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Esperanza ante un mundo que cambia

"Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no
temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar;
aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza" (vv. 1-3).
Lectura: Salmo 46

¿Dónde pone usted su esperanza y seguridad? Si es en los gobiernos, los mercados


financieros o la educación, entonces terminará decepcionado. Nuestro mundo siempre está en
constante cambio. Gobiernos firmes se derrumban, grandes economías se vienen abajo, e
instituciones sólidas se vuelven inestables. En momentos como esos, la gente siente temor e
inseguridad.

El mundo no se volverá más digno de confianza. Desde la época de la torre de Babel (Génesis
11), la gente ha prometido una mejor civilización, pero ningún avance hecho por el hombre ha
mejorado la vida de forma permanente. Es verdad que algunas instituciones experimentan
períodos en los que la humanidad se beneficia enormemente, pero en última instancia,
cualquier parte de la sociedad que desafíe a Dios no durará. La codicia, el orgullo y la
concupiscencia han provocado la caída de muchas civilizaciones.

Líderes brillantes y carismáticos pueden prometer un futuro mejor, pero nadie tiene la solución
a los problemas del mundo. Solo Cristo puede hacerlo. El Señor vive en nosotros, nos guía en
el camino, nos conforta en el dolor, y nos garantiza un futuro eterno de dicha celestial.

Este mundo en constante cambio puede ser un lugar aterrador, sobre todo para las personas
que tienen puesta su confianza en sí mismas. Pero quienes confían en Dios, pueden tener
esperanza y confianza porque incluso en un ambiente de caos, el Señor es el único que sigue
siendo el mismo. Su Palabra siempre es verdadera, su poder es absoluto y sus promesas son
ciertas. Las instituciones humanas fracasan, pero cuando Jesucristo regrese para gobernar la
Tierra, todo cambiará para bien.

-Charles F. Stanley

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