantizaban su funcionamiento asi como la pertenencia 0 no al cuerpo. No se trataba simplemente de hombres que ‘optaban por usar uniforme, sino que existia un reglamento que definia la perten cla o no de wna persona, Una muy importance era la legislacion militar espanola que se mantuvo vigente en el Peri durante todo el periodo estudiado y que solo fue revisada en la segunda mitad del siglo XIX, Existia un escalafén que debia se= respetado y los ascensos debian darse siguiendo una serie de normas y pautas. Los miembros de la corporacién tenian una serie de derechos con los que contaban camo contrapeso a las obligaciones en el servicio, Entre los derechos estaban los del fuero que significaba tener un tribunal propio, el uso de uniforme, un sueldo y luna pensidn de retiro asi como un montepio para sus deudos en caso de muerte El ejéreito peruano a inicios de la repiblica El estudio que vengo desarrollando se basa en el analisis de 1.060 fojas de ser vicio entre 1820 y 1860, que forman parte de la coleccidn del Archivo Historico Militar en Lima2* Se trata de la totalidad de fojas existentes para estos afios y son en realidad una combinacién de documentos bastante diversas que van desde los certficados de servicio, simples solicitudes y cartas de pedido, hasta reportes médicos y legales apoyando o denegando los pedidos™ Los expedientes varian ‘mucho en cuanto a su extensién, algunos cuentan con tan solo un folio mientras {que otros llegan a tener més de cien paginas. Para este estudio he seleccionade las 65 fojas que corresponden a quienes comenzaron su relacién con el ¢jército durante las guerras de independencia. Las més antiguas son la de Tomas Rosales y Ja de Francisca Caballero, que se remontan @ 1819 con las primeras incursiones en Ia costa de la escuadta de Thomas Chocrane. Tres fojas se inician en 1820, a pesar que una de ella, la de Antolin Brutinza, comienza en realidad en 1811 cuando este cuzquefio se enrolé en el Batallon de Arribefios en el Ejército del Norte. La 22 El estudio del fuero en cl siglo XIX noes faible para el Peri ya que ls documentos no existe. ‘que es imposible saber como funciond y eudl fe su impacto hasta su abolicion en la década d= 1850 25. Agradezco i ayuda de la Sma. Elia Lazarte pare ubicar est cocci y a todo el personal de archivo pra au consuls, es como la de Alexandra Duan por su taaja de recopilacin, 24. En este momento he terminado de confecionar una base de datos elecrGniea que facia el esti tio del materia, puesto que, por su helerogeeidad, noes fil esi su contenido. Agrader=> {1a Universidad de Kent por su syd en fnanciar este proyecto y a Carmen Lazar ya Juss 170 Lan ferg de grn ‘mayoria, sin embargo, corresponde a los aftos de fa guerra misma, trece se inician fen 1821, ocho son de 1822, el niimero mas abultado es el de 1823 con 21 fojas, ¢ incluyo también las dieciocho de 1824. Y si bien la mayoria fueron hombres y tuvieron largas carreras militares, retirindose del servicio en las décadas del cin- ‘cuenta y el sesenta con fojas que sobrepasan la treintena de folios, otros tuvieron una participacién mucho mas puntual como Pablo Bocanegra cuyo expediente de solo cinco folios va de 1821 a 1828. Bocanegra fue un capitén de civicos en el es- ccuadrén de Huampani (a las afueras de Lima), quien solicits su retiro del servicio por enfermedad, Bocanegra adjunté los certificados médicos y su superior pidié no solamente que se le concediera sino que ademis se le entregara una condecora- cid; ambas le fueron conferidas. ‘Cuando las fojas son cortas, en su mayoria los solicitantes buseaban que se les otongara un derecho de retiro o una compensacién por estar enfermos o heridos. Por ejemplo. de José Manuel Blanco, quien en una foja de tres folios, que cubre de 1822 a 1830, pide pasar a retiro. La solicitud de este capitan de civicos de Canete (también a las afueras de Lima) fue concedida, asi como también fo fue el subsidio pedido por Francisco Palma, herido en la Batalla de Pichincha en la que combatié bajo las ordenes de Suere. Un caso similar es el del cirujano Mariano Aguilar, un natural de Chuquisaca de donde habia salido en 1815 para trabajar como cirujano del ejército enviado desde el Rio de la Plata. Sirvi6 en la escuadra libertadora y particip6 en todas las campaas hasta 1827; ahora, peda su pase a retiro con goce de sueldo, argumentando que debia volver a casa a cuidar a su madre anciana y cenferma; su pedida completo tue concedida, tras fojas cortas, como fa del cirujano del ejército Manuel Barbosa, son libretas de servicios prestados; una coleccidn de todos los lugares donde sirvid, En solo dos hojas vemos una carrera de 24 alos, entre 1821 y 1845, con detalles de su participacién en las batallas de Mamacona, Moquegua y Torata. La foja no conti ne ningin pedido y se trata mas bien del resumen de una carrera, con ascensos a cirujano de segunda clase en 1834 y uno de primera en 1841, De la misma manera la foja de José Maria Montes de Oca, un teniente entolado en 1823 que sirvid, durante las guerras sin ningin ineidente y sin haver ningiin pedido. Aigunas como Ja del Teniente Juan José Casanova no son més que un informe de tres paginas de Jas