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en la teoría marxista
contemporánea
DIRECTORIO
Massimo Modonesi
Alfonso Galileo García Vela
María Vignau Loría
BUAP
México, 2017
Esta investigación, arbitrada a “doble ciego” por especialistas en la materia, se privilegia con
el aval de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam.
Este libro fue financiado con recursos de la Dirección General de Asuntos del Personal
Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, mediante el proyecto “Mo-
vimientos antagonistas en México y América Latina” coordinado por Massimo Modonesi,
como parte del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica
(PAPIIT) IN302716.
Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta, del contenido de la pre-
sente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores,
en términos de lo así previsto por la Ley Federal de Derechos de Autor y, en su caso, por
los tratados internacionales aplicables.
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Capítulo 1
De Marx a Lenin: Clase y lucha de clases
Alfonso Galileo García Vela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Capítulo 2
Gramsci y las clases subalternas
Guido Liguori . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Capítulo 3
Thompson y la experiencia de clase
María Vignau Loría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Capítulo 4
Poulantzas y la estructuración de las clases
María Vignau Loría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Capítulo 5
Wright y la analítica de la clase
María Vignau Loría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
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Capítulo 6
Del obrero-masa a la multitud: metamorfosis del sujeto clasista en el
operaísmo y post-operaísmo italiano
Massimo Modonesi y Matari Pierre Manigat . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Capítulo 7
El open marxism y la clase como lucha
Alfonso Galileo García Vela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Capítulo 8
Consideraciones finales: Sobre la relevancia sociológica
del concepto marxista de clase social
Massimo Modonesi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
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Presentación
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de confrontar una categoría central de la crítica marxista a la realidad social
contemporánea.
En los capítulos que lo conforman, se presentan -de forma lo más ordena-
da y accesible posible- una serie de aportaciones marxistas a la definición del
concepto de clase social, poniendo en relieve una serie de autores y una cadena
de conexiones entre ellos, de debates explícitos e implícitos.
En una línea que va de los clásicos a los contemporáneos, consideramos a
pensadores que plantearon contribuciones representativas de tendencias, co-
rrientes y perspectivas teóricas originales y que vertebraron el debate marxista:
fundamentalmente Karl Marx, Vladimir Lenin, Antonio Gramsci, Edward
Palmer Thompson, Nicos Poulantzas, Erik O. Wright, Antonio Negri y John
Holloway, con referencias a Rosa Luxemburg, Georg Lukács, Jean-Paul Sar-
tre y Ralph Miliband.
Si bien reconocemos que el tratamiento y la misma elección de los autores
implica un recorte relativamente arbitrario, al no poder ser exhaustivos de-
cidimos seleccionarlos en función de la originalidad de su propuesta y de su
indiscutible transcendencia en el debate marxista, en la historia de las ideas
sobre la clase social, en particular en el terreno de la teoría social y la socio-
logía. Podemos afirmar que no falta ningún autor contemporáneo que, por
originalidad y transcendencia, podamos considerar imprescindible.
Cabe señalar que, por razones de orden y de claridad, pero también de
tiempo y espacio, decidimos limitarnos a seguir la obra de los autores seleccio-
nados, reconstruyendo sus principales argumentos, sin incluir referencias a las
interpretaciones y controversias que cada uno de ellos suscitó, que merecerían
un tratamiento específico cuya extensión rebasaba por mucho el objetivo de
síntesis que nos propusimos. Pensando que muchos de nuestros lectores serán
estudiantes de grado y posgrado, tratamos de sintetizar las ideas de los autores
sin sobresaturar el texto de observaciones y comentarios nuestros o de otros
que ramificaran demasiado las líneas argumentativas.
Aunque el énfasis está colocado en las contribuciones y los debates contem-
poráneos, decidimos incluir un capítulo que recapitule los aportes de Marx y
de Lenin para que los lectores ubiquen los puntos de partida de estos autores
clásicos que han influido de modo decisivo en el debate sobre las clases sociales
hasta la actualidad. En lo particular, el capítulo se enfoca en la constitución de
la sociedad burguesa a través de la lucha de clases, en la conformación y con-
figuración de la clase. Y en el terreno político de la acción, en la conciencia de
clase y la lucha por la abolición de las clases. Todos los marxistas posteriores
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trataron de desarrollar y repensar estos temas, así como la tensión y articula-
ción entre la dimensión económica y política de la lucha de clases.
Para presentar a las perspectivas contemporáneos, aún cuando el debate
se ramifica y entreteje de forma no lineal en particular si consideramos la
influencia actual de las distintas perspectivas, seguimos un criterio cronoló-
gico al exponer a los autores en función de la elaboración y la circulación de
su obra, trazando una secuencia de propuestas que marcaron dos momentos
cruciales del debate marxista, el de su expansión, entre el segundo posguerra y
los años 70 y el de la reacción a la crisis, desde la década del 80 a la actualidad.
Así que el segundo capítulo es dedicado al marxista italiano Gramsci,
quien escribió en los 20 y 30 pero cuya obra se conoció a finales de los años
40 y principio de los 50. Se destaca su contribución al debate bajo el concep-
to de clases subalternas, una formulación de origen marxista particularmente
resistente al paso del tiempo y ampliamente utilizada en los actuales debates
sociológicos y filosóficos tanto marxistas, como neo o pos marxistas. Bajo esta
formulación Gramsci intentó pensar la subjetividad clasista en función de la
relación mando-obediencia, como contraparte subjetiva y agencial del ejercicio
de la hegemonía. Esta veta, al margen de la recepción nominal de la noción de
subalterno, abre la puerta a posteriores esfuerzos por pensar la conformación
de subjetividades clases en el contexto de relaciones de dominación, recono-
ciendo aspectos socio-políticos y culturales, sin perder de vista el trasfondo de
las relaciones de explotación.
El tercer capítulo está dedicado al historiador inglés E. P. Thompson, cuya
obra principal data de los años 60. Thompson propone una noción surgida de
investigaciones historiográficas que se condensa en una conceptualización que
destaca el carácter procesual y relacional de la clase social. Se trata de un con-
cepto que recupera a la clase como fenómeno histórico, anclado en el terreno
de las relaciones sociales más que de las estructuras, y que pone el énfasis en la
experiencia y subjetivación de las condiciones objetivas de explotación y domi-
nación. La de Thompson es una conceptualización que da primacía a la lucha
y conciencia de clase como momentos que son y surgen al mismo tiempo que
la clase social (las clases existen porque luchan).
El cuarto capítulo presenta el análisis del concepto de clase social de Ni-
cos Poulantzas, sociólogo e intelectual griego que pertenece a la corriente del
marxismo estructuralista y cuya obra cruza los años 60 y 70. En este capítulo
se explora un concepto de clase social que se caracteriza por su anclaje en los
elementos más clásicos –y en ocasiones “duros”– del marxismo, a partir un an-
damiaje teórico de clara determinación estructural, económica en-última-ins-
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tancia que, sin embargo, incorpora innovación y creatividad atribuyendo un
lugar privilegiado a las prácticas sociales, la contradicción política y la lucha.
En el quinto capítulo se explora el trabajo de Erik Olin Wright, sociólogo
norteamericano que se adscribe a la corriente del marxismo analítico. En su
trabajo, Wright asume el reto de generar un concepto capaz de enlazar el aná-
lisis teórico de los procesos estructurales con la clase social como fenómeno
empíricamente observable, especialmente en lo que atañe a las “clases medias”
o “indeterminadas” como elementos concretos de la estructura de clases con-
temporánea. El trabajo de Wright destaca por sus novedosas contribuciones a
la elaboración de una conceptualización que dialoga con otras corrientes fuera
del marxismo y que incorpora elementos y preocupaciones en función del
análisis empírico, pero que no deja de estar firmemente anclada en una agenda
marxista pues concibe la clase como una relación de explotación antagónica y
recupera la centralidad de los conceptos de lucha y conciencia de clase.
En el sexto capítulo, se resumen las contribuciones al debate por parte de
la corriente intelectual y militante del obrerismo y post-obrerismo italiano,
en particular haciendo referencia a la obra de Antonio Negri, un autor cuya
producción intelectual e influencia se extiende y se amplifica en el siglo XXI.
Las principales aportaciones derivan en este caso del estudio de las formas que
adquiere el trabajo social en las distintas fases del capitalismo contemporáneo,
que se expresan en la sucesión de los conceptos de obrero-masa, de obrero social
y de multitud. Alrededor de estas tres categorías se delimitan los contornos y
designan los contenidos respetivos de lo que se define como recomposiciones de
clase a la cuales se atribuyen la primacía dinámica y un principio de autonomía
respecto al capital, el cual estaría constantemente reaccionando e intentando
descomponer y tratando de quebrar la recomposición subjetiva clasista en sus
distintas manifestaciones históricas.
En el séptimo capítulo, dedicado al llamado marxismo abierto, el análisis se
enfoca en los trabajos de Richard Gunn, Werner Bonefeld y John Holloway.
Para el open marxism no se puede separar las nociones de clase y lucha sin
caer en una fetichización de la clase. Perspectiva que, en términos generales,
comparte con Thompson pero a partir de un enfoque centrado en la teoría que
arranca en la matriz derivacionista de esta corriente y en la tradición marxista
de la Escuela de Frankfurt. Esta perspectiva supone una aproximación crítica
a la existencia y la definición de clase, niega la posibilidad de afirmación iden-
titaria y apuesta a la dinámica de la lucha como manifestación de existencia
de un impulso hacia la autodeterminación de subjetividades anticapitalistas.
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Este libro no quiere arrojar conclusiones en términos de una elección entre
una u otra propuesta ni apuesta por una solución ecléctica, sino que quiere
proporcionar las bases tanto para que se conozcan las principales aportaciones
marxistas contemporáneas como para que se vuelva a colocar el debate sobre
el concepto de clase social en el centro de las reflexiones sociológicas actuales.
En este sentido, el último capítulo no es de balance sino que ofrece un ejercicio
de problematización respecto de los conceptos de lucha y de clase orientado a poner
en evidencia su pertinencia y su potencial respecto de una agenda de sociología
política marxista centrada en el principio del antagonismo.
Al margen de la voluntad de quienes escribimos de reconocer y revitalizar
la perspectiva marxista, aspiramos a que el libro ofrezca elementos de reflexión
que refresquen el conocimiento respecto de un concepto fundamental, un
debate y una serie de aportaciones de gran trascendencia teórica para el pen-
samiento social en general.
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Capítulo 1
Introducción
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De Marx a Lenin: clase y lucha de clases
En esta carta Marx reconoce que no fue el descubridor de las clases sociales,
ya que economistas clásicos como David Ricardo escribieron sobre las clases
antes que él.1 Sin embargo, a diferencia de los economistas clásicos, para Marx
la clase y la lucha de clases son determinaciones fundamentales de la historia
y su desarrollo. A pesar de sus grandes aportes a la comprensión de las clases y
la lucha de clases, Marx no llegó a desarrollar en términos sistemáticos una
teoría de la clase; por lo tanto, es muy difícil decir específicamente cuál es su
concepto de clase. Aunado a ello, sus reflexiones teóricas sobre la clase atravie-
san la totalidad de su obra.
En consecuencia, grandes pensadores marxistas buscaron desarrollar una
teoría de la clase a partir de su interpretación de la teoría crítica de Marx.
Lenin, uno de los políticos y pensadores marxistas más importantes del siglo
pasado, interpretó la obra de Marx a partir de las grandes transformaciones
históricas del siglo XX y desarrolló su propia teoría y práctica revolucionaria,
llegando a predominar sobre otras corrientes e interpretaciones marxistas. El
centro del pensamiento teórico de Lenin es la práctica política revolucionaria;
como veremos más adelante, el concepto de clase es parte fundamental de su
teoría de la praxis.
Para aproximarnos al tema de la clase social en el pensamiento de Marx,
se tomarán dos libros fundamentales de su obra: el primero, el Manifiesto del
partido comunista que desarrolló junto a Engels. En dicho texto, la clase y la
lucha de clases son consideradas el centro de la historia hasta nuestros días.
Si bien es cierto que el tema de la clase y la lucha de clases fue muy relevante
en obras de Marx como La lucha de clases en Francia, El 18 Brumario de Luis
Bonaparte o La ideología Alemana, es en el Manifiesto Comunista donde estas
nociones ocuparon el eje central de su argumentación (Heinrich, 2008). En
ese sentido, el Manifiesto es la obra de Marx donde existe de forma implícita
una teoría de las clases que es, al mismo tiempo, una teoría de la abolición de
las clases. Por lo tanto, consideramos que es de gran relevancia para compren-
der la noción de clase en el pensamiento de Marx. Es muy importante subrayar
que, para Marx, la idea de clase era también un medio de agitación política.
Un concepto asociado al proletariado que los impulsaba a la acción política, a
la lucha revolucionaria.2
1
Sobre el tema de las clases en Ricardo y Marx, ver Heinrich (2008).
De acuerdo a Th. W. Adorno (2004, p. 347 y 354) “el concepto de clase está vinculado
2
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Alfonso Galileo García Vela
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De Marx a Lenin: clase y lucha de clases
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La clase burguesa
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De Marx a Lenin: clase y lucha de clases
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Sobre la teoría del capitalismo monopolista de Estado y la teoría del Estado de la
socialdemocracia ver Clarke (1991).
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(1962).
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De Marx a Lenin: clase y lucha de clases
La clase proletaria
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Alfonso Galileo García Vela
ma fábrica; más adelante, los obreros que comparten un mismo oficio en una
localidad. En este período los obreros no se contentan con luchar únicamente
en contra las relaciones de producción que ha creado la burguesía; también,
luchan contra los instrumentos de producción, los obreros rompen máquinas
e incendian fábricas.
Marx y Engels (2014a, pp. 133-134) señalan que en esta etapa los obreros
aún no están unidos, forman una masa diseminada y disgregada por la compe-
tencia. Asimismo, los obreros aún no combaten con sus verdaderos enemigos,
combaten contra los enemigos de la clase burguesa; que son la monarquía
absoluta, los burgueses no industriales, los pequeños burgueses y los propie-
tarios territoriales. En esta etapa histórica de las luchas obreras, cada victoria
de los obreros contra los enemigos de la clase burguesa, es en realidad una
victoria de la burguesía.
El progreso de la industria en el siglo XIX tuvo como efecto el aumento
del número de proletarios y su concentración en grandes masas en las fábri-
cas. Nuestros autores señalan que grandes masas de obreros desorganizados
comenzaron a tomar conciencia de su fuerza y sus intereses. Ante su situación
cada vez más precaria, como resultado del aumento de la competencia entre los
burgueses, las crisis comerciales, las fluctuaciones de los salarios y el acelerado
desarrollo de las máquinas; los obreros se organizaron y actuaron en común
contra los burgueses, los obreros formaron asociaciones para asegurar los me-
dios necesarios para su lucha.
Marx y Engels (2014a, p. 134) señalan que “las colisiones individuales en-
tre el obrero y el burgués adquieren más y más el carácter de colisiones entre
dos clases”. Es decir, las luchas de los proletarios, unidas al progreso de la
industria que concentra grandes masas de obreros, los convierte de una masa
diseminada de individuos en una clase que amenaza la continuidad de la do-
minación burguesa. Algunas veces los proletarios triunfan, pero es efímero.
Para nuestros autores, “el verdadero resultado de sus luchas no es el éxito in-
mediato, sino la unión cada vez más extensa de los obreros”; es decir, la unión
de los obreros implica su constitución como clase, y como clase enfrentan de
manera directa y concentrada la dominación burguesa, y ponen en riesgo la
continuidad del sistema.
La unidad de los proletarios lleva a su organización en y para la lucha, la
clase proletaria es precisamente la organización de los proletarios en la lucha.
