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El relieve de las Islas Canarias se caracteriza fundamentalmente por la

continua construcción-destrucción de materiales volcánicos. Esto le ha dado


a cada una de las Islas un aspecto particular y único, que depende
directamente de la actividad volcánica que haya tenido y de la antigüedad y
resistencia de sus materiales.

Uno de los rasgos más


característicos del relieve canario y que
en primera instancia llama la atención,
es la altitud que llegan a alcanzar los
edificios insulares. A pesar de su
reducido tamaño, el apilamiento de
materiales que se ha dado a lo largo de
su historia geológica origina
estos ‘continentes en miniatura’ sobre
el océano. Cada una de las Islas suele
tener su máxima altitud en las zonas El Teide, máxima altitud del Archipiélago
centrales, y a partir de ahí va con 3.718 m. (SG)
disminuyendo hasta llegar al litoral.
Lanzarote y Fuerteventura constituyen una excepción. Son las islas más bajas
y llanas, cuyo relieve ha sido arrasado por la erosión durante periodos
temporales más largos que en las demás, pues se trata de los edificios
insulares más antiguos del Archipiélago. Esto también ha provocado que estas
dos Islas sean tan áridas, ya que las nubes cargadas de humedad que traen
los vientos alisios, pasan de largo sin provocar la precipitación de
niebla o lluvia horizontal.

Las mayores altitudes en Canarias están constituidas por el Teide en


Tenerife (3.718 m, el pico más elevado de España), el Roque de los
Muchachos en La Palma (2.423 m), el Pico de las Nieves en Gran Canaria
(1.949 m), Malpaso en El Hierro (1.501 m), Garajonay en La Gomera (1.487
m), Jandía en Fuerteventura (807 m) y Peñas del Chache en Lanzarote (671
m).

Las zonas más antiguas de cada una de las Islas son los complejos
basales. Están constituidos por materiales que se han originado bajo el océano
con erupciones submarinas. Forman la base de las Islas con una mezcla de
sedimentos marinos, lavas almohadilladas o pillow-lavas y una densa red de
diques. Tras el abombamiento del terreno y levantamiento del bloque insular,
llegó a aflorar en zonas de algunas islas como Fuerteventura, La Gomera y La
Palma. En Fuerteventura surge en el Macizo de Betancuria, en La Gomera en
el norte insular y en La Palma en el interior de la Caldera de Taburiente.
Macizo de Tamadaba, en Gran Canaria. (CGC)

En el resto de Islas en las que no ha aflorado el complejo basal, las zonas


más antiguas son los macizos antiguos, formados en superficie con las
primeras erupciones subáreas. Suelen constituir el armazón de la mayoría de
las Islas con grandes volúmenes de materiales que se han acumulado hasta
alcanzar alturas considerables. Están surcados por una densa red de diques y
barrancos, señas de su origen volcánico y antigüedad. En Lanzarote se
encuentra el Macizo de Famara y el de Los Ajaches, en Fuerteventura
el Macizo de Betancuria; en Gran Canaria los macizos
de Tamabadaba, Güigüí e Inagua-Pajonales; en Tenerife los Macizos de
Anaga, Teno y Adeje; en La Palma corresponde con su mitad norte y toda la
isla de La Gomera constituye un macizo antiguo con actividad volcánica extinta.
El Hierro es la única isla que no tiene macizo antiguo ya que se ha formado
posteriormente, concretamente durante el periodo Cuaternario. Ocurre lo
mismo con los islotes que forman el archipiélago Chinijo.

Otra forma de relieve importante son las dorsales. Son imponentes edificios
volcánicos construidos con la acumulación de lavas que se emitieron a partir de
las principales directrices estructurales del Archipiélago. En estos lugares se ha
concentrado la mayor parte de las erupciones históricas, y ocurrirá lo mismo
con las futuras. Destacan fundamentalmente dos, la de Cumbre Vieja en el sur
de La Palma, y la de La Esperanza o Pedro Gil en Tenerife.

Los valles y las calderas constituyen elementos importantes y


característicos del relieve de las Islas, con diferentes teorías que explican su
proceso de formación. Entre los valles destacan sobretodo los que se han
formado, según la teoría más aceptada, por grandes deslizamientos
gravitacionales. Destacan el valle de La Orotava y el de Güímar en Tenerife,
el Valle del Golfo y el de Las Playas en El Hierro, y el Valle de Aridane en La
Palma.
Las calderas también tienen diversos procesos de formación. En Tenerife
destaca la Caldera de Las Cañadas, que consta realmente de dos
semicalderas unidas que han sido formadas, según la teoría más aceptada, en
dos grandes deslizamientos gravitacionales diferentes. Otra imponente es
la Caldera de Taburiente, en La Palma. Ocupa aproximadamente la zona
central de la Isla, y ha sido originada por una interacción de procesos
volcánicos, deslizamientos gravitacionales y erosión por escorrentía superficial.

