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Familia y cultura en Colombia

Tipologías, funciones y dinámica


de la familia. Manifestaciones múltiples
a través del mosaico cultural
y sus estructuras sociales

Virginia Gutiérrez de Pineda

Editorial Universidad de Antioquia


© Herederos de Virginia Gutiérrez de Pineda
© Editorial Universidad de Antioquia
ISBN: 958-655 421-X

Primera edición: Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Tercer Mundo, 1968 Contenido
Segunda edición: Bogotá, Colcultura, 1975
Cuarta edición: (segunda en la Editorial Universidad de Antioquia) marzo de 1996
Quinta edición: (tercera en la Editorial Universidad de Antioquia) julio de 2000
Diseño de cubierta: Saúl Álvarez Lara
Diagramación: Claudia P. Ramírez O.
Corrección de textos: Juan Fernando Saldarriaga R.
Montaje, impresión y terminación: Imprenta Universidad de Antioquia

Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia


Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio o con cualquier propósito,
Prólogo
sin autorización escrita de la Editorial Universidad de Antioquia Virginia Gutiérrez de Pineda: una vida y una obra para la
ciencia social . xiii
Editorial Universidad de Antioquia
Teléfono: (574) 210 50 10. Telefax: 263 82 82 Libros y artículos publicados por Virginia Gutiérrez de Pineda xxv
E-mail: mercadeo@editorialudea.com
Página web: www.editorialudea.com
Apartado 1226. Medellín. Colombia
Presentación preliminar xxix

Partel
Complejo cultura] andino o americano 1

Introducción 3
El habitat 6
La zona de escasa aculturación: comunidades indígenas . . . 6
La zona de intensa aculturación 9

Las instituciones 11
La economía 11
Las actividades 11
Algunas características tenenciales 13
La tenencia del suelo y la estructuración familiar .... 20
La Iglesia y la familia 32
El transfondo cultural indio 32
La proyección religiosa 34
La religión y la institución familiar 42

Estructura y tipología de la Familia americana de intensa


aculturación 45
Introducción 45
La familia legal: valores concomitantes 46
IX
Vlll

Parte 2
La familia de hecho: valores asociados 48
Complejo cultural santandereano o neo-hispánico 123
Las normas de filiación y de herencia en las modalidades
consensúales 50
El habitat 125
El amaño, raíz india. Sus modalidades 54
Las instituciones 130
El madresolterismo, su forma estructural 58
La economía 130
Modalidades del madresolterismo 60
La estructura socioeconómica cultural 132
El madresolterismo y su génesis 62
El régimen tenencial 139
La unión libre, valores conexos 66
La religión 144
El concubinato, modalidades y etiología 68
Su integración en la cultura 144
La posición actual de la Iglesia 148
Estatus y función 73 La personalidad varonil básica y la familia 156
La familia nuclear 73 La imagen 156
El complejo de la autoridad de los progenitores. Su funcionalismo 166
Tendencias prospectivas 73
La posición real del ego femenino 74 Tipología de la familia 174
Obligaciones y derechos en el estatus de los progenitores 78 Familia legal 174
Obligaciones sociales 82 Familia de hecho 176
El ingreso y la autoridad 83 La unión libre 177
La jerarquización de la autoridad 86 La relación esporádica, madresolterismo 180
Las modalidades de la autoridad, las estructuras El concubinato 181
familiares, la economía y las normas de residencia . . . 88
El estatus y la distribución del trabajo por sexos. La
Estatus y función 183
sociabilización 90
La posición varonil y la femenina en el hogar de procreación 183
La familia extensa 95
Etiología de las formas patriarcales 188
La jerarquización de la autoridad. Etapas 190
Algunos rasgos de la estructura de la familia americana La dinámica de la autoridad 191
de escasa aculturación 104 Funciones materiales del estatus 194
Las comunidades indias 104 La guarda del honor, como función del estatus varonil . . . . 199
Introducción 104 Otras funciones del estatus. La sociabilización 202
El parentesco 105 Estatus y función en la familia extensa 211
La filiación 107 Estatus y función en la familia de hecho 216
La autoridad y otros rasgos 109
El matrimonio, ceremonia social y disolución 111 Parte 3
La poliginia 112
Complejo cultural negroide o litoral fluvio minero 221
Normas de residencia y los sistemas de herencia 117
El habitat 223
La costa del Pacífico 223
La costa Atlántica 227
X

XI

El río Magdalena 229


La dinámica de la autoridad maternal 317
El Cauca dentro del complejo negroide 231
El estatus filial y fraternal 319
La zona minera antioqueña 232
La abuela matrifocal, tercera etapa 321
Esquema resumen 325
El elemento humano: el africano, el blanco y el indio 233
El estatus y la función en la poliginia 327
Las instituciones 238
Características de la familia compuesta 327
La economía 238
El estatus de los miembros de la familia compuesta . . . 329
En la costa del Pacífico 238
Modalidades evolutivas de la poliginia 338
En el río Magdalena 242
El estatus y la función en la familia legal 340
En el río Cauca 245
En la costa Atlántica 246 Parte 4
Las condiciones de la vivienda 254
Complejo cultural antioqueño o de la montaña 345
La salud. Facetas de su desarrollo 257
La educación. Algunos rasgos de su estructura 262
La religión 265 El habitat 347
En el pasado y su proyección funcional en el presente . . 265 Los linderos 347
La topografía 349
El clima 351
Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social 274
La vegetación 352
Tipología legal 274
El matrimonio. Valores y frecuencia 274
Tipología de hecho 279 Las instituciones 355
Las modalidades monogámicas: la unión libre 279 La economía 355
La integración de la unión libre 280 La agricultura 355
La unión libre, etiología de su inestabilidad 281 La ganadería 357
Las formas poligínicas: rasgos estructurales 286 La tenencia de la tierra: algunos de sus rasgos 357
Etiología social de la familia compuesta: algunos La industria 361
valores y su proyección 290 El comercio , 362
El machismo sexual y las formas de facto 292 La religión en Antioquia 364
La relación esporádica 301 El proceso religioso 364
Dinámica de las formas de facto 302 El culto y sus valores inferidos 368
Religión, riqueza y familia 370
Estatus y función 306 La religión y el control de su ética 377
Introducción 306 La religión. La dualidad ética sexual 382
El estatus y la función en la unión libre 306 ¿''La religión y los patrones normativos femeninos 385
La etapa formativa de la unión libre 307 La religión proyectada sobre la vida familiar 387
El primer conflicto 310 Religión y estructura social 390
El comienzo de la unión libre inestable o segunda etapa . 311 La cultura y las facetas de la personalidad básica masculina . 393
La magia en la integración familiar 315 El machismo catártico 393
El parentesco de crianza 317 Valores e imágenes determinantes 399
El proceso de moldeamiento 403
Xll

La proyección de las metas 409


El consenso de unidad cultural 413 Prólogo
Las imágenes culturales femeninas 416
La solterona o "biata" 416
La religiosa 420
La prostituta 424

La tipología familiar 434


La etiología social y las formas tipológicas 434
Las modalidades tipológicas 440 Virginia Gutiérrez de Pineda: una vida y una obra
Las formas de facto 440 para la ciencia social
Las formas legales: el matrimonio 446
Virginia Gutiérrez Cancino nació en el departamento de Santander, en tierras
Estatus y función 449 de la provincia del Socorro, a comienzos de la década del veinte. Desde
La meta matrimonial. Sus logros, valores y expectativas . . . 449 pequeña se preocupó por cumplir un papel en la vida que rebasara el de sus
Jefatura económica, rango y normas de residencia 458 compañeras de generación. Fue por ello estudiante destacada durante la pri-
La endogamia cultural, la consanguínea y la autoridad . . . . 462 maria y la secundaria, Su niñez y su juventud pasaron normalmente, al lado
La autoridad y la descendencia 465 de la familia, con las preocupaciones propias de su edad pero favorecida por
La autoridad: su jerarquización 466 una vida tranquila típica de un hogar de hacendados. Por entonces sus in-
El estatus en los deberes y los derechos 467
quietudes eran más sueños y fantasías que realidades, sin nada que la hiciera
La integración conyugal 478
sospechar el papel protagónico para las ciencias sociales en Colombia que
La familia extensa, valores de respaldo 481
desempeñaría más adelante.
Anexo. Mapas 485 Al terminar sus estudios secundarios en el Instituto Pedagógico Nacional
comenzando el decenio del cuarenta, quiso estudiar medicina, pero encontró
Bibliografía 503 serias resistencias en su hogar, especialmente en la figura del padre santan-
dereano, para quien ese tipo de profesiones liberales era impensable para las
índice onomástico 521 mujeres. Con decepción pero sin mucha resistencia. Virginia resignó su deseo
—aunque no del todo, como lo evidencian sus investigaciones— porque es-
índice toponímico 523 cuchó la voz de su rectora Fanny Estela Aranda quien le aseveró que las
ciencias sociales serían las ciencias del futuro. Ingresó a la Escuela Normal
índice analítico 529 Superior, para cursar estudios en esta naciente e ilustre institución, que pre-
tendía ser la formadora de los mejores educadores del país. Se matriculó en
la Escuela para cursar la licenciatura en Ciencias Sociales, y tuvo la suerte
de ser escogida entre las alumnas destacadas por el doctor José Francisco
Socarras, rector de la Escuela, para hacer parte de un grupo de escogidos que
comenzó a trabajar con el profesor Paul Rivet.
Rivet. etnólogo, exdirector del Museo del Hombre en París, se refugió en
Colombia, gracias a los buenos oficios del presidente Eduardo Santos —su
XIV
xv

amigo personal— quien al ver al eminente profesor perseguido por los nazis tilonia, Valledupar, El Carare, Nariño, el Tolima y el Cauca figuran entre las
y en peligro de muerte, logró traerlo de Francia antes de que sobreviniera el más visitadas), conocer los modos de vida de los pobladores, hacer ejercicios
desastre total bajo el gobierno pro nazi. Rivet se incorporó a la Escuela Nor- de etnografía, materia en la cual fue experto otro compañero de grupo, Mil-
mal y allí se convirtió en impulsor de los estudios arqueológicos y etnológicos, cíades Chaves Chamorro, de gran calidad humana, antropólogo en quien se
al lado de Gregorio Hernández de Alba, quien desde finales de los años treinta fundían la fenotipia "aindidada" con las maneras y las modas del explorador
tenia a su cargo el Servicio Arqueológico Nacional, y de otros profesores inglés, o dedicarse a realizar exploración arqueológica, en la cual era experto
nacionales y extranjeros. el incisivo Julio César Cubillos, hombre de gran fuerza intelectual y paciencia
Virginia bebió de las enseñanzas de Rivet y de los colegas del Instituto inquisidora por el pasado humano. Estaba también Miguel Fornaguera, autor,
Etnológico. Tres años de entrenamiento en esta institución complementaron con Ernesto Guhl, de la obra Colombia, ordenación del territorio en base del
su formación de educadora y determinaron su primera gran transformación epicentrismo regional, Universidad Nacional 1969.
intelectual.
Juntos, Virginia y Roberto, al lado de otro grupo de jóvenes profesionales
En el Instituto pudo gozar de las enseñanzas de los grandes maestros de de la época, bajo la dirección de Ernesto Guhl, realizaron en los años de 1946
la época entre quienes recuerda con especial cariño a Gregorio Hernández de y 1947 el que ambos identifican como el primer trabajo profesional en sus
Alba —gestor eximio de la antropología colombiana formado en París al lado vidas: Organización social en La Guajira (Virginia) y Aspectos de la magia
de Rivet y de Marcel Mauss—; Ernesto Guhl —joven refugiado alemán y en La Guajira (Roberto). Publicados como números completos de la Revista
experto geógrafo que se consagró a la geografía colombiana, y en especial a del Instituto Etnológico Nacional, en ellos, mientras Virginia interrogaba por
la de las zonas frías—; José de Recasens —inquieto profesor y experto co- la organización social, enfatizando en el clan y el matrimonio, Roberto res-
nocedor de casi todas las ciencias, a la vez que hábil dibujante y agradable pondía por la etnia wayú a nivel etnográfico y mitológico.
cantertulio—. Allí estuvieron también José Estiliano Acosta, José Francisco El ambiente intelectual y político del decenio del cuarenta fue cambiante
Cirre, Rudolf Hommes; el gran maestro de economía e historia, Gerad Masur; para Virginia y su grupo. En los primeros años, los de estudio, se abría el
Manuel Martínez, Hernán Jiménez, Pablo Vila, geógrafo, autor por la época panorama nacional para atender a los retos de la modernización, se agitaban
de la Nueva Geografía de Colombia, el historiador del período colonial, José tesis, se buscaba articular los saberes adquiridos al conocimiento de la nación.
María Oís Capdequi, Carlos Páez Pérez, Antonio García, entre otros. En fin, El Instituto Etnológico y el Servicio Arqueológico quedaron bajo la dirección
Virginia se encontró sumergida en un ambiente intelectual que la hacia mirar de Luis Duque Gómez, quien reemplazó a Paul Rivet cuando éste fue enviado
con ojos de optimismo el horizonte profesional de los educadores que orien- a México como representante cultural del nuevo gobierno francés, y a Gre-
tarían la formación pedagógica de las generaciones futuras. Era ella una de gorio Hernández de Alba que se trasladó al Cauca. En esa época fue posible
las intelectuales escogidas para romper con los patrones de vida decimonó- la integración de equipos de trabajo que recorrieron el país e iniciaron la
nicos, que le impedían al país atreverse a los retos de la modernización. En elaboración de lo que hoy podríamos llamar un nuevo mapa sociocultural del
palabras de Milcíades Chaves (1986. 76) "Virginia [...] desde el primer mo- país. Los primeros años del ejercicio profesional parecían propicios para rea-
mento, fue brillante alumna, unidad destacada del grupo, tomaba parte en las lizar ese propósito modernizador. El estudio sobre la Guajira fue uno de los
discusiones de carácter académico que se suscitaban entre sus compañeros". termómetros de la nueva percepción del país que desde el Estado se comen-
Por entonces conoció a quien se convertiría en su esposo y compañero zaba a requerir
intelectual para siempre, Roberto Pineda Giraldo, condiscípulo en la escuela El año de 1945 vio nacer, con Luis Duque Gómez a su cabeza, el Instituto
y el Instituto, quien poseía una gran inquietud por las disciplinas del espíritu. Etnológico Nacional, como fusión del Instituto Etnológico y el Servicio Ar-
Los dos compartieron, junto con un notable grupo de intelectuales, los duros queológico Nacional. Duque era un exestudiante de derecho con grandes in-
trajines de la formación que se impartía en la última de las instituciones men- quietudes por la arqueología, la historia y la etnología. Fue uno de los
cionadas. Había que viajar a tierras indígenas y campesinas del país (La Mo- primeros alumnos de Rivet y de Justus Schottelius, quizás el más destacado,
XVI
xvn

y esto lo llevó rápidamente a reemplazar a Rivet en posiciones directivas. De el eminente pedagogo Darío Maso. Al ver que les era imposible sobrevivir
allí en adelante se convirtió en una de las figuras más relevantes en el manejo como familia en Medellín, Roberto se quedó junto a algunos familiares, co-
de las investigaciones y las instituciones que han tenido relación con la ar- merciando, y Virginia viajó a Santander, para cuidar de sus tres hijos.
queología y la antropología en el país. Poco tiempo duró la crisis, porque Roberto se vinculó a la revista Semana,
Con Duque en el Instituto ingresaron los etnólogos y arqueólogos forma- en la redacción de las páginas internacionales, mientras Virginia dictaba al-
dos en el fenecido Instituto Etnológico. El nuevo organismo, independiente gunas cátedras de geografía en bachillerato, antes de vincularse al Instituto
de la Escuela Normal, continuó impulsando los estudios socioculturales en Colombiano de Antropología —Ican—, que era el nuevo nombre del Instituto
todo el país, enfatizando en la riqueza arqueológica, en las etnias indígenas Etnológico Nacional, por disposición gubernamental.
sobrevivientes a cuatrocientos años de colonialismo, y en la revisión de las Sendas becas de investigación otorgadas por la John Simún Guggenheim
historia colonial, especialmente en las versiones de los cronistas. Memorial Fundation, los ubicó de nuevo en la línea de investigación y del
Con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el ambiente nacional se enra- estudio en la Universidad de California, en Berkeley, donde trabajaron sobre
reció totalmente. El comienzo de la guerra civil en el campo, en la cual se materiales que habían recolectado entre los indios Emberá y Waunana del
comprometieron liberales y conservadores, cerró muchos espacios a la labor Chocó y asistieron a cátedras y seminarios de especialización en teoría an-
de exploración que interesaba al Instituto. En el decenio de los cincuenta tropológica, antropología médica y geografía cultural.
con el ascenso al poder del doctor Laureano Gómez, se extinguieron en el Los años vividos en Estados Unidos, en un centro de gran importancia
país las posibilidades de hacer ciencia social. La Escuela Normal Superior para la antropología del momento, con figuras como Alfred Kroeber, Robert
fue cerrada, y su proyecto pedagógico trasladado a la Universidad Pedagó- Lowie, John Rowe, George Foster, James Parsons, Cari Sawer y otros, fueron
gica y Tecnológica de Colombia en Tunja, a donde fueron transferidos los de enorme significado para la joven pareja. Podían compartir además con los
estudiantes varones, mientras a la mujeres las instalaron en el Instituto Pe- profesores y los condiscípulos de la Universidad de Stanford, en Palo Alto.
dagógico Nacional en Bogotá, en lo que es hoy la Universidad Pedagógica En este ambiente académico Roberto hizo un giro radical en sus intereses, y
Nacional; y al Instituto Etnológico Nacional se le encargaron labores esen- comenzó a preocuparse por temas de sociedades complejas, especialmente
cialmente arqueológicas. urbanas. Al mismo tiempo Virginia vio centrados sus intereses en dos temá-
Varios Prominentes etnólogos y arqueólogos que trabajaban en el insti- ticas: la organización social y la medicina tradicional.
tuto vieron tan difícil el ejercicio de su disciplina bajo el régimen de Gómez, El trabajo sobre el Chocó se terminó a satisfacción de la Fundación Gu-
al ser señalados de comunistas, —"una llevaba cola como un diablo", dice ggenheim; sin embargo, no corrió con suerte en Colombia, en donde apenas
ella—, que optaron, unos —como Virginia— por dedicarse a la enseñanza un aparte fue publicado en el decenio del ochenta por el lean en la Revista
secundaria y a la maternidad, otros, por mimetizarse en oficinas del Estado, del Instituto Colombiano de Antropología-
y algunos a los negocios particulares, como Roberto Pineda quien se dedicó Para Virginia y Roberto la experiencia en California fue otro momento
al comercio de productos agrícolas en Medellín. Y, casi todos, empezaron de quiebre en su vida intelectual. Hasta el viaje a Berkeley se habían identi-
a buscar salida del país con el ánimo de estudiar en alguna universidad ficado con la perspectiva teórica y metodológica francesa y europea, por la
extranjera. influencia de Rivet y de los profesores del Instituto Etnológico.
Virginia tuvo que acudir en estos duros años al apoyo de su familia. En Después de Berkeley vieron la necesidad de afinar sus presupuestos teó-
un primer momento intentó acompañar a Roberto en Medellín, pero a ambos, ricos, pero mucho más su rigor metodológico. La especulación sin demostra-
pese a las buenas intenciones del secretario de educación de la época, el ción dejó de ser garantía para su trabajo intelectual. La fuente directa o
doctor Joaquín Pérez Villa, les fueron cerradas las puertas de la Universidad indirecta debía ser trabajada con gran rigurosidad; la estadística, la demogra-
de Antioquia por quienes entonces tenían el manejo de los programas antro- fía, la geografía y en general el saber positivo en la versión culturalista nor-
pológicos. La idea era fundar el Instituto Etnológico de Antioquia, junto con teamericana, tomaron gran fuerza en su trabajo.
XV111

xix

Corrían los primeros años del gobierno de Gustavo Rojas Pinilla cuando
tante fue el resultado de su participación en el Seminario Latinoamericano
Virginia y Roberto retornaron al país. Roberto se vinculó al Ministerio del
de Sociología en donde se planteó el tema de la identidad en relación con
Trabajo como miembro, al lado de Ernesto Guhl, de la Comisión para la los procesos de organización social en el continente. Virginia escuchó con
Seguridad Social Campesina. Allí se hicieron varios trabajos sobre la realidad sorpresa la afirmación de un representante oficial de Colombia, el doctor Ra-
regional del país: por ejemplo, Atlas de Caldas y del Cauca. Durante esa fael Bernal Jiménez, quien sostenía que la familia colombiana se afianzaba
época Roberto publicó su trabajo sobre el tabaco en los santanderes, que dio en el patrón hispánico y romano, señalándolo como exclusivo de la confor-
origen al Instituto de Fomento Tabacalero. mación social de la nación católica y apostólica, en la cual el vínculo era
Vino luego su vinculación a la fenecida Corporación Nacional de Servicio indisoluble y en donde "todos vivíamos como san José y la Virgen".
Público, que agrupaba el Instituto de Crédito Territorial, el Instituto de Fo-
La decisión de Virginia, que había tenido ocasión de enfrentar otra reali-
mento Municipal y el Instituto de Acueductos y Alcantarillados, en donde se
dad en su recorrido por pueblos y veredas, entre campesinos e indígenas, e
ocupó de analizar el problema de los tugurios, que se presentaba ya como incluso entre pobladores urbanos, fue demostrar la falsedad de dicha tesis,
una patología en el proceso de urbanización que atravesaba el país. Luego de pero acudiendo a los instrumentos teóricos y metodológicos que le había apor-
la caída de Rojas Pinilla y desaparecida la Corporación, Roberto continuó su tado su formación californiana.
trabajo en el Instituto de Crédito Territorial, realizando sus estudios y pro-
Así nació el gran proyecto que la llevó a escribir dos libros publicados
yectando soluciones para la vivienda popular, en donde la aplicación de sus
en la década del sesenta, ambos fundamentales para entender la dinámica
estudios y los de Virginia sobre sociedad y familia comenzaron a plasmarse.
sociocultural del país a través de su historia: Transfondo histórico de la familia
En la década del sesenta se vinculó al Centro Interamericano de Vivienda. en Colombia (1963) y Familia y cultura en Colombia (1968).
Desde entonces su trabajo se concentró en la temática urbana, recurriendo
Este último que la Universidad de Antioquia publica en su tercera edición,
tanto a la investigación básica como a la aplicada. Dedicó además algunas
representa un instrumento de trabajo obligado para los estudios de los temas de
horas a la docencia universitaria, en la Universidad Nacional en Bogotá.
familia, religión y cultura en el país. En su primera edición de 1968, señalaba el
Por su parte Virginia, luego de su regreso de Berkeley, se vinculó por un antropólogo Miguel Fornaguera "por primera vez en Colombia se desarrolla el
tiempo al Instituto Colombiano de Antropología, dedicándose a realizar estu- tema de la familia de manera científica y sistemática, buscando establecer un
dios sobre salud y sociedad. Un primer estudio versó sobre el alcoholismo marco teórico general, dentro del cual se incorpora y organiza la rica variedad de
en la clase obrera bogotana, y, en uno más, se interrogó sobre las causas formas familiares que presenta la realidad de nuestra vida colectiva".
culturales de la mortalidad infantil. Fueron los primeros trabajos en las que
Hoy, más que ayer, estas palabras tienen validez. Porque en este libro se
puso a prueba las rigurosas enseñanzas californianas. encuentra una guía teórica y metodológica para comprender el polimorfismo
En el año de 1956 se vinculó a la Universidad Nacional y en 1957 se familiar característico del país.
unió con Orlando Fals Borda, Camilo Torres Restrepo y otro grupo de aca-
El mapa de la familia en Colombia —porque no puede hablarse de familia
démicos (entre ellos varios extranjeros), quienes introdujeron los estudios uni- colombiana— tiene en las ciudades una complejidad que ya insinuaba la au-
versitarios de Sociología en Colombia; fue el momento en que nació la tora al enseñar el peso de las uniones consensúales como respuesta a los
Facultad de Sociología de la Universidad Nacional. Desde entonces empezó patrones cerrados impuestos por la Iglesia y el Estado de la época.
su ciclo docente e investigativo, centrándose en los temas de antropología
Las imágenes culturales con las cuales, aún hoy, se tipifican las regiones,
médica y de organización social. Producto de ese trabajo son los textos: La se definen con precisión en esta obra. En ella se dibujan los rasgos caracte-
medicina popular en Colombia: razones de su arraigo (1961) y La familia en rísticos de los hombres y las mujeres de las distintos complejos culturales
Colombia: estudio antropológico (1962). colombianos.
La decisión de adentrarse en la gran investigación sobre familia y cultura Hoy, en los estudios del complejo cultural andino se abre camino la idea
en Colombia, que abrió camino a un campo de estudios cada vez más impor- e separar el componente indígena de escasa aculturación, para pensar —en
XX xxi

sintonía con el resurgir étnico y las nuevas disposiciones constitucionales que cer y el cómo pensar un nuevo hecho sociocultural. Lo hizo, por ejemplo, en
otorgan plenos derechos sociales y culturales a las minorías raciales—, en un su ensayo de 1983 sobre Avances y perspectivas en los estudios de familia,
complejo cultural que se esparce por todo el territorio nacional. y lo repitió en 1994, en el Congreso Latinoamericano de Familia (Medellín),
Este libro sugiere también a las nuevas generaciones de investigadores al pensar en La familia finisecular en Colombia.
sociales caminos para abordar el trabajo en zonas de frontera cultural, que Son múltiples las publicaciones de Virginia referidas al tema de la familia,
en el país representan tanto los nuevos territorios que se han incorporado a pero queremos enfatizar aquí algunas de ellas: Tradicionalismo, familia y
la economía y la política —Urabá, Magdalena Medio, Orinoquia, Amazonia, transfondo familiar del menor (1973), La condición jurídica y social de la
Pacífico— como los centros urbanos, en donde las tipologías se entrecruzan mujer como factor que influye en la fecundidad (1973), Imágenes y papel de
para producir el resultado polimórfico antes enunciado. hombres y mujeres en Colombia (1975), Estructura, función y cambio de la
Del otro libro, Transfondo histórico, dice la autora que surgió cuando familia en Colombia (1975 y 1976), Estatus de la mujer en la familia (1977),
El gamín, su albergue social y su familia (1978), Tradicionalismo y familia
yo me empecé a preguntar por qué esta diversidad. Por qué Antioquia es así, por qué
en Colombia (1983), Honor, familia y sociedad en la estructura patriarcal.
Santander es asá. Por qué no puedo compararlo con Nariño y con Boyacá. Por qué la
costa es diferente. Entonces me dije, eso tiene que tener un origen y me fui a los archivos El caso de Santander (1988), La familia colombiana de hoy y de los dos
y empecé a rastrear la familia india, la familia negra y la familia blanca; los patrones y últimas décadas (1989).
luego la inculturación de los tres. Sus estudio sobre la medicina social también perviven. Son ya clásicos
sus trabajos: Medicina tradicional en Colombia: el triple legado (1985), An-
Vino en seguida el cuestionamiento por el presente, por "las características
tropología médica (1985), y Medicina tradicional y salud pública (1986).
de cada región [...] qué factores intervinientes están pesando en cada región.
El reto intelectual continúa para esta pareja singular que viene haciendo
La religión, la economía, la educación, para conformar unidades opuestas o
aportes a la ciencia social desde hace cincuenta años. Hoy trabajan con tesón
distintas. [...] Esas regiones no resultan de intuiciones mías sino de muéstreos
en el rastreo de fuentes documentales y en la recolección de información
y de cifras estadísticas complementarias".
etnográfica en los archivos para hablar sobre el proceso de miscegenación
El panorama social, cultural y familiar del país sigue cambiando. Los mapas
y evolución cultural en el siglo XVII en Colombia.
de la unión libre, por ejemplo, dominan la geografía nacional. La indagación
Pero existe además un énfasis en la obra de la autora que no se ha resaltado
continuará para el resto de las vidas de Virginia y Roberto. Roberto reinició la
hasta ahora: los estudios de género. Ella es pionera, tanto nacional como interna-
inquietud antropológica por los estudios regionales cuando tuvo a su cargo la
cionalmente, en esta problemática, porque mucho antes de que el movimiento
dirección del Instituto Colombiano de Antropología a mediados de la década del
feminista pusiera el dedo en la llaga de la opresión masculina, Virginia estaba
ochenta. Pensando en la necesidad de responder a las variaciones que se han
formulando tesis sobre las variantes del machismo en Colombia, sobre los cambios
presentado en la configuración de la nación después del decenio del sesenta, se
por regiones en las actitudes de las mujeres respecto a su función materna y sus
constituyeron varios grupos de trabajo en el país que comenzaron a dar respuestas
demandas eróticas y afectivas. Las imágenes del hombre y la mujer recorren sus
de diverso tipo al respecto. Uno de esos grupos se instaló en la Universidad de
estudios de los complejos culturales regionales. La reconstitución familiar la lleva
Antioquia, y con el apoyo de la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales
a repensar los estatus y roles del padre, la madre y el hijo en el contexto de la
—Faes— realizó varios trabajos sobre la región oriental antioqueña; allí se ubica
familia padrastral y las familias superpuestas.
uno de los grupos de investigadores que gestó el Instituto de Estudios Regionales
La familia sin hijo, como opción homo y heterosexual, la ha obligado a
—Iner— de la Universidad de Antioquia.
tocar las fibras más sensibles del mundo cultural urbano en conformación en
Por su lado Virginia continuó respondiendo a los interrogantes que surgían el país.
de los nuevos estudios, de los censos de población, y de sus decenas de
discípulos. Aún hoy, sigue siendo la maestra que da sus pautas sobre el queha- 1
Proceso de mestizaje cultural.
XX11 xxiii

Los títulos señalados no agotan los múltiples ensayos que Virginia ha escrito Rosa Delia de los santanderes, Deyanira del Valle, Carmen Elia de los
para eventos nacionales e internacionales en los que ha participado. Su obra ha llanos del Tolima y del Huila, María Ba de la costa del Pacífico, Altagracia
merecido el reconocimiento nacional, como sucedió en 1983, cuando el presidente del litoral Caribe, Raquel de Antioquia, Floralba de la trilogía caldense, Etel-
Belisario Betancur le concedió la Cruz de Boyacá, o cuando la Universidad Na- vina de los altiplanos cundiboyacenses, Bertila de Nariño y del Cauca, Rosa
cional de Colombia le confirió el escalafón de Profesora Emérita. María de los Llanos Orientales: mujeres que lavan arenas auríferas en la plu-
En lo relativo al tema de la familia, que es el que nos interesa recordar viosa selva. Que "harapean" jirones para vestir sus hijos. Que traen "líchigos"
aquí, Virginia superó la vía especulativa y confesional con la cual se había a la espalda en los mercados provincianos. Que "bultean" sal y recogen di-
visto desde muchos lugares, especialmente desde el Estado. Ella no reconoce vidivi en los sedientos cardonales guajiros. Que bordan capelladas de alpar-
del todo la incidencia que ha tenido esta parte de su obra en el replantamiento gatas, recogen algodón y modelan vasijas de barro primigenio. Que venden
de los estudios sobre familia y género que se han producido en los últimos "cocáas" por las calles, anuncian el pescado frito y cargan en la cabeza la
veinticinco años, pero es indiscutible que en muchos documentos que tienen botija de agua en las soleadas llanuras norteñas. Que enseñan el abecedario
calidad de propuestas de norma legal o de sustento al diseño de políticas, la y los guarismos en las escuetas aulas. Que cosen pacotilla mal pagada y
referencia a la doctora Gutiérrez de Pineda es inevitable. De todo esto, quien escriben cartas de gerencia. Madresolteras de todos los sitios colombianos.
se encuentra cara a cara con ella, sólo va a encontrar un gesto maternal en Coesposas que comparten el pan y el marido transeúnte. Mujeres que viven
el rostro, en el que parece dibujarse cierta dosis de incredulidad e, incluso, el periódico abandono de su hombre, siempre en pos de "otra", o que lloran
de resignación al saberse maestra de maestras. su muerte. Madres que conciben, gestan y paren en tugurios, en ranchos de
De sus labios salió hace algún tiempo una conclusión, después de recordar "cuatroestacas", en la labranza y en la canoa ribereña. Madres todas que ganan
a Cristina, su informante en el primer trabajo profesional en la Guajira, quien el pan, que lo multiplican en la boca de sus hijo hambreados y lo mezquinan
se enorgullecía del valor que había tenido que pagar su marido por ella, y se en la propia. Que duplican su vida para ser padres y madres. Indefensas ma-
condolía de lo barata que a Roberto le había salido Virginia. La conclusión dres, gestoras de esta patria, para vosotras, mi trabajo y mi fe sin límites.
es ésta: "más tarde, sabiendo más, comprendí que cada una de nosotras veía
las cosas desde su cultura y que en este sentido tenía mucho que aprender". Virginia Gutiérrez de Pineda

Referencias bibliográficas

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Chave, Milcíades, Trayectoria de la antropología colombiana, Bogotá, Colciencias, Editorial
Guadalupe, 1986

NOTA: Varios aspectos de este prólogo están referidos a una entrevista hecha por el prologuista
a los doctores Virginia Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo en Bogotá, en
septiembre de 1993.

Hernán Henao Delgado


Director
Instituto de Estudios Regionales —Iner—
Universidad de Antioquia

Medellín, mayo de 1994


Libros y artículos publicados por Virginia
Gutiérrez de Pineda

Libros
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Universidad Nacional de Colombia
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1963 La familia en Colombia: transfondo histórico, Bogotá, Universidad
Nacional de Colombia.
1968 Familia y cultura en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de Co-
lombia-Tercer Mundo.
1975 Bogotá, Colcultura. Segunda edición.
1994 Medellin, Editorial Universidad de Antioquia, Tercera edición.
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cina.

1975 Estructura, función y cambio de la familia en Colombia, Bogotá, Aso-


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2 vols.

1978 El gamín su albergue social y su familia, Bogotá, Unicef-Instituto


Colombiano de Bienestar Familiar —ICBF—, 2 vols.
1985 Medicina tradicional en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia [Primer volumen: Medicina tradicional en Colombia: el tri-
ple legado. Segundo volumen: Medicina tradicional en Colombia: ma-
gia, religión y curanderismo].
XXVI xxvn

1988 Honor, familia y sociedad en la estructura patriarcal: el caso de San- 1984 "Avances y perspectivas en los estudios de la familia colombiana",
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con Patricia Vila de Pineda], 1992, Bogotá, Universidad Nacional de 1985 "Ciclo vital y chamanismo entre los Indios Chocó", en: Revista Co-
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En preparación:
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colaboración con Roberto Pineda Giraldo. Con el auspicio de Col- Washington, Oficina Sanitaria Panamericana.
ciencias y la Universidad Nacional de Colombia]. 1986 "Dinámica de la tipología familiar en Colombia.", en: Memorias del
seminario-taller sobre medicina familiar, Bogotá, Universidad de los
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Artículos Andes-Cafan.

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pología, vol. 4, Bogotá.
1987 "La metodología en el estudio de los complejos culturales familiares",
1958 "En el mundo espiritual del Indio Chocó", en: Miscelánea Paul Rivet. en: Investigación en cultura, Medellín, Instituto de Integración Cul-
Octogenario Dicata, México, en colaboración con Roberto Pineda Gi- tural.
raldo.
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lombiana de Antropología, vol. 7. nización Panamericana de la Salud-Ministerio de Salud.
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Humanistic, vol. 18, Bogotá.
Presentación preliminar
1989b "Salud pública en una cultura dinámica". Conferencia inicial en:
Cuarto Encuentro de Egresados. Congreso de Especialidades Clíni-
cas; Ciencias Básicas Afines, Aexmun, Bogotá.
1989c "Cambios recientes en el estatus de la mujer en la estructura patriar-
cal", Cali, Fundación Hispanoamericana.
Mi propósito al iniciar este estudio, se orientó a describir la tipología y la
1989d "Panorama cultural de Santander", Bucaramanga, Imprenta Departa-
estructura familiar colombiana. Pero a medida que realizaba el trabajo de
mental de Santander. Respuesta a la condecoración como Mujer del
campo, el estudio del proceso histórico, y avanzaba en el análisis cultural,
Año de Santander.
fui topando que el país se repartía en zonas configuradas bajo indicadores
1990 "Cambios en los papeles que desempeña la mujer de 45 a 60 años peculiares en cada una, de cuyo funcionalismo la institución de la familia
de edad en Colombia", en: Mujeres de edad mediana y avanzada en venía a ser un fragmento, una consecuencia o una implicación causal. De esta
América Latina y el Caribe, Washington, Organización Panamericana manera, habitat, proceso histórico, instituciones y cultura, configuraban uni-
de la Salud-Asociación Americana de Personas Jubiladas. dades integradas con principios identificatorios propios. Entonces, pude zo-
nificar el país en lo que denominé complejos culturales o subculturas, dimen-
1990a ,"E1 poder en la relación de los géneros", en: Revista de la Facultad
siones patrias dotadas básicamente de un habitat particular, dentro del cual
de Trabajo Social, vol. 7, No. 7, Medellín.
un conjunto demográfico de características étnicas dadas había creado, me-
1992 "Familia colonial", en: El Colombiano, edición especial, Medellín. diante un proceso histórico vivido separadamente, la sociedad, representada
en instituciones, dentro de las cuales operaban valores, imágenes y pautas de
1993 "La familia padastral", en: Colección Centro Persona y Familia, vol. 3, comportamiento en complicada acción integrativa y bajo una marcada iden-
Medellín.
tidad.
Partiendo de esta definición, puedo hallar cuatro grandes complejos cul-
turales dentro de los cuales las características, incluidas en ella, conforman
principios identificatorios. Aunque el análisis de estos rasgos es el motivo de
este estudio, a manera de introducción quiero ofrecerlos sumarizados para
facilitar su asimilación.
Tentativamente y después de un constante ensayo nominativo, resolví lla-
marlos con una nomenclatura geográfica y otra de valor étnico, que si bien
no me satisfacen totalmente, no he logrado superar sintéticamente. Estas sub-
culturas son:
a) Complejo andino o americano, en el cual, descontando las comunidades
nativas indias, ocupa predominantemente el piso térmico frío de donde se
proyecta al paramuno y templado, sentándose en las altiplanicies y valles
intercordilleranos de las porciones meridionales y nororientales de la zona
andina. El denominador racial básico lo conforma la ascendencia indígena,
XXX xxxi

sumada a aportes menores de sangre hispana. Falta el elemento negro en sus de paisaje quebrado y formaciones geológicas antiguas, enriquecido parcial-
cruces. A excepción de Bogotá, Distrito Especial, caracteriza su economía la mente en sus suelos, ofrece por sectores perspectivas al desarrollo agrícola.
actividad agropecuaria, en proporciones diferentes según los sectores. Tipifica El habitante se ubica tradicionalmente sobre los pisos térmicos templado y
el régimen tenencial el minifundio, alterno con la gran tenencia, y dentro de frío ascendiendo recientemente en retaceos a las escasas cumbres paramunas,
ésta, la explotación ausentista e indirecta de la gran propiedad. Identifica al mientras en la última década se expande fuera de su ámbito cultural a las
hombre andino la fuerte asimilación de la institución religiosa, el liderato llanuras y valles bajos. Es un grupo triétnico, en el cual sectores de su habitat
institucional de la misma y la trascendencia de ésta sobre la estructura fami- concentran agrupaciones más o menos puras de los elementos primarios del
liar. La unidad doméstica, en la totalidad del complejo, señala raíces rema- mestizaje. Las actividades económicas, agricultura, comercio e industria ofre-
nentes de las estructuras indias, que se proyectan en una serie de matices cen rasgos identificatorios muy definidos. La institución religiosa alcanza en
cuya mayor intensidad la configuran las comunidades aborígenes, hasta pasar este complejo su plenitud máxima, como posición en la sociedad y proyección
a través de sombras intermedias, a la familia hispánica tradicional en reductos ética sobre el individuo y la estructuración familiar. La unidad doméstica se
de clase alta. Aquí empalma esta subcultura con las modalidades del complejo configura sobre base del matrimonio, siendo este complejo el que suministra
santandereano. Una dominante presencia del matrimonio en la conformación más altos porcentajes de nupcialidad, mínimos de relaciones consensúales y
familiar, identifica esta sección patria. El cambio cultural tiende hacia formas lógicamente los más altos índices de legitimidad. Las uniones de facto, mar-
patriarcales dentro de las cuales se injertan configuraciones indias de legado cadamente escasas, aparecen en las zonas urbanas y en los linderos del com-
pretérito. plejo con otras subculturas. La familia presenta un marcado sabor matriarcal
b) El complejo santandereano o neohispánico por su volumen de población y fuertes nexos familiares en la unidad extensa unilineal uterina.
como por su extensión territorial es el más pequeño de todos. Ocupa la porción d) Complejo litoral fluvio minero o negroide. Su habitat, el más extenso,
fragosa de la cordillera oriental, en su porción norteña, resbalando por los incluye dos regiones naturales: Llanura del Pacífico y costa del Caribe y
pisos térmicos cálido y templado en vertientes y valles fluviales. Su dominador sectores de las riberas del Magdalena y el Cauca. Complementan este ámbito
étnico reconoce un alto porcentaje de sangre hispánica, de ahí su denomina- geográfico antiguas zonas mineras, representadas fundamentalmente por la
ción, con intercalaciones de aportes biológico y cultural indio. Es un complejo porción aurífera del norte antioqueño. Las dos regiones naturales y la por-
agricultor, con recientes manchas de actividad pecuaria. El ausentismo, el ción fluvial sumada a la minera, se identifican por un clima cálido constante,
régimen de aparcería, y los valores sociales agregados a la propiedad, carac- regiones de sabanas y de selva húmeda tropical. El elemento humano es
terizan las formas tenenciales. Apenas inicia el desarrollo industrial. La reli- triétnico con un favorable aporte al denominador biológico negro, que iden-
gión permite ver aún, en su proyección, la representación de los estatus tifica y da nominación al complejo. Toda esta subcultura se caracteriza por
etnosociales de la Colonia, hoy socioculturales, dentro de una comunidad de su marcado subdesarrollo, aun en relación con las demás zonas colombianas,
fuerte énfasis en la estratificación de sus clases conformadas sobre el estatus tsta condición se proyecta sobre la vida económica, las condiciones de
adscrito. Las formas familiares se reparten entre las estructuras matrimoniales salud, la vivienda y la educación. La religión también siente su influjo, y
y las de hecho, con un mayor énfasis total hacia las primeras, ocupando en su acción normativa cultural es limitada y laxa. La familia se caracteriza
este sentido el tercer lugar después del complejo antioqueño y el andino. Las por la dominante presencia de las formas de facto: unión libre en sus di-
modalidades de unión consensual se identifican con el madresolterismo de versas modalidades, relación esporádica y poliginia constituyen las variables
rasgos peculiares, el concubinato interclases y la unión libre de relación entre mayontarias, cuya integración es muy débil, así como la de las formas fa-
los mismos estratos sociales. El rasgo peculiar estructural de esta familia es miliares legales. Una dinámica permanente de desintegración y reconstruc-
el fuerte régimen patriarcal. íon de la célula doméstica domina el ámbito familiar hasta el punto que
c) El complejo de la Montaña o antioqueño, se ubica en la región andina n sectores y clases marginadas no constituye una modalidad claramente
media, sobre la conjunción de las cordilleras central y occidental. Este habitat stitucionahzada. Esto conduce a delegar en manos de la mujer y su pa-
xxxii xxxiii

rentela, el papel cultural del padre, y a focalizar en torno de aquella todo rurales y urbanos, determina una tercera dimensión, que se hizo necesario
el complejo de la autoridad. analizar entre otra serie mayor de variantes Por ello, este trabajo tiene un
Una serie más amplia de rasgos se agrupan en torno de cada complejo cultural, largo proceso de gestación, que no ha terminado. Este segundo volumen de
algunos de los cuales han sido analizados, mientras otros los he recortado para la familia colombiana está incompleto. Constituye sólo un esquema básico de
abreviar esta publicación. Aunque he tomado un conjunto de rasgos identificatorios análisis, un intento de dar una proyección del país, un empeño de entregar
similares en todos los complejos, no los he presentado uniformemente. Ha sido un marco teórico general de la familia, dentro del cual falta aún mucho con-
mi criterio seleccionarlos de acuerdo con su mayor incidencia o importancia como tenido. Es necesario ahondar más en los rasgos, observar subdivisiones dentro
rasgo cultural, o merced al funcionalismo que proyectan en torno a la familia de del gran esquema general, profundizar en los valores, en las imágenes y en
cada complejo. Quiero observar que dentro de este análisis no aparece el estudio la dinámica de sus ciclos vitales. Además, es necesario estudiar el proceso
del Tolima, del Meta y parte del Huila. Cuando realicé los trabajos de campo, tan fuerte de cambio que engendran los movimientos migratorios que corren
condiciones de inseguridad civil no me permitieron acercarme a estas zonas, lo hacia la urbes. Las modalidades primigenias de cada recién llegado, se esti-
cual deploro verdaderamente. Como zonas marginales aparecen regiones de co- lizan, deforman y transforman al ritmo ciudadano. La ruptura consiguiente de
lonización, ubicadas en la periferia del área de dominio nacional. Tampoco las los bloques regionales que las comunicaciones han creado, deterioran por otra
presento. Visité algunas, en las cuales pude observar que constituyen una prolon- parte las premisas básicas de sus rasgos identificatorios. El país, aunque parece
gación de los patrones culturales de las áreas de origen de inmigrante. Pero como avanzar hacia una uniformación de la institución familiar, es aún imposible
son bastante amplias, no quiero aventurar un análisis sin haberlas estudiado todas, asegurar o prospectar las modalidades hacia las cuales se dirige.
y con mayor profundidad que en los muéstreos iniciales. Quiero inquietar a otras mentalidades, a otras técnicas y a otras discipli-
Este trabajo no puede considerarse como un escueto estudio de la cultura nas, para avanzar más en este estudio. La institución de la familia constituye
en su estrecho sentido. Tampoco puedo considerarlo así por las técnicas que un campo desde el cual se divisan y dentro del cual se proyectan todas las
empleé en su conocimiento. Dominantemente hice uso de la observación par- instituciones de la comunidad en sus fallas y en sus aciertos. Focaliza más
ticipante y de la entrevista profunda y superficial, y de la acumulación en que ninguna las incidencias del devenir social y cultural patrio y los problemas
cada complejo de un crecido número de biografías de adultos hombres y del morbo social, conformando un punto clave en su cambio.
mujeres. Como complemento, aproveché algunas técnicas sociológicas, cues- Sea éste el momento para expresar mis agradecimientos a las siguientes
tionarios básicamente, para obtener proporciones cuantitativas en indicadores personas y entidades que generosamente me han ayudado en este análisis:
y mensurar algunas variables. También he utilizado el análisis de fuentes his- La John Simón Guggenheim Memorial Foundation, de la cual fui becaria
tóricas. Considero que para los estudiosos de las ciencias sociales no debe por segunda vez en el pasado año, con el propósito de redactar el presente
existir límite en el empleo de herramientas de trabajo para sus análisis. volumen.
Este estudio ha sido dispendioso en su ejecución. Fue tarea ardua deter- A las directivas de la Facultad de Ciencias Humanas y del departamento
minar primero los complejos culturales con sus respectivos rasgos, para hacer Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, quienes facilitaron
después muéstreos representativos en el área de cada uno. Fuera de la pro- mis estudios.
yección especial, horizontal o geográfica de la cultura, existe una dimensión Al Director de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Humanas, doc-
vertical estratigráfica de la misma. Lo que en un complejo cultural dado es tor Miguel Fornaguera, de quien recibí cooperación científica en materiales
verdad dentro de una de sus clases sociales, no lo es en otra, y generalmente y en crítica.
cada una acusa rasgos identificatorios diferentes u opuestos. Este relativismo A doña Helena de Pérez, secretaria de esta sección, quien tuvo a su res-
en función de la estructura de clases, me obligó a sondeos más amplios para ponsabilidad la dura tarea de transcribir los originales de mi estudio.
detectarlo mejor y poder indicar algún bosquejo de sus características esca-
lonadas verticalmente. Por otra parte, la diferenciación cultural entre grupos Virginia Gutiérrez de Pineda
Parte 1
Complejo cultural andino o americano
Introducción

La estructura de la familia del complejo americano constituye un ejemplo de


aculturación cumplido impositivamente dentro de la yuxtaposición de dos le-
gados institucionales. Este proceso aún no ha culminado y por ello ofrece
una amplia gama de matices que se inician con las formas estructurales de
la familia india, casi pura, hasta llegar a asimilar los lincamientos más precisos
de la tradición hispánica. Esta línea de insensibles variantes comienza en las
comunidades nativas y finaliza en la cúspide de las clase alta tradicionales
incluidas dentro del complejo cultural americano. En tal sentido, se puede
ofrecer un continuum de modalidades que, con finalidad teórica podemos es-
quematizar así: zona de limitada aculturación al patrón familiar hispánico y
zona de intensa aculturación al mismo.
La primera zona puede subdividirse en comunidades aborígenes ubicadas
en regiones marginales de limitada interferencia cultural, como las chokoes,
cunas, tukanos, guahíbos, sionas, kofanes, kwaiker, piaroas, motilones, pa-
maenes, etc. Una segunda subdivisión corresponde a las comunidades indias
ubicadas en las partes internas del país, tales como las conformadas por los
paeces, los chimilas, los caramantas, etc. Finalmente constituye una línea de
ensamble entre las comunidades nativas y el mundo campesino andino pro-
piameme dicho —segunda zona— unidades indias en trance de desintegración,
pero aún ubicadas dentro de un marco de referencia institucional aborigen.
Tal el caso de los resguardos indígenas de los departamentos incluidos en
este complejo familiar, recientemente disueltos, o aún en vigencia.

ergio Daza Pérez y otro, Características socioeconómicas y culturales de algunos resguardos del
acizo Central Andino Colombiano. Comunidad Indígena de Aldana, departamento de Nariño, Mi-
nisterio de Gobierno. Bogotá, 1964, mimeografiado; Ligia Echeverry Ángel y Gloria de Wiesnger,
El resguardo indígena y sus relaciones con las formas actuales de tenencia de la tierra en Colombia;
con referencia especial a Guambia, Cauca, Bogotá, 1964, mimeografiado; Eloy Robalino, Silvia,
estudio de caso, economía y tenencia de la tierra, Bogotá, 1964, mecanografiado; Sergio Elias Ortiz,
"Las comunidades indígenas de Jamundino y Males, apuntaciones etnológicas" en: Boletín de estudios
históricos, suplemento No. 3, Pasto, 1935.
4 / Familia y cultura en Colombia Introducción / 5

La zona de intensa aculturación a los patrones familiares foráneos ofrece rizado por estructuras tenenciales económicas y familiares diferentes al com-
dos tonalidades de muy débil discriminación: porción meridional con menor plejo andino (véase parte 3, "Las modalidades tipológicas de la familia y su
asimilación hispánica y un mayor número de remanente indígena, más sensi- etiología social"). De esta manera, repito, la vertiente conforma la transición
bles dentro de los grupos populares y más diluidos a medida que se asciende entre los dos, como puede observarse en los correspondientes mapas de legi-
en la clasificación social. Constituye este bloque en orden jerárquico ascen- timidad, unión libre, matrimonio católico, etc. (véase anexo). Un aparente
dente, Nariño, sur del Huila y Cauca. determinismo geográfico parece así estructurar la distribución de la institución
La porción septentrional, más homogénea que la anterior, está compuesta familiar en Colombia.
por porciones de Boyacá, santanderes y Cundinamarca. Estas comunidades
vienen luego ubicándose a través de un proceso de estratificación social, que
comienza en las clases populares —empalme del bloque meridional—, se
continúa en una sucesión de leves inflexiones a los matices de la pauta pe-
ninsular dentro de la clase media, y llega con los estratos altos tradicionales
a ofrecer una familia de clara raigambre castiza.
En otro sentido puede decirse que, el continuum de matices que se en-
cuentran en el complejo cultural americano, alcanza su culminación más am-
plia en el complejo familiar neohispánico o santandereano. Y llega a esta
realización en el sentido de que este grupo logró implantar, en su estructura
familiar, los lincamientos de transmisión castiza hacia los cuales tiende el
complejo americano, manifiestos básicamente en una tendencia patriarcalista.
De esta manera, en función de la familia, Colombia se fragmenta en dos
bloques: de marcada orientación hacia el patriarcalismo, el primero, vertebra-
do por los complejos andino y santandereano, mientras el segundo, constituido
por el litoral fluvio minero y el antioqueño, impulsan su dinámica hacia el
matriarcalismo, de características diferentes en cada una.
Finalmente, analizando el ámbito del complejo americano en un sentido
espacial geográfico, hallamos que él se esfuma en sus características básicas
hasta empalmar con el del litoral fluvio minero, a todo lo largo de la vertiente
occidental en la cuenca del río Magdalena. A todo lo largo del piso térmico
templado en esta vertiente se jugó el proceso de cambio. Los sobrantes abo-
rígenes que los altiplanos expulsan con sus sistemas de tenencia, los mestizos
desarraigados y algunos blancos sin suelo, abrieron el campo de las tierras
occidentales de ladera, liberándose de su pobreza a través de la colonización
y la apertura de fincas cafeteras y de los cultivos de clima medio, mientras
se proyectan, en fecha nueva, con la ganadería y los productos del piso térmico
2

cálido. Estas gentes fueron un empalme entre el complejo negroide caracte-

2 Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura en la historia de Colombia, Bogotá, 1962, pp. 163 y 164.
El habitat II

r 0 lombia y proyectados ampliamente en territorio costero panameño. Su


El hábitat habitat lo constituyen tierras bajas, ligeramente onduladas, con abundante pre-
cipitación, altas temperaturas medias y una vegetación de tipo selvático.
Vecinos de los cunas están los chokoes, compuestos de varios subgrupos,
catíos, emberás, wanamas, etc., ubicados en un habitat muy amplio y variado
en su vegetación. El núcleo más importante abarca la vertiente occidental de
la cordillera occidental, una de las zonas más lluviosas del mundo y cubierta
de selva húmeda tropical. También se ubican en las vertientes orientales de
Según la anterior clasificación, este complejo familiar se expande en dos la mencionada cordillera y en las regiones altas del río Sinú.
zonas, de escasa aculturación hispánica la primera y ubicada en retazos Los paeces, por el contrario, han ido trepando más y más en las ariscas
dispersos casi marginales del territorio patrio, mientras la segunda consti- estribaciones andinas de la cordillera central, dentro de las zonas limítrofes
tuye un núcleo andino de amplia proyección. Abarca parte de los departa- de Cauca y Huila, en los pisos térmicos frío y paramuno.
mentos de Cundinamarca, Boyacá y los santanderes en la porción cordille- Los chimilas, tan temibles en el pasado para la expansión agropecuaria
rana nororiental, y a los del Cauca, Nariño, y sur del Huila en la región regional y la navegación del Magdalena, demoran todavía en el habitat tradi-
sureña occidental. Más concretamente, este habitat se centraliza en las al- cional: ocupan el territorio encerrado por "la gran curva que forma el bajo
tiplanicies andinas de las divisiones políticas enumeradas, ubicándose fun- Magdalena, por el este del río Cesar, y por el norte la Sierra Nevada", en
damentalmente sobre los pisos térmicos frío y paramuno, y descendiendo una zona de amplias sabanas alternadas con un paisaje boscoso, al abrigo de
en proyecciones verticales a limitadas secciones del clima templado (véase la "sombra seca" de la Sierra Nevada.
anexo, mapa "Complejos culturales"). Los motilones, grupo selvático, se expanden en parte del noroeste colom-
biano y del occidente venezolano, en los departamento de Norte de Santander
La zona de escasa aculturación: comunidades indígenas y Magdalena en Colombia, y el Estado de Zulia en Venezuela, desde el río
Catatumbo al sur, hasta el Guzare al norte, teniendo como su avanzada más
Ampliando un tanto más esta escueta distribución inicial, hallamos que las occidental las sierras de Perijá y Motilones.9 Ubicados en las vertientes cor-
comunidades indias —primera zona— se sitúan en regiones limítrofes del
área nacional, bien porque éste era su inicial lugar de asiento o porque han
Juiíán H. Steward, "The circumcaribean tribes: an introduction", en: Handbook of South American
sido empujadas en un proceso de presión-evasión a las interferencias cultu- Ind.cns, vol. IV, Washington, 1948, pp. 1-17.
rales. Los demás sitios donde sobreviven las comunidades aborígenes, son rto Pineda Giraldo, Los chocó, una tribu de la selva húmeda tropical colombiana. Inédito;
Mana de Betania, Op. cit., pp. 5 a 71.
enclaves interiores que por condiciones de desarrollo regional y ventajas del
1Q4R B S t ° U t ' " T h e C n o c o ' • e n : Handbook of South American Indians", vol. IV, Washington,
medio físico, aún pueden mantenerse relativamente aislados o independientes. . °> PP- 269 y ss.; Erland Nordenskiold, "Les rapports entre l'art, la religión et la magie, chez les
Así hallamos a los cunas," que constituyen la avanzada noroccidental colom- jn iens Cuna et Choco", en: Journal des Societé des Americanist de París, vol. II, No. 21, fase. 1,
1929, pp. 141-158; Severino de Santa Teresa (fray), Creencias, ritos y costumbres de los
biana, centrados en el litoral Caribe del Golfo de Urabá, en menor porción ,os catíos
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en: Etnol. Stud., No. 4, Gotemburgo, 1937, pp. 12-34; "Original documents from the Cuna Indians Gerardo ReichT-i ° Nacional< vo1 - '• Bogotá, 1943; María de Betania, Op. cit., pp. 114-120;
194 mdlOS motilones
of San Blas, Panamá", en: Etnol. Stud., No. 6, Gotemburgo, 1938, pp. 1-178; María de Betania 6 , p 16 " . e ": Revista del Instituto Etnológico Nacional, vol. XI, Bogotá,
(hermana), Mitos, leyenda y costumbres, Madrid, 1964, p. 73.
8 / Familia y cultura en Colombia El habitat/ 9

dilleranas y en la porción de la llanura, encuentran los climas del piso térmico Y barana en el río Nanapiare, la subtribu Yecuana (Decuana) de los Makiri-
templado y del cálido, más seco en el declive, pero considerablemente lluvioso tare, y los Nabuduh, un subgrupo Sanema".
en la porción plana, donde aparece la selva tropical húmeda refugio para este El habitat de estas tribus comprende dos regiones geográficas: la mon-
grupo. Los tukanos tienen un clima similar e igual ubicación periférica, asen- taña de dos mil metros de altura con sus densas selvas, y el llano que no
tados en las cabeceras del río caquetá. alcanza los doscientos metros sobre el nivel del mar con sus enmarañados
En un ambiente vegetal diferente al precedente hallamos a los guahíbos, cuyo morichales y sus sabanas de gramíneas, dentro de un clima de lluvias es-
territorio "comprende la extensión de los Llanos Orientales de Colombia, entre tacionales y altas temperaturas. También hallamos otros núcleos de po-
los ríos Meta y Vichada por una parte y el Orinoco y el límite entre las intendencias blación aborigen en el cuadrilátero conformado por el Guaviare al norte, el
del Meta y el Vichada por otra". "Pequeños grupos" de esta comunidad se hallan río Negro al este, al sur las partes altas del Caquetá y al occidente por las
establecidos en el "territorio Casanare" y entre el río Meta y el Ariporo. estribaciones andinas. En este ambiente de selva húmeda tropical enclavado
13
Los koguis, "viven principalmegnte en las faldas septentrionales'" de la en la llanura amazónica se ubican tribus pertenecientes al tronco lingüístico
Sierra Nevada "donde ocupan especialmente los valles del río Palomino, San Arawak, al Karibe, al Tukano, al Witoto, y a grupos sin clasificación. A
Miguel y Ancho, a una altura promedia de 1.000 a 2.000 metros sobre el manera de apéndice al final del complejo andino, presento algunos rasgos
nivel del mar. Un grupo pequeño vive en el alto río Don Diego y otro en la rotos de su estructura familiar.
cabecera del río Ranchería". Sus poblaciones "se encuentran casi siempre en
el fondo de los valles, sobre terrazas aluviales", a excepción de San Andrés. La zona de intensa aculturación
Las faldas de los valles asientan los cultivos y en ellas aparecen las fuertes
formaciones graníticas, en las que alternan en las partes más altas, porciones El habitat de la segunda zona está constituido por tierras altas, colocadas en su
boscosas con sabanas herbosas, fruto de la permanente deforestación humana. porción norteña en el cordón magistral de la cordillera oriental, que conformando
La región oriental de Colombia está habitada por tribus dispersas y erran- un amplio surco central, se abre en las altiplanicies de la sabana y los compartí-
tes, algunas de las cuales demoran en la región encerrada por el Orinoco al mientos de Tunja, configurando el doble valle fluvial del Servitá y el Sogamoso.
norte y oeste; el Ventuari en el sur, y el Cauca al este. Wilbert describe la Estos altiplanos se hallan bordeados por amplios cordones orográficos de consi-
ubicación de estas tribus: "La cuenca del Cauca con los Mayoncon, un sub- derable altura, que dan las formaciones paramunas a donde empieza a ascender
grupo de los majiritare, los yecuana y con unos grupos Sanema". En la "cuen- parte de la población de este complejo (0,5% del total colombiano, según E.
ca del Cuchibero con los indios Panare y algunos grupos desconocidos en Guhl). Porciones de este grupo se ubican en las vertientes cordilleranas orientales
sus cabeceras". En la "cuenca del Suapure" a excepción de unos núcleos e la cordillera oriental, y en regiones correspondientes a los pisos térmicos fríos
Panare no cuenta hoy con poblaciones indígenas. "La cuenca del Sipapocon y templados de los dos santanderes (véase anexo, mapa: "Complejos culturales"),
los indios Piaroa y Macó". Finalmente la "cuenca del Ventuari, con los indios fcn la porción sureña este complejo se asienta en la altiplanicie de Popa-
ban, resto de la depresión marina del secundario y en las llamadas "altipla-
10 María de Betania, Op. cit., p. 169; Julián Steward, "The Witotoan Tribes", en: Handbook of South
American Indíans, vol. III, Washington, 1943, pp. 749 y ss.; Theodor Koch Grumberg, "Die India- ohannes Wilbert, Indios de la región Orinoco Ventuari, No. 8, Caracas, 1961, Fundación la Salle
nerstame am oberen Río Negro und Yapura", en: Zeit Ethnol, vol. XXVIII, pp. 166-1.205. ae Uencias Naturales, monografía p 11
16 Ibíd., p. 22.
11 Gerardo Reichel, "La cultura material de los indios guahíbos", en: Revista del Instituto Etnológico
Nacional, Bogotá, 1943 y 1944. vol"1fliGw1,ni?n' " T r i b e s of t h e
Vaupes, Caquetá región", en: Handbook of South American lndians,
12 Ibídem. m 5 PP
18 Alfred H "' ' ' ? 6 3 y 1M' M a " ' a d e Beanií' °P' "'" P P * 6 9 a 2 U
13 José de Vilanesa (padre), "Indios arhuacos de la Sierra Nevada de Santa Marta", en: Revista del Primera ve^vi' U cordillera de Bogotá, resultado de viajes y estudios, Gota, Justus Perthes, 1892,
Instituto Etnológico Nacional, vol. V, Bogotá, 1959, pp. 13 a 28; Gerardo Reichel, "Los koguis, una Orlando Fak R e H S p a ñ o l a de E r n e sto Guhl, Bogotá, Banco de la República, 1966, pp. 110 y ss.;
tribu de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia", en: Revista del Instituto Etnológico Nacional, geografía H„ r , \ B hombre - v h tierra en Bovacá, Bogotá, 1957, pp. 10-14: Pablo Vila, Nueva
vol. IV, Bogotá, 1949-1950, pp. 27 y ss. 1V9 Phavb l *Vl C ° ' 0 m W a ' B °g°tó, 1945, p p .41 y 175.
° >a, Op. cit., p . 33.
14 Ibíd., pp. 30 y 31.
10/ Familia y cultura en Colombia

nicies de los Pastos" continuación del corredor interandino que viene de la


hermana república limítrofe20. Finalmente, avanza por la zona sureña del de- Las instituciones
partamento del Huila, expansión colonizadora de Nariño y de Cauca, dentro
de un clima de vertiente andina sobre la parte alta del río Magdalena.

El clima correspondiente a estas regiones del complejo familiar americano,


contribuye a determinar con las condiciones peculiares de los suelos, las caracte-
rísticas de su actividad económica. En la altiplanicie de Nariño, piso térmico frío,
hallamos que sobre un suelo de formación volcánica y amplia fertilidad, existe
21
una lluviosidad limitada, 916 mms. anuales que, sin embargo, permite el desa- La economía
22
rrollo agrícola. Avanzando hacia el norte por territorio de este complejo, dentro Las actividades
de los pisos térmicos templados y fríos, hallamos el macizo de las Papas, sobre
el cual se proyectan las influencias climáticas de la parte amazónica, observándose Las condiciones del habitat, topografía, clima y composición de los suelos, han
23
con ello un ascenso de la lluviosidad que alcanza a 3.600 mms. y que sumado incidido favorablemente para crear el desarrollo de una explotación de la riqueza
a las condiciones de los suelos y a una relativamente suave topografía, permite agropecuaria en el área del complejo familiar americano o andino. Exceptuando
la explotación agropecuaria. Más limitadas son las condiciones de precipitación a Bogotá, (D. E.), que constituye el primer centro industrial y comercial del país
pluviométrica —2.000 mms. en la altiplanicie de Popayán—, concomitante con y extrayendo también a dos o tres ciudades principales centros de esta actividad,
una menor riqueza del suelo, pero que alcanza a permitir la explotación agrícola y descontando a Paz del Río, foco siderúrgico —el primero de Colombia— no
y la ganadería de tipo extensivo. es errado decir que la riqueza principal de esta porción está centrada en la explo-
En el núcleo norteño oriental encontramos similares condiciones en cuanto a tación agropecuaria. Los seis departamentos que tienen parte en ella ofrecen con-
temperaturas y a régimen de lluvias. Volvemos a situarnos en los climas frío y diciones óptimas para cultivos de zona templada europea y aún de cultivos
templado y las precipitaciones pluviométricas son relativamente escasas, encon- tropicales correspondientes a los pisos térmico frío, templado y paramuno. Cun-
trándose en las altiplanicies de Bogotá y Tunja rincones de reducida lluvia anual, dinamarca, Nariño y Boyacá han sido los principales productores de papa, maíz,
mientras en otros, por condiciones topográficas, se tiende a acumular una mayor trigo, cebada, en el país.27 En Cundinamarca, la llamada Sabana de Bogotá, en
cantidad de precipitación acuosa favorable al laboreo agrícola y a la explotación la ondulada altiplanicie de Nariño, y en Boyacá, en las regiones fisiográficas de
agropecuaria. Estas lluvias, sin embargo son suficientes para determinar con- Chiquinquirá y Moniquirá, en la altiplanicie central, en Ramiriquí, y en algunos
juntamente con las condiciones de la tierra —suelos aluviales, antiguo lecho la- paramos de este departamento ubicados en los cordones magistrales, prosperan
custre— una inmejorable base para el desarrollo agropecuario. estos cultivos primordialmente.28

20 Pablo Vila, Op. cit., p. 161; Ignacio Rodríguez Guerrero, Geografía económica de Nariño, vol. I 26
Pasto, 1961, p. 387. Prsidencía de la República, Dirección Nacional de Planeación Económica y Fiscal, Plan de Boyacá,
inversiones, 1954-1958, Bogotá, sin fecha, pp. 17 y ss.; CIDA, Estudio sobre la tenencia de la tierra
21 Alfred Hettner, Op. cit., pp. 33 y ss.; Pablo Vila, Op. cit., p. 161. en Colombia, 1965, mimeografiado, pp. 194 y ss.
22 Milcíades Chaves, Estudio socioeconómico de Nariño, Bogotá, 1959, pp. 30 a 35. 27
Triana y Antorveza, Estudio sobre las condiciones socioeconómicas en el área comprendida por los
23 Pablo Vila, Op. cit., p. 162. municipíos ae Túqueres, Sapuyes y Guachucal, Bogotá, Ministerio de Gobierno, 1964, anexos 19 a 21.
28
24 Ibíd., p. 163. Eduardo Acevedo Latorre, "Panorama geoeconómico del departamento de Boyacá", en: Anales de
25 Ibíd., pp. 79, 80, 175; Joseph Thome, Bases legales para un programa de irrigación en el valle de ss.; Ignacio Rodriguez Guerrero, Op. cit, vol.XI • TZcini^ C"' V01 ' V m ' N o - 7 6 ' PP- 26 v ss-= A m ° n > ° "erra" V <««>, Op. cit., pp. 26 y
Sopó, copia mimeografiada, sin fecha; SENA, Estudios socioeconómicos, área de Boyacá, Bogotá. Op. cit., vol. XI, p. 283; CIDA, Op. cit., pp. 194 y ss.; SENA, ...
1963, pp. 6-8; Incora, Estudios del minifundio en Colombia, desde el punto de las posibilidades de Boyacá, Bogotá 1964 " ^ 4 8 ' 5 ° ' I n c o r a ' Pla" de crédit0 supervisado para el departamento de
P 1 4 3 6 3 7 ; Pr e
realización de la concentración parcelaria, Bogotá, 1964, pp. 28 y ss.; Ernesto Guhl, "Los páramos Páe? v Berh™ D '. £ ' ' °y cto de crédito supervisado para Miraflores, Zetaquira,
- y tserbeo, Boyacá, Bogotá 1965, pp. 10-13. ~" ~*
circundantes de la Sabana de Bogotá, su ecología y su importancia para el régimen hidrológico de
la misma", en: Revista del Banco de la República, No. 463, Bogotá, 1966, pp. 548 y ss.
12/ Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 13

Complementariamente con la agricultura se desenvuelve la ganadería, laboran, el 28,5% se dedica a la actividad ganadera. 3 Una agricultura
de alta técnica en torno a las principales ciudades, aunque generalmente de UC
. me nor, alterna con las fincas de explotación extensiva pecuaria, pues
tipo extensivo en las demás zonas. En cada área ocupa porciones diferentes 6
diciones ecológicas tales como la pobreza de los suelos, en la zona de la
del suelo en relación con la agricultura: Boyacá, por ejemplo, absorbe el . lan j c ie de Popayán, acrecentada por una activa erosión de los mismos, a
41,6 del total del suelo, mientras la agricultura sólo copa el 12,2%, 30 lo \ s cuales se suman formas estructurales de la tenencia, restan desarrollo téc-
que le permite ocupar el tercer lugar del país, precedida por Bolívar y An- ico al sector agrícola. Más próspera pero limitada en suelos, hallamos la
tioquia, en cuanto al número de cabezas de bovinos se refiere, cifra que gricultura en las vertientes del macizo colombiano, donde con óptimas tierras
además significa una décima parte del total nacional.31 En Nariño, en la V precipitaciones lluviosas más abundantes, se estimula una mejor producción.
zona del altiplano, la prelación del renglón agrícola sobre el ganadero, de- Similares condiciones a las primeramente indicadas hallamos en Tierradentro:
pende de cada municipio, pero las dos actividades ocupan el 94,73% de la suelos pobres, lluviosidad escasa, a lo que se suma una fisiografía de pen-
población ubicada en ella. dientes rápidas que favorecen el lavado de las capas vegetales y disminuyen
Las condiciones de la tenencia en el Cauca y las de su habitat, hacen las posibilidades de intensificación técnica agrícola.
similar su explotación a la de Boyacá: del 32,5% de las tierras departamentales En escala de artesanía familiar y en desigual competencia con la industria,
se conservan, dentro de algunos sectores de este complejo, algunos tejidos
29 Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., p. 176; John Merlin Hunter, Emerging Colombia, Washington, —de lana fundamentalmente— que viven a expensas de un mercado menor
1962, p. 42; Luis Ospina Vásquez, "Perspectiva histórica de la economía colombiana", en: Ciencias tradicional de limitadas exigencias técnicas. Vinculados con la artesanía, la
Económicas, No. 16, Medellín, sin fecha, Universidad de Antioquia, p. 10; Andrew Pearse, Tenza,
la tenencia de la tierra y sus implicaciones socioeconómicas, 1964, inédito; Pedro Nel Barrera, agricultura, la ganadería, hallamos el transporte de los productos y la distri-
SENA, Estudio socioeconómico, área de Nariño, Bogotá, 1964, mimeografiado. bución e intercambio en los mercados regionales y nacionales, que constituye
30 Ibíd., p. 33; Pablo Vila, Op. cit. p. 273; Presidencia de la República, Plan de Boyacá, Op. cit. p. 17;
SENA, Op. cit. p. 52, 53 y 59. un renglón de importante valor económico.
31 Presidencia de la República, Plan de Boyacá, Op. cit., p. 17; Banco de la República, La producción
y las economías seccionales de Colombia, Bogotá, 1950, pp. 67 y 75; Otto Morales Bem'tez, Memoria
del ministro de Agricultura al Congreso de 1961, Bogotá, Imprenta Nacional. 1962, pp. 163 y ss.; Algunas características tenenciales
SENA, Op. cit. p. 28.
32 Milcíades Chaves, Op. cit., p. 62; Ignacio Rodríguez Guerrero, Op. cit., vol. XI, p. 284. Para mayor He afirmado que el habitante de este complejo familiar americano encuentra
amplitud, véase el análisis de tres municipios de Nariño dentro del análisis monográfico de Triana:
Superficie promedio en hectáreas de la tierra en explotación ganadera o agrícola: las principales fuentes de su vida material en la explotación del suelo y que
Túqueres Sapuyes Guachucal Total de la región la mayoría de la población conforma un grupo ganadero y agricultor. Es lógico
Agricultura 1,1 1,5 0.8 1,1 que sobre la estructura de estas comunidades predominantemente agrarias se
Ganadería 2¿ 15^2 8fi 5<) I reflejan los sistemas de la tenencia de la tierra. La familia no ha escapado a
Triana y Antorveza, Op. cit., p. 11; también ilustran sobre el particular los siguientes datos derivados del este moldeamiento indirecto: las formas de uso y los sistemas de explotación
mismo estudio: en relación con el número de familias dedicadas a una y otra actividad en una muestra
de tres municipios, Túqueres, Sapuyes, Guachucal, la agricultura tiene prelación, seguida por la ganadería del suelo la interfirieron en el pasado y siguen proyectando hoy su influencia
y las industrias caseras: (Ibíd., pp. 118-121). Observemos también que el 90% del total de las grandes y en la tipología familiar. Veamos cómo.
pequeñas propiedades de Nariño cultivan cuatro productos básicos: papa, maíz, trigo y cebada (Milcíades
Chaves, Op. cit., p. 82), en orden de importancia según la extensión que ocupan sus sembrados; DAÑE
Directorio Nacional de Explotaciones Agropecuarias, 1960; departamento de Nariño, Bogotá, 1964,
pp. 22 y ss. Véase también Antonio Herrón y otro, Reorganización y planeamiento de explotaciones jncora, PUrn de crédito supervisado para el municipio de Timbío, Cauca, Bogotá, 1965, pp. 13-16:
agrícolas en el departamento de Nariño. Trabajo de tesis para optar al título de ingeniero agrario. Facultad uardo Acevedo Latorre, "Panorama geoeconómico del departamento del Cauca", en: Economía y
de Agronomía de Medellín, Medellín. 1964, copia mimeografiada. Estadística, No. 82, Bogotá, 1956, pp. 18 y ss.
a
En la tabla número tres se halla una comparación de distribución general del suelo departamental y A« i' ¥?' '^' ^ m e s t 0 Guhl, La producción y las economías seccionales de Colombia, Banco
extensivo de cultivos en los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Nariño. Y en la tabla ^ de la República, Bogotá, 1962, pp. 30 a 32.
No. 4, un análisis similar entre municipios de las tres secciones, pp. 24 y 25. En la tabla No. 5, una U8-12L SFN™" 3p' °P' C "' V3é2a n s e c u a d r ° s de actividades productivas en Nariño; pp. 56 y ss.,
comparación semejante en aspectos de ganadería en las regiones citadas, p. 28. Véase también Ignacio ñor t.r„ ' j ° ' "'•• PP- "33. Véase cuadro: "Población económicamente activa en Bovacá
Rodríguez Guerrero, Op. cit., pp. 111, 294 y ss.; Triara y Antorveza, Op. cit., pp. 121-123. Por grupos de actividad", 1962.
1 4 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 15

Las áreas departamentales incluidas dentro de este complejo cultural, su- ~n AP


pecuario 1960 41 En esta fecha, de las 90.285 fincas censadas, 75.472 eran.»de
uc í^w.
man una sede de características genéricas en relación con el uso y la expío- nos de lo hectáreas y en cambio 56 fincas sumaban 56.775,9 hectáreas, y
tación de la tierra. Se observa fundamentalmente un alto porcentaje de singularizando más, hallamos que el CIDA ha observado en fecha reciente
propiedades micrométricas y, coexistentemente, la presencia local de amplias igfá , que en Nariño existen 125.000 predios inferiores a tres hectáreas, que
tenencias. CIDA considera que hay ocho departamentos minifundistas en el dan el 77% del total de las propiedades, y representan el 20% de la superficie.
país, incluidos los correspondientes a este complejo y los de los grupos an- En el Cauca, el departamento Administativo Nacional de Estadística
tioqueños, a saber: Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Norte de Santan- (DAÑE) 1954—^ indica que de las 67.000 tenencias del departamento,
der, Santander —en la zona de nuestro estudio— y Antioquia y Caldas. 50 325 son menores de 10 hectáreas, 37.873 de 5, minifundios que se ubican
Caracteriza la explotación de la gran propiedad un sistema de explota- en las zonas andinas centrales de la porción oriental.
ción signado por el ausentismo del propietario, quien delega su administra- Parte del mismo proceso histórico es Boyacá, y como tal ofrece similares
37 resultados en las formas tenenciales: minifundismo extremo que llega a la
ción en elementos secundarios. Así mismo identifica tenencialmente este
ambiente cultural, la presencia de una amplia población agricultora semi- atomización de la propiedad y mayores acumulaciones del suelo en reducidos
desarraigada o sin propiedad alguna y entre la cual y en relación con los propietarios. El piso térmico frío que nos ocupa, es el que manifiesta estos
grandes propietarios, se establece un régimen de dependencia que conserva
aún vestigios de la servidumbre colonial, más o menos atenuados en algunas
zonas y dominantes en otras, según el desarrollo de cada una. Esta masa 41 DAÑE, Directorio Nacional de Explotaciones Agropecuarias, Censo agropecuario, 1960; departa-
de agricultores sin tierras o minifundistas está manifestando una marcada mento de Nariño, Bogotá, 1964, pp. 14 y ss.
42 Esta situación está corroborada por el estudio del antropólogo Milcíades Chaves en su muestra de
movilidad horizontal periódica. los municipios que constituyen las regiones sociogeográficas del departamento y por varios muéstreos
38 monográficos en otras zonas. Para mayor amplitud véase: Milcíades Chaves y otros, Op. cit., pp. 85
Veamos algunas muestras sumarias del sistema tenencial. En el departa- a 123, cuadro de distribución y avalúo de la tierra, 1956; Antonio Herrón, Op. cit., p. 36. Obsérvese
en el cuadro comparativo No. 8 que señala formas y sistemas de tenencia de la tierra en Cundina-
mento más meridional colombiano —en la zona del altiplano— es donde se siente marca, Boyacá y Nariño (general y por municipios tipo). Consúltese CIDA. Estudio sobre la tenen-
con más intensidad esta situación: allí se conjuga coexistentemente la gran pro- cia..., Op. cit., cuadros 11 y 9, municipio de Pupiales, distribución de la propiedad raíz rural, por
propietarios y por predios según grupos de tamaño, p. 103.
piedad con la posesión milimétrica del suelo. La muestra agropecuaria nacional 43 CIDA, Ibíd, pp. 119, 141. Véase, para complementación, la situación de tres municipios del altiplano
—1955— para este departamento señala que sobre un total de 80.000 fincas, nariñense: Túqueres, Sapuyes y Guachucal:
63.000 poseen menos de 10 hectáreas, mientras la gran propiedad se hacía presente Municipio Número de propietarios Extensión de los predios Tamaño de predios
simultáneamente en 20 fincas entre 1.000 y 2.500 hectáreas y 41 con más de en % del total en % de extensión total Has.
2.500. Esta situación se halla corroborada en reciente data por el censo agro- Túqu¿n 77,2 29,8 -3
0,2 7,4 +100
Sapuyes 67,0 5,7 -3
36 Incora, Estudios del minifundio en Colombia..., Op. cit., pp. 31-33; Plan... Boyacá, Op. cit., pp. 34-36, Guachucal 27 5,1 + 100
59; Proyecto... Miraflores, Op. cit., pp. 8-10, Mario Jorguera y otros, investigación sobre algunos aspectos
del latifundio en el departamento de Cundinamarca, CIRA, No. 23, Bogotá, 1965, mimeografiado, pp- 2 bservense los datos de las oficinas municipales de catastro con fechas 1957, 1964 y 1957, respec-
y 3; CIDA, Estudio sobre la tenencia..., Op. cit, pp. 105 y 106. ^amente, en: Triana y Antorveza, Op. cit., pp. 103-105. Véanse, para mayor amplitud, los cuadros
CÍDÍO S Cm ^ Ue e s t u d i a n detalladamente el tamaño de la tenencia por secciones en estos muni-
37 CIDA, Estudio sobre la tenencia..., Op. cit., pp. 106, 141. Véase cuadro 10, II, distribución de l°s IQA-| S ' ü Morales Benítez, Reforma agraria, Colombia campesina, Bogotá, Imprenta Nacional,
predios rurales de las regiones "minifundistas" ya mencionadas, por grandes grupos de tamaño, 1960. '*>A pp. 75 y 76.
38 Luis Eduardo Nieto Arteta, Op. cit., pp. 28-30.
DAÑE, Muestra agropecuaria nacional, 1954, Bogotá, sin fecha.
39 Salvador Camacho Roldan, "Catastro del Estado de Cundinamarca", en: Escritos Varios, Bogotá ^J véase Incora Pin* T- L- ^
1892, p. 601; "Desamortización de bienes de manos muertas", en: Escritos Varios, Bogotá, 1892, hectáreas- FH¡ AK r,mbl°' Cauca' PP- H, 12- La finca promedio es de una a menos de dos
pp. 151-163; Dale W. Adams, A view qf Minifundio Problems in Colombia, CIRA, No. 32, Bogotá y ss- Mieutí T , ° A c e v e d 0 L*10™' "Panorama... Cauca", Op. cit., No. 82, Bogotá, 1956, pp. 18
1965, mimeografiado, pp. L.T.C. 64-2; Antonio Herrón y otro, Op. cit., p. 34. Informe ¿ « ? " ,, ° y o ' El Cauca es <"'' Popayán, 1963, pp. 96 y s.; José Elias del Hierro,
40 Hernán Toro Agudelo, "Planteamiento y soluciones del problema agrario", en: Universidad de Me' P/oducción vio. diciembre de 1963, Bogotá, 1963, p. 49; Banco de la República, La
1952, p 32• E r n ^ r T " ! . ! ,secc,onales en Colombia, Bogotá, Imprenta del Banco de la República,
dellín, año 1, No. 2, Medellín, 1957, p. 13; Andrew Pearse, Tenza..., Op. cit. (Véanse cuadros ' U u h 1 La
' seguridad social campesina en Colombia, Bogotá, 1954. DD. 61. 66.
propiedad).
1 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 17

rasgos con mejor precisión. Observemos algunas pocas realidades que nos Es posible también, en forma particularizada, concretizar algunas carac-
ilustran dentro del incontable número de ellos. terísticas más de la tenencia de la tierra en las zonas de este complejo familiar.
Sutatenza y San José de Pare son ejemplos clásicos de la parcelación Están parcialmente representadas por la tendencia al ausentismo en el sistema
milimétrica, mientras una alternación de grande y mínima tenencia se halla de explotación de la gran propiedad y la acusada presencia en las mismas de
en Cucaita o se encuentran lugares donde se marca el predominio del lati- una población desarraigada que cultiva el suelo ajeno. En Nariño esta situación
48 se hace evidente, observándose una explotación indirecta no sólo en la gran
fundió como en Covarachía y Tuta. Monguí es el caso extremo de este tenencia, sino también en la pequeña y una remuneración a la explotación
minifundismo, pues el 98,5% de las parcelas tienen menos de tres hectáreas. del suelo ajeno mediante el pago en efectivo en formas mixtas —dinero y
Y tomando un ejemplo más, Tenza presenta un 95,1% de propietarios hasta 57
especies— o simplemente en prestación de servicios.
con cinco hectáreas del suelo y 2.000 propiedades —dos tercios del total— En Boyacá, la explotación de las grandes haciendas generalmente implica
que disponen de menos de una hectárea. Generalizando el problema en el el ausentismo, fenómeno que se manifiesta en forma más intensa "especial-
área boyacense, se puede afirmar, respaldándonos en el estudio del CIDA, 58
mente en áreas donde aparece el tipo de hacienda" como en Chiquinquirá,
que Boyacá dispone de 283.000 parcelas de menos de 3 hectáreas, de las Leiva, Chíquiza, Samacá, Covarachía, Tibaná, etc. La masa desarraigada rural
cuales 108.000 miden menos de media hectárea, que dan el 70% del número pero ocupada en el cultivo del suelo, se siente especialmente entre los grupos
total de predios, mientras sólo representan el 16% de la superficie catastral.
Cundinamarca, en su altiplano, repite nuevamente los fenómenos enun- municipio de Manta, estudio socioeconómico", en: Revista Colombiana de Antropología, vol. VII,
ciados en los tres departamento precedentes y cuyas muestras municipales Bogotá, 1958, pp. 143 y ss.; T. Lynn Smith y otro, Tabio a study in rural social organization.
Washington, 1945, pp. 26, 30 y ss.; como Subachoque, que ofrece similares condiciones según el
corroboran en cada caso las afirmaciones establecidas. Observemos el fenó- estudio de la Facultad de Sociología, Universidad Nacional de Colombia: Factores sociales que
meno sólo a través de los trabajos del CIDA, aunque los verificados en Cho- inciden en el desarrollo económico de la hoya del río Subachoque, Bogotá, 1963, p. 26, cuadro 2.
En Chía, el 77% de todas las propiedades no pasan de una hectárea (58,8 no tiene media hectárea).
contá, Manta, Pacho, Subachoque, Sopó, Fómeque, Sumapaz, etc., son Ernesto Guhl, La seguridad social campesina en Colombia, Bogotá, 1954, p. 44.
En Sopó se ofrecen altos índices de propiedad de la tierra y una fuerte tendencia minifundista. CIRA,
paradigmas de la situación. El CIDA, en su análisis de la tenencia en cuatro La comunidad del municipio de Sopó. Copia mimeografiada. Cuadro No. 6, que implica una atomi-
52
municipios, Madrid, Bojacá, Funza y Mosquera, señala la existencia en ellos zación de la propiedad, fenómenos también de ocurrencia en Fómeque. Incora, Plan de crédito
de un tamaño menor de 10 hectáreas en el 78,4% de los predios, lo que supervisado para el municipio de Fómeque, Bogotá, 1964, mimeografiado, pp. 54, 55 y 57, donde,
según el catastro de 1962, el tamaño de la parcela hasta de 3 hectáreas da el 86% de los predios,
equivale al 82,3% de los propietarios. En tanto el 4,3% de los propietarios pero cuya superficie equivale al 28,7 del total del suelo en cultivo; CIDA, Estudio sobre la tenencia...,
Op. cit., p. 118 Véase, sobre la región del Sumapaz, a Ernesto Guhl, Utilización de la tierra en
latifundistas ocupan casi dos tercios de la superficie total. Otros análisis Colombia, Bogotá, Escuela de Administración Pública, 1963, mimeografiado, pp. 41 a 47. Se anotan
más respaldan las afirmaciones, aunque no es el momento para anotarlos. iguales condiciones a las indicadas, fenómeno observado en Manta, donde él abarca la extensión
territorial en todo el municipio, (Luis Duque Gómez, Op. cit., p. 144), situación que ilustra los
siguientes datos: Propiedades de más de 2 hectáreas, el 17% del suelo. Propiedades de 2 hectáreas,
46 1NCORA, Plan..., Boyacá, Op. cit., p. 61; Proyecto... Mira/lores..., Op. cit., pp. 8-10; Andrew Pearse el 11,41% del suelo. Propiedades de menos de 2 hectáreas, el 71,59% del suelo; Eduardo Montero
y S. Rivera, La tenencia de la tierra y sus implicaciones socioeconómicas en Tenza, Colombia, y ale w. Adams, Algunas consideraciones sobre reforma agraria en regiones de minifundio, un
Bogotá, 1963, mimeografiado; Orlando Fals Borda, El hombre... Op. cit., pp. 149 y ss. ejemplo colombiano, Bogotá, 1965, p. 9; Andrew Pearse y S. Rivera. Op. cit.
47 Orlando Fals Borda, El hombre..., Op. cit., p. 149. ease Milcíades Chaves, Op. cit., véase cuadro, "Muestra de la investigación socioeconómico rural",
48 Ibíd., p. 151; CIDA, Estudio sobre la tenencia..., Op. cit., p. 105. 58; Antonio Herrón, Op. cit., pp. 34 y ss.; DAÑE, Directorio Nacional de Explotaciones Agro-
49 CIDA, Op. cit., p. 107. pecuarias, 1960; departamento de Nariño, Op. cit., pp. 43-45, cuadros, "Tenencia de la tierra; su-
perficie y régimen".
50 Ibíd., p. 115. 56 DAÑE, Op. cit., p. 39.
51 Incora, Estudios del minifundio en Colombia..., Op. cit., pp. 287 y ss., donde presenta un estudio de
la tenencia en el valle de Tenza en 12 municipios. Véanse cuadros 5 a 11. p.':36 ^¡Td? y £ M o r v e z a - °P cU> PP' 1 Q 9. 110. Véase también Antonio Herrón y otro, Op. cit.,
52 CIDA, Op. cit., p. 99. cuadro 11, 8. namarca^B °S - 8 y •-' d o n d e se i n d i c a i > las formas y sistemas de tenencia general en Cundi-
53 Ibíd., p. 152. rá DD 31 °y \ Nariño, presentándose, además, una muestra por municipios tipo; Incora, Op.
a d o r Cam
58 " ÜL. "I.**?
Salvador C V._ achc- ""Roldan,
" " " " " "Escritos
' « « • ' « « »varios,
vuru/s, Bogotá,
ouguia, 1892,
io5¿, pp.
pp. 690
vyv yy 691.
u7i.
54 Para respaldo, obsérvese que en Chocontá, Saucío, una de sus veredas, repite (Orlando Fals Borda,
Campesinos de los Andes, Bogotá, 1961, pp. 79 y ss.) esta tendencia minifundista y la coexistencia de *1 a u s e n t i s n ^ ^ r s u 0 ^ " ' E\critos-' °P- "'•• PP- 690. 692, 695. Explica por la falta de vialización
a PUm Bo
la gran propiedad, pues descontando las haciendas, el tamaño promedio de la parcela es de 2,5 hectáreas, hombre.... °P On cit.,n,p.\ ¡14
iiT*' ' - W<:á. Op. cit., pp. 61-63; Orlando Fals Borda, El
lo mismo que Manta, donde la parcelación en sus veredas es más intensa; Luis Duque Gómez, "El
1 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 19

descendientes de indios cuyos resguardos fueron disueltos, los antiguos mi- t' ida p o r pequeños propietarios y una o más haciendas, en cuyo contorno
tayos, entre los mestizos, las nuevas generaciones de antiguos pequeños par- avitan los primeros. Las cabeceras mínimas de estos municipios andinos,
celeros, etc. y que hoy constituyen "arrendatarios" "concertados", los con su agro centrado en torno. Las provincias o áreas regionales, y en el tope,
"vivientes", los "socios", "mediazqueros" y el peonaje agrícola, formas y va- el complejo cultural como un todo. Concomitantemente en esta parcelación,
60
riables de la misma situación y cuyos pagos, a la manera de Nariño, se e cen tra en cada unidad un sistema de autarquía productiva, se injerta una

cumplen en efectivo pero también en especies y prestación de servicios, segunda modalidad representada por la carencia de una economía de mercado
situación que también se hace presente en el ambiente santandereano ubicado con productos comerciales que la integren, asociada a la falta activa de un
dentro de este complejo. medio circulante que agilice e irrigue la dinámica económica.
CIDA está de acuerdo en señalar un fuerte ausentismo en el sistema de En consecuencia, un fuerte estatismo que da perdurabilidad a los sistemas
explotación de la tierra en la Sabana de Bogotá, fenómeno que corrobora tenenciales coloniales y que se proyecta e irradia en el total social, satura la
la muestra agropecuaria nacional, aseveración que se puede reforzar con mentalidad básica individual y colectiva. Cultivos, cosechas, mercados, rique-
estudios de la situación municipal en Fómeque, Sopó, Subachoque, Madrid, zas y valores asociados, constituyen un sistema que se mantiene firmemente
64 atado e invariable, porque su funcionamiento constituye el régimen de segu-
Bojacá, Funza, Mosquera, Tabio, Chocontá (Saucío) y Manta, por ejemplo.
Paralelamente se observa en los trabajos monográficos de tales municipios la ridad del individuo, de la familia, de la vereda, del municipio, de la región,
presencia coexistente de una población rural que explota la tierra ajena, por del departamento. Es más, avanza hasta involucrar la total estructura institu-
hallarse en condiciones de desarraigo total o subdesarraigo, en virtud de las cional y cultural del complejo. Por ello, la aparición de cualquier elemento
condiciones emanadas del minifundismo y de la estructura tenencial general. de cambio se constituye en un factor que crea disfunción, altera el orden
Como resultado final de las precedentes premisas tenenciales, hallamos armónico de individuos, grupos, instituciones y comunidades, dejándolos sin
que todo el complejo andino conforma, en el campo de la economía agrícola, piso económico, social o cultural.
un sistema integrado por una serie característica de modalidades que luego Este andamiaje explica una serie compleja de valores, formas de compor-
se proyectan en direcciones muy amplias. En primer lugar, se destaca la frag- tamiento y la existencia misma institucional. Así puede entenderse el sobre-
mentación de la comunidad total, valga decir el complejo cultural, en cuasi precio de la tierra, que excede su valor como elemento activo de producción,
cerradas unidades de producción, que en categorías de tamaño se jerarquizan para cubrir la satisfacción de gratificaciones complementarias. El suelo, cual-
en el todo social, y que funcionan determinando en escalas de intensidad quiera que sea su dimensión, con sus privilegios asociados, se constituye en
varia, una autarquía económica. Obran a manera de círculos concéntricos des- '1 respaldo más efectivo o quizás único de cada individuo, lo que aclara la
de el microparcelero como unidad mínima, que produce a la medida de su rzada inclusión de tierras marginales. Hace comprensible los ralos ingresos
abastecimiento familiar. La vereda minifundista en un radio mayor, o la cons- se proyectan sobre el mercado. La tozuda adhesión a los sistemas tenen-
;
s arcaicos, pero que mantienen dentro de su ámbito, bilateralmente y en
a ÍUnc
ional recíproca, la interrelación paternalista, cerrada y opuesta al
59 Orlando Fals Borda, El hombre..., Op. cit., pp. 72 a 105; "Indian Congregation in the New Kingdon
of Granada, land tenure aspects, 1595-1859", en: The Ame ricas, vol. XIII, No. 4, Washington, 1957. régimen de relaciones económicas de tipo capitalista. El corto radio y el pe-
pp. 331, 341 y 342. volumen de las transacciones económicas. La limitada técnica innova-
60 Orlando Fals Borda, El hombre..., Op. cit., pp. 109 a 117; DAÑE, Directorio Nacional de Explota-
ciones Agropecuarias, 1960, (resumen nacional), Bogotá, 1964, pp. 21, 22 y 27.
complementaria de los sistemas agrícolas o comerciales de vieja data.
C i e g a qUC i m p r e g n a el c o n t e n i
61 DAÑE, Directorio... resumen nacional, Op. cit., p. 23. privü e d o del culto, y la guarda celosa de los
i n s t i t u c i ó n reli io
62 CIDA, Estudio sobre la tendencia..., Op. cit., p. 202; véase capítulo "Ausentismo". Piejo ir ^ ^ g sa, en la forma característica de este com-
63 DAÑE, Directorio... resumen nacional, Op. cit., p. 23.
en suma" ?PafCnte a S r e s i v i d a d ante cualquier forma innovadora, que significa,
64 Véase al respecto CIDA. Estudio sobre la tenencia..., Op. cit., pp. 207 y ss.; CIRA, La comunidad-
Sopó..., Op. cit., cuadro No. 8; Incora, Plan... Fómeque, Op. cit., pp. 54 y 55, Orlando Fals Bord& su ambiente ™CCÍÓn de su ré gimen de seguridad individual y colectiva en
Campesinos..., Op. cit., pp. 79 y ss.; T. Lynn Smith y otro, Op. cit., p. 114; Facultad de Sociología e
geográfico, en su mundo institucional y en el campo de la cultura.
Op. cit., pp. 35 a 38.
2 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 21

La tenencia del suelo y la estructuración familiar de la riqueza agropecuaria, a cuyo desarrollo colaboró la agrología, la topo-
grafía y el asentamiento humano. De ahí el que este renglón fuera la principal
Para entender la acción del sistema tenencial sobre la estructuración familiar, actividad que sostuvo el injerto español en tierra americana, y el papel im-
se hace necesario, como en el análisis de la religión, que retrocedamos a la portante que jugó el suelo en la estructuración de otras instituciones.
etapa de la conquista, instante en el cual habitaban el suelo del complejo Para sostener el estatus del conquistador español trasplantado a América, la
andino grupos aborígenes que habían logrado una agricultura de tipo avanza- Corona tomó dos medidas básicas en relación con la tierra y su explotación: por
do. En los altiplanos orientales, por ejemplo, los chibchas y grupos afines ya la primera, se concedieron a cada población las mejores tierras de labor, a título
sedentarizados, alcanzaban un estadio superior en la conquista del ambiente. de recompensa o merced a conquistadores, fundadores de pueblos, colonizadores
Habían logrado la domesticación de numerosas plantas comestibles, propias y descubridores. Eran estos los repartimientos que Ots Capdequi califica "como
de los pisos térmicos fríos y paramunos, descendiendo con otras más hasta el título originario para la adquisición en las Indias del dominio privado sobre la
las vertientes cordilleranas de clima templado. Tenían sistemas de terrazas tierra en los lugares de nuevo descubrimiento y nueva población".
para el cultivo en declive, surcos orientados por las curvas de nivel, posibles La segunda medida se refirió a la dotación de mano de obra al subdito
canales de irrigación, y un exacto conocimiento de la meteorología para con- español en Colombia. La Corona ordenó que para realizar el cumplimiento
seguir mayor efectividad en el ritmo de las siembras y de las cosechas. El de tareas serviles que el estatus del blanco no podía satisfacer, dispusiera de
hecho de que su religión presentara deidades que intervenían en las faenas la fuerza del aborigen, y por ello se la concedió a los mismos elementos
agrícolas, estuviera dotada de un culto orientado a obtener mayor éxito en el foráneos a quienes había dotado de tenencias, para que las pudieran explotar
cultivo del suelo, y el que la institución del sacerdocio ofreciera un ritual y así sostener su posición de grupo vencedor a expensas de sus productos.
mágico de control de la naturaleza en beneficio de la agricultura, nos está Con ello, se daba comienzo al establecimiento de grandes propiedades en
señalando el estadio de su avance. manos de la clase dirigente hispánica y la creación de una población servil
Armónicamente con este desarrollo agrícola y de otras actividades eco- que se ubicó en dichas grandes propiedades, pero que no poseía las tierras
nómicas, avanzaban las formas estructurales de su sociedad. Lógicamente que laboraba. Estos repartimientos que se iniciaron en la española, tuvie-
existía también un alto índice de densidad humana, fenómeno éste que, su- ron en el altiplano andino amplia resonancia. Una vez fundada la capital,
mado a los precedentes, hizo más fácil la asimilación del blanco. Como con florecieron con amplitud en todo su ámbito;70 los grandes capitanes de la
excepciones limitadas este habitante no tuvo suerte en la riqueza aurífera del
subsuelo, todo su potencial económico se vio centrado hacia la explotación José M. Ots Capdequi. "Instituciones", en: A. Ballesteros. Historia de América. Barcelona. 1959.
P 1- i: Albert Hirschman, Journeys Toward progress. New York. 1963. pp. 96 y 97.
uan Friede. Documentos inéditos para la historia de Colombia, vol. I. Academia Colombiana de
Misiona. Bogotá. 1955, pp. 76 y 91: vol. II. Bogotá, 1955. pp. 98. 100. 115 y 368; vol. 111. Bogotá,
65 Véase, para mayor amplitud y respaldo, Edith Jiménez de Muñoz, "Los Chibchas", en: Boletín de icÍñ' £ P 4 6 ' 50 - 2 2 5 : v o ! v - Bogotá. 1957. pp. 104. 160. 157. 179 y 230: vol. VIH, Bogotá.
Arqueología, Bogotá, vol. I, 1945, p. 120; Wendell C. Bennet, 'The Archeology of Colombia", en: i*ou. Documentos 1769 y 1770.
Handbook of South American Indians, Washington, vol. II, 1946, pp. 823 y 842; Emile Haury y ¡- 68 David WVf»i-c "TU
C. Cubillos, Investigaciones arqueológicas en la Sabana de Bogotá, Colombia, Tucson, 1953, pp- 9 Pubi 11 i agranan system of the spanish Amencan Colonies", en: Journal of Land and
Economies M a
y ss.; Juan de Castellanos, Elegías de varones ilustres de Indias, vol, I, Bogotá, 1955, pp. 53, 59, Rafad r- ' y- 1 9 4 ? , PP- 153 y ss.: Para mayor amplitud de estos sistemas, véanse
H S U l lesia
62, 92, 143 y 195; Historia del Nuevo Reino de Granada, vol. I, Madrid, 1886, pp. 69 y 72; Pedro KonetzkfT*/ ° ? ? ' 8 de América en las Leyes de Indias. Madrid. 1960, p. 153; Richard
de Aguado (fray). Recopilación Historial, vol. II, Bogotá, 1956, pp. 144 y ss.: Pedro Simón (fray). amérimMj ¿"fu de documentos inéditos para la historia de la formación social de Hispano-
Noticias historiales de las conquistas de Tierra Firme, en las Indias Occidentales, vol. I, Bogo».
1953, p. 307, y vol. XI, pp. 58, 59, 254, 258 y ss.; Alfred L. Kroeber, 'The Chibcha", en: Handbooh
264•>& ™r«ñ ¿ , v o 1 l pp - 123 yss-152 y ss-: voL *'• PP- 1 7 > 2 6 - n o ' 1 I 5 ' 1 2 5 - 1 7 4 - 1 4 2 -
O p 'cit n o l J r m - 4 3 9 ' 4 80 7 Sobre
' 5 1 5la, 5 7 enencia
2 y 833; José M 0 t s
' Capdequi, "Instituciones...",
of South American Indians, vol. VI, Washington, 1946, pp. 887, 889 y 890; Silvia Broadbent, U* nandez Rodríeu^ n" ,% P " " * ' < - °P ci¡-> PP- 214 a 220; Guillermo Her-
1 Chlbchas a la
Chibchas, organización sociopolitica, documentos 1796, 1770, Bogotá, 1964; José Pérez de Barradas. Leves de I nÜ dl a is . 7l libirio. iV!
V? Colonia y a la República. Bogotá, 1949, pp. 182 y ss.;
Plantas mágicas americanas, Madrid, 1957, p. 293; Víctor Manuel Patino, Plantas cultivadas 1 fiQ , . , ' - «tulo VIII. lev la.
animales domésticos en América equinoccial, Cali, 1964, pp. 40, 44, 58, 87, 88 y 89; Luis Duque 7 0 ^ ¿ ^ 1
^ " • ~ > ° n e s . . . " . ' Op. cu., p . 6 7 y ss.
Gómez, Prehistoria, Bogotá, 1965, pp. 335 a 353, 393 y ss.; Liborio Zerda, El Dorado, estudio Firme de]Ma^Ocfln'V i ^ T ^ ' 0 , ^ a l d e z ' His!or'a «eneral y natural de las Indias. Islas v Tierra
histórico, etnográfico y arqueológico de los chibchas, habitantes de la antigua Cundinamarca, y ¿ñ °P- cit., p. 335 d d 15U 185
" ' - 6 - P- 366: Orlando Fals Borda. "Indian Congregation..."....
algunas otras tribus, Bogotá, 1863, pp. 27 y ss., 74 y ss.
22 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 23