Más aún, para Marx y Engels (2014a, p. 134) “toda lucha de clases es una lu-
cha política”, por lo tanto, la organización del proletariado en clase supone su
organización en partido político. Pero no en cualquier partido, el proletariado
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De Marx a Lenin: clase y lucha de clases
se debe organizar en el partido que hace valer los intereses comunes de todo el
movimiento proletario, independientemente de la nacionalidad de los proleta-
rios y de las diferentes fases en que se encuentre la lucha entre el proletariado
y la burguesía. El “Partido” al cual se refieren Marx y Engels (2014a, p. 139)
es el partido de los comunistas, vanguardia teórica y práctica de todos los par-
tidos proletarios y del mismo proletariado. De acuerdo a nuestros autores, los
objetivos inmediatos de los comunistas son: “constitución de los proletarios
en clase, derrocamiento de la dominación burguesa y la conquista del Poder
político por el proletariado”.
Para Marx y Engels (2014a, p. 139) “prácticamente, los comunistas son, pues,
el sector más resuelto de los partidos obreros de todos los países, el sector que
siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del
proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de
los resultados generales del movimiento proletario”. Lo que podemos inter-
pretar de los argumentos anteriores, es que la política mantiene cierta autono-
mía de las relaciones sociales burguesas. Es decir, la política se entiende como
una especie de instancia separada y autónoma al capital desde la cual se puede
intervenir de forma revolucionaria en la sociedad, a través de instituciones
como el partido político o el Estado. Esta perspectiva, permite establecer un
vínculo directo entre lucha, organización, clase y partido. En este argumento,
el sentido final de la clase es su organización en el “Partido”; aquí se encuentra
la antesala al pensamiento teórico de Lenin, cuyo libro más importante, ¿Qué
Hacer? Teoría y práctica del bolchevismo, es en cierto sentido un desarrollo teó-
rico de las ideas políticas del Manifiesto Comunista.
El Manifiesto Comunista anticipa además el modo de hacer política del
siglo XX. De acuerdo a Lazarus (2010), en el siglo XIX la base de la lucha
política era la insurrección, la Comuna de París de 1870 es un ejemplo muy
importante de aquella idea de política. Mientras que en el siglo XX surge un
nuevo modo de lucha política donde el partido se vuelve fundamental. En
el siglo XX la idea de lucha política se centra en el partido y dentro de este
último se organizan las cuestiones de clase y acceso al poder. En este sentido,
Lenin convirtió la idea de hacer política en el siglo XX en la condición para
su estrategia revolucionaria.
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Alfonso Galileo García Vela
Lazarus (2010, p. 248) plantea una tesis muy sugerente al argumentar que
Lenin, en su libro ¿Qué hacer?, rompe con las tesis de Marx y Engels del Ma-
nifiesto “en lo que respecta al carácter espontáneo de la aparición de comunistas
dentro del proletariado moderno”. La tesis de Lazarus señala que para Marx la
aparición de los comunistas es intrínseca a la existencia de los proletarios como
clase (“donde hay proletariados, hay comunistas”); en otras palabras, existe
la posibilidad de una consciencia política revolucionaria espontánea en los
proletarios, lo cual conserva las posibilidades de su propia autoemancipación.
Por otra parte, Lenin se aleja de la tesis de Marx y sostiene que la consciencia
revolucionaria de los proletarios no es un fenómeno espontáneo, es el partido
que desde fuera lleva la consciencia revolucionaria a los proletarios y les per-
mite organizarse para la lucha revolucionaria. Así pues, Lenin en su teoría de
la revolución presupone el modo de hacer política del siglo XX. Asimismo,
Badiou (2010, p. 13) señala que lo real en la política revolucionaria es una
condición para la teoría de Lenin, perspectiva que determinó la subjetividad
política del siglo XX, en la cual lo real es “lo que puede hacerse inmediata-
mente, aquí y ahora”.
Lenin en ¿Qué hacer? desarrolla su teoría de la organización revolucionaria
tomando como punto de partida el problema de cómo desarrollar la conciencia
de clase en los obreros. Para Lenin (1977) es central mostrar el significado
del elemento espontáneo y el elemento consciente en la lucha de clases. Según
Lenin (1977, pp. 136-138) el movimiento popular que surgió en Rusia a fina-
les del siglo XIX tenía un carácter espontáneo, es decir, una “forma embriona-
ria de lo consciente”, muchos de los motines eran simplemente levantamientos
de gente oprimida y enojada. En algunas huelgas se observaron destellos de
conciencia, por ejemplo, se formularon reivindicaciones determinadas, se cal-
cularon de antemano el elemento más conveniente, se discutieron los casos y
ejemplos conocidos de otros lugares, etcétera. Sin embargo, Lenin consideró
que estas huelgas eran únicamente destellos de consciencia y embriones de
lucha de clases.
De este modo, Lenin (1977) argumentó que los obreros no podían adqui-
rir una conciencia de clase por sí mismos, o de un modo espontáneo como
resultado de sus luchas. Según el pensador ruso, la historia de todos los paí-
ses muestra que la clase obrera por sus propios medios únicamente puede
elaborar una consciencia tradeunionista; es decir, la convicción de agruparse
en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar la promulgación de leyes
indispensables para los obreros, etc. Asimismo, para Lenin el movimiento
espontáneo conduce a la supremacía de la ideología burguesa. Lenin sostenía
que es falso que la consciencia de clase o la consciencia de la posibilidad y de
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De Marx a Lenin: clase y lucha de clases
pación de la clase obrera mientras que para Lenin sólo a través del partido se
puede lograr su liberación.
De acuerdo al Manifiesto el primer paso de la revolución es la conquista del
poder y el ascenso del proletariado a clase dominante. Mediante la revolución
es que el proletariado se convierte en clase dominante y rompe con las relacio-
nes sociales burguesas. Finalmente, cuando la clase proletaria logre suprimir
las relaciones de producción burguesas se abolirán los antagonismo de clase y,
por consiguiente, las clases. De la abolición de la antigua sociedad burguesa y
sus clases “surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno
será la condición del libre desenvolvimiento de todos” (K. Marx & Engels,
2014a, p. 150). Así en el Manifiesto, la clase proletaria lucha por la abolición
de su propia existencia como clase.
Ahora bien, en esta discusión sobre la lucha de clases y su organización,
queda aún por responder a la pregunta ¿qué es una clase para Lenin y Marx?
Es más sencillo abordar el concepto leninista de clase, puesto que Lenin de-
finió la clase en el texto Una gran iniciativa que se publicó como folleto más
de 15 años después del ¿Qué hacer?. En dicho folleto, Lenin reflexiona sobre
el trabajo voluntario y su importancia para la lucha de clases. El trabajo volun-
tario fue una iniciativa de obreros y simpatizantes comunistas que se organizó
los días sábados, inició en los primeros años de la Revolución bolchevique y
fueron llamados los sábados comunistas. Para Lenin (1970, p. 124) los sábados
comunistas tenían la enorme importancia histórica de mostrar “la iniciativa
consciente y voluntaria de los obreros en el desarrollo de la productividad del
trabajo, en el paso a una nueva disciplina de trabajo y en la creación de condi-
ciones socialistas en la economía y en la vida.”
A partir de la reflexión sobre la lucha de clases y las tareas del proletariado
después de la conquista el poder político, Lenin (1970, p. 123) define a las
clases como:
grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que
ocupan en un sistema de producción social históricamente determina-
do, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de
producción (relaciones que las leyes refrendan y formulan en su mayor
parte), por el papel que desempeñan en la organización social del traba-
jo, y, consiguientemente, por el modo y la proporción en que perciben
la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos huma-
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Alfonso Galileo García Vela
nos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro por ocupar
puestos diferentes en un régimen determinado de economía social.
Para Lenin las clases sociales son básicamente grupos humanos que se consti-
tuyen por su relación con los medios de producción, la relación con los medios
de producción permite a un grupo apropiarse del trabajo de otro grupo. En la
sociedad capitalista, la clase burguesa es dueña de los medios de producción,
condición que le permite apropiarse de la plusvalía generada por el trabajo de
la clase obrera. El concepto de clase es para Lenin un punto de partida para
explicar el significado de la “supresión de las clases”, que es el objetivo final
del socialismo.
A partir del concepto de clase, Lenin (1970) concluye que para suprimir
por completo las clases sociales no basta con derrocar a los explotadores y no
basta con suprimir su propiedad. Es imprescindible abolir toda propiedad pri-
vada sobre los medios de producción, es necesario abolir las diferencias entre
la ciudad y el campo, y entre el trabajo manual e intelectual. En el tránsito del
capitalismo al socialismo, esta tarea sólo la puede cumplir la clase más fuerte y
más avanzada de la sociedad burguesa, que es la clase obrera.
Ahora bien, responder a la pregunta sobre qué es una clase para Marx es
mucho más difícil, puesto que, como ya se mencionó, en la obra de Marx no
hay un concepto definitivo de clase o una definición en sentido estricto. Por
lo tanto, a partir de la discusión anterior buscaremos aproximarnos al núcleo
o premisa central de su idea de clase. En el Manifiesto el punto de partida
para la noción de clase es la lucha, las clases no son grupos formados con an-
terioridad a la lucha, el proletariado y la burguesía se constituyen como clases
en el transcurso del movimiento histórico de su lucha. En principio podemos
decir que para Marx, la clase es intrínseca a la lucha.6 En La ideología alemana,
escrita por Marx y Engels en años muy cercanos al Manifiesto, se encuentra
la misma perspectiva teórica. Nuestros autores sostienen que “los diferentes
individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una
lucha común contra otra clase, pues por lo demás ellos mismos se enfrentan
unos contra otros, hostilmente, en el plano de la competencia”(K. Marx &
Engels, 2014b, p. 59).
En su obra más importante El Capital: crítica de la economía política, pu-
blicada casi veinte años después del Manifiesto y La ideología alemana, Marx
analiza como la clase obrera se formó a través de las luchas por la reglamen-
tación de la jornada de trabajo en los diferentes períodos del capitalismo. La
Sobre la relación entre clase y lucha ver Thompson (1979) y Gunn (2004).
6
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7
Marx (2007, p. 235) en los Grundrisse señala que “en la relación entre trabajo y el capital,
y asimismo en esta primera relación del intercambio entre ambos, el obrero compra el
valor de cambio y el capitalista el valor de uso – con lo cual el trabajo no se contrapone al
capital como un valor de uso, sino como el valor de uso por antonomasia”.
8
Sobre aquella etapa en extremo difícil para Marx y su familia ver Dussel (1988, p.
15): “El 25 de febrero de 1862 escribía a Engels que si se consideran bien las cosas, una
vida tan miserable no vale la pena ser vivida. Y el 18 de junio todavía le comunicaba a su
amigo: Mi mujer me ha dicho que desearía estar en la tumba con los niños; y yo no puedo
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Alfonso Galileo García Vela
En sus últimos años Marx tuvo varios quebrantos de salud derivados de aquel
período tan doloroso de su vida y el exceso de trabajo, esto le llevó a tempo-
radas de inactividad intelectual. Por esa razón, Marx no llegó a concluir su
proyecto teórico, incluida la teoría de las clases. Nuestro autor muere en marzo
de 1883 sin poder dar cierre al Tomo II y III de El Capital. Sobre el último
capítulo del Tomo III dedicado a las clases, Engels señala que Marx sólo dejó
la primera parte, dicho capítulo era una suerte de síntesis final y Marx solía
dejar las síntesis para la última redacción poco antes de entregar sus obras a la
imprenta.
En el capítulo sobre las clases, Marx (2001b, p. 817) comienza presentando
las tres grandes clases de la sociedad moderna fundada en el régimen capita-
lista de producción: primero, los obreros que son los propietarios de la fuerza
de trabajo y su ingreso proviene del salario. Segundo, los capitalistas que son
los propietarios de capital y su fuente de ingreso es la ganancia; y, finalmente, los
terratenientes dueños de la tierra cuya fuente de ingreso es la renta del suelo.
Marx inicia el capítulo por tres grandes grupos humanos que se diferencian
entre sí por su relación con los medios de producción y por el modo en que
reciben sus ingresos. En principio, podemos suponer que la idea anterior es
una definición de clase similar a la de Lenin, pero sigamos con la lectura del
capítulo.
Marx señala que es Inglaterra donde se encuentra más desarrollada la so-
ciedad capitalista; no obstante, en el capitalismo más desarrollado de la época
no se presenta en toda su pureza la división en las tres grandes clases sociales.
En la sociedad inglesa existen fases intermedias y de transición que oscurecen
las líneas divisorias entre las principales clases sociales. De aquí, se podría
derivar la idea de estratos o grupos intermedios que no se ajustan a las tres
grandes clases del capitalismo. Pero Marx (2001b, p. 817) señala que lo ante-
rior es indiferente para su investigación, dado que es
tendencia constante y ley del desarrollo del régimen capitalista de pro-
ducción el establecer un divorcio cada vez más profundo entre los me-
dios de producción y el trabajo y el de ir concentrando los medios de
producción desperdigados en grupos cada vez mayores; es decir, con-
vertir el trabajo en trabajo asalariado y los medios de producción en
capital. Y a esta tendencia le corresponde, de otra parte, el divorcio de
criticarla, porque las humillaciones, los sufrimientos y los horrores de nuestra situación son
verdaderamente indescriptibles. Fue en septiembre de ese año cuando Marx, desesperado
pensó en abandonar sus estudios y dedicarse a alimentar a su familia. Para ello, intentó
trabajar como empleado en el ferrocarril de Londres…pero fue rechazado en el examen de
admisión…por mala letra.”
29
De Marx a Lenin: clase y lucha de clases
30
Alfonso Galileo García Vela
31
De Marx a Lenin: clase y lucha de clases
Bibliografía
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Rosenberg, David I. (1979). Comentarios a los tres tomos de El Capital (Vol. 3). La Haba-
na: Editorial Ciencias Sociales.
33
Capítulo 2
Introducción
1
Este artículo fue publicado previamente con el título “Clases subalternas marginales y
fundamentales en Gramsci” en la revista Memoria 254 (2016-I), publicación del Centro de
Estudios del Movimiento Obrero Socialista, dirigida por Massimo Modonesi.
2
Compárese G. Liguori “Tre accezioni di ‘subalterno’, in Gramsci”, en Crítica Marxista,
Roma, 2011, número 6, en español en Massimo Modonesi (coordinador). Horizontes
gramscianos, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013. Al escrito reenvío
también para lo concerniente la bibliografía secundaria sobre el argumento, lo cual me
permite limitar aquí las referencias a ella.
3
Agradezco a las instituciones promotoras y los organizadores y organizadoras de algunas
iniciativas sobre el tema de los subalternos en Gramsci a las que participé: la “Ghilarza
Summer School 2014. Escuela internacional de estudios gramscianos”, dedicada al tema
Hegemónico/subalterno (Ghilarza, 12 de septiembre de 2014); el Departamento Culturas,
Política y Sociedad de la Universidad de Turín, donde se llevó a cabo el seminario Los
subalternos in Gramsci (Turín, 13 de marzo de 2015); y el Seminario de lectura en ciencias
sociales de la Escuela Francesa de Roma, cuyo día conclusivo fue dedicado este año al tema
El laboratorio de Gramsci (Roma, 3 de julio de 2015). Este artículo, si bien apoyado en los
estudios realizados en ocasión de estos encuentros, se aleja de las ponencias presentadas en
aquellas ocasiones, en particular de la primera, todavía inédita, más amplia y exhaustiva.
35
Gramsci y las clases subalternas
4
Para dar coherencia al presente discurso, repetiré o resumiré algunas observaciones
avanzadas en el escrito de 2011. Señalaré expresamente los textos gramscianos que allí no
tomé en cuenta. Los dos artículos pueden considerarse complementarios.
5
El tema es tratado ampliamente en la ponencia que presenté en Ghilarza.
