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Verdad Central: Hemos de entregarnos a Cristo para vivir una vida de voluntaria obediencia a todos sus requerimientos.
“¿Ha perdido el Evangelio su poder para impresionar los corazones? ¿Es debido a que la influencia
regeneradora del Espíritu de Cristo ha muerto, que los corazones no son purificados, santificados y
preparados por el Espíritu Santo? No, la espada del Espíritu, la Palabra del Dios viviente, está todavía con
nosotros; pero debe ser esgrimida con ahínco. Usémosla como lo hicieron antaño los santos de Dios.
Mediante su poder viviente y vivificante se abrirá camino a los corazones...” ( Alza Tus Ojos, pág. 14).
Romanos 6:2, segunda parte, 4, 6-8... ¿Cómo viviremos aún en él? ... Porque somos sepultados
juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. ... Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre
juntamente fue crucificado con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no sirvamos
más al pecado. Porque el que es muerto, justificado es del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que
también viviremos con él.
“La conversión es una obra que la mayoría no aprecia. No es cosa de poca monta transformar una mente
terrenal que ama el pecado, e inducirla a comprender el indescriptible amor de Cristo, los encantos de su
gracia y la excelencia de Dios, de tal manera que el alma se impregne del amor divino y sea cautivada
por los misterios celestiales. Cuando una persona comprende estas cosas, su vida anterior le parece
desagradable y odiosa. Aborrece el pecado, y, quebrantando su corazón delante de Dios, abraza a Cristo,
vida y gozo del alma. Renuncia a sus placeres anteriores. Tiene una mente nueva, nuevos afectos, nuevo
interés, nueva voluntad; sus tristezas, deseos y amor, son todos nuevos...” (La Fe por la cual Vivo, pág.
141).
“El nuevo nacimiento es una experiencia rara en esta era del mundo. Esta es la razón por la cual hay
tantas perplejidades en las iglesias. Muchos, demasiados, que asumen el nombre de Cristo no están
santificados ni son santos. Han sido bautizados, pero fueron enterrados vivos. El yo no murió, y por lo
tanto no se elevaron a novedad de vida en Cristo (Manuscript 148, 1897)” ( Seventh-day Adventist Bible
Commentary, tomo 6, pág. 1075).
Necesario
Una obra que la mayoría no aprecia Una experiencia rara para el mundo
Romanos 6:11-13 Así también vosotros, pensad que de cierto estáis muertos al pecado, más vivos a
Dios en Cristo Jesús Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le
obedezcáis en sus concupiscencias; Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado por instrumento
de iniquidad; antes presentaos a Dios como vivos de los muertos, y vuestros miembros a Dios por
instrumentos de justicia.
“La obra en que estamos empeñados es sagrada. El apóstol Pablo exhorta a sus hermanos diciéndoles:
‘Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y
de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios’ 2 Corintios 7:1. Mantener la pureza de nuestro
espíritu, como templo del Espíritu Santo, es un deber sagrado para con Dios. Si el corazón y la mente se
dedican al servicio de Dios, obedeciendo todos sus Mandamientos, amándolo con todo el corazón, la
fuerza, la mente, y la capacidad, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, seremos encontrados
leales y fieles a los requerimientos del cielo. “Además, dice el apóstol: ‘No reine, pues, el pecado en
vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias’ Romanos 6:12. También insta
a sus hermanos a ejercer diligencia insistente y paciente perseverancia en sus esfuerzos por lograr la
pureza y la santidad debida, en estas palabras: ‘Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos a la
verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible’ 1 Corintios 9:25”
(Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 37).
Mantenerla es un deber
sagrado para con Dios
¿Cómo es posible?
Romanos 6:14,15 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino
bajo la gracia. ¿Pues qué? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo de la ley, sino bajo de la gracia? En
ninguna manera.
“El principio de que el hombre puede salvarse por sus obras, que es fundamento de toda religión pagana,
era ya principio de la religión judaica. Satanás lo había implantado; y doquiera se lo adopte, los hombres
no tienen defensa contra el pecado” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 26). [Vease Nota Final 1]
“La condición en que el pecado nos ha colocado es antinatural, y el poder que nos restaure debe ser
sobrenatural, o no tiene valor alguno. No hay poder que pueda quebrantar el yugo del mal y libertar de
él los corazones de los hombres, sino el poder de Dios en Jesucristo. Sólo mediante la sangre del
Crucificado hay purificación del pecado. Sólo la gracia de Cristo puede habilitarnos para resistir y dominar
las inclinaciones de nuestra naturaleza caída” (El Ministerio de Curación, pág. 335).
“En su nombre, por su gracia, el hombre puede ser vencedor, así como Cristo lo fue” (Hijos e Hijas de
Dios, pág. 26).
“La gracia de Cristo puede cumplir por nosotros todo lo que nuestros esfuerzos fallarán en hacer. Los que
aman y temen a Dios pueden estar rodeados por una multitud de cuidados, y sin embargo no fallar ni
hacer sendas torcidas para sus pies. Dios se ocupa de vosotros en el lugar donde desempeñáis vuestro
deber. Pero aseguraos de ir con frecuencia al lugar donde se acostumbra a orar” ( Consejos sobre la
Salud, pág. 421).
Vencedor como Cristo
Romanos 6:16 ¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecer le, sois
siervos de aquel a quien obedecéis, o del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?
