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Recursos Financieros en un Sistema Financiero Frágil 1.

El ciclo de crecimiento de Estados Unidos post mitad de los 60s (1965-1975) difiere
significativamente del proceso de dos décadas posterior a la 2da Guerra Mundial (1945-1965).
Esto responde a la fragilidad del sistema financiero, que se erigió como un factor dominante a
mitad de los 60s y a la respuesta de las políticas monetarias y fiscales a las amenazas de crisis
financieras y las depresiones que acompañan a las crisis de sistemas financieros frágiles. La
combinación de un entorno financiero frágil y políticas ineptas (caracterizadas por las subas de
las tasas de interés) durante la década 1965-1975 resultó en una oscilación entre la aceleración de
la inflación y amenazas de crisis financieras y deflación de la deuda. Este nuevo paradigma implica
que desarrollemos nuevos enfoques sobre políticas de estabilización, así como reformas
financieras.
Antes de buscar la cura, debemos entender la enfermedad: estructuras financieras robustas
y frágiles.
Las relaciones financieras son un determinante importante del comportamiento de una economía
capitalista. Para entender como éstas influyen sobre el empleo y el ingreso, hay que distinguir
entre estructuras financieras robustas y frágiles. La estructura financiera consiste en hojas de
balance interrelacionadas. Los instrumentos financieros en esos balances pueden ser vistos como
compromisos de pago a) por demanda, b) en fechas particulares o c) frente a la ocurrencia de una
contingencia especificada. Estos compromisos están tanto en el principal (capital) como en el
interés; deudas de corto plazo involucran compromisos mayores que de más largo plazo, por el
mismo valor.
Salvo los Gobiernos Nacionales, todas las unidades económicas (familias, empresas, gobiernos
provinciales y locales) deben necesariamente generar cash flows de sus operaciones para pagar
las deudas contraídas: exceso de ingreso disponible sobre las necesidades presupuestarias de las
familias, las utilidades de las empresas luego del pago de impuestos, y los superávits
presupuestarios por recaudación y transferencias por sobre los gastos de los gobiernos
provinciales y municipales. Para las unidades financieras estrictas, como los bancos y los REITs
(sociedades dueñas de activos inmobiliarios y cuyos ingresos provienen del alquiler de los
mismos), el equivalente a los cash flows de las operaciones son los ingresos recibidos por el
cumplimiento de los contratos de deuda, en los cuales son acreedores.
Además de los cash flows de las operaciones, las unidades pueden obtener efectivo para cumplir
con sus obligaciones a través de (1) teniendo efectivo en mano; (2) poniendo a disposición activos
financieros que son superfluos para el desarrollo de las operaciones y (3) pidiendo prestado. En
cualquiera de estos 3 casos se produce un cambio de composición del portafolio.
En definitiva, distinguimos 3 tipos de cash flows: hoja de balance, ingresos y portafolio. En última
instancia, el éxito de una estructura de deuda depende de los ingresos. Éstos, a su vez, dependen
de los precios y de los costos operativos como los retornos por los negocios, del trabajo o la

1
Artículo original: Minsky, Hyman P. Ph.D., "Financial Resources in a Fragile Financial Environment". Publicado en
Challenge, julio/agosto de 1975. Traducción realizada por Ignacio López Mieres (Universidad de Buenos Aires,
noviembre 2019).
recaudación impositiva que superen los gastos corrientes por un margen que es suficiente para
satisfacer los compromisos de deuda y mostrarse solvente frente a los acreedores.
Como la validación de las estructuras de deuda (salvo el gobierno nacional) depende de los precios
y los costos actuales y esperados, existen vínculos fuertes entre el sistema de precios y el sistema
financiero. La teoría cuantitativa del dinero y los modelos estándar macroeconómicos solamente
especifican vínculos muy débiles entre ambos, por lo cual sus recomendaciones de política son
ineficientes en circunstancias en las que los factores financieros son determinantes en el
comportamiento del sistema económico. Un sistema financiero es robusto en la medida que los
servicios de deuda pueden ser afrontados con ingresos de cash flows y cuando los portafolios
contienen suficiente efectivo y activos financieros que pueden ser vendidos en el mercado que no
son requeridos por las operaciones para absorber déficits temporales de caja. Un sistema
financiero evoluciona hacia la fragilidad en la medida que los cash flows por los pasivos se
incrementan relativamente respecto a los ingresos de efectivo disponibles para pagar las deudas
y en la medida que las unidades económicas son despojadas de sus activos líquidos.
Para distinguir estructuras financieras robustas de frágiles, hay que diferenciar 3 formas de
comportamiento de las unidades económicas. Las unidades Hedge logran generar cash flows de
sus operaciones que superan los pagos en efectivo adeudados (por ejemplo, hipotecas). Las
unidades Speculative no logran cubrir con los cash flows de las operaciones el principal de la
deuda, pero sí los intereses (usualmente los bancos se involucran en éstas, así como las empresas
que tienen deuda flotante en la forma de préstamos bancarios y papeles comerciales - deuda de
corto plazo para afrontar gastos corrientes y pagar deudas de corto plazo -). Las unidades Ponzi
no pueden siquiera cubrir los intereses de la deuda con los ingresos de sus operaciones (por
ejemplo, unidades que están construyendo instalaciones con largos períodos de gestación o cuyos
cash flows se quedan cortos2).

Indicadores de robustez o fragilidad financiera.


La medida de robustez o fragilidad relativa del sistema financiero se determina por la proporción
de unidades que están involucradas en finanzas Hedge, Speculative o Ponzi. Como hay que
agregar una cantidad de prácticas financieras individuales a una visión de sistema, podemos
interpretar a los datos de los flujos de fondos agregados sobre pasivos y los cash flows como
indicadores del predominio de financiamiento Hedge o Speculative en la economía. Otros
indicadores son el ratio de efectivo/pasivos, y el ratio de deuda “exótica” o de corto plazo sobre la
deuda total. Estas medidas pueden mostrar qué caídas de los cash flows puede ser absorbida sin
afectar las operaciones y si pueden ocurrir liquidaciones y corridas contra los pasivos del sector,
tal vez por una debilidad del prestamista o algún evento disruptivo en los mercados financieros.

2
Se pone como ejemplo a unos bonos emitidos por Nueva York, dado que las expectativas de ingresos y costos de
la ciudad no anticipan un superávit corriente suficientemente grande como para pagar la deuda pendiente, y
mucho menos hacer frente a cualquier nueva deuda necesaria para cubrir los déficits actuales. También los REITs
son Ponzi, puesto que los cash flows esperados son insuficientes para validar las deudas (piden prestado para
pagar dividendos basados en intereses acumulados).
La transición de la robustez a la fragilidad.
Corporaciones no financieras

Gráfico 1: ratio de inversión corporativa en capital fijo / fondos propios. Entre 1950 y 1965, la
medida giró en torno a 1, por lo cual los superávits corporativos compensan los déficits. Desde
1965, este ratio fue en ascenso, debido a que las empresas tuvieron déficits todos los años, los
cuales tendieron a incrementarse. En la década 1965-1975, una porción creciente de la inversión
fija fue financiada de modo externo. Esto indica que, en la medida que las corporaciones querían
incrementar sus inversiones porque la economía iba bien y los incentivos para las inversiones
(crédito fiscal a la inversión y acelerada depreciación) fueron introducidos al sistema impositivo,
el sofisticado sistema financiero se acomodó a la demanda de financiamiento.
Gráfico 2: el ratio de pasivos / fondos brutos propios es conservador en la medida que no
incorpora la diferenciación de pasivos de corto plazo en la estructura de pasivos y el aumento de
la tasa de interés. Así y todo, el ratio no mostró cambios importantes previo a la mitad de los 60s.
En la última década se observa una fuerte tendencia alcista del indicador. Es decir, los cash flows
de las operaciones corporativas proveen una cobertura significativamente menor a la deuda que
en la década pasada.

Gráfico 3: el ratio de pasivos totales / depósitos a la vista es un indicador de los activos en efectivo
que las corporaciones tienen en sus hojas de balance. Este ratio se ha incrementado desde los 50s,
pero la tasa de crecimiento se ha incrementado primero a fines de los 60s y nuevamente a
principios de los 70s.

