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Ensayo sobre el primer capítulo de:

El proceso de la civilización Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas de

Norbert Elias.

Sociogénesis de los conceptos «civilización» y «cultura»

Introducción.

Al intentar exponernos su verdad sobre el proceso de “civilización” en nuestra

sociedad occidental, Norbert nos dice una verdad clásica: vivimos en un mundo

civilizado. Esto si lo vemos desde el perfil de las clases de ciencias sociales de

cualquier colegio estatal en el país, suena a victoria, a logro, a avance, a patrimonio.

Pero al entrar en Elias nos damos de frente con una sorprendente realidad histórica:

El concepto de civilización, solo abarca la concepción sobre los valores, principios

y normas que debe seguir el individuo para encajar en una sociedad piramidal. Esto

desde una posición absolutista y en el marco histórico en que nos habla Elias,

Francia es la cumbre de la civilización. Todo lo que quiera ser “civilizado” en Europa

en el siglo XVIII debe ceñirse al estereotipo Frances. Como son normas, conductas

y valores que pueden ser adquiridos, aprendidos o cultivados desde una influencia

externa, es hacia el exterior que van a salir a relucir estas cualidades. Las

cualidades deben adquirirse de acuerdo a la posición social de los individuos en esa

sociedad piramidal. Así, el Rey debe portarse de una forma, para ser Rey e

igualmente el resto de la sociedad del ancient regime. Esa tecnificación de las


cualidades trae como consecuencia una sociedad sometida a las ínfulas de una elite

francófona y no solo en Francia, la elite francófona es el estereotipo máximo de

Nobleza en todas las cortes de Europa Occidental, incluyendo Alemania. Quizá

nuestro mundo no hubiera padecido tantas revoluciones o guerras por la igualdad

de derechos en la Humanidad si no hubiera aparecido en la escena política (aunque

no dirigiendo) el concepto de “Cultura” a partir de los pensamientos y sobre todo

escritos, de la clase media intelectual alemana, que encontró en Federico II, Rey de

Prusia, la coyuntura para expandir estos conocimientos que apuntan hacia el interior

del ser como el punto determinante para la ubicación del mismo en la sociedad.

Aunque a veces parezca que algunos representantes como Eckerman proponen un

“no me importa los demás, mientras yo sea feliz” (en contraposición a la apariencia

que exige la civilización) uno de los más celebres intelectuales de la época, como

lo es Goethe, en respuesta a su posición, aclara que la cuestión no es de extremos

si no de retroalimentación entre los dos conceptos: “Cultura Y Civilización”.

Podemos ver los orígenes de la actualidad política, económica y social de occidente

de manera muy puntual y a la vez subjetiva cuando leemos a Norbert Elias. Y este

es un elemento, a nuestro parecer, fundamental en el currículo escolar oficial del

país para formar en el ciudadano una interpretación objetiva o científica de su

realidad. ¿Por qué soy pobre?, ¿Por qué los ricos son ricos? ¿Por no somos una

potencia económica? ¿Por qué el Ingles y el Frances se imponen sobre otras

lenguas? Y de modo más intelectual: ¿Qué causó la revolución francesa? ¿Qué

causó la caída de las monarquías? ¿Por qué somos liberales? Entre muchas otras
incógnitas que pasamos por alto, precisamente por ceñirnos a los logros que

actualmente exige ser civilizado dejando de lado el concepto de cultura.

Buscando con este ensayo, atraer la atención del lector hacia la obra de Elias

(inculcando sutilmente una inclinación del mismo hacia el concepto de Cultura),

empezaremos contextualizando al Autor, en su realidad social en el momento de

escribir el libro y en la realidad social a la que se refiere en el capitulo primero de

esta gran obra.


