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CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
I. ANTECEDENTES:
“El daño sufrido por el demandante aparece plenamente acreditado con los
testimonios obrantes a folios 72, 74, 88, 219, 223 y 228 en que se informa
que el globo de terreno que dio origen a esta acción fue ocupado y sus
instalaciones y bienes destruidos por las personas allí anotadas, y con los
dictámenes periciales obrantes a folios 249 y 257 que dan cuenta de las
secuelas dejadas por el hecho dañoso en el referido inmueble” (folios 433).
IV. CONSIDERACIONES:
a. Primero, en relación con los daños causados a la finca Miraflores por las
tres invasiones, se tiene que la primera ocurrió el 11 de mayo de 1987, de
acuerdo con la denuncia presentada por el demandante ante la comisaría octava
de policía municipal de Barranquilla, el 19 de mayo siguiente. En dicha denuncia
manifestó:
“Los costosos pozos donde se abastecía el ganado para beber han sido
destruidos, los pastos artificiales no han podido aprovecharse, en fin, los
perjuicios económicos son cuantiosos, como me será fácil demostrar con
documentos y testimonios” (se subraya) (folio 201).
“... En cuanto a los materiales traídos por mi, algunos existen en forma
disminuida y se señala el punto en que se encuentran para que los
funcionarios que participan en esta diligencia lo puedan observar, lo mismo
que la madera que se encuentra escondida en la finca. Acto seguido se
procedió a recorrer la finca materia de la diligencia y se pudo constatar que
existían cultivos de hierba al parecer de semillas de angleton y guinea,
como también el pozo de agua natural y también pudimos darnos cuenta la
forma en que se encontraban las cercas, caídas sin los alambre de púas,
los materiales a la vista eran triturados y pilas de arena el cual están (sic)
disminuido” (se subraya) (folio 25).
“Han sido destruidos los forrajes, que tenía para alimentar a más de 130
bovinos, han destruido los frutales, robado los alambres de púas de las
cercas que miden 2.500mts de cada lado, con tres hilos, han violentado las
puertas del cuarto de herramientas y se las han robado. Los perjuicios por
esa realidad no tiene porqué sufrirlo exclusivamente la víctima, sino que
razones de equidad señalan que ellos deben ser repartidos entre toda la
comunidad en cuyo nombre y beneficio actúa el Estado.
(...)
“En esta parcela [N° 2] están ubicados 2 jagüey, uno con una capacidad
máxima de 910 m3 aproximadamente y otro con una caída máxima de 169
m aproximadamente.
(...)
“En esta parcela está ubicado un jagüey con un capacidad máxima de 972
m3 aproximadamente” (folio 252).
Sobre los daños causados a la finca Miraflores por los invasores y la época
en que ocurrieron, Félix Antonio Blanco Orozco, el administrador de la misma,
entre 1984 y enero 1988, manifestó:
En efecto, de acuerdo los dos testigos restantes, los daños ocurrieron con ocasión
de las dos primeras invasiones. En cuanto al sacrificio de animales, Félix Antonio
Orozco habló de 10: dos toros, cuatro vacas y dos caballos y el hurto de dos sillas
de montar. Respecto de la destrucción de los pastos del predio, sembrados en el
primer semestre de 1987, el mismo declarante y Luis Armando Conde Briganti
coinciden en que sucedió con anterioridad a la tercera invasión; lo mismo se dice
en la solicitud de amparo del 13 de enero de 1988, en la que el apoderado del
demandante manifestó que, para el 22 de diciembre anterior, antes del segundo
lanzamiento, el pasto de la finca había sido cortado.
Lo mismo pasa con la destrucción de los palos de las cercas, así como de la
madera de los corrales y de los árboles maderables, que fueron quemados o
tumbados, estos mismos dos testigos manifestaron que había sucedido antes de
la tercera invasión; A esos mismos daños se hace referencia, de manera
recurrente, en los documentos que tratan de las dos primeras invasiones: en las
solicitudes de amparo del 19 y 24 de mayo de 1987 se denuncia la destrucción de
los corrales, el robo de madera para las cercas, lo mismo se dice en el acta de
lanzamiento del dos de julio del mismo año, así como en la solicitud de amparo
del 23 de diciembre siguiente, por la segunda invasión. En la solicitud de amparo
del 13 de enero de 1988, el apoderado del demandante señaló que, para el 22 de
diciembre anterior, antes del segundo lanzamiento, se había visto afectado el
cercado de la finca. En la demanda, sin embargo, se reclama por la destrucción
de los postes de madera de las cercas después de la tercera invasión.
Faltando la prueba del daño alegado o su nexo causal con la falla del servicio
demandada, se impone, necesariamente, revocar la sentencia apelada y en su
lugar negar las pretensiones de la demanda.
FALLA: