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Nicolás Loza
¿Quién se beneficia del voto nulo? El anulismo, podría contestarse, pero la reiteración de la
pregunta y la discusión pública para encontrar una respuesta satisfactoria sugiere que no
equivale a interrogarse a quién beneficia votar por el PAN o por el PRI, que aceptaría por
respuesta “al PAN o al PRI, dependiendo de la elección”. El anulismo no es una opción más o
menos coherente y unitaria, semejante a un partido, en tanto que los votos que se anulan
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no se traducen en representación y prerrogativas como lo hacen los que logra una
agrupación con registro. Lo que en esta nota propongo es que la mejor respuesta a la
pregunta inicial, vendrá de contestar las preguntas “¿de dónde salieron los anulistas?” y
“¿cuáles son las reglas de traducción de votos en registro, prerrogativas y representación para
los partidos políticos?”
En 2009 el voto nulo a nivel nacional alcanzó 5.4 por ciento del total de votos emitidos, lo
que casi duplicó la media de elecciones anteriores en el periodo 1994-2006, que había sido
de 2.8 por ciento, revelando que existen activistas y electores dispuestos a manifestarse
políticamente por esta vía (Cisneros, 2013). En 2012, el voto nulo en la elección de senadores
fue de 5.5 por ciento y en la de diputados de 4.9 por ciento, pero conforme a estudios del
IFE sabemos que la mayoría de los anulistas de 2009 fueron intencionales, en tanto que los
de 2012 se equivocaron (Márquez, 2015).
Entre académicos que participan del debate, Javier Aparicio, en un artículo periodístico,
destacó el efecto inocuo de los votos nulos sobre la representación (las prerrogativas y el
sistema de partidos, podríamos agregar), suponiendo que los abstencionistas se convierten
al anulismo (Aparicio, 2015). Rodrigo Salazar publicó un post demostrando que si todos los
partidos pierden el mismo número de votantes por efectos del voto nulo, los más
beneficiados serían los partidos grandes, es decir, el PRI y el PAN (Salazar, 2015). Ambas
observaciones son ciertas y dependen del supuesto acerca del origen y comportamiento de
los anulistas. José Antonio Crespo menciona datos individuales para juzgar a quién perjudica
el voto nulo, y refiriendo encuestas de salida y post electorales, muestra que son el PAN y el
PRI los partidos perdedores (Crespo, 2015).
Cuadro 1
Cuatro combinaciones electorales
Opciones 1 2 3 4
Arranque Sólo pone la Ponen en Todos ponen
abstención porporción igual
a fuerza
Part. 50 51 51 50.4
Al explorar la preferencia electoral pasada, en 2009 respecto a 2006, 42.9 por ciento ciento
de anulistas dijo haber votado por el PAN, y en 2012 en relación a 2009, 26 por ciento
también votó antes por el PAN. En ambas elecciones, los exvotantes del PAN integraron el
grupo más numeroso de anulistas. En segundo lugar, en 2009 figuraron los exvotantes del
PRI en 2006, y en 2012, los exvotantes del PRD en 2009. Los partidos pequeños, nuevos o no,
también alimentaron al anulismo: en la encuesta de 2009, el partido México Posible, y en la
de 2012, el PVEM y el PANAL. Finalmente, 13 por ciento de quienes anularon su voto en
2012, hicieron lo mismo en 2009, constituyendo el tercer grupo de electores por su cuantía
junto con los exvotantes del PRI (cuadro 2).
2009 2012
No 17.1 15.6
Si 82.9 72.2
MP 3.6 –
PV – 1.5
Panal – 1.5
Anulado – 13.8
No 63.9 76.7
Si 30.3 20.0
n, 2009=36; 2012=90
Entrevistados que dijeron haber anulado su voto y
representaron 3.6% del total de encuestado en 2009, y 3.8 en 2012
Fuentes: Aguilar (2012) y CIDE e IFE (2009)
Las cifras de preferencia electoral pasada y simpatía partidista de los anulistas desmienten
que esta conducta se origine en una sola identidad partidaria y revelan que al menos en
2009 y 2012 el movimiento de la abstención al anulismo, de pérdida proporcional al tamaño
del partido o de pérdida de igual número de votantes con independencia del tamaño, no
ocurrieron. Si el partido que entonces ocupaba la presidencia fue quien más electores perdió
a manos del anulismo, o si el PRI y el PAN son quienes más simpatizantes tenían entre
quienes anularon su voto, es imposible que se beneficiaran aunque la regla de estimación de
prerrogativas y representación los compensara posteriormente por el simple hecho de
conservar su registro y ser partidos con muchos votos, lo que también aplica para el propio
PRD o los partidos pequeños que alcanzaron su registro.