mulas y caballos recogidos en distintos lugares en 1824, Otros como el Capit, de caballeria de milicias José Alejandro Padin solo piden, en 1831, una copia de sus certficados de servicio, Despues de una serie de cartas que vienen y van se le acredita en su grado por los servicios prestados al ejército como comandante de luna partida de guertillas durante las guerras de independencia. Ejemplos como estos son los menos, ya que casi todas las fojas contienen pedidos que, la mayoria, de las veces, fueron concedidos. Esto se puede ver hasta en los mas breves como inde en erinain. ATL en el del Teniente Coronel Pedro José Reyes a quien, en tan solo un fio, se le otorga licencia para pasar a Chile en 1823, Se ven, sin embargo, casos como el de Camilo Llaque, donde no sabemos cul foe el resultado de su pedido hecho en 1824 de quc se econociera su grado de capitin por los servicios prestados durante cinco afos. Asi ocurre con Ciprieno Flores que se enrola en Haamange en 1822 con como Capitin de Civicos a cargo de una columna ligeray pasa luego a Cajamarca en 1824 donde se le encarga de tos talleres de sastreriay en 1830 solicta su reforma por enfermedad, aunque des- conocemos si fue eonvedida, Similar cs el caso del Sargento Segundo Francisco Palma quien a todas luces vino con las tropas de Colombia ya que se enrolé al servicio de Rafuel Urdaneta y pele en la Batalla de Pichincha, iendo Antonio José de Sucre quien le dio licencia por sus herdas tras esa batalla En 1824, Palma hace una peticidn de subsidio por falta de recursos pero no sabemos cual fue la respuesta que se le dio. En la mayoria de los expedientes mis complejos, sobre todos los que llegan aunque en algunos casos eambiaron dependiendo de las ctcunstancias, A Andkés Alvarea su solicitud de eédula de retiro lees simplemente denegada. Se trata de tn coronel que se enrola en 1823 en Guayaquil y que, por ende, es deserito como colombiano; a pesar de haber residido desde entonces hasta 1863 en el Per y ser vencedoren Junin y Ayacucho, su pedi se declaré no procedente. Los diez folios de documentos de su foja nos dan una idea bastante clara de lo que sucede en este caso y la manera en que se discute en este periodo la nacionalidad y quién tiene derecho @ una subvencin del estado y bajo qué circunstancias puede perdeise Alvarez, que luch en el segundo sitio del Callao en 1826, cits las feyes de 1830, 1845 1849 sobre las pensiones para los veteranos de las guerras de independ cin para fundamentar el pedido de pension, Cita ademas las leyes que le otongan Ja cudadania peruana a todos los que licharon en las batallas de Junin, Ayacucho y el segundo sitio del Callao. En 1863 Manuel de Paz Solin, el ministo en el cargo, considera que su pedido no tiene lugar porque fue parte de ejrcito auxi liary no del ejrcito regular. Esto generS un debate dentro del mismo ministerio con José de Mendiburu, el encargado del ramo de veteranos, quien defends a Avarez diciendo que la ley acogia a todos los que habianluchado en ls batallas sin imporar el origen de sus batallones, Paz Soldan responde que, si bien esto es cierto, Alvarez no se incoxpors al ejrcito en 1825 y no sirvi hasta 1848 ni obt.vo cedula de invaldez o retio, con lo cual no se podtia acoger ata ley que se io en 1849 pora revisar iodos los casos de quienes habian participado cn las guercas de independencia y pagar cl sueldo integro a todos aquellos que lucharon en las Batalias de Junin y Ayacucho, sin importar que opciones politica habian tomado 172 Las fuergor de grr subsecuentemente. Agrega, ademas, que Alvarez ha perdido la nacionalidad pe- suana por haber servido como cénsul de Venezuela en Ecuador, Cada caso es diferente y el estudio de las fojas nos presenta una serie de uuniversos particulares, donde, sin embargo, es posible encontrar ciertos patrones, Para los veteranos que habian llegado al Perit con la expedicion libertadora des- de Chile el trato fendié a ser més positive que hacia quienes lo hicieron desde Colombia. Eso se ve, por ejemplo, comparando el caso de Alvarez con el de F nando Baquedano (nacido en Chile) que se enrold en 1823 y liege a ser General de Brigada, Su viuda, Mercedes Correa, promovié el pedide de montepio, ya que cl que le correspondia en el Perit era mucha mas generoso que los 400 pesos que ddaba Chile. En primera instancia fue denegado, por lo que le encargé al presidente peruano Ramén Castilla ser su representante, Castilla arguyé que esta gracia “seria {no s6lo] conforme con la munificeneia y estado prospero 4e la Replica Peruana, sino también el mas brillante testimonio de una intima confiaternidad entre las Republicas Sur America has por cuanto los hombres ilustres quedarian ademas consagra- dos como un patrimonio comiin de todas ellas” Se dejé entonces la decisién en manos del Congreso pero no sabemos cul fue el veredicto final Los expedientes de peruanos no estuvieron centrados en el tema de la na- cionalidad sino mas bien en la subsecuente carrera que tuvieron los participantes. Algunos fueron sencillos como el del Sargento Tomiis Acevedo, también veterano de las campatias de la independencia, que peled en Junin y Ayacucho y pidié una cedula de