6
A. Gramsci, Il paese di Pulcinella, in Id. Il nostro Marx 1918-1919, compilación de
Sergio Caprioglio, Turín, Einaudi, 1984, pp. 513-515.
7
Compárese. A. Gramsci. “I partiti e la massa”, en Id. Socialismo e fascismo. L’Ordine
Nuovo 1921-1922, Turín, Einaudi, 1966, páginas 353-356; y A. Gramsci. “Il nostro
indirizzo sindacale”, en Id. La costruzione del Partito Comunista 1923-1926, Turín,
Einaudi, 1971, páginas 3-7.
36
Guido Liguori
8
Se citarán los Cuadernos de la siguiente forma: cuaderno, párrafo, tomo y página de la
edición en español, A. Gramsci. Cuadernos de la cárcel, México, Era, 1982-1999 (nota del
traductor).
9
Por ejemplo, en C 1, 116, 105, donde la “astucia” atribuida a Nitti es definida como
“cualidad subalterna”.
37
Gramsci y las clases subalternas
¿Quién era Davide Lazzaretti? Un rebelde10 del siglo xix, nacido en 1834;
actuó en el Monte Amiata, en Toscana, donde dio vida a una secta religiosa
popular y herética, con una ideología densa de elementos proféticos. Se había
pronunciado por la Comuna de París y afirmado querer instaurar la república.
Alarmó así tanto al Estado Italiano como a la Iglesia católica por el apoyo
popular que tenía en la zona. Lo fusiló el ejército regio italiano en 1878, aun
cuando no constituía un peligro real para las instituciones de ese tiempo.11
Pasemos ahora a la segunda mencionada (C 3, 14), que se retomará al prin-
cipio del Cuaderno 25. El texto es el siguiente:
Historia de la clase dominante e historia de las clases subalternas. La historia
de las clases subalternas es necesariamente disgregada y episódica (…) Éstas
sufren la iniciativa de la clase dominante, incluso cuando se rebelan; se hallan
en estado de defensa alarmada. Por ello cualquier brote de iniciativa autóno-
ma reviste inestimable valor. De todos modos, la monografía es la forma más
adecuada para esta historia, que exige un cúmulo de materiales parciales (tomo
ii, página 27).
¿Qué se dice en este nota, aun limitada a la parte trascrita?
a. En primer lugar se observa que el discurso de Gramsci se refiere de modo
específico a la historiografía de las clases subalternas. Es importante para
el autor de los Cuadernos hacer la historia de forma integral, teniendo en
cuenta también y sobre todo la situación de las masas subalternas, pues
resulta fundamental para Gramsci “el reconocimiento del terreno” nacional
y en este cuadro el conocimiento de la historia de las clases subalternas.12
b. En el título de la nota aparece por primera vez en los Cuadernos la expre-
sión “clases subalternas”: el adjetivo, así, se refiere por primera vez al tér-
mino “clase”. Y esto sucede contrapuesto a la expresión “clase dominante”.
Gramsci forjó el fundamental concepto “clases subalternas” en este lugar,
en relación/oposición inmediata con “clase dominante”. El nuevo uso de
“subalterno” está dialécticamente vinculado al de “dominante”.
c. ¿Qué características tienen estas “clases subalternas” de las que habla
Gramsci? En primer lugar, la “clase dominante” es una (en singular); y las
“clases subalternas”, más de una: “clases subalternas” indica un conjunto
variado de clases y franjas sociales; es un aspecto que hay que subrayar y
10
Véase sobre Lazzaretti también E. J. Hobsbawm. Rebeldes primitivos, Barcelona,
Crítica, 1979.
11
Me detuve en el análisis de esta nota C 3, 12, y de su segunda redacción, tanto en la
mencionada ponencia de Ghilarza como en el citado artículo anterior, páginas 35 y 36.
12
Compárese al respecto ivi, páginas 37-38.
38
Guido Liguori
13
La relación subalternidad-autonomía ha sido investigada, aunque desde una perspectiva
ligeramente distinta, en M. Modonesi. Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismos
y subjetivación política, Buenos Aires, Prometeo-Claso-uba, 2010.
14
Se trata de un texto de primera redacción, que será retomado en C 25, 4. No tomé en
cuenta estas notas gramscianas en el artículo anterior.
39
Gramsci y las clases subalternas
Hay entonces situaciones en las cuales las “clases subalternas” tienen niveles de
autonomía, incluso significativos, hasta producir instituciones con funciones
estatales. Sigue Gramsci:
La única clase excluida de cualquier vida propia era la de los esclavos en
el mundo clásico y la de los proletarios en el medieval. No obstante, si
bien en muchos aspectos esclavos antiguos y proletarios medievales se
encontraban en las mismas condiciones, su situación no era idéntica: el
intento de los Ciompi, ciertamente, no produjo la impresión que habría
tenido un intento similar por los esclavos en Roma (Espartaco que
exige ser incluido en el gobierno con los patricios, etcétera). Mientas,
en el Medioevo era posible una alianza entre proletarios y pueblos y,
aún más, el apoyo de los proletarios a la dictadura de un príncipe; nada
semejante en el mundo clásico. El Estado moderno abolió muchas au-
tonomías de las clases subalternas, abolió el Estado federación de clases,
pero ciertas formas de vida interna de las clases subalternas renacieron
como partido, sindicato, asociación de cultura. La dictadura moderna
abolió también estas formas de autonomía de clase y se esfuerza por
incorporarlas a la actividad estatal: o sea, la centralización de toda la
vida nacional en manos de la clase dominante se vuelve frenética y ab-
sorbente (C 3, 18. Tomo ii, página 30).
Gramsci afirma explícitamente aquí que las clases subalternas son bien dife-
renciadas en su interior. Están incluidas en esta categoría –como hemos visto–
“clases fundamentales” (como para un marxista son plebeyos y esclavos); ahora
Gramsci centra la atención en “los elementos más marginales y periféricos de
estas clases”, caracterizados por la “espontaneidad” como polo opuesto a la
“conciencia de clase”. En la misma nota, más adelante, agrega:
Este texto de Gramsci no fue analizado sino simplemente citado en el artículo anterior.
15
40
Guido Liguori
En este pasaje hay que subrayar la presencia de una “clase subalterna más
avanzada”, que puede incluso llegar a tomar el poder. Ésta se distingue de los
más marginales y espontáneos “estratos populares” que se mueven en el plano
de la “espontaneidad”, puesta entre comillas para remarcar que en ella, para
Gramsci, siempre hay una chispa de “conciencia”.
¿A qué conclusiones llegamos con la lectura de las notas del fundamental
Cuaderno 3? Me interesa subrayar la siguiente: con el término “clases subal-
Para un análisis más profundo de esta nota en los aspectos de la relación dirección/
16
espontaneidad remito a mi “Movimenti sociali e ruolo del partito nel pensiero di Gramsci
e oggi”, en Critica Marxista, Roma, 2011, número 2.
41
Gramsci y las clases subalternas
17
Interesantes observaciones en tal sentido están presentes en G. Baratta. Antonio Gramsci
in contrappunto. Dialoghi col presente, Roma, Carocci, 2007, páginas 120-123.
18
Sobre el tema remito a mi Sentieri gramsciani, Roma, Carocci, 2006, en particular los
capítulos Estado ampliado y Sociedad civil.
42
Guido Liguori
Las clases subalternas –dice Gramsci– no son nunca pura pasividad; hay siem-
pre un germen de resistencia activa. Por ello, reconstruir su historia valorizan-
do al máximo las huellas de tal actividad es importante y tiene un valor político.
Allí se encuentran los gérmenes de una capacidad de potencial autonomía y
43
Gramsci y las clases subalternas
posterior hegemonía de las clases subalternas que, sin embargo, podrá ponerse
en acto sólo en presencia de otras fundamentales condiciones históricas.
En la nota C 8, 205 (posiblemente redactada a finales de 1931) ocurrió un
pasaje lingüístico interesante, el de las clases o grupos sociales subalternos a “el
subalterno”. Del adjetivo al substantivo, del plural al singular. El sujeto a que
se adscribe la característica de “subalterno” entonces, en cierto momento de la
reflexión desde la cárcel, no es más una clase o grupo social, se vuelve sujeto
singular (el subalterno), o por lo menos se abre el espacio para que el lector
así lo perciba. Un ulterior pasaje en esta dirección de extensión y ampliación
del uso del término estaba presente en una carta de Gramsci a su esposa del
31 de agosto 1931:
Yo estaba convencido de que tu sufrías de lo que los psicoanalistas creo
llaman “complejo de inferioridad”, que lleva a la sistemática represión
de los impulsos volitivos, es decir de la propia personalidad, y de la
aceptación de una función subalterna en la toma de las decisiones aun
cuando se tiene la certidumbre de tener razón, salvo de vez en cuando
tener estallidos de irritación furiosa hasta por asuntos de poca impor-
tancia.20
20
“Carta a Giulia del 31 de agosto de 1931”, en A. Gramsci. Lettere dal carcere, Palermo,
Sellerio, 1995, páginas 455 y 456. No tomé en cuenta esta carta en el artículo anterior.
21
Carta a Iulca, 8 de agosto de 1933, ivi, página 738.
44
Guido Liguori
mundo y las culturas con que entra en contacto, o con parte de ellas. No lo-
gra historizarlas y entenderlas ni, por tanto, desarrolla hacia ellas una capaci-
dad “hegemónica”. El término “subalterno” tiene entonces en esta misiva una
acepción sobre todo cultural, en parte también psicol psicológica. Estamos
cerca de cierto uso que del término y del concepto ha sido dado en los últimos
años, muy dilatado respecto al de “clase social” o “grupo social”22 subalterno.
Se trata de un contexto informal y privado, típico de una carta, que li-
mita la valencia de la afirmación gramsciana en relación con las notas de los
Cuadernos que ya consideramos. Sin embargo, es un indicio, la espía de un
deslizamiento semántico significativo. Aun con los límites mencionados, este
pasaje muestra en efecto una posibilidad, presente en el mismo discurso de
Gramsci: la dilatación del término “subalterno”, el pasaje de la categoría que nace
con la descripción e interpretación de un fenómeno colectivo, social, de clase,
a su aplicación a la condición de subalternidad en primera instancia cultural
de una persona.
22
No puedo aquí investigar como lo ameritaría el pasaje de “clases subalternas” a “grupos
sociales subalternos” que se lleva a cabo en un punto y momento determinados de la
redacción de los Cuadernos. Me limito a afirmar que, a mi parecer, no indica un cambio
de paradigma en la interpretación gramsciana de la sociedad, sino sólo un crecimiento de
la complejidad de esta lectura.
23
Compárese G. Liguori. “Tre accezzioni di subalterno”…, obra citada, página 35.
45
Gramsci y las clases subalternas
24
Véanse en particular la valiosa “edición anastática” de los Cuadernos coordinada por
Gianni Francioni, y también G. Francioni, F. Frosini. Nota introduttiva al Quaderno 24
(1934-1935), allí contenida: A. Gramsci, Quaderni del carcere. Edizioni anastatica dei
manoscritti, al cuidado de G. Francioni, Roma-Cagliari, Biblioteca Treccani-L’Unione
Sarda, 2009, volumen 18, páginas 203 y siguientes.
25
Se deja de lado aquí la acepción vista como la más acentuadamente cultural y psicológica,
presente en las cartas a que hicimos referencia.
26
La ambivalencia del término puede considerarse la base de la polémica que tuvo lugar
en la revista Società entre el final de la década de 1940 y el inicio de la de 1950 entre
Ernesto de Martino y Cesare Luporini sobre el “mundo popular subalterno”, ahora en
C. Pasquinelli (compilador), Antropologia culturale e questione meridionale, Florencia, La
Nuova Italia, 1977. Mientras el conocido antropólogo entendía por “clases subalternas” las
consideradas por Gramsci “en los márgenes de la historia”, el filósofo pensaba que la “clase
subalterna” por excelencia no podía no ser para Gramsci (y para los comunistas que lo
reivindicaran) la obrera. Hay que tomar en cuenta también que este debate ocurría mucho
antes que se contara con la “edición crítica” de los Cuadernos compilada por Gerratana y
publicada en 1975.
46
Guido Liguori
47
Gramsci y las clases subalternas
Bibliografía:
Gramsci, Il paese di Pulcinella, in Id. Il nostro Marx 1918-1919, compilación de Sergio
Caprioglio, Turín, Einaudi, 1984.
Liguori, Guido, “Movimenti sociali e ruolo del partito nel pensiero di Gramsci e oggi”,
en Critica Marxista, Roma, 2011, número 2.
Baratta, G. Antonio Gramsci in contrappunto. Dialoghi col presente, Roma, Carocci, 2007.
Francioni Gianni, Francioni G., Frosini F. “Nota introduttiva al Quaderno 24” (1934-
1935), en Gramsci, A., Quaderni del carcere. Edizioni anastatica dei manoscritti, al
cuidado de G. Francioni, Roma-Cagliari, Biblioteca Treccani-L’Unione Sarda, 2009,
volumen 18.
48
Capítulo 3
Introducción
Una gran cantidad de trabajos que tratan con el concepto de clase social desde
el marxismo lo hacen a partir de una revisión de los postulados clásicos y los
debates posteriores, y eventualmente devienen en la introducción de un nuevo
concepto, la enunciación de alguna propiedad conceptual o la enumeración
de críticas al respecto. El trabajo de Edward Palmer Thompson es particular-
mente creativo y distintivo, pues el autor edifica una conceptualización de clase
social a partir de un trabajo historiográfico. De esta forma, la aguda explora-
ción histórica realizada por el pensador inglés le permitió esbozar un concepto
de clase social innovador y sumamente provocador. Por otro lado, debido a
convicciones propias, Thompson nunca esbozó una teoría sistemática sobre el
concepto que propuso ni se preocupó por colocarlo en el terreno de debate de
la teoría marxista; la mayor parte de los debates teóricos se dieron por quienes
recuperaron la conceptualización thompsoniana de clase social.
49
Thompson y la experiencia de clase
1
Thompson mismo lo menciona; “mi trabajo durante muchos años había sido el de tutor
en educación de adultos, dando clases por las noches a trabajadores, sindicalistas y gente
de cuello blanco, maestros, etcétera”. (Iliades, 2008: 19)
2
De acuerdo con Thompson, la universidad de Warwick estaba cambiando de dirección
para servir a los intereses de empresas e industrias. Sobre ello menciona: “Lo que estaba
mal era todo el concepto y estructura de la Universidad. Los ideales de excelencia académica
y de búsqueda del conocimiento necesitaban ser reafirmados sobre los objetivos de la
‘Universidad Negocio’” (Thompson, 1970). [Traducción propia: “What was wrong was
the whole concept and structure of the University. The ideals of academic excellence and
the pursuit of knowledge had to be reasserted over the aims of the “Business University”’].
3
Ello se puede ver por ejemplo en el siguiente extracto de uno de sus ensayos: “Tengo
que decir honestamente, sin ningún sentido de crítica concreta o de afirmación teórica
general, que cada vez estoy menos interesado en el marxismo como un sistema teórico.
No soy pro, ni anti; sobre todo estoy aburrido de parte de la discusión que hay”. […] Me
siento más cómodo con el término “materialismo histórico”. Y también con la opinión
de que las ideas y los valores están situados en un contexto material, y las necesidades
materiales están situadas en un contexto de normas y expectativas; y de que uno dé vueltas
a este multilateral objeto social de investigación” (Thompson, 2000: 10-11).
50
María Vignau Loría
4
Al respecto dice Thompson, “el ascenso del fascismo llevó a una identificación de los
estudios del folclore con la ideología profundamente reaccionaria o racista. E incluso en
campos históricos menos sensibles, el interés por el comportamiento tradicional tendía
a ser prerrogativa de los historiadores más conservadores. Porque la tradición es, por
naturaleza, conservadora. Los historiadores de la izquierda tendían a interesarse por los
movimientos innovadores con espíritu racionalizador, ya fuesen sectas puritanas o las
primeras trade unions” (Thompson, 2000: 20).
