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s
John Sullivan 2 ::
SOL
El nacionalismo vasco
radical 1959-1986
Versión española de
Eva Rodríguez Halffter
Alianza
Editorial
Título original;
Radical Basque Nationulisni 1959-1986
Reconocimiento.................................................................... 9
7
g Indice
Apéndices..........................................................................................
Bibliografía........................................................................................
REC O N O C IM IEN TO
para Palmira
Este libro se basa en una tesis por la que me fue concedido el tí
tulo de Doctor (Londres) en 1986. Mi agradecimiento va dirigido a
todas las personas que me ayudaron permitiéndome que las entrevis
tara, que me procuraron ciertos documentos o me prestaron su co
laboración en modos diversos. Me siento particularmente agradecido
a Antolín Amescua, Feliz Aizpurua, María Teresa Castells, Tomás
Goikoetxea, Eufemia González, John Hollyman, Blanca Imizcoz,
Alison Lever, Antonio G. Pericás, Octavio Rico y Ramón Zulaica.
Mi mayor deuda es con mi director de tesis, Paul Preston, sin cu
yas guía y críticas no podría haber concluido este trabajo.
Estoy agradecido a la dirección del Western District of the Wor-
kers Educational Association por haberme concedido el tiempo libre
necesario para el trabajo de investigación y elaboración que realicé
durante la primavera de 1980 y el verano de 1984.
Capítulo 1
EL NACIONALISMO VASCO DESDE SUS
ORIGENES HASTA LA DECADA DE 1950
‘ Juan Pablo Fusi Aizpúrua, Política obrera en el País VascOy 1É80-192} (Madrid,
1975), passim.
^ Juan José Solozábal, El primer nacionalismo vasco (San S^astián, 1977), passim.
11
12 John Sullivan
^ Martín de Ugalde, Síntesis de la historia del País Vasco (Barcelona, 1977), pp. 11-59).
Manuel Irujo, Inglaterra y los vascos (Buenos Aires, 1945), pp. 8-9 y 209; Fe
derico de Arteaga, ETA y el proceso de Burgos (San Sebastián, 1978), pp. 41-50.
^ Sabino Arana Goiri, «La pureza de raza», en L. Haranburu (ed.). Obras escogi
das. Antología política (San Sebastián, 1978), pp. 192-8.
El nacionalismo vasco radical 13
^ Salvador de Madariaga, Spain (Londres, 1942), p. 181; Arteaga, ETA, pp. 147-48/
^ Maximiano García Venero, Historia del nacionalismo vasco (Madrid, 1979),
69-94.
* Renato Barahona, «Basque regionalism and centre-periphery relations,
1759-1833», European Studies Review, vol. 13, (julio, 1983); Javier Corcuera Atienza,
Orígenes, ideología y organización del nacionalismo vasco, 1876-1904 (Madrid, 1979),
pp. 28-9.
14 John Sullivan
El nombre vasco del PNV, Eusko Alderdi Jeltzalea (EAJ) (patriotas vascos se
guidores de la doctrina del JE L) indicaba su origen en la tradición carlista. JE L son
las siglas de Jaungoikua eta Lega Zarra (Dios y leyes viejas). Los adeptos al PNV se
autodenominan Jelkides.
Miguel de LFnamuno, Recuerdos de niñez y mocedad, en Corcuera, Orígenes...,
pp. 159 ss.
Arana, «El 25 de octubre de 1839», en Haramburu (ed.). Otras escogidas, pp.
116-20.
Arana, «Efectos de la invasión», «N o rezan con nosotros», «Los chinos en eus-
keria», «Parroquia ejemplar», ibíd.
18 John Sullivan
V
El nacionalismo vasco radical 19
las Cortes habían dictaminado que el que una región autonómica re
gulara sus propios asuntos religiosos sería incompatible con la Cons
titución. El gobierno se dispuso a redactar un estatuto que fuera acor
de con la Constitución. Durante gran parte de los años 1932 y 1933
el PNV luchó porque se aceptaran los puntos esenciales del Estatuto
de Estella. En la medida en que el PNV intentaba entenderse con la
izquierda, se iba obstaculizando la alianza con los carlistas, cuyo prin
cipal motivo para desear una comunidad autónoma residía en que la
posibilidad de regular sus propios asuntos religiosos pudiera contra
rrestar el anticlericalismo del gobierno de Madrid. En una asamblea
celebrada en junio de 1932 en Pamplona para tratar sobre el estatuto,
la mayoría de los delegados de Vizcaya, Guipúzcoa y Alava votaron
a favor de la formación de una región autónoma vasca dentro del Es
tado español, pero entre los delegados de Navarra, en su mayoría car
listas, 123 votaron en contra de esta propuesta frente a los 109 favo
rables. Esta votación demostró la fuerza de los carlistas en Navarra,
y terminó con su alianza con el PNV. En consecuencia, los naciona
listas vascos tuvieron que reconocer que la región autónoma a la que
aspiraban no podría incluir a Navarra
Al mismo tiempo que se rompía la coalición del PNV con los car
listas, se agravaron también sus relaciones con el gobierno de Ma
drid, debido a lo que se interpretó como persecución a la Iglesia por
parte de la República. La decisión del gobierno de someter a las ór
denes monásticas a una normativa estatal provocó violentas protestas
en el País Vasco que a comienzos de 1933 produjeron la detención
de varios cientos de personas, entre ellas el dirigente del PNV, Te-
lesforo Monzón, y violentos choques entre militantes del PNV y del
PSOE Pese a todo, durante la mayor parte de 1933 pareció que
iba a ser posible reconciliar las aspiraciones vascas y los principios de
la Constitución republicana. En agosto de 1933, en Vitoria, otra
asamblea de concejales aceptó revisar el Estatuto de Autonomía, y eli
gió una comisión para la supervisión del referéndum que debía apro
bar estas propuestas antes de ser presentadas a las Cortes. En el re
feréndum, celebrado el 5 de noviembre, aceptó el Estatuto un 85 por
ciento del electorado de Guipúzcoa, Vizcaya y Alava. Sin embargo,
los avances hacia la consecución de la autonomía vasca se enfrenta
ron a un nuevo obstáculo. El gobierno, dirigido por el republicano
Manuel Azaña, dimitió en septiembre y las elecciones celebradas el
15 de noviembre dieron mayoría a las derechas en las Cortes, for
mando gobierno el dirigente del Partido Radical, Lerroux. Los líde-
Martin Blinkhorn, «The Basque Ulster» y «Navarre and the Basque autonomy
question under the Second Spanish Republic», The Historical Journal, n.“ 3 (1974).
Aguirre, Entre..., p. 356.
El nacionalismo vasco radical 25
res del PNV tenían esperanzas de que las estipulaciones del Estatuto,
que con tanto trabajo habían logrado extraer a sus enemigos tradi
cionales de la izquierda, fueran aceptadas por un gobierno que debía
tener una disposición más favorable hacia ellos, firmes oponentes del
socialismo en el País Vasco. El PNV había ido solo a las elecciones,
finalizada su alianza con los carlistas, y había quedado como primera
fuerza con doce diputados en Cortes Sin embargo, las Cortes se
negaron a conceder el Estatuto so pretexto de que en Alava, donde
había sido grande la abstención en el referéndum, sólo había votado
a su favor una minoría de la población. Ante semejante intransigen
cia, los dirigentes del PNV se vieron obligados a buscar aliados en la
izquierda. Cuando en julio de 1934 el gobierno denegó la entrada en
vigor del Estatuto acordado para Cataluña, y los diputados catalanes
abandonaron las Corles como protesta, los representantes del PNV
se fueron con ellos como gesto de solidaridad
La insatisfacción de los nacionalistas frente a la derecha española
aumentó cuando cuarenta parlamentarios de derechas propusieron la
rectificación de la ley de contribución sobre el vino. De adoptarse
esta propuesta, que encontró fuerte oposición en el País Vasco, ha
bría alterado unilateralmente los Conciertos Económicos que regu
laban este impuesto, en detrimento de los intereses vascos '‘L Era evi
dente que unas Cortes dispuestas a considerar la eliminación de pri
vilegios vigentes no tenían muchas probabilidades de conceder ma
yor autogobierno al País Vasco. Las palabras de Calvo Sotelo pro
nunciadas en noviembre de 1935 en el sentido de que prefería una Es
paña «roja a una España rota» eran compartidas por una parte sus
tancial de los partidos de derechas y de muchos oficiales del ejército.
En octubre de 1934, la inclusión de tres miembros de la CEDA —par
tido de derechas dirigido por Cil Robles— en el gobierno, provocó
la insurrección de Asturias, respaldada por un intento de huelga ge
neral en toda España. Aunque los activistas del PNV y el sindicato
nacionalista STV-ELA se mantuvieron neutrales, cerraron sus ofici
nas y muchos de sus miembros fueron encarcelados Los represen
tantes del PNV en las Cortes votaron a favor del gobierno a raíz del
levantamiento de Asturias, pero, con todo, los dirigentes del partido
perdían esperanzas de obtener un estatuto de autonomía aceptable.
La comisión designada por las Cortes para estudiar la cuestión de
la autonomía vasca no llegó a presentar su informe, porque el Presi
dente disolvió el gobierno en diciembre de 1935 y convocó eleccio-
nes para febrero. Cuando España fue sacudida por la guerra civil, los
líderes del PNV se vieron ante una difícil alternativa en busca de alia
dos. Los partidos de izquierda estaban dispuestos a conceder el es
tatuto de autonomía, pero los miembros del PNV compartían con
otros conservadores el terror ante la perspectiva de violencia y anar
quía que a su juicio traería la victoria de la izquierda. En las eleccio
nes de febrero, el PNV se presentó solo, resistiéndose a las presiones
del Vaticano para que entrara en coalición con la derecha «españo
la» Aunque los portavoces de los partidos de izquierda siguieron
atacando al PNV por su clericalismo y su colaboración con las fuer
zas de la derecha, la posibilidad de obtener el estatuto de autonomía
pasó a depender del triunfo del Frente Popular, por lo cual el PNV
tenía un claro interés en la supervivencia de la España democrática.
La perspectiva de que la victoria del Frente Popular en las elecciones
desatara la lucha de clases era tan aterradora para los adeptos al PNV
como para los conservadores del resto de España. Pese a que las de
claraciones del partido proclamaban que la lucha de clases era pro
ducto de la injusticia y la inmoralidad reinantes en España, los par
tidarios del PNV sabían que Bilbao era un bastión de la izquierda y
que muchos obreros étnicamente vascos eran socialistas.
Los conspiradores que preparaban la sublevación que haría esta
llar la guerra civil el 18 de julio, habían intentado implicar a algunos
sectores del PNV. En abril, cuando Telesforo Monzón se reunió con
falangistas y otras fuerzas de la derecha en San Sebastián, se invitó al
partido a participar en el vecino levantamiento. Monzón estaba dis
puesto, si bien con renuencia, a aceptar una dictadura militar, pero
observó que aunque el PNV contaba con una organización fuerte,
no tenían armas. A cambio de su previsto apoyo a la rebelión, se su
ministró al partido una pequeña cantidad de armamento Cuando
se inició la insurrección militar, el PNV tuvo una reacción distinta
en cada provincia. En Vitoria, capital de Alava, Landaburu, diputado
del PNV en las Cortes, la acogió con el calificativo de cruzada de la
regeneración. Landaburu pidió a Aguirre, presidente del PNV, que
no se resistiera al ejército rebelde cuando entrara en Vizcaya y que
limitara su acción a proteger personas y edificios. La reacción de Lan
daburu se debió parcialmente a la fuerza de los rebeldes en Alava, así
como a la influencia del Arzobispo de Vitoria, que procuró la alian
za del PNV y los sublevados Después que éstos hubieron conso-
Paul Presten, The Corning o f the Spanish Civil War (Londres, 1978), pp. 169-70.
José María Gil Robles, No fue posible la paz (Barcelona, 1968), pp. 710-11.
Manuel Chiapuso, El Gobierno vasco y los anarquistas. Bilbao en guerra (San
Sebastián, 1978), pp. 147-56; Ander Landáburu, La causa del pueblo vasco (París,
1956), p. 14.
El nacionalismo vasco radical 27
Entrevista del autor con Luis Arbella, que combatió en la guerra en San Sebas-
ti.in (San Sebastián, 1 abril, 1980); Manuel Chiapuso, Los anarquistas y la guerra en
F.uskadi. La comuna de San Sebastián (San Sebastián, 1977), passim; Miguel de Ami-
libia. Los batallones de Euskadi (San Sebastián, 1978), p. 25.
Entrevista con el dirigente de CNT, Miguel González Inestal, en Ronald Fra-
ser, Blood o f Spain. The experience of Civil War (1936-1939) (Londres, 1979), p. 190.
Entrevista del autor con Aniceto Gallurralde, secretario de C N T en San Sebastián en
el momento del alzamiento (San Sebastián, 9 agosto, 1981); Chiapuso, Los anarquis
tas..., p. 95.
■*" Amilibia, Los batallones..., pp. 15 y 20.
i
28 John Sullivan
200-20; entrevista del autor con Antolín Amescua, un militante de U (i T cuyo bata
llón siguió luchando hasta que las fuerzas enemigas ocuparon Asturias, San Sebastián,
4 agosto 1981; Aguirre, De Guernica,.., pp. 59-61.
Aguirre, De Guernica..., pp. 62-5.
Entrevista del autor con Luis Arbella, miembro del PSOR y comisario político
de Santander en 1937 (San Sebastián, 1 abril 1980).
Dr. de Azpilikoeta, Le Probléme Basque (París, 1938), citado en Jokin Apala-
tegui. Los vascos de la nación al estado (San Sebastián, 1979), p. 180.
H1 nacionalismo vasco radical 31
llevado a cabo por Joseba Elósegui, que colgó una Ikurriña en la to
rre de la catedral de San Sebastián en la Semana Santa de 1946. En
diversas ocasiones a lo largo de 1947 y 1949, un joven activista del
PNV, José Joaquín Azurza, consiguió transmitir por radio un men
saje grabado del Presidente Aguirre
A pesar de esta clase de actos, a fines de los años cuarenta y prin
cipios de los cincuenta parecía que el nacionalismo vasco presentaba
aún menos riesgos para el gobierno que las organizaciones obreras ile
gales, tanto en el País Vasco como en el resto de España. Pero era
ésta una conclusión que subestimaba la vitalidad cultural del movi
miento nacionalista. Aunque estaban prohibidas las publicaciones en
vascuence, la lengua hablada sobrevivió en las zonas rurales, y gran
parte de lo slíí^ le s inferiores del clero retuvo sus convicciones na
cionalistas. En la intimidad familiar, muchos vascos siguieron cele
brando las fiestas nacionalistas, absorbiendo sentimientos nacionalis
tas y alimentando el recuerdo de su período de autonomía El PNV
en el exilio, y su exigua representación dentro del País Vasco espa
ñol, continuaron su política de cooperación con los republicanos exi
lados, con la esperanza de que algún día una España democrática con
cediera autonomía a Euskadi. Pero, al pasar los años sin que esta es
trategia produjera fruto, los nacionalistas radicales como Monzón, re
chazaron los compromisos acordados entre el gobierno vasco en el
exilio y los republicanos. Cuando la repperación económica trajo
una nueva ola de inmigrantes a Euskadi, revivió el racismo latente
del PNV. Ceferino de Jemein, uno de sus más conocidos escritores,
habló de los inmigrantes en 1957 en un tono que recordaba al de Ara
na, calificándolos de masa de «coreanos» degenerados, indiferentes a
su forma de vida y parásitos de Euskadi Las perspectivas del na
cionalismo vasco eran desalentadoras, pues ni la confianza deposita
da en Estados Unidos, ni la alianza con la república esoañola, ni el
retroceso hacia el nacionalismo cultural ofrecían posibilidades de pro
greso.
Entrevista del autor con Joseba Elósegui, San Sebastián, 27 marzo 1980. Joseba
Elósegui, Quiero morir por algo (Burdeos, 1971), pp. 316-20; entrevista del autor con
José Joaquín Azurza, San Sebastián, 18 marzo 1980.
Entrevista del autor con Mario Onaindía, Vitoria, 26 marzo 1980.
Gregorio Morán, Los españoles que dejaron de serlo (Barcelona, 1982), p. 261.
Capítulo 2
LOS PRIMEROS PASOS DE ETA, 1951-1967
2 33
34 John Sullivan
' La población de Vizcaya aumentó en un 8,5% entre 1955 y 1957, según la Ofi
cina de Prensa del Gobierno de Euskadi, OPE, 26/1/59. En Guipúzcoa se establecie
ron 3.973 personas entre mayo de 1957 y abril de 1958, OPH, 9/4/59; entre 1950 y
1959 se establecieron en Guipúzcoa 42.000 personas, OPE, 21/5/59, Documentos Y,
vol. 1, pp. 54-61. En 1970, un 29,48% de la población de las cuatro provincias vascas
era inmigrante, y en Vizcaya la cifra era de 36,26% (Luis C. Núñez, (.lases sociales
en Euskadi. San Sebastián, 1977), p. 163.
^ Javier de Landáburu, La (Lausa del pueblo vasco (París, 1956), pp. 115-16.