Gráfico 4: el ratio de endeudamiento en el mercado + préstamos en las instituciones financieras


/ pasivos totales indica la medida en la que las corporaciones recurren al financiamiento “exótico”.
Si bien éste tipo de deuda es una porción relativamente pequeña de los pasivos totales, proveen
muchos más fondos que 20 años atrás. La dependencia de financiamiento “exótico” se incrementa
fuertemente a partir de 1960 y luego de 1969-70.
Los hogares

Gráfico 5: los pasivos de los hogares / ingreso disponible pasan del 35% en 1950 a 74% en 1965, y
desde 1965 el ratio se movió entre 69% y 74%.

Gráfico 6: el ratio de pasivos de los hogares / depósitos a la vista y circulante muestra un ascenso
suave entre 1950 y 1965, pasando de 1.2 a 3.7, y en la década de 1965-1975 el ratio se movió entre
3.6 y 4.0.
Se podría argumentar a partir de las medidas presentadas que la situación financiera de los
hogares se ha estabilizado en la última década. Sin embargo, si ajustáramos los pasivos a tasas de
interés crecientes de la década 1965-1975, la tendencia creciente hubiese continuado.
Bancos Comerciales

Gráfico 7: el ratio de patrimonio neto financiero / pasivos totales pasa de 7,4% a 8,6% entre 1950
y 1960. Desde 1960, el ratio cae hasta 5,6%. La medida convencional de protección del patrimonio
en la banca comercial, en la cual los activos no se revalúan, ha caído de forma marcada. Las
exigencias de capital de los bancos han disminuido considerablemente en los últimos 15 años.

Gráfico 8: el ratio de pasivos totales / activos protegidos (aquellos cuyo valor de mercado es
protegido por la intervención de la FED) se incrementa suavemente desde 3.0 en 1950 a 5.2 en
1963. Desde 1963, la tasa de crecimiento se acelera, llegando en 1974 a 11.9.
Gráfico 9: el ratio de depósitos a la vista / pasivos totales se ha reducido sistemáticamente en todo
el período. En los comienzos de la década de 1960 comienza a acelerarse la tasa de decrecimiento
del ratio. Se puede atribuir esto a la creación de los Certificados de Depósito (CDs).

Gráfico 10: el ratio de “fondos comprados” (fondos sin depósito + CDs negociables) / pasivos
totales está cercano al 5% hasta 1962, momento en el cual pega un salto alcanzando el 18% en
1969 y en 16% en 1974.
Todos estos datos dan cuenta de los cambios financieros de las décadas de 1960 y 1970,
particularmente del aumento del carácter especulativo en las instituciones financieras. Como
resultado de ello y de los cambios similares en los otros sectores (hogares y empresas), el sistema
financiero ha pasado a ser mucho menos robusto. La hipótesis de Minsky es que a comienzos de
1960s el sistema financiero pasó por cambios importantes que tendieron a acelerar la tendencia
hacia estructuras financieras frágiles. Esto implicó profundos cambios en la economía, que luce
muy distinta que en los 15 años posteriores a la 2da Guerra Mundial.
Banca marginal y fragilidad financiera.
Adicionalmente a los cambios discutidos, los cambios institucionales también contribuyeron a
una mayor fragilidad a través del aumento de las capas de reclamos financieros. En los últimos 15
años, el crecimiento de las instituciones bancarias marginales y ciertas prácticas – tales como los
préstamos comerciales de compañías financieras y la emisión de papeles comerciales por
empresas, REITs y bancos comerciales “no miembros” – crecieron más relativamente a otros
elementos del sistema financiero. Con el crecimiento de la banca marginal, los bancos “miembros”
y especialmente los grandes bancos del mercado financiero se han convertido en prestamistas de
facto de última instancia de estas instituciones por medio de líneas de crédito.
El nuevo sistema consiste en que la Reserva Federal es el prestamista de última instancia de los
bancos comerciales más grandes, y éstos últimos son los prestamistas de última instancia de las
instituciones bancarias marginales. Se ha regresado al modelo jerárquico del Sistema Nacional
Bancario (1863-1913).
Las relaciones bancarias jerárquicas pueden ser una fuente de fragilidad del sistema financiero.
Las instituciones bancarias marginales recurren a las líneas de financiamiento de los bancos
centrales cuando los canales de financiamiento alternativos se vuelven muy caros o se vuelven
inutilizables debido al estrés en el mercado, como ocurre cuando surgen dudas de que la banca
marginal cumpla con sus compromisos de pago, debido a algunas debilidades que se perciben en
su estructura de activos. Por ejemplo, la debilidad intrínseca en la construcción especulativa hace
que los papeles comerciales de los REIT no tengan mercado. Por ende, cuando los bancos actúan
como prestamistas residuales están refinanciando instituciones que son frágiles desde el punto
de vista del mercado. En la medida que los bancos tengan en sus portafolios activos similares a
los de la banca marginal, algunos de estos activos se debilitan cuando se revela la fragilidad de los
portafolios de los bancos marginales en el mercado. Entonces, algunos portafolios ya debilitados
de los bancos son más deteriorados cuando los bancos actúan como prestamistas de última
instancia de instituciones marginales, al permitir que los bancos marginales utilicen sus líneas de
crédito. En suma, si se encadenan episodios de estas características, en los cuales los grandes
bancos del sistema financiero rescatan a los bancos marginales, se acumulan debilidades en los
grandes bancos. La fragilidad financiera tiende a ser una enfermedad progresiva y contagiosa, y
nuestra estructura financiera jerarquizada facilita la difusión de la enfermedad.
Entonces, el potencial de una disrupción seria en forma de dominó está implícita en el carácter
jerárquico que se ha desarrollado. La introducción de nuevas capas financieras, en conjunto a
nuevos instrumentos destinados a la creación de crédito para aprovechar las piletas de liquidez,
son los factores determinantes de la creciente fragilidad financiera.