“Una gran cantidad de los que profesan ser siervos de Cristo no lo son en realidad. Están engañando a
sus almas para su propia destrucción. Mientras profesan ser siervos de Cristo, no viven en obediencia a
su voluntad. ‘¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de
aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?’ Muchos,
mientras profesan ser siervos de Cristo, obedecen a otro amo, trabajando diariamente en contra del
Maestro al que profesan servir. ‘Ninguno puede servir a dos Señores; o aborrecerá al uno y amará al otro,
o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y las riquezas’ Mateo 6:24” (Testimonios
para la Iglesia, tomo 2, pág. 394).
Siervos
Romanos 6:17, 18 Empero gracias a Dios, que aunque fuistes siervos del pecado, habéis obedecido de
corazón a aquella forma de doctrina a la cual sois entregados; Y libertados del pecado, sois hechos siervos
de la justicia.
“Si hubieran perfeccionado la luz que ha sido dada... estarían ahora mucho más adelantados en la vida
divina de lo que están. Ambos son vanidosos y orgullosos. No han sentido que deben dar cuenta de su
mayordomía. Son responsables ante Dios por todos sus privilegios y todos los medios que han pasado
por sus manos. Han buscado su propio placer y su gratificación egoísta a expensas de la conciencia y de
la aprobación de Dios. No actúan como siervos de Cristo, responsables ante el Salvador que los compró
con su propia sangre” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 93).
Romanos 6:19-21 Humana cosa digo, por la flaqueza de vuestra carne: que como para iniquidad
presentasteis vuestros miembros a servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santidad
presentéis vuestros miembros a servir a la justicia. Porque cuando fuisteis siervos del pecado, erais libres
acerca de la justicia. ¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis?
porque el fin de ellas es muerte.
“Se nos ordena que crucifiquemos la carne, con los afectos y concupiscencias. ¿Cómo lo haremos?
¿Infligiremos dolor al cuerpo? No, pero daremos muerte a la tentación a pecar. Debe expulsarse el
pensamiento corrompido. Todo intento debe someterse al cautiverio de Jesucristo. Todas las
propensiones animales deben sujetarse a las facultades superiores del alma. El amor de Dios debe reinar
supremo; Cristo debe ocupar un trono indiviso. Nuestros cuerpos deben ser considerados como su
posesión adquirida. Los miembros del cuerpo han de llegar a ser los instrumentos de la justicia” (Consejos
para la Iglesia, págs. 244, 245).
Siervos de la Justicia
Romanos 6:22,23 Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos a Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y por fin la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte: más la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
“Necesitamos estar convencidos de la malignidad de una enfermedad antes de sentir la necesidad de ser
curados. Aquellos que no captan la pecaminosidad del pecado no están en condiciones de apreciar el
valor de la expiación y la necesidad de ser limpiados de todo pecado. El pecador se mide a sí mismo por
sí mismo y por aquellos que, como él, son pecadores. No contempla la pureza y la santidad de Cristo.
Pero, cuando la ley de Dios impone convicción a su corazón, dice con Pablo: ‘Y yo sin la ley vivía en un
tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí’ Romanos 7:9...”(Alza Tus Ojos, pág.14).
“Cristo es presentado en las Escrituras como un don. Él es un don, pero únicamente para aquellos que
se entregan a él sin reservas, en alma, cuerpo y espíritu. Hemos de entregarnos a Cristo para vivir una
vida de voluntaria obediencia a todos sus requerimientos. Todo lo que somos, todos los talentos y
facultades que poseemos son del Señor, para ser consagrados a su servicio. Cuando de esta suerte nos
entregamos por completo a él, Cristo, con todos los tesoros del cielo, se da a sí mismo a nosotros.
Obtenemos la perla de gran precio” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 88).
“Ustedes profesan ser siervos de Cristo. ¿Le rinden entonces una obediencia pronta y voluntaria?
¿Preguntan fervientemente cómo agradarán mejor a aquel que los ha llamado a ser soldados de la cruz
de Cristo? ¿Exaltan ambos la cruz y se glorían en ella? Contesten estas preguntas a Dios. Todos los actos
de ustedes, por secretos que piensen que hayan sido, están abiertos para su Padre celestial. Nada le es
oculto ni encubierto. Conoce todos sus actos y los motivos que los impulsan. Él tiene pleno conocimiento
de todas sus palabras y pensamientos. Ustedes tienen el deber de dominar sus pensamientos. Tendrán
que guerrear contra una imaginación vana” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 94).
“Todos los que reciben a Cristo como un Salvador personal, han de manifestar la verdad del Evangelio y
su poder salvador en la vida. Dios no pide nada sin hacer provisión para su cumplimiento. Por medio de
la gracia de Cristo podemos realizar todo lo que Dios requiere. Todas las riquezas del cielo, han de ser
reveladas mediante el pueblo de Dios. Dijo Cristo: ‘En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho
fruto, y seáis así mis discípulos’” (Palabras de Vida del Gran Maestro, págs. 242, 243).
“Si nuestros corazones están renovados a la semejanza de Dios, si el amor divino está implantado en el
alma, ¿no se cumplirá la ley de Dios en nuestra vida? Cuando el principio del amor es implantado en el
corazón, cuando el hombre es renovado a la imagen del que lo creó, se cumple en él la promesa del
nuevo pacto: ‘Pondré mis leyes en su corazón, y también en su mente las escribiré’” (El Camino a Cristo,
pág. 60).
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Bosquejo General
Preg 6
Siervos de la Justicia