Sociogénesis de los conceptos «civilización» y «cultura»

Norbert Elias se da a la tarea de interpretar estos dos conceptos basados en la

realidad histórica y geopolítica que percibe en su natal Alemania en tiempos en que

el Nazismo está en el poder, razón por la cual su condición de Judio-Alemán, lo

hace una potencial victima del holocausto que ya estaba en practica desde “la noche

de los cristales rotos”. Sorprende por esto aún más su interpretación neutral y

objetiva de la Cultura alemana como combustible para lo que después de la

revolución francesa terminó siendo la declaración de los derechos del hombre

(aunque no lo diga en el capítulo, el contexto histórico que nos muestra nos sugiere

que todas esas revoluciones por la dignidad del ser humano como especie, parten

de la intelectualidad de la clase media alemana, del pueblo germano parlante) aún

cuando se enfrentaba a un régimen alemán que basado en esa grandeza del Siglo

XVIII a partir de Federico II estaba arremetiendo contra la humanidad misma. Sin

duda nos muestra un factor fundamental para la ciencia: la neutralidad del científico
por la expansión del conocimiento, venga de donde provenga. Bien podía criticar a

la Alemania que, con su emprendimiento cultural y el orgullo por este, había arrojado

al mundo un régimen como el NAZI. Sin embargo sus principios de sociólogo

preocupado por la ignorancia del mundo sobre el origen de su realidad social,

económica y política produce esta interpretación holística del factor de modelación

marginal de la sociedad (Civilización) y del factor humano, intrínseco en algunos

pueblos para incluirse en determinada geopolítica (Cultura), que induce a un

revolucionario pensamiento sobre el orden mundial, mostrándonos realidades más

determinantes hacia nuestra realidad que las consecuencias de la II guerra mundial.

Toca interpretarlo desde las consecuencias, pues este libro de Elias, salió en 1939;

un año fatal para cualquier judío cerca a Alemania y solo hasta comienzo de la

década del 70 cuando ya era anciano, pasó a ser tenido en cuenta su pensamiento.

Es imposible, no reevaluar las posiciones de Hitler, Musollini, Stalin, Churchil, entre

otros, después de este libro (mientras lo que se busque con él, es la interpretación

de la realidad social, económica y política actual o del siglo XX).

El contenido del primer capitulo

Norbert nos aclara de manera majestuosa, los conceptos de cultura y civilización y

nos lo ubica en la geopolítica europea del siglo XVIII.

Francia, es la que determina los modelos de civilización. Los modales, las buenas

costumbres, la etiqueta y hasta el idioma de los designados por “Dios” (que es lo

que le da la autoridad al Rey).


“El francés se difunde desde las cortes en la capa superior de la burguesía. Todas

las «honettes gens», todas las gentes de «considération» lo hablan.

Hablar francés es el rasgo estamental de todas las capas superiores de la sociedad.

«No hay nada más plebeyo que escribir cartas en alemán», escribe en 1730 la novia

de Gottsched a su prometido” (Elias, 1939)

La sociedad buscará por tradición encajar entre los límites del cortesano:

“La tragedia clásica (francesa) expresa del modo más nítido la importancia de las

buenas formas, signo distintivo de toda society auténtica; la moderación de las

pasiones individuales mediante la razón, cuestión vital para cada cortesano; el

comedimiento en la conducta y la exclusión de toda expresión vulgar, símbolos

específicos de una cierta fase en el camino hacia la «civilización».” (Elias, 1939).

Sin duda el factor que determina que esto sea lo bueno y lo otro lo malo, está basado

en el poder económico y militar de Francia frente a Alemania. Desde la edad media,

Alemania no tenia una sola iniciativa de expansión de sus dominios, por el contrario,

desde allí hasta la época que mencionamos sus dominios se habían reducido sin

detenerse y era en el siglo XVIII un conjunto de ciudades estado independientes

pero cobijadas bajo una nobleza central que obedecía los principios de civilización

de Francia.

Aunque el autor no menciona directamente esta influencia, el luteranismo que

desencadena el protestantismo, crea condiciones coyunturales para poner la

primera piedra en el ascenso “del pueblo” hasta convertirse en el unificado Imperio


Alemán1 (1871), derrotado en 1918, pero que retoma su iniciativa basado en la

figura de Federico II años más tarde con el régimen NAZI2

Fue una tarea paulatina, motivada por la cultura, propuesta desde la intelectualidad

de la clase media a partir de las condiciones favorables que dio para esto Federico

el Grande en la segunda mitad del siglo XVIII. Sin embargo al no pertenecer esta

clase a la nobleza, no tenia acceso al poder y por esto solo desde la figura de un

Monarca con un mínimo de ideas nacionalistas (todo el tiempo la nobleza,

pretendería la civilización) como lo fueron Federico I y Federico II, Ia intelectualidad

seria tenida en cuenta desde las política de gobierno aunque con un trasfondo por

la manutención de una clase noble en Alemania independiente de la de Francia con

poderes similares, nunca con el fin de hacer ascender a la clase media a la nobleza.

