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LAS LANZAS COLORADAS: LA TRAMA MISTO

Convencionalmente Las lanzas na toda la narración y, por efecto, la niño débil, enfermizo, sensible. Sólo
coloradas de Arturo Uslar Pietri, ha realidad textual. con su hermana Inés, tan frágil como
sido referida por el mundo de la críti- él, pasó sus primeros tiempos en "El
ca a partir del "endoso" histórico pre- La estirpe de los Fonta, produc- Altar". Esta imagen de unidad gana ma-
sente en la realidad textual y su con- to del juego y el azar, está signada por yor catadura y envergadura al produ-
notación en las fronteras de la ahistoria una ascendencia titubeante y produc- cirse la violación de Inés, que es la vio-
y el surgimiento de un antihéroe a ma- to del "pecado" y el consiguiente ale- lación de Fernando Fonta y de toda su
nera de elemento corruptor y jamiento de Dios. La madre de los estirpe representada en el cuerpo de
cuestionador del relato histórico. Fonta (inicio de la descendencia) no su hermana que es el mismo suyo, tra-
Nuestro enfoque deja la referencia- tiene nombre, además es una especie ducido en los rasgos de debilidad y sen-
lidad histórica (real y textual) y se con- de masa amorfa, informe, donde el sibilidad.
centra en un elemento fundamental hombre deja su sello personal y mar-
dentro del texto: el amor o la ausencia ca de la "hombría". Existe una absolu- Toda la novela está "montada"
de éste o su sustitución por evocacio- ta ausencia de rasgos femeninos y sen- en las "tentaciones modernas de Sata-
nes tránsfugas que contribuyen a crear suales. Pareciera que la mujer carga nás", en la disyunción entre lo sagra-
el clima de ficción en la novela sobre sus hombros el peso de una cul- do y lo profano, un intento por "lavar"
pa heredable que se fortifica y acre- el pecado original: "Fueron una casta
La ausencia del "amor ético" y cienta en las figuras de Fernando e pintoresca, orgulloso, mórbida. En el
la presencia de un "amor apocalíptico" Inés. La identidad femenina se encuen- fondo de sus espíritus se revolvían las
representan un novedoso planteamien- tra extraviada entre los rezos y las herencias contrarias; los abuelos he-
to que va desde la más desgarradora miradas furtivas de los esclavos. Esta roicos mezclados con los malos hom-
orfandad (ausencia absoluta del padre) particular consideración inclina una bres, los religiosos con los locos, los
hasta la venganza en "cuerpo ajeno" aproximación de análisis sobre la "de- que acometían grandes empresas jun-
(violación de Inés) encarnando una finición" de Fernando Fonta; él no he- to con los borrachos y ladrones".
especie de "maldición hereditaria" que reda el carácter fuerte y virulento de
lleva a la condenación eterna sin dis- la estirpe, más bien, la sumisión y de- Fernando e Inés son hijos sin
tingo ni excepciones. En silente ma- bilidad de las mujeres, vive profunda- paternidad, excluidos del amor filial,
nifestación andrógina, la novela se mente ocupado en sus temores para alejados de la protección paternal. "Hi-
mueve tras la metáfora del cuerpo: pensar en el amor o sentir atracción jos de la Malinche", abandonados por
amos que son esclavos, esclavos que por lo femenino, su fragilidad lo dios y los hombres. "Supadre, don San-
alientan posiciones de amo, mujeres homologa a su hermana con quien lle- tiago, fue un hombre sin ternura, vio-
que asumen la venganza, hombres que ga a constituirse en un solo ser, seres lento, aislado. La madre se pasaba todo
aceptan la sumisión y el sacrificio ante para la debilidad y el sufrimiento, el el día en el oratorio, rezando con un
el cruento avance de la guerra. Nove- sacrificio y la venganza, aun con roles maniático fervor". Subyacente a la
la de sombras, donde los cuerpos se invertidos: Fernando para inmolarse historia textual, transcurre la presen-
mueven como espectros ante el paso en medio de la guerra sin levantar cia religiosa a manera de antídoto para
avasallante de Presentación Campos. arma alguna e Inés desandando en conjurar el destino de los Fonta, irre-
Encuentro corporal que genera un diá- busca de venganza; tras la sangre que mediable hacia un abismo y condena-
logo inconcluso atrapado entre la re- lave la inquina histórica y ahistórica ción en un escenario donde se mue-
tórica de la historia y la imaginación que pesa sobre su familia y forma par- ven como espectros en medio de los
persuasiva que diluye y desgarra. Todo te del "argumento base" dentro de la esclavos, fortaleciéndose la tesis: que
constituye un juego de "noche y som- historia textual. Lo atipíco signa Las a pesar de ser blancos son esclavos de
bras" para anticipar lo que vendrá: el lanzas coloradas, entre la virulencia de una estirpe condenada y presagiada por
silencio interpretado como las sombras la guerra y la evolución de una estirpe los cataclismos de la vida y los arreba-
que se ciernen sobre la familia Fonta, desalmada surge la debilidad, la depo- tos de la historia, una historia de par-
el mutismo de los blancos frente al sición de las armas y la calma de la ticularidades contrarias a la historia
arrebato del esclavo en su ejercicio de avaricia por la inclinación a la sensibi- de los vencedores y el paso firme del
amo, la oquedad del silencio que origi- lidad y los asuntos del alma: 'Fue un linaje europeo en tierras americanas.
:A ENTRE EL AMOR APOCALÍPTICO