75
expediciones de Quesada en la Sabana y Belalcázar en el Cauca, recibieron
también á imagen y semejanza de la realidad tenencial presente. Las dos
puñados de aborígenes en calidad servil, con la intención de que, mientras
variables de la propiedad raíz llevaban asociada la existencia de un grupo de
utilizaban su fuerza de trabajo, realizaran con ellos la tarea de aculturación
agricultores sin suelo propio.
a sus patrones normativos. Al evolucionar este sistema de repartimiento inicial Cuando la población indígena amenazaba extinguirse y la encomienda
de mano de obra hacia la encomienda —tierras de labor e indígenas para llegaba a la plenitud, dos formas coloniales más iban a dar nuevo empuje al
71
trabajarla— se acentuó entonces el problema de la tenencia, porque las minifundismo por un lado y a la población nativa desarraigada por otro. Tales
tierras para los grupos blancos, aunque dadas por generaciones limitadas, sir- fueron las Reducciones o Pueblos de Indios y la institución de la mita. La
vieron con sus títulos para la perpetuación de los derechos de propiedad y la Real Corona justificaba en la creación de Los Pueblos de Indios, su política
aceleración del proceso de separación de la población aborigen de sus pro- legalista en defensa del nativo. Eran "poblaciones aborígenes incorporadas a
piedades raíces originarias, continuando y proyectando hacia el futuro el pro- la Corona", para ejercer más directamente el paternalismo y tratar de de-
ceso de su desarraigo. Por otra parte, esta institución colaboró en la fijación fender al indio de la garra del encomendero. Estos pueblos tenían su base
77
del estatus del indígena, porque a más de las diversas "prestaciones persona- económica en los resguardos, tierras comunales que daban el producto agrí-
les" que había de rendir al encomendero, éste percibía la compensación de cola al indio en la parcela familiar y en las tierras comunales de pastoreo,
fuentes y leñateo, y sostenían la Iglesia con lotes que se le asignaban78 para
un tributo en metálico o sucedáneo. su explotación, y que trabajaba el aborigen para sostener al cura doctrinero
Algunos nativos conservaron la posesión de sus tierras, lógicamente no y al culto religioso. Las tierras de los resguardos eran inalienables, y limitadas,
73
las más favorecidas, pero contra las cuales, al aumentar la presión sobre el y con el correr de los tiempos y la presión demográfica, fueron también fuente
de la pequeña propiedad, aun antes de su disolución legal iniciada en la se-
suelo en las cercanías de los centros, había de operarse una fuerte insistencia,
gunda mitad del pasado siglo.
bien por parte del blanco que las recortó considerablemente, o por las formas
de herencia que empequeñecían cada vez más la parcela nativa. Desde en- La segunda institución a que hago referencia corresponde a la mita. Cons-
tonces se iba generando la tendencia minifundista que hoy hallamos y que se tituía la obligación que la Corona dio al nativo de trabajar para el hombre
aparejaba coexistentemente con las formas y sistemas de la gran propiedad blanco, en la mina, en el transporte, en la agricultura, en la ganadería, en los
caminos, etc., percibiendo un salario que las circunstancia coloniales hicie-
71 Dale W. Adams, "Colombia's Land Tenure system: antecedents and problems", CIRA, No. 5, Bogotá, ron casi nominal. O como lo señala Ots Capdequi, que en las localidades en
1963, pp. 3 y ss.; José M. Ots Capdequi, "Instituciones...", Op. cit., pp. 67 y ss. a 83, 526; Jaime
Jaramillo U., "La población indígena de Colombia en el momento de la conquista, sus posteriores trans-
que se consideraba necesario "se repartieron la tercera parte de los indios
formaciones", en: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 1, No. 2, pp. 251-254; para que como mitayos cultivasen la tierra de los españoles". Derivaban estos
Orlando Fals Borda, El hombre..., Op. cit., pp. 68 y ss.; Guillermo Hernández Rodríguez, Op. cía
pp. 184 y 189; Diego Encinas, Cedulario Indiano, vol. II, pp. 185 y ss., Madrid, 1945-1946;
Richard Konetzke, Op. cit., vol. I, pp. 131, 401, 438, 452, 473 y 477, y vol. II, pp. 128, 382,
658 y ss., 717, 828. Luis Duque Gómez. "El municipio de Manta, estudio socioeconómico", en: Revista Colombiana de
Antropología, vol. VII, Bogotá, 1958, p. 139.
72 Dale W. Adams, Colombia's land tenure system..., Op. cit., pp. 3 y ss.; Luis Eduardo Nieto Arteta, 76 José M. Ots Capdequi, "Instituciones....", Op. cit., p. 92.
Economía y Cultura..., Op. cit., p. 156; véase, para mayor amplitud en el informe, "Política indígena
en el siglo XVI", en: Jaime Jaramillo U., "La población..." ..., Op. cit., vol. I, No. 2, 1964, pp. 281 Antonio Muro Orejón, Cedulario Americano, Sevilla, 1959, pp. 283, 327 y 503; José M. Ots Cap-
y 293, 405 a 485; este anexo revela el número de tributarios en lo pueblos de Boyacá. IQsn'' " I n s t i t u c i o n e s - " ' Op. cit., p. 533 y ss.; Instituciones del Nuevo Reino de Granada, Bogotá,
1950, p. 109; El Estado español de las Indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1957, p. 31;
73 Obsérvese hoy en Boyacá y Cundinamarca, Cauca y Nariño, que las haciendas ocupaban las mejores Orlando Fals Borda, Campesinos..., Op. cit., pp. 17, 18, 23, 120, 123 y 193; "Indian congregation...",
w
tierras de los valles y altiplanos, y los descendientes del indio, hoy minifundistas, ubican su parcela °P- cit., pp. 331 y 351.
en las vertientes de suelos ralos.
GuiUermo Hernández Rodríguez, Op. cit., capítulo segundo: "Los resguardos indígenas", p. 275 y ss.:
74 Orlando Fals Borda, Peasant Society in the Colombian Andes, Gainesville, 1955, pp. 95 y ss.; El uñando Fals Borda, El hombre..., Op. cit., pp. 71 a 98; Enrique Ortega Ricaurte, Libro de Cabildos de
hombre..., Op. cit., pp. 80 y 81; Guillermo Hernández Rodríguez, Op. cit., pp. 188, 200, 203 y ss.; ¡a ciudad de Tunjo, Bogotá, 1944, pp. 54, 66 y 133.
Richard Konetzke, Op. cit., vol. I, pp. 26, 72, 178, 287, 413, 423, 472, 473, 474, 590, 593 y 619;
Lucas Fernández de Piedrahita, vol. II, Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Gra- C W , d e i ^ ia f'. libro V I - t í t u l ° XII, leyes XXI, XXII. XXVII; Silvia Broadbent, Los Chibchas...,
nada, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1942, p. 74; Pedro de Aguado, Historia lndul,,'- P' Jalme
^ m i l l o U, "Política indígena...", Op. cit., pp. 486 a 530. Luis Ospina Vásquez,
inaustna y protección en Colombia, Medellín, 1955, pp. 3-6, 13 y 15.
de la provincia de Santa Marta y Nuevo Reino de Granada, Madrid, 1931, p. 359 y ss.
24 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 25

el pago del tributo que al nativo debía cubrirles y el resto lo abonaban "en Llegado el siglo XIX, con la revolución contra España se inició una nueva
propia mano y en moneda corriente". Este sistema sacaba de su propiedad fase en la tierra: Los resguardos aborígenes que empezaban a ser concentrados
al indio "mitayo", y por un período mayor que el de su permanencia en su y disueltos en el siglo anterior fueron ahora, a finales de la centuria, con-
parcela, diez meses al menos por año, lo mantenía en el suelo ajeno, termi- denados en su mayoría a la disolución legal, y con ello, la avidez por tierras
nando por fijarle en él, empujándolo a constituir a la larga en su persona y de explotación o para ampliación de las tenencias mayores y el marco de
en las de sus descendientes, parte del grupo de desarraigados que provenían prestigio emanado de ellas, condujo a acrecentar la masa de desarraigados y
de otras fuentes. a fijar los limites del minifundismo en ciertas áreas. Mientras se agudizaba
Complementariamente, el bloque que constituía las grandes tenencias tam- el minifundismo y el desarraigo con las medidas precedentes, hacia la misma
bién se reforzaba. La Iglesia iba adquiriendo un considerable número de época, se daba nuevo impulso al latifundismo en manos de mestizos y de
propiedades, ya en forma de cofradías o de Capellanías, pese a la política blancos, con la venta de las tierras confiscadas a la Iglesia: los bienes ecle-
inhibidora de la Corona y de la misma Iglesia, y vinculada con esta lati- siásticos o de "manos muertas" puestos al mercado, reforzaron nuevamente
fundista propiedad eclesiástica, también iba aparejada la mano de obra indí- los grupos de mayor solvencia, puesto que eran los únicos que podían pagar
gena, ya en forma de "mitayo" o relacionada con las obligaciones de los las tarifas gubernamentales en el remate del suelo eclesiástico.88 Así nueva-
resguardos en función del sostenimiento del culto y del sacerdote. mente quedaron fuera de la posibilidad de adquirir la ansiada parcela que
Finalmente, en este período colonial acrecentaban el grupo de las grandes respaldara su profesión de agricultores, toda la masa creciente de desarraiga-
propiedades, la "confirmación" en cabeza de algunos vecinos poderosos de dos formada y acrecentada sucesivamente desde los primeros períodos colo-
las "tierras realengas", extensas regiones que, después de 1754, el régimen niales. Con, base en estas condiciones y en la reforma de 1936, estos seis
de la llamada "composición" puso en manos de los elementos sociales de departamentos, considerados, como Antioquia y Caldas, como los minifundis-
mayor solvencia económica, o en poder de las municipalidades, con las tas del país, presentan las características mencionadas inicialmente en rela-
amplias "tierras ejidades". Así continuaba la división de la comunidad colonial ción con el uso y los sistemas de tenencia de la tierra.
agraria en bandos: la de los grandes propietarios y la de los desarraigados y ¿Cómo incidió esta dinámica de la tenencia de la tierra en la estructuración
minifundistas. de la familias americana asentada en su habitat? Nuevamente recorramos el
proceso histórico observando sus determinantes.
80 José M. Ots Capdequi, El Estado español..., Op. cit., pp. 33-35. Iniciamos el análisis con los grupos de población blanca que recibían
81 José M. Ots. Capdequi, "El tributo indiano" en: El Trimestre Económico, vol. VII, No. 4. graciosas mercedes reales" en recompensa de sus servicios al Estado. Estas
82 "Informe del presidente Antonio Manso y Maldonado, 1724-1731", en: Anteo Quimbaya, Cuestiones
Colombianas, ensayos de interpretación crítica, Bogotá, 1958, p. 105, señala el enriquecimiento
posesiones, según la disposiciones de la Madre Patria, podían constituirse en
eclesiástico a través de la tierras que usaba la Iglesia. lyorazgos, <lue necesitaban para transmitirse a la generación siguiente, la
83 José M. Ots Capdequi, El Estado español..., Op. cit. pp. 133 y 134. egitimidad de una unión matrimonial. Por tanto, dentro del estatus del des-
84 Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y Cultura..., Op. cit., p. 69; Nicolás García Samudio, Crónica
de don Gonzalo Suárez Rondón, Bogotá, Imprenta Nacional, 1939, pp. 110, 112, 201, 203. íente hispánico, esta norma era un incentivo que empujaba a la estruc-
85 Richard Konetzke, Colección de documentos..., Op. cit., pp. 395, 388, 398, 488, 493, 495, 500, 537, uracion de una familia legal intraclase, no importa que las formas familiares
589, 507 y 520; vol. XI, pp. 36, 146, 171, 385, 443, 568, 590, 724, 107, 120, 254, 568 y 804; José
M. Ots Capdequi, "Instituciones...", Op. cit. p. 402. Nuevos aspectos del siglo XVIII español en
mp ementarías, surgidas de vinculaciones con los demás estratos y estruc-
América, Bogotá, 1946, p. 241; Mario Germán Romero, Fray Juan de los Barrios y la evangelízación
del Nuevo Reino de Granada, Bogotá. 1960, pp. 36, 304, 546 y ss.; Emilio Robledo, Bosquejo 87
biográfico del señor oidor don Juan Antonio Mon y Velarde, visitador de Antioquia, 1785-1788, pp"279T^sn-^il^u13' Ecommia y cultura..., Op. cit., pp. 109 y ss.; Anteo Quimbaya, Op. cit.
Hirschman
vol. II, Bogotá, Imprenta Banco de la República, 1953, pp. 263 y 265. cit., pp. 331 y 35j ' °P «*•• P- 9&- Orlando Fals Borda, "Indian congregation...", Op
86 Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura..., Op. cit, pp. 158 y 159. Salvador Camacho Roldan.
"Bogotá, en 1849", en: Libro de Santa Fe, Bogotá, 1929, pp. 115, y 116. Albert Hirschman, Op. cit, p. 97 PP- W ^ i s o ^ s i ' v ^ ' n ' . " D e s a m o r t i z a c i ó n áe b™<* áe manos muertas", en: Escritos..., Op. cit.
y 98; José M. Ots Capdequi, Nuevos aspectos..., Op. cit., capítulo IV, "El régimen económico sobre las Op. cit. n 271- rvi A c , W' A d a m s ' Colombios Land tenure..., Op. cit., p. 5; Anteo Quimbaya
89 3lS B r d a B hombre
tierras baldías o realengas", pp. 239 a 270. "Instituciones...", Op. cit., pp. 159 a 168; Hernán Toro Agudelo, CÍDA EVJ ° ' - °P- «'• PP '°0. y 395.
Op. cit., pp. 4-6. A EstUdw sobr
' * '" «"encía..., Op. cit., pp. 105 v 106
26 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones 121

turadas de hecho, se establecieran a su derredor y al abrigo de las instituciones H'ferencia del indio, era un individuo no sometido al sistema ni de la mita,
complementarias del laboreo del suelo. Una de éstas fue, en los comienzos He la encomienda; por lo tanto, escapaba al régimen tributario, motivo
la del Repartimiento de Indios, para la explotación del suelo donado al his- ficiente que beneficiaba a madre e hijo, fuera de los naturales favores su-
pánico. El repartimiento y luego la encomienda, que agregaba una población lementarios que la unión de facto podía implicar para ambos y hasta para
nativa subyugada a la comunidad blanca, constituyeron uno de los mejores la familia extensa de la mujer. Así se formaban dos tendencias: legitimista y
90
impulsos al mestizaje y a la estructuración familiar de hecho. Todo el suelo endoclase la una, entre el grupo blanco, bastarda y extraclase la segunda,
del complejo familiar americano (y otros más) se desintegró en estas institu- entre el hispano, el negro y los nativos. Pero al lado'de esta última tendencia,
ciones que parcelaron tanto al territorio como la población bajo la autoridad que satisfacía asimismo el acicate biológico del blanco, prohijado por patrones
aculturadora del encomendero y de la Iglesia. Fueron estas unidades terri- de comportamiento que se traducían en imágenes ideales de varón dentro de
toriales con las estructuras que conformaban, las que permitieron la ruptura la comunidad colonial, existía otra corriente antagónica en la misma enco-
de las unidades étnicas a través del mestizaje ilegítimo. Así se fomentaron mienda: la formación endoclase de una continuidad de la familia india. A ello
las uniones interclases, entre los grupos de los encomenderos y su familia, estimulaban, por una parte, las presiones de la Iglesia representadas en cada
población blanca y los aborígenes que les servían. Entre la servidumbre negra encomienda, y por otra, los intereses mismos del encomendero. La prolonga-
de los primeros y las mujeres nativas, estas relaciones fueron mayoritaria- ción legítima de esta clase india representaba la prolongación del estatus su-
92 perior del blanco con la servidumbre anexa de que eran objeto por parte del
mente de hecho. Paralela y complementariamente, el español no estaba in- indio sometido. Si no se estimulaba y mantenía el estamento aborigen, ¿quién
teresado en fundar solamente una familia ilegal, puesto que, por otra parte, iba a prestar servicios personales a la generación blanca presente y a su pos-
el régimen de la tierra originado en la encomienda, lo obligaba, como el
mayorazgo, a una "transmisión limpia", es decir, a procrear una generación teridad? Por ello el español colaboró en la estructuración legalista de la familia
de legítimos a través de un matrimonio endoclase, so pena de perder en la india, para no menoscabar sus intereses adheridos tanto al suelo como a la
93 mano de obra indígena que lo explotaba para su beneficio.
generación siguiente su posición directiva.
- De otro lado, el estatus de la mujer nativa en la nueva sociedad hispa- Una tercera institución ligada a la tierra ayuda en la estructuración lega-
noindia era complementariamente bajo, como para poder romper sus resisten- lista de la familia andina. Esta institución es la mita, que ejerció una influencia
cias, si las había, y satisfacer los impulsos biológicos suplementarios dual y antagónica como la encomienda. El encomendero, con toda su autori-
94 > dad, y aun presionando a la Iglesia, estuvo interesado en crear dentro de la
extramatrimoniales del hispánico. En favor de la unión biétnica concurría comunidad india familias legales, hasta el punto de que aceleró hasta el má-
otro incentivo más emanado de las mismas relaciones del suelo: el mestizo,
ximo (12 años en el hombre) la edad para contraer matrimonio, para que el
indio casado tributara precozmente en la mita. De otro lado, las mismas con-
90 Mario Germán Romero, Op. cit., Archivo general de la Iglesia, Audiencia de Santa Fe, Legajo 1249, iciones onerosas de su estatus de siervo agrícola, empujaron al indio a buscar
p. 434; Juan Friede, Documentos inéditos..., Op. cit., vol. IV, Bogotá, 1956, p. 435, y vol. ffli
p. 282; Pedro de Aguado, Recopilación historial, vol. I, Bogotá, 1956, pp. 585 y ss. Archivo Histórico mestizaje de facto. El mismo hecho que se acentuó con el tiempo de llevar
Nacional: Minas del Cauca, vol. II, folios 262 y 595. mitayo y a su familia a la gran propiedad, permanecer en ella fuera de su
91 Rafael Gómez Hoyos, Op. cit., véase en cap. VI, "La encomienda en su aspecto religioso" y pp- 1™
y ss. Obsérvense "Obligaciones espirituales", pp. 139 y ss. Véase "Mapa de encomiendas" de Boyac* lente cerrado, puso en fácil relación al nativo con otros grupos étnicos,
tomado de Orlando Fals Borda, "Indian congregation...", Op. cit., p. 335; Jaime Jaramillo Uri<>e a
Jo esta circunstancia, subrepticiamente o en forma encubierta, el indio
"Política indígena...", Op. cit., págs 405 y ss.; véanse en sus documentos el incontable número °* e
encomiendas en la zona que estudiamos; Juan Friede, Documentos inéditos..., Op. cit., vol. I, p- °* cio las uniones ilegítimas, que lo eximían en la generación siguiente de
vol. III, pp. 207, 282; Vicente de Oviedo Basilio, Cualidades y riquezas del Nuevo Reino de Granad"' ra tn
butación, mediante el mestizaje o el zambaje liberador que, además,
Bogotá, 1930, pp. 116-117.
92 Virginia Gutiérrez de Pineda, La familia en Colombia, transfondo histórico, Bogotá, Universid3" ejaba avanzar algunas líneas en su estatus.
Nacional de Colombia, 1963, cap. 12, "Modos del mestizaje", pp. 181 y ss. s
imula la existencia de la estructura familiar católica en la clase abo-
93 Rafael Gómez Hoyos, Op. cit., p. 152.
ueblo de Indios, mediante sus sistemas de tenencia asentados en el
94 Virginia Gutiérrez de Pineda, Op. cit., p. 12. "El mestizaje", pp. 171 y ss.
28 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 29

resguardo. Y lo estimula, porque según este régimen, para el usufructo de la 'legítimos, o blancos recién llegados; propietarios de resguardos disueltos
1116
parcela familiar y el goce de los derechos sobre las tierras comunales, era fi didos en otros; generaciones de mitayos desprendidos de su suelo por la
necesaria la integración de una familia, significado de condición adulta, y anencia en i^ haciendas; y más tardíamente, linajes de indígenas que,
para que esta familia fuera organizada legalmente estaban presentes ejerciendo w do conservado su parcela, la habían subdividido sucesivamente al pago de
su control tanto las autoridades civiles blancas e indias, como las eclesiásticas herencias de cada generación, llegando el minifundismo agudo, un cuasi des-
de que hemos hablado en el pasado. Una vez recibida la sanción religiosa, la rraieo constituían una masa flotante que escapaba de su habitat cada vez que
nueva pareja tenía derecho a poseer conjuntamente la tierra del resguardo.95 entreabría una posibilidad, quedando siempre un remanente en él, que hasta
De esta manera, el régimen de tenencia del mismo incrementaba, bajo la antes de 1936 se ubicaba en las grandes haciendas, sustitución presente de las
endogamia étnica, la estructuración legal de la familia india. Y se reforzaba viejas encomiendas.
también la importancia de la Iglesia que controlaba estos principios normati- Esta masa de desarraigados en grados variables daba su cosecha familiar
vos de su moral y que estaba vinculada al nativo a través de las contrapres- en formas de facto. Desde la época de iniciación de los resguardos se con-
taciones que éste debía satisfacer laborando las parcelas dedicadas al culto. gregaron subrepticiamente en su recinto blancos y mestizos para tomar "en
La tierra, en esta forma, creaba un lazo entre el sacerdote o cura doctrinero arriendo" sus tierras, porque habían llegado tarde al reparto del suelo, no
y todos los miembros del resguardo, que realzaban su personalidad que más tenían derecho a parcelas, o se trataba de terratenientes que ambicionaban las
tarde había de erigirse en un liderazgo ampliamente reconocido por el indio 99
y sus descendientes, posición que les dio margen para ejercer desde entonces posesiones del nativo, para ampliar las suyas. Este contacto sirvió de estí-
el control sobre la estructura familiar de este complejo cultural. mulo a la relación de hecho con la mujer india, relaciones nacidas de la
También fue la institución del Cacicazgo, ligada a la tenencia del suelo, presión ejercida por el intruso y sufrida por la comunidad nativa inferiorizada
un sistema que condujo a la estructuración de formas legales familiares en la en su ubicación dentro de la colectividad hispanoaborigen. En la época
presente, al no superarse las condiciones estatales de esta masa desarraigada
clase india. Aunque la Corona respetó largamente el procedimiento de he-
del suelo, pero viviendo de su trabajo y coexistentemente, al no variar las
rencia americano en el sobrino hijo de hermana, la intensa aculturación que
premisas socioeconómicas de los descendientes del grupo blanco, continúan
la Iglesia ejercía en esta clase y la necesidad de constituirla de acuerdo con
floreciendo las formas de relación de hecho entre las dos categorías contra-
las pautas católicas, forzó al grupo alto indígena a crear generaciones de le- puestas desde la vida colonial. Un ejemplo clásico de esta situación lo cons-
97
gítimos, para heredar el estatus de Caciques dentro de los territorios de su tituye el trasplante del altiplano a la vertiente magdalenense, donde vuelve y
repite bajo similares condiciones la estructuración familiar de facto.
influencia y perpetuar con la herencia de sus tierras el rango a que tenían
Las medidas gubernamentales que rompieron los resguardos buscando
derecho. Era la conformación de una aristocracia nativa que se proyectaba
•ca y generosamente la mayoría de edad de la población india incluida
sobre el indígena común americano en estructuras familiares legítimas corno
os, aceleraron como fruto secundario el desarraigo del suelo de dicha
un paradigma.
»• Esta carga humana de la tierra ajena constituyó, con los remanentes
Otro fenómeno interesante en la composición de la familia y con un vínculo
en la tenencia del suelo, lo hallamos en la masa de desarraigados que ya dijim°s ma * ¡ a i " e n t e a c u m u lados, parte del contingente colonizador de la vertiente
1 e n e n s e de la
se iba formando en todo el habitat del complejo familiar americano. Descendiera cordillera oriental. Allí se asentaron en las grandes ha-

98
Orlando Fals Bo H "j
95 Rafael Gómez Hoyos, Op. cit., pp. 150 y ss. PP- 19 y « . r, í ', l n d i a n congregations...", Op. cit., pp. 339 y ss.; Campesino* de..., Op. cit.,
99
%
97
Ibíd, "Cacicazgo".
Richard Konetzke, Op. cit., vol. II, pp. 135, 145, 148, 154, 177, 182, 312, 328, 446, 517, 6¿ 9 j
^4ZZ,Toe-\0pcil'pp-4Syss-
aguardos la n» 22 -' , c " ' ' p p ' 1 0 7 ' 108> v ^ a s e c o m o en la actualidad en Nariño aún sienten los
740; vol. I, pp. 442, 489, 492, 512 y 554; John Guillins, "Problems of mestizo America", en: d 100
epilación d T e ^ b a n C 0 S S b r c SUS Ü e r r a S
' ° -
litations, Bruselas, vol. V, 1955, pp. 509 y 521; Ernesto Restrepo Tirado, "Resumen de documen PP- 70 y , 4 2 ID0U
- 'eyes 13, 18, y 119, titulo 30, libro No. 6; Antonio Muro Orejón, Op. cit..
del Archivo de Indias", en: Boletín de Historia y Antigüedades, vol. XV, p. 580.
Las instituciones / 31
30 / Familia y cultura en Colombia

en suerte, y condicionan su comportamiento a pautas ya muy reconoci-


ciendas recién abiertas, lejos y fuera de las presiones religiosas y de control 101
j Una de ellas es su profunda religiosidad, y el reconocimiento ciego
social que antaño soportaron y de esta manera volvieron a florecer las formas
, la autoridad del sacerdote (véase parte 1, apartado "La Iglesia y la familia":
de facto dentro de un amplio mestizaje con el colono (hacendado) blanco,
I a religión y la institución familiar). En estos núcleos de fuerte conciencia
estructurando así comunidades mestizas donde los indicadores de la estructura
católica, es lógico que se sienta la proyección de su moral, no sólo sobre el
familiar divergieron en relación con el lugar de origen, los altiplanos. Estas
Eeo dado, sino que la comunidad toda se convierte en conciencia y en control
colectividades constituyen un puente transitorio entre la familia andina del
de los demás, y en el eco de la voz del pastor religioso, tarea fácil si se tiene
altiplano y la del complejo litoral fluvio minero.
en cuenta la cercanía de unos hogares a otros dentro de las formas típicas de
Sobre las condiciones precedentes, son dos las formas de comportamiento . . 102
su ubicación.
que surgieron y sobreviven al sistema tenencial: un derecho tácito del terrateniente
Estos núcleos minifundistas constituyen familias extensas, ubicadas dentro
y de los suyos (familiares y empleados) sobre la mujer de la clase semi o des-
de un reducido habitat —una vereda— que recuerda el asentamiento del clan
arraigada, fenómeno que dio y da origen al florecimiento de formas de facto,
original o de la tribu, que luego conformó un resguardo, y cuyos remanentes
unión libre, relación esporádica y concubinatos, que procrearon y gestan una des-
humanos hoy conviven fuertemente enlazados por todas las normas de inte-
cen-dencia ilegítima que ha venido paulatinamente tendiendo un puente biologi-
rrelación de la familia extensa. Es en el seno de esta agrupación biológica y
cocultural entre los dos grupos étnicos extremos, vale decir, entre las clases
de estas comunidades minifundistas donde se ejerce la autoridad y el control
socioeconómicas que los sustituyen en el presente. El segundo de los derechos
en este complejo y donde se condiciona al individuo para que sea un ser más
encubiertos que la posesión del suelo daba a su dueño en relación con los que
a imagen y semejanza de los demás. Por ello no puede escapar a sus normas:
no lo tenían ni lo poseen, es el poder ejercer presión efectiva sobre ellos, forzán-
la presión social y familiar obliga al más rebelde a moldearse a las exigencias
dolos a moldear su comportamiento de acuerdo con sus exigencias. Grupos de
colectivas, y cuando las evade, está el recurso de la autoridad civil y la ecle-
terratenientes actuales y sus respectivos administradores han concillado una ten-
siástica para enmarcarlo dentro de los patrones normativos o para aplicarle
dencia dual: exigen una tributación sexual no legalizada, pero vigente y encubierta
el ostracismo social. Una de sus proyecciones obliga al individuo de estos
para gratificación personal, y coexistentemente han ido de la mano con la Iglesia núcleos biológicos y sociales a someterse a la forma matrimonial católica
para aplicar sus patrones de estructuración familiar de los núcleos trabajadores mientras se reprime vigorosamente la reaparición de los sistemas prematri-
dependientes. Conjuntamente han incorporado a la norma matrimoniales el grupo moniales indios, "el amaño" por ejemplo, o cualquier forma de relación pre-
agrario compuesto de arrendatarios, agregados, aparceros, socios terrazguero, vi- matrimonial o extraconyugal.
vientes, peonaje agrícola, etc., los unos bajo el impulso de la misión cristianizadora
de la Iglesia, y los otros bajo la presión de los primeros de que han de condicionar Sin embargo, las modalidades del minifundismo gestan formas de facto
las familias dependientes a las pautas católicas de moral, a fin de hacerse mere- ) pecualiares, pese a las presiones religiosas y sociales superpuestas en
cedores de la bendición divina que se hace expresa en bienes terrenales. La versión s. En todo el altiplano nariñense, y en general en aquellas veredas donde
religiosa-folk (véase parte 1, apartado "La Iglesia y la familia": La religión y 'a minifundismo llega a sus límites extremos, también en el ámbito de los
institución familiar) previene al que cumpla una conducta divergente de la pauta eres, " o v a c á , Cauca y Cundinamarca, aparece tenazmente la presencia
sexual, tanto como al que directamente la prohija, de consecuencias punitivas que ona de la forma de facto, en modalidades que aparentan un estado de
lesionan sus ingresos, resultado de la voluntad castigadora de la divinidad que °n como el amaño y que en veces se convierten en forma institucional
n& c u a n
cobija al individuo y a la comunidad. Bajo el influjo de esta creencia, los dueños ' do no hallan su desemboque en las formas legales. O reviste
de hacienda "casan" bajo su presión y responsabilidad a sus subordinados.
He repetido exhaustivamente que todo el habitat del complejo american0 102
Orlando FaU TtoT r Ref0ma A raria
* - °P ">•• PP- * U I y XLHI, mentalidad del minifundista.
es dominio del minifundismo. Digamos ahora que estas formas tenencia^8 1893
- PP. 37l-°3 7 8' ampesinoí
- - °P ci>- ca P- 6; Pedro Cieza de León, Crónica del Perú, Madrid,
crean en su habitante una imagen peculiar del mundo total o parcial que '6
32/ Familia y cultura en Colombia
Las instituciones I 33

la forma típica del madresolterismo, cuya imagen familiar analizaremos más


l forma por sus preceptores nativos, que hacían de este elegido el depositado
adelante (véase parte 1, "Estructura y tipología de la familia americana de
í i sabiduría aborigen. Si bien incorporaban en su mente los principios curativos
intensa aculturación").
luchaban contra el asedio de la enfermedad, en otro sentido lo convertían en
1 feliz intermediario entre el cuerpo visible de la Iglesia nativa y la divinidad
La Iglesia y la familia
misma. Él propiciaba, intercedía, consultaba, y luego respondía al mortal que
•olicitaba su mediación, dándole cuenta de su misión y de la voluntad de Dios.
El transfondo cultural indio
Algunas veces, como el Sugamuxi, agregaba a su complejo estatus el poder po-
lítico. Y en este pueblo agrícola, que demoraba en un habitat de suelos óptimos,
Fuera de las condiciones económicas relacionadas con la tenencia de la tierra
ñero de condiciones meteorológicas inestables, manifiestas en una escasa pluvio-
y que participaron en el moldeamiento de la estructura familiar, la religión
sidad necesaria al quehacer agrícola, el sacerdote dominaba el ritual que le permitía
es y ha sido una de las instituciones de más trascendente acción sobre la
producir la lluvia que fertilizaba el campo y hacía fructificar el maíz, su producto
misma. Mientras en la zona negroide su papel en este sentido es muy limitado,
básico, o detener los hielos que queman la promisoria cosecha de papa. Así, el
en esta porción cordillerana la religión es y ha sido rectora de la célula fa-
bien y el mal para la economía y la vida social chibcha, se contrapesaban en sus
miliar. Veamos por qué.
manos de mago. Por ello, la imagen sacerdotal no era la vilipendiada por los
El grupo nativo que ocupó este habitat, constituía un mundo que había
cronistas, sino la de un poderoso líder de la cultura aborigen. Era un ser que tenía
incorporado a su acervo cultural formas religiosas de alta complejidad. Un contacto con lo sobrenatural, que poseía el conocimiento de las fuerzas que mue-
universo de seres espirituales poblaba la mitología aborigen. Aparecían en ven el Universo y las dirige, que domina la enfermedad y con ello la muerte, que
culturas como la Chibcha deidades de tipo general, subordinadoras de otras está en contacto con la todopoderosa divinidad y la puede inclinar benévolamente
de menor escala, con valores generales las primeras, locales las otras, restos ante las necesidades de quien la propicia, o moverla en su contra, es decir, controla
posibles de formas estructurales del poder político y social jerarquizado. Tam- las fuerzas de transcurrir. También centralizaba el poder político. ¿Era débil este
bién se hacían presentes en el Olimpo americano, deidades protectoras, dioses sacerdocio en la cultura?
artesanales y divinidades individuales tutelares, y aun familiares, tal vez cla-
niles, seres que seguían el mundo de la economía aborigen y la estratificación A este cuerpo sacerdotal de la Iglesia americana correspondía un culto.
consecuente de sus clases sociales. Un fondo totémico también orientaba las Santuarios elevados por el hombre para contener la divinidad y rendirle de-
estructuras claniles con su reconocida ceremonia de comensalidad y culto del voción, adoratorios naturales dónde manifestar su fe en forma colectiva, com-
ancestro. Más allá se proyectaba el proceso religioso: este cuerpo de seres plementaban la estructura religiosa. La deidad tenía además sus símbolos:
espirituales disponía de un amplio sacerdocio cuya vida había sido rigurosa- imágenes múltiples, en oro, arcilla y madera, reproducían la concepción cul-
ural de los dioses para rendirles adoración, culto que en sus variadas formas
mente modelada por su cultura. Los Cucas, seminarios chibchas, tomaban al
e traducción, involucraba el de los sacrificios humanos —"Los mojas"— las
novicio indio destinado a ocupar aquel estatus, desde el momento de su na-
endas con tierra, con fuego, con agua, con oro, con incienso, según la
cimiento, y maestros avezados en la mitología y el ritual, se encargaban de
üdad de que se tratara y la festividad de que se hiciera celebración' 04 La
dirigir y preparar su personalidad, para que a través de sus enseñanzas cum-
103 a era la bebida ritual, comensalidad religiosa con todos los valores mís-
pliera el papel rector que la cultura le había asignado. e un acto sagrado. Sobre estas bases, demasiado someras para radio-
Este siervo de la divinidad india, desde antes de su nacimiento había sido a compleja religión chibcha, se superpuso el injerto hispánico,
marcado con el signo de la selección y esta elección sobrenatural era conducid8 amenté, era un terreno fértil, sugerente, moldeable que fue hábilmente
a e c h a d o por l a nueva fe.
103 Andrew Pearse, Tema..., Op. cit.; Juan C. Hernández, Raza y Patria, Bogotá, 1931, pp. 14, 17,
20, 32, 33 y 36.
3 n U e ! Pacl
>eco, Jesuítas en Colombia, t. 2, Bogotá, 1959-1965, pp. 76 y 312.
34 / Familia y cultura en Colombia
Las instituciones I 35

Como lo hemos visto en La familia en Colombia: transfondo histórU


las3 misiones de conquista, fundó pueblos con los primeros fundado-
entroi cun i**
co, la Iglesia puso todo su empeño en aplicar al nativo una hábil meto-
acificó tribus en las campañas de reducción de infieles o de indios al-
dología aculturadora que se apoyaba en el pasado, y que debía sobre este
H Y cuando la etapa histórica se fue tornando más de colonización que
basamento insuflar en su entendimiento una nueva concepción mitológica,
onauista, jugó un papel decisivo: fue cura en cada encomienda y en los
una nueva moral, emanación de ella, un nuevo culto para incluir al indio
p eblos de Indios, con lo cual su figura se hizo dominante en el panorama
en el cuerpo de su Iglesia visible y formar una unidad con el resto de la
'el poder. Ello le permite más tarde en las parroquias levantar su voz y mando
comunidad social. todopoderosos, ya fuera centralizado en los conventos o individualizado en
Aunque muchos factores fueron negativos en este proceso, el catoli- unidades seglares.
cismo dispuso favorablemente de varios elementos básicos: el ya mencionado Desde allí y secundado por el poder político, orientó su tarea de incluir
piso cultural religioso en la misma comunidad que deseaba asimilar; una hábil en la comunidad americana la nueva religión, integrándola en su sociedad.
metodología, fruto de la experiencia de la Iglesia Católica al servicio de una Siguió tras la meta de que su contenido teórico mitológico inspirara su ética
inteligente clase dirigente, que planeó una estrategia y una técnica sabias por y la condicionara; de que su culto aglutinara en una fe similar a todos sus
demás, y finalmente, el poder para aplicarlas. miembros, y su complejo ceremonial diera expansión al impulso gregario de
su colectividad, y que a través de los distintos ritos expresara su común sentir
La proyección religiosa y percibiera la sanción social. La fe católica en cada parroquia y en cada
Pueblo de Indios revivió y sustituyó en el nuevo ritual la mística colectiva de
Con estos vigorosos puntos de apoyo para lograr la aculturación religiosa, la los valores religiosos indios.
109
Ofreció un funcionalismo que encuadraba con
Iglesia logró proyectarse sobre el neófito indio de este complejo. Desintegró su tipo de economía agrícola: transculturó los ritos nativos de la cosecha,
su comunidad al quitarle el poder político en las cabezas dirigentes de su sustituyéndolos por festividades católicas como la de san Isidro Labrador, o
107
sacerdocio, con lo cual, el rebaño quedó sin el líder. Tomó en sus manos la conmemoración del Corpus, etc. Ofreció rituales atrayentes para la propi-
la educación de las clases dirigentes, caciques y sobrinos hijo de hermana ciación de la lluvia "rogativas", en la religión folk, para atenuar las incle-
sucesores legítimos, e introdujo esta élite indígena dentro de la cultura his mencias del tiempo atmosférico; bendijo las sementeras y prolongó su mano
pánica. 108 Como segundo punto de su estrategia, el sacerdote católico ocup ben
fío Ca S ° b r e l 0 S s e m b r a d o s a t r a v é s d e l a C r u z d e Mayo, del Ramo Bendito,
el liderazgo vacante del indígena, de modo que en la personalidad del prelad Las "mandas" o promesas a los santos dieron al nativo sustituto y
cristiano volvió a cuajar el perdido líder religioso de la cultura nativa. scape a las angustias individuales y colectivas vinculadas a la producción
vida del nuevo dirigente se compaginaba tanto con la del sacerdote indi rana o a las condiciones de su nuevo estatus. Enseñó trisagios, novenas y
—celibato, castidad, vestuario, ritual, posición social—, que su identificació 'utos, para propiciar la voluntad divina o la del santoral, sustitución eficaz
resultó a la postre fácil. Para complemento, el religioso venía de España to e similar oración india. Instituyó la fiesta patronal de cada parroquia, o de
cado del hálito de la conquista por la fe. Teóricamente era éste su pape »i«o, creando advocaciones protectoras, generalmente bajo formas de
válido, y para respaldarlo, una amplia regulación, el Patronato, daba acción aparición sobrenatural, y dotó a cada gremio y a cada cofradía artesanal de
misión y poder a su vida. Por el logro de estos fines, el sacerdote católic reí' ° a t r é n ; S ° a d a e s t a d o civil > a c a d a sexo > a c a d a edad > d e hermandad
sa, controlada de cerca por la autoridad parroquial. No olvidó la religión
105 Véase Virginia Gutiérrez de Pineda, Op. cit., cap. 4, "Dificultades de la aculturación religio88
Rafael Gómez Hoyos, Op. cit., pp. 14 y ss.; Juan Manuel Pacheco, Op. cit., p. 312; Rufino Gutié
Monografías, Bogotá, 1920, pp. 155, 157. v 9 Moure
8; JuTn M Ü f T í - Reminiscencias de Santa Fe de Bogotá, vol. I, Bogotá, 1942, pp. 96
106 Véase Virginia Gutiérrez de Pineda, Op. cit.; Rafael Gómez Hoyos, Op. cit.; véase información soc'
política del indio para disponerlo a la conversión, pp. 143 y ss.
107 Rafael Gómez Hoyos, Op. cit., pp. 105 y ss. °P cit.; Juan C H " " / N " ez V apG rcila n a d a 92
> B °g°'á, 1948, pp. 295, 232 y 233; AndrewPearse, Tema...,
de h juventud «./""L- ' ° - PP- y ss-'- Paciano Fermoso E. (padre agustino): Catolicismo
108 Rafael Gómez Hoyos, Op. cit., véase "Colegios de Caciques". colombiana, Bogotá, 1961, pp. 196 a 206.
Las instituciones /37
36 / Familia y cultura en Colombia

lcanzar su acoplamiento pasivo en el sitio que se le había fijado con


católica el culto de los muertos, de tan profunda significación en el ritual
indio. A través de prolijas ceremonias de funebria, impresionantes y majes- la conquista.
tuosas, transmitió la doctrina de salvación en el Más Allá, y merced al culto Consecuentemente, se produjeron en todo este complejo cultural fenóme-
de las Ánimas Benditas raptó y sustituyó el culto a los espíritus bienhechores complementarios que impregnaron la personalidad colectiva e individual
de los antepasados. (Todavía entre los ritos que los indios Paeces practican , gentes. Se dio comienzo a la resignada actitud ante la vida, al quie-
con la Iglesia, puede verse este proceso interaculturativo). . a ia pasividad que delega fuera de la acción humana la solución de la

Inteligentemente la religión católica conquistó el alma gregaria del pueblo: roblemática que al Ego y a la colectividad atañen. El creer y el actuar
las antiguas romerías que el muisca practicó en sus santuarios naturales, y baio la presión de las fuerzas ciegas del Destino, de la Providencia y asumir
que le permitían recorrer casi todo su suelo en competencias deportivas y en ante el transcurrir una mera actitud expectante y pasiva. Esta pasividad se ha
festividades colectivas que reforzaban su fe y servían de liberación catártica proyectado hacia campos muy amplios de la vida colectiva al impregnar pro-
biológica, fueron suplidas por otras similares que se encaminaron y se mueven fundamente la personalidad social del individuo. Al no alcanzarse la etapa
técnica y no discernirse racionalmente sobre la etiología de los fenómenos,
hacia los santuarios marianos. La parte andina norteña y la porción sureña de
la religión ha servido y sigue sirviendo de disculpa individual ante los insu-
este complejo, se poblaron de versiones de La Madre de Cristo, imágenes
cesos más elementales del acontecer cotidiano. Cuando se recorren los campos
plasmadas a la necesidad de la nueva cristiandad india y aparecidas en los
de este complejo y se halla al minifundista sin trabajo, sentado bajo el alero
sitios donde el alma nativa adoraba sus viejas deidades. Iconos hallados en
del rancho, a la espera de la cosecha anual de maíz que apenas ha sembrado,
las fuentes, en los cerros, en los peñascos, o retablos milagrosamente reno-
responde estoicamente, como disculpa individual a la falta de comida en su
vados en las corrientes fluviales, sitio dilecto del alma chibcha, captaron su
mesa: "Dios no quiere que hoy comamos". Cuando inicialmente este complejo
fe y su necesidad de hallar seguridad emocional ante la quiebra de sus an-
se opuso a la técnica agrícola de combatir con pesticidas las plagas, aludía y
cestrales creencias míticas.
en las zonas más distantes continúa arguyendo que ellas son castigos divinos
Fue más allá la tarea de la Iglesia: introdujo la religión al servicio de la
que deben aceptarse con resignación a cambio de no irritar más por el fracaso
nueva estructura social de la comunidad americana, del nuevo orden, que así
punitivo a la Deidad Suma y propiciar una sanción doble con el intento de
cumplió un amplio funcionalismo. La nueva fe sirvió al indio como un ele-
frustrarla.
mento de reconciliación con su estatus inferior, jurídico, biológico, económico,
La divinidad asimilada por el descendiente indio, también expresa su con-
etc., y sus consecuencias discriminatorias en la sociedad, y de este modo el
ducta antropomorfa en el campo de la salud. Las enfermedades como castigo
reciente converso aborigen se resignó en Cristo. El creyente indio halló en
on de alta frecuencia, y han de recibirse con resignación para no exaltar la
la nueva fe un refugio, un estímulo, un aliento en su nueva peyorativa con-
untad retaliadora divina, ya que los agentes mórbidos operan como fuerzas
dición. Y fue a través de las promesas de una vida mejor, como superó su
Mtrolables, más allá de la acción humana, incapaz de detener su curso o
angustiada situación del presente, encontró el camino, de tal manera que sobre
"quiera de prevenirlo. Mientras la magia con sus poderes es la determinante
las bases creadas por el credo foráneo, la reciente estructura jerárquica so- 6 a dolen
cia en los grupos populares del complejo negroide, Dios, el Des-
cioeconómica pudo asentarse sólidamente. Los valores de Justicia Divina, de
> rovidencia, etc., los determinan en esta subculturá. Ello explica que
Providencia, de una vida de ultratumba con premios o castigos eternos con-
lar en Nariño las estadísticas oficiales municipales se halle como causa
dicionados al moldeamiento o al rechazo de las pautas de comportamiento
el mal de Dios", final que en última instancia constituye la vo-
social y moral, ablandaron la personalidad nativa y la mantuvieron controlad2
27
; Migulí Tri M C S a / lmroducción a ¡a historia de la cultura en Colombia, Bogotá, 1930, pp. 24 y
114
Orlando F a l s jj • cMlización ci*bcha, Bogotá, 1931, pp. 26 a 28.
111 Doctor Saffrais, Op. cit., p. 295; Juan Manuel Pacheco, Op. cit., pp. 189 y 195.
Psicología
8
vr,i í x', campesino cundiboyacense, conceptos sobre su pasividad", en: Revista de
112 Rafael Gómez Hoyos, Op. cit., p. 111: véase Virginia Gutiérrez de Pineda, La familia..., Op- "• v °l- I, No. 1, Bogotá, 1956, pp. 74 a 83.
"El status de los grupos étnicos".
Las instituciones /39
38 / Familia y cultura en Colombia

ciera con el contingente boyacense en Caldas, el nariñense en el Valle, para


luntad divina de cerrar el ciclo vital del individuo. Esta concepción engendra
citar dos casos ejemplares.
quietismo: la suerte está decidida, "si está de Dios", dice el campesino, se
Oros aspectos más se añaden a su religiosidad así gestada. La religión es
salva o se muere el paciente sin recursos o en medio de todas las defensas
catarsis en las condiciones socioculturales de esta comunidad. Su sentimiento
médicas, por lo cual sin lucha permanece a la expectativa esperando la vo-
religioso absorbe toda la amarga frustración de su pasado, recibida como un
luntad divina. Este valor anula los principios preventivos de la guarda de la
legado cultural que han sociabilizado las generaciones indias desde el comien-
salud y la acción curativa en último término. Dios da la vida, Dios la quita,
zo de la superposición cultural hispana, y que al no hallar en sucesivas etapas
y fuera de este dictamen, nada puede hacerse, se oye al padre y a la madre
históricas gratificación a través de canales normales de expresión, se ha vol-
de familia de este complejo, que dejan quietamente morir a sus hijo bajo la
cado sobre los principios religiosos, definiendo en ellos sus vivencias repre-
responsabilidad divina.
sadas que gestan la agresión. Cuando se estudia la religión folk de este
En otro sentido obró la religión y sigue actuando como elemento de ca-
complejo, el antropomorfismo que la divinidad adquiere en su concepción,
tarsis en la estructura social de este complejo. Precedentemente dije que sus-
está siempre dotado de un poder punitivo que purga las estructuras sociales
tentó la nueva jerarquía de los estatus en la comunidad americohispánica. El
de mayor poder en la comunidad, retaliación que gratifica el rencor de los
impacto aculturativo sostenido por la conquista fue de tal naturaleza que re-
menos favorecidos. Por otra parte, una anomia muy honda que marcan las
forzó las premisas de Destino y con la sanción diferida en manos de la deidad
instituciones sociales se siente en las personalidades de este complejo. Y esta
y la gratificación desplazada a "la otra vida", se conformó otra faceta del
anomia generalizada se contrarresta con la adhesión y fe profunda en la re-
quietismo social de entraña religiosa, de que venimos hablando. Sobre estas
ligión. La divinidad es lo único estable y firme para la personalidad de esta
bases, colaboró el abismo de ubicación sociocultural en que se colocó al indio
subcultura, la única y posible justicia para cada individuo, de tal manera que
y a su descendiente y el abismo económico que creó entre el hispano y el
constituye la base de su seguridad psíquica y social hasta el punto de que
nativo el régimen tenencial. La concomitancia de factores lesivos al aborigen,
coloca en Dios la aplicación última de la justicia a que aspira, y delega en
lógico es, crearon una frustración asordinada por los valores éticoreligiosos
sus manos la sanción compensatoria de cada acción lesiva a sí mismo. Por
que coexistentemente se le injertaron. De esta manera, toda la frustración que
ello la religión folk, en sus mismos valores, es cosecha de amargura y rencor
debió sufrir el alma nativa con la conquista, no se volcó en lucha abierta, ni
dentro de este complejo, y como lo analiza Fals Borda, se extravierte en las
cristalizó en tarea reivindicativa: se hizo agresión diferida en el Más Allá,
figuras y escenas dolorosas de la Pasión como una identificación de su frus-
donde su estatus actual tendrá compensación; se tornó hostilidad encubierta,
tración personal y colectiva.
y así el largo viacrucis de la aculturación a la fuerza no ha tenido ni tiene
Otro fenómeno que se alquitaró dentro del mundo religioso está en rela-
escape ostensivo. La satisfacción personal se ha dejado en manos de la divi-
ción con el estatus del sacerdote. El indio no vio en la sustitución de su jeque
nidad, está diferida, desplazada, fuera de su alcance, retardada. m a s c üt
i un trasplante de razas. Ya en el comienzo de la conquista, el héroe
Ello creó otro tipo de fatalismo que impregnó la personalidad colectiva:
ivihzador chibcha, Bochica, tenía el fenotipo de un misionero hispano, y
su desgano en la lucha de superación económica y su anorexia para aceptar
proyectada esta situación sobre la institución total, el aborigen logró la iden-
el cambio. Se quebró tanto su capacidad combativa bajo las circunstancias
icacion de la imagen nativa en la figura del cura doctrinero o del párroco,
socioculturales y económicas en que se le colocó, que claudicó antes de querer
u búsqueda de imágenes católicas avanzó un poco más: en todos estos
emprender el proceso de redención. Y hoy en día hallamos, con una caracte-
P anos andinos, el prelado no fue ni es sólo el intermediario con la divi-
rística aún vigente de su personalidad social, esta misma falta de voluntad
' S l n ° que la comunidad, al llamarle "ministro del Señor", llega casi a
para incluirse en la dinámica nacional. Sólo al moverse a las ciudades, °
entifícación de éste y la divinidad, de éste y la Iglesia. Sus manos están
casualmente a otros complejos culturales, se despoja de su tradicional apatía
Su 'S ^ a ' § ° " del poder divino reposa en él, y este poder, como el de
y se incorpora pujantemente a la creatividad individual regional como acón- Xl
> puede crear o destruir, bendecir o maldecir. De ahí la respetuosa
40 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 41

adhesión con que se le rodea, mezcla de temor mágico y reconocimiento de su entrega. Voluntariamente dieron y siguen dando su adhesión irrestricta
su fuerza, porque a estos valores sumó el del poder político. La sociedad H su fe: Di° s y e' sacerdote se identifican en sus conciencias y en su mundo
española, y la criolla también, ambientaron esta institución dentro de la alta rrenal. Esta situación puede entreverse en el análisis y contacto con la per-
jerarquía político social, y pese a las tensiones entre poder civil y religioso, onalidad social de los grupos populares y medios de este complejo. Las
en la Colonia y en la República, la balanza optó a la postre por inclinarse vivencias del estatus del nativo y sus descendientes en la relación con los
del lado de la jerarquía eclesiástica. otros grupos jerárquicos de la comunidad que a través de la historia expoliaron
Esta fue la personalidad religiosa que el pueblo aborigen y el mestizo sus derechos, proporcionaron dos características más de la llamada "alma del
también del altiplano andino, acabaron por absorber; más valdría decir, que indio", vale decir, el elemento popular de este complejo: su introversión y su
dadas las condiciones bajo las cuales se cumplió su aculturación, se apode- desconfianza al elemento ubicado fuera de su ambiente cultural. Esta descon-
raron de la cabeza visible de la nueva religión. La asimilaron, arrancándola fianza y esta introversión fueron quebradas cara a la Iglesia. Al identificar
de la sociedad del dominador hispánico y más tarde de la clase rectora, para con la divinidad providente y justiciera la cabeza de la institución religiosa,
hacerla entraña de sí mismos, para incorporarla a la suya propia como médula el elemento humano de ancestro aborigen negó ante ellas las facetas culturales
dirigente, miembro vivo de su colectividad. Y por ello siguieron sus pautas, que lo distinguían. Y abrió y dejó penetrar en su vida anímica al sacerdote,
violentaron su cultura que se oponía a ellas y le volvieron las espaldas, para y confía en sus decisiones y acata sus consejos, y mientras mantiene clausu-
recibir las enseñanzas o imposiciones de la nueva verdad. Todo, en la espe- rados sus elementos de comunicación con los demás estratos sociales y de-
ranza de tener en su imagen un aliado, alguien en quién depositar la fe de- fiende ante ellos la intimidad de su personalidad psíquica, se deja alienar a
rrumbada con la destrucción de sus propios valores e imágenes culturales. Y plenitud por la Iglesia y por su sacerdote que se identifican con sus expecta-
lo entregaron todo para tener en la nueva sociedad que tan duramente los tivas.
discriminaba, alguien de su parte, alguien que catalizara su ancestral anhelo Tales valores, las actitudes y el comportamiento derivados, colaboraron
de ser dirigidos, poseídos, enajenados, protegidos, como antaño lo fueran por para que la Iglesia, a través del sacerdocio, llegara a ejercer su tarea de acul-
sus jeques. Alguien que restableciera la seguridad individual y colectiva de turación e imprimiera en forma total su influjo. También contribuyó a la co-
un grupo destinado como sociedad y como persona, ante el impacto acultu- secha de resultados, el que fuera en última instancia la única institución que
rativo del europeo. Sobre un grupo frustrado como cultura y disperso en su mantuvo y sostiene una línea directriz invariable, y conservó su alto estatus
sociedad; sobre un grupo cuyos individuos perdieron su piso social jerarqui- pese a que la sociedad cumplió una creciente dinámica estructural. El sacer-
zado y su categoría personal al generalizarse la conquista; sobre un grupo dote reforzado en el culto, y en su cautivante liturgia, siguió captando la
étnico cuyos individuos fueron catalogados como elementos serviles por razón atención del feligrés. En la administración de los sacramentos, especialmente
de su genética, y colocados ante las demás instituciones y valores en el suelo en los de la confesión y la comunión, levantó el velo de la cultura encubierta
de la estructura de la comunidad; para un grupo cuyos miembros no alcan- de
su comunidad y se apoderó de sus secretos y controló sus fuerzas orien-
zaban la mayoría de edad jurídica ni la total valoración de entes de razón, andolas gregariamente. Respaldó su posición, al poder congregar en derredor
lógico es suponer, teniendo en cuenta las anteriores premisas, las dimensiones e
si toda la sociedad a través de las festividades religiosas que exaltan la
que cobró el estatus del sacerdote católico en tal momento y las que de allí encia colectiva y refuerzan el común sentir de su rebaño, y se ha visto
se derivaron. cundado además por otros instrumentos poderosos que se suman a las que
rta
No superadas hasta el presente estas condiciones, la imagen de la cabeza su personalidad. El pulpito es, por ejemplo, la cátedra de moral, a la
eclesiástica ha seguido manteniendo su posición de liderazgo. Y la fe en Ia que la tribuna donde emplaza la conducta de sus feligreses y da cuenta
Providencia y en el mundo celestial tuvo su representante tangible en la esfet2 de ella a i • •-
a
de lo terreno: el indio y su descendiente mestizo se "pusieron" en las mano8 a ia opinión popular para que juzgue y sancione al infractor de las
as de
del ungido de Cristo y cerraron los ojos a cualquier estímulo que los liberar3 comportamiento. Las instituciones menores de cada parroquia, her-
pes, cofradías y asociaciones multiplicadas con estrategia, permiten en
42 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 43

esta zona andina ejercer una acción de control, de impulso al cambio o de natrones normativos traídos por la Madre Patria. Cada sacerdote consiguió la
rechazo al mismo, con lo cual se orientan las mentalidades jóvenes, se en- adaptación, encuadró la institución familiar dentro de las normas de su moral
cuadra su acción y su comportamiento dentro de lo que la Iglesia espera y Y mantiene vigente este control activo hasta la fecha presente. La religión se
desea. Sutatenza y Fómeque, Onzaga, Sutamarchán, constituyen ejemplos clá- convirtió y continúa siendo en este complejo el control y ordenación de los
sicos de esta organización parroquial. incentivos sexuales, reglamentándolos a través del matrimonio católico. Con-
A estos refuerzos se suma el poder político del clero en los pequeños dicionó a sus normas todo el legado institucional aborigen (véase La familia
municipios de la zona andina. Desde los albores de la República, la Iglesia en Colombia: transfondo histórico) tratando de hacer tabla rasa de sus valores
se ha identificado con el tradicional partido conservador, jugando a su lado al respecto. Con la encomienda primero, con los resguardos después, y des-
tensas luchas por el poder, poniendo al servicio del grupo político en el que aparecidos los cabildos y el cacicazgo que éstos implican, aún proyectó su
milita su influencia sobre los votos parroquiales. Así, el poder religioso influencia a través de los vecinos más importantes de cada vereda andina,
queda entrabado con el político, constituyendo unidad de mutuas interferen- instrumentos de control estructural familiar, en el momento presente. El pá-
cias y ventajas. Es tal la fuerza que representa, que en todas estas comunidades rroco de cada comunidad oye las quejas "de mal vivir" y pone ávida atención
debe ser tenida en cuenta la recomendación personal parroquial de buena a ellas. Secundado en el poder de las autoridades civiles, hace comparecer a
conducta para cualquier gestión administrativa o de índole política, ya que su presencia a los infractores. No hay solución distinta a la de casarse y
equivale a una carta de ciudadanía, a un desiderátum absoluto que da espal- legitimar sus relaciones, o la de apartarse definitivamente y emigrar, porque
darazo a quien la obtiene para escalar posiciones y reforzarse en ellas dentro ninguna comunidad bajo el liderazgo de su sacerdote, acepta las formas de
de su propia sociedad o proyectarse fuera en otras similares. Toda esta suma la unión libre. La pareja "está en pecado" y propicia males, "calmas", para
de valores del estatus del religioso, se traduce en un vigoroso estatus total su grupo, y de ahí la presión colectiva que los obliga a "arreglar sus vidas".
que integra el sacerdote dentro del grupo de líderes en su parroquia, no siendo Dentro de comunidades agrícolas minifundistas con laboreo antitécnico de la
exagerado decir que nada se mueve dentro de ella sin que en última instancia tierra, como son éstas', el ansiado fruto de la cosecha única está fuera del
sea determinado por él, o se solicite su consenso para lograrlo. Es con este poder humano, quien ante su impotencia lo delega en manos de la divinidad.
caudal de poderes como el pastor católico ha manejado su rebaño e impuesto Ella, con óptimas o ralas cosechas, hace expresa en forma antropomórfica su
sus normas. Suyos han sido los estímulos al cambio y suyos también los complacencia o displacer ante el buen o deficiente moldeamiento humano a
obstáculos al mismo.
117 sus patrones normativos. Frustración en la tarea agrícola es considerada san-
ción colectiva propiciada por la conducta divergente de algunos. Como nuestra
La religión y la institución familiar ehgión enfatiza hipertrofiadamente en el cumplimiento de las pautas sexuales,
os ojos de la comunidad se dirigen a encontrar el infractor de dicha norma
Las páginas precedentes constituyen un amplio paréntesis para explicar cómo uien recibe el complejo de culpa total del castigo infringido por la deidad
la Iglesia ha sido capaz, en este complejo cultural, de realizar uno de los más retahadora a la comunidad. De ahí el celo vigilante de la misma a su estructura
familiar.118
arduos procesos de aculturación religiosa, y para evaluar las razones del fun-
cionalismo de su poder. En lo que nos concierne, la familia, a través del cura ^ stos valores adquieren vocería y acción a través del sacerdote y la co-
de cada comunidad, fue parte decisiva en el proceso de asimilación de los urn a d h a c e c a u s a c o m ú n c Q n s u s a d r n o n i c i o n e s Periódicamente las parro-
reC0S 3 n d i n a s e m P r e n d e n las llamadas "Misiones", campañas religiosas que
115 Andrew Pearse, Tema.,,, Op. cit., véanse cuadros sobre organizaciones religiosa,
de c d n - p o b l a d o s mayores y menores, orientadas por grupos de sacerdotes
116 Luis Eduardo Nieto Arteta, Op. cit., Bogotá, 1962, pp. 102, 103. lócesis, dotados de amplia oratoria, y que emplazan a las familias
117 Luis Ospina Vásquez, Industria y protección..., Op. cit., p. 273. Señala que la influencia saccrdol
frustró el desarrollo siderúrgico de Pacho; p. 331, oposición eclesiástica a la traída de técnicos m e
arse, Tenia..., Op. cit.; véase la organización religiosa de la moral sexual.
jicanos.
44 / Familia y cultura en Colombia

de facto y a los grupos juveniles que aspiran a llegar al matrimonio, para que Estructura y tipología de la familia
legitimen sus relaciones en tales circunstancias. Y así, bajo estas presiones,
se inician o se estructuran legalmente nuevos hogares.
americana de intensa aculturación
El sacerdote ejerce también el control de su parroquia a través del contacto
que tiene con sus feligreses. He dicho que nada se mueve en su comunidad,
ajeno a su sanción. Él orienta la vida individual y la del grupo.
El complejo de fe que el campesino ha creado en torno suyo, conduce a
que solo de él oye consejo y lo solicita. Y como lo vimos precedentemente,
sólo ante él entreabre el mundo íntimo de su introvertido Ego, en sentimientos
y conflictos, al juicio y dictamen de su párroco. Es la razón que permite al Introducción
sacerdote penetrar en la estructura familiar y en sus tensiones de interrelación.
Merced a estas circunstancias, como antaño, hoy amonesta y castiga la infi- Inicialmente afirmé que la familia de la subcultura andina constituye en su
delidad en la mujer o su rechazo a aceptar las exigencias de la vida conyugal. forma estructural una unidad. Descontando aún las comunidades indias que
Reprende al marido que no se ajusta a los patrones de comportamiento ma- estudiaremos separadamente, el resto de este complejo, formado por un mayor
trimonial y busca la reconciliación de los hogares desavenidos. Además, ex- 119
porcentaje de biología y cultura aborigen y por un menor aporte de sangre
tiende su poder para que los hijos no escapen a los dictámenes de la autoridad y legado hispánicos, no dan hasta el presente un paisaje uniforme. La fácil
paterna o para que cumplan las normas de auxilio y protección a sus padres asimilación o la resistencia aculturativa al patrón español, modelo impositivo,
ancianos. Es el arbitro de última instancia en los pequeños y grandes proble- las resultantes tangenciales del contacto siguen percibiéndose en matices va-
mas de la vida familiar y su decisión es, para el individuo de la zona andina, riables en cada comunidad andina. El proceso histórico cumplido por cada
inapelable y de imperiosa obediencia. región ha contribuido también a dar en este ámbito un arco de matices, de
Como una emanación de esta fuerza religiosa se ha desenvuelto el com- claroscuros, de tendencias, dentro del ambiente familiar, índices de la diná-
padrazgo. La institución ha recibido el hálito místico de su origen, y el amplio mica del mismo, y del no cierre del proceso aculturativo. Por esta razón, mi'
funcionalismo que cumple en este complejo la ha incorporado como uno de visión no puede ceñirse al caso particular, ni ajustarse sistemáticamente a
los elementos de interrelación individual de mayor poder. Por su carácter todas las posibilidades. Constituye un marco de esquemas teóricos básicos
religioso y por el papel que juega en la familia, quiero señalar aquí su poder. que encuadran las múltiples variantes que pueden tenerse en cuenta en este
Generaciones de adultos se vinculan e interinfluencian a través del ciclo vital panorama. Jamás un estudio de caso.
de generaciones de descendientes, creando entre sí deberes morales de vigo- un lugar a dudas, las numerosas variedades tipológicas de la estructura
rosa proyección, que influyen en el condicionamiento de la conducta de los amihar del complejo andino constituyen por sí mismas una prueba de esta
elementos jóvenes y restringen el comportamiento divergente de los mayores. ¡rsatilidad en el proceso aculturativo de que he hecho mención. En otro
Un tercer tipo de parentesco se crea sobre base religiosa, y cuyo influjo sobre cn
' e s t ^ n señalando con sus índices las tendencias directivas de la diná-
la estructura familiar es de poderosa vigencia merced al derecho a intervenir e este mismo proceso en el futuro. Señalan finalmente las posiciones
en el moldeamiento y el ajuste del individuo joven a su estructura familiar r .
uci0na
les que la familia soportó desde distintos ángulos y con intensidad
legal, conformando en sus padrinos imágenes paradigmáticas que reproducen variable. Analicemos a espacio cada una de las modalidades tipoló-
las de los mayores.

1953
. p 58 C n k ' Vía
^ P°r An,ioquia en el año ,88
°- Bogotá, Imprenta del Banco de la República,
Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación I Al
46 / Familia y cultura en Colombia

3 5%
La familia legal: valores concomitantes Amaño »
Madresolterismo 29%
La familia nuclear americana conforma una tipología muy simple, encarada Unión libre 41%
desde un punto de vista escuetamente legalista: puede fragmentarse en familia Concubinato 26,5%
legal y en familia de hecho. La primera reconoce como requisito estructural Los datos del censo siguen estas cifras.
el matrimonio, mientras en la segunda se halla ausente. La forma legal goza dentro de la comunidad de la más alta valoración
Para establecer esta tipología inicial, acepto como matrimonio la ceremo- social y religiosa. Es un requisito que obliga no sólo a la clase alta, sino que
nia o rito que la comunidad total colombiana adopta, como el acto social también es impositivo para las clases medias y populares. Si bien el quebran-
reconocido, para declarar la pareja, que contrae como cónyuges legales con tamiento de esta norma es más común entre estos últimos grupos, no por ello
las obligaciones y derechos inherentes, individuales y recíprocos ante sí y pierde su alta cotización el matrimonio católico, y todo los esfuerzos de las
ante la sociedad total y parcial a la que pertenecen. Hago esta observación, familias mal estructuradas convergen a llegar a legitimar su unión y alcanzar
porque algunas de las formas de facto de ciertas regiones colombianas, puede el estatus de hogar legítimo.
decirse que configuran este requisito, pero siempre dentro de un ámbito li- De esta manera, el matrimonio no es símbolo ni privilegio de clase o de
mitado, a manera de subculturas regionales. En el caso particular de este grupo étnicocultural como en otras regiones; por tanto, no confiere categoría,
complejo el matrimonio es católico. pero su carencia sí deteriora el estatus. Cada persona casada hace amplio
Atendiendo a los muéstreos realizados en su habitat (zona rural y urbana) reconocimiento de su situación y de que sus progenitores alcanzaron el mismo
se puede señalar una tendencia media para esta zona del complejo americano, goce, lo que le permite proyectar hacia atrás su prestigio. El mismo recono-
que nos da la siguiente cuantificación genérica en relación con la estructura cimiento hace de su descendencia. Complementariamente, las uniones de he-
familiar: cho son negadas y cada unión marital celosamente encubierta por la pareja
y sus descendientes.
1951
Esta alta valoración de la norma legal obedece a una razón social, que
Familia legal 85% Zona rural obliga a los miembros de la clase alta (tradición y conservación de estatus)
Familia de facto 15% Zona rural a cumplir este requisito como expresión muy clara de su estatus personal y
Atendiendo a los datos obtenidos a través de los mismos cuestionarios el comienzo normal de la futura generación. Una valoración de índole religiosa
podemos hallar una distribución modal aproximada de las formas de hecho se siente a medida que se desciende en las gamas de la estratificación social.
(15% del total) características de este complejo, así: Mientras en los estratos superiores los cuestionarios y la observación indican
Amaño 13% que se es más sensible al estímulo social, la sensibilización religiosa, que no
Madresolterismo 58% escuetamente moral, se va percibiendo cada vez en forma más fuerte, a medida
Unión libre 12% que se adentra el análisis de los grupos inferiores. Y esta presión, que puede
Concubinato 17% mearse c o m o Ia pauta moral en los sectores altos, se identifica paulati-
ente con las sanciones que la religión contiene, bien sea proyectadas hacia
Los datos analizados en las zonas urbanas, exceptuando a Bogotá, me ur
o, Más Allá, o expresos en formas punitivas dentro de la vida presente.
permiten señalar las siguientes cuantificaciones:
uando se llega al tope del basamento social, he hallado que esta sanción
Normas legales 89% reviste dos formas: el ostracismo social que las comunidades pequeñas
Formas de facto 11 % contra el infractor de la norma de conformación familiar católica,
Las formas de facto urbanas puedo distribuirlas así, de acuerdo con l°s uesde el tA
- terrateniente del cual se depende económicamente, hasta el vecino,
muéstreos realizados en esta zona: P esion y control que el cura párroco puede cumplir bien desde el
4 8 / Familia y cultura en Colombia Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación I 49

pulpito, en la administración de los sacramentos, o en la relación personal integral, de modo que las tres son como vasos comunicantes de inte-
También las sanciones económicas que ya he analizado en el capítulo sobre lación permanente y de posibilidades de cambio. Una puede en momento
religión. , . _amaño— al perder un rasgo, transformarse en la otra —unión libre—
Juega papel en la estructuración formal de la familia, el interés que re- convertirse en una tercera —madresolterismo— porque son instituciones
presenta por parte del individuo el cumplimiento de la ceremonia social ante transicionales, cuya meta evidente —el matrimonio— está fuera de ellas. Tal
su propia comunidad. Dos aspectos se valoran en ella: que el grupo considere el caso del amaño y del madresolterismo, sistemas culturales para llegar al
la pareja como obediente a sus patrones y por tanto merecedora a su bene- matrimonio católico, como antes lo fuera el primer sistema para alcanzar la
plácito y a su consideración, como seres ajustados a su cultura, buenos miem- ceremonia nupcial india. También amaño y madresolterismo logran en un mo-
bros de la sociedad, respetuosos de la tradición, y por otra parte, la satisfacción mento dado devenir en unión libre, que aunque es una meta repudiada, no
que representa para los dos jóvenes y su parentela el cumplimiento de los aceptable culturalmente, se puede desembocar en ella al faltarle a la familia
patrones externos de prestigio que la ceremonia envuelve, aspecto que dentro extensa y a la comunidad, sanciones y medios de control para la culminación
de ciertas circunstancias es factor negativo en la relación legal. completa de la modalidad estructural familiar.
Una causa más hace relación a los grupos del complejo americano que Dije que la familia legal ocupa un lugar de prelación entre las diversas es-
están en una situación de paso entre sus pautas nativas y las normas católicas. tructuras hogareñas. Sin embargo, hallamos que dentro de las formas de hecho
Conflictos polivalentes entre la cultura terrígena y el nuevo valor, pesan con- puede establecerse una escala de valoración que afecta en grado diferente a cada
siderablemente en la decisión. Cuando la cultura nativa mantiene aún fuerza una de ellas. A través de encuestas y de entrevistas he podido establecer el si-
en sus instituciones, un encubierto antagonismo se mantiene, conservando en guiente esquema, que jerarquiza su aceptación social en función de la generación
dualidad las normas de procedencia terrígena frente a los mismos principios habida en cada una de ellas, ya que es a través del hijo donde pueden establecerse
120
de nueva adopción. Tal el caso, por ejemplo, de la comunidad guajira. Un con más claridad los valores conexos al comportamiento social. A manera de
paso adelante se observa en los resguardos de Cauca y Nariño, donde, aunque esquema teórico, podemos evaluar la aceptación de las estructuras familiares según
prevalecen remanentes institucionales, el grado de aculturación religiosa es la siguiente escala: el número uno ocupa el lugar de prelación y ascendentemente
tal, que ya se ha superado las resistencias emanadas del legado institucional se rebajan los valores de aprecio social en cada modalidad:
nativo, y los valores impuestos por la cultura superpuesta conforman, en el
Cundinamarca Boyacá Nariño Cauca Santanderes
momento, imágenes ideales a las cuales quiere arribar ansiosamente la forma
121 Matrimonio 1 1 1 1 1
terrígena.
Familia de hecho:

Madresolterismo 3 3 2 3 4
La familia de hecho: valores asociados
Unión libre 4 4 3 4 3
Las formas de facto de la familia del complejo americano están constituidas Concubinato
por estructuras monógamas unas y poligínicas las otras. "terciase 2 2 4 2 2
Las formas de facto monógamas están representadas por el amaño, el Concubinato
madresolterismo y la unión libre, que constituyen una gama de matices & "laclase 5 5 5 5 5
una situación total. No pueden llegar a definirse en una forma absoluta, ta-
armo ofrece un caso particular en esta valoración: en las zonas rurales y
os poblados, aunque mantengan su prelación "los hijos de bendición" en
120 Virginia Gutiérrez de Pineda, "Organización social de la Guajira", en: Revista del Instituto Etnólogo"
Nacional, vol. III, Bogotá, 1950.
a ue valores, hay que reconocer que una cotización casi igual se extiende
121 María de Betania, Op. cit., pp. 121 a 137, observa este hecho entre guambíanos, paeces y pijaos- J°s de madre soltera. No hay mayor distinción entre ellos, responden
50 / Familia y cultura en Colombia Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación / 51

unánimemente las madres, pero en cambio la diferencia se marca cuando la fi. Pero donde puede observarse en rasgos definidos esta actitud cultural, es
liación proviene de la unión libre y es más fuerte aún con los hijos de concubinato las formas familiares de facto. Madresolterismo, unión libre y concubinato,
La cultura los denomina "aspudios", espurios —voz legal castiza—, palabra que neran un núcleo de descendientes de clara filiación maternal: el apellido,
concentra todo el rechazo que la comunidad siente hacia esta filiación anómala, l K normas de herencia, la autoridad, el respaldo, el estatus, se proyectan del
repudiada, vilipendiada y que coloca al final de sus apreciaciones. La sociedad lado uterino. Tácitamente, la comunidad acuerda y reconoce la paternidad del
nariñense señala algunos casos de ilegítimos habidos en concubinato interclases, descendiente, pero abiertamente se la niega en nominación y se le atribuye a
que han escalado posiciones destacadas respaldados por la ubicación prestigiosa la madre. Los hijos naturales en este ambiente americano (en otros más, An-
del padre, aunque las clases bajas han mantenido y mantienen una tensión fuerte tioquia por ejemplo) llevan el apellido de su progenitora, a no mediar un
contra estas personalidades, conservando vivo el recuerdo de su origen y enros- juicio legal de rara ocurrencia y de difícil realización. En estas situaciones
trándolo con acrimonia. No puedo saber si obedece a tensiones de clase, más que familiares de hecho, también puede medirse una categorización de la filiación,
de estructura familiar. Por el contrario, en el Cauca y los departamento de Cun- siendo todos de reconocida filiación uterina. Esta escala es más favorable
dinamarca, santanderes y Boyacá, la ubicación social resultante de uniones inter- hacia la rama paterna en la unión libre, menos sensiblemente marcada en el
clases en estructuras de hecho —concubinato— ayuda en la valoración; los hijos concubinato y definitivamente matrilineal en el madresolterismo.
de concubinato entre hombre pudiente y madre de clase baja, no conllevan el Otros valores asociados con la tipología de la estructura familiar hacen
fuerte ostracismo que los mismos tienen en Nariño; es más, en muchos casos relaciones a las normas de herencia. Los valores asociados a cada generación
podrían ubicarse en un segundo lugar después de los legítimos. La dinámica de en función con las formas estructurales familiares de la cuales provienen, se
ascenso que puede resultar de su nacimiento, borra con la asimilación adecuada marcan fundamentalmente en los sistemas herenciales. Estos sistemas se ha-
de los patrones sociales de la rama paterna el factor de ilegitimidad, que es más llan asociados a los remanentes étnicos culturales que aún permanecen adhe-
sensible en los hijos de madre soltera o unión libre. Ahora, la descendencia habida ridos a las modalidades tipológicas familiares que vamos a presentar. Por esta
en concubinato en relación intraclase, se ubica al final de la escala de valores: razón los indico precedentemente.
clase y estructura anómala pesan en su ubicación. Dentro de este complejo, la herencia en la estructura de sus normas es
un factor que permite ver una serie de matices que reconocen un origen
Las normas de filiación y de herencia en las modalidades diferente al hispánico, matices o modalidades más sensibles en las clases
consensúales bajas, y en los sectores rurales, es decir, dentro de los núcleos de claro
ancestro y legado cultural indio. Tales alternativas se esfuman y diluyen a
Emanación de los valores asociados a las estructuras familiares de hecho, medida que el proceso de aculturación es más fuerte, existiendo amplias
son los sistemas de filiación, que configuran asimismo sistemas de facto y zonas geográficas y sectores de estratificación social donde no sobrevive
sistemas legales, pese a la reglamentación institucional que existe. Dentro norma diferente a la genérica legal. Las normas de herencia también se
de las formas familiares con estructura matrimonial, existe el régimen ge- ulan asociadas a la tipología de la estructura familiar. Las formas rnatri-
nérico colombiano de filiación bilateral, con cierta tendencia preferencial males encierran la aplicación de los principios legales colombianos mien-
s
en la rama paterna, en el complejo neohispánico y en el americano, en las las de hecho conducen a la aplicación de principios locales de hálito
clase alta y en las ciudades, y se van minimizando y acentuando rasgos americano. Veamos cómo.
uterinos en las clases rurales y bajas. No es que se altere el orden legal: 1° °mo forma modal real los hijos naturales no heredan del padre. En el
que se siente es que insensiblemente se va percibiendo en estos estratos ufl - madresolterismo, los familiares paternos, particularmente los herma-
matiz de mayor intensidad, que favorece el lado materno y que insensible • ' g U a r d a n hacia sus sobrinos naturales una actitud de fuerte desconoci-
mente también, le va concediendo más y más prelación a la madre y a süS de , ocial> más expreso en la zona nariñense y en el Cauca, que en las
ramas colaterales. complejo cultural. Se busca con ello no dar incentivos a los pa-
52/ Familia y cultura en Colombia Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación l 53

rientes naturales para tener derecho legal a reclamar los bienes de su proge- preferencia a los demás, sin distinción de sexo, y cuando sobrevive un
nitor, o puede ser esta la actitud prescrita socialmente. En la unión libre, si oeenitor va a convivir con éste hasta el final de sus días.
no existía un previo reconocimiento de tipo legal, los familiares paternos no Además, se observan restos de una herencia de los bienes según el sexo.
permiten a su parentela ilegítima entrar en dominio de los bienes del padre, Mientras las formas legales colombianas no establecen discriminación, las
cuando éste fallece, a no ser que se trate de bienes personales (y esto limi- formas nativas orientaban el derecho de propiedad hacia los bienes de que
tadamente). Cuando se refieren a bienes raíces y semovientes, todas las en- podía hacer utilización el individuo, según los principios culturales de la dis-
cuestas me indican que la familia paterna se hace evidente en este instante y tribución sexual del trabajo: utensilios de tareas varoniles eran para el hombre
toma posesión de los bienes de su pariente, dejando fuera a su compañera y y los que utilizaba la mujer en su brega diaria eran para el sexo femenino.*
a su descendencia. En el concubinato interclase ocurre un fenómeno similar: Actualmente, cuando se trata de repartir herencias en núcleos de filiación
los hijos bastardos quedan fuera de la participación en los bienes del proge- natural (asociase con núcleos de más legado cultural indio), esta norma se hace
nitor. Pero cuando se trata de concubinato interclase y el descendiente ha evidente, mientras en los legales se atienen al principio normativo. No podría
recibido un reconocimiento más amplio de su padre (vida en común con la asegurar si en esta costumbre influyó la presión de los sistemas de los resguardos,
madre, concesión del apellido) para evitar que ocurra la norma tradicional, en donde la tierra se daba al cabeza de familia varón para el sostenimiento del
es de alguna ocurrencia que el padre transfiera donativos en vida al hijo: hogar, y con ello la mujer quedaba fuera de este derecho, teniendo opción sobre
educación, bienes raíces, semovientes, dotación a la madre de la vivienda y los utensilios domésticos y el hombre sobre los elementos de trabajo agrícola
posiblemente financiación de un negocio. Si faltan los hijos legítimos y si También sobrevive una tendencia herencial vinculada con la profesión: se
hace un reconocimiento expreso en su testamento, algunos de sus bienes pasan trata de la transmisión de las profesiones de acuerdo con los sexos, fenómeno
a estas ramas ilegítimas. Suele ocurrir, aunque no con frecuencia, que el hijo que lleva anexa la comunicación de la técnica, del uso y elaboración de los
ilegítimo entre en litigio de los bienes de su progenitor natural, pero ésta no instrumentos de trabajo y por tanto su propiedad, y de las divinidades patro-
es en ningún modo la norma. nales, al fallecimiento del progenitor vinculado a ellos, como era de usanza
La cultura real en este complejo deja fuera de la herencia paterna a los entre los grupos aborígenes de este habitat.
hijos naturales, que no reciben bienes sino de su progenitora y de sus fami- Más evidente dentro de las tareas adscritas al sexo femenino, sin embargo,
liares maternos. Así se establecen indirectamente normas de avunculado en se proyectó sobre algunas actividades artesanales del sexo fuerte. Hoy en día
las zonas de dominante madresolterismo, modalidad compensatoria del aún los remanentes de esta estructuración americana se sienten en el mismo sen-
no logrado proceso aculturativo: los hijos no heredan de su progenitor natural, tido sobre la cerámica, teñido, tejido, cestería, etc. Aquí reciben las mujeres,
pero sí de su tío materno, que a su vez priva de su herencia a sus hijos que no los hombres, la herencia de los elementos de trabajo. Sin embargo,
a corner
naturales. ¿Podríamos preguntamos si no nos hallamos frente a un sistema de cialización de la propiedad ha hecho que esta forma se vaya borrando,
avunculación que en realidad preside las normas de herencia como posible orque la propiedad de un objeto de cotización general da a su dueño, sin
remanente de la estructura familiar americana? nción ^ sexo > un valor económico que empieza a tenerse en cuenta, ya
Ue no es
Complementariamente al sistema mencionado, otros rasgos aborígenes ha- forzosa su utilización personal. Este aspecto ha roto la norma nativa
e nere
llamos en los sistemas herenciales, más o menos diluidos con la aculturación. ncia por sexos y técnicas.
En Nariño y en Cauca con mayor intensidad y en menor grado en Boyaca, stos remanentes de formas institucionales permanecen casi siempre li-
s
se halla la presencia coexistente de la ultimogenitura con otras formas heren- a la entraña de las formas estructurales familiares de hecho, particu-
ciales legales. Las comunidades nativas de este habitat tenían establecido un -nte dentro del madresolterismo, modalidad de clara sobrevivencia nativa.
principio de herencia basado en la ultimogenitura, principio que también se Parte de los valores asociados que conlleva.
halla en algunas de las comunidades nativas de América Central. Según esta homhrres S
I* 1 " 80118 ^ que no eran enterrados seguían de uso entre el grupo de mujeres o el de los
norma, la vivienda pertenece por derecho sucesoral al último hijo de un hogaf<
e
n cada caso.
54 / Familia y cultura en Colombia
Estructura y tipología de ¡a familia americana de intensa aculturación I 55

El amaño, raíz india. Sus modalidades va cultura involucra esta forma transicional aún en la etapa presente? ¿No puede
,-erse también que a pesar de su origen nativo sobrevive con base en las cir-
Sumarizados los valores precedentes asociados a las formas familiares de he- tancias particulares de la comunidad campesina de esta zona?
cho, veamos algunos aspectos de su estructura. El amaño, raíz dual del pasado o creación nueva, reviste dos formas: una
El amaño, forma típica del complejo andino por su frecuencia y raigambre manifiesta y otra encubierta. La forma manifiesta se presenta cuando la ins-
india, está caracterizado por su calidad transicional: su finalidad es plantearse titución goza de la aquiescencia y aceptación de la comunidad. Esta variable
mutuamente en la práctica la capacidad de adaptación de la pareja para con- es más común en Boyacá, en las regiones de Ramiriquí, Jenesano, Chiquin-
vivir; llegar al reconocimiento de que existe entre los dos una afinidad bio- quirá, en las fronterizas con Santander, y en este departamento, en la región
lógica que sugiera una posterior durabilidad de relación y garantice la de Vélez, Málaga y García Rovira. Más disperso vive en los altiplanos de
recíproca fidelidad. Este matrimonio "a prueba" sirve a los dos de mutua Cundinamarca y Nariño. Sin embargo, en este último departamento, donde
comprobación de su personal capacidad para llenar a cabalidad, casi como surge la locución "estar amañando" (en el Chocó, donde también se ofrece
imágenes ideales, las distintas funciones que conforman el estatus total de como parte del proceso aculturativo del indio sobre el negro, se llama "con-
cada uno de los cónyuges, ya sea como seres adultos, miembros de una co- geneo", de congeniar, entenderse) para indicar que una pareja vive este tipo
munidad dada y en la posición de esposos. Por ejemplo, él, creador de riqueza de matrimonio a prueba, escasea cada vez más. Hoy en día el amaño se
y cabeza económica de la familia; ella, colaboradora eficaz en esta tarea, y 123
administradora hábil del haber doméstico. Esta convivencia experimental bus- encubre, como en la Colonia, en una ceremonia de ritual religioso: la Igle-
ca también dar a los jóvenes oportunidad para enfrentar las mutuas obliga- sia acostumbra a recibir en el despacho parroquial a la pareja y a sus familiares
ciones ante las respectivas familias extensas de cada compañero. Es ocasión respectivos para hacer "amonestaciones", reunión que precede al matrimonio,
para sufrir con éxito el juicio de las expectativas de cada núcleo familiar en con el objeto de estudiar la situación de los futuros contrayentes. El campesino
relación con su miembro afín. El amaño permite también poner a prueba la de esta zona da mucho énfasis a dicha ceremonia, que significa un reconoci-
plasticidad individual en la interrelación personal con los parientes más alle- miento en público de su decisión matrimonial, rito que acaba por considerar
gados e influyentes de la familia del novio o de la novia. Finalmente, com- que le permite convertirse en marido y mujer a la pareja comprometida ante
probar en la realidad la posibilidad de que la mujer sea capaz de cumplir los la Iglesia. Si la fecha entre las amonestaciones y el matrimonio no se sucede
fines matrimoniales de procreación, ya que popularmente se cree que ella es con rapidez, los novios se convierten en esposos. En las zonas santandereanas
el factor único de fertilidad o de esterilidad en la relación genética. Satisfechas de este complejo y en otras más, cumplido este rito, el hombre propone a su
estas espectaciones culturales, el amaño debe desembocar en el matrimonio. novia la convivencia inmediata, porque entre ambos podrán hacer el rancho,
Esta dinámica está ajustada a la institución india precolombina: 122 la pareja tumbar la roza, sembrar la sementera y cuando la cosecha llega, con su in-
empezaba su vida de convivencia en el hogar de la mujer, pero el hombre no greso, podrán costearse las exigencias sociales del matrimonio. El hombre
podía llevarla consigo como esposa a la tierra de su clan, sin haber satisfecho solo no podrá lograrlo, ni la mujer tendrá por sí oportunidad para crear un
e
en trabajo con sus parientes afines las exigencias de su comunidad, y logrado spaldo financiero que les permita satisfacer sus patrones de prestigio, o el
asimismo que la compañera en prueba llegara a la gestación, cubierto lo cual. pie pago de los derechos parroquiales. Ocurre en estas zonas y aún en
ya era considerada verdadera esposa. gunas de Cundinamarca, que señalan la transición del altiplano hacia la
Esta era la forma india y es la modalidad general que se advierte en la zona lente y el influjo cultural del río Magdalena, que la ceremonia nupcial se
del complejo familiar andino, extensiva a núcleos de descendientes indios ubicados P°ne
0
por una o más cosechas, o se dilata indefinidamente, con lo cual el
inicial deviene en unión libre. La ceremonia religiosa, "las amonesta-
en otras regiones. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿pudo ser un legado hispánico. ciones" m
. rompen las resistencias culturales de las dos familias y de la comu-
122 Véase Virginia Gutiérrez de Pineda, La familia... transfondo..., Op. cit., p. 113.
Pp. 248 y 250: "La poliginia y los conversos".
Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación I 57
56 / Familia y cultura en Colombia

identificación con la repudiada unión libre. La cátedra religiosa previene a


nidad, que encuentran en la promesa hecha ante la autoridad religiosa y ante i s hogares en su contra, reprendiendo severamente tanto a la pareja como a los
sus familiares, suficiente requisito para que la pareja conviva. adres de la novia, y el peso de su sanción y de su crítica cobija por igual a
La forma encubierta del amaño es la más común, y puede confundirse ambos. Esta actitud religiosa mantiene y estimula la expectativa de la comunidad.
con el tipo de relaciones prematrimoniales. En las zonas campesinas que nos Su crítica rigurosa crea el aislamiento social para los jóvenes y sus progenitores,
ocupan, la atracción urbana va privando de las fuerzas de jóvenes varones a v cuando la situación traspasa el mero eco de la maledicencia interna, los infrac-
la familia, porque la desocupación estacional las moviliza a otras zonas o es tores son emplazados ante la autoridad eclesiástica y ante el juez civil mediante
el servicio militar obligatorio que roba los adolescentes del agro. Las tareas denuncia de los vecinos. Este emplazamiento, hecho por las autoridades veredales,
del cultivo recaen entonces sobre el grupo de mujeres jóvenes que permanecen obliga a la normalización de la situación a través del matrimonio, o a su ruptura
fuera del éxodo, pero algunas de estas ocupaciones exigen que se cumplan inmediata. En la zona de antiguos resguardos (Cauca y Nariño) tal obligación
mediante el empleo de mano de obra masculina. Con este pretexto, llegan al recaía y pesa sobre las autoridades indias: los aguaciles hacían y hacen comparecer
hogar muchachos de la misma comunidad, o de afuera, que en cumplimiento a la fuerza a la pareja de mal vivir, que era azotada por orden del Cabildo, y
de sus labores agrícolas acaban por asentarse en él. La intimidad, la convi- luego obligada a legalizar su situación.
vencia, etc., despiertan la atracción entre el trabajador y alguna de las jóvenes Mientras la forma manifiesta del amaño puede situarse por zonas, la expresión
hijas de familia, que acaban por realizar en forma tácita un proceso de amaño. encubierta es más difícil de ubicar. Sólo se detecta cuando hace explosión, o
Cuando la situación se hace evidente para los padres, se busca la normaliza- cuando se analizan biografías. A través de estas dos formas, puedo señalar que
ción con el matrimonio, que representa la ventajosa incorporación del traba- es un fenómeno que se presenta en todo el complejo americano dentro del ámbito
jador en la familia (reminiscente forma india de matrimonio por servicios), rural, dependiendo su expresión del mayor o menor control que ejerzan los padres,
al menos durante la crisis de mano de obra. Otras veces este canal no puede la comunidad y la cabeza de la Iglesia, en colaboración con la autoridad civil. En
utilizarse, porque ante la presión familiar, este amaño o estas relaciones pre- cada comunidad estudiada, muchos núcleos familiares, legales en su estructura en
matrimoniales conducen al madresolterismo por relación rota. el momento de la encuesta, se habían iniciado a través del amaño encubierto.
Otra de las formas encubiertas del amaño proviene de un intercambio de Analizando la forma esporádica, ocasional de éste, se puede uno preguntar: ¿el
servicios que da oportunidad a los dos sexos "de entrar en consciencia" (lo- momento actual, más que una forma institucional de remanente raíz nativa, es el
cución popular). Cuando un muchacho soltero deambula por las veredas como resultado de eventuales situaciones reales que ponen en contacto la pareja cam-
trabajador agrícola, o forma parte del equipo de peonaje de la hacienda cer- pesina que satisface en esta forma su primitivo impulso biológico y que halla
cana a los minifundios campesinos, requiere una atención personal que él no mego sobre base de tales oportunidades subrepticias y de la presión familiar y
puede prodigarse: el lavado de ropa. En Nariño, los hombres solteros sin social, la ocasión para ser regulado? En otro sentido, este amaño encubierto puede
parienta cercana, y que viven solos en una vivienda, pueden autosatisfacer onvertirse en madresolterismo. Son muy sutiles y escasas las diferencias que
todas sus necesidades de cuidado personal, menos una: la del aseo de sus enmarcan a cada uno.
ropas. Esta dependencia del otro sexo constituye una oportunidad para la ifl' n cu
anto a la frecuencia de las dos formas de amaño, manifiesta y en-
terrelación de hombres y de mujeres. En la zona santandereana de este com- jerta, es evidente que este "matrimonio a prueba" es más numeroso en las
plejo, en la de Boyacá y Cundinamarca, crea este servicio una obligación de s
erales. No es institución urbana. Se siente con más intensidad en las
que la prestación sea más amplia y "la mujer se obliga", es decir, da comien2" edades de más legado cultural indio que hispánico, y siempre con mayor
con el joven a una vida sexual que, dependiendo de la situación masculii*
de / 6n Sropos de menor avance en la escala social, en los más alejados
puede convertirse en amaño y conducir al matrimonio, o a la unión libre,
centros, y dentro de las áreas de densa población minifundista.
ser el comienzo de las formas típicas del madresolterismo.
más' C. ervarse > asimismo, que el amaño manifiesto va perdiendo cada vez
Observo en el momento actual como norma general en todas las peque11 -nsidad, aun en las zonas donde lo he indicado como característico. Cuando
comunidades de este complejo familiar, un fuerte ostracismo al amaño, quizá P°
Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación I 59
58 / Familia y cultura en Colombia

he tenido oportunidad de regresar y volver a interrogar a una comunidad con 1 mercado, faenas de pastoreo y de agricultura. Entonces la pareja satisface
intervalo de tiempo, aun dentro del reducido lapso de cuatro años, he notado que vida biológica'y tiene oportunidades de entrevistarse. Sin embargo, no
su ausencia se ha ido haciendo evidente en el muestreo. No podría decir lo mismo llevan vida familiar común. Aunque la comunidad toda reconoce estas rela-
en función del amaño encubierto. Él aparece y desaparece temporalmente en una ones y la descendencia habida en ellas, y aunque la familia primaria de la
zona, cuando condiciones particulares eventuales rompen la barrera cultural de muier está enterada de todo el proceso, el padre no figura como tal en las
los sexos en estas comunidades: sea el caso de la apertura de una carretera que consideraciones hogareñas. No se reconoce abiertamente su papel en función
trae grupos de jóvenes que con frecuencia se asientan en los hogares campesinos, de pariente y por tanto no se le acepta en la unidad doméstica. Sólo en forma
mientras los trabajos se realizan, por ejemplo. soterrada se admite su existencia y su estatus. En ningún momento tampoco,
se le aprecia dentro de su papel de esposo. La familia no hace reclamo sino
cuando se presenta el primer embarazo, y esto a la futura madre, que guarda
El madresolterismo, su forma estructural
celosamente el secreto de sus relaciones y de su gestación, y sólo cuando su
La segunda unión de hecho a que quiero hacer referencia es la institución estado se hace innegable, confirma la verdad, y hasta donde le es posible,
familiar que denomino madresolterismo. Éste constituye una institución fami- mantiene oculto el nombre del autor de su gravidez. En esta primera ocasión,
liar conformada por la madre y su descendencia habida con un determinado los familiares maternos reaccionan violentamente: mientras la escala social sea
varón, o varones sucesivos, a través de relaciones esporádicas. Caracteriza más baja, esta reacción es más débil. Cuando se tocan umbrales de clase media
esta forma familiar la residencia duolocal de la pareja, pues cada uno prosigue o se llega al grupo alto en las ciudades, entonces la manifestación es más aguda
su existencia dentro del hogar de orientación. Por esto, lo común en este tipo y se orienta a la búsqueda de la solución cultural: el matrimonio. Pero cuando
de familia incompleta es hallar a la madre con su descendencia en unidad la madre soltera es de clase baja, la madre principalmente y los hermanos, y si
habitacional con o sin sus parientes maternos, mientras el padre continúa re- es legítima el padre también, hacen oír su protesta ante la gestante, no muy
sidiendo en el hogar de orientación con o sin sus consanguíneos. enérgica, es cierto, y la situación no conduce a obligar a la muchacha al matri-
monio, sólo a advertirle la responsabilidad económica que adquiere. Mas es una
Si hacemos un diagrama del hogar del Ego femenino (madre) de esta
protesta cara a la comunidad, quizás escueta constancia de que no participan de
familia, hallaremos en la unidad habitacional:
este proceder ni se hacen responsables de sus obligaciones, pues complementa-
a) El Ego femenino en la categoría de la madre.
riamente defienden lo ocurrido a la parienta: se argumenta que no es el primer
b) Su descendencia habida en uno o varios padres.
c) Su ascendencia materna, o posiblemente bilateral, con su descendencia. caso, que esta es "su suerte", que ella ha buscado el problema y sabrá respon-
sabilizarse, y como por lo general es la mujer una fuerza de trabajo productora,
d) Las hermanas, madresolteras como el Ego.
>e acepta el hecho sin mayores escándalos, sin concederle mayor importancia a
e) Los hermanos varones adultos no casados. 1 Sltu
ación que, por otra parte, siempre se espera culturalmente.
f) Alguna hermana casada y sus hijo y marido.
Dos actitudes he hallado en todo el altiplano de Nariño donde el madre-
Si hacemos un diagrama de la unidad doméstica del Ego masculino (pa'
erismo dentro de las formas familiares de hecho es una institución modal:
dre), hallamos en su unidad habitacional: versión de rechazo a lo ocurrido, que va desde el extremo crítico de
a) El Ego masculino, padre encubierto. cion familiar y que conduce a forzar a la pareja a legitimar sus relaciones,
b) Sus ascendientes, posiblemente sólo la rama materna.
a de una represión inicial de no mayor grado de severidad, casi cons-
c) Sus hermanas madresolteras con su descendencia. e
xpresa de que no se hace copartícipe de la conducta de la joven y de
d) Sus hermanos y hermanas solteros.
no se asumen sus responsabilidades.
e) Posiblemente alguna hermana casada, su marido e hijo.
Cada Ego (padre y madre) mantienen su vida separada. Las ocasiofle la , . ro ll P° de reacción consiste en considerar esta forma de creación de
la cor
que la vida del agro ofrece, los reúne esporádicamente: idas a misa, regi"e no la más apetecible, mejor que el mismo matrimonio, y superior
60 / Familia y cultura en Colombia Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación / 61

a las formas de unión libre. Las madres del área rural y de estratos bajos y madresolterismo, por lo general, halla solución legal al conflicto creado
aun medios, encuestadas sobre si deseaban el matrimonio para sus hijas, eran r la maternidad ilegítima. Casos muy señalados apenas se encuentran entre
acordes en contestar que no veían bien esta posibilidad y que si ellas deseaban estos grupos.
tener hijo los tuvieran en su casa, auxiliadas por los suyos, sin salir del hogar 2) Relación continua monógama. Dentro de esta modalidad la mujer
ya que de este modo no tendrían que ir a "pasar trabajos" al lado de un oltera llega a tener varios hijos del mismo hombre, guardándole una ver-
marido de pocas cualidades, que las hiciera sufrir sin que sus padres pudieran dadera fidelidad, y buscando en cada oportunidad de gestación, y con el
impedirles esta situación o aliviarlas. En suma, el madresolterismo —respon- crecer de los hijos, a que éste "la honre", es decir, legitime sus relaciones.
den estas madres— tiene más ventajas que inconvenientes, porque no obliga En ninguna de las formas del madresolterismo se hace evidente su carácter
a la mujer a someterse a las normas y situaciones de la casada y pueden tener transicional como en la presente: "cada nuevo hijo" —dicen las madres—
su descendencia, ambición de cada Ego femenino. Sin embargo, cuando las "es un lazo más que lleva y fuerza al matrimonio", una obligación moral
hijas (en algunos de los casos sometidas a encuesta) quisieron casarse, sus más que indica al hombre "verdadero" hacer reconocimiento de sus actos,
progenitores no opusieron resistencia y se enorgullecieron de su estado. Estos y mediante el matrimonio con la madre de sus hijos mostrar ante la comu-
o parecidos razonamientos también los hallé en la clase baja de las ciudades nidad que su afecto por ella era sincero, que sus intenciones eran sanas, lo
del altiplano. que le permite disculparse cara a los parientes afines bajo el aspecto de que
sólo condiciones temporales le impidieron tomar previamente las obligacio-
Modalidades del madresolterismo nes de su estatus.
3) Madresolterismo en relación sostenida con sucesivos compañeros. La
Aunque aparentemente el madresolterismo constituye una unidad, se consigue tercera variable del madresolterismo la constituye la relación sostenida con
estructurar una tipología teórica cuando se le analiza más a fondo. Esta tipo- sucesivos compañeros. Dos metas —confiesan las madres solteras— se buscan
logía puede establecerse alrededor del padre encubierto, elemento móvil, con esta conducta: encontrar un compañero que reemplace emocionalmente
mientras la madre es el factor estable. Sobre esta base reconozco tres formas: la ausencia del anterior y posiblemente su apoyo económico, o hallar el hom-
1) Madresolterismo en relación rota. Está relacionado con la existencia bre que las conduzca al matrimonio.
de un solo compañero en la vida fértil de una mujer, de cuya vida marital Según los muéstreos, el madresolterismo de relación sostenida con suce-
resulta un hijo. Como su nombre lo indica, condiciones circunstanciales pe- sivos compañeros, es una modalidad que se encuentra con más frecuencia en
culiares hacen que la mujer interrumpa su vida afectiva, generalmente, cuando mujeres de treinta años para arriba, liberadas de la tutela familiar, que cons-
al ser presionada por el padre para que legitime su descendiente, para evadir tituyen unidades económicas (comerciantes, artesanas, dueñas de tierra, con
la responsabilidad, como solución, emigra, deserta o se casa con otro. La< negocios propios, etc.) independientes, que sostienen por sí solas sus obliga-
madre lesionada fuertemente en su sensibilidad y con frecuencia en su estatus, iones personales. Generalmente, este tipo de madres tenían su propia unidad
a
centra su vida alrededor de la criatura que concibió, y permanece célibe y itacional separada de los suyos, particularmente cuando el madresolterismo
continente. Este tipo de madresolterismo no es característico de clases muy roano. Con frecuencia, algunos de los primeros hijos viven al lado de los
e
bajas, porque en ellas el trauma provocado por la maternidad ilegítima no es °s como hogar de orientación. Cuando la madre es solicitada en matri-
10
real. Generalmente se encuentra en estratos relativamente altos o en grupos y alcanza esta meta, aquellos niños conservan su residencia bajo el
e
urbanos de media ubicación en la pirámide social. Particularizando el hecho, ^ J de los abuelos, que se niegan a dejar que los pequeños "pasen traba-
esta forma se marca entre elementos del magisterio en Nariño y Cauca, corno ^° a u t o r idad del marido de la madre, que no es su padre. Este hombre
también entre algunas empleadas de menor escala técnica en la burocrací reconocer y dar su apellido a los hijos habidos anteriormente, pero lo
oficial, o en trabajadoras independientes de grupos urbanos con mediana p0' . es <lue todos estos medios hermanos maternos continúen llevando la
tlhí
sición en la colectividad. En los sectores ubicados en la cúspide de la socieda j *ión uterina.
62 / Familia y cultura en Colombia Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación I 63