La guerra contra el luteranismo, trajo consigo la guerra de los 30 años y está a su

vez se terminó con el tratado de Westfalía. Este tratado que, entre otras cosas,

extinguía las intensiones de las potencias monárquicas por extender su

CIVILIZACIÓN a nuevas fronteras e incluso entregar territorios con una CULTURA

totalmente distinta a la francesa y la inglesa, como es la actual Suiza, produjo unas

condiciones favorables para la influencia de la intelectualidad de la clase media

alemana, del pueblo. Aunque sus condiciones como potencia unificada eran

deplorables tras la guerra. “hay que referirse a la despoblación y al tremendo

agotamiento económico del país tras la Guerra de los Treinta Años. En comparación

con Francia y con Inglaterra, Alemania y, sobre todo, la burguesía alemana, es

1
II Riech
2
III Reich
pobre en el siglo XVII y también en el siglo XVIII. El comercio, especialmente el

comercio a larga distancia que aún estaba muy desarrollado en el siglo xvi en

algunas zonas de Alemania, se encuentra en decadencia; han desaparecido las

grandes fortunas de las casas comerciales, en parte a causa del cambio de los

caminos comerciales como resultado de los descubrimientos ultramarinos, en parte

como consecuencia inmediata de las largas guerras. Lo que queda es una

burguesía de pequeñas ciudades con escasos horizontes y que, en lo fundamental,

vive de atender a las necesidades locales.”

Los monarcas alemanes jugarían con dos factores fundamentales para hacer surgir

sus tierras como un imperio, pero ni en el plano militar ni en el económico, era viable.

¿Qué hacer? La educación fue una de las armas fundamentales de esta unificación

y posterior prosperidad de la cultura alemana sobre la civilización franco -inglesa.

Desde la idea Federico I y desde la practica Federico segundo, implementaban

desde Prusia el modelo prusiano de educación (primer factor), el cual incluía un

factor humano dominante en la sociedad (clases bajas) como herramienta

sistematizada para los designios comerciales, industriales y bélicos que se trazara

la corona. La revolución industrial se expandía y Alemania tenia una clase

trabajadora unificada que solo sabía hacer lo necesario sin cuestionar los modelos

de las políticas de gobierno.

La clase media (segundo factor) seria influyente en lo más profundo de los

conceptos monárquicos alemanes para terminar canalizando las políticas de

gobierno en un modelo Nacionalista, que rechazaba la Civilización Francesa; sin

ascender los intelectuales al poder político, pero criticando la conducta humana


interior de quienes se jactan de civilizados (en el año de 1781, aparecieron Los

bandidos, de Schiller y la Crítica de la razón pura, de Kant; en 1787, el Don Carlos,

de Schiller y la Ifigenia, de Goethe. A continuación, vino el gran florecimiento de la

literatura y la filosofía alemanas que es de todos conocido (Elias, 1939)…), lo cual

parece confirmar la previsión real. Anteponiendo sus ideales de cultura, el poder

político alemán contaría con un recurso invaluable para su ascenso tardío en la

geopolítica dominante europea aún cuando estaba lejos de un ideal de sociedad

igualitaria, pues para enfrentar a Napoleón (1815) y para disputar con Austria el

dominio de Europa Central (1866), Alemania siguió con el ideal de antiguo régimen

y hablando francés. El clímax de este paradigma imperial netamente nacionalista,

donde desde su líder máximo hasta el más marginal de sus ciudadanos habla

alemán no se da si no hasta la aparición del Nacional-Socialismo o partido NAZI.

Demostrando toda una evolución en el protagonismo de este idioma en Europa si lo

comparamos con lo se pensaba del mismo siglo antes “En las cortes en las que se

tiene dinero para ello, se imita con medios insuficientes la vida cortesana de Luis

XIV y se habla francés.