Fragilidad financiera y el ciclo económico.


En una estructura financiera frágil, el aumento de las tasas de interés conlleva a crisis financieras
y quiebras, que amenazan con gatillar un proceso de deflación de la deuda. En 1966, 1970 y 1974,
las recesiones fueron intervenidas por la FED, que actuó como prestamista de última instancia, y
logró desactivar esta amenaza. En el proceso de revertir deflaciones de la deuda, sin embargo, la
FED colocó reservas en el sistema bancario validando los usos financieros particulares que
crearon la amenaza de la crisis. De esta forma, la FED creó el escenario para el financiamiento de
una expansión inflacionaria una vez que la amenaza de la crisis fue desactivada. Pero esto
continua alimentando la tendencia hacia una creciente fragilidad financiera.
La naturaleza del ciclo económico se ha modificado como resultado de la creciente fragilidad
financiera. Los ciclos en los 20 años post WWII fueron suaves y no amenazaron con desajustes
financieros. Con los estándares de la década 1965-1975, la tasa de inflación era trivial. Fue durante
este período que se codificaron las reglas de política monetaria y fiscal, resultando en una política
estándar que ayudó a lograr una exitosa performance de la economía.
Al comienzo de la contracción de 1966 (incluso con una recesión en 1967), los ciclos contuvieron
dos amenazas: los disturbios financieros y aceleración de la inflación en la fase de expansión. Las
prescripciones de política estándar de moderar la inflación y mantener el empleo no parecieron
funcionar correctamente. La economía oscila rápidamente entre una depresión profunda y una
aceleración de la inflación.
La historia descripta en los gráficos refleja la forma en que los recursos financieros son
movilizados hacia inversiones financieras durante el ciclo expansivo. La activación de piletas
inactivas de liquidez financia el nuevo gasto de los distintos sectores de la economía, dando cuenta
de los cambios en las hojas de balance de estos sectores, y dándole robustez al sistema financiero.
Sin embargo, lo que subyace a la mayor dependencia de la deuda al financiamiento de la inversión
y posiciones en activos de capital es la creencia de que los ingresos de las familias, las empresas y
los gobiernos locales aumentarán, y por ende generarán los cash flows necesarios para afrontar
los pagos de sus deudas. Una vez que se abandonan las expectativas de crecimiento ilimitado, la
estructura de deuda heredada puede ser insostenible.
Aunque no estamos fuera de peligro en la actual cuasi crisis financiera, hagamos el supuesto
convencional de que el sostenimiento del déficit fiscal en 1975 y 1976 primero sostiene el nivel de
ingreso y luego de un lag, induce el incremento de este. El déficit nacional va a estar reflejado en
superávits de las finanzas, empresas, hogares y gobiernos estatales y locales (la suma de todos los
superávit y deficits de los sectores tiene que ser cero). Uno tendería a pensar que, dado el susto
de los hogares, firmas e instituciones financieras en 1973-75, se puede esperar que estos cash flows
sean usados inicialmente para incrementar la robustez de sus hojas de balance, en lugar de
continuar la tendencia de los gráficos. Las empresas, por el momento, quizás inviertan menos en
maquinaria y equipo que los fondos brutos propios, y los bancos probablemente dejen crecer su
base de capital en relación con sus activos. Los depósitos a la vista y la deuda del tesoro serán una
parte cada vez mayor de los portafolios de los agentes.
El miedo del último año puede llevar a una dinámica financiera que muevan la estructura de
financiamiento hacia una mayor robustez. Sin embargo, en ausencia de un masivo repudio de la
deuda, como sucede en los procesos de deflación de la deuda como 1929-1933 y con un largo
período de baja inversión que caracteriza la depresión económica, el movimiento del sistema
hacia la robustez posiblemente se invierta en la medida que el sistema financiero es frágil para los
estándares de 1950s.
Los dos “sustos” financieros de 1966 y 1970 no revirtieron la tendencia hacia la fragilidad