^ Txillardegi (J. L. Alvarez Emparanza), «Testimonios personales de la crisis teó
rica que motiva mi salida de ETA», Ikastaroak Formanzia Koudcynoak (IPES) (Cua
dernos educativos), n.“ 1 (Bilbao, 1980).
lil nacionalismo vasco radical 35
que, en su opinión, se había movido muy poco desde que Franco ocu
para el País Vasco en 1937 Así pues, creían que era necesario em
pezar otra vez. Semejante interpretación de los hechos parecía arbi
traria a los partidarios del PNV que, a su vez, señalaban que los fun
dadores de Ekin habían empezado su labor sólo un par de años des
pués de la huelga general de 1951, en cuya organización habían par
ticipado los nacionalistas. El PNV había sufrido una fuerte represión
tras la huelga, que sin duda había obstaculizado su acción^. Con
todo, sus adeptos sostenían que era absurdo afirmar que había muer
to. El partido y sus juventudes, Euzko Gastedi (EG), más tarde EGI,
estaban vivos y activos Había partidarios del PNV comprometidos
en los esfuerzos por salvar el euskera, y prestaban apoyo a las cos
tumbres y el folklore vascos mediante la participación en fiestas po
pulares, grupos de danza y corales. Trabajaban con asiduidad en las
ikastolas, las escuelas ilegales de aprendizaje de la lengua vasca, mien
tras que el clero, que simpatizaba con su causa, aprovechaba las opor
tunidades que ofrecía la relativa libertad en que se movía la Iglesia
p.ira promover la cultura vasca. Puede que estas cosas no fueran re
conocidas como acción política por los partidos políticos de otros lu
gares, pero el PNV siempre tuvo un concepto de la política que abar-
1. aba la vida social y cultural. Los militantes del PNV habían luchado
\ muerto por su causa en la guerra civil, cuando eso era lo indicado
V lo realista. En las diferentes circunstancias de los años 1950, cuan
do la lucha armada ya no era posible, el PNV operaba de modo me
nos espectacular, pero igualmente paciente y tenaz. Más aún: el Go
bierno Autónomo seguía ejerciendo sus funciones en el exilio, pero
en estrecho contacto con el interior **. En opinión de los adeptos al
I’NV, el gobierno vasco no era una reliquia sino el legítimo repre
sentante del pueblo vasco. Y no creían que este gobierno fuera ins
trumento del PNV. Se había invitado a ciertas fuerzas políticas que
no habían existido en el momento de la guerra a formar parte de él.
El grupo Ekin, aunque no ponía en cuestión ni lo principios ni
Las tensiones entre los dos grupos se agudizaron con las mutuas
acusaciones de ser agentes de los servicios de inteligencia de Estados
Unidos. En parte estas alegaciones eran consecuencia de la peculiar
estructura del PNV. Había dos grupos paralelos en el interior: la or
ganización del PNV dirigida por Ajuriaguerra, y la de «Servicios»,
que estaba bajo control directo de José Antonio Aguirre, jefe del go
bierno vasco en el exilio con sede en París La de «Servicios» era
una organización de inteligencia creada durante la Guerra Civil, que
se mantuvo activa durante la II Guerra Mundial para contribuir al
esfuerzo bélico de los aliados. Después de 1945, los «Servicios» con
tinuaron operando en colaboración con el gobierno norteamericano.
La dependencia del PNV del apoyo americano era comprensible en
los primeros años del régimen franquista. El PNV era un partido con
servador y católico, consagrado a la lucha por una democracia par
lamentaria —similar en muchos aspectos a los partidos cristiano-de
mócratas favorecidos por Estados Unidos en numerosos países euro
peos— y Aguirre era un admirador de la sociedad y el gobierno nor
teamericanos. Cuando las relaciones entre Estados Unidos y Rusia
empezaron a deteriorarse al finalizar la 11 Guerra Mundial, el PNV
apoyó a Estados Unidos. Los acuerdos entre los gobiernos español
y norteamericano crearon cierta tensión en aquella relación. En 1951,
cuando el PNV organizó una huelga general, que fue muy respalda
da, se mantuvo informadas a las autoridades norteamericanas, como
se había hecho anteriormente en ocasiones similares. Ajuriaguerra te
mía que, ahora que el gobierno de Estados Unidos consideraba a
Franco como aliado, la información que se diera a los americanos pu
diera ser comunicada a las autoridades españolas. I'.n consecuencia,
creía que la lealtad del PNV a Estados Unidos era un error que po
nía en peligro la segundad de todos los adversarios de I ranco
José Mitxelena, jefe de los «Servicios», disentía, y siguió operan
do en estrecho contacto con el Departamento de Lsiailo. En su opi
nión, aun cuando era lamentable que los aliados, y en especial Esta
dos Unidos, no hubieran cumplido las promesas hechas a los vascos,
el enfrentamiento con Rusia hacía inevitable esta situación. Sin em
bargo, si la guerra fría concluyera con la derrota de Rusia y la irn-
posición de la hegemonía norteamericana, los americanos no necesi
tarían ya a Franco y podrían al fin cumplir sus compromisos. Por
consiguiente, era esencial mantener la cooperación con listados Uni
dos. La lógica de esta estrategia llevó a Mitxelena a una actitud en-
Ajuriaguerra en Ibarzábal, 30 años... Para las sospechas tic A)un.iguen.i tic que
Ekin estaba manipulada por agencias de inteligencia nortcameric.m.is, vc.ise José María
Garmendia y Alberto Elordi, La resistencia vasca (San Sebasiiaii, pp. 3S3-264.
Eugenio Ibarzábal, «Así nació ETA», Muj^a, n." 1, jumo, lv/>)
El nacionalismo vasco radical 39
“ Ibíd.
Las diferentes versiones sobre los orígenes de ETA suscitaron una violenta po
lémica entre algunos de los fundadores de ETA y el historiador, y miembro del PNV,
Eugenio Ibarzábal en 1979, Ibarzábal, «Así nació ETA», Muga, n.° 1, junio 1979. Car
ta de Benito del Valle y Julen Aguirre, Punto y Hora, n.° 134, 27 julio 1979; la res
puesta de Ibarzábal, Muga, n.° 2, septiembre 1979; y una carta de Benito del Valle y
J. Aguirre en Punto y Hora, n.*^ 150, 8 nov. 1979. La polémica tuvo un carácter ex
traordinario en el sentido de que, pese a ser muy apasionada, no había discrepancias
sobre el relato de los hechos de Ibarzábal. Lo que provocó la indignación de los fun
dadores de ETA fue que Ibarzábal presentaba la escisión de ETA como una revuelta
juvenil en el seno del PNV, mientras que ellos presentaban a ETA como continuación
de Ekm. ETA elaboró diversas versiones de sus orígenes en diferentes períodos de su
existencia. Una de ellas, en Kemen (vigor), boletín interno de ETA, de octubre de
1964, afirmaba que cuando se separaron ETA y EGI, los grupos locales tendieron a
Optar por uno u otro sobre una base colectiva más que individual.
40 John Sullivan
salir al grupo Ekin del PNV se produjo cuando Benito del Valle, uno
de los fundadores de Ekin, fue expulsado de EGI por el comité pro
vincial del PNV en Vizcaya, alegando vagos motivos de presunta des
lealtad. Su expulsión no necesariamente presagiaba una purga del gru
po Ekin, dado que el PNV tenía una estructura federal que permitía
una considerable autonomía a las organizaciones provinciales del par
tido. A pesar de ello, esta acción fue la culminación de un período
de antagonismo que convenció al grupo Ekin de que carecía de todo
futuro en el PNV, y que debía formar una organización independien
te 22
Las posteriores declaraciones de algunos fundadores de ETA no
han llegado a aclarar los motivos de ruptura con el PNV. Julen Ma-
dariaga, por ejemplo, miembro fundador tanto de Ekin como de
ETA, criticaba el conservadurismo del PNV y su cantonalismo (la or
ganización del partido se basaba en la autonomía provincial, en lugar
de contar con una estructura centralizada para todo Euskadi). Su des
confianza quedó más tarde reforzada por su convicción de que, tras
la escisión, hubo miembros del PNV que revelaron a la polícia nom
bres de afiliados a ETA Sin embargo, las razones específicas de
las divisiones apenas quedaron explicadas. En otra versión sobre los
orígenes de ETA publicada en 1969, Madariaga omitió del todo el
paso de Ekin por el PNV, diciendo simplemente que Ekin adoptó el
nombre de ETA en 1959 Txillardegi haría una vivida descripción
del clima de desconfianza entre Ekin y el PNV. En un momento
dado, fue acusado de ser agente de los «Servicios», pese a que, hasta
entonces, hubiera ignorado la existencia de dicha organización. Más
tarde, llegó a pensar que era bastante probable que los «Servicios» es
tuvieran intentando provocar la desunión en el seno del movimiento
nacionalista^^. En un escrito elaborado en 1971 y destinado a una
más ilustres, parecería indicar una cierta influencia religiosa. Sin embargo, véase
nota 22.
Entrevista del autor con Sabino Arana Bilbao, miembro fundador de ETA.
Vitoria, 16 marzo 1980.
Entrevista del autor con Patxo Unzueta, dirigente de ETA. Bilbao, 13 marzo
1980.
Entrevista del autor con Mario Onaindía, Vitoria, 26 marzo 1980. Onaindía fue
dirigente de ETA a fines de los años sesenta.
El nacionalismo vasco radical 43
religión, se daba una descripción de las luchas nacionalistas en Israel, Túnez e Irlanda,
y se examinaba el movimiento comunista. La versión que ofrecía este libro del movi
miento comunista era a un tiempo de censura, y fascinación por sus métodos de or
ganización {Libro Blanco, pp. 23-24). Esta obra está totalmente reproducida en Do
cumentos Y, vol. 1, pp. 151-298.
«José Antonio Aguirre y lo social», Zutik, abril 1961.
«Leizaola: hombre del destino», Zutik (Caracas), n.° 12, sin fecha.
«La juventud vasca ante el 7 de octubre», Zutik, n.“ 15 (Caracas, sin fecha). ,
46 John Sullivan
cienes que Txillardegi había postulado para dicho frente. El PNV es
taba dispuesto a admitir que habían aparecido nuevas fuerzas desde
la forzada salida ai exilio del gobierno vasco. Sin embargo, seguía in
sistiendo en que estas fuerzas debían procurar su incorporación al go
bierno legítimo, pese a que en 1961 este organismo presentaba el as
pecto de una reliquia fantasmal de un pasado casi olvidado, casi tan
absurdo como el gobierno republicano español en el exilio. N o tenía
atractivo para las personas jóvenes, especialmente tras la muerte del
Lendakari (presidente) Aguirre en 1960. Aguirre era una figura carismá-
tica, y su muerte dejó un vacío que no era posible llenar con facilidad.
Aparte de su activismo, era poco lo que diferenciaba a ETA de
su organización madre durante los dos primeros años de su existen
cia independiente; y el radicalismo de sus publicaciones no iba más
allá de proponer medidas de corte cristiano-demócrata, como eran el
salario mínimo y subvenciones familiares. El panegírico de Aguirre
publicado en Zutik, puso de manifiesto que este tipo de ideas eran
compartidas por ambas organizaciones. Y tampoco la índole de las
acciones de ETA difería de las del PNV, pues ambos se dedicaban a
las pintadas y a la mutilación de los monumentos que conmemora
ban la victoria de Franco en la guerra civil. El compromiso de ETA
con la lucha armada no tuvo consecuencias prácticas hasta julio de
1961, cuando intentó hacer descarrilar un tren que transportaba ve
teranos de la guerra civil a un acto multitudinario para celebrar el 25
aniversario del alzamiento de Franco. Esta proeza, la primera en ga
nar a ETA la atención pública, fue desastrosa para la estructura de la
organización. Gran cantidad de personas fueron detenidas, y muchas
otras escaparon a Francia. Aunque en teoría ETA había adopado un
tipo de organización más cerrada que la de EGI o el PNV, no estaba
preparada para una represión que la dejaría paralizada y desmantela
da. La decisión de hacer descarrilar el tren había sido de Julen Ma-
dariaga, dado que ETA no contaba con una estructura organizativa
que permitiera la toma de semejante decisión de modo colectivo
Exhibiendo una pauta que se repetiría a lo largo de la historia de
ETA, una acción de tipo militar tendría consecuencias desastrosas
para los miembros dedicados a la propaganda o a labores culturales
y educativas. El replanteamiento que se hizo necesario ante la inten
sificación represiva alteraría, a su vez, las ideas políticas de ETA.
Es posible hacerse una idea de la composición social de ETA a
partir de la descripción de las personas entonces procesadas. Los de
tenidos eran predominantemente jóvenes, varones en su inmensa ma-
Entrevista del autor con Ildefonso Iriarte Otermin, uno de los detenidos a raíz
del atentado contra el tren, San Sebastián, 14 julio 1980. «Spain», en New statesman,
3 noviembre 1961.
I vi nacionalismo vasco radical 47
Véase 7.utik (Caracas) (sin fecha), para los detalles sobre los acusados de impli
cación en el atentado contra el tren. Al parecer, la profesión más frecuente entre los
presos era la de «perito industrial».
■*** Jon Nicolás, «Notas a la primera Asamblea», Documentos Y, vol. 1, pp.
522-523.
Entrevista del autor con Sabino Arana, Vitoria, 16 marzo 1980.
Entrevista del autor con Ildefonso Iriarte Otermin, San Sebastián, 24 julio 1980. i
50 John Sullivan
actitud más comprensiva que la del PNV hacia los inmigrantes, aun
que ello la expusiera a la acusación de haberse «españolizado». En la
cuestión, relacionada con la anterior, de qué actitud adopar ante las
fuerzas políticas «españolas», ETA era más papista que el Papa. Con
denaba al PNV por haber luchado fuera de Euskadi en 1937, por ha
ber colaborado en el gobierno republicano español al lado de comu
nistas, por haber realizado pactos con partidos políticos «españoles».
ETA declaraba, por el contrario, que no quería saber nada de acuer
dos como el de Bayona, firmado por el PNV junto a partidos «es
pañoles» en 1945, por el ^ e se aceptó la autonomía vasca en lugar
de la total independencia Entre las diferencias que seguirían sur
giendo entre ETA y el PNV figuraría el rechazo tanto del racismo
del PNV, como de su énfasis en lo folklórico y su disposición a acep
tar la autonomía dentro del Estado español. Diferencias de esta ín
dole habían producido en 1938 la formación de ANV, de tendencia
modernizadora, y del grupo intransigente Yagi Yagi ETA iba a in
sistir en ambos tipos de crítica, en última instancia incompatibles, al
PNV, desde una misma organización.
La renovada oposición del movimiento obrero al régimen fran
quista despertó escaso interés en el seno de ETA durante varios
años ETA defendía, claro está, el derecho de los trabajadores a for
mar sindicatos, pero no consideraba a la clase obrera como agente cla
ve del cambio. Tampoco la izquierda «española» vio a la primera ETA
como aliado potencial, pues entre los obreros de Bilbao y otros cen
tros industriales no despertaban gran interés las actividades de jóve
nes nacionalistas radicales, algo realmente poco sorprendente a la vis
ta del conflicto histórico entre nacionalismo y socialismo. La hosti
lidad hacia el movimiento obrero «español» había constituido uno de
los rasgos más visibles del PNV a lo largo de toda su existencia, y el
Partido Socialista, y en menor medida el Comunista, siempre habían
considerado a los nacionalistas vascos como enemigos. Su pasajera co
laboración durante la guerra civil no constituyó en modo alguno la
base de una alianza permanente. La propaganda de las fuerzas nacio
nales españolas, durante y después de la guerra civil, decía estar lu
chando contra el «separatismo rojo». Lo cierto era que «rojos» y «se
paratistas» eran dos fuerzas distintas en el País Vasco, con diferentes
«A todos los vascos de buena fe». Hoja suplementaria de Zutik, n." 10, abril
1964. Lo que provocó la indignación de ETA fue la insinuación de que se hubiera alia
do a los comunistas.
Véase Capítulo 1, p. 27.
Para un análisis del crecimiento de la oposición al régimen en los años cincuen
ta y principios de los sesenta, véase Luis Ramírez (Luciano Rincón), Nuestros prime
ros veinticinco años (París, 1964), passim.
52 John Sullivan
«La única patria de los vascos es Euskadi», Zutik, (Caracas), n.® 32, agosto 1960.
«Héroes y traidores», Zutik, Aberri Eguna, 1963. «El sentimiento de nacionalidad»,
Zutik (Caracas), n ° 16, 1961.
La adopción de ideas socialistas está relatada en Iñaki Goitia, «Algunas preci
siones sobre Euskadi», Ruedo Ibérico, n.® 25, junio-julio 1970.
El nacionalismo vasco radical 53
Vasconia, p. 339.
Vasconia, p. 340.
Vasconia, p. 382.
” Vasconia, pp. 375-376.
Vasconia, pp. 381-382.
56 John Sullivan
Véase Zutik, n." 34, septiembre 1965, para una descripción de la vida y el ca
rácter de Zabilde.
Entrevista del autor con Sabino Arana, Vitoria, 16 marzo 1980.