invalidez. En 1829 se le dio la “oédula de disperso” por las heridas recibidas y la documentacidn se extiende debido al proceso de revalidar su cé- ula durante toda una década en que continia recibiendo una pensién del estado peruano, justamente en los afios de mayor precariedad institucional, Estos afios de cconflicto tuvieron un impacto en las relaciones entre los veteranos y el estado y, dependiendo de las decisiones de cada uno y el apoyo que se dio a las facciones, se podia perder o ganar una pensién, Similar es el caso del Teniente Manuel Aguilar, quien se enrolé en 1822 y sirvié hasta 1839, cuando estuvo en las filas de los que lucharon por la Confederacién Peri Boliviana y que, tras la derrota en la Batalla de Yungay, fue despojado de su grado, Aguilar peled por sus derechos con los gobiernos sucesivos hasta 1848, cuando finalmente recibi el reconocimiento del gobiemo de Castilla, justamente el lider que habia vencido en Yungay, pero que Para ese ao buscaba una pacificacién general y terminar con el problema de los veteranos, principalmente con los que, debido al descontento por la negacisn de sus pensiones, se levantaban contra el Estado, Gindasanos en armas... VT Algunos combatientes en las guerras de independencia evitaron las proble- ‘mas pidiendo licencia por enfermedad como Vicente Moreno, vencedor de Junin y Ayacucho y del segundo sitio del Callao quien se retiré en 1827 y en 1852 debido ‘su delicada salud y pidié que se le pagué su pensién en Chile a donde debe via) debido a su situacién, lo cual fue inmediatamente concedido, Calixto Aguilar, tam- bién vencedor de las batallas de Junin y Ayacucho, se evits problemas puesto que centre 1826 y 1828 estuvo licenciado del ejército por enfermedad y su expediente incluye todos los certificados médicos, Al reincorporarse se le considera en su mis- ma clase ya que no habia estado fuera de servicio mas de veinticuatro meses. En 1839 una Junta calificadora en el Cuzco le otorgé Ia “efectividad” de Capitan, que queria decir que podia ejercer ese grado pero todavia no tenia el nombramiento formal, Se justifica el pedido de este ascenso porque Aguilar “jamais ha perten cido al desorden ni ha manchado su carrera militar con la menor mancha.”* M: adelante se le otorgé el grado de Sargento Mayor y fue con ese que se retiré en 1849 con veintiocho afios de servicio y en 1852 solicita su pensidn que es cones dida sin mayor debate, Otros de los pedidos concedidos como el de Francisco Antonio Benavides Imuestran cémo se da ct paso de la carrera militar a la burocracia estatal y la forma ‘en que los conflictos interfirieron en las vidas de los individuos. Benavides se habia enrolado en 1821 y retirado despues de la batalla de Ayacucho incorporan- dose a la Aduana de Moquegua, en el sur del Peri, como administrador. En 18 se reincorpora al servicio en la revolucién contra Gamarra y se mantiene en el ejéreito hasta la derrota de la Confederacién en 1839, cuando vuelve a su puesto en la Aduana de Moquegua. En 1842 sintigndose hostigado por la administracién temporal de Manuel Ignacio de Vivanco, conocido como el Director, pidid se le diera su sueldo de militar por ser mayor que el de administrador. Luego de una serie de consultas, en 1844 se le concedié el cargo permanente de Administrador dela Aduana de Moguegua, No todos los casos fueron tan sencillos como muestra el de José Quintana cuyo expediente ilumina cémo los vaivenes politicos impactaron en la vida de los individuos. Quintana se enrol6 en el ejéreito en 1822. Recibid de Torre Tagle el puesto de ayudante de mayor del batallén de la legién peruana, fue capturado por los realistas y escapé de la carcel para reunirse con las tropas independentistas y luchar en las batallas de Junin y Ayacucho. Una vez. concluidas las guerras de Independencia y durante el conflicto con la Gran Colombia a finales de la década del veinte, Quintana fue expulsado del ejército por José de La Mar en lo que fue calificado oficialmente como un episodio de insurreccién, En ese momento, abril 25_Foja de Servicio de Calisto Aguilar (0160) Archivo Histérco Militar Lima, Pe (en adelante ABML, 174 Laat fer deen de 1829, una seric de oficiales, opuestos a La Mar y més bien cercanos 4 Agustin Gamarra, fueron dados de baja en la provincia noriefia de Piura, muy cerca de la zona del conflicto, asignandoseles un tercio de su sueldo. Segtin el oficio, Quinta- nna mostrd “el mayor desprecio a las disposiciones de SE presumiendo a presencia de varios Oficiales en las expresiones mas injuriosas y ofensivas al Ejercito y mas ‘opuestas a la moral y al buen orden.” Su castigo fue el ser dado de baja con licen cia absoluta sin derecho a sueldo y sin el goce del uso del uniforme. Fue justamente durante la Guerra con Colombia en que Gamarra logré enviar 8 La Mar al exilio y establecerse en la presidencia, En 1831, Quintana presente lun memorial en el cual pedia que se le reformara pues consideraba que su baja del Ejército no habia sido legal ya que fue dada: ‘sin juicio ni sentencia pronunciada contra mi por Tribunal nin: zuno, mucho menos por el competente, sino @ virtud de dispo- sicién del Presidente entonces Gran Mariscal D José Lamar a causa de informes injustos escrito por el Coronel Bermiidez Jefe del Estado Mayor General Argument6 que se habia prescindido dei “reglamento orgiinico en sus articulos 88 xy 89" y que por tanto se le habia negado la posibilidad de justificase ante lo que se Ie imputaba, aduciendo ademis que ignoraba cuales eran las acusaciones en su contra, Después de casi un aio de recopilucién de los informes por parte de los im plicados en el caso, incluido uno del mismo Bermiidez, el Congreso Peruana orde- 1nd que se repusiera a Quintana en su clase de Sargento Mayor del ejéreito para que se le reforme segiin la ley, ya que habia sido dado de baja “en 1829 sin precedente formacién de causa y sentencia pronunciada.”