financiera. En ausencia de políticas que contengan tanto la inversión privada como la expansión
de nuevas formas de financiamiento, es probable que la política vigente lleve a un rebrote
inflacionario, una vez que se generaliza la visión de que el ingreso es suficiente no solo para que
los cash flows validen las extraordinarias deudas sino también para acceder a nuevo capital y
nueva deuda. Las primeras etapas de la aceleración inflacionaria reducen el peso real de la deuda
heredada: los cash flows que validan la deuda reflejan un margen más pequeño sobre los costos.
La inflación reduce el margen real sobre los costos corrientes necesario para afrontar la deuda.
A la luz de la experiencia reciente, existen barreras a la reanudación del proceso en el cual los
ajustes de portafolio posibilitan que los recursos financieros estén disponibles para la inversión.
Estas barreras consisten en las dudas acerca de que los precios y el producto de la economía real
generen algunos de los cash flows necesarios para validar algunas deudas exorbitantes. Es
probable que en el futuro cercano algunas actividades no puedan pasar la prueba del mercado
para dar cuenta de sus deudas. Dada la situación económica actual en vivienda, en las facilidades
comerciales, utilidades eléctricas y en el transporte aéreo, es dudoso que en el corto plazo el exceso
esperado de rentas por sobre costos operativos en estos sectores sea suficiente para validar una
nueva expansión de la inversión de estas industrias. En ausencia de una intervención específica
del gobierno para subsidiar dichas industrias, las fases iniciales de un nuevo boom considerable
para continuar con la tendencia hacia una mayor fragilidad financiera serán lideradas por sectores
económicos e instrumentos financieros que difieren de aquellos que predominaban en el pasado
reciente. Esta debilidad de los sectores que han tenido una mayor influencia sobre el crecimiento
de la última década puede retrasar el despegue de una nueva expansión vigorosa, incluso en
presencia de un gran déficit fiscal.
Una depresión sin depresión.
Las políticas vigentes, luego de una corta/larga pausa, llevarán al resurgimiento de la inflación
financiada por los ajustes de hoja de balance que conducirán con el tiempo a una estructura
financiera más frágil que la de 1973-74. Una vez más, la retroalimentación endógena amenazará
con crisis financieras y se recreará el escenario poco feliz por el que ya pasamos 3 veces en la
última década. ¿Existe alguna salida de este triste ciclo?
La hay. Y es reconociendo que las depresiones fuertes de la historia tuvieron algunos resultados
necesarios, aunque a un alto costo: el sistema financiero fue mucho más robusto después de una
depresión profunda que antes, la tendencia a involucrarse en finanzas especulativas se redujo
considerablemente, y la baja inversión privada así como las quiebras de empresas implicaron que
las inversiones del período anterior se agotaran, y que las valuaciones injustificadas de las hojas
de balance por los booms de inversiones capital intensivas estuvieran escritas.
Entonces, la receta para salir de este triste ciclo que hemos experimentado las últimas décadas es
alcanzar los resultados económicos de una profunda depresión, sin el desperdicio y sufrimiento
de desempleo masivo. Necesitamos un período – quizás una década – de baja inversión y alto
consumo, en el cual el empleo sea mantenido por medio de instituciones como la WPA (New Deal,
1935), CCC and National Youth Administration de los 30s, en lugar de aumentar los incentivos
como subsidios directos a la inversión privada que son financiados de forma especulativa.
En vistas de excesos de oferta de vivienda, propiedades comerciales y capacidad industrial en
términos de su capacidad de validar deuda, ahora tenemos una política nacional para inducir
inversión privada y construcción. Estos excesos implican que la nueva inversión no podrá generar
suficientes cash flows para validar las deudas y los compromisos de los propietarios al incurrir al
financiamiento de esa inversión, o si nuevas inversiones son subsidiadas y puestas en marcha,