51
Thompson y la experiencia de clase
autor, el estudio de “la conciencia plebeya y las formas de protesta del siglo
XVIII” (2000: 17), del folclore, de la tradición y de la costumbre debía llevar
hacia preguntas sobre “los estados de conciencia pasados y del enramado de
relaciones sociales y domésticas”, no sólo preguntas sobre el cambio realizadas
desde el presente. Además, estos estudios debían enfocarse en “un inmenso
repertorio de personajes secundarios” (2000: 21), que más que “acompañantes
del proceso”, como son concebidos desde la historiografía tradicional, son
quienes permiten comprender una época.5
Por otro lado, es importante mencionar que el fenómeno de la “aparición”
de la clase obrera en Inglaterra ya había sido estudiado desde distintas perspec-
tivas (“ortodoxias” según nuestro autor); por un lado, una historia económica
que consideró a los obreros víctimas pasivas de las transformaciones que trajo
consigo la revolución industrial y el libre mercado, por otro, una perspectiva
económica que vio en los obreros datos estadísticos de fuerza de trabajo de un
sistema económico emergente y, por otro más, una visión que al acercarse a la
clase obrera, exaltó ciertos casos de “pioneros-precursores del Welfare State”
que dirigieron revueltas o encabezaron rebeliones. En marcado contraste con
todas estas perspectivas de estudio, Thompson colocó la lupa en “el pobre
tejedor de medias, el tundidor ludita, el ‘obsoleto tejedor en telar manual, el
artesano ‘utópico’ […]” (Thompson, 1989: XVII), y de esta forma reconstruyó
la historia de la clase obrera no como si el proceso económico le hubiese pasa-
do por encima, sino como hacedora de éste.
Como segundo propósito, Thompson pretendió contribuir a la compren-
sión de una de las preocupaciones principales de la agenda marxista: la for-
mación de las clases sociales. Ello lo hizo polemizando conscientemente con las
versiones economicistas y esquemáticas del marxismo que, desde una fórmula
simplificada y determinista, redujeron el surgimiento de la clase obrera a los
cambios en el medio de producción y las fuerzas productivas, condensados
específicamente en la aparición de la máquina de vapor y la nueva relación
laboral obrero-patronal (Thompson, 1989: XX).
5
Thompson pone como ejemplo a las mujeres: “[…] hay periodos completos de la
historia en que los historiadores han olvidado a un sexo entero, porque las mujeres se ven
pocas veces como agentes principales en la vida política, militar e incluso económica. […]
No podemos comprender el sistema agrario de los pequeños cultivadores sin examinar las
prácticas hereditarias, la dote y el ciclo de desarrollo familiar. Y estas prácticas descansan,
a su vez, en las obligaciones y reciprocidades del parentesco, de cuyo mantenimiento
y cumplimiento, como descubriremos a menudo, se responsabilizan particularmente las
mujeres” (Thompson, 2000: 22).
52
María Vignau Loría
Es reconocido por todos los historiadores que “el hecho destacable del pe-
ríodo comprendido entre 1790 y 1830 es la formación de ‘la clase obrera’”
(Thompson, 1989, 203). Efectivamente, para 1832 “la presencia de la clase
obrera era el factor más significativo de la vida política británica” (Thompson,
1989: XVI). Sin embargo, Thompson no realiza una operación mecánica
al identificar el nacimiento de la clase obrera “por generación espontánea”
con el surgimiento del sistema fabril; nuestro autor critica duramente a quie-
nes encuentran en ello una relación causal directa. Quienes lo ven así, dice
Thompson, “han perdido un sentido de todo el proceso: el contexto político
y el social global del período” (1989: 205). Su estudio va más allá de la docu-
mentación de las condiciones objetivas de explotación de los trabajadores in-
gleses; Thompson rastrea las distintas facetas de las experiencias de las personas
que vivieron esas condiciones de múltiples maneras y con resultados distintos
en sus relaciones de clase (que pueden ir desde la crisis ludista en pequeños
talleres, el motín de Petridge y otras sublevaciones, organizaciones owenitas,
movimientos cartistas, el jacobinismo radical de los artesanos, etc.). Rastrea
además otras fuerzas políticas y sociales que entraron en juego, ya que, en sus
palabras, “la formación de la clase obrera es un hecho de historia política y
cultural tanto como económica” (Thompson, 1989:203).6 Y realiza otra adver-
tencia fundamental: las nuevas relaciones de producción y las condiciones de
trabajo que trajo consigo la Revolución Industrial –en lenguaje marxista, los
condicionantes objetivos– no operan en una “materia prima de la humanidad,
indeterminada y uniforme” para transformarla de pronto en “clase obrera”,
sino que “se impusieron” en hombres y mujeres con tradiciones, costum-
bres, religiones, modos de pensar y comportarse; con una historia particular
(Thompson, 1989:203).7 Es necesario entonces identificar estos elementos de
historia particular si queremos comprender de manera holística el proceso.
Como ya mencionamos, el trabajo de Thompson no comprende una revi-
sión de las distintas teorías sobre la clase social que hasta entonces se habían
producido en el marxismo. Desde su trinchera disciplinaria y con una forma
6
Por ejemplo, Thompson identifica la contra-revolución política de 1792 a 1832 como
una influencia “tan determinante como la máquina de vapor” en la configuración de la
conciencia de la clase obrera y sus instituciones (Thompson, 1989: 207). Esta guerra
contrarrevolucionaria se refiere a la opresión política ante la radicalización jacobina que
llegara de la Revolución Francesa y que tuvo algunas expresiones en Inglaterra invitando a
“una conciencia de la propia identidad y unas aspiraciones más altas” (Thompson, 1989:
207).
7
Ellen Meiskins Wood identifica esta idea como “el principio teórico y metodológico
básico de todo el proyecto histórico de Thompson” (Wood, 2000: 109).
53
Thompson y la experiencia de clase
Concebida así, es decir, como “fenómeno histórico”, la clase sólo puede ser
entendida y estudiada como un proceso. Un proceso en el que, en palabras de
Thompson, la clase “no surgió a una hora determinada”, sino que “estuvo pre-
sente en su misma formación”. Esta concepción “procesual” de la clase tiene
varias implicaciones que merecen ser analizadas.
(1) En primer lugar, como fenómeno histórico y proceso, la clase sólo
puede observarse en un periodo de tiempo extenso. Consideremos aquí las
palabras de Thompson:
“si detenemos la historia en un punto determinado, entonces no hay
clases sino simplemente una multitud de individuos con una multitud
de experiencias. Pero si observamos a esos hombres a lo largo de un
período suficiente de cambio social, observaremos pautas en sus rela-
ciones, sus ideas y sus instituciones” (Thompson, 1989, XV).
54
María Vignau Loría
8
Idea retomada del seminario del proyecto papiit “Subalternidad, Antagonismo y
Autonomía en los movimientos socio-políticos en México y América Latina” en la sesión
del 19 de enero de 2014.
9
Traducción mía. […] “the definition can only be made in the medium of time—that is,
action and reaction, change and conflict”.
10
En su ensayo “Las particularidades de lo inglés”, Thompson menciona que “la clase
no es una cosa, es un suceso” [Traducción mía: class is not a thing, it is a happening
(Thompson, 1965: 357)].
55
Thompson y la experiencia de clase
56
María Vignau Loría
sacaban el beneficio. Si era escasa, ‘ellos’ sacaban más beneficio (Thompson, 1989: 216).
13
Thompson menciona que “cuando hablamos de una clase estamos pensando en un
cuerpo de personas vagamente definido que comparten el mismo conjunto de intereses,
experiencias sociales, tradiciones y sistemas de valores, que tienen una disposición a actuar
como clase, a definirse a ellos mismos en sus acciones y en su conciencia en relación a
otros grupos de personas en formas de clase. Pero clase en sí misma no es una cosa, es
un suceso” (Thompson, 1965:357). [Traducción propia: “When we speak of a class we
are thinking of a very loosely defined body of people who share the same congeries of
interests, social experiences, traditions and value-system, who have a disposition to behave
as a class, to define themselves in their actions and in their consciousness in relation to
other groups of people in class ways. But class itself is not a thing, it is a happening”].
La clase es una formación cultural y social (que usualmente encuentra expresión
14 “
institucional)” (Thompson, 1965: 357). [Traducción propia: “Class is a social and cultural
formation (often finding institutional expression”].
57
Thompson y la experiencia de clase
Hall, inaugurara una perspectiva dentro del marxismo que pone su atención
en las manifestaciones culturales como lugares tanto la de expresión de la ex-
plotación y dominación clasista, como de resistencia.
Existe otro elemento que se debe destacar de la concepción de Thompson
de clase social; su énfasis en que se trata de una relación. Si recuperamos un
fragmento del pasaje ya mencionado en el que argumenta que “los hombres
sienten intereses comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos in-
tereses son distintos de (y habitualmente opuestos a) los suyos”, nos damos
cuenta de que el autor está acentuando el hecho de que las clases siempre
existen en relación la una con la otra. Lo mismo sucede cuando menciona que
los grupos se definen “a sí mismos en sus acciones y su conciencia en relación
a otros grupos de personas en formas de clase”15 (Thompson, 1965: 357),
es decir, es necesario identificar al grupo de intereses antagónicos para poder
identificarse como parte del grupo propio. Es fundamental mencionar que
no se trata de cualquier relación social; se trata de relaciones de explotación,
dominación, conflicto y lucha. Para Ellen Meiskins Wood, la “clase como re-
lación” de Thompson no sólo implica la relación que existe entre clases, sino
también la relación existente entre los miembros de una misma clase y que se
ve claramente en la forma en que la experiencia produce conductas, sistemas de
valores, tradiciones e intereses similares (Wood, 2000: 110).
Pasemos finalmente a la idea de conciencia de clase. Para Thompson, “la
conciencia de clase es la forma en que se expresan estas experiencias [de clase]
en términos culturales: encarnadas en tradiciones, sistemas de valores, ideas
y formas institucionales” (Thompson, 1989: XIV). Podemos ver cómo, a pe-
sar de la distinción analítica, la clase y la conciencia de clase surgen y son en
el mismo momento; la identificación de intereses similares y antagónicos, el
“pensar y valorar en términos clasistas” son tanto el surgimiento de conciencia
de clase como el proceso de formación clasista16. Finalmente, aunque Thomp-
son admite, como ya mencionamos, que la experiencia de clase está “amplia-
mente determinada por las relaciones de producción en las que los hombres
15
Traducción propia “[…] to define themsleves in their actions and their consciousness
in relation to other groups of people in class ways”.
16
Dice Thompson que “no podemos colocar ‘clase’ por un lado y ‘conciencia de clase’
por otro, como dos entidades separadas, una la secuencia de la otra, pues ambas deben
ser tomadas juntas –la experiencia de determinación y el ‘manejo’ de ésta de forma
consciente” (Thompson, 1995: 143). [Traducción propia: “We cannot put ‘class’ here and
‘class consciousness’ there, as two separate entities, the one sequential upon the other,
since both must be taken together –the experience of determination, and the `handling
of this in conscious ways”].
58
María Vignau Loría
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Thompson y la experiencia de clase
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María Vignau Loría
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Thompson y la experiencia de clase
en las “disposiciones a actuar como clase” que se han subjetivado, son objeto
de estudio de la existencia de clases sociales.
Este reconocimiento atrajo críticas desde distintas trincheras del marxismo,
las más significativas realizadas por Perry Anderson y sintetizadas en su libro
Teoría, política e historia. Un debate con E. P. Thompson. En este texto, Ander-
son analiza el trabajo de Thompson en cuatro ejes fundamentales: “el carácter
de la investigación histórica, el papel del agente humano en la historia, la na-
turaleza y el destino del marxismo y el fenómeno del estalinismo” (Anderson,
1985: 3). Más allá del intercambio fructífero que representó este diálogo, nos
interesa lo que Anderson dice sobre la noción de Thompson de clase social.
De acuerdo con Perry Anderson, Thompson propone “una definición de clase
demasiado subjetivista y voluntarista” (Anderson, 1985: 44) pues “los objetos
de su investigación no son las transformaciones estructurales (económicas,
políticas y demográficas), sino su cristalización en la experiencia subjetiva de
quienes vivieron aquellos ‘años terribles’” (Anderson, 1985: 42); Anderson
retoma las críticas que también realiza Cohen, ambos reivindicando la tesis
de Marx de que “la clase de una persona no se establece más que por su lugar
objetivo en la red de relaciones de propiedad […]. Su conciencia, su cultura
y su opinión política no entran en la definición de su posición de clase” (An-
derson, 1985: 44). Anderson argumenta que toda la fuerza del razonamiento
de Thompson se orienta “hacia la separación de la clase de su anclaje objetivo
en unas relaciones de producción determinadas y hacia su identificación con la
conciencia subjetiva o con la cultura” (Anderson, 1985, 46).
Es posible entender la dura crítica de Anderson hacia el trabajo de Thomp-
son, ya que, como ya se mencionó, este último tiene un interés específico en
resaltar ciertas formas de conciencia o expresiones culturales, más que en realizar
un estudio sistemático de las relaciones de producción. Sin embargo, consi-
dero que el que Thompson reconozca estas manifestaciones como parte del
proceso de formación clasista no significa que defina a la clase social a partir
de la cultura o la conciencia, ni mucho menos que ponga de lado los determi-
nantes de las relaciones de producción. Recordemos que para Thompson todas
las manifestaciones culturales y de conciencia están firmemente condicionadas
por las situaciones materiales objetivas (de explotación y dominación) ancla-
das en las relaciones de producción y es sólo a través de su subjetivación en
la experiencia que pasan al terreno cultural. La “preeminencia”, si queremos
verlo así, la tienen las “situaciones de clase objetivas” en que están distribuidos
(independientemente de su voluntad) los sujetos. La agudeza de Thompson
está en darle visibilidad a otros aspectos del funcionamiento de la clase más
allá del terreno de las relaciones de producción, y en campos o momentos
62
María Vignau Loría
63
Thompson y la experiencia de clase
Bibliografía
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Wood, Ellen Meiksins. (2013). ¿Una política sin clases? El post-marxismo y su legado. Bue-
nos Aires: Editorial Razón y Revolución.
Traducción propia: “[…] the crucial ambivalence of our human presence in our
21
own history, part-subjects, part-objects, the voluntary agents of our own involuntary
determinations”.
64
Capítulo 4
Introducción
1
Considero fundamental reconocer aquí que no es posible decir que Poulantzas y Althusser
son idénticos. Creo que a pesar de tener una postura teórica innegablemente estructuralista,
las críticas de Poulantzas al historicismo no son tan unilaterales como las de Althusser. Esto
se nota claramente en algunos pasajes de Poder político y clases sociales en el estado capitalista,
cuando Poulantzas enriquece algunos elementos de su análisis de “lo político” (discusiones sobre
el poder, el Estado y la hegemonía) con aportaciones de Gramsci (1975: 170-175,247-256). Así, a
pesar de reconocer “secuelas de historicismo en Gramsci” (1975: 173) o mencionar que tiene una
“concepción historicista del materialismo dialéctico” (1975: 255), Poulantzas dialoga con el
teórico italiano reconociendo sus aportes y, en ocasiones, su agudeza (1975: 247).
65
Poulantzas y la estructuración de las clases
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Poulantzas y la estructuración de las clases
5
Poulantzas ejemplifica cómo en el modo de producción feudal la ideología era la que
tenía el “papel dominante” a pesar de que estaba determinado por lo económico (1975:
5-6).