™ Quintana fue reformado (pasado al retro) un par de aiios mas tarde, en 1833, asigndndosele 14.322 pesos que se le pagarian a razén de cincuenta pesos mensuales hasta que se amortizara la deuda, Quintana afirma que, con la llegada de la Confederacién Peruano-Boliviana, fue destituido de su puesto y perseguido; su estrella, sin embargo, volvié a brillar cuando ilegé la segunda expedicidn restauradora desde Chile, a cargo de acabar con ta Confederacion, con Agustin Gamatra liderando a los emigrados peruanos A cambio de su compromiso de lucha fue nombrado, en plena campaiia, Sub- Prefecto de la provincia de Cajatambo el 30 de Agosto de 1838. Quintana estuvo luna vez més bajo el comando de Gamarra en este conflicto y al coneluir en 1839 fue reformado una vez. mas y se le liquidaron 36 meses de sueldos atrasados, Una década mas tarde, una ley que revisaba el sistema de pensiones militares cambio su situacién, pues se dejé de pagar medio sueldo a quienes habian sido cesados Servicio de Jos Quintana (443) AHML, Foja de Servicio de José Quintana (0883) AHML, 2 Foja de Servicio de José Quintana (0483) AML 14 Gindadanes en arm. AIS del servicio durante la Confederacién. Ese mismo afi otra ley disponia abonar el sueldo integro a quienes habian participado en las batallas de Junin y Ayacucho y «en base a ésta hizo su pedido que fue concedido en 1850 con su grado de Sargento Mayor. La situacién de Quintana siguié de cerca los vaivenes de Gamarra, pasé al bando patriota en abril de 1822 con el rango de Capitan del Batallon de la Legién Peruana en reconocimiento al que traia del ejército realista como Teniente primero de Granaderos. Es decir, su experiencia fue tomada en cuenta. Asi fue para todos fos que cambiaron de lado en ese periodo, y tuvieron que pasar por los Hlamados ‘ribunales de puvficacién™ donde se estudiaba cada situacidn. Quintana sirvid en las Guerras de Independencia y después se mantuvo en el ejército, donde se le dio el ascenso a Sargento Mayor de Infanteria en 1827. Fue justamente, durante el gobierno de La Mar quien le concedié este ascenso en el contexto del conflicio con la Gran Colombia, cuando la rivalidad entre los distintos generales peruanos se hizo patente. Los oficiales cercanos a Gamarra fueron expulsados del servicio y Quintana fue uno de ellos. Si bien todos ellos habian sido parte del ejército espanol y se habian cambiado de bando con la llegada de San Martin, las diferencias entre los que habian peleado en la peninsula, como La Mar, y quienes se hubian formado en las guerras del Alto Peri, como Gamarra Cruz, fueron evidentes. Con el retomno al poder de la faccién del ejéreito que apoyaba a Gamarra, la sitacion de Quintana cambié de nuevo y fue el mismo Congreso de la Repiblica quien revisé su caso y le concedié la reforma con un generoso sueldo. El conflicio de la Confederacién Peri Boliviana que una vez mas puso a los partidarios de Ga- marta en el bando enemigo, llevé a Quintana a reincorporase en el servicio, debido 2 lo que describe como su destitucion y persecucién, Otra vez unido a Gamarra, Quintana es nombrado Sub-prefecto en una provincia aledafia ala capital y recom: pensado con una generosa reform al final del enfrentamiento. Las leyes de 1849 buscaron ordenar las pensiones tratando de ser justos con todos los participantes cn los diversos conficios y asegurarse que todas recibieran una recompensa que consideraran justa, premiando a quienes se habian mantenido con el orden estable- cido y especialmente a quienes habian contribuido con Ia independencia, Es por ello que si bien una de las leyes le quitaba a Quintana el derecho a medio sueldo, por haber sido cesado durante la Confederacién; otra lo recompensaba por sus servicios prestados a la causa de la independencia con el sueldo completo, No todos se vieron involuerados en esos complejos conflictos; aquellos que terminaron su relacién con el estado inmediatamente después de la guerra no en- frentaron problemas como los que acabamos de ver experiments Quintana, Esta fue la situacién, por ejemplo, del Sargento Manuel Bueno, cuyo proceso fue mu- cho mas sencillo, Bueno fue veterano de Junin, Ayacucho y Zepita, retirandose en 1832, Se le entregé su pensién, pero, debido a que no la revalide y a que no se vio 176 Las fuerges de err. involucrado en las disputas posteriores, no sabemos mas de su caso, De manera similar, el Capitan de civicos José Manuel Blanco, que sirvid en Cafete desde 