recurre a los rezos como lavatorio y patria" como notación femenina; no


expurgación de culpas, ocurre una vio- existe tal figura de la madre sino de
lación no sólo del cuerpo del esclavo, un "cuerpo femenino" apetecido por el
sino del cuerpo social, el cuerpo reli- deseo y circundado por los rezos.
gioso y su salvaguarda de la fidelidad
y castidad. La religión o los ritos reli- Una novela de los "cuerpos" o
giosos los convierten en fantoches, pri- del "cuerpo" se mueve entre los ex-
mordialmente a ellas, las blancas, ob- tremos "Blanco y Negro", el cuerpo de
jeto del sufrimiento y no del deseo, el la Iglesia es un cuerpo podrido pero
deseo y la satisfacción carnal está ha- respetado, quizás por el temor a la con-
cia las negras y demarca el insalvable denación y el cierre definitivo de la sal-
obstáculo que existe entre el poder di- vación. El cuerpo femenino negro es
vino y la tentación de la carne. Abun- apetecido y condenado en la paradoja
da entonces, una carencia de amor: di- de la inocencia y la esclavitud, la su-
vino, paternal, maternal. Se cumple misión y la redención a través de la
ese conjuro inicial de "noche negra", imposición del poder. El cuerpo negro
reina de las tinieblas, remitiendo a una es profanado por el cuerpo blanco que
"versión" del enfrentamiento de la luz cree en la redención a través de la Igle-
y las sombras. A Fernando e Inés: "Se sia, pero nunca llegará a ella. Dos cuer-
les vestía siempre de negro. En medio pos se oponen y mutilan durante el de-
de la naturaleza vital y fecunda, entre sarrollo de la novela; en principio el
Una esclavitud que no proviene del los siervos bestiales, junto a su padre cuerpo blanco mutila al negro; con Pre-
color de la piel sino por el "presidio" inaccesible, solos, de luto, hacían un sentación Campos, el cuerpo negro se
del alma. fuerte contraste". Escuchan historias reivindica al poseer el cuerpo blanco,
de negros, la madre sustituía es una puro e inocente de una fiel creyente
El amor no existe, sólo el coito. negra que cuenta desde la perspectiva de Dios y su santo oficio.
Se sigue la tradición de violar que se contraria a los blancos, cuenta desde
rompe con Fernando, quien recibe la la visión de los negros y ello contribu- La inclinación de Fonta hacia la
violación directa o indirectamente si ye a un acercamiento más íntimo con espiritualidad, lo aleja del "extremo mi-
mantenemos la teoría de la fusión de una raza que no es la suya y lo que litar" excluyéndolo de la fortaleza y la
cuerpos como elemento catalizador de puede ser interpretado como un con- garantía de supervivencia. El gozo que
la realidad textual envuelta en una tra- flicto de "identidades" que implica un lo llena es ambiguo, casi carnal, que
ma histórica que transgrede el "orden laberinto. "Apenas si comenzó a acom- lo acerca a lo espiritual del hombre,
causal histórico". A los varones de la pañarlos entonces una esclava vieja, mas no a Dios. Fernando, a través de
familia Fonta los "dominaba el mal que fue su madre, los llevaba de pa- la "conversión" súbita, los afanes de
dominio de la carne". Esta usanza se seo, les enseñaba oraciones, les con- penitencia y deseos de redención, se
interrumpe con Fernando Fonta, cuer- taba las historias de la familia y algu- acerca profundamente a su hermana
po ausente de deseo y repleto de te- nos cuentos llenos de imaginación pa- Inés, son carne que se confunde en los
mores, donde la presencia del cuerpo vorosa de los negros". De alguna ma- rezos, es la masculinidad que claudica
femenino está representada no por el nera se establece una especie de ta- frente a la atracción de lo espiritual y
deseo sino la estampa del sufrimiento tuaje en ellos, su cuerpo se hace mes- el ejercicio de la penitencia como ca-
y el recuerdo de su madre vestida de tizo, usurpando su condición natural mino a alcanzar la senda de los márti-
Dolorosa en el intento por conjurar el de blancos, aun más, su cuerpo se hace res y así lavar el pecado que pesa so-
pecado del padre al acostarse con las negro, al ser criados por negros frente bre la carne y el espíritu. Espirituali-
negras. al olvido de los blancos. Esta ausencia dad que en medio de aquella sociedad
de la figura femenina e insistencia fi- es sinónimo de alegoría femenina.
El cuerpo representa la eviden- gurada sobre la orfandad derrumba la
cia pecaminosa del alma. Mientras se traslación de sentido hacia la "madre El ímpetu natural de un "hom-
Y LA CONDENACIÓN ETERNA

