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Niña y viña, peral y habar

malo es de guardar.

Levánteme, oh madre,
mañanica frida,
fui cortar la roda,
la rosa florida.
Malo es de guardar

Viñadero malo
prenda me pedía;
dile yo un cordón
dile yo mi cinta.
Malo es de guardar.

Levánteme, oh madre,
Mañanica clara,
fui cortar la rosa,
La rosa granada.
Malo es de guardar.

Viñadero malo
Prenda me demanda;
yo dile mi cinta,
mi cordón le daba.
Malo es de guardar.
Anónimo.

ASPECTOS TEMÁTICOS:
Nos encontramos ante una composición lírica medieval. Está escrita en
castellano -lengua romance derivada del latín vulgar-, que comenzó a utilizarse en la
Edad Media, ya que durante el Imperio Romano la lengua común era el latín.
Como muchas de las obras del medioevo, carece de un autor definido. Aunque
hubiera un creador inicial, es transmitida por diversos recreadores (juglares). Cada
recreador interpreta y expresa la obra, de forma que ésta se va puliendo y
perfeccionando. Este hecho, sumado a la tradición oral ligada a estas creaciones, hace
que resulten en su mayoría anónimas.

Las composiciones en verso son otra de las características de la época, tanto la


lírica como la épica, la poesía religiosa o popular, eran escritas de esta forma. El motivo
fundamental de esto es que, como se ha dicho, muchas son orales, siendo el verso más
sencillo de memorizar.

Dentro de la lírica de la Edad Media, podemos encontrar tres divisiones: lírica


tradicional, lírica culta o poesía del siglo XV. En este caso nos encontramos ante una
composición de la lírica tradicional, cuyas características, presentes en esta
composición, son textos breves y sencillos, con escasez de recursos expresivos (Masera,
1999), orales y con versos de arte menor, en los que se repiten palabras o ideas
(paralelismo). Este paralelismo está muy presente durante todo el poema, como se
analizará más adelante.

En concreto se trata de un villancico, término que hace referencia a cualquier


cantar “villano”, es decir, de gente del pueblo. A “villano” se le añadió el sufijo -ico
para indicar que eran cantares de poca importancia.

Se trata de una composición que aparece en Castilla, con una clara influencia
mozárabe. Se relaciona con las jarchas por el tamaño de sus estrofas y la variabilidad
de sus versos y rimas. Además, tienen en común el tema amoroso, en el que una amante
se lamenta ante su madre o sus hermanas por la ausencia de su amado. Sin embargo,
los villancicos añadieron otros temas como canciones de trabajo, de boda, de alborada,
o “la malmirada”, en el que una joven expresa sus deseos de no convertirse en novicia.

En la lírica tradicional los elementos de la naturaleza cobran una gran


importancia. La inmensa mayoría de la población vive en el campo y depende de sus
productos para sobrevivir. Además, un alto porcentaje de la población participa
directamente en las labores del campo. Otras tareas habituales, como ir a por agua a una
fuente o lavar en el río, conectan a la población rural con el mundo natural no humano.

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Todo ello hace que la naturaleza se viva de forma cotidiana en la Edad Media
(Altamirano, 2015). Por lo tanto, no sorprende su presencia en la lírica. Es algo que
podemos comprobar en esta composición con sus alusiones a la “viña”, el “peral” o el
“habar”, entre otras.

Por otro lado, es necesario añadir, aunque será desarrollado más adelante, que
estos elementos son utilizados como símbolos, que se superponen unos a otros y a la
vez forman una red que ilumina el sentido poético. Estos símbolos, tienen
connotaciones eróticas, muy relevantes en la antigua lírica. Las imágenes tomadas de
la naturaleza suelen ser mucho más que un elemento decorativo: suelen estar cargadas
de valor simbólico. Podemos estar casi seguros que siempre que se mencione un
elemento estará asociado a la vida erótica y la fecundidad humanas, inclusive cuando
no se las mencione de manera expresa (Masera, 2004).

Por otra parte, las composiciones de esta época también se caracterizan por la voz
femenina, frente a lo que ocurre en otros momentos o corrientes, en las que la presencia
femenina no es tan protagonista. En los cantares populares amorosos de voz personal,
como el que nos ocupa, la mujer habla tanto como el hombre (Altamirano, 2015).

El lugar en el que se produce el encuentro amoroso, en este caso un “viñadero”,


también es interesante desde una perspectiva analítica. No hay que olvidar las
limitaciones de la época y las restricciones sociales en lo que a las relaciones entre
hombres y mujeres se trata, por lo que cualquier ocasión en la que pudiesen coincidir
los enamorados eran propicios para el amor, y están, por este motivo, en la mente del
creador.

Por último, en referencia a los aspectos temáticos, añadir que también cobra
importancia el momento del encuentro. Los encuentros, al tratarse de algo prohibido,
solían tener lugar por la noche, entre la medianoche y el alba. En el poema que
analizamos se hace referencia a una “mañanica frida”, en alusión al alba.