68
María Vignau Loría
de un estudio menos sistemático que el anterior, pues es más bien una serie de
ensayos en los que se analiza a las clases sociales, los aparatos del Estado y
el capitalismo monopolista-imperialista (que Poulantzas consideraba en ese
momento como la característica del capitalismo “actual”). Estos ensayos de
carácter coyuntural se montan sobre el trabajo teórico elaborado en el texto
anterior, mientras que la mayor parte del examen que realiza sobre clases so-
ciales se trata de estudios sobre la burguesía (en palabras de Poulantzas, aná-
lisis sobre “el enemigo”) y la pequeña burguesía (los “aliados potenciales de la
clase obrera”). El análisis de estas clases en particular se debe a que nuestro
autor considera que existe un ausencia de estudios desde el marxismo sobre
estas clases y, como bien dice, “ahora, y más que nunca, el hecho de conocer
bien al enemigo y de saber establecer alianzas precisas parece un punto esencial
de la estrategia revolucionaria” (Poulantzas, 1985: 9).
69
Poulantzas y la estructuración de las clases
6
Menciona Poulantzas que “los diversos niveles de análisis de las relaciones sociales,
dados por Marx como momentos de génesis histórica, deben considerarse aquí como un
proceso teórico de construcción del concepto de clase” (Poulantzas, 1975: 85).
7
La primera de estas dos corrientes, considera Poulantzas, es aquella que “concibe a la
clase como sujeto de la historia, como factor de engendramiento genético de las estructuras
de una formación y como factor de sus transformaciones: Lukács es el representante típico de
esta interpretación historicista de la clase y la conciencia de clase” (1975:64). La segunda
corriente de esta interpretación “historicista” está relacionada con las “interpretaciones
‘funcionalistas’ de Marx”, donde las estructuras y las clases sociales “son percibidas en una
relación de estructura a función, de sincronía a diacronía”; la diacronía, de acuerdo con
Poulantzas, sería precisamente la concepción historicista de que “los hombres hacen su
historia” (1975: 66).
8
De acuerdo con Poulantzas, esta concepción “desconoce dos hechos esenciales: en
primer lugar, que los agentes de la producción, por ejemplo el obrero asalariado y el
capitalista […] los considera Marx los apoyos o portadores de un conjunto de estructuras.
En segundo lugar, las clases sociales no son nunca concebidas teóricamente por Marx
como el origen genético de las estructuras, ya que el problema concierne a la definición
del concepto de clase” (1975: 67).
70
María Vignau Loría
9
Dice Poulantzas que “de ninguna manera debiera concluirse […] que esa determinación
económica basta para la construcción del concepto marxista de clase social, así como el
tratamiento específico de lo económico del MPC [Modo de Producción Capitalista] en
El capital no reduce la importancia de otras instancias para el examen científico de dicho
modo” (1975:61). Más adelante también menciona que “una clase social puede muy bien
identificarse ya en el nivel económico, ya en el nivel político, ya en el nivel ideológico, y
muy bien puede localizarse en relación con una instancia particular” (1975: 69).
10
“Las clases sociales no se presentan como efecto de un nivel particular –por ejemplo,
la estructura económica– sobre otro nivel estructural –la estructura política o la estructura
ideológica–, por lo tanto en el interior de la estructura, sino como efecto global de las
estructuras en el dominio de las relaciones sociales, que a su vez, expresan, en las sociedades
de clases, la distribución de los agentes-apoyos en clases sociales: y esto en la medida
en que las clases sociales determinan el lugar de los agentes-apoyos en relación con
las estructuras de un modo de producción y de una formación social. Confundir estos
dominios tiene un nombre en la historia del pensamiento marxista: es el antropologismo
71
Poulantzas y la estructuración de las clases
Veamos otro punto clave de esta definición; “la clase social es un concepto
que indica los efectos del conjunto de las estructuras…”. Evitando posibles
malinterpretaciones posteriores, Poulantzas dice clara y llanamente (aunque
sea en una nota al pie) a qué se refiere con esta palabra: “entiéndase bien
que no habría que tomar aquí la palabra efectos en un sentido cronológico,
lo que sería hacer una génesis al revés. Entiendo por efectos la existencia de
la determinación de las estructuras en las clases sociales” (Poulantzas, 1975:
75). Es en estas afirmaciones donde vemos claramente por qué Poulantzas es
innegablemente exponente del marxismo estructuralista. Efectivamente, para
nuestro autor las clases no tienen una determinación económica, pero sí una de-
terminación estructural. Lo vimos también en sus críticas a la interpretación
historicista de la teoría de clases de Marx; Poulantzas reafirma aquí que ni el
sujeto ni la clase crean estructura, pues no se trata de actores-productores ni
de sujetos de la historia (Poulantzas, 1975: 67).
Pasemos a la última parte de este primer enunciado: “la clase social es un
concepto que indica los efectos del conjunto de las estructuras de la matriz de
un modo de producción o de una formación social sobre los agentes que cons-
tituyen sus apoyos”. Muy a tono con lo mencionado anteriormente, para Pou-
lantzas los “agentes” son precisamente los “agentes de la producción”, y éstos
son “los apoyos o los portadores de un conjunto de estructuras” (1975: 67); es
decir, los individuos somos portadores de las estructuras, no su génesis. Hace
sentido entonces que el “efecto del conjunto de las estructuras” se da en indi-
viduos que, a fin de cuentas, son concebidos como portadores de estructuras.
Veamos finalmente el segundo enunciado, pues éste contiene un elemento
fundamental en la concepción de clase social de Poulantzas: “ese concepto
indica, pues, los efectos de la estructura global en el dominio de las relaciones
sociales”. Lo primero que se debe decir al respecto es que para Poulantzas la
clase no es una estructura parcial dentro de la estructura global de un modo de
producción o formación social (como sí lo podría ser el Estado por ejemplo),
sino que se trata de un concepto que “expresa relaciones sociales” (1975: 75).
Tampoco es que la clase sea una “cosa empírica” (el grupo de individuos) sino
que, nuevamente, se trata de un concepto que expresa relaciones sociales.11 Es
decir, independientemente de que es posible que el efecto de las estructuras
72
María Vignau Loría
12
De acuerdo con Poulantzas, la incapacidad de distinguir entre estructuras y relaciones
sociales es la principal causa de la interpretación economicista de las clases sociales en el
marxismo, pues se piensa que es lo mismo “las relaciones de producción” y las “relaciones
sociales de producción” cuando se trata de realidades diferentes (1975: 70). La diferencia
es que las “relaciones de producción” son aquello que concierne “a las relaciones de los
agentes de producción y de los medios de trabajo”, mientras que las “relaciones sociales
de producción” son “relaciones de agentes de producción distribuidos en clases sociales”,
es decir, relaciones entre agentes de la producción entre sí. (1975: 71). Este pasaje puede
resultar un poco complicado pues, según Poulantzas, a pesar de que el propio Marx utiliza
de manera indiferenciada “relaciones de producción” y “relaciones sociales de producción”,
“sólo por una lectura atenta de sus textos puede descubrirse la diferencia de las realidades
a que se refieren esos conceptos” (Poulantzas, 1975: 70). Pareciera aquí que pone palabras
en boca de Marx que no necesariamente están ahí.
13
“Si la clase es un concepto, no designa una realidad que pueda ser situada en las
estructuras: designa el efecto de un conjunto de estructuras dadas, conjunto que determina
las relaciones sociales como relaciones de clase” (1975: 75).
14
Al respecto dice Poulantzas: “El papel determinante, en la constitución de las clases
sociales, de su relación con las relaciones de producción, en la estructura económica,
indica de hecho, muy exactamente, la constante determinación-en-última-instancia de lo
73
Poulantzas y la estructuración de las clases
económico en las estructuras, reflejada en las relaciones sociales” (Poulantzas, 1975: 77).
15
Poulantzas menciona también en una nota que “las clases expresan siempre prácticas
de clase, y esas prácticas no son estructuras: la práctica política no es la superestructura
del Estado, ni la práctica económica las relaciones de producción” (Poulantzas, 1975: 76).
74
María Vignau Loría
16
Aquí entramos a un pasaje un tanto oscuro en la definición de qué constituye y qué
no constituye una fracción autónoma o clase diferente pues la presencia específica en los
otros niveles se determina a partir de lo que Poulantzas denomina “efectos pertinentes”.
El autor los define como “el hecho de que, el reflejo del lugar en el proceso de producción
sobre los otros niveles, constituye un elemento nuevo, que no puede insertarse en el
marco típico que los niveles presentarían sin ese elemento” (Poulantzas, 1975: 90), lo
que podríamos pensar como modificaciones importantes de las estructuras políticas o
ideológicas o modificaciones significativas del campo de la lucha política o ideológica. El
problema se encuentra justamente en determinar qué modificaciones son importantes y
significativas, es decir, qué sería ese “marco típico” que cambia al introducirse el nuevo
elemento, pues “depende de la coyuntura concreta de una situación histórica concreta”
(1975: 94). Vemos aquí una suerte de explicación teórica autoreferencial, que dicho sea
de paso, ocurre con cierta frecuencia en la obra de Poulantzas. Tenemos entonces que las
fracciones autónomas de clase sólo existen cuando tienen una “presencia específica” en las
otras instancias, ésta se reconoce a partir de “efectos pertinentes”, los cuales se ven cuando
están fuera del “marco típico” de las esas instancias. Vemos así cierta circularidad teórica
presente en éste y algunos otros argumentos.
17
Veamos este ejemplo concreto. De acuerdo con Poulantzas, los campesinos parcelarios
de la Francia de Luis Bonaparte “constituyen precisamente una clase distinta en la medida
en que su lugar en el proceso de producción se refleja, en aquella coyuntura concreta, en
el nivel de las estructuras políticas, por el fenómeno histórico del bonapartismo, que no
habría existido sin los campesinos parcelarios” (Poulantzas, 1975: 91), en otras palabras,
“la existencia de los campesinos parcelarios se refleja, en el nivel político, por “efectos
pertinentes que son la forma particular de Estado del bonapartismo como fenómeno
histórico” (1975: 91); es así que se constituyen como clase diferente y como fuerza social.
75
Poulantzas y la estructuración de las clases
Pasemos al segundo trabajo de Poulantzas que aquí nos ocupa, Las clases socia-
les en el capitalismo actual, del cual se recuperarán algunos pasajes que aportan
elementos distintos o algunas aclaraciones a lo que ya se examinó antes. Como
ya se mencionó, no se trata de un estudio sistemático sobre las clases sociales,
sino de ensayos en los que Poulantzas estudia la relación entre el Estado en
su fase actual (monopolista-imperialista), los aparatos de Estado y las clases
sociales. Cabe mencionar que, a pesar de que el autor aporta “ciertas rectifica-
ciones”, Poulantzas mismo dice que mantiene los análisis esenciales de su obra
anterior (1985:12). La principal diferencia es que, en este trabajo, Poulantzas
se enfrenta con el desafío de realizar análisis concretos de las clases sociales,
específicamente de la burguesía y pequeña burguesía. Con ese propósito en
mente, Poulantzas restablece y reformula algunas propiedades de las clases
sociales para que su concepto sea capaz de ponerse en juego en el terreno con-
creto de la lucha política y del análisis coyuntural del Estado.
El primer elemento que se recuperará se trata de una reformulación en
cuanto a la importancia de las “prácticas” y la “lucha” de las clases. Para Pou-
lantzas:
“las clases sociales significan para el marxismo, en un único y mismo
movimiento, contradicciones y lucha de clases: las clases sociales no
existen primero, como tales, para entrar después en la lucha de clases,
lo que haría suponer que existen clases sin lucha de clases. Las clases
sociales cubren prácticas de clase, es decir, la lucha de clases, y no se
dan sino en su oposición” (Poulantzas, 1985: 13).
76
María Vignau Loría
sociales y las prácticas de clase. Por otro lado, la “posición de clase” se refiere
a la posición que ocupan las clases en una coyuntura concreta y singular de
una formación social (1985:13). Aquí se pone en juego una relación particu-
lar entre “lugar” y “posición” de clase: Poulantzas afirma que es posible que
una clase tenga una “posición” (coyuntural) que no corresponda a su “lugar”
(estructural), por ejemplo, la aristocracia obrera (cuya determinación estruc-
tural de clase la hace parte de la clase obrera) que en determinadas coyunturas
adopta intereses y “posiciones” de la clase burguesa. Entender esta distinción,
dice Poulantzas, es comprender que “la determinación estructural de clase no
es reductible a su posición de clase”, y quienes realizan este error abandonan
“la determinación objetiva de los lugares de las clases sociales por una ideolo-
gía ‘relacional’ de los movimientos sociales” (Poulantzas, 1985: 15). Este pasaje
afirma nuevamente que, independientemente de la expresión política coyun-
tural, las clases se encuentran determinadas estructuralmente. Poulantzas nos
advierte nuevamente que los “lugares” no están determinados únicamente por
la estructura económica que posteriormente “se extiende al dominio político
e ideológico” (1985: 15), sino que se trata de una determinación del conjunto
de estructuras y, de igual manera, las posiciones de clase en la coyuntura se
expresan tanto en la lucha económica, como en la política e ideológica.
Es también interesante que, en este trabajo, Poulantzas ponga en juego el
concepto de clase marxista para criticar directamente a conceptualizaciones
sociológicas que definen a las clases sociales como “grupos” o a partir de los
agentes que las componen. Para Poulantzas, el aspecto principal de un aná-
lisis de clases sociales es “el de sus lugares en la lucha de clases” (1985: 16)
(lugares, recordemos, que son el efecto de la determinación estructural); en
este sentido, Poulantzas reformula una idea que mencionó brevemente en su
trabajo anterior: “las clases sociales no son grupos empíricos de individuos
‘compuestos’ por la suma de dichos individuos” (1985: 16). Poulantzas critica
duramente a quienes se preocupan por establecer tanto a qué clase pertenece
algún individuo específico como quienes buscan establecer fronteras empíricas
de grupos sociales; para nuestro autor lo importante es la lucha de clases como
conjuntos sociales.18
que definen a las clases a partir del salario, el ingreso, el reparte de beneficios, etc., como
menciona nuestro autor, éstos no son más que “indicios” de la determinación de clase,
así como las distintas formas de desigualdad social son “efectos” de las barreras de clase
(1985, 20). En esta veta, Poulantzas critica a toda concepción que pone el acento en la
desigualdad social al hablar de clases sociales y que rescata la idea de movilidad social
pues afirma que “la cuestión primera no es la de las ‘desigualdades sociales’ entre grupos
77
Poulantzas y la estructuración de las clases
El último elemento que recuperaré de este trabajo tiene que ver con la si-
guiente idea: “las clases de una formación social no pueden ser deducidas,
en su lucha concreta, de un análisis abstracto de los modos y formas de pro-
ducción en ella presente, porque no vuelven a encontrarse en la formación
social sin variación” (1985:23). Podemos entender esto a partir de la idea de
que si las clases sociales se expresan en el terreno de las relaciones sociales y
sólo existen como prácticas (lucha) es necesario que estén “materializadas” en
aparatos concretos de una formación social específica para que sea posible su
análisis empírico. Esto nos lleva al propósito principal del último trabajo de
Poulantzas; poner en juego el concepto de clase social en situaciones concre-
tas, es decir, en formaciones sociales históricamente determinadas en las que
pueda estudiar las prácticas políticas y la lucha política de clases.
o individuos: estas desigualdades sociales no son más que el efecto, sobre los agentes, de
las clases sociales, es decir, de los lugares objetivos que ocupan, y no pueden desaparecer
sino por la supresión de la división de la sociedad de clases. Para decirlo todo, no se trata,
en una sociedad de clases, de una desigualdad de las posibilidades de los individuos, lo
que da a entender indefectiblemente que en cuanto a posibilidades las hay y que éstas no
dependen sino de ellos, en el sentido de que los más capaces y los mejores podrían siempre
ir más allá de su medios social” (Poulantzas, 1985: 17). Finalmente, el marxista griego
también arremete contra las teorías de “estratificación social” según las cuales las clases
sociales son una clasificación parcial de una estratificación más general pues reconoce que
“la cuestión principal de la ‘estratificación social’, incluso su causa, es la de la ‘circulación-
movilidad’ de los individuos entre dichos estratos; cuando es evidente que, aun en el
supuesto absurdo de que, de la noche a la mañana (o de una generación a otra), todos
los patronos ocupasen los puestos de los obreros y viceversa, no habría cambiado nada
esencial en el capitalismo, ya que siempre habría puestos de burguesía y de proletariado,
lo cual es el aspecto principal de reproducción de las relaciones capitalistas” (Poulantazas,
1985: 32-33).