Entre las más conocidas de Gran Canaria se encuentran las


grandes Calderas de Tejeda y de Tirajana, la primera originada por
deslizamientos gravitacionales y la segunda por erosión. También se encuentra
en esta misma Isla la Caldera de los Pinos de Gáldar, de origen explosivo, y
las de Los Marteles y Bandama, ambas creadas por hundimiento.

Uno de los rasgos de identidad más claros del relieve canario que destacan
sobremanera, son las formas volcánicas recientes. Los volcanes y las
estructuras resultantes de los productos que arrojaron, constituyen uno de los
paisajes más atractivos y peculiares de las Islas. Los materiales más jóvenes
son los más espectaculares. Se originaron durante las erupciones históricas
que afectaron a algunas Islas en fechas no muy lejanas. Se superponen a las
estructuras previamente formadas y, en ocasiones, han llegado al mar
aumentando la superficie insular. Sobretodo destacan las erupciones históricas
de Timanfaya, que tuvieron lugar en la isla de Lanzarote durante los años
1730-1736.

Desde las zonas centrales más elevadas de las Islas nacen la mayoría de
los grandes barrancos, que es otro de los rasgos característicos. En algunos
lugares donde la erosión ha tenido mayor protagonismo como en los macizos
antiguos, forman una densa red que surca todo el espacio, siendo muy
estrechos y profundos. Se han generado a lo largo de la historia geológica de
las Islas debido a la acción de agentes erosivos externos, principalmente por
escorrentía superficial. Cabe citar como hecho llamativo, que la isla de El
Hierro es la única del Archipiélago que no tiene barrancos. Esto es debido a su
juventud, donde no se ha dispuesto del suficiente tiempo como para que el
agua incida tanto en el terreno.

La costa adopta diferentes formas debido al constante proceso de erosión


marina al que están sometidas. Sus formas son muy diversas, y en general
pueden estar constituidas por imponentes acantilados, por rampas lávicas que
llegan hasta el mar formando islas bajas, por franjas costeras rocosas o por
grandes playas de arena negra o amarilla.
Entre los acantilados costeros
destacan los de Los Gigantes en
Tenerife, los del Andén Verde en Gran
Canaria o Los Fariones en Lanzarote,
entre otros.

Las islas bajas son también


importantes, formadas por lavas que se
emitieron desde zonas altas y que se
derramaron por acantilados hasta llegar
Acantilados de Los Gigantes. (SG) al mar. La lava ganó terreno al mar,
constituyendo planicies que ponen en
contacto los antiguos acantilados marinos con la línea de costa. Destacan
sobretodo en Tenerife y Gran Canaria. En Tenerife, la Isla baja de Los Silos-
Buenavista o la de la Punta de Teno, y en Gran Canaria, la Isla baja de
Galdar, la de Lairaga o la
de Bañaderos.

Las playas constituyen uno de los


mayores atractivos naturales del
Archipiélago. Se han formado por el
desgaste que ha provocado la erosión
en las costas o por el aporte continuo
de arena procedente del Sáhara o de
diferentes zonas de las Islas. En
las Islas Orientales son más
abundantes que en las Occidentales, y
predominan las playas de arena
amarilla debido al aporte directo de
arenas que trae el viento del sureste
desde el continente africano. Destacan
algunas como las playas
del Papagayo y Mujeres en
Lanzarote, Corralejo y Jandía en
Fuerteventura o Las Canteras y El
Inglés en Gran Canaria.

En las Islas Occidentales se dan Isla baja de Lairaga. (TB)


más las playas de cantos y de arena
negra, debido a la juventud de su relieve y a los materiales basálticos de color
oscuro que se erosionan. También hay algunas de arena amarilla formadas a
partir del desgaste de rocas de origen sálico y color claro. Entre las playas más
conocidas se pueden citar la de Puerto Naos y Los Cancajos en La Palma, El
Verodal y Las Playas en El Hierro, Playa Santiago y Playa del Inglés en La
Gomera y Las Teresitas, Playa Jardín o Playa de Los Cristianos en
Tenerife.

En las costas canarias son habituales los roques marinos, resultado del
retroceso de la antigua línea de costa por la intensa erosión. Han quedado
como restos erguidos que no se desgastaron por la resistencia que ofrecieron
estos materiales ante el oleaje. Están presentes en todas las costas canarias,
pero hay algunos que por su singularidad y popularidad son conocidos en todo
el Archipiélago. Algunos ejemplos pueden ser los Roques de Salmor o
el Roque de Bonanza en El Hierro, el Roque de las Tabaibas en La Palma,
los Roques de Anaga y el Roque de Garachico en Tenerife o el Roque de
Gando en Gran Canaria.

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