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Las leyes de Autonomía universitaria que rigen a todas las universidades autónomas del país,

nacen a raíz del reconocimiento en el Decreto de Ley de Universidades en el año 1958, el cual fue
redactado por una comisión integrada por varios académicos reconocimos además de contar con el Dr
Francisco de Venanzi. Luego, en el año 1970, nace la Ley de Universidades, donde se indica que las
universidades deben “Buscar la verdad y afianzar los valores trascendentales”. Es esta ley la que indica,
en su artículo No. 5, que las universidades pueden ser nacionales o privadas y les otorga, en su artículo
No. 9, la autonomía en los aspectos organizativos, académicos, financieros y administrativos. Es esta ley,
con sus 109 artículos, la que ha regido los pilares del funcionamiento de la educación superior en el país
desde su creación.
En este sentido, en base al articulo 9 de la Ley de Universidad, se puede notar como éste
determina el funcionamiento y la estructura organizacional de cada una de las universidades. Al tener
autonomía en los aspectos organizativos, permite que puedan adaptarse al entorno mucho mejor mediante
su propio sistema organizativo implementando normas y reglamentos internos que ayuden a llevar a cabo
todo esto. También les permite tener autonomía académica lo que significa que cada universidad puede
establecer las carreras o cátedras que desee, organizando las facultades, escuelas, institutos y
departamentos que a bien tenga. Sin embargo, al estudiar los artículos 5 y 6 se puede observar que este
importante aspecto de la autonomía no posee una libertad tan absoluta como a primera vista pudiera
parecer, se limitan a las universidades a ciertos aspectos que ayuden a ser armónicas, y no haya desorden
en ellas, la idea es que todas sean una y cada una a pesar de ser distintas, tengan la misma estructura de
estudio. Es decir, se implementan estos articulos con el objeto de evitar una interpretación irrestricta de la
autonomía académica y evitar la aplicación anárquica de dicho principio.
Otro aspecto importante es la autonomía administrativa que permite que cada universidad tenga la
potestad de elegir su propio gobierno de acuerdo a la estructura establecida propiamente en ella, siempre
buscando lo establecido en el articulo 5 y 6. En un sentido más amplio, cada universidad está facultada
para elegir sus rectores, vicerrectores, secretarios, decanos de facultades, directores de escuelas e
institutos y jefes de departamento o de cátedra, así como también los representantes de profesores y
estudiantiles a los órganos de cogobierno universitario, sin injerencia de ningún organismo estatal ni de
ninguna otra índole.
A su vez, cada universidad posee la autonomía financiera o económica, en donde cada
universidad está facultada para administrar su propio patrimonio formado principalmente con el
presupuesto que anualmente el Estado dispone para las universidades. Estas tienen la capacidad de
producir sus propios ingresos. Sin embargo, por lo extenso de las actividades que puede realizar una
universidad, dedicada a la enseñanza y a la investigación y a lo costoso que esto puede ser, siempre está
el financiamiento del estado para el cumplimiento de todos estos objetivos.
Por otra parte, en 1999, con la reforma de la constitución, finalmente la autonomía universitaria
hace una aparición en la constitución de la república a través del artículo 109, el cual se encuentra
ubicado en el capítulo VI “De los derechos culturales y educativos”. Dicho artículo indica, a grandes
rasgos, que el estado reconoce la autonomía universitaria como principio, de manera que los profesores,
estudiantes y egresados puedan enfocarse en la búsqueda y generación de conocimientos a través de la
investigación. Además indica que las universidades tienen la potestad de crear sus propias normas de
gobierno y sus regulaciones, siempre bajo la vigilancia de las leyes que rigen estos procesos. Por último,
establece la inviolabilidad del recinto universitario, también indicando que las universidades
experimentales alcanzarán su autonomía de acuerdo con la ley. Sin duda alguna, este artículo representa
un gran avance hacia el establecimiento de la autonomía universitaria como la conocemos hoy en día, ya
que anteriormente no se había mencionado la autonomía universitaria en la constitución de la república.

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