Luis Javier Hernández

bre" dispuesto a su participación en la vencimiento hacia un Dios y lo lleva a cipio cristiano, el alma constituye un
revolución independentista, en Fonta, convertirse en un "ángel caído", más cuerpo más: "La unidad del alma y el
adquiere rasgos de candidez y ternu- cerca de los demonios que de la reden- cuerpo es tan profunda que se debe con-
ra, trasplantando el sentido revolucio- ción divina. siderar el alma como "forma" del cuer-
nario a una "visión femenina"; para po" (cf Ce. De Vienne, año 1312, DS
los demás, la bandera traída por Mi- Fernando nunca asume su pa- 902). De hecho, Fonta intenta encon-
randa resume la osadía, refleja el va- pel de "hombre de brega", siempre trar esa unidad, esa integración que
lor y comporta toda una manifestación mira/escucha desde la pasión del alma le permita la realización. Alma y cuer-
ideológica. En cambio para Fonta, "Re- que le carcome el cuerpo en libidinosas po se encuentran escindidos en Fonta;
cordaba un poco los arco iris que lle- sensaciones. El dolor no llega a tala- el alma sueña con la incorporación re-
nan el cielo. La veía y empezaba a sen- drar su "carne" como a los hombres volucionaria, el cuerpo se resiste a todo
tirla con ternura. Casi hubiera queri- que se juntan/dispersan en la guerra. sacrificio. En un escenario cruento de
do adorarla como se adora una reli- Está muy lejos de sentir el martirio, la guerra, las almas son excluidas
quia. En aquellos tres colores, mal pin- recuérdese la flagelación frustrada que como cuerpo y se impone el cuerpo ma-
tados sobre un pedazo de papel, esta- no llega a producirse. Es una especie terial, la materia que demuele y edifi-
ba la patria". de éxtasis anhelado pero nunca con- ca. Aun cuando la novela se narra des-
sumado como las más profundas ten- de un "cuerpo espiritual", es una voz
Los "hombres" van a la guerra; taciones del deseo y la carne que so- del "alma" la que conduce hacia la con-
los "andróginos" se quedan para pre- brepasan el alma. En este sentido, el sumación del Apocalipsis y lo irreme-
servar el "hilo discursivo". La guerra alma conduce a la escisión, en el alma diable dentro de la condenación eter-
es una "tentación"; ebriedad que sedu- no se puede alcanzar la calma y armo- na como epílogo de una estirpe forma-
ce; presencia femenina que embriaga, nía pretendidas. Aun más, para el prin- da en el pecado.
exalta los valores individuales en la
ebriedad de la vida y la conspiración
de la "masculinidad." "Los hombres
que nunca habían vertido sangre sen-
tían la violencia de aquella primera y
durable ebriedad. Un espíritu indivi-
dual, indisciplinado y cruel se desper-
taba en las almas". El "incorporarse" a
la guerra es una "fusión de cuerpos",
un acto carnal, profundamente eróti-
co en el placer frente al peligro o el
placer, a través de la presencia del pe-
ligro.

Lo apocalíptico se cierne irreme-


diablemente; se construye otra histo-
ria, no desde la trama histórica, sino
desde la "acusación" del alma. Fonta
es la especie de un "ángel caído" que
lucha contra su condena devenida de
un "pecado original" e histórico come-
tido por sus ancestros a su llegada a
estas "tierras de gracia". Fonta se de-
bate entre los aforismos del pecado y
las ansias de redención. Redención que
nunca llega al no concretarse el con-

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