1822, solicité en 1830 su pase a retiro con goce de uniforme, el cual fue conced do, Mateo Quintana fue nombrado teniente segundo de caballeria ene batallén de milicia de Jauja en 1825 despues de servir como guerrillero a caballo durante todo 1824; en 1828 se le da el reconocimiento de su puesto. Otro civieo fue Francisco Luis Quiroga que sirvi6 como civico en Lima de 1821 a 1825 y llegé a la posicién de capitin, retirindose sin incidente. La constante referencia los eivicos y los guerrilleros es interesante y articula jjustamente esta idea que eran presentados como “ciudadanos’. Un ejemplo claro es el de Manuel Barreto que llega hasta la clase de teniente y a quien se refieren las autoridades en diferentes momentos como eivico, guerrillero y ciudadano de- pendiendo de las circunstancias. Su primera solicitud es sencilla, pide copias de sus certficados de servicio en 1828 ya que se han traspapelado y presenta, como lo hacian todos los solicitantes, cartas de apoyo de personas prominentes en el ejército con quienes habia servido. En esta José Bravo Rueda asegura que El que dude del patriotismo del ciudadano Manuel Barreto, 0 no es animado de los mismos sentimientos, o hace una injuria al nuestro personal en lo que ha trabajado en beneficio constante por el que hoy respiremos libertad. Barreto ha servido como lo ‘explican los SS que me preceden lo he visto y me consta ha sido oficial en el batallén de Morenas Leales y cuando su antigiiedad aparece investida de una calidad inferior a su merito quiere decir ‘que sin duda fue participante de la época de la tania y que reser- vo sus derechos por el siglo de la legitima libertad, Es acreedor a las consideraciones de VE..." Barreto habia sido parte de la milicia colonial en el batalién de “Morenos Leales”, pero habia obtenido su pase a las “filas de la patria” en 1821 y dos afios mas tarde el Supremo Delegado Tagle le habia dado la clase de Teniente, pero con la llega- dda Bolivar a Lima en 1825 sus documentos se traspapelaron, segin Barreto “los intentos de Bolivar no fueron otros que quitar el derecho a los Peruanos para colo- carlo a los suyos, y yo sufi este caso sujetindome a quedar de Sargento.” Pide se Je nombre subaltemo de Civicos de la Unién, ya que era un puesto que habia teni- do, pero su solicitud es desestimada, no porque no se le considerara patriota, pues hhabia dado muchas pruebas de serlo, sino porque no contaba con las habilidades bsicas: saber leer y escribir. El oficial José Pefialoza especifica que Barreto pudo 29. Foja de Servicio de Manvel Barreto (026) AML. Gindadanos en armas... \T7 haber sido sub-teniente de facto, pero su incapacidad para dar el examen escrito le impedia ser un oficial en el ejército regular peruano. Barreto presenté dos memoriales mas pero no consiguié ningiin resultado hasta que en 1834 se enrold con las filas de Luis José Orbegoso en la defensa de Lima contra las fuerzas de Gamarra. Meses mas tarde cuando su faccién esta en control de la ciudad, Barreto solicité ef ascenso a Capitin, puesto que le dio el presidente en una partida de guerrillas acompaitado de un hermoso certficado sellado. No hay mas documentos en su expediente, pero es interesante ver cémo se va desde una idea incluyente de Ia oficialidad en los momentos dal conflicto, cuando Barreto logra ser nombrado Subteniente por Tagle y luego Capitén por Orbegoso, mientras que, en 1828, una administracién diferente no lo considera capacitado para ser oficial por ser analfabeto, por otro lado, nadie menciona que ademis es afro-descendiente, cosa que es altamente probable por haber sido parte del batallén colonial de “morenos leales”, Ahora bien, tanto Tagle como Orbegoso Tonombraron en el servicio de civicos o guerrilleros y no en el ejército regular. Las fuerzas armadas en ese tiempo no incluian solo a las milicias, las gue~ rillas y montoneras sino también a la marina y vemos para esos aflos fojas que piden ias patentes, que eran las permisos que se otorgaban para navegar. Este es el caso de Pablo de Ia Torre, quien, si bien es teniente de infamteria en 1823, pide su cambio a la marina, el cual es concedido sirviendo en ella hasta 1842. Anilogo es el expediente del marinero Tomas Rosales, que sirvid entre 1819 y 1822 en el bloqueo de Cochrane y que pide informes para renovar su patente dada por el gobierno de Chile, pero de quien luego no se conoce mas. Incluso, en 1825 vemos. @ Antonia Ponce, una mujer que se enrola como marinera, pero de quien no se sabe nada més. Esto no es tipico ya que la mayoria de mujeres que aparecen en las fojas son las viudas que piden los montepios al estado peruano. Un caso muy re~ presentativo de los de este tipo es el de Carmen Suérez viuda del Sargento Mayor, sgraduado de Teniente Coronel, Antonio Albin quien solicit6 el montepio de su rmarido en 1848, No quedaba duda que su matrimonio estaba en regla con los cer- tificados presentados, asi como la participacién de Alban en las batallas de Junin y Ayacucho, por lo tanto le fue concedido un cuarto de sueldo como montepio. Lo que si se debatié hasta 1865 fue si Alban habia estado 0 no en el segundo sitio del Callao; al fin se concluy6 que no habia participado. Las