«Dinero, dinero y más dinero», Zutik Berriak, septiembre 1964.
«Carta a Iñaki», Zutik, n.°22 (sin fecha, 1964), describe la disputa con una per
sona reacia a contribuir.
« “Patriota” desenmascarado», Zutik. Boletín de noticias, 30-XI-64.
\
60 John Sullivan
José Fernández (Patxi Iturrioz), «Unidad sí, pero... ¿qué unidad?», Zutik, n.° 41
(sin fecha). «Revolución socialista y unidad obrera», en Zutik, n.° 43 (sin fecha).
62 John Sullivan
’ ’ Véase el informe de uno de estos emisarios, «Santi», Oficial a todas las delega
ciones, Bayona, 28-XI-66, en el que describe sus reuniones con una serie de adversa
rios de la Oficina Política, en Documentos Y, vol. 4, pp. 532-534.
Entrevista del autor con Patxo Unzueta, Bilbao, 13 marzo 1980.
Comunicado de expulsión de Mikel en Documentos Y, vol. 5, p. 133.
l-,l nacionalismo vasco radical 65
Entrevista del autor con los militantes de ETA: Iñaki Aramberri, Ondárroa,
19 marzo 1980; Iñaki Sarasketa, dirigente de ETA, San Sebastián, 17 marzo 1980; Pat-
xo Unzueta, Bilbao, 13 marzo 1980.
Examen crítico de las posiciones ideológicas adoptadas por un grupo de militan
tes de ETAy Documentos \\ vol. 5, pp. 275-285.
Viva la revolución nacional, Documentos Y, vol. 5, pp. 327-337.
líl nacionalismo vasco radical 67
Julen Madariaga como único miembro del grupo Ekin que seguía
siendo militante. La razón que dieron para su dimisión fue la cons
tante infiltración «española». Aunque en aquel momento Txillardegi
no criticó la estrategia guerrillera de ETA, él había demostrado ya
convincentemente que una estrategia tercermundista no tenía sentido
en una sociedad industrial. La alianza de Txillardegi con los jóvenes
que pronto se lanzarían a una campaña de violencia, siempre había
sido oportunista. Su clara percepción del carácter de la sociedad in
dustrial le acercaba, en cierto sentido, a la dirección que él había con
tribuido a derribar. Pero su conciencia de que el compromiso con la
lucha de clases, en un país donde eran tan numerosos los inmigrantes
en el sector obrero, llevaba necesariamente al abandono del Frente
Nacional, le forzó a aliarse con los defensores de la lucha armada.
En adelante, Txillardegi participaría en otras alianzas similares, resul
tado de nuevas escisiones de ETA.
Las figuras dominantes de ETA tras la V Asamblea eran Escubi
y Txabi, el menor de los hermanos Etxebarrieta. El mayor, José An
tonio, fue una importante influencia intelectual y uno de los princi
pales colaboradores de Zutik, pero su mala salud le impediría una ac
tuación más activa Krutwig fue elegido para el Comité Ejecutivo
pese a haberse afiliado a ETA hacía sólo unos meses. Pero la direc
ción operativa quedó en manos de Escubi y Etxebarrieta, respalda
dos por jóvenes dirigentes como Patxo Unzueta, estudiante de la uni
versidad de Bilbao y amigo íntimo de Txabi. Los análisis políticos
del nuevo equipo eran muy inferiores al los afinados juicios de Txi
llardegi sobre la base social del nacionalismo, y a las formulaciones
de ETA-Berri sobre el movimiento obrero. Sin embargo, el carácter
confuso y contradictorio de la ideología de ETA no le impediría con
vertirse en un factor crucial de la vida política vasca a fines de la dé
cada de 1960, como resultado de la campaña de lucha armada que co
menzó en 1968.
73
74 John Sullivan
** Entrevista del autor con Patxo Unzueta, Bilbao, 13 marzo 1980. Unzueta fue ele
gido miembro de la Oficina Política de ETA en la V Asamblea.
V Asamblea de ETA, Segunda sesión (actas). Apéndice primero, en Documen
tos Y, vol. 7, pp. 90-93; «El socialismo vasco y el frente nacional», Zutik, n.° 44, ene
ro 1967.
En Ideología oficial de Y, Documentos Y, vol. 7. pp. 98-99, se decía que los
inmigrantes que participaran en la lucha vasca formaban parte del proletariado nacio
nal. Sin embargo, en la medida en que eran cultural y socialmente españoles, contri
buían de modo objetivo a la explotación del pueblo vasco; «El Batasuna Eguna y la
76 John Sullivan
unidad obrera», Zutik, n.° 47, septiembre 1967, planteaba la incorporación al PTV
como una decisión individual.
" Entrevistas del autor con Patxo Unzueta, Bilbao, 13 marzo 1980, e Iñaki Saras-
keta, San Sebastián, 26 marzo 1980.
Para la contribución de Txabi a ETA, véase «Biografía» en Iraultza, n.“ 1, 1968;
para una relación de las actividades de José Antonio Etxebarrieta, véase su necrológica
«H a muerto J. A. Etxebarrieta», Berriak, n.“ 14, febrero 1973.
«Situación económica de España y de Euskadi», Zutik, n.“ 45, en Documen
tos Y, vol. 7, pp. 136-140.
«El socialismo vasco y el Frente Nacional» por Goiri (seudónimo de Txabi), Zu
tik, n.° 44, enero 1967.
Max Gallo, Histoire de l’Espagne Franquiste, 2 vols. (París, 1969), p. 407.
El nacionalismo vasco radical 77
Para la Falange, véase Sheelagh Ellwood, Prietas las filas (Barcelona, 1984), pas-
sim; para el Opus Del, véase P. B., «Significación religiosa, económica y política del
Opus Dei», Horizonte Español 1966, vol. 1.
Para el cambio de actitud de la Iglesia, véase Luis Ramírez (Luciano Rincón),
Nuestros primeros veinticinco años (París, 1964), Capítulo 12, «La rebelión del clero».
Para las críticas de ESBA a ambas ramas de ETA, véase «Estado de excepción»,
Batasuna, n.° 3, sin fecha; para la respuesta de ETA-Berri, véase «Los socialistas vas
cos y el movimiento de liberación nacional». Documentos Y, vol. 5, pp. 304-305.
78 John Sullivan
Entrevista del autor con Elisabet Baztarretxe y Josu Bravo, activistas del PNV
en los años sesenta, Bilbao, 14 marzo 1980.
«Espiral acción-represión», Zutik, n.° 50, diciembre 1968.
«Frente Cultural», Kemen, septiembre-ocubre 1969.
Kl nacionalismo vasco radical 81
Entrevista del autor con Sabino Arana, Iñaki Sarasketa e Iñaki García Arambe-
rri, citadas más arriba. En las acusaciones contra los procesados en Burgos se decía
que eran autores de propaganda y literatura clandestina, además de sus actividades vio
lentas, Burgos: juicio a un pueblo, por M. Castells y F. Letamendía (San Sebastián,
1978), passim.
En «Batasuna; Frente Nacional Vasco», Zutik, n.° 50, diciembre 1968, se sos
tenía que todo el que no aceptara la reunificación de los países vascos español y fran
cés, la vuelta a la lengua vasca y la autodeterminación no tenía derecho a ser conside
rado patriota, o tan siquiera vasco.
La dirección depuesta en la V Asamblea también había comprobado que los tra
bajadores inmigrantes más dispuestos a integrarse en la sociedad vasca no eran por lo
general los más militantes. Entrevista del autor con el dirigente de ETA-Berri, Javier
Ortiz, San Sebastián, verano de 1968.
82 John Sullivan
Entrevista del autor con José María Iriarte (Bikilia), dirigente del Frente Obre
ro en 1969-70, San Sebastián, 17 agosto 1981.
«La huelga de Bandas. Ciento sesenta y tres días de lucha contra el capitalismo
fascista». Horizonte español 1972, 2 vols. (París, 1972), vol. 1, pp. 64-72.
«Espiral acción-represión», Zutik, n.° 50, diciembre 1968.
lil nacionalismo vasco radical 83
Dedicado a los que en silencio cumplen con la más ingrata de las misiones. Do
cumentos Y, vol. 6, pp. 455-509, contiene fórmulas para llevar a cabo sabotajes y con
sejos para la ejecución de acciones clandestinas; «Baserritarrak» y «El confidente», am
bos en Cuaderno Gudarientzat Pakea, Documentos Y, vol. 6, pp. 389-397. Del de
recho de los súbditos a la resistencia. Documentos Y, vol. 6, pp. 433-438.
Diez miembros de Las Cabras fueron sentenciados a prolongadas condenas de
cárcel en junio de 1971. Véase «Consejos de guerra en Burgos», Berriak, n.° 8, 28 ju
lio 1971.
Entrevista con Zumalde en La Voz de España, San Sebastián, 29 y 30 diciembre
1979.
III
84 John Sullivan
Entrevista del autor con Iñaki Sarasketa, San Sebastián, 26 marzo 1980.
«Placa de los caídos destruida por segunda vez» y «Jeeps de la policía quema
dos», ambos en Zutik-Berriak (sin fecba), posiblemente junio 1967.
«Placa de los caídos destruida en Arrásate», «Automóvil de un traidor y cola
borador destruido en Eibar», ambos en Zutik-Berriak, 21 abril 1967.
Entrevistas del autor con Sabino Arana, Vitoria, 16 marzo 1980, e Iñaki García
Aramberri, Ondárroa, 19 marzo 1980.
‘‘‘* «Gasteiz(Euskadi)», Zutik-Berriak, sin fecba, y «Jura de la bandera en Araca»,
Zutik-Berriak, 21 abril 1967.
«Acción-represión en Euskadi», Documentos Y, vol. 7, pp. 518-523.
86 John Sullivan
Entrevista del autor con Sabino Arana, Vitoria, 16 marzo 1980; Manifiesto. Abe-
rri Eguna 1968y Documentos F, vol. 7, pp. 471-477.
Entrevista del autor con Iñaki Sarasketa, San Sebastián, 26 marzo 1980; La Voz
de España, 9 junio 1968; «El primer mártir de la revolución», comunicado de ETA
sobre la muerte de Txabi, Documentos Y, vol. 7, p. 484, y Horizonte Español 1972,
vol. 1, p. 120.
ETA elaboró gran número de versiones sobre la vida y la muerte de Txabi. En
tre ellas figuran «Biografía», Iraultza, 1968, y «Txabi asesinado», Zutik, n.^* 44 (Ca
racas), 7 junio 1968. En «El divorcio de Julieta», Luciano Rincón, amigo de Txabi,
explicaba por qué el País Vasco necesitaba mártires. El País, 10 noviembre 1983.
El nacionalismo vasco radical 87
«Nuestras armas», Zutik, n.“ 49, julio 1968, señalaba las semejanzas entre la
muerte de Txabi y la del Che Guevara. Para la primera reacción de ETA a la muerte
de Guevara, véase «H a muerto el Che Guevara», Zutik, n.° 47 (sin fecha).
«Guipúzcoa estremecida por un horrible crimen». La Voz de España, 3 agosto
1968. K. de Kumbeltz declaró que Manzanas había sido asesinado por sus crímenes
contra el pueblo vasco, particularmente durante la represión que siguió a la muerte de
Txabi. «Hacia una estrategia revolucionaria vasca», Iraultza, n.° 1, 1968, pp. 131-134.
Incluso el PCE se refirió al asesinado como «un acto justiciero». Véase «La lu
cha antifranquista en Guipúzcoa», Mundo Obrero, septiembre 1968. El PNV, lejos de
censurar el asesinato de Manzanas, pareció justificarlo. «Manzanas, una muerte pro
videncial», Gudari, n.“ 48, 1968. Joseba Elósegui, un miembro clandestino del PNV
en los años cuarenta, afirmó que Manzanas había estado implicado en chantajes y ex
torsiones. Entrevista en Ibarzábal (ed.), SO años..., p. 329. Hacía mucho que ETA con
sideraba a Manzanas enemigo del pueblo vasco. Para críticas de su conducta, véase
«Tres asesinos pagados», Zutik, n.° 7, Tercera serie, 1962.
El nacionalismo vasco radical 89
Entrevista del autor con Iñaki García Aramberri, citada más arriba.
Horizonte Español 1962, vol. 1, pp. 121-122.
“ Branka (sin fecha, edición francesa) daba un total de 1.953 detenciones. Docu
mentos Y, vol. 8, p. 226; «Ser joven, delito político», Gudari (1968), n.° 48.
Horizonte Españaol 1972, vol. 1, p. 142.
Horizonte Español 1972, vol. 1, p. 151.
90 John Sullivan
1
El concepto que los dirigentes de ETA tenían sobre el papel de
la clase obrera difería del que, en términos generales, sostiene la teo
ría marxista. Se consideraba que la clase obrera estaba capacitada para
iniciar la lucha, pero no para llevarla hasta su triunfal conclusión sin
ayuda. En un momento dado, los destacamentos militares especiali
zados de ETA tendrían que intervenir, realizando actos de sabotaje
y secuestrando a aquellos empresarios cuyas acciones perjudicaran los
intereses de los trabajadores. Se reconocía que la intervención de ETA
en los conflictos laborales intensificaría la represión contra los obre
ros, pero ello, decían, tendría la virtud de abrirles los ojos con res
pecto al carácter del Estado español, y les animaría a emprender ac
ciones más drásticas En efecto, el proceso que se describía era una
reiteración de la espiral acción/represión/acción inicialmente formu
lada por Krufwig en Vasconia. La fórmula de lucha que presentaba
Zutik 51 guardaba escasa relación con la práctica vigente de ETA, y
no llegó a ponerse en práctica por parte de la dirección que la reco
mendaba. N o se secuestró a ningún industrial ni patrono hasta 1972,
y por entonces ETA se había escindido en organizaciones rivales. Los
que con el tiempo realizarían ese tipo de acciones, calificarían de trai
dores a los autores de Zutik 51. Esta revista tachaba de absurda la
defensa que la izquierda española hacía del derecho de los vascos a
la autodeterminación, porque la autodeterminación, decía, no era algo
que pudiera ser concedido por un futuro gobierno socialista español,
sino que tenía que conseguirse en lucha contra el Estado español. La
crítica que la izquierda «española» hacía de Frente Nacional Vasco
(FNV), al que calificaba de instrumento de la burguesía para dividir
™ «Líneas generales de una estrategia a largo plazo», en Zutik, n.“ 51, marzo 1969.
Ibíd.,
«Unidad obrera», Zutik, n,“ 51, marzo 1969.
Ibíd.
«Un paso hacia la unidad del PTV», Zutik, n.° 51, marzo 1969.
94 John Sullivan
Entrevistas del autor con Sabino Arana, Iñaki Sarasketa e Iñaki García Aram
berri, más arriba citadas.
Entrevista del autor con José Miguel Goiburu (Goiberri), futuro líder de
ETA-V, San Sebastián, 5 agosto 1984. Goiberri, que era oriundo del interior de Gui
púzcoa, tenía diecinueve años en 1969 y llevaba dos años militando en ETA. Goiberri
sostenía que ETA, pese a sus devotos orígenes católicos, bahía sabido responder me
jor que ninguna otra organización a la insatisfacción de los jóvenes ante el represivo
medio católico.
Editorial; «1970, año del Frente Nacional Vasco», en Gudalde, n.“ 3 (sin fecha).
Batasuna, sin fecha ni número.
96 John Sullivan
«Batasuna Eguna», Batasuna, n.° 3; «Batasuna Langile», Batasuna, n.“ 4 (sin fe
cha).
Entrevistas del autor con Bikilia y Patxo Unzueta, más arriba citadas.
El nacionalismo vasco radical 97
Ihíd.
N o existen cifras exactas de afiliados para este, ni ningún otro, período de la
historia de ETA. Sin embargo, algunos militantes destacados afirmaron que en 1970
la organización contaba con varios cientos de afiliados en Bilbao. Entrevistas del autor
con Bikilia, Patxo Unzueta y Ramón Zallo, ya citadas.
B1 nacionalismo vasco radical 99
Horizonte Español 1972, vol. 1, p. 201. ETA se mantuvo más bien desdeñosa
de la jerarquía eclesiástica. Véase «Declaración de los obispos Argaia y Zirarda», en
Zutik (Caracas), n.** 91 (sin fecha). El que Zutik cambiara los nombres de los obispos
Argaya y Cirarda, a su forma vasca de Argaia y Zirarda, ejemplificaba una práctica
acostumbrada.
F. Sarrailh y P. Zugasti, Comentarios y proposiciones ante la próxima asam
blea, Documentos Y, vol. 12, pp. 109-115; Federico, Sobre la situación actual. Docu
mentos Y, vol. 9, pp. 465-474.
Entrevistas del autor con Patxo Unzueta y J. Iriarte, ya citadas.
106 John Sullivan
Para la versión de la dirección interior sobre las sesiones, véase «El desarrollo
de la VI Asamblea», Zutik (ETA-VI), n.“ 52, mayo 1971.
Proposiciones generales. Documentos Y, vol. 9, pp. 430-436.
El nacionalismo vasco radical 107
La versión dada por las Células Rojas de los preparativos, la conducta y resul
tados de la Asamblea, apareció en «Desarrollo de la VI Asamblea», en Saioak, n “ 3
1971.
Federico (Krutwig), Sobre la situación actual (sin fecha, pero probablemente
de septiembre de 1970), Documentos Y, vol. 9, pp. 465-474. Esta declaración conte
nía una nota del Batzar Ttipia (ortografía alternativa de Biltzar Ttipia), en la que afir
maba ser la dirección legítima de ETA.
Manifiesto, firmado por cuatro militantes de ETA y un ex-militante (Beltza),
Documentos Y, vol, 9, pp. 451-452.
108 John Sullivan
J. J. Etxabe, «Carta abierta a todos los militantes de ETA», Kemen (sin fecha).
"■ * Sobre la situación atíual. Documentos Y, vol. 9, pp. 465-474.
El nacionalismo vasco radical 109
' Entrevista del autor con Patxo Unzueta, Bilbao, 13 marzo 1980.
^ Un colaborador del periódico conservador monárquico ABC, comparó este jui
cio ai de la «familia» Manson, que babía cometido una serie de asesinatos en Califor
nia. Citado en Le Monde, 12 diciembre 1970.
111
112 John Sullivan
^ Jean-Paul Sartre sostenía que la lucha de ETA demostraba que los movimientos
de liberación nacional de Argelia y Vietnam podían tener paralelos en las pequeñas na
cionalidades europeas, especialmente en Francia. Sartre afirmaba que Euskadi era una
colonia superexplotada de España, pese a estar muy industrializada. Consideraba, asi
mismo, la inmigración a Euskadi como una consecuencia de política gubernamental,
y creía que los salarios eran menores en el País Vasco que en el resto de España. Jean-
Paul Sartre, prefacio a Gisele Halimi, Le procés de Burgos, traducción española pu
blicada en Zutik ETA-V, n." 61.
■* Max Gallo, Histoire de TEspagne Franquiste, vol. 2, pp. 369-372. Para una ex
posición de las circunstancias que rodearon la muerte de Grimau, véase Jorge Sem-
prún. Autobiografía de Federico Sánchez (Barcelona, 1977), pp. 194-212, y también
Fernando Glaudín, Santiago Carrillo, crónica de un secretario general (Barcelona,
1983), p. 155.
El nacionalismo vasco radical 113
'' /¿ > íd .
lestar del ejército por verse obligado a cumplir una tarea más adecuada para un tribu
nal civil. De Blaye, Franco..., p. 294.
Entrevista del autor con Mario Onaindía, Vitoria, 26 marzo 1980.
«Le Huit dos est prononce au procés de Burgos», Le Monde, 10 dic. 1970.
El abogado de Izco, Etxebarrieta, quiso traer como testigos a los obispos de Bil
bao y San Sebastián. Le Monde, 10 dic. 1970.
Le Monde, 11 dic. 1970.
El nacionalismo vasco radical 121
prensa oficial como protesta ante las versiones de los hechos que se
estaban publicando
Según las autoridades, las protestas estaban manipuladas por los
comunistas. El PCE fue, desde luego, muy activo en toda la campa
ña y, en octubre, emitió una declaración conjunta con ETA-VI con
vocando a la huelga general tan pronto como se iniciara el juicio
Ello supondría una cierta violencia para ETA-VI pues confundió a
los nacionalistas tradicionales, mientras que el grupo escisionista de
Etxabe, que había pasado a autodeterminarse ETA-Askatasuna ala hil
(Libertad o Muerte) lo vio como una prueba más de que ETA-VI es
taba infiltrada por agentes «españoles». La escala e intensidad de las
manifestaciones confirmaron a ETA-VI en su convicción de que la
organización debía centrarse en el futuro en acciones de esta índole
más que en los actos sensacionalistas por los que sus compañeros es
taban siendo juzgados.
Los dirigentes de ETA-VI consideraban que la campaña había
contribuido al logro de dos de los objetivos de ETA —unidad de la
clase obrera y unidad de la nación vasca— dado que tanto los nacio
nalistas conservadores como los socialistas «españoles» habían parti
cipado activamente en la campaña para salvar las vidas de los acusa
dos. Sin embargo, una vez concluido el juicio, la formación del Fren
te Obrero y del Frente Nacional siguió presentando las mismas difi
cultades que anteriormente. La campaña de ETA-VI no se limitó al
País Vasco, pues sus dirigentes comprendieron que el juicio había sus
citado considerable oposición en España y fuera de ella, y se esfor
zaron por buscar apoyo fuera de Euskadi. Allí, ETA-VI montó una
enorme campaña de publicidad por medio de panfletos y folletos,
pese al gran peligro y muchas dificultades que suponía la distribu
ción de propaganda ilegal. En los panfletos de ETA se instaba al pú
blico a que demostrara su apoyo a los encausados poniéndose en huel
ga, no llevando a los niños al colegio, y boicoteando todo tipo de di
versiones. Se pedía a los propietarios de tiendas, bares y estableci
mientos similares que cerraran sus locales En estos panfletos se in
cluían declaraciones de los presos donde no sólo expresaban su vo
luntad de morir por su patria, sino también su compromiso con la
revolución socialista En ocasiones, las apelaciones en favor de los
Véase una entrevista con dos dirigentes de ETA-V realizada por Jean Lacoutu-
rc, «On veut nous tuer parce que nous faisons peur», Le Monde, 16 diciembre 1970.
Más adelante, ETA-V afirmó que Etxabe, que había hecho la declaración antiespaño
la, quería decir que era contrario .al Estado español, no al pueblo español. «Política
del grupo llamado ETA-VI Asamblea», Zutik, n." 60 (ETA-V) (sin fecha).
En una declaración de prensa de ETA-V se decía que el objetivo de salvar las
vidas de los presos se había alcanzado, pese a que por entonces aún no se habían anun
ciado las sentencias. De Blaye, Franco..., pp. 316-17; Le Monde, 26 dic. 1970.
“ Comunicado de la dirección nacional de ETA, Documentos Y, vol. 10, p. 117.
T.n Berriak, n.“ 3, TI enero 1971, ETA-VI afirmó que aprobaba el secuestro como tal,
pero rechazaba el contenido burgués y semirracista que le habían dado los interme
diarios (Monzón y Larrazábal).
El que Berriak no condenara el secuestro fue duramente criticado por una cé
lula de E l A-VI. «Crítica a Berriak», 28 febrero 1971, Kemen (revista interna de ETA-
VI), abril 1971.
128 John Sullivan
Para una descripción de las tensiones creadas por el juicio dentro del ejército,
véase «Le procés de Burgos provoque des divisiones jusqu’s au sein de l’armée espag-
nole», Le Monde, 13 dic. 1970.
” Marcel Neidergang, Le Monde, 29 dic. 1970.
Le Monde, 25 dic. 1970.
La mayor parte de los intentos de conseguirlo se basaban en gran medida en el
estudio de sociología militar realizado por un oficial en activo: Julio Busquets, El mi
litar de carrera en España (Barcelona, 1967), passim.
Le Fígaro, 23 dic. 1970, citado en Salaberri, Sumarísimo..., pp. 255-57.
El nacionalismo vasco radical 131
los capitanes no fueron más que una de las tensiones surgidas entre
las diversas facciones que sostenían al régimen franquista. En 1969,
Franco había nombrado finalmente a Juan Carlos como sucesor, una
decisión a la que se habían opuesto falangistas y carlistas, y había irri
tado a muchos monárquicos que consideraban a Don Juan, padre del
príncipe, como legítimo heredero del trono. La designación de un ga
binete dominado por miembros del Opus Dei desagradó también a
los tradicionales adeptos al régimen, que capitalizaron la complica
ción de algunos miembros de dicha organización en un fraude per
petrado por la compañía Matesa. Todas estas circunstancias se unie
ron para prestar al juicio de Burgos una importancia que apenas po
día preverse cuando se tomó la decisión de celebrarlo.
Las divergencias en el seno del régimen, tan evidentes en las ma
nifestaciones, se airearon también, con cautela, en la prensa española
y de modo más abierto en entrevistas concedidas a la prensa extran
jera. ABC, periódico tradicionalmente monárquico, al describir la
concentración a favor de Franco en la Plaza de Oriente, sostenía que
era prueba de un apoyo prácticamente unánime al Caudillo, y del re
chazo hacia el terrorismo anarquista y el caos Arriba se mostraba
más comedido. Acogía bien la petición de clemencia del Papa, pero
señalaba que estaba actuando de modo escrupulosamente respetuoso
con la soberanía del Estado español, y no deseaba presionar a las au
toridades legítimas El diario católico Ya, se hacía eco de la pos
tura de los obispos, subrayando que manifestaciones y disturbios sólo
beneficiaban a la extrema derecha y la extrema izquierda, y observa
ba que la conferencia episcopal había condenado la violencia viniera
de dónde viniera Una postura tan mesurada era anatema para los
franquistas más ardorosos, según los cuales ponía en un mismo pla
no la violencia de ETA y el legítimo castigo que imponía el Estado
español a los delincuentes. Aunque la mayor parte de los periódicos
mostraban su fuerte desaprobación ante la presión que la opinión pú
blica extranjera estaba ejerciendo sobre el gobierno español, no pe
dían abiertamente que se cumpliera la sentencia de muerte. Aparte
de los grupos fascistas, la derecha estaba, en su mayor parte, dispues
ta, con renuencia, a que Franco ejerciera clemencia.
El 30 de diciembre, Franco firmó la suspensión de las seis penas
The Times, artículo de fondo, 31 dic. 1970, consideró esta suspensión como una
indicación necesaria de la aptitud de España para incorporarse al Mercado Común eu
ropeo.
Le Monde, 1 enero 1971. Cuando el gabinete se reunió el 29 de diciembre, un
reducido grupo de «duros» pidió que se llevaran a cabo las ejecuciones. Pero en este
grupo no figuran ni los ministros de las fuerzas armadas ni Carrero Blanco. De Blaye,
Franco..., p. 321.
El nacionalismo vasco radical 133
' Entrevista del autor con Patxo Unzueta, Bilbao, 13 marzo 1980.
135
136 John Sullivan
^ Véase, «Aprés Burgos l’ETA nous parle», entrevista con tres portavoces de ETA-
VI, Politique Hehdo, 14 enero 1971, Documentos Y, vol. 10, pp. 195-97.
^ La respuesta de ETA-VI a las críticas de los «Milis», Comunicado de aclaración
a la clase trabajadora y el pueblo vasco en general sobre un manifiesto hecho público
hace unos días y firmado por cuatro militantes de la organización, fue extremadamente
acerba con respecto a la personalidad de sus críticos de derechas. Documentos Y,
vol. 9, pp. 460-64.
El nacionalismo vasco radical 137
" «Cuarta conversación», 27 marzo 1971, Documentos Y, vol. 11, pp. 90-91.
Aunque entre los participantes figuraban ELA (sindicato del PNV) y ELA-Be
rri (la nueva ELA) que habían salido del control del PNV después que éste hubiera
firmado una declaración junto a fuerzas «españolas» en 1962, ambas ELAs eran, en la
práctica, grupos políticos, no sindicatos. Véase «José Antonio Ayestarán y la historia
de ELA-STV», en Muga, n.“ 3, febrero 1980.
«Primera conversación», 16 enero 1971, Documentos Y, vol. 11, pp. 88-89.
Informe de la célula de ETA en Bayona, 22 mayo 1971, en Documentos Y, vol.
11, pp. 131-37.
John Sullivan
Para el apoyo del PCE a la participación en las elecciones sindicales véase «Los
trabajadores se disponen a imponer sus representantes». Mundo Obrero, 20 marzo
1971; «Hay que ganar la batalla de las elecciones sindicales». Mundo Obrero, 3 abril
1971; «Ante las elecciones sindicales: la posición de clase», Mundo Obrero, 30 abril
1971; «Primeras impresiones». Mundo Obrero, 30 mayo 1971; «Las elecciones sindi
cales». Una victoria lograda bajo el fuego de la represión. Mundo Obrero, 30 mayo
1971. Para la llamada de ETA al boicot de las elecciones, véase «Lucha dura. Lucha
continua», Berriak, n.“ 6, 12 abril 1971, y «Aprender de los hechos», Berriak, n.“ 8,
28 julio 1971. También «Enlaces y jurados, organizaciones de masas, elecciones sin
dicales» en Zutik (ETA-VI), n.° 52, mayo 1971.
Para los contactos de Areilza con los comunistas y Comisiones Obreras, véase
Fernando Jáuregui y Pedro Vega, Crónica del antifranquismo, vol. 2 (Barcelona, 1984),
pp. 320-23; para su apoyo a la liberalización véase la entrevista en Ramón Chao, Des
pués de Franco, España (Madrid, 1976), pp. 77-83.
El nacionalismo vasco radical 143
Para las críticas de ETA-VI a los intentos del PCE por acordar alianzas bur
guesas, véase «El PCE y su VIII Congreso», Berriak, 13 enero 1973, y «PCE: socia
lismo sin revolución», Zutik, n.“ 58, junio-julio 1973.
Para las críticas de ETA-VI a la estrategia de lucha armada de ETA-V, véase
«ETA-V y el activismo minoritario», Zutik, n.° 57, abril-mayo 1973.
«Preparamos la unidad para los próximos combates», Zutik, n.° 54, diciembre
1971.
144 John Sullivan
I
El nacionalismo vasco radical 145
A. Buendía (Patxo Unzueta) hizo una crítica exhaustiva del electicismo de ETA-
VI en «Notas críticas a; las clases sociales en Euskadi y sus expresiones políticas», Ke-
men, n.° 10, Apuntes de Economía, Lección 11, julio 1972.
Por ejemplo, el PCE(i), un grupo con bastante fuerza en Cataluña, declaró que
el Estado de Excepción de 1969 había sido decidido conjuntamente por Carrero Blan
co y Santiago Carrillo, entonces Secretario General del PCE, con objeto de acabar con
el PCE(i). Citado en Comunismo, 1 abril 1970, p. 14.
148 John Sullivan
Ello fue reconocido por la rama rival —M iyo— de ETA-VI. Véase «Las orga
nizaciones políticas durante la huelga general», en Iruña. Huelga general, 1973 (no se
menciona lugar de publicación).
La breve alusión de Ortzi a los «Minos» en Historia..., p. 389, no explicaba la
rapidez de su caída.
El nacionalismo vasco radical 153
Para una versión crítica de la acción del grupo guerrillero argentino ERP, que
se originó en la Cuarta Internacional, véase Pedro A. Barcia, «Las guerrillas de Ar
gentina», Intcrrogaúom, n.“ 3, enero 1975 (París).
156 John Sullivan
'* «El cónsul alemán puesto en libertad», «ETA y el rapto del cónsul», ambos en
Berriak, n.° 1, dic. 1970.
^ Entrevista del autor con uno de estos activistas (Goiherri), San Sebastián, 5 agos
to 1984. ^
^ Branka fue elaborado por primera vez en 1966 como revista semioficial de ETA,
dirigida por Txillardegi. Véase el informe de Txillardegi al ejecutivo de ETA, Docu
mentos Y, vol. 12, pp. 529-30.
158 John Sullivan
" Entrevista del autor con Goiherñ, San Sebastián, 5 agosto 1984.
Principios de nacionalismo revolucionario. Documentos Y, vol. 12, pp. 20-21.
Ibíd., pp. 18-24.
Notas para una teoría del nacionalismo revolucionario. Documentos Y, vol 12
P- 73.
Ibíd. Los que abogaban por el Frente Nacional propusieron, claro está, esta coe
xistencia entre capital y trabajo.
160 John Sullivan
Entrevista del autor con Jon Querejeta, uno de los participantes en el atentado,
San Sebastián, 30 julio 1984.
Fines y Medios, suplemento de Iraultza, noviembre 1970, passim.
La versión de Zutik elaborada por ETA-V llevaba el número 57, aunque el úl
timo número publicado antes de la escisión había sido Zutik 51, salido en la primavera
de 1970. ETA-VI publicó Zutik, n.“ 52, en mayo de 1971.
El nacionalismo vasco radical 161
«Análisis y crítica del trabajo titulado: Notas sobre el problema nacional», Zu
tik (ETA-V), n.” 58.
«Comunicado de ETA al pueblo vasco y a la opinión pública mundial», Zutik
(ETA-V), n." 58.
«El proceso de la descentralización», J.-P. Sartre, Zutik (ETA-V), n." 61 (sin fe
cha).
«Política del grupo llamado ETA-Vl Asamblea», Zutik (ETA-V), n.° 60.
Ibíd.
Ihíd.
162 John Sullivan
Para las esperanzas de ETA de que se le incorporara EGI en 1970, véase A to
dos los Makos, Documentos Y, vol. 9, pp. 368-70.
En Carta enviada por ETA a los medios de difusión, prensa y radio, la organi
zación aceptó la responsabilidad del secuestro de Zabala. Documentos Y, vol. 12, pp.
373-74.
«Nous avons enleve Zabala, Porquoi» Zutik, n." 63 (edición francesa), enero
166 John Sullivan
1972, Documentos Y, vol. 12, pp. 367-69. La justificación más razonada del secuestro
de Zabala dada por ETA fue la contenida en España unida en la represión, un panfleto
sin firma y sin fecha, Documentos Y, vol. 15, pp. 56-58.
Al lY Congreso de los estudiantes kurdos. Intervención de ETA, Buscarest, fe
brero 1972, Documentos Y, vol. 12, pp. 379-82. Una declaración conjunta de Al-Fat-
ha, ETA y el Partido Demócrata Kurdo elaborada en ese mismo congreso, pedía la
creación de un frente mundial de los pueblos oprimidos contra el imperialismo, el ca
pitalismo y el sionismo. Communique Commun, Documentos Y, vol. 12, pp. 383-84.
Véase la declaración contraria al Mercado Común, firmada conjuntamente con el IRA
y el Ejército Republicano Bretón (FLB) en abril 1972. Communique, Documentos Y,
vol. 12, p. 396. Comunicado de apoyo a la lucha del pueblo uruguayo y a su vanguar
dia revolucionaria de los Tupamaros (sin fecha), Documentos Y, vol. 12, p. 446. Ma
nifesté de soutien a la revolution Irlandaise, Documentos Y, vol. 12, pp. 467-
La teoría colonialista de Beltza fue atacada en un documento interno: íQ «é es
ETAf, Documentos Y, vol. 15, pp. 31-38, y defendida en Notas a ¿Qué es ETA?, D o
cumentos Y, vol. 15, pp. 38-41.
Liberación nacionale internacionalismo (sin fecha), Documentos Y, vol. 15, pp.
117-25.
El nacionalismo vasco radical 167
«Acciones militares de ETA en 1972», Hautsi, n.° 2, 1973, ofrece una relación
de las actividades militares de ETA durante aquel año.
Ibtd.
Comunicado de ETA al pueblo trabajador vasco. Documentos Y, vol. 12, pp.
412-14. «El pueblo vasco contra el sindicato vertical español», Hautsi, n.“ 2, 1973.
Comunicado de ETA ante los últimos acontecimientos. Documentos Y, vol. 12,
p. 441.
Ibíd.
El nacionalismo vasco radical 169
La mayoría de los miembros del Frente Obrero, que se separó de ETA en 1974,
describían la dominación del Frente Militar. Sugarra, n.“ 1, 1975, passim.
Para una crítica de la orientación del Frente Militar hecha por un militante anó
nimo de ETA-V, véase Comentario a «La lucha armada» (sin fecha). Documentos Y,
vol. 16, pp. 379-81.
Amigo, Pertur..., p. 53. «Extracto de las conclusiones de la reunión nacional del
F.O. sobre la no celebración del VI B.N .A .», Kemen, n.,“ 1, 1974.
La Asamblea adoptó una serie de tesis, que fueron resumidas en la declaración
pública de ETA: A la clase trabajadora y al resto del pueblo vasco. Documentos Y,
vol. 15, pp. 161-62.
174 John Sullivan
179
180 John Sullivan
del BT sobre la crisis obrerista», Kemen, n.° 3, sept. 1974, Documentos Y, vol. 15,
pp. 303-5.
^ «Langille Abertzale Iraultzaileen Alderdia (LAIA). «Por qué de su creación», Su-
garra, n." 1, 1975.
^ Entrevista del autor con J. M. Larrazábal, miembro del ejecutivo de LAIA, San
Sebastián, 8 marzo 1980. «Por el protagonismo obrero», entrevista con el portavoz de
LAIA, Punto y Hora, 10-16 marzo 1977.
^ Marcel Neidergang, «La succession de Carrero Blanco», Le Monde, 1 enero
1974.
182 John Sullivan
que se repitió en 1975. La prensa del PNV sostuvo que las visitas de
Leizaola eran clandestinas pero a los miembros de ETA-V les pa
recía poco probable que no se hubiera concedido permiso de entrada
en España a Leizaola, ya entrado en años. Las esperanzas abrigadas
por los dirigentes del PNV de una pacífica disolución del régimen
franquista que dejara margen para la concesión de libertad a los vas
cos, fueron alentadas por ciertas muestras de liberalización de algu
nos sectores del régimen. Por ejemplo, a fines de 1974, los represen
tantes en Cortes por el tercio familiar de las provincias vascas anun
ciaron que iban a solicitar la devolución a Guipúzcoa y Vizcaya de
los privilegios encarnados en los Conciertos Económicos, retirados
en 1937 como acto punitivo por haber apoyado a la República La
actitud de los líderes de ETA-V ante estos acontecimientos fue reci
birlos como victorias parciales, conseguidas por la lucha, y la de re
celar de cualquier intento de llegar a un acuerdo que no implicara la
concesión de total libertad a Euskadi.
Dado que los dirigentes de ETA-V creían que los cambios ope
rados se debían a una combinación de la acción de masas y de su pro
pia lucha armada, se sintieron animados a intensificar su campaña.
Los jefes de la organización comprendían que la situación había cam
biado, y que ese activismo de masas que siempre habían considerado
necesario, ya se estaba produciendo. Sin embargo, a diferencia de la
mayoría de la oposición, los líderes de ETA-V no aspiraban a utili
zar la acción de masas como palanca para forzar al gobierno a hacer
concesiones. Por el contrario, vieron la política vacilante del gobier
no Arias como un indicio de la debilidad del régimen, lo cual am
pliaba el alcance de la lucha armada, lejos de constituir un motivo
para abandonarla. Cuando varios de sus militantes fueron muertos,
heridos o capturados en choques con la policía, se endureció la pos
tura de los dirigentes de ETA-V. Un ejemplo de esta nueva y más
intransigente actitud se manifestó en abril de 1974, cuando un mili
tante de ETA-V disparó y mató a un cabo de la Guardia Civil, Gre
gorio Posadas, en Azpeitia, Guipúzcoa
Por lo general, los policías muertos a manos de militantes de
ETA-V hasta aquel momento habían caído víctimas de encuentros
con comandos de ETA, que intentaban cruzar la frontera para no ser
arrestados. Las principales excepciones habían sido los asesinatos pre
Entrevista del autor con Kepa Aulestia, San Sebastián, 31 julio 1984.
Ibíd.
«Editorial», Hautsi, n.“ 5, julio 1974.
Para la reacción de ETA-V a los sucesos de Portugal, véase «Golpe de estado
en Portugal», Hautsi, n." 5, julio 1974. Para la reacción de la ultraderecha, véase «In
dochina y Portugal», Fuerza Nueva, 31 mayo 1975, y «Portugal E o futuro imperfec
to», Fuerza Nueva, 19 abril 1975.
186 John Sullivan
Ibíd.
Planteamiento del grupo escindido. Análisis y crítica. Documentos Y, vol. 15,
pp. 312-21.
Zutik Agiri (sin número ni fecha). ETA-M siguió utilizando el título de Zutik
para su revista. ETA-PM utilizó el de Hautsi, anteriormente órgano del Frente Cul
tural, para su principal revista.
Ibíd.
Los motivos de ETA-M para no intentar un reclutamiento amplio aparecieron
en «Complemento a nuestras posiciones políticos expresadas», Zutik, n.“ 65, agosto
1975.
El nacionalismo vasco radical 189
«Unas sugerencias para nuestras estructuras», Kemen, n." 2 (sin fecha). Docu
mentos Y, vol. 15, pp. 282-83.
190 John Sullivan
tico-miütar», ambos en Aemen, n.“ 5, abril 1975, Doc«weníos K, vol. 17, pp. 318-28.
Comunicado de la segunda parte del Sexto Biltza Nagusi de ETA, Documen
tos Y, vol. 17, pp. 302-4.
La ORT, que se había originado en una organización jesuíta para obreros, era
muy fuerte en Navarra.
Para el programa adoptado en el primer congreso de ESB en 1977, véase ESB
- Un programa socialista para la autonomía de Euskadi (Bilbao, 1977), passim; entre
vista del autor con Ildefonso Triarte Ortemin, antiguo militante de ETA y ESB, San
Sebastián, 24 julio 1980. Para el origen de ESB, véase «José Antonio Ayustarán y la
historia de ELA-STV», Muga, n.° 3, feb. 1980.
192 John Sullivan
Para una manifestación sobre la necesidad de que las fuerzas abertzales se unie
ran contra los partidos «españoles» de derecha e izquierda, véase «Batasuna —un cla
mor popular», Garaia, 9-16 sept. 1976.
Entrevista con ei dirigente de ESB, Carlos Caballero, Eugenio Ibarzábal, Eus-
kadi. Diálogos en torno a las elecciones (Zarauz, 1977), pp. 141-55.
En lenguaje de ETA, un activista «legal» era el que llevaba una vida aparente
mente normal y utilizaba su propio nombre.
El nacionalismo vasco radical l‘«
Luis C. Núñez, La sociedad vasca actual (San Sebastián, 1977), p. 128. Miguel
Casiclls, Radiografía de un modelo represivo (San Sebastián, 1982), p. 82.
' ’ Información mensual (IM), junio 1975. IM era la revista del Partido Carlista.
«Situación política en Euskadi Sur. B —La organización politicomilitar», Zutiky
n.” Íi5 (ETA-M), agosto 1975.
196 John Sullivan
«Tesis sobre LAB», Kemen, n.“ 6, 1975, Documentos Y, vol. 17, pp. 364-371.
Organización de masas LAB (sin fecha), Documentos Y, vol. 17, pp. 403-6.
«La Junta Democrática de España», Información Española, 119, sept. 1974. Para
las dudas de Calvo Serer sobre las posibilidades de que el Príncipe Juan Carlos se con
virtiera en un rey aceptable para todos los españoles, o simplemente fuera el heredero
de Franco, véase «Juan Carlos aprés son pére», Le Monde, 29 enero 1974.
En octubre de 1974, en un congreso celebrado en Suresnes, Francia, el PSOE
había depuesto a su antiguo Secretario General, Rodolfo Llopis, y lo había substitui
do por Felipe González, un joven abogado de Sevilla. Para una exposición del renacer
del PSOE, véase «The Spanish Socialist Party 1939-76», por John L. Hollyman, M. A.
Thesis, Universidad de Reading, 1976, passim.
Carrillo siguió defendiendo el derecho de los vascos a la autodeterminación.
Véase Santiago Carrillo, Demain l’Espagne (París, 1974), p. 202.
198 John Sullivan
cesivamente limitada para constituir una alianza viable, pero todo in
tento de procurar la alianza con la izquierda «española» o la derecha
nacionalista tenía por fuerza que quebrantarla. Y, sin embargo, las
alianzas eran necesarias si se quería que las fuerzas nacionalistas de
izquierda tuvieran algún papel en la negociación de la transición a la
democracia. Las coaliciones serían también una parte esencial de toda
futura participación en las elecciones.
La necesidad de formar un bloque nacionalista de izquierdas se
intensificó en diciembre de 1975, cuando el PCE consiguió formar
un equivalente local de la Junta —la Asamblea Democrática de Eus
kadi (ADE)— que contaba con el favor de algunos intelectuales no
alineados anteriormente en el PCE. La Asamblea dirigió una petición
al gobierno vasco en el exilio para que se convirtiera en una institu
ción representativa. Esta petición no fue bien acogida por el PNV,
que consideró la Asamblea como un intento de socavar la autoridad
del gobierno en el exilio El modesto éxito de la Asamblea fue ori
gen de conflictos para la ORT y el M CE, principales grupos maoís
tas del País Vasco. Ambos habían apoyado a la Plataforma del PSOE
frente a la Junta del PCE. El M CE, en un esfuerzo por contrarrestar
el peso del PCE, había iniciado la formación de Euskadiko Herrikoi
Batzar (Asamblea del Pueblo Vasco), que también contaba con el res
paldo de la ORT y ETA-PM. En la Asamblea no se incluyeron re
presentantes de Navarra y, exclusivamente por este motivo, resultó
inaceptable para la mayoría de los nacionalistas La dirección del
PCE sabía que si admitía las pretensiones sobre Navarra del nacio
nalismo vasco se ganaría la hostilidad de unas fuerzas con las que pro
curaba coaligarse en otros lugares de España. N o obstante, la exclu
sión de Navarra de la Asamblea representó una debilidad que supie
ron aprovechar sus rivales tanto de izquierdas como de derechas. Los
líderes de ETA-PM intentaron competir con el PCE proponiendo
una alianza en la que figuraran las fuerzas que componían KAS y las
que formaban la izquierda española. Semejante alianza era inacepta
ble para la dirección de ETA-M, que quería ver a KAS convertida en
un frente de todos los abertzales. Si el proyecto de crear una alianza
vasca de izquierda, incluyendo grupos «españoles», hubiera prospe
rado, ETA-M habría quedado aislada.
ETA-PM tenía necesidad de aliados para fines específicos e inme-
pañolas» y nacionalistas en «La coyuntura que puede ser decisiva», Hautsi, n.° 9, feb.
1976.
™ «Habla el PNV», Cambio 16, 12-25 enero 1977.
La Asamblea Democrática fue criticada por los portavoces de ETA-PM y el
PNV en Cambio 16, 19-25 enero 1976. Para las críticas de ETA-M, véase «Las Asam
bleas Democráticas del PC del “País Vasco” », Zutik, n.“ 66 (ETA-M), marzo 1976.
200 John Sullivan
«Nos pueden matar en cualquier momento», Hautsi, n.° 6, sept. 1975. Cam
bio 16, 15-21 sept. 1975.
«Txiki condenado». Cambio 16, 29 sept.-5 oct. 1975.
Javier Sánchez Erauskin, Txiqui-Otaegi - El viento y las raíces (San Sebastián,
1978), pp. 7-187.
«Juan Paredes Manot, Txiki», Hautsi, n.° 7, oct. 1975.
«Tupa Otaegi Zutik», Hautsi, n." 6, sept. 1975; «Euskadi otra vez en pie»,
Hautsi, n.° 7, oct. 1975.
El nacionalismo vasco radical 201
se a apoyar una huelga general en todo Euskadi. Era ésta una acusa
ción que no podía dirigirse contra los grupos a la izquierda del PCE,
en especial el MCE, cuya actuación fue importante a la hora de mo
vilizar un apoyo considerable para la huelga general que se produjo
los días 29 y 30 de septiembre, como protesta contra las ejecuciones.
Los esfuerzos de ETA-PM tuvieron menores resultados ya que, al
igual que otras organizaciones nacionalistas, no disponía de la base
industrial del MCÉ, que en algunas zonas de Guipúzcoa estaba a la
altura de la del PCE. Franco murió el 20 de noviembre, menos de
dos meses después de la ejecución de militantes de ETA y el FRAP.
El rey Juan Carlos, al subir al poder, concedió una amnistía parcial.
El gesto tuvo buena acogida, pero la impresión general entre la opo
sición era que el rey iba a ser prisionero del sistema.
En una declaración de ETA-PM se afirmaba que, cualesquiera que
fueran sus intenciones personales, el rey sería una marioneta en ma
nos de la extrema derecha, un prisionero de las instituciones fran
quistas, opinión que compartía el PCE Pese a todo, la muerte de
Franco despertó esperanzas de cambio, y generó un movimiento a fa
vor de la amnistía total en que participaron cientos de miles de per
sonas. En el País Vasco, donde era mayor la proporción de presos
políticos que en ninguna otra región, la campaña tuvo particular fuer
za, y fueron detenidas muchas personas por tomar parte en manifes
taciones en pro de la amnistía. Los términos de la amnistía también
alcanzaban a los refugiados políticos. En marzo de 1976, 848 refu
giados, 839 de ellos vascos, fueron informados de que podían volver
a España ya que no serían procesados Con todo, fueron muchos
los que optaron por no hacerlo, temerosos de sufrir de la persecu
ción policial. En julio de 1976, se otorgó una segunda amnistía en vir
tud de la cual iban a quedar en libertad la mayor parte de los presos
políticos de España. La mayoría de ellos habían sido condenados por
acciones pacíficas. Los sucesivos decretos de amnistía dejarían en li
bertad a casi todos, aunque muchos miembros de ETA, condenados
por acciones de tipo violento, permanecieron en la cárcel. En conse
cuencia, a comienzos de 1977, la campaña de amnistía se fue centran
do progresivamente en el País Vasco, donde alcanzó niveles de mo
vilización de masas sin precedentes.
Al salir de la cárcel, los miembros de ETA eran acogidos con enor
mes manifestaciones de bienvenida, y se incorporaban a la campaña
Véase Sabino Arana, «Amnistía total y ahora», Zutik (LCR), n.° 89, 18 mayo
1977. Arana había cumplido más años de cárcel que ningún otro por sus actividades
en ETA.
Cambio 16, 26 marzo 1977.
«Nuestra opción estratégica: la unidad abertzale popular, los comités abertza
les», Hautsi, n.° 9, feb. 1976.
I íl nacionalismo vasco radical 203
«La vuelta a la violencia», Cambio 16, 26 enero-1 feb. 1976 y «Secuestrado por
error». Cambio 16, 1-7 marzo 1976. ETA respondió a estas críticas en «Arrásate»,
Hautsi, n.° 10, marzo 1976.
Cambio 16, 19-25 abril 1976.
Cambio 16, 26 abril-2 mayo 1976.
«Berazadi, una aclaración necesaria», Hautsi, n.“ 13, julio 1976. ETA-PM pre
sentó su justificación para cobrar el «impuesto revolucionario» en «Sobre el impuesto
revolucionario», Hautsi, n.** 6, sept. 1975.
r,l nacionalismo vasco radical 205
Entrevista del autor con el miembro del Comité Ejecutivo de LAIA, J. M. La-
rrazábal, San Sebastián, 8 marzo 1980.
Sobre socialismo abertzale, marxismo nacional vasco e introducción al partido
político. Documentos Y, vol. 18, pp. 129-54. También, Sobre nacionalismo revolucio
nario, socialismo abertzale y marxismo nacional vasco por Tomás Goikoetxea (Gaur-
hauts), Hendaya, 1976. Entrevista del autor con Tomás Goikoetxea, San Sebastián, 10
agosto 1981.
Arregi, Memorias del Kas 1975-78, passim. Arregi fue uno de los principales
promotores del intento de formar un partido de izquierda nacionalista.
Ihíd., pp. 39-40.
208 John Sullivan
Otsagabia, p. 120.
Ibíd., p. 124,
El nacionalismo vasco radical 209
Entrevistas del autor con Tomás Goikoetxea, San Sebastián, agosto 1984; Kepa
Aulestia, San Sebastián, 31 julio 1984; Goiherri, San Sebastián, 5 agosto 1984. Véase
también «El oligarca y los adolescentes». Cambio 16, 4-10 julio 1977.
«Araluce Villar ejecutado», Zutik, n.° 67, nov. 1976; «Muerte en Guipúzcoa»,
Cambio 16, 11-17 oct. 1976.
Las personas con puestos importantes en la administración de Vizcaya eran
más burguesas. Véase Elena Mariezcurrera, «La clase dirigente de Vizcaya durante el
franquismo», Saioak, año 5, n.° 5, 1985.
‘ Para la alegación de que Araluce estaba implicado en las muertes de Monteju-
rra, véase «Interpelación “Montejurra” », Garaia, 20-27 enero 1977.
' Para Areilza véase entrevista en Chao, Después de Franco, España, pp. 77-83.
H1 nacionalismo vasco radical 211
«Anexo 5. Cara a las elecciones, posición de ETA-M », Kemen, n.° 10 (sin fe
cha). ETA-PM publicó la declaración de ETA-M en su revista, Kemen, como contri
bución al debate.
«Anexo 7 E. Naturaleza de las elecciones en un estado burgués en general y
en el estado español actual en particular», Kemen, n.° 10 (sin fecha).
Portell, Euskadi..., pp. 9-11, para la exposición de las peticiones de colabora
ción que le hizo el gobierno. Para su anterior obra véase José María Portell, Los hom
bres de ETA (Barcelona, 1974), passim.
El nacionalismo vasco radical 215
«Secuestro de Ibarra», Cambio 16, 30 mayo-5 junio 1977. Véase A la dase tra
bajadora y a todo el pueblo de Euskadi en Documentos Y, vol. 18, pp. 526, para la
declaración de los Bereziak en que se hacían responsables del secuestro.
«Sobre la ejecución de Ibarra», 2utik (ETA-M), n.” 68, julio 1977.
Un portavoz de ETA-PM manifestó que 30 de los 65 miembros de los Bere
ziak que se habían escindido de ETA-PM se habían afiliado a ETA-M. ETA-M afir
mó que la mayoría se les había incorporado, trayendo consigo sus armas. Deia, 27
dic. 1977. Apala, la figura más conocida de los Bereziak, tenía 22 años. «El oligarca y
los adolescentes», Cambio 16, 4-10 julio 1977.
«La oligarquía española en Euskadi ante las elecciones», 2utik (ETA-M),
n.“ 68, julio 1977.
218 John Sullivan
Entrevista del autor con Tomás Garaikoetxea, San Sebastián, 10 agosto 1981.
Diario Vasco, 17 junio 1977. Véase Luis C. Núñez, Euskadi Sur electoral (San
Sebastián, 1980), passim, para un anáisis de las elecciones desde 1977 a 1979.
220 John Suliivan
los años sesenta, como eran Sabino Arana, Iñaki Sarasketa y Andoni
Arrizabalaga, permanecieron como miembros de LCR-ETA VI, pese
al escaso apoyo popular con que contaba este grupo. La dirección de
EIA estaba formada por personas de clase media baja y aunque al
gunos de ellos, como Mario Onaindía, mostraba dotes literarias, no
tenían capacidad para formular planteamientos políticos que estuvie
ran a la altura de los de Unzueta, de ETA-VI, o Del Río, del MCE.
Los resultados electorales fueron decepcionantes para los dirigentes
de ETA-M, cuya llamada al boicot había sido un fracaso. Pese a que
la abstención fue más alta en Guipúzcoa que en el conjunto de E s
paña, no se produjo un boicot nacionalista de las mismas proporcio
nes que durante el referéndum de 1976. Con el tiempo los líderes de
ETA-M llegarían a comprender que la participación en las elecciones
eran parte necesaria de la lucha nacionalista. Pero para entonces, la
ruptura con ETA-PM/EIA sería demasiado profunda para poder en
mendarse. Cuando ETA-M acabó aceptando la necesidad de cons
truir un frente electoral, fue como rival, y no como aliada, de ETA-
PM/EIA.
Capítulo 7
DE LAS ELECCIONES A LA CONSTITUCION
(junio de 1977-diciembre de 1978)
221
222 John Sullivan
^ Para el juicio que merecía al MCE la coalición EE, véase Josetxo Fagoaga, «Diez
años luchando por la unidad del pueblo», Iraultza, n.’’ 1, febrero 1980; los esfuerzos
del MCE por convertir EE en una fuerza política estructurada fueron infructuosos.
En una reunión de EE en Zarauz (Guipúzcoa), Iturrioz pidió que la coalición inten
tara la incorporación de nuevas fuerzas. Egin, 22 nov. 1977.
^ Los motivos de ETA-M para pedir la abstención aparecieron en ETA frente a
las elecciones legislativas^ Documentos Y, vol. 16, p. 139; el grupo de los Bereziak
negó que se hubiera dado una amnistía total. Véanse sus declaraciones, Por la autén
tica amnistía total y Euskadi Alde Bietan Amnistía, ambas fechadas el 6 de julio 1977,
Documentos Y, vol. 18, pp. 514-18.
I I nacionalismo vasco radical 223
res del pasado, cuando los activistas militares habían actuado de ma
nera arbitraria, no se repitieran. Un alto nivel de educación política
no parecía realmente suficiente para evitar que los militantes arma
dos desoyeran las decisiones de la dirección política, como tantas ve
ces habían hecho anteriormente. Sin embargo, se creía que EIA, fun
damentada como estaba en un modelo marxista-leninista inspirado
por la Internacional Comunista, gozaría de una enorme autoridad.
En la práctica, resultaría difícil reconciliar las convicciones marxistas
de los líderes de ETA-PM con un contexto social que, en las zonas
nacionalistas, generaba fuertes simpatías por el partido fundado por
los héroes de ETA, pero no favorecía el aumento de su influencia en
el movimiento obrero.
Fueran cuales fueran las justificaciones teóricas de la pervivencia
de ETA-PM, había sólidas razones de tipo práctico para ello. De ha
berse disuelto ETA-PM, el prestigio de la lucha armada habría sido
monopolizado por ETA-M y las fuerzas agrupadas a su alrededor,
lo cual habría sido en detrimento de EIA. Interesaba a los dirigentes
de ETA-PM y EIA que la política nacionalista radical no quedara en
manos de las tendencias conservadoras y chauvinistas que iban con
formándose en torno a Monzón y Txillardegi, pero las tensiones exis
tentes entre las ramas rivales de ETA no eran cuestión que fuera bien
comprendida por muchos de los que se sentían identificados con su
lucha. En el período posterior a las elecciones se produjo un senti
miento de solidaridad entre los nacionalistas que abarcó incluso a los
adeptos al PNV. Esta atmósfera de compañerismo quedó manifiesta
en un acto político convocado por EIA el 29 de julio de 1977 para
conmemorar el primer aniversario de la desaparición de Pertur. Mi
guel Castells, fracasado candidato parlamentario por EE, definió la
actitud de EIA hacia los inmigrantes, declarando que el partido no
les pedía que renunciaran a su propia cultura, ni que aceptaran la cul
tura vasca. Todo lo que ETA quería era que se unieran a la lucha por
la libertad de Euskadi. El discurso de Castells fue muy aplaudido por
un público mayoritariamente nacionalista . Durante este acto, los úl
timos presos de ETA puestos en libertad — exilados en diversos paí
ses europeos— subieron al estrado acompañados por el disidente y
ex senador por el PNV, Telesforo Mozón. Estos hombres, los céle
bres «extrañados», habían regresado ilegalmente a España, creando
confusión en las autoridades que ignoraron su presencia en el país.
Monzón, que salió por entonces de una relativa oscuridad, había
acompañado a los presos en varias manifestaciones. Para aquel pú-
^ Observación personal del autor. Castells repitió sus planteamientos sobre la pos
tura ante los inmigrantes en su artículo «Los estereotipos», Deia, 11 nov. 1977, donde
rechazaba la acusación de que ETA y sus partidarios fueran racistas.
226 John Sullivan
venes les siguió, tras un choque con los ordenanzas. Una vez dentro,
colgaron una pancarta en el balcón en la que se leía: «ETA, el pueblo
está contigo», mientras que fuera los atacantes destruían todos los car
teles con los que no estaban de acuerdo
Los estupefactos afiliados de los partidos convocantes de la ma-
nitestación celebraron una asamblea inmediatamente después. Moti
vo de especial irritación era que hubiera personas llevando pancartas
de ESB y EIA entre los contramanifestantes, habiendo sido estos par
tidos promotores de la primera marcha. Estos incidentes colocaron a
LIA en una difícil posición, y al día siguiente anunció que iba a ini
ciar una investigación para descubrir si alguno de sus miembros ha
bía sido partícipe en los actos violentos. Los parlamentarios de EIA,
1.etamendía y Bandrés, denunciaron estos ataques y expresaron su so
lidaridad con los compañeros del PSOE y el PNV. También ESB con
denó la violencia, si bien con alguna renuencia. La izquierda «espa
ñola» reaccionó a este ataque a sus representantes con indignación.
El diputado por el PSOE Enrique Múgica hizo una declaraciones a
la prensa responsabilizando de ello a un «consumado actor». Mon
zón, a los antiguos presos y a unos «grupos de fanáticos llamados
KAS y ESB que quieren desestabilizar el país» " .
Monzón y los «extrañados» también condenaron la violencia,
pero en una reunión celebrada en Vitoria hicieron responsables a los
organizadores por haber alterado la ruta acordada para la marcha, y
prohibir las consignas a favor de ETA y la independencia La irri
tación que produjo esta limitación en las consignas y la fuerte pre
sencia de encargados del orden (la policía no hizo acto de presencia
en ningún momento), pudieron ser los incidentes específicos que de
sataron la ira de los contramanifestantes. Pero la causa general de su
malestar era que los partidos moderados, que en su opinión tan poco
habían contribuido a la lucha antifranquista, estaban abandonando la
campaña pro amnistía después de haberse beneficiado de los esfuer
zos de ETA. Esta manifestación fue un momento decisivo tanto para
ETA como para ESB. El papel desempeñado en ella por EIA había
sido ambiguo. Pese a que varios de los «extrañados» que marchaban
con Monzón eran destacados miembros de EIA, las fuertes críticas
de su partido a lo ocurrido eran indicio de la dirección moderada y
parlamentaria que estaba adquiriendo Por el contrario, ESB, que
en junio de 1977 era claramente un partido socialdemócrata, seguiría
Egin, 15 mayo 1978. Entrevista del autor con Tomás Goikoetxea, más arriba ci
tada.
Un portavoz de EE sostuvo que el proyecto preautonómico era un paso válido
hacia la independencia vasca. Egin, 26 nov. 1977.
Comunicado de HASI, Egin, 4 enero 1978.
Iñaki Martínez, dirigente de EIA, respondiendo a críticas de HASI, mantenía
que el estatuto de autonomía era una etapa necesaria en la lucha por la libertad de los .
vascos, Egin, 12 enero 1978.
Deia, 9 sept. 1977.
230 John Sullivan
Ibíd.
Ib id.
232 John Sullivan
Entrevistas del autor con los portavoces de EIA, agosto 1977. Las ideas de EIA
sobre la relación entre un partido revolucionario y una organización de masas fueron
formuladas en «Acerca de nuestra política a nivel de movimiento obrero», Kemen,
n." 11, Anexo 5, feb. 1977.
Egin, 13 oct. 1977. Para la versión de Letamendía sobre las disensiones en el
seno de EIA, véase Ortzi, El no vasco a la reforma, vol. 1 (San Sebastián, 1979), pp.
130-40; el portavoz de EIA Iñaki Martínez quitó importancia a los rumores de desa
cuerdo dentro del partido. «Rumores de crisis en EIA », Deia, 26 junio 1978. N o se
llevó a cabo ningún debate abierto sobre las divergencias de EIA. Por ejemplo, Leta
mendía anunció en julio de 1978 que había dejado de ser miembro de EIA, Egin, 27
julio 1978, pero no se dio de baja oficialmente hasta enero de 1979. «Por qué nos va
mos», Egin, 6 marzo 1979, es una defensa de los partidarios de Letamendía.
234 John Sullivan
Véase Apéndice 3.
Entrevistas del autor con Mario Onaindía, Vitoria, 26 marzo 1980; Enrique Ca
sas, San Sebastián, 31 marzo 1980; J. M. Larrazábal, San Sebastián, 8 marzo 1980; y
Angel García (dirigente del PSOE), San Sebastián, 30 marzo 1980.
El nacionalismo vasco radical 249
clarando que KAS era una reliquia del pasado ” , mientras seguían
proclamando su deseo de formar parte de una alianza electoral de iz
quierda nacionalista. Con todo, aún quedaban puntos de coinciden
cia entre EIA y los restantes partidos abertzales. Por ejemplo, todos
estaban unidos en su oposición a los elementos centralistas del ante
proyecto de la Constitución, que se debatió en las Cortes a lo largo
de 1978. Los representantes parlamentarios de LIA, Letamendía y
Bandrés, propusieron unas enmiendas que habrían permitido la in
dependencia vasca Sin embargo, el compromiso de LIA con una
Euskadi independiente no evitó las divergencias entre las fuerzas
agrupadas en torno a ETA-PM /EIA por una parte, y ETA-M/Herri
Batasuna por otra. Este progresivo antagonismo tenía su origen en
las diferencias surgidas en torno a la cuestión de si las elecciones de
1977 habían representado un cambio fundamental en España o en el
País Vasco. Los dirigentes de ETA-M y Herri Batasuna pensaban que
las elecciones no habían acabado con la dictadura, ni abolido el sis
tema político instaurado por Franco. Esta idea era absurda en opi
nión de la izquierda española, mientras que las posiciones de EIA y
ETA-PM eran ambiguas. La conducta de EIA fue cada vez más con
tradictoria, pues participaba en el parlamento español y en el CGV,
mientras que, simultáneamente, seguía prestando apoyo político a
ETA-PM. Las diferencias entre EIA y Herri Batasuna reflejaban di
vergencias en toda la comunidad nacionalista. En realidad, la idea de
que nada había cambiado se basaba en gran medida en el comporta
miento de la policía, cuyos ataques a simpatizantes nacionalistas, y
al público en general, continuaban como en los últimos años de la dic
tadura.
Uno de estos ataques se produjo en mayo de 1978 cuando cien
tos de hombres armados vestidos de paisano, causaron desórdenes en
el centro de Pamplona, asaltando oficinas de partidos de izquierda y
nacionalistas y atacando a los viandantes, como respuesta a las
muertes de dos guardias civiles a manos de ETA-M. Otro incidente
aún más grave ocurrió en julio, en esta misma ciudad, durante las fies
tas de San Fermín, el momento del año más esperado en Pamplona,
cuando, al término de una corrida de toros, un grupo de manifestan
tes aprovecharon la oportunidad para desfilar con pancartas exigien
do amnistía. La policía abrió fuego matando a Germán Rodríguez,
miembro de la LC R -LK I (sucesora de ETA-VI). A continuación, la
policía persiguió a los manifestantes más allá de la plaza de toros dis
parando indiscriminadamente, hiriendo a muchas personas y ocasio-
Para los partidarios de ETA-M esta no era más que una perspec
tiva superficial, que se centraba en algunos policías en lugar de resal
tar su función como ejército de ocupación. Irritaba particularmente
a ETA-M la actitud cada vez más crítica que estaban adoptando con
tra ella el PNV, el PSOE y el PCE. La idea de que hubiera dos eta
pas históricas en la acción de ETA, una bajo el franquismo que era
justificable y otra posterior que no lo era, pecaba de hipócrita a ojos
de los adeptos a ETA-M. Los partidos que ahora tanto celebraban la
limitadísima democracia, decían, podían hacerlo gracias a la lucha de
ETA, que seguía siendo tan necesaria y tan válida con Suárez como
había sido con Franco Los dirigentes del PSOE consideraban que
la recién nacida democracia española se enfrentaba al serio problema
de contar con.unas fuerzas policiales que sentían una enconada des
confianza hacia la democracia, pero creían que ETA-M y los policías
de la ultraderecha se complementaban mutuamente en la creación de
la espiral de violencia, que ponía en peligro aquella democracia que
ambos detestaban El PCE compartía la creciente hostilidad del
PSOE hacia ambas ramas de ETA; así pues, la división entre nacio
nalistas e izquierda empezó a parecerse a la situación existente antes
de la guerra civil. La enemistad de la izquierda «española» no sor
prendía a ETA-M, que siempre la había considerado como imperialis
ta social. Puesto que la izquierda «española» tenía poca fuerza en las
zonas donde ETA-M gozaba de mayor apoyo, sus comentarios po
dían ser ignorados. Las críticas que dirigía el PNV contra ambas ra
mas de ETA representaban un problema mucho más grave, aunque
se expresaban en términos mucho más cautos.
Las acciones de ambas ramas de ETA contaban con el apoyo de
gran número de personas, pero ninguna de las dos podía igualar la
posición del PNV. Aunque los resultados de las elecciones de 1977
habían dado, por primera vez, más votos al PSOE que al PNV en el
País Vasco , el éxito logrado por éste en establecerse como prime
ra fuerza política iba a sorprender tanto a la izquierda revolucionaria
como a la moderada. A principios de los años cincuenta, los funda
dores de Ekin habían considerado que el PNV era una fuerza agota
da, y ello parecía ser incluso más cierto en el período inmediatamen
te anterior a junio de 1977. Y sin embargo el PNV recibió muchos
más votos que ninguna de las restantes fuerzas nacionalistas que as
piraban a sustituirle. El partido se benefició del prestigio de líderes
históricos como Leizaola y Ajuriaguerra, que habían tomado parte
en la guerra civil y habían mantenido el gobierno vasco en el exilio,
aunque la dirección efectiva hubiera pasado a manos de hombres más
jóvenes como Javier Arzallus y Carlos Garaicoechea, en marzo de
1977, durante el congreso del partido celebrado legalmente en Pam
plona. Aunque estos hombres casi no habían tomado parte en la re
sistencia antifranquistra, demostraron ser políticos capacitados
Gran parte del éxito del PNV se debía al estímulo prestado a las ac
tividades sociales y culturales. A lo largo de 1977 y 1978, el PNV
estableció batzokis (sedes del partido) en pueblos y aldeas de toda
Euskadi. Los batzokis variaban en dimensiones e importancia según
la localidad donde estuvieran. Algunos eran poco más que un bar,
otros, sedes administrativas del PNV de la localidad, con una extensa
red de actividades culturales, musicales, folklóricas y de danza
Los esfuerzos del PSOE por renovar sus propias Casas del Pueblo
fueron mucho menos afortunados.
El PNV ejercía también una gran influencia en toda una serie de
organizaciones, que iban desde sociedades gastronómicas y cajas de
ahorro, hasta las cámaras de comercio Pronto se hizo evidente
que el partido disfrutaba de una posición crucial como árbitro en la
lucha entablada entre el nacionalismo radical y el gobierno central.
Los dirigentes del PNV tenían sus esperanzas puestas en el logro de
un estatuto de autonomía que fuera al menos tan generoso como el
otorgado en 1936. Ahora bien, el gobierno comprendía que al hacer
concesiones al nacionalismo radical podía provocar un golpe militar,
y ello afectó al alcance del estatuto. La violencia de ETA-M y, pos
teriormente, de ETA-PM, era el factor decisivo que podía desatar la
fuerte reacción de aquellos elementos del ejército que sospechaban
que el estatuto de autonomía no sería más que un primer paso en la
secesión de Euskadi del resto de España. La mayoría de los dirigen
tes del PNV no tenían intención de exigir la constitución de una Eus-
Arzallus, ex-jesuita que había pasado algunos años en Alemania, pasó a ser el
jefe del PNV en las Cortes. Carlos Caraicoechea, empresario navarro, se incorporó al
PNV a comienzo de los años setenta.
La inauguración oficial de un Batzoki generalmente comprendía una ceremo
nia religiosa y con frecuencia un discurso político. Por ejemplo, en la inauguración del
Batzoki de Caldácano, un miembro del ejecutivo de Vizcaya pidió la restauración de
los Conciertos Económicos, Deia, 9 nov. 1977.
El PNV tenía también más afiliados que ningún otro partido. En octubre de
1978 decía tener más de 40.000 miembros en Vizcaya, 25.000 en Guipúzcoa, 10.000
en Alava y 8.000 en Navarra. Carta al autor de la oficina de prensa del PNV 29 nov
1978.
254 John Sullivan
En una reunión del PNV en Lequeitio, Arzallus declaró que este partido se
guía aspirando a la independencia, Egin, 3 mayo 1978.
La postura del PNV ante la Constitución se resumió en El Partido Naciona
lista Vasco ante la Constitución (Zarauz, 1978), en particular pp. 97-129, «Informe del
Euskadi Buru Batzar».
El dirigente de U G T , Jaime San Sebastián, acusó al PNV de no saber aceptar
sus responsabilidades, y afirmó que el voto a favor de la Constitución valía tanto como
mil manifestaciones por la paz. Deia, 13 dic. 1978.
Un editorial de Deia, 10 sept. 1977: «Cuestiones vascas ~ polémicas a tres»,
sostenía que los Fueros eran la solución al problema de la autonomía y que los prin
cipios de Sabino Arana eran compatibles con que Euskadi quedara como parte de una
España federal. Con ocasión de la apertura de un Batzoki en Galdácano, Andoni Olla-
barri exigió la restauración de los Conciertos. Deia, 9 nov. 1977.
El nacionalismo vasco radical 255
José Luis de Orella, «El mejor del reino, el pueblo», Deia, 10 octubre 1978.
El dirigente del PSOE, Txiki Benegas, atacó la propuesta del PNV de pacto con la
Corona en un comunicado de prensa, afirmando que la Constitución que se estaba ela
borando permitiría un auténtico autogobierno. Deia, 25 junio 1978.
Deia, 15 junio 1978.
Deia, 11 junio 1978.
«Conciertos y Fueros» por el senador Federico de Zabala, Deia, 9 noviembre
1977. Artículo de J. L. de Orella en Deia, 21 junio 1978. Joseba Elósegui, «La am
nistía ignorada - Los conciertos económicos», Deia, 1 junio 1978.
Deia, 1 oct. 1978. Entre los carteles figuraba; «Madrid, los millones son de
aquí».
«El cinismo del consenso», por Manuel Antonio Rico, Deia, 1 oct. 1978; Elias
Ruiz Cabrera, «El caballo de Troya PSOEista», Deia, 2 oct. 1978; Carlos Garaicoe-
chea, «U C D y PSOE no entienden la personalidad nacional vasca», Deia, 7 oct. 1978.
256 John Sullivan
Sus propios votantes eran, en su opinión, tan vascos como los nació
nalistas. La insistencia de la dirección del PNV en el carácter «espa
ñol» de sus rivales, significaba por fuerza resaltar su propio carácter
étnico. Los líderes del PNV repetían constantemente que era impo
sible que los políticos de Madrid pudieran entender la realidad vasca.
Arzallus, en un artículo en Deia, sugería que la institución vasca de
la cuadrilla podía servir como medio para salvar el euskera, puesto
que la presencia de un solo hispano-parlante en cualquier grupo de
personas forzaba a los miembros bilingües a hablar castellano, mien
tras que el círculo más cerrado de la cuadrilla podía crear un ambien
te en el que sólo se hablara el euskera
El énfasis depositado por el PNV en los derechos históricos, en
lugar de reivindicaciones más modernas, confundía y molestaba a los
partidos «españoles», pero era una respuesta astuta a una situación
difícil. La exigencia aparentemente arcaica de que se restituyeran los
Fueros era un modo inteligente de lograr un trato ventajoso con el
gobierno central, sin dejar de mostrarse sensible a las dudas de los
propios votantes del PNV. Las tácticas de este partido en relación a
los problemas que creaba la violencia de ETA-M se fundaban en la
conciencia de que muchos de sus miembros se sentían emocional-
mente identificados con ETA, a la que consideraban como un grupo
de jóvenes heroicos, continuadores de la lucha contra la opresión es
pañola, más que como una tendencia política hostil. Aunque la am
nistía de 1977 y las elecciones de junio habían convencido a los prin
cipales partidos «españoles» de que la lucha armada había perdido la
posible validez que una vez tuviera, no era esta la opinión de todos
los miembros del PNV, muchos de los cuales deseaban una amnistía
total que incluyera el regreso de los militantes de ETA en el exilio,
como paso hacia la consecución de una Euskadi independiente. Al
gunos miembros prominentes del PNV seguían apoyando a las ges
toras pro amnistía, que hacían campaña en favor de los presos tras la
fecha límite de la amnistía de 1977.
Con todo, el PNV no podía dejar de inquietarse ante los efectos
que producían los asesinatos y robos de ETA-M, que en 1978 alcan
zaron un nivel más alto que nunca. La actitud del PNV hacia ETA,
vista desde Madrid, podía parecer hipócrita, pero la perspectiva de
Madrid no tomaba en consideración el complejo dilema ante el cual
se encontraba el partido. Los robos a bancos y el cobro del «impues
to revolucionario» no eran bien acogidos en el partido, que compren
día que ETA podía dirigir sus ataques contra sus propias filas. Angel
Berazadi, secuestrado y asesinado por ETA-PM en el verano de 1976,
Véase Deia, editorial del 13 nov. 1977, que condenaba la bomba colocada en
un vehículo policial.
Véase el comunicado de prensa del Bizkai Buru Batzar del PNV, en el que ex
plicaba la militancia de la izquierda en Euskadi como consecuencia de su deseo de arrui
nar la economía vasca. Egin, 18 marzo 1979.
Comunicado de prensa: «Comunicado del Euskadi Buru Batzar del Partido
Nacionalista Vasco», Ref. EBB 029/78, 10 oct. 1978. También, Deia, 11 oct. 1978.
260 John Sullivan
miembros del PNV. El partido lanzó una intensa campaña para ga
narse a sus propios miembros, llevada a cabo primordialmente por
el periódico Deia, que a lo largo de varias semanas se convirtió en
un vehículo propagandístico de la manifestación, publicando en oca
siones varios artículos sobre esta cuestión en un solo número El
«debate» en torno a la manifestación fue en realidad unilateral pues
Deia, controlado por la tendencia liberal del partido, entonces lide
rada por Arzallus, no publicó, por lo general, artículos en que se ex
presaran las opiniones del nacionalismo más intransigente. Más aún,
el PNV negó que se estuvieran produciendo fricciones internas. La
dirección del partido dejó muy claro que el convocar la manifesta
ción no significaba que aceptara la Constitución española Pero el
hecho de que se permitiera participar a los partidos «españoles» des
pertó temores entre algunos miembros del PNV de que estuviera
uniéndose a enemigos de la comunidad nacionalista para atacar a otros
nacionalistas. Los líderes del PNV intentaron acallar estos temores
con discursos públicos y artículos en Deia
Por ejemplo, en un acto celebrado en Tafalla, Navarra, en el que
tanto Arzallus como Garaicoechea explicaron la necesidad de la ma
nifestación, éste último insistió en que el PNV tenía una posición ine
quívoca en su condena de toda violencia, no sólo la de ETA, mien
tras que Arzallus afirmó que la manifestación interrumpiría la ofen
siva del gobierno contra los derechos vascos Era éste un tipo de
argumento que no aceptaban los nacionalistas radicales. La decisión
de llevar a cabo la manifestación fue duramente atacada en las decla
raciones de ETA-M, Herri Batasuna y KAS El PNV respondió
a dichos ataques afirmando que se plantearía la anulación de la ma
nifestación si ETA-M anunciara un alto el fuego ETA-M repitió
su petición de que se desconvocara la manifestación, observando que
ellos nunca habían buscado la confrontación con el PNV, puesto que
siempre habían reconocido que representaba los intereses de una par
te del Pueblo Trabajador Vasco. ETA-M declaró, asimismo, que tam-
Egin, 24 oct. 1978. Los cinco puntos eran: amnistía para todos los presos po
líticos vascos; legalización de todos los partidos políticos; retirada de la policía y las
fuerzas armadas de Euskadi; incorporación de Navarra a la comunidad autónoma vas
ca; aceptación del derecho a la autodeterminación de Euskadi.
Ibíd.
Ibíd.
«La base del PNV irá en bloque a la manifestación», Deia, 18 oct. 1978.
Por ejemplo; «El sentido de un llamamiento» por Carlos Garaicoechea, Deia,
12 oct. 1978. «La pacificación de Euskadi», comunicado de prensa del PNV, Deia, 15
262 John Sullivan
tido en los años 30, llegó incluso a decir que la decisión de convocar
la manifestación era comparable en importancia a la de oponerse por
la fuerza a la sublevación de Franco Mientras la disputa con He-
rri Batasuna confundía y peocupaba a muchos miembros del PNV,
la continua escalada militar de ETA-M a lo largo de octubre obligó
al partido a condenar una campaña que había alcanzado proporcio
nes aterradoras. En el mes de octubre murieron más de una docena
de personas, entre ellas dos oficiales de Marina La renuencia del
gobierno a proceder a la concesión de la autonomía vasca mientras
siguieran siendo asesinados policías y otras personas en semejante es
cala, fue reiterada en unas declaraciones del hombre de confianza de
Suárez, Abril Martorell, en el sentido de que no se otorgaría ningún
estatuto de autonomía mientras siguiera la violencia. Garaicoechea,
todavía preocupado por no dar la impresión de estar apoyando a las
fuerzas «españolas» de modo acrítico, insistió en que el PNV no que
ría una confrontación con la manifestación rival de Herri Batasuna,
y pidió a la policía que no la reprimiera
La condena del terrorismo de ETA por parte del PNV no era bas
tante enérgica para satisfacer a los partidos «españoles». Los porta-
voces del PSOE siguieron lamentándose de que el Consejo General
Vasco (CGV) no hubiera sido el convocante de la manifestación
aunque el PSOE sí lograra que el CG V diera su aprobación. El PCE
deploraba la hostil actitud del PNV hacia la Constitución, que estaba
a punto de ser aprobada y deseaba una movilización popular a gran
escala a su favor cuando fuera sometida a referéndum Los parti
dos «españoles» de derechas eran aún más críticos con la postura del
PNV. Un portavoz de Alianza Popular (AP), el partido liderado por
Fraga Iribarne, anunció que no iban a participar en la manifestación
porque objetaban a su lema principal, cuyo carácter era presuntamen-
oct. 1978. «Contra la violencia» por el senador Manuel Irujo, Deia, 19 oct. 1978. «Lu
char para vivir» por Joseba Elósegui, Deia, 20 oct. 1978. «Rotundamente, yo voy»
por Ramón Galarza, Deia, 25 oct. 1978. «Ordago» por J. M. Scheiffer, Deia, 25 oct.
1978. «Libertad y pacificación» por Joseba Azcárraga, miembro del Bizkai Buru Bar-
zar del PNV, Deia^ 26 oct. 1978.
«Dos decisiones trascendentales», Deia, 20 oct. 1978.
Egin, 3, 4, 10, 14, 15, 23, 26, 27 y 30 oct. 1978. N o todos de ETA-M. Entre
los muertos había un cabo de la Guardia Civil asesinado por los CAA. Los activistas
de ETA-PM no fueron autores de ninguno de los asesinatos, pero sí llevaron a cabo
un robo y secuestraron e hirieron en la rodilla a un industrial. Egin, 14 oct. 1978, y
1 nov. 1978,
Comunicado de prensa, Egin, 28 oct. 1978.
Comunicado de prensa de Txiki Benegas, Egin, 22 oct. 1978.
Comunicado de prensa del PCE, Deia, 24 oct. 1978. Mundo Obrero, 8-14 dic.
1978.
El nacionalismo vasco radical 263
tido Si bien tanto el PNV como EIA iban a aceptar las reglas del
juego, según las formulaba la Constitución, ETA-M y Herri Batasu-
na no tendrían rivales en sus esfuerzos por dirigir un movimiento des
tinado a lograr la independencia de Euskadi.
Tres días después de la manifestación del PNV, cuando ambas cá
maras del parlamento español aprobaron la versión definitiva de la
Constitución, el PNV se abstuvo. En un comedido discurso pronun
ciado durante el último debate, Arzallus insistió en que su partido
no deseaba adoptar actitudes que pudieran considerarse agresivas. Es
taba claro que los dirigentes del PNV, aunque no podían votar a fa
vor de la Constitución, estaban dispuestos a operar dentro de los lí
mites del sistema político que estipulaba, postura que contrastaba
fuertemente con la del diputado de EE, Letamendía, y la del senador
Bandrés, que votaron en contra de la Constitución. N o obstante,
hubo una considerable diferencia de énfasis entre los dos parlamen
tarios de EE. Letamendía, durante el debate final sobre la Constitu
ción, pronunció un duro ataque contra lo que él consideraba la trai
ción del PNV, mientras que Bandrés fue mucho más conciliador
El diferente tono adoptado por uno y otro era indicio de las diferen
cias que empezaban a perfilarse en EE/EIA , y que poco después in
ducirían a Letamendía a renunciar a su escaño parlamentario. Los
representantes del PNV en el parlamento negaron que su abstención
pudiera interpretarse como falta de voluntad para luchar por el fin
de la violencia en Euskadi. Sí observaron, no obstante, que la pacifi
cación no podía lograrse con los métodos policiales empleados por
el gobierno de UCD. En un debate sobre el terrorismo llevado a cabo
en el Congreso, los representantes del PNV sometieron un programa
de pacificación de 15 puntos, siendo los esenciales la restauración de
los Conciertos Económicos, la creación de una fuerza policial autó
noma vasca, las medidas para fomentar el euskera y las garantías gu
bernamentales de que no se aplazarían más las prometidas elecciones
municipales
Mientras que el hecho de que el PNV no aprobara la Constitu
ción parecía, a juicio de algunos de sus adversarios, sancionar las ac
ciones de ETA-M, esta clase de críticas tenían escaso efecto en el par
tido. La abstención de éste no había evitado que la Constitución se
aprobara, mientras que el haber aceptado abiertamente que Euskadi
quedara privada de independencia de modo permanente habría sus
citado la oposición de los más intransigentes entre sus afiliados, y po-
Véase Egin, 12 oct. 1978, para una carta de un miembro del PNV en que pro
testaba contra la manifestación.
Egin, 1 nov. 1978.
Deia, 9 nov. 1978.
266 John Sullivan
El sarcasmo de Felipe González provocó una respuesta airada del dirigente del
PNV, J. L. Irisarri, Deia, 9 dic. 1978.
El País, 8 dic. 1978.
Capítulo 8
DESDE EL REFERENDUM CONSTITUCIONAL
A LAS ELECCIONES AL PARLAMENTO VASCO
diciembre, 1978-marzo, 1980
' Algunos miembros importantes del PSOE insistieron en que eran firmemente fa
vorables al Estatuto de Autonomía. Entrevistas del autor con Luis Arbella, 1 abril
1980; Angel García, 17 marzo 1980; Enrique Casas, 31 marzo 1980; todas en San Se
bastián. Entrevista con Txiki Benegas, Secretario General del PSOE del País Vasco,
Egin, 20 marzo 1979. En 1975, el TI Congreso del PSO E abogó por una España fe
deral. Véase El PSOE en sus documentos (Madrid, 1977), pp. 175-89.
269
270 John Sullivan
^ Véase Deia, 1 y 10 sept. 1977, 9 y 15 nov. 1977, 27 dic. 1977, 15 y 21 junio 1978,
1 oct. 1978.
El nacionalismo vasco radical 271
Pero los militantes de ETA-PM contaban hacia 1979 con los recur
sos necesarios para llevar adelante su propia versión de la lucha ar
mada. Más aún: la teoría política que compartían con EIA decía que
las organizaciones armadas seguían siendo necesarias en las democra
cias parlamentarias
Los gestos algo teatrales de los militantes de ETA-PM durante el
debate sobre el referéndum constitucional, eran insuficientes para jus
tificar la existencia del grupo. Consecuentemente, empezaron a com
plementarlos con actos de violencia más serios. Muchos de ellos fue
ron generados por conflictos laborales, puesto que los dirigentes de
ETA-PM consideraban su organización como el brazo armado del
proletariado Dado que ETA-PM no contaba con una base orga
nizada en las fábricas, los ataques armados a patronos y empresarios
eran su modo primordial de hacer valer sus credenciales socialistas y
demostrar que su versión de lo que era la lucha armada era muy di
ferente a la, en su opinión, violencia indiscriminada de ETA-M. Un
buen ejemplo de la estrategia de ETA-PM es el que proporciona su
intervención contra la administración de la compañía Michelín, que
sostenía una prolongada disputa con sus empleados. En diversas oca
siones, comandos de ETA-PM secuestraron a ejecutivos de Miche
lín, liberándolos por lo general poco después con un tiro en la pier
na Este tipo de acciones tenían la finalidad de forzar a la compa
ñía a adoptar una actitud más conciliatoria hacia sus obreros, y eran,
por consiguiente, en opinión de los líderes de ETA-PM, una contri
bución a la lucha de clases. Algunas veces, el castigo al empresario
iba acompañado del secuestro por dinero, como en febrero de 1979
cuando fue secuestrado el gerente de la fábrica de Michelín en Vito
ria y retenido durante varias semanas Otras fuentes de fondos era
el cobro del «impuesto revolucionario» y los robos a mano armada.
Los comandos de ETA-PM obtenían materiales y dinero de este
modo. En un sólo robo, capturaron mil kilos de explosivo plástico
La reanudación de la lucha armada por parte de ETA-PM no bas
tó para que EIA, su brazo político, dejara de perder terreno frente a
Herri Batasuna. Muchos miembros destacados de EIA, como Ortzi
y el cura radical Periko Solabarría, transfirieron sus lealtades a Herri
Batasuna, alegando que EIA se había vuelto inactiva y reformista
lamentario de EE, que pasó a ser representante en el congreso por Herri Batasuna. La
Batalla, junio 1979; carta de Ortzi y otros 17, Egin, 6 marzo 1979.
Egin, 15 y 16 enero y 3, 4, 6 y 12 feb. 1979.
Las huelgas de hambre habían formado parte de la campaña de ETA-PM en el
referéndum. Véase Egin, 28 dic. 1978.
Véase discurso de Arzallus, Deia, 13 marzo 1979; también. Comunicado del Eus
kadi Buru Batzar del Partido Nacionalista Vasco, 7 feb. 1979, Ref. EBB 002/79.
276 John Sullivan
Deia, 4 abril 1979; Diario Vasco, 4 abril 1980; Punto y Hora, 4-11 abril 1979.
Punto y Hora, 29 mayo-4 junio 1979; Egin, 4 junio 1979.
278 John Suliivan
Egin, 4 junio 1979; «La Guardia Civil mata a Gladys», Punto y Hora 8-15 iu-
nio 1979.
Egin, 5, 6, 11 junio 1979.
Egin, 8 y 20 junio 1979.
Entrevista del autor con J. M. Larrazábal, San Sebastián, 11 marzo 1980.
280 John Sullivan
Egin, 29 y 30 sept. 1979; el ser miembro del Movimiento (Falange) había sido
requisito para muchos puestos. Sin embargo, los compañeros de Alba consideraban ex
céntrico su sincero falangismo cuando era locutor de radio a fines de los años cin
cuenta. La información procede de Palmira Gallurralde.
Egin, 13 junio 1979.
El nacionalismo vasco radical 281
JO
El nacionalismo vasco radical 291
«Violencia calculada rompe el juego», Ere, 20-27 sept. 1979. Para la valoración
política de los dirigentes de EIA, véase «Historia de EIA», Arruina, n.'’ 6, 1980; tam
bién los documentos de debate del tercer (y último) congreso del partido en junio de
1981. Amasa, n.° 9 (sin fecha), especialmente «Análisis de la sociedad vasca y de sus
condicionantes».
Véase entrevista con un portavoz de ETA-PM en Ere, 27 marzo-3 abril 1980.
” El País, 22 enero 1982, 23 feb. 1982, 1 junio 1982.
Capítulo 9
ETA EN LA DEMOCRACIA PARLAMENTARIA
293 .
294 John Sullivan
na con ninguna de las dos ramas de ETA, la impresión fue que había
sido confundido con un militante de ETA-M. El suceso no habría te
nido demasiada importancia de no ser porque los secuestradores se
autodenominaron Grupo Antiterrorista de Liberación (GAL), siglas
que pronto serían conocidas como parte de la guerra sucia contra
ETA. Puesto que el GAL continuó con lo que iba a ser una campaña
sostenida y muy cruenta, matando el 20 de diciembre a otro refugia
do vasco en el bar de Bayona en el que trabajaba, la convicción na
cionalista de que era el gobierno González el que estaba detrás de es
tas acciones quedó patente cuando una muchedumbre atacó las ofi
cinas del PSOE en Orereta y cuando los GAA intentaron destruir
las sedes del partido socialista en Lasarte y Hernani El GAL dis
paró sobre un militante de ETA, Mikel Goikoetxea, en San Juan de
Luz el 28 de diciembre, el cual murió el primero de año Los re
presentantes de Herri Batasuna y los periódicos Egin y Punto y Hora
afirmaron repetidamente que el GAL era una creación del gobierno
español en connivencia con las autoridades francesas. En realidad, ha
bía indicios de que el gobierno francés estaba irritado por las activi
dades del GAL, pues algunos de sus miembros fueron detenidos por
la policía francesa a raíz de atentados contra refugiados vascos. El fun
damento de la acusación de que las autoridades francesas alentaban
el GAL residía en el hecho de que sus asesinos, en su mayoría fran
ceses o norteafricanos del mundo del hampa, poseían las direcciones
y fotografías de sus víctimas. Presumiblemente, estos datos podían
haber sido obtenidos por los criminales en un nivel bastante bajo de
la jerarquía policial, mediante contactos policiales previamente esta
blecidos.
Al enconarse la lucha entre ETA-M y el gobierno español, los ob
jetivos elegidos por aquélla se hicieron progresivamente más indis
criminados. El 29 de enero de 1984, uno de sus comandos mató a ti
ros al teniente general Guillermo Quintana Lacaci en Madrid, cuan
do regresaba de misa La elección de Quintana Lacaci era extraña
para un movimiento que se había iniciado como lucha contra el fas
cismo, pues, como Gapitán General de la región militar de Madrid,
había sido una de las figuras clave en derrotar el golpe del 23 de fe
brero. Lfn comando del GAL mató a dos militantes de ETA-M en
Hendaya el 8 de febrero, y los refugiados vascos en Francia se ence
rraron en huelga de hambre en la catedral de Bayona, para protestar
por la incapacidad de las autoridades para protegerlos. Tres días an
tes de las elecciones, una unidad de los GAA mató a tiros a Enrique
ciado a tres meses de prisión el 15 de mayo, pese a que este acto de
sagradó al PNV. El ataque a la base francesa de ETA-M tuvo escasos
efectos inmediatos sobre su capacidad militar, pues continuó asesi
nando a policías y otras personas en el País Vasco; en Madrid atentó
contra la vida de Antonio Hernández Gil, Presidente del Tribunal Su
premo, el 8 de mayo, lanzando granadas antitanque desde un coche
acondicionado para ello El que los comandos de ETA-M pudie
ran actuar así en la capital puso de manifiesto que la campaña guber
namental no estaba funcionando, al menos a corto plazo. La incapa
cidad del gobierno para frenar la violencia de ETA-M fue un factor
secundario en las elecciones parlamentarias celebradas el 22 de junio,
pues ningún otro partido presentó una alternativa creíble. El PSOE
ganó las elecciones con un margen cómodo, dando a Felipe Gonzá
lez cuatro años más de gobierno. En el País Vasco, la campaña elec
toral se vio afectada por la muerte repentina, el 10 de junio, de un
preso de ETA, Joseba Asensio, de veinte años, en la cárcel de He
rrera de la Mancha, a causa de una tuberculosis no detectada El
entierro de Asensio provocó violentas manifestaciones en las que la
policía cargó contra los asistentes al tomar éstos una ruta no autori
zada. Los efectos de la muerte de Asensio incrementaron probable
mente los votos de Herri Batasuna y contribuyeron a aumentar de
dos a cinco su representación en el Congreso. Un factor de mayor
importancia fue, no obstante, el desorden reinante en las filas del
PNV, donde los partidarios de Garaicoechea, excluidos de la lista de
candidatos, o bien se abstuvieron o votaron por otros partidos. Los
diputados del PNV en el Congreso descendieron de ocho a seis, y
en Navarra obtuvieron una cantidad insignificante de votos. Euska-
diko Ezkerra logró mejores resultados y consiguió enviar un segun
do diputado al Congreso. La satisfacción de los dirigentes del PSOE
ante las pérdidas del PNV debió quedar contrarrestada al comprobar
que la base de Herri Batasuna no daba muestras de debilitamiento,
pese al revulsivo que suponía la violencia de ETA-M
Las autoridades francesas mantuvieron su nueva actitud de dure
za, imponiendo penas de hasta siete años de encarcelamiento a algu
nos dirigentes de ETA-M en el mes de junio. En el mismo mes, un
tribunal francés condenó en ausencia a cuatro policías españoles a die
ciocho meses de cárcel, por atentar contra un militante de ETA-PM
en Francia en octubre de 1983, pero las autoridades españolas se ne
garon a entregar a los procesados ETA-M continuó con lo que
peraban los dirigentes del PSOE. ETA-M aún podía atacar a los cuer
pos de seguridad, de modo casi rutinario. El deseo de una amnistía
negociada, que implicaba la penalización de los que solicitaran per
dones individuales, indujo a ETA-M a cometer un costoso error: en
septiembre, uno de sus comandos mató de un tiro a Dolores Gon
zález Gatarain, «Yoyes», importante militante del grupo hasta 1980,
cuando paseaba con su niño de cinco años en su pueblo natal de Or-
dizia. «Yoyes» había creído que sus antiguos compañeros no toma
rían represalias contra ella mientras respetara el acuerdo implícito de
abstenerse de toda declaración pública o actividad política. En su fu
neral se expresaron las acostumbradas denuncias del terrorismo for
muladas por la mayoría de los representares políticos, hecho que los
simpatizantes de Herri Batasuna vieron como un intento cínico de ca
pitalizar la ejecución de un traidor
El secuestro del industrial y miembro del PNV Lucio Aguinagal-
de, llevado a cabo por ETA-M el 15 de octubre en Vitoria, y su pos
terior puesta en libertad por la Ertzantza el 2 de noviembre, ilustra
ron las diferencias entre el PSOE y el PNV en cuanto a las funciones
de la policía autónoma. Cuando una unidad de la Ertzantza localizó
la cueva donde tenían prisionero a Aguinagalde, el jefe del cuerpo
tras el asesinato de Díaz Arcocha, Genaro García de Andoain, vete
rano del PNV y amigo personal de el secuestrado, murió por un dis
paro en la acción que liberó a Aguinagalde, aunque uno de los se
cuestradores logró huir. Arzallus, presidente del PNV, calificó el res
cate de triunfo de la Ertzantza y una refutación de la idea del PSOE
de que este cuerpo no estaba dispuesto a actuar contra ETA-M. En
opinión de la policía española, era absurdo que una unidad de la po
licía de tráfico dirigida por un hombre de 67 años, sin formación para
dichas operaciones, armada, contrariamente al reglamento, con esco
petas, emprendiera esta arriesgada acción y permitiera escapar a uno
de los implicados, en lugar de informar a la guardia civil sohre su ha
llazgo
La decisión de celebrar elecciones al parlamento vasco el 30 de no
viembre intensificó las tensiones políticas entre fuerzas nacionalistas
y «españolas». El PNV y el partido de Garaicoechea, Nacionalistas
Vascos, competían entre sí en proclamar mayores fervores naciona
listas que los existentes cuando formaban un solo partido antes de la
escisión, de tal modo que las diferencias más palpables entre ellos,
aparte de las rivalidades personales, se reducían a su respectiva de
fensa de una Euskadi unitaria o una restauración de las instituciones
torales.
Entrevista del autor con Enrique Casas, San Sebastián, 31 marzo 1980.
El nacionalismo vasco radical 323
Véase Sugarra, n.° 1, 1975, para una crítica de la subordinación que hacía ETA-V
de la lucha obrera a la acción armada.
326 John Sullivan
Este estado de cosas no es, desde luego, más que una posibilidad
teórica. En una Euskadi pacificada, donde los habitantes no estén em
peñados en un continuo forcejeo con Madrid, podría plantearse la
cuestión de si se quiere o no la total independencia, pero la respuesta
sería presumiblemente que un Estado vasco independiente es poco
práctico. La atractiva visión que presenta Euskadiko Ezkerra sólo es
viable en la medida en que optemos por no tomar en cuenta el hecho
de que el nacionalismo vasco, y todos los demás nacionalismos, ex
trae su fuerza de los recelos y desconfianza que despiertan los gru
pos sociales foráneos. En una sociedad sin maketos, el nacionalismo
vasco se reduciría al regionalismo existente antes de la inmigración
de trabajadores en los años 1880. Tanto Herri Batasuna como el PNV
tienen uirá^percepción inteligente de que una nación unificada, lejos
de ser un objetivo deseable, destruiría la confrontación que es com
ponente esencial de su existencia.
Apéndice 1
PROGRAMA ADOPTADO POR
LA I ASAMBLEA DE ETA
Documentos Y, vol. 1
EU 2K A D I TA AZKATASUNA
Principios
337
338 Apéndices
Herri Batasuna
f ETA-M (Simpatizante). . ,
' (Organización de juventudes)
Apéndice 4
GLOSARIO DE PALABRAS VASCAS
El euskera como lengua escrita tiene una historia corta. Sus di
versos dialectos varían entre sí considerablemente. La adopción de
una lengua unificada, el batua, no ha producido aún una ortografía
única. En años recientes, son muchas las personas que han adoptado
una versión de sus nombres más afín al vasco, razón por la cual su
ortografía varía mucho, por ejemplo, Echave-Etxabe, Javier-Xabier,
Carlos-Karlos, Ignacio-Iñaki.
341
342 Apéndices
343
344 Apéndices
345
346 Apéndices
Periódicos
Revistas
347