78
María Vignau Loría
El trabajo de Nicos Poulantzas puede ser considerado como uno de los esfuer-
zos más trascendentes dentro de la tradición marxista por elaborar una teoría
sistemática del concepto de clase social. Aunado a ello, a pesar de que ha sido
acusado de un “excesivo teoricismo” (pues es colocado en el mismo terreno
que Althusser), su preocupación final fue construir un concepto que fuera
capaz de explicar coyunturas concretas.
Me parece que el elemento que caracteriza la obra de Poulantzas tiene que
ver con su propósito de darle lugar al concepto en el terreno de lo político
sin caer en lo que él consideró “extremos voluntaristas”, en otras palabras,
se trata de un esfuerzo extraordinario y riguroso por estudiar la práctica y
la lucha política de las clases sin dejar de anclar su definición en algunos de
los elementos más “duros” del marxismo, como puede ser la determinación
económica-en-última-instancia. A través de un apoyo en ingeniosos pasajes
–tales como la distinción de instancias o estructuras regionales con autono-
mía relativa, la diferencia entre análisis abstracto de un modo de producción
y análisis concreto de una formación social, la distinción entre el nivel de las
estructuras y de las relaciones sociales, y otros que ya se mencionaron– Pou-
lantzas presenta el trabajo que más se aproxima a los textos clásicos de Marx,
Engels y Lenin, incorporando un argumento de determinación estructural,
pero encontrando la manera de devenirla teóricamente en análisis coyunturales
concentrados en la lucha política.
Aún así, a pesar de que Poulantzas se preocupa especialmente por el papel
que cumple la lucha política en la definición de las clases sociales y de su
interés particular por darle lugar a la identificación de las clases sociales en la
instancia regional política, no pierde de vista la determinación de la clase. El
que Poulantzas insista sobre la importancia de la lucha política de clases no
quiere decir que éstas “aparezcan históricamente en el nivel político” (Pou-
lantzas, 1985: 87), como sí podrían argumentar algunos autores marxistas que,
según nuestro autor, sobrepolitizan el marxismo (él piensa específicamente en
79
Poulantzas y la estructuración de las clases
19
Dice Poulantzas sobre esta interpretación errónea que se trata de “una tendencia
‘sobrepolitizante’ del marxismo, enlazada con la problemática historicista que se presenta
aquí como lo contrario al economicismo, la clase social, en cuanto ‘actor-sujeto’ de la
historia, no existiría efectivamente más que en el nivel político, donde habría adquirido
una conciencia de clase propia, etc.: Lukács, Korsch y el izquierdismo teórico de la Tercera
Internacional constituyen su corriente representativa” (Poulantzas, 1975: 64-67).
80
María Vignau Loría
Para una revisión del debate entre Poulantzas y Miliband sobre el Estado Capitalista ver las
20
publicaciones en New Left Review “The problem of the capitalist State” (Poulantzas, 1969), “The
capitalist State: reply to Nicos Poulantzas” (Miliband, 1970), “Poulantzas and the capitalist State”
(Miliband, 1973) y “The capitalist State: A reply to Miliband and Laclau” (Poulantzas, 1976).
81
Poulantzas y la estructuración de las clases
de una teoría sobre el Estado, tanto en las sociedades del capitalismo avanzado
como en los “socialismos realmente existentes”. Este enfoque singular se debe
a que Miliband consideraba que “en la política del marxismo no hay ninguna
institución que se acerque en importancia al Estado” (Miliband, 1978: 86)21;
un Estado que, adicionalmente, sólo puede entenderse como un medio funda-
mental –el más importante– de la dominación de clase.
Fue debido a esta agenda teórica –y, por supuesto, eminentemente políti-
ca– que las reflexiones de Ralph Miliband sobre las clases sociales estuvieron
íntimamente ligadas a su teoría del Estado. Así, a pesar de que no trabajó de
forma sistemática el concepto de clase social, fue inevitable que, a largo de su
trayectoria intelectual, el marxista inglés se preguntara continuamente por el
papel de las clases sociales y la lucha de clases en sus relaciones con el Estado;
por un lado, las “clases dirigentes” fueron pensadas desde su relación con el
“poder estatal” y, por otro, la “clase obrera” fue concebida en función del con-
cepto de dominación, en el cual el Estado tiene un papel fundamental.
Analicemos primero los argumentos de Miliband sobre la relación entre
las clases dirigentes/dominantes22 y el Estado. En primer lugar, el autor in-
glés consideró que esta teorización era particularmente problemática en el
marxismo; por un lado, las “tendencias marxistas de reduccionismo de clase”
oscurecieron la concepción del rol independiente y auto-referencial del Esta-
do, mientas que, en el otro extremo, las “parcialidades por el reduccionismo
estatal” dieron absoluta primacía a lo político (Miliband, 1983: 65). En un
intento por evitar ambos tipos de reduccionismo, Miliband teorizó la relación
entre clases dominantes y Estado como una asociación [partnership] entre dos
fuerzas diferentes y separadas; semejante conceptualización le permitió el reco-
nocimiento tanto de la acción política y estatal en el terreno práctico, como
de la forma en la que el contexto capitalista afecta el accionar del Estado.
Aunado a ello, esta asociación fue concebida como dinámica, modificándose
21
La importancia que da Miliband al Estado en el análisis político marxista queda clara en la
introducción de su trabajo sobre el Estado en la sociedad capitalista, donde escribe: “como nunca
antes, los hombres viven hoy a la sombra del Estado. Lo que desean realizar, individualmente o en
grupos, depende hoy, en lo fundamental, de la venia y apoyo del Estado. Pero como esa venia y ese
apoyo no se otorgan indistintamente, tienen que procurar, cada vez más directamente, influir y dar
forma al poder y a las intenciones del Estado, o si no, intentar apropiarse de él por completo. Por la
atención del Estado, o por su control, compiten los hombres; y contra el Estado rompen las olas del
conflicto social. En grado cada vez mayor, el Estado es aquello con lo cual los hombres tropiezan al
enfrentarse a otros hombres” (Miliband, 1970, 3).
22
Miliband utilizó de forma indistinta las nociones de “clase dirigente”, “clase dominante” o “clase
capitalista” (Miliband 1970; 1978). El pensador inglés se refería a lo que, en terminología marxista
clásica, se denominó como burguesía.
82
María Vignau Loría
83
Poulantzas y la estructuración de las clases
análisis de clase (Miliband, 1978: 27). De acuerdo con Miliband, este enfoque
particular permite al análisis de clase atender de manera más amplia el con-
texto social y político, y de esta forma, corregir algunas tendencias de corte
economicista propiciados por la primacía de la explotación en la definición
de las clases. A ello se suma, como ya mencionó, que “el Estado es un medio
esencial de la dominación de clase” (Miliband, 1978: 87).
De manera adicional, el concepto de dominación permite flexibilizar la
conceptualización de las clases sociales más allá de la definición clásica basada
en la propiedad de los medios de producción. De esta forma, Miliband consi-
dera que las clases sociales se definen en función del control efectivo de las tres
principales fuentes de dominación: los medios de producción, los medios de
administración del Estado y de coerción y los medios de comunicación y con-
senso (Miliband, 2007: 422-423). Hay un par de elementos que vale la pena
rescatar de este argumento. En primer lugar, el acento en el “control efectivo”
de los medios de dominación reconoce que la propiedad de los medios no es
un requisito esencial para ejercer el control de “los principales medios de po-
der en la sociedad capitalista: las grandes corporaciones empresariales y el Es-
tado” (p. 423). En segundo lugar, la inclusión de otras fuentes de dominación
en la definición de las clases sociales les otorga un carácter heterogéneo que
permite, a su vez, flexibilizar su caracterización empírica-concreta (caracteriza-
ción que fue problema constante con el que se enfrentó la teoría marxista ante
la evolución del capitalismo post-industrial).
De esta manera, la clase dominante ya no sólo incluye a los dueños de
las corporaciones empresariales, sino también a aquellos que controlan las
posiciones estratégicas de los sistemas estatales y a aquellos que poseen o
controlan los medios de comunicación más importantes de la sociedad. De
igual forma, el agregar la noción de “control de los medios”, permite identi-
ficar como miembros de esta clase al estrato creciente de directores-gerentes
que controlan unidades fundamentales de la vida empresarial a pesar de no
poseerlas (Miliband, 1978: 38). Finalmente, a pesar de que las tres “facciones”
colaboran, se protegen y progresan juntas, la conceptualización de Miliband
rescata la existencia de diferencias y conflictos entre ellas; es aquí cuando vuel-
ve a cobrar importancia la noción de asociación entre la élite económica y la
élite política antes mencionada.
La clase subordinada –la que fuera clase obrera en la formulación marxista
clásica– es también una clase que se reconoce como extremadamente diver-
sa en cuanto a ocupaciones, cualificaciones, sexo, raza, etnicidad, ideología y
religión, y que incluye no sólo a los obreros industriales y manuales, sino a
la mayoría de la población del mundo cuya fuente de ingresos es la venta de
84
María Vignau Loría
85
Poulantzas y la estructuración de las clases
Bibliografía
Miliband, Raplh. (1970). El Estado en la sociedad capitalista. México: Siglo XXI editores.
Miliband, Raplh. (1970). The capitalist State: reply to Nicos Poulantzas. New Left Review.
Núm. 59. Londres.
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Londres.
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Londres.
Poulantzas, Nicos. (1969). The problem of the capitalist State. New Left Review. Núm.
58. Londres.
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Wright, Erik Olin. (1983). Clase, Crisis y Estado. Madrid: Siglo XXI.
86
Capítulo 5
Introducción
87
Wright y la analítica de la clase
88
María Vignau Loría
como consecuencia del ingreso sin precedentes del marxismo a las universidades
de los países desarrollados tras los movimientos de los años sesenta (Wright, 2010:
44). Se trata de un marxismo académico que busca reconstruir la capacidad y el
potencial explicativos del marxismo bajo la convicción de que el proyecto político
de emancipación del marxismo sustentado en las categorías centrales de clase,
explotación, materialismo histórico y capitalismo, tienen validez teórica y política.
Se trata de un grupo diverso integrado por intelectuales como G. A. Cohen, John
Roemer, Jon Elster, Adam Prezeworski, Philippe Van Parjs, Rovert Van der Veen,
entre otros; intelectuales que tratan temas diversos que van desde “la estructura
de clases, la teoría de la historia, el problema de la ideología, la teoría política nor-
mativa, los conceptos básicos de la economía marxista, los sindicatos y el estado”
(Wright, 2010: 246) y que, aunque están todos en posiciones de izquierda, tienen
compromisos políticos distintos.
De acuerdo con Olin Wright, el marxismo analítico tiene cuatro principios
o compromisos que lo distinguen y caracterizan al construir teoría dentro de
la tradición marxista. Estos son (Wright, 2010: 247):
1. “El compromiso con las normas científicas convencionales en la elaboración
de teorías y la conducción de investigaciones”. Ello implica que el marxismo
analítico tiene como objetivo “aspirar al estatus de ciencia social”, en otras
palabras, trabajar con los estándares de la ciencia procurando producir co-
nocimientos empíricos unidos a modelos teóricos. Vale la pena advertir que
el tener aspiraciones de cientificidad no es lo mismo que ser positivistas.6
2. “Un énfasis en la importancia de la conceptualización sistemática, particu-
larmente de los conceptos fundamentales de la teoría marxista.” Con esto se
refiere al propósito explícito del marxismo analítico de trabajar de manera
sistemática los conceptos básicos del marxismo, en muchos casos re-con-
ceptualizando las teorías clásicas.
3. “Una preocupación por especificar meticulosamente los pasos que relacionan los
conceptos para formar argumentos teóricos, ya se trate de los argumentos sobre
procesos causales en la construcción de teorías explicativas o de las conexiones
lógicas de las teorías normativas. Esta preocupación por los detalles del argu-
mento se refleja en una de las características principales del marxismo analí-
tico: el uso de modelos sistemáticos explícitos de los procesos que se estudian.”
Para simplificar un poco este pasaje, digamos en principio que los modelos
6
Es importante mencionar que Wright no especifica qué es lo que entiende el marxismo
analítico por ciencia, optando por una definición en a la que “la ciencia trata de identificar
los mecanismos que generan los fenómenos empíricos que experimentamos del mundo”
(Wright, 2010: 249).
89
Wright y la analítica de la clase
Vale la pena hacer una síntesis de las implicaciones de estas ideas. Por una
parte, Erik Olin Wright defiende la toma de una postura teórica y política
marxista tanto por el hecho de que “las preguntas fundamentales del marxis-
mo siguen siendo críticas para cualquier proyecto político de cambio social ra-
dical” como porque “el marco conceptual para responder esas preguntas sigue
produciendo respuestas nuevas y agudas” (Wright, 2010: 261).9 Sin embargo,
7
Al respecto dice Wright: “por lo general ocurre que detrás de toda explicación causal informal
se encuentra agazapado un modelo formal tácito. Todas las teorías explicativas tienen supuestos:
afirmaciones sobre las condiciones en las cuales las explicaciones se mantienen, afirmaciones
sobre la forma en que los diversos mecanismos encajan unos con otros. La diferencia entre los
marxistas analíticos y muchos investigadores marxistas históricos y empíricos puede consistir
entonces en el grado en el que están dispuestos a poner sus cartas sobre la mesa y a articular
los modelos causales de sus teorías” (Wright, 2010: 254).
8
Para un acercamiento más completo a la relación entre marxismo y la teoría de
elección racional, incluso a aquello que ha sido llamado “marxismo de elección racional”
identificado sobre todo con Jon Elster, vale la pena acercarse al artículo de Enrique de
la Garza Toledo “Las teorías de la elección racional y el marxismo analítico” (1994), así
como a trabajos del propio Jon Elster como “Making sense of Marx” (1994) o “Marxismo,
funcionalismo y teoría de juegos” (1986).
9
Los elementos que nuestro autor considera “marxistas” dentro del “marxismo analítico”
90
María Vignau Loría
consciente de las presiones y críticas que las ciencias sociales hacen al marxis-
mo, Wright descarta la posición de algunos intelectuales marxistas que optan
por “despreciar los ataques de los científicos sociales no marxistas en tanto que
reflejos de la ideología burguesa y/o de una metodología positivista” (Wright,
1983: 1), sino que intenta “desarrollar programas de investigación empírica
firmemente enraizados no sólo en las categorías, sino también en la lógica de
la teoría marxista” (Wright, 1983: 2) que presten atención a la variabilidad de
los capitalismos realmente existentes (1994: 13).10
El haber aclarado el contexto teórico desde donde se coloca nuestro autor
nos permitirá entender algunos elementos que podrán parecer polémicos en
su análisis de clase, tales como su preocupación por cuestiones metodológicas
más que filosóficas, la construcción de modelos o la insistencia en realizar
investigación cuantitativa para “comprobar” sus hipótesis.