El alemán, la lengua de las capas bajas y medias es torpe y desmañado. Leibniz, el

único filósofo cortesano de Alemania, el único gran alemán de la época, cuyo

nombre tiene fama en la más amplia sociedad cortesana, habla y escribe francés o

latín y poco alemán; y el problema lingüístico, el problema de qué puede hacerse

con esa lengua alemana tan falta de gracia, le preocupa como preocupa a muchos

otros (Elias, 1939). Es aquí donde decimos que para entender los fenómenos

políticos determinantes del siglo XX y XXI hay que leer a Elias.


Desde la ilustración planteada por el Clasicismo de Weimar Goethe y Schiller,

alimentados por el ideal plantado por Wolff años antes, se van a empezar a poner

en tela de juicio la predilección de una clase de la sociedad sobre otra, nobleza

sobre pueblo, los cuales terminaría aflorando en la intelectualidad francesa que

promovió la famosa revolución que demostraba el fin de las monarquías con la

decapitación de Luis XVI. Con esto vemos que la historia oficial enseñada en las

escuela que propone a Voltaire, Rousseau y Schopenhauer como idealistas de una

revolución que buscaba el valor humano (cultura) sobre el valor cortesano

(civilización), toda vez que la intelectualidad de Francia era difundida desde una

elite mucho más privilegiada que la clase media intelectual alemana, muy conforme

con su gobierno debido a sus antecedentes económicos y militares demostrados en

campañas de colonización y defensa, lo que no solo generaba la expansión de la

“civilización” hacia afuera sino que también la inculcaba en el orgullo del habitante

del interior de Francia. Por otro lado, la clase media de intelectuales alemanes,

estaba gobernada por una monarquía en constante decadencia, conformada por

estados ingobernables y lacaya de la civilización francesa. Lo que sí generó un

verdadero rechazo a ese darwinismo social piramidal de las sociedades civilizadas.

Para entender el origen de las grandes revoluciones de Europa se debe pasar

primero por la intelectualidad de la clase media alemana.

Alemania siguió en constante ascenso, tras Federico I y su visión del método

prusiano, Federico II por su intervención en el afloramiento de la ciencia y las artes

alemanas que hasta él solo habían cumplido un papel de entretención y lujo,

Guillermo I por su planteamiento estratégico en las guerras Napoleónicas y post-


Napoleónicas, hasta llegar al imperio Alemán liderado por el canciller de Hierro Otto

Von Bismark y como científicos tenemos que reconocer que se extiende hasta las

intenciones de poder absoluto sobre Europa del Nacional-Socialismo, sin duda el

plan más ambicioso de líder Alemán alguno.

Conclusión

Los conceptos de lo bueno y de lo malo derivan del pensamiento que tengan

quienes gobiernan en la sociedad. A mayor poder, mas influencia sobre estos

conceptos, los cuales solo serán desacreditados por revoluciones de pensamiento

como pasó (y pasa) entre la cultura alemana y la civilización francesa. Sin embargo,

este cambio que se genera a través de revoluciones, en la practica nos ha

demostrado que solo avanzamos en la inclusión de nuevos protagonistas en la

escena de la civilización (francesa, inglesa y norteamericana en la actualidad) a la

espera que otro movimiento cultural le agregue más elementos (inclusión cultural-

social). Pero el paradigma de las clases no le hemos hecho ni cosquillas para

reformarlo, pues dependemos de este liderazgo “noble” o “capitalista” para generar

una revolución que cambiara las cosas de sitio pero mantendrá a esa elite

gobernante. El egoísmo humano cubre totalmente las virtudes del pensamiento

propio, de la manifestación cultural. Las manifestaciones intelectuales de la clase

media alemana terminaron dando pie a un régimen racista e inhumano que buscaba

en teoría resaltar el orgullo cultural que estos intelectuales (Kant, Goethe, Schiller,

Eckerma y por supuesto Nietzche más adelante) buscaron inculcar en el

pensamiento del ciudadano común. Entramos en un círculo vicioso a nuestro juicio,

otras palabras necesitamos alimentarnos de la cultura, para mantener la civilización


y esa civilización depende de los intereses particulares de una reducida elite de

gobierno, como fueron en la edad media, los Borbones (Francia), Los Habsburgos

(Austria-Hungria) y la dinastía Hohenzollern (Alemania).

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