El madresolterismo y su génesis entable la solución cultural del madresolterismo que los exime de aquellas,
p ralelamente, la mujer de estas zonas es una fuerza de trabajo equiparada a
Dentro de una nueva clasificación podemos encontrar algunas respuestas que i del varón. En la tradición americana aparecía vinculada al trabajo de la
nos aclaren parte de su etiología sociocultural reconocida. Desde el punto de tierra y su liberación cumplida a medias, le permite cubrir muchas de las
vista de la estructura social, hallamos el madresolterismo intraclase y el in- obligaciones varoniles en el quehacer agrícola.
terclase. El primero, característico en el altiplano de Nariño, entre el grupo Aunque el español introdujo el telar masculino, "la guanga", telar feme-
de pequeños propietarios, constituye en esta zona, en el Cauca y en el sur nino, ha sobrevivido en la tarea artesanal, casi toda ella centrada en el sexo
del Huila, la forma modal de las uniones de hecho. Es dominante en el agro, débil. Así, la mujer ha logrado una situación económica de relativa ventaja,
pero invade también las pequeñas cabeceras municipales. También se le en- en comparación con el hombre, pues si bien participa efectivamente en las
cuentra con facilidad en los departamentos restantes de la porción norteña tareas de producción agrícola que dan los productos básicos de subsistencia,
oriental, Boyacá, Cundinamarca, pero sin la frecuencia, ni la institucionalidad colabora con eficacia suma en los trabajos artesanales, ya como empresario
ni la caracterización tan clara con que aparece y se desenvuelve en la región personal o como obrera, demanda de la cual existe siempre avidez, en el
sureña. Como rasgo fundamental que secunda y acompaña su aparición se mercado local, facilitándole un ingreso permanente que refuerza las entradas
observa la presencia dominante entre la clase baja, la cual coexistentemente en dinero contante de su hogar de orientación. También desempeña con efi-
hace evidente un mayor porcentaje de sangre aborigen y de retazos culturales cacia tareas de comercio, donde muestra una notable capacidad. Posiblemente
americanos. Veamos el madresolterismo intraclase en las dos modalidades: la la responsabilidad económica que recae sobre ella desde largo tiempo la ha
rural y la urbana. habilitado para cumplir con mucho ingenio estas actividades. El comercio en
En el estrato rural del altiplano nariñense es donde mejor se refleja la grande escala está con prelación en manos del sexo masculino, pero también
situación y su etiología, porque sus clases populares guardan remanentes de existen muchas mujeres que participan en él, mientras el detallista reposa en
la cultura aborigen, ligados a un fuerte porcentaje de sangre india. Los anti- manos femeninas. Hasta en los municipios más pequeños, cada hogar es una
guos resguardos (muchos todavía en vigencia y otros ayer nada más disueltos) minúscula venta que administra la madre y que proporciona algunas entradas.
dejaron en manos de sus poseedores, pequeños lotes sobreparcelados en cada Esta situación del Ego femenino, antepuesta a la incapacidad del hombre para
generación, hasta llegar en el momento actual al minifundio extremo de que poder asumir su papel cultural en la fundación de una familia, puede consi-
antes hemos hablado (véase parte 1, apartado "La economía": "Algunas ca- derarse como razón etiológica económicocultural, tocada también de la in-
racterísticas tenenciales" y "La tenencia del suelo y la estructuración familiar". fluencia estructural social, pero a su vez puede también dirimirse como efecto
Estas tierras y las posibilidades de trabajo asalariado, son las únicas perspec- secundario. (Véase parte 1, apartado "Estatus y función").
tivas que se abren para sus moradores. Pero ambas son cortas para dar un En otro sentido habrá que señalar en éste madresolterismo intraclase
0 ra
ingreso adecuado, no sólo a los jefes de familia, sino a los grupos juveniles etiología dual de tipo cultural: analizando las normas de residencia, las
r
de cada generación, cuyas posibilidades se encogen cada vez más. Por ello, mas de autoridad, los sistemas de filiación y de herencia, etc., puede
durante la primera juventud, el varón no consigue en su ambiente un estar uirse la existencia de una institución familiar de claro ancestro aborigen.
que le permita llegar a la independencia económica y a tomar responsabiU' °ase en instituciones familiares indias similares en otras zonas, pode-
dades de marido. Las tierras están aún ocupadas por sus progenitores y al ser suponer que era la institución normal familiar en este altiplano, aunque
tan pequeñas las parcelas, su ayuda laboral no trasciende en ingreso. LaS n
go a mi disposición sino documentos fragmentarios ya expresos en
fincas o haciendas ocupan menos mano de obra de lo que la oferta presenta muía en Colombia, transfondo histórico y en forma no particularizada
de modo que aparece una desocupación forzosa dentro de los jóvenes y d co H-eSta re£*°n 1 u e me permitan enfatizar mi hipótesis. Por otra parte, las
los viejos. Las nuevas generaciones masculinas no logran capacitarse p^ homkCl°neS e n u n c i a c i a s ' complementadas con la movilidad horizontal del
fundar un hogar y asumir las responsabilidades inherentes a él; por ello e e
del altiplano, estimulada por las condiciones de la tenencia, por la
Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación I 65
64 / Familia y cultura en Colombia

aternidad. que las incluye en la tipología primera del madresolterismo por


cercanía del Valle del Cauca —Cali en especial— y el sistema de recluta-
miento militar, nos permite decir que la institución india pudo sobrevivir relación rota.
merced a las condiciones socioeconómicas que vinieron luego, o bien pud0 Ampliada esta etapa de persistente presencia en las biografías recogidas
ser gestada por ellas, versiones que pueden explicar la dominante presencia dentro de estas jóvenes, regresan a sus hogares de provincia, llevando un hijo,
del madresolterismo en esta zona, el limitado ostracismo que arrastra y ia ue dejan al lado de sus abuelos, para regresar de nuevo a la ciudad y buscar

poca subvaloración de la descendencia habida en este tipo de uniones. ¿Será solas el ingreso que servirá para ambos. En la encuesta que he realizado en
también ello porque especialmente el amaño y el madresolterismo consti- veredas de Cundinamarca, Boyacá y santanderes, de fuerte movilidad hori-
tuyen un preludio del matrimonio?. zontal femenina, 22, 18 y 21% respectivamente, de las madres casadas, tenían
El madresolterismo interclases es el resultado de las relaciones maritales un hijo de relación previa, habido en esta forma y fruto de vinculación con
esporádicas entre parejas de estatus sociales diferentes. La mujer pertenece otro hombre diferente al marido. Estas fructuosas experiencias primeras
como norma a un nivel más bajo que el del hombre. Este madresolterismo pueden dar comienzo también a otras formas del madresolterismo, hasta llegar
abarca las zonas rurales y las zonas urbanas, siendo, a diferencia del anterior, con más dificultades con sucesivos embarazos al matrimonio, o a desembocar
más fuerte en los grupos urbanos. En los grupos rurales es la resultante de sin tropiezo en la unión libre, final frecuente de esta dinámica.
las presiones derivadas de la tenencia de la tierra. En este complejo andino, En el análisis de la etiología del madresolterismo vuelve a hacerse evi-
la clase baja, ayer india, sufría el impacto de la clase alta, ayer denominada dente la vigencia de las viejas costumbres señoriales de reclutar para la ciudad
hispánica (encomenderos, fundadores, hacendados, pobladores, vecinos, etc.), las muchachas nacidas en el ambiente de las grandes haciendas. Ellas son
y este poder retoña aún en la servidumbre sexual que ha de tributarse en el llevadas, casi como antaño las naborías, o las Indias de la encomienda, a la
agro y en la ciudad al hombre de estatus superior. Si a esto agregamos valores casa de los "Principales". Aunque allí reciben un tutelaje mayor, este pater-
de prepotencia del sexo fuerte sobre el débil, emanación del machismo que nalismo se traduce en servicio sexual, particularmente para los jóvenes retoños
cobija a toda Colombia, hallamos una explicación al fenómeno. Concomitan- de la familia. A esta forma de madresolterismo interclase colabora también
temente aparece la actitud cultural del sexo femenino que mira esta relación el ya explícito sentido de retribución sexual de una clase baja a otra alta de
como un motivo de orgullo, con amplia aquiescencia por las posibilidades la cual se depende económicamente, revitalizado remanente colonial. En otro
materiales que puede contener, particularmente cuando se trata de elementos sentido, la relación laboral va interrelacionada con el estatus del individuo
dependientes de la tierra. En la ciudad, esta situación del madresolterismo se que la ejerce y de este estatus —en el servicio doméstico— "Las Indias" (en
e
hace evidente en ciertos gremios femeninos cuyas condiciones de trabajo y l lenguaje coloquial de las amas de casa en este complejo) se halla impreg-
cuya ubicación baja dentro de las clases sociales son de una clara dependencia nado aún del matiz de botín y de dominio de una raza por otra, en el proceso
e su er
cultural en relación con otras. Tal el caso del servicio doméstico y de otras P posición cultural hispanoindia y que un cierto estatismo en el proceso
categorías laborales femeninas, como obreras de fábricas, o empleadas me- " movili(iad vertical de los estratos sociales ha mantenido hasta hoy vigente
nores de la burocracia oficial y particular. orma encubierta, engranados dentro de un mecanismo estructural de vieja
aa
que ayuda a su sobrevivencia.
En la servidumbre doméstica, este fenómeno es de una fuerte evidencia. Fn
El madresolterismo en ella resulta de relaciones dentro y fuera de su estatus. n segundo lugar, impulsan este madresolterismo entre las dos clases so-
Al venir a las ciudades, la joven enganchada en las tareas domésticas, romftf . los patrones o imágenes ideales del varón de clase media y alta. Él ha
con las amarras familiares y con las demás instituciones primarias que ejercía"
124 gi u
una vigilancia y un control de su conducta. En la urbe es más libre, su con1' que sH rC t , U e h a b í a l l e v a d o al a l t a r a e s t a m u J e r. no daba subvaloración a este hecho; consideraba
portamiento se difunde en el anonimato, encontrando más amplias posibi» matrjm * C S p o s a n a D l a normalizado su conducta y era eficaz trabajadora campesina, el hijo fuera del
s
°nalidaH10 n ° ' C r e s t a b a v a l o r ' m á s b i e n conformaba una mujer de experiencia, es decir, una per-
dades de entrar en relación con el sexo opuesto que en su región nata- y DUr,;. j ^ U e s a b e 0 D r a r consecuentemente en forma cultural y cuyas vivencias le han dado madurez
P'enuud en su conducta.
condiciones que le facilitan la relación esporádica clandestina y con ella
66 / Familia y cultura en Colombia Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación I 67

de dar prematuras pruebas físicas de su masculinidad, frecuentando el sexo lisiosas que ella arrastra. La unión libre significa y significó vivir en pecado
débil, y como las encuestas lo indican, dentro de estas clases, las madres en ostensivamente ante la comunidad, o en "concubinato" como peyorativa y
forma discreta proveen su hogar de servidumbre femenina que pueda propor- erróneamente se le califica, porque su característica básica, la unidad habita-
cionar estas satisfacciones a sus hijos adolescentes, sin las consecuencias que cional de la pareja, constituye un reto ostensivo a las normas de la comunidad,
en este medio tiene la utilización de la prostituta. Esta tributación sexual tam- a los preceptos normativos éticos impuestos por el sacerdote, y además en-
bién se encuentra dentro del servicio reclutado en la misma ciudad. Encues- cierra el concepto de pecado escandaloso, ya que manifiestamente se cumple,
tando en Bogotá, en el Refugio Maternal de la Cruz Roja (1956), hallé que razón por la cual la pareja se hace acreedora a las sanciones de la divinidad.
de las jóvenes en trance de maternidad, refugiadas allí como defensa de su Además, recordemos que dentro de nuestra religión folk adquieren dimensio-
madresolterismo, el 65% provenían de la relación interclase y el resto de nes desproporcionadas, en relación con las demás infracciones, los pecados
125 contra la moral sexual. Nada provoca la cólera de la divinidad, he repetido,
vinculación esporádica intraclase. También ocurre un fenómeno similar en- como este tipo de infracciones, que acarrean para la colectividad castigos de
tre las obreras de las fábricas, trabajadoras de escasa calificación técnica, diversa índole (véase parte 1, apartado "La Iglesia y la familia"): malas co-
entre las cuales el madresolterismo es frecuente resultado de relaciones ínter sechas, pestes en los animales, epidemias en los humanos, sequías, inunda-
e intraclase, pero como no dispongo de un trabajo masivo que me permita
ciones, etc., constituyen la respuesta de la deidad ofendida por la conducta
cuantificar la situación, sólo sondeos esporádicos, no puedo obtener conclu-
sexual divergente.
siones valederas.
- He mencionado el madresolterismo entre elementos femeninos de la bu- Al tratarse de pequeñas comunidades de mmifundistas agrícolas, o de
rocracia oficial y privada. Aunque ellos son más ostensibles a la opinión pú- reducidas colectividades urbanas, es muy temible provocar la acción incon-
blica por ubicarse dentro de estratos más sensibles al fenómeno y más visibles trolable de la divinidad topoderosa, que puede vengarse fácil y tangiblemente
ante la comunidad, me parece que son considerablemente menores en número. con la economía aún sin control técnico, con sequías, lluvias excedentes, gra-
Dentro de las clase alta el madresolterismo es una excepción en este complejo. nizo, hielo, plagas, etc., como ya ocurriera en tiempos del antepasado chibcha.
Las posibilidades de solucionarlo a través de otros canales favorecen su re- Entonces la acción defensiva de control de la sociedad se ejerce sistemática-
presión o solución legal. mente contra los seguidores de la norma proscrita, y el ostracismo y la hos-
tilidad que converge en la acción legal, conduce a la normalización de la
La unión libre: valores conexos institución familiar marginal, que debe ingresar a las formas legales o disol-
verse.
La unión libre es la tercera forma que he mencionado en la estructura familiar Esta presión puede muy bien ejecutarse en los tipos de unión libre intra-
de facto, y es además la última modalidad monogámica que encontramos en se, pero cuando ella se cumple entre dos estratos sociales diferentes, y el
la sociedad del complejo andino. La unión libre, a diferencia del amaño y mb
re pertenece a la alta esfera de la comunidad, tal sanción es menos
del madresolterismo, formas transicionales, tiene un carácter más estable: en " mpiarizante, y sólo puede ser satisfecha de poder a poder, a través de las
sí misma es una meta, y conscientemente no involucra la finalidad matrimo- • as de las instituciones eclesiástica y civil que a veces y por las razones
nial. Es, por otra parte, la más restringida de las formas de facto dentro de entes, acometen el saneamiento de las estructuras familiares de la co-
muni
la subcultura que sondeamos. dad a su control.
Dos razones configuran esta característica: en primer lugar, la intensa"; S rnot vo
de n ^
según el cual en los muéstreos rurales, la última escala
permanente función de control de la Iglesia sobre la comunidad, durante e re
aliz e n t a j e s se n a l l a
P a r a la unión libre. Sin embargo, si el muestreo se
período histórico y el instante presente y las valoraciones negativas sociotre an
exo 3 Cabecera
municipal, o en la zona de grandes haciendas (latifundio
mi nuufundio
entr )> ascienden los porcentajes relativos a esta modalidad
ecaen
125 Investigación realizada en la Cruz Roja de Bogotá, D.E. los de madresolterismo, por ejemplo. Cuando se trata de
68 / Familia y cultura en Colombia Estructura y tipología de la familia americana de intensa aculturación I 69

,.« la única institución familiar de tipo plural, en este complejo, ya que


pequeños municipios como Contadero, Choachí, Fómeque, Chinavita, p 0r parte» ía
ejemplo, se proyectan sobre ellos las normas generales de la comunidad rural' siste en la unión de hecho de una pareja, uno de cuyos elementos está
pero cuando ellos son mayores en tamaño, y de un desarrollo comercial y «lazado con otro por matrimonio previo.
artesanal incipiente, focos de atracción de los sobrantes campesinos, la unión El concubinato, a pesar de su simplicidad, contiene una serie de modali-
libre es superior en los muéstreos a las otras formas de facto monógamas ya dades cuya presencia se siente en esta zona. Veamos algunas de ellas, conta-
enunciadas. Tal es el caso de Ipiales, Chiquinquirá, Leiva, Facatativá. etc. En bilizadas a través de las encuestas, cuyas variantes se captan en la entrevista
otro sentido, la unión libre puede encubrirse bajo las formas del madresolte- orofunda y el sondeo sistemático y sucesivo. Podríamos hablar de concubinato
rismo. Obviando el mayor obstáculo, vida en común, la residencia duolocal simple y de concubinato doble. Llamo concubinato simple cuando la unión
de la pareja quita gran parte de su valoración pecaminosa y de escándalo y de facto está realizada por una pareja, en la que sólo un miembro está atado
puede cumplirse sin problemas con la colectividad. por matrimonio a otra persona. Cuando los dos que conviven maritalmente
Me parece que la unión libre, creciente en el ámbito urbano del habitat ame- están casados con otros respectivos cónyuges, lo llamamos concubinato doble.
ricano, es un comienzo de escape de las normas de control que la comunidad La primera forma es la que se encuentra con mayor frecuencia en la incidencia
primaria y la Iglesia ejercen sobre el individuo en la estructura de la familia de del concubinato en este complejo familiar, con la peculiaridad de que es el
procreación. Y es también parte del proceso de urbanización acelerada de algunas hombre el elemento que presenta el matrimonio previo. La forma doble es la
ciudades, focos convergentes de la movilidad social campesina. Y es tan evidente, más rara, particularmente en las zonas rurales. Mientras la sencilla se presenta
que siguiendo un tanto los grupos de inmigración de Nariño al Valle, aunque en similar proporción en el campo que en la ciudad, la modalidad doble es
todavía la primera generación muestra algunos porcentajes de estructuras matri- casi característica de la urbe.
moniales superiores al ámbito cultural que la rodea, es importante señalar que en El concubinato también puede ser fruto de relaciones entre elementos de
la segunda descendencia la forma estructural familiar se halla a favor de la unión clase diferente, interclase, o de vinculaciones entre individuos del mismo es-
libre, perdiéndose la conformación modal de facto que para los tres departamentos trato social: intraclase. También podemos distinguir un aspecto más en el
del sur constituyen las variables de madresolterismo. concubinato. Se trata de la convivencia simultánea o rota del miembro casado
Finalmente, la unión libre es más urbana que rural. Su presencia mayor con su cónyuge respectivo y la "compañera" de la actualidad. Hallamos como
se encuentra en los núcleos de clase baja de los centros ciudadanos, crecidos norma general en el concubinato simple, cuando el hombre es casado, dos
de la ciudad o de larga permanencia en ella. Se halla como fenómeno inter- posibilidades: que no sostiene vida conyugal en su unión previa. Que mantiene
clase en el campo (terrateniente y familiar o empleado con dependiente del con la esposa unidad habitacional sin relación biológica, o que simultánea-
suelo) en forma restringida, y en la ciudad como forma transicional que puede mente con la esposa, mantenga vida marital con una o más mujeres comple-
desembocar después de un largo período de conformación familiar en madre- mentarias —"concubinas"—. Este aspecto, detectado en el tipo de entrevista
solterismo, por deserción del padre de la unidad doméstica, bien porque nor- profunda, no tiene mayor proyección en cuanto a la estructura misma de la
maliza su estado civil dentro de su estatus, o porque abandona el hogar de 'stitución: únicamente es importante, en cuanto a la etiología social del mis-
procreación. Es posible, dentro de limitados casos, en que a instancias de las ' s e refiere y en cuanto refleja luz sobre la verdadera estructura de la familia
presiones de la familia que se ha levantado ilegítimamente, legalice la unión § a . su real integración, el funcionalismo cultural que las instituciones fa-
y la descendencia a través del matrimonio con la compañera de varios años. iares de hecho cumplen en la vida sexual del varón casado; y las dificul-
te surgen de la coexistencia de normas de hecho y legales,
El concubinato, modalidades y etiología malmente, el concubinato es poligínico, que no poliándrico. Un hombre,
o indica el esquema anterior, puede mantener relación activa con su
El concubinato es la cuarta de las modalidades estructurales de la familia de la ^ U n a ° m ^ s m u J e r e s secundarias, "concubinas", en situación tal que
f
complejo americano, que se basa en las relaciones de hecho. Es. por otr a señala una aquiescencia ante el fenómeno, mientras que no he en-
70 / Familia y cultura en Colombia Estructura y tipología de lajamilia americana de intensa aculturación ll\

contrado en este ambiente un solo caso en que siendo la mujer casada, conviva en Vélez y Bolívar en Santander, un fenómeno de aparente concubinato
simultáneamente con otro u otros varones —poliandria— como hecho cultural * ,, femenino. En estos lugares y posiblemente en muchas zonas más de
normal. La mujer casada comprometida en la relación de concubinato, parte te complejo, las esposas de los agregados, arrendatarios, aparceros, etc., que
de una relación matrimonial previa, muerta, trunca, que se ha quedado atrás en en vinculación económica dependiente con una gran tenencia, no parece
en su vida, de manera que la nueva es sustitución de su desintegración familiar consideran adulterio, en el valor cultural que esta palabra tiene entre
inicial. Constituye un remplazo al cual se entrega monogámicamente, centra- osotros. cuando la relación extramatrimonial se cumple con el señor dueño
lizando en el nuevo "compañero" —por lo menos mientras convive con él—. de tierras de quien depende la familia, o con su inmediato representante (ad-
toda su vida biológica y hogareña. Puede ocurrir sí, que estas relaciones no ministrador, hijo, etc.). Esta relación con él, o su sustituto, no deshonra, como
prendan suficientemente en su integración, y que ella deambule sucesivamente ocurriría si se realizara con otro; por el contrario, exalta a la mujer que ha
al lado de subsiguientes "compañeros". De todas maneras, a través de este tenido la fortuna de ser seleccionada, objeto de la atracción de un hombre
camino podemos desembocar, bien en las formas de la unión libre inestable tan importante en su reducido mundo. No puede ser lógico negar un favor
o del amor libre, o llegar a una modalidad muy peculiar de madresolterismo tan fácil, retribuible con bienes de primera instancia y que benefician al núcleo
de relación sostenida con sucesivos maridos, uno de los cuales es su esposo familiar más que la fidelidad misma. Negar estos favores al señor no es virtud.
legal. Como constituye una forma tan divergente, apenas la anoto, sin ahondar es temeridad, que a más de lesionar los exiguos intereses del núcleo biológico,
en su estructura. no implican en la moral campesina gratificación alguna. Tanto le pertenecen
Otra peculiaridad del concubinato en la zona andina es la de que, según al patrón la fuerza de trabajo de su hombre como le puede pertenecer también
ias normas de residencia que se acepten, se introduce, ya sea en el campo la satisfacción efímera biológica que su esposa puede dar de sí. ¿Es la clásica
del madresolterismo, o se vierte en las formas de la unión libre. Veamos por hospitalidad femenina india o el derecho de pernada implantado por el hispano
qué: las presiones de control que en las zonas rurales se ejercen sobre las y perpetuado por el criollo bajo el incentivo de las condiciones tenenciales
formas anómalas de estructuración familiar, se hacen más sensibles, como lo que le dan vigencia? ¿O ambas formas simultáneamente? Sin embargo, es
he repetido, en cuanto a la vivencia en común de la pareja infractora de las necesario asegurar que son modalidades marginales, cada vez menos válidas,
normas sexuales culturales. Por esto el concubinato, como la unión libre, pue- pero las traigo a relación por su contenido residual.
den expresarse sin limitaciones, eludiendo las anteriores presiones cuando ad- Entrando al campo particularizado de la etiología del concubinato en esta
quieren las formas del madresolterismo, tan institucionalizado como forma de zona, en cuanto conforma una relación interclase, halla en el agro su razón
facto en esta región andina. Para ello, la pareja irregular mantiene la residencia de ser en las relaciones de producción entre los propietarios y trabajadores;
duolocal, y es sólo a través de la relación esporádica como se cumple su vida en los valores sociales agregados que el suelo conserva y que se traducen en
marital. Ante esta forma semiencubierta, la sociedad no se siente lesionada, tributo sexual; en la movilidad social que la relación biológica puede prestar
1
ni herida ostensivamente; antes bien, practica una cierta aquiescencia o laxitud elemento de menor estatus en esta vinculación y a sus descendientes, y a
de control, que le permite un ajuste más cabal y un florecimiento mayor a' s valores culturales en la expresión y satisfacción de la libido sexual varonil.
concubinato. explica el concubinato como fenómeno intraclase, por los fuertes movi-
n os
He dicho anteriormente que el concubinato doble es atípico en el sexo horizontales de la población masculina que se desplaza a lejanos
débil. Sin embargo, quiero mencionar una peculiaridad que reviste esta mo- lentes abandonando sus vinculaciones primarias con la zona de origen.
dalidad en las zonas de gran tenencia en Boyacá, limítrofes de Santander o igrante casado que viaja solo, se establece maritalmente en la nueva
en las similares de Nariño (véase parte 1, "La economía": "Algunas caraca' uando a causa de esta movilización ha desertado de la familia de pro-
rísticas tenenciales" y "La tenencia del suelo y la estructuración familiar )• • también ocurre, aunque en menor escala, que cuando este abandono
Sea en este departamento el caso de Túqueres; en el de Boyacá. el de Ch'' reía ' - ° ' a e s P o s a °Iue se deja a t r a s es I a ( l u e a su v e z se organiza en
quinquirá y Saboyá; en el de Cundinamarca, el de Ubaté, donde he captad0' esporádica o estable con un "compañero". Como mecanismo inter-
72 / Familia y cultura en Colombia

clases se presenta con el propietario de tenencias que explota a través de Estatus y función
intermediarios, mientras se asienta con su hogar legítimo en la ciudad. La
presencia de una mujer en la hacienda, colaboradora de la administración y
del control de la producción (véase similar situación en Santander) se hace
vital, y a los intereses de trabajo se añaden luego los afectivos, y esta mujer
se convierte fácilmente en esposa secundaria, "concubina", como es de ocu-
rrencia y se ha descrito en el complejo santandereano o neohispánico.

La familia nuclear

El complejo de la autoridad de los progenitores. Tendencias


prospectivas

La imposición que a través de las encomiendas, de la mita, de los resguardos,


del cacicazgo, y la presión conjunta que desde todos los puntos sociales han
venido ejerciendo la Iglesia y el complejo institucional para amoldar las es-
tructuras familiares indias al patrón hispánico, transformaron totalmente el
contenido del estatus de los miembros consanguíneos de la familia nuclear
nativa. Esta influencia se proyectó en la unidad doméstica extensa, y se hizo
sentir en la transformación de las funciones de cada individuo dentro de la
comunidad. Algunos papeles se cambiaron violentamente; otros entraron en
un proceso paulatino que no ha culminado: aún se siente el pasado viviendo
en esta zona americana, con percepción más intensa de su legado cultural
familiar dentro de las clases étnicoculturales más bajas en su estratificación.
Hacia arriba en la estructura social esta acción se va esfumando: el mestizaje
biológico también permeó el acervo cultural y formas mixtas brotan en los
grupos intermedios hasta llegar liberada de su influencia a la cima de la so-
ciedad con la imagen de una familia patriarcal casi pura. Por esta razón, es
extremo difícil situar valores, definir posiciones, fijar responsabilidades o
fechos, bajo el peligro de distorsionar la imagen real de la familia. Sin
ar
go, hago este intento teórico para indicar líneas directrices generales,
e m a su
Jeto a las revaluaciones y ajustes regionales que los trabajos de
mc
roantropología pueden y deben ir señalando.
omo rasgo dominante de la dinámica de la autoridad en este complejo,
mea una fuerte tendencia hacia el patriarcalismo. Esta es la meta hacia
Por l C0 u v e n l° s valores de la comunidad, estimulados fundamentalmente
g sia, en su empeño de situar al hombre en la familia a la cabeza de
74 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función I 75

las responsabilidades y de los derechos. Sin embargo, el análisis profundo de or la desocupación periódica del agro, dejan a la mujer sola en la tenencia,
la realidad doméstica indica cuan lejos se halla aún este propósito, particu- mpljendo las tareas agrícolas y responsabilizándose de la vida hogareña. Y

larmente en los sectores medios y bajos. Si bien las responsabilidades super- esta responsabilidad de última instancia le confiere autoridad eventual que
ficiales señalan un cabal ajuste a la autoridad del padre, la observación adquiere estabilidad con la repetición periódica del fenómeno. Alejada de su
permanente de la vida familiar permite asegurar que su respuesta positiva es marido y de sus hijos mayores, configura una fuerza autoritaria con sus hijos
significativa de una meta ideal, no hecha aún realidad en el transcurrir hoga- menores y sus hijas, autoridad que la va erigiendo permanentemente en la
reño. personalidad primera de la célula familiar.
Dentro de esta tendencia patriarcalista juegan factores favorables y fac- Complementariamente con las tareas agrícolas, la mujer emprende la
tores negativos. Al lado de los primeros hallamos a la Iglesia que, desde todos crianza de animales domésticos: cerdos, curies, aves de corral, ovejas, que
los puntos de presión de esta institución, luchó y lucha para imponer el do- refuerzan sus entradas. Los campesinos de mayores disponibilidades de suelo
minio de la autoridad varonil, fuerza a la que se suman la de las autoridades sostienen algunos vacunos cuyos productos lácteos les sirven para ampliar los
civiles con su complejo legal. Colabora conjuntamente el género de vida eco- ingresos, siendo la encargada de su cuidado la mujer y la beneficiaría de su
nómica: la zona del acervo americano es fundamentalmente rural y de vida explotación.
agrícola (véase parte 1, apartado "La economía"). Por añadidura, de dominante Añadamos otro fenómeno asociado: esta zona debió pagar, en gracia de
tenencia minifundista si consideramos que ofrece el más alto porcentaje de la organización colonial, una tributación más que se expresó en los tejidos
familias propietarias. Estas formas conllevan un tipo de empresa familiar que indios: telas de bayeta, mantas, cobijas, manas, etc., se entregaron como
exige una cabeza directriz y responsable de la actividad misma, que se ha obligación de cada comunidad india al encomendero o al sacerdote de la
centralizado en la figura del padre, subordinando a su poder mujer e hijos. encomienda o al cura doctrinero del resguardo. Muchas sanciones disciplina-
rias se tradujeron también en entrega de elementos de esta industria nativa.
La posición real del Ego femenino Más tarde se sumaron a la tradición india algunos cambios técnicos, verbi-
gracia, telares verticales (telar masculino), el empleo de la lana, y de ciertos
Pero la realidad misma de la economía y de las fuerzas de las demás insti- modos de tejer, de urdir, de teñir, etc. Así se afianzó esta actividad, que llenó
tuciones, se ve contrarrestada por el papel que la mujer cumple en ellas y en los pocos ratos que la crianza de los hijos y las tareas agrícolas dejaban libres.
otras tareas complementarias y por las formas estructurales familiares margi- Y aún persiste. Esto dio un ingreso a la mujer para seguir sosteniendo sus
nales. Así, hallamos que si bien es cierto que el hombre arranca su vivir de tradicionales obligaciones culturales indias, y que el hombre obligado a tra-
la tierra, también lo es que en esta zona andina, pese al esfuerzo católico de bajar para el señor no satisfizo. Y en el día de hoy le proporciona ingresos
que el varón ha de ser la cabeza económica de la familia, merced a la es- económicos que le permiten afirmar una cierta independencia dentro de la
V1
tructura de la encomienda y de la mita, el sexo femenino no fue aliviado sino da familiar, contrarrestando el intento de poner al hombre a la cabeza de
a
de las nuevas tareas técnicas de introducción hispánica: empleo del arado, economía hogareña. Esta divergencia entre la realidad cultural y la meta
1 e
por ejemplo. Así continuó cumpliendo una tarea vital en la producción agrí- al puede verse al tener en cuenta la serie de actividades productivas de la
u
cola. En su parcela cubrió las labores asignadas en la cultura india: sembró Jer en los grupos sociales que venimos estudiando.
y siembra; abonó y abona; aporcó y aporca; cosechó y recoge el fruto de la Casi todo el altiplano nariñense, manchones de Boyacá y porciones de la
a
labranza al lado de sus hijo menores; transportó y lleva al silo hogareño o al na de Bogotá, producen tejidos de artesanía familiar que constituyen re-
rz mu
mercado el maíz, la papa, el trigo, la cebada, etc. ° y importante del ingreso hogareño o fuente general de entradas del
0
Y hoy, como lo fuera en el pasado a través de la mita y la encomienda' débil. Aún quedan algunos remanentes de cestería y de cerámica (tam-
los movimientos horizontales provocados por la estructura minifundista, P°r
las obligaciones civiles —servicio militar—, por la atracción urbana empujada a
'me Jaramillo U., "Política indígena...", Op. di., pp. 412 y ss.
76 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función 111

bien en manos femeninas), en las pequeñas ciudades del complejo americano Nariño Cauca Cundinamarca Boyacá
particularmente en Nariño y Boyacá. La mujer de estos núcleos complementa % % % %
su presupuesto con costura individual o para almacenes "pacotilla" a talleres población femenina activa 29,3 20,7 19,3 21,3
o industrias de desarrollo incipiente o contratando su fuerza de trabajo espe-
127
cializada artesanalmente, para colaborar en pequeñas industrias caseras, hi- A estos datos censales de un universo más amplio y hechos con un
lando, urdiendo, tiñendo, tejiendo ruanas, "cobijones", bayetas, paños burdos criterio diferente, añado los resultados de los sondeos de campo realizados
de uso masculino, tapetes, alfombras, etc. dentro de las clases media y baja, en los cuales la pregunta es simplemente
En los núcleos urbanos se responsabilizan de las tareas mercantiles: tien- si ingresa la mujer algo al presupuesto familiar, por actividades remunerativas
das camineras y pequeños expendios en el pueblo, están en sus manos. Com- de cualquier índole. Mis cifras, es apenas lógico pensarlo, sobrepasan los
plementariamente en sus manos también están las fondas para parroquianos datos censales:
dominicales o para el personal burocrático foráneo; los expendios de comida
Nariño Cauca Cundinamarca Boyacá
en los mercados, las panaderías caseras, la hechura de golosinas, reventa de
% % % %
productos de agricultura, así como la mayoría de las tiendas de telas y co-
mercios de granos de menor cuantía. Muchas de ellas también cumplen tareas 57 32 48 49

de comercio, actuando como intermediarias entre el productor y algunos cen- Esta alta persistencia del trabajo femenino es la que va a proyectarse
tros consumidores. En los altiplanos del norte y del sur movilizan productos sobre la estructura de la autoridad familiar.
de las zonas andinas frías hacia los pisos térmicos templados y cálidos, como Colaboran en el mantenimiento de la autoridad femenina como cabeza
ocurre en Cundinamarca hacia el río Magdalena, en Boyacá hacia los santan- del hogar, las estructuras de facto de la familia. En dondequiera que las ha-
deres y en Nariño hacia la costa del Pacífico. También mueven mercancías llamos se hace evidente la existencia de una dominante figura femenina, madre
en las zonas fronterizas como es de común ocurrencia con el hermano país o abuela sobre la descendencia. El madresolterismo es la clásica institución
del Ecuador. que delinea y realza la imagen de la madre en todo el territorio de este com-
En los sondeos regionales en clases bajas de grupos rurales o semirurales en plejo. También hallamos similar situación en las otras formas familiares de
los departamentos aludidos he hallado que las entradas femeninas constituyen: facto que se asimilan al madresolterismo para sobrevivir encubiertas.
% Como consecuencia es necesario considerar, en la estructuración de la
Un ingreso vital en la vida familiar 68 autoridad y en su análisis, la tipología de la familia. La constituida bajo la
Ingreso es complementario 19 forma sacramental tanto como la configurada alrededor de la unión libre,
Constituye extra para gastos accesorios 11 henen patrones de comportamiento similares. Una organización peculiar y
Es un ahorro para acrecentar el patrimonio 2 distinta de las anteriores es la que señala el madresolterismo y el concubinato,
particularmente cuando se asimila con aquel en su forma residencial. El amaño
Tal función económica del estatus femenino es, a mi modo de ver, una en
la modalidad manifiesta puede incorporarse al primer grupo, mientras en
de las razones que han impedido la total absorción de su autoridad en el hogar a
apariencia encubierta no puede ser incluido en ninguna institución familiar
por el hombre, pese a los patrones normativos hispánicos que se han super-
Por Su carácter subrepticio de tácito estado de transición. Hechas estas adver-
puesto sobre la estructura familiar. Para completar cifras y afirmaciones pre- nc
ias, las observaciones que se aplican a cada tipo se pueden generalizar
cedentes quiero respaldarme en los datos estadísticos nacionales. Ellos
P^a las formas afines.
muestran que los departamentos que nos ocupan, ofrecen los más altos por-
centajes de actividad económica femenina, excepción hecha del departamento
lo* Censo de población de Nariño, Bogotá, 1956, p. 146; departamento del Cauca, Bogotá,
del Chocó, que los supera a todos. ->4> p. 106; departamento de Cundinamarca, Bogotá, 1956, p. 110; departamento de Boyacá, Bo-
8 0 t á . 1955, p. 108.
Estatus y función 119
78 / Familia y culltura en Colombia

Finalmente, la pertenencia a un núcleo social determinado, clase econó- jsjo ocurre lo mismo en el hogar estructurado bajo las formas de hecho: el
mica cultural, establece profundas diferencias en la reglamentación de la au- dresolterismo y el concubinato se defienden económicamente en formas dife-
toridad dentro de cada unidad familiar. Por regla general podemos decir que ntes. En el primero la madre ocupa la jefatura económica de la familia, secun-
las clases bajas rurales conforman el comienzo de la línea en continuum, de dariamente respaldada por sus progenitores, particularmente la madre y luego por
donde se inicia la formación del complejo de la autoridad masculina. Este us hermanos, posible remanente de formas avunculares. En el concubinato sin

comienzo representa la mayor agrupación de remanentes nativos que paula- unidad habitacional, hay similitud con el caso precedente, pero algunas veces la
tinamente, a medida que se inicia el ascenso con el mestizaje biológico ins- madre recibe ayuda esporádica del padre de sus hijo, en tanto que en las formas
titucional, van desapareciendo, sustituidos por los patrones hispánicos, hasta de unidad habitacional, esta ayuda puede ser más apreciable y constituir la total
llegar a su total dominio en las clase alta tradicionales de las principales fuente de ingresos de la esposa supletoria y de su descendencia.
ciudades, según lo hemos observado. Sin embargo, hay que anotar que en la Como resultado de las variables emanadas de la organización económica
clase media muchos de estos elementos del pasado aborigen permanecen vi- hogareña, se desprenden una sede de obligaciones que cubre, bien sea el
gentes, posiblemente no afirmados por la tradición, como ocurre en las clases marido o la esposa, o que satisfacen los dos, sin que sea un determinante
bajas de legado cultural americano más puro, sino a instancias de las condi- cultural que corresponda al uno o al otro. Vamos a intentar dar un bosquejo
ciones socioeconómicas. Lo veremos más adelante. teórico, aplicado a la clase baja en zonas rurales y en núcleos urbanos de
menos de 15.000 habitantes. Esta versión alcanza, en ocasiones, sectores bajos
de la clase media en la ciudad y en el campo. Tomo sólo limitados indicadores
Obligaciones y derechos en el estatus de los progenitores
dentro de las modalidades estructurales, familia legal y unión libre que se
La autoridad es, dentro del hogar, de una naturaleza dual: constituye para un Ego asimilan y dentro del madresolterismo.
el poder de tomar decisiones que deberán ser acatadas y cumplidas por los demás
miembros que lo constituyen. Pero, a su vez, en este mismo individuo, la autoridad Esquema de las obligaciones económicas
está configurada por las obligaciones inherentes a su estatus dentro de la unidad Clase baja: zonas rurales y poblaciones de menos de 15.000
doméstica. Es decir, derechos y deberes estructuran la función del estatus que habitantes
tiene que desempeñar no sólo sobre el conjunto biológico mínimo y el extenso,
Familia legal Familia de tacto
sino en concomitancia y en relación con ambos sobre la comunidad más amplia.
Matrimonio Madresolterismo
Veamos en primer lugar lo atañedero a las obligaciones de naturaleza y unión libre
económica. Vimos que en las clases bajas rurales y urbanas y en las clases Responsabilidades Padre Madre Padre Madre Abuela Hermano
medias rurales y parte de las ciudadanas, puede observarse la presencia si-
Vivienda X . X X X
multánea de dos fuerzas en este sentido: una totalmente responsabilizada de
Aumentos:
la vida económica de la familia y otra su colaboradora inmediata en esta Producción parcela X Colabora X X X

tarea, situación evidente cuando se trata de la familia instituida bajo matri- complementarios X X X - -
monio o en unión libre. Las dos cabezas jerárquicas están representadas por Vestuario:
el padre y secundariamente por la madre. Cuando llegamos a la clase alta o mujer Colabora X X - -
marido X Colabora
a ciertos núcleos urbanos obreros en sus diversas variantes, podemos observar hijo X
que esta dualidad desaparece y que únicamente el varón es la fuente activa Salud: X

de ingresos domésticos. En estos hogares, salvo casos de desintegración (con- Cu


randero y remedios X - -
X
cubinato) o crisis de otra índole, pueden llevar al desplazamiento del padre Médico X X

de la jefatura económica de la familia.


cor
nadrona X . X X -
80/ Familia y culltura en Colombia Estatus y función / 81

remedios y farmacia x Colabora x


zonas de influencia de este complejo, también se percibe la participación de
Educación x x - x x x
ja mujer en el suministro de vestuario para el marido, obligación que en
Celebración
Ciclo Vital:
Cundinamarca es más débil y sólo adquiere el carácter de un regalo.
matrimonio x - . . . . La guarda de la salud con sistemas tradicionales reposa en manos de la
bautizo hijos x x - x - - madre. Ella es la encargada de velar por el bienestar físico suyo, del marido
primera Comunión - x - x x - y de los hijos. En sus manos está la obligación de satisfacer las normas hi-
giénicas preventivas y, llegada la enfermedad, de aplicar y hacer aplicar los
Necesitamos algunas observaciones para ampliar la simplicidad del cua-
sistemas curativos imperantes. En las regiones donde aún se acostumbra el
dro. Los cuestionarios aplicados en esta zona indican que al hombre corres-
empleo del curandero, o curandera, especialmente para dolencias infantiles,
ponde dar vivienda a la célula hogareña que funda; pero, de acuerdo con las
es la progenitura la que solicita sus servicios y los remunera. En Nariño, el
condiciones ambientales, hemos visto que existe para cada pareja una resi-
"grado", paga del curandero, corre de su cuenta, y como la de Boyacá o del
dencia rotatoria, que se inicia por regla general en el hogar materno, del cual
altiplano cundinamarqués, lo cubre con algún producto agrícola: habas de la
se desprende luego, en Cundinamarca y Boyacá hacia las tierras del padre,
cosecha, papas, cuchuco de trigo de fabricación casera, cebada etc., o es un
como lo fuera en la época anterior a la conquista.
servicio que debe devolver con otro servicio en cualquiera oportunidad. Sin
Como se trata de una zona agrícola de numerosa población rural y de
embargo, el pago de la comadrona es obligación varonil. Parece que en el
altos porcentajes de propietarios (minifundistas), el hombre tiene la obligación
pago de este servicio, y en la atención prenatal "para colocar" bien el niño
de cultivar su tenencia, en la estrecha colaboración femenina para cubrir pri-
y dar un buen parto, va implícito un reconocimiento tácito de la paternidad,
mordialmente el consumo hogareño, sacando estrechos sobrantes para tener
y uno de sus principales deberes para cumplir. Sólo la madre soltera debe
el dinero contante, indispensable en abonos, herramientas, jornales, gastos
pagar estas expensas, ya que no un hombre que se responsabilice ante la
personales, etc. Los alimentos complementarios, aquellos no producidos en
cultura de su maternidad, y a falta de recursos de la hija, la madre o sus
la chagra, no son de exclusiva obligación masculina: en su adquisición la
hermanas, cubren este servicio o lo satisfacen personalmente.
mujer gasta la mayor parte de sus entradas, siendo para este renglón para lo
que se empeña en obtener ingresos accesorios, que se hacen más funcionales Los remedios de farmacia y los honorarios médicos son obligación del
durante las etapas de espera de la cosecha entre la siembra y aquella. El jefe de familia. No obstante, en algunas zonas, dado lo extemporáneo de su
vestuario es sin duda la mayor obligación de la mujer. En Nariño y en el empleo, aparecen como una obligación femenina que ella subvenciona apro-
Cauca y en sectores boyacenses y aun santandereanos, donde se sienten to- vechando sus entradas extras o sus ahorros, representados en un animal, un
davía las interferencias nativas, esta obligación es más universal, y abarca no tejido que vende en el mercado, etc., para solventar la imprevista situación.
sólo el deber de atender sus necesidades personales, sino que se amplia a los En tales eventualidades es donde juegan un papel importante el trabajo feme-
hijos pequeños hasta la edad en que ellos puedan financiarse con trabajos nino y sus ingresos.
accesorios por sí mismos. Avanza más aún esta obligación: la madre nariñense Los gastos de educación en realidad son mínimos en los grupos rurales;
siente que cada vez que un hijo adulto necesita ruana, elemento cultural in- Pero considerándolos dentro del presupuesto familiar de estas clases tan pau-
dispensable, debe proveerlo de este tipo de implemento de su traje. No ex- Perizadas y de la valoración que la enseñanza tiene en estos medios, pueden
tiende ninguna obligación hacia la hija adulta, pero la proyecta hacia el considerarse como un egreso extra. La madre mueve el interés por que el hijo
Va
marido. Es su deber tejerle bayetas para sus trajes interiores, y antes de ge- ya a la escuela, y hace no sólo el sacrificio de privarse de la ayuda que
neralizarse el uso de los tejidos de fábrica llegados de otros departamentos, Pueda recibir del pequeño, sino que subvenciona con sus entradas los gastos
también lo proveía del atuendo externo. Hoy en día, la costumbre se mantiene ^e demanda. Hay que recordar que en esta zona existe una reticencia en la
diversificada: con sus dineros le compra la ropa de fábrica. En Santander, en ucación de l a s mujeres. Indagando al respecto, es el dinero materno el que
°mPe la resistencia para que la niña concurra a la escuela, pues el padre
82 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función /83

muestra menos interés en darle educación a una hija que a un varón, y tiene y a estratificación social, sin embargo, se viene a hacer evidente en la
que ser que ella no produzca deterioros en el presupuesto familiar, para qUe hración del ciclo vital, porque fuera de los instantes ya mencionados, se
C
el padre consienta en forma más fácil su ingreso. sumando algunos más que, aunque menos trascendentales, van tomando
Cuando se avanza ascendentemente en la estratificación social urbana y su cumplimiento, el carácter de obligatorios: la comunidad ha for-
más se destaca el papel de la mujer en el estímulo de la educación de l0s , a ja familia a hacerlos expresos y a mantener sus denominadores de
hijos. Cuando logra estabilizar su ingreso la madre citadina, o cuando la fa. estigio en vigencia activa. Tal el caso de la Primera Comunión, la Confir-
milia rural se afianza en bienestar, estas entradas van a ser dirigidas a la mación, las fiestas de onomástico, etc.
educación de un hijo varón. La progenitora financia una etapa superior de La Primera Comunión, festividad socioreligiosa, es la que más auge y
sus estudios, costeándole el envío fuera del ambiente hasta lograr que los generalización tiene en estas clases que venimos presentando, por el hondo
finalice. Solamente en las clases más pudientes esta educación superior es significado que aporta en este complejo profundamente religioso, cuya liturgia
subvencionada por el padre, hasta su culminación. impresiona y cuya parafernalia capta ampliamente los más variados indica-
dores de la expresión social. Influidos por los grupos más altos, esta celebra-
Obligaciones sociales ción ha ido descendiendo hasta estratos bajos de las zonas urbanas y en las
rurales donde existen escuelas. Su fijación ha sido apoyada por el complejo
¿Qué ocurre con las obligaciones del ciclo vital de la familia nuclear? A medida religioso que las escuda, y por ello, las familias de los grupos urbanos y las
que se desciende en la escala socioeconómica de la comunidad, las obligaciones de mediana categoría en los rurales, les han dado amplia aceptación. En estos
en el ciclo vital se reducen al mínimo: bautizo, matrimonio y muerte son los tres grupos de escasos ingresos es "un lujo" demasiado dispendioso, a pesar de
instantes en que la familia se extravierte sobre la colectividad a través de deter- lo cual, merced a las implicaciones socioreligiosas conexas, han terminado
minados patrones de prestigio. ¿Quién ha de satisfacer las exigencias mínimas de por aceptarlo con facilidad. Las madres son las que le prestan mayor acep-
estos denominadores de clase? En el bautizo las costean los padrinos, satisfacción tación y las que han de financiar en consecuencia las expensas.
debida a los progenitores, como respuesta cultural a la honra acordada, y luego En escalas sociales superiores, a las celebraciones tradicionales de momentos
el padre en correspondencia a este rito religioso social. vitales se agregan otras más relacionadas con hospitalidad, trueque o intercambio
El matrimonio implica una serie de prácticas sociales, extraversión de la de relaciones sociales, extraversión de categoría social, etc., en que el hogar se
familia ante la comunidad. Estas manifestaciones, generalmente corren por proyecta sobre círculos similares de la comunidad. Como las condiciones econó-
cuenta del hombre que contrae, y "estos costos" de tanta obligatoriedad son micas en estos ambientes están superadas, su decisión y costo atañe al jefe eco-
el motivo principal que empuja a la pareja a convivir después de las amones- nómico de la familia, que dentro de estos estratos se centra en el padre.
taciones y antes de la bendición nupcial, para juntos lograr los ingresos que En esta relación sucinta de las funciones de! estatus de cada progenitor
han de cubrir dichas exigencias. A medida que se avanza en estatus, los padres en función de la vida hogareña, y en su proyección social en la comunidad,
de la novia se encargan de esta celebración. podemos situar la jerarquía interior de los mismos. Otra faceta en estas pro-
La muerte es finalmente el instante vital que congrega, más apretadamente yecciones se puede observar a través del control de los ingresos, reflejo en
Su e
que las demás etapas de la vida, la atención de la familia nuclear y conmueve Jercicio de la tenencia acumuladora de la autoridad en uno o más de los
ajusfando los lazos de la familia extensa. El jefe de familia centraliza esta "üembros de la familia pequeña.
obligación económica cuando se trata de cubrir sus erogaciones en algunos
de sus hijos, y estos y el cónyuge sobreviviente, o los primeros nada más, en & ingreso y la autoridad
relación con uno de los progenitores. Más adelante, en las obligaciones de 'a
Quien mueve los ingresos en la unidad doméstica? La centralización de la
familia extensa, veremos de nuevo las ceremonia de funebria como expresión
0,
de vínculos de sangre entre los grupos de parientes. "idad o su tendencia a focalizarla se hace manifiesta cuando se trata de
84 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función I 85

ejercitar los derechos en este sentido. Los sondeos realizados indican en Irado de su posición en la cima de la jerarquía hogareña. Culturalmente,
forma general que cada cónyuge y cada hijo mantiene el dominio sobre las ente que satisfacer las necesidades familiares no constituye en última
entradas que la cultura le asigna, constituyendo un reducido porcentaje el ncia una responsabilidad totalmente estricta, imperativa de su estatus,
que informaba al otro de sus propios ingresos. Consecuentemente, sólo expresión de "su gana" de cubrirlas, faltando la cual, puede librarse prác-
cuando una financiación se hacía en beneficio colectivo familiar, había un ticamente de dicha obligación.
intercambio de opiniones sobre el desembolso que se iba a hacer. Esta ac- Este valor, que trasciende en el comportamiento varonil, se hace álgido
titud cobijaba al padre, cabeza del patrimonio familiar. Observemos más en en los períodos de quiebra de la integración familiar, sea en los casos de
detalle el fenómeno. relaciones extraconyugales del hombre, o en la determinación del monto de
En cifras aproximadas, en el departamento de Nariño, en el grupo rural las expensas en diversiones que en estos ambientes y bajo las mencionadas
de clase popular, el 89% de los jefes de familia (matrimonio) conservaba el circunstancias, sólo gratifican al varón con detrimento de la satisfacción de
dominio sobre las entradas provenientes de sus actividades agrícolas, trabajos las necesidades primarias de la familia nuclear. Como consecuencia familiar
de jornaleo, comercio o burocracia. En Cauca, el 93%; Boyacá, el 92% y es común hallar que cuando la mujer lleva ingresos al hogar, el hombre sacude
Cundinamarca, el 96%. Estos cabezas de familia no daban cuenta de su si- algunas de sus responsabilidades y las hace recaer sobre las entradas de su
tuación económica a su mujer, guardando bajo su control los ingresos. El esposa. Las trabajadoras y empleadas casadas (burocracia, comercio, indus-
restante porcentaje participaba de la idea de que la mujer debía conocer su tria), en un porcentaje que sobrepasa la mitad de ellas, no trabajan para com-
situación económica, algunos le encomendaban en guarda sus entradas, aun- plementar "extras" de su estatus social, sino para satisfacer necesidades
que no en la administración, y la mínima parte hacían un fondo común, con primarias del hogar. No puedo, dentro de este porcentaje, señalar si ésta si-
las ganancias femeninas, para distribuir los egresos unitariamente y de común tuación se cumple por incapacidad económica real del cónyuge o porque su
acuerdo. Ésta era la proporción menor. responsabilidad cultural no es satisfecha voluntariamente conforme al citado
En las zonas urbanas de clases medias el dominio de cada individuo sobre patrón real de comportamiento varonil. Entre las solteras de clase media, la
lo que gana sigue manteniéndose vigente, aunque se insinúa dentro de la mayoría (cuya cifra porcentual no puedo evaluar exactamente) trabaja en la
pareja conyugal una tendencia a compartir el conocimiento del estado de las posición de hija de familia, a fin de redondear las entradas hogareñas, y sa-
finanzas domésticas y con más débil acento a crear un fondo de conjunta tisfacer necesidades primarias, que el progenitor no puede o no quiere satis-
inversión cuando la mujer colabora con algún ingreso. Las cifras que propor- facer. Estas condiciones, aunque anómalas pero generalizadas, lógicamente
cionan los cuestionarios son las siguientes: controlan individualmente sus in- plantean diferencias en las condiciones particulares del estatus del cabeza de
gresos el 74% de los jefes de familia urbanos en Nariño; el 83% en el Cauca; familia dentro de su hogar de procreación.
el 85% en Boyacá y el 75% en Cundinamarca. Las otras modalidades (similar La responsabilización económica difiere cuando se trata de hogares legales
en el caso precedente), por las complejas modalidades y cambios que ofrecen, 0
de hecho. En la unión libre, la situación es similar a la observada ya en
no permiten cuantificación. La condición indicada puede ser debida a que en IS
de estructura legal. Sin embargo, se siente el influjo de presiones de va-
las ciudades las entradas son más fáciles de conocer por el otro cónyuge r
acion afectiva: el hombre cumple sus obligaciones en grado más fuerte
(burocracia), pero este conocimiento no obsta para que el jefe de la famili3 r
que 'quiere" satisfacerlas, es decir, obra el incentivo mencionado como
mantenga bajo su absoluto dominio y voluntad sus ingresos y las expensa mu
lo normativo, no la obligación que pesa en la célula legal. Este acto
hogareñas. En esta zona urbana, dentro de las clases que estamos analizando v
o tiene una fuerte repercusión en las interrelaciones de la pareja, ya
y en las inmediatas más altas, es generalizado el sentir que las erogaciones e
precepto está sujeto a las variaciones de gratificación obtenida. Si el
que el hombre hace para el sostenimiento del hogar (aunque son obligaciones re quiere conservar a su lado a su "compañera", debe cubrir sus nece-
culturales que se ha impuesto al casarse) no tienen carácter estrictamerrt fin S' ^ ^ Sta ^a ^e m a n t e n e r satisfecho a su contraparte marital si desea el
impositivo sino voluntario, pudiendo ser o no satisfechas a su voluntad, com la
miento del hogar. Un cierto mecanismo de trueque, dentro del cual
86 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función /87

se equilibran las mutuas gratificaciones y asegura la estabilidad marital y el aterial. Sobre esta premisa podemos estructurar tres jerarquías de autoridad,
estatus de sus miembros. • arqiiías señaladas mediante la observación, la entrevista profunda y el aná-
En el madresolterismo y formas que se le identifican, vuelvo a repetir lisis de biografías de adultos y jóvenes.
que la progenitora está sola para cumplir las obligaciones económicas con la En primer lugar se marca una zona de amplia autoridad paternal, compuesta
descendencia que ha procreado. Está sola, digo, en el sentido de la familia fundamentalmente por la clase alta tradicional de manifiesta herencia hispánica,
nuclear, porque los vínculos de consanguinidad con los familiares uterinos v que ha mantenido funcional este trasplante originario de las formas castizas. En
extensos la rodean en última instancia a través de su respaldo, aunque en la esta clase no es la tutoría económica del jefe familiar la que cuenta escuetamente
realidad ella sólo cuenta legalmente con lo que sus esfuerzos le permitan en esta jerarquización: son más bien los valores del linaje con el contenido cultural
allegar, porque la ayuda familiar materna es apenas complementaria sin el impreso en ellos. Un segundo subtipo de autoridad de tendencia patriarcalista
valor de la obligatoriedad. como el anterior, pero basado fundamentalmente en la dependencia económica
En las encuestas aplicadas en las zonas de madresolterismo institucional unitaria de la familia se establece, y merced a la obligación de cubrir las necesi-
(Nariño y Cauca), la modalidad normativa es que el "compañero" no contri- dades de la misma, centraliza la autoridad y ejerce las prerrogativas de la norma
buye con sus haberes para el sostenimiento de los hijos ilegítimos: "No les aculturativa hispánica (véase La familia en Colombia, transfondo histórico, apar-
merece nada" dicen las madres solteras nariñenses, queriendo expresar que tado: "Familia hispánica"). Esta segunda variable es fruto de la aculturación nor-
no toman ninguna responsabilidad económica sobre sus descendientes. Es po- mativa superpuesta, que por diversas circunstancias favorables al proceso, ha
sible que, a pesar de la negativa general hallada en las encuestas, contribuyan realizado su cristalización dentro de diferentes clases sociales, bien sean pertene-
esporádicamente para el sostenimiento de sus hijos, bien que la negativa a cientes al área rural o a la urbana. Esta segunda modalidad jerárquica de la au-
reconocerlos puede encubrir la tendencia a eludir las responsabilidades ma- toridad constituye el empalme con las formas estructurales del complejo
teriales del estatus paternal. Complementariamente con la abuela, los herma- santandereano que veremos luego.
nos de la madre, particularmente, si son solteros, contribuyen voluntariamente Un matiz intermedio lo constituye la autoridad compartida, donde la mujer
a reforzar el cumplimiento de las obligaciones vitales que la parienta no al- deja oír su voz y sus decisiones y hace expresos derechos más amplios no
canza a satisfacer. Parece que antaño esta ayuda era más efectiva y obligatoria. tolerados a la primera categoría. Esta autoridad, resultante de una jefatura
Las presiones sobre la tierra cada vez más fuertes, recurso del cual se deriva económica dual, ofrece en su reparto matices basados en una participación
el sustento, restringen estas posibilidades de cooperación avuncular, que tuvo similar en las tareas de producción esporádicas menores, constituidas en fuente
particular impulso en las generaciones más viejas. de ahorros, en suplencias o en complementaciones de patrones de prestigio
y de ascenso social.
La jerarquizarían de la autoridad Finalmente, podemos hallar que, pasando a través de los diversos matices
de la autoridad compartida, llegamos a una institución familiar donde la mujer
s
¿Cómo trasciende la contribución al sostenimiento material del hogar en el la cabeza económica de la familia y el eje del poder: es el caso de las
ejercicio de la autoridad? Haciendo un esfuerzo por agrupar este complejo de °rmas estructurales de facto, donde la madre y su progenitora respectiva
ev
variadas situaciones expuestas y de muchas más, junto del aún vigente proceso antan con su esfuerzo económico la descendencia. También hallamos esta
de aculturación familiar a los patrones normativos hispánicos de tendencia «ilación en las familias legales en trance de desintegración, donde el varón
patriarcalista, podemos decir que la cooperación económica de cada miembro vpor concubinato) deserta del hogar sacramental y asume responsabilidades
de familia determina en realidad su posición jerárquica en ella. De allí emana adiares complementarias con una coesposa en cuyo hogar atiende a las
su poder, porque el que cubre los apremios hogareños satisfaciendo sus ne- evas
obligaciones dentro de un alto índice de satisfacción, marginando en
cesidades vitales, recibe una gratificación que se extravierte en dependencia, os
variables las de la primera unidad doméstica. Dentro de esta modali-
se traduce en sumisión, respeto y obediencia, hacia la fuente de retribución > la madre o los hijos, o ambos, suplen las necesidades económicas vitales
88 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función I 89

de esta familia legal y el padre pierde su estatus en virtud del debilitamiento 1 neolocalismo que desemboca en virilocalismo, ya que unidades consanguín-
de sus funciones básicas. eas ligadas al padre lo favorecen y, por tanto, conforma núcleos de esta
modalidad. Igual manifestación se halla en el segundo subtipo de la tendencia
Las modalidades de la autoridad, las estructuras familiares, patriarcalista.
la economía y las normas de residencia La clase baja, en sus normas de residencia, está a merced de dos con-
sideraciones: su problema económico y su acervo cultural, al cual se suma
Veamos ahora cómo estas estructuras de la autoridad se reflejan en algunas el proceso dinámico de la residencia. Mientras en el sector alto su orienta-
decisiones más que afectan el hogar. Consideradas las tres modalidades de la ción modal se mantiene vigente en circunstancias normales durante todo el
autoridad, juzgo necesario repetir que dentro de la primera (con sus dos sub- curso de la existencia de la familia, en la clase baja se presenta un fenómeno
tipos), el jefe económico tiene el derecho a disponer libremente del ingreso de cambio: formas rotatorias de residencia se van configurando en todo el
suyo, de distribuirlo a su arbitrio en la satisfacción de las necesidades do- curso de la vida familiar, como parte de un proceso que termina con la
mésticas, expensas que respaldan y magnifican su autoridad en el seno del muerte o desintegración de la unidad. Estas formas están en relación con
hogar. El poder de distribución de sus entradas le permite disponer libremente la vida económica de la familia, con su tipología estructural y su legado
también de una parte de ellas en el renglón "diversiones", egreso que modal- cultural.
mente está representado en la ingestión de bebidas alcohólicas (obsérvese que Analicemos los tres aspectos: la economía, razón vital, fuerza a la pareja de
en esta zona cultural y en otras más, el consumo individual de licor está las clases populares que comienza su vida conyugal a residenciarse en el lugar
empujado por una serie promiscua de valores culturales, válvula de escape más apto para sus actividades, con lo cual se marca una tendencia neolocal inicial.
de las presiones psicológicas y económicas, extraversión de prestigio, mensura Pero, generalmente, esta conveniencia se ofrece particularmente al lado de uno
de la solvencia económica de una personalidad; traducción cultural de la amis- de los troncos de la familia extensa de donde se desprende la pareja. Si se orientan
tad, la solidaridad, el sentido de grupo; medida de las cualidades íntimas del por las solas conveniencias económicas, indiscriminadamente la nueva célula pren-
individuo; forma de proyectarse en la colectividad, etc.), erogaciones que, de, ya sea al lado del hogar del hombre o del de la mujer. Pero si en esta decisión
fuera de gratificarlo individualmente, establecen su imagen social sobre la pesan valores de naturaleza cultural, es al lado de la madre donde halla mejor
comunidad. acogida. La tradición nativa guarda un marcado uxorilocalismo en las primeras
Otro de los aspectos en que se manifiesta la autoridad de los miembros etapas de residencia de cada pareja (recordar matrimonio por servicios). Pero este
de la familia nuclear, hace relación a las normas de residencia, que en cierto comienzo no permanece estático: con el avance de las condiciones económicas,
modo cristalizan el poder del hombre o de la mujer, al tener el arbitrio para la familia acaba por moverse en una dirección o en otra: cuando las perspectivas
orientar la localización de la unidad habitacional, siguiendo los intereses y de emigración lo exigen, se hace neolocal yendo a la ciudad; o se mueve a nuevos
las formas tradicionales que a cada uno favorecen. lugares rurales en forma similar; o se asienta en las tierras patrimoniales de alguno
La clase alta tradicional de este complejo cultural continúa y mantiene la de los dos (patrilocal o matrilocalmente), cuando entran en posesión de las mismas,
en
tradición hispánica en las normas de residencia, es decir, la familia de pro- las zonas minifundistas.
creación es manifiestamente neolocal. Los intereses de la pareja, con predo- En la zona de Nariño hay una clara predilección por la ubicación matri-
minancia de los que afecten el estatus de la cabeza económica de la familia local, mientras Cundinamarca y Boyacá presentan, con parches de Santander,
u
tienen prelación en la consideración del sitio donde ella ha de establecerse- na tendencia patrilocal. Así, vemos en las veredas de estos departamentos
De manera que en esta categoría social existe una tendencia manifiesta hacia comarcas de una sola familia extensa donde las formas del uxori o viriloca-
1Sm
° son las directivas de las pautas de residencia.
128 Virginia Gutiérrez de Pineda, "Alcohol y cultura en una clase obrera de Bogotá", en: Homenaje " Pero, sin lugar a dudas, en este complejo el factor determinante de las
Paul Rivet, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1953, pp. 365 y ss.; Orlando Fals Bord* nor
Campesinos de..., Op. cit., pp. 176 a 181, 206 a 210.
mas de residencia están en función de la tipología de la familia que decide
Estatus y función /91
' Familia y culltura en Colombia

en última instancia, bien se trate de formas de facto o legales. Según esta clases populares alterna entre ésta y la vida hogareña. La mayor o menor
premisa, se puede asegurar que existe una tendencia al neolocalismo o ten- participación en la economía (en el caso femenino) trasciende en una fuerte
dencia al virilocalismo en las formas legales de las clase alta, mientras la autoridad o se la resta o le permite compartirla. Veamos cómo.
media se mueve junto con la baja de la zona rural de Nariño hacia el matri- En las regiones con predominio de pequeños agricultores, la autoridad del
localismo, en tanto que los mismos estratos campesinos se ubican patrilocal- varón se orienta al cumplimiento de las actividades económicas, desde la de-
mente en los demás departamentos, o en función del bienestar familiar, en cisión de qué se produce y cómo, hasta la aceptación de cambios en los
forma neolocal dentro de las zonas urbanas. procesos técnicos de producción. La mujer penetra en este campo en los casos
Las estructuras familiares de hecho ofrecen ejemplos particulares. El ama- de movilidad horizontal del marido y los hijos, de viudez, de separación y
ño, en sus diversas modalidades, se reparte en las formas de matri o patrilo- en la familia de facto, remplazando íntegramente las funciones masculinas de
calismo, dentro de los grupos rurales (Nariño y Boyacá), como tendencia decisión.
dominante. El neolocalismo es la forma menos extendida. En Nariño y en Boyacá, algunas mujeres casadas, por mutuo convenio
La característica fundamental del madresolterismo es su ubicación duolocal. con sus maridos, o por desacuerdo con ellos, se empeñan individualmente en
Pero en función del núcleo familiar que genera, se puede observar, o la tendencia trabajar tierras suyas (herencias) o ajenas (arriendos), a las que pueden tener
a acceso cubriendo todas las implicaciones de su laboreo.
la fijación matrilocal (en la propiedad de los familiares de la madre), o proyec-
tando su dinámica hallamos que esta familia incompleta, al salir del ambiente A pesar de lo expuesto, la participación femenina va anexa y supeditada
maternal extenso, alcanza una residencia neolocal. No es raro también que en el a la del varón en las actividades agropecuarias. Aunque el hombre requiere
proceso evolutivo de esta unidad doméstica veamos un desarrollo avunculolocal, su colaboración para el desempeño de la tarea agrícola, esta dependencia no
centrado en torno del hermano soltero de la madre. rebaja su estatus, pues este quehacer cae bajo la autoridad y control del ma-
El concubinato ofrece variantes que siguen las distintas modalidades que él rido. Esta vinculación de los sexos en el trabajo del suelo es una de las razones
diversifica en este ambiente cultural. Cuando no se trata de residencia unilocal de que llevan al matrimonio, debido a la repartición cultural de tareas que enlaza
los dos cónyuges (concubinato simple), por deserción de la esposa principal (Bo- a hombres y mujeres y los estabiliza en la unión familiar, ya que de su inte-
yacá, Cundinamarca y santanderes), puede presentarse la forma duolocal que busca gración productiva se asegura el éxito. Esta cooperación, que permite al Ego
la evasión del control social, quedando marido común y esposa legal y compañera femenino participar en el ingreso familiar, ganando conjuntamente el diario
en sus respectivas sedes habitacionales, y en ellas desenvolverse los núcleos fa- vivir, la subordina a la autoridad del varón, cabeza de la empresa familiar,
miliares resultantes. Una de ellas, la esposa, puede ofrecer forma neolocal y la quien la dirige y focaliza en su total realización.. „,
otra u otras coesposas ofrecer residencia en el hogar materno o formas de neo- Dentro de otro tipo de tareas se satisface el acrecentamiento de la auto-
localismo. Lo importante es que no existe unidad habitacional entre el marido ridad femenina: la artesanía, el comercio, pequeñas empresas, trabajo a jornal,
común y la o las concubinas, generándose así el multilocalismo o poliginia dis- etc., que refuerzan su estatus merced a la retribución obtenida. Sin embargo,
persa en función del concubinato como familia compuesta. La unión libre, fenó- en aquellas labores en las cuales el hombre también participa (tiendas, co-
meno urbano, es generalmente neolocal. mercio), es frecuente que la responsabilidad se centre en el esposo y la mujer
se subordine a su dirección y mando, cumpliendo sólo menesteres subalternos.
Consecuente con esta estructuración de las faenas productivas, el hombre
El estatus y la distribución del trabajo por sexos.
hene derecho a disponer del resultante agropecuario y de los elementos de
La sociabilización
producción: tierras y cosechas, semovientes (excepción de las ovejas y galli-
nas) y vivienda, caen bajo su autoridad para disponer de ellos. La esposa
El estatus se proyecta también en la responsabilización que cada sexo hace
Mantiene esta subordinación, a no ser que se trate de bienes personales (he-
de las tareas atañederas a él: mientras el mundo del varón, con sus derechos
encia) o de los ingresos obtenidos con su trabajo complementario.
y obligaciones, se localiza en la actividad productiva, el de la mujer de las
92 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función I 93

Donde se desempeña totalmente la responsabilidad femenina es en lo con- El adiestramiento está ampliamente señalado por los patrones de compor-
cerniente a la administración del hogar. Allí la esposa disfruta de todo poder tarr úento cultural. Ciertas actividades no tienen en los primeros años una dis-
para poner en marcha la unidad familiar y satisfacer las exigencias que de criminación sexual, pero bien pronto comienza a delinearse y a limitar a cada
ella emanan. En las clases de medianos recursos y en la baja, la madre ha infante en su entrenamiento. Cada sexo toma un camino y una orientación
de satisfacer con ayuda de sus hijos todas las tareas internas: dieta para el diferente: el niño sigue al padre y le ayuda en sus tareas, orientándose sólo
hogar y para quien ayuda en las tareas de producción (incluye generalmente por la madre en el entrenamiento de contenido neutro o ambisexual, hasta
proveerse de agua, combustible, traer los alimentos del mercado, transportar llegar a diferenciarse totalmente. La niña hace lo propio, guiada por la madre
y ensilar los de la chagra, y todo el proceso de elaboración), conforme a las en sus valores y habilidades dentro de las tareas hogareñas y agrícolas propias
condiciones económicas y a las pautas culturales nutricionales. La tarea de de su sexo. Así se entra al período de sociabilización en que el infante se
129
limpieza del hogar, de los niños y de la ropa, la atención de los enfermos, convierte en una sombra del padre al que sigue a la chagra, cumpliendo a su
dieta, y aplicación de los remedios (muy dispendiosa en Nariño y Cauca con lado las mismas jornadas y gradualmente las mismas tareas. La niña es la
el tratamiento de "bañados"y "soplados", o en Boyacá y Cundinamarca y versión materna; como el niño (llámese de Nariño, Boyacá o Cauca, Cundi-
santanderes en los cuidados de los "sutes" "tocados de vivo" o de "hielo de namarca, etc.), constituye la duplicación de la imagen del progenitor. Así,
muerto"), la consulta del especialista, curandero o médico, y la obtención de cada muchacho (hombre o mujer) llega a convertirse en adulto menor en
los elementos de recuperación. (Se auxilia en los casos de gravedad, por las cuanto al contenido de aprendizaje y al cumplimiento de las actividades pro-
comadres, madrinas de bautizo del infante enfermo, de común usanza en Bo- pias de su sexo se refiere y a la responsabilización que de cada una de sus
yacá, Nariño y Cauca. El madrinazgo, con todas sus interferencias religioso tareas culturales pesa sobre su Ego.
sociales, crea una doble maternidad que incluye a la madrina dentro de la En la asimilación de este proceso es donde se ejerce la autoridad. Su
familia nuclear para la guarda de la salud de su ahijado). En clases de me- proyección está representada en la aplicación de los estímulos negativos o
dianos y amplios recursos la madre dispone de ayuda asalariada en estos positivos (castigos y premios) que los progenitores emplean para que el
menesteres, pero le compete la dirección de los mismos. niño adquiera el acervo cultural material y espiritual que se proyecta trans-
La crianza de los niños es otra de las obligaciones del estatus maternal. mitirle. La madre es en los primeros tiempos la autoridad total en este
El cuidado de los infantes y su sociabilización en las actividades físicas y proceso por su larga permanencia en el hogar bajo cuya protección está el
sociales es también parte de su tarea, que a medida que se desciende a las infante, pero en los momentos de contacto del padre con su familia, com-
clases de menores recursos, o en aquellas otras donde el hogar como em- parte esta función. Cuando la diferenciación entre los sexos se va eviden-
presa familiar cumple tareas productivas, es función pragmática. Constituye ciando y singularizando en uno o en otro progenitor, el padre asume con
un proceso lento y sucesivo mediante el cual el niño de estas categorías se mayor frecuencia dicha obligación. Posiblemente este sea el motivo por el
va convirtiendo primero en un ser que responde por sí mismo en locomo- cual al crecer el niño, la madre delega, en el esposo, los castigos de faltas
ción, descanso, nutrición, aseo, etc., y luego en la misma forma gradual va 9Ue comete en su presencia, mientras que aplica sin dilación a su hija el
llegando a colaborar en el trabajo colectivo de la unidad familiar. La buena correctivo conveniente. En Nariño, las encuestas indican que es la madre
a
voluntad del individuo para cubrir las exigencias maternas y responder a que mayor número de correctivos aplica, en tanto que el padre sanciona
ara
los estímulos positivos y negativos que se les aplican para conducirlo a su pero duramente; en Cundinamarca y Boyacá, las encuestas indican que
ls
logro y la habilidad individual para lograrlo, constituyen parte fundamental sanciones del padre a las hijas son más fuertes y frecuentes que las de
de este proceso. madre, que procura defenderlas del castigo paterno. Se observa en las
s
es bajas un manifiesto deseo del padre de internalizar dolorosamente
ro de su descendencia femenina un respeto temeroso de su autoridad,
129 Incluye el harapeo, versión popular nariñense que significa la refacción de los gastados trajes ° m e no a la inversa en Nariño y Cauca.
familia, y la adaptación con las partes útiles a servir de vestidos a los niños menores.
94 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función I 95

Al ascender en las clases sociales, el proceso de sociabilización infantil ntanderano: él es el epicentro de la vida familiar, todo se mueve para com-
va siendo menos pragmático y se vierte más a través de la educación formal lacerlo y acatar sus patrones normativos.
que en el seno de la familia, cuyo papel fundamental es transmitir imágenes Volviendo a los grupos rurales y a los estratos de baja ubicación en pueblos
conceptos y valores. En los grupos bajos rurales y urbanos tampoco falta este v ciudades, hallamos que en la familia de hecho (madresolterismo, por ejemplo)
contenido, pero casi siempre a raíz de un hecho de vital importancia, verbi- esta proyección dual está recortada por el lado masculino. Como el padre no
gracia en Nariño, la petición de mano, o cuando las parejas de recién casados asume responsabilidad cultural como el progenitor legal, se presenta una hiper-
"van al perdón" después del consabido matrimonio a escondidas, reminiscen- trofia en el papel de la madre, mientras un recorte y una anulación total sufre la
cia de rapto indio en Boyacá y Nariño, en las ceremonias sociales del matri- imagen paterna. El abuelo legítimo, si existe, o el tío hermano de la madre, suplen
monio, o en los ritos de funebria. En la oportunidad en que la hija de los esta función, pero no en la forma tradicional que se asigna al progenitor, sino
altiplanos orientales comunica a su madre que quiere casarse, ésta "se deja tangencialmente. Es más sensible este deterioro en la formación de la personalidad
oír"; es decir, a través de consejos, a medias regaños, insultos y quejas per- masculina que en la femenina: el niño hijo de una madresoltera no es asimilado
sonales, vierte todas sus prevenciones culturales. a la cultura por la influencia varonil, lo que, dados los patrones tradicionales,
En los grupos más altos de clase media-media urbana, y de ésta hacia proporciona muchos vacíos formativos. En cambio, en la personalidades femeninas
arriba, la autoridad varonil va tomando incremento y la tarea sociabilizadora se percibe menos la falta del padre en su proceso de asimilación cultural: madre
del padre ya no se vierte sólo sobre el hijo varón sino también sobre la mujer. y abuela siguen la pauta sin notables fallas para la tarea sociabilizadora.
El poder paterno va teniendo prelación en función de control, y a medida que
se avanza en estatus social, las decisiones hogareñas atañederas a los descen- La familia extensa
dientes cada vez más son de su competencia, particularmente en lo concer-
niente a decisiones en que el hijo o hija entra a participar en la vida social. ¿Cómo se relaciona la familia nuclear con el mundo exterior? El mundo ex-
Este rasgo, en concomitancia con otros más, nos permite decir que hemos terior para la familia nuclear está constituido en primer lugar por la familia
entrado a la familia tradicional de rasgos patriarcales. extensa y en segundo por la comunidad, o sea el sector de la comunidad
Dentro de estos estratos, las relaciones de la célula doméstica y la comu- vinculada de alguna manera a ella y del cual no tiene reacción consanguínea.
nidad cada vez están más centradas en manos del jefe económico del hogar Dentro de este complejo cultural, la familia nuclear no es una unidad
a quien compete dicha responsabilidad y tales derechos. En estas clase alta, totalmente independiente, asimilándose más bien a un miembro orgánico de
la familia de procreación no sólo se integra al conjunto de las familias extensas la familia extensa. El complejo americano, el antioqueño en segunda instancia
en proyección bilateral, sino que se incorpora a la comunidad total en forma y el negroide, presentan una extraordinaria cohesión en los lazos de consan-
activa. Dentro de estas extraversiones de la unidad doméstica, hogar de gé- guinidad, hasta el punto en que me atrevería a afirmar que en las clases bajas
nesis, tanto en la participación individual como en la colectiva, atañe al padre y medias de ellos, realmente no hay dislocación de la familia primaria en
decidir sobre la manera, forma, y quién debe proyectarse de la célula domés- núcleos independientes, en cuyo lugar existe una gran familia extensa que
tica que preside. mvolucra unidades más o menos diferenciadas de hogares nucleares, o sea
Estas funciones del estatus del progenitor en dichas clases van acomp3' " Ue en las clases campesinas no se llega al rompimiento dentro de unidades
nadas de un refuerzo más amplio de su personalidad en el seno de la familia Pequeñas, sino en forma apenas aparente. Es la familia extensa la que sobre-
Ve
Ya no hallamos la autoridad compartida de las clases en que la mujer colabora y dentro de ella se insinúan algunos de estos núcleos primarios que en
en el ingreso, sino que con la jefatura económica única, su posición es tambie" a se diferencian de la unidad general que los cobija e interrelaciona, a no
dominante: sus decisiones son terminantes y su estatus está rodeado de laS P°r su crecimiento. Veamos por qué.
máximas preeminencias, hasta el punto de que en las clases más altas tradi- observando la residencia de la familia nuclear ligada a la familia extensa,
0s
cionales la posición del hombre se asimila a la del mismo dentro del compler que aún se proyectan en el presente las formas institucionales nativas.
96/ Familia y culltun en Colombia Estatus y función I 97

La familia nuclear india tenía un tipo de residencia rotatoria (véase, en el Estructuralmente hallamos dos tipos de familias extensas: una que ha sido
apartado anterior, La modalidad de la autoridad, las estructuras familiares conformada a través del matrimonio y dentro de la cual la pareja inicial está
la economía y tas normas de residencia) que en las comunidades chibchas rodeada de parejas legales con sus hijos legítimos, pudiendo también encon-
se iniciaba en las tierras de la esposa y se concluía en los territorios claniles trarse nietos de uniones de facto. La segunda forma la constituye un tronco
del varón, donde se establecía el matrimonio hasta que se desintegraba por impar» la abuela, que agrupa a su derredor los descendientes de sus hijas
muerte o separación. La mujer y los hijos regresaban al clan materno y se (madresolterismo) o conserva los hijos solteros y parejas legales con su prole,
fijaban en el suelo de sus tíos maternos, residencia avunculolocal, para tener gs decir, un conjunto mixto de núcleos familiares completos e incompletos,
allí la plenitud ciudadana. Otra versión nativa era matrilocal. Cundinamarca, con predominancia de los primeros o de los segundos, según las zonas.
Boyacá y parte de los santanderes son ejemplo de la primera tipificación y Estas células familiares crean una cierta unidad económica cara al exterior,
la zona sureña del segundo. Así se establece, merced a esta organización mientras se delinean interiormente derechos privados de los núcleos primarios.
primitiva que tuvieron que respetar los encomenderos, movimientos de mu- Un alto grado de cooperación existe bajo el sistema de unidad habitacional
jeres hacia los terrenos de los hombres y movimientos de estos hacia las o de cercana vecindad y una variedad de obligaciones y de derechos casi tan
posiciones femeninas. Hombres forasteros y núcleos consanguíneos, en el lu- estrechos como el de la familia primaria. La jerarquización de la autoridad
gar; mujeres forasteras y unidades domésticas con sus miembros enlazados entre las distintas generaciones se establece en grados muy variados de in-
por la sangre, en otro. tensidad, constituyendo norma básica la proyección de una generación sobre
Tales principios institucionales nativos son los que han perdurado como estí- la inmediata descendencia en deberes y derechos plenos y ésta sobre la si-
mulo en el mantenimiento de las tierras de los resguardos y luego en la formación guiente en la misma intensidad, recibiendo cada estatus de una generación
de núcleos familiares extensos en las veredas municipales de esta zona, porciones recíprocamente respeto y obediencia de las inmediatas inferiores. Las respon-
territoriales que ofrecen un nombre en común y un número limitado de apellidos sabilidades y los derechos de cada posición se van debilitando y transforman-
comunes emparentados entre sí, ya sea por vía paterna en Boyacá y Cundinamarca, do a medida que la relación no es de inmediata contigüidad, ejemplo abuelo
o por la vía materna en Nariño y Cauca. Esta unidad familiar está centrada en el a nieto, a no ser que circunstancias peculiares obren suplementariamente: el
suelo; de aquí el afán de mantenerlo dentro del círculo de consanguíneos aun en abuelo hace las veces de padre con el nieto habido en hija madresoltera. Sin
las subdivisiones milimétricas a que se llega en la herencia de éstas zonas mini- embargo, en casos de emergencia, conflicto y respaldo, un fuerte sentimiento
fundistas. Mantenida la unidad territorial, el sentimiento del vínculo familiar de solidaridad aprieta las ramas colaterales entre sí, como expresión de su
se siente en estas unidades. "Todos somos de los mismos", dicen expresando común pertenencia a un tronco genérico identificado por la sangre común que
de este sentimiento y queriendo significar que la vinculación entre ellos, soli- todos tienen.
daria y cooperativa, debe ser una de las obligaciones del parentesco. Esta unidad La relación cooperativa y solidaria de los individuos consanguíneos asen-
de residencia es la que ha dado el tipo de granja dispersa característica, que con tados en un habitat limitado y contiguo, se expresa en muy variadas formas.
el crecimiento demográfico y las particiones en sucesivas generaciones, van ge- En primer lugar, un intercambio de servicios y de instrumentos de trabajo
nerando un poblamiento más apretado, más cercano, hasta que la pequenez de la agiliza la vida y las obligaciones en el mundo femenino, intercambio que
tenencia impide la creación de nuevos sitios de habitación: entonces es cuando trasciende en lo referente a la actividad y responsabilidades de los hombres.
aparecen los grupos más amplios de las familias extensas que no llegan a su tn
el laboreo de la tierra existe una regla de recíprocos préstamos para he-
desintegración, como ocurre en algunos municipios del altiplano de Nariño y de rramientas, bueyes, semillas, abonos, etc., que mantiene activas y funcionales
la Sabana de Bogotá. El grupo nuclear crece enquistado en la unidad extensa, y as
relaciones. Esta servidumbre de elementos materiales se extiende a la coo-
cuando llegan los hijos a su adultez, a no ser por movimientos horizontales, l°s Peración en el trabajo. No es raro que un hermano "dé la mano" o sirva
demás siguen viviendo al lado del tronco común, casándose y procreando, eI) Porcunamente en un "brazo vuelto" a otro en el laboreo de la tierra, y que
límites casi indefinidos. Cl
°a en trueque el apoyo recíproco en el momento oportuno. Cuando alguno
98/ Familia y culltura en Colombia Estatus y función 199

quiere levantar su vivienda, obtiene la ayuda de los demás, cooperación que je modo que una vez que una familia se moviliza, no sólo agrupa los ele-
aunque se remunere, sin embargo constituye una ayuda, un aporte de solida- mentos cercanos y distantes, sino que el respaldo y la mutua ayuda se extiende
ridad y de asistencia mutua. Este sentido se hace evidente también en las también al grupo de compadres y a sus familiares que quieren emigrar y que
cosechas. El grupo familiar extenso, aunque tenga los mismos cultivos, cuando han quedado atrás. De esta manera se traslada al medio urbano todo un grupo
se recolecta algún producto que entra en sazón en una parcela, se participa emparentado por la sangre o por las formas religiosas. En Bogotá, en Cali y
a todos los hogares del fruto recogido. Los otros a su vez tomarán el presente en Popayán, por ejemplo, pueden verse colonias numerosas de boyacenses,

a su debido tiempo. Los préstamos en especies refuerzan la dieta de los ho- de sabaneros y de nariñenses, núcleos que permiten estudiar todas las moda-
gares: productos alimenticios básicos obtenidos en la ciudad, son compartidos lidades de toda una vereda, símil de un grupo familiar extenso y su agregado
cuando escasean en otras de las viviendas de familiares veredales. También de compadres. Barrios enteros se pueblan con estos emigrantes, y la población
son comunes los préstamos monetarios. Pequeñas sumas se intercambian, tan- obrera de determinadas industrias o fábricas es compacta regionalmente: al
to como los alimentos agrícolas que faltan en un hogar y existen en otro. penetrar laboralmente un individuo, consigue para sus consanguíneos y sus
La norma hospitalaria es una de las manifestaciones más efectivas de la coterráneos el puesto que va apareciendo vacante, hasta conformar un nuevo
familia extensa. Recibir al pariente, brindarle techo y alimentación, es una de núcleo de trabajo a semejanza del agro, donde el sentido de solidaridad se
las normas más acostumbradas. Las visitas entre familiares como observación extiende al grupo y permanece vital. (Las ladrilleras del sur, en Bogotá, son
de un protocolo de relación, sólo empiezan a manifestarse en miembros de homogéneamente boyacenses).
las familias de clase media. Sin embargo, "el posar" en casa de sus parientes La obligación de respaldo en la familia extensa se proyecta en la educa-
para cumplir algún menester es de ocurrencia generalizada. Pero donde más ción: Pasto, Cali, Popayán y Tunja, en cada casa de un coterráneo radicado
expresa se hace la obligación de la hospitalidad en los miembros de la familia en estas ciudades, se hallan numerosos familiares jóvenes venidos de los pe-
extensa, es en la de alojar a algún individuo que realiza alguna tarea particular queños lugares de provincia, de donde son originarios estos recientes ciuda-
en el sitio donde está ubicada la familia. Salud, gestión política, comercio, danos de las capitales departamentales. Los parientes en trance de una
turismo, búsqueda de trabajo, convierten los hogares urbanos en sucursales educación secundaria o quizás universitaria, son enviados bajo su protección
de los parientes de provincia o del agro. Las viviendas de la ciudad o del a las instituciones educativas de las ciudades, brindándoles hospitalidad com-
campo, siempre están plenas de huéspedes que aprovechan aun los más dis- pleta o parcial como expresión del principio de solidaridad de la familia ex-
tantes lazos de parentesco para venir a la ciudad o para visitar a sus parientes tensa, que tiende a sacar adelante a sus miembros cuando dispone de mejores
campesinos. Esta obligación ha sido el soporte de la movilidad horizontal del perspectivas para auxiliarlo.
individuo del campo a la ciudad. Migra uno de sus miembros, posiblemente Los problemas de salud señalan también la fuerza de esta solidaridad.
el de más iniciativa, y se establece en la ciudad. Una vez instalado, empieza Una enfermedad grave reúne en derredor del paciente la atención y solicitud
a rodearse de otros miembros familiares, a quienes acoge a su lado y les de todos sus consanguíneos y afines, y la familia nuclear a la que pertenece,
ayuda en la tarea de conseguir trabajo y ofrecerles hospitalidad mientras pue' con su interés y compañía. Cuando se trata de alteraciones de la salud en los
den bastarse por sí mismos. Así comienzan las cabezas de puente del movi- mfantes, el grupo familiar de "mujeres con experiencia" es consultado, oídas
miento horizontal. Estudiando los barrios pobres de Bogotá, aun las zonas ¿e sus sugerencias en diagnóstico, remedios y tratamiento, y recibidas sus me-
tugurios, se encuentran núcleos cerrados de emigrantes regionales de este ninas o su tratamiento, como parte de este principio de solidaridad de los
complejo cultural, en apretado haz de familiares. "^embros de la unidad extensa.
Complementa los lazos de la familia extensa el compadrazgo, proyeccio" Si la "enfermedad" —que con tal símil se conoce— está representada por el
espiritual del parentesco consanguíneo que suple en las personas enlazada Partera, el sentimiento de solidaridad entre las mujeres familiares es muy fuerte.
a
las obligaciones y derechos de los nexos consanguíneos. De esta manera, el madre no dispone de una partera que la atienda, y su atención no se va a
m
grupo de compadres queda asimilado también dentro de la unidad extensa' Plir en el hospital o clínica, es decir, fuera del hogar, la ayuda de las parientas
100/ Familia v cultura en Colombia Estatus y función I 101

debe manifestarse. Y se manifiesta muy intensamente y con más especialidad Cuando la enfermedad no es contrarrestada, se hace un nuevo llamado a
dentro de los grupos rurales. En las veredas nucleares de parientes comunes, los ioS familiares del enfermo —particularmente si se trata de un padre o de una
niños menores son recibidos en otro hogar mientras nace el hermano, y la madre madre con descendientes distantes— para que estos puedan expresar sus sen-
una hermana, la suegra o una amiga (parienta distante), acompañan a la parturienta timientos filiales reuniéndose alrededor del progenitor cuyo final se acerca.
en su instante vital. Frecuentemente se instalan en la vivienda para remplazar a Los hijos e hijas y los parientes colaterales se hacen presentes colaborando
la que está en trance de maternidad en la ejecución de sus tareas hogareñas, aun en tareas accesorias y urgentes.
en fecha posterior al nacimiento, y para cumplir con el recién nacido todas las Cuando el enfermo es un niño, la madrina debe venir a ayudarle a "bien
obligaciones culturales. Esta atención es posible de satisfacer en aquellos lugares morir". Se dice que el infante prolonga inútilmente su agonía, hasta que la
donde el grupo de consanguíneos mantiene relaciones de contigüidad y de mutua madrina venga a su lado, le dé la bendición y permiso para abandonar el
ayuda y tiene como finalidad dar a la mujer que va a dar a luz un clima de mundo, no sin recomendarle que cuando al final de su vida su ánima llegue
solidaridad y de tranquilidad que sólo logra rodeada de los suyos. Esta meta al Cielo, le abra la puerta o le ayude a salir del purgatorio, puesto que siendo
también se trata de satisfacer en la ciudad: las madres, hermanas, o tías se mueven niño va a convertirse en ángel y devolverá en gratificación celestial los bienes
al hogar de sus hijas o parientas, para asistirlas en este instante trascendente y de materiales que durante su vida terrenal le ha prodigado su madrina. En Nariño
obligada solidaridad familiar. Cuando ello no es posible, las condiciones de la y en Boyacá, las mujeres prestigiosas de una comunidad cuentan con un nú-
vivienda y de la interrelación urbana hacen a la madre muy difícil su acontecer mero muy alto de ahijados, por lo cual comentan emotivamente cuánta tran-
biológico. quilidad pueden tener en su paso a la vida de ultratumba, puesto que disponen
Ocurrido el parto, no es raro que la mayoría de las parientas y comadres en el Más Allá de poderosos intercesores a su favor en los ahijados muertos
se reúnan al lado de la madre para conocer "la gente nueva" y traer algún a temprana edad y a cuyo deceso asistieron.
presente, comida en las clases bajas, presente que va cambiando de acuerdo Cuando el fallecimiento de un individuo ocurre, todos sus parientes, en grado
con los patrones de prestigio de cada categoría social y que se dirige bien a más o menos cercano, se ocupan acuciosamente de las obligaciones de funebria,
la parturienta o al recién nacido. Cada familiar se siente obligado a ir a co- cooperando activamente en ellas, supliendo con la solidaridad más intensa que les
nocer al nuevo miembro consanguíneo y manifestar su aquiescencia. es dable, las obligaciones de los parientes más cercanos al fallecido. Acompañan
Cuando se presenta una dolencia grave en un adulto, padre o madre, se la ceremonia fúnebre y los ritos nocturnos de la novena, costumbre generalizada
trasmite la noticia de su novedad a los familiares, primeramente a los hijos en los grupos populares rurales y urbanos, donde se mantiene menos social y más
distantes, y luego a los miembros de menor parentesco para que se sientan religiosa que en la primera ubicación. El conjunto de la familia extensa se hace
notificados de su obligación y puedan prestar su apoyo. La noticia reúne presente en la novena noche después del deceso, porque esta ceremonia goza de
prontamente a los descendientes, y su respaldo se hace sentir en préstamos especial prestigio, en parte porque pone final a la funebria, hasta el "cabodeaño",
en dinero, que la emergencia familiar requiere, en remedios, médico si es el ceremonia luctuosa al cumplirse el término de un año, o de las sucesivas fechas,
caso, y el traslado del enfermo a la ciudad o al hospital, hasta el cual le y en la cual también ha de manifestarse la condolencia de sus familiares a los
acompañan para darle un efectivo respaldo psicológico. En la vereda de común mas allegados al muerto. El sentimiento de solidaridad por el deceso de un pariente
se
parentela, cada día se expresa el interés por la salud del enfermo, se inter- expresa en el luto, particularmente fuerte y sujeto a vigilancia social en las
c
cambian remedios "que le sentaron", "le oyeron" a otro familiar en caso pa- 'ases media y baja urbanas y en las clase alta tradicionales de provincia. Nariño
recído, se envían yerbas, brebajes y aun fórmulas médicas. Obviamente, el " *-auca son los que más modalidades luctuosas añaden a la solidaridad ante la
u
grupo de compadres —no parientes— también deben manifestar su solidaridad erte: fuera del uso del traje negro por largos períodos, aún enlutan la vivienda,
en este instante, y como lo referí, colaborar con el tratamiento médico para yas puertas y ventanas se cierran, ponen crespones fúnebres en la sala de recibo
el compadre, ayudar a asistirlo en "su gravedad", como corresponde a la ima- c
tratos) y se aislan de toda la vida social recluyéndose conventualmente en sus
gen de la institución dentro de tales ambientes. asas.
1 0 2 / Familia y culltura en Colombia Estatus y función I 1 0 3

Los lazos de consanguinidad se manifiestan también estrechamente cuan- expectativas y en las retribuciones, génesis de los movimientos horizontales
do algunos de los miembros de la familia extensa entran en tensión con algún a ambientes culturales diferentes, problemas tenenciales, etc., crean un clima
elemento fuera del mismo grupo. Inmediatamente, el círculo de consanguíneos de constantes y mutuos agravios.
se cierra alrededor del miembro de conflicto y le responden con su solidaridad. Sin embargo, como característica complementaria, por encima de estas
Esta solidaridad se hace expresa en formas muy variadas, desde el respaldo disenciones, cara al exterior, salva a esta molécula social de su desintegración
económico para subsanar la dificultad eventual, ofreciéndole apoyo en su em- el fuerte funcionalismo que para la sobrevivencia individual éste representa,
presa o incluyéndolo en la que se tiene, como es de usanza en las clase alta. ya sea frente a las mismas pequeñas comunidades o dentro del proceso in-
En los grupos bajos se ayuda al individuo a evadirse de la sanción, disculpando corporativo del individuo a la ciudad. Es tan hostil el medio exterior y tan
su falta, negándola, atenuándola, etc. Y en los casos de que haya sido objeto reducidas las fuerzas de cada Ego, que olvida e introvierte las ofensas para
de violencia por otro individuo más fuerte, sus consanguíneos hacen causa sacar partido a su poder colectivo y permanecer asociado para hacerle frente
común con el ofendido, causa que enlaza vigorosamente todo el grupo de a todos los elementos consanguíneos. Así son más las razones para permanecer
consanguíneos contra el mismo ofensor. Muchas veces el sentimiento agresivo unidos, que para disociarse.
no se manifiesta ostensivamente en este complejo que ha sufrido tan largas
imposiciones sociales represivas. Una agresividad encubierta sirve de enlace
entre los parientes, se mantiene viva, y hace explosión encubiertamente tam-
bién en un instante oportuno, y vuelve y se cierra cautelosamente como se
expresó. Las intensidades del odio fomentado por frustración en la ofensa a
los familiares, tienen en estas clases medias y bajas dimensiones de difícil
escrutinio. Son un fuerte incentivo que integra a las familias con vínculos
emotivos muy fuertes.
Todas estas manifestaciones de solidaridad que se sienten dentro de la
familia extensa, son escuetas expresiones de un sentimiento de común afecto.
La solidaridad de distintos tipos que hemos expresado y de otros muchos
más, tienen esta decidida finalidad: manifestar que los individuos enlazados
por un vínculo común de sangre, sienten un afecto recíproco, que se traduce
en la mutua y constante ayuda en cada uno de los problemas del diario trajinar.
La cultura hace ostensiva la necesidad vital de este respaldo familiar para
cada individuo, que no puede sobrevivir sino integrado dentro de la pequeña
comunidad constituida por la familia extensa. Finalmente, éste es el medio
eficaz para llegar al contacto e integración con la comunidad total, como 1°
hemos visto.
No obstante este funcionalismo del tronco extenso, es necesario advertir
que a pesar de él, o merced a él, fuertes tensiones agresivas enlazan recipr0'
camente a sus miembros. A manera de pequeñas comunidades, cada una <J
estas células consanguíneas, al ser estudiadas en sus fenómenos de interrel2
ción, muestran en su interior una lucha constante pero asordinada en sus m
nifestaciones. El éxito de unos y el fracaso de otros, las frustraciones en
Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa aculturación I 1 0 5

concatenados. Ello no quiere decir que la familia nativa no constituya un todo


Algunos rasgos de la estructura de la familia homogéneo y funcional, parte activa del resto institucional de las sociedades
aborígenes. Lo que falla es el estudio y el estudioso que las analiza.
americana de escasa aculturación
El parentesco

La familia india conserva aún la estructura básica del parentesco clasificatorio


o formas elaboradas y derivadas del mismo enlazadas en las clases matrimo-
niales. Entre los indios paeces, el estudio de Bernal Villa permite obser-
varlo. Así dice el autor: "En la generación de un Ego masculino, hermanos
Las comunidades indias e hijos de tíos y tías, paternos y maternos, se agrupan en una sola categoría,
clasificándose como hermanos" y por otra parte "hermanas e hijoss de tíos y
Introducción tías, paternos y maternos, se agrupan en una sola categoría, clasificándose
como hermanas".
Hemos dicho que la familia americana de escasa aculturación está constituida En relación con el Ego femenino, "hermanas e hijas de tíos y tías paternos
por aquellas comunidades aborígenes que han conservado su carácter institu- y maternos, se agrupan en una sola categoría, clasificándose como hermanas",
cional, y además su territorio, su lengua, indumentaria, y un complejo amplio y a su vez, "hermanos e hijos de tíos y tías paternos y maternos, se agrupan
de ceremonias, de valores normativos y de imágenes. Sin embargo, su acervo en una sola categoría, clasificándose como hermanos". Nuevamente se hace
cultural material y espiritual no está intacto; un proceso aculturativo de más evidente este sistema de parentesco, agrupándose con una nominación igual
o menos intensidad en cada grupo, aunque menor que en el resto del área los miembros ascendentes o descendentes de cada generación en relación con
americana, seguido de un proceso de sincretismo, permea la estructura insti- un Ego dado, característica del sistema clasificatorio. Los tukanos señalan
tucional y da sabor extraño e incoherencia a las expresiones culturales. Acul- también la presencia del parentesco clasificatorio, que reviste formas de
turación y sincretismo crean nuevas formas de difícil dilucidación en sus orí- amplia complejidad relacionadas con la estructura total de la tribu en agru-
genes, fenómenos que son evidentes en la organización "familiar. paciones menores entradas con el sistema matrimonial.
Es en extremo difícil la presentación de la estructura de la célula hogareña Entre los koguis, Reichel señala en los orígenes míticos del grupo la
en estas comunidades nativas, hasta el punto que llega a ser más fácil recons- presencia de hermanos clasificatorios, versión que posteriormente reafirma:
truirla organizadamente en el pasado, que dar su imagen funcional en el pre- en sus relaciones con otros Tuxe o Dáke los individuos empleaban términos
de
sente. Las investigaciones de que se dispone son muy limitadas y bastante un parentesco clasificatorio, designando a grupos masculinos o femeninos
incoherentes. Numerosas comunidades en rápido trance de desintegración y corno hermanos mayores, tías, esposas, etc.". Donde se hace más evidente
de extinción no han sido analizadas en su sociedad y en su cultura; ni siquier8
descritas. Los estudios de algunos grupos son escuetas enumeraciones de lu-
Segundo Bernal Villa, "Bases para el estudio de la organización social de los Páez", en: Revista
gares comunes, sin sentido vital, pobrísimas en versiones dinámicas de la vida Colombiana de Antropología, vol. IV, Bogotá, 1955, pp. 168 y ss.; Henry Lehrnann, "Un confesonario
en lengua Páez", en: Revista del Instituto Etnológico Nacional, vol, II, Bogotá, 1956, p. 7
india, en tanto que muchas de ellas están tocadas y saturadas por las emana- 131
Ibídem.
ciones culturales personales del investigador, o por los marcos teóricos etno- Marcos Fullop, "Notas sobre los términos del sistema de parentesco de los Tukano", en: Revista
gráficos o antropológicos en boga en el momento del trabajo. Con tales aporta Colombiana de Antropología, vol. IV, Bogotá, 1955, pp. 139 y ss.
no puedo reconstruir ni analizar la institución familiar. Debo contentarme, osé de Vinalesa (padre), Op. cit., pp. 101, 102; Gerardo Reichel, "Los koguis, una tribu de la Sierra Nevada
134 S a m a M a r t a ' Colombia", en: Revista del Instituto Etnológico Nacional, Bogotá, 1950, p. 161.
lo más, con una enumeración deshilvanada de rasgos, imágenes y valores n Gerardo Reichel, Op. cit., p. 167.
1 0 6 / Familia y cultura en Colombia Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa aculturación I 1 0 7

este sistema es en el nominativo para cónyuge que se aplica al marido, a la La organización Guahíba también reconoce el sistema matrilineal con
esposa, por extensión a todos los hombres y mujeres que potencialmente hu- ejntinueve términos de parentesco, expresión de categorías vinculadas al
bieran podido ocupar con relación al Ego este estatus. Generalizando un sexo, a la edad, y a las clases matrimoniales. Los piapocos pertenecen a
tanto en relación con la nominación de las generaciones, expresadas por el la misma estructura de parentesco clasificatorio, dentro de la cual los estatus
autor, hallamos que existe una palabra común para los individuos de una similares se hallan nombrados en forma igual. Es un clásico ejemplo de fa-
misma escala de parentesco que permite intuir la existencia del sistema cla- milia iroquesa, donde existe un matrimonio preferencial con los primos cru-
sificatorio que aún se conserva ligado a las clases matrimoniales y con formas zados, mientras los paralelos, asimilados al grupo de hermanos por línea
de organización mítica más complejas aún y con sistemas de matrimonio pre- materna, son exceptuados en las posibilidades conyugales.
ferencial. Los curipacos, grupo migratorio que convive en Colombia y Venezuela,
El grupo Chocó de la costa del Pacífico y de las altas cabeceras del Sinú, país éste a donde están llegando nuevos grupos en éxodo creciente, también
también guarda rasgos de un parentesco clasificatorio, no estudiado aún en poseen un sistema de nominación igual, de acuerdo con un Ego dado, según
toda su complejidad. 137 A pesar de ello no es arriesgado afirmar que el sistema el sexo, la edad y las relaciones consanguíneas. Este grupo, a pesar de estos
estructural de su parentesco y de sus clases matrimoniales tiene relación con sistemas estructurales de la afinidad y la consanguinidad, ha ido transforman-
el tipo nominativo. do otros aspectos de la organización de la familia. Han devenido en patrili-
Los panares, por su parte, presentan el mismo régimen de parentesco neales, pero conservan aun rasgos de la forma uterina en la transmisión de
clasificatorio: veintitrés términos nombran a personas pertenecientes a una las normas herenciales.
138
Los yarabanas y los guahíbos repiten el sistema clasificatorio descrito
misma generación y a estatus similar en relación con el Ego dado. El
para el grupo anterior. Estas dos comunidades de tipo nómada, también indi-
sistema se enlazaxon las clases matrimoniales, y el matrimonio preferencial
can la presencia del matrimonio preferencial entre primos cruzados y la abs-
de primos cruzados. Por otra parte, ofrece un sistema matrilineal en la familia
tención con los paralelos. La reducción considerable de ellos y su dispersión,
extensa con fuerza del avunculado y sus correspondientes formas de levirato.
han ido creando dificultades en el cumplimiento de las normas relativas al
También los piaroas muestran la organización matrimonial de la familia
sistema de clases matrimoniales.
extensa y su sistema de parentesco clasificatorio con veinticuatro términos
nominativos; 139 de variantes complejas que hacen relación al sistema de clases
matrimoniales dentro del cual se incorporan, como en los anteriores, los pri- La filiación
mos cruzados, como cónyuges reales y potenciales, mientras los paralelos
entran a la categoría de hermanos, con los cuales la relación matrimonial es Conexos con estos rasgos hallamos en las comunidades indias la presencia
prohibitiva. de un sistema de filiación unilineal uterino. Y concomitantemente con él se
e
ncuentra que la autoridad femenina tiene una amplia proyección: la mujer
realiza tareas productivas de valor básico para la familia, y ejerce considerable
135 Ibíd., pp. 205, 206, 207, 213, 215 a 221. influjo
136 Ibíd., p. 222. sobre la descendencia que recibe su nominación. Estas formas, domi-
137 Roberto Pineda Giraldo, Los chocó..., Op. cit.; Gerardo Reichel, "Contribuciones a la etnografía •* antes dentro de las comunidades colombianas antes del descubrimiento (véa-
los indios del Chocó", en: Revista colombiana de Antropología, vol. XII, Bogotá, 1962, pp. 178-l°u- >e
138 Johannes Wilbert, Indios..., Op. cit., pp. 38 a 42.
La familia en Colombia, transfondo histórico), se han ido debilitando con
139 Ibíd., pp. 56 a 61. influjo misional particularmente. El esfuerzo religioso por imponer el patrón
140 Marquis de Wavrin, Les indiens Sauvages de l'Amerique del Sud, París, 1948; Lisandro Alvaf^ j j!' Johan
n « Wilbert. Op. cit., pp. 81 a 86.
Datos etnográficos de Venezuela, Caracas, 1953; José M. Cruxent, "Reconocimiento del á r e a ? v ,43 ¡bid
- PP- 92 a 97.
Alto Orinoco", en: Memoria de la Sociedad de Ciencias Naturales, La Salle, años IX, X, No- "'
26, Caracas, 1949-1950, pp. 3, 21, 271-317; Walter Dupouy, "El piache, hombre de selva", en: TM )44 ;J«.PP. 116 a 120.
Firme, No. 8, Caracas, 1952; Joseph Grehier, La vivienda piaroa, Caracas, 1953. "Hd- PP- 82 a 87.
1 0 8 / Familia y cultura en Colombia Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa acultura-ación I 1 0 9

hispánico bilateral, marcar sus normas de herencia e implantar la jefatura del luego las normas reales que regulaban la familia, una de las cualess, la resi-
marido en el hogar, ha alterado las formas iniciales, verificándose un proceso dencia y la ciudadanía de las nuevas generaciones, estaba fuertemeente con-
de aculturación no lo suficientemente intenso y extenso para cobijar el total trolada por disposiciones gubernamentales. Hoy en día lo que fuerom normas
de la cultura que señala aún las viejas estructuras institucionales uterinas. creadas a través de Cédulas Reales, constituyen estructuras instituciosnales in-
Dentro de estas consideraciones, la Guajira es sin duda la comunidad que dias.14 No obstante, la mítica permite entrever las normas primitivaas en que
presenta con más viveza el sistema de parentesco matrilineal. El concepto la filiación unilineal uterina era la forma específica dominante, vincuilada con
de concepción y gestación induce a la cultura a señalar a la madre como 149
el sistema de parentesco clasificatorio, y con la autoridad femenima domi-
transmisora única de la sangre, vínculo común y básico del parentesco. El nante dentro de la familia nuclear y extensa.
hijo es de la madre, quien al darle la vida y relacionarlo con su sangre a las
demás generaciones ascendentes y colaterales, tiene sobre él derechos mayores La autoridad y otros rasgos
que los del padre, quien no transmite lazos de parentesco y por tanto no es
de su sangre. Por ello la madre extiende su nominación a sus hijos y por ello Los panares presentan, como muchas de las tribus de vida seminómaade de la
también los de igual nombre forzosamente están emparentados entre sí e im- región oriental colombiana, un complejo de autoridad similar. En la i etapa de
pedidos para casarse. Cada clan posee un territorio común y un ancestro ge- movilidad que vive el grupo en la temporada de verano, la familiat nuclear
nérico. No jugando un papel vital el padre ante la descendencia, la figura se desprende y comienza una gira de caza y pesca a través de su hálbitat. En
varonil importante en la familia pequeña es el tío, hermano de la madre, quien este período el hombre es la cabeza de la autoridad y responsable die la ex-
asume el papel cultural de progenitor. Derechos y deberes de la familia ex- pedición. Pero ambos cónyuges comparten la autoridad cuando se trata de
tensa se cumplen tan sólo por la rama uterina. otros menesteres diferentes al movimiento migratorio. Cuando la famúlia nu-
Los chocoes actuales, según el grado de contacto con la comunidad co- clear regresa al tambo comunal, las actividades sedentarias son principalmente
lombiana, van incorporando sus rasgos normativos. Los caramantas y los cha- de naturaleza femenina. La esposa participa activamente en la producción
mis ofrecen ya parentesco de predominancia patrilineal o bilateral, cuando económica y se incorpora dentro del núcleo de su parentela uterina. Entonces
inicialmente presentaban la forma matrilineal. Los grupos más alejados del es cuando la mujer tiene un mayor respaldo y la autoridad masculinai se pro-
influjo foráneo, todavía señalan una nominación vinculada a la rama materna, yecta en menos responsabilidades. Cada tronco nuclear en esta etapia se in-
cuya herencia se orienta en la forma unilineal. troduce dentro de la familia extensa y participa en una forma semicomunal
Los koguis aparecen a través de los estudios con un considerable rema- de las actividades del conjunto.150
nente aculturativo que los ha llevado a involucrar formas patrilineales dentro El guahíbo, seminomádico como el panare, conforma una estructura fa-
de un sistema de parentesco bilateral. Sin embargo, la mítica y ciertos rasgos miliar similar: en la etapa de movilidad, el centro de la autoridad y dell trabajo
institucionales permiten entrever las raíces matrilineales del pasado, casi bo- se ubica en el padre, que cumple las tareas de cazar y pescar las piezas
rradas por la superposición blanca. Igual problema se presenta con los principales, mientras la mujer lo complementa con la recolección de frutos y
tukanos. Pese a que se trata de un grupo marginal emplazado en la selva, ha raices silvestres. Padre, madre e hijo regresan al rancho comunal donde la
recibido amplia influencia misional. Los jóvenes de ésta y otras tribus orien- "dore acrecienta su autoridad en sus actividades productivas y recibe: el res-
tales, pasaron por una etapa formativa en casas misionales, de donde salía" paldo y consideración de las demás parientas uterinas. Esta familia extensa
ya adultos y con estructuras matrimoniales católicas. Sobre sus vidas pesaban entonces la unidad económica: los grupos de hombres la proveen conjun-

145 Virginia Gutiérrez de Pineda, "Organización..." ..., Op. cit., pp. 109 y ss.; 175 y ss.; 219 y ss- 149 f.eCOpüación d e leyes de Indias, ley 10, título 10, 11; ley 21, título 9; ley 6; ley 7, título 1.
146 Laura de Santa Catalina (madre), Cartas misionales, sin fecha, pp. 56 y ss., 66, 67, 84 y 100. reos Fullop, Op. cit., p. 309 y ss.; Antonio Giacone, os Tucanos e outras tribus do rio Vaupes,
es do Ne r
147 Gerardo Reichel, "Los koguis...", Op. cit., vol. I, pp. 135, 144-146, 151, 152, 217 a 230, y v0 150 8 °- Amazonas, Sao Paulo, 1949, pp. 21 a 26, 74 a 76.
J
p. 226; José de Vinalesa, Op. cit., p. 60. °hannes Wilbert, Op. cit., pp. 36 y ss.
1 1 0 / Familia y cultura en Colombia Algunos rasgos de la estructura de ¡a familia americana de escasa aculturacion / 111

tamente realizando sus tareas privativas, cuyo producto reparten equitativa- El matrimonio, ceremonia social y disolución
mente, mientras proceso idéntico realiza el conjunto de mujeres emparentadas
entre sí. D Rota la mayoría de los valores e imágenes de la cultura, por el proceso de
Con frecuencia, dos o tres familias extensas se vinculan en tareas econó- aculturacion que han sentido estas comunidades nativas, se pierde también
micas y conforman una banda, cuyo jefe es un individuo ampliamente cono- mucho del interés y fuerza de los patrones de prestigio vinculados con ciertos
cedor de las prácticas mágicas propiciatorias de las actividades comunales, y momentos del ciclo vital. Tal el caso de las ceremonias matrimoniales. La
que defiende con ellas la banda contra los demás. La autoridad en este tipo Iglesia se esforzó celosamente por romper los sistemas de rapto, compra,
de organización se va acrecentando a medida que el individuo envejece, pues trueque (véase La familia en Colombia, transfondo histórico, apartado: "Ma-
son los mayores del aruoo los que van adquiriendo los conocimientos y los trimonio familia americana"), con la cual se quebró la extensa red de pro-
152 yecciones socioeconómicas y otras que estos mecanismos conllevaban. Algu-
poderes para la práctica de la magia, tan vital a la comunidad. " Esta auto- nos grupos aún no asimilaron las ceremonias religiosas católicas, aunque
ridad se expresa en un respeto y cuidado que los más jóvenes les dispensan, borraron la mayor parte de sus ritos. Persisten, sin embargo, algunas formas
atenciones que envuelven mucho de temor. Cuando emprenden marchas con- dispersas que nos pueden suministrar ejemplos al respecto.
juntas, que también es de ocurrencia, les transportan cuidadosamente grandes
cestas que portan a la espalda en riguroso turno, como Gumilla lo refiriera Los cunas conservan parte de las viejas instituciones nativas. La mujer
en el pasado. ha de ser pedida a los padres, quienes, de acuerdo con el sistema aborigen,
Entre los koguis existe una estructuración familiar de naturaleza más com- dan o no su consentimiento, teniendo en cuenta para ello la valoración de las
pleja que las anteriores, fuertemente entrabada con otras instituciones tales cualidades culturales del yerno, quien ha de venir a servir a casa de sus sue-
1 Sí»
como la religión, la cual, con su cabeza terrenal, el Mama, interfiere en forma gros dentro de las actividades que se asignan a los varones. Es el clásico
activa en todos sus procesos. 153 En otro sentido, el proceso aculturativo de matrimonio por servicios.
este grupo ha sido más prolongado que el sufrido por otros más distantes o La Guajira observa el sistema de precio de la novia, o compra de la novia,
marginales. Desde la época de la conquista ya sentía la presión impositiva de a través de un elemento de reciente adquisición, el ganado vacuno y lanar,
los primeros pobladores, fundadores y expedicionarios de la provincia, con adicionado de dinero contante y de joyas de procedencia arcaica. Este pago
sede en Santa Marta. Por esta razón, hoy en día existe un marcado acerca- no sólo representa el valor escueto de lo que la familia pierde al permitir el
154
miento a los principios familiares impuestos por los grupos misionales. matrimonio de su hija, sino que lleva involucrados valores de respaldo fami-
Muy poco puede saberse de la comunidad Chimila en lo concerniente a ins- liar, lazos de consanguinidad, de moral femenina, de control de la agresión
titución familiar. Las mujeres parecen ocupar un alto estatus de la cultura, del esposo y conceptos de riqueza, estatus social y poder, etc. Se proyecta
estatus que también las obliga a un alto rendimiento económico, pero que se asimismo sobre la organización económica, la ganadería nómade, pues per-
traduce en actitudes impositivas en el hogar y en relación con su cónyuge. mit
e, en una zona de clima semidesértico, la interrelación de las tierras tribales
Es tal su prestigio, que pueden llegar al rango de cacicas y centralizar el y el usufructo de los pozos de cada clan. Implica también una valoración y
poder mágico curativo. ma
ntenimiento del estatus socioeconómico de los conjuntos claniles y el re-
erzo
de la institución del avunculado.157
Los Piapocos, como la mayoría de los grupos de esta parte oriental co-
l a n a , señalan una exogamia local, pero dentro de una endogamia cla-
151 Ibíd., pp. 80 a 81.
152 Ibíd., p. 87.
153 Gerardo Reichel, "Los koguis...". Op ai., pp.123.128. 129. 135. 144. 145, 151 y 152. ana
10s
de Betania, Op. cit., pp. 171 a 174; Severino de Santa Teresa (fray), "Los indios catios y los
kunas", en: Autores Antioqueños, vol. VII, Medellín, Imprenta Departamental, 1959, cap. IX,
154 Gerardo Reichel. Op. cit.. tomo II, p. 226. ,57 * 221 y s s .
155 Gerardo Reichel. Etnografía chimila.... Op. ciu, p.100. gmia Gutiérrez de Pineda, Organización social..., Op. cit., cap V, pp. 73 a 126.
Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa aculturación / 1 13
1 1 2 / Familia y cultura en Colombia

nil. 158 Esta comunidad india, con el sistema iroqués de estructuración familiar, esposas. A los mencionados valores sumemos los sexuales y la proyección
debe aceptar el matrimonio preferencial con el primo o prima cruzados. El de la estampa varonil sobre la comunidad, a través de las fuerzas femeninas.
hombre da regalos a su suegro —su pariente consanguíneo—, se radica en Era genérica entonces una poliginia de prestigio, cuya imagen aún sobrevive
su hogar y luego se fija con su esposa en sus tierras, donde levanta la fami- en las comunidades que nos ocupan.
lia. 159 Formas similares se hallan entre los huitotos, donde parece que existe Los panares ofrecen un tipo de familia plural de tipo compacto y sororal:
un matrimonio preferencial entre primos cruzados. Entre los tukanos existe un techo común cobija las mujeres de un Ego masculino, que con frecuencia

el canje de las hermanas del Ego masculino por mujeres para sí y para los están constituidas por dos o más hermanas. Los sistemas de herencia indican
parientes maternos. Cuando carece de aquellas, las compra o las rapta. que al fallecimiento de un hombre panare, sus viudas pueden ser heredadas
Las formas matrimoniales de los koguis están supeditadas a la domi- por su hermano, de preferencia el que permanezca soltero.166
nante escasez de mujeres en la comunidad, de modo que los progenitores del Una poliginia de prestigio con cualidades similares al grupo anterior pre-
novio manifiestan su aquiescencia por que su hijo encuentre mujer, mientras sentan los piaroas. No todos sus hombres pueden permitirse el lujo de tener
institucionalmente se observa "cierta conducta hostil de los padres de la no- varias esposas: este privilegio tan sólo es alcanzado por los hombres de más
via", 163 que reciben una serie de regalos previos y una permanencia indeter- elevado estatus, tales como el Shaman, de gran poder dentro de la comunidad,
minada del marido en el hogar de su suegro trabajando activamente para él, o los hombres más viejos, posiblemente apreciados por sus poderes y cono-
es decir, existe allí el clásico matrimonio por servicios de la cultura aborigen. cimientos en la magia. Se heredan las mujeres en la persona del hermano
Entre los motilones, el precio de la novia lo constituye una sementera menor si permanece soltero: ellas constituyen un bien heredable, uno de los
que el novio entrega a sus suegros,1 como entre los tukanos occidentales pocos que pueden transmitirse a los consanguíneos.
consiste en un préstamo de servicios por parte del novio en casa de los padres El Shaman guahíbo es uno de los escasos afortunados que en su comu-
de la mujer, por un tiempo indeterminado. nidad tiene la posibilidad de ser poligínico. Esta poliginia está relacionada
con su capacidad de curar: cuando cura algún enfermo importante en una
casa —la madre especialmente—, puede exigir en pago que se le otorgue una
La poliginia
hija en calidad de esposa. Esta familia plural es de tipo compacto: una sola
vivienda alberga la constelación de coesposas y ellas constituyen una unidad
Otro de los rasgos estructurales de la familia india era la poliginia. Ella no
de trabajo donde la autoridad de la primera mujer y su rango se destacan
era forzosa, pero dados el estatus tan importante de la mujer, su activa par-
dirigiendo el conjunto. Con frecuencia este grupo femenino está constituido
ticipación en la vida económica, y la organización familiar que en la mayoría
Por hermanas o parientas. Similar tipo de poliginia ofrecen los' hombres
de los casos llevaba fuera de cada territorio de la comunidad al grupo de
Piapocos: la mujer principal dirige las actividades domésticas del grupo de
parientes, el hombre no podía sobrevivir sin que a su lado tuviera una o varias c
oesposas, atendiendo a la capacidad de cada una y a su edad. 169
Los motilones son poligínicos sólo en la persona de sus más destacados
158 Johannes Wilbert, Op. cit., p. 97; John Cooper, "Stimulants and narcotics", en: Handbook of South
American ¡ndians, vol. V, Washington, 1949, pp. 525-558; Lisandro Alvarado, Op. cit: J. Alden Jefes, pues de esta tribu india, Reichel dice: "El Motilón es monógamo sólo
Masón, "The Languages of South American Indians", en: Handbook of South American Indiana
vol. VI, Washington, 1950, pp. 157-317.
159 Johannes Wilbert, Op. cit., p. 97. Johannes Wilbert, Op. cit., p. 43; véase Paul Rivet, "Langues Americaines Langues del l'Amenque
160 Julián H. Steward, 'The Witotoan tribes", en: Handbook of South American ¡ndians, vol. IV, WashingK* du Sud et des Antilles", en: Les Langues du Monde, París, 1924, pp. 639-712; Caro] Reley, "Noticias
p. 757. sobre los indios Panare de Venezuela", en: Boletín Indigenista Venezolano, vol. I, Caracas, No. 2,
*53> pp. 3 a 23; John Guillin, "Tribes of the Guianas and the left Amazon tributaries", en: Handbook
161 María de Betania, Op. cit., pp. 162 y 163. h American
167 ° . ¡ndians, vol. III, Washington, 1948, pp. 799-860.
162 José de Vilanesa, Op. cit., p. 59. J
ohannes Wilbert, Op. cit., p. 63.
163 Gerardo Reichel, "Los koguis...", Op. cit., tomo II, p. 224. 168 Ibíd.
PP- 80, 81.
164 Gerardo Reichel, "Los indios motilones...", Op. cit., p. 68. 169 Ibíd.
p. 91.
165 Julián H. Steward, Op. cit., p. 747.
1 1 4 / Familia y cultura en Colombia Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa aculturación / 1 1 5

cuando lo obliga la pobreza y cuando ha logrado una mejor situación econó- social, no siempre afectiva; las demás tienen la categoría de esposas secun-
mica, es frecuente que tome dos hermanas, con las cuales convive en una darias o concubinas.
1 7A
El matrimonio entre los grupos aborígenes no es indisoluble, y posible-
sola vivienda". Existe una forma de levirato sobre bases de un principio mente muy pocas uniones sobreviven durante toda la vida de los cónyuges;
de sustitución: no son los parientes los que reciben la viuda, sino un amigo se hacen y deshacen de acuerdo con pautas particulares establecidas en cada
cercano del difunto a quien se entrega la esposa y los hijos para que cumpla cultura. Siempre se ha dicho y se sigue repitiendo que por motivos baladíes
con ellos todas las obligaciones del que falleció. Con frecuencia los hombres se separa la pareja nativa, que configura rápidamente otra unión sin darle
viejos dejan a sus esposas a jóvenes que podían ser cronológicamente hijos importancia a la que acaba de disolver.
de las mujeres heredadas. Tal vez esta condición les asegura un mejor bien- Ello no es así: las causas de repudio son de vital importancia, aunque no
171
estar a las mujeres del muerto. Otro tanto ocurre en el grupo Chocó, donde lo parezcan al extraño de la cultura. El que el marido sea mal o desafortunado
existe una poliginia de prestigio de tipo compacto. Solamente los hombres de cazador y pescador dentro de una cultura donde estas dos actividades cons-
mejor condición económica y el Jaibaná, hombre-medicina, merced a la alta tituyen fuentes indispensables de abastecimiento de carnes, es una razón to-
valoración que la comunidad tiene por la cabeza de su institución médica, dopoderosa de divorcio para una mujer cuya vida y la de su descendencia
172 depende de tal habilidad de su marido. Mientras en algunas comunidades poco
pueden tener más de una esposa. Esta situación se hace también evidente
ante los huitotos. donde tan sólo el curandero de la tribu obtiene este privi- importa como causal de divorcio que la mujer sea infiel, en otras el adulterio
173
legio, muy difícil de conquistar por los demás. está relacionado con la cosecha, con la fertilidad del suelo, factor muy im-
Los koguis también presentan las mismas razones para la organización
portante en un pueblo agrícola. En algunas sociedades indias, los koguis por
de su familia compuesta, sólo presente en la persona del Mama, figura central
de varias instituciones. 174 ejemplo, la proporción numérica de los sexos hace que el hombre encuentre
Son los guajiros, sin duda alguna, uno de los grupos donde la poliginia muchas dificultades si disuelve infructuosamente su unión: difícilmente puede
florece con más plenitud. Realmente la actividad económica, la ganadería rehacerse matrimonialmente, porque el número de mujeres es considerable-
acondicionada a esta zona esteparia, tiene razón de ser en función de la ad- mente menor que el de los hombres. Entonces, aunque la comunidad le per-
quisición plural de esposas. El hombre guajiro, cuando se embriaga, quiere mitiere disolver su unión por ciertos causales, no lo hace, presionado por las
dar la imagen de su estatus cuando canta: "Soy un indio rico que tiene muchas circunstancias que existen en su grupo.
mujeres [...]", ya que el precio de la novia es una inversión que se recupera Veamos algunas muestras más. Los chocos, disuelven su unión, tanto por
a largo plazo y que representa la capacidad económica del hombre que la iniciativa de los hombres como de las mujeres. Cuando la residencia es pa-
hace. Esta poliginia puede ser compacta o dispersa, sororal o no. Lo frecuente tnlocal, el hombre arroja fuera del bohío a la mujer, quien debe abandonarlo
es que el hombre escalone sus mujeres por todo el territorio donde pastorea en compañía de sus hijos, no pudiendo tomar ningún producto de las labranzas
sus ganados, y lleve consigo alguna adquisición reciente o solicite la compañía Que ella misma ayudó a sembrar, "así desfallezca con sus hijos de necesi-
da
de la más apreciada. Caracteriza esta poliginia la forma desigual: la primera d". El motivo que impulsa a tan drástica solución se debe a que la mujer
no
esposa, comprada con la ayuda de todos sus familiares, es la que en su rango cumple, de acuerdo con el saber del marido, sus obligaciones hogareñas.
tJ
se acerca más al estatus del marido común y la que guarda una prelacion repudio por parte del Ego femenino también se presenta: el hombre chocó
0
Permite a su mujer hablar con ningún hombre, debiendo permanecer a su
ado y seguirle como una sombra mientras van a la ciudad: teme que al hablar
170 Gerardo Reichel, "Los indios motilones...". Op. cit., p. 69.
171 Virginia Gutiérrez de Pineda, Notas de campo sobre los indios motilones. Manuscrito.
172 Roberto Pineda, Los chocó.... Op. cit., p. 359; David Stout. Op. cit.. p. 273; María de Betania. Op- Virginia Gutiérrez de Pineda, Organización..., Op. cit., capítulo V, p. 89 y ss.
6
cit., p. 68. Johannes Wilbert, Op. cit., pp. 81 y ss.
173 Julián H. Steward, The Witotoan tribes.... Op. cit., p. 758. Laura de Santa Catalina, Op. cit., pp. 198 - 202; Roberto Pineda Giraldo, Los chocó..., Op. cit.,
PP- 304 y ss.
174 Gerardo Reichel, "Los koguis"..., Op. cit., tomo II, p. 219.
1 1 6 / Familia y cultura en Colombia
Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa aculturación / 1 17

con otro varón, éste le haga alguna promesa de bienestar marital superior al Entre los koguis, Reichel señala una marcada tendencia de la mujer al
178
que tiene, y ante este halago abandone prontamente al esposo, como efec- adulterio, que conlleva el divorcio, o es causal del mismo, 183 al paso que
entre los motilones la misma causa desintegra la vida conyugal. Alcacer
tivamente ocurre.
añade dos causales más de disolución del matrimonio: que no haya descen-
Los panares de la región oriental colombiana se disuelven por similares
dencia en la pareja, cuyas causas se atribuyen a la mujer; asimismo, "si la
razones: infidelidad, incumplimiento de las tareas de cada sexo. En este caso,
esposa permanece de ordinario enferma".
los hijos siguen a la madre que se reincorpora a su familia extensa y si en
esta unión había hijos del padre, éstos retornan al lado de su tía paterna en
179 Normas de residencia y los sistemas de herencia
cuyo hogar se cobijan.
No satisfacción en las funciones correspondientes al estatus de cada sexo,
es la razón que aducen los guahíbos para desintegrar la familia nuclear. Una Dos formas estructurales de la familia perduran aún en las comunidades in-
mujer guahíba puede acusar a su marido de que no tiene buena puntería y dias, aunque interferidas como los rasgos anteriores por el influjo de las cul-
por tanto es mal cazador, o desafortunado pescador, y la comunidad, si se turas hispánica y colombiana: me refiero a las normas de residencia y a los
separa, está de acuerdo en concederle razón a su decisión. También la diso- sistemas de herencia. En cuanto a las primeras, ellas sintieron la presión de
lución de la unión, que parece a los investigadores bastante desleal, se basa las instituciones coloniales que trastornaron los principios originales de las
180 comunidades indias. En algunas tribus se conservan intactos sus principios,
en acusaciones de mutua infidelidad. y en otras, al trastornarse sus patrones, han interferido otras formas familiares.
La familia india guajira es bastante estable; la mujer constituye un bien, del Los tukanos, por ejemplo, tienen una residencia patrilocal. Las mujeres,
cual el marido difícilmente se desprende. Si le es infiel y el amante quiere legitimar siguiendo la ley nativa, debían, al disolverse su unión (repudio, viudez), re-
sus sentimientos por ella, puede comprarla al marido y así se normalizan sus tornar a las tierras claniles uterinas en compañía de sus hijos. Pero bajo el
relaciones. Pero la infidelidad femenina es limitada porque la familia materna
181 influjo de la legislación colonial, ellas deben regresar solas, únicamente con
controla a la esposa, puesto que debe volver el precio de la parienta al marido.
Por su parte, el esposo, si bien puede marginar a la mujer, como ella es la cabeza sus pequeños en período de lactancia, los cuales han de volver al suelo de
económica, realmente no altera su bienestar. El hombre guajiro no deshace su su padre una vez pasado este período. La cultura rehizo los fueros de la
unión porque la mujer es suya, le pertenece, puesto que pagó por ella, y puede madre tukana lesionada con la cultura hispánica y ahora, cuando muere el
regresar y recibir los servicios derivados del matrimonio cuando a bien tenga. esposo, es heredada por el cuñado y con ello la mujer puede permanecer en
Sólo en el caso de que la maltrate, los familiares maternos de la esposa le quitan el territorio de la tribu de sus parientes afines, al lado de sus hijos.
sus derechos y puede volver sin obligaciones a su hogar de orientación. El esposo Los panares y los piaroas tienen una residencia rotatoria que va de acuerdo
182 c
ha perdido el precio de compra. on el régimen nomádico de su vida económica. En los tiempos de movilidad
horizontal periódica la familia nuclear se establece en forma neolocal con-
178 Ibídem.
sultando sus propios intereses. Cuando llega la temporada de sedentariza-
179 Johannes Wilbert, Op. cit., p. 37.
180 Ibíd., p. 81.
1 Rl
181 Virginia Gutiérrez de Pineda, Organización..., Op. cit., pp. 89 y ss.
182 Ibídem.; Roberto Pineda Giraldo, "Aspectos de la magia en la Guajira", en: Revista del Instituí 184 Ger"J° *****' °P "'' V °'' '' P' 229 VoL XI
' ' P- 23L
185 ReiChe1 Los indios
Etnológico Nacional, Bogotá, 1950; "Informe preliminar sobre aspectos sociales y económicos ác » Anto ° ' " motilones...", Op. cit., p. 69.
Guajira", en: Boletín de Arqueología, vol. XI, Bogotá, No. 5 y 6, 1947, pp. 529 y 572; J o n a n n ^ mo ,
' ^ 0 V d i»t!!, a C e r ( ]f d r e ) ' *"* Barl CultUra del Puebl° motil6n- B ° g ° t á . 1964, p. 72- El indio
Wilbert, "Identificación etnolingüística de las tribus indígenas de W. de Venezuela", en: Socieof" Wb
de Ciencias Naturales La Salle, vol. XX, Caracas, No. 58, 1965; Milcíades Chaves, "Mitos.leyend"5 **>¿"al r 0 'l B0g t ° ta H ? 2 : ¡T^0 d £ B a Í ! e r e S ( p a d r e ) ' Mo'Uo"es: GerardoRdchel, " C o t
reglón de Perijá en:
y cuentos de la Guajira", en: Boletín Arqueología, vol. I, Bogotá, 1953, pp. 123 a 125; Varios, ' n * .
87 £ *Gvoi. i H 0p
1186 ^ cit
A *pp":£*,£
24 y ss 73 y ss "> * - « — < - * —
y blancos en la Guajira, Bogotá, 1963, pp. 57 y ss., pp.l 15 y ss., 121 y ss.; José Agustín
Barranquilla (padre), Así es la Guajira, Barranquilla, 1946. C ;T' S Wllbe
- -
" . Op. cit., pp. 36, 56, 57.
- -
1 1 8 / Familia y cultura en Colombia Algunos rasgos de ¡a estructura de la familia americana de escasa aculturación / 1 1 9

188
ción, todos hacen vida en común, con residencia matrilocal. Los guahi- La herencia es un rasgo que perdura activamente hasta muy luego de
bos 189 cumplen los mismos itinerarios anuales de vida nomádica, y la agru- desintegrada culturalmente una comunidad, a través de aquellos aspectos que
pación de la familia extensa en el período sedentario, se fija alrededor del no han sido involucrados en el proceso de cambio, mientras se borran las

linaje uterino.190 En cambio, los Piapocos parece que se establecen en el nuevas adquisiciones que no continúan el sistema tradicional. Los cunas, por
suelo paterno,191 aunque esta observación sólo se ha hecho en un grupo re- ejemplo* reparten entre sus parientes las armas de tipo moderno, mientras
ducido de estos individuos. Los curipacos, por el contrario, establecen su hace poco las armas tradicionales eran enterradas con el cadáver para evitar
residencia por corta temporada en la casa de sus suegros, pues su esposa, el airado retorno del espíritu del muerto al mundo de los vivos. Presiones de
según el tipo de matrimonio preferencial, es prima cruzada, y luego se fijan los misioneros para evitar que las tumbas con objetos de oro fueran violadas
en el territorio del clan paterno, sistema que está vigente en otros subgrupos por individuos de cultura colombiana, han limitado y siguen limitando su
193
de esta porción oriental. enterramiento. Los guajiros también participaron de la idea de agregarle
Los koguis señalan todavía el tipo de residencia común entre los chibchas al muerto sus haberes: el estatus del fallecido en el Más Allá, requería para
y otras tribus andinas: "el hombre vive durante una época larga en la casa de una cabal ubicación todas sus pertenencias. En la actualidad, durante el ve-
su mujer, teniendo que cumplir con prestaciones muy estrictas con su sue- lorio, se sacrifican y regalan gran parte de sus riquezas representadas en ca-
gro". 4 Otro tanto ocurre entre los paeces y entre algunas comunidades de bezas de ganado, acto que cumple el mismo fin. Todavía algunos de sus
resguardos indígenas en el departamento del Cauca. Los chimilas son matri- haberes acompañan al difunto; son colocados en su tumba en el cementerio
195
locales, involucrado el hombre en la familia extensa de la mujer, mientras clanil. Las herencias se reparten originalmente en vida, en forma de donativo
los motilones son abiertamente patrilocales. Al igual que los guahíbos, en las a sus parientes, con ocasión de momentos importantes del ciclo vital: naci-
épocas del verano, la familia extensa se desintegra, sale en unidades nucleares miento, iniciación, primer matrimonio, o por respaldo a la violación del ré-
y torna de nuevo finalizada la temporada de caza y pesca en el momento de gimen de seguridad, segundo entierro, etc. Los tíos dan en vida a sus sobrinos
iniciar las labores agrícolas a su asiento originario. maternos la posesión de las tierras agrícolas que ya son propiedad privada;
Los chocoes también son patrilocales: una vez realizadas las ceremonias las tías maternas, a sus sobrinas uterinas, algunas joyas o contras mágicas de
de iniciación femenina, el padre obliga a la muchacha a "buscar marido" con valor cultural. La aculturación y el mestizaje han cambiado el régimen he-
el cual se va a convivir a su residencia. rencial y hoy en día se dan algunos donativos a sus hijos, si aún siguen la
ley guajira. Cuando contraen matrimonio católicamente, las leyes de la he-
198
188 lbíd., p. 56.
189 Michel Romieux, Notas de campo sobre los indios guahíbos. Inédito.
rencia siguen los patrones legales colombianos.
190 Johannes Wilbert, Op. cit., p. 79. El estatus se hereda de la familia materna. Un cacique puede trasmitir su
191 lbíd., p. 91. posición al sobrino, hijo de hermana, si éste concomitantemente tiene "Pala-
192 lbíd., p. 97. bra" y demás requisitos que su comunidad exija a sus líderes. Un piache
193 lbíd., p. 121; Irving Goldman, Op. cit., pp. 763 a 798.
194 Gerardo Reichel, "Los koguis...", Op. cit, vol. I, p. 215, y vol. E, p. 226; José de vinalesa, Op. cit., p. 59.
nombre, puede transferir su profesión a un sobrino uterino, mediante la en-
195 Gerardo Reichel, Etnografía chimila..., Op. cit., p. 100. señanza de su acervo médico, tareas que la mujer piache cumple con su hija.
196 Roberto Pineda Giraldo, Op. cit., p. 309; Arnold Arbin, "A Journey up the Sambu River to visit the 0
mismo entre los grupos de ceramistas, tejedores o poseedores de conoci-
Choko Indians", en: Kroeber Anthropological Society Papers, No. 2, Berkeley, 1950, pp. 79 y 88;
Charles Stuart Cochrame, Journal of a Residence and Trovéis in Colombia, during the years; ¡821
and 1824, London, 1825; Laura de Santa Catalina, "Nociones sobre creencias, usos y costumbres de
los catíos del occidente de Antioquia", en; Journal de la Societé des Americanistes de París, No. •>< ndrés Arango Posada, "Esaie etnográfique sur les aborígenes de 1' Etat d' Antioquia en Colombia",
Paris, XXI, 1929, pp. 130 a 160; Alfred Mettraux, "Weapons", en: Handbook of South America" en: Memoires de la Societé de Anthropologie de Paris, 2 eme serie, tome 1, París, 1873, pp. 201,
Indians, vol. V, Washington, 1949, pp. 229 y 264; Erland Nordenskiold, "The Choco Indian of 1; Pablo de Santísimo Sacramento (padre), El idioma catío, Medellín, 1936.
v
Colombia and Panamá", en: Discovery, vol. VIH, No. 95, pp. 347, 350, 1927; Indians of Choca e n n o de Santa Teresa, Los indios catíos.., Op. cit., pp. 271 y ss.; María de Betaniai, Op. cit.,
y SS
Estocolmo, 1928; "Les rapports entre Fart, la religión et la magie, chez les Indians Cuna et Choco . 19X '
en: Journal des Societé des Americanistes de Paris, No. 21, París, facs. 1, 1929, pp. 141 y l 5 8 . g'nia Gutiérrez de Pineda, "Organización social..." Op. cit., pp. 218 y ss.
1 2 0 / Familia y cultura en Colombia Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa aculturación / 1 2 1

199
mientos sobre la virtud terapéutica de las yerbas. También existe el levirato shamanismo hallamos dos formas: la una por transmisión en línea femenina,
herencia de mujeres, en el sobrino hijo de hermana. mientras que por la otra (como en los Piapocos) se trata de un estatus adqui-
Los guahíbos entierran a los que fallecen con sus haberes personales, por rido mediante el aprendizaje y la capacidad innata. Los nombres secretos
207
temor a que el espíritu del muerto, al saberse robado inermemente, regrese también se orientan por el lado materno.
para vengarse de sus parientes. Cosechas y vivienda son comunales y por lo Finalmente, los huitotos conservan pura su tradición aborigen: los bienes
tanto no se heredan. Ya no se abandona el hogar donde muere alguien, de personales siguen al dueño en su vida de ultratumba, y los demás son de
modo que los descendientes permanecen en él. La jefatura de la banda (aso- propiedad comunal que no se ven interferidos por el fallecimiento de un
ciado a capitán, cargo colonial que las autoridades hicieron trasmitir patrili- miembro. Dice la hermana Betania que los adraques, al morir un pariente,
nealmente), junto con los conocimientos de magia, que le están asociados, se sus deudos lo colocan dentro de un hoyo, "el arco y las flechas juntamente
traspasa algunas veces. El hermano soltero hereda las viudas cuando fallece con la hamaca que usaba" y el motivo de este comportamiento sirve para
201
indicar que fue un valiente y la hamaca "para que descanse en su largo ca-
su hermano materno. Los tukanos observan al respecto reglas similares. mino
Entre los Piapocos se presenta también el levirato. Es una forma institu-
cionalizada que defiende a la viuda o separada, de su regreso forzoso de su
202
tierra clanil, abandonando a sus pequeños en el suelo de su marido. Algu-
nos de los bienes de procedencia moderna son heredados del padre por sus
hijos, porque el resto de sus propiedades acompañan al muerto en su vida de
203
ultratumba. El rango de Shaman, no obstante, no pasa al hijo. Este cargo,
que implica un complejo conocimiento de prácticas mágicas y el poder de
controlar las fuerzas naturales, no puede ser heredado. Constituye una virtud
carismática, una capacidad innata que le permite llegar con el estudio y la
práctica a ser un buen jefe para su banda. Es, pues, un estatus adquirido
por el aprendizaje y las cualidades personales.
Los koguis señalan en sus principios de herencia una serie de intromisio-
nes de la cultura blanca, aunque no totalmente liberadas de las raíces indíge-
205
ñas. Por el contrario, los chimilas, bastante vecinos a los anteriores,
conservan más cabalmente su tradición india. Aunque parte de los bienes
siguen enterrándose con el muerto, los demás pasan a los descendientes a
través de la filiación uterina. Igualmente el poder es heredado matrilineal-
199 Roberto Pineda Giraldo, "Aspectos de la magia...", Op. cit., pp. 78 y ss.; Virginia Gutiérrez <
mente en el sobrino hijo de hermana, en tanto que en la herencia del
Pineda, Op. cit., cap. 11, pp. 219 y ss.
200 Michel Rormieux, Op. cit.; Johannes Wilbert, Op. cit., pp. 80 y 81.
201 Marcos Fullop, Op. cit., pp. 171-173.
202 Johannes Wilbert, Op. cit., p. 97.
203 Ibíd., p. 97.
204. Ibíd., p. 100.
205 Gerardo Reichel, "Los koguis...", Op. cit., vol. 1, pp. 61, 89, 125, 135 y 144. 209 M l 8 n H " S t e w a r d - The Witotoan tribes..., Op. cit., p. 758.
206 Gerardo "Reichel, "Etnografía chimila...", Op. cit., p. 100. ""'a de Betania, Op. cit., pp. 141 y 142.
.. *

Parte 2
Complejo cultural santandereano
o neohispánico
El habitat

Este complejo se asienta en las vertientes de la cordillera oriental, ocupando


porciones desiguales de los dos santanderes. Más concretamente se sitúa sobre
las estribaciones y valles fluviales colocados en este habitat (véase anexo,
mapa "Complejos culturales") sobre los trescientos metros hacia arriba en la
línea de altura de la vertiente magdalenense, mientras en la oriental esquiva
los antiguos lugares de asiento de los grupos aborígenes, que se integran al
complejo andino o americano.
En el departamento norteño, la división del relieve andino oriental en dos
ramales, en el nudo de Santurbán, configura en la morfología regional una
de las zonas más montuosas y de perfiles más severos de todo el país. Aunque
el complejo antioqueño se ha expandido a lo largo y ancho de una zona
montañosa, sin lugar a dudas el habitat de la familia neohispánica supera a
210
aquél en sus perfiles quebrados y adultos. O como lo dice el geógrafo, "el
terreno es sumamente riscoso y se abre en valles estrechos de fuertes y to-
rrentosas corrientes y grandes declives".
Si ampliamos un tanto más la descripción física nos encontramos que
dentro del panorama morfológico y climático departamental la "horcadura de
este enorme bieldo andino" [...] "en el nudo montañoso del Páramo de San-
turbán de donde se ramifica el relieve en ángulo abierto, conforma una ali-
neación de páramos hacia el este (Fontibón, Tierra Negra, Tauma) y hacia el
norte" o se proyecta en "cerros aislados, el del Viejo, de Castro, de Guerrero,
e
Cáchira, de Bucarasica, donde las altitudes paramunas se interrumpen a
ausa de las formas y configuraciones del relieve que se baja y se ensancha
u
na morfología de mesas y cañones, bordeado por el occidente por un
c
°rdón orográfico que finaliza en la Sierra de los Motilones". 21 '
alona Departamental: Jacinto Rómulo Villamizar, Geografía histórica v económica de Norte de
antander, Bogotá, 1948, pp. 50-52; Ernesto Valderrama Benítez, Tierras de Santander. Bucaramanga,
mprenta Departamental. 1949, p. 118; Alfred Hettner, La cordillera..., Op. cit., pp. 77 y 115.
1 ft,
'¿. p. 51
1 2 6 / Familia y culltura en Colombia El habitat/ 127

En el vértice de las dos ramificaciones andinas se desprende hacia el ultural. Así, la aridez y la dureza de los perfiles santandereanos agudizan
norte, a manera de bisectriz, un tercer relieve que paulatinamente desciende s condiciones naturales ecológicas.

hasta hundirse tras alineaciones de cerros y de colinas cortadas por los ríos En relación con el clima, Vila señala para las tierras sursantandereanas el
que bajan de los páramos, en la llanura del Catatumbo. De esta manera, un dominio de una Uuviosidad media (1.000 a 2.000 mm anuales) con zonas e isleos
relieve tridentado de ramificaciones desiguales, iniciado en Santurbán, con- de Uuviosidad baja (500 a 1.000 mm anuales) generadas por su posición medite-
forma la morfología básica de esta zona orográfica nortesantandereana. rránea.216 La Cordillera de los Lloriquíes constituye una franja de transición entre
Paralelamente, en el departamento sureño, la parte correspondiente a alta Uuviosidad del Magdalena y las regiones secas del valle del Suárez, ia región
este complejo es también de complicada estructuración morfológica, cons- de terrazas y el Cañón del Chicamocha, Uuviosidad que vuelve a acentuarse en
212 la zona por donde corre el río Fonce y en las estribaciones de las cordilleras,
tituyendo una de "las tierras más escarpadas y fragosas del país", en- donde existe "un mosaico de climas o microclimas". 217
marcada al occidente por la Cordillera de los Lloriquíes y al oriente por la En el departamento de Norte de Santander también se hallan condiciones
cadena de páramos de Consuelo y Guantiva, cordones orográficos entre los climáticas similares a las presentadas por el departamento sureño: corres-
cuales se encuentran los valles interandinos longitudinales del Suárez y del ponden sus tierras a la franja de Uuviosidad media 218 con alternas zonas
Fonce, corrientes fluviales que corren en medio de amplios valles, consti- de baja Uuviosidad como las de Cúcuta y Chinácota, y la zona del Cata-
213
tuyendo la zona de más densa población y de potencial agrícola. También tumbo, de alta precipitación, pero que no alcanza a sentirse dentro de este
hallamos en estas tierras intercordilleranas el Cañón del Chicamocha, trans- complejo.
formado luego en Sogamoso, de "cauce profundo a lo largo de temidos El habitat total de esta subcultura ofrece en el sentido climático dos caracte-
desfiladeros y grandes abismos carentes de capa vegetal y en un proceso rísticas más, genéricas en ambos departamentos: la distribución anual de las lluvias
continuo de erosión" con muy pocas posibilidades económicas de explota- 219
ción agrícola, "a excepción de pocas y angostas vegas" de tierras excelen- sigue el sistema de dos inviernos y dos veranos que se alternan. Las tempera-
turas se basan en la ubicación hipsométrica del lugar, observándose como norma
tes. Completa el espacio intermedio una serie de "mesetas y terrazas que "marcadas oscilaciones entre las veinticuatro horas del día, grandes calores al
se cortan con brusquedad ante el cauce profundo del Chicamocha" y entre- mediodía y fríos intensos de la noche".220
cortadas también por los ríos que buscan esta cuenca. La más extensa de En cuanto a vegetación natural dispuesta en cinturones altimétricos, este
todas, la de Jéridas o de los Santos, ofrece un aspecto desolado por la habitat se encuentra considerablemente desprovisto de ella. Si se exceptúan
erosión y la sequedad. Es interesante señalar que toda la orografía de este isleos limitados de la misma en las partes altas (páramos), en las vertientes
habitat se caracteriza en cada vertiente aluvial por la presencia de estratos erosionadas y xerófilas, en las pendientes demasiado bruscas, el Testo del
cortados verticalmente, "cinchos" en el habla regional, que ponen al descu- suelo con posibilidades agropecuarias ha sido más o menos intensamente
bierto las rocas vivas interiores denudadas por un constante proceso erosio- transformado en su vegetación primitiva. Algunos muéstreos mínimos de
nador producido por agentes naturales y acelerado por el declive y la acción
215
Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., p. 11; Pablo Vila, Op. cit., p. 179.
216
Pablo Vila, Op. cit., pp. 78 y 79; Mario Galán Gómez, Op. cit., pp. 80 y ss.
212 Mario Galán Gómez, Geografía económica de Colombia, Santander, Bucaramanga, Contraloría G
Contraloría Departamental, Anuario estadístico de Santander, Bucaramanga, 1961, pp. 4 y 5.
neral de la República, 1947, p. 12; Sanmiguel Marciales, Geografía histórica y económica del N01 218
lbid., p. 127.
de Santander, tomo I, Bogotá, 1948; Eduardo Acevedo Latorre, "Panorama geoeconómico del £
parlamento de Santander", en: Economía y Estadística, No. 78, Bogotá, 1954, p. 8; Instituto Nació' '"id-, p. 128; Ernesto Guhl, Colombia, bosquejo de su geografía tropical, 1967, inédito; Pablo Vila,
Op.
de Fomento Tabacalero. Irusta y Fortoul, Estudios de suelos de Santander, zonas tabacaleras , " c
"-. p. 83; Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., p. 12; Roberto Pineda, Estudios socioeconómicos
gota, Editorial Retina, 1951, pp. 37 y ss. , * Santander del Sur, inédito.
213 Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., p. 10; Mario Galán Gómez, Op. cit., véase cap. II. "Orograf" Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., p. 12; Mario Galán Gómez, Op. cit.,, p. 75 y ss
Pablo Vila, Nueva geografía,.., Op. cit., pp. 43, 44 y 179. crnesto Guhl, Colombia..., Op. cit.; Luis Sigifredo Espinal y Elmo Montenegro, Formaciones vege-
214 Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., en: Boletín de Geología, No. 8, Bucaramanga. Universidad ales de Colombia, memoria explicativa sobre el mapa ecológico, Bogotá, Instituto Agustín Codazzi,
' " 6 3 . PP-
Dn 112-114.
11->-l i/i
dustrial de Santander, 1964, pp. 10, 11.
1 2 8 / Familia y culltura en Colombia
El habitat/ 129

esta tipología vegetal lo constituyen el bosque seco subtropical (San Gil, U «osion es totaL Los bosques no se encuentran ni hay posibilidades de hallarlos toda vez
Barichara, Los Santos, Convención, Ábrego y Ocaña) y el monte espinoso que la capa vegetal y la mdinación de .as pendientes no lo perrruten. En suma, es un panorama
subtropical de la parte media de la cuenca del río Chicamocha. La acción desolado y grandioso con las enormes estribaciones que se levantan hasta más de 2 000 metros
humana ha destruido el resto. de altura sobre e. nivel del mar para caer perpendicularmente en .os estrechos cañones en form
de V, por donde corren nos y quebradas; la desolación es mayor aún por la ausencia total de
Algunas descripciones de zonas características de este habitat pueden
habitaciones humanas, imposible en estas vertientes, como es de suponerse. Y como es de
mostrarnos mejor la dureza y peculiaridad de sus condiciones físicas. Veamos suponerse también, hay la falta casi absoluta de fauna.
algunas. El valle del Río de Oro, región típica de este complejo,
Similares versiones de desolación, denudación y de ingente topografía
no constituye en toda su extensión una suela plana, ni tiene forma totalmente regular. Las
caracterizan las tierras nortesantandereanas.
estribaciones de las cordilleras que lo bordean, avanzan a veces hasta casi tocarse con las de
la dirección opuesta y forman así pequeñas elevaciones que interfieren con el valle [...]
La temperatura media aproximada del valle es de unos veinticuatro grados centígrados con
fuertes variaciones diurnas. El calor sube durante las horas del medio día y primeras horas de
la tarde y disminuye intensamente en las horas de la madrugada [...]
La vegetación primaria del valle y de sus vertientes desapareció totalmente. El valle es hoy
una zona cultural con predominio de la caña de azúcar y de tabaco en la región de Girón; de
vegetación arborescente, sólo se pueden ver en él los caracolíes diseminados a todo lo largo y
lo ancho del valle pero sin presentar ninguna mancha compacta. Las vertientes están desnudas
de vegetación. En ellas predomina como única vegetación característica la llamada paja macana
de ninguna utilización comercial, pues no sirve ni como pasto, pero que presta un magnífico
servicio como preservativo de la erosión creciente que es ya de consecuencias francamente
trágicas en todas estas vertientes.
A lado y lado de la carretera que conduce de Bucaramanga a Bocas se pueden apreciar los
cultivos de café, plátano, maíz, cacao y yuca, característico de la pequeña finca familiar, el tipo
223
de propiedad más común en estas vertientes.
Otro paisaje peculiar del habitat lo presenta la provincia de García Rovira
con el cañón del Río Manco,
empinado y abrupto, que profundísimo corre encajonado entre elevadas estribaciones del
cordón magistral de la cordillera oriental. En las faldas de estas vertientes de gran incli-
nación sólo se observa como vegetación la ya mencionada paja cabezona o macana [•••]
Estas plantas y unas escasísimas manchas de vegetación son el único dique para evitar
que estas estribaciones muestren al desnudo y en toda su extensión el afloramiento de
los estratos.

De la denudación de los suelos, característica en todo el habitat, el autor


dice refiriéndose a las vertientes del Río Manco:

222 Luis Sigifredo Espinal, Ihíd., p. 115 y ss.


223 Roberto Pineda, Estudios... Santander del Sur, Op. cit.
Las instituciones / 131

del complejo, representando un porcentaje menor en extensión en relación


Las instituciones con la z ° n a norteña, equivalente al 3,2 de la superficie cafetera nacional,
pi tabaco ocupa un lugar más importante en el departamento del sur que en
229
el septentrional. Santander, dice Acevedo Latorre, es un departamento esen-
cialmente tabacalero ya que de su superficie cultivada, 14.330 hectáreas están
ocupadas por dicho cultivo.
El tercer producto agrícola de importancia en esta zona es el de la caña
230
La economía de azúcar. De mayor extensión en el sur que en el norte, se dedica fun-
damentalmente a la producción de panela y melazas para consumición local
o comercio interdepartamental. Los demás cultivos son generalmente de au-
El área que de estos dos departamentos pertenece a este complejo, está fun-
toconsumo: trigo, cebada y papa en los climas fríos; maíz, cebolla, fique,
damentalmente dirigida hacia la explotación agropecuaria. Acevedo Latorre millo, algodón, arracacha y plátano en los templados.231 Ocupan las tierras
señala que el 80% de la población santandereana es de agricultores, a pesar con un sentido avaro, delineado por las condiciones geomorfológicas de este
de lo cual las tierras, por sus condiciones fisiográficas, no constituyen en habitat.
manera alguna un habitat privilegiado para este tipo de explotación: la cons- Dentro del área que nos ocupa, la ganadería es una actividad reciente. La
titución geológica de los suelos, su topografía accidentada, sumadas al hecho transformación de las tierras santandereanas dedicadas a cultivos de pancoger
de que la mayoría de los valles, laderas y estribaciones están formados por en ganadería extensiva o en rastrojos, fue consecuencia divergente de la ley
232
suelos que facilitan los deslizamientos; el sistema de denudación de la vege- de tierras de 1936. Esta ley transformó la explotación del suelo, que devino
tación mediante el fuego; el agotamiento de la cubierta vegetal en las ver- de cultivos de pancoger en potreros de pastos naturales en un comienzo, y
tientes; la utilización de cultivos transitorios (tabaco, maíz, yuca), en donde luego se fueron poblando con el avance técnico ganadero que se produjo, en
dos veces por año se roturan las laderas, se queman y se orientan los surcos pastizales artificiales que defendieron de la erosión e impulsaron la cría, le-
verticalmente, facilitando a las aguas lluvias el arrastre de la capa vegetal, vante y ceba de vacunos en algunas áreas. De este modo, ciertos municipios
224
han empobrecido y siguen pauperizando los suelos, a pesar de lo cual tres dieron poderoso impulso a su industria pecuaria de tipo primitivo "doméstica",
cultivos fundamentales se reparten en la agricultura santandereana: el tabaco, como la califica Acevedo Latorre, transformándola con el cruce y selección
el café y la caña de azúcar. de razas foráneas en un renglón de considerable* importancia en la economía
El cinturón caficultor de este complejo se localiza en Norte de Santander,
en parte del habitat de este complejo y el resto en el sector americano o
228 DAÑE, Departamento de Santander, censo agropecuario, 1960, Bogotá, 1964, p. 32: Banco Cafe-
andino. Ocupa este cinturón nortesantandereano el sexto lugar en extensión, tero, Op. cit., p. 11; Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., pp. 30 y 31; Mario Galán Gómez, Op. cit.,
PP 347 y ss.
o sea el 6,3% sobre el total de la superficie cafetera colombiana, siendo
Roberto Pineda Giraldo, Estudio de la zona tabacalera santandereana, Bogotá, 1955, p. 61; Eduardo
también el primero en superficie dentro de los cultivos de este departamento. Acevedo Latorre, Op. cit., p. 33; DAÑE, Departamento de Santander, censo agropecuario, Op. cit.,
En Santander del Sur, la casi totalidad de la zona cafetera se ubica dentro P- 23; departamento de Norte de Santander, censo agropecuario, Op. cit., p. 26: Mario Galán Gómez.
°P cit., pp. 306 y ss. Señala la existencia de cuatro zonas; Ernesto Valderrama Benítez, Op. cit.,
Pp. 82 y ss.; Jaime Arenas y otro, Costos de producción del cultivo del tabaco en la estación expe-
224 Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., p. 32; Mario Galán Gómez, Op. cit., pp. 248 y ss., 224 y rimenta El Cuchare San Gil, Bogotá, 1962, mimeógrafo.
INCORA, Proyecto Norte de Santander, No. 1, Bogotá, 1964, pp. 32 y ss.; Alfred Hettner, Op. ANE, Departamento de Santander, censo agropecuario, Op. cit., p. 25; Departamento de Norte de
pp. 162 y ss. Santander, Op. cit., p. 25. La superficie ocupada por este cultivo en 1960 era de 28.888,7 hectáreas
225 Roberto Pineda Giraldo, Zonas cafeteras de Norte de Santander, 1958, inédito. 23] ^ Cl p r i m e r 0 y de 19.611,1 en el segundo.
226 Banco Cafetero, La industria cafetera en la agricultura colombiana, Bogotá, 1963, p. 19. *NE, Censo agropecuario de los departamentos de Norte v Sur de Santander, pp. 25 y ss., 21 y
227 Ibíd., p. 19; DAÑE, Departamento de Norte de Santander, censo agropecuario, 1960. Bogotá, I ss., respectivamente.
p. 30. Mario Galán Gómez, Op. cit., p. 225; Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., p. 16.
1 3 2 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 1 3 3

regional. Tal el caso de poblaciones como Charalá, Bucaramanga, Socorro , interrelación, cara a la comunidad, y el funcionalismo de sus valores, imá-
Simacota y Guapotá, por ejemplo. El resto de la producción vacuna demora enes y patrones normativos. Un somero análisis a través del pasado con
en pequeñas propiedades de vertiente, con un ganado criollo sin hasta ahora oyecciones a c t u a i e s n o s conduce mejor a este logro.
mayores posibilidades de desarrollo, asentado sobre rastrojos o potreros de Caracteriza estructuralmente esta comunidad tomada en su conjunto, un
233
pastos naturales. rígido sistema de ordenamiento de las clases sociales. La jerarquización de
En el campo industrial, podemos decir que en la sección departamento estos estratos se configuró inicialmente sobre indicadores inflexibles, que se
del norte no se insinúa siquiera su comienzo. En cambio, en el sur, la inicia han ido manteniendo sin modificaciones substanciales a través del proceso
Bucaramanga dentro de un radio que envuelve poblaciones vecinas; esta pri- histórico, marcado en este complejo por un fuerte estatismo que condujo a
mera etapa bumanguesa y un comienzo en San Gil, constituyen el total del que su funcionalismo se proyectara por más tiempo, mirado el total nacional.
234
desarrollo industrial del complejo, dentro del que se destacan los renglones Concomitantemente, condujo a una sustitución más lenta de denominadores
industriales centrados alrededor de productos alimenticios y de bebidas. de clase, que mantuvo vigentes los valores del estatus adscrito sobre el ad-
Sin embargo, hay que señalar, en lo referente a la industria, que en la quirido y que, como un proceso en cadena, recluyó a su vez sobre el inmo-
forma como se la encuentra hoy en día, ofrece diferentes niveles de desarrollo, vilismo de la estructura de su sociedad. En el comienzo de este proceso ubicó
no siempre los de más alta estructura técnica. Entre todas se destaca la ela- a estas clases la etnia asociada a la cultura. Cada grupo racial desde la con-
boración del tabaco en los municipios de Socorro, Zapatoca, San Gil, Piede- quista implicaba un estatus para situarse socialmente: se nacía español en la
cuesta, Girón, Bucaramanga, donde constituye el renglón más importante. clase alta, o indio y en posición subordinada al anterior. La raza conllevaba
Aquí mismo, esta industria señala una producción lograda con alta técnica y valores anexos de privilegios o limitaciones de valores e imágenes que la
capital, mediana producción y el fabriquín doméstico, como actividad familiar sociedad reconocía y aceptaba para su estructuración total y el ajuste institu-
o trabajo personal de incipiente desarrollo. Parecido fenómeno ofrece el hilado cional del individuo. (En La familia en Colombia, transfondo histórico hemos
y tejido del fique, entrada complementaria de ingresos para grupos de cam- estudiado a espacio estas condiciones que situaban a cada individuo según su
pesinos, en su etapa incipiente, o conforma unidades industriales de amplia calidad racial y le permitían tal o cual clase de posibilidades en la acción).
producción. Similar desarrollo ofrece la industria del vestido, la del calzado Esta configuración de desigualdades que se proyectaban instituciónalmente
235 ante la ley y ante la costumbre, era más sensible ante la economía. La tierra,
(cotizas) y la de los alimentos y en los últimos tiempos semejante proceso
de desenvolvimiento se encuentra en las industrias metálicas que, centralizadas fuente única de producción (falta en esta zona el oro en forma estable) cons-
en Bucaramanga, inician su desenvolvimiento en forma parecida. tituía también el único indicador de ubicación jerárquica social. La gran ha-
cienda del descendiente español marcó su casa solariega (antes Casa de la
La estructura socioeconómica cultural encomienda), ante el rancho del minifundista, antaño elemento comunitario
de un resguardo, o ante la choza del vidente, antaño mitayo o repartido indio,
Es necesario situar la familia dentro del ambiente socioeconómico cultural ancestro inmediato del desarraigo agrícola, del aparcero o del peonaje san-
que ajusta y condiciona su estructura, para llegar así a entender las formas tendereano actual. El tamaño de la tenencia respaldaba la posición social
e
cada hombre y de su familia, era el indicador definitivo de su estatus.
i ease parte 1, apartado "La economía": "Algunas características tenenciales"
233 DAÑE, Departamentos de Santander y Norte de Santander, censo agropecuario, Op. cit., pp. 7¡S 1 V "T
ss., 21 y ss., respectivamente; Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., pp. 35 y 36; Contraloría Depaf"
tamental, Anuario estadístico de Santander, Bucaramanga, Imprenta Departamental, 1961, pp. 238 y •> La tenencia del suelo y la estructuración familiar").
ss.; A. F. Staffe, FAO, Recomendaciones para el desarrollo pecuario en el Norte de Santander A esta configuración de clases rurales se sumó la estructuración de las
Bogotá, 1955, inédito. Ses Ur
234 Eduardo Acevedo Latorre, Op. cit., p. 36; Contraloría Departamental, Anuario estadístico de So"' banas. El español de clásico ascendiente guerrero o burocrático miró
tander, Op. cit., pp. 252 y 253.
235 Contraloría Departamental, Ibíd., pp. 256 a 264. Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura..., Op. cit., pp. 322 y 323.
1 3 4 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 1 3 5

737 Prospectivamente llegado y avanzado el momento republicano, nuevamen-


con manifiesto desgano las tareas laborales. El valor negativo que del tra- te ios santanderes trataron de incorporarse al desarrollo nacional colocándose
bajo manual portaba el grupo foráneo se proyectó en la configuración social: la delantera, reviviendo su clase media artesanal. Los movimientos políticos
la clase alta, sensibilizada por tal valoración, constituida por los terratenientes, de finales de la centuria pasada señalan la existencia de este estrato que,
que insinuaron desde entonces su ausentismo en la administración de la te- militando con las huestes del partido liberal, reclamaba medidas que benefi-
nencia, se sumaba a la alta burocracia que seguía naturalmente este mismo ciaran sus intereses manufactureros. Las soluciones económicas legales toma-
principio. Constituían en cierto modo un estrato que fincaba su orgullo en su das por los grupos políticos, pero ante todo las guerras civiles, que hallaron
ocio cultural. La clase media logró evadir la posición negativa ante el trabajo en las tensiones politicoeconómicas de los santanderes clima estimulante, aca-
físico: india o mestiza, constituía el elemento artesanal que, careciendo de baron de arrasar los remanentes que la retaliación de la insurrección comunera
tierras y sin los valores laborales del hispano, se proyectó en la actividad había dejado vitales. Exhausto este potencial económico y con él la clase que
manual, en el comercio y en el transporte, tareas que acabaron por constituirse lo representaba, se inició de nuevo un hito de retroceso en el desenvolvimiento
en la tarjeta de identificación de su categoría social. La clase media artesanal de este complejo, porque este fracaso marcó para los santanderes, en aquel
empresarial se desdibujaba hacia abajo en las distintas gamas del elemento momento, la imposibilidad de alcanzar la etapa industrial insinuada en la for-
asalariado. ma artesanal ubicada en un sector medio de su población. Fue entonces cuando
Las clases sociales estuvieron vinculadas en el transcurso de la vida co- Antioquia tomó la delantera exitosamente.
lonial con instituciones como la Religión, la Justicia, la Educación, la Admi- En otro sentido, este fracaso reforzó la tajante clase de estructura de este
nistración, que las ajustaron normativamente en lo civil y en lo religioso, complejo y la reforzó a través del quietismo. La clase artesanal destruida
encomiendas, mitas, resguardos, Pueblos de Indios, cofradías, talleres, maes- representaba el elemento dinámico propicio al cambio,239 pues el trabajo fértil
tros y aprendices, en sus individuos y en sus instituciones tomaron cuerpo era su base vital. Con su extinción volvió a focalizarse en el suelo la fuente
como miembros pertenecientes a una clase dada. Poco a poco con el mestizaje económica. El suelo santandereano, ese suelo pobre, erosionado, de perfiles
y la asimilación cultural, la estratificación étnica inicial, merced a esta clase majestuosos pero estériles y de escasa pluviosidad complementaria, con pocas
media que rompía los dos polos jerárquicos, fue sustituyéndose por estratos y reducidas manchas de fertilidad, volvió a ser el único indicador de clase,
basados en indicadores económicoculturales que los sectores bajos asimilaron. el limitado providente del bienestar de su habitante. Con ello se enalteció,
Sin embargo, el surgimiento de la clase media artesanal fue efímero, pese superando los límites económicos, el valor real de la tierra como factor de
al considerable desarrollo en el siglo XVIII, como puede presumirse a través producción y mantuvo adherido a su tenencia el síndrome social colonial.
de los informes regionales que guardan los archivos históricos, en donde se Pero ni de esta manera la tierra santandereana cobró el escueto sentido de
indica la extensión de los mercados, parte de su monto, y el tráfico a que ser elemento activo de la producción, como ocurrió con los suelos nuevos
daban origen. También se otea su trascendente vitalidad a través de la impor- que la colonización antioqueña conquistó en Caldas y el Valle, Tolima y el
tancia política que esta clase mantuvo en los conflictos socioeconómicos de v-hocó, sino que la sociedad se sedentarizó sobre sus valores sociales here-
la preindependencia: la lucha de los Comuneros, por ejemplo, proyecta ca- dados, que restaban hálito a las posibilidades de creación de riqueza, al im-
balmente su dimensión. Esta contienda, con su desastroso final, agotó parte pulso activo de las gentes santandereanas. Esta sociedad, así frustrada en su
del proceso formativo de esta clase: las medidas represoras del arzobispo y se
artesanal, tampoco pudo quebrar la vieja subvaloración del trabajo ma-
virrey, la política económica española subsiguiente, la redujeron a la minina Ua
l. Fue incapaz de agregar nuevas técnicas, porque ni siquiera incorporó
expresión por aquel entonces. Con ello se había frustrado, más que un pr°'
pósito revolucionario, un intento de liberación económicosocial de todo el 230 .
complejo santandereano. 2, Q n
' Galindo, Historia económica y estadística de la Nueva Granada, Bogotá, 1936, p. 324.
uis Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura..., Op. cit., pp. 193 a 196; Horacio Rodríguez Plata,
"> "migración alemana..., Op. cit., cap. III, pp. 57 y ss.
237 Ibíd., pp. 178 y 179.
Las instituciones /137
1 3 6 / Familia y cultura en Colombia

Como sistema defensivo de los mejor ubicados, la sociedad santandereana


sistemas diferentes de propiedad y de explotación del suelo que los tradicio-
siguió manteniendo vitalmente activo el principio de la prelación del estatus
nales, con el resultado de que los que poseían la tierra se convirtieron de
adscrito sobre el adquirido. Sobre estas bases, su sociedad no podía llegar ni
nuevo, o siguieron siendo, los únicos arbitros de la subsistencia para quienes
lo ha logrado dentro de los círculos limitativos, a la conquista de la imagen
les laboraban su propiedad. Y así crearon, por segunda vez en plena república
social del self made man, como expresión paradigmática de su cultura, a la
la dependencia sentida en la época del español triunfante y el indio esclavo manera del complejo antioqueño, con lo que impulsaba y aseguraba más y
naboría, mitayo, etc. más el quietismo en sus estructuras y el de su desenvolvimiento económico.
Este quietismo, involucrado en la quiebra de la clase artesanal, incluyó Se estancó así la movilidad social, lo que condujo a la configuración más y
una afirmación mayor de los valores de clase. La ubicación social no se cen- más fuerte de clases rígidas, a manera de castas, porque su inmovilismo forzó
traba sobre una riqueza activa sino sobre la posesión y control de una tierra a las capas altas a cerrarse dentro de una endogamia de clase que se tornó
que, aunque no se laborara, daba el poder. No sobre la capacidad energética en detrimento de los mismos grupos biológicos. Era que el quietismo, derivado
y creadora de cada miembro social para hacer riqueza, sino en valores aso- de esta estructura, no permitía la renovación e incremento de los estamentos
ciados a la sangre y a la tradición. Las condiciones del habitat, ayudadas de altos al negarles el ascenso a los grupos inferiores, cortándoles los canales
los valores precedentes, colaboraron en la gestación de una comunidad pobre. de logro económico y social. De este modo, en la sociedad santandereana se
Pobre era el labriego, pobre el terrateniente. Gravitaban dentro de la pobreza nacía y se moría dentro de una semicasta.
el peón y el dueño de hacienda de suelos estériles, en círculos de intensidad
Este estancamiento, colateralmente mantenía estáticos los valores asocia-
varia. Pero cara a la comunidad se distinguían por su estatus adscrito, vale
dos a la posesión de la tierra, rigidizando las relaciones entre los integrantes
decir, por sus troncos familiares, por su sangre castiza, por sus valores y
de cada categoría socioeconómica vinculada a ella: el aparcero, el peón, el
actitudes, que no propiamente por grandes riquezas, estructurándose con ello
minifundista, constituyeron una categoría en relación con la que representaba
la llamada "pobreza hidalga" que se ensimismaba en su austera contempla-
el hacendado. Las relaciones entre los dos, como entidades, carecieron de
ción. El otro extremo lo ocupaban los remanentes de resguardos extintos,
principios de igualdad para formularlas, pues se asentaban sobre realidades
peonaje agrícola de distinta nominación, o desarraigados del agro colocados
de dependencia o imposición personal. Las condiciones económicas ambien-
en la base de la estructura. Así, los santanderes, reforzados en su estructura
tales situaban muy claramente en el derecho al grupo dominante y al subor-
interior, habían perdido la delantera y comenzaban a alinearse en retaguardia
dinado. Tal fenómeno aún sigue dándole el sabor característico a las
en el proceso de la dinámica del desarrollo nacional, gestando una comunidad
interrelaciones de los estratos rurales santandereános: los grupos altos aún se
pobre pero hidalga. esfuerzan por conservar principios de superioridad sobre los subalternos, sobre
Este inmovilismo económico lo complementaba el inmovilismo social, la base de un respaldo económico afianzado en la posesión del suelo y' re-
estructural. Una sociedad que carecía de una clase exitosa que rompiera la forzado por la costumbre, que no en la ley nacional. Sus exigencias van más
invalidez del trabajo manual, no tenía más remedio que centrarse sobre sus allá de los linderos escuetamente legales, y se proyectan en forma difusa en
propios valores tradicionales. El hidalgo pobre no podía darse el lujo de todas las instituciones de la comunidad. Una expoliación de derechos se es-
laborar sus tierras, proyectarse en creaciones artesanales, y aunque no pu- calona, siguiendo principios jerárquicos sociales. Paralelamente a la subordi-
diera traducirse en patrones externos de prestigio distintivos de su clase, no nación y a la exigencia que trasciende más allá de la ley por parte de los
perdía ubicación social, con el sólo mantenimiento de sus derechos sobre grupos altos, se conforma en los bajos una actitud concomitante: una relación
el suelo. Campesinos, minifundistas o desarraigados, tampoco podían que- asada sobre premisas de valoración paternalista entraba las demandas pre-
brar los límites de la muralla que los atrincheraba en la pobreza, y se q"e' entes c o n l a s dádivas que la costumbre hace acreedoras a los sectores de
daban pobres en su casa y siervos misérrimos en la del poseedor de sü falimiento económico. Un mecanismo de toma y daca estructurado por
parcela. No lograban avanzar, pero tampoco había sitio para el retroceso- lr
na de la ley, interrelaciona las clases en una configuración cada vez más
vegetaban miserablemente.
1 3 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 1 3 9

quebrada por las imposiciones legales. Como resultado de la presencia simul- nuevas de estas familias. Este profesionalismo ha abierto una nueva dinámica
tánea de formas de relación mixtas, legales unas veces y paternalistas otras en el ascenso social y democratizado hasta ciertos niveles la educación supe-
una anomia generalizada invade los estamentos económicos, gestando recí- rior, abriendo metas fértiles a la juventud santandereana que en dos anteriores
proca frustración e inseguridad, apenas superada por los movimientos hori- décadas vegetaba sobre los valores de su estatus adscrito, cubriendo tan solo
zontales del agro a la ciudad, de fecha nueva. ¡ as estériles dimensiones de la imagen varonil de este complejo.
Esta situación de tensión estructural ha venido haciendo crisis en los úl- A pesar de estas dos nuevas fuerzas de estímulo en la movilidad social
timos años. La ley de tierras de 1936 rozó a Santander en forma tangencial, que han empezado a renovar la conformación de cada comunidad, no se ha
pues aunque no capitalizó los efectos que se proponía, produjo resultados transformado la estructura totalmente. Los santanderes no han borrado los
secundarios. Hasta entonces este complejo se orientaba hacia los cultivos de valores tradicionales. La clase media en ascenso apenas llegada a la situa-
pancoger, y hacia los de caña de azúcar y tabaco. Los sistemas de laboreo ción cimera, se apodera de toda la tradición, asimilando con rapidez la he-
del suelo, todavía fijaban en tierra ajena a un alto porcentaje de población rencia de los grupos tradicionales que le dejan el campo, y se cierra de
agrícola, representado por campesinos desarraigados y minifundistas. Para nuevo sobre sus valores, para impedir o retardar el paso de los que por el
evadir las prestaciones sociales de la ley, toda esta masa fue liquidada por mismo canal de realización social pisan sus talones. De esta manera, después
los propietarios grandes, negándoles acceso al cultivo, o como sustitución de una fuerte oleada como la producida por el cambio de la agricultura a
económica, viraron hacia la ganadería, que no requería tan intensa mano de la ganadería, la sociedad torna a cerrarse a sus principios normativos. Con-
obra como la agricultura y no hacía necesaria la entrega de la tierra al tra- secuentemente, la gran masa campesina que continúa fluyendo a las ciuda-
bajador. Este viraje puso forzosamente en las puertas de cada poblado, y luego des, conforma aún un grupo sin esperanzas, gravitando en cinturones de
en los tugurios de las ciudades, a los aparceros, vivientes y peones santande- pobreza, no solo en las capitales sino en las ciudades o centros regionales
reanos, que con este éxodo no habían tampoco arreglado sus problemas de de provincia. El peonaje agrícola se ha trasladado a la ciudad, y tan desa-
nivel de vida, pero que llegaban con la presión precedente dentro de la co- rraigado es aquí como lo fuera en el campo. La clase media tampoco ofrece
rriente general demográfica a engrosar la población urbana. sobre las premisas económicas ya enunciadas, posibilidades de un mejor
El ganadero santandereano benefició sus tierras con el cambio: los pasti- estar, porque no respaldado en un desarrollo industrial urbano, vegeta con
zales protegieron los suelos de la erosión que la agricultura acentuaba en las leves cambios. Podría decirse que los santanderes, en el momento actual,
épocas de rotura. Mejoras de razas, aceptación de técnicas de levante, cría y ofrecen un continuum de situaciones económicoculturales que se inicia en
engorde, favorecieron las zonas empeñadas en la pecuaria. Con base en la las pequeñas poblaciones asentadas sobre suelos'pobres, donde aún persisten
técnica, el nuevo renglón económico dio impulso a la riqueza de los posee- con predominancia los valores sociales agregados al suelo, y en gama de
dores del suelo. En los pequeños municipios empezaron a florecer familias matices sucesivos se llega al final de esta línea con el comienzo industrial
e
que en una década multiplicaron generosamente sus ingresos, agrandaron sus Bucaramanga. Llenan los lugares intermedios desde las haciendas taba-
tenencias y se movieron a las ciudades mayores. En ellas, la clase terrateniente rras, cafeteras y de caña de azúcar, reminiscente explotación colonial del
que había tenido similares logros, inició su éxodo a la capital departamental ' arc ero, hasta las tenencias ganaderas de amplia tecnificación y reducido
as
o a la de la República, cediendo su puesto a los primeros. Con ello, una 'dero para el peonaje agrícola.
renovación demográfica se ha iniciado. Nuevas familias venidas de los p e '
queños pueblos han ocupado los sitios de los estratos altos en las poblaciones, El
régimen tenencial
mientras en los centros regionales, aquellas se han desplazado más lejos. So-
corro, Charalá, Piedecuesta, Zapatoca, Barichara, Girón, Cúcuta, San Gil, so" r
del ° dC CSte m a r c o se a J u s t a el s i s t e m a tenencial que refleja las incidencias
ejemplos de estos movimientos. Concomitan teniente con la elevación de es Presente y las sobrevivencias del pasado.
grupos, una corriente hacia el profesionalismo ha impulsado las generado11
1 4 0 / Familia y cultura en Colombia Las insiituciones / 1 4 1

Caracteriza el régimen de explotación de la tierra el sistema de aparce- mentó de servicios personales. Esta modalidad se asienta en la existencia de una
ría. Sobre 269.000 hectáreas aproximadamente, 186.000 se roturan por el 2ran cantidad de agricultores desarraigados, trabajadores de la tierra ajena, de

sistema de aparcería, y habría que añadir aproximadamente 15.000 que retri- bajos niveles educativos y que faltos de capital para emprender cosechas más
buyen su préstamo en forma de servicios, pago combinado de especies v promisorias, para pagar arriendo en efectivo, para iniciarse en otra actividad o
dinero.241 Acevedo Latorre dice que la tierra "se explota por aparceros y incapaces de emigrar, tienen que someterse al oneroso sistema de la aparcería
arrendatarios" en Santander, "que aún pagan fuertes gravámenes a los dueños para sobrevivir. Citemos como ejemplo clásico el del tabacocultor de los dos
por el disfrute de un lote que en muchísimos casos no alcanza a satisfacer santanderes, que sólo recibe las tierras en préstamo para aplicarlas estrictamente
sus necesidades más apremiantes".
242
Tal el caso del caficultor nortesantan- a la siembra de tabaco, cuyo cultivo mengua año por año sus ingresos, pero que
dereano y del tabacalero santandereano, que viven bajo las premisas ante la alternativa de quedar vacante debe aceptar, mientras este mismc cultivo
económicas de la aparcería y de los cultivadores de arroz, algodón, caña, gratifica al dueño de las tierras en préstamo, con ingresos mayores que si aco-
metiera directamente su cultivo: la participación que recibe del aparcero, constituye
trigo, fique, maíz que operan todos bajo este régimen.
una entrada sin riesgos que lo retribuye más ampliamente que el arriendo por
Este sistema ofrece duras condiciones para el que trabaja el suelo. Los
dinero o la destinación del suelo a otra cosecha. Cuenta además, en ^sta cir-
estudios de costos de producción de los productos agrícolas en este habitat,
cunstancia, la participación posible de toda la familia en las faenas agrícolas, que
han señalado sucesivamente las penosas condiciones de la aparcería: exceso
no puede ser absorbida por ninguna otra actividad productiva, circunstancias todas
de obligaciones y de riesgos para el labriego; trabajo familiar exhaustivo sin
culpables de una sobrecarga humana de trabajadores agrícolas sin tierra pi-opia en
compensación, bajos ingresos per capita y frecuentes saldos en rojo y ninguna
el agro de este complejo.
alternativa laboral, que entreabra oportunidades más amplias al agricultor de
245 Esta situación conlleva una considerable presión sobre la tierra y conduce
tierra ajena.
Este sistema es consecuencia directa de valores ligados a la tenencia. La tierra a mantener vigente otra forma muy extendida en la explotación del siie]o, el
(en mayor proporción que en otras partes) no la trabaja su propietario sino que sistema de los servicios personales, como complemento de pago de la renta
se entrega a campesinos sin suelos o con parcelas insuficientes, bajo el sistema del suelo, sistema que es una continuidad del método colonial tenencial
250
clásico de aparcería o combinando el pago en especies y dinero, más el comple- impuesto por el encomendero al indio, según la ley hispánica.

246 Dale W. Adams y Eduardo Montero, Op. cit., pp. L.T.C. 56.-3,4; E. Pino, Sistemas de aparCería:
240 Contrataría Departamental, Op. cit., pp. 234 y 235. conclusiones del primer ensayo de explotación agrícola por el sistema de aparcería, en /os cultivos
241 Ibídem. Obsérvese la situación particular de los municipios incluidos dentro del complejo. Véase de tabaco, maíz y millo en la estación agrícola de San CU, Bucaramanga, 1948, p. 78. y 5S
también en Censo Agropecuario, 1960, de los departamentos de Santander y Norte de Santander, ya
247 Dale W. Adams, Land Parcelation..., Op. cit., pp. L.T.C. 49-4; Una alternativa..., Op. cit., pp L.T.C.
citados, pp. 17, en ambos. Sobre el total de la superficie cultivada, la abrumante mayoría en las dos 56-3; INTABACO, Cuadros estadísticos sobre la actividad tabacalera en Colombia. Bogctá. 1964,
divisiones administrativas es cultivada a través de aparcería; Mario Galán Gómez, Op. cit. Hacia PP- 28 y ss.; FAO, Apuntes sobre la actividad tabacalera en Colombia; tenencia de la ¡ierra e
1947, este sistema también era dominante en cada cultivo. En tabaco, pp. 312 y ss., caña de azúcar, "aplicaciones de carácter economicosocial que afectan a los cultivadores, Bogotá, 1960, np, 72 y
pp. 340 y ss., café, pp. 350 y ss., fique, pp. 361 y ss., algodón, pp. 371 y ss., trigo, pp. 385, 386 y ss., mimeografiado; Roberto Pineda, Estudio de la zona tabacalera..., Op. cit., pp. 407 y ¿:
388, arroz, pp. 398 y ss., maíz, pp. 407 y ss. Roberto Pineda, Observaciones sobre la propiedad rural de Santander, Inédito. En el mm a de la
242 Ibíd., p. 16; Dale W. Adams y Eduardo Montero, Lana1 parcelation in agrarian reform a Colombia" distribución de la propiedad rural, 1960, señala, tomando como unidades regionales. Bucaramanga
example, CIRA, No. 4, Bogotá, 1965, mimeografiado, pp. L.T.C. 49-2; Caja de Crédito Agrarí0' (20 municipios), un 33% de las familias rurales sin tierra. En San Gil (14 municipios), e] 12,5%;
Industrial y Minero, Estudio básico para un programa de desarrollo agropecuario, Bogotá, sin fecn Socorro (12 municipios), el 14%; Málaga (8 municipios), el 3,7%. Y en casos concretos de unidades
inédito. municipales Los Santos, el 55% de las familias rurales son desarraigadas; Jordán, 58,37%; Barichara,
243 Roberto Pineda Giraldo, Zonas cafeteras..., Op. cit.. ''%; Curití, 43,6%; Aratoca, 8,4%, Zapatoca, 73,78%; Contraloría del departamento de Santander,
uario
244 Dale W. Adams y otro, Landparcelation..., Op. cit., pp. L.T.C. 49-2; Roberto Pineda Giraldo, Estm'0 249 estadístico de Santander, 1961, Bucaramanga, 1963, pp. 101 y ss.
a
de la zona tabacalera..., Op. cit., pp. 39 y ss. 'e W. Adams, Una alternativa..., Op. cit., pp. L.T.C. 56-4; Contraloría Departamental, Op. cit.,
245 Dale W. Adams, Op. cit., pp. L.T.C. 49-3; Una alternativa a programas de distribución de tierr en
P- 234 y 235; Censos agropecuarios de Santander y Norte de Santander, ya citados, pp. 16 v 17
ambos.
la parcelación de fincas adquiridas comercialmente, CIRA, No. 4A, Bogotá, 1963, pp. L.T.C ' '
Mario Galán Gómez, Op. cit., pp. 312, 340, 350, 361, 371, 385, 386, 388, 398 y 407; Roberto fine Ró ^ a l ^ n Gómez, Op. cit., cap. XV, "De la propiedad en Santander", pp. 211 y ss.: Jacinto
mu
Giraldo, Estudio de la zona tabacalera^ Op. cit., pp. 40 a 96; Zonas cafeteras..., Op. cit. •••• lo Villamizar, Geografía Histórica y Económica..., Op. cit., pp. 255 y ss.
servaciones sobre la propiedad rural..., Op. cit.
Las institucionemes / ] 43
142 / Familia y cultura en Colombia

mayores preocupaciones y sin tener que cuidarse personalmente de todas las obligijgaciones
También ha conducido este sistema a otra característica más en el régimen ue impone una explotación técnica, sistemática y económica.
tenencial de este complejo, su limitada técnica de explotación que puede sen-
tirse a través de la baja productividad por unidad de superficie, el tipo de Es decir, el fuerte ausentismo que delega en el administrador y y en el
cultivo y la limitada utilización de maquinaria agrícola, abonos, fumigantes aoarcero el trabajo y la técnica del cultivo es también culpable de la prpremisa
etc., sensibles a través de los reducidos préstamos de las entidades oficiales tenencial descrita.
251 En relación con el tamaño de la propiedad, a excepción de las llanuras
crediticias que auspician tal finalidad.
Sin descontar el fenómeno topográfico, hay que asignar al factor de dis- magdalenenses y las del Catatumbo que se ubican fuera de este commplejo,
tribución de la tierra —régimen tenencial— y al nivel cultural y económico predomina como norma la mediana propiedad. Es necesario obsenrvar si-
del campesino una considerable porción de la culpa en esta característica guiendo los datos censales y de catastro que algunos municipios ubibicados
tenencial. "El sistema de aparcería desmembra la finca o hacienda en una en zonas xerófitas, desfiguran con las dimensiones de sus fincas esteta eva-
serie de parcelas que vienen a constituir una especie del minifundio dentro luación. En realidad, se trata de tenencias amplias, pero que las condiciones
del latifundio, con las desventajas inherentes de la pequeña propiedad mini- fitogeográficas las convierten en tierras marginales sin real aprovecharumiento
fundista; y restando a la hacienda la efectividad de un trabajo en gran escala hasta el momento. En otros municipios, donde parte de ellos se coloQcan en
técnica". 252 Una premisa más se añade, que a su vez se convierte en un la vertiente y el resto se proyecta por las llanuras del Magdalena i 0 del
Catatumbo, tales porciones bajas agrupan algunas vastas tenencias s sin ex-
distintivo del sistema:
plotación. La población se asienta en la zona montañosa con propie¡edades
el aparcero es un campesino pobre, sin mayores recursos económicos y técnicos. Es esta medianas.
misma condición de pobreza y muchas veces de miseria lo que lo fuerza a aceptar el
sistema de la aparcería. Y bien sabido es que la mecanización de la agricultura requiere
Con frecuencia hallamos una dispersión de la propiedad que conhfigura
fuertes inversiones de capital en maquinaria y una capacitación técnica, no solo para el una imagen falsa de la misma: una sola persona es propietaria de ' varios
manejo de las máquinas sino para los cultivos mismos. predios. En Chinácota, por ejemplo, seis personas engloban el 14,4%£, <je la
propiedad rural total del municipio, y un más alto porcentaje de las t tierras
Complementariamente, "el aparcero es casi siempre un desarraigado, es
aprovechables, lo que en realidad representa un latifundismo encubierto
el campesino sin tierras, que deriva su sustento y el de su familia, de la que constituye el verdadero horizonte tenencial de esta zona. La faalta de
participación en las cosechas de los productos que siembra y cultiva en tierra inversiones más rentables convierte la tierra, como en el complejo armdino,
ajena". Sobre esta base, "mal podrá pensarse que en semejantes circunstancias, en la única perspectiva económica, supervalorando aún las zonas marginales.
pudiera disponer de los elementos de trabajo que requiere una agricultura Sin embargo los valores conexos a la tenencia del suelo, conducen a obfrecer
mecanizada". diferencias en la lucha por su posesión dentro de los dos complejojs: los
Corroborando las anteriores circunstancias, hallamos mversionistas del grupo americano son pequeños propietarios que a ffuerza
e
la actitud de los propietarios de las tierras aptas para la mecanización. En general, l°s ahorros agregan un parche más de tierra, posiblemente una hijueela de
al
propietarios de la hacienda delegan la administración de la misma en un mayordomo y gún pariente emigrante, mientras que en los santanderes, la aplicaciión de
dividen la mayor parte de la tierra en parcelas que entregan a los aparceros. Este ru"1' s
ganancias en el propietario mayor, se dirigen a la posesión de nmevas
mentario sistema de explotación de la propiedad rural, les proporciona, sin embarga
ganancias suficientes para atender con holgura a sus gastos familiares en la ciudad, sl 253
Ibídem.
NCORA, Proyecto Santander, No. 2, Valle del río Lebrija, Bogotá, 1964, p. 4; Roberto -, Pjneda
251 Censo agropecuario de los departamentos de Santander y Norte de Santander, 1960, pp. 89 y _' raido, Observaciones sobre la propiedad rural en Santander, inédito.
65 y ss., respectivamente. Véanse los municipios de este complejo. Véase en la p. 39 para Santa"
256 R 0ben0 P Í n e d a G i r a I d o ' Md
y 37 para Norte de Santander, el uso de los abonos; Roberto Pineda Girado, Estudios socioeconón" oerto Pineda Giraldo, Zonas cafeteras..., Op. cit. Véase el tamaño de propiedad de cada miiUr,icipio
os
de Santander del Sur, 1960, inédito. sistemas de tenencia de este cinturón caficultor nortesantandereano.
252 Roberto Pineda Giraldo, Op. cit.
1 4 4 / Familia y cultura en Colombia
Las instituciones / 1 4 5

tenencias rurales para darlas en aparcería a las gentes desarraigadas y ob- nica.258 Los santanderes poco saturados anduvieron del denominador étnico
tener la gratificación derivada: retribución efectiva económica, e impulso negro. Unos paréntesis en su unidad biológicosocial hispanoindia (Río de Oro,
positivo en la dinámica social. Esta situación que se hace más evidente en
parnplona, Oiba) afloran en las zonas de minería eventual y en algunas de
el departamento norteño, no es privativa tampoco de éste. En Santander del
Sur una condición similar de acumulación de la tenencia se mantiene vigente las grandes encomiendas, llevados allí como mano de obra para el socavón,
funcionando sobre los mismos valores asociados a la propiedad, ya descri- los cultivos y la ayuda doméstica.
be 257 De esta manera, la superposición cultural y biológica india hispánica, flo-
tos. reció como en la zona andina a expensas de las instituciones. La simbiosis
Finalmente hay que observar otro aspecto genérico, y es la distribución económica que generó la estructuración de la vida agrícola, dio vida a las
de las formas de la propiedad. En las zonas de ascendencia aborigen, donde 259
existieron antiguos resguardos, o Pueblos de Indios, se puede hallar una agru- mismas modalidades halladas y descritas en el complejo americano. Los
pación de la población en regiones minifundistas, que alternan el espacio sistemas de la tenencia de la tierra y las formas de explotación (véase parte
adosadas a grandes o medianas haciendas, restos de las encomiendas paula- 2, apartado "La economía": "El régimen tenencial"), establecieron un conti-
tinamente engrandecidas o redondeadas al impulso de cada generación y siem- nuum de situaciones entre el complejo andino y el que nos ocupa, hasta el
pre bajo la presión de los valores tradicionales que pesa sobre el suelo. Cada punto de que las diferencias no fueron tajantes, solo disimilitudes ambientales.
municipio en sus veredas señala esta tendencia distributiva de la tenencia. El mismo proceso había de observarse en la religión: Los resguardos, los
Pueblos de Indios, las encomiendas, recibieron los auxilios religiosos en idén-
tica manera a la que hallamos en el ambiente americano. La religión también
La religión
moldeó como "cera blanda" al indio, vale decir al basamento popular de la
comunidad santandereana, internalizándole los valores católicos como susti-
Su integración en la cultura
tutos de los que su legado cultural portaba, y como ocurriera en los altiplanos
sureños y septentrionales (véase parte 1, apartado "La Iglesia y la familia"),
Para entender el proceso de funcionalismo de la religión católica en relación
remplazó la cabeza de la institución india con el cura doctrinero, quien, a
con la familia de este complejo, debemos volver a recordar la composición
través de sus nuevos principios normativos, pudo estructurar la sociedad co-
del grupo cultural a quien se trataba de moldear a través de sus pautas nor-
lonial sobre bases estables. Merced a su influjo, las condiciones nuevas del
mativas. El mismo basamento humano que integraba al grupo americano, llá-
estatus del grupo nativo se dulcificaron, se atenuaron, sus protestas se repre-
mese Nariño, Cauca, Boyacá, Cundinamarca y otro sector de los santanderes,
saron al diferirlas en las promesas ultraterrenas. Y sobre este grupo nativo
estaba presente en la conformación vital del presente. Los indios Guanes,
asimilado social y religiosamente, la religión católica pudo decir que había
quizás el elemento más destacado en su habitat, constituían una de las cinco
triunfado: con la aculturación cumplida lo integraba como parte activa de la
confederaciones del grupo Chibcha de los altiplanos orientales. Otros más de nu
eva sociedad mestiza.
la misma rama lingüística integraban parte de este elemento nativo, al que se
Paralelamente a este grupo coexistía el denominador étnico hispánico.
sumó en porcentajes tradicionalmente considerados mayores, la sangre hispa- e
sente con toda la violencia de su exaltación humana generada por un pa-
0 eu
ropeo glorioso y por la gesta de la conquista y de la Colonia en tierras
e
257 Véase, para mayor amplitud, Roberto Pineda Giraldo, Op. cit., donde se indican que "los da'0 ncanas, grupo que conformado así, era explosivo y dominante. Fue tarea
promedios obtenidos muestran el predominio de la propiedad media en la mayor parte del terri»"0
santandereano no habitado, un 74% del total de los municipios, o sea 54 municipios, sobre el to
que son 73, arrojan una extensión promedia entre 10 y 20 hectáreas por finca rural y un 1°¿ os archivos de los pueblos santandereanos, bautizos, matrimonios, defunciones, etc., y en los
(correspondientes a 14 municipios) un promedio de 20 a 50 hectáreas por finca rural". hisr CtlV0S a c °fr a dí a s . encomiendas, resguardos, gobierno, etc., se puede ver que este consenso
"El resto de los municipios, 34,2% de los mismos que corresponden a 25 municipios, se cen n C ° *k un a ' t 0 P° r c e n t a J e hispánico fue realidad en esta zona. Sin embargo, no logré hallar un
encuentra» 259 v- ^ e n ^ r ' c o que me permitiera su cuantificación real.
e
divididos en pequeñas propiedades o en grandes propiedades". Corresponden los primeros al cornp1 Pane 1, apartado. "La economía".
andino y los otros al litoral fluvio minero.
1 4 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 147

más fácil para la Iglesia, modelar al indio salvaje americano, que sujetar dentro taron la más enconada acrimonia de parte de cada elemento masculino. Esta
de los mismos valores normativos al hispano, porque el estatus de subordi- situación se sensibilizaba de mayor manera entre las clases altas, acostum-
nación generado por la guerra de conquista para aquél, estaba cercado en cada bradas tradicionalmente a la aquiescencia y retribución gratificante de cada
una de sus manifestaciones vitales por una legislación foránea, que lo enmar- institución de la comunidad, y por tanto no podían encajar con facilidad en
caba estrechamente y una autoridad que hacía realidad las obligaciones de su Jas estructuras con que la Iglesia absorbía la personalidad social del indio, de
condición subalterna. Debía vivir a lo extranjero en tierra propia, mientras la su descendiente y de su núcleo hogareño y quería lograr igual cometido dentro
situación se hacía la opuesta para el español vencedor. Someter a los patrones de la del descendiente hispánico.
católicos a una población blanca, ubicada en la cúspide de la sociedad con- A esta situación estructural cimentada a favor de estas clases por las de-
formada en esta forma discriminatoria de estatus, no era tan fácil. Así se más instituciones sociales, se añadieron los conflictos políticos. A los engen-
dualizó en este complejo la Iglesia en su aplicación religiosa. Una cosa era drados por la emancipación de la Madre Patria y en los cuales tomaron
—y debió ser, por razón de las circunstancias— su conducta subordinante posiciones banderizas el alto y el bajo clero, se sumaron a continuación los
con el pueblo, vale decir los indios, y otra muy diferente con la élite social, del partidismo en la naciente república. La Iglesia no permaneció, vuelvo a
vale decir el grupo de vecinos, de españoles, etc., de cada comunidad san- repetir, marginal en estas luchas: se agrupó a un lado o a otro, cediendo a la
tandereana. Concomitantemente, una cosa fue y es la cosecha obtenida entre tensión ambiental, y desde entonces se acostumbró a ser elemento activo de
el neófito indio y su descendiente puro y mestizo, y otra la visión del com- esta clase de lucha. Tradicionalmente el clero de este habitat (también el de
portamiento del hidalgo español y su familia. Entre las expectativas y las otros más) fue factor aglutinante y de estímulo banderizo en estas tensiones,
respuestas entre una y otra clase étnica, hoy económicosocial, se abría y se que segmentaron hondamente la comunidad católica. El partido marginal
entreabre un abismo de divergente comportamiento. para la Iglesia se resintió de la situación, y por encima del sentimiento reli-
Los archivos señalan desde el comienzo la tensión entre los grupos cas- gioso operó el de filiación política, con graves perjuicios espirituales para el
tizos y la Iglesia, que se opusieron sistemáticamente a actuar bajo el mismo individuo, la comunidad y su institución religiosa. Así, observamos que el
rasero a que se sometía al americano (misa dominical, confesión y comunión siglo pasado presenta la divergencia con las clases medias artesanales que
pascual obligatorias, por ejemplo), porque rebasaba su posición subordinante militaron en partido opuesto al que se situó el clero de este complejo, de
identificándola a la del indio, con el resultado de ambivalencia ya señalado manera que el naciente grupo económico vino a sumarse al hispánico tradi-
o el de creciente divergencia con la élite hispana. Esta tensión colonial cris- cional opositor. Las guerras civiles, crisis de entendimiento ciudadano, arra-
taliza en las disensiones de los Cabildos de Vecinos y los párrocos y curas. saron el ímpetu renovador económico de los santánderes, dejando vivos, como
Las comunidades religiosas encargadas del adoctrinamiento, y las unidades tradicional secuela de su destrucción, resquemores institucionales políticos,
del clero secular, entraron en conflicto con los españoles de su grey, 1 ue que en los años siguientes se manifestaron en una fuerte apatía hacia la reli-
nunca quisieron reconocer a la institución el poder de subordinarlos "como gión, que invadió primordialmente a las clases altas y que descendió a los
a los indios" a sus principios normativos, ni a las extraversiones del culto- ectores populares comprometidos. Lo fue tanto, que a mediados de la segunda
a
Cuando con el tiempo y el mestizaje, la separación de las clases sociales íue tercera década del siglo presente, aún muchos municipios carecían de
de carácter más sociocultural que étnico, la tensión entre los estratos social ^ o . y un atraso religioso se sentía en toda la cultura, sumado al conti-
altos y la Iglesia siguió manteniéndose, no con calidad de diferendos de raW- ° es píritu beligerante de las clases altas, que siguió vertiéndose como
a
pero sí de jerarquía social. agresiva en las logias masónicas, cuyo funcionalismo tuvo amplia vi-
Contribuían y siguen aportando su ayuda a esta tensión diferida hasta cadasa ien este•,complejo hasta en fechas recientes. Posteriormente a estas dé-
fecha presente, entre una clase cimera y la institución religiosa, la po slC ' a tensión político religiosa volvió a encenderse con sus secuelas de
del hombre en la familia donde su autoridad imperativa es un trasunto "e 26
°LU1
estatus en la comunidad. Allí sus fueros, ante un opositor cualquiera, desp "s Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura..., Op. cil., pp. 109 y ss.
1 4 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 1 4 9

fragmentación entre las personalidades del partido tradicionalmente conside- ejjgiosa a evadirse sino en contadas excepciones, de constituir solo un bando
rado opositor a las doctrinas de la fe, y con ello continuó abierta la brecha que aglutina un sector de la comunidad. Las largas experiencias partidistas
de separación en el cuerpo de los feligreses de cada parroquia. han dejado huellas en las instituciones, el individuo y su sociedad, creando
Otros aspectos tornaban dificultosa la acción de la Iglesia en la vida fa- especie de reflejos sociales condicionados de conducta disociadora, que se
miliar social de los santanderes. El poder patriarcal del jefe de familia, desde ponen en acción al estímulo de las creencias religiosas.
antaño, se ha hecho sentir en la abstracción que el núcleo hogareño bajo su La Iglesia no podía penetrar en la sociedad total de este complejo al
dominio debe cumplir de las prácticas del culto religioso. El enemigo político abstraerse gran parte a su influencia y tomar la mayoría controladora del
no participaba manifiestamente en la vida de la institución, estimulado por el poder una actitud rebelde y de desacato, que permeaba la familia y la comu-
rencor partidista, y aun sobre la base de crear conflictos interiores en el seno de nidad total, impidiendo que constituyera el aglutinante básico, convirtiéndose
la unidad doméstica, negó esta posibilidad a los suyos, forzando sus creencias más en factor de desunión ciudadana que de integración. Sobre este habitat
religiosas, y tanto la esposa como la nueva generación era y es obligada a adoptar social, es de suponer que su acción moralizante no podía ejercerse. Gran parte
el ejemplo del cabeza de familia, respuesta colectiva hogareña a las tensiones de su comunidad escapaba desafiantemente a sus normas, gran parte consti-
existentes entre los partidos y la Iglesia. Aún hoy en los santanderes, en los tuida por sectores de las clases altas, más los elementos que ella capitalizaba
municipios donde se vive la lucha partidista política con participación del en torno suyo (arrendatarios, aparceros, vivientes, etc.) y que a través de una
clero, sectores de padres impiden a sus hijos ser bautizados, confirmados, o resistencia pasiva o activa incumplían sus patrones de comportamiento. Coexis-
recibir la Sagrada Comunión en el tiempo prescrito por la Iglesia. No es tentemente al escape de estos grupos o al influjo moral católico, se sucedía
necesario decir que ellos se abstienen del culto. Es más, cuando se analiza también la acción ejemplarizante sobre los demás estratos sociales, que aunque
como investigador la participación en las funciones del culto de una comu- sumisos y obedientes, de todas maneras se sentían distorsionados en sus no-
nidad santandereana en una festividad importante, torna a presentarse de nuevo tadas éticas familiares ante la conducta divergente de los más poderosos y de
la identificación colonial de las clases hispánicas e indias manifiestas en su grupos similares en estatus. De aquí el que el madresolterismo, el concubinato
participación religiosa: la primera se abstrae, mientras la segunda ofrece un y la unión libre interclases fueron y son un fenómeno que la Iglesia, sobre
espectáculo similar de fe al que muestra en el complejo andino. De esta ma- las circunstancias en que vivía y se desenvuelve dentro de la cultura, no se
nera, las nuevas generaciones nacen y crecen desde antaño, dentro de esta atrevía o no puede reprimir, creando serios conflictos en la comunidad, cuando
anomia, y la comunidad como un todo no ha podido integrarse, al nivel de afrontando las circunstancias sociales se ha atrevido a oponerse. De esta ma-
otras regiones, a la voz del sacerdote. nera, su acción era limitada en grado extremo, y "sus sanciones sólo cobijaban
a
aquellos incapaces de enfrentarse a sus controles o que voluntariamente los
La posición actual de la Iglesia acataban, posición que conserva en el presente, en que la Iglesia se convierte
as
y más en lo que fue al comienzo de la Colonia: institución de control
lQ
Como consecuencia, en los santanderes no fue ni ha sido el clero el líder s grupos bajos o de ciertos segmentos voluntarios, que sobre los valores
natural de sus comunidades, porque consecuentemente se convertía y sigue Partido respaldan la institución en sentido reciprocitario. El resto, lo cons-
constituyendo el partido opuesto a los procesos de cambio, su fuerza negativa, yen porciones indiferentes a la situación y al culto u opuestas a ambos.
tf
ya que a su derredor se amparaban disciplinariamente los demás elementos os factores más refuerzan los anteriores. Ocurre en toda Colombia,
e
del partido irrestricto a la Iglesia, grupo tradicional, y la comunidad ipsofad0 clero está compuesto por elementos que, como tendencia modal, se
se segmentaba dualmente, cualquiera que fuese el proponente de alguna acción urh ^ d e n t r o ^e l° s n i v e l e s b a J o s de la clase media colombiana rural y
colectiva. Sobre estas condiciones y teniendo en cuenta el tradicional carácte est •*' m ^ S c o n c r e t a m e n t e en la primera. Dentro de un régimen de tajante
individualista e imperativo del santandereano, las comunidades pueblerina val ! 1 C a c ' ó n s o c ial como la que caracteriza a este complejo, con fuertes
e
no llegaron en Santander a fusionarse y no lo han logrado, ni la institucio n el estatus adscrito, la personalidad social del sacerdote no logra
1 5 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 151

cuajar dentro de las premisas ambientales. Complementariamente, su imagen ducta colectiva, a sus patrones éticos normativos, tarea desconocida por la
sacerdotal ha sido estructurada en seminarios de cuya formación no deriva catequesis católica.
una adecuación a las expectativas y a las exigencias de una comunidad con Tal conducta de identificación no ocurre con la institución religiosa ca-
los problemas de ésta, por lo cual no logra dentro de ella ni la asimilación tólica, porque se abstrae de la acción social manteniendo viva la imagen tra-
ni el ajuste necesario para su apostolado. Sobre esta base, su acción continúa dicional sacerdotal en sus valores y actitudes: no asimilación de los estratos
siendo parcial, sin que haya logrado (con limitadas excepciones) incorporarse dirigentes por una lucha encubierta o manifiesta de motivación política, ten-
a su comunidad total y jugar adecuativamente su papel religioso. Resultado siones de igual naturaleza en su intento de moldearlos a la moral religiosa
final es que, mientras en el complejo cultural antioqueño existe una integra- sin transformar las razones estructurales de su conducta desajustada, o man-
ción tal entre la institución religiosa y la comunidad, ajuste que permite una teniendo una marginación completa con ello; y con las clases bajas, se asemeja
acción conjunta de bienestar recíproco y de trascedencia ética que protege los su imagen a la de cualquier terrateniente, sin crear con ellas nexos de acer-
intereses de cada estrato y los proyecta en beneficio común, y que cristaliza tamiento humano. Está tan distante de cada feligrés pobre, como cualquiera
también en poder de control y de moldeamiento del total de la comunidad a de los elementos de las clases cimeras. Posiblemente recordando de dónde
los valores religiosos, nada de esto es posible en el complejo santandereano. proviene, temiendo ser asimilado de nuevo por ellos. Obligaciones recíprocas
No es que no funcionen las mismas o parecidas instituciones que las que en el culto acercan tangencialmente al pastor y a los grupos populares. Se ha
existen en la Montaña: lo que ocurre es que son nominales y su acción es perpetuado aquí la situación que se vivió en la Colonia entre el neófito indio
meramente encaminada a la liturgia, sin trascender en obras de arraigo cul- y su cura doctrinero.
tural. La separación tan marcada de clases no ha tenido en el sacerdote un Es necesario aclarar un aspecto: la tradicional tensión entre la institución
líder de enlace para beneficio común, y así las instituciones religiosas sin la religiosa y el santandereano de los estratos altos, que se traduce por parte de
mística, sin la integración y sin la acción, son órganos sin función en la vida estos en fría relación con la Iglesia, no significa íntimamente una abstracción
socioreligiosa santandereana. de éste al sentimiento religioso. Constituye más una conducta divergente ante
Como resultado de esta situación, se observa (de unos diez años para acá) la forma y la imagen eclesiástica, que ante el credo, un problema de disocia-
un rápido avance de otras modalidades religiosas en cada municipio de San- ción interpersonal tradicional entre sacerdotes y laicos, con el resultado del
tander. La proyección creciente de la población rural sobre las áreas urbanas alejamiento religioso y de la participación activa de los segundos. Finalmente,
que hemos señalado, ha ido creando núcleos humanos sin asimilación en cada la imagen no superada del machismo físicoagresivo de esta subcultura también
ciudad secundaria, ante la ruptura de sus relaciones primarias campesinas y tiene parte en la no asimilación religiosa de esta personalidad. Estos valores,
la no integración a las secundarias metropolitanas. Las situaciones de natura- fuertemente internalizados, desdeñan las creencias religiosas como sintomáti-
leza económica y social que viven estos grupos en trance de cambio de un cos de debilidad y reblandecimiento del ser masculino. La religión es buena
medio ambiente cultural a otro superior a sus condiciones de adaptabilidad, Para las mujeres, lo que quiere decir, en este ambiente de tajantes virtudes y
han dado amplia aceptación a las mencionadas doctrinas. Cuando se analiza ctos
en cada sexo, que es mala para los hombres, y con este criterio hay
le
su acción socioreligiosa, se ve en el fondo de su estrategia de conquista un rechazarla por nociva de la imagen ideal varonil. Así como un costeño
fundamental acercamiento a los grupos populares en crisis de asimilaci°n puede creer que un hombre lo sea realmente cuando practica la monogamia,
urbana, cuya catequización se lleva a cabo con base en una funcional acción santandereano siente que falta virilidad al que expresa su fe religiosa con
0r
social, que falta en la que fuera su religión inicial. Estos nuevos catequista externo. Las creencias deben permanecer interiorizadas nada más, cons-
están siempre al lado de la satisfacción de las necesidades primarias de 1( yendo la práctica del culto una actitud que resta fuerza a los contornos
grupos recién llegados, capitalizando su desconcierto ante la carencia de reí 1Se "° ^e 'a personalidad masculina. De ahí las limitadas extraversiones
instituciones secundarias que los ajusten a la vida ciudadana. Primariamen & osas de sectores santandereanos. En relación con los sectores populares,
su labor trasciende en bienestar material y luego, en conformación de su c° yecta una imagen sacerdotal de escueto contenido litúrgico, ligada a las
1 5 2 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 1 5 3

funciones de culto, pero sin la categoría y el calor humano condicionado a riaueza, en estas tribus indias de compleja organización y avance económico,
sus necesidades y expectativas, actuando dentro de las mismas formas de nuedó apenas el deber de producir riqueza sin los valores conexos a la auto-
relación paternalista, subordinación y dominio, que identifican la vinculación ridad a que estaba acostumbrada dentro de la familia americana (véase la
de las distintas categorías económicas tradicionales con estos sectores. familia en Colombia, tansfondo histórico, apartado "La familia americana").
En función de la familia, la Iglesia tiene una parte activa en su estructu- Como resultado, subordinó su tarea creadora sometiéndola al complejo
ración, no tanto en su tarea de moldeamiento a sus patrones normativos de de autoridad paternal, que ejerció sin dádivas su control. Por esto, a pesar de
ética (ya lo hemos visto, fue limitada dentro de los grupos altos y sólo per- la premisa hispánica legal y religiosa católica, encontramos aún a la mujer
ceptible en los bajos), sino en cuanto a que su doctrina, interpretada a los de los estratos bajos y medios santandereanos (y en más intenso grado en el
ojos de su estructura patriarcalista, dio respaldo a sus patrones de integración complejo andino), empeñada en subvenir las necesidades hogareñas, creando
familiar interna. Me explico más: así como en Antioquia la religión se ha un ingreso familiar, sin que paralelamente haya podido conquistar un puesto
puesto al servicio del desarrollo económico y de la moral familiar, gratificando de mayor jerarquía en la autoridad de la familia a cuyo sustento contribuye
y engrandeciendo el estatus femenino, en Santander ha servido de fuerza iden- activamente. También perdió con tales interpretaciones su poder racional. Se
tificadora de respaldo para la ubicación cultural de los estatus de los dos diversificaron los sexos en cuanto a tareas, y la mujer, subvalorada en relación
sexos. De esta manera, la doctrina católica (véase parte 2, "Estatus y fun- con su posición nativa, en la nueva sociedad recibió los atributos que su in-
ción"), refuerza la plenitud de la posición familiar del hombre, instaurándolo ferioridad garantizaba, deteriorando con su contacto cada labor privativa de
como cabeza de la familia, subordinando a su mente, a su acción y a su su sexo, pues reposaron en manos femeninas las tareas más tediosas, de menor
voluntad, la personalidades femeninas a través de todo su ciclo vital. La Biblia, rendimiento aparente, pero de mayor obligatoriedad, cuando no ocupaciones
emanación de una sociedad patriarcal, ha servido de inspiración teórica a esta de esfuerzo bruto, como el transporte de la cosecha a la espalda, en estas
estructura de dominante posición del hombre en el hogar: sus valores, sus zonas de abrupta geografía; del producto al mercado, las provisiones hogare-
actitudes, han sido vertidas al trajín doméstico santandereano para ser asimi- ñas, el desyerbe, el aporque, etc. En los trabajos agrícolas, la estructuración
ladas funcionalmente. De esta manera, la esencia de la familia cree integrarse empresarial familiar dirigida por el marido, subordinó las obligaciones labo-
dentro de la más pura esencia de la religión católica, y toda manifestación rales femeninas en tal forma, que se perdió el estatus que la mujer portaba
de rebeldía, o disentimiento, se considera lógicamente rebeldía contra lo sa- en la sociedad india, a cambio de un papel pasivo de condicionamiento dentro
grado, en sus dictámenes más claros. de la sociedad hispano nativa.
Fue en esta tarea de moldeamiento y de condicionamiento a premisas Fue en esta dinámica de moldeamiento donde la Iglesia sirvió los intereses
culturales familiares donde la acción de la jerarquía eclesiástica ejerció su de la transculturación familiar hispánica. Y si previamente aseguramos que gracias
a
más amplia misión. Dentro de los grupos populares de raíces indias america- la acción aculturadora de la religión, la sociedad colonial, y, más concretamente,
en
nas, logró este proceso de ajuste cambiar radicalmente los valores de estatus el complejo andino, pudo estructurarse merced al acoplamiento que ella hizo
de la mujer que la colocaban con su parentela uterina a la cabeza del núcleo de la personalidad india al nuevo estatus que le correspondiera en tal sociedad,
en
hogareño y suplirlos por los de subordinación e incorporación al tronco fa- los santanderes la tarea evangelizadora a las nuevas doctrinas es sensible con
miliar paterno. Dentro del proceso aculturativo, la mujer perdió su ubicación mas fuerza en la asimilación femenina. No es que en el precedente complejo no
,e
y su influencia; con un item más: al arrancarla de su línea de filiación y ^tora de implantar y no vaya en vías de cumplirse. Ocurre sí que la fuerza
traspasarla a un árbol foráneo a su sangre, perdió también su posición sobre 'toral integradora de estos grupos aborígenes con mayor densidad demográfica
la generación que gestaba, añadiendo subvaloración a su tarea maternal, ena' . m a s amplio legado, retardó y suavizó, y aun incrustó las normas foráneas pa-
tecida en las formas americanas. De constituir el centro de la proyección vita. j a l e s de vivencias nativas matriarcalistas.
en el proceso generativo, pasó a ser tan sólo elemento instrumental, me"1 Los castizos patrones de comportamiento interhogareños, legado de aquella
eventual para la tarea de génesis. De su poder, centrado en la creación ^ fueron los que la institución religiosa proyectó de entonces para acá, de-
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biendo ser aceptados por una población de estatus subalterno, apoyados por el En función de las clases altas no se hizo necesaria esta acción, porque la
paradigma de las clases altas que a su vez las subordinaban en concomitancia con mujer ya había sido condicionada a las normas estructurales familiares hispánicas
las restantes instituciones. De esta manera, la Iglesia, en el complejo santande- y a su inspiración doctrinaria. Suponemos que su integración ética era un hecho.
reano, durante el período inicial, no sólo sirvió los intereses de la estructurado Tampoco ha sido la Iglesia dentro de estos elementos el órgano de control, por
de clases modelando la subordinación establecida por la conquista y la Coloni- la fría interrelación que mediaba entre ambos. Otros valores mantuvieron la es-
smo que fundamentalmente configuró la familia dentro del lincamiento patriarcal tructura familiar en los sectores castizos, condicionándolos a las normas legales.
Así como en el complejo andino dio gratificación ultraterrena en la aceptación d La motivación fue social: rango, estirpe, linaje, sangre y honor, se confundían
las condiciones sociales al indio, valiéndose de los valores religiosos que portaba, para inspirar y continuar inspirando entre el Ego femenino de las clases prelativas,
estos mismos valores, castigos o recompensas post mortem condicionaron y diri- una conducta familiar social e íntima, condicionada a sus expectaciones y normas.
gieron la conducta de la mujer india y de su descendiente en el pasado y en la La moral femenina en este complejo, dentro de los altos estratos, es más un código
fecha reciente, y siguen sirviendo de norma ética a la hija de indios y de mestizos de honor social que una pauta de inspiración religiosa. El poder inhibitorio de la
o a la descendiente castiza. Estas creencias calificaron la rebelión a la autoridad conducta divergente de la mujer se centra en la autovaloración del estatus y en
del cónyuge como conducta divergente, mientras exaltaron y estimulan la pasivi- las consecuencias punitivas sociales derivadas de la violación del principio ético
dad, la resignación y el ajuste a la realidad matrimonial nueva. familiar. De esta manera, la comunidad vigila el cumplimiento de sus patrones
Una colaboración más le prestó a la Iglesia en este proceso aculturativo estructurales y sanciona con sanciones culturales su infracción, desplazando vi-
la economía. Las formas empresariales familiares de la explotación del agro, talmente a la Iglesia, que ha logrado su integración sirviendo las motivaciones
en las clases bajas, las mismas en la industria casera de los estratos urbanos sociales enunciadas.
medios, todas con jefatura masculina, hicieron el resto. También en este sen- Para establecer e internalizar en los valores y en la conducta familiar a
tido hubo una concomitancia de presiones institucionales que no han permitido las mujeres indias y mestizas, hoy clases bajas o medias, la Iglesia tuvo (como
aún a la mujer tomar y asumir por sí y ante sí las posiciones directivas. Como en todo el sector americano) en el confesionario, en la cátedra sagrada, en el
veremos luego, un sentimiento de inferioridad subordinada dirigió la acción salón parroquial, en la charla informal, en la posición rectora del clero en las
de esta mujer familiarizada con el trabajo rudo y constante, pero no con la clases populares a que vengo aludiendo, una decisiva influencia, pese a las
jefatura de la autoridad, y esta posición se convirtió en valor normativo de ya enunciadas limitaciones gestadas por el desarrollo histórico. Más tarde
este complejo, ya que paralelamente la doctrina bíblica, en su interpretación complementó, en la nueva comunidad mestiza, los valores sociales que con-
cultural, coordinaba el sentir de la experiencia, categorizándolo como un in- trolan la estructura legal, secundada faceta a faceta por la actitud varonil que
centivo de la acción social. La teoría religiosa de expiación se proyecta sobre la asimiló y respaldó plenamente en la familia y en la sociedad: En este
el sexo débil en esta subcultura, expresándose en el cumplimiento de sus sentido, la conducta masculina de la clase alta en relación con la política ética
funciones biológicas: gestación, partera, menstruación y lactancia constituyen familiar de la Iglesia es y ha sido divergente.
su cuota de sacrificio punitivo, principio purificador del complejo de culpa Una dualización ha operado en cuanto a la aceptación de sus patrones
gestado por la pérdida del bien paradisíaco, a sus instancias. Complementa- normativos de la moral hogareña: si bien se rebelaba contra el moldeamiento
riamente, se apoya un supuesto principio de inferioridad, dentro del proceso de la personalidad masculina a sus patrones, por considerarlos lesivos a los
u
de génesis humana, que conduce a la subordinación jerárquica en la institución eros de su estatus social y de su condición de varón, en lo que hacía y hace
re
matrimonial, vertida en el símil católico, valores todos que impregnados de terencia al papel adecuativo de la Iglesia en relación con la mujer, estaba
esencia religiosa, complementan las exigencias ambientales (véase parte 2, ' continúa totalmente identificado con ella porque los valores religiosos que
e le
apartado "Estatus y función")- A la estructura patriarcal hacía falta un marco internalizan, gratifican y dan respaldo a sus derechos en el hogar.
p
teórico de referencia que respaldara su dominio y la plasticidad de la doctrina ero este mismo hombre se enfrentaba y se resiente hasta hoy en día de la
raJ ca
religiosa sirvió eficazmente sus intereses. tólica, cuando trata de poner freno a la realización de la imagen varonil
1 5 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 1 5 7

cultural en su interrelación biológica con los estratos bajos. Dentro de esta posición oriental colombiana. Tomando el país como unidad, nos enfrentamos a una
ambivalente, se desenvuelve y se desarrolla la conducta positiva y negativa del serie de matices distribuidos dentro de un continuum prolongado, en uno de
hombre santandereano: pide o deja a la Iglesia que condicione el elemento feme- cuyos extremos hallamos la familia de rasgos matriarcales, cuyos dos repre-
nino consanguíneo a sus principios morales, cuando encarnan sus propios y per- sentantes están constituidos por el complejo litoral fluvio minero, y el antio-
sonales valores, a tiempo que retrae al que satisface sus exigencias divergentes queño o de la Montaña. El extremo antagónico, fuertemente patriarcalista,
biológicas de los patrones normativos de su ética familiar y se opone individual- empalma en configuraciones paulatinas con el complejo americano, antaño
mente a tal moldeo. Igual conducta distorsionada exige a la comunidad; pide que de tendencia matriarcalista y que, por la imposición cultural hispánica, poco
se le respalden la estructura familiar que le gratifica como clase y como miembro a poco se fue asimilando hasta adquirir parte de las características patriarcales
hogareño, y que dentro de los valores encubiertos de la cultura, se le incluya para que la familia santandereana presenta. Estos dos complejos así entrabados
obtener aprobación a actitudes y a comportamientos contrapuestos dentro de ins- constituyen la otra mitad y el extremo opuesto del continuum. Teniendo en
tituciones marginales complementarias. Este desdoblamiento antagónico del Ego cuenta la posición de este complejo en el todo estructural nacional, se hace
masculino en este complejo, constituye una razón más para que la Iglesia no haya necesario el análisis de la personalidad masculina que focaliza.
podido ajustar el comportamiento total de la comunidad a sus preceptos de la La personalidad social básica del varón está moldeada por la estructura-
moral familiar, ya que sobre la base de todas las circunstancias señaladas, una ción de su sociedad, por las imágenes culturales ideales y reales del hombre
polivalencia contradictoria de valores y de actitudes que destruye la acción regu- y de mujer que se ajustan a ella, sus funciones respectivas y el estereotipo
ladora de la norma genérica, ha conducido a crear una tendencia anómica en doméstico; por las expectativas de proyección de la familia sobre la comuni-
relación con la actitud justiciera de la Iglesia. Los estratos populares sometidos a dad y la interferencia de ésta sobre aquella a través de la imagen varonil.
la presión de su ajuste normativo, sienten injusto el trato que reciben en conside- Para entender su formación es necesario tener presente la suma de legados
ración con los que escapan a él. De esta manera, se ahondan las tendencias reta- de que es parte. Repito una vez más que a este complejo lo constituye un
liadoras de cada individuo como miembro de la comunidad, estructurada aporte dual: sangre y cultura indias, más sangre y cultura hispánica, en mayor
desigualmente, ya que se siguen manteniendo en el momento actual los principios proporción para el segundo elemento, condición que determinó en estas re-
y fueros del estatus adscrito que jerarquizaron las clases coloniales. No existe ni giones la creación de una organización con imperantes valores españoles. El
en religión un rasero común, sino que trasciende más que en ningún otro complejo, habla con vigentes arcaísmos, los sistemas asociados a la guarda de la salud,
una actitud prescriptiva para el individuo, condicionada por las premisas de su la dieta con sus recetas y valores conexos, la vivienda, las formas económicas
ubicación en la comunidad, clara sobrevivencia de la dicotomía cultural y étnica con sus técnicas, el pensamiento religioso folklórico, la estructura social, pero
que conformó esta subcultura y que aún no ha sido superada en la estructura de sobre todo las imágenes, los valores y las metas, en concomitancia con la
la sociedad mestiza. Consecuentemente, la acción eclesiástica seguirá esta tenden- familia y otras instituciones, nos permiten encontrar los lincamientos castizos
cia como confluente suma de situaciones colocadas fuera de su alcance, repre- de siglos pasados, aún funcionales en este ambiente, merced al proceso his-
sentando en el engranaje social una parte mínima de acción y de logro religioso tórico que se ha vivido. Leves deterioros se observan actualmente en focos
ético. imitados, comienzo de cambios en el permanente devenir de la cultura.
Sobre la suma dual de cuerpos culturales y con base en las resultantes
La personalidad varonil básica y la familia tenidas en la sociedad mestiza a través de su dinámica institucional, jugada
e
ntro de las condiciones peculiares de su habitat, se ha alquitarado la imagen
°nil santandereana. Es muy difícil encuadrar esta estampa cultural en su
La imagen al
dimensión, por las amplias variantes que introduce la estratificación
lal
La subcultura neohispánica configura una familia de rasgos patriarcales, c° nS ' y los grados de desarrollo de cada comunidad, factores que atenúan o
tituyendo uno de los extremos de la tendencia que se localiza en la regi° tan las características de esta proyección vital, tornando falso, ajustado
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rara vez, idéntico, o posiblemente exagerado su delineamiento. Sin embargo a la salida final, para evitarse conflictos. Desde infante, el santandereano se
intento su análisis hipertrofiando su figura en función de la familia de la cual familiariza en el hogar con las armas y aprende a respaldarse con el cuchillo,
es cabeza, y en representación suya frente a la cultura. la navaja, el puñal, el machete (peinilla), según las clases socioculturales, y
Popularmente, este complejo se individualiza por ofrecer una estampa va- más tarde con las armas de fuego. Su personalidad es muy insegura sin armas:
ronil caracterizada por una generosa extraversión de agresividad física dirigida un santandereano, ejemplar de esta estampa, no puede dormir si no tiene a
a la comunidad y vertida también en la familia. Esta personalidad colectiva, su alcance una arma cualquiera que respalde su sueño; no puede andar tran-
de erizadas aristas conflictivas, aparece entonces, frente al país, enseñando quilo en una reunión social o familiar, sin la protección de un revólver, menos
los rasgos de "machismo latino" o "machismo a la mexicana", locuciones aún concurrir a un mitin político sin portar defensa bélica o estar presente en
folklóricas que tratan de definir su imagen. En su forma caricaturesca de el mercado o en una asociación cívica. Necesita estar consciente de que el
extrema agresividad física, representa la figura del matón de todas las épocas, revólver, la escopeta o el machete están a su lado, respaldando su actividad
mientras en la versión atenuada y de sublimación, simboliza la rebeldía reta- diaria, su transcurrir, vigilando su descanso, dando tranquilidad a su diversión,
liadora de la injusticia, defensora del derecho y del orden, pero siempre en y a la vida familiar, etc. Sin el arma al logro de su mano se siente práctica-
conflicto, tensa de agresividad. Una tercera proyección la hallamos en el pa- mente desnudo, solo, mutilado, forastero, fuera de ambiente. Olvidarla en la
triarca defensor de la autoridad focalizada en el progenitor, con alquitarados casa lo obliga a regresar del campo o de la calle apresuradamente en su
búsqueda. Es su talismán, su amuleto, como lo constituye el azabache o el
valores de honor, vergüenza, honra, puntillo y fama, en función de su estatus
coral que las madres anudan en la muñeca de sus hijos en las zonas costeras
doméstico y de su ubicación social. Una serie de variantes diluidas en matices,
para prevenirlos del "ojo", símbolo de la enfermedad. La agresividad de este
enlaza estos paradigmas identificados a través de un común desajuste a la
santandereano se evapora, se frena, cuando está desarmado, porque está iner-
cultura, más o menos encubierto, más o menos manifiesto y que se vierte en
me y no puede traducirse según su cultura. El pelea, sí, pero con armas,
agresividad condicionada a diferentes patrones de expresión. Tomando la mo-
porque las armas le dan sentido a su lucha casi primitiva de sobrevivencia o
dalidad extrema, hallamos que esta imagen masculina se presenta en todas
de escueto dominio físico.
las clases sociales, dulcificada en sus delineamientos en los estratos más se-
lectos y dibujada con trazos más violentos y caricaturescos entre los grupos La estampa extrema de esta imagen varonil reviste otras características
más bajos, o dentro de algunas unidades de no importa qué sector social. básicas en su exteriorización: descuido en el vestir, porque la elegancia toma
Florece en el ámbito rural, tanto como en el urbano, siendo generalmente lindes de dudosa masculinidad. Movimientos desenvueltos y bruscos. Adema-
fruto óptimo de las etapas adolescente y juvenil, pues su curva de agresividad nes fuertes y tajantes que den trascendencia a su personalidad psíquica y
se va temperando con los años hasta formar una mera imagen reminiscente física. Palabra concisa y directa. Trato franco abierto y rudo que no guarda
del pasado, dentro de la cual se acendran rasgos de dureza, hidalguía, sobrie- reticencias ni valores encubiertos. El lenguaje masculino santandereano tiene
dad, reciedumbre, coraje, según las hipertrofias gestadas en cada personalidad fama en toda la república por el uso frecuente de vocablos gruesos, de fuerte
individual o regional local. sentido y que utiliza desde muy niño como emblema oral de su sexo. Y se
La estampa extrema del macho santandereano se reviste de cualidades Protege con armas como acabo de decirlo. Estas formas externas se transfor-
físicas como de valores psíquicos y sociales. La constituye en los inicios el man o atenúan en las clases sociales más altas, y en cada Ego adquieren una
joven apenas salido de la etapa adolescente, que empieza a ser temido desde Peculiaridad, un matiz mayor o menor, siempre encuadrado dentro de la per-
el período de la prepubertad en los círculos escolares. Caracteriza fúndame*1' onalidad básica regional y expreso dentro de cada circunstancia ambiental.
ln ern
talmente esta imagen varonil cultural el porte de armas. Encuestando maestra bargo, los estímulos primarios que gestan sus característicos tipos de
de las zonas urbanas y rurales, he obtenido la información de que en cierta cción, exteriorización y conducta, se tornan activos al sentirse ambientados.
a
veredas de agudizado machismo y latente violencia, es necesario requisar ndo más se evidencian es dentro de los grupos de hombres solos, que se
los niños que concurren a los bancos escolares cada mañana, cada recreo,; Presan sin inhibiciones en círculos de identidad cultural.
1 6 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciiones I 1 6 1

No es necesario la fortaleza física en la imagen de este machismo regional. Naturalmente, si su acción se dirige a la destrucción y al dominiío, ha de
Con frecuencia figuras desmirriadas corporalmente configuran este elemento, demostrar una cualidad de frialdad ante los dos. Proyección de este valor
aunque tampoco se descarta el matón de reforzada biología, semejante al que físico es no escatimar el peligro, que del verdadero hombre es el buscarlo,
ofreciera el matasiete del Cauca de la etapa posterior a las guerras civiles del n0 evadirlo ni prudentemente apartarlo. Su cualidad varonil lo fuer/a a no
pasado siglo. Ya he dicho que teniendo las armas como respaldo, con ellas esquivar reto alguno, debiendo ser el primero en lanzarlo para sacar victorio-
es un individuo de pocas palabras, porque su dialéctica está en la potencialidad sos sus conceptos culturales de hombría. Con estos valores, cualquier tensión
para imponerse destruyendo. No es un elemento de diálogo: elimina sin ra- es llama que se aviva y destruye a ambos contendores que no puede,n en su
zonar, sin escuchar, sin hacerse oír. Satisface un cometido agresivo a sangre orgullo masculino, que la comunidad vigila, echar pie atrás, retractar-Se, mo-
fría, pues su cualidad suma es el derroche de un ampuloso valor físico. En rigerar la querella, recibir satisfacción, porque dentro de sus patrones norma-
esto se distingue del matón del complejo andino: mientras el santandereano tivos la ofensa sólo se repara con la vindicta aplastante del opositor. El
alardea de eliminar cara a cara a su opositor en cualquier lid, el anterior mata ejemplar sumo de estos valores, patentiza que da y recibe la muerte sin que
"palomiando", es decir, a mansalva, emboscado furtivamente, cuidando su se alteren sus nervios, con indiferencia o frialdad, real o no, pero aparente.
seguridad, sin ofrecer la presencia. Tampoco mata "a destajo", es decir, por La entrevista profunda recoge dentro de estos prototipos (menores de 3,Q años)
la paga: elimina a su adversario personal o de su familia por agravios ínfimos, un desprecio verbal ante la vida y la consideración de que el suicidio sin
pero siempre con una justificación personal, íntima, que coarta su derecho. motivo constituye un acto de valentía suprema.
Sólo en tiempos de agitación política como excepción, hace de la lucha par- Escapando de la limitada imagen del matasiete de este complejo, extremo
tidista una especie de guerra santa, sintiéndose obligado a combatir contra de una jerarquía de valores en la personalidad básica varonil, y ampliando
cualquier individuo de su opuesto partido, sin mediación de conflicto personal, nuestro universo hacia una proyección más modal y generalizada del hombre
ya que su código de matón de un sector político lo obliga a ser enemigo común santandereano, debemos indicar que el concepto de valentía se adentra
acérrimo del individuo militante en otro y a hostilizarlo agresivamente o eli- más avanzando por sectores muy heterogéneos. Parte de la proyección de este
minarlo como emanación lógica de su moral política. Tampoco es hombre valor físico se expresa en las relaciones personales inter o intraclases basadas
religioso. Su fortaleza esquiva la creencia como debilidad, pero dentro de esta en un lenguaje franco, llano y directo, que señala la verdad del mundo social
imagen la mixtura político religiosa colectiva lo convierte en defensor o ene- e individual sin ambages ni reticencia, o hipocresías de mérito social. Cada
migo acérrimo, según el color de su bando dentro del cual milita. Sin embargo, santandereano, no importa su clase, se jacta de que es capaz de decir la verdad
fuertemente internalizado, guarda ocultamente una honda creencia religiosa a cualquiera, fincando en este hecho una de las más auténticas cualidades de
que no se compagina con su externo anticlericalismo (según la clase) o la su personalidad social básica, cualidad que trasciende sobre los dos s e \ o s por
adhesión irrestricta al sacerdote, formas ambas de escueta concesión cultural. igual.
Quiero hacer hincapié en el énfasis cultural que por el valor físico satura Esta forma de extraversión cultural permite con mayor amplitud que en
esta imagen. Si primariamente existe una potencial agresividad en cada uno °tro medio, a cada individuo, evaluar la proyección de su propia y personal
de estos individuos que encuentra canalización y se extravierte a través de la imagen en la sociedad y hallar así un piso social más abierto, manifiesto y
acción retaliadora física, es necesario que para exteriorizarla con éxito grati- se
guro en donde ejercitar su acción. Obra asimismo como catarsis en sus
ficante individual frente a la comunidad, se moldee a través de actos de re- °rrnas más benévolas y como sistema de control directo de la condu¡cta in-
conocido coraje. Mientras en el complejo andino la represión creada por la lv
idual por el grupo de relacionados. Concomitantemente con la franqueza,
superposición aculturativa hispánica que gestó una honda agresión en sus ca- m
anación del valor, se vincula una cualidad conexa, el no rendir elogios ni
pas populares y medias, asume en sus expresiones modalidades encubiertas. u
'ar las personalidades que se mueven dentro del mecanismo social de cada
en este complejo ella ha de prodigarse en forma ostensiva, vehemente, y ser 1Vl
duo. Acostumbrado a moldearse desde infante a estos casi mandamientos
satisfecha dentro del riesgo y con ánimo templado. erados de comportamiento, llegan a configurar dos rasgos de difícil desa-
1 6 2 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 1 6 3

rraigo por la alta valoración colectiva que contienen y las limitadas formas i'stima en los demás, sentimiento que no gratifica su inspiración, para lo cual
permisivas de extraversión del estímulo y el aplauso a la conducta individual. conveniente exteriorizar un aspecto contrario a los conflictos sentimentales
Proyección disociada del concepto de valor, se encuentra la exteriorización 'ntimos de que se es objeto. Todo, porque no es de hombres dejarse dominar
de la vida emocional del varón. En lo que atañe a sus sentimientos personales oor una pasión amorosa y ser juguete de la misma. El ridículo es el resorte
la cultura lo fuerza a que los inhiba: ha de tener el coraje de no mostrar junto inhibitorio más poderoso en este complejo y la claudicación de un hombre
con el miedo ni el pesar, la angustia ni la pena, otros sentimientos cuya ex- en las lides afectivas con manifestaciones no aceptadas por la cultura, lo pun-
teriorización es objeto de amplia restricción cultural. Las manifestaciones lí- tualiza en él.
citas han de ser sobrias, discretas, trasunto de su sensibilidad, pero indicativas Correlacionada con la anterior versión, se ofrece la interrelación con el
de su capacidad de control interior, del valor personal para no dejarse dominar sexo femenino. La estampa del tradicional hombre santandereano no es la de
por el mero ímpetu sensitivo. Si el hombre se expresara generosamente en el un don Juan, picaflor versátil en constante e insatisfecha búsqueda, ni se in-
terreno emocional, tocaría los lindes del campo femenino, perdiendo su ima- cluye dentro de la que enmarca el ímpetu biológico del hombre litoral fluvio
gen varonil uno de los mayores rasgos distintivos por el antagonismo tan minero; no. El dominio que se anhela proyectar sobre la mujer es dominio
marcado en los valores y patrones de comportamiento adscritos a cada sexo. impositivo permanente que trasluzca su estatus y su poder varonil. Es dominio
Es más, tampoco es libre la expresión del dolor físico: le está prohibido dar de autoridad. Por ello no constituye una virtud de ensalzamiento cultural la
rienda suelta al que corta sus entrañas: a más hombría, mayor poder inhibi- escueta conquista amorosa poligínica. Dentro de la conceptualización s^ntan-
torio. Este aspecto trasciende en el campo de la enfermedad, pues la imagen dereana, la frondosa extraversión plural no es un trofeo para exhibir y dar
masculina plenamente realizada difícilmente acepta la dolencia, o el mostrarse méritos, porque el carácter regional no permite la proyección biológica gra-
enfermo. Su estatus es muy difícil de admitir en la subcultura neohispánica: üficadora de la zona negroide en el dominio femenino. El verdadero varón,
los valores viriles lo interfieren y desvían considerablemente. "Eso de estar amoldado a la cultura, no esquiva la conquista del sexo débil en cualquier
enfermo es cuestión de mujeres", dicen, cuando se les requiere a guardar estatus, pero se reserva sus aventuras amorosas y no las comenta: pendería
cama, vigilar su convalecencia o solicitar los cuidados médicos y aceptar sus prestigio, se demeritaría virilmente, ya que la jactancia, en cualquier sentido,
prescripciones. Los hombres son muy machos para estar enfermos, se dice es una virtud negativa de esta cultura y el autoelogio deteriora tanto el indi-
popularmente, con lo cual se expresa que no está en su fuero masculino ceder viduo como el concepto negativo ajeno. Por eso ante los rumores y aureola
ante la dolencia, declararse necesitado de cuidado, de ayuda, claudicar ante de donjuanismo, el hombre que se precia de tal ha de guardar un silencio
el mal y someterse a sus exigencias recuperativas. Quizá se está insinuando reticente y sugestivo que retribuye su honra de caballero y de venturoso en
debilidad física o miedo ante la muerte, sentimientos que no es viril aceptarlos. lides amorosas.
El alto aprecio del valor físico como distintivo genérico del hombre lo Es necesario observar que en la proyección masculina del hombre san-
obliga a interiorizarse en las expresiones afectivas. Un real macho a la medida tandereano sobre el otro sexo, no escapa al complejo de autoridad y de do-
mm
de los santanderes, jamás debe mostrar públicamente sus sentimientos amo- io de que está integrada su personalidad básica. Imposición de su ser
rosos, por ejemplo, a no ser en una forma recatadamente sobria que no de- varonil de acuerdo con las condiciones de su estatus social sobre las mujeres
e
teriore su imagen y no lesione de paso aquellas sobre la cual se proyecta- 'as clases subordinadas encierra un fenómeno de gratificación biológica y
Ello para indicar que se es señor y dueño de los sentimientos, en forma que e
retribución agresivo social. Más interesante quizás y de mayor mérito que
él es quien los comanda, sin que los afectos dominen su capacidad voliúva- es
cueta gratificación social que ésta implica.
La imagen ideal varonil no debe ceder a los arrebatos del amor y alienarse El valor como cualidad primordial también lo inhibe en las manifestacio-
públicamente en él, pues significaría su entrega y su subordinación, siend° s
afectivas de tipo filial o paternal. No es que el santandereano crea im-
que él representa la imagen del dominio. Si el conflicto amoroso domina a Ce
dente tener estos sentimientos, o se avergüence de sentirlos. Lo que la
Ego masculino, no debe extraverter públicamente esta situación que provocan Ur
a exige perentoriamente es que se manifiesten como los amorosos, en
1 6 4 / Familia y cultura en Colombia Las institucior, , , y- c
íes I ICO

formas muy mesuradas, muy restringidas, o en expresiones sublimadas. Más sU Cara social. El sentido de veracidad se conecta con el cumplimient . ,
que amor por sus hijos y ternura, el santandereano ha de mostrar orgullo- palabra empeñada "lo que se dice es para cumplirlo", indicando la 1» on
más que cariño por sus padres, se le permite expresar respeto. Las manifes- la obligatoriedad estricta que aquí envuelven las palabras dadas. Y es" fi '
taciones generosamente exteriorizadas deterioran al hombre que las manifiesta mación es más y más realidad, mientras más acendrado es el conce ,
como señales de reblandecimiento, colindante con el temido ridículo, o como hombre en el individuo, mientras más internalizados están los valore» ,
identificación con formas culturales afectivas de extraversión femenina, no cultura masculina. Consecuentemente, un hombre de negocios pierde i -
compatibles con el valor y la mesura que debe irradiar la estampa del hombre. • i i iJ Tías en
En cambio, la cultura le permite exteriorizar explosivamente su cólera, su su honra comercial al no respaldar sus compromisos verbales, que al inc ,.
un contrato legalizado. En la satisfacción de lo prometido, un santand
disgusto, desde muy niño y en la misma forma radiante durante la etapa adulta , . . , , ereano
auténtico esta poniendo en juego su hombría y su honra, pero tamb-.
y no ocultar sus impulsos de dominio, por lo cual se exalta la estructura de valor de independencia y de orgullosa auto valoración: no necesita de c ,.
una personalidad conflictiva: el individuo inconforme, rebelde, retaliador, cadas normas legales, porque puede dar y recibir la palabra ajena ce ,
constituye, en amplios medios, paradigma de conducta cultural. "Coma carne, más sagrado mandamiento judicial. Estimula también su actitud un pri . •
mijo", dicen los padres de estratos populares a sus hijos varones, "que animal •J j , , , , . . ncipio
que come carne no lo ensillan", significando la validez y aprecio de la posición de segundad personal: se es capaz desde el yo intimo, sin coacciones ex
insurgente de cada personalidad varonil. Concomitante con este aprecio po- de alienarse a través de las obligaciones verbales, constituyéndose cad; • ,.'
pular, dentro de los círculos intelectuales de este grupo, todas las loas se viduo en su propio censor y ejecutor, aspecto éste que en la entrevist
dirigen a recordar al héroe bélico, jamás al civil, al ciudadano constructivo, funda era expresión de su orgullo personal. Parece ser que la promesa > ,
sino al rebelde. Las oraciones literarias exaltan siempre al hombre santande- compromiso de común ocurrencia entre "hombres de bien", según sus
fc
reano agresivo, retaliador, insurgente, la odisea de las armas, del dominio de jxpre-
siones, es un lazo mas vigoroso y una prueba de mayor cuantía a las
la destrucción, como imágenes paradigmáticas. Nunca sus palabras delinean
nalidades comprometidas, que la obligación escuetamente legal, 6
p
la apología del trabajo, del civismo, de la vida social plena. Tampoco al em- *orque
constituye un reto al sentimiento del honor, que se coloca por encima ,
presario que crea con sus manos la riqueza, como en Antioquia. Este complejo intereses meramente financieros o personales en los compromisos del m . •
empuja al hombre a manifestar sólo su valor físico para encuadrar en el com- paño. ^ ohls "
plejo de valores de su personalidad social básica. Desde la precoz infancia La posición anterior de cumplimiento de la palabra empeñada, fum,
se le internaliza la correlación entre hombre y valor, entre hombre y proyec- en un mundo de valores similares, va acompañada de un sentido de \ ... .
ción de dominio sobre el medio circundante, llámese familia o sociedad. De dualismo que se insinúa fuertemente en los negocios. El hombre de este
esta manera, el sentimiento de poder o de imposición, estimulado por una yiejo, según lo señalan las entrevistas, constituye una persona,-, ,
agresión subyacente de etiología distante, lo ayuda en este moldeamiento de independiente, con dificultades para asociarse, ansiosa de salir adelante •
su imagen cultural. realización económica como unidad, y no merced al esfuerzo colectivt M
Otras nuevas facetas complementan los rasgos rectores de esta estampa: entrenado, como el antioqueño, desde los primeros albores de su form •,
vuelvo a repetir que el santandereano es parco de expresión, como resultado egional en la acción conjunta económica, es un hombre no preparado ,
av
del limitado mecanismo de extraversión que la cultura le permite, y del valof entura del esfuerzo gregario. Parece no sentir seguridad o fe en los dt ,
y su
heroico que como cualidad máxima exalta. Cuida celosamente de lo que dice, personalidad agresiva y estricta no concede suficiente elasticidad
pues si lo expresa, ahí está el puntillo de su honra en sostener su afirmación errelaciones personales. Por ello avanza solo. No ha logrado sino en <,
lc
y respaldarla activamente. De esta manera, la veracidad se convierte en ufla °s ejemplos novísimos, conformar agrupaciones, gremios, sociedade
ra
de sus características más agudas. Un mentís, que se lanza como reto o cofli r al mundo industrial de mutuo esfuerzo recíproco, no ha logrado sui
eta
afrenta de una personalidad, debe callarse a bala, o el así vejado ha perdid Pa artesanal de unidades individualizadas. Este sentimiento se sieni
' opresiones de machismo extremo. El matasiete no es pandillero; su¡ .
1 6 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 1 6 7

litos y atropellos son personales; no evade su responsabilidad, entre otras nánico, busca la defensa y el cumplimiento del fuero individual frente a la
cosas, porque afrontarla exalta y da aureola a su personalidad social de guapo sociedad, lo que equivale en última instancia a la conservación de sus estruc-
Sin embargo, hay excepciones. Cuando los partidos políticos atizan la agresión turas institucionales. El sentido de la honra, que constituye su expresión, en-
subyacente de los grupos de los santanderes, entonces se halla un solo caso gendra la violencia, porque traspasa el límite de respeto de la vida humana,
en que la agresión como fuerza inmanente congrega a numerosos elementos al establecer dos alternativas: la vida sin honra no vale, y la vida es el precio
integrando una unidad. Tal el caso de tradicionales veredas o pueblos liberales y satisfacción a la honra difamada. Sobre esta base, la agresividad está sal-
o conservadores, que al ritmo de inquietudes políticas hacen causa única con- vando este principio, puesto que pone límite a la acción recíproca de los
tra el enemigo representado en el partido opositor. La política es en estos miembros de la comunidad. Su traspaso en un sentido u otro, lesiona el fuero
casos el aglutinante social que rompe las tajantes estratificaciones que separan de alguien, provocando su agresión, traducida, según los valores y matices
los miembros de una colectividad y las aristas de su personalidad básica. culturales, en violencia física, respuesta punitiva y de resarcimiento de aquel
También se siente igual impulso coherente dentro de los núcleos familiares que ha sufrido la ofensa.
que ventilan conflictos de linderos o de honor. Esta defensa violenta abarca campos muy amplios de acción, puesto que
se dirige al cuidado del todo institucional y cultural. Puede muy bien obser-
Su funcionalismo varse en la guarda y conservación del régimen de propiedad. Nada hiere tanto
la sensibilidad social de un santandereano como la acusación de robo o de
Esta figura así gestada, se convertiría en una estampa tropical, génesis del fraude, porque paralelamente secunda este valor una fuerte internalización del
subdesarrollo, con sus secuelas de subvaloración de la vida y de la tarea respeto a lo ajeno, que ha puesto un foso defensivo entre la clase que todo
ciudadana fecunda, o representaría la estampa de la escueta agresión vertida lo tenía y la que de todo carecía, en la estructura socioeconómica, mantenien-
por la fuerza inmanente de un primitivismo brutal. Pero no es así. Cuando do así asegurado su estatus y permanencia. Linderos, cosechas, herencias,
las figuras extremas del matonismo se mueven a otros ambientes diferentes sistemas tenenciales, negocios, palabra empeñada en cuestión económica, se
de condiciones más vitales y más fértiles, devienen, a impulsos de sus estí- defendieron y se defienden a través de la agresión. Con el mismo mecanismo
mulos, en personalidades menos divergentes, logrando una catarsis fecunda se mantienen los demás basamentos estructurales, lo cual generó la formación
en la canalización de su principio agresivo de aplicación estéril dentro de su de un carácter regional que, mantenidas las premisas que lo habían determi-
cultura. No así cuando esta movilidad horizontal se cumple en medios que nado, continúa haciendo necesario su funcionalismo. La actitud agresiva y
prohijan su tradicional extraversión, por ejemplo, los numerosos emigrantes retaliadora se convirtió en la respuesta individual válida que la cultura prohija
de este complejo que están llegando a Valledupar y a zonas adyacentes, donde para el mantenimiento del estatus total de cada uno de sus miembros frente
a
las fuerzas sociales de esta nueva colonización operan como la frontera del los demás.
oeste en la expansión colonizadora norteamericana. En otro sentido, este carácter regional vio acentuado su funcionalismo
Consideradas estas dos posibilidades, cabe preguntarnos: ¿hacia dónde se defensivo individual, en cuanto el sistema estructural de esta comunidad no
dirige la acción de esta personalidad regional, siempre en aparente conflicto? ofrece plenitud a la mayoría de sus miembros. Si exceptuamos la minoría
Dos son los campos de dirección del impulso agresivo que se convierte en icada en la cúspide, el resto no halla opción superativa en los santanderes.
as
dominio, en poder de imposición del hombre: el uno es la comunidad toda, clases medias y bajas rurales y urbanas carecen de canales normales de
ea
donde actúa como ser social, y el otro lo constituye la familia donde el hombre hzación, de tal modo que sus fuerzas vitales no pueden proyectarse catár-
Ca
se mueve individualmente ocupando su respectivo estatus. mente en un avance de su estatus. Paralelamente se establece una perma-
En cuanto al funcionalismo de esta agresión vertida frente a la comunidad
como mecanismo defensivo del individuo para guarda de su régimen de se- ten fuerte este valor, que las madres santandereanas pobres aún queman las manos de los niños
guridad social, surge una hipótesis: el código del honor del elemento neohis- ° u e 'locan lo ajeno", es decir, roban algo, o la boca, cuando se ha tratado de hurto de alimentos.
Las instituciones /169
1 6 8 / Familia y cultura en Colombia

imponer la total satisfacción de ellos. Aquí es donde la agresividad se dirige


nente disfunción entre los derechos y deberes de sus tajantes clases socioe-
para obtener este mecanismo gratificador, si tal funcionalismo no se satisface
conómicas, que sólo la violencia del más fuerte mantiene sujeta. Un sedimento
a plenitud.
de frustración permanente se genera, merced a la disfunción entre las expec-
La estructura social que acabamos de entrever a través del proceso his-
tativas, las metas y los medios de la cultura, que engendra paulatinamente
tórico, y que dio origen a fragmentaciones tan tajantes en el todo social,
una violencia contenida a medias. La personalidad santandereana es tensa,
ha conducido a que el establecimiento de las relaciones interclases y de la
conflictiva en sus relaciones personales y en trance de agresión. Un leve es-
comunidad no sea efectuado sobre una base engranada, dentro de un trueque
tímulo y la extravierte por canales divergentes y hacia objetivos diferidos. No
de servicios y retribuciones, con un mecanismo legal, sino de claro ancestro
es sino observar estos mecanismos en múltiples veredas santandereanas, donde
paternalista, interferido ya por el proceso de cambio. De esta manera, no
este fermento agresivo se siente en presencia potencial, recatado, inhibido,
se pueden fijar límites precisos entre la ley y la costumbre, de suerte que
pero que ante el más mínimo estímulo (alcohol, ofensa leve) se vuelca cie-
dentro de estos valores cambiantes es lógico que surja una anomia, que al
gamente sobre cualquier meta, familia, amistad, política, religión, envolvién-
crear frustración, engendra la agresión mediata. La crisis de esta situación
dola con fuerza incorporada. Cuando se analiza esta acción agresiva, se ve
ya insinuada con la ley de tierras de 1936, catalizó su rebeldía manifiesta
bien claro que su objetivo fue eventual, su finalidad no consciente, ni la reac-
en las relaciones tradicionales de los estamentos rurales, con la pseudo re-
ción proporcional al estímulo. Entonces se puede medir la potencialidad des-
volución del nueve de abril de 1948, por ejemplo. De entonces para acá,
tructiva de esta levadura de odio, quizás ancestralmente acumulada. También
sus puntos de relación tradicional se trastornaron en posiciones antagónicas,
se sienten las mismas premisas que orientan mi hipótesis, cuando se estudia
están de acuerdo en indicar terratenientes y terrazguero de este agro. El
la etiología de los hechos delictuosos. Vuelve a percibirse dentro de estas
préstamo de tierras en la aparcería, los contratos agrícolas "a destajo", ha-
personalidades divergentes el mismo potencial agresivo, sedimento de frus-
bían perdido de golpe su sentido de vinculación personal asentada en normas
tración múltiple, represado por fuerzas coercitivas estructurales, pero que li-
paternalistas, para convertirse en escuetas relaciones de trabajo, cuyos cam-
geramente estimulado lleva al asesinato, o a las diversas formas de la agresión
bios producían interferencias en ambas partes. Pero para alcanzar esta etapa
física, como una escueta válvula de escape que libera la presión interior, acu-
y ajustarse dentro de ella a las expectaciones de cada contraparte, se ha
mulada a instancias de las fuerzas ambientales y vertida de acuerdo con su
venido haciendo necesario un nuevo proceso de moldeamiento, de por sí
imagen de expresión cultural.
penoso y agresivo. Un nuevo cambio laboral lo sintieron, de una década
Veamos algunos ejemplos más. En el campo social la agresividad se ca-
para acá, regiones amplias de este complejo en el desarrollo de Paz del Río
naliza para el logro de la respuesta gratificadora a que se considera acreedor
e instalaciones conexas, que cerraron para estas tierras el cauce de la mo-
cada individuo. Se orienta a exigir a la comunidad la satisfacción de los de-
vilidad horizontal periódica del boyacense, mano de obra agrícola de los
rechos a que cada personalidad social es acreedora, por sí y en representación
santanderes. Las interrelaciones de los estamentos agrícolas debieron trans-
de su grupo familia nuclear y extenso. El honor individual de hombre en sí
formarse nuevamente con este fenómeno. Así se podrían citar numerosos
y de miembro de una colectividad, perteneciente a un tronco familiar y de
hitos en la dinámica de este proceso económico, vertido en las interrelacio-
un estatus sociocultural dado, entran en juego en la satisfacción de estos de-
nes sociales de los elementos de la comunidad. Lo interesante en ellos es
rechos. Estos conceptos involucran una acción recíproca dual: recibir a cambio Ve
r que en cada paso dado se ha creado una agresión recíproca, ya que el
de dar. Una sede de resortes sociales funcionan dirigiendo los estímulos de a
JUste a las expectativas de cada miembro no se ha satisfecho sin tensión,
entrega y las respuestas de aceptación. A medida que se asciende en clase, Sl
" presión y sin conflicto. Dentro de este proceso es posible ver que ha
el trueque social se sutiliza en complicadas evaluaciones, en tanto que en los Sl
do la fuerza agresiva de cada individuo, su cuota de poder, la que inclina
grupos inferiores ofrece una menos complicada expectativa. Todo el prestig'0 a
balanza a su favor, o su débil capacidad de presión la que la desnivela
social, vale decir, la honra de un individuo, está supeditada al cumplimiento en
su contra. Este fenómeno es parte de la necesidad vital del individuo de
espontáneo que la sociedad le otorga de sus derechos y a su capacidad p^
Las instituciones / 171
1 7 0 / Familia y cultura en Colombia

conformar, dentro de una estructura así creada, una personalidad social agre- hombre y la reducen a la escueta tarea de defenderse dentro de los fueros
¿e sus estatus transmitidos.
siva y retaliadora, siempre presente en el ejercicio de su derecho. Lógico
Si nos adentramos más, guiados por este concepto, hallaremos otros as-
es que los grupos menos favorecidos para imponerse no alcancen el logro
pectos claves en su estructura, que repercuten sobre la canalización divergente
de las expectativas legales. ¿Será por ello por lo que ofrecen en la realidad
de su energía varonil y se proyectan culpables de su rígida y estática forma
una acción agresiva física de mayor evidencia?
estamental. Este complejo no ha resuelto el problema de la gran masa popular
La entrevista profunda señala en campos y ciudades una agresión latente
heredada y trasmitida hasta hoy en similares condiciones desde la conquista
en los niveles medios y bajos de sus clases, mientras concomitantemente en
a través de todas las épocas. Mon y Velarde, en los finales del siglo XVIII,
los altos, las expectativas y presiones ascendentes se consideran interferencias
encontró igual situación dentro de este mismo sector popular en el Cantón
no legítimas, fuera de lugar y de estatus y que también frustran y crean agre-
de Antioquia, y sus medidas se dirigieron a encauzar el potencial energético
sión en estos medios. Los grupos de clase no son conscientes abiertamente
de este pueblo, enclaustrado entonces, dentro de un habitat de similares con-
de su agresividad, ni de sus tensiones. Pero puede verse que, a excepción de
diciones naturales de pobreza al santandereano, mostrándole el camino de la
las laxas unidades religiosas recientes y de las exclusivistas de la élite social,
colonización en tierras promisorias. Los santanderes carecieron de Mon y
no existen en Santander asociaciones de ningún tipo que congreguen los es-
Velarde, pero les sobraron victimarios para su dinámica clase artesanal, otro
tratos de la comunidad, y si momentáneamente se aglutinan, se disuelven
canal de redención, en malahora de su devenir, aplastado también.
dejando resquemores y tensión entre unos y otros. Por esta razón, el civismo
La conquista de tierras nuevas no ha constituido la válvula de escape de
no enlaza con metas inmediatas y comunes a sus miembros, porque las normas
su sobrante humano, sin horizontes económicos en su habitat y en su régimen
consuetudinarias de interrelación de las clases sociales no permite cohesionar
tenencial, porque apenas ha sido insinuada un par de décadas para acá. En
sus intereses. Esta situación es sensible aún dentro de los grupos laborales de
las tierras antiguas no se ha resuelto el problema del minifundista, que lo es
niveles sociales similares, que conscientemente limitan su cohesión para evitar
más que el andino en estos suelos paupérrimos. Tampoco se ha solventado al
los roces que gestan agresión. En toda interrelación personal, un actuante
aparcero en su régimen de préstamos del suelo ajeno, ni la condición econó-
sentido de honor se hace evidente, que se expresa en la tributación de pleitesía
mica cultural del peonaje agrícola, categorías económicas que apenas sobre-
debida al rango, a la profesión, a la edad, al poder, a la tradición, al tronco
aguan en los santanderes. Al expulsar gran parte de esta masa con la
familiar, al apellido, lesionando la persona interferida con la omisión. Pero
transformación agropecuaria, sólo se resolvió el problema traspasándolo del
esta sensibilización se torna esencialmente manifiesta en lo referente al prin-
agro tradicional a la ciudad. Aquí volvemos a encontrarnos con esta misma
cipio de autoridad. Sin lugar a dudas, es el aspecto más vulnerable y neuro-
masa en pleno desarraigo, y en esta nueva estación de su éxodo, la frustración
tizado en la personalidad del santandereano.
socioeconómica, fermento de su agresión, ha seguido adelante manteniendo
También la agresión subyacente, colectiva e individual, se explica por y
iva y funcional la faceta tipificada de la imagen varonil del complejo san-
la carencia de canales de realización, que le den una extraversión fecunda.
tandereano. Tampoco se ha llegado a la industrialización que daría catarsis a
La clase de estructura no permite el escape de la capacidad energética del
sus fuerzas potenciales, hoy escuetamente agresivas. Bucaramanga y su valle,
santandereano a través de la creación de riqueza, como indicador auténtico
apenas constituyen la promesa industrial, mientras en el sector norteño no se
de su capacidad individual, ni lo gratifica ahincadamente como en Antio-
"isinúan los cimientos del proceso fabril.
quia, abriéndole las puertas de su dinámica social para una superativa y
halagüeña ubicación. Al seguir focalizada su sociedad, con excepciones ra- La acción de esta personalidad básica en función de la familia, su segunda
met
ras, en la contemplación del pasado, de la estirpe, de los valores castizos a, asume una dirección múltiple. En primer lugar, parte de la lucha social
familiares, vale decir, del estatus adscrito, corta de cuajo la posibilidad ca- " Ue él libra en la comunidad; cualquiera que sea su estatus, se dirige a be-
e
tártica de diferir la agresión fecundamente, como lo ha hecho el complej0 hciarla y a defenderla, porque defendiendo sus derechos se defiende el que
su
de la Montaña. De esta manera, los santanderes encarcelan la acción del cabeza (véase parte 2, apartado "Estatus y función"). En segundo lugar,
Las instiluciomes / J 73
1 7 2 / Familia y cultura en Colombia

cumple una de sus más funcionales tareas, al asumir la vocería de sus derechos la persona de su marido el estímulo retador de sus amigos, que tr-atan ¿Q
como institución, y, finalmente, proyecta su poder en su interior para ocupar hacerle sentir la necesidad de no atarse al hogar, vale decir de su esb o s a ) ¿e
en ella la jefatura que como padre y esposo le corresponde en esta jerarquía no alienarse en forma alguna para seguir siendo libre como lo fuera de soltero,
familiar de tendencia patriarcal. puesto que él es amo y señor y debe establecer muy claro su dominio. La
Cada una de estas funciones requiere la modalidad agresiva cultural, por- personalidades femeninas tiene en esta etapa su más dura prueba y na ¿e
que, envuelto en su cumplimiento, torna a presentarse asociado el concepto ejecutar alardes de astucia femenina para enfrentarse a las exigencias de la
de honor y de hombría, que orientan y califican la acción de esta personalidad. comunidad, satisfacerlas y moldear sus expectativas de esposa a estos valores.
La integración del padre con su familia es recíproca (véase parte 2, apartado Tensiones, choques y conflictos, de más o menos intensidad, caracteri zan e s t e
"Estatus y función"). La célula primaria hogareña se siente compenetrada con período de ajuste familiar, dentro del cual la personalidad dominante cej hom-
su cabeza, y asimila sus vivencias positivas y negativas frente a la sociedad, bre ha de terminar por ganar la batalla de la autoridad.
y similar conducta le corresponde a aquella. Por ello, ha de poner todo su Es sin embargo de tal riqueza de interferencias y de valores polivalentes
empeño en salvaguardar honra y hombría cuando alguna interferencia externa este juego de relaciones internas de la célula hogareña, y de la socieda<j que
afecta el hogar en sus fueros, buscando complementariamente la manera de vigila su ajuste, que una sede de conceptualizaciones múltiples se Producen
obtener sanción inmediata. Es tan fuerte este sentimiento retaliativo, que faltas en el proceso impositivo de la autoridad, ya que refuerzan directa e indirec-
sociales lesivas al honor de la familia, según el derecho cultural santandereano, tamente las modalidades culturales de la imagen masculina que hen o s ¿e\\.
"deben ser lavadas con sangre", o lo eran en décadas pasadas, porque la neado. Su proyección, tajante aún en las relaciones interfamiliares, gratifica
aplicación de la norma legal no borraba, como la acción agresiva directa del complementariamente al grupo femenino, aunque sufra su incidencia. Esposas
padre o del hermano, la ofensa infligida en su honra. Tales los casos de vio- e hijas se sienten identificadas íntima y socialmente con el ejercic0 ¿Q ja
lación de un principio de ética social y familiar que ofendiera a los elementos personalidad básica agresiva de sus esposos y padres. Una p e r s o n a ^ j ¿[.
femeninos del hogar. Ofensa y resarcimiento cara a la sociedad que mira vergente destruiría sus valores y su ajuste tradicional a la institución ya q Ue
expectante su actitud, han de ser vertidos a los principios normativos acos- sus personales expectativas condicionadas a la cultura, magnifican est£i m a g e n
tumbrados. en beneficio propio, cara a la comunidad, constituyendo así factor de ¡stímulo
en su estructura y en su extraversión.
La acción de dominio del hombre en el interior del hogar, busca una
respuesta gratificadora en varias direcciones. Colocándolo la cultura a la ca-
beza de la jerarquía en su familia de procreación, debe asumirla con todas
las implicaciones de subordinación de los restantes miembros. A través de su
personalidad impositiva agresiva, él tratará de moldear desde el comienzo de
esta célula a las exigencias suyas, eco de las expectativas de su comunidad.
Es interesante observar en esta etapa inicial un mayor rigor, una proyección
más vigorosa del poder masculino empeñado en dar pruebas de su capacidad
de dominio en él. Frecuentes crisis de poder debidas al mecanismo de ajuste
de las personalidades de la pareja se presentan, a través de las cuales se espera
salga avante el estatus masculino para recibir la respuesta gratificante de su
comunidad y de sí mismo. De ahí su empeño en obtener, ante el conjunto
social, el respaldo adhesivo de su esposa, su actitud sumisa y conforme a sus
mandatos, y de ahí también su hiperestesia inicial en el celo de su autoridad
y en el ejercicio de la libertad. En este aspecto, toda joven pareja recibe en
Tipología de la familia I 1 7 5

Tipología de la familia ¿e un diez por ciento de ventaja de un sector sobre el otro, he hallado en
distintas zonas del complejo.
A pesar de la presencia de las formas de facto, hay que decir que la
tendencia de la comunidad se dirige a estructurar la familia bajo la forma
sacramental, afirmación que se hace teniendo en cuenta su tendencia pros-
pectiva y los valores gratificantes de las diferentes estructuras. Analizando en
clases bajas las unidades domésticas conformadas por jóvenes hasta de vein-
tiocho años, y la compuesta por la generación de sus padres, hallé siempre
Familia legal que los porcentajes de uniones de facto favorecen considerablemente la del
grupo de progenitores. Por estos mismo años, el número de casados era menor
La familia santandereana ocupa el tercer lugar después de los complejos an- en el universo de los progenitores, que en la generación de los hijos^
tioqueño y andino en cuanto a mayor frecuencia en el matrimonio sobre las Este complejo siempre ha mirado discriminatoriamente al hijo natural. No
uniones de facto para la conformación de la familia. La proporción cuantita- propiamente por los valores conexos de quiebra de una pauta religiosa, posi-
tiva de matrimonio oscila entre 83,44 y 87,5% en relación con el total de blemente más por los relacionados de moral social. Sin lugar a dudas, la razón
uniones. La distribución de esta forma no es igualitaria, introduciéndose va- de la reticencia para aceptar al individuo ilegitimo, es el significado de clase
riables según las clases sociales y dentro de ellas según los sexos. Al hacer^ que encierra. Un ilegítimo no puede pertenecer a un estrato alto, dados los
muéstreos en las ciudades y en los campos, se halla que la clase alta, tomada principios de honor, de manera que su/pit¿acjs.mó;es más bien de naturaleza
desde el punto de vista del Ego femenino, siempre conforma un hogar bajo, social. Y lo es tan realmente, que los hijos ilegítimos de los hombres de la
la forma sacramental; en cambio, no es absolutamente seguro que las familias clase alta, particularmente si de varones se trata, cuando han recibido el ape-
constituidas por los hombres de estrato superior sean legítimas. Tomando en llido, educación a la altura del rango del padre, y su espaldarazo económico-
estos estratos los grupos masculinos hasta de 35 años, dentro de los terrate- social para cubrir a satisfacción los patrones externos de prestigio, son
nientes que tienen ya establecido un hogar, se encuentra la mayor presencia asimilados por la comunidad y por la clase alta sin muchas resistencias. Basta
de familias de hecho en esta etapa, porque de esa edad en adelante, son que la figura paterna haga presente su influencia para que la cultura olvide
estructuradas legalmente casi sin excepción. Dentro de los grupos meramente su origen bastardo. No ocurre lo mismo cuando su progenitor es de clase
urbanos existe una mayor tendencia a la célula legal, aunque paralelamente media o baja. Puede ser legitimado mediante el matrimonio de los padres,
en ambos existan con relativa frecuencia hogares supletorios. Pero esto no influye en su aceptación, y solo condiciones excepcionales de
En hiélase media rural, aunque es predominante el matrimonio, son más. su personalidad podrán hacerle borrar las fallas de su estructura familiar. Tam-
frecuentes que en la urbana los casos de uniones de facto. Siguiendo la di- bién hay que aclarar que no todos los ilegítimos de un hombre de clase alta
se
námica de estas familias se encuentra que estas uniones, al avanzar los años* equiparan al rango del padre: casos excepcionales son los que ocupan la
se consolidan bajo la bendición matrimonial para terminar sus días en esta Posición antes marcada, pues como norma no alcanzan a situarse en la ubi-
forma, entrando por tanto a sumarse a las formas sacramentales. En estos cación del progenitor, si todo su poder socioeconómico no se hace sentir para
estratos, la proporción de matrimonio entre hombres y mujeres es similar, a °rrar los deterioros que su divergente conformación le acarrea.
diferencia de la clase anterior. En cambio, es importante señalar un fenómeno que muestra matices en
El menor grupo de uniones legales lo encontramos en la clase baja. Ana- valoración de los ilegítimos: mientras en los grupos de ilegítimos antio-
lizando las cifras estadísticas tomadas en los muéstreos y las inferidas en el e
nos la madre es la única figura representativa de esta familia incompleta,
análisis de los bautizos, se halla que es mayor la frecuencia de uniones sa- es
te complejo el padre es el elemento que los respalda cara a la comunidad,
cramentales en la ciudad que en el campo, dentro del elemento popular. MaS n
do se trata de vastagos habidos en uniones libres o en concubinato. En
1 7 6 / Familia y cultura en Colombia Tipología de lafam¡Ua / J 77

tanto, la madre permanece en la penumbra de su hogar, evadiendo la situación, la unión libre


porque generalmente se trata de una mujer de clase inferior a la del padre, y
su reserva es más provechosa para la descendencia. Su categoría de ilegitimo Tenida en cuenta la estratificación social, la unión libre puede ser fenómeno
no es una afrenta ética ni social cuando existe un padre de categoría que intraclase o resultado de interrelación entre estratos sociales. La unión libre
otorga su apoyo decisivo. n0 se cosecha como relación intraclase en los grupos altos. No t :en go un
A pesar de esta flexibilidad de la cultura santandereana ante la familia solo caso en que la pareja pertenezca al sector cimero. En cambio, ja unión
de facto, la unión sacramental católica ocupa lugar de prelación. Los valores libre entre un hombre de clase alta y una mujer de grupo inferior es más
de estirpe, de honra de la familia, de linaje, exigen que el hogar fundador o frecuente, generalmente como resultado de vinculaciones establecidas en
el de cada vastago, lleve la sanción matrimonial. Pese al anticlericalismo que función de la administración de la tierra. El hacendado soltero establece
superficialmente aflora en la personalidad social del santandereano de las cla- relaciones maritales en los períodos de administración directa de su^ tierras
ses más altas, y de determinados credos políticos, es muy rígido en estos En la casa de la hacienda crea alrededor de su administración teneincial un
valores conectados con los conceptos de honor. Puede evadirlos individual- hogar temporal, casi como relación esporádica, que frecuenta en lo>s p e r í o .
mente en forma marginal, como parte de una conducta divergente, pero es en dos en que visita la tenencia, porque residen en la ciudad en surg5gá7 d é -
general celosamente estricto en su cumplimiento como respeto a sí mismo, a orientación? Otras veces, para atender las necesidades administrativ as de fa
su apellido y a la sociedad a que pertenece. Un sentido de honor social más casa rural, se acostumbra a establecer una servidumbre femenina que c u m p i e
que ético, lo conduce a su plena aceptación. las faenas domésticas y que, merced a la misma costumbre, term lin a por
convertirse en la "compañera" del señor. La otra modalidad generalizada
Familia de hecho es la de asentar allí alguna previa relación de hecho. Esta unión lib>re des-
emboca en cinco alternativas: se desintegra por presiones sociales ^i h o m .
La ilegitimidad en este complejo proviene de tres formas de facto: el con- bre, o por problemas de relación interna; por el matrimonio eventual con
cubinato, la unión libre y la relación esporádica. Las tres se reparten en una candidata de su mismo estatus social, o en la misma circunstancia el
porcentajes de intensidad variable la familia de hecho. El primer lugar lo matrimonio de la madre con otro hombre; la cuarta modalidad conf l u y e en
ocupa la unión libre, el segundo la relación esporádica y finalmente el con- el matrimonio con el señor, cuando los hijos adultos logran presionar por
esta legitimación; finalmente, el grupo familiar sobrevive bajo estructura de
cubinato se sitúa en el último lugar. Estos tres tipos de uniones se encuen-
^acto, ya sea en unión libre, concubinato o relación esporádica, etc., dentro
tran predominantemente en la clase baja. Me explico mejor: dentro de este e
las distintas posibilidades que esta unión puede tener a través HP b.«
tipo de uniones, el Ego femenino (la progenitora) siempre se ubica dentro
«cadencias de la vida del hombre.
de los sectores populares y débilmente se insinúa en las clases medias bajas
del área urbana o rural. En cambio, el Ego masculino tiene ubicación en ^ Ampliemos el análisis de las precedentes alternativas de la uniójn ubre
cualquiera de los estratos. La unión libre ocupa el mayor porcentaje en los J° f e n ó m e n ° que enlaza clases sociales diferentes para observar r mo dali-
santanderes, oscilando las cifras promedias alrededor de 12,8 para 1951 y de reS, C u k u r a l e s y Ja dinámica de las mismas. Iniciando la unión libre dentro
10,7 para 1964, según los datos censales. Claro está que es necesario tener ios pación esporádica, entre un hombre de clase alta y un Ego femenüno de
d
en cuenta que afecta con mayor intensidad a las áreas rurales que a las esernhat°S P ° p u l a r e s ' t a l m o d a l i d a d puede estabilizarse por un tiempo p a ra
r I u e g 0 c o n la u n i d a d
urbanas, aunque en las fechas recientes los sondeos realizados en las áreas Paso d , habitacional en la unión libre. El simiente
CSPUéS dC U n U e V p e r í o d o de conv
ciudadanas de creciente inmigración han dado más altas cifras, cuota qu'za solten " ° ivencia en común, será el imadre-
s
de un proceso de ruralización de la ciudad por el inmigrante o resultante olteraSm° C e r r a d ° P ° r a b a n d o n o d e l P a d r e - M á s adelante esta mujer r m adre-
de
de la dinámica urbanizadora en sus procesos de adaptación del recién l'e' semk P U e d e C r e a r n U e V a s f a m i l i a s repitiendo modalidades de f%ct0 0
Docar
gado. en el matrimonio.
1 7 8 / Familia y cultura en Colombia Tipología de la familia I 1 7 9

La unión libre perdura por toda la existencia del individuo, sin disolverse de fa ct0 u n a m a y o r atadura y limitación. Cuando se entrevistaron tales casos,
ni llegar al matrimonio. Esta alternativa, mirada a través de la clase alta, hallé que en estos hogares el padre no se asimiló ni social ni culturalmente,
ofrece un rasgo peculiar: es durante la primera juventud o después de la y dentro de las exteriorizaciones afectivas culturales de este ambiente, mujer
viudez cuando se aceptan más fácilmente esta clase de relaciones y con más e hijos eran seres casi extraños a aquél. Convivía con ellos, pero no los in-
frecuencia dentro de los grupos de hacendados. Difícilmente se encuentra un tegraba como esposa o descendientes ni lo identificaban como esposo y padre.
solo terrateniente que no haya pasado en algún período de su vida adulta por Sin ser capaces estos padres solteros de marginar la función de su estatus, la
esta clase de uniones familiares. Pero ocurre que dicha familia de facto, man- solución del matrimonio la consideraban una deshonra que violentaría la me-
tenida en la penumbra de las haciendas o en una recatada casa de la ciudad, moria paterna y del tronco familiar a quien siempre se referían en sus pro-
testas. Era un problema circular sin apertura de escape. Al avanzar los años
va arraigando en el hombre más y más con el paso de los años. La sociedad
y crecer los hijos, se hallaban atados dentro de un mecanismo conflictivo,
santandereana, a diferencia de la de Antioquia, ofrece dentro de las clases
integrado por sus valores de clase, de estirpe, y la realidad de una familia
altas la presencia de hombres solteros sobre cuarenta años, muy solventes y
que miraban inferior, pero atada a su sangre y a su responsabilidad. Las so-
de activa vida social. Al estudiar sus vidas íntimas siempre se halla que están
luciones propuestas (por ellos) eran clara expresión de su conflicto, pues tra-
atados a una familia ilegítima. Posiblemente esta situación dilemática impide
taban de reconciliar sus vidas con Dios, con la sociedad y la familia a quienes
su matrimonio, aunque también es evidente en esta subcultura neohispaná la
habían o creían haber defraudado, anhelando ser casados en artículo monis,
existencia de una acentuada reticencia de ciertos grupos varoniles a contraer
que en su concepto constituía una salida honrosa con las instituciones y con-
matrimonio, reticencia basada en decantados principios de individualismo y
sigo mismos. Interrogados sobre el significado de su resistencia para llegar
libertad, que la cultura prohija y que la institución familiar con el estatus
al matrimonio y legalizar situación tan prolongada sostenida cara a la socie-
otorgado por el matrimonio parece recortar, inhibir, etc. Sin embargo, se puede
dad, respondían que la madre de sus hijos ilegítimos estaba buena para "con-
hallar que dentro de estas circunstancias, no es que este hombre se sienta
cubina" en el tiempo en que la tomaron, pero jamás para esposa de un hombre
obligado a permanecer célibe, pues su honradez y moral humanas son tan
de su abolengo.
hondas, que se inhibe para contraer legalmente con otra y marginar su hogar
de procreación inicial. No. Ocurre que ésta es una expresión de su misma El otro tipo de unión libre se encuentra intraestratos sociales. Un hombre de
imagen masculina y de sus valores de clase dentro de la más alta élite social. clase media conforma una familia de facto con una mujer de su ubicación social
Cede a la fuerza de su impulso y conforma este tipo de familia de facto sobre o más baja hasta llegar al final de su vida así atados, o desembocar en el matri-
la base de una atracción física. Este hogar no coarta su libertad, ni le impone monio avanzados los años. En las clases bajas ocurren alternativas similares, aun-
limitaciones, porque sus obligaciones culturalmente son voluntarias. Los va- que por distintas razones: las parejas llevan su vida marital sin llegar al
lores de resistencia al matrimonio precedentemente esbozados, pueden corn-. •matrimonio, tipo que constituye la forma modal, o se encuentra una peculiaridad
ma
paginarse y armonizar dentro del funcionalismo de la estructura doméstica de s que hace reminiscencia de las formas del amaño: "Están arrejuntados para
ver
facto, que lo satisface plenamente sin que lo limite con amarras legales for- si les conviene", dicen en su habla local, cuando conviven en unión libre
zosas, sintiéndose así capaz de alejarse de esta relación en cualquier momento Parejas jóvenes, y si este entendimiento se logra, un buen día, con unas "mudas"
e
en que no lo gratifique. Pero esta unión va adentrándose en este hombre con ropa nueva, fruto de una cosecha sembrada por ambos, y en un rancho hechura
c
los años, y más si se recluye en las haciendas donde, alejado de sus grupos °njunta de sus manos y de ayuda familiar, se "matrimonean y olían a los chinos"
sociales, va perdiendo los incentivos de su clase, desmejorando en sus rela- aoidos ya en la unión, es decir, se casan y hacen bautizar a los hijos. Este tipo
relación marital es más frecuente entre los grupos de campesinos quie en los
ciones, descendiendo cada vez más, tendiendo a ubicarse cerca del grup0-»
anos. Las misiones religiosas con su acción reguladora periódica de las uniones
familiar que sin formalidades constituyó, es decir, se ha cumplido la cuín11'
•acto, frecuentemente cortan este proceso familiar en ciernes, aplicándoles la
nación de su conducta divergente. Paradójicamente, este hombre, que recha- n
°rma religiosa.
zaba la alianza matrimonial por coercitiva, encuentra en la unidad hogaren
Tipología de la familia / 1 8 1
1 8 0 / Familia y cultura en Colombia

sabilidades, y sus compañeras deben hacer frente a la maternidad adquirida


La relación esporádica, madresolterismo
bajo tales circunstancias. Esta situación tradicional ha sido recogida por los
La relación esporádica es la segunda en incidencia. Caracteriza esta forma copleros santandereanos, que señalan la incidencia de este fenómeno en re-
familiar la no convivencia bajo el mismo techo y su relación sexual eventual. laciones picarescas de sabor local.
La pareja generalmente encuentra y solicita esporádicamente oportunidades
de relación biológica, dadas las condiciones de sus vidas sin unidad habita- El concubinato
cional. Este tipo de familia incompleta se genera casi siempre en los santan-
deres como fruto de relaciones interclases. Peculiares condiciones de trabajo La última relación de facto que hemos mencionado, es de tipo poligínicd,
y de estatus femenino hacen factible está estructura familiar en el área urbana. aunque la precedente puede serlo también, al mantenerse varias relaciones
El marido eventual proviene de una clase alta, que encuentra en una mujer, esporádicas coexistentemente, ya que la existencia de una no limita la de
obrera artesanal (cigarreras en el Socorro, Piedecuesta, Girón, Zapatoca, San otras. Se trata del concubinato, que en este caso está constituido por el ma-
Gil, etc.), en costureras de pacotilla, en vendedoras de comercio de limitada jrjmonio previo-¿e; unJEgo masculino, quien simultáneamente presenta con
cuantía, en la servidumbre doméstica, satisfacción momentánea a su ímpetu su familia legal otra más de facto, conformando así un tipo de familia plural
sexual y a su afán de dominio sobre el otro sexo, aspecto que satisface parte desigual. Los casos estudiados pertenecían en absoluta mayoría a relaciones
de su machismo físico agresivo. interclases, siendo la mujer complementaria de un estrato inferior, en relación
con la esposa principal (familia legítima) y con el marido común. El concu-
Dentro de esta versión familiar de hecho, identifican las relaciones inter-
binato intraclase, dentro de los estamentos altos y medios es caso de excep-
clase de los hombres de alta posición, un tácito encubierto derecho de los
ción, mientras en ríos sectores populares alcanza mayor incidencia. Por lo
patrones —padres e hijos— a la retribución de la servidumbre. Y en un sentido
general, esta familia compuesta permanece encubierta o se procura mantener
genérico de interrelación tradicional de los estamentos altos con los bajos,
discretamente dicha situación. Ofrece bastante rareza la mujer casada que
reminiscente forma del conquistador español (descendiente) sobre la india
organiza en unión de facto nuevamente su vida.
(clase baja). Consecuentemente, en toda esta subcultura se hallan, dentro del
elemento que ayuda en los oficios domésticos de las casas urbanas, y con La dinámica de esta familia compuesta se inicia en mayor frecuencia
más frecuencia en las haciendas, y dentro de las categorías económicas subal- durante la etapa juvenil del Ego masculino, quien por su situación de prelación
ternas ligadas a la tenencia, grupos de edad de más de veinte años, con un económica y estimulado también por la cultura, establece una relación marital
amplio número de madres solteras, de uno o más hijos, incidencia más sen- con una mujer de bajo estatus. Generalmente esta unión se encuadra dentro
sible en las áreas rurales que en las ciudades. Cada relación trasciende hasta del tipo de relación esporádica: pertenece el Ego femenino a la servidumbre
el logro máximo de dos hijos y es mantenida sin llegar a conformar unidad de la casa, constituye una obrera artesanal, o la hija de algún dependiente de
habitacional, y a estructurar una familia completa. la finca. La integración marital se va haciendo más y más activa hasta que
la pareja, al llegar el hombre a una mayor edad, entra a convivir bajo los
En las zonas rurales, otro elemento y otra circunstancia provee esté tipo
auspicios de la unión libre, integrando la familia en unidad habitacional. Sin
de relación esporádica y familiar incompleta: en el cinturón caficultor de este
embargo, las presiones familiares y sociales sobre el hombre "para que en-
complejo, que recluta para sus cosechas mano de obra femenina, o durante;
derece" su vivir, se hacen tan intensas, que se ve forzado, temiendo asimilar
las "cogiendas de maíz", recolección de la cosecha de este grano, o en las Su
existencia a la de paradigmas culturales ya indicados, de conducta familiar
zonas tabacaleras durante las faenas de laboreo de la hoja, la elaboración de; dlv
ergente, a casarse con una mujer de su categoría. Algunas veces la familia
panela en los trapiches, obliga a la concentración de peonaje agrícola de affl-J
Precedente se aleja de la existencia del Ego masculino, quien la dota econó-
bos sexos, condición que proporciona la oportunidad de relación esporádica-
micamente y la separa afectivamente de sí, particularmente a la madre, pero
La vinculación biológica se establece mientras dura el procesamiento agrícola, n
otras, esta relación de tantos años, tiene fuerza para sobrevivir coexisten-
pasado el cual las parejas se dispersan, los hombres no admiten más respofl'
1 8 2 / Familia y cultura en Colombia

temente con la legal, generando frecuentes conflictos. Sin embargo, esta si-
tuación no tiene obligatoriedad y se la halla más frecuente en el departamento
Estatus y función
norteño que en el sureño.
Este tipo de familia complementaria puede ser también resultante de una
conquista posterior al matrimonio. Dije ya que entre el grupo de terratenientes
es frecuente hallarla entre el poseedor del suelo y el elemento femenino de-
pendiente de sus tierras, o entre los mismos grupos urbanos precedentemente
indicados, y que tradicionalmente conforman la relación esporádica. En estos
casos se trata de una poliginia de tipo encubierto, dispersa y desigual y en La posición varonil y la femenina en el hogar de procreación
la cual la esposa y la concubina viven en ambientes diferentes, acordes a la
categoría legal y de clase alta de la una y la de mujer secundaria y pertene- ¿Qué representa en el mundo cultural santandereano la conformación de una
ciente a estrato bajo de la otra. Como en el caso anterior, hay una tendencia familia para el hombre y qué para la mujer?
manifiesta a encubrir estas situaciones que, sin embargo, en algunas ocasiones El hombre se proyecta sobre la sociedad que es ámbito de varones, desde
llegan a interferirse. La clase media y los grupos populares, también ofrecen su hogar de procreación, comienzo de su dominio, o sea que el origen de su
estas estructuras de facto. ínter e intraclase en la primera y solamente con poder está en su unidad doméstica de génesis. Su personalidad social, vital-
elementos de su propio estrato dentro de la última. mente necesita llegar al control de esta célula social, para establecer en ella
También hallamos la forma de un concubinato mixto, que constituye el su capacidad de mando, capacidad y poder que luego transferirá a su comu-
caso de excepción: esta constituido por la presencia de la esposa y alguna nidad. El hogar le va a dar respaldo en su proyección social: reconocido
concubina en forma permanente, más relaciones esporádicas complementarias culturalmente aquí, vale decir, como cabeza de la familia, podrá luego hacer
de la vida sexual del marido común. De este modo, su haber familiar está sentir el peso de su autoridad y de su acción sobre los demás. De aquí la
compuesto por unidades domésticas de tipo poligínico, y conquistas eventuales importancia que tiene para la extraversión de su personalidad social el hogar
que se hacen y se deshacen a impulso del ímpetu varonil y de las circuns- de procreación para el varón. El matrimonio representa en esta subcultura su
tancias propias que establece la cultura, y que dejan una amplia secuela de espaldarazo de hombre adulto a plenitud.
vastagos ilegítimos que no alcanzan su reconocimiento, menos aún la proyec- Por otra parte, va a realizar su personalidad colectiva al tener un hogar
ción paternal. donde, fuera de focalizar su mando individual, representa la acción misma de
su poder, pues es el mismo objetivo por el cual lucha y legitima sus 'derechos
a
nte la comunidad. De esta manera, converge en simbolizar la honra de su
s
er masculino social, la catalización de su ubicación estructural presente y la
proyección hacia adelante de sus ancestros. Al conformarlo, va a plantar, en
e
' rnismo puesto que ocupara de soltero, una nueva unidad vital, que le dará
ocasión para exaltar su realización cultural a través de sus hijos, y a través
de
ellos, la honra del apellido venido de lejos. Así el hogar se identifica con
es
cendencia y ésta con linaje, pero a través de vastagos masculinos.
De ahí la trascendental importancia que para el santandereano tiene el
n
§endrar hijos varones. Todas las entrevistas de progenitores y de madres,
ln
distingos de clases ni de áreas, indicaban en este complejo el beneplácito
r
una descendencia fecunda en hombres, identificada como la verdadera
1 8 4 / Familia y cultura en Colombia Estatus yfi
icion /185

bendición familiar. Mientras la madre en Antioquia, pide al gestar, hijas, ei al infinitum en su ancestro patrilineal y como lo fuera en la rer

padre en Santander proclama la necesidad de engendrar hijos. Tiene razón encomienda proyectado en una tenencia, la finca familiar paterna, iniscente
dentro del marco de su cultura: el hijo varón no perderá el apellido, lo transí fuerza este valor, que siempre se le pregunta a un individuo para ideTiene tal
mitirá en renuevos en cada generación, que tornará atrás, hacia la memoria i" quién es su papá?, porque la personalidad del padre se proyectftificarlo:
del bisabuelo, del abuelo, del padre. El descendiente varón otorgará al jefe descendiente situándolo socialmente. ¿O de cuáles fulanos (aquí e sobre el
de familia la posibilidad de proyectarse sobre la vida social de cada genera- paterno) es usted? ¿Es de los de La Peña, La Lajita, La Palmita c apellido
ción, por la identificación tan integral que con él realiza. Volverá a ser niño chana?, etc., refiriéndose al apellido Gómez en el Socorro, por ejeLa Cali-
con el hijo, a quien corresponde sociabilizar, teniendo en él un compañero, las tradicionales fincas de este tronco. iplo, y a
para recorrer de nuevo la infancia, proyectándose luego a la juventud como Cuando se entrevista profundamente para indagar sobre la etiol
en un segundo renacimiento y hermanarse como hombre en la vida adulta. relación cultural ente padre e hijo como fuente primordial de la vidagía de la
Al casarse el hijo varón, siente el padre que él manda, cuando sus hijos man- valores casi inconscientes ubicados en la base de estas actitudes. Popse hallan
dan en sus hogares y desde allí se imponen en la sociedad. Con el hijo varón, se piensa que la madre no es tan importante en la tarea de engeríarmente
el santandereano está duplicándose, renovándose, viviendo de nuevo. Tales hijo: el hombre da de sí, la madre nada aporta, sólo recibe. La únkrar a un
sensaciones no se las da la hija, por su papel pasivo en la cultura. Cuando de la progenitora es aposentar el embrión, tenerlo en sí, guardarlo, función
llegan al hogar, el padre las mira compasivamente, doliéndose anticipadaméíl1 recipiente para que la semilla masculina, y sólo esta semilla, co?ervir de
te, o recriminando a su esposa de gestar y darle tal sexo por descendencia,.r •fuerza y el peso de su herencia, pueda desarrollarse y llegar a la toda la
Constituyendo el padre, vale decir el hombre, la cabeza del sistema familiar mujer en la génesis no es acción; es apenas instrumento, medio vida. La
y social, no siente orgullo de sus vidas subordinadas. germinal. imbiente
El hombre santandereano que establece su unidad de procreación, tiene Por esta razón, el hijo es del padre, y si es suyo, lo recuesta
una certidumbre: constituye un hogar propio que dentro de su cultura y de tronco genealógico. Ello puede observarse en el reconocimiento que*obre su
sus generosas normas de hospitalidad, puede ofrecer a su gente, porque este hace de su parentela, siendo notorio observar que reconoce más paada Ego
hogar es suyo, no se siente forastero en él, sino su epicentro, y donde al su lado paterno que del materno. Con frecuencia no sólo ignora eentes de
dominar personalmente, ofrece ancha acogida a su tronco familiar que con él que también los subvalora en relación con los primeros. Por otra tos, sino
se identifica. Allí tendrán derecho a permanecer sus hermanas solteras, ter- consideraciones y la posición que se ocupa en el hogar de cada iarte, las
minar sus días la madre viuda y recibir acogida sus parientes. Por absoluta más marcadas y trascendentes en el grupo paterno que con los d<ma, son
decisión suya puede congregar en él a quienes desee hacer compartir techo uterina. La participación que la parentela paterna satisface dentro la rama
y amistad. Y será él quien, como jefe de la unidad doméstica, brinde hospi- vital de los miembros de cada nueva célula, es más acusada que l¿el ciclo
talidad a los familiares de su mujer, si tal es su voluntad. Este hogar lo puede Por la rama de la madre, el sentido de respaldo y de control, tantccubierta
ofrecer como suyo a la sociedad, sintiéndose amo y señor para ejercer el de vinculación social, que funcionan más ahincadamente con los ccomo el
n
mando y recíprocamente para responsabilizarse de lo que con él ocurre. eos del padre que con aquellos de la progenitora. isanguí-
En el complejo neohispánico el hombre se casa para tener sus hijos. Ex-! Este valor se proyecta sobre el sentido del parentesco. Cada hor
pliquémoslo mejor. El padre es el transmisor de la sangre y de los valores sidera más descendiente suyo a su hijo; el abuelo más nieto suyo, t>re con-
su
culturales anexos a este concepto. Mientras en Antioquia cada hijo es de la hijo; cada hermano de un Ego encuentra más sobrinos suyos, e hijo de
madre que lo gestó, es decir, enraiza en el árbol familiar materno, en Santander midad afectiva y en la asimilación, a los hijos del hermano que a la inti-
de
cada retoño nuevo se injerta en el tronco del progenitor. Constituye un ape- la hermana. Y los primos se sienten más consanguíneos entre los (Ps hijos
e
llido, un linaje, el de los Martínez, el de los Cote, el de los Silva, el de los » mismo apellido, es decir, los vastagos de padres hermanos. Los de llevan
a
Azuero, el de los Gómez, el de los Lamus, el de los Uribe, etc., en proyección Pellido, principio identificatorio, pertenecerán en cierto modo al i distinto
Dnco de
1 8 6 / Familia y cultura en Colombia Estatus yfuncc'°" / 1 87

la nominación que portan. Generalizando, es lícito decir que el reconocimiento varones de una familia dada, profesionalismo por ejemplo, o reforzando la
de "parientes" funciona en forma patrilineal en grados mayores y menores. exteriorización de sus patrones de prestigio, se obtiene el ascenso deel g ru P°
Otra proyección del matrimonio favorece al varón. La esposa de un Ego familiar- Recíprocamente, el descenso está en relación con las alianzas ma-
dado, al casarse, es incorporada dentro de la rama de su marido. Ello explica trimoniales de las mujeres: si un Ego femenino de una clase alta se (pasa c o n
la manifestación de profundo pesar y tensión por los noviazgos y bodas de un individuo de menor estatus, éste dará con el apellido la ubicación de la
sus hijas. No es que los padres sean opuestos a su noviazgo y matrimonio nueva célula familiar, y el grupo ha descendido. Recordemos que en AtMioquia
o que su ideal cultural sea conservar a su lado hijas solteras. Lo que ocurre la movilidad vertical descendente de las clases sociales ocurre a la inversa,
es que, dadas las premisas ambientales, dentro del habitat cultural existe un es decir, a través de las desafortunadas vinculaciones matrimoniales del hijo
profundo sentimiento de pesar por la separación de las hijas con el matrimo- varón.
nio, ya que van a ser incorporadas al tronco familiar de sus maridos, des- En cuanto hace referencia a la mujer, el matrimonio tiene también1 valores
prendiéndoles de su hogar de crianza, lo que implica la pérdida de gran parte en los que predominantemente juega papel importante la idea de halber sido
de los derechos paternales. Es necesario advertir que mientras más clase alta capaz de atraer un hombre, paradigma cultural de su clase y expectativas, que
y más tradicional sea la familia, más intenso se siente este proceso de asimi- la conduzca al matrimonio, le dé su apellido y la libere del celibato, tan
lación. En los sectores medios y bajos no es tan sensible y según las regiones temido aquí como en cualquiera de los lugares colombianos. El h«echo de
la rama materna la absorbe. ¿Raíces nativas? Lógicamente, en las familias tener un hogar suyo, donde ella va a ser la compañera y a recibir la protección
incompletas generadas sobre base de madresolterismo, este fenómeno no es afectiva y económica de un varón, y sobre todo su respaldo social^ es un
perceptible. aliciente de amplio interés. Los valores de afecto, seguridad persomal y en-
Esta incorporación de la esposa explica por qué la progenitora santande- tronques familiares juegan un influjo considerable.
reana es la principal propugnadora del matrimonio de sus hijos. Permanecen Hemos expuesto la posición predominante del hombre en el híogar de
atentas a sus noviazgos, expresan una especial disposición hacia ellos y gran procreación y lógico es que al anteponer la imagen femenina, debamos5 indicar
complacencia, cuando se realizan. Dicen que al casar un hijo van a tener dos que su puesto es secundario. Sin embargo, esta situación así juzgada configura
en vez de uno, porque la nuera se injerta dentro del tronco familiar suyo, el criterio de un elemento foráneo, intruso, que distorsiona la realidad,, porque
remplazando las hijas que al casarse se alejan. Por consiguiente, los santan- vivida desde su interior, engrana funcionalmente y se vive a plenitud. A través
deres no presentan, como Antioquia, la tensión de la madre contra la nuera, del proceso de sociabilización familiar, la mujer se ha ido condiciornando y
conflicto entre los nuevos derechos maritales y los antiguos filiales. El san- ajustando al sitio que ha de ocupar en su etapa' adulta, de manera qlue para
tandereano, al casarse, adquiere con ello plenitud en su realización vital por ella no es una sorpresa hallar un estatus subordinado que satisface a ealbalidad,
sí y ante sí, sin que esta plenitud esté culturalmente determinada por la esposa. y para el cual en un largo y decantado proceso de moldeamiento se* ha ido
Se supone que el varón es el que manda en su hogar y por tanto lo trascendente identificando. Es más, la mujer espera que su marido sea el amo y síenor en
es que lo haga, y será el elemento decisorio de su propio bienestar, sin culpar su hogar, tal como la cultura lo ordena y en tal manera está configurada su
a la esposa del fracaso, pero tampoco sin gratificarla por el éxito. Ello mini- Mentalidad a esta serie asociada de valores y de actitudes, que. consicdera ha-
la
miza el conflicto entre suegra y nuera, tensión que por valores opuestos en güeña o ideal esta situación, sintiéndose defraudada íntima y sochalmente
el concepto de matrimonio para el hombre, se agudiza en la Montaña. cuando no se ajusta a sus expectaciones culturales. En todas las enciuestas a
mu
Es trascendente para el hombre neohispánico constituir un hogar, porque Jeres, de cualquiera que fuera la ubicación social de las mismas, híallé que
a
las clases sociales se estructuran en función del padre, así que el hogar de imagen ideal del marido tenía como cualidad primordial, el que fuerra capaz
e
génesis conformado por cada varón, vendrá a ubicarse en el piso social suy°- dominar reciamente en su hogar y de defenderlo ante el mundo entraño,
c
En este sentido, él es el transmisor de la categoría y el punto sensible de Ia °nsiderándose desgraciadas ante la perspectiva de un esposo que no ejerciera
n ta
dinámica de clases. Reforzando las condiciones de superación social en l°s l forma absoluta el poder en la familia y la responsabilizaciórfi social
1 8 8 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 1 89

hogareña. Ninguna respuesta señala complacencia ante la supuesta posibilidad cioio que legitima su poder omnímodo familiar y la incapacidad femenina
de que la autoridad reposara en manos suyas. Ni siquiera la forma compartida nára constituirse en elemento activo y focalizado o participante. O como lo
venía a constituir una posibilidad gratificante para la mujer santandereana asimila e interpreta el santandereano común: "los hombres nacieron para man-
modal. Por esta razón, hay que mirar el transcurrir de las interrelaciones fa- jar y l as mujeres para obedecer". El mundo popular santandereano interpreta
miliares y del estatus desde dentro, teniendo presentes las tradicionales con- también que la Iglesia hace un reconocimiento de la debilidad femenina que
cepciones que las han formado y su funcionalismo, para entender y asimilar conduce a su subordinación. La mujer entregó el Paraíso y por ello es con-
la posición femenina sin juicios de valor que la deformen. secuente que se la abstraiga del poder de causar inconscientemente el mal,
sujetándola a la voluntad de un marido, imagen de la razón, símbolo de la
Etiología de las formas patriarcales integridad y de la fortaleza volitiva como lo proclama la fe católica. De esta
misma interpretación religiosa se desprende que, si el hombre fue colocado
¿Cómo ha podido configurar el hombre este amplio poder? El legado hispá- por la sabiduría divina en puesto dominante, es porque reconoce que su com-
nico de los primeros tiempos de la Colonia, diferente al que hallamos en pañera es un ser sin capacidad de discernimiento para igualarlo. La mujer no
España en los tiempos modernos, portaba este contenido patriarcal que se es objetiva, dice en la encuesta el varón santandereano, porque su mundo no
refleja en la literatura de la época y que las condiciones de la sociedad ame- es el de la inteligencia; por ello el pensamiento es función privativa del hom-
ricana de limitada dinámica mantuvieron vivo. Por otra parte (y ya lo hemos bre, quedando aquella fuera, por carecer de aptitudes innatas en el transcurrir
establecido en La familia en Colombia, transfondo histórico), las caracterís- racional. También refuerzan el imperativo dominio masculino los recuerdos
ticas institucionales familiares que se trasplantaron de España, acusaban ya míticos insertados en la Biblia, que generosamente ejemplarizan la fragilidad
este marcado poder de la autoridad paternal, reforzado por el entrabe con las femenina. La virtud de la mujer es frágil, dice la cultura a instancias de su
demás instituciones, religión, justicia, economía, etc. Si la pareja era española, fe, pero constituyendo el Ego femenino el símbolo de la pureza, no puede
este dominio podía ser una realidad más o menos discutible, pero si el mes- ser víctima ni victimaría de su propia vulnerabilidad, haciéndose indispensable
tizaje se impuso, como es de presumir, la mujer india o mezclada, con posi- poner en manos del ser fuerte, un hombre, padre, hermano o hijo, este cuidado
ción social subordinada, pudo haber recibido con su estatus adscrito y basado y el control y dominio de la mujer, esposa, madre, hermana o hija. Conse-
en la etnia, condiciones propicias para el afincamiento del régimen autoritario cuentemente, una actitud divergente en la moral sexual no afecta al hombre,
porque él está por encima de las alternativas de la virtud. El ser masculino
del marido castizo.
tiene la libertad que niega la cultura al ser femenino, legitimando el escape
Por otra parte, las formas de hecho contribuyeron a situar a la mujer de
varonil a través de pautas de comportamiento encubierto de aplicación dual,
estos ambientes: su posición de mujer suplementaria, que ocuparon las Indias
que benefician, si la norma gratifica al hombre, y predican, si se aplican a la
y mestizas en relación con los sectores altos, hicieron perder piso y seguridad mu
jer. De esta manera, cada individuo en la cultura espera ser víctima o
a la mujer legítima, mientras ellas complementariamente se ubicaban en la Vl
ctimario, cuando es elemento pasivo o activo respectivamente del ejercicio
posición negativa de concubina potencial o activa. Los sistemas tenenciales
cultural de esta moral disociada (véase parte 2, apartado "La personalidad
en este juego daban el resto. Va
ronil básica y la familia").
Si la ley prestaba el instrumento eficaz en la ubicación femenina, la r e '
ligión, vamos a repetirlo, contribuyó y explica el sistema patriarcal. Parte Añadamos una apreciación final que corrobora las condiciones del estatus
ar
proviene de los dogmas religiosos interpretados y difundidos hábilmente pai"a niliar: el sentimiento de culpa femenino, trasunto religioso de la teoría de
obtener argumentos positivos; parte se refuerza en conceptos de "religi°n §enesis humana, da dimensión de proceso expiatorio y de retaliación a la
folk", respaldo de efectiva asimilación (véase parte 2, "La religión"). En cuan- P°sición subordinada del Ego femenino en la institución familiar. Parte de
to a autoridad, la Iglesia establece que la mujer debe reconocer al marid0 castigo es su cuota de sacrificio presente en sus procesos fisiológicos.
a
como cabeza de la célula doméstica y aceptar la sujeción a su voluntad, pA"' Permanente vindicta divina, no borrada ni con la Redención de Cristo,
1 9 0 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función/ 191

persigue a la mujer como pago insaldable de la deuda contraída por este ser previamente gozan en la persona del jefe del hogar. Por esto, la madre, al
débil e irresponsable al comienzo de la odisea humana. crecer los hijos varones, va perdiendo en su estatus lo que ellos ganan en el
sUyo. En cada hogar que ha arribado a la tercera etapa, familia extensa, se

La jerarquización de la autoridad. Etapas inician dos ciclos varoniles: el del hijo cabeza de familia que comienza el
recorrido en su hogar de procreación, para culminar como su padre en la edad
La jerarquía doméstica se estratifica de acuerdo con el proceso de desenvol- madura, en la jefatura de la jerarquía de la autoridad, dentro de su grupo
vimiento familiar. Podemos marcar tres estadios en su dinámica, a través de respectivo de familia extensa, en tanto que, la tercera generación, la de los
los cuales va transcurriendo el ciclo del estatus de sus miembros en este nietos, inicia el proceso de avance en su estatus. Igualmente vemos el proceso
escalonamiento de la autoridad. femenino: el movimiento de su dinámica se caracteriza por la paulatina su-
La primera etapa de la autoridad corresponde a la familia en crecimiento, bordinación de la madre al hijo mayor y a los demás hijos. Comienza también
el ciclo de las nietas que van a recorrer, como las hijas, un devenir que se
o de crianza, configurada desde el matrimonio, hasta un período que finaliza
identifica primero en las formas fraternales, hogar de orientación, y en calidad
más o menos a los quince años de vida conyugal. En este período la jerarquía
de nueras a la de la madre en la primera etapa, hogar de procreación; y luego,
del poder familiar se estructura así: primero emerge la autoridad del padre,
dentro de la familia secundaria, en el estatus de las hermanas casadas y sol-
secundariamente seguida por la de la madre. Luego aparecen los hijos varones,
teras. Es interesante observar que en todo este proceso, la figura paterna cons-
perfilándose en su ubicación los contornos del legalmente extinguido mayo-
tituye el único elemento estable, pues conserva su puesto de cabeza de la
razgo, pero vivo en la cultura, precedidos por la posición de las hijas ubicadas
familia y dentro de esta posición recibe refuerzos en los hogares e imágenes
en orden cronológico.
de sus hijos varones casados.
Superada la primera etapa de crecimiento o crianza, entra la familia al
segundo estadio (de 15 a 25 años), o sea al de plenitud familiar, cuando aún
el grupo de hijos adultos permanece soltero y durante la cual se observa un La dinámica de la autoridad
cambio en la ubicación jerárquica de sus miembros, percibiéndose ya la su-
perioridad de los Egos masculinos sobre los femeninos. La autoridad teóri- La jerarquización precedente constituye el esqueleto del poder, dentro del cual
camente puede jerarquizarse así: primero el padre, seguido de cerca por el factores de clase y variables económicas, sumadas a condiciones personales,
hijo mayor, tanto en las áreas rurales como en las urbanas. Luego los hijos establecen diferencias. El funcionalismo se centrofocaliza en la figura del
varones, categorizados por edad, y al límite de ellos la madre, seguida subal- Padre, que se hace respetar de todos y hace respetar a la madre, que no porta
ternamente de las hijas solteras en jerarquía impuesta cronológicamente. en sí misma esta capacidad, que sólo adquiere a expensas de la figura pro-
La tercera etapa o de familia extensa, representa la expansión familiar con el tectora de su marido. Él es quien enseña a la nueva generación a respetarlo
matrimonio de los hijos. Nuevamente se observa la sedimentación de la autoridad y obedecerlo, primero que a nadie en el hogar y, luego, como reflejo de este
siguiendo líneas masculinas: a la cabeza de la familia secundaria está el padre, y Poder, se debe respetar y obedecer a la madre. El hijo sólo puede acercarse
a
luego su hijo mayor, y descendentemente, aquellos que ya están casados, y Q.ue su progenitor a través del respeto y de la obediencia a sus mandatos, mien-
se colocan dentro de grados no muy marcados de estratificación. Después vienen tas su conducta divergente lo aleja, constituyendo, más que una violación de
los hijos solteros, seguidos subalternamente por la madre. Un nuevo renglón ot carácter general, un atentado contra la autoridad única, y, por tanto, el mayor
autoridad lo ocupan las hijas casadas, las nueras y las solteras, más o menos esacato. Si falta a la madre, desobedeciéndola en sus mandatos o no dándole
a
equiparadas en la jerarquía familiar. La categoría final está llena por los nietos y Pleitesía que ordena el progenitor, esta conducta es castigada por él cuando
a
nietas con prelación de sexo y edad de los mismos. madre delata al hijo; pero si ocurre en su presencia, el castigo es doble,
Por
De esta manera, todo el proceso familiar en su desenvolvimiento tienoe la implicación de irrespeto a su persona presente, que envuelve la comi-
Sl
a ubicar la nueva generación de hombres en el puesto de prelación de qu °n de la falta, y luego, por irreverencia a la figura materna. "¿Delante de
192/ Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 1 9 3

mí?", pregunta airadamente el padre neohispánico, reprimiendo dura y rápi- al arbitrio, y dé rienda suelta a su expresión ante los hijos y la mujer, expli-
damente la falta, más lesiva con su persona que con la de su esposa, objeto cando que lo hace "para que aprendan y sepan siempre quién manda en casa
de ella, en cuanto su comisión entraña la violación e irrespeto de las pres- y a quién deben obedecer", guardando ambos, entre las clases medias y bajas,
cripciones enseñadas por él. De esta manera, no se está sancionando tanto la un recuerdo doloroso internalizado de la autoridad paterna y marital, y algunas
conducta divergente con la madre, como se está reprimiendo la pérdida de veces en las altas.
respeto a las órdenes paternas, con el correspondientcreto a su autoridad De esta manera, el poder hogareño está en unas solas manos, que dirigen
presente. Para entenderlo, es necesario repetir que a la madre no se la respeta manifiesta y encubiertamente el transcurrir doméstico de todos sus miembros.
en el hogar santandereano por lo que ella es, sino por lo que el padre ordena En el hogar y en la extraversión de éste en la sociedad, la madre no es más
hacer por ella. No por el ejercicio de la autoridad emanada de sí, sino por que un mero instrumento de cumplimiento de la autoridad de su esposo. Y
ser en la familia la representación del cabeza de familia, en cuyo nombre consciente de esta situación, la esposa santandereana no ejecuta el menor
ejerce el poder y por el respaldo que de éste recibe. De esta manera, al no movimiento sin la consulta de la voluntad de su marido. Actuar sin autoriza-
ser obedecida, ella no castiga por sí y ante sí, sino que lo hace por desobedecer ción explícita equivaldría a arrostrar sola las consecuencias desagradables del
"lo mandado por su papá", mientras recurre al padre para que haga respetar reto que ello significa: el ajuste hogareño exige que la esposa satisfaga exac-
la voz materna que, a fin de cuentas, representa las órdenes paternales, cas- tamente las expectaciones que conoce ser la voluntad de su marido, y las
tigando de su mano al infractor o al rebelde. En la observación participante realice en nombre suyo. No debe añadir la menor iniciativa, temerosa de
cubierta en hogares de esta área cultural, siempre se oye a la madre decir, contravenir su mandato.
"se lo voy a contar a su papá cuando llegue", ante cualquier asomo de irres- Cuando se trata de tomar decisiones, normativamente la mujer no espera
peto a su persona o a sus órdenes, sin que paralelamente una acción represora ser consultada, porque el marido es el que tiene que saber lo que es adecuado,
suya respalde su decisión. Sin embargo, cuando la aplicación punitiva paterna conveniente, obligatorio. Si la mujer hace oír su concepto sin serle requerido,
no se sucede para reprimir la conducta del hijo, esta desautorización encu- lo inmediato es su rechazo por intromisión, aunque pueda ser aquiescente su
bierta avanza, mientras retrocede paulatinamente el poder impositivo materno juicio a la opinión del hombre, pero aceptarlo de buenas a primeras sería
al crecer el hijo varón, quien secuentemente va adquiriendo más y más fuerza admitirle prelación, y esta conducta demeritaría, subordinando el ejercicio de
repulsora ante las órdenes, más y más débiles de la madre. Casi puede decirse su autoridad. Sin embargo, esporádicamente la esposa se hace presente en
que es consciente esta actitud paternal, porque el desarrollo de la personalidad decisiones importantes, proponiendo sus puntos de mira, y advirtiendo que
viril exige, en esta cultura, independencia de la figura materna, dado el papel no los expone como imposición de su voluntad, sino porque es suya tal va-
futuro del hijo en su hogar de procreación y en la comunidad. Esta desauto- loración, su deber exponerla y la expresa a manera de constancia en la solu-
rización abierta o tácita a la disciplina de la madre, se va estableciendo desde ción que se opte. Casi representa la salvedad de su voto a que no tiene
los diez años del vastago varón, bien sea mediante aplicación de débil sanción, derecho. En estos juicios, también expresa que se somete a la decisión de su
no ejerciendo ninguna, o atendiendo más a la explicación y aun acusaciones Marido. Es entonces cuando la madre asume ante la prole, si la expectación
no
del hijo que a las de la progenitora. Es frecuente que ante la descendencia, está de acuerdo con la acción, el papel de mediadora y de consoladora
31116
el padre manifieste desacertado el juicio materno, torpe, excesivo, no condi- el ejercicio del fuerte poder del cabeza de familia.
cionado a la tarea del moldeamiento del hijo hombre, etc., creándose tensiones Por esto la mujer santandereana ha de ser muy hábil para dirigir sin señ-
entre las relaciones de los tres miembros, que terminan por reforzar el poder alización de poder a su marido, cuando ella quiere, o necesita su respaldo
del hijo, en detrimento de la autoridad maternal. Así es como al crecer los y su acción en un sentido o en otro. O cuando trata de detenerlo en una
ec
hijos, la madre pierde estatus al ir cediendo sus derechos, batiéndose en re- isión, a su parecer ruinosa para la familia. Consciente de que no logra
tirada, entregándoles el ejercicio de su libertad. En cambio, el padre no reí aponerse por la fuerza, es forma modal que no lo debe intentar, porque
trocede en su autoridad: es frecuente ver que para afirmarla ejercite su poder dataría una competencia de poderes dentro de la cual es perdedora segura,
1 9 4 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 1 9 5

al enfrentar a la suya una fuerza mayor, con el resultado (ya lo he dicho) de religiosa. El santandereano valora entonces el trabajo como una ocupación
afrontar por sí sola los resultados de su beligerancia y, en el más generalizado varonil, aunque subaprecie, según la clase de estructura, la ocupación laboral
de los casos, el de una solución totalmente opuesta a sus deseos, como en- manual. Es hombre de acción en el sentido abstracto, y no de ocio, cualidad
señanza dolorosa de su insubordinación al poder. que se agrega al contenido de la imagen varonil común del neohispano.
Aunque estas tensiones pueden identificar etapas de adaptación inicial, la La responsabilidad económica que el jefe de familia está dispuesto a asu-
actitud modal femenina que la cultura internaliza y espera, es la de obrar con mir personalmente para asentar su autoridad, encuentra interferencias en su
mayor cautela, apoyándose en su larga y decantada experiencia: trata de que realización plena. Mientras en las clases altas, sólo en tiempos muy recientes
la iniciativa no parezca decisión suya, sino interpretación de la voluntad del y después de una capacitación educativa de la mujer, puede por excepción
esposo, para que no entre en pugna con su principio de autoridad, y sólo por asumir tareas productivas, en las clases medias y bajas se siente que la res-
ello la desconozca y le haga el vacío. La mujer, con táctica cultural acendrada, puesta del hombre de que es cabeza económica de la familia, es idea] más
procura lograr anticipadamente todo el respaldo del marido, para que la so- que real. La tradición artesanal india, mantenida a través del proceso histórico
lución sea expresada por él antes que por ella, a manera de inspiración per- y aprovechada en las clases medias y bajas, es aún una realidad en estos
sonal, que de otro modo se convertiría en fuente de conflicto familiar, departamento tan pobres. La mujer santandereana es manifiestamente indus-
debiendo la mujer, ante las divergencias, dejarla de lado y renunciar a su triosa. Pese a la desaparición de la artesanía manufacturera, mantiene un ren-
realización. Para defender sus puntos de vista actúa encubiertamente utilizan- glón personal de ingresos, cosecha de sus propias actividades, y que no sólo
do terceros, amigos o parientes adictos al marido, a quienes convence de la redondea el presupuesto familiar, sino que con frecuencia es la fuente prin-
conveniencia del cambio, para que ante la solución propuesta por él, le hagan cipal pero encubierta de sus finanzas. Trabaja y labora el fique; confecciona
ver los problemas y a guisa de inspiración personal, lo orienten en la dirección cigarrillos y cigarros de diversas clases como industria artesanal y casera;
que la mujer cree conveniente. Es más factible conseguir éxito por estos me- cose ropas; manufactura flores, confituras, alimentos caseros, tejidos, etc., y
dios encubiertos, que el sistema del diálogo razonado de la pareja o el de la en las faenas de producción rural no se abstrae de estas tareas: en las zonas
imposición. El hombre no puede sentar precedentes de claudicaciones de po- campesinas constituye mano de obra agrícola, al lado del peonaje rnasculino.
der, ni reconocer externamente ser inspirado por su esposa, obedecer sus ór- Las subvaloraciones del trabajo femenino, características en este comple-
denes o concederle una mayor visión en las soluciones hogareñas. La cultura jo, la obligan a contratarse en las áreas rurales a precios equivalentes a la
y su propia mujer lo dementarían. mitad del jornal masculino en la misma actividad. Sin embargo, levanta las
labranzas, rotura, siembra, aporca, desyerba, sin dejar de cumplir sus tareas
Funciones materiales del estatus de confección de alimentos, cuidado y crianza de los niños. En las zonas
agrícolas de pancoger, transporta la cosecha, y en los mercados provincianos
se
La autoridad familiar se ejercita en derechos y deberes. Veamos algunos as- le encuentra por todos los caminos llevando sus productos a la espalda. A
pectos salientes en el ejercicio de los mismos, impregnados también de las pesar de todo este ajetreo femenino de las clases bajas y medias urbanas, y
fle
valoraciones precedentes. La herencia hispánica señaló al hombre la jefatura las rurales, es característico comprobar dos hechos: que el hombre siempre
es
económica del hogar, y ésta es la tendencia dominante en la familia de este ta presente en las ganancias de la mujer y en su tarea empresarial. El estatus
ernen
complejo cultural, aunque raíces culturales indias en el basamento social apa- ino necesita de tal manera el respaldo varonil, que aunque ella en cada
ei
recen aún incorporadas en la costumbre. El hombre finca todo el peso de su npresa pequeña o mediana sea la ejecutora total, no acostumbra a manejar
Us
autoridad en el hecho de que es sobre sus hombros donde reposa la respon- finanzas, limitándose a la tarea de producir y poner en manos de su marido
a
sabilidad del diario sustento del núcleo hogareño, y esta responsabilizacion ganancia obtenida. Cuando su visión mercantil es de tal naturaleza hábil,
m
suya, identificada con un deber, es la fuente de su poder. Tal obligación se Ple por sí todo el ajetreo económico necesario, pero cara a la comunidad
r
halla asociada con la idea de varón, actitud reafirmada por la interpretación ece el nombre de un marido que la acredite nominalmente en sus finanzas.
1 9 6 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 1 9 7

Y esta situación de hecho cristaliza en la norma: rara vez la mujer es en este lidades. Cuando se trata de mujeres solteras, mayores de edad, constituye una
complejo la representante legal de la empresa que ha creado, fenómeno es- excepción el caso de que sean ellas las administradoras de sus bienes, y si
pecialmente evidente en las actividades de tipo industrial familiar, manufac- el ejemplo surge, en el trasfondo de las negociaciones y de su representación
turas de cigarrillos y conservas, algunas de cuyas empresas adquieren existe una figura masculina de respaldo. Dentro de la vida familiar, toda la
categoría bajo el comando femenino, en Zapatoca, Socorro, Piedecuesta, Gi- actividad económica transcurre a espaldas suyas, pues sólo cuando constituyen
rón, etc. Igual fenómeno ocurre en otras actividades artesanales y en los res- elementos activos de producción, algunas veces son consultadas; de lo con-
taurantes y hoteles. Se hace obligatorio que un hombre sea la cabeza de la trario, ignoran las transacciones en que se empeña el marido, desconocen el
institución y represente a la mujer trabajadora y cara a la comunidad le dé real monto de los negocios, las obligaciones financieras o la naturaleza de
su respaldo. La mujer no vale sin la salvaguarda de un varón. sus empresas, viviendo ausentes del mundo económico hogareño. Mientras
La agricultura característica de este habitat de suelos pobres, conforma en Antioquia la mujer comparte la actividad económica de su esposo y con
una unidad familiar, dentro de la cual el padre es la cabeza de la autoridad frecuencia la de sus hijos en la acepción más amplia de la expresión, (véase
y de la empresa que limitadamente crea. Su voluntad dirige a su "saber y parte 4, apartado "Estatus y función"), en los santanderes ella es abstraída,
entender" la acción de la misma, supeditando enérgicamente la colaboración rechazada, separada del haber familiar.
de sus miembros. Tal es el caso de la agricultura de pancoger, maíz, millo, Dos valores orientan esta actitud en relación con la imagen cultural fe-
arracacha, yuca; de las siembras de cañamelares bajo el sistema de aparcería, menina. Por el primero, tradicionalmente a la mujer no se le han permitido
que lleva conexa la producción de la panela, labor que se convierte en un ni se le han dado responsabilidades económicas, ya sea en relación con sus
trajín del grupo familiar pequeño; el cultivo de tabaco, el del café y el del propios haberes, en las clases altas, mientras dentro de los grupos bajos y
tomate, son como el precedente, sistemas que agrupan el núcleo hogareño en medios, ha de moverse en el mundo de los negocios bajo la actitud protectora
una unidad empresarial dirigida por el padre, que como representante suyo o nominal del marido, del compañero (relación marital) o del hijo, que la
encauza los cultivos y los negocios, recibe y controla los ingresos sin dar representan ante la sociedad. La conformación de la estructura social no per-
cuenta de ellos a los demás. Sólo a medida que crece el hijo mayor puede ir mite a la mujer ser cabeza de ninguna institución económica y sólo el hombre
tomando el puesto paterno, remplazándolo en el ejercicio de estas obligacio- puede jugar este papel frente a la comunidad. Una mujer no podría competir
nes, mientras un poco más adelante podrá convertirse a su vez en cabeza de agresivamente con un hombre en el plan de negocios, porque por el mismo
una empresa agrícola similar. El sistema laboral en estos casos, se ve fuerte- hecho de ser mujer, se le coloca en un estatus inferior al de su contendor.
mente respaldado por la jerarquización de la autoridad y la centralización de Por otra parte, la subvaloración de la capacidad mental y empresarial de la
la misma en el jefe de familia. El sistema de valores en el estatus, se manifiesta mujer, actúa en grado considerable en esta actitud social y el complejo de la
también en las responsabilidades y en la ejecución de los trabajos, de tal autoridad familiar centrofocalizada en el marido es lesionada indirectamente.
manera que un sistema de interacción entre las actividades económicas y Ia Recibir o solicitar consejo no se compagina con su jefatura hogareña, de
relación estructural hogareña se establece sobre un mismo plano. manera que ni se requiere ni se acepta el consejo femenino en el mundo de
Para ampliar un tanto más las relaciones del estatus femenino y la vida °s negocios santandereano, por lo cual ella ignora su mecanismo y, en con-
Se
económica, añadamos que la mujer, ni en la sociedad conyugal, ni en su vida cuencia, bajo tal ambiente formativo es seguro que no se encuentra capa-
c
de soltería, actúa como persona racionalmente activa en función de sus pef' 'tada para dar su aporte.
tenencias. Aún no tiene capacidad cultural para mover sus intereses libremen- Se extiende a tal grado esta situación femenina, que de no tratarse de
te, como lo hace la mujer antioqueña casada y soltera. Siempre actúa bajo °gares conformados por la nueva generación, la mujer no maneja las finanzas
un tutelaje masculino, que la representa y da validez y respaldo a sus acciones. °gareñas, no tiene casi ninguna responsabilidad en los egresos, que siempre
sta
situación creada por la tradición que se apega en la ignorancia femenina sobre n determinados por la voluntad del padre, quien los ordena y dirige bajo
tales menesteres y el temor de asumir riesgos, vale decir, formar responsabí' criterio personal. Según las clases económicas, la mujer recibe dinero para
1 9 8 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 1 9 9

algunas expensas, pero en modo alguno se le asigna una suma periódica para pn la actualidad, la realidad urbana que brinda oportunidades, y la situación
gastos, ejemplo, alimentación, vestuario, educación, etc., para que planee su material de las clases media y baja de estas áreas, está indicando una parti-
inversión, siendo costumbre que el esposo, directamente o ante la petición de cipación de la esposa y de las hijas solteras en las tareas de sostenimiento
cada egreso, cubra su cometido personalmente. Con limitadas excepciones del hogar, casi en mayor proporción que las de los hijos solteros. Estos, con
ubicadas entre los hogares jóvenes, y cuando ella aporta ingresos, es genera- la autoridad que van adquiriendo prontamente, se despreocupan de esta obli-
lizada su no participación en la decisión de las erogaciones en el presupuesto gación cuando una mujer puede remplazarlos o complementarlos, o dentro de
familiar. las clases medias llenan aspiraciones educativas que sirven de ascenso futuro
Retornemos nuevamente al tema de las obligaciones familiares, proyec- al tronco familiar, auspiciados por la actividad económica precoz de sus pa-
ción de la función del estatus, para ver variables que interfieren con la inte- líenlas.
gración de la estructura colectiva. Culturalmente, es el hombre la cabeza
económica de la familia; pero dentro de gran parte de los sectores medios y La guarda del honor, como función del estatus varonil
mayoritariamente dentro de las clases bajas, más puede hablarse de ingreso
familiar que de entradas del jefe del hogar, a pesar de lo cual no trasciende La personalidad social varonil que inicialmente hemos descrito, va a tener
esta colaboración en la cuota de poder femenino. En la repartición de las una expresión efectiva en las responsabilidades de defensa hogareña, con más
erogaciones del presupuesto, es interesante reconocer cómo aflora en los gru- exclusividad que en el mantenimiento del hogar. Dos son los aspectos fun-
pos bajos la tradicional costumbre india en la responsabilización de los gastos: damentales de esta defensa: el reconocimiento que la comunidad ha de hacer
cuando se trata de costear el vestuario, la mujer de estos grupos debe ser del estatus del tronco consanguíneo a través de la figura del padre, y la res-
capaz de cubrir sus expensas para ella, para las hijas mayores, y los varones puesta condicionada a gratificar sus derechos después de exigir el cumpli-
pequeños, como en el complejo americano. Inclusive, ha de ser capaz de miento de sus obligaciones. En este complejo, son los hombres a quienes
comprar a su marido alguna prenda, pantalones o camisa, por ejemplo (véase compete hacer respetar los derechos individuales y colectivos del grupo fa-
parte 1, apartado "Estatus y función"). Los grupos más menesterosos de los miliar, constituyendo las mujeres el elemento pasivo de este derecho. Por
campos crían animales domésticos que sirven para estos logros, pues siendo esto, la principal obligación que entra en la esfera de acción del hombre es
propiedad del ama de casa cuya pertenencia se respeta, los vierte en dichos hacer respetar el elemento femenino de su núcleo primario. Mientras la cultura
egresos, o vende productos que cultiva en la huerta doméstica. También hay le permite ejercer agresividad sexual sobre las demás, lo fuerza a mantenerse
que tener en cuenta que en el producido de cada unidad familiar rural se halla en la defensiva en cuanto a las que están bajo sú protección, para salvaguar-
representado el trabajo femenino, que el hombre distribuye en costear eroga- darlas del mismo impulso y de la misma norma cultural que a él favorece,
ciones de urgencia vital, sin precisarse la fuente. En las clases bajas y medias, pero que otro ejercita en detrimento suyo. Esta ambivalencia, si por una parte
los ingresos femeninos cubren necesidades primarias; pero en las capas su- 1° empuja a expresar su hombría agresivamente con las demás, ha de cerrar
periores, se destinan sus entradas para satisfacer elementos de prestigio en la nías en la defensa de las parientas consanguíneas. Esta protección se ha ido
vivienda, radios, televisores, radiolas, muebles, relojes, etc., en el vestuario, tornando de día en día menos agresiva, en cuanto la mujer santandereana de
o para subvenir la educación superior de un hijo o de una hija que el marido las novísimas generaciones, ha ido entrando paulatinamente y con más reser-
Vas
no puede cubrir. que la de otros complejos, en el ejercicio de la libertad individual, posible
re
No obstante las situaciones descritas, existe un consenso cultural en Ia sultante del proceso de urbanización que se cumple en esta área y de la
e u
jerarquización de la obligación de sostenimiento económico del hogar, que °- cación más avanzada del sexo débil. Consecuentemente, la responsabili-
2ac
señala como cabeza de esta obligación, primeramente al padre, luego al hij° ión de los actos femeninos ha ido liberando a su pariente varón de este
mayor, que viene a ser en la categoría hogareña el segundo en derechos y PaPel, q u e na retornado sobre la propia mujer. Pero esta liberación sólo al-
ar
responsabilidades. Tercera en esta jerarquía es la madre y después las hijas- iza órbitas limitadas de las ciudades y de las clases sociales. En el resto,
2 0 0 / Familia y cultura en Colombia Estatus y fundón I 2 0 1

el hombre continúa manteniendo la vigilancia del honor familiar aun con el suyo- Vinculadas al suelo también están las retaliaciones tácitas o manifiestas que
sacrificio de su propia vida, la del culpable y en veces la de la parienta gestan agresión y que se fundamentan en los sistemas tenenciales que conforman
transgresora. interrelaciones entre propietarios y campesinos aparceros o de otras categorías.
Hay que hacer una aclaración en estos aspectos. La conducta de la mujer Grupos familiares se comprometen activamente y son víctimas de la agresión ante
es motivo de deshonra cuando se aparta de los lincamientos culturales en tales estímulos, que los envuelven como unidades familiares ubicadas dentro de
materia sexual, sólo cuando ella pertenece a una cierta estratificación social, uno u otro bando.
donde valores tales como la virginidad, el matrimonio, la fidelidad, son con- También la agresión y la defensa familiar se expresan en forma muy difusa
ceptos determinativos de la conducta sexual. En los estamentos donde estos en un contenido de valores sociales que las despierta de improviso a la lucha
valores no repercuten en la posición de la mujer ni en la de sus relativos por y a la destrucción. He dicho que la personalidad santandereana es conside-
sangre, no existe tal guarda de la virtud, vale decir, de su conducta sexual. rablemente sensible al reconocimiento de su ubicación social (véase parte 2,
Por el contrario, si son solteras están liberadas en cierta manera de actuar apartado "La personalidad varonil básica y la familia"). El concepto de clase
bajo el mismo canon que otras mujeres de ubicación social superior, ya que está fuertemente interferido con el de la honra, en el sentido de que cada uno
en las uniones interclases el beneficio resultante proviene de su aquiescencia hace ostensible una necesidad de respuesta positiva social por parte de los
a un tipo de unión de facto, que la relaciona con elementos de condición demás miembros de la comunidad, tributación que se expresa en formas muy
superior a la suya, que pueden ofrecer una mayor seguridad material que una variadas y complejas que entran en juego en la interrelación de los individuos
unión semejante con elementos de su clase. No obstante, cuando se encuesta y de las unidades familiares. A través de esta vida social, cada individuo y
a hombres que pertenecen a clases bajas, más acentuada en el ambiente rural, sus inmediatos consanguíneos reciben la respuesta gratificante de reconoci-
se advierte una lucha y una agresividad posiblemente más erizada, y una miento de los demás, y es a través de la plenitud de esta respuesta como se
conducta menos divergente, en la aplicación de sanciones a la violación de establece la normalidad de las relaciones. Pero omitida por alguna circuns-
pautas de fidelidad en sus mujeres. Mientras las clases altas en la actualidad, tancia esta reacción, disminuido su contenido cultural, se lesiona la dignidad
han atenuado sus reacciones culturales, en defensa de este valor, antaño de social de la persona y del grupo de miembros del hogar primario. Para esta
tan acendrado apego en los neohispanos, hoy permanece en los estratos bajos vida social, como para la económica que ya hemos expresado, el hombre es
con más fuerza en su actitud retaliadora. Algunos, explicando esta situación, la representación del grupo femenino de sus parientas. Limitados círculos y
afirmaban: "la honra es la riqueza del pobre", poniendo especial énfasis en limitadas ocasiones encuentran a la mujer sin la compañía de sus relativos
su valoración. masculinos, respaldo en la representación social; que se traduce en un fuero
En esta sociedad fundamentalmente rural, la tenencia de la tierra es otra de de respeto de la mujer ante la comunidad, indispensable en grado tal, que la
las fuentes de conflicto y de aplicación de la agresión del hombre en la defensa que no puede encontrar esta compañía, debe abstraerse de la actividad gregaria
de los derechos de cada poseedor, lo que equivale a decir, de las propiedades de sus mismos círculos sociales, en comunidades tan pequeñas como suelen
Se
familiares. La defensa de la propiedad también implica valores de honor. Santan- r éstas. Ella debe portar respaldo masculino, o de lo contrario, disminuirá
s
der, en su historial delictivo, puede señalar en cada municipio, muchas veces en u condición social y se expondrá a la crítica ostratízante de los deinás, por
su
cada vereda, problemas agresivos o tensiones latentes vinculadas a la perturbación limitada capacidad para imponerse sin conflicto ante la comunidad, nece-
Sl
de linderos. Con frecuencia mayor que en otras partes (la violencia del Tolima y tando siempre de la presencia de un pariente que garantice su integridad y
su
del Huila, vertida sobre la tierra, supera ahora cualquier otra región), se encuentra" respeto. Es tan frágil su posición, que a pesar de que en los círculos altos
Un
en este complejo varias generaciones comprometidas en vendetas ligadas a tenen- elevado sentido de caballerosidad y de grupo es uno de los linecrnientos
ma
cias casi marginales, de limitada explotación o ubicadas dentro de un ambiente s destacados de la imagen masculina, dentro de estas categorías sociales,
físico misérrimo, pero que a la sola idea de pérdida de un centímetro de suel° ^o, no se mira bien ni a la mujer ni a la familia que se permite tales extravíos
e la
exaltaban el sentido de la honra lesionada y del derecho de cada uno a lo que e norma acostumbrada. Mientras que en Antioquia la madre acompaña a
2 0 2 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 2 0 3

su hija, en este complejo va el padre o el hermano en su compañía al acto lias y el estatus de la mujer. Mientras los quehaceres privativos del hombre
social, de tal manera que las viudas con descendencia femenina o las mujeres ocupan la jerarquía superior en la valoración, los que son privativos del sexo
sin representación consanguínea de hombres, deben ser agregadas a un ele- femenino imprimen carácter en dos sentidos: no los puede satisfacer el varón,
mento varonil de mucha prestancia y respeto social para que las represente sin sufrir mengua su masculinidad y el aprecio que la sociedad hace de su
en estas oportunidades. O en última instancia va la madre. imagen de esposo y de padre. En segundo lugar, las labores culturales de la
mujer en Santander están considerablemente subvaloradas, siguiendo la posi-
Otras funciones del estatus. La sociabilización ción de la misma en la cultura. Por esta razón, colaborar normalmente el
esposo en satisfacerlas es rebajarse, perder su posición directiva jerárquica, o
Finalmente, hay que reconocer la responsabilidad paterna de la conducta de al menos insinuar cara a la sociedad, que no la ocupa, al asimilarse al estatus
los hijos. El poder vigoroso del padre tiene aquí una de sus proyecciones más de su mujer, sugerir que no tiene mando sino obediencia en el hogar, son
estructuradas. No sólo respalda al descendiente en conflicto, sino que también valores negativos para la imagen varonil adulta.
se constituye en su censor cuando la falta es de su vastago. Una generación Estos valores lo retraen de prestar ayuda en las faenas de crianza, casi ni
atrás, los progenitores santandereanos reprimían con tremenda dureza la con- en los momentos de crisis, a no ser que se trate de familias jóvenes, educadas
ducta divergente de sus hijos, adquiriendo ante la comunidad un serio com- fuera y un tanto más evolucionadas en sus posiciones. Un hombre neohispá-
promiso en su castigo, y afrontando en su persona la responsabilidad indivi- nico no podría cumplir sin mengua personal servicios a su hijo, tales como
dual de la misma. darle el biberón, cambiarle pañales, bañarlo, peinarlo, vestirlo, llevarlo a dor-
Una de las responsabilidades básicas señaladas por la tradición a la mujer mir etc., funciones éstas que en Antioquia permiten una estrecha colaboración
es la de la crianza y sociabilización de la familia. Correspondientemente la entre los dos progenitores, sin detrimento de la honra de ninguno de los dos.
administración del hogar, la confección de alimentos y la limpieza del hogar En cambio en los santanderes, se perdería la imagen no sólo del hombre que
por sí o a través del servicio doméstico, según las categorías económico cul- ejecuta tales menesteres de la vida familiar, sino que sufriría mengua la de
turales. No es que estas ocupaciones sean privativas de la mujer santandereana: la esposa que le permite o le fuerza en algún sentido a satisfacerlos. La tarea
también están satisfechas por los elementos femeninos de los otros complejos, varonil en estos procesos y en todos los pertinentes a la acción femenina se
pero lo privativo en éste es la manera como se satisfacen. Mientras he dicho reduce a dar normas, o a convertirse en el censor de los actos, en la directiva
que en Antioquia "la mujer manda de puertas para adentro", sugiriendo luego que expresa su voluntad y ordena los sistemas de acción mediante los cuales
que llega hasta lo más recóndito de las actividades de su esposo, parodiando ha de satisfacerse la meta.
tal locución, puedo decir que nada de lo que la cultura deja en manos feme- Así motivada la madre, condiciona no sólo el comportamiento de los hijos
ninas de este complejo se cumple sin la interferencia directiva del varón, que sino el suyo propio a fin de satisfacer la fuente suprema de la autoridad
impregna con su autoridad hasta el más recóndito detalle de las actividades hogareña. Por esta razón, los contactos más directos, los roces más pronun-
encomendadas a la mujer, ya que nada se mueve en la esfera de la actividad ciados en las interrelaciones familiares son con la madre, que es la moldeadora
hogareña sin que lo determine en última instancia el jefe de familia. Y esta de las voluntades y de la acción de los demás miembros familiares y del
premisa, aparentemente muy generalizada, donde se convierte en mayor rea- servicio doméstico, personalidades que al no funcionar como lo espera el
lidad es en los grupos altos tradicionales. Mientras más tradicional sea un Padre, producen una acción refleja sobre la primera.
hogar, el padre llega más a cada detalle del transcurrir doméstico, que se Esta dependencia entre los dos sexos, de dominio de parte del uno y
condiciona totalmente a sus expectaciones. De esta manera, la autoridad del obediencia por parte del otro, constituye la esencia de las relaciones internas
hombre está presente dentro y fuera del hogar. út
los miembros de la familia santandereana. Desde muy temprano se marcan
n
A pesar de ello, el hombre se retrae a la colaboración en la ejecución os la tarea de sociabilización las actitudes que conforman los sistemas de
las tareas femeninas porque opera un principio de contaminación entre aque- dación de los dos sexos. En primer lugar, se hace consciente a cada varón
Estatus y función I 2 0 5
2 0 4 / Familia y cultura en Colombia

y a cada mujer lo que les es prohibido (con más privacidad a la segunda), innato suyo. De la misma manera aprecia las preferencias de que es objeto
como, por ejemplo, sobrepasar la frontera de las tareas asignadas por la cultura en relación con su hermana. Nunca la niña en el hogar santandereano recibe

a cada uno. En segundo lugar, pero en primer rango, un profundo reconoci- la mejor porción, ni los favores personales materiales de su colateral contem-
miento de la superioridad masculina. A tanto llega en la cultura este principio poráneo, viéndose obligada en cambio a obedecer sus insinuaciones, y a pro-
básico, que aun las actividades privativas del sexo opuesto reciben el estatus digarle atenciones traducibles en tareas materiales. En el cumplimiento de
tales servicios ha de sentirse gratificada y cumplirlos con gusto, pues de todos
de quien la realiza, y si alguna tarea masculina es cubierta por una mujer,
modos él o su madre la fuerzan a satisfacerlos.
este mismo hecho demerita su ejecución, por tanto el carácter y el distintivo
valor del sexo que la ha cumplido. Esta diversificación en los valores se in- Desde los primeros instantes de su conciencia de ser masculino (seis o siete
sinúa precozmente a través de la tarea sociabilizadora. A fecha temprana se años), el muchacho empieza a sentir las exigencias de la guarda del honor, o de
ridiculiza al que utiliza un utensilio o cualquier instrumento en las maneras la representación familiar. Aquí comienza su papel fundamental al ser requerido
privativas o adscritas al sexo opuesto, al que, aun en momentos de crisis, para acompañar la hermana, defenderla ante sus contemporáneos, obligarla a su-
bordinar su conducta a lo que le enseña el hogar como ideal comportamiento
cubre una tarea que no es la suya, y se le hace víctima de la sanción cultural.
femenino, y a vigilarla, en lo que hace, cuando la madre no está presente, cons-
Complementariamente, al varón se le enseña a afirmar su superioridad en
tituyéndose en su remplazo, símil de imposición de su dominio. La niña siente
función de las mujeres, de cualquier edad: el niño es hombre y por tanto está
desde edad temprana la mirada inquisidora de su hermano pendiente de su com-
ubicado en una escala más alta, que le permite exigir el comportamiento pres-
portamiento, y su ojo crítico y su queja ante la menor forma divergente. Mientras
crito para tal jerarquía. En consecuencia, desde pequeño se acostumbra a im-
que el padre cuida primariamente de su esposa, el hijo tácitamente recibe la res-
ponerse, y la mujer también desde niña se le enseña a ceder ante las exigencias
ponsabilidad de velar por la honra de sus hermanas. Aquí están aprendiendo, uno
del varón consanguíneo o amigo contemporáneo suyo, claudicando aun en
y otras, el ejercicio de su papel social y familiar del futuro, que desarrolla el
sus mismos derechos, sin que paralelamente pueda en reciprocidad exigirle
ímpetu agresivo de defensa en el varón y el sentimiento precoz de que las mujeres
una actitud concomitante. A lo sumo, enaltecido también desde el comienzo
de la familia constituyen la parte vulnerable de cada hombre, su honor individua-
este comportamiento privativo del varón, debe responder con una actitud pro-
lizado porque encarnan la honra del tronco familiar. Esta defensa, vigilancia y
tectora. A tanto llega este valor, que es frecuente en las haciendas de este
respaldo, dará estímulo y función al machismo de proyección agresiva que hemos
complejo o en las ciudades, que la madre deseosa de hacer un paseo por los
delineado como característica virtual del hombre, y amplia escuela de aprendizaje
alrededores, requiera la compañía de un hijo varón, menor que todas las her-
en la subordinación y el ajuste de la mujer al sexo fuerte del cual depende desde
manas que también conforman el grupo, para obtener la obligada protección infante.
cultural.
Respuesta de estos valores constituye, en todas las clases sociales, la con- Paralelamente con este papel, se va conformando el prepúber o adoles-
cente dentro de las características culturales de la imagen adulta. Ya en esta
ducta materna que concede prelación al hijo en concurrencia con las hijas,
época se empiezan a represar sus emociones, no permitiéndoles verterse li-
situación más acusada cuando se trata del primogénito. Desde muy temprana
lemente al exterior sino a través de formas culturales estereotipadas. La rabia
edad, cuando falta el padre, su figura constituye el icono sustitutivo de la v
la tensión afluyen más libremente mientras se limita la extraversión de la
memoria del progenitor: se le concede el puesto de aquél en la mesa familia
Parte afectiva: sentimientos filiales, fraternales y amorosos, son moldeados
se le da prelación en el reparto de la comida, en el orden de la atención, en
°n más estoica rigidez, delineándose la característica femenina de una mayor
el cuidado de las ropas, en los patrones externos de prestigio, etc. Su madre
eralidad en sus expresiones, en tanto que es de hombres cuidarse de hacer
lo presenta ante los demás, recordando que es el remplazo del padre, confi- s
entación o expresión generosa de ellas. Durante este período alcanza su
riéndole verdadera importancia y solemnidad a sus palabras. Cuando la fígur
pendencia y el logro del respeto a su personalidad de varón las mayores
paternal nuevamente está presente, el niño retorna a su lugar, pero exige
aquistas.
repetición en casos similares, juzgando estas preferencias como un derecn
2 0 6 / Familia y cultura en Colombia

Estatus y fundón/ 2 0 7

En el padre hay una marcada predilección por el hijo. Ya he dicho que


prefiere su nacimiento, porque a través suyo parece reconocerse a sí mismo ¿e rechazo y aceptación hacen hostil su temperamento a las manifestaciones
y en la fijación de sus derechos tempranos de hombre, hay una tácita fijación afectivas, aun las de tipo amoroso.
de sus derechos individuales y los de su sexo. Por esto, si la madre trata de Con las hijas, la actitud ha de ser distinta, porque constituyen el campo
inhibirlo, salta a su defensa, indicando que no se le debe coartar, "enfaldar" de sociabilización materno que le permite moldear su imagen paradigmática,
porque es "un macho", y por tanto sus actos no pueden ser condicionados al enseñándoles teórica y prácticamente la función del papel de su sexo, y la
rasero maternal. Él ha de ser libre, dominante y agresivo en el hogar como naturaleza de su comportamiento, en el que, para asimilar la estampa cultural,
en la cultura, por lo cual hay que dotarlo desde niño de libertad, de posibi- ha de ocuparse un sitio secundario ante la exigencia del hogar, dando siempre,
lidades de lucha y de tensión, para que se forme rudamente, desarrolle energía, obedeciendo siempre, no exigiendo retribución, conformándose en constituir,
se desprenda de lazos sentimentales, de trabas emocionales, es más, aprenda particularmente en las clases altas y en los años avanzados de matrimonio,
a controlarlas para que al convertirse en amo y señor de sus sentimientos, sea una sombra autómata de su marido, presente sólo para cuando él la requiere,
también capaz de imponer su dominio sobre los demás. En virtud de este para cuando pueda hacerle placentero el transcurrir, dirigiendo su potencial
mismo ideal masculino se le da al joven amplitud para expresarse en el hogar energético en la atención material de su familia. Ha de ser, por otra parte, el
elemento mediador entre los intereses de los hijos y el poder autoritario del
en un lenguaje poco atildado, con modales toscos, rudos, traducción cultural
padre.
de su hombría física. Para que la madre no desfigure esta imagen cultural,
suavizando sus aristas, el padre interpone su poder liberándolo del influjo Ésta es una tarea que compete al estatus materno. Para conformar esta
materno que subvalora, generando así la estampa ideal del macho agresivo y imagen ideal, en la proyección de la hija, la madre empieza a moldear su
enérgico que la cultura exige. voluntad y a preparar su capacidad de ajuste a las exigencias del hombre,
De esta manera el hombre santandereano recibe poco de su madre: una colocándola dentro del transcurrir cotidiano donde es objeto de las tempranas
limitada intimidad existe entre la progenitora y el hijo, a diferencia de lo exigencias de sus hermanos. Ellos y el dominio paterno, ejercitan su plasti-
que ocurre en Antioquia. Los santanderes, ahincadamente separan al hombre cidad, pero es sobre todo a través de un proceso imitativo cotidiano, cuyo
del influjo maternal para que, repito, su ternura no deteriore sus cualidades paradigma es la madre, como logra acercarse a la imagen femenina cultural.
de varón, no reblandezca la dureza ideal de su carácter, por lo cual se la Madre e hija en este complejo logran una unidad tan vigorosa, como también
abstrae de su moldeamiento en el proceso de sociabilización, entregando la alcanza este binomio en la cultura antíoqueña. La identificación de los
dicha tarea particularmente en las clases bajas, al padre. La separación tan estatus en cada una se logra con nitidez a la edad adulta de la descendiente.
tajante de los sexos en cuanto a actividades, hace también necesaria esta A la gozosa plenitud de la mujer de la Montaña que la madre ve proyectarse
precaución, pues de otra manera, estaría invadiendo campos vedados a su en la descendiente casada, se antepone la imagen de subordinada conforma-
sexo. Como respuesta a esta necesidad, el padre, desde muy tierno el infante, ción de progenitora e hija en este complejo. Cierra el ciclo el matrimonio de
est
a, dentro del cual es atraída a la órbita del tronco familiar de su marido,
proyecta sobre él su imagen, enseñándole a copiar sus maneras, sus formas
rompiéndose aquí la unidad del binomio mencionado. Este dislocamiento ame-
de expresión, sus actividades, en general todos los aspectos formales. Mas
naza siempre la felicidad materna, como en Antioquia el matrimonio del hijo,
tarde habrá internalizado con el ejemplo práctico y teórico cotidiano los
osiblemente este traumatismo y la consideración de la situación femenina
valores y los conceptos. Consecuentemente, el hombre neohispano crece n
el hogar de procreación, sean los incentivos de las quejas sobre el destino
ayuno de manifestaciones afectivas tiernas, y de ellas está privado en Ia
'""el femenino, imagen antepuesta a la cabal realización de la mujer casada
edad adulta. En la infancia no puede recibirlas porque deterioran su carácter, en e
l área de la Montaña.
en la edad adulta, aunque ansioso de afecto, esta traducción emocional dad
o recibida choca con las experiencias infantiles, su imagen varonil, las v - ^ean cuales fueren las razones, ambos progenitores miran a la hija con
rta
vencías internalizadas, siendo incapaz de verterse en ellas. Una dual actitu benevolencia: la madre como proyección de su imagen, y el padre,
m
° la parte vulnerable de su poder. La primera, por su vivida experiencia,
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mientras el padre a través de sentimientos duales: sabe que para el logro eS plenitud de su sexo y derecho innato del mismo. Aislados tempranamente
cultural de su hija ha de aceptar por yerno un hombre de su estampa, que los dos sexos, la vigilancia materna continúa centrándose en la hija, creándole
centralice el poder e imponga en el hogar un dominio semejante al suyo, Un muro aislante de silencio que la proteja en su pubertad hasta llegar "sin

donde él no puede ni debe interferir, mientras que para su éxito, la hija ha abrir los ojos" al matrimonio, conservando de esta manera "su inocencia", es
de ser el elemento pasivo de ajuste dentro de la nueva célula hogareña. decir, su ignorancia sobre su Ego biológico, como una virtud de primerísima
Gran parte de la acción moldeadora materna se vierte hacia la conducta calidad, que la madre se enorgullece en mostrar como mérito de su celo. El
otro sistema empieza a abrir las compuertas de la represión y a admitir el
sexual, que en este complejo reviste trascendental importancia por la asocia-
conocimiento sobre la fisiología humana como una necesidad, y la vida bio-
ción con estatus y, más concretamente, con el comportamiento específico del
lógica como un transcurrir natural.
mismo. Así como al hombre se le orienta hacia la actitud agresiva que lo
capacita en la lucha ambiental, a la mujer se la forma para defender su inte- De acuerdo con el primer sistema, se mantiene a la joven fuera de las
gridad física, mediante el condicionamiento adecuado de su sensibilidad y conversaciones de las mujeres adultas o de las jóvenes "sabias" (informadas),
una fuerte internalización de pautas de comportamiento para proyectar una mediante el celoso control de sus amistades juveniles, que son seleccionadas
imagen ideal que se ajuste a los conceptos de mesura, de control y de inhi- entre las más recatadas, creándose un fuerte ostracismo a las promotoras de
bición de su yo biológico. La guarda de la virginidad es la meta final de todo novedades sobre sexo. Fuera de la meta de la conservación de la virtud o
este condicionamiento. No es que Antioquia no tenga similares y estrictos virginidad femenina, existen valores conexos que explican los medios y metas
valores al respecto, pero mientras aquí son más de carácter religioso moral, del proceso de sociabilización femenina. Toda noción sobre funciones fisio-
en los santanderes lo son de carácter ético social. La pureza es considerada lógicas reproductoras cobra los valores de indecencia, corrupción, tabú, tema
en la Montaña como una virtud emanada de la práctica católica, mientras aquí plebeyo en su comentario, pecaminoso y obsceno. Comparte una idea de pe-
representa una virtud emanada de la autovaloración social, enraizada a un cado según la ética católica folklórica, pero más fuerte es el valor de tema
concepto de honra individual y familiar. degradante para una mujer de clase, síntoma de una mentalidad perversa,
Con el objeto de conseguir estas metas, un afán casi morboso dirigía, aberrante. Es rebajarse de la categoría social y del estatus de honestidad y
hasta la pasada generación, a las madres santandereanas de clases media y pureza que cada mujer ocupa en la cultura.
alta de las poblaciones, a fin de mantener ignorantes a sus hijas sobre la Las formas preventivas culturales utilizan el sistema de no satisfacer la
fisiología de la reproducción, siendo éste el sistema cultural apto para defen- curiosidad femenina, respondiendo los mayores desapaciblemente cuando se
derlas de la posibilidad de violar una pauta de comportamiento sexual. En las interroga sobre temas sexuales, para frenar de golpe la curiosidad infantil y
clases rurales, el género de vida rompía este cerco del conocimiento biológico. para que se internalice traumáticamente que esto es un tema impropio de una
mujer joven, de su calidad y de su familia, y se represe la curiosidad sobre
Mientras en Antioquia existe y ha vivido una vital exaltación del Ego feme-
biología como algo malsano.
nino a través de la maternidad, en Santander este sentimiento ha de inhibirse,
recatarse, controlarse en sus manifestaciones más transitorias y aparentes. Los Un sector reducido de clase alta y algunas porciones de la media, han
valores asociados de honor, sexo y la imagen ideal de esposa, obligan a una Solucionado como innovación forzada de la urbanización, hacia un segundo
prudente manifestación en la mujer soltera, por temor a sugerencias lesivas esterna de sociabilización del sexo. Consiste en abrir un poco más las posi-
del honor y la imagen personal social. Por esta razón, los dos sexos se en- bilidades informales de conocimiento a la hija, y cuando ha sobrepasado los
dl
cuentran separados desde temprana infancia: juegos, actividades, educación, eciocho años se acepta que ella no es ignorante al respecto y se admite en
ü
etc., toman rutas separadas; la niña, bajo la vigilancia materna, y el joven, presencia la conversación de temas sexuales, en los cuales puede tomar
ec
bajo el tutelaje del progenitor. Mientras para el hombre existe una conduct atada participación, pero sin llegar jamás a educarla sobre la relación he-
r
divergente en relación con la prescrita a la mujer, en ésta se centra a precaver °sexual. Esta innovación ha sido resultado del cambio paulatino dü papel
la
pasivamente de cualquier experiencia sexual, en tanto en aquél tal vivend mujer en la sociedad santandereana y una especie de cura en saiud ante
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los resultados desastrosos, frutos de la actitud primeramente expuesta frente un donativo de naturaleza amorosa. Esta condición física, al faltar, implica
a los mismos cambios. Consecuentemente con este proceso nuevo de socia- un carácter de engaño, de relación fraudulenta, de vida pretérita deshonesta,
bilización, las madres modernas comienzan a sentir que es función obligatoria valores que permean de desconfianza y desajuste la futura vida matrimonial.
de su estatus, explicar la razón de la necesidad de observar un comportamiento En otro sentido, explica la cultura que el historial encubierto que trasciende
ajustado a las pautas culturales sobre base de las consecuencias sociales re- sobre la vida futura de la esposa, fuera de situarla dentro de un marco de
sultantes de una conducta divergente, y de un autocontrol de resultados gra- despojo sentimental poco apetecible, mantiene el expectro vigente del primer
tificantes teniendo en cuenta las metas culturales femeninas, en un empeño amante y los móviles afectivos que produjeron la entrega femenina pese a los
de responsabilizar a la nueva generación de las consecuencias de sus acciones. controles culturales. Un santandereano no quiere llevar a cuestas una caja de
Esta tarea maternal sociabilizante tiende a conformar una imagen ideal sorpresas, ni un valor sin respaldo, donde alguien saqueó la virtud de su esposa
femenina que evite, merced a su ajuste, la serie de sanciones individuales y sin recibir sanción, pudiendo mantener tal hazaña para jactancia suya y para
colectivas que constituyen el régimen de seguridad que mantiene vigente la baldón de la honra marital. Es de tal naturaleza esta afrenta, que si la unión
moral femenina en el complejo neohispano, y reciba la respuesta gratificante sobreviviera, el estatus de esposa, ya de por sí ubicado en escalas subalternas
cultural de logro matrimonial. La primera actúa en función de la pérdida de por el carácter patriarcalista de la familia, se hallaría en peor situación: el
posibilidades de realización normal adulta, a la que viola la pauta sexual de comienzo irregular deterioraría todos sus limitados fueros y reduciría com-
castidad, o a la que se exterioriza afectivamente fuera de las estrechas normas, pletamente las posibilidades de defensa dentro del mecanismo de las interre-
dando con ello fácil crédito popular a una conducta divergente. Esta tarea laciones maritales. Estas consecuencias punitivas legitiman el cuidadoso afán
dispendiosa de la sociabilización femenina en manos maternas, corresponde materno en el proceso de sociabilización de la hija.
a la fuerte expectativa de la cultura en función de la juvenil imagen femenina.
El concepto de honor, de tan ahincado arraigo, está involucrado activamente Estatus y función en la familia extensa
en la conducta sexual de la mujer, así como por valores de estatus social y
de estirpe, valores éstos dos, base de las mayores presiones para esta confi- En la tercera etapa de la autoridad, el núcleo familiar primario se ha expandido
guración cuya cristalización está dada por la virginidad, no existiendo en toda con el matrimonio de los hijos. Ya hemos indicado que el padre mantiene en
la cultura un indicador de más alta valoración en este juicio. El consenso de la familia extensa su posición directiva, proyectando su autoridad sobre los
la colectividad la considera como el elemento de traducción más sintomático descendientes, y que a su derredor se aprietan los lazos de las tres genera-
de "la virtud", asociado a valores de muy amplia complejidad y trascendencia. ciones. Los hijos casados llegan a una plenitud de poder, siguiendo su cate-
Meta última de la obligación del estatus materno en la celosa vigilancia goría de relación con el padre en su hogar de orientación, y luego, adquieren
de la conducta sexual prematrimonial de la hija, constituye el derecho cultural la jefatura de la familia en sus propios hogares, donde la personalidad del
que cada hombre tiene de encontrar virgen a su esposa y que al no serle abuelo es celosamente respetada, con las mismas manifestaciones que en el
satisfecho, constituye el más grave fraude que puede sufrir su honra varonil- hogar primario. La imagen de la abuela es objeto de mayores exteriorizaciones
La tradición enseñaba que fuera devuelta al día siguiente de la realización afectivas que las del padre, ya que la naturaleza subalterna de su autoridad
lo
nupcial, sin que existiera poder alguno que violentara al hombre a perdonar Permite sin deterioro de su imagen.
el engaño que en su honra había sufrido, pues equivalía a esperar paciente- Sin embargo, la familia extensa no guarda en sus núcleos primarios la
mente el adulterio, tal el contenido encubierto de la expectativa frustrada. La tusma apretada intensidad que en Antioquia. El poder autoritario del varón,
virginidad no sólo tiene un sentido escueto de primicia, que altamente valora ^ su afán de dominio y de independencia, crea una especie de muralla de
el varón neohispano como tributo a su masculinidad, sino de pureza conexa, ^amiento entre unos y otros. Es extremadamente celoso de sus fueros, de
que proporciona una mayor gratificación a quien la recibe, por constituir un Su
poder, de su autoridad omnímoda, hogareña, que no declina jamás ni en
be
tributo que la mujer ofrenda a quien ha preferido como esposo, significándole nefíci0 de nadie. Por ello rechaza la intromisión de cualquiera en su vedado,
2 1 2 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función, / 2 1 3

en su feudo, llamemos como queramos su célula doméstica. La personalidad un elemento varonil no se condiciona a los canales de realización social] y aj
básica santandereana, signada por el individualismo, constituye un elemento no condicionarse acusa un movimiento descendente muy marcado, se r<ompe
defensivo de la independencia nuclear hogareña y un obstáculo para una más la unidad familiar del grupo extenso, dejando atrás esta rama muerta qi Je no
apretada integración. Este individualismo proyecta una acción dual: defiende mantiene la vigencia de su estatus. El respeto a los valores mencionados prima
el libre quehacer del individuo y reconoce este mismo fuero para su semejante. sobre los de conformación unitaria de un conjunto familiar. Las ram&s se
De ahí que no permita que alguien, "su pariente", interfiera en su hogar desintegran también al matrimonio de las hermanas, cuando no realizaní una
porque recíprocamente se abstiene de hacerlo. Este mecanismo pone una barra alianza equiparable en ubicación social a la del tronco paterno, porqi je al
recíproca entre las posibilidades de interacción de las células hogareñas, que seguirse las leyes culturales de transmisión del rango en forma patriline^i, Se
de esta manera mantiene una cuidadosa distancia en sus relaciones recíprocas. origina el desprendimiento de esta rama colateral, que se adhiere al grupo
Esta actitud y los valores que la estimulan, sensibilizan las personalidades familiar de su marido, y se identifica con su estatus inferior, observándose
hasta grados álgidos de susceptibilidad, posición que enfría la intimidad en las oscilaciones de la movilidad social. Como paralelamente la dinámica de
las ramas colaterales. En tales circunstancias, el consejo y la intromisión de avance social es lenta, estas ramas quedan rezagadas y en virtud de las pre-
los elementos consanguíneos más cercanos deben ser cumplidos con gran misas mencionadas, en pocos años no existen vínculos afectivos valeder os y
tacto y delicadeza para que no den margen a sumisión de parte del protegido, sólo queda la nominación igual o un reconocimiento eventual de parentesco
ni derecho de coacción por el protector, cumpliéndose como un arranque ge- sin funcionalismo alguno.
neroso y espontáneo, sin que creen renuncias de los fueros culturales del Por las razones expuestas, poco sirve la familia extensa como control
individuo favorecido. Sobre estas bases, cuando alguna actitud roza su sensi- efectivo en la moral de sus miembros masculinos. El sentido de fuerte inde-
bilidad social o afectiva en no importa qué sentido, la reacción inmediata de pendencia de cada varón, el principio de autoridad de cada cabeza de familia,
la rama interferida es retraerse y aislarse del conjunto familiar, cerrándose a
no admite la interferencia en el comportamiento interno. Y si la admite., en
su influencia. virtud del parentesco, en los casos más disociativos, aun prevalecen los vak3res
El orgullo de cada varón y su valoración de honra no ofrecen lado a la ayuda de individualismo, independencia y de orgullo personal, con el resultado de
familiar, en la forma como se cumple en otros complejos. Si se da, debe ser que cada Ego, ante la presión manifiesta de sus cognados, hace expresa r^uy
ejecutada con extraordinario sentido del respeto del Ego en apremio, para que no claramente su voluntad de condicionar su conducta a valores y juicios exclu-
origine susceptibilidades y heridas en el orgullo personal, lesiones de difícil olvido, sivamente personales. Sin embargo, es posible una cierta interinfluencia er^re
y que dan margen al altivo rechazo de la oferta. Mientras más necesitado está un el grupo fraternal de varones, concediéndosele al mayor un limitado derecho
miembro familiar, más difícil es brindarle apoyo en esta subcultura. Consciente de intromisión, en nombre del padre a cuya figura se asemeja, y como ex-
de este comportamiento, cada hermano mantiene nexos un tanto distantes con el presión consagrada de la tradición familiar. De lo contrario, una rebeldía j n .
otro hermano, si se miran desde afuera las formas extemas de la relación. Sus mediata y el rechazo consiguiente, frena toda posibilidad de proyección de
Un
expresiones afectivas parecen, frente a los demás complejos culturales, frías, ce- pariente por otro. Lógico es que la mujer, madre o hermana, menos pq s j-
remoniosas y un tanto distantes, pero vistas desde dentro se entiende que w uidades de acción tiene en contrarrestar la conducta de un hermano. Si nuri ca
Se
formas de expresión culturales las han moldeado así, constituyendo esta conducta solicita su opinión, menos va a ser oída en problemas de desajuste cultural,
sin grandes exteriorizaciones, la expresión acertada de sus valores y expectativa- gnipo fraternal de mujeres con frecuencia mantiene una mayor interreía
Una intimidad mayor provocaría más rupturas y disociación, y en cambio, c0 ° n ' aunque siempre interferida por la voluntad de sus maridos, que no ac&,pa-
n
servada a través de esta modalidad de respetuosa independencia recíproca, c0 tampoco estos nexos con mucha intensidad. La centralización autoritaria
to
serva nexos de extraordinaria validez. dos los miembros del hogar alrededor de la figura paterna, limita con-
Hay que señalar también que el individualismo de la personalidad bas tablemente a la madre para cualquier otra manifestación afectiva que ^0
0c
cultural, prohija en cierto modo la ruptura de los troncos familiares. Cua alice en él y en su tronco familiar.
2 1 4 / Familia y cultura en Colombia
Estatus y función / 2 1 5

Un poco más de interferencia puede hallarse en lo relativo a economía a(jministración del hogar, no halla dificultades para suplementar las tareas
La figura paternal del tronco extenso continúa dispensando consejo y dirección maternales, asesorado de servicio doméstico y de los hijos e hijas. Algunas
en las finanzas del grupo varonil filial, aunque si le miramos comparativa- veces, como cohesión a la célula familiar rota, contrae matrimonio, actitud
mente con otros complejos, por ejemplo, el antioqueño, esta intromisión es más frecuente en los grupos bajos, particularmente en los rurales, donde las
menor y menor el poder asociativo. Los valores de la personalidad básica tareas femeninas son difíciles de satisfacer por el hombre solo y no puede
masculinos ya expuestos, frenan las posibilidades de una interacción más es- costear auxiliares de las mismas.
trecha y funcional. En cambio en la viudez, la mujer no logra mantener el calor del hogar,
En otro sentido, el padre mantiene toda la vida sobre el hijo una capacidad lo que es explicable debido al régimen de vida a que vivió sometida: es
bastante amplia de control. Le concede derecho la cultura para actuar direc- incapaz de ponerse al frente de los negocios, o finanzas hogareñas, no acos-
tamente sobre el vastago de conducta divergente y encararlo ante la familia, tumbrada ni familiarizada con el ajetreo de los mismos, desconocedora de su
ante la tradición y ante la sociedad. Su figura enérgica puede llegar a medidas estado y sin relación alguna con sus actividades ni con las obligaciones de
coercitivas de validez amplia. El progenitor nunca pierde su autoridad sobre los mismos. El haberse mantenido siempre al margen de lo que implica la
la descendencia, no importa cuál sea la edad del hijo varón, ni las posiciones actividad financiera, el no haberse cuidado ni siquiera del presupuesto familiar
que escale. Siempre está en sus actos, participando en ellos, como la madre en su total responsabilidad erogativa, no le permite en un momento de crisis
de Antioquia, en la vida de la hija casada. hacer frente al ajetreo económico. Repitamos que actúa en contra suya una
Conflictos de orden afectivo y de intereses, quiebran tajantemente núcleos larga subvaloración de su capacidad energética y creadora y el que no tuvo
de la familia extensa. La sensibilización tan fuerte de la personalidad mascu- oportunidad de responsabilizarse de esta clase de tareas. Inferiorizada así,
lina, en cuanto al fuero social y afectivo de derechos se refiere, los conceptos debe afrontar la circunstancia de que ante la sociedad neohispana una mujer
de desacato, menosprecio, orgullo, puntillo, están presentes y funcionales en no tiene validez para representar su hogar, porque esta vocería, sea económica
la relación de cada Ego con sus familiares, tanto como con la sociedad, de o social, necesita de la figura de un hombre, circunstancia sin duda la de más
tal manera que la menor violación de una pauta en el trato familiar, adquiere peso en su vacilación y en su tropiezo. Si no tiene a su lado un hijo varón
mayores proporciones de agravio, y el resentimiento se torna más hondo y que la represente, es de todas maneras inhábil ante su sociedad para conducir
difícil de subsanar. Extremos de estas situaciones representativas de este ca- exitosamente su peculio y el de sus hijos, haciéndose realidad la prevención
rácter cultural las hallamos presentes en casi cada tronco familiar: padres que cultural contra el actuar femenino en el mundo de los negocios. Esta situación
rompen de por vida su relación paternal con un hijo o hija por desacato a su es de tal naturaleza, que (en las entrevistas hechas a mujeres de todos los
autoridad; hermanos y hermanas que se ignoran mutuamente viviendo sin niveles sociales sobre integración familiar, debido a que este complejo pre-
conexión sus vidas dentro de comunidades pequeñas. Muerte o enfermedad, senta un menor grado de separación de los cónyuges) la mujer casada acepta
conflicto o problemas de gravedad, cortan a veces estas tensiones que se los extremos mayores de desajuste dentro de la vida conyugal, no atreviéndose
prolongan tercamente por decenas de años. a
obtener la separación de un mal esposo y padre de familia, ante su incapa-
Dentro de estas tensiones y alternativas, la integridad de la familia extensa cidad para defenderse económicamente a los niveles de su estar. Es más aún,
se mantiene hasta la muerte del padre abuelo, porque en cada hogar, el calof sumado a la consecuencia anterior, influye el miedo a perder la defensa social
de
y la vida se guardan alrededor de su figura patriarcal, que si bien central^2 l esposo frente a la comunidad, no sólo de sí misma sino especialmente de
,as
el poder, también focaliza la unidad familiar. Puede en estos núcleos ampll0S hijas célibes. Son frecuentes los casos de reconciliación conyugal, cuando
a
fallecer la madre abuela, que el progenitor es capaz de mantener la vida no- Prole levantada por el solo esfuerzo maternal llega a la pubertad, y necesita
en
gareña; agrupa en torno suyo los elementos solteros, los dirige y control3- la persona de las hijas el respaldo social de la figura paterna, para no tener
acepta a veces algún hijo casado con su esposa e hijo, pero mantiene en sü °Piezos en su estatus de solteras y alcanzar, mediante su protección, conve-
lente
manos la autoridad de cabeza de familia. Acostumbrado a intervenir en alianza matrimonial.
216/ Familia y cultura en Colombia Estatus yfunciaín / 21 7

Por estas razones, la madre viuda de los santanderes es incapaz de man- pertenecientes a la clase baja, en donde las preocupaciones de llenar patrones
tener funcional el hogar, o lo hace pero dentro de muy precarias condiciones At prestigio que favorecen el ascenso, son superficiales, ofrecen poco interés
de estatus y solamente en los casos en que los hijos solteros viven a su de- or incluirse dentro de una familia legalmente conformada con el matrimonio.

rredor, logra conservar la integridad hogareña. El mayor asume entonces la A las ventajas sociales de limitada trascendencia para esta familia, debe en-
responsabilidad familiar, llenando el papel del padre, de modo que en torno tregar valores de integridad hogareña, buen trato y posibilidades de cambio,
suyo llega a girar todo el engranaje familiar. En este caso, no hay más que si el sistema no funciona siguiendo sus expectaciones.

una sustitución de una imagen por otra, la del padre por el hijo mayor, y ia Esta situación estructural de la unión libre cambia en las relaciones in-
subordinación de la madre a su potestad y representación. Su protección, au- terclases: cuando el hombre pertenece al grupo dominante en la comunidad,
toridad y control concluye el ciclo de dominio de la mujer, sucesivamente no puede equipararse la situación interna del hogar al de una unión legal. Las
bajo la potestad paterna, y la de los hermanos, cuando soltera; bajo el dominio relaciones dentro de la unidad familiar, entre los cónyuges y entre estos y la
del marido, al casarse, mientras de viuda se acoge a la tutela del mayorazgo. de su descendencia, son bastante diferentes, si se compara con el tipo de
Cuando esta posibilidad no existe, es casi seguro que el hogar se disuelve en unión que este Ego masculino podría conformar con una mujer de su estatus.
manos de la madre viuda, que halla amparo en el hogar de un hijo casado, La imposición paterna no es tan fuerte, ni la de respaldo y vida económica,
donde encuentra su sitio final. como tampoco la de la sociabilización. Existe una atrofia en la figura paternal
en relación con sus funciones normales dentro de una familia legal, atrofia
Estatus y función en la familia de hecho que la madre trata de superar con una más amplia proyección. Esto significa
entonces un refuerzo del poder materno, refuerzo que sin embargo no alcanza
La situación del estatus y de la función en la vida familiar dentro de las la magnitud usual en otros complejos, dado el fondo patriarcal que domina
formas de hecho, difiere un tanto según las distintas modalidades tipológicas el ámbito cultural de este complejo.
de esta estructura. Es en extremo difícil poder discernir las modalidades y la El concubinato constituye una continuidad en intensidad de las caracte-
dinámica del estatus en dichas estructuras, en cuanto que cada una ofrece una rísticas halladas en la unión libre interclases. El padre, cuya descendencia
versión diferente y porque en virtud de su misma razón conformativa, están margina] habida en esta unión es en cierto modo una afrenta social, no puede
sujetas a una dinámica muy acentuada. Ya hemos visto cómo estas modali- establecer en sus relaciones conyugales ni paternales el mismo complejo de
dades pueden devenir abruptamente una en otra, transformándose lógicamente actitudes ni de valores que le es dable imponer en su hogar legítimo. Por otra
con este cambio todo el sistema de sus interrelaciones, y cómo también existe parte, disminuye su acción en el hogar secundario la duplicación de funciones
en este complejo una gran inconsistencia en las formas de facto. No obstante, que debe satisfacer en la célula principal y en la divergente, condición que
en vía de esquema teórico, trataré de indicar su configuración interna. resiente su acción, deteriorando las formas culturales de interrelación entre
En la unión libre, predominan casi sin diferencias substanciales las cate- los miembros de la unidad hogareña. En la estructura familiar de facto, el
gorías y valores de la familia legítima, cuando se establecen intraclases, por- Padre no asume con absoluta franqueza su papel cultural de progenitor, y sólo
que la autoridad reside en el padre, quien asume todas las responsabilidades de soslayo acepta sus responsabilidades con la descendencia, no propiamente
ya señaladas para el hogar legal, y de paso ejerce los respectivos derechos. como una obligación imperativa, sino como una merced de cumplimiento vo-
En función de los hijos, estos hallan el mismo sistema de vinculación con luntario y sólo para congraciar la amistad de la madre y prolongar la persis-
sus progenitores, e idénticos derechos y obligaciones. Cuando este tipo de tencia de tal unión. Estas familias plurales no perduran a todo lo largo de la
ex
unión desemboca en el matrimonio, con la legalización de su estructura no istencia del padre, ni coexisten por largo tiempo, de manera que pueden
se percibe muy fuerte cambio. Posiblemente un mayor derecho del hombre disolverse, como la tendencia modal lo indica, dando origen a una familia
ln
sobre la mujer, en el sentido de que hace valer ante ella con más fuerza su completa, del tipo de madresolterismo cerrado o abierto a que hemos hecho
autoridad, siendo ésta una de las razones para que las mujeres en unión libre tención.
2 1 8 / Familia y cultura en Colombia Estatus y fundó]
ion/ 219

En el madresolterismo del tipo que esta subcultura nos ofrece, hallamos el y hermanos respaldo de toda índole. La mujer madresoltera de esta ci
debilitamiento máximo de la influencia paternal. Como se trata de una vinculación ha de luchar para salir adelante con la carga familiar que ha creado, total t u r a '
eventual, cumplida dentro de un ambiente muy peculiar, y particularmente cuando sola, porque su familia pertenece a estratos de limitadas posibilidades € l l m e n t e
sólo da origen a un descendiente, es genérica la ruptura precoz de las relaciones micas y de poca integración complementaria. Cuando se trata del S e e C O n o "
entre los padres, con el resultado de que se conforma una familia incompleta, doméstico, los hogares de orientación de las madres solteras quedan disí e m C 1 °
constituida tan sólo por la madre y el hijo. En otras ocasiones, la vinculación de tal manera que ellas deben seguir sus tareas laborales en casas de fastantes'
esporádica de los padres se prolonga un tiempo más, durante el cual se procrean hogares eventuales, a cuyo lado tratan de sobrevivir con la prole. Di a m '
más descendientes, pero sin que la pareja tenga unidad habitacional, ni más vínculo lado, las que pertenecen a actividades artesanales, su vida económica tar e o t r o
de relación que el escueto nexo sexual. De esta manera, la influencia recíproca tiene algún apoyo por parte del padre eventual. Dentro de estas catef mpoco
de los tres miembros de la célula hogareña se reduce a dos, madre e hijo. Hay las madres aparecen durante una etapa variable, involucradas en las U i g ° n a s '
que destacar que el madresolterismo de Santander es el caso clásico y extremo de facto como concubinas de un hombre de los grupos altos o medios' ni0nes
de la familia incompleta. El padre de la generación 'nacida dentro de este tipo de tarde, esta forma de relación deviene en madresolterismo cerrado. En el tS'
estructura es apenas nominal, pues se observa en las encuestas que la mayor parte período de estas modalidades, la forma estructural de tales relaciones i : P n m e r
de ellos no conoce los descendientes que han engendrado. El progenitor ha sido mejor el grupo familiar de facto, pero luego, en la segunda etapa, e i n t e g r a
en estos casos un elemento circunstancial cuyo hijo, fruto del mero impulso mo- madre a quien corresponde la responsabilización total de la familia inco¿ s a
mentáneo físico, no tiene con él los menores nexos, y en cuya personalidad ni el que resulta. El alejamiento del padre es total, y no queda de él, en la m P l e t a
más leve vínculo de relación se permite generarse. Este tipo de paternidad ofrece ración que ha engendrado, ningún rastro de acción cultural. gene-
profundas similaridades a la que se presenta en el comercio sexual. El hijo, fruto De esta manera, en las estructuras de hecho, a no ser que se trate
la
de una intrascendente atracción física, como parece ser ésta en sus casos modales, unión libre, la tarea familiar se centra, repitámoslo finalmente, en la rí
re
y condicionado en esta cultura por un cuasiderecho propiciado por el estatus servil En estos ambientes de limitado desarrollo económico, y donde paralela '
imente
de la mujer, no se integra al progenitor, porque la relación conyugal no es estable, el estatus femenino ocupa en función de la economía un puesto de infi
ni se proyecta en formas hogareñas o en responsabilidades trascendentes paterno zación real, y donde la integración de la familia extensa no es vigoróse 6 " 0 ""
filiales o interconyugales. Sólo en los limitados casos de continuación del madre- función adquiere dramas de odisea. La lucha de una mujer de estos es?' e s t a
solterismo, a través de dos o más hijos, una descontinuada dependencia económica para sobrevivir con sus hijos dentro de las mencionadas condiciones, ( t r a t o s '
se puede crear entre uno y otra. El padre puede dar momentáneos aportes que no masiado ímproba, siquiera sea para que sobreagüen biológicamente. O e s
pasan más allá de la categoría de regalo, pero ninguna vinculación social afectiva estos elementos llegan a la juventud, especialmente si se trata de hija:Uan
o de sociabilización se manifiesta. El hijo no recibe el reconocimiento del padre, carecen de respaldo social masculino, continúa esta heroica lucha m;S' q u e
ni su apellido, menos aún la acción afectiva mínima. Desde la temprana infancia (como lo indican las encuestas) para superar las fallas hogareñas y evit£ 3terna
y con frecuencia desde la gestación de estas vidas, se han cortado los nexos repitan el ciclo vital de la progenitora, liberándose de las forzadas contiir q u e
biológicos culturales en la pareja, hasta quedar progenitor e hijo en el carácter de cías del madresolterismo dominante en sus ambientes. Los análisis de b n g e n "
la
extraños. Limitados casos de reconocimiento pueden hallarse dentro de esta mo- s femeninas generacionales, señalan con frecuencia una cadena de f,logra"
m
dalidad familiar de hecho, constituyendo este tipo de descendencia un clásico atrilineales enlazadas unas a otras por familias incompletas, estructii 3rmas
ba Iradas
ejemplo de hijo sin padre cultural. Jo las modalidades del madresolterismo a la santandereana.
Dentro de estas estructuras familiares toda la tarea de responsabilizado!1
familiar recae sobre la madre. No ocurre aquí lo mismo que en el área mi-
nifundista de Nariño, donde la célula familiar incompleta se agrupa dentro
del hogar de orientación de la progenitora, recibiendo el núcleo de sus padre
Parte 3
Complejo cultural negroide o litoral
fluvio minero
El habitat

El habitat del complejo familiar negro comprende los dos litorales, retazos
de las hoyas fluviales del Cauca y del Magdalena y la porción minera de
Antioquia (véase anexo, mapa "Complejos culturales").

La costa del Pacífico

Iniciemos la presentación del espacio geográfico del complejo negroide con


la costa del Pacífico, una de las cinco regiones naturales genéricas en que
puede dividirse el país, zona que fisiográficamente abarca el territorio que
estructura la vertiente occidental de la cordillera occidental, fragmentada en
tres subregiones: la faja litoral, el surco Atrato-San Juan y la vertiente andina
propiamente dicha.
La faja litoral, de marcada regularidad, debida al paralelismo de las cor-
dilleras que la bordean hacia el este, ofrece dos zonas morfológicas: desde el
Cabo Corrientes hasta el Cabo San Fernando en el Ecuador, y desde Cabo
Corrientes hasta el norte en tierra panameña. En la zona norteña el relieve
costero de rocas duras constituidas por la serranía de la costa, se acerca con-
siderablemente al litoral, en perfiles quebrados pero de poca altura y forma
una costa acantilada, con ensenadas y bahías de notable profundidad, que
roas al norte (la serranía se acerca más al litoral) se corta en numerosos islotes

262
Ernesto Guhl y otros. Caldas..., Op. cit. vol. 1, pp. 37 y ss.: CIDA, Inventario de la información
básica para la programación del desarrollo agrícola en la América Latina, Colombia, Washington,
sin fecha, p. 22.
26
3 Eduardo Acevedo Latorre, "Panorama geoeconórnico del departamento del Valle", en: Economía y
Estadística, No. 80. Bogotá, 1955, p. 213; James Hornell, "The Saint George Expedition to the
Pacífico", en: Natura, vol. 114, London.1924, p. 681; Ernesto Guhl. El Chocó, sus aspectos geo-
gráficos y humanos, inédito, pp. 28 y ss
264
Bernardo Merizalde del Carmen (padre), Estudio de la costa colombiana del Pacifico, Bogotá.
1921; Cari H. Eigenmann, Fishes of the rivers draining the westerns slops in the cordillera occi-
dental of Colombia, Bloomington. Indiana. 1920, pp. 86 y ss.; H. Karsten, Geologie d'ancient
Colombie bolivarienne: Venezuela, Nouvelle Grénade et Ecuador, Berlín, 1886, p. 146: T. Cipriano
Mosquera. Compendio de Geografía de Colombia, London, 1886: Robert C. Murphy. "Dark skies".
2 2 4 / Familia y culltura en Colombia El habitat I'225

y rompientes que dificultan el enlace de esta zona con las demás. La serranía y la zona de los esteros o manglares, anfibia, con temperaturas más altas,
costera, isla climática, acumula la lluviosidad regional que se traduce en nu- atmósfera bochornosa, bajo la influencia de las emanaciones de las aguas, la
fauna marina y la vegetación halófila.270
merosas corrientes fluviales, las cuales, merced a la cercana distancia de sus
cabeceras, vinculan los ríos de una vertiente con los de la otra. " La influencia oceánica sobre esta zona resulta en una fuerte lluviosidad,
Esta subzona costera expuesta a los vientos húmedos del Pacífico recibe que se ve favorecida también por ubicarse dentro de las calmas ecuatorianas.
una lluviosidad muy abundante, que genera una selva densa, bosque super Como consecuencia, numerosas corrientes fluviales descienden caudalosas por
húmedo tropical que constituye su vegetación natural. la vertiente, erosionando y suavizando sus perfiles, y al llegar a la llanura,
El asentamiento humano de la zona se ve favorecido por la presencia de tras un curso lento y perezoso, convierten el andén litoral en un verdadero
laberinto de caños, de esteros, lagunas, encharcamientos y pantanos, que po-
playas extensas, que se continúan un poco al interior, constituyendo pequeñas
nen en comunicación todas las corrientes fluviales desde el norte hasta más
llanuras o valles anchos donde se van deteniendo los aluviones que los ríos
allá del límite político del país. La segunda acción marina, las altas mareas,
arrancan en la vertiente, aprovechados por el habitante negro para sus cultivos
penetran por las abiertas bocas de los ríos y se esparcen por el laberinto de
esporádicos de plátano, coco y arroz, conformando la zona agrícola más im-
corrientes fluviales, conformando los esteros, que se repletan de agua o se
portante del litoral del Pacífico. Complementariamente, ésta es una de las
vacían al ritmo marino, facilitando así la navegación interior, no posible por
zonas más ricas en peces, riqueza que atrae por temporadas a los grupos 271
de población negra e india del interior. el mar abierto. Esta faja anfibia, halófila, dominio del mangle y asiento
272
La subzona litoral sureña (desde Cabo Corrientes hasta la vecina república de la sedimentación fluvial, favorece una fauna de mariscos, moluscos,
del Ecuador) alejada del relieve andino, conforma un amplio andén litoral de crustáceos, de diversas especies, que atraen a la población nativa negra durante
700 kilómetros de longitud y de 50 kilómetros de anchura media, en el 273

cual Guhl distingue dos subregiones características: las bocanas de los ríos, la época de más bajas mareas, ya que el resto del año está casi despoblada:
únicos sitios de humanidad con playas firmes, agua dulce corriente y brisas el ambiente malsano y sobre todo la ausencia casi permanente de tierras firmes
marinas que liberan de una mayor humedad y suavizan las temperaturas,
269 que permitan el establecimiento humano, se acentúa en este andén litoral,
donde cada vega se ve periódicamente inundada por las avenidas de los ríos
974
en: Natural History, vol. XLI, Washington, 1938, pp. 164, 178; Pablo Vila, Op. cit., p. 45; K. o de las mareas.
Schauffelberger, "Apuntes sobre geología y pedología del Bajo Calima", en: Secretaría de Agri- 27S
cultura y Ganadería, No. 4, año XI, Cali, 1949; Víctor Oppenheim, "Rasgos de las costas de
Colombia", en: Conferencia agrícola del Pacífico, antecedentes, desarrollo y conclusiones, Depar- La segunda subzona, la vertiente cordillerana, ofrece altas temperaturas
tamento del Valle, Secretaría de Agricultura y Ganadería, No. 4, año XI, Cali, 1949, pp. 16 y "'< que se van suavizando con la altitud, dando origen a pisos térmicos. La
Francisco J. Vergara y Velasco, Nueva Geografía de Colombia, escrita por regiones naturales,
Bogotá, 1901; Jorge Alvarez Lleras, "El Chocó, relaciones de viajes referentes a esta región oe humedad es excesiva en esta subregión, una de las más lluviosas del mun-
27
Colombia", en: Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia, vol. II, No. 1, pp. 54 y 73: vol. U- 0 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Valle, Op. cit., pp. 13 y 14; Roberto C. West, The Pacific
No. 2, pp. 98, 121; vol. II, No. 3, pp. 192, 212, Bogotá, 1935; vol. III, No. 1, pp. 7, 20, Bogotá. Lowland of Colombia, Baton Rouge, 1957, pp. 3 y ss.; Miguel Fornaguera, Op. cit., p. 8.
1936; Peregrino Ossa V., "Informe sobre la costa colombiana en el Océano Pacífico", en: Boleti ¿'i Roben C. West, Op. cit., 1, 55; Miguel Fornaguera, Op. cit., pp. 8, 9; Rodolfo Castro Torrijos,
de la Sociedad Geográfica de Colombia, Bogotá, 1929, p. 3, copia mecanografiada. Chocó, Colombia, Quibdó, 1958, pp. A. 37 y ss.; véase cuadro sobre las mareas; Milciades Chaves,
"La región natural...", Op. cit., pp. 18 y ss.
265 Ernesto Guhl, Aspectos geográficos y humanos del Chocó. Inédito.
Miguel Camacho, El Valle del Cauca, constante socioeconómica de Colombia, Cali, 1962; Eduardo
266 Sigifredo Luis Espinal y Elmo Montenegro, Formaciones vegetales..., Op. cit., pp. 88 a 98: "* Acevedo Latorre, Panorama... Valle..., Op. cit., pp.12 y 13; Milcíades Chaves, Op. cit., pp. 15 y ss.
Vila, Op. cit., pp. 74 y 75; Raymond Crist, "El Valle del Bajo Calima", en: Revista Geográfic **3 Roben C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 57 a 75.
Americana, año XIV, vol. XXVI, No. 151, Buenos Aires, 1946, pp. 201 y 208. ^ Ibíd., p p . 57 y s s .
267 Véase Arnold Janson Wilson, "La pesca en la costa del Pacífico", en; Secretaría de Agricuiwf • ! Miguel Fornaguera, Op. cit., p. 2; Milcíades Chaves, Op. cit., pp.14-16; Roben C. West, Op. cit.,
Ganadería, No. 4, año XI, Cali, 1949, pp. 36 y 37; Salustio Victoria, Op. cit., p. 26. P- '9; Actas del Centro de Actividades Geográficas, correspondientes a los días, 17 y 24 de julio y
268 Victor M. Patino, Presentación del Bajo Calima, Cali, 1946; Ernesto Guhl, Aspectos geográfic*-> '9 de septiembre de 1951; Víctor Patino, Presentación del Bajo Calima..., Op. cit.; Víctor Openheim,
humanos de! Chocó, Op. cit., pp. 307 y ss.; Milcíades Chaves, "La región natural de la costa °P- cit.
Pacífico", en: Nariño, No. 18-20, Pasto, 1957, pp. 21 y ss. * Roben C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 22 a 25.
269 Ernesto Guhl, Aspectos geográficos..., Op. cit.; Miguel Fornaguera, Estudio sobre la costa pa Miguel Fornaguera, Op. cit., pp. 4 y 5.
sur, inédito, mecanografiado, pp. 6-8.
2 2 6 / Familia y culltura en Colombia El habitat I 221

278
sujeta a las inundaciones, factor éste que, sumado al anterior, limita las tierras
do, precipitación que aumenta de la costa hacia el interior y de sur a ñor-
te.
279
No hay verdaderas estaciones secas, llueve todo el año, con una leve aprovechables, y obliga al nomadismo. '
280 Las temperaturas en esta zona están por encima de los 28 grados y la
inflexión en los meses de julio y agosto y a fines de enero y febrero. La
vegetación natural se caracteriza por la presencia del "bosque muy húmedo lluviosidad, sobre los 10.000 mm, es producto de su ubicación dentro de la
tropical", que cubre toda la región y que asciende por la vertiente hasta los 288
281 zona de calmas ecuatoriales. La cubierta vegetal, bosque pluvial tropical,
5.000 pies de altura, donde aparece el bosque pluvial tropical, en un cin- invade parte del surco Atrato-San Juan, porque en las porciones bajas de las
turón que cubre el resto de la vertiente, asentado sobre una delgada capa dos cuencas, los extensos pantanos generan vegetación acuática. 289
vegetal, fácilmente removida por las lluvias al ser deforestado el suelo.
La costa Atlántica
La tercera subzona la constituye el surco Atrato-San Juan, cuyos afluentes
recorren la llanura con un limitado desnivel, depositando los sedimentos que
La costa Atlántica constituye otra de las porciones que integran e¡ complejo
acarrean y diversificándose en innumerables brazos, lagunas y pantanos, con-
cultural litoral fluvio minero. Conforma además una de las cinco regiones
formando tierras inestables, anfibias, abriendo posibilidades de comunicacio-
284 285
naturales en que se divide el país; es una llanura ondulada, con "vastas ex-
nes interfluviales, entre el litoral y el valle interior. Aunque el valle es tensiones de tierra de pendientes casi nulas",290 enclavada entre las últimas
de formación aluvial, los suelos son pobres, y una vez roto con la tala el digitaciones de las tres cordilleras y el mar Caribe, incluyendo en su extensión
equilibrio biológico que mantiene la selva y expuesto el suelo a la denudación la gigantesca mole de la Sierra Nevada de Santa Marta. A excepción de ésta,
por las lluvias y las corrientes fluviales, y a la transformación química de sus no se destacan sistemas montañosos importantes, pues las alturas promedias
291
componentes, los suelos decaen vertiginosamente en fertilidad, lo que fuerza
no sobrepasan los 300 metros y las máximas no superan los 500, en las
al cambio anual de tierras de labor. En el valle, gran parte de la zona está
montañas de María y de Piojo, "continuación de las digitaciones de la cordi-
llera central correspondientes a las serranías de San Jerónimo de Abibe y Las
278 Sigifredo Luis Espinal y Elmo Montenegro, Formaciones Vegetales de Colombia..., Op. cit., cap. IX, 292
pp. 4 y 75; José Cuatrecasas, "Aspectos de la vegetación natural de Colombia", en: Revista de la
Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Fisicoquímicas y Naturales, vol. X, Bogotá, 1958, pp. Palomas". Alturas similares se hallan en la Guajira, cuya elevación cimera,
221 y 268. 860 mts., se halla en el cerro de Macuira. "
279 Miguel Fornaguera, Op. cit., p. 5; Milcíades Chaves, Op. cit., p. 14; Robert West, Op. cit., pp. 25
La porción litoral ofrece un corte sesgado con dos polos climáticos: la
a 39.
280 Miguel Fornaguera, Op. cit., p. 6; véanse mapas y gráficos de lluviosidad en Robert West, Op- cit., Guajira y el Golfo de Urabá, cortado por el macizo de la Sierra Nevada, que
pp. 27 a 36; Banco Ganadero, Estudio socioeconómico de la costa sur del Pacífico, Cauca y Nariño, da hacia el oriente una costa acantilada, con numerosos ancones, bahías y
Bogotá, 1965, pp. 13 a 16.
281 Robert West, Op. cit., pp. 15, 33 y ss.
golfos, mientras al occidente, la ausencia de relieve costero conforma un li-
282 Sigifredo Espinal, Op. cit., cap. XI, pp. 134 y ss.; Robert West, Op. cit., pp. 40, 50; Miguel Fornaguera,
Op. cit., p. 9; Novena Acta del Centro de Actividades Geográficas, 24 de julio de 1951, disertación del 87
socio J. C. Cubillos, sobre la vegetación en Nariño; José Cuatrecasas, Op. cit., cap. IV; Banco Ganadero, Rodolfo Castro Torrijos, Op. cit., pp. D. 20 a D. 25.
Op. cit., p. 13; Ernesto Guhl, Estudios preliminares de planificación para el Seguro Social en el valle del Sigifredo Luis Espinal, Op. cit., p. 99 y ss.: Consejo Nacional de Política Económica v Planeación
Río Cauca, Bogotá, 1943, p. 35. <~nocó..., Op. cit., pp. 234 y 235.
89
283 Robert C. West, Op. cit., pp. 44 y ss. Robert C. West, Op.r cit., pp.
r r 46 a 50
29o i
284 Pablo Vila, Op, cit., p. 89; Consejo Nacional de Política Económica y Planeación: Chocó, Puw <>e Lauchlin Currie y otros, Informe de una misión. Programa de desarrollo económico del valle del
Fomento Regional, 1959, Cali, 1961, pp. 58 a 65. Magdalena y Norte de Colombia. Bogotá. 1960, p. 16.
285 Consejo Nacional de Política Económica y Planeación: Chocó..., Op. cit., pp. 60, 61; Rodolfo Castro Ernesto Guhl, "Estudio preliminar para la instalación de los Seguros Sociales en las costas de)
Torrijos, Chocó, Colombia, Quibdó, 1958, p. A, 1.175. <-anbe", en: Seguridad Social, No. 10-12. Bogotá. 1952, pp. 82 y ss.; Pablo Vila, Nueva geografía
286 Sigifredo Espinal, Op. cit.; Banco Ganadero, Op. cit., p. 92 y ss.; Consejo Nacional de Pol>'uc oP. a,, p. 47.
Pab!o v
Económica y Planeación: Chocó..., Op. cit., pp. 234 y ss. Véase el estudio de los suelos del Cno 29 3 ila, Op. cit., p. 47.
por los ingenieros Irusta y Fortoul, mapa No. 12. Suelos más aptos para producción agrfcola ans Burgle, "Geología de la península de la Guajira", en: Boletín Geológico, vol VI No 1-1
B
hortícola. °gotá, 1960, pp. 129 y 168. ' '
2 2 8 / Familia y culltura en Colombia El habitat I229

294
toral bajo, arenoso, con mezcla de aguas dulces y salobres, marismas y cubiertos por pastos naturales, bosques ralos de arbustos pequeños que pierden
29^ su follaje durante la época de sequía". Comprende las zonas algodoneras del
brazos fluviales. Caracteriza esta región natural, altas temperaturas cons- Ariguaní, Codazzi, Cereté y las ganaderas del Cesar, Ariguaní, Fundación,
296
tantes, y una serie de fajas pluviales de menor a mayor precipitación, avan- Mompós, bajo San Jorge, sabanas de Bolívar y Sinú. Finalmente cuando
zando del litoral a la región interna, y distribuidas desde la Guajira con un hace su aparición el relieve, y con ellas las lluvias se tornan abundantes, una
clima desértico tropical (temperatura muy alta, precipitación y humedad bajas tercera faja hidrófila, constituida por el bosque tropical sucede a la anterior.
297 '
fuerte insolación y vientos constantes) hasta la culata de Urabá, zona de
calmas ecuatoriales, continuación del clima del surco Atrato-San Juan, región El río Magdalena
298
superhúmeda.
La pluviosidad en sus franjas transversales muestran un ritmo de aumento La ubicación del río Magdalena dentro de este complejo comienza en Neiva,
a medida que se asciende hacia el sur. Después de una zona litoral xerófila donde desenvuelve un curso activamente erosionador, mientras de Nare en
299
y de una segunda de más precipitación, aparece una tercera, centrada entre
adelante entra a la llanura para cumplir una tarea de sedimentación que en-
los dos mil y los tres mil milímetros de lluvia y localizada en las estribaciones
torpece su ruta: corre perezosamente, desbordándose con amplitud, a través
de las últimas digitaciones de la cordillera occidental, donde "los débiles
vientos alisios se convierten en vientos ascendentes y húmedos, formando un
301
cinturón selvático y lluvioso durante todo el año", que generan una franja
305 Lauchlin Currie y otro, Op. cit., pp. 17 y 18; esta zona, es denominada por los estudios del Instituto
de vegetación boscosa, cinturón geográfico aislante, entre las dos grandes Geográfico "bosque seco tropical"; Sigifredo Luis Espina] y otro. Op cit. pp. 52 y ss.
302
regiones naturales del país, la Andina y las llanuras del Caribe. 306 Para mayor amplitud, véase la clasificación del profesor Ernesto Guhl, quien divide la llanura del
Al clima corresponde una secuente sucesión de zonas de vegetación na- Caribe en dieciseis subregiones, con características geográficas físicas definidas. Entre estas subre-
giones, aparecen como las más importantes. "La zona bananera", abierta hacia la influencia marina
tural: esteparia con hierba escasa, matorral espinoso y árboles de follaje cae- de los alisios y del sistema montañoso de la Sierra Nevada, con clima bochornoso, altas temperaturas
dizo, o halófila, representada por el manglar que mancha a trechos el litoral. y abundante lluviosidad que genera una tupida vegetación (Ernesto Guhl, Estudio preliminar..., Op.
cit., pp. 92 y 93: Estudio de planificación..., Op. cit., pp. 24 y 25); "Las sabanas de Valledupar",
Pasada esta franja, avanza el cinturón de vegetación mesófila de las gramíneas ubicadas en la parte céntrica de la "sombra seca" del macizo de la Sierra Nevada, de aspecto fito-
geográfico entre el ambiente del parque y xerófilo estepario (Ernesto Guhl, Estudio preliminar...,
o herbazales, región denominada "sabanas", "mezcla de terrenos abiertos Op. cit., pp. 92 y 93; Estudios de planificación..., Op. cit., p. 27; Lauchlin Currie, Programa.... Op.
j cit., pp. 17 y 18); "La depresión momposina", en el valle del río Magdalena, donde convergen los
ríos más importantes, San Jorge, Cauca, Magdalena y se extiende desde Ayapei hasta el pie de la
i Sierra Nevada de Santa Marta y desde las primeras alturas de Zaragoza y Simití, hasta el pie de las
294 Pablo Vila, Op. cit., pp. 56 y ss. altiplanicies de las sabanas en las costas del Atlántico. En todo este espacio los ríos derraman en
295 Sigifredo Luis Espinal y Elmo Montenegro, Op. cit., p. 83; Eduardo Acevedo Latorre, "Síntesis todas las direcciones, constituyendo una región tan anegadiza como fértil, cuando no está cubierta
geoeconómica del departamento de Córdoba", en: Anales de Economía y Estadística, No. 74, Bogotá, de agua (Ernesto Guhl. Estudio preliminar..., Op. cit.. p. 97: Lauchlin Currie, Programa..., Op. cit..
1952, p. 24. pp. 357 y ss.). creando vastas zonas de gramíneas que empalman al sur con la selva húmeda; "Las
296 Lauchlin Currie y otros, Op. cit., pp. 17 y ss; Elias Vélez González, "Bases para un mejorarme"10 sabanas de Bolívar", zona intermedia entre la costa seca y las vertientes húmedas, caracterizada por
una larga e intensa sequía, que ofrece limitaciones para la agricultura y da explicación a la existencia
del nivel de vida de los habitantes de Urabá", en: Ciencias Económicas, vol. VI, No. 19, MedellW,
de una ganadería de tipo extensivo (Ernesto Guhl, Estudio preliminar..., Op. cit., p. 89; Estudio de
1963, p. 719.
planificación..., Op. cit., pp. 47 y 48; Eduardo Acevedo Latorre. Síntesis..., Op. cit., pp. 22 y ss.);
297 Ernesto Guhl, "Estudio preliminar para la instalación de los Seguros Sociales", en: Seguridad Social, 'El valle del Río Sinú", de formación aluvial extremadamente fértil, que ha formado y en sus orillas
Bogotá, 1952, p. 90; Pablo Vila, Op. cit., p. 83; Eduardo Acevedo Latorre, Síntesis..., Op. cit., p- 24- una colonización en línea, mientras hacia el interior escasea la densidad demográfica (Ernesto Guhl,
298 Lauchlin Currie, Op. cit., pp. 17 y 18; Pablo Vila, Op. cit., p. 83. Estudio preliminar..., Op. cit., pp. 99 y 199; Lauchlin Currie, Programa..., Op. cit., pp. 23-25); fuera
299 Sigifredo Luis Espinal y otro, Op. cit., p. 52. de las "Montañas de María", una subregión natural, tenemos la "gran Sierra Nevada de Santa Marta"
que en conjunto constituye una isla climática, donde la altura es uno de los factores básicos de la
300 Pablo Vila, Op. cit., p. 69.
estructura de su paisaje geográfico en serie secuente de pisos térmicos. La orientación del relieve
301 Ernesto Guhl, Estudios de planificación para el Seguro Social en el litoral Caribe colombio" • determina variantes en sus facetas que miran hacia el mar o hacia el interior. La sombra seca de
Bogotá, 1953, p. 20. es
te macizo montañoso se proyecta sobre las regiones llanas adyacentes, determinando en ellas ca-
302 Ernesto Guhl, Estudio preliminar..., Op. cit., p. 94. racterísticas de sequía (Ernesto Guhl, Estudio preliminar..., Op. cit., pp. 23 a 96; Lauchlin Currie,
303 Pablo Vila, Op. cit., p. 16; Instituto Geográfico Agustín Codazzi, El Instituto Geográfico y la Ref° agrama..., Op. cit., p. 93; Banco de la República. La producción..., Op. cit., pp. 20 y ss., 22 y
Agraria, Catálogo de la Exposición, Bogotá, 1961, p. 15. ss-, 33 y ss ., 44 y ss.
304 Sigifredo Luis Espinal, Op. cit., p. 36; Pablo Vila, Op. cit., p. 169. Pablo Vila, Op. cit., p. 103.
2 3 0 / Familia y culltura en Colombia
El habitat I 231

de un cauce irregular de apretados meandros, que se capturan, conformando El Cauca dentro del complejo negroide
anegadizos, caños, pantanos y ciénagas que acompañan la corriente, sirviendo
de elementos reguladores del caudal, y de asiento de una abundante fauna La cuenca del río Cauca pertenece a este complejo cultural, en una zona que
•2QO **

piscífera. Los sedimentos arrancados en las montañas andinas, se colocan se prolonga desde su salida de la altiplanicie de Popayán, hasta su desembo-

en las márgenes, constituyendo playones, islas, barras, cegando ciénagas y cadura en el Magdalena. Tiene un curso muy irregular en el sector del Valle:
caños, sedimentos que aún alcanzan para la conformación de un delta exterior se explaya multiplicando su cauce en numerosos brazos, conformando islas,
que el río ha iniciado fuera de su desembocadura. Cuando llega al mar ha playones y ciénagas, accidentes que desaparecen al penetrar en Caldas y con-
dejado tras sí una amplia tierra anfibia, inestable, dentro de la cual la pobla- tinuar por Antioquia, donde comienza a encajonarse, a abrirse paso a través
ción se aprieta en sus riberas secas. de un cañón angosto por donde corre torrentoso y lleno de raudales, hasta
El río atraviesa desde el Hato distintas regiones climáticas, sobre los 24 °C. salir a la llanura del Caribe, donde vuelve a adquirir las características ya
indicadas para la porción vallecaucana del no. 315
Inicialmente avanza a través de una zona que oscila entre los 1.000 y los 2.000
309 Dos zonas climáticas (lluviosidad) se destacan en su transcurso: cuando avan-
mm de precipitación anual, hasta Dorada, donde alterna entre los 2.000 y los
310
4.000 mm, zona que concluye en El Banco y que se altera cuando el río penetra zó por el departamento del Valle tiene una precipitación limitada entre 1.000 y
definitivamente en la llanura del Caribe, cuyo régimen climático ya fue expuesto. 2.000 mm, que supera una vez que penetra y se encajona en el batolito antioqueño
Una zonificación vegetal concomitante, corresponde a estos factores cli- y entra a la depresión momposina para desaguar con el San Jorge en el Magda-
máticos: la parte alta ofrece la típica vegetación del bosque seco tropical^ casi lena." Mientras en el fondo del valle la sequedad se acentúa, la lluviosidad va
311
destruido por la acción humana. De Dorada en adelante, hasta Magangué en ascenso a medida que se trepa en las vertientes, en tanto que las temperaturas 317
y en ambas márgenes, aparece el bosque húmedo tropical,312 muy reducido sobre 25 °C se presentan a todo lo largo de la cuenca en el sector de nuestro
en algunos departamentos por los trabajos de la ganadería y de la agricultura, 318
313 interés. La vegetación sigue las premisas de lluviosidad: alrededor del cauce
pero del cual quedan testimonios en los santanderes, Antioquia y Caldas 319
aparece el bosque seco tropical, que se transforma en bosque húmedo subtro-
y que alcanza a desbordar fuera de la depresión momposina hacia las últimas pical en las vertientes. Este tipo de vegetación natural acompaña al río desde
digitaciones de la cordillera centro occidental. De ahí en adelante, el río pe- las tierras de Santander de Quilichao (Cauca) hasta Puerto Valdivia, diversificán-
netra a la llanura del Caribe, de cuyas características he someramente infor- dose, según Guhl, sólo en la zona antioqueña.
mado.

dei va,ie
^Vila,^Op. cit.,rp. ^108; Eduardo
s ^Acevedoi Latorre,
^ Panorama Valle On cit n-sw «
314 CÍ
S S o * ^ Utoíf ? ^ ^ - • ^ '' P P ' 6 Z M ; Pab
' ° V " a - °»- * • PP '07 y ss •

315PaWo Ifi R

"Z: Rfit-i $£: T i1y H 5 2 ; , S E N A -Estudi0 ZEZ& ZlaMtT,


308 Pablo Vila, Op. cit., pp. 105 y 106.
309 Pablo Vila, Op. cit., p. 78; Ernesto Guhl y otros. Caldas, estudio de su situación geográfica, eco-
nómica y social como base para el establecimiento de un régimen de seguridad regional, tomo l, d eVe t0m P rama eo ó
^niiZi Op^ci, ^ Z t p H ^ ', T S ™" ™° * ' apartamento
Bogotá, 1956, pp. 47, 49. W a v 2
CV
310 Lauchlin Currie, Programa..., Op. cit., pp. 18, 19; Sigifredo Luis Espinal y otro, Formaciones— 3]6 ' « a¿^ tíVtrM»^*4Í?í"• ' ^ * - " "**-"•*
Op. cit., p. 69 y ss.; Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., p. 5. f . * . ^ . y
5 7 5 ^ « S ,
¿ f ^ A
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^ ' ^ - - r ^edelCauca.,
3J7
311 El paisaje de los llanos del Huila y del Tolima está caracterizado en la actualidad por las pequeñas aSraP¡l'^Z lfred0 L u i s
de la palma de cuesco, por los árboles que sirven como cercas vivas y por algunos que dejan en los potraTO 3i8 E¡¡j Espinal, Op. cit., pp. 22 y 23.
para sombra; Sigifredo Luis Espinal y otro, Formaciones..., Op. cit., pp. 57 y ss. SáoGUtoZStUpÍOS PreUmÍTeS' Valle del ri° Cauca- °P <•''•' B ° S o t á - 1 9 « . P- 20- Eduardo
312 Sigifredo Luis Espinal, Formaciones vegetales..., Op. cit., pp. 69 y ss.; Lauchlin Currie, Programo-' 319 R^ ^'on-e, Panorama... Antioquia, Op. cit., pp. 21 y 23 cauaroo
320
Op. cit., pp. 17 y ss., 92 y ss. EdutÍ í " ^ 0 Uit°ne' °P- C"' P- ' 5 ; S i g i f r e d 0 L u i s E s P , n a l y o t r o - OP- <*•• PP 52 y s s
313 Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., tomo 1, pp. 49 y ss; Eduardo Acevedo Latorre, "Panor^ 7 fe c " - P- 129° ° Ul°m' Panorama- Val>< ^l Cauca, Op. cit., p. 15; S.gifredo Luis Espinal, Op.
geoeconómico del departamento de Antioquia", en: Economía y Estadística, No. 83, Bogotá, j
pp. 16 y 17; Lauchlin Currie, Programa..., Op. cit., pp. 91 y 93; Sigifredo Luis Espinal, Formac'0 Espina]0 °pÍh1' U se«uridad so""l campesina en Colombia, Bogotá. 1954, p 5\ Sipifr^Hn i ,
vegetales..., Op. cit., pp. 85 y ss. «al, Formacones vegetales del departamento de Antioquia", en; Revtsta d e ^ L u S t c , ^ ,
232/ Familia y cullíura en Colombia

La zona minera antioqueña El elemento humano: el africano,


La zona minera antioqueña corresponde fundamentalmente a la vertiente el blanco y el indio
oriental de la cordillera central en Antioquia, cuyas ramificaciones alcanzan
322
hasta casi las márgenes del Magdalena y del río Cauca, con perfiles muy
quebrados por cuyos valles corren multitud de riachuelos pertenecientes a la
vertiente magdalenense.
En esta parte de la cordillera, correspondiente a los municipios de Zara-
goza, Remedios, Anorí, Yarumal, Amalfi, Yolombó, las alturas se relajan, las
temperaturas son altas, y toda la zona se caracteriza "por altas condensaciones Cuando se analiza el complejo familiar negroide, se encuentra un caso de
323
y precipitación", que dan dos épocas lluviosas anuales. Más al norte, en cabal ajuste de las instituciones que lo constituyen. Y esta integración consiste
la hoya hidrográfica de los ríos Cauca, Nechí, Porce, entramos a la zona de en una armonía en los estadios de desarrollo de cada una de ellas, tan sensible
transición entre las llanuras del Caribe y la región andina, caracterizada por que no se perciben discordancias en su funcionalismo. La sociedad de esta
altas temperaturas y precipitación mayor de los 3.000 mm. 324 Toda esta por- zona periférica constituye el ejemplo clásico de un paisaje cultural, el más
ción minera está favorecida por la presencia de la selva, 325 que se levanta incipiente, el más subdesarrollado de todos los que conforman a Colombia y
sobre un suelo de gran riqueza minera. Los municipios que la constituyen que puede proyectarse sobre una línea indefinida de matices, de diferencias
"en mayor o menor cantidad cuentan con minas de veta o de aluvión que han culturales que van desde las tonalidades más elementales o primitivas del
sido explotadas desde tiempos inmemoriales". Concomitantemente la fer- desarrollo cultural en el litoral Pacífico, pasando luego por las regiones bajas
tilidad de los suelos es precaria, su composición y las condiciones climáticas del Cauca y el Nechí, por la zona minera antioqueña, avanzando por la parte
ambientales no favorecen la explotación agrícola, que se ve agravada por la baja del Magdalena y ascendiendo por toda la cuenca, para tomar el valle del
competencia que el jornal aurífero hace al del laboreo de la tierra. La fantas- río Cauca en su porción privativa, y finalizar con tonos de mayor avance en
magórica potencialidad agrícola de la floresta tropical es allí confirmada al las distintas variantes que ofrece el litoral del Caribe. También puede pro-
intentar cultivarla y acometer su tala: transformaciones químicas del suelo y yectarse en igual forma este perfil ascendente dentro de las clases sociales.
el lavado de la capa vegetal, mueven anualmente al conuquero del "claro" Este diagrama de matices ofrece sin embargo una marcada unidad en cuanto
que abre en la aparente fertilidad de la selva, hacia otro lugar, propicio sólo hace mención al estadio de su desenvolvimiento institucional y cultural.
para una cosecha. El complejo tiene un denominador étnico, dominante, el africano, que
constituye el substratum racial básico, diluido en zonas por el mulataje, o en
otros sectores por el zambaje, o coexistiendo con minorías blancas e indias.

Ernesto Guhl, "La costa del Pacífico entre los ríos Naya y Dagua", en: Primera conferencia agrícola
de Agricultura, vol. XXIV, No. 60, Medellín, 1964, pp. 34 y 35; Eduardo Acevedo Latorre, Pano- del Pacífico, Cali, 1949, p. 24; Robert C. West, The Pacific Lowlands of Colombia. Baton Rouge,
rama... Antioquia, Op. cit., p. 23. '957, Op. cit., pp. 92 a 113; Víctor Manuel Patino, "Presentación del Bajo Calima", en: Secretaría
de
322 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Antioquia, Op. cit., pp. 18 y ss.; Banco de la República, W Agricultura del Valle, Cali, 1946, pp. 74 a 77; Milcíades Chaves, "La región natural de la costa
d
producción..., Op. cit. pp. 17 y 18. el Pacífico", en: Nariño, No. 18-20, Pasto, 1957, pp. 21 y ss.; Raymond Crist, Cauca Valley,
323 Ernesto Guhl, La seguridad social..., Op. cit., pp. 52 y 53. Colombia, Land tenure and land use, Baltimore, 1952, pp. 54 y ss; James J. Parsons, La coloni-
zación antioqueña en el occidente de Colombia, Bogotá, Banco de la República, 1961, p. 86:
324 Ibíd, p. 53. Instituto Colombiano de Planeación Integral, Primer plan regional de desarrollo para el oriente
325 Sigifredo Luis Espinal, Formaciones vegetales..., Op. cit, pp. 44 a 51, 31 a 42. "ntioqueño, Medellín, 1963, pp. 292 y ss.; Ernesto Vautier y Orlando Fals Borda, La vereda de
326 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Antioquia, Op. cit., p. 18; Vicente Restrepo, Estudio sobr Chambimbal, estudio y acción en vereda rural, Bogotá, Cinva, 1958, pp. 17 y 18; Aquiles Escalante,
las minas de oro y plata en Colombia, Bogotá, 1888, pp. 86 y ss.; Robert C. West, Colonial PloCe El negro en Colombia, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Sociología, Monografía
Mining in Colombia, Louisiana State University Studies, Baton Rouge, 1952, pp. 24 a 32.
2 3 4 / Familia y cultura en Colombia El elemento humano: el africano, el blanco y el indo I 2 3 5

Esta condición demográfica domina la antigua región minera colonial, la sede tituciones y en las actividades económicas, tanto como en el fenotipo. Otra
de las propiedades laboradas por mano de obra no libre; la región de boga parte del elemento indígena no fue incorporada. Tales los chimilas, los koguis,
de las caudalosas vías fluviales del sector andino; las zonas de palenque donde los guajiros, los kunas, los chocoes, etc.
el esclavo halló refugio de las condiciones de su estatus; la región portuaria Estos tres troncos étnicos no fueron asimilados desde un principio, ni
de entrada de los contingentes africanos, Riohacha, Santa Marta, Cartagena realizaron una cabal integración. El blanco no pudo extender su cultura sobre
y las vías de su distribución, mientras en épocas recientes avanza en nuevas el indio sometido a servidumbre, ni el negro esclavo, sino en las proporciones
zonas interiores al ritmo de inmigraciones provenientes del área del Caribe.328 que limitaron los alzamientos de estos grupos. Los dos se levantaron en "ro-
Los grupos blancos de este habitat son limitados. Dos aportes lo confor- chela" y constituyeron núcleos defensivos hasta hace poco tiempo: los carares
man: el primero está constituido en las grandes ciudades por los descendientes y los opon obstruyeron, como los chimilas, el movimiento comercial por el
de la población hispánica que en la conquista y la Colonia vinieron a llenar río Magdalena. Los guajiros dieron qué hacer a los misioneros hasta preser-
la burocracia oficial y el comercio, o por la legión inicial compuesta por los varse culturalmente. Los kunas, antiguos galidonios, se cerraron en toda la
pobladores, fundadores y conquistadores. Radicado en las ciudades, no ha Colonia al blanco y limitaron su expansión hacia el oeste. El Valle del Cauca
permanecido puro sino en limitados círculos sociales de las mismas. Lo ge- se vio atosigado por las incursiones indias, como la costa del Pacífico por el
nérico ha sido su cruce con los otros dos troncos biológicos. El segundo éxodo defensivo de los chocoes. Los negros en "Palenques", merced a un
contingente blanco es nuevo: lo conforman individuos del grupo sirio libanes habitat pantanoso o selvático o favorecidos por las grandes distancias sin vías
o de otras raíces que, atraídos por las condiciones ventajosas del comereio, y sin poblados, conformaron núcleos donde desarrollaron normas funcionales
han ido llegando paulatinamente en este siglo; establecidos inicialmente en para la convivencia, bien distantes de las que se quería asimilaran. Estos dos
actividades mercantiles, han terminado por quedarse en la tierra nativa asimi- troncos se evadieron también de la superposición cultural cuando conformaron
lándose a sus costumbres y cruzándose con sus gentes. grupos móviles en continuo ir y venir, como los bogas del río Magdalena,
El indio tampoco está ausente de esta habitat, que estuvo ampliamente del Cauca, del Atrato o constituyeron la mita caminera del Arrastradero de
poblado por él, pero que constituyendo grupos aguerridos con los que forzo- San Pablo, de Buenaventura, de Nariño, del Dagua, etc. Su permanente mo-
samente hubo de encararse el hispano en su avance por tierra firme, fue du- vilidad los retrajo de la aculturación hispánica.
ramente castigado. La conjugación de medidas eclesiástica y estatales permitió A estas condiciones se sumaron las potenciales posibilidades de acultu-
su esclavitud y su venta foránea; más tarde la institución del naboriazgo y de ración del grupo blanco. Escasos en número, con menor adaptación física
la mita de transporte, lograron tanto como la política anterior en la extinción ambiental, se retrajeron fuera de este habitat en los pisos térmicos favorables.
del americano de estas zonas. De este modo, las tribus sometidas quedaron Las ciudades ubicadas fuera de esta geografía los albergaron generosamente,
muy diezmadas en sus Pueblos de Indios y se fueron incorporando en mezclas y algunas pocas más, situadas dentro, recibieron su aporte. De ahí el que los
permanentes a la población de color y blanca. Guajira básicamente, y luego estratos altos señalen todavía su mayor adhesión a este tipo étnico y a su
Bolívar, Magdalena y Córdoba, señalan todavía remanentes culturales y bio- cultura que en el resto de su territorio, porque además, no se proyectaron ni
en
lógicos de estos grupos, raíces que aún se expresan en el idioma, en las íns- las tenencias agrícolas ni en las ganaderas que poseyeron, aunque crearon
s
us mayorazgos, usufructuraron sus encomiendas y recibieron la merced de
sociológica, No. 18, Bogotá, 1964, p. 6; Doctor Saffrais, Op. cit., pp. 31, 55, 252; Anteo Q u ' " ^ J j o
Cuestiones colombianas, ensayos de interpretación y crítica, Bogotá, 1958, pp. 92 y 93; A
Posada y otra, Op. cit., p. 20; Rodrigo Parra Sandoval, El caso de Candelaria, Valle, la ej'r"¿,
e
social y el cambio en la tecnología agrícola, Bogotá, 1966, pp. 41 a 47; Ernesto Guhl, El t- J ase, parte 1, apartado "Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa acul-
sus aspectos geográficos y humanos, inédito; Von F. Schenk, Viajes por Antioquia..., yP- ^ uración"; Doctor Saffrais, Op. cit., pp. 32 y 53; Silvio Yepes Agredo, Estudio económico preliminar
c
pp. 12, 19, 38, 50, 52 y 56. Habla de los "estados negros" de Cauca, Magdalena y Bolívar. °nfmes de colonización de la llanura central del Pacífico, Bogotá, 1960, mimeografiado. pp. 25
ss Se
M. Holtton, Colombia, Today and tomorrow, New York, 1964, p. 6. ,a 33o ñala la presencia dominante del negro en'esta región y la minoritaria del indio.
328 Roben C. West, Op. cit., p. 219; véase mapa de movimientos horizontales de los habitantes ease pane 1, apartado "Algunos rasgos de la estructura de la familia americana de escasa acultu-
ración".
costa Pacífica.
236/ Familia y cultura en Colombia El elemento humano: el africano, el blanco y el indio I 2 3 7

extensas tierras realengas, como fue de común ocurrencia en la costa Atlántica Ampias regiones se extienden intercomunicándose sólo a través de la red
El ausentismo dominó en la Colonia, como sigue hoy manifestándose en la acuática. La mayor parte de la zona del complejo es todavía un paisaje natural
tenencia del suelo en estas regiones. más que cultural, cuya conquista está muy distante. Dentro de estas condi-
Avanzados los tiempos, esta limitada influencia aculturadora del blanco ciones ambientales, se acoplan las instituciones cuya estructura y dinámica
se retrajo más, con algunos hechos históricos: la liberación de los negros, la avanzan a la retaguardia nacional con un ritmo más pausado, aún sin gestar
extinción de algunos centros mineros y finalmente con la emancipación po- estímulos propios de desarrollo. Un somero inventario deja ver que aún las
lítica. Popayán, Anserma, Santa Fe de Antioquia, Pasto, Barbacoas, Medellín condiciones de salud están a merced de las fuerzas naturales; el hombre no
mismo, Cartagena, Mompós, Santa Marta fueron desde entonces sede perma- ha superado en altos porcentajes la etapa de la adquisición de la lectura o de
nente de los dueños de los Reales de Minas que quedaban atrás y que antaño la escritura; la religión ha devenido en magia y en liturgia, como complemento
visitaban esporádicamente en las inhóspitas regiones mineras. Sus familias se funcional de su realidad, y la vivienda se estanca dentro de una etapa de
estabilizaron en estas poblaciones y muchas de sus viejas posesiones quedaron hondo primitivismo. Veamos esta situación en más amplio detalle.
abandonadas más allá de la frontera climática posible para el blanco. Cuando
vino la minería moderna, con capital extranjero, estas instituciones no fueron
más, a la usanza española, focos de proyección cultural. Constituyeron injertos
técnicos, insólitos dentro de un habitat sin dominio, capital en acción dispuesto
a sacar ventaja de la inversión hecha y sin manifestaciones colaterales de otra
índole.
La población de color, la india, y las mezclas raciales resultantes dentro
de los grupos populares, pasada la etapa de la conquista y de la Colonia y
llegado el abandono de la República con sus intereses focalizados en las gue-
rras civiles y en los departamento centrales, volvió a quedar a sus anchas en
estas zonas. No fue mucho más lo que recibió en avance aculturativo. Hasta
tal punto es verdad esta situación, que los estudios llevados a cabo en la costa
0-5 1

del Pacífico, indican que el indio aculturó materialmente al negro y también


le injertó muchos de sus contenidos espirituales de aquel momento y con los
cuales vive en la actualidad. La rala población blanca tampoco estuvo exenta
de sentir este proceso: su corpus cultural está hondamente influenciado por
los valores de fuente americana y de ostensiva etiología negra.
Las premisas culturales de los grupos demográficos y el transcurrir his-
tórico vivido, sumado a las condiciones naturales del medio ambiente físico,
se acoplaban y se ajustaban felizmente, gestando una especie de determinismo
en la estructuración institucional de este complejo. El habitat no controlado
por su poblador, incubó y prolifera endemias hasta ahora en comienzo oe
erradicación. Los suelos de escaso potencial agrícola se empobrecen más con
la antitécnica explotación humana, dando escasos niveles de sobrevivencia-

331 Robert C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 82 y ss.; 126 y ss.
Las instituciones I 2 3 9

siendo tal la escasez de tierras agrícolas, hay que tomar ventajas de las pocas
Las instituciones que existen. Estos retazos agrícolas están situados a lo largo de las corrientes
o en algunos lugares internos de la vertiente. Esta pulverización de la pro-
piedad hace que su explotación mantenga al habitante dentro de un perma-
nente ir y venir de un sitio a otro, ya sea abriendo el "claro", cultivando cada
producto o recogiendo la cosecha permanente o estacional.334 Un continuo
movimiento cíclico agrícola complementado con las actividades pesqueras,
las de caza y recolección de productos forestales, más las tareas mineras es-
La economía porádicas, mueve al costeño del Pacífico de un sitio a otro en un permanente
nomadismo, fruto de las condiciones de su habitat y del estadio técnico de
En la costa del Pacífico su sociedad.
Existen amplias tierras comunales que se ubican, según West, a alguna dis-
Este litoral, porción del complejo cultural negroide, es minero y agrícola, tancia de las corrientes fluviales. La escasa densidad humana de este litoral explica
cazador, pescador o recolector secundariamente. Tres características funda- todavía su abundancia, y pueden ser cultivadas por cualquier miembro de la co-
mentales se hallan en relación con la tenencia de la tierra en la costa del munidad o por alguno de fuera que la solicita a las autoridades.335 También existen
Pacífico: la primera se refiere a la carencia de títulos de propiedad de los tierras que pertenecen a la Iglesia. El resto del suelo es baldío. Los habitantes
bienes raíces rurales. De no tratarse de las minas de oro y platino (antiguos de los caseríos costeros, localizan en ellos tierras agrícolas para hacer sus siembras,
Reales de Minas), no existe una titulación oficial de los poseedores de las y así inician un ciclo de movimiento, sembrando sucesivamente primero en las
tierras agrícolas. No existe tampoco un catastro de estas zonas; sólo una re- partes altas, luego en la llanura, retornando a sus caseríos costeros para la pesca,
gulación tradicional para trasmitirlas, cederlas, heredarlas, o simplemente ha- e iniciando luego el éxodo al comenzarse las cosechas. Estas tierras, una vez
cer uso de ellas. utilizadas, van adquiriendo un cierto valor de propiedad privada que acaba por
La segunda característica es la de que las tierras agrícolas, son explotadas estabilizarse dentro de limitadas familias, condición que las demás respetan.
directamente por sus dueños. No existen formas de cesión de lotes o parcelas A excepción de las formas capitalistas de la explotación minera y forestal
para trabajarlas por segundas partes, o como dice Chaves, a "esta zona todavía en manos de extranjeros, o de gentes del interior del país, la economía de la
falta mucho para que la tierra sea considerada como una mercancía". ^orno costa del Pacífico es de subsistencia, característica más evidente en la activi-
condición tercera (a excepción de zonas muy limitadas de Nariño y Cauca), dades agrícolas: la manera de realizar los cultivos, los índices de productivi-
la posesión de la tierra en el litoral no constituye una área unificada, mas dad, categorizan esta condición. Complementariamente, a excepción de las
v
bien se trata de la disponibilidad de una serie de predios ubicados en partes 'as fluviales con tráfico de embarcaciones menores y el de cabotaje marino,
n
muy diferentes, bocanas, llanuras o vertientes, sobre las vegas de un misrn° o existen sino limitadas vías terrestres. . Este aislamiento se ve comple-
río, o sobre ríos distintos, que generalmente no tiene dimensiones amplias,
sino que constituye retazos hábiles de suelo, bien sea porque siendo fértiles Silvio Yepes Agredo, Op. cit., pp. 16 y ss., 25 y ss.; Ernesto Guhl, El Chocó..., Op. cit., pp. 37 y
ss.; Milciades Chaves, Op. cit., p. 24, señala esta situación en varios municipios de la costa; Miguel
y no se inundan pueden ser aprovechados para la siembra, no importa que Fornaguera Op. cit., pp. 10 y ss.; Robert C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 112, 113, 153 y 154;
sólo constituyan lotes de algunos metros de largo y pocos de anchura, ya que Banco Ganadero, Op. cit., pp. 24 y 25; Peregrino Ossa V., "Terrenos baldíos en Colombia", en:
Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia, vol. II, Bogotá, 1935, pp. 123 y 127.
35
Robert C. West, Op. cit., p. 154.
332 Milcíades Chaves, La región natural..., Op. cit., pp. 22, 23; véanse cuadros de catastro de los Pueden ser cultivadas, obteniendo permiso para hacerlo al mayordomo de fábrica de cada parroquia,
nicipios costeros del Pacífico y cuadros de baldíos, pp. 23 y 24. mediante el pago de alguna cantidad en dinero o en especies.
333 CIDA, Op. cit., p. 108. Este estudio observa que en Nariño y Cauca existen grandes latifundios El litoral se enlaza con el interior, a través de la carretera que sube a Tumaco, al altiplano del
la costa del Pacífico. rrocarril a Buenaventura, y la vía que une a Quibdó con Medellín. El departamento del Chocó
2 4 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 2 4 1

mentado con la falta de mercados absorbentes y la ya señalada de suelos cotidiana, que realiza cada familia para satisfacer sus necesidades diarias.
338 Fornaguera dice que los hombres de la parte interna del litoral Pacífico,345
fértiles, sólo 0,42 del total chocoano, por ejemplo. Falta de drenaje y de- "son primordialmente agricultores y en segundo lugar pescadores", mientras
fectuosa composición, fuera de la salinidad y los daños que ocasionan l as
dragas mineras, constituyen los defectos básicos de los suelos. Los demás que "los habitantes de las bocanas y esteros, son en primer lugar pescadores
339 y en segundo lugar agricultores". En todo caso, sólo alcanzan a obtener una
están expuestos a una latenzación intensa al ser desmontados. Los proce- producción, que satisface las necesidades familiares y la demanda de un re-
dimientos de roza, quema y siembra, son los sistemas que la población emplea ducido mercado local. En la época de "subienda" la pesca impulsa el noma-
para cultivar, utilizando un mínimo de herramientas y de procedimientos téc- dismo del habitante del litoral. La actividad pesquera marina es limitada al
nicos en la selección de la semilla y el control de plagas. Tal técnica es la consumo local, debido a que faltan capital, mercados, consumidores, trans-
misma que sirvió a los indios chocoes para el cultivo agrícola, desde el siglo porte eficaz y técnicas para el procesamiento. Atrae periódicamente al negro
XVI y fue trasmitida por este nativo con la mita minera en los Reales de del interior, tanto como al nativo indio, para las temporadas de recolección
Minas. Las cosechas fundamentales son de maíz (maíz chocosito), yuca, de mariscos, o en los primeros meses del año.
arroz, caña de azúcar, plátano y escasos frutales. Algunos de estos cultivos
Complementariamente existe la caza, de mayor importancia entre los in-
son temporales, mientras que los de plátano son permanentes, ubicados en las
dígenas chocoes, que entre los negros, que sin embargo encuentran en ella
cercanías del rancho, en las bocanas o márgenes de los ríos.
un recurso alimenticio. La carne de animales salvajes se vende en todo el
Las condiciones de los suelos y del clima, superhúmedo, no permiten un
litoral con mucha más frecuencia que la de los vacunos,348 o la de cerdo.
desarrollo ganadero considerable; cerdos y algunas aves, constituyen los
La explotación de la selva constituye parte vital en la existencia del hom-
animales domésticos más comunes en la vivienda de la población indígena y
bre del litoral: proporciona los materiales fundamentales para la vivienda y
negra de la costa del Pacífico.
el transporte, complementa su dieta alimenticia, y obtiene productos que
La pesca, otra de las actividades del hombre del litoral Pacífico, propor-
refuerzan sus ingresos. El aprovechamiento de los recursos selváticos es otro
ciona una fuente más de abastecimiento de alimentos. Comprende la pesca
incentivo a la movilidad. Existen manchas de especies maderables aprovecha-
fluvial, la de más auge, y la pesca marina. La primera es una actividad
bles, y en ellas asentíos, como en la zona de Tumaco y Buenaventura y al-
gunos más en el Chocó, pero que tropiezan con la carencia de vías que
tiene 236 km de carretera. Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cía
pp. 301 y ss. Véanse mapas y gráficos de carreteras y caminos en el Chocó. acerquen el producto al interior del país. 350
338 Fernando Irusta y Emilio Fortoul, "Chocó, suelos", en: Consejo Nacional de Política Económica y La minería es la actividad tradicional del litoral del Pacífico. Dos formas
Planeación, Chocó, Plan de Fomento Regional, Cali 1961, pp. 235 y ss., 614, 615, 617, 623 a 641.
339 Roberto C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 126 a 129; INCORA, Proyecto Chocó, No. 1, pp. 67 y ss.
de explotación se realizan: altamente tecnificada, en manos de compañías ex-
340 Robert C. West, Op. cit., p. 130, Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó-, tranjeras, y primitivas en sus sistemas de explotación, falta de capital y en
Op. cit., pp. 236 a 271. Los autores de este trabajo no consideran que exista agricultura en el Choco, Poder de un número muy grande de nativos que con procedimientos manuales
dados los procedimientos técnicos usados. Obsérvense los datos sobre productos agrícolas, pp. 25
y 257.
341 Miguel Fomaguera, Estudio..., Op. cit., p. 13 y ss. En la zona de su estudio prevalecen las mismas Pacífico", en: Secretaría de Agricultura y Ganadería, No. 4, año II, pp. 36 y 37; Milcíades Chaves,
condiciones agrícolas; Banco Ganadero, Op. cit., cap. XI, pp. 45 a 55; Silvio Yepes Agredo, Op- La región natural..., Op. cit., p. 20.
cit., pp. 43 y ss.
f45 Miguel Fornaguera, Op. cit., p. 18.
342 Banco Ganadero, Op. cit., pp. 50 a 55; Robert C. West, Op. cit., pp. 146 y 147.
Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., p. 278.
343 Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., pp. 240 y 241. v é a n S
Milcíades Chaves, Op. cit., pp. 20 y ss.; Robert C. West, Op. cit., pp. 162 a 165.
cuadros de producción pecuaria. 8
Robert C. West, Op. cit., p. 147.
344 Consúltese, para mayor amplitud, Federico Menden, "Informe final sobre la misión realizada en g u e l Forn
ríos Atrato, San Juan y, Baudó, por Federico Menden", en: Consejo Nacional, de Política Econom" 3^n aguera, Op. cit., pp. 21 y ss.; Milcíades Chaves, Op. cit., pp. 32-34.
y Planeación, Chocó: Plan de Fomento Regional, Op. cit., pp. 684 y ss.; Robert C. West, Op-'c\¿ anco Ganadero, Op. cit., cap. X, Bosques, pp. 217 a 229; Miguel Fornaguera, Op. cit., pp. 21 a
pp. 155 y 161; Banco Ganadero, Op. cit., cap. VI, "Recursos dulceacuícolas y marinos", PP_ " ¿5; Robert C. West, Op. cit., pp. 165 a 172; Rodolfo Castro Torrijos, Op. cit., pp. A. 31 y ss.;
704; Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Op. cit., pp. 17 a 20; Rodolfo Ca Guardo Acevedo Latorre, Panorama... Valle..., Op. cit., pp. 23 y 24: Milcíades Chaves, Op. cit.,
Torrijos, Chocó..., Op. cit., pp. H. 1 y ss., D. 5; Amold Janson Wilson, "La pesca en la costa PP- 32 a 34; véase el cap. VIII, pp. 491 a 499, los proyectos de inversión nacional en esta actividad.
242/ Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 2 4 3

1C 1

lavan las arenas auríferas de multitud de ríos. Mujeres y niños son l0s ¿nocas del año congrega los pobladores del río, y pescadores de regiones más
principales trabajadores en la extracción popular del oro, que lo hallan "pia. distantes, proporcionándoles una fuente importante de sus entradas. Du-
yando", es decir, lavando las arenas de los ríos o de las terrazas en las co- rante la llamada época de la "subienda" las salazones de pescado cogido en
rrientes fluviales; la minería constituye una ocupación eventual para allegar esta temporada son enviadas a los mercados andinos para suplir las exigencias
recursos económicos que derivan a la celebración de las festividades religi0. dietéticas religiosas de la gente del interior. Sin embargo, los sistemas
sas, como lo fuera antaño. Esta ocupación, como todas las demás, moviliza exhaustivos de pesca, los métodos irracionales que atentan contra esta riqueza
los grupos humanos hacia las zonas mineras por algunos períodos del año. fluvial, han ido menguándola día a día.
359
Los campamentos mineros de la explotación técnica del oro y el platino
Otra fuente de nqueza natural, los bosques, proporcionan elementos
concentran en algunas poblaciones cierto número de obreros y de empleados
353 '
para la vivienda del ribereño y algunas manchas están siendo explotadas en
que generalmente han venido del mismo ambiente litoral. Grandes capitales aserríos modernos. Barranquilla es el puerto terminal de esta explotación ma-
se mueven en ellos y las instalaciones y plantas metalúrgicas, cuentan con derera, para la cual baja por el río los productos brutos y moviliza los ela-
una amplia tecnificación, pero muy poco trascienden en la economía regional. horados hacia el interior o por mar hacia el mercado foráneo.
Este grupo extrae el 90% del oro y el platino chocoano y la mayor parte del Las actividades agropecuarias en grandes haciendas recientemente abier-
nacional. tas, ocupan las tierras ribereñas, pero su mayor o menor incremento difiere
con las comarcas fluviales. Las tierras del Huila y del Tolima mantienen
En el río Magdalena
una ganadería de tipo extensivo que se conjuga a trechos con agricultura, y
que empieza también a fructificar en las tierras de incorporación nueva en
Existe, según el estrato socioeconómico de que se trate, una especialización
Boyacá, Caldas y Cundinamarca. La conquista reciente de las riberas aluviales
en las tareas productivas. Dentro de los grupos populares la pesca es una de
del Magdalena dentro de los departamentos de Caldas y Antioquia, Boyacá
las actividades de mayor tradición y donde las condiciones fisiográficas juegan
y Santander, se ha vertido hacia la pecuaria, donde haciendas ganaderas ocu-
un considerable papel en ayuda del habitante ribereño. El río Magdalena, con
pan el lugar mermado a la selva pluvial, configurando tenencias, algunas de
el Cauca, el San Jorge y las ciénagas y afluentes adyacentes, integran una de
las cuales pasan por constituir los más grandes latifundios del país. En la
las zonas piscíferas más importantes de agua dulce, junto con el Atrato y el
parte baja del río, algunos colonos penetran ya a las zonas de la depresión
Sinú. ^ Esta actividad constituye una diaria ocupación que proporciona parte
momposina, incorporando tierras nuevas para la ganadería y el cultivo de
de la base nutricional del habitante ribereño, fuera de que en determinadas
356 Ernesto Guhl, Estudios de planificación para el Seguro Social en el litoral del Caribe colombiano,
Bogotá, 1943, pp. 43 y ss.; "Estudio preliminar para la instalación de Seguros Sociales en la costa
351 Véase Banco Ganadero, Op. cit., cap. V, "Recursos Mineros", pp. 67 a 69; Rodolfo Castro Torrijos. del Caribe", en; Seguridad Social. Bogotá, No. 10-12, 1952, pp. 79 y ss.
Op. cit., pp. D. 30 y ss.; Ministerio de Minas y Petróleos, Compilación de los estudios geológicos 357
en Colombia, tomo X, Bogotá, 1960, pp. 79, 81, 90 y ss.; 95, 97, 152 y ss., Roben C. West, The Lauchlin Currie, Informe..., Op. cit., "Áreas de pesca en agua dulce", pp. 79 y 81; Aquiles Escalante.
Pacific..., Op. cit., pp. 172 a 182; Consejo Nacional de Política Económica. Chocó..., Op. ''''•• Op. cit., cap. XII, pp. 149 y ss.
35
pp. 263 a 271; véase el cap. VIII. "Minería", pp. 491 a 499; Eduardo Acevedo Latorre, Panorama- & Enrique Pérez Arbeláez, Recursos naturales de Colombia, Bogotá, Imprenta Banco de la República,
Valle..., Op. cit., pp. 22 y 23; Milcíades Chaves, Op. cit., p. 27; Roberto Wokittel, Recursos mineral'' 1954, segunda entrega, pp. 223 y 224; Cecil Miles, Los peces del río Magdalena,. Bogotá, 1947.
de Colombia, Bogotá, 1960, pp. 81 a 90, 93 a 106; Roben C. West, The Pacific..., Op. cit., PP | 7 3 359
Lauchlin Currie, Op. cit., pp. 92 a 115.
y 174. 360
¡bíd., p p . 102 y 103.
352 Roben C. West, The Pacific..., Op. cit., p. 179. 361
Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., pp. 477 y ss., 74, 92, 273, 286, 287, 373 y ss.; Ernesto
G
353 Para mayor conocimiento de la producción de riqueza minera del Pacífico consúltese: Roberto "° uhl, Estudios de Planificación..., Op. cit., p. 104; Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Antio-
a
kittel, Op. cit., pp. 81 y ss., 93 a 106 y mapas, pp. 79, 93, 95 y 97; Rodolfo Castro Torrijos, Choco-- "ia..., Op. cit., p. 71; Rafael Reyes, "La ganadería en Antioquia", en: Revista Colombiana, No. 6
Op. cit., pp. D. 53 y ss. y 7; Bogotá, 1944; Eduardo Acevedo Latone, Panorama... Boyacá..., Op. cit., p. 20.
354 Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., p. 252; DAÑE, Anuan,e C1DA, Op. cit., pp. 107 y 108; Gobernación de Antioquia, Plan general de desarrollo... Op. cit.,
general de Estadística, 1960, Bogotá, 1962, pp. 768 y 769. Véase producción de oro y plau"0 P- 107; DAÑE, Departamento de Caldas, censo agropecuario, Bogotá, 1962, p. 65.
esta zona, años 1957 a 1960. Ernesto Guhl, Estudios de planificación..., Op. cit., p. 48; Ermesto Guhl y otros. Caldas... Op. cit.,
355 Lauchlin Currie y otros, Informe..., Op. cit., pp. 73 a 88. P- 32.
2 4 4 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 2 4 5

369
arroz, mientras aguas abajo hallamos las cabeceras de los principales muni- je población y continúa siendo, como en la Colonia, un impulso a la mo-
cipios del Magdalena y de Bolívar, de larga tradición pecuaria. En el cinturón vilidad extrema de la población ribereña.
selvático magdalenense núcleos mínimos, escasos de capital, realizan desde
hace largo tiempo su conquista, abriendo "claros" temporales, mientras selva En el río Cauca
adentro se asientan colonos a la búsqueda, conquista y posesión de tierras
aparentemente baldías. La zona correspondiente al complejo cultural negroide en el río Cauca, reúne
En la parte final del río las periódicas inundaciones y posteriores sequías, similares condiciones de tenencia a las regiones precedentes. Es asiento de
cubren y descubren playones marginales temporalmente ocupados por ga- una dominante gran propiedad. Las mercedes coloniales que dotaron a los
nadería o por agricultura, dando origen a movimientos estacionales de los grupos altos hispánicos de extensos suelos y de una población agregada a
cultivadores y ganaderos. ellas por su servicio, se vieron proyectadas más tarde para su engrandeci-
La cuenca magdalenense es rica en petróleo y algunos minerales más. La miento permanente por las ampliaciones que este mismo grupo siguió man-
explotación del primero da ocupación en este valle y en la costa Atlántica, a teniendo como expresión de su estatus o para reforzarlo y mantenerlo vigente.
unas 12.000 personas con salarios superiores a los de cualquier otra activi- Tierras baldías, comunales (ejidales) o de pertenencia de los grupos Eboríge-
dad. Por lo demás la actividad minera de la cuenca magdalenense se halla nes, fueron vertidas al haber familiar de los troncos castizos, hasta lbgar en
reducida a la extracción de caliza para la producción de cemento en Náre y su expansión a abarcar toda la feraz planicie del valle fluvial, y recostar por
Barranquilla. También de la primera se utilizan los mármoles. su presión en las vertientes heredadas a los negros o indios o a su descen-
Una de las actividades más importantes del río Magdalena es el transporte. dencia mezclada, en coexistentes parches minifundistas. Así se manbvo en
La mayor parte del volumen de carga que entraba al corazón andino o salía poder de pocas casas solariegas el dominio del suelo, situación qut se ha
hacia los departamento litorales y hacia el exterior se movilizaba por el río. extendido al momento actual. 371
Recientemente, el ferrocarril que acompaña su curso ha aliviado considera- Caracteriza la administración de la gran propiedad el ausentismo En el
blemente el transporte fluvial, que sin embargo emplea considerable cantidad pasado los terratenientes residían en Popayán y actualmente en Cal, o en
otras ciudades menores, delegando la administración del suelo a mayoriomos,
mientras dedican su tiempo a actividades cívicas, políticas y sociales,etc.' 72
364 Lauchün Currie y otros, Informe..., Op. cit., pp. 53 y 57. El autor dice que en esta zona, al par que
existen "los latifundios más extensos del país, está presente también e! número más crecido de
También caracteriza esta zona la presencia de una creciente potación
colonos"; DAÑE, Departamento de Santander, muestra agropecuaria, Bogotá, 1964, pp. 52 y 53; mral desarraigada del suelo. Esta población, continuidad de los despceídos,
Departamento de Caldas, muestra agropecuaria, Bogotá, 1962, pp. 52 y 53; Gobernación de Antio-
quia, Plan general de desarrollo para Antioquia, Medellín, 1962, pp. 107 y ss. Anota que las zonas
3
ganaderas de Antioquia sobre las riberas del río, tienen extensiones máximas. 69 Lauchlin Currie y otros, Op. cit., pp. 192 a 196.
365 INCORA, Estudio detallado de los suelos de Mahates, María la Baja, Proyecto Bolívar, Bogotá. "0 Jesús Arango, Geografía física y económica de Colombia, Bogotá, 1955, p. 189; Josefi Lebret.
No. 1, 1965, p. 18; Ernesto Guhl, Estudios de planificación... el Litoral Caribe..., Op. cit., p- 5' 1 Estudios sobre las condiciones del desarrollo en Colombia, Bogotá, 1958, Texto y Atla comple-
ss.; Lauchin Currie, Op. cit., pp. 20, 21 y ss. mentario, pp. 165, y 278; DAÑE, Anuario General de Estadística, 1962, Bogotá, 196' Véanse
366 Lauchin Currie, Op. cit., pp. 53 y 57; CIDA, Estudios sobre la tenencia..., Op. cit., pp. 154 y 1' • cuadros sobre el movimiento de carga, pasajeros y ganado en el río Magdalena, pp., 64 a 668;
Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., vol II, pp. 12, 33, 107 y 108; Eduardo Acevedo Latorre. Lauchlin Currie y otros, Op. cit., pp. 312 y ss.
Panorama... Santander... Op. cit., pp. 18, 19, 21 y ss.; Instituto Colombiano de Planeación Integr*1' Gustavo Arboleda, Historia de Cali, Cali, 1928; Antonio Olano, Popaván en la Co¡onia,^>opayán
Op. cit., p. 75; Gobernación de Antioquia, Plan general..., Op. cit., pp. 107 y ss. 1910;
Raymond Crist, The Cauca Valley, Colombia, lana tenure and land use, Baltimore, 152; Von
367 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama—Santander..., Op. cit., pp. 21y ss.; Lauchlin Currie y otf
F- Schenk, Viajes por Antioquia en 1880, Bogotá, 1963, pp. 52 y 53, señala la existencia Í¡ ]a gran
Op. cit., pp. 113 a 115, mapa No. 5, campos de petróleos, oleoductos y refinerías.
Propiedad; Doctor Saffrais, Viajes a Nueva Granada, Op. cit., p. 226; Antonio Posada y otr; C.V.C.,
368 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama...Antioquia..., Op. cit., pp. 34 y ss; Panorama.. .Boyacá- * Un reto al subdesarrollo y al tradicionalismo, Bogotá, Tercer Mundo, 1966, p. 141; Rodrjo Parra,
cit., p. 44; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Op. cit., p. 48 y ss.; Consejo Nacional Op. cit., pp. 50, 61 y ss.; INCORA, Plan..., Op. cit., p. 46 y ss.
Política Económica y Planeación, Colombia, Plan general de desarrollo económico y social, fí ,J0 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Valle..., Op. cit., p. 17 y ss.; SENA, Estudio socioecnómico,
Industrial, Bogotá, Imprenta del Banco de la República, 1962, cap. XVIII, "Derivados del P etr .¡ ar
<¡a Valle del Cauca, sin fecha,, pp. 4 y 5; Raymond Crist, Cauca..., Op. cit., p. 59 y s, indica
y del carbón", pp. 261 y ss.; Banco de la República, La minería en Colombia, Boletín, No- l i e en 1950 los terratenientes de las mejores tierras de este valle las tenían dedicadas a la ¡madería
Bogotá, 1950, p. 16A, "Ubicación de los pozos de petróleo en Colombia". e
*tensiva y se sentían ampliamente remunerados y satisfechos con lo que rentaban, aun sumiendo
2 4 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 2 4 7

373 380
indio, mestizo, negro liberto y sus descendientes, atosiga el agro de una
ción de la tierra en forma indirecta y luego, prevalecen "los otros arreglos",
oferta abundante de mano de obra, que dentro de una ganadería de tipo ex-
constituidos por colonos flotantes "que limpian terrenos baldíos o potreros ya
tensivo, obtiene como resultado peyorativas condiciones de enganche v
374 titulados, sea por su propia cuenta y riesgo o por contrato; otros residen en
pago. Estas condiciones se traducen en una fuerte movilidad de este grupo
pequeñas parcelas cedidas por grandes ganaderos y se dedican por contrato
que permanece en la parcela, mientras la ciudad le permite acogerse a ella.
a varias tareas de mantenimiento de los potreros".381 También hallamos cam-
En tanto, se mueve de un lugar a otro en busca de mejores condiciones de
pesinos que operan en fincas "cedidas" por sus familiares, sistema que
trabajo, siguiendo el ritmo de atracción de las cosechas.
delega a personas de la familia la administración de lotes de terreno, sin
Como característica general en este valle domina la ocupación ganadera
375 compromiso alguno de parte de ellos hacia el propietario y que por ello se
(pastos 43,3%) sobre la actividades agrícolas (agricultura 13,8%). Esta ga- denominan "cedidos". Es curioso observar que aún dentro de las explota-
nadería de levante y cría, con el crecimiento urbano se ha orientado hacia la ciones comercial, se encontró un número mayor de fincas dadas a "cedidos"
producción lechera para el consumo diario y para la industrialización del pro- que a arrendatarios, muchas de ellas mayores de 50 hectáreas, modalidad más
'Xlfct
común en las unidades de subsistencia, frecuencia que está señalando el grado
ducto. La parte agrícola de este sector, altamente tecnificada en los últimos
años y que paulatinamente va invadiendo la primera, produce caña de azúcar, de su importancia. Asimismo hallamos la aparcería, versión económica según
377 la cual quien trabaja la tierra ajena, da a su dueño una cantidad variable en
arroz, tabaco, fríjol y cacao, entre los principales productos. • 384
Paralelamente con el desarrollo agropecuario se enlaza el desenvolvimiento especie.
industrial cada vez más creciente en Cali y algunas ciudades vecinas como Buga, La costa norteña muestra un segundo tipo de colonato. Constituye una
Palmira, Tuluá, Cartago, etc.,378 ocupando en 1959 el tercer lugar en la industria modalidad tenencial bastante extendida en el Caribe, que ofrece dos alterna-
nacional. Este ritmo de adelanto ha atraído a considerable cantidad de población tivas: "el colono que ocupa en forma permanente la tierra civilizada por él"
379
rural, que está imprimiendo un acelerado proceso de crecimiento a sus ciudades. y el "colono flotante" que "limpia y desmonta la tierra cubierta de montaña",
cultivando productos de panllevar para su propio sustento, durante uno o dos
En la costa Atlántica años para luego ceder la parcela ya sembrada con pastos a ganaderos que le
pagan "las mejoras" con o sin previo acuerdo o contrato. . Bajo esta forma
En toda la costa Atlántica predominan las actividades agropecuarias, en tanto denominada "roza", el ganadero ocupa la tierra y se preocupa por conseguir
que sus dos ciudades mayores, Cartagena y Barranquilla, representan el pro- el título de propiedad, mientras aquel obtiene tierras fáciles sin problemas de
ceso de industrialización de este complejo. En función de laboreo del suelo administración y de relaciones de trabajo, y el colono puede ir empleando su
la costa Atlántica reviste características particulares: predominan la explota- iniciativa en la conquista de suelos que tienen salida fácil, pero cuya explo-
tación por más tiempo no puede financiar.
que mejoras técnicas triplicarían las ganancias; Raymond Crist, Op. cit., pp. 35 y 36; Antonio Posaos
y otra, Op. cit., pp. 19 y 20, 55 a 58. CIDA, Estudio sobre la tenencia..., Op. cit., pp. 82 y ss.; véase cuadro 11.2, "Colombia, Formas de
373 Raymond Crist, Op. cit., pág 36 y ss. enencia según número y superficie de las explotaciones de las regiones Andina y Caribe". Obsérvese
374 Otto Morales Benítez, Reforma agraria..., Op. cit., CVIII, 77; SENA, Estudio... Valle..., Op- C¡L 'a dominante aparcería en la región Andina y mínima en la Caribe.
381
pp. 60 y ss.; véase Jornal Agrícola. Ib(d„ p . 85.
389 c
375 Briceño, Op. cit., pp. E.10-32, 33, SENA, Estudio... Valle..., Op. cit., pp. 40 a 45; DAÑE, Cens" "gene Havens, Eduardo Montero y Michel Romieux, Cereté, un área de latifundio económico y
agropecuario (Resumen nacional), Bogotá, 1964, pp. 30 y 31. 383 ^ B
° g ° t a . Facultad de Sociología, Universidad Nacional, 1965, pp. 174 y ss.
376 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Valle..., Op. cit., pp. 30 a 32. tos individuos, cuyos lotes denominados "cedidos", ocuparon en la encuesta realizada en Cereté
377 Raymond Crist, Op. cit., pp. 65 a 87; DAÑE, Muestra agropecuaria..., Op. cit., pp. 26, 27 y ¿ ' PW el autor citado, entre las explotaciones de subsistencia, una alta proporción en relación con el
378 De 800 establecimientos (total en el departamento, pero la mayoría ubicados en esta zona), en 3 8¡} J~ d e l 1 3 . 3 % y con el total de fincas de 8,6%; Eugene Havens, Op. cit., pp. 175 y ss.
han pasado a 39.530. DAÑE, Anuario General de Estadística..., Op. cit., pp. 778 y 779. . ^entras el CIDA concede poca importancia a esta modalidad en el litoral, el estudio de Cereté le
Un 5 0 % de l a s e x l o t a c i o n e s de
385 r P autoconsumo; Eugene Havens y .otras, Op cit p 180
379 Miguel Fornaguera, Migraciones internas en Colombia. Inédito. El autor señala un decrecirmen c,rj
A , Op. cit. p. 153.
ritmo migratorio a Cali y aumento mayor en las otras ciudades nombradas.
2 4 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones /249

Una tercera modalidad está de acuerdo con los sistemas de interrelación menor minifundio dentro del país, y si comparamos esta situación con los
personal y de compadrazgo familiar y político de la costa. Consiste en que departamentos típicos del complejo familiar americano, el tamaño de las par-
un jornalero agrícola consigue del dueño de tierra que le deje rozar para celas clasificadas como minifundistas en la costa son considerablemente ma-
plantar productos de subsistencia en un potrero enmontado, o en un pedazo yores que las de la precedente zona, mientras a la inversa de esta región, la
de monte que él abre, a cambio de entregarlo sembrado de pastos y limpio.38' proporción numérica de los mismos es considerablemente menor. EL CIDA,
I Esta forma es casi una merced que cumplen con alguna relativa frecuencia en su estudio sobre la tenencia de la tierra en Colombia, considera que en la
/los dueños de grandes haciendas para mantener un peonaje agrícola disponi-
¡ble, o bien por presiones generadas en las modalidades estructurales de la
familia de hecho que interrelacionan las distintas clases de la comunidad. Distribución de las superficies rurales según el tamaño de los predios
Vuelvo a traer a cuenta que, siguiendo el periódico avance y retroceso de Catastro, Enero 1963. Por ciento del total
las aguas en las riberas fluviales, caños, ciénagas y pantanos, etc., del río 649 municipios

Magdalena y de sus afluentes, aparecen y desaparecen tierras que son apro- Departa- Menos 2a3 3 a 10 10 a SO 50 a 200 a 500 a más de
mento de 2 200 500 1000 1000
vechadas en las épocas de sequía por campesinos que las incautan y cultivan
Atlántico 0,1 0,2 0,8 2,0 2,1 1,4 0,6 0,3
o pastorean allí sus ganados en la hierba nueva. Estas vegas constituyen pro- Bolívar 0,04 1,1 2,9 7,0 8,6 8,9 9,0 8,7
piedades privadas colindantes, aunque los campesinos las consideran "tierra Córdoba 2,8 1,2 3,0 9,4 15,1 12,6 11,2 7,1
de nadie", 387 prestándose su ocupación a fuertes tensiones entre los que alegan Magdalena 1,2 0,7 1,9 6,2 13,5 17,8 19.5 23,7

ser propietarios reales y los que las ocupan temporariamente. Estas tensiones Comparemos esta situación con Nariño y Cundinamarca del compiejo americano:
dan indicio de la escasez artificial de las tierras para quienes desean laborarlas, Departa- Menos 2a3 3 a 10 10 a 50 50 a 200 a 500 a más de
comparadas con la superabundancia real del suelo inculto. memo de 2 200 500 1000 1000
Cundina- 20,0 19,1 14,6 7,8 5,2 4,0 5,0 3,4
El arrendamiento es, finalmente, una forma de tenencia de la tierra que
marca
se ha introducido recientemente con el cultivo técnico del algodón. Los Nariño 7,8 14,3 8,2 3,0 1,2 0,9 1,5 1,2
dueños de tierras ceden por un canon monetario sus fincas o parte de ellas
Veamos ahora la distribución de los predios rurales por departamento:
para ser explotadas con este cultivo, u otros de tipo industrial. 625 Municipios %
En otro sentido caracteriza el régimen tenencial de la costa el gran tamaño 0,4 0,5
Atlántico 0,2 0,7 1,9 2;2 1,4 0,7
de la propiedad. Después de Boyacá (Casanare) y de las haciendas ribereñas Bolívar 0,4 1,0 2,8 6,9 8,7 9,0 9,3 8,8
del Magdalena, ésta es la región del país donde existe un más alto porcentaje Córdoba 3,3 0,7 2,0 5,8 13,9 19,0 20,8 25,8
Magdalena 3,3
de gran propiedad. Concomitantemente, el promedio de la pequeña tenencia
es mayor que el correspondiente en la zona andina, 3 9 0 constituyendo una Comparemos con Cundinamarca y Nariño:
característica más de su régimen tenencial. El litoral Caribe es la zona de Cundina- 16,2 19,0 15,1 8,6 5,2 4,1 5,1 4,0
marca
Nariño 8,5 15,8 9,5 3,7 1,3 1,0 1,7 1,1
a
" y que anotar, sin embargo, que estos departamentos andinos tienen hacia el río Magdalena y la
386 Eugene Havens y otros, Cereté..., Op. cit., Informe técnico No. 5, p. 133. c
osta del Pacífico (zonas del complejo familiar negroide), dos regiones de amplio latifundio que
387 INCORA, Estudio... sector de Mahates..., Op. cit., p. 18; CIDA, Op. cit., pp. 154 y 155. desvirtúan las formas de la tenencia en las porciones altas. Véase también, DAÑE, Directorio Na-
388 Eugene Havens y otros, Op. cit., pp. 77, 78, 132 y 200. 1 cional de Explotaciones Agropecuarias, Censo Agropecuario, departamento de Bolívar, pp. 13-15;
389 Véase, DAÑE, Directorio Nacional de explotaciones agropecuarias, departamento del Aíla"'f. departamento de Córdoba, pp. 13-15; Atlántico, p. 13; Magdalena, pp. 13 yl4; INCORA, Segundo
pp 30-33; Departamento de Córdoba, pp. 39-42; Departamento de Bolívar, pp. 39 y 45; Vr^ °ño de Reforma Agraria, Bogotá, 1963, pp. 17-21; INCORA, Estudio del minifundio en Colombia,
B
tamento del Magdalena, pp. 39 y 49; CIDA, Op. cit., cuadro 11-22, "Distribución de la I» 6 1 °gotá, 1964, pp. 22 y 23.
agrícola según las formas de arrendamiento", p. 163. 'NCORA, Estudio del minifundio..., Op. cit., pp. 22 y 23; los departamentos con menos minifundio
s
390 Veamos algunas cifras que respalden la afirmación: °n Magdalena, Córdoba, Bolívar y Atlántico.
250/ Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 2 5 1

costa este tamaño oscila entre 15 y 11 hectáreas, mientras en la región andina persona, mientras los dueños viven en los centros urbanos,399 donde los propie-
a , . 392
es de 2. tarios de las grandes tenencias toman parte en la administración gubernamental y
En cuanto hace relación al desarraigo, en la política, cuando no en el comercio, y controlan a distancia la explotación
de sus fincas, de las que derivan, más que ingresos proporcionales a su tamaño,
el número de familias agrícolas que no disponen de parcela de tierra bajo ninguna forma estatus en la comunidad.
de tenencia —peonaje agrícola— a las cuales se debe sumar los llamados "administra-
Otra modalidad genérica de la actividad agropecuaria de esta área, es la
dores", la cifra asciende a 180.000 familias, más o menos un millón aproximado de
personas; es decir que en esta región, según el estudio de CIDA , se halla la mayoría de
de que ofrece una serie amplia de matices en su tecnificación y en la pro-
trabajadores agrícolas sin tierras dentro del panorama nacional. porción en que ambas actividades se reparten. Tomando en cuenta el capital
invertido, la superficie destinada a ambas y la población dedicada a su ex-
En cuanto a la administración de la explotación del suelo, se destaca el plotación, puede generalizarse diciendo que estos departamento son funda-
394
reducido empleo de mano de obra y el ya mencionado ausentismo. Las mentalmente ganaderos y luego agricultores.
395
fincas ganaderas de tipo extensivo, tienen inversiones bajas de capital, tanto En cuanto a la explotación agrícola se refiere, existe una agricultura de
. 396
menores proporcionalmente cuanto mayor la extensión del fundo. Se ob- tipo industrial, caracterizada por cultivos de plantación, altamente tecnificada,
serva también que en proporción inversa a la extensión de la tenencia, se que comprende productos tales como el ajonjolí, el arroz, la caña de azúcar,
regula el empleo de mano de obra. De manera que estos departamento costeros el banano, el algodón, el tabaco, la palma africana, etc., 402 que hallan en
asimilan una menor oferta laboral que las zonas andinas, y por ello, con estas tierras condiciones climáticas y ecológicas, aptas para su desarrollo.
frecuencia los salarios son más bajos que el oficial y no cubren el pago de Paralelamente existen cultivos de "pancoger", rudimentarios en sus técnicas,
las prestaciones sociales. plantados en limitadas extensiones de tierra ajena, utilizada por el sistema de
El ausentismo, segundo rasgo a que había hecho referencia, es más frecuente aparcería o por el pago de servicios o de "cedidos". Así se cultiva plátano,
en las fincas que superan la extensión de 50 hectáreas "subiendo este porcentaje maíz, yuca, ñame, malanga y algunos sembradíos de arroz para el consumo
gradualmente hasta abarcar el 54% de las explotaciones que podrían llamarse de la familia campesina y venta de excedentes en el mercado local para dinero
ano de bolsillo.403
multifamiliares grandes". Los departamento del litoral señalan una fuerte ten-
dencia a delegar la administración de la explotación agrícola y pecuaria en segunda
399 Eduardo Montero, Op. cit., pp. 105 y 110; DAÑE, Censo agropecuario, Op. cit., departamento del
Magdalena, p. 13; departamento del Atlántico, p. 13; departamento de Córdoba, p. 13; departamento
392 CIDA, Op. cit., pp. 160 y 161; INCORA, Estudio del minifundio en Colombia..., Op. cit., pp- 21-
de Bolívar, p. 13.
Obsérvese el minifundio y su tamaño promedio en el complejo americano.
*00 Véase Valle del Cauca.
393 CIDA, Op. cit., pp. 160 y 161. Véase cuadro "Distribución de las familias agrícolas en la escala de
401
tenencias de regiones". Véanse también cuadros 11-21 y 11-22, "Distribución de la población agrícola DAÑE, Directorio Nacional de Explotaciones Agropecuarias, Bogotá, 1964; departamento del Atlán-
en escala de tenencia" y "Distribución de la población según las formas de arrendamiento", pp- ' ° 2 tico, p. 13, cuadro No. 2; departamento del Magdalena, p. 14, cuadro No. 2; departamento de Cór-
y 163, que refuerzan las afirmaciones precedentes. doba, p. 14, cuadro No. 2; departamento de Bolívar, p. 14, cuadro No. 2; A. J. Staffe, Contribuciones
394 CIDA, Op. cit., pp. 194 a 200. Véase cuadro 111-13, "Colombia, departamentos seleccionados"; Eu- o la solución de algunos problemas de ganadería del departamento de Bolívar, Bogotá, 1957, p. 16.
Véase cuadro de superficie municipal dedicada a la ganadería. Más de tres veces, como norma general,
gene Havens y otros, Op. cit., pp. 125 y ss.
excede la superficie de los predios dedicados al engorde, levante y cría de ganado, de aquel suelo
395 CIDA, Op. cit., p. 220. centrado en ¡as tareas agrícolas; Lauchlin Currie y otros, Informe..., Op. cit., pp. 56 y 57; Eugene
396 Véase, para mayor amplitud, DAÑE. Directorio Nacional de Explotaciones Agropecuarias, Cení Havens y otros, Op. cit., pp. 227 y ss.; A. J. Staffe, Op. cit., pp. 23 y 24; Briceño, Op. cit.,
Agropecuario 1960: departamento de Bolívar, p. 63 y ss, 35 y ss.; departamento de Córdob PP- E-10, 32, 33.
pp. 32 y ss. 52 y ss.; departamento del Atlántico, p. 23 y ss„ 40 y ss.; departamento del Magdale""- Lauchlin Currie, El algodón en Colombia, problemas y oportunidades, Bogotá, 1963, mimeografiado;
pp. 20 y ss., 32 y ss. Eduardo Acevedo Latorre, "Síntesis...", Op. cit., pp. 26 a 33; Eugene Havens y otros, Op. cit., pp. 133 a
397 Eduardo Montero, El sistema agropecuario del valle del Sinú, Medellín, 1964, mecanografía^ 156; DAÑE, Departamento del Atlántico, Bolívar, Córdoba y Magdalena..., Op. cit., pp. 29 y ss., 47 y
pp. 105 a 110; CIDA, Op. cit., pp. 121 y ss.; véase el estudio del municipio de Valledupar, cuadro ss., 20 y ss., respectivamente.
11,12 y 13. Véase cuadro No. III-8, "Resumen de la fuerza encontrada en las zonas ganaderas, rnunicip> Eduardo Montero, Op. cit.; véanse cuadros sobré la producción agropecuaria en Córdoba. Cultivos
de Cereté y Valledupar", p. 183. Cuadro II1-9, "Resumen de la fuerza de trabajo encontrada en i de plantación y pancoger, pp. 52, 53, 57, 58, 62 y 81; Aquiles Escalante, Geografía del Atlántico,
fincas encuestadas en 4 zonas: Armero, Camoalegre, Saldaña y Valledupar", pp. 184 y 185. Barranquilla, 1961, pp. 87 a 131; A. J. Staffe, Op. cit., pp. 23 y 27; Eduardo Acevedo Latorre
398 CIDA, Op. cit., p. 201; versión que reafirma el Censo Agropecuario de 1960.
2 5 2 / Familia y cultura en Colombia Lasnstituciones / 2 5 3

La ganadería es la actividad tradicional predominante. En la época co- Bolívar 15,8


lonial, grandes hatos de ganado, atendidos por negros esclavos, se disemi- Magdalena 13,5
naban por algunas áreas de pastos naturales en las cercanías de los pueblos Antioquia 11,2
de aquel entonces, razas de ganado que a través de una selección natural Córdoba 9,0
generaron grupos resistentes, activos, muy adaptados al clima, suelos, pastos Valle 6,5
y condiciones de cuidado. Cruces nuevos en haciendas de mayor técnica Cauca 6,4
han dado un nuevo impulso a las razas nativas, creando más altas ratas Cundinamarca 6,2
de productividad en esta actividad dominante. Sin embargo, la mayor parte Tolima 5,7
de la ganadería de esta regiones es extensiva, con limitado empleo de mano Santander 5,0
de obra, amplio margen de tierra por cabeza de ganado; sin pastos artifi- Caldas 4,9
ciales, cruces técnicos de razas, ni una administración racional ni exhaustiva Boyacá 4,3
de la explotación y con alta frecuencia en manos de propietarios ausentis- Huila 3,7
tas. Sin embargo, el número de cabezas de ganado de estos departamen- de Santander 3,0
tos costeños es uno de los más altos, sólo superado por los de Antioquia y Nariño 2,5
Boyacá.407 Atlántico 2,2 408
Podemos apreciar la posición de los departamentos costeros en lo relativo
a ganadería, observando el porcentaje de cada departamento en la producción Fuera de las ya citadas actividades económicas existe un conienzo indus-
pecuaria nacional: trial que, comparado con la porción andina, ocupa un lugar sefundario, cen-
tralizado en Barranquilla y Cartagena, siendo la primera ciudad la que cuenta
con un desenvolvimiento más antiguo y de mayor caudal, aunque en los úl-
timos tres años las condiciones de Cartagena han abierto posibilidades cada
vez más crecientes para su desenvolvimiento.
"Síntesis..." ..., Op. cit., 26 a 33; véanse gráficos de producción agrícola, pp. 30, 32 y 34 y datos
estadísticos, pp. 25, 31 y 33; Mario Valderrama, Estudio agroeconómico detallado del Medio Sinú,
Bogotá, 196, 1963, inédito; Lauchlin Currie y otros, Informe..., Op. cit.
408 DAÑE, Muestra agrícola nacional, 1955, Bogotá, Estadinal,-1955, p. 52.
404 Otto Morales Benítez, Op. cit., pp. 58 y 92; A. J. Staffe, Op. cit., pp. 17 a 22; Aquiles Escalante,
Geografía..., Op. cit. pp. 137 y ss.; Rodrigo Botero, Comisión a la región del Valle y la costa Distribución porcentual de total de ganado vacuno por departamentos:
Atlántica, Bogotá, 1959, inédito.
Departamento Total de vacunos en 1960
405 Eugene Havens y otros, Op. cit., pp. 118 a 132; Eduardo Acevedo Latorre, Panorama.. Córdoba, Op- cit.,
pp. 33 a 35; Banco de la República, La producción y las economías..., Op. cit., pp. 46 y 47; CIDA, Estudio B
°yacá 1.025.027
sobre la tenencia de la tierra en Colombia, 1965, mecanografiado, parte final, Apéndice M. 6, "Uso de
Antioquia 1.158.547
la tierra en las explotaciones agropecuarias por regiones Andina y Caribe", p. 467; Véase la proporción
de tierra ganadera en la zona del Caribe, cuadro Apéndice M. 7, pp. 465; Eduardo Montero, Op clt" Magdalena 1.090.494
cuadro IV, 2, p. 81; CIDA, Estudio..., Op. cit., pp. 183-185. Véanse cuadros ffl-8, ffl-9, sobre mano de Bolívar 942.192
obra empleada en las empresas ganaderas Cereté y Valledupar costeñas; Aquiles Escalante, Geografía- Córdoba 917.220
Op. cit., pp. 137 a 149; A. J. Staffe, Op. cit., pp. 20 y 21. Atlántico 140.731
406 Otto Morales Benítez, Op. cit., pp. 88 y 89; CIDA Op. cit., Apéndice M.6, "Uso de la tierra en 1*
explotaciones agropecuarias por regiones Andina y Caribe", 1960, p. 467; Apéndice M.4, "Colombí • f«ra mayor amplitud, veamos los datos departamentales, donde hallaremos respaldo a esta afirmación. índices
proporción de las tierras agropecuarias según uso, regiones y departamentos (en porcentaje)", P- „' mdustriales nacionales de 1953-1954. Córdoba presenta en su producción manufacturera el 0,2% del total
Apéndice M. 3, p. 464; A. J. Staffe, Op. cit., "La situación ganadera en el departamento de Bolrv •oconal, ocupando el decimoquinto puesto; Bolívar le aventaja escasamente, dando el 2,5% de la misma cifra,
pp. 22 a 113, con un análisis de las fallas técnicas. el octavo lugar en la Nación. Lugar más destacado ocupa el Atlántico, el quinto en el desarrollo manufacturero
407 DAÑE, Directorio Nacional de Explotaciones Agropecuarias, Censo Agropecuario, 1960, (resumen n^ 0 "^.' *¡ País, con una producción que equivale al 7,4% total nacional (Consejo Nacional de Política Económica y
pp. 30 y 31; Ibídem., departamento de Bolívar, departamento de Córdoba, departamento del Magdalena, ^ . laneación, Colombia.., Op. cit., pp. 15, 16, Di); en 1959 ocupaba aún este lugar con una población obrera
partamento del Atlántico..., Op. cit., pp. 38, 49, 51, 58 y 59, respectivamente; A. J. Staffe, Op. cit., PP' 6 9 ' Sual al 10,0 del total nacional; Magdalena no inicia su desarrollo industrial; se ubica en el duodécimo lugar
vs
estadísticas sobre Bolívar, Lauchlin Currie, Informe..., Op. cit, pp. 323 y ss. u producción no representa sino el 0,7 del total colombiano (Joseph Lebret, Op. cit.; véase, para mayor
2 5 4 / Familia y cultura en Colombia Las ttituciones I 2 5 5

Las condiciones de la vivienda clemencias de su habitat, clima, vegetación, vectores de enfermeades, etc.,4
ni para proporcionar las condiciones mínimas de confort y de (tímulos a la
Fuera de la economía, otros indicadores más nos permiten, a través de sus niveles vida gregaria.
entender el engranaje existente entre estos y las estructuras familiares del complejo. No mejores son las condiciones de la vivienda mayoritariam los valles
Tales la vivienda, la salud y la educación, que muestran un encaje perfecto en su del Magdalena y del Cauca, que alberga a pescadores, bracerc, y colonos.
estadio de desenvolvimiento con la institución que nos ocupa. El profesor Guhl retrata con claridad las condiciones de la meada de esta
En la costa del Pacífico no solamente las ciudades importantes son de zona fluvial:
ubicación fluvial, sino que también la agrupación de la población rural es
La casa del ribereño sale del monte: postes, varas, bejucos, hojas de pana, trojas para
ribereña. En el litoral las densidades demográficas se hallan en "las bocanas", colocar los objetos, unos troncos para sentarse o, a lo más, unas bametas a veces
mientras en las zonas del interior se ubican a lo largo de los ríos, formando forradas en cuero sin curtir, los tizones sobre los cuales se ponen las oas [...] El piso
típicas aldeas en línea como las del Cauca, Magdalena, Sinú y sus afluentes. de barro endurecido. Las camas, cuando no es la sencilla hamaca, consten en trojas
Esta forma de agrupamiento, estimulada por constituir los ríos el único sistema cubiertas con una o más esteras. Los manteles, si se ponen para urforastero, con
cristal, platos y tazas de peltre, son calabazos, bongos de madera, bagjas de auyama
de transporte, genera una mayor densidad de la población en sus márgenes,
y totumas y totumitas. Las cucharas son totumas alargadas cortadas nridionalmente
mientras el resto del territorio permanece despoblado. Por ello la vivienda en cuatro.
se adapta a las condiciones ecológicas: se construye en la zona superhúmeda
de la vertiente del Pacífico, sobre pilotes, típica casa india, que pasó al grupo Y completemos con otros párrafos del mismo autor esta d<cripción de
blanco y al negro a través de la mita minera. Un gran cuarto constituye el la morada del habitante fluvial: la vivienda es
cuadrilátero de la vivienda, que sirve de almacén, sitio de reunión, comedor,
la más inflamable de las construcciones. La hoja de palma seca por el veno, arde como
dormitorio y cocina. Carece de instalaciones sanitarias, servicio de agua y
verdadera estopa. Es asísmica en grado sumo: es el refugio más fácil de pasitos humanos
defensa contra los insectos, alumbrado eléctrico, y el menaje es reducido al y de bichos: alacranes, grillos, pitos, chinches, cucarachas; los ratones^ murciélagos
mínimo. Ésta es la vivienda estable, porque la temporal, construida en las suelen andar entre la palma de los techos y resulta difícil eliminarlos. >esde la tarde
rozas o en los sitios de minería eventual, caza y pesca, es más rudimentaria. comienzan un bullicio que dura hasta el clarear del día [...]
Tampoco está técnicamente equipada para defender a su morador de las in-
Y leamos aún sus palabras ágiles:

amplitud, cuadro No. 3, "Población económicamente activa por departamentos y por ramas de actividad eco- el jornalero que llega del duro trabajo del aserradero, de la pesca o del deo, no tiene
nómica. Distribución porcentual". Obsérvese en actividades secundarias el lugar ocupado por los departamentos ! ni siquiera el aliciente de una mesa amable o de una verdadera cama: so estas trojas,
litorales. Véase cuadro "Distribución regional de ingreso nacional", p. 29, y en él la ubicación en producción
| esas hamacas y chinchorros o mosquiteros entrecruzados en la única natación, cbmo
industrial de estos departamentos. Véase también cuadro No. 5, p. 35; Aquiles Escalante, Op. cit., cap. XTV,
"La Industria", pp. 165 a 178, en el departamento del Atlántico; Jaime A. Posada, "La actual situación de la j modelos para un cuadro surrealista indescifrable [...] Todo ello tiende a dminuir el tra-
industria nacional," en: Ciencias Económicas, vol. V, Medellín, 1958; José Raimundo Sojo, "La zona franca bajo, a mantener la diferencia de clases, a aminorar la responsabilidad dios padres, a
de Barranquilla para Colombia", en: Economía Colombiana, vol. X, No. 27, Bogotá, 1956; DAÑE, Anua"0
General de Estadística, 1960, Bogotá, 1962, pp. 772 a 805. Véanse cuadros de la industria manufacturera
nacional 1953 a 1959; agrupaciones industriales, establecimientos, personal de empleados, capital invertido en
los departamentos que nos ocupan y conpárese su situación con Cundinamarca, Antioquia, Valle, Caldas, p*
ejemplo; Jacques Torf y otro, Plan de desarrollo económico y social del departamento del Magdalena, San*3 C a S e D A N E Censo de edi lcios
414 ' f y ¿e viviendas, Chocó, Bogotá, 1953, pp. 10 a 1
Marta, 1964.
Ernesto Guhl, La costa del Pacífico..., Op. cit., p. 27. La casa, dice Ernesto Guhl, " un piso sobre
410 Raymond Crist, The Cauca Valley..., Op. cit., p. 55. atro palos y un techo dentro del cual hay ramas secas para asustar a las avesocturnas Una
411 Véase Robert C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 114 a 125; Miguel Fornaguera, Op. cit., PP ' giomeración de estas habitaciones es la cosa más antihigiénica y el foco de infecen más grande
a 12; Banco Ganadero, Op. cit., pp. 43 y 44; Ernesto Vautier y otro, Op. cit.; Milcíades Chaves. ^ con^\ ^ t Í 1 ° P r i m i t i v o no se distingue en nada esta casa de la de nuestros antepasad prehistóricos
región natural..., Op. cit., pp. 24 y 30; Silvio Yepes Agredo, Op. cit., p. 58 y ss.; Elias ^e s,
g!o Xx" , C a d i f e r e n c i a d e q u e d e n t r o d e e l l a v i v e n c i u d a d a n o s libres de un Esta, moderno del'
González, Op. cit., pp. 736 y 737. 415
Ern
412 Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., cap. VIII. "La vivie""3 <•
4 16 p ^ t t o Guhl, Estudio preliminar..., Op. cit., pp. 126, 127 y ss.
los servicios", pp. 11 a 191. 'bídeni.
2 5 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones 1151

abaratar la fundación de familias. El piso de tierra no permite la limpieza completa. K jji salud. Facetas de su desarrollo
7
luz nocturna se hace con hachones o velas peligrosas, sucias, entristecedoras.

Estas condiciones sólo han mejorado en las explotaciones modernas, por que Las condiciones generales de salud engranan también con las precedentes de
los puertos continúan señalando las mismas peyorativas condiciones, no sólo en vivienda, hallándose determinadas parcialmente por el limitado dominio del
las unidades urbanas fluviales, sino también en la zona escuetamente rural.418 ambiente físico. La topografía regional de amplias llanuras o andenes litorales
La zona negroide del Valle del Cauca ofrece similares condiciones de que favorecen la formación de zonas anfibias ajustadas a un régimen climático
vivienda, descritas así por Crist:
Podríamos también señalar el número de viviendas familiares con un cuarto o dos.
La casa de un solo pequeño cuarto, usualmente de muros de adobe y techo de paja dentro Departamentos Total viviendas 1 cuarto 2 cuartos
de la cual todas las actividades transcurren. La humilde comida es cocinada en una olla
Atlántico 54.813 3.601 14.774
de barro con carbón de palo, sobre un fogón de tres piedras colocado sobre una mesa Bolívar (incluidos
empañetada o puesto sobre el suelo de tierra apisonada. El humo sale fuera a través del Córdoba y Sucre) 142.839 22.168 50.994
techo sin el beneficio de una chimenea; la comida es tomada con los dedos; cuchillos, Magdalena
tenedores y cucharas son escasos, si acaso los hay; las lavazas son arrojadas por una (incluido Cesar) 68.789 10.864 26.375
estrecha ventana que en las noches se cierra herméticamente para evitar el aire nocturno Chocó 20.933 3.971 6.227
de nocivos efectos. Todos los miembros de la familia duermen en el piso sobre esteras, Puede consultarse, además: Instituto de Crédito Territorial (Corporación de Servicios Públicos).
cueros de res o sacos de fique: allí se conciben los hijos y allí se exhala el último aliento. Chambacú, regeneración de una zona de tugurios, Bogotá, 1955; Zona negra, rehabilitación de un
sector urbano, Bogotá, 1955, que hace referencia a la ciudad de Barranquilla; Déficit y demanda
de vivienda en Colombia, Bogotá, 1956; Estudio de la urbanización la Floresta y la isla, Cali,
La porción costera norteña ofrece condiciones que se acercan a las enun- 1958, inédito; Muestreo de estudio y análisis de la vivienda en Montería, inédito; Informe al señor
ciadas para las demás en la zona rural y en la urbana dentro de los grupos ministro de Fomento para su memoria al Congreso Nacional, 1963, Bogotá 19631; Informe al señor
ministro de Fomento para su memoria al Congreso Nacional, 1966, Bogotá, 1966; Joseph Lebret,
populares. Las ciudades que están focalizando la atracción de los movimientos Op. cit., pp. 9 y ss., 100 y ss.; Elsa Usandizaga y otro, Op. cit., p. 47 y ss.
horizontales del agro y de las poblaciones menores, se han llenado de tugurios, También puede ofrecernos un aspecto del problema habitacional el número promedio de personas
por cuarto dado por el mismo censo de viviendas.
"zonas negras" de difícil erradicación. Un déficit cuantitativo y cualitativo
caracteriza la vivienda urbana, condiciones que trascienden, es lógico decirlo, Departamento Total viviendas 0-1 ]-2 2-3
3-4
419 Magdalena
en la estructuración familiar.
(incluido Cesar) 68.789 1.472 13.635 30.021 13 525
Atlántico 54.813 1.063 18.602 ,8.602 13.336
417 Ibídem.; véase, además, Jaime Buitrago, Pescadores del río Magdalena, Bogotá, 1940; Lauchlin Bolívar (incluidos
Currie y otros, Informe..., Op. cit., p. 8; Peregrino Ossa, "Apuntaciones geográficas", en: Boletín de Córdoba y Sucre) 142.839 2.011 38.806 57.979 20 810
la Sociedad Geográfica de Colombia, vol. XVI, No. 59, Bogotá, 1958, pp. 135 a 150.
^ * ° _ _ 20.933 655 9.134 7. 498
418 Joseph Lebret, Op. cit., pp. 79 y 80; E. Vélez González, Op. cit, pp. 729, 730, señala las crueles condiciones
habitacionales de la zona de Urabá; INCORA, Proyecto Chocó No. 1..., Op. cit., p. 51 y ss. Departamento 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9
419 Elsa Usandizaga y Eugene Havens, Tres barrios de invasión. Estudio de nivel de vida y actitudes en "^ Magdalena
quilla, 1966, Coediciones Tercer Mundo y Facultad de Sociología, pp. 29 a 31, 47 a 58; las condiciones^
tres barrios de invasión en Barranquilla; Raymond Crist, Op. cit., p. 5. Para mayor amplitud de la informad (incluido Cesar) 4.899 4.523 517 47 - 150
veamos la situación siguiendo el último censo de edificios y viviendas del país. Atlántico 2.693 553 238
Bolívar (incluidos
Zona rural
Córdoba y Sucre) 7.443 14.061 1.449 217 16 417
Departamentos Piso tierra % Sint agua % Sin sanitario % Sin baño % Sin luz Chocó 2.821 750 17

Atlántico 72,6 92,6 91,8 94,3 93,8 ustavo Pérez, El campesino colombiano, un problema de estructura, Bogotá, 19>59 pp 1H-H3-
Bolívar (incluidos stituto de Crédito Territorial, 1965, Informe al señor ministro de Fomento para su memoria al
97,2 95,4 97,4 98,3 °"8reso Nacional, Bogotá, 1965, pp. 27 a 3 1 ; Apuntes sobre el desarrollo urbano,. Memoria al VII
Córdoba y Sucre) 95,1
98,2 ngreso Nacional de Ingenieros, Bogotá, 1966, p. 23; Informe al señor ministro de Fomento oara
Chocó 52,4 98,0 96,7 98,9
nenoña al Congreso Nacional, Bogotá, 1962, gráfico No 3
Magdalena 96¿,
(incluido Cesar) 87,0 92,5 88,0 96,4
2 5 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 7.59

423
de altas temperaturas y una casi dominante alta lluviosidad, (véase parte 3
nrotector en la salud de su habitante, factor al cual se suman premisas
apartado "El habitat") crean, en armonía con el sistema vegetativo, la selva, educativas mínimas también en su capacidad para defender la salud de
premisas favorables para la proliferación de ciertas enfermedades que se hacen cada individuo y de la comunidad.
endémicas. Concomitantemente las condiciones de desarrollo económico Dentro de este engranaje de elementos etiológicos, se ajustan también los
y técnico regional y aun nacional, no alcanzan a contrarrestar las consecuen- niveles de ingresos de la gran mayoría de los habitantes de este complejo.
cias naturales derivadas del habitat. La comunidad no puede apropiar las par- Estas entradas, bien sean miradas como ingreso familiar o conyugal o por-
tidas gubernamentales suficientes para el saneamiento ambiental, y en muchos menorizadas individualmente, representan en el conjunto nacional una de las
casos, aunque las apropie, ni alcanzan ni llegan a satisfacer los fines que se más bajas, a excepción de las zonas de minifundio excesivo del complejo
pretenden alcanzar, ya que un desajuste institucional administrativo se torna andino. Paralelamente comprometen peyorativamente, tan exiguas entradas,
típico dentro de estas colectividades de tan marcado y generalizado subdesa-
rrollo. Complementariamente opera la limitada colaboración individual: si Urabá chocoano, Op. cit., pp. 50 y 51; Rodrigo Parra S., El caso de Candelaria..., Op. cit., pp. 35
y ss„ 50, 52 y 53.
la comunidad toda es incapaz de realizar el dominio del habitat, tampoco este 423 Robert C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 149 a 204. Obsérvese la economía de subsistencia de la
puede ser logrado parcialmente por el individuo a expensas de sus desmedra- región, Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..,, Op. cit., pp. 236 y ss, 255
y ss., 256 y ss., 36, 103 y ss.; Lauchlin Currie y otros, Informe..., Op. cit., cap. IX, pp. 37 y ss.,
dos ingresos.422 Ya dije y quiero recordar, que la agobiante mayoría de las 126 y ss. 146 y ss. Estudíese en cada actividad económica la situación actual y las recomendaciones
viviendas no tienen las cualidades mínimas para satisfacer el funcionalismo del plan; Joseph Lebret, Op. cit., pp. 162 y ss., 178 y ss.; Raymond Crist, Op. cit., véanse capítulos:
"Land tenure system, agriculture, industry", CEPAL, Analysis and Proyections of Economic Deve-
lopment, Chapter IV, "Agriculture", Bogotá, 1954, pp. 170 y ss.; mimeógrafo; Hernán Mendoza
Hoyos, Sobrepoblación en los países en desarrollo, Bogotá, 1966, Asociación Colombiana de Fa-
420 Ministerio de Salud Pública, Plan de erradicación de la malaria, Bogotá, 1957, 2 volúmenes, mi-
cultades de Medicina, División de estudios de población, p. 21.
meógrafo; Enrique Hubach, "La llanura costera del Pacífico", en: Primera Conferencia Agrícola del
Pacífico, Cali, 1949, pp. 7 a 13; Silvio Yepes Agredo, Op. cit., pp. 69 y ss.; Víctor Oppenheim, 424 Ernesto Guhl, La costa del Pacífico..., Op. cit., p. 27; Consejo Nacional de Política Económica,
"Rasgos...", Op. cit., p. 16; Ernesto Guhl, La costa del Pacífico..., Op. cit., pp. 20, 21, 23 y 24; El Chocó..., Op. cit., pp. 127 a 153. Obsérvense mapas 11 VI, 12 VI, gráficos 13 VI, 14 VI y 15 VI
Chocó, sus aspectos..., Op. cit., pp. 140 y ss.; Víctor Manuel Patino, Ensayos de interpretación de sobre el departamento del Chocó; Instituto de Crédito Territorial, Chambacú..., Op. cit., pp. 25 a 26.
algunos datos meteorológicos del Bajo Calima, Cali, 1946, pp. 23 a 29; Adalberto Figueroa Potes, Obsérvese el analfabetismo tan alto en este barrio cartagenero; Escuela de Salud Pública, Informe...,
Iniciación al levantamiento fitosanitario del Bajo Calima; observaciones preliminares sobre la etno- Op. cit., p. 9 y ss.; véanse cuadros No. 3 y 4; E. Vautier y otro, Op. cit., pp. 18 y 33; Lauchlin
fauna de esa región, Cali, 1946, pp. 65 a 72; Roben C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 3, 5 a 39, Currie, Informe..., Op. cit., pp. 8 y 9; Joseph Lebret, Op. cit., cap. 1, "Balance de la educación en
40 a 49; Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó, Plan de Fomento Regional, Colombia", pp. 299 a 330. Obsérvese en el Atlas la correlación entre la situación escolar, la biológica
1958-1968, Cali, sin fecha, pp. 54 a 64, 165 a 167; Joseph Lebret, Op. cit., pp. 127 a 130; Elias y la economía; Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., p. 141. Véase la parte ribereña magdalenense;
Vélez González, Op. cit., p. 730. Ernesto Guhl, Chocó..., Op. cit., p. 137; DAÑE, Anuario General de Estadística, 1951, Bogotá, 1956,
421 Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., pp. 363 a 394; Escuela de capítulo "Educación"; obsérvense los sueldos del magisterio en las zonas de nuestro interés, Boletín
Salud Pública, Informe..., Op. cit., pp. 33 y ss.; Lauchlin Currie, Op. cit., pp. 8-10; Alfonso Ocampo Mensual de Estadística, Bogotá, 1955, No. 50, pp. 81 y ss.; No. 77, Bogotá, 1957, pp. 104-107;
Londoño, Memoria del Ministerio de Salud Pública, 1960, Bogotá, 1960. Véanse datos sobre presu- No. 47, Bogotá, 1955, pp. 67 y ss.; No. 48, Bogotá. 1955, p. 83; No. 49, Bogotá, 1955, p. 891;
puestos de salud; Antonio Hernández Prada, La situación hospitalaria y asistencial urbana y rural No. 76, Bogotá, 1957, pp. 110 a 111; No. 65, Bogotá, 1956, p. 84; No. 50, Bogotá, 1955, pp. 81,
en Colombia, Bogotá, 1963, presentado a la Asamblea de la Asociación de Facultades de Medie"18 82, 90; Raymond Crist, The Cauca Valley..., Op. cit., p. 61, véase educación; Jaime Parra, Op'. cit.,
celebrada allí en octubre de 1963, pp. 13 y ss.; Ernesto Guhl, Chocó..., Op. cit., pp. 140 y ss PP- 37, 69 y ss.; Albert Berry, "Breve estudio de los determinantes del crecimiento de la población
de Colombia", en: Revista del Banco de la República, Bogotá, 1965, cuadro 4, p. 6.
422 Secretaría de Agricultura y Ganadería del Valle, Presentación del Bajo Calima, Cali, 1946, p-/°j
Ernesto Guhl, La costa del Pacífico..., Op. cit., p. 27; Chocó..., Op. cit., pp. 5 y ss.; 51 y ss.; R"1^" Elisa Usandizaga, Op. cit., véase cap. VI, "Ocupación e ingresos", pp. 59 y ss.; Consejo Nacional
C. West, Op. cit., pp. 117, 119, 124 y 125; Consejo Nacional de Política Económica y Planeación. de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., pp. 109 y ss. Corporación Nacional de Ser-
Chocó..., Op. cit., pp. 117 a 188, 191 a 203; ICT., Corporación Nacional de Servicios Públicos. vicios Públicos, Op. cit., pp. 39 a 42, pp. 42 a 51; Instituto de Crédito Territorial, Chambacú..., Op.
Déficit y demanda de vivienda en Colombia, Bogotá, 1956, pp. 13, 14, 19, 21, 27 y 28; Instituto^ £"-. pp. 27 a 33; Escuela de Salud Pública, Informe..., Op. cit., pp. 10 y ss.; Instituto de Crédito
Crédito Territorial, Chambacú..., Op. cit., pp. 37 a 44; Universidad Nacional de Colombia, EsCf^ Territorial, Informe..., Op. cit., 1964, pp. 27 y 28, véanse cuadros No. 1 y 2; Ernesto Vautier y otro,
de Salud Pública, Informe que presenta un grupo de alumnos del curso de especialización en sa °P- cit., pp. 22-24, 28 y ss.; Joseph Lebret, Op. cit., véase capítulo "El ingreso nacional y su dis-
pública sobre su práctica en el campo realizada en algunos barrios de la ciudad de Cartag tribución por capas sociales", pp. 25 a 38; obsérvese en el Atlas, la distribución porcentual de los
Bogotá, 1962, pp. 14 a 17; mimeografiado; Instituto de Crédito Territorial, Informe al señor mirlf ¿t establecimientos comerciales y de servicios en los departamentos que nos interesan; Raymond Crist,
de Fomento para su Memoria al Congreso Nacional, Bogotá, 1964, pp. 15 a 19; ¿a dema"!\Q0<. °P- cit., pp. 59 a 87; Instituto de Crédito Territorial, Zona negra..., Op. cit., pp. 26 y ss.; Antonio
vivienda en los programas del ICT y las condiciones económicas de los solicitantes, Cartagena. Hernández Prada, La situación hospitalaria..., Op. cit., p. 13 y ss.; Gustavo Pérez, El campesino
c
p. 7; Zona negra..., Op. cit.; Informe al señor ministro de Fomento para su Memoria al ConS °jombiano..., Op. cit., pp. 55 a 70; Elias Vélez González, Op. cit., p. 734; INCORA, Proyecto
Nacional, Bogotá, 1962, p. 17 y ss., cuadro No. 7; E. Vautier y Orlando Fals Borda, Op. cit- st ¿ hoco, Op. cit., p. 28 y ss., 36 y ss.; Arturo Ocampo, Informe de la comisión interministerial que
s
funciones primarias de la vivienda, pp. 46 y ss.; Joseph Lebret, Op. cit., pp. 93, 79 y ss.; R# f] 'tó la zona bananera del Magdalena en los días comprendidos entre el 31 de enero y el 5 de
r
Crist, The Cauca Valley..., Op. cit., p. 61; INCORA, Proyecto Chocó..., No. 1, Colonización e ero de 1967, Bogotá, sin fecha, pp, 3 y ss., mimeografiado.
2 6 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones /261

el alto porcentaje de hijo por unidad doméstica y las formas estructurales tanta más razón, en el área rural. Grandes extensiones quedan privadas de
de la célula hogareña, unión libre inestable, madresolterismo, poliginia y ia estos recursos, particularmente en la zona fluvial del Magdalena y Bajo Cauca,
jefatura económica femenina predominante dentro de estas variables en re- y en la costa del Pacífico. Tampoco llevan ventaja en cuanto a los servicios
giones de limitadas posibilidades de ingreso para este sexo. De este modo, hospitalarios. En función del personal paramédico, esta región cultural es
economía individual y colectiva, sumada a las formas estructurales y funcio- la más pobre en su disponibilidad y atención. La centralización de estos ele-
nales de la unidad doméstica, colaboran conjuntamente en el establecimiento mentos en las ciudades de la región andina, la desposee no sólo en cantidad
de las precarias condiciones de salud, que hallan un manifiesto reflejo prima- sino en la calificación de este personal indispensable.
rio en las condiciones nutricionales de cada individuo y que especialmente se Añadamos también el factor cultural. La escasez de vías de comunicación
428
para algunos de estos sectores, con otros centros de mentalidad diferente (cos-
agudizan en la población infantil. La carencia de estudios generales del
ta del Pacífico, zona minera antioqueña, partes meridionales de las sabanas
complejo total no permiten cuantificar adecuadamente el problema, pero los
del Caribe, valles bajos del Magdalena y del Cauca), mantienen intacto y
muéstreos parciales están señalando, con base en la desnutrición dominante
funcional el primitivo corpus cultural tradicional, condición que, sumada a
en este ambiente, las más propicias condiciones para la proliferación de la
las condiciones educativas, las distancias entre las cabeceras y las zonas ru-
enfermedad.
rales, más las interferencias sin control del medio ambiente básico dentro de
Enunciemos otros factores más ligados al fenómeno. Las comunidades no
una estructura social y económica sin proyección vital, han marcado caracte-
disponen de medios institucionales suficientes para contrarrestar las premisas
rísticas peculiares en el comportamiento del individuo y de la familia ante la
ya enunciadas. Falta personal médico y paramédico, así como centros de sa-
lud, drogas, servicio hospitalario, etc., en sus cabeceras municipales y, con
correspondientes en la encuesta rural y urbana al habitat que nos ocupa. Obsérvese el análisis de
426 Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., p. 155; Corporación Na- equipos, los correspondientes por municipios a los centros de salud de esta misma área; Virginia
cional de Servicios Públicos, Op. cit., pp. 35 a 42; Instituto de Crédito Territorial, Chambacú...., Gutiérrez de Pineda, "El país rural colombiano, ensayo de interpretación", en: Revista Colombiana
Op. cit., pp. 15 a 17; Escuela de Salud Pública, Informe..., Op. cit., pp. 9 y ss.; Instituto de Crédito de Antropología, vol. VII, Bogotá, 1958, apéndice de notas bibliográficas, Mapa Sanitario, 1951.
Territorial, Informe..., 1964, Op. cit., pp. 31, 73, 74; Roberto Pineda Giraldo, Berástegui, una Véase la distribución de los centros y puestos de salud en el país. Obsérvense las zonas de nuestro
comunidad de asalariados rurales, 1956, inédito. El promedio para Berástegui es de 6,4; DAÑE, interés, p. 109. Según la distribución de los servicios médicos en esta zona, sabemos que para la
Censo de población del Cauca, Bogotá, 1954, p.100; Censo de población del Atlántico, Bogotá, década de 1950 a 1960 esta zona era de las más pobres en facultativos y una de las menos favorecidas
1955, p. 82; Censo de Población de Bolívar (incluye Córdoba), Bogotá, 1956, p. 156; Censo de en la distribución de puestos de salud; Ernesto Guhl, La costa del Pacífico..., Op. cit., p. 27; Consejo
población del Chocó, Bogotá, 1955, p. 68. Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., p. 170 y ss.; Ministerio de Salud
427 Roben C. West, Colonial..., Op. cit., pp. 83, 84; Consejo Nacional de Política Económica y Planea- Pública, Oficina de Planeamiento y Bioestadística, Número de médicos en Colombia, 1963. Mimeó-
ción, Op. cit., pp. 79 a 86, 111; cuadros 4 - III y 5 - III: Instituto de Crédito Territorial, Chambacú.-, grafo. Obsérvese la distribución médica en los municipios y departamentos que nos interesan de
Op. cit., pp. 17 y ss., 22-24; Maurice Davies, Negros in America Society, New York, 1949, p- <• • acuerdo con el número de habitantes. Obsérvense los mapas de distribución departamental de los
Instituto Colombiano de Planeación Integral, Primer plan..., Op. cit., p. 274; Care Inc., Colombia médicos en función de la población.
Community Development, a survey repon, Bogotá, 1960, p. 9; pone de presente la jefatura económica 430 Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Op. cit., p. 170 y ss.; DAÑE, Hospitales,
femenina en el río Magdalena. clínicas, puestos de salud existentes en Colombia, 1964, Bogotá, 1964, pp. 3, 4, 8, 11 y 12; Esta-
428 Ernesto Guhl, La costa del Pacífico..., Op. cit., p. 26; Raymond Crist, Ojeada geográfica al Bap dísticas de Salubridad, 1963, Bogotá, 1964, pp. 52, 55, 78 a 81, 175 a 177, 243. 244, 279 y 282.
Calima, Cali, 1946, pp. 16 y ss.; Víctor Manuel Patino, Ensayos de la interpretación..., Op c'" Obsérvese en los municipios de los departamentos de Nariño, Cauca, Valle, Caldas, Cundinamarca,
pp. 23 y 24; Secretaría de Agricultura y Ganadería del Valle, Presentación..., Op. cit., pp- 8-* > ' Boyacá, Antioquia, Santander incluidos en este complejo, la condición hospitalaria; Escuela de Salud
Escuela de Salud Pública, Informe que presenta un grupo de alumnos..., Op. cit., pp. 57 a 64; K° Pública, Informe..., Op. cit., pp. 33 y ss.; Alfonso Ocampo Londoño, Memoria... 1960..., Op. cit.;
C. West, The Pacific..., Op. cit., pp. 130 y ss.; Consejo Nacional de Política Económica y Planead • Ministerio de Salud Pública, División de Servicios Técnicos Auxiliares, Sección de Bioestadística,
Op. cit., pp. 158 y ss.; Instituto de Crédito Territorial, Chambacú..., Op. cit., pp. 27 a 32. o b s e r * ja tabla No. 2, "Hospitales generales y especializados por departamentos, 1962"; tabla No. 3, "Hospitales
la alta inversión en alimentos, 80,4 del ingreso, indicativo de malas condiciones nutricionales; Esc departamentales por número de camas, 1962"; tabla No. 3, "Camas por hospitales según especialidad,
de Salud Pública, Informe..., Op. cit., pp. 54 y ss.; Ernesto Vautier y otro, Op. cit., PP- 35 Y^ 1962"; véanse también las tablas No. 4 hasta 17. Uno de los más limitados cualitativamente y en
Instituto Colombiano de Planeación Integral, Primer plan..., Op. cit., pp. 550 y 592; Joseph U ^ Proporción con el elemento demográfico que debe servir; Ocampo Álvarez, Op. cit., pp. 5 y ss.
431 «cuela de Salud Pública, Informe..., Op. cit., pp. 33 y ss.; Ministerio de Salud Pública, Oficina de
Op. cit., pp. 74 y 75; Alicia Dussán de Reichel, "La repartición de alimentos en una socieo
transición", en: Revista Colombiana de Antropología, vol. I, Bogotá, 1953, p. 276 y ss. Planeamiento y Bioestadística, Recursos humanos en Colombia, mimeógrafo. Véase cuadro "Com-
paración de las necesidades estimadas y existentes de personal de enfermería de América Latina",
429 Consejo Nacional de Política Económica y Planeación, Chocó..., Op. cit., pp. 168 a 171 a ' " ' í..1
abla No. 17, "Servicio de enfermería de los establecimientos hospitalarios, 1962"; Antonio Hemán-
mapa 10 - VIII; Escuela de Salud Pública, Informe..., Op. cit., pp. 33 y ss.; Lauchlin Currie, W°. ¡M z
Prada, La situación.... Op. cit.; INCORA, Proyecto Chocó..., Op. cit., pp. 51 y ss.
Op. cit., pp. 8 y 9; Joseph Lebret, Op. cit. Obsérvese en el Atlas el cuadro general, los muW
2 6 2 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I T&b

enfermedad y ante la salud, comportamiento que asume aún en su diagnóstico paralelamente se presentan condiciones económicas centradas alrededor de
P - • 434
prevención y tratamiento todas las influencias de la medicina popular. 32 una ganadería extensiva, con gran propiedad, o de actividades mineras. En
Valorando estas premisas ambientales se hace necesario interpretar con cambio, se halla un dominante analfabetismo femenino, dondequiera que los
reserva las cifras estadísticas sobre morbilidad que con tanta precisión pueden grupos negros e indios encuentran una mayor pureza étnica y cultural, parti-
obtenerse para esta zona. Existe una contradicción entre estas condiciones cularmente en aquellas zonas de más incipiente economía: agricultura nomá-
físicas y culturales y los indicadores de salud y enfermedad, ya que los nú- dica, laboreo rudimentario del oro, recolección, caza y pesca. En estos
meros que cuantifican tales situaciones no reflejan la realidad. Los porcentajes epicentros se siente la influencia colonial en el estatus de la mujer, condición
estadísticos permiten suponer halagüeños estados de salud, los mejores del que le impide concurrir a las aulas, y que se hace similar a la que afronta la
país, versiones que contradicen los sondeos esporádicos realizados en su há- mujer de ascendencia aborigen en las zonas del complejo familiar americano.
bitat 4 3 3 La primera variable abarca la zona litoral norteña y fluvial, con algunos en-
claves en los sitios donde existe la condición ya enunciada. La segunda ca-
La educación. Algunos rasgos de su estructura racterística se proyecta en toda la costa del Pacífico y en antiguos sitios de
actividad minera (Zaragoza, Remedios, Supía, Marmato, Puerto Tejada, etc.)
Una serie de características comunes distinguen las diversas zonas del com- y pequeños enclaves donde se encuentra la fuerte presencia de grupos de color
plejo familiar negroide en lo relativo a educación, características más agudas o de un legado biológico y cultural indio.
en unas subregiones que en otras. La segunda característica hace relación al analfabetismo en general. Con
El primer indicador cultural de esta zona en lo referente a educación, está excepción del departamento del Atlántico, los más altos índices de analfabe-
constituido por la manera como se cumple la repartición del analfabetismo tismo rural y urbano de todo el país corresponden a los departamentos de
por sexos: un dominante analfabetismo masculino se manifiesta en todo el este complejo. Es más: en aquellos departamentos como Antioquia, Caldas,
habitat donde un mestizaje biológicocultural blanco negro se cumplió en forma Tolima, Huila, Cundinamarca, Boyacá y Santander, cuyos límites se extienden
más intensa, cruce con diferencias en relación con los dos aportes, y donde hasta la hoya fluvial del Magdalena, pertenecientes a este complejo o en aque-
llos otros donde porciones de los mismos llegan hasta el mar, áreas de esta
subcultura, como ocurre con Nariño, Cauca y Valle o se internan en el habitat
432 INCORA, Proyecto Chocó..., No. 1 , Op. cit., pp. 23 y ss.; Roberto Pineda, Berástegui..., Op. cit.,
capítulo "Salud"; Virginia Gutiérrez de Pineda, "El país rural..." ..., Op. cit., véase cap. XI, "Salud, de este complejo, como Antioquia, los promedios de las zonas fuera de este
prevención y enfermedad", pp. 37 y ss.; La medicina popular en Colombia, razones de su arraigo,
Bogotá, Universidad Nacional, 1961, cap. IV, 'Tipos de medicina popular", pp. 41 y ss.; Gerardo y
territorio son marcadamente más bajos que las intromisiones culturales de los
Alicia Reichel Dolmatof, "Nivel de salud y medicina popular en una aldea mestiza colombiana", en- mismos en el complejo familiar negro. 36
Revista Colombiana de Antropología, vol. VII, Bogotá, 1958, p. 227; William C. Sayres, "Status.
Transition and Magical Fright", en: América Indígena, vol. XV, No. 4, México, 1955; Rogelio ve-
Véase Anexo, mapa "Distribución del analfabetismo por sexos, 1951", Rural; Virginia Gutiérrez
lázquez, "La medicina popular en la costa del Pacífico", en: Revista Colombiana de Antropojop^ "e Pineda, "El país rural...", Op. cit., véase el analfabetismo y las influencias culturales del pasado,
vol. VI, Bogotá, 1957; "Muestra de fórmulas médicas utilizadas en el Alto y el Bajo Chocó , o1- PP- 24 a 36.
Revista Colombiana de Antropología, vol. VI, Bogotá, 1957; Roberto Pineda Giraldo, Los Choco-'
Op. cit., Los sistemas curativos americanos y los legados africanos de los que España portaba e Alberto Ruiz M., "El analfabetismo en Colombia", en: Publicaciones del Ministerio de Educación
conquista y Colonia, mantienen vigencia dentro de un ambiente mágico, religioso y pragmático "acional de Colombia, Boletín XI, sin fecha, mimeógrafo; DAÑE, Censo de población de Colombia,
195
considerable complejidad. Estas sobrevivencias determinan en los sectores populares el com^0\¡l 1 , (resumen), pp. 96 a 99; DAÑE, Anuario General de Estadística, 1951, 1952, Bogotá, 1953,
miento ante la enfermedad, la guarda de la salud; Silvio Yepes, Op. cit., pp. 33 y ss. Contie"6 P- 381; Boletín Mensual de Estadística, Bogotá, 1955, No. 50, pp. 81 y ss. Obsérvese en los depar-
capítulo muy amplio sobre medicina popular de fuerte influencia mágica. tamentos y municipios de este complejo la proporción numérica de la matrícula entre los dos sexos;
CI
DA, Estudio sobre..., Op. cit., cap. V, pp. 290 a 295, 45 a 51; INCORA, Proyecto Chocó..., Op.
433 He realizado muéstreos de salud, paralelos a los de estructura de la familia, en Quibdó, I s ^ c
"' P- 11; Rodrigo Parra, Op. cit., pp. 69 y ss. Ministerio de Educación Nacional, Daniel Arango.
Paravandocito, Tumaco, Mutatá, Puerto Berrío, Zaragoza, Remedios, Puerto Tejada, El Bagre : upa r,
"forme del ministro de Educación al Congreso Nacional, Bogotá. 1966, pp. 14 y ss.
celejo, El Banco, Arjona, Guacamayal, Sincé, Río Frío, Sevilla, Aracataca, Riohacha, Vallad PJ_ ar
a respaldo de las precedentes afirmaciones, véase, DAÑE, Anuario General de Estadística. 1960,
Codazzi, Supía. Estos muéstreos y aquellos otros cubiertos por instituciones médicas dentro ^
vestígaciones regionales muestran en forma clara la contradicción entre los datos estadísticos ^ °gotá, 1960, pp. 200 y ss.: Alberto Ruiz M., Op. cit., pp. 3 y ss.; obsérvese a través de los datos
mu
realidad regional: Albert Brevy, Breve estudio..., Op. cit., pp. 845 a 853; DAÑE, Estadís"c nicipales la situación expresa; DAÑE, Boletín Mensual de Estadística, Bogotá, 1957, No. 77,
Salubridad, 1963, Bogotá, 1964. Compárense los datos de los departamentos aludidos. PP 104 y 107; Bogotá, 1955, No. 47, p. 67 y ss. Situación en Caldas, Tolima y Boyacá, Bogotá,
2 6 4 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 2 6 5

En lo relativo a la preparación del magisterio en estas zonas, no puede aculados (1953) respecto a la población en edad escolar. De esta manera,
decirse que él sobrepase ostensiblemente en forma negativa o positiva las uedan fuera de la educación, una mayor cantidad de niños que en cualquier
condiciones técnicas comunes a este gremio en todo el país. Existe en forma otra z ° n a del Pa*s- Finalmente, si exceptuamos el Atlántico, los demás se
general una proporción similar en el número de maestros sin grado alguno y c0locan en puestos de avanzada, en cuanto a la cantidad de alumnos repitentes

los que son normalistas, con las que hallamos en todo Colombia, aunque en sus aulas (1956), fenómeno que constituye un sugerente indicador de
Magdalena y Córdoba, dentro del porcentaje de los sin grado ocupan, sin ¡a situación educativa de esta subcultura.
embargo, uno de los más altos. Tampoco se observa una acentuada despro-
porción entre el número de alumnos por maestro: la situación que las aulas La religión
de este complejo presentan, es normal en la cifra regional. Mejor aún, el
Chocó ofrece el promedio más bajo, quizás indicativo de otros problemas. En el pasado y su proyección funcional en el presente
Similar observación hay que anotar en cuanto al número de establecimientos
escolares. Guardada la proporción demográfica, no se destaca ninguna situa- En el volumen anterior de este estudio vimos el afán creciente de la Iglesia
ción peyorativa en comparación con otras regiones culturales. por la conversión del indio. La salvación de su alma angustió desde las pri-
Sin embargo, el fenómeno que sí caracteriza fundamentalmente los de- meras expediciones de Conquista a los dirigentes españoles y esta misma
partamento de este complejo familiar es el ausentismo escolar, desta- preocupación se vertió en el repartimiento, en la encomienda, en el cacicazgo,
cándose de tal modo, que si exceptuamos al Tolima que también se incluye, en el Pueblo de Indios, etc., en tanto que su proyección sobre el alma africana
los departamento que se ubicaron en orden descendente fueron: Magdalena, fue más débil. No quiero decir que España no se preocupara por la cristiani-
Tolima, Bolívar, Córdoba, Chocó, Atlántico en todo el ámbito nacional. zación del esclavo de color, pero mientras la aculturación religiosa del ame-
Por otra parte, estos departamento indicaron (1956) una menor proporción de ricano, convertida en obsesión por el hálito misional de su Iglesia, de la Co-
alumnos aprobados en relación con los que fueron matriculados en las escuelas rona y del pueblo hispánico se hizo una realidad, el adoctrinamiento católico
primarias rurales,441 y nuevamente estas regiones, con una menor tendencia del negro no fue sino una tibia empresa sin muchas desazones ni estímulos.
en el Chocó, son también las que señalan un menor porcentaje de alumnos En La familia en Colombia, tansfondo histórico, apartado "La Iglesia y la
sociedad en la asimilación del negro", anotamos que el esclavo bozal debía
ser bautizado y catequizado, medida que tendía más a convertirse en política
1955, No. 48, p. 83; Bogotá, 1955, No. 49, p. 89; Bogotá, 1957, No. 75, pp. 110 y 111; Bogotá,
1956, No. 65, p. 84; Cauca y Magdalena, Bogotá, 1955, No. 50, pp. 81, 52, 90; Córdoba, Cundí- de suavización de las asperezas de la personalidad del africano para su encaje
namarca, Huila y Valle, Bogotá, 1955, No. 57, p. 63; Bogotá, 1955, No. 51, p. 90; Atlántico, social, que una verdadera labor aculturadora religiosa. Era tarea de amos cris-
Cauca, Chocó, Magdalena y Norte de Santander, Bogotá, 1955, No. 55, p. 81, Bogotá, 1958, No. 83,
p. 83 y ss.; Joseph Lebret, Op. cit., pp. 299 a 311; Santander, Bogotá, 1956, p. 117; Virginia tianizar sus esclavos para verlos más sumisos, más resignados, más eficientes
Gutiérrez de Pineda, "El país..." ..., Op. cit., p. 18; Consejo Nacional de Política y Planeación. y> como lo vimos en la evaluación histórica, no hubo interés suficiente para
Chocó..., Op. cit., pp. 129, 130, 133, 137, 138, 161 y 357, véase zonas del alto analfabetismo e»
el Chocó; INCORA, Proyecto Chocó..., Op. cit., pp. 54 a 56; Elsa Usandizaga, Op. cit., PP' w Cometerla porque el adoctrinamiento costaba dinero en tiempo, y éste era
74 y 76; Ministerio de Educación Nacional, Op. cit., p. 14. oro Para el minero, cosecha para el dueño de hacienda y plantación, etc. Y
437 Ministerio de Educación Nacional, Op. cit., p. 49.
438 Ministerio de Educación Nacional, Op. cit., p. 14; DAÑE, Anuario General de Estadística, l' 5
1952, Op. cit., p. 393. 442
439 DAÑE, Boletín Mensual de Estadística, Bogotá, 1958, No. 82, pp. 77 y ss. Anota las causa* ANE, Boletín Mensual de Estadística, Bogotá, 1958, No. 85, pp. 81 y ss.; Estadística cultural,
deserción en el Atlántico. Se destaca la movilidad hogareña y las causas económicas fam»1 gota, 1958, p. 7; CIDA, Tenencia de la tierra y desarrollo socioeconómico del sector agrícola,
olombia. Unión Panamericana, Washington, 1966, p. 233; Ministerio de Educación Nacional, Op.
Virginia Gutiérrez de Pineda, Op. cit., Apéndice de notas bibliográficas. Véase ausentismo &00 c
"- P- 49.
Joseph Lebret, Op. cit., pp. 299 a 311; Elias Vélez González, Op. cit., pp. 720, 721 y 723. 443
440 Ministerio de Educación Nacional, Op. cit., véanse cuadros de analfabetismo por secciones del P" «a mayor amplitud, consúltese Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., vol. I, p. 141; DAÑE,
0e
"'n Mensual de Estadística, Bogotá, 1957, No. 78, p. 80; Anales de Economía y Estadística,
1951, p.
p. 15.
15. .e„io
444 0gotá > J 952, No. 76, pp. 52, Bogotá, 1954, No. 80, p. 36.
441 Virginia Gutiérrez de
de Pineda,
Pineda, Op.
Op. cit., apéndice de notas bibliográficas, cuadro "Aprovecha!"1
cit., apene
en la escuela rural"; Care Inc., Op. cit., p. 9 K'nia Gutiérrez de Pineda, La familia en Colombia, trasfondo histórico..., Op. cit.
2 6 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 267

por ello el amo y la Iglesia se contentaron con cubrir apenas los aspectos dótales. En música y pólvora a altos costos, que alegraban su retraimiento de
externos o aquellos legales más imprescindibles, como el bautizo, la confesión todo el año, y en alcohol, que rompía el círculo del estatus de cada persona-
445 lidad negra. Una competencia febril acicateó las cuadrillas de mineros a su-
y comunión anual, y algunas expresiones de culto. perarse, en la explosión externa de sus patrones de prestigio personales, que
Con esta situación se coordinaba la escasez del clero que apenas alcanzaba vertidos en el culto católico, se tornaban gratificantes como expresión gregaria
para las doctrinas indias, o se ubicaba en las ciudades, al servicio del español más que mística. Bajo tales circunstancias, esta comunidad segregada hizo
o de sí mismo. Además, la localización geográfica del negro era y es inhóspita. del culto una fiesta social, lo transformó en feria, en carnaval, en promiscua
Así que sólo esporádicamente un sacerdote podría aventurarse a un Real de liberación biológica. Los negros, a través del culto, dieron salida feliz a su
446
Minas por la época de las festividades anuales o patronales y no en forma impulso vital contenido, a su soledad, se liberaron de las jornadas mineras y
permanente donde pudiera lograr una catequesis sistemática. del aislamiento forzoso. La divinidad y su honra fueron un pretexto catártico
De esta manera, las zonas mineras en sus Reales de Minas, con sus de- que desahogó la vida del socavón, del barequeo en los ríos de enclave selvá-
vociones focalizadas en un santo patrón, fomentadas por el dueño de minas, tica, dentro de extraversiones distantes de la ética cristiana.
los comerciantes y el interés eclesiástico, fueron conformando en su realiza- Y este carácter externo de la celebración patronal católica de antaño, per-
ción anual uno de los caracteres distintivos de la religión en estas zonas. La dura en todas las festividades religiosas de esta zona. La madre Laura, en
imagen de la divinidad o de algunos de sus elegidos, recibieron en las fechas 1918, habla de que en Ayapel, sin sacerdote, en diez años tenía la Iglesia
conmemorativas de manos del esclavo o del liberto esplendoroso culto. Las
festividades en su honor fueron la escapada gregaria de estos grupos y la sin altar y sin nada que pareciera templo cristiano. En medio del pavimento hallé como un
morro o barranco grande. Preguntó qué era y le contestaron que era la esperma que caía en
versión en católico de su pagana realidad. Durante todo el año, el minero,
las fiestas del santo patrono, la cual año por año se iba acumulando en el sitio en donde bailaban
trabajando en dominicales y en feriados, o en tiempo nocturno, pudo ahorrar
al santo quemándole manojos de velas [...] Cada individuo, con un grueso paquete de velas
el chicharrón de oro que al ser despilfarrado en la fiesta religiosa anual le encendidas, da vueltas alrededor del santo hasta agotar la lumbre.
permitió al esclavo verterse socialmente. Mientras dos yardas de lienzo de la
tierra semicubrieron su desnudez en el socavón, todo el esplendor que su Nada ha cambiado hoy en las fiestas de Riohacha, Barranquilla, Istmina,
estatus de minero aurífero se podía permitir, cubrió sus cuerpos en las festi- Zaragoza y Remedios, en donde se honra con las modalidades señaladas la
vidades religiosas y enjoyaron los iconos ofrecidos a su fetichista culto. Los fecha patronal.
mismos amos que a través del comerciante satisfacían y sacaban ventaja eco- La religión, por otra parte, se hizo sincrética: cuando el negro se evadió
a
nómica de estos patrones externos de prestigio, estimularon esta válvula de los palenques, o se fue internando a sitios distantes del control del resto
extraversión de la personalidad del negro, que acaparó sobre sí todos los bie- de la comunidad blanca o mestiza, dejó de lado muchos de los ya asimilados
nes terrenales para tales festividades religiosas. El oro ganado para cubnr Patrones de comportamiento de la nueva cultura, pero recordó vigorosamen-
estas expensas, retornaba a las arcas del blanco o del misionero eventual, te las oportunidades rituales que había practicado, conservando un gran in-
porque las festividades halagaron la generosidad del africano para con su terés por la liturgia religiosa. Más aún, aderezó nuevos rituales para mezclar
a
divinidad y la extroversión religiosa del esclavo, a manera de bumerang,re" los de clara tradición católica y a los de ancestro africano y los incluyó
en
tornaba a su punto de partida. Fue un picante estímulo para este miembro de sus festividades anuales. De esta manera, el culto se vio mezclado fun-
Cl
la comunidad que dio todo a Dios cuando no poseía nada. Lo otorgó e °nalmente con ritos de fecundidad, de la cosecha, con formas mágicas
limosnas, en mandas, en dádivas, joyas, altares, pulpitos áureos que decoraro 1 Ue al faltar el sacerdocio heterodoxo eran ejecutadas cuidadosamente por
y enriquecieron las Iglesias mineras y esmaltaron de riqueza los trajes sace
7
Laura Montoya, Op. cit., pp. 299 a 304.
445 lbíd., "Evaluación de la conversión del indio y el negro", pp. 271 y ss. tr
> Mochazaque y en Ayapel encontró la madre Laura el culto de dos vírgenes negras, mujeres
ar
446 lbíd., pp. 279 y ss., 311 y ss. >cianas que no habían tenido vida marital y eran veneradas en las localidades, lbíd., pp. 320. 321.
268 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 269

un "encargado" de la comunidad. Y estas fiestas conservaron sus valores Tal era la estampa del sacerdote que la comunidad costeña conservaba como
gregarios, su afirmación colectiva de fe, y la oportunidad, quizás única, p a r a mi elemento funcional y directivo de su vida social no hace mucho tiempo.
jugarse individualmente los patrones de prestigio de estas comunidades y Otra dirección tomó la religión en estas zonas del complejo cultural negroide:
entrar en juego su primitiva economía. Veamos una descripción de alguna la magia. En Manabú, cercano a Ayapel, la madre Laura señala la existencia de
de estas festividades. fuertes creencias mágicas, asociadas a la religión. El amplio funcionalismo que
En Ure, en 1918, el culto era sostenido en un rancho cumplió la magia fue la resultante de la escasa adoctrinación de la Iglesia en estas
regiones y paralelamente del limitado dominio técnico ambiental. Si hoy en día
por un negrito sacerdote y que entendía de todas las fiestas y asuntos religiosos que la vida de su habitante está aún a merced de fuerzas negativas difíciles de controlar,
dominaban relaciones con la Iglesia Católica. Esta costumbre de tener ese sacerdote databa
peores condiciones prevalecieron en el pasado que influyeron en la penetración
de casi cuatrocientos años atrás, desde que sus antepasados habían sido traídos a Cartagena
y destinados al laboreo de las minas, guardaban esta costumbre a través de generaciones. de esta mentalidad en la forma religiosa. Por otra parte, mágica era la mentalidad
[...] El sacerdote era vitalicio, y sólo en el lecho de muerte del regente se reunían los del indio y la del negro y mágica también la del español. Por ello su pensamiento
viejos del caserío para nombrar otro viejo, bien conocedor de sus tradiciones. El oficio pudo proyectarse en este ambiente con amplitud, dando respuestas muy variadas
era ad honorem y exigía grandes condiciones. Todo el culto consistía en la celebración e impregnando la religión para darle acción e incluirla en la sociedad como un
de ciertas fiestas, con baile, dentro de la misma Iglesia, cantos y abundancia de ron. todo estructural. Como resultado, en estas zonas y dentro de estos elementos
humanos, la magia y la religión llevan vida simbiótica que se proyecta en com-
Para complementar, es interesante conocer la fiesta que la madre Laura
plejas oportunidades.
llama de Las Negritas:
El funcionalismo de la magia, asociado a la religión dentro de este am-
Esta fiesta anual la celebraban el día del Corpus Christi. [...] Todo el día lo pasaban
biente cultural primitivo, ha logrado y consiguió amplias proyecciones: ex-
ebrios y bailando en el rancho de la Iglesia, y a cierta hora entraban las negritas jóvenes,
tendió, por ejemplo, su poder en la actividad económica. La ganadería y la
y al verlas se armaba la mayor tremolina, porque en inaudita algazara, los hombres cogían
a esas niñas, declarándose cada cual dueño y, efectivamente, esas desdichadas salían de agricultura extensivas perciben su influencia tanto como la caza, la pesca y
la potestad de sus padres y pasaban a la de esos que habían tenido la destreza de cogerlas la minería tradicional. El habitat endémico gestó y proyectó modalidades de
de entre el tumulto. Éstas eran ya del que las cogía, sin precio alguno, a diferencia de religión folk en íntima vinculación con la magia para defender la salud. Las
las que, fuera de estas fiestas, eran entregadas por sus padres, después de recibir éstos, altas ratas de mortalidad infantil y materna, los limitados promedios de vida,
por ellas, cualquier cosa, pues eran valuadas según la necesidad del progenitor. El que llenaron de contras y amuletos los principios de medicina preventiva, tanto
necesitaba por ejemplo una hamaca, por ella entregaba una hija [...]
como de oraciones, exorcismos, reliquias, medallas religiosas, etc. La curación
Todo este ritual religioso con reminiscentes ritos de fecundidad era ofi- rescató las viejas fórmulas hispánicas religiosas y mágicas y las guardó fun-
cl
ciado por un sacerdote entregado al culto. Es interesante en extremo oír la onalmente hasta ahora en curiosa mixtura. Los instantes vitales del indivi-
Uo
descripción de la misma esclarecida misionera: > nacimiento, gestación y muerte constituyeron variables que conservaron
od
as las prácticas mencionadas como inapelables medidas de sobrevivencia
El viejo sacerdote que actuaba al llegar las Hermanas, se llamaba el señor Hilario, <• n
<íue, como en los fenómenos precedentes, magia y religión anduvieron y
aspecto tan venerable que a las mismas misioneras les inspiraba respeto. Negro, de estatu e
aventajada, robusto, rostro amable, bueno en costumbres y muy lleno de la idea del val
dan la mano en el momento presente.
de su oficio, tenía no se sabe cuántas hilachas de trapos viejos que formaban sus insigW Pero la magia influyó más íntimamente ligada a la religión. Invadió por
m
sacerdotales que usaba con mucho respeto, en el desempeño de sus funciones [.••]'< Pl° el mundo de las relaciones de la comunidad: amistad, amor, fide-