Al tratar el problema de la teoría de las clases sociales, Erik Olin Wright se carac-
teriza por buscar un diálogo no sólo con exponentes de la tradición marxista, sino
también con otras teorías sistemáticas de clase social producidas por sociólogos
como Max Weber, Pierre Bourdieu o Ralf Dahrendorf. Aunque este tipo de ar-
gumentos no van a ser explorados aquí, es importante tomar nota del interés del
sociólogo norteamericano por entablar diálogos y construir puentes con corrientes
distintas; diálogos en los que nuestro autor resalta siempre las particularidades (y
superioridad desde su punto de vista) de un análisis marxista de las clases sociales.
La producción de Wright en torno a las clases sociales y los debates que ha
suscitado este concepto es muy extensa, lo cual me llevará a enfocarme en las
dos principales obras en las que expone su teoría propia de clases: la primera,
que analizaré sólo brevemente, se trata de Clase, Crisis y Estado (1983) obra que
son que el trabajo de los marxistas analíticos se realiza al interior del andamiaje teórico
de la tradición marxista, es decir, que retoman temas fundamentales del marxismo y los
reconstruyen bajo las premisas mencionadas antes; en segundo lugar, que las preguntas
que se hacen están basadas en los debates marxistas; en tercer lugar, que utilizan un
aparato conceptual plenamente marxista (clase, ideología, explotación, etc.); y finalmente,
que comparten “las orientaciones normativas del marxismo”, es decir, un proyecto de
emancipación que va más allá de la agenda teórica (Wright, 2010: 259-261).
10
De esta forma, Wright rechaza la premisa positivista de que “una construcción teórica
es simplemente un proceso de generalización empírica de regularidades legaliformes” pero
insiste en que la teoría marxista debe generar “proposiciones sobre el mundo real que
puedan ser estudiadas empíricamente” (Wright, 1983: 2).
91
Wright y la analítica de la clase
apareció en 1978 y en la que expone por primera vez el enfoque original que ha-
bía ido desarrollando en sus estudios de teoría de clases. La segunda obra se
trata del texto Clases (1994), publicado en 1985; éste es un trabajo en el que
nuestro autor presenta un renovado esfuerzo por sistematizar su concepto de
clase en el que, a partir de una profunda autocrítica, modifica algunos de los
principios que había establecido en su trabajo anterior; modificaciones que en
su mayoría responden a la aparición de un “nuevo grupo de referencia” que es
justamente el marxismo analítico (Wright, 1994: XI-XIII).
Empecemos por el propósito que se plantea Wright al presentar una nueva teo-
ría de clases sociales. Nuestro autor realiza un diagnóstico general y uno particular
a la teoría de clases: el general tiene que ver con el argumento de que existe una
falta de estrategias en la tradición marxista que enlacen la investigación y la teoría,
así como de estrategias que conecten el análisis de los procesos estructurales con
los fenómenos empíricamente observables. El particular es que, al hablar de clases,
Wright argumenta que el marxismo no ha proporcionado herramientas para rea-
lizar análisis concretos de la estructura de clases contemporánea, particularmente
sobre las posiciones que se refieren coloquialmente como la “clase media”.11 Sobre
esto último, nuestro autor argumenta que la tendencia que había predicho Marx
de una creciente polarización de clases no se puede dar por sentado hoy en día
y, por lo tanto, ante “el aumento de las ocupaciones profesionales y técnicas y la
expansión de las jerarquías directivas dentro de las grandes corporaciones y del
estado” (Wright, 1994: 4), el marxismo necesita abordar el problema de la diver-
sificación de “los asalariados”. Así, nuestro autor concluyó que no sólo había un
problema con las líneas de demarcación entre clases, sino que existía un problema
teórico general “de conceptualización de las relaciones de clase en la sociedad ca-
pitalista contemporánea” (1994: 27). Su objetivo será entonces “elaborar un mar-
co comprehensivo para el análisis de las estructuras de clases en general, y para
re-conceptualizar el problema de las clases medias en particular” (Wright, 1994:
82).
11
Wright reconoce cuatro respuestas principales que se han dado desde el marxismo
ante este problema. Están quienes dicen que quienes al parecer no “caen” dentro de
la clase obrera ni de la clase burguesa pertenecen realmente a la clase obrera y lo que
se aprecia es realmente una “apariencia”. También están quienes la han llamado “nueva
pequeña burguesía”, concepto sustentado en la idea de “trabajo improductivo” o trabajo
asalariado que no produce plusvalía (como los profesionistas). Hay quienes hablan de una
“nueva clase por derecho propio” (Gouldner la define en términos de capital cultural,
John Ehrenreich la llama “clase profesional directiva”). Finalmente, la mayor parte de los
análisis marxistas se refieren a ella como “estratos intermedios” entre la polarización de
clase burguesía-proletariado, estando fuera entonces de las relaciones de clase (Wright,
1994: 43-48).
92
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93
Wright y la analítica de la clase
94
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14
Se necesita hacer una anotación sobre el cambio del concepto de “situaciones
contradictorias…” a “posiciones contradictorias”. Después de una revisión de la obra
original en inglés, se puede ver que Wright utiliza de forma indiferenciada “contradictory
locations…” y “contradictory positions…”, por lo que asumimos que los traductores y
editores de Siglo XXI utilizan en el primer libro “situaciones” y en el segundo “posiciones”.
Sin embargo, no hay una diferencia teórica, sólo terminológica y de traducción.
95
Wright y la analítica de la clase
Wright ya había presentado una idea similar en su libro Clases, Crisis y Estado, pero me
15
pareció que la argumentación que presenta en Clases es mucho más sólida y clara.
96
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97
Wright y la analítica de la clase
16
Wright reconoce tres problemas principales con esta noción: “la tesis de que la
autonomía es una propiedad ‘pequeñoburguesa’ de las relaciones de clase, el carácter
relativamente inestable o indeterminado de la autonomía en ciertos puestos de trabajo; y
las anomalías empíricas que aparecen en el uso del concepto” (Wright, 1994: 62).
98
María Vignau Loría
17
Wright también establece una distinción entre “explotación económica” y “opresión
económica”, donde la explotación incluye tanto a esta última “como la apropiación de los
frutos de trabajo de una clase por parte de otra” (Wright, 1994: 83).
18
Nuestro autor se refiere principalmente a la obra Teoría General de la explotación y de
las clases de John Roemer, publicada en inglés en 1982 [publicada en español en 1989]
19
La definición que proporciona Wright al finalizar su reflexión y diálogo con Roemer
es que la explotación se define “como una apropiación económicamente opresiva de los
frutos del trabajo de una clase por otra” (Wright, 1994: 87).
99
Wright y la analítica de la clase
de la admisión a las escuelas que confieren las credenciales, aquellos mecanismos que
operan por la selección de capital cultural para acceso a ciertas escuelas, la restricción a
partir de los costos para adquirir las credenciales, etc. (Wright, 1994: 85).
100
Tipología de las relaciones de clase en la sociedad capitalista
Propietarios
de medios de No propietarios (trabajadores asalariados)
producción
Poseen capital suficiente
7. Directivos semi- 10. Directivos no +
para contratar obreros y 1. Burguesía 4. Expertos directivos
credencializados credencializados
no trabajar
+ Bienes de cualificación/credenciales -
Fuente: Wright (1994: 102)
101
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Wright y la analítica de la clase
102
María Vignau Loría
El trabajo que realiza Erik Olin Wright puede ser considerado como el aná-
lisis contemporáneo más sofisticado y riguroso de la estructura de clases en
el capitalismo actual. Partiendo de una preocupación inicial por elaborar una
definición marxista de las clases medias, que en muchas interpretaciones mar-
xistas se pierden como “clases indeterminadas” –consideradas más un “error
de la realidad” por no estar polarizadas que una falta de herramientas teóricas
y metodológicas que permitan entenderlas–, Wright culmina elaborando una
teoría completa que no sólo les da un lugar particular, sino que restablece
y reconecta algunos de los elementos clásicos del marxismo –como pueden
ser ideas tales como la explotación, el que la relación entre clases es siempre
antagónica, el que los intereses de clase están en oposición y conflicto, el que
las clases están firmemente ancladas en relaciones sociales de producción– con
nociones nuevas e innovadoras que acercan el concepto clásico de clase social
a la realidad de los países del capitalismo avanzado.
De esta forma, la noción de “posiciones contradictorias dentro de las rela-
ciones de clase” permite comprender la relación que existe entre estas clases
103
Wright y la analítica de la clase
104
María Vignau Loría
right Classes, los sociólogos David Rose y Gordon Marshall hacen una fuerte
crítica a Wright por la pluralidad teórica con que retoma ciertos argumen-
tos weberianos y neoweberianos con respecto a los “bienes de organización”
y “bienes de cualificación y credenciales”, nociones que estaban firmemente
presentes en los escritos de Max Weber sobre clase social y estrato social y que
retoman estudiosos como Goldthorpe (Rose y Marshall, 1989: 261-262). Para
hacer un análisis completo de esta crítica sería necesario el examen de el con-
cepto de clase social de Max Weber y del argumento que presenta al colocar
bienes de organización y bienes de credenciales en las situaciones de mercado
que definen a las clases (Weber, 1946). Aunque no realizaré semejante análisis
en este espacio se debe mencionar que, en ciertos momentos de la teoría de
Wright, se desdibujan ciertas distinciones entre un análisis plenamente mar-
xista y uno weberiano.
La otra gran crítica realizada por estos autores tiene que ver con la ausencia
de un análisis de clase como “colectividades” (Rose y Marshall, 1989: 261).
Considero que, a pesar de que Wright hace mención a la “formación de cla-
ses” como el desarrollo de organización clasista, el autor no explica el proceso
mediante el cual se da este fenómeno y se concentra únicamente en explicar
su relación con la estructura de clases. Podríamos decir que Wright, al centrar su
atención en la definición de la estructura de clases, deja un relativo vacío en su teoría
para la acción de clases y su traducción en acción colectiva.
Finalmente, es inevitable realizar una crítica a su “mapa” de la estructura
de clases desde países que no forman parte de lo que él considera “capitalismo
avanzado”, es decir, es necesario preguntarnos sobre la aplicabilidad de su mo-
delo en países como los llamados “en vías de desarrollo”, donde existen “clases
medias” o “indeterminadas” como el campesinado que no tienen un lugar en
el modelo de Wright.
A pesar de todo ello, es fundamental rescatar la teoría de Erik Olin Wright
por las virtudes que ya mencionamos pensando en que los desafíos que pre-
senta están sujetos a debates que no pueden más que enriquecer a la tradición
marxista.
Bibliografía
De la Garza Toledo, Enrique (1994). Las teorías de la elección racional y el marxismo
analítico. Estudios Sociológicos. Núm. 35. México: El Colegio de México.
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Elster, Jon. (1994). Making sense of Marx. Reino Unido: Cambridge University Press.
Roemer, John. (1989). Teoría General de la explotación y de las clases. México: Siglo XXI.
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lismo y marxismo. Colombia: Editorial Universidad del Rosario.
106
Capítulo 6
Introducción
107
Del obrero-masa a la multitud: metamorfosis del sujeto clasista en el operaísmo y post-operaísmo italiano
108
Massimo Modonesi y Matari Pierre Manigat
llevaron a cabo a partir de la década de los 60. Para Mario Tronti, uno de los
iconos intelectuales del obrerismo:
“Después de Marx, de la clase obrera nadie ha sabido nada. Sigue sien-
do este continente desconocido. Se sabe, ciertamente, que existe, por-
que quién no ha oído hablar de él y todo el mundo puede leer sobre él
mismo narraciones fabulosas. Sin embargo, nadie puede decir: he visto
y he comprendido”.5
Potier, Lectures italiennes de Marx, op. cit pp. 401-404 y Sergio Bologna, “L’operaismo
italiano” en Poggio, L’altronovecento. Comunismo eretico e pensiero critico, Vol. II, Jaca
Book, Milán, 2011.
5
Mario Tronti, Obreros y capital, Akal, Madrid, 2001, p. 23.
6
Mario Tronti, “La fabbrica e la societá” en Quaderni rossi, Roma, núm. 2, 1962.
109
Del obrero-masa a la multitud: metamorfosis del sujeto clasista en el operaísmo y post-operaísmo italiano
7
Ver el dossier “Uso socialista de la encuesta obrera” en Quaderni rossi, núm. 5, Roma,
abril 1965, pp. 67-269.
110
Massimo Modonesi y Matari Pierre Manigat
8
Mario Tronti, “Lenin in Inghilterra”, editorial de Classe Operaia, núm. 1, Roma,
febrero de 1964, p. 1.
9
Mario Tronti, Obreros y capital, op. cit., p. 209.
111
Del obrero-masa a la multitud: metamorfosis del sujeto clasista en el operaísmo y post-operaísmo italiano
sabotaje, pero atraviesan todos los escritos de Negri de los 70, reagrupados en español en
Los libros de la autonomía obrera (2004) pero también en Marx más allá de Marx. Nueve
Lecciones sobre los Grundrisse (2001) y La fábrica de la estrategia. 33 lecciones sobre Lenin
(2004).
112
Massimo Modonesi y Matari Pierre Manigat
11
“Máquina tiempo, Rompecabezas, liberación, constitución” en Antonio Negri, Fábricas
del sujeto/Ontologías de la subversión, AKAL, Madrid, 2006, pp. 13-174.
12
Ibid, 118.
13
Ibid, 21.
14
Ver Negri, “La revolución ha comenzado en 1968” en Félix Guattari y Antonio Negri,
Las verdades nómadas & General Intellect, poder constituyente, comunismo, AKAL, Madrid,
1999, pp. 33-35.
15
Asimismo una influencia de Spinoza Ver Antonio Negri, L’anomalia selvaggia : saggio
su potere e potenza in Baruch Spinoza, Feltrinelli, Milano, 1981.
16
Ver Negri, “Llamamos comunismo” en Félix Guattari y Antonio Negri, Las verdades
nómadas & General Intellect, poder constituyente, comunismo, AKAL, Madrid, 1999, pp.
22-24.
113
Del obrero-masa a la multitud: metamorfosis del sujeto clasista en el operaísmo y post-operaísmo italiano
Sin embargo, para llegar al concepto de multitud, Negri tenía que reformular
su análisis de la infraestructura y de la superestructura capitalistas prevale-
cientes desde los años 80. De la misma manera que del estudio del fordismo
y del Estado-plan había surgido el concepto de obrero-masa, el análisis de la
producción en la era de la globalización así como de su forma política predo-
minante balizan la elaboración del concepto de multitud. Pero a diferencia del
operaísmo, el post-operaísmo revoluciona el método de articulación de las ins-
tancias económicas y políticas. El concepto de Capitalismo Mundial Integrado
(CMI) constituye el ancestro de lo que, más tarde, Negri y Hardt designaran
como Imperio. Los procesos de “desterritorialización” de la autoridad y, su
correlato, la imposibilidad de localizar anuncian la emergencia de una “forma
política y jurídica posnacional”,17 esto es el Imperio.
Existen dos vías para reconstruir el concepto de Imperio. Desde un punto
de vista general y abstracto, se puede seguir la reflexión de Negri y Hardt sobre
el Estado, el Derecho y la Soberanía.18 De la perspectiva de este ensayo, convie-
ne plantear el problema a partir de lo que es el hilo rojo de la interpretación
operaísta: el capital se adapta a las luchas sociales. Negri y Hardt siguen este
principio y plantean que la génesis del Imperio corre paralela con la formación
de lo que llaman sociedad mundial19 y, posteriormente, multitud. Bajo ese re-
specto, el Imperio aparece como resultado del despliegue de las subjetividades
de las fuerzas colectivas de trabajo en el siglo XX. Ese proceso tuvo dos gran-
des momentos en el siglo XX: el New Deal y la descolonización. Mientras el
primero “produjo la forma más elevada del gobierno disciplinario”, la segunda
abrió la vía para la caducidad del Estado-nación.
