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Entre el final y el comienzo de un nuevo año, suele ser costumbre bastante

generalizada el hacer planes, promesas y buenos propósitos, con la intención de


corregir determinados hábitos negativos o cambiar ciertas actitudes viciadas que
nos han creado problemas. Al mismo tiempo, diseñar nuevas estrategias o formas
de responder ante las dificultades, contratiempos o adversidades.

El problema radica no tanto en los buenos deseos, sino en la voluntad de llegar a


convertirlos en realidad. No basta querer, sino en saber qué es lo que se debe hacer
para que un buen propósito sea algo más que buenas palabras y débiles intentos y
que, tras unos días o, a lo sumo, unas semanas, todo siga como al principio.

Al inicio de nuestra carrera, nos trazamos metas a cumplir para el trayecto o para el
final de nuestra formación. He observado que los docentes de éxito, saben trazarse
metas concretas y poner los medios adecuados para conseguirlas.

En la especialidad del séptimo semestre de Español hemos concluido, que la


fórmula del triunfo se encuentra en los componentes que se expresan a
continuación. Voy a leerles ocho puntos, los cuáles de una forma u otra nos situarán
sobre la pista de los propósitos, no sólo expresados, sino también cumplidos.

1. Metas bien definidas, muy concretas. Hay que tener una idea bien clara de lo
que se quiere lograr. Muchas personas se dispersan y malgastan sus energías
porque intentan muchas cosas y no tienen una idea precisa de dónde quieren dirigir
sus esfuerzos.

2. Autoestima y sentimiento de propia competencia. O lo que es lo mismo,


sentirse valioso y capaz de afrontar con esperanzas de éxito la meta propuesta.
Creer en uno mismo.

3. Entusiasmo, pasión e ilusión. Poner día a día todos los medios que tenemos,
al servicio de nuestra elección de carrera, sin importar dificultades y posibles
fracasos circunstanciales.

4. Actitud mental positiva. Aprovechar las experiencias ajenas. Aprender de los


éxitos de los demás y estar atentos para descubrir qué actitudes y modos de obrar
contribuyeron siempre a que otras personas lograran sus objetivos.
5. Autodisciplina y trabajo. Ser capaces de trabajar arduamente sin concesiones,
sin dejación y sin lamentaciones.

6. Autoevaluación, control de resultados y reflexión. Deben ser frecuentes para


comprobar en qué medida y a qué ritmo caminamos hacia los objetivos que nos
hemos propuesto.

7. Ética personal y profesional. Significa actuar de buena voluntad, con honradez


y con ánimo de lograr nuestros objetivos utilizando los medios adecuados, pero sin
hacer el mal para conseguirlos. No debemos obrar mal para conseguir bienes
deseables.

8. Tenacidad inteligente. O, lo que es lo mismo, la incansable y contundente


firmeza y constancia en los propósitos que nos impulsa a triunfar.

La puesta en práctica de estos puntos nos llevará sin la menor duda a que este año
sea también el inicio de una vida nueva llena de éxitos y metas cumplidas.

¡Buena semana y un excelente 2019!

¡GRACIAS!

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