pensiones a familiares, sin ‘embargo, no estaban limitadas a las viudas; cuando se trataba de solteros también ppodian cobrarias las madres y las hermanas solteras e incluso, como en el caso de Manuel Alzamora, los padres, siempre que no hubiera herederas mujeres y se hallaran en situacién de extrema pobreza, pues segiin el reglamento de 1830, solo debian probar que era el tinico heredero, El caso de Dota Francisca Caballero pone en cuestion muchos de los puntos sobre el derecho a montepio asi como a las recompensas y muestra cémo los yo- 178 Lar furga de guerra bbiernos subsecuentes afrontaron el pago de la deuda a los creadores de la indepen: dencia. El expediente es sin duda el mas interesante de la seleccién, ademas de ser cel mas largo, con unos 146 folios. Comienza en 1819 con una solicitud de premio por parte de Dofta Francisca con un lenguaje précticamente colonial, refiriéndose a Lima como “esta corte” y termina cincuenta anos mas tarde con la misma lucha por el reconocimiento por parte de esta mujer como una fundadora de la inde- pendencia y benemérita de la patria con “los mismos derechos que los veteranos de Junin y Ayacucho”. Inicialmente el expediente se encontraba dentro del de su medio hermano José Maria Quiroga ya que a partir de su mucrie on 1850 la seo a comicnza a identficarse como Caballero y Quiroga, combinando sus meritos propios con los de su hermano. En 1819 Dofa Francisca jug6 un papel importante en el cambio de bando del Batallén Numancia, permitiendo que las reuniones de Jos oficiales fueran en su casa, cuidando de las cartas incriminatorias y prestando escondite alos perseguidos. Hizo su primer pedido al recientemente creado Estado Peruano en 1822 identficandose como una “pobre viuda". El dictamen fue inmediatamente favorable y se le premié con una banda, que «a pesar de que no se detalla en el documento debe haber sido la rama femenina de la Orden del Sol creada por José de San Martin.» Debido a una confusién con una ‘mujer que tenia su mismo nombre la banda no Hlegé a sus manos a pesar de haber sido designada como “una de las mis beneméritas Patriotas que existen en esta Capital.” Envalentonada con esta decision Dona Francisca decidié presentar otra solicitud con este tenor “Si antes habia limitado mi solicitud a la gracia de la Banda, hoy por mi situacién, me avanzo a pedir algo mas, y es que en aten- cidn a Ia extraordinaria orfandad y miseria en que he quedado, se me seflale una corta pensidn que acredite la estimacién que se hhace del merito de una infeliz mujer que en su clase se ha avan- zado mucho mas de lo que ellas pueden, segiin resulta de uno y otro expediente: Por tanto A VE pido y suplico que habigndome por presentado con [verso] los expedientes, se sirva concederme la gracia de la banda y pensién que solcito que seri Merced con justicia,.."" La sefiora Caballero consiguié un niimero relevante de adhesiones a su memorial Por parte de miembros importantes del ejército libertador, uno de los cuales, Ed 30 Sobre las mujeres en la independencia peruana y el uso ceremonial de Ig Orden del Sol ver OR TEMBERG, Pabio“Apntet sobre el lugar dele mujer en el stual polio Ime de aerces dhurane el viereinato a actoras de i independencia" en Esnudios fnerdiscpnaron de Ame ‘Lanna y el Coit, Tel Aviv, vo. 2, nist. 1, 2011, 5p. 105-128 31 Expediente de Dota Francisca Caballero y Quiroga (1082) AHML Gindadans en arma... 179 Mariategui, considerd “es a mi entender la Madama que en el Perit a prestado mas, servicios a la Patria. Ella escribié ademas al mismo San Martin detallando sus servicios recalcando que habia optado por la independencia antes de que él siquie ra hubiera desembarcado y que expuso su misma vida “a pesar de ta debilidad de su sexo”, Dive verse forzada a hacer este pedido “hallindome viuda sin recursos, sin apoyo y en la mis deplorable situacién estoy expuesta a mil peligras que per- judiquen ti honor. En el contexto de la guerra su solicitud no fue recibida favorablemente debi- da a gran inestabilidad, no obstante, en 1825 se le signa unas habitaciones en una casa secuestrada a unos realistas en lugar de wna pension, aunque en 1827 es expulsada de ahi porque se le restituye la propiedad a sus antiguos duefios. Como no se le puede devolver ese espacio se le oftece otro, pero Dofa Francisca no {queda contenta con la calidad de la habitacién asi que se le envia aun beaterio. En 1846 pide se le designe una habitacién en los altos de la Biblioteca Nacional donde viven una serie de pensionistas del estado y después de un informe completo de los bibliotecarios se decide que el pedido no procede, pero un aito mas tarde le conce- den las habitaciones de otra mujer, Baltasara Cordero. Fn 1850 su medio hermano, 4quien habia servido desde 1822 y quien habia participando en las batallas de Junin y Ayacucho, asi como del segundo sitio del Callao, fallece y a partir de 1855 ella se dedica a procurar un montepio. Logra finalmente, en 1859, que la comisin de premios le asigne una pensidn “en remunetacidn a sus servicios prestados ala pa tray atendiendo al mismo tiempo a los meritos contraidos por su finado hermano Coronel José Maria Quiroga.” En enero 1861 el Congreso decidié que n atencién a que Dota Francisca Caballero y Quiroga, del derecho que se le habia concedido de habilitar alguna casa del Estado en remuneracin de servicios importantes prestados a la causa de la independencis; y estimando igualmente los meritos, contraidas por su finado hermano el Coronel José Maria Qui- roga; le concede durante sus dias una pensidn de treinta pesos smensuales."™ Si bien ya no contaba con la casa, la pensidn se pagé por cuatro alos, pero 1865 volvi a ser cancelada y Dofta Francisca hizo un nuevo pedido al Congreso resal- tando tanto sus servicios a Ia patria como los de su hermano. Después de meses de ccartas y memoriales su pensién fue cancelada definitivamente en junio de 1866, dictamindndose que “quedaban suprimidas todas las gracias y pensiones conce- didas por los Congresos y gobienos que estén en oposicién a las leyes del caso” sea Caballero y Ovi 1062) AML 180 Las frat de guns como se consideraba era la situacidn de Francisca Caballero. Ella continué art ‘mentando que se le habia dado la gracia por “legitimo derecho”, que el perder la pension la habia dejado “sujeta alos horrores de la miseria” y que el estado le de- bia doblemente por sus servicios y los de su hermano. Una vez mas la respuesta en septiembre de 1866 fue que "como hermana uterina del finado Coronel”, es decir solo de madre, la gracia concedida no estaba asada en la ley de montepio militar Vigente y por fo tanto habia sido abolida y no podia restturse. Caballero volvié a intentarlo en 1867 y en 1868, pero no queda registro de cual fue el resultado final de sus gestiones La experiencia de esta mujer muestra cmo la situacién de los que dependian 4de-una pensién militar estaba sujetaa los vaivenes del gobierno de turno que inte pretaba la legislacién militar de manera cambiante, En un sentido estricto Francis: «a Caballero no era parte del escalafon militar, como mujer no podia servi y por to tanto, no podia recibir una pensidn por sus acciones. Los primeros gobiernos re- publicanos, sin embargo, reconocieron lo importante que result su participacibn para la consolidacién de la independencia y por ello le concedieron una serie de gracias, unas simbélicas como el uso de una banda y otras més tangibles como el uso de una casa, Con el paso del tiempo se hizo cada vez ms tenue el recuerdo de susacciones (y dela importancia de estas) yal morir su medio hermano, Francisea buscé obtener un montepio como su heredera, Ten‘a, sin embargo, dos problemas Principals, por un lado no era soltera sino viuda y no era mis que hermana de ‘madre del Coronel Quiroga. Lo primeto lo solucioné presentindose simplemente como solteray lo segundo fue pasado por alto por las autoridades que buscaban darle un reconocimiento, Con el paso del tiempo y la lejania con el conflcto su situacién se hizo cada vez més precaria hasta que en 1866 se invoc6 la ley, lo suyo ra une gracia particular, este tipo de gracias habian sido abolidas y por ende ella ya no gozaba de una pensién. No podia recibirla por sus propias acciones y no se ajustaba a la linea de sucesion aceptada, El estudio de estos expedientes muestra la manera en que los individuos se relacionaron con las fuerzas armadas en este periodo y es evidente que en la gran mayoria de casos se traté de solicitudes personales a la institucién, Solo en un rimero muy reducido se vieron nada mis la libretas de servicios © documentos ‘muy puntuales como los que reportan el uso de unas mulas o de un esclavo. En casi a totalidad se pidieron cosas a cambio de lo servicios prestados, fueran estos 'montepios por parte de Tos deudos, que podian ser las viudas, madres, hermanas 6 padres, solicitudes de retiro por edad, invalidez 0 por enfermedad; o incluso el tramite de un ascenso en el escalafin o los documentos probatorios de su rango. Todos estos pedidos se basaban en la legislacin militar, que fue la que le dio la cohesién de cuerpo, Los derechos de los deudos estaban estipulados, dela misma ‘manera como To estaban los asensos, el uso de uniforme, las licencias por enfer- Cixdedanes en armas... 181 medad y demas derechos de quienes servian en las fuerzas armadas. Las solicitu- des se evaluaban utilizando esta legislacién de origen colonial asi como las leyes ‘complementarias que se fueron dando a través del tiempo cuando se fue consoli- dando el poder institucional y estatal. Algunos de los pedidos fueron enviados a comisiones en el Congreso de la Repiiblica para ser decididos fo que muestra que el ejército fue visto como un aparato més del estado supeditado al orden de la ley. A manera de conclusion [sta coleccion de fojas muestra la relacion que existio entre los individuos y el es- tado peruano y cémo ésta fue mediada por la participacién en las fuerzas armadas. La coleccién de estos primeros afios de la independencia muestra las dificultades de los veteranos extranjeros para obtener sus montepios,a pesar de que quienes pe- learon en las batallas de Junin y Ayacucho gozaban por ley no solo de los mismos derechos, sino que incluso habian adquirido la nacionalidad peruana. Asimismo, vemos que en el caso de los peruanos que se retiraron antes de que