17
Ver Negri, “La reacción de los años setenta: no future” en Félix Guattari y Antonio
Negri, Las verdades nómadas & General Intellect, poder constituyente, comunismo, AKAL,
Madrid, 1999: 37 y p. 41.
18
Reflexion que se puede rastrear desde El poder constituyente publicado en 1992. Ver
Antonio Negri, Il potere costituente, Manifestolibri, Roma, 2002.
19
Ver Negri, “La reacción….” op. cit.: 43.
114
Massimo Modonesi y Matari Pierre Manigat
Antonio Negri, “La nueva alianza” en Guattari, Félix y Negri, Antonio, Las verdades
21
nómadas & General Intellect, poder constituyente, comunismo, AKAL, Madrid, 1999: 69.
115
Del obrero-masa a la multitud: metamorfosis del sujeto clasista en el operaísmo y post-operaísmo italiano
22
Negri y Hardt, Multitud, Debate, 2004, p. 134.
23
Ibid, p. 134.
24
Maurizio Lazzarato y Antonio Negri, Trabajo inmaterial. Formas de vida y producción
de subjetividad, DP&A editora, Buenos Aires, 2001 (publicado en italiano en 1991, citas
de la edición de Ombre Corte, Milano, 1997).
25
Ibid: 23.
26
Maurizio Lazzarato y Antonio Negri, Trabajo inmaterial. Formas de vida y producción
de subjetividad, op. cit., P. 25.
27
Hardt y Negri, Déclaration, Éditions Raison d’Agir, Paris, 2013, p. 80.
116
Massimo Modonesi y Matari Pierre Manigat
28
Hardt y Negri, Multitud, op. cit., pp. 91-96 y 127.
29
Ibid., pp. 131-134.
30
Negri, Kairós…, op. cit.: 403.
31
Ver el libro de Judith Revel, Vocabulario de Foucault, Atuel, Buenos Aires, 2008,
pp. 24-27. Michael Hardt y Antonio Negri, Multitud. Guerra y democracia en la era del
Imperio, op. cit., pp. 91-96.
32
Hardt y Negri, Déclaration, op. cit., pp. 10-13 y passim.
33
Hardt y Antonio Negri, Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio, op. cit.,
p. 249.
117
Del obrero-masa a la multitud: metamorfosis del sujeto clasista en el operaísmo y post-operaísmo italiano
Conclusión
118
Massimo Modonesi y Matari Pierre Manigat
Bibliografía
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120
Capítulo 7
Introducción
121
El open marxism y la clase como lucha
122
Alfonso Galileo García Vela
123
El open marxism y la clase como lucha
3
La noción de lucha de clases de Sergio Tischler está estrechamente vinculada con su
concepto de “destotalización”, concepto que ha desarrollado como una crítica a la categoría
de totalidad. Tischler (2007) argumenta que una de las categorías centrales de la teoría de
la lucha de clases de Lukács, que se encuentra en su libro más importante Historia y con-
ciencia de clase, es la categoría de totalidad. Como Marx, Lukács (2009) sostiene que el
capitalismo forma una totalidad social; no obstante, a diferencia de Marx, Lukács plantea
que la totalidad del capital debe ser superada por una nueva totalidad que estaría personi-
ficada por la clase proletaria. Tischler (2007; 2013) sostiene que la teoría de Lukács parte
de la afirmación de la totalidad y no de su crítica. De acuerdo a Tischler (2007: 112), el
marxismo de Lukács expresa “el punto filosófico más agudo” de la Revolución Rusa de
1917. En consecuencia, su teorización forma parte del canon clásico de la lucha de clases.
Tomando como base la crítica a la totalidad, Tischler (2013) plantea que la “destotalización”
es un movimiento en-contra-y-más-allá del capital o, en otras palabras, es una lucha que
retoma lo humano que es negado por el capital. Para Tischler, el punto de partida para
pensar la lucha de clases es la negación de la totalidad; por lo tanto, la lucha de clases es
una lucha por destotalizar las relaciones sociales capitalistas. Así pues, la destotalización
es un “concepto crítico de la lucha de clases” (Tischler Visquerra, 2013: 200). Asimismo,
para Tischler (2013, pp. 201-202), la destotalización “puede ser entendida como el mo-
vimiento histórico que surge del antagonismo entre trabajo concreto y trabajo abstracto;
este movimiento es un rebasamiento o plus que potencialmente apunta a la negación del
trabajo abstracto y a la dominación de clase que le es inherente.” En el núcleo de sus plan-
teamientos se encuentra la teoría de la praxis de Holloway. El enfoque desarrollado por
Tischler permite una crítica profunda a las luchas totalizantes como la tradición ortodoxa
del sujeto y la lucha de clases; y nos muestra que el gran desafío que enfrentan los movi-
mientos sociales anticapitalistas es realizar la revolución a partir de luchas destotalizantes.
No a través de las formas de la totalidad como el partido, la clase o el Estado; como lo
planteó el canon clásico del marxismo. Para dicho autor, el movimiento zapatista represen-
ta una de las luchas destotalizantes más significativas de nuestro tiempo. Entre otras cosas,
la idea zapatista de tiempo revolucionario, su lenguaje, la lucha por la autonomía indígena
y la emancipación humana son parte de la lucha zapatista contra la totalidad de las relaciones
sociales capitalistas que dominan a los seres humanos.
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Alfonso Galileo García Vela
125
El open marxism y la clase como lucha
6
El debate de la derivación del Estado fue un debate muy importante dentro del
pensamiento marxista que surgió en la década de 1970 en Alemania Occidental y tenía
como objetivo derivar lógica e históricamente el Estado de la naturaleza de las relaciones
capitalistas. Sobre el debate ver Clarke (1991), Holloway y Picciotto (1978).
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Constitución y existencia
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Conversaciones con Werner Bonefeld. Sobre The Labour Debate ver el libro de
10
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El open marxism y la clase como lucha
Cuadernos del Sur, en el año 1999; también, se presentó como una ponencia
para el congreso The Labour Debate. El artículo fue expresión del impulso que
daban a la teoría crítica las luchas contra el capitalismo neoliberal y surgió de
la necesidad de reflexionar sobre si estas luchas eran nuevas formas de la lucha
de clases.
Fetichización y clase
134
Alfonso Galileo García Vela
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El open marxism y la clase como lucha
136
Alfonso Galileo García Vela
Conclusión
El marxismo abierto nos dice que la clave para entender la clase es comprender-
la en términos negativos o críticos. La clase es la negación de la clase misma,
es decir, la clase es la propia lucha de las personas en contra de ser clase, en
contra de ser clasificados. Por lo tanto, la clase es lucha, este es uno de los más
importantes aportes del marxismo abierto. Además, es muy importante sub-
rayar que su concepto de clase se vincula con las luchas por la emancipación
humana y busca un diálogo con ellas.
El marxismo abierto enfatiza que si nuestra reflexión se quiere plantear en
términos críticos, no podemos separar clase y lucha. Si se separan, la clase se
concibe de modo afirmativo como grupos o lugares, y esta manera de enten-
derla es muy problemática y es parte de una tradición marxista que acepta las
relaciones sociales como constituidas, como hechos fijos. Para el marxismo
abierto esta perspectiva es fetichista en sí misma, dado que al separar la lucha
se excluye al sujeto social activo y se termina por encubrir las luchas que se
encuentran tras las formas fetichizadas del capital, como la clase, el dinero,
el Estado o el partido. Para ver las luchas es necesario criticar la apariencia
fetichizada de las relaciones sociales. Para el marxismo abierto, la lucha de
clases no se puede entender como un conflicto entre dos grupos de personas
separados; la lucha de clases es un conflicto que atraviesa la totalidad de las
relaciones sociales capitalistas incluyendo la clase misma.
Ahora bien, ¿por qué es relevante el concepto de clase hoy? Básicamente
el marxismo abierto nos responde que la clase nos permite ver la unidad que
subyace bajo la diversidad de las luchas actuales y, al mismo tiempo, nos inter-
pela como sujetos activos, como sujetos que luchan por la autodeterminación
social de su propio hacer. Para terminar, el marxismo abierto actualiza el concepto
de clase y rompe con el canon clásico de la lucha de clases; nos muestra que la
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El open marxism y la clase como lucha
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Capítulo 8
Consideraciones finales:
Sobre la relevancia sociológica del concepto
marxista de clase social
Massimo Modonesi
141
Consideraciones finales: Sobre la relevancia sociológica del concepto marxista de clase social
I.
Entendemos por clase social no un concepto aislado y estático sino dinámico
y relacional, inserto en la fórmula lucha de clases.
La hipótesis central que desarrollé en un libro reciente1 es que identificar,
describir, analizar, explicar e interpretar las luchas, las clases, las formas y cir-
cunstancias del cruce que implica asumir que las luchas son de clase y que las
clases luchan, constituye el núcleo duro y el meollo de la agenda marxista en el
terreno de una teoría de la acción política, una teoría centrada en el principio
antagonista.
Aun cuando existe cierto consenso en torno a la idea de que entre la con-
formación de la subjetividad y la acción que la forja y la expresa, existe simul-
taneidad y sincronía, el debate marxista se dislocó y no pocas veces polarizó
entre los defensores de la primacía de una u otra, de la estructura y la acción,
de la importancia de la clase en sí o de la clase para sí, primacía e importancia
que se traducían en distintas lógicas secuenciales.
La opción por la lucha se manifiesta por ejemplo de forma clara y explícita
en las apuestas analíticas de E. P. Thompson, el obrerismo italiano y el open
marxism que reseñamos en este libro. Valga este posicionamiento de E. P.
Thompson como botón de muestra de un debate intenso y fecundo, no exento
divergencias substanciales y de tonos polémicos:
[…] se ha prestado una atención teórica excesiva (gran parte de la misma
claramente ahistórica) a “clase” y demasiado poca a “lucha de clases”.
En realidad, lucha de clases es un concepto previo así como mucho más
universal. Para expresarlo claramente: las clases no existen como enti-
dades separadas, que miran en derredor, encuentran una clase enemiga
y empiezan luego a luchar. Por el contrario, las gentes se encuentran
en una sociedad estructurada en modos determinados (crucialmente,
pero no exclusivamente, en relaciones de producción), experimentan la
explotación (o la necesidad de mantener el poder sobre los explotados),
identifican puntos de interés antagónico, comienzan a luchar por estas
Del cual retomé buena parte de los argumentos y de la redacción de este apartado. Véase
1
142
Massimo Modonesi
2
En una línea de lectura de Marx, que recupera las intuiciones de Walter Benjamin y
Ernst Bloch sobre las temporalidades no lineales. Véase La discordance des temps de Daniel
Bensaid (2005). Las principales tesis pueden encontrarse en español en el libro de Marx
intempestivo. Grandezas y miserias de una aventura crítica (Bensaid, 2003).
143
Consideraciones finales: Sobre la relevancia sociológica del concepto marxista de clase social
II.
Por su parte, la noción de clase, en tanto contiene un elemento deter-
minante de materialidad socioeconómica, es un poderoso antídoto contra el
culturalismo, el politicismo y el subjetivismo posmodernos que atraviesan los
enfoques dominantes en el campo de los estudios de los movimientos sociales.
Al mismo tiempo, en su vertiente sociopolítica el concepto de clase así
como fue desobjetivado y desfetichizado por los marxismos críticos, conlleva
una apuesta a pensar lo político desde la agregación y la acción colectiva en un
plano pre y sin excluir un posterior desarrollo en este terreno. Así que clase es
(también) un concepto de la teoría política. En su seno anidan algunas ten-
siones y posibles hipótesis de articulación. En efecto, la noción de clase es, en
términos marxistas, una síntesis de la relación dialéctica entre determinación
material socioeconómica y subjetivación sociopolítica, una noción que tiene
un pie en la estructura y otro en la agencia, siendo al mismo tiempo clase en
sí y clase para sí.
Por ello, en la búsqueda de un encuentro entre el marxismo y las nuevas
sociologías críticas (en particular la de Bourdieu), Philippe Corcuff y Daniel
Bensaid ponen el acento en el terreno del constructivismo, que, en el caso del
marxismo, se traduce en concebir la clase, al sujeto o al actor en general como
constructores y constructos, lo cual también es un claro intento de evitar la
polaridad y el dualismo objetivo-subjetivo (Corcuff, 2001: 18, 20; Bensaid,
2005: 32).
En otro plano, concebir la clase como un campo o un universo de clase per-
mite reconocer y analizar una serie de procesos de agregación sociopolítica3
sin caer en el esencialismo propio de cierta tradición obrerista y de una época
marcada por la centralidad de la figura del obrero industrial —o sin buscar
nuevas centralidades inmateriales—, pero sin obviar, no obstante, que la rea-
lidad social contemporánea sigue siendo marcada por la lógica del capital,
la propiedad privada de los medios de producción, por la explotación de los
trabajadores y por la desposesión de los bienes comunes. En este sentido, no
existe “la” clase como entidad sociopolítica; hay un campo de clase y luchas
3
La noción de campo aquí no remite aquí al pensamiento de Pierre Bourdieu, quien por
cierto adopta una perspectiva clasista peculiar que recupera, por medio del habitus, la idea
de una incorporación de formas específicas y distinguibles, pero no ordena ni jerarquiza
claramente las determinaciones o condicionamientos económicos, políticos y culturales, ni
contempla la posibilidad de la conciencia y praxis política y, con ello, una línea de fractura
en el habitus, sin negar las formas de reproducción cotidiana, y una bifurcación política
entre subordinación e insubordinación, subalternidad y antagonismo.
144
Massimo Modonesi
4
Por ejemplo la problemática de los cuadros y de la esfera decisionales como dimensión
que complejiza la estructuración clasista y su proyección política. Sobre el tema, además
del marxismo analítico de E. O. Wright, acercarse véase el texto de Jacques Bidet y Gérard
Duménil (2007).
145
Consideraciones finales: Sobre la relevancia sociológica del concepto marxista de clase social
ción y por lo tanto ningún orden social dominante y por lo tanto nin-
guna cultura dominante verdaderamente incluye o agota toda la práctica
humana, toda la energía humana y toda la intención humana (Williams,
1988: 141).
III.
Es sabido que uno de los elementos problemáticos, y por lo tanto fecundos,
del debate marxista, es el tema de la conciencia de clase. Sin el afán de sinteti-
zarlo aquí, me permito señalar algunos elementos que pueden ser considerados
convencionales, es decir, relativamente aceptados y por lo tanto constitutivos
de una posible definición general. Conciencia corresponde, en el marxismo, a
lo que ahora se conoce en sociología de la cultura como identidad, salvo que
no se reduce a la dimensión cultural sino que remite directa y explícitamente
al substrato concreto de la clase como referente social y material y se traduce
5
“Class is a social and cultural formation (often finding institutional expression) which
cannot be defined abstractly, or in isolation, but only in terms of relationship with other
classes; and, ultimately, the definition can only be made in the medium of time –that is,
action and reaction, change and conflict–. When we speak of a class we are thinking of
a very loosely defined body of people who share the same congeries of interests, social
experiences, traditions and value-system, who have a disposition to behave as a class, to
define themselves in their actions and in their consciousness in relation to other groups
of people in class ways. But class itself is not a thing, it is a happening” (Thompson,
1965: 357).
146
Massimo Modonesi
6
A diferencia de cuando se consideraba, en una simplificación discursiva con múltiples
implicaciones ideológicas, que la clase formaba el movimiento obrero y éste era el
movimiento social.
147
Consideraciones finales: Sobre la relevancia sociológica del concepto marxista de clase social
148
Massimo Modonesi
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El concepto de clase social
en la teoría marxista contemporánea
Diseño y formación:
Juan Rodrigo Mazza
Cuidado editorial:
Departamento de Publicaciones,
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.