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ANÁLISIS FORMAL:
A continuación, analizaré el lenguaje y los recursos estilísticos presentes en la
composición.

Se trata de una sencilla escena, cargada de repeticiones.

Comienza con un estribillo impersonal: “niña y viña, peral y habar / malo es de


guardar”. Este estribillo guarda relación con el refranero: “a la viña guarda el miedo,
que no el viñadero” (Altamirano, 2015). El creador de la composición, por lo tanto,
equipara a la mujer, en este caso la “niña”, con los productos del huerto (en relación a
su fecundidad), y revela la dificultad de guardarlos, cuidarlos, protegerlos. El segundo
verso de este estribillo es repetido al final de cada estrofa del poema, enfatizando su
significado.

A continuación, nos encontramos con un verso que se convierte en anáfora,


debido a su repetición al inicio de la tercera estrofa: “Levánteme, oh madre”. Lo mismo
sucede con el primer verso de la segunda estrofa (“viñadero malo”), que también se
repite al comienzo de la cuarta estrofa. Con esta figura retórica se consigue un efecto
rítmico en el poema. Además, guarda relación con el paralelismo y la estructura
paralelística que tiene todo el poema.

Los paralelismos (versos en los que se repite la misma estructura, pero


cambiando algunas palabras) cobran gran valor a lo largo de toda la composición.
Eugenio Asensio, tras estudiar el cancionero peninsular de la Edad Media, clasificó en
tres clases los paralelismos: paralelismo verbal, referido a las palabras; paralelismo
estructural, que influye en la estructura sintáctica y rítmica, y paralelismo semántico,
repetición de la misma idea, pero con una pequeña variación en el significante (Ayuso,
García, Solano, 1990). En esta composición, podemos encontrar: paralelismos verbales
(repetición del verso, cambiando solo el final): “mañanica frida (…) mañanica clara”,
“la rosa florida, (…) la rosa granada.”, “prenda me pedía (…) prenda me demanda”,
“dile yo un cordón / dile yo mi cinta”; y paralelismos estructurales (repetición de una
estructura sintáctica): “dile yo mi cinta (…) yo dile mi cinta”, “dile yo un cordón, / mi
cordón le daba.”.

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El paralelismo acentúa el ritmo de la composición, ya que facilita la simetría de
los versos y otorga una estructura rítmica fija. Gracias a él, además, el creador pone en
primer plano los elementos que connotan el encuentro amoroso entre los amantes: el
alba, la rosa, el cordón y la cinta (Altamirano, 2015).

También hay una anadiplosis en el poema, es decir, una repetición de la misma


palabra o grupo de palabras al final de un verso y al comienzo del siguiente: “fui cortar
la rosa, / la rosa florida (…) fui cortar la rosa, / la rosa granada.

En la lírica galaico-portuguesa, concretamente en las cantigas de amigo, el


paralelismo también es muy frecuente. Particularmente, hay un tipo de paralelismo
típico de esta corriente, denominado leixaprén. Este recurso estilístico consiste en la
repetición de los segundos versos de un par de estrofas como primeros versos del par
siguiente (Carou, 2012). En la composición que nos ocupa, esta figura no aparece, pero
hay cierta similitud, ya que los primeros versos de los dos primeros pares de estrofas
(descartando el estribillo inicial) se repiten en los dos primeros versos de los segundos
pares de estrofas: “Levánteme, oh madre” y “Viñadero malo”. Sin embargo, de
cumplirse el leixaprén, los versos que se repetirían serían: “mañanica frida” y “prenda
me pedía”.

Sobre el lenguaje de la composición, cabe destacar la presencia de símbolos, que


se convierten en los protagonistas de un poema que parecía tener un lenguaje sencillo
y vocabulario claro. Sin embargo, el análisis de éstos hará ver la perfección con la que
son elegidos, dando una coherencia al poema de principio a fin.

Para empezar, destacar la presencia de la naturaleza durante toda la


composición. En un principio, como ya se ha señalado antes, el creador equipara la
“viña”, el “peral” y el “habar” con la “niña”. Esta equiparación puede estudiarse desde
varios sentidos. Por una parte, hace alusión a la fecundidad femenina y la fecundidad
de la naturaleza, igualándolas en importancia, ya que ambas son muy significativas en
la época. Por un lado, es importante reproducirse, en una época en la que la esperanza
de vida es muy corta y la mano de obra muy necesaria. Por otro lado, es imprescindible
la riqueza en los campos, fuente de alimento (Altamirano, 2015).

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Además de esta alusión a la fertilidad de ambos elementos (femenino y naturaleza
no humana), el creador también reseña la dificultad de guarda, vigía y cuidado, tanto
de una mujer como de una explotación agrícola, sea del tipo que sea. Este segundo
sentido tiene relación con el refranero, al que ya se ha hecho alusión.