Como puede advertirse, la normativa electoral vigente en 2015 anula todo efecto
institucional del voto nulo contrario a los partidos, mientras que la precedente no lo
eliminaba para la estimación del registro, aunque ambas lo hacían para la asignación de
prerrogativas y representación.
En el cuadro 3 simulo la misma votación para efectos de conservar el registro, con las reglas
del Cofipe (2008) y de la Legipe (2014). Como puede advertirse, el partido Naranja, que
logra tres por ciento de la votación válida con Legipe y conserva su registro, obtendría 2.8
por ciento con Cofipe, perdiendo el registro si el umbral para perderlo fuera el 3 y no el 2
por ciento. La diferencia en el porcentaje de votación obtenido no proviene de variación en
el número absoluto de votos, pues se asume que es el mismo, sino en la regla que incluye o
no a los votos nulos para hacer el cálculo final. Además, la regla de Legipe que neutraliza el
efecto institucional del voto nulo sobre las posibilidades de regstro de los partido se
extendió para la distribución de prerrogativas y curules, sustrayendo del cálculo los votos a
candidatos independientes y a candidatos no registrados, con lo que se le brinda a los
partidos que conservan su registro reglas más favorables.
Cuadro 3
Votos válidos y nulos en Cofipe y Legipe
Nulos 35 7.0
VV Cofipe 503
VV Legipe 468
Si el castigo o la decepción por el desempeño del gobierno fueron las razones de que en
2012 y 2009 el PAN perdiera más votantes que los demás partidos a manos del anulismo, en
2015 podríamos esperar que fuera el PRI, aunque ahora como hace tres y seis años, todos los
partidos incluida la abstención, terminarán poniendo electores que optarán por anular su
voto. En suma, que los anulistas salgan en su mayoría de los ex electores decepcionados del
desempeño del gobierno va en una dirección mientras que las reglas para calcular la
votación válida, refrendar registro y obtener prerrogativas van en la dirección opuesta. Los
votantes castigan al o a los partidos mayoritarios incluso anulando, mientas que las reglas
compensan a estas agrupaciones descontando los votos nulos para calcular el reparto de
recursos.
Los anulistas pueden obtener un beneficio expresivo con su decisión, renunciando sin
embargo a lograr un efecto institucional. Cualquier cifra de voto nulo por arriba del tres por
ciento del total confirmará el descontento con los actuales partidos y candidatos al menos
entre una proporción ligeramente menor de la población, que sin embargo, encuentra en el
mecanismo electoral una forma de expresar su punto de vista.
Nicolás Loza
Profesor e investigador de FLACSO México.
Mail: loza@flacso.edu.mx / Twitter: @NiLoOt
Referencias
Rosario Aguilar et al. (2012). Estudio Nacional Electoral Mexicano: Post Electoral – 2012.
México: Banco de Información para la Investigación Aplicada en Ciencias Sociales, CIDE
(http://hdl.handle.net/10089/16797).
Gerardo Isaac Cisneros (2013), “Movilización, escolaridad y voto nulo. La elección federal de
2009 en México”. Política y gobierno Vol. XX, No. 1, 1er semestre, pp. 39-78 (bit.ly/1KdoyLF)
José Antonio Crespo (2015), “AMLO, el voto nulo y la abstención”. El Universal, 6 de abril
(bit.ly/1JIEEfp).
CIDE e IFE. (2009). Estudio Comparativo de los Sistemas Electorales (CSES) – 2009 México:
Banco de Información para la Investigación Aplicada en Ciencias Sociales, CIDE
(http://hdl.handle.net/10089/16136).
(CPEUM, 2014) Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, 7 de julio de 2014:
(bit.ly/1OkeAc5).
Rodrigo Salazar (2015), “¿A quién favorece el voto nulo?”. HSeldonianos, 28 de marzo
(bit.ly/1GpU8o9).
Sólo en línea.
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