comenzaran las guerras civiles més intensas lograron conseguir sin problemas sus pensiones, ‘mientras que quienes se vieron involucrados en ellas muchas veces tuvieron que pelear por que se les reconocieran sus derechos. La idea de la nacionalidad se va afianzando en las primeras décadas después de la independencia y es asi como se va migrando de una causa concebida como “Americana” a la de estados que estan empezando a surgir durante la guerra misma. Si bien lo de la nacionalidad es significativo, otra de las cosas que aparece con gran fuerza es la importancia que tuvieron en este periodo los civicos, los milicianos, los guerrilleros y los ciudadanos que lucharon bajo esos nombres ¥ lograron también pasar a retiro, a veces con goce de sueldo, otras con el uso de uniforme. Agui se ve claramente que la diferencia entre el ejército y milicia, sobre todo en los valles aledaiios a Ia ciudad de Lima, no fue tan destacada. Algunos, en vez de listar un grado militar, se anotaban simplemente como ciudadanos, como en los casos de Ramon Escobedo, Ramén Pacheco y Francisco de Paula Carretero entre otros. La distineién entre estas dos eategorias no era muy fuerte a inicios de las guerras de independencia debido a la herencia colonial, pues las milicias ha- bian sido la base de su ejército. Esto se desarrolla aun mas con la independencia, ya que se concibe como una relacién que se da entre ciudadanos que participan en tl estado a través de su servicio en las fuerzas armadas. El Estado, a través de la institucién militar, sume un rol frente a quienes le han servido dando pensiones a los heridos y veteranos asi como montepios a sus viudas, Para asumir esta responsabilidad el Estado se basé en la legislacién adminis ‘ada por las mismas fuerzas armadas asi como por el Congreso de la Repitblica, La idea de cuerpo y de quien tenia derecho de ser parte de él estuvo muy presen- te tanto en los que presentaban las solicitudes como en los que las analizaban y 182 Laat faerg degre decidian sobre ellas, Las modificaciones en Ja legislacién fueron, sin embargo, frecuentes y muchas veces la situacién de los individuos cambio dependiendo del gobierno de tumo. Es asi en casos como el de Quintana, quien a lo largo dé su carrera habia recibido el apoyo de Gamarra, pero cuando la faccién de este no estaba en el poder su situacién empeord hasta llegar a ser expulsado de! servicio, acusado de insurreccion. Hacia mediados de sigio se buseé que los premios y las ‘gracias fucran regulados, especialmente para los veteranos de Junin y Ayacucho ue fueron premiados con sueldos completos. La idea en la década de 1860 fue que las gracias particulates se supriniieran y solo se tomara en cuenta la ley, C088 ue perjudico a personas como Francisea Caballero que en sentido estricto no te- nia derecho a una pensién pero que habia logrado convencet a gobiernos sucesivos de sus necesidades y sus importantes servicios, EI Estado se fue afianzando justamente en la medila que las fuerzas armadas se vieron cada vez mas obligadas a seguir las leyes y a otorgar un menor niimero de cexcepeiones. Desde un inicio el legislative estuvo a cargo de evaluat los premios, Pero los documentos muestran que a inicios de la repiblica eran mas propensos 4 favorecer alos individuos y premiarlos por sus meritos “al calor de la batalla” ‘como se ve, por ejemplo, en el caso del guerrllero Barreto quien recibe el grado de subteniente y lo ejerce, pero que luego no puede ser calificado y confirmado en 41 porque no es capaz de leer y escribir algo que su superior no esta dispuesto a tolerar. Los pedidos y solicitudes presentes en los expedientes muestran claramen- te una estructura y casi todos tienen Ia misma: se presenta el solicitante, explica 0 que quiere y lo acompatia con los reportes de testigos que avalan la solicitud, terminando con una suplica a la autoridad pertinente. Algunas de las primeras so licitudes, como la de Francisca Caballero, se refieren a Lima como a una “corte” y Por mas que los tiempos cambian y la racionalidad para hacer los pedidos varia la estructura de las solicitudes se mantiene muy estable en cincuenta aflos, El ejército peruano, tan importante en la creacién del estado republicano, fue una institucién con profundas raices coloniales. No se traté de fuerzas armadas como las concebidas en el siglo veinte y no es ese el tipo de institucién con las que ddeben ser comparadas. Sin embargo, se traté sin duda de una organizacién func: nal con una serie de regias y leyes por un lado claras, pero por el otro cambiantes, Las Ordenanzas Borbonicas se mantuvieron en pie hasta casi el final del siglo XIX, complementadas con leyes particulares sobre reforma militar y premios. El fuero militar existié hasta pasado mediados de siglo, cuando los liberales lograron finalmente abolirlo. El estudio de estas fojas de servicio nos da una serie de pistas para entender Ia estructura de esta institucion y la relacién que establecio el estado ccon los individuos y de esta forma podemos ver con mayor claridad otro aspecto de la manera en que se organiz6 el Estado a inicios de la tepiiblica PARTE I

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