Asimismo, cabe destacar un último sentido a la elección por parte del creador de
la “viña”. Estos lugares suelen tener dueño, suelen pertenecer a alguien. Son espacios
abiertos, pero no de libre acceso. Por lo que la “niña”, al entrar en ellos, está
incumpliendo una prohibición (Altamirano, 2015). Como ya se ha comentado antes, en
la época, las restricciones sociales eran claras en cuanto a los encuentros entre hombres
y mujeres, por lo que tenían un claro carácter prohibido, que queda reflejado en esta
composición de esta forma.

Desde otra perspectiva, en esta sencilla escena también se encuentra otro de los
motivos más frecuentes asociados al encuentro entre dos amantes: el alba. En este caso
se trata de una “mañanita frida” y “clara”. Es con este tipo de símbolos, con los que
el creador da las pistas suficientes al lector, en este caso, o a la audiencia que escuchara
la composición en la época, del sentido erótico de ésta, sin tratarlo como tal de una
forma explícita.

Otro de estos símbolos es “la rosa”. En los estribillos viejos solemos encontrar a
la mujer “cogiendo flores” en lugares típicos asociados al encuentro erótico de los
amantes, como la huerta, el vergel o la viña, como es nuestro caso (Masera, 2015).

La entrega de prendas personales también forma parte de otro de los símbolos


relacionados con el cortejo. En este caso, se trata de una “cinta” y un “cordón”.

Con la aparición de todos estos símbolos, y el orden en el que lo hacen, surge una
composición que cobra un sentido único y que tiene una gradación en la intensidad.
Primero se sitúa a la niña en el alba, luego la acción de cortar la rosa, posteriormente,
como consecuencia, tiene lugar el encuentro con el galán y, por último, la entrega de
prendas. El término “malo”, en referencia al “viñadero” suena del todo irónico (Masera,
2015). Como puede verse, el resultado final es una historia con un principio y un final,
perfectamente hilado y que da un sentido último a toda la composición.

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Para terminar, voy a intentar continuar la composición, añadiendo dos estrofas:

Levánteme, oh, madre,


Mañanica pura,
fui cortar la rosa,
La rosa supura.
Malo es de guardar.

Viñadero malo
Prenda me susurra,
dile yo el cordón,
la cinta le cura.
Malo es de guardar.

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ANEXOS:
ILUSTRACIÓN SOBRE LA LÍRICA MEDIEVAL:

Esta ilustración, que puede encontrarse también en la portada de este trabajo,


evoca, en mi opinión, la lírica medieval. El motivo que me llevó a escogerla es que me
recordó la composición sobre la que versa este trabajo. Pueden verse dos amantes
disfrutando de un momento juntos, en lo que parece ser un jardín, por qué no, un huerto.
Las flores del fondo, acaso son rosas, “la rosa florida”. Además, él parece tener un
“cordón”, quizás una “cinta”, en la mano. No es de noche, posiblemente sea una
“mañanica frida”, una “mañanica clara”. El pájaro no parece haberles llamado la
atención, embelesados como están el uno con el otro. Sin embargo, pudiera representar
al guarda del lugar, intentado quitar la prenda de la mano del amante y acabar con tal
situación.

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COMPOSICIÓN LÍRICA

Mi imaginación no está aquí,

¡oh, amigo! No sé si llegará.

Una jarcha debo escribir,

¡ayúdeme! O no volverá.

La composición que he realizado es un guiño a las jarchas. Estas composiciones


se podían encontrar al final de las moaxajas, poemas cultos más extensos escritos
durante la Hispania musulmana. Muchas de las jarchas que se conservan son cuartetos,
como la composición que presento. Uno de los temas más importantes y comunes en
las jarchas es la ausencia del amado. En este caso, la ausencia que contraría es la de la
imaginación. También es muy común encontrar exclamaciones (¡ayúdeme!) y
vocativos (¡oh, amigo!). Por último, añadir que, con la alusión a un “amigo”,
normalmente se hacia referencia al “amado”.

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BIBLIOGRAFÍA:

 Altamirano, M. (2015). Espacios eróticos verdes en la antigua lírica popular hispánica:


El vergel, el huerto y la viña. La crónica, 44.1, pp.20-25. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5537173 [14 de octubre de 2019]

 Ayuso de Vicente, M.V., García Gallarín, C. y Solano Santos, S. (1990). Diccionario


de términos literarios. Madrid: Ediciones Akal.

 Carou, M. (2012). Tudo Isto É Fado. El fado lisboeta y su relación con la lírica
galaicoportuguesa. Gramma, XXIII, 49, pp. 394-410. Recuperado de:
https://p3.usal.edu.ar/index.php/gramma/article/view/1936 [14 de octubre de 2019]

 Masera, M. (1999). Albas y alboradas en el cancionero tradicional mexicano: herencia


y cambio. Revista de dialectología y tradiciones populares, vol. LIV, Nº 2, pp. 177-
195. Recuperado de: http://dra.revistas.csic.es/index.php/dra/article/view/421 [14 de
octubre de 2019]

 Masera, M. (2004). La fijación de símbolos en el cancionero tradicional mexicano.


Revista de literaturas populares, IV-1, pp. 134-153. Recuperado de:
http://ru.ffyl.unam.mx/handle/10391/2636 [14 de octubre de 2019]

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