entonces los ya existentes bienes de capital no podrán validar sus deudas. Los subsidios cada vez
más generalizados para vivienda, utilidades, construcción e inversión empresarial que se ha
requerido la última década es evidencia persuasiva de que dichas facilidades son incapaces de
generar ingresos suficientes. Las señales de mercado son claras: un ritmo rápido de inversión
resultará en un uso ineficiente de recursos. Es tiempo de que manejemos nuestros problemas para
que consigamos aproximarnos al pleno empleo en un contexto de baja inversión de la economía.
La necesidad de reformas financieras.
Hay otro mensaje de la experiencia reciente. La tendencia hacia las finanzas especulativas
significa que los desarrollos del libre mercado en finanzas son desestabilizadores – primero hacia
arriba, por lo que un período razonable de estabilidad se transforma en una expansión
inflacionaria y luego hacia abajo, cuando amenazan las crisis financieras y las depresiones
económicas. Necesitamos una reforma exhaustiva sobre lo que se permite en finanzas, reformas
que eliminarían muchas de las capas financieras y los dispositivos de cesión de pasivos que se han
desarrollado en las últimas 3 décadas.
La mayoría de las sugerencias actuales para reformar el sistema financiero buscan permitir una
mayor latitud a las instituciones y prácticas financieras. La filosofía subyacente a estas propuestas
es que los inversores de capital colocan sus fichas y deben ser libres de correr sus riesgos. El
surgimiento de gigantescos grupos de compañías bancarias, con sus múltiples actividades
domésticas y offshore, es un aspecto de la tendencia hacia la mayor permisividad en la regulación
y control de las instituciones financieras. Ahora queda más claro que el crecimiento de grandes
bancos orientados a la gestión de pasivos es en buena parte responsable del financiamiento de la
inflación mundial y de la acelerada tendencia hacia la fragilidad financiera. Estos gigantescos
bancos y sus clientes, que están protegidos de asumir las totales responsabilidades de sus
actividades dada la visión de que la FED no puede dejarlos caer, han tomado ventaja de sus
posiciones protegidas expandiendo de forma agresiva sus activos en relación a su capital de base.
Como resultado de la posición precaria de las grandes corporaciones financieras, la FED es
usualmente requerida para acomodar las necesidades de los grandes bancos y de los mercados
financieros antes que la necesidad de estabilizar la economía. En suma, como estos bancos son
las fuentes naturales del financiamiento de las grandes corporaciones, se introduce un sesgo en la
disponibilidad de financiamiento que favorece a las grandes por sobre los pequeñas y medianas
empresas. Si el objetivo de la política es alcanzar una economía viable y competitiva, el particular
crecimiento de las finanzas en el período de la posguerra ha tenido un impacto perverso.
Como resultado de la influencia desestabilizadora de la evolución de las prácticas financieras,
necesitamos abrir una discusión sobre qué es y que no es deseable en éstas. Mi inclinación
personal es favorecer medidas que tiendan a simplificar la permisiva estructura de pasivos de las
empresas, y permitir una mayor libertad de acción a corporaciones e instituciones financieras más
pequeñas que a las organizaciones más grandes. Pero más importante que cualquier visión
particular de la dirección que se debe tomar es el hecho de que los arreglos institucionales vigentes
en finanzas son los principales acusados de ser los causantes de la actual crisis, y son necesarias
reformas para prevenir la recurrencia periódica de estas crisis.
Por lo tanto, debemos dar una discusión seria sobre la estructura financiera necesaria para tener
una buena economía financiera, cuya tendencia hacia las prácticas desestabilizadoras sea mucho
más atenuada. Ha llegado el tiempo para reformas constructivas, que no apunten a liberalizar más
las finanzas sino apuntando hacia la creación de barreras más efectivas que las existentes contra
la fragilidad financiera desestabilizante.

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