Ibld
45 ' - PP- 307, 308.
a
449 En toda la región les ponían el agua a los niños que se decían bautizados; ni siquiera sabían p° Muja María, en el caserío de los Zambos, donde su voluntad era poderosa, era el curandero y
hacían tal ceremonia; Ibíd., p. 321. su casa tenía enfermos en proceso de curación, de modo que si abandonaban la vivienda les hacía
malefiCi0s. Ibíd., p. 312.
450 Ibíd., pp. 336 y ss.
2 7 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 2 7 1

lidad, relaciones interfamiliares, adhesión, éxito, sexo, felicidad, se mantuvie. creaciones propias y sincretismo funcionales. De esta manera, estos núcleos
ron a sus expensas, y hoy en día determinan su existir. La personalidad ¡ n . de negros evadidos constituyeron comunidades de retorno primitivo, muy len-
dividual y la colectiva engranan en estas comunidades merced a la estructura tamente asimiladas, como que hasta el momento presente guardan arsenales
mágico religiosa, que constituye su régimen de seguridad personal y social culturales propios en creencias, usos y costumbres, actitudes y comportamien-
(véase "Estatus y función" en este complejo). Para entender esta situación de to de sello individual característico. Estos fenómenos explican hoy sus sobre-
funcional aculturación mágica religiosa y social, se hace necesario refrescar vivencias religiosas, posiblemente africanas, o americanas, en todo caso
el proceso del transcurrir histórico concomitante con la lenta asimilación de primitivas, que identifican su corpus cultural. Al no haber evolucionado al
la religión católica dentro de este complejo. Mientras que el grupo americano compás del resto del país, están sólo en capacidad de absorber los remanentes
realiza una fácil aculturación religiosa a través de un basamento formado por marginales de cada cultura en su contacto, y por ello pudieron acoger y dar
la propia cultura chibcha y una fuerte ofensiva hispánica a sus valores a través vida al animismo y a la magia del español y del indio, a tiempo que mantenían
de todo el complejo institucional que le sirvió de respaldo, dentro de la sub- orgánicamente activo su propio y primitivo legado.
cultura litoral fluvio minera, de fuerte tinte africano, las premisas no fueron De esta manera, la Iglesia no empapó la estructura social de este complejo
iguales. La falta de documentos sobre las religiones africanas a raíz del éxodo y no se ha proyectado en moral como en la zona andina. Distraída casi ex-
de sus pueblos a América, no permite evaluar su contenido y su potencial clusivamente en el culto y descentrada por la concomitancia mágica, no ha
capacidad para asimilar el aporte religioso hispánico. Los esclavos llegados tenido y carece de funcionalismo ético, y por tanto no se ha volcado sobre
a nuestras minas, haciendas y casonas, eran jóvenes aún no en la plenitud de la estructura de la vida familiar, regulándola a sus patrones. Así se explica
su proyección cultural, constituyendo unidades rotas de sus comunidades di- que en Ayapel no hubiera sacerdotes desde hacía diez años cuando las misio-
símiles. Si a esto agregamos su estatus de esclavos, la escasa influencia de neras de la.madre Laura visitaban en 1920 la ciudad. "Aquí no se casan [...]
cuerpos docentes sistematizados en su enseñanza, y si sumamos también el pues se juntan cuando quieren", añadió la gente del pueblo interrogada por
lejano influjo de la cultura blanca en la cuadrilla minera, en el rancho, vi- la religiosa, asegurando que sólo existían los matrimonios antiguos y que las
vienda común de la servidumbre negra de la casa solariega en la plantación, esposas castigaban los maridos, yéndose "con otro por un tiempo". Ni el
podemos concluir que no hubo instrumentos adecuados como en el indio para matrimonio determinaba la estructura familiar, ni impedía su desintegración
su aculturación. ayer ni hoy. Y no puede serlo, porque toda esta zona sigue aún sin sentir la
Recordemos de nuevo que las zonas de asiento africano constituyeron fuerza de la moral católica proyectada sobre sus patrones normativos, de tal
parte del habitat tabú para el blanco, antes que la técnica médica controlara manera que hasta el momento actual, puede decirse que la religión no
sus endemias y lo abriera a la colonización del antioqueño, del santandereano constituye una institución rectora de la vida institucional familiar, ni tampoco
o del boyacense, "culturas de vertiente", "hombre de altiplanos" y gentes de puede observarse que su acción trascienda básicamente en los principios nor-
"páramos andinos". Por eso el asiento geográfico del negro, con escasas ex- mativos de la conducta individual y colectiva dentro de amplios sectores ver-
cepciones, no formó parte del mundo del español ni el de su descendencia o acales y horizontales de la sociedad en este complejo.
del mestizo. El africano quedó marginado en las selvas húmedas tropicales
de las llanuras, o en las zonas ribereñas de las grandes cuencas fluviales *3 Ibid., p p . 302 y 303. Véase también p. 310.
centrales o en sus confluencias pantanosas. No sintiéndose parte integral de k<¿, pp. 318 y s s . Señala la venta de mujeres; Paciano Fermoso E. (padre agustino). Catolicismo...,
P- cit., pp. 216 y 224. El costeño es quien menos importancia da al aspecto práctico de la religión.
una sociedad y de una cultura, el esclavo de color y su descendiente ahondar01' ., u ro
P pio carácter, la ignorancia religiosa, el medio y otra serie de factores determinan esa orientación.
más su aislamiento, acentuando su distancia con las instituciones y el cont Benjamín E. Haddox, Sociedad y religión en Colombia, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1965, pp. 69 y ss.;
oseph Lebret, Op. cü., H Adas, Bogotá, 1959; véase plancha X, "Nivel Espiritual y Situación parroquial y
nido de los valores y patrones normativos de la comunidad que quedaba dlS j™9» en los municipios de esta zona". Véase plancha XXVm, "Nivel Espiritual y parroquial en las ciudades
tante. Los palenques, o las cimarroneras, los defendieron del amo y de s * «te complejo"; Lauchlin Currie, Op. cit., pp. 7 a 1 í; Elias Vélez González, Op. cit., p. 720; Von F. Schenk,
*!/«..., Op. dt., pp. 12, 38, 48 y 57. En toda la zona negroide de su recorrido halla la falta de la religión
aculturación, concentrando en estos reductos de libertad su tradición african ' m
la vida de los habitantes.
1111 Familia y cultura en Colombia
Las instituciones I173

Como etiología complementaria para que esta zona que nos ocupa no llegar a este estatus como la realidad lo muestra en datos. Esta apatía tan
haya asimilado una ética católica, ni una estructura familiar sujeta a sus nor- marcada invade también las vocaciones religiosas femeninas. Casi en la misma
mas, ni un sentimiento religioso como en las demás regiones colombianas proyección que en la religiosa masculina se siente la renuencia de la mujer
hallamos la escasez de cabezas sacerdotales dentro del área. Hasta ayer no para entregarse a la vida monástica463 Recapitulando, repitamos que un re-
más, sólo existía en todo el litoral norteño la arquidiócesis de Cartagena,456 flejo total de la situación se hace evidente en el limitado influjo del sacerdocio
y en toda la amplitud de su territorio en 1951, sólo se levantaban dos diócesis, dentro de la comunidad y en su pobre papel de aglutinante de su sociedad,
la de Barranquilla y la de Santa Marta mientras el resto de la zona negra en su marginal liderazgo y en la tibieza de las prácticas religiosas, hogareñas
estaba ocupada, en la estructura religiosa, por organizaciones jerárquicas mi- y públicas, en la rala trascendencia e importancia de la religión en el trans-
sionales que dan indicio de su situación de atraso: los vicariatos y las pre- currir civil, en la asordinada asimilación de las normas católicas en la estruc-
458
turación familiar, particularmente dentro de ciertos estratos, etc.,464 a
fecturas apostólicas. La situación no era muy diversa en 1953, donde los diferencia de las conquistas logradas en los complejos andino y de la Montaña.
condiciones estructurales de la Iglesia en estas zonas aún continuaban en si-
milares condiciones, notándose sólo en relación con fecha anterior, un au-
mento en las prefecturas y vicariatos. Cuando finaliza la década, hallamos
un creciente empuje de la Iglesia por asimilar estas regiones, proyectándose
rápidamente en un acelerado crecimiento de sus instituciones, no obstante
lo cual, hoy en día su influencia no es comparable a las de las demás regiones
del país: el número de parroquias es menor en proporción demográfica y en
área; el número de sacerdotes, por habitante y por extensión, es más pequeño
que en los demás sectores. Complementariamente, como lo observa el padre
Pérez, al analizar el origen del clero colombiano, refiriéndose concretamente
a estas zonas, señala una mínima y a veces absoluta carencia de vocaciones
sacerdotales en nativos de las mismas, aclarando que si se hallan, surgen en
familias foráneas transitoriamente establecidas aquí. En todo caso, en la
fecha presente, la figura sacerdotal y su función no adquieren la valoración
ni el liderazgo que logra en otros complejos colombianos. Posiblemente esto
explica la falta de atracción sobre el grupo juvenil que no anhela ni busca
456 Anuario de la Iglesia Católica en Colombia, Bogotá, 1951, pp. 117 a 155. Obsérvese el número *
parroquias en toda su jurisdicción, el número de sacerdotes y compárese, p. 116 en Bogotá, p-
con la de Medellín, p. 167 con la de Popayán.
457 Ibíd., pp. 176 a 180, pp. 257 a 266.
458 Ibíd., pp. 301 y ss„ 324 y ss., 329 y ss., 33 y ss.
459 Anuario de la Iglesia Católica en Colombia, 1963, Bogotá, Editorial El Catolicismo, 1953, pp- 87 *
ss., pp. 133 a 137, pp. 209 a 216.
460 Ibíd., pp. 67, 68, 251, 252, 266, 271 a 272; 276, 279, 282, 287, 290; 315 a 316; 323 y 324. Véanse.
para mayor amplitud, estadísticas sintéticas, pp. 325 y 327, donde puede apreciarse y compararse
situación con las diversas regiones del país.
Ibidem Véanse cuadros No. 9, p. 62; No. 10, p. 62; No. 15 p. 74; No. 18 p. 77; No 22 D 81-
461 Secretariado Permanente del Episcopado, Anuario de la Iglesia Católica en Colombia, 1957, Bog ^ «o. 24-26, pp. 83-85; No. 39, 40 y 41, pp. 133, 135 y 139. ' ' P'
1957.
co^ri"10 F e r m o s o E °P cit' PP- 218 a 224. Las características del estudiante del Atlántico reflejan las
462 Pérez, Op. cit., pp. 99 a 136; ¿No obedece también a un sentido segregacionista de la Iglesia, aiciones de la religión de esta zona, y de ciertas áreas de la misma; Eugene Havens y Michel Romieux
nifiesto hasta poco tiempo ha en la selección del clero? ancabermeja, conflictos sociales en torno a un centro petrolero, Bogotá, 1966, pp. 178-181
Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 215

el más bajo índice de recepción del matrimonio católico, aspecto que acom-
Las modalidades tipológicas de la familia pañado de la predominancia de las estructuras de facto, ya que las uniones
y su etiología social familiares de hecho se colocan siempre por encima del 50% de las unidades
domésticas existentes, constituye un rasgo identificador de este complejo//
Esta afirmación es verdad tomando como marco de referencia la distri-
bución espacial o geográfica del fenómeno estructural, como puede observarse
en el Anexo, mapas "Distribución del matrimonio católico y unión libre,
1951", "Matrimonio católico, 1964" y "Unión libre 1964", pero es contradic-
toria si tenemos en cuenta una proyección vertical de la comunidad en el
sentido de su estratificación social. Entonces podremos observar que la afir-
Hallamos dos variables fundamentales en la estructura de la familia del com- mación precedente es todavía más acentuada para ciertos estratos y desacer-
plejo litoral fluvio minero: el matrimonio constituye la una y las relaciones tada en otros. Aclarémoslo. Las estructuras socioeconómicas culturales y
consensúales la segunda. étnicas de este complejo, conforman dos capas sociales en él: una reducida
clase alta más o menos blanca, y una amplísima clase baja más o menos
Tipología legal negra o india. Entre las dos, en las zonas de mayor desarrollo urbano, co-
mienza a insinuarse la presencia de un delgado estrato medio que apenas se
El matrimonio. Valores y frecuencia afirma en sus valores y se reestructura en su economía. Esta capa, muy móvil
en su ubicación e indecisa en su determinación, constituye una proyección
Las formas legales están representadas por el matrimonio civil y por el ma- ascendente de los elementos populares, o es fruto de la movilidad vertical
trimonio religioso. En el primero se refleja una minoría, casi siempre de pro- descendente de sectores de la alta. Cartagena, Barranquilla, Santa Marta, Mon-
cedencia extranjera o escasos colombianos que manifiestan preferencia por tería, Magangué, Buga, Palmira, Riohacha, ofrecen en variables matices esta
esta forma, apartándose de la modalidad matrimonial católica de vigencia triple estratificación, mientras que en el resto de la proyección geográfica sólo
, 465
nacional. se delinea la conformación dual.
El matrimonio religioso está representado por el tipo de vínculo y cere- Necesito hacer una aclaración más. Si bien la estructura familiar legal es
monia sancionado por la fe religiosa a que cada uno pertenece. Variantes dominante en las clases altas, como fenómeno intraclase, esta modalidad se
cristianas constituyen las formas más extendidas, dentro de las cuales predo- Presenta acompañada por formas de facto, como resultante complementaria
mina la católica, cuyo matrimonio alcanza la proyección máxima, por no decir de una relación interclase. El hombre de alta ubicación crea un hogar cultural,
total, dentro de todo el complejo. íue satisface las demandas de su estatus social, bajo la forma católica. Pero
Hay que hacer una observación especial en cuanto al matrimonio católico est
e mismo individuo, dentro de otros estratos (veremos luego) da origen a
se refiere: si bien es cierto que constituye la modalidad dominante, esta p°" células familiares de facto. Y si en la zona en cuestión existen elementos
sición parcial es alcanzada solamente dentro de las formas religiosas existentes "Masculinos que pudiéramos catalogar en las capas intermedias de la pirámide
s
en la zona de este complejo y no en comparación con la forma estructura °cial, estos participan de entrambas posibilidades; conforman hogares legales
familiar total. Más aun, situándolo dentro del país nacional, esta área ofrec ntr
aclase, pero esta forma también va acompañada de relaciones de facto
Multantes de vinculaciones biológicas intra e interclases. Algunos solo ofre-
465 Según el censo de 1951, estas cifras eran en esta región: Cen
la relación de hecho.
Matrimonio católico % Unión libre %
En el grupo bajo, existe la posibilidad de que una minoría que no supera
1951 0-50 50-100 38 e
1964 10 - 70 30 - 90 l 1.0% llegue al matrimonio, como requisito inicial o final en la estructu-
2 7 6 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social / 2 7 7

ración familiar, porque la norma dominante es la absoluta preferencia por l^ ambiente rural que en el ámbito ciudadano: allí la proporción de uniones de
formas de facto, variable que se cumple dentro de su misma clase y en la relación hecho, cualquiera que sea la clase de que se trate, supera las cifras obtenidas
marital con las otras. Algunas cifras aproximadas obtenidas en muéstreos realiza- en el muestreo urbano.
dos en ciudades grandes pueden dar idea parcial de la situación: Valorando la nupcialidad del sexo femenino, hallamos que las mujeres de
la clase alta no pueden culturalmente conformar hogar fuera de sus pautas
Muestreo urbano católicas. Cuando hacía estudios en Riohacha (1960), analizando valores e
índices matrimoniales por clase, relación intraclase imágenes dentro de Egos femeninos de clase alta, oía de labios de una matrona
con varias hijas casaderas, una locución regional que sintetiza su aspiración
% de Matrimonios de futuro de sus descendientes. Se pregunta: "¿Qué quiere una madre de clase
Clases Hombres Mujeres alta para sus hijas en este medio?" La respuesta es: "Plata, gordura y el de",
síntesis clara de un ideal económico, estético y cultural muy internalizado.
Alta tradicional 92 100 La obligación matrimonial que pesa sobre el sexo débil de grupos cimeros es
Alta nueva 87 96 y fue tan fuerte, que se puede oír que dentro de este sector social y dentro
Media 43 39 del transcurso de varias generaciones, siempre existió y existe un alto por-
Baja 18 13 centaje de mujeres que "se quedaron", es decir, se vieron forzadas a perma-
necer célibes porque no pudieron llegar al matrimonio y porque la relación
El cuadro necesita explicación: en primer lugar, las cifras indicadas se- de facto, la única puerta de escape, les estaba y les permanece vedada a su
ñalan para cada clase los individuos que habían llegado al matrimonio en la categoría.
estructuración de su hogar de procreación. Sin embargo, tratándose de Egos Se observa también que a medida que ocurre un rápido desarrollo urbano
masculinos, esta cifra es relativa porque, como ya lo afirmé, al mismo tiempo seguido o precedido de un cambio económico, se insinúa la aparición de una
que estaban casados, mantenían complementarias uniones de facto. En función clase media emergente que empieza a identificarse con el patrón normativo
de los Egos femeninos, esta modalidad no tiene validez sino dentro de algunos de la familia de la clase alta y dentro de ella, por circunstancias similares al
grupos de las clases bajas. Existían algunos casos en que las mujeres habían estrato superior, comienza a manifestarse la presencia creciente de mujeres
contraído matrimonio muy jóvenes y en el momento actual vivían en relación solteras, marginadas precozmente de la meta matrimonial. El vínculo sacra-
de facto. Por otra parte podemos observar que, a medida que se asciende en mental dentro de esta clase en ascenso, se considera requisito influyente en
estatus social, el porcentaje es mayor en las mujeres y a medida que se des- la movilidad social hacia arriba o hacia abajo, y este sector, fuertemente mo-
ciende favorece a los hombres. Ello es posible porque la condición poligínica tivado por su cambio de ubicación, se somete a su exigencia.
del varón de los grupos altos, muestra su influencia en las relaciones de facto Sin embargo, algunas escapan al nuevo patrón normativo y aceptan todavía
as
interclase; asimismo, el concubinato de los hombres de clase baja deja sentir Modalidades familiares de hecho, bien sea en relaciones intra o interclases
su presión dentro de los porcentajes femeninos de las clases bajas, tanto como que han practicado tradicionalmente sus ascendientes y demás miembros co-
las modalidades poligínicas del varón de esta misma ubicación. nexos.
Finalmente, hay que decir, que en este complejo, la mayoría de las co- Dentro de los grupos populares no se percibe aún esta obligación, a no
r
munidades menores, semiurbanas o urbanas, no ofrecen estratificación dua - en muy limitados porcentajes, dentro de los cuales la religión ha logrado
clase alta y clase baja: la colectividad toda pertenece al estrato bajo o popul Vernalizar este patrón normativo previo a la conformación familiar. Dentro
es
de imperantes relaciones familiares de hecho. Además, la situación metici tos sectores menores, también se llega a considerar el matrimonio como
nada, cambia en detrimento del matrimonio, en proporción descendente p impulso al ascenso social que paralelamente gesta un principio ético. Ge-
las formas católicas y en mayor aumento de las formas de hecho dentro mínente, estas uniones conforman grupos mínimos que no se identifican en
2 7 8 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 279

los valores con sus iguales sociales. Asimismo hallamos, dentro de este sector nupcial, debe mostrar, frente a la comunidad, un respeto mayor hacia las
popular, otros grupos distintos al anterior, sobre los cuales la presión momen- ¡obligaciones de fidelidad y de respaldo conyugal, sintiéndose forzado a tomar
tánea de la Iglesia los conduce en sus unidades jóvenes a concertar matrimonio luna actitud de mayor tolerancia ante la conducta divergente de su cónyuge,
(véase, en este complejo, "El estatus y la y función en la poliginia") qUe 'porque su unión es sagrada y no puede desintegrarse. Estas obligaciones le
desintegrado luego, conduce a relaciones de facto en cada uno de los cónyu- dan a la "señora", "niña," en el habla coloquial, una más alta posición ante
ges. En otros casos se presencia la legitimación con el matrimonio de rela- í'las demás, que se traduce en una aureola social de gratificación y de obliga-
ciones de hecho de vieja data. Fuera de estas excepciones, el resto de mujeres ciones retribuyentes muy variadas.
de estratificación popular conforma hogares sin estipulación legal. De esta i— Dentro de estos mismos grupos, el vastago ilegítimo no tiene real subva-
manera, todo el contingente femenino popular se vierte a la corriente procrea- i loración en el funcionalismo social. En los sectores populares, nominalmente rp|
tiva, al menos en alguna etapa de su vida, acogiéndose a cualquiera de las ] se aprecia la condición de "hijo de bendición", pero esta ventaja legal no se *'
modalidades tipológicas que el ambiente cultural propicia. j ve traducida en privilegios especiales. Más notorio es este aprecio a medida
A pesar de constituir el matrimonio obligación cultural vigente sólo dentro I que se asciende socialmente, y más aún dentro de grupos altos tradicionales
de un grupo minoritario, su alta valoración se siente en cada clase social. Y j que conceden máxima valoración a la posición de filiación legal, por razones
como dentro de este complejo el denominador étnico negro es dominante en de rango y estirpe. En los estratos sociales altos, pero no tradicionales, tal
las capas populares y medias, la forma sacramental adquiere entonces la pro- • valoración es menor que en el caso precedente, y el origen ilegítimo ofrece
yección de un valor cultural anexo al grupo blanco. Así, el matrimonio católico ; menos reparos en la aceptación del individuo. Sin embargo, las encuestas
implica una identificación con clase social alta y con el grupo blanco. j hechas en generaciones diferentes, señalan, en las nuevas, un mayor interés
Esta conceptualización obra en un sentido múltiple: constituye dentro de y valoración positivas hacia las formas legales, cualquiera que sea la ubicación
los sectores medios conscientes de su significado social y positivo, un estímulo social de cada uno de los individuos.
V
para alcanzarlo como resorte de movilidad ascendente en su ubicación. En
los estratos populares arrastra la idea de rechazo, como forma inaccesible o Tipología de hecho
inadecuada a su posición social, a su grupo étnico, no compaginable a su
género de vida, a sus patrones de comportamiento ni a sus expectativas de Hemos dicho que la característica básica estructural de la familia en este
vida marital. En los sectores tradicionales de alta ubicación, estos mismos complejo la constituyen las formas de facto, que ofrecen una serie amplia de
principios obran positivamente, forzándolos al matrimonio como parte inte- modalidades tipológicas. Estas formas se distribuyen en dos sistemas funda-
grante de sus obligaciones sociales, frente al resto de la comunidad ante la mentales, monógamo el uno y poligínico el otro. Constituyen las modalidades
cual asumen el papel de paradigma, y forzándolo, además, como un deber de monogámicas las distintas versiones de la unión libre. Conforman los sistemas
clase, principio que se identifica con estirpe y lugar prelativo ante la sociedad Plurales, la poliginia del soltero y el concubinato.
En los sectores altos nuevos no se conjugan estos valores, pero funciona tam-
bién el matrimonio como indicador de ubicación social que se hace necesario Las modalidades monogámicas: la unión libre
satisfacer. En ambos grupos altos constituye la forma reconocida de transffl1'
a
sión de los privilegios del estatus de una generación a otra. unión libre constituye la alternativa modal de este complejo, anotándose
Ue
En otro sentido, la alta valoración del matrimonio en esta subcultura, ^ toda la subcultura se halla por encima del 50% en esta conformación
a
expresa dentro de los grupos populares más que en una discriminación de 10 miliar c o n excepción del departamento del Atlántico, alcanzándose cifras
descendientes ilegítimos, en un mayor compromiso en las funciones corre' §10nales que se colocan por encima del 85% del total de los grupos fami-
lares
i tivas al estatus de la mujer casada, que no del hombre, que queda exonera existentes. (Riosucio-Chocó, por ejemplo, alcanza 92% en 1951, según
0s
Lde ellas. El Ego femenino, desde el momento en que ha recibido la bendic10 estadísticos, y aun supera estas cifras en los muéstreos de campo. Para
2 8 0 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 2 8 1

ilustración se ofrecen en el Anexo, los mapas "Distribución del matrimonio haciendo a este hombre que ya no puede satisfacer determinadas demandas
católico y unión libre 1951" y "Unión libre", en el ámbito rural, elaborados familiares.
de acuerdo con la información estadística de los censos de 1951 y 1964). Dentro de un esfuerzo tendiente a señalar cifras que den idea concreta
Se hace pues necesario definir la unión libre. Por tal entiendo la relación del fenómeno de la estabilidad o grado de desintegración de esta modalidad,
marital monógama, cumplida dentro de unidad habitacional y sin previo ma- puedo indicar que tomando las edades de 20 a 35, 35 a 45 y más de 45 para
trimonio. En derechos y deberes de la pareja entre sí y en función de sus hombres, y de 14 a 35, 35 a 45 y más de esta edad para las mujeres, y
descendientes, esta forma se asimila a la establecida por el matrimonio cató- conformando tres períodos de observación dentro de los cuales adoptamos la
lico, descontando lo relativo al tiempo de duración. cifra 10 como expresión abstracta del total de la movilidad, hallamos estos
datos de relativa validez: en el primer período corresponde una movilidad de
6, en el segundo podemos fijar la de 3, y la de 1 para la última etapa. Valo-
La integración de la unión libre
rando a través de los muéstreos regionales (biográficos) el número de uniones
Es desde el punto de vista de la integración como la unión libre puede, libres en la vida fértil de un individuo de este complejo, podemos indicar
como cifra promedia aproximada las siguientes, sujeta, claro está, a las va-
mirada prospectivamente, admitir una subclasificación, ya que de acuerdo
riantes que condiciones regionales muy amplias, incidencias de ciclo vital,
con su fuerza cohesiva ofrece un tiempo de duración muy variado: algunas
factores generacionales, desenvolvimiento económico, etapa de desarrollo am-
perduran por toda la vida de la pareja; otras se hacen y se deshacen con
biental, etc., introducen en esta tendencia.
cierta frecuencia, en tanto que las demás se conforman y se destruyen dentro
de un proceso cronológico más rápido. Su estabilidad está relacionada no Costa Atlántica -. 4
sólo con zonas geográficas y económicas, sino que es expresión de las eta- Costa Pacífica 6
pas correspondientes al ciclo vital de cada individuo. En las zonas rurales Río Magdalena 5
y en las pequeñas ciudades he hallado un mayor porcentaje de familias Río Cauca 4
consolidadas desde su comienzo hasta edad muy avanzada o la viudez en Zona Minera 7
forma única.
Estas cifras, tomadas dentro de las clases populares, son muy relativas.
En cambio, decrece esta estabilidad en las ciudades o en las zonas donde
Lo son porque en cada subregión de este complejo existen condiciones muy
la actividad económica del varón se halla estrechamente relacionada con de-
disímiles de estadios de desarrollo entre una y otra, lo que deteriora los ín-
terminadas funciones que lo empujan a la movilidad horizontal, periódica o
dices. Por otra parte, las zonas de poca movilidad horizontal muestran esta-
definitiva.
bilidad en sus uniones, mientras las ciudades cambian en sus expresiones
Retornando a la estabilidad de la unión libre en función del desenvolvi-
integrativas. El análisis de cada caso señala asimismo diferencias en función
miento vital del individuo, he podido observar, a través de las biografías de de
l momento que en su región le tocó vivir, en tanto que se muestra una
adultos y de jóvenes, que la relación de facto adolece de gran inestabilidad
fuerte disimilitud generacional, no en toda la subcultura, sino dentro de lo-
en el período juvenil comprendido entre los 20 y los 40 años en los hombres,
calidades de la misma.
los 14 y los 35 en las mujeres. La curva de inestabilidad empieza a declinar
por encima de esta edad, aminorándose aún más pasados los 45 en el sexo
masculino, y manifestando igual tendencia superado el ciclo de fertilidad o La unión libre, etiología de su inestabilidad
la mujer. No obstante, también es advertible en las biografías masculinas, 1u
se hace sensible con relativa frecuencia dentro de los hombres de edad ava Meando en la etiología social la débil integración de esta modalidad familiar,
zada, más de 50 años, una nueva y marcada inestabilidad, en cuyo anális alamos que afecta considerablemente la estabilidad de la unión libre, el
la entrevista profunda deja observar como causal el repudio que la mujer S ñero de vida económica de estos núcleos hogareños, particularmente del
2 8 2 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de lafamiliay su etiología social! 2 8 3

cabeza de familia. La población de todo este complejo está afectada por una permanente deambular: la pobreza y limitación de los suelos fértiles, dispersa
constante movilidad (véase, en este complejo, "La economía"), generada p 0r las parcelas agrícolas y lo obliga a moverse estacionalmente dentro de amplias
condiciones del estadio de su desarrollo económico, que no permiten a los regiones de su habitat (véase, en este complejo, "El habitat"). La minería
habitantes de los grupos bajos hallar una actividad, que fructíferamente los primitiva, la caza, la pesca y la recolección, cuyas circunstancias hemos ana-
fije establemente en un lugar dado. En los comienzos de la vida juvenil, cada lizado ya (véase, en este complejo, "La economía"), empujan a este noma-
varón empieza a moverse de un lugar a otro en busca de condiciones de vida dismo que presiona sobre las estructuras familiares.
y esta movilidad se acentúa al adquirir una mayor conciencia de sus obliga- Dentro de la zona minera antioqueña (incluida en este complejo) sus mo-
ciones familiares. No siempre esta movilidad sobrepasa el ámbito regional: dalidades económicas estimulan también a los sectores bajos de la población
con mayor frecuencia se cumple dentro del mismo, satisfaciendo las exigen- a movimientos periódicos. La misma premisa determina la movilidad del ha-
cias de las formas económicas. En otras, lanza al individuo fuera de él, dán- bitante del río Magdalena y de esta misma naturaleza son los estímulos que
dose comienzo a un vagabundaje sin meta definida, que va sorteando distintos mantienen al ribereño caucano, en un constante ir y venir que incide causal-
lugares en busca de una actividad remunerativa. Las estaciones son eventuales, mente sobre la institución doméstica. Los puertos de tráfico, la pesca y las
orientándose por las zonas de mayor atracción para el mercado laboral y zonas baldías para el primero, las ciudades y campos de cosecha para el
moviéndose de ellas cuando no satisfacen las expectaciones, en pos de otras, segundo, reciben esta masa flotante en las dos cuencas fluviales.
que luego se abandonan por nuevos lugares. Tales razones de incertidumbre en la ubicación, gestada sobre las condi-
Concretando estas alternativas en función de las distintas regiones, halla- ciones de desarrollo en estas regiones, se traducen en inestabilidad de la fa-
mos que en la costa Atlántica el tipo de ganadería extensiva, actividad domi- milia. Y esta inestabilidad, que afecta fuertemente las células de facto, también
nante en la economía, con su escasa carga de empleo, el fuerte desarraigo de se siente sobre la estructura hogareña legal. Observando el mapa de separación
la tierra del trabajadores agrícola, la concentración de la población jornalera matrimonial, (véase Anexo, mapa "Separación matrimonial, 1964") hecho con
agraria en poblados distantes del lugar de laboreo, los bajos e inseguros jor- base en el censo de 1964 en el área rural, podemos confirmar mis asevera-
nales que el exceso de mano de obra disponible imponen a este mercado de ciones. Por otra parte, el análisis de las biografías de hombres y de mujeres
peonaje agropecuario, movilizan en un frecuente éxodo de enganche de tra- en toda la extensión de esta subcultura, permiten concluir que la angustia
bajo, al hombre joven de las clases bajas. Corrientes migratorias constantes económica empuja al hombre a emigrar en busca de trabajo, dejando atrás el
están llevando a los campesinos a los pueblos, de allí a las ciudades de mayor hogar, la mujer y los hijos, cuya separación va debilitando las fuerzas de
atracción (con frecuencia no se cumple el primer paso) o periódicamente a integración. Si el regreso no es periódico, o si ía familia no puede seguir al
las zonas agrícolas de tipo intensivo, o a la vecina república de Venezuela. marido, éste olvida sus obligaciones familiares y crea otras nuevas, que luego
También se mueve hacia los distritos mineros. En los muéstreos efectuados abandona para llegar a una segunda meta, donde olvida los dos hogares pre-
en el Bagre, Providencia, Dos Bocas, Remedios y Anorí dentro de la zona cedentes y constituye un tercero. En esta forma, no es raro que siguiendo el
minera antioqueña, hallé que el 85% de la población trabajadora de los tres ritmo nomádico de un hombre, hallemos, en los puntos de escala, núcleos
primeros campamentos estaba constituida por elementos llegados de la costa biológicos abiertos a lo largo de su viacrusis laboral, a los cuales puede, sí
del Pacífico y del litoral Atlántico (1959). Incide también en la movilidad de 0n
o, retornar, y a los que se van a sumar nuevas células familiares de creación
fnt..
ÍUtU;
los elementos del litoral norteño, el sistema de colonazgo ya expuesto y la ira.
dispersión de los sitios de labranza. Ambas circunstancias fuerzan el éxodo En otras ocasiones no es el jalonamiento de sus éxodos los que integran
periódico de los varones. e
tipo de uniones libres inestables. Son fruto de relaciones esporádicas
6
Una situación similar de movimientos horizontales periódicos o perfl13 sirven de incentivo o de complemento al trabajo periódico, o de tran-
nentes, hace oscilar la población de la vertiente costera del Pacífico. El c 0 ^ °nas atracciones físicas. Cuando los hombres del litoral descienden al
piejo total de la economía de las clases populares, fuerza al habitante a u e
n la etapa de pesca marina, o a la cuenca baja del Atrato en busca de
2 8 4 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de ¡a familia y su etiología social / 2 8 5

caza, pesca y productos forestales, crean en estos cortos períodos de estadía cultura- A los valores que respaldan las imágenes adultas de los dos sexos;
uniones con las mujeres ubicadas en las metas de su nomadismo, o las los conceptos de hogar, de progenitor, de madre y dentro de ellos al
establecen con compañeras de "barequeo" para lavar entrambos la arena estatus y función de cada uno. En una proyección más amplia, es necesario
fluvial, como ocurre en la etapa del "veraneo" en la zona minera antioqueña considerar el grado de acción funcional de las distintas estructuras institu-
o en la chocoana. Similares vínculos inestables crean las etapas de colo- cionales sobre la personalidad colectiva e individual de este grupo; el fardo
nazgo en la cuenca Magdalenense, o en la litoral norteña, durante el éxodo cultural que lleva a cuestas, satisfecho dentro de su habitat y dentro de un
laboral del Cauca. Pasadas estas temporadas, las mujeres vuelven a quedar proceso histórico particular; el aporte triétnico considerado más que en su
solas y las uniones se deshacen. biología, en su estatus dinámico a través del tiempo, en esta sociedad tres
Tenidas en cuenta las precedentes razones etiológicas en función de su veces mestiza; los nexos de relación o la ausencia de ellos, con las restantes
estabilidad, podemos establecer a manera de esquema teórico conformado subculturas colombianas, son todos determinantes variables en la cristaliza-
sobre el grado de integración de esta unión, tres modalidades: unión libre ción estructural de la familia de hecho, representada en la modalidad de la
estable, aquella en que la pareja perdura a través de toda la vida fielmente unión libre. Es así como hallamos que este tipo de familia es la meta real,
unida; unión libre inestable, aquella en que éstas y otras razones, generan más diría forzosa, de los estratos populares de este complejo, creándose de
uniones sucesivas que se hacen o se deshacen sucesivamente con un tiempo esta manera una especie de determinismo cultural de difícil evasión y que
limitado de duración. Esta modalidad deviene en relación esporádica, cuan- los individuos del mismo no pretenden romper porque lo consideran un sino
do es fruto de las circunstancias migratorias periódicas del varón, que con- obligatorio e ineludible. Finalmente, quiero recalcar que las entrevistas pro-
vive por un período laboral corto con una mujer, que abandona al finalizar fundas señalan como una frustración el no logro de las metas matrimoniales,
éste y cambiarse a otro sitio donde va en pos de otra nueva, siguiendo este particularmente en las mujeres, pero la apabullante realidad de su dominio
sistema en forma casi indefinida. Considerando el Ego femenino, elemento atenúa esta expectativa, confiriéndole el sentido de meta ideal diferida.
estable ante el desfile sucesivo de maridos, podemos decir que en el extremo Finalmente y a riesgo de aparecer incongruente, quiero señalar que todavía
máximo la unión consensual toca lindes de comercio sexual: hace y deshace existen en el ámbito de esta subcultura valores que responden a principios de
uniones no en función de años, ni de meses, sino de días y de ocasiones, segregación racial hacia el grupo de color. De aquí nace un marcado aprecio
hasta el punto que, como ejemplo límite de esta situación, en Zaragoza y del fenotipo blanco y dentro de él goza de prelación el color claro de la piel.
en Remedios hallé, en los hospitales públicos (1958), que las mujeres que Esta valoración, establecida con base en el estatus conexo de la calidad de
por aquel período estaban en trance de dar a luz en esta institución (de 12 blanco, constituye un fuerte estímulo para las relaciones de facto, única mo-
madres, 9 en el primer lugar y de 15 parturientas, 11 en el segundo) ign°" dalidad que permite el logro del avance racial en los grupos de color.. La
raban quién era el padre de su hijo. He de advertir que no se trataba de mentalidad positiva y negativa que de estos prejuicios se desprende, en suma
prostitutas reconocidas ni encubiertas ("mamasantas", habla coloquial). P°r c
°n los precedentes, estimula la entrega fácil de la mujer negra o mulatizada,
otra parte, al querer sondear el número de relaciones maritales habidas en 9ue aspira a lograr en sus descendientes una mejor ubicación socioeconómica
su vida fértil, ellas no alcanzaban a recordar muchas, a pesar de lo cual las y cultural a través del cruce étnico con un hombre blanco. Dado que este
altísimas cifras graneaban la situación por su incidencia y por el corto tiem- Posible "compañero", de imagen racial apetecible, solamente y casi solamente
po de permanencia. Con base en las condiciones estructurales instituciona- Se
le halla dentro de los grupos altos, lógico es suponer que no es posible,
les, es apenas justo decir que la unión libre se acopla exactamente a ellaS' en
tro de los mecanismos sociales concomitantes y de los valores asociados
Este ajuste tiene un amplio proceso de interferencias. Constituye un ac0' e
clase, que el Ego femenino de clase popular pueda satisfacer sus expec-
plamiento a los niveles educativos de estas clases; al estadio de desarrol üvas a través de la forma matrimonial. Una relación de facto eventual o de
económico que les permite sobrevivir y, dentro suyo, al universo de expe as
largo transcurrir interclases étnicas y económicosociales, tiende el puente
tativas y de conquistas que les es dable lograr a los miembros de esta su Cla
la rneta como medio cultural de amplia aceptación.
2 8 6 / Familia y cultura en Colombia w¡¡ Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social / 2 8 7

Las formas poligínicas: rasgos estructurales nue reconoce la situación, aceptándola con amplitud donde ella es una mo-
dalidad institucional, y siendo objeto de mayor o menor crítica según el es-
Dos modalidades conforman la familia plural: la poliginia propiamente dicha tadio de avance sociocultural de la zona donde se presente. Sea cual fuere la
o poliginia del soltero y el concubinato o poliginia del casado, alternativas actitud de la comunidad que la alberga, es objeto de un reconocimiento social
que diferencio sólo para dar un esquema teórico de su dinámica y de su encaje manifiesto.
con las demás formas tipológicas de facto, y finalmente, para facilitar su Es frecuente hallar en estos casos de poliginia compacta, las formas so-
análisis teórico, porque en la realidad funcional constituyen una sola variante. rorales clásicas o las substitutivas. Así encontramos la presencia de dos o más
La primera la constituye el varón soltero y la constelación de sus coes- hermanas conviviendo maritalmente con el mismo varón, o la constelación de
posas, mientras la segunda difiere de la precedente en que el marido común mujeres secundarias se ve conformada por un núcleo de parientas, primas, tía
es casado. Esta familia compuesta puede, o no, vivir en unidad habitacional, y sobrina, madre e hija, o hijas y nietas, o comadres. También podemos pre-
constituyendo la poliginia compacta, aquélla que comparte el mismo techo. senciar formas mixtas, parientas consanguíneas, más coesposas extrañas. Es
La poliginia dispersa se presenta cuando las distintas coesposas viven cada decir, que dentro de esta modalidad se involucran formas incestuosas con
una en diferente unidad habitacional, siguiendo principios matrilocales o uxo- alguna frecuencia, particularmente en la zona del río Magdalena.
rilocales o sistemas neolocales. Este tipo de poliginia puede identificarse con Si bien la poliginia dispersa o encubierta constituye la forma modal, este
la poliginia encubierta. Aunque esta subcultura acepta con naturalidad y quizá tipo de poliginia compacta tiene una aparición y frecuencia que depende de
con orgullo, como patrón de prestigio varonil, este tipo de unión familiar, sin las zonas que se estudian. Alcanza una mayor incidencia en la costa del Pa-
embargo, a medida que crece el control de la comunidad y avanza el desarrollo cífico y en las zonas de colonazgo en la Sierra Nevada de Santa Marta, en
sociocultural, o cuando el hombre poligínico proviene de los centros urbanos las últimas digitaciones de las cordilleras centrooccidental, y en las partes
más importantes, se ubica en las clases altas y es casado, no se admite la anfibias de la confluencia del Cauca y sus afluentes. (Clásico es el caso de
convivencia de este Ego masculino con sus múltiples coesposas dentro de la un varón de color que en Quibdó convivía con once mujeres, según la versión
misma unidad habitacional. Un cierto hálito de discreción se impone, o en popular, en poliginia compacta. Conocí sólo siete). También es frecuente ob-
otras, la obligación de conservar la armonía hogareña dentro de la familia de servarla en las zonas de avanzada de colonización en esta región y las del
la mujer principal, en esta poliginia desigual. Dentro de las condiciones enu- Magdalena. Su incidencia desciende en la franja del litoral Caribe para pre-
meradas o cuando la poliginia es resultante de la dinámica de la unión libre, sentarse con los más altos índices en la parte baja del Cauca y en la cuenca
no permite a la mujer previamente "comprometida" con un hombre, bajo aque- del no Magdalena. Estas dos últimas regiones y la de la vertiente del Pacífico,
lla forma, aceptar pacíficamente la presencia coexistente de otra y otras en enseñan más frecuencia en este tipo de uniones poligíneas compactas.
su misma condición, mientras que la modalidad subrepticia sirve mejor los Dentro de esta familia compacta plural, las formas sororales clásicas y
canales culturales de realización de su imagen al varón. Por esta razón, Ia substitutivas son harto frecuentes. Unidades poligínicas compuestas por un
poliginia —dispersa sin unidad habitacional— la he llamado encubierta. Las v
arón, su compañera y sucesivos descendientes de ambos, hijas y nietas asi-
encuestas permiten afirmar que dentro de la familia compuesta, este tipo cons- miladas a concubinas de aquél, aunque formas bastante insólitas, no por eso
tituye la forma modal. "eJan de ejemplarizarse con mayor relativa frecuencia en Córdoba y Magda-
en
La poliginia compacta es menos frecuente hoy en día que la dispersa. ^a a. La poliginia compacta sororal que hallamos en la Guajira, más frecuente
constelación estructurada por las coesposas, el marido común y la descen- "ue en el resto de las zonas analizadas, proviene de sus claras raíces indias,
Un
dencia, se albergan bajo el mismo techo, y con frecuencia comparten la mislT1 presentes en la estructura de su comunidad nativa.
comida, constituyendo una unidad de consumo. Por su carácter contrapueS
a la variable anterior, la denomino poliginia manifiesta. Dentro de este tip"
de familia, la vida conyugal transcurre ostensiblemente cara a la comuna •rginra Gutiérrez de Pineda, Organización social..., Op. cit., "El Matrimonio".
2 8 8 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 2 8 9

Tomando como 10 la cifra indicativa del total de las uniones plurales, y movilidad social, siendo un eficaz acicate de ascenso para los grupos inferiores,
distribuyendo su proporción entre uniones poligínicas dispersas, compactas y ga permitido una democratización de la riqueza, pues mediante los nexos inter-
sororales (clásicas o sustitutivas) hallamos, siguiendo los muéstreos, esta pro- clases que las uniones de facto derivan, ha dado participación del capital de los
porción aproximativa en las zonas de este complejo cultural familiar. estamentos altos a los bajos, ya en forma de parcelas de tierra o "cedidos" o
mediante el sostenimiento de las "queridas" con sus exigencias materiales, o a
Reparto proporcional de las modalidades poligínicas
través de la educación superior y de la protección social de los hijos habidos
Regiones Poliginia dispersa Poliginia compacta Poliginia sororal dentro de estos núcleos hogareños. La poliginia y la unión libre han roto de esta
Chocó 6 3 1 manera las estructuras sociales institucionales, dándoles una nueva versión a la
Resto litoral Pacífico 5 3 2 dinámica de ascenso dentro de las clases sociales e interfiriendo también en las
Córdoba 6 2 2 formas familiares matrimoniales. Poliginia y unión libre en sus proyecciones di-
Bolívar 7 2 1 vergentes, no han permitido a la estructura legal adquirir el estatus superior en la
Atlántico 10 No hallé No hallé
realidad cultural, logrado por la forma legal en otros complejos como el antioqueño
Magdalena 6 2 2
3
o el andino.
Guajira 4 3
7 1 2 En un sentido estructural, la poliginia ofrece dos versiones: el hombre de
Bajo Cauca
Río Magdalena 7 2 1 clase alta configura una familia compuesta desigual porque involucra en su
Río Cauca (sector central) 10 No hallé No hallé constelación hogareña elementos de su rango social con la esposa como "mu-
jer principal", mientras las concubinas, como norma genérica, pertenecen a
Ubicando este fenómeno de la estructura familiar plural, podemos decir niveles inferiores al estatus de aquella. En cambio, la unidad poligínica del
que la poliginia es más frecuente entre las clases bajas y altas que en las hombre de clase baja es de su misma extracción. Ello ocurre porque dentro
incipientes medias. Sin embargo, hay que hacer una diferencia: mientras la de las clases altas la cultura exige al hombre realizar su matrimonio con una
poliginia compacta tiene preferencia dentro de los grupos populares, no puedo mujer de su mismo o similar estatus, pues tal hogar es el representante legal
señalar ni un solo caso de su presencia en las clases medias ni altas. Tampoco ante la comunidad, y sus hijos los verdaderos herederos del complejo total
hallé presencia de la poliginia sororal en estos dos estratos. de sus valores de estatus y los de su mujer legítima. Coexistentemente, para
La cifra modal de coesposas es de dos cuando se trata de poliginia com- complementar las exigencias culturales, en lo que se refiere a imagen ideal
pacta, más raramente de tres. No hallé nunca por encima de esta cifra sino de varón, una constelación de coesposas se va sucediendo alternativa o para-
en casos muy singulares, como en el ejemplo chocoano aludido ya. Cuando lelamente con la anterior, cuando no la esposa principal ha llegado a ser un
se trata de la forma dispersa, su número es mayor, constituyendo 3 la cifra eslabón más, antecedido por otras mujeres dentro de esta cadena de coespo'sas.
modal que durante ciertas etapas de la vida adulta varonil se supera con ven- Las nuevas adquisiciones suplantan o restan importancia afectiva a las ante-
taja. Mayor cantidad de "queridas" (concubinas, habla coloquial) posee » ares en la poliginia encubierta, porque en la modalidad compacta los dere-
clase alta rural, como tendencia, que el mismo estrato urbano, pero cuando chos y obligaciones se comparten en forma más amigable. En las clases bajas,
n
en las clases bajas las mujeres retribuyen económicamente al varón, las do °mbre soltero poligínico, en un momento dado de su vida, resuelve lega-
categorías sociales señalan igual perspectiva. jar su unión con alguna de sus mujeres, perdiendo las demás gran parte de
SUs
La poliginia en estos sectores tanto como la unión libre, son un eficaz siste garantías afectivas y materiales por algún tiempo. No obstante, la conducta
Q
de interrelación de las clases sociales. Ambas constituyen un medio de enlace o. ° al es la no singularización matrimonial, sino la coexistencia afectiva de
ha roto la unidad de los troncos raciales iniciales, conduciendo el mestizaje 1 . as en el sentimiento varonil, ya que el esposo común, para mantener su
s
con sus diferentes cruces ha ido conformando una creciente unidad étnica, <3U itución, reparte su existencia atendiéndolas sin darle prelación real y de-
su consecuencia más trascendente. Y también ha colaborado activamente e •üva a ninguna. En los interrogatorios a hombres solteros poligínicos sobre
2 9 0 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 2 9 1

cuál debía considerarse la primera mujer en rango, las respuestas identificaron en esta subcultura, recogidos por la madre Laura en la segunda decena de
dentro de una mayoría favorable, a la primera mujer (cronología) que hubiera este siglo, están indicando el acicate social manifiesto desde aquel entonces,
hecho vida conyugal. Este sistema de uso católico en la Colonia, sin embargo para que la mujer dé muestras de su fertilidad, sin que estructuras rígidas
muestra tan sólo la tendencia en el derecho, pero no una ubicación jerárquica controlen el proceso de esta evidencia, mientras a la hora presente la liberación
del estatus real (véase, en este complejo, el apartado "El estatus y la función pronta de la mujer apenas púber, suple como cultura encubierta los ritos co-
en la poliginia", "Características de la familia compuesta"). A pesar de haber lectivos de ayer.
expresado que los grupos altos mantienen una poliginia desigual, esta afirma- Valores particulares ligados a la descendencia también contribuyen en este
ción hace relación más a la forma que al funcionalismo estructural. La primera proceso. Ellos son parte de la causa que moviliza dentro de la corriente pro-
esposa no ejerce ninguna autoridad sobre el resto de compañeras, tanto si se creativa a todo el sexo femenino, y causal también de que las clases medias
trata de la forma compacta o dispersa, y sólo a través de las normas legales emergentes apenas empiecen a reservar sectores limitados de sus miembros
se puede satisfacer su prelación, cara a la cultura, que no en la intimidad bajo el requisito matrimonial, mientras ayer no más se asimilaban en su actitud
hogareña. Las presiones ambientales todopoderosas la desposeen en la reali- sexual al sector popular. En los grupos altos la mujer debe, sin embargo,
dad de cuanto las estructuras crean en su beneficio. casarse para reproducirse, y por ello se abstraen parte de sus miembros al
estímulo cultural. Este complejo no es fecundo en vocaciones religiosas fe-
Etiología social de la familia compuesta: algunos valores meninas: mientras la Montaña retrae a través de la profesión de religiosa gran
y su proyección número de madres potenciales, la zona litoral fluvio minera no ve mermado
este estatus con tal institución. En esta forma, un mayor caudal proporcional
Para atender los orígenes de la generalizada poliginia en esta subcultura, ten- de mujeres que en ninguna otra comunidad colombiana, entran a la materniwl
dremos que hacer consideraciones de muy variada índole. Un complejo de dad, no importa la modalidad familiar que deban conformar para lograrlo. * \
elementos interactivos constituye el trasfondo ante el cual viven coexistente Complementa esta situación, el hecho de que tampoco la desintegración
y complementariamente tanto las formas poligínicas como las vocación mo- hogareña limita a las mujeres en sus tareas biológicas. Las uniones de hecho
násticas legales o de facto, parte del cual he enunciado en forma teórica y que se quiebran hoy, se integran mañana, y en más reciente fecha, también
general para la unión libre. Este conjunto de circunstancias satisfacen una parte de los matrimonios rotos se reajustan de nuevo en uniones secundarias,
dinámica de tal naturaleza, que una modalidad dada se convierte en la otra fenómeno de menor incidencia en los demás complejos, donde la fuerte con-
u otras en el transcurso de la vida de un mismo Ego, hombre o mujer, devi- ciencia católica y el control ostratizante social, impiden, como norma de fuerte
niendo en formas nuevas o retomando a las ya superadas. Señalemos algunas proyección, a la mujer separada reorganizarse maritalmente en vida de su
causas básicas sin jerarquización etiológica. esposo. Si miramos el Anexo, mapa "Separación matrimonial, 1964", en Co-
Existe una diferencia porcentual de sexos en estas zonas, diferencia que lombia, podemos darnos cuenta de este fenómeno, que exige aclaración para
u
favorece al sexo femenino. Pero, realmente este solo desequilibrio no expU' na cabal interpretación. La zona que nos ocupa ofrece una menor incidencia
en
caria la situación, porque no es tan acentuado para convertirse en el determi- la separación por tres razones: se trata de desintegración matrimonial, y
ac u
nante básico, mirado escuetamente en su contenido cuantitativo. Sin embarga l í hallamos la nupcialidad más baja; y en segundo lugar, la unión de facto
re
reforzando esta diferencia, concurren valoraciones que la cultura mantien Para l a s fallas de armonía marital, o los valores conexos con matrimonio,
ya ex
activas. Dentro de los grupos populares, el individuo llega a su plenitud adul Puestos, explican la resistencia a la desorganización hogareña.
sólo cuando se ha reproducido, concepto que se hace más evidente hacia Contribuyen asimismo los movimientos horizontales del hombre, que aun-
que
sexo femenino: la mujer es un ser maduro y parte activa y consciente de no sobrepasen el ámbito provinciano en algunos casos, y sean cíclicos
n otr
comunidad cuando "ha sido honrada con la maternidad" (frase popular) os, los distancia de sus hogares; colabora también, en tercer lugar, la
0v
esta honra debe alcanzarse prontamente. Ritos de iniciación de la put>e ilización cívica militar a desplazar contingentes varoniles y abstraerlos
2 9 2 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 2 9 3

de las comunidades, estabilizándolos esporádicamente en otras donde con la lev y e^ P r o c e s o histórico que dentro de este ambiente se vivió a sus ins-
presteza hallan nuevo entrabe marital. tancias-
y La imposición biológica fue fácil porque operó a espaldas de la cultura
El machismo sexual y las formas de facto v encubiertamente. Derrumbó el estatus de la mujer india en la unidad do-
méstica nativa, mientras el de la esclava africana le era favorable. El conquis-
I Incide también como estímulo positivo hacia la constitución poligínica de la tador hispánico se asimiló a las normas del jefe tribal indio en sus luchas de
L familia, la imagen que la cultura ha creado del varón. Veamos más despacio exterminio y las mujeres indígenas fueron parte de su botín. Se identificó
un poco de su contenido que ofrece razones de causalidad en la forma plural también con los patronos normativos de la comunidad americana y aceptó
específicamente y en menor grado en las diversas estructuras de facto. complacido las formas de hospitalidad femenina y el donativo político de
Este complejo negroide ha estructurado, a instancias múltiples, una ima- púberes, y se hizo poligínico (véase La familia en Colombia, trasfondo his-

Í gen cultural masculina, aceptada por los dos sexos y reconocida como grati-
ficante por la comunidad, en la cual se integra con precisión. Implica una
sede bien definida de características, fruto de la proyección de valores preté-
tórico)'^ esta estampa varonil así encuadrada, se mantuvo a través del tiempo
merced a las condiciones del estatus de la mujer india, primero esclava, luego
naboría, sierva de una encomienda o de un mayorazgo, indita de un resguardo,
ritos y de cualidades actuales, constituyendo en cierto modo una suma de parienta de un agregado, de un indio mitayo, de un desarraigado de la tierra
legados que el ambiente cultural con sus expectaciones hace funcional. en las haciendas, llámenla mujer, hija, hermana de un terrazguero, jornalero,
r~ Esta imagen no es privativa de un estrato social, sino que los cobija a colono, conuquero, aparcero, viviente, etc., en las tierras andinas, (véanse, en
\ todos, constituyendo una personalidad social básica cuyos rasgos distintivos la parte 1, los apartados relacionados con la estructura de la familia ameri-
\ se tornan sí más caricaturescos o más desdibujados, merced a la influencia cana). Y se mantuvo en el complejo negroide funcionalmente activa a expensas
; grupal o regional. Complementariamente, aparece la imagen femenina que del estatus adscrito a la negra esclava, que concebía para retribuir las arcas
j encaja dentro de las expectativas masculinas, como respuesta a ellas y a su de su dueño, trabajaba sexualmente para ellas, y luego de liberta lo complacía
i conducta. Una interconfiguración se establece dentro de la cual la una, imagen biológicamente por ley de dominio, y para esfumar las fronteras de raza y de
Lyaronil, se convierte en el origen y consecuencia de la otra, imagen femenina. estratificación social en esta sociedad afrohispana. El subdesarrollo actual re-
Dije en La familia en Colombia, tansfondo histórico, que España portaba tuvo y prolongó la vieja estampa colonial, dentro de la cual los valores cul-
la estampa del guerrero a su llegada al país, y que las hazañas bélicas con- turales trascendentes de progenitor no se marcaron, o se identificaron con los
movieron las estructuras nativas y permitieron la superposición cultural del de la escueta paternidad biológica. La satisfacción sexual era básicamente el
grupo blanco, en dos sentidos: político el uno y biológico el segundo. Merced incentivo primario de tales interrelaciones, y constituía el fin y el medio del \
al primero, el conquistador marcó su autoridad vorazmente en las instituciones dominio de la mujer en esta sociedad de estratos segregados. Y nunca sej
y superpuso sus patrones de comportamiento. El estereotipo social agresivo Pensó ni se ha pensado en la descendencia engendrada que sólo gratificaba
al
hispano en todo su esplendor, sometió y desintegró las comunidades nativas, padre por su número. El código negrero de la Ley de vientres ponía un
su
creó pueblos y estableció sistemas de gobierno. Esta estampa, extravertida en spehso entre el placer de engendrar y el deber de responsabilizarse del hijo.
cualidad de dominio colectivo, forjó la comunidad a su imagen y entende • Este complejo, paradigma de subdesarrollo, ofreció apenas escuetos esti-
hasta llegar a la célula unitaria de la misma, moldeando dentro de sus valore cos instintivos, a través de los cuales la imagen tradicional del varón no
| culturales a la unidad doméstica. De esta manera, en la sociedad triétni °'ucionó y sólo pudo expresarse en sexo, única y cabal traducción personal,
\ mestiza, el dominio del hombre blanco se satisfacía totalmente cara a Uu meJor identificación social, su singular conquista gregaria dentro del de-
er
1 demás varones, sociedad y frente al mundo femenino, familia. Los vaio minismo ambiental. Mientras el machismo en los santanderes estructuró el
p0 a
i que España portaba lo ayudaban eficazmente en la importación del régi gresivo físico, defensor de las estructuras sociales y familiares, funcional
\ patriarcal, que favorecía sus derechos individuales respaldado por la Igle Su
empeño de conservarles su fuero, su intimidad, y de proyectar sobre
2 9 4 / Familia y cultura en Colombia
Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 2 9 5

I ellas todo el peso de la predominante autoridad paterna, más los conceptos tradición cultural colonial que responsabilizó a la mujer negra de su deseen-^
de honor que respaldaron esta imagen, en la zona litoral fluvio minera la dencia en distintos estatus colabora aún para mantener la situación descrita.
'estampa varonil se vertió en biología. El área y objeto de dominio de este _ Este machismo biológico con su imagen representativa, ha sido moldeado
\ hombre ideal se forjó en el control femenino, en la conquista física de la dentro y fuera del hogar. El niño nace en una unidad doméstica en transición,
i mujer, no como un ser concreto, individualizado, sino en pródiga y multiforrtia signado por un padre transeúnte, o un progenitor sustituto rotativo, y una
[extraversión sobre todo el sexo débil. Por esto es anticultural, vale decir di- imagen materna estable, enmarcada dentro de su tronco familiar uterino, cuyo
vergente, la imagen evolucionada del hombre monógamo integral, porque en- respaldo y colaboración da y recibe. El cordón umbilical se ha roto con el
vuelve un principio de limitación sexual, de recorte físico en el dominio sistema patrilineal, muchas veces antes de nacer el Ego, y su influencia oscila
femenino, dentro de la explosiva exaltación cultural de la misma. Y es ajustada entre la no existencia del nexo paterno filial y la relación esporádica a ins-
aquella que frondosamente se expande en su biología y se rodea de concubinas tancias de momentos importantes del ciclo vital. De esta manera, la proyección
a manera de trofeo cultural de su sexo, para lo cual se exige que se dé rienda del padre, en la gran mayoría de los individuos de este complejo, no configura
suelta a todo el impulso vital de que orgánicamente es capaz. Complementa- una imagen nítida en las funciones de su estatus, pero sí la estampa del ma-
riamente, el macho auténtico de esta subcultura es aquel que da muestras de ,. chismo a que aludo.
su virilidad procreando una descendencia ilímite, rica en varones, que multi- \ Sobre este medio ambiente familiar la socialización cumple su tarea moldea-
pliquen su sangre y su apellido y se conviertan en prueba viviente de su dora en forma paulatina. En función del varón se inicia con una precoz exaltación
¿capacidad genitora. y conciencia del significado del ser masculino, centrofocalizándola en sus geni-
Por ello es funcional la relación sexual precoz y la unión libre inestable tales. Es decir, desde el comienzo se identifica el individuo biológicosexualmente.
o la relación esporádica que inicia el ciclo vital varonil. Por esto también Por esto al niño se le hace omnipresente la posesión de su órgano viril, órgano
tiene razón de ser la poliginia. El "queridazgo", poliginia dispersa o encu- en el cual se centra la razón de su orgullo de varón y de su poderío individual.
bierta, presta al hombre de este complejo negroide la aureola de masculi- Este distintivo fálico así valorado, le va a dar supremacía dentro de su comunidad,
nidad que su cultura le exige, ya que le permite proyectarse en generosa principio identificatorio único del ser hombre, elemento de control y dominio
descendencia. Es más, la plenitud de la imagen genérica del varón llega a sobre el otro sexo, que con su presencia múltiple y subordinada magnifica su

*y su climax dentro de los grupos populares con la poliginia compacta. Este


hombre poligínico es la estampa carismática del espécimen masculino en
imagen frente a la comunidad y la gratifica a través de estos valores sociales que
otorgan seguridad íntima al Ego masculino.
esta subcultura. Porque significa que está superdotado de capacidad genitora En otro sentido, se le internaliza que en la conciencia de sus genitales y
y que dispone de poderes mágicos no comunes, dentro de este ámbito donde de su funcionalismo, residirá la fuente gratificatoria vital de mayor trascen-
la técnica no ha empezado su tarea racional: tal cualidad significa la suma dencia, posiblemente la única, conciencia que es despertada fuerte y precoz-
del poder. m
ente por la cultura. Lo es en grado tal, que otras manifestaciones de origen
r. Otras facetas negativas en función de la familia acaban de delinear es y proyección distintas, son subordinadas, avasalladas, subvaloradas, dejadas
I A de la
\ imagen cultural. Si bien existe una jubilosa exaltación de lo biológico, merce do, ante la pujanza de este estímulo. Ello explica por qué la personalidad
del
| a la múltiple gratificación sexual, la cultura nada tiene que decir ni espef Ego masculino de este complejo cultural descarta una serie muy amplia
e
de la personalidad cultural del padre, cuyas obligaciones casi terminan c actitudes, valores y normas de comportamiento que podrían deteriorar esta
'Pertrofia biológica, disciplinándola, restándole focalización o dándole pro-
su tarea procreativa. Su afán de agregar más "queridas trofeo" a su colecc*
anc'a
diluye con la descendencia sus deberes económicos, y su forzada trashum- aciones distintas. De esta manera, el varón de este complejo es esencial-
uest° en
te un genitor, sin que paralelamente se asocien con la misma intensidad
en relación con las familias que conforma, no le permite situarse en un p ríl
sv
de prelación ante la progenie que generosamente dota de su apellido- v alores culturales conexos de la función sexual, representados en el estatus
es
que honre su calidad de macho, pero a la que no rodea con sus cuidad Poso o de padre cultural.
2 9 6 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 2 9 7

Retomando de nuevo al proceso sociabilizante y a sus manifestaciones descanso. No es raro observar, a manera de caricia o mimo al infante, que la
hallamos que en el niño de la zona negroide y de los estratos bajos, lo primero madre o niñera besen sus genitales o los estimulen bucalmente para producirle
1 que reconoce de su yo es su genital, porque es también lo primero que se ie contentamiento. Ello explica la inicial conciencia de su yo sexual en cada
i! enseña a distinguir de sí y a valorar. El lenguaje popular está prodigiosamente infante. Complementariamente, el habitat de este complejo ofrece un clima
enriquecido de formas dialectales que lo nominan en amplias modalidades de altas temperaturas (véase, en este complejo, "El habitat") por lo cual los
unas le dan un vocativo directo; las más tienen la intención de sugerirlo individuos de los grupos populares pasan la infancia desnudos y en los otros
traerlo al pensamiento sin nombrarlo. En ningún sitio del país se mantienen estratos, algún período de la misma. "Así, los niños entre sí son estimulados
presentes con más obsesiva insistencia las funciones reproductoras y sus ór- a ejercer sobre los demás y en la propia persona, una mirada vigilante sobre
ganos. No es raro hallar que las palabras más comunes del lenguaje, asociadas los atributos sexuales físicos de que cada uno está dotado. Los pequeños,
en alguna forma, o aun distantes en su valor lexical con los genitales y su centrando su interés en los genitales, observan y comparan sus órganos y
función, sustituyan su nombre en los giros idiomáticos de uso corriente, ins- crean lógicamente sus propios complejos resultantes como frustraciones ge-
pirando, además, contenidos sicalípticos a las expresiones o giros más comu- neradas en esta comparación, donde se proyectan valoraciones culturales de
nes del habla. Así figuran en esta ejemplarización profusa, alimentos, objetos, los mayores, que aprueban y desaprueban la conformación biológica de cada
plantas, animales, refranes, expresiones, etc., dotados de una doble significa- pequeño. De esta observación del grupo de compañeros y estimulados por los
ción, fálica la una y del sentido semántico la otra. Las muletillas, las inter- adultos, se manifiesta un expreso afán de los infantes por conocer los órganos
jecciones, también adquieren en el habla coloquial valores tácitos de generativos de los adultos, tomándolos de sorpresa, para luego referir a la
interpretación sexual. Las palabras tales como "eso", "esto", "aquello", familia todas sus particularidades, que celebran como manifestaciones grati-
"cosa", "objeto", "chisme" (sustituto en la costa de objeto) constituyen voces ficantes de una exultante masculinidad que augura cosecha futura de óptimas
de sobreentendido valor fálico. conquistas femeninas retributivas. Alicia de Reichel observa que los ma-
El folclore de esta subcultura dispone (más que en cualquier otro lugar) yores estimulan en otras formas la focalización sexual del niño: en medio de
de una serie generosa de refranes, coplas, romances, dichos, casos, chistes, comentarios burlones y admirativos celebran, por ejemplo, la erección del
anécdotas, de marcado acento sicalíptico y que en forma de recitativos o de pene o las precoces conquistas o inclinaciones de los infantes por niñas de
cantares domina el ambiente. La letra de sus tonadas regionales gráfica y da su edad o la atracción hacia mujeres mayores. No quiero decir que el proceso
respaldo a mi aseveración. Al niño se le enseña precozmente estos legados de desenvolvimiento de la libido no tenga similares etapas en otros complejos;
orales, celebrando la familia en pleno su conocimiento, como genialidades e distingo, sí, que en éste es un proceso frente a la cultura, estimulado y su-
indicios de su ser masculino. También se centrofocaliza en la expresión oral pervalorado por ella. En las otras regiones se cumple a sus espaldas'en forma
del tema sexual la recreación: grandes y chicos disfrutan de chistes obscenos individual y encubierta.
acompañados de los consiguientes ademanes e indicaciones manuales gráficas, Cuando el muchacho va a la escuela, o al crecer, amplía su radio de
para mayor regocijo y complacencia del auditorio. Por lo general, los chismes mterrelación, llega a la plenitud del conocimiento de la vida sexual. Las fun-
ofrecen a la ávida curiosidad de la comunidad todo el amplio repertorio de ciones genitoras son comentadas ampliamente con los grupos de edad dentro
los incidentes sexuales de las parejas. La hilaridad se desata con mayor vehe- de un énfasis y frecuencia mayor que en otras áreas. El muchacho aún impúber
ad
mencia ante los comentarios picantes que describen los conflictos matrimo- quiere un pormenorizado dominio de la jerga vulgar sexual y la emplea
niales biológicos de las familias o de cada individuo. ^temáticamente como arma oral de agresión contra sus compañeros y contra
la
Dentro de este ambiente, el Ego masculino infantil es objeto de una aten comunidad toda. También la emplea como elemento distintivo o emblema
ción dirigida a despertar físicamente su ser sexual. Con frecuencia halle
información de que niñeras y madres hacen dormir al bebé acariciando s Alicia Dussán de Reichel, "Características de la personalidad masculina y femenina en Taganga",
e
genitales, creando a manera de reflejos condicionados para la satisfacción n: Revista Colombiana de Antropología, vol. II, No. 2, Bogotá, 1954, p. 111.
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oral de su sexo, índice gratificante de su precocidad adulta. En esta etan ¿cieo familiar, mientras se clausura la agresión en torno del elemento feme-
comparte todo el legado cultural sobre el tema, dentro de su grupo de edad nn consanguíneo. La tarea peculiar consiste en neutralizar toda la aere-
fl 470
y mantiene con él un cambio de impresiones sobre sus incipientes o supuestas ion del medio, haciéndola imposible dentro del grupo y vertiéndole
relaciones heterosexuales o de otra índole, pero llevando a cabo con este caudalosamente fuera de la estructura familiar, es decir, estimulando hacia
grupo y frente a este grupo su entrenamiento práctico de la vida sexual. i n ¡. fuera y frenando hacia adentro.
cialmente, prácticas masturbatorias y de bestialidad, lo introducen en el sexo Consecuencia de este desdoblamiento en virtud de la meta de la imagen
La mentalidad popular atribuye a unas y a otras un estímulo a la virilidad varonil, otras alternativas conflictivas se engendran dentro y fuera de la fa-
naciente, de obligatoria práctica en los años incipientemente juveniles, para milia: de la mujer frente a su marido y frente a su hijo; de la mujer frente a
lograr una mayor plenitud adulta y el goce hasta avanzada senectud de la su coesposa y frente a su hija, situaciones que, como en el caso precedente,
capacidad genitora. Lo cierto en el ambiente es que la bestialidad constituye, dualizan el comportamiento cultural, con el resultado de que el hogar propicia
dentro de estos grupos juveniles caldeadamente estimulados por la cultura en y frena, coexistentemente, la conducta divergente del Ego masculino, gratifi-
su sexualidad, la válvula de escape accesible a su necesidad. Pese a la libertad cándose y padeciendo en su estructura los resultados de la misma. Sobre este^
sexual de que parece disfrutar este ambiente, la relación heterosexual humana mecanismo de valores que engendra un comportamiento varonil específico, j
no es accesible al adolescente pobre o de aldeas y zonas rurales. La presencia se asienta entonces la gratificante poliginia, la unión libre inestable, la relación y
abundante de asnos en este habitat y el vagabundaje de los grupos de ado- esporádica, alternativas al servicio de una descendencia numerosa, y ante todo i
lescentes de las pequeñas comunidades del litoral norteño, hace fácil la rela- se afinca la paternidad biológica escueta, que excluye la cultural, característica j
ción carnal con estos animales. en las relaciones genitoras de esta subcultura. j
En esta forma, los estímulos sexuales de la infancia y de la edad prepu- " La exaltación biológica y social a que sirve la familia plural, en cada .'
beral, la exaltación cultural de las manifestaciones de la libido como el único imagen varonil, se ve complementada por el funcionalismo económico que
i rasgo de la masculinidad, determinan la formación de un carácter agresivo también satisface. La riqueza ha de servir socialmente para respaldar la ima-
i sexual en la personalidad básica del hombre, que termina por proyectarse, gen ideal del varón, por lo cual los patrones de prestigio externo de un ele-
/ invadir y saturar todas las manifestaciones de la individualidad. Quiero repetir mento varonil de la clase alta han de verterse a través de la institución del
x
que esta agresividad hacia el otro sexo no implica paralelamente una ética o "queridazgo". El número y bienestar de las concubinas de un hombre da índice
patrón normativo que internalice una concomitante responsabilidad hacia las ante la comunidad del poder económico del mismo. Es un canal de expresión
\ proyecciones sociales del sexo; sólo la escueta gratificante satisfacción física de la riqueza, un indicador para juzgar su categoría monetaria y el medio de
\ de la libido, que da realce a la imagen social del varón. Por ello, de la etapa mayor eficacia para traducir cara a la comunidad su funcionalismo social.
J prepuberal del onanismo y de la bestialidad, se desemboca en la de la con- Esta idea es tan sensible en una clase urbana poderosa, como dentro de los
quista femenina. Dentro de ella, la comunidad se ve enfrentada a una doble grupos de grandes terratenientes. Constituye también la respuesta gratificante
aparente moral: la de permitir la plenitud al Ego masculino a expensas del cultural que el hombre rico debe dar para satisfacer con éxito las expectativas
femenino. En cada unidad familiar se conforma entonces una tensión dual. de
su comunidad, satisfacción y expectativas que se tornan a su vez en retri-
defensiva por parte de sus mujeres y ofensiva por parte de sus varones, <3ue bución de la imagen viril. Por ello las clases medias y bajas tratan de imitar
crea una conducta doblemente institucionalizada: de dominio biológico hacia en e
ste empeño a las altas, aunque ligadas a su realización operen valores
1^ la mujer en abstracto, concretizada en todas las mujeres que quedan fuera de c
°nómicos diversos a los ya expresados.

468 Informes verbales obtenidos de diversos organismos gubernamentales que funcionan en la costa ""
teña, me confirman en la persistencia adulta en estas prácticas. El confesionario también acusa
'contramos, sin embargo, frecuentes casos de incesto ya enunciados.
costumbre, que me parece conforma un rasgo cultural en este complejo y cuyo estudio y an
sería necesario. licia Dussán de Reichel, Características de la personalidad..., Op. cit. pp. 109 y ss.
3 0 0 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 3 0 1

La mujer negra (denominador étnico dominante en la región) jugó en el pasado tente en el pasado dentro de las tribus de este habitat) puede ser causa parcial
un papel económico de notable trascendencia que se vive aún. La tradición ¡a inmediata de la poliginia o consecuencia directa de aquella. Se compran en
forjó tan productiva como el varón, responsabilizándola además de la descendencia el mercado de la comunidad a la madre —algunas veces al padre— por el
por el fuero esclavista. Esta capacidad productiva ha sido tenida en cuenta en la hombre que tiene dinero suficiente y quiere exaltar su imagen viril y dar
poliginia de los grupos populares. La tradicional responsabilización que la mujer expresión ante la comunidad de la funcionalidad de su pecunio. Esta facilidad
ha tomado de la descendencia, la ha convertido en una fuerza tan importante que puede generar la poliginia, pero también la cotización económica y cultural
el marido común aprovecha. Bajo esta condición, los varones que cumplen tareas de la adolescente, es resultado rector de la misma institución, que genera su
productivas móviles, escalonan sus mujeres por los lugares de paso, y las ayudan apreciación comercial. La mujer constituye un valor cuya propiedad y utili-
inicialmente para el sostenimiento de lugares de diversión, hoteles, tiendas, cafés, zación se retribuyen.^
etc., que visitan a su paso, llevándoles clientela o elementos de consumo. La mujer La poliginia constituye un estímulo positivo de movilidad social, valor
que juega el papel de "querida" es un elemento leal y de ayuda económica para que se presenta en la modalidad interclases. La posibilidad de acercarse bio-
este individuo, que simultáneamente usufructúa la colaboración de otros grupos lógicamente a los grupos altos se presenta para las mujeres de las clases bajas
de mujeres en similares condiciones. Algo semejante ocurre con los parceleros. a través de las formas de facto, unión libre y poliginia del soltero o concu-
El "trabajo del monte" requiere colaboración femenina. La más joven y decidida binato. La primera modalidad proporciona un menor número de oportunidad,
de las coesposas la lleva consigo el colono o aparcero durante las temporadas de mientras la forma plural gratificante de la imagen varonil presenta en mayor
trabajo rudo que requieren su ayuda. Por su parte, algunos dueños de tierras ubican instancia la posibilidad de interrelación de clases, con la resultante que las
en ellas, a sus concubinas, que reciben el beneficio de la explotación agrícola y mujeres y su descendencia son favorecidas merced a la institución con una
colaboran en el enriquecimiento del varón. O les dan en retribución tenencias que serie de ventajas étnicas, económicas y culturales que dan impulso al ascenso
constituyen parte de los llamados "cedidos", sistema de explotación a que hemos de concubinas y de la descendencia habida en ellas.
hecho referencia. También el transportador halla en su ruta periódica el auxilio y
la atención de esposas secundarias residenciadas a lo largo de la vía, carretera o La relación esporádica
río que el marido transeúnte periódicamente transita.;
/- La poliginia compacta ofrece también un funcionalismo de manifiesta ex- La relación esporádica constituye una modalidad familiar, que, más que forma
presión económica en estos lugares. Es frecuente, particularmente en el Chocó, intitucional, integra un sistema transicional familiar. Entiendo por relación
donde adquiere caracteres más intensos, en algunos municipios del litoral Ca- esporádica la vinculación marital de una pareja que convive dentro de unidad
ribe, y en los pequeños caseríos de la confluencia del Cauca al Magdalena. habitacional por un tiempo limitado de duración.
Esta forma utilitarista de la poliginia establece, por causas que estudiaremos Para entender mejor sus peculiaridades, es necesario observar las causas
más adelante, que el conjunto de coesposas se responsabilice de los deberes que la generan. En primer lugar, es fruto final de la honda desintegración de
económicos de la descendencia común de este hombre y del bienestar de cada k familia en este complejo, en que cualquiera de las formas tipológicas pre-
c
una de ellas. Pero su acción se siente más lejos aún: todas colaboran en ei edentes se estructuran y destruyen en períodos muy próximos, deviniendo
la
bienestar personal del compañero compartido, lo respaldan económicamente- s unas en otras, y éstas en aquellas, dentro de una constante dinámica. Los
y, no es exagerado decir, que con sus dádivas mantienen sus expensas, t intentos de una mujer en relación familiar rota pueden conducirla temporal-
esta forma, la poliginia de estas clases libera al hombre de las obligación eante, como solución, a una relación esporádica que vuelve a deshacerse,
t0r
de trabajar, pudiendo llevar una vida más holgada y tranquilad na a empezar y se destruye para iniciarse más luego, al ritmo de las con-
. La suma precedente de valores conexa con la familia plural, ha crea c o n e s culturales y económicas ambientales.
una institución que, aunque se va diluyendo con el correr de los tiemp°s> Este complejo cultural negroide en algunas zonas, se mueve dentro de
u
permanece presente: es la venta de mujeres apenas púberes. Esta venta (eX na economía que lleva de un lugar a otro grupos de hombres o mujeres.
3 0 2 / Familia y cultura en Colombia Las modalidades tipológicas de la familia y su etiología social I 3 0 3

Estos traslados ponen en contacto temporal parejas que entran con gran faCj. ¿e esta unión libre menos estable que las anteriores, pasa a otra u otras,
lidad en estatus procreacional. Los mismos movimientos que los acercan p 0r máxime si este período coincide con los movimientos migratorios en busca
un período de tiempo, los alejan y los desintengran. Tal el barequeo del oro, de quehacer estable. Luego, afincado en un lugar, inicia etapas de poliginia
la tala, siembra y cosecha; el transporte; la pesca y la caza estacionales; ia encubierta, que si las condiciones económicas señalan un mejorestar, pueden
recolección de productos vegetales, etc. conducirlo a modalidades de uniones plurales en forma compacta. Sea cual
Generalmente, las mujeres que entran a conformar esta modalidad familiar fuere la solución que tome en este sentido, la familia plural en este instante
I constituyen elementos con hijos sin padre cultural, para quienes la ventaja de coincide con su florecimiento económico. Si su ascenso económico cultural
1 una unión marital, así sea de corta duración, representa la ayuda masculina es cada día mayor, y los hogares que ha integrado antes ofrecen una des-
que ellas necesitan para subvenir las necesidades materiales de la descenden- cendencia juvenil, este marido de una amplia constelación de queridas, sien-
cia previa, habida en otros maridos y que durante la primera infancia cons- te la influencia de la comunidad para obligarlo a legitimar su estado. Por
tituye un peso muerto sobre los hombros maternales. el porvenir de los hijos, máxime si han llegado o aspiran a un profesiona-
Como resultante final de estas circunstancias, se constituye una familia lismo, y de las hijas que ya deben casarse (constituyendo canales de mo-
caracterizada por una figura femenina permanente y una descendencia de dis- vilidad social que los fuerzan a una estructuración familiar legal), contrae
tintos padres en torno suyo. La figura paternal se halla representada por ma- matrimonio con la mujer cuya descendencia quiere honrar. Pero con este
ridos transeúntes, que llegan, asimilan por un tiempo mínimo su papel en la matrimonio no ha singularizado sus uniones. Las demás mujeres no puede
familia y a impulso de las presiones migratorias tornan a irse dejando el lugar, (por exigencias culturales) dejarlas de lado, de manera que tan sólo ha en-
la responsabilidad y el derecho a otro varón, que llega más tarde y procede trado a las formas de concubinato o poliginia del casado. En esta forma
en forma similar al precedente. termina su vida rodeado de su mujer legítima, de sus "queridas" y de una
Dije que esta modalidad es típicamente de transición. Y lo es en el sentido generación múltiple de hijos legítimos, y de vastagos sin legitimar, pero
de que no sólo la inestabilidad de su conformación es su característica iden- que gozan de su reconocimiento.^
tificatoria, sino en que esta variable puede transformarse en unión libre, con- Otro tipo de biografía teórica (extracto teórico de las biografías obtenidas)
cubinato o poliginia del soltero, como lo veremos en seguida. puede hallarse con un hombre de la clase baja, cuya imagen está multiplicán-
dose en fecha reciente. El orden de los hechos se presenta a la inversa, merced
a
Dinámica de las formas de facto que la Iglesia, en los últimos diez años, está tratando de transformar rápi-
damente este medio cultural ampliando su influencia. Nuevas parroquias y
Finalmente, es necesario tener en cuenta la dinámica de la tipología de la diócesis han prosperado activamente en los últimos quince años y la acción
familia. En la vida fértil de cada individuo, hombre o mujer, pueden pfe' sacerdotal sobre la, estructura familiar ha tratado de penetrar en los distintos
sentarse en sucesión ordenada todas las alternativas estructurales descritas, S^pos sociales.,4T!omo resultado de esta meta, la Iglesia ha procurado hacer
a manera de etapas, interrelacionadas algunas veces con sus cambios eco- 9Ue las parejas se casen, en la misma etapa juvenil en que acostumbran es-
nómicos sociales o con períodos de su ciclo vital. Sólo en casos que con Wecer hogares de facto, tratando de prevenir la formación de hogares ile-
tituyen la minoría, se encuentra una modalidad sola durante todo el tran gítimos. Pero como la transformación del ambiente sociocultural no se ha
curso de la vida. fizado, el resultado inmediato ha sido el cambio en el sistema inicial de
veI rniar hogar y nada más, porque el ambiente continúa empujando a cada
t Utilizando el sistema de biografías, ofrezco esquemas de este de j
Dentro de los grupos populares, un joven comienza su ciclo familiar ao §° a sufrir el ciclo tradicional ya enumerado, y la familia casada católica-
nte
en vida marital, unión libre, más o menos de los 18 años en adelante, i» no resiste el impacto de desintegración de los primeros años, que flo-
e tf
curren las primeras paternidades y este hombre, al final de un tiernp0 4 adicionalmente en uniones múltiples y sucesivas que se siguen
oscila entre uno y cinco años, deshace su unión. Reestructura una nue Puendo. El resultado ha permanecido invariable, de modo que los hogares
3 0 4 / Familia y cultura en Colombia modalidades tipológicas de la familia y su etiología social / 3 0 5

de los casados se deshacen con la misma facilidad que las formas de hecho son formas casi marginales en su realización. Así hallamos que los hogares
y la pareja desajustada así ha continuado el ciclo de experiencias familiares monógamos sacramentales o de facto, integrados en mutua fidelidad por todo
hasta su sedentarización monogámica en un hogar, con un cónyuge distinto el ciclo vital, constituyen una excepción. Más frecuente es la biografía en-
del legal o la conformación plural que ya hemos expuesto. cuadrada dentro del marco teórico de la poliginia del soltero, con la única
En las clases altas pueden delinearse algunas biografías teóricas del sexo intromisión en el mundo de la unión libre en su comienzo.
masculino. El estímulo ambiental para que el hombre traduzca su masculini-
dad en la convivencia con mujeres es tensa y precoz. Relaciones esporádicas
dan entonces al adolescente la oportunidad de llegar a la paternidad, bien en
relaciones inteclases en los núcleos urbanos, o en los terratenientes, con los
elementos femeninos vinculados a las haciendas. Estas relaciones se van ha-
ciendo más estables con el avance de la etapa adulta y tales modalidades
esporádicas devienen en unión libre o en poliginia del soltero. El matrimonio
con una mujer de su estatus, detiene un tanto este polimorfismo familiar, pero
con el correr de los tiempos y la norma de que el hogar legítimo pierde interés
en centralizar y monopolizar la libido varonil, y para satisfacer las exigencias
de su categoría y de su sexo, dentro de las expectaciones culturales, vuelve
a crear nuevas uniones, o a reanudar las anteriores entrando al concubinato.
Tal forma predomina en el resto de su existencia, declinando con el tiempo
en variedad de coesposas, reduciéndose cada vez más, hasta terminar su vida
dentro de este tipo de uniones. Esta biografía teórica es la forma estereotipada
de cualquier vida masculina de la clase alta.
Las mujeres de clase baja inician su ciclo vital adulto con alguna expe-
riencia sexual sin trascedencia. Sin embargo, algunas "salen de sus casas se-
ñoritas", según la expresión magdalenense, es decir, sin experiencia biológica
previa, para formar un hogar de facto con un hombre de su estatus, apenas
entrada la pubertad. Siguiendo el ciclo masculino descrito, soportan en su
primera y media juventud una gran movilidad en sus uniones, y con los años
llegan a fijarse al lado de un varón, o terminan en calidad de abuelas su ciclo,
sin compañero alguno. Otra forma bastante extendida en las zonas ganaderas
constituye también un estereotipo de la vida femenina de la mujer de estas
clases. Inician su vida juvenil vendida o "dotada" por un hombre de cías
alta, en cuya unión perduran uno o tres años y luego, abandonadas por est -
constituyen nuevas uniones maritales intraclase, hasta desembocar en el 1°
trimonio con un elemento de su categoría, llevando consigo varios hij°s
diferente padre.
Los ciclos vitales homogéneos constituyen la minoría. Mientras las J
meras biografías masculinas y femeninas expresan la modalidad básica, e
Estatus y función I 3 0 7

cuales se estructuran en función de la edad: cuando la pareja es joven y


Estatus y función conforma un primer núcleo familiar; cuando la pareja es desigual en edad y
constituye una relación más para algunos de los miembros.

La etapa formativa de la unión libre

En el primer caso, la formación familiar se inicia lenta y sucesivamente. La


atracción física inicial desemboca pronto en culminación biológica. Los jó-
Introducción venes mantienen relaciones sexuales esporádicas, fuera del control del hogar
de orientación de la muchacha, hasta cuando el estatus de la pareja se reconoce
Es difícil en extremo señalar límites en el estatus de los miembros de la en la comunidad, ya por el embarazo de la muchacha, o por el consenso
familia en el complejo cultural negroide. Lo es en razón del permanente de- social y familiar ante la asiduidad del pretendiente o porque éste hace expresa
venir de las instituciones familiares, que, como lo vimos, se transforman unas su posición de marido, no de cortejante, y se incorpora como tal en el núcleo
en otras y como consecuencia, la posición de cada uno de los miembros se hogareño de la joven. La relación marital se afianza a medida que el varón
hace diferente a la que ocupa precedentemente. Por otra parte, esta situación empieza a asumir ante su compañera las responsabilidades económicas con-
se halla vinculada a una razón de dinámica mayor, la edad del individuo. Así, comitantes que legitiman su posición, iniciándose de esta manera la formación
hallamos una distinta situación en la jerarquía familiar, que se relaciona con de un primer núcleo familiar con residencia matrilocal. Sin embargo, el joven
el tipo de forma estructural de la misma; pero si enfocamos esta misma si- marido no ha definido su vida totalmente, porque en el momento no ha logrado
tuación tiempo adelante, ella se ha transformado en virtud del devenir que desprenderse de su hogar de orientación, donde aún mantiene su residencia
esta tipología ha tenido y en razón del estadio del proceso familiar. Por otra permanente, parte de sus haberes y en el cual colabora económicamente. Pau-
parte, no es igual la situación del complejo familiar que se inicia bajo los latinamente, sin embargo, va permaneciendo más tiempo en el hogar de pro-
auspicios de la unión libre, que el que se encuentra cinco años adelante cuando creación, limitándose cada vez más en su ayuda al núcleo consanguíneo suyo.
esta unión se ha deshecho y se conforma otra célula hogareña que coloca a El nacimiento del primer vastago puede marcar el comienzo de la separación
la mujer en condiciones diferentes, mientras el marido inicial avanza en otra real, porque la ayuda del joven a su hogar se reduce más aún, y cuando su
relación. Si ambos elementos de esta pareja son confrontados años más tarde, categoría de padre se conoce, esta condición le permite disculpar el retiro de
s
tampoco hallaremos una situación familiar que podamos equiparar a la pre- u unidad de orientación como consecuencia de la responsabilización del hijo
cedente o compaginar con las futuras. Por ello, mis análisis son intentos teó- y de la madre: ya tiene las obligaciones propias que ha tomado voluntaria-
ricos de tipificación de la institución, pues en la realidad los fenómenos se mente y que en cierto modo lo eximen de las que inicialmente poseía como
entraban unos con otros, reestructurándose y destruyéndose merced a las pre- adulto miembro de un grupo doméstico.
siones internas y externas que soportan. Aquí se da realmente comienzo a la unión libre con la unidad habitacional.
e
instaura la nueva familia al lado de la madre de la joven, característica
El estatus y la función en la unión libre , se va a prolongar por un período más o menos largo. Durante este tiempo,
es
el jefe económico de la célula nuclear nueva, es aceptado como un
e
Empecemos el análisis con las formas de facto, porque logran el mayor p° mbro familiar del tronco de su esposa, pero su autoridad apenas se pro-
a
centaje dentro de la comunidad total y nos permiten ubicarnos en el interI limitadamente sobre su compañera y su hijo, y en ninguna manera puede
ers
de los grupos populares, mayoría también dentro de estos complejos soc e sentir sobre el total de la unidad habitacional, donde habrá de reco-
nocer
culturales. La unión libre se inicia bajo diferentes alternativas, algunas de ru
na serie de jerarquizaciones complejas. Sin embargo, como cabeza de
3 0 8 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función /309

una célula parcial, de la molécula familiar extensa, el joven marido costea su Tales presiones de respaldo no se sienten en las sucesivas relaciones maritales
cuota de alimentación, de vivienda y los demás gastos colectivos y personales nue pueda organizar en adelante. Se considera que entonces es una mujer con
Mientras cubra esta función de su estatus, se le respetará su posición. La experiencia, y libre, de modo que sus decisiones y los resultados negativos o
mujer, dentro del grupo primario doméstico, se condiciona a la autoridad de positivos que coseche, aunque sensibles a los demás, sólo a ella competen.
su compañero y satisface todas las tareas que a una ama de casa de este tipo Finalmente, podemos encontrar la unión libre iniciada sobre bases de un
de unidad habitacional le asigna la cultura; cuida los hijos, atiende la comida periodo de relaciones esporádicas con distintos "compañeros", que generan
de su hombre, se responsabiliza del aseo de sus ropas y empieza a velar por el madresolterismo en edades precoces, al que sobreviene un período de cre-
la propiedad, fuera de satisfacer sus propias responsabilidades como parte del ciente unión libre inestable, tanto por parte del Ego femenino como el mas-
grupo doméstico total. Con el tiempo, la pareja trata de ir consolidando sus culino, hasta culminar, como en los casos precedentes, en un integrada unión
haberes, independizándose de la propiedad comunal, adquiriendo implementos marital, que puede perdurar por el resto del ciclo vital. Una nueva modalidad
propios del hogar tales como camas, utilería de cocina, plancha, radio y co- final consiste en que el Ego femenino, en todo el transcurso de su existencia,
cineta. A medida que se estabiliza la unión, se estabilizan más y más las no cuaja en una relación estable, y con los hijos habidos en vinculación es-
inversiones económicas. El compañero, con el tiempo de vivencia en común, porádica, uniones libres transitorias, trascurre su vida dentro del madresolte-
se va injertando más y más en el tronco familiar de la mujer: expresa su rismo estructural.
respaldo económico cuando el grupo doméstico lo necesita, hace causa común Retornando a la pareja cuyo ciclo inicialmente hemos descrito, hallamos
ante la comunidad de los intereses familiares de su compañera y recibe el que al pasar los años de convivencia marital y con el aumento numérico de
apoyo del grupo extenso de ella. Es un miembro más en la familia con sus los hijos y el avance cronológico, crecen las exigencias de este hogar de
obligaciones y derechos. procreación y se siente la necesidad de lograr una meta inmediata: consolidar
Una segunda forma de estructuración de la unión libre se inicia con el una célula independiente, a través de la residencia neolocal, fuera del tutelaje
rapto: en el transcurso de la relaciones amorosas ocurre que la familia de la familiar de los consanguíneos maternos. Gran parte de esta necesidad se ori-
mujer hace evidente una mala voluntad para que la vinculación afectiva con- gina en que el hombre ve limitada su autoridad, que se fragmenta y debilita
tinúe. Razones de diversa índole mueven a su madre y a sus hermanos a en la relación con su mujer y con los hijos, como resultado de la vida en
oponerse. Sintiéndose obstaculizados los amantes, optan por vencer la resis- común con una amplia parentela del lado materno. Sobre la pareja y su des-
tencia de la parentela materna con la salida subrepticia de la joven y se es- cendencia se proyecta la interferencia autoritaria y socializante de los demás
tablecen manifiestamente como unidad marital. Cuando ello ocurre, la tensión elementos de su misma generación, de los tíos uterinos y la fuerte dirección
interfamiliar crece por un período de tiempo, ante el sensacionalismo de la de la abuela materna. Por otra parte, las relaciones maritales encuentran dis-
comunidad; pero cuando los parientes se dan cuenta de que la mujer en su tanciamiento con la carencia de intimidad en esta unidad habitacional. El
relación ha obtenido las apetecibles condiciones culturales en la estructuración sentido comunitario de esta célula extensa tampoco permite llegar a la pareja
hogareña de este tipo, van silenciando sus protestas hasta restablecerse ws a
formar ahorro y singularizar la propiedad. Es frecuente que las demás her-
relaciones y olvidarse de lo sucedido. El conflicto se torna candente, si ella manas casadas de la joven madre también se hallen en similares condiciones
no encuentra dichas condiciones y el hombre no asume de inmediato las obli- ma
ritales dentro de la común unidad habitacional que se descompone en mul-
gaciones pertinentes a los hogares constituidos en unión libre. En otro sentid0' eles núcleos primarios. Por el logro de sus propias metas, estos nacientes
esta tensión agresiva es sensible también cuando la mujer realiza su prime h
°gares de procreación se desprenden de la residencia matrilocal múltiple y
salida del hogar, es decir, cuando el rapto ocurre cuando "es señorita", vlf£ instituyendo unidades independientes donde el padre, al aceptar todas las
aún, según la locución popular. En tal momento, el círculo de familiareS res
Ponsabilidades de su estatus, alcanza una cabal expresión, se desprenden
roniles la rodea para ayudarle a hacer efectivos sus derechos, es decir, a ^ e
' lado materno del Ego femenino. En este instante el poder del padre logra
sea "dotada", obtención de ciertos regalos de utilidad personal y hog&re f i l a r s e a los patrones de comportamiento de los grupos católicos familiares
Estatus y función / 311
310/ Familia y cultura en Colombia

en las clases altas. Paralelo con el goce de esta autoridad, el hombre cubre se siente vinculado ni obligado con la prole, porque se vuelve más imperioso
solo y con más eficacia sus responsabilidades económicas y la mujer satisface el estímulo de la conquista de una nueva compañera, con la cual se enlaza,

sin ayuda familiar sus obligaciones de esposa y madre, y deja de prodigarse dándole el respaldo material de que privó a la primera y a su descendencia.
o se limita un poco en la satisfacción de responsabilidades con su núcleo Las interrelaciones conyugales con estos valores llegan a un punto en que la
primario. mujer, sin armas legales ni culturales para presionar y determinar un retorno
de su marido o un comportamiento responsable de éste con sus vastagos, debe
El primer conflicto aceptar la ruptura de la familia nuclear como un hecho irremediable, y así lo
hace.
Esta etapa de independencia no siempre fructifica, bien porque el hombre Cuando la desintegración ocurre, el hombre torna a su hogar de orienta-
limitado por sus condiciones económicas, no es capaz de alcanzarla o no se ción para establecer más tarde otra unión, o consolida la relación o relaciones
esfuerza por llegar a ella, sintiéndose cómodo en el ambiente uxorilocal. Puede maritales que previamente empezaba a establecer y asienta por segunda vez
ser la causa de su fijación el que comienza a sentirse atraído por otras mujeres, su hogar de procreación.
con lo cual elude ya su propia responsabilidad familiar y adquiere otras nuevas Si el núcleo familiar deshecho residía ya fuera del hálito maternal, la
a las cuales da prelación afectiva o parte de su ingreso. Esta etapa marital, progenitora trata de mantener su independencia, buscando trabajo o refugián-
casi obligatoria, puede presentarse y se encuentra, bien cuando no se ha su- dose en la inmediata posibilidad de concertar otra unión que la ayude en el
perado el ciclo residencial matrilocal o durante el desarrollo de la forma neo- sostenimiento de la descendencia previa. No alcanzadas estas metas, la célula
local. Así se da comienzo al desajuste de la célula familiar de forma de facto. hogareña retorna disuelta a la residencia matrilocal por otro período de tiempo.
Las mutuas recriminaciones y las tensiones maritales conducen finalmente a
la primera disolución familiar. Ella culmina, pese a que en esta etapa de su El comienzo de la unión libre inestable o segunda etapa
ciclo vital la esposa forcejea heroicamente por mantener unido su hogar. La
lucha por la singularización marital de su compañero asume durante este pe- En el regreso, la joven madre recibe el respaldo de sus familiares uterinos,
ríodo caracteres agresivos: la esposa joven e inexperta, ofrece un frente ma- pero esta ayuda no alcanza a cobijar todas las responsabilidades, por lo cual
nifiesto y aguerrido a sus competidoras sexuales. Pelea con ellas ostensiva y se da comienzo al trabajo de la madre abandonada, preciso en la tarea de
acerbamente por el afecto de su marido, que representa la estabilidad total de sacar adelante la prole. Hasta el momento se había mantenido dentro de la
su célula hogareña, en una contienda desigual, porque carece de recursos unidad doméstica, satisfaciendo sólo las obligaciones hogareñas: ahora se
legales que la respalden en sus reclamos y carece, cara al ambiente cultural, agrega a sus funciones previas el que debe ser cabeza económica de -su núcleo
de derechos concretos sobre los cuales hacer sus exigencias, defendiéndose sin padre. Un mutuo convenio entre la abuela y la madre, o entre ésta y sus
entonces con la sola arma de que es madre de los hijos de aquél por quien Parientes uterinas, le permite salir a "buscar la vida", es decir, a trabajar fuera
en
pelea y necesitan de su amparo material para sobrevivir, argumento no muy cualesquiera de las actividades femeninas que el ambiente propicia, bás-
valedero ante el hombre de esta cultura, acostumbrado a tomar y a dejar las tente precarias y pesadas en este complejo, dado el restringido estado de su
responsabilidades paternales al vaivén de su impulso emocional. Cambiando desarrollo económico: lava ropas, trabaja en los hogares más pudientes, o
re
éste al estímulo de nuevas atracciones sexuales, las consecuencias de sus actos staurantes, recolecta algodón, hace comidas populares que vende en los
biológicos poco pesan en sus patrones de comportamiento. La atracción fe' Puestos públicos, comercia al por menor en pescado y demás víveres, cose
r
menina del momento ahoga su moral de padre, que no está profúndame^ °Pas, cubre faenas agrícolas, mientras la abuela u otro familiar materno se
internalizada, y las promesas de un presente novedoso exaltan su nomadism0 ^ncarga de los hijos en la unidad habitacional. En este período es cuando se
ace
familiar y le sirven de pretexto para liberarse de todas sus responsabilidades- n más evidentes los valores de respaldo de la familia extensa al núcleo
a
Al resultar conflictos hogareños y no verse atraído y atado por la mujer, n miliar primario desintegrado por la deserción del varón, ayuda definitiva
3 1 2 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función / 3 1 3

para poder sobrevivir. Madre y abuela o parientas, hacen causa común en la Las experiencias habidas en las pretéritas uniones y las presiones que la
crianza de la familia, repartiéndose las obligaciones. cultura insinúa, han cambiado a la mujer en relación con sus actitudes y
La autoridad entonces se transforma en función del primer período, es comportamiento de compañera. Llevando a sus espaldas el peso de una prole
ejercitada y el proceso de sociabilización cubierto por la abuela materna pri- sin padre, al concertar una nueva unión cambia su conducta ante el hombre.
mordialmente, y luego por la demás parentela femenina; la ausencia forzada Si en la primera había defendido con fiereza agresiva su dominio sobre ese
de la madre la obliga a delegar en sus consanguíneas, ésta y otras responsa- "compañero" que representaba el sustento y consolidación de la familia, esta
bilidades. Sin embargo, faltando el padre, es la madre quien toma las deci- tajante actitud empieza a flaquear en sus tácticas. Ya no trata de singularizarse
siones trascendentes, ya que también se responsabiliza económicamente de la en el afecto conyugal, aunque todavía se duele de que alguna mujer más entre
prole. Este período de pronunciada autoridad femenina no perdura largo tiem- a competir por su marido: vale decir, compartir su ralo sustento. Asume ahora
po. La madre, aún muy joven (entre 25 y 30 años), pronto encuentra un nuevo una actitud más discreta, contentándose con que él le proporcione algún res-
compañero, que llega a ella con la promesa de colaborar económicamente en paldo afectivo y un poco de colaboración económica que ayude a reforzar
la crianza de la descendencia previa. sus propios ingresos para cubrir las necesidades cotidianas más urgentes. Al
En esta segunda unión del Ego femenino, bien que se mantenga dentro de la fin de alcanzar estas metas, aguanta más las imposiciones maritales, se reviste
célula familiar extensa uterina de la mujer, o que vuelva a salir de ella o se haya de mayor paciencia, transige más, es benevolente en extremo ante las fallas
mantenido independiente de su residencia, concierta una nueva etapa en el estatus que la imagen cultural del varón proyecta sobre su hogar de génesis, y le
materno, constituyendo sin lugar a dudas una de las más duras. Los hijos habidos importa menos o simula mejor no lesionarla los devaneos galantes del mismo.
en la primera unión (por lo común) no reciben ayuda de su padre y lo que pro- Concomitantemente, el hombre de este nuevo hogar también ofrece cam-
porciona el padrastro eventual no alcanza para su sostenimiento completo, aunque bio en relación con la primera unión. Se halla más o menos en la plenitud
constituye una ayuda vital en estos hogares pauperizados. La edad de estos pe- de los treinta años, muy consciente de su propio valer, de lo que representa
queños no permite su colaboración en el diario sustento, comienza para algunos en la nueva familia y explota su situación. Si en su primera unión se vio más
la edad escolar con todas sus implicaciones en erogaciones, mientras oíros no han restringido y subordinado por una mujer que bajo su responsabilidad había
sobrepasado la primera infancia. En este momento familiar las encuestas me se- él iniciado, y por los familiares de ella, ahora se sabe necesario, precisa su
ñalaron siempre las máximas cifras de mortalidad infantil. Si la joven madre no participación dentro de una célula previamente iniciada por un marido deser-
se cobija al lado de la abuela, o de otra familiar, ha de dejar abandonado el hogar tor. Con los hijos ajenos ha tomado una responsabilidad sólo por atraer a la
para salir a buscar el pan o colaborar con el nuevo marido. Por lo regular adquiere madre, que si no lo satisface en sus expectativas, no existe dentro de su débil
nuevos embarazos de su segunda unión, que suman nuevas obligaciones y difi- superego razón coercitiva que lo fuerce a seguir soportándola. El progenitor
cultades. Los primeros hijos apenas son capaces de responsabilizarse del cuidado °e estos vastagos sacudió su obligación de sustento y él no tiene, lo repito,
de los más pequeños a cuyas manos quedan, cuando la madre trabaja fuera, y sl Maduras más valederas. Por ello, en esta nueva consolidación familiar su li-
la célula familiar primaria se aisla del tronco extenso, el desamparo es mayor, de be
rtad reconoce escasos límites. En la plenitud vital y posiblemente econó-
mic
modo que las enfermedades fomentadas por la falta de atención, por la déficit a, liberado de responsabilidades paternales del pasado, es muy consciente
e
dieta administrada irregularmente, pues la madre no puede hacerse presente en que con cualquier mujer puede tener opción y recibir gratificación de toda
horario acertado, se siente con sus secuelas sobre la población infantil. Las W "Mole. Por esto, al no sentirse realmente atado, cuando las responsabilidades
u
grafías de madres a través del análisis de todos sus embarazos, también sen Peran las retribuciones, se evade otra vez. El éxodo a las ciudades en busca
la mayor frecuencia de diezmo infantil en las gestaciones de este período m
ejorestar, le abre las puertas al abandono y cubre su retirada, porque
urgentes necesidades y tacañas respuestas. Sin excepción, cada madre recuer ede
difundirse en el anominato y romper las amarras familiares poniendo
pérdida de más de un pequeñuelo durante esta desamparada etapa del ciclo a
ncia y aislamiento que le permiten crear un nuevo vínculo marital. Así
femenino. lr
>úa avanzando en sus experiencias maritales dentro de su segundo ciclo
3 1 4 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función / 3 1 5

vital, período que corresponde de los 30 a los 45 años, durante el cual es al camino de la poliginia de tipo económico. La mujer que lava oro en las
característica básica su actitud de consolidar con facilidad nuevos hogares qUe corrientes fluviales del Pacífico, vierte gran parte de sus ganancias haciendo
con el mismo desenfado desintegra, siguiendo el mero impulso de sus satis- de mecenas de un varón atraído simultáneamente por idénticas dádivas de
facciones culturales, prohijado por ellas y motivado por las formas económi- mujeres colocadas en similares condiciones. Igual fenómeno se observa en el
cas. En ninguna de estas sucesivas células familiares arraiga ni se proyecta río Magdalena, donde en los puertos fluviales las mujeres trabajan para un
firmemente: se convierte en un marido transeúnte que procrea, auspicia por compañero común que todas halagan y anhelan controlar, y las carreteras del
un lapso de tiempo el mediano bienestar de esta descendencia y de la que ya litoral asientan coesposas de traficantes que las escalonan estratégicamente
portaba a cuestas la mujer, y se va luego con la facilidad conque llegó. Vuelve sirviendo sus intereses comerciales. El contrabandista de la costa Atlántica
a empezar bien pronto el ciclo, vuelve a procrear, vuelve a ser el dispensador sirve un grupo de queridas ubicadas con estrategia. Mujeres que atraviesan
de ayuda económica y vuelve a irse. Lo que quede atrás en hijos se suma en este período son el caso común que en esta zona cultural dan el máximo de
el haber de la compañera con lo que otros han procreado. Uno o más com- su capacidad potencial respaldando a un varón eventual, durante las faenas
pañeros llegarán luego a reemplazar, a colaborar, procrear y evadirse en este de apertura de "claros" en la costa selvática del Pacífico; en la tola, roza y
hogar donde lo único estable es la figura materna. siembra de "potreros" en las últimas digitaciones de las cordilleras andinas
Retornando al Ego femenino, dentro del segundo período de su ciclo fértil, proyectadas sobre las sabanas del Caribe; o en las faldas selváticas de la
30 a 45 años, hallamos la respuesta de la imagen varonil descrita. Este lapso Sierra; o siembran "paja" en las rastrojeras de arroz, y cultivos de pancoger
es sin lugar a dudas el más vital y trascendente para la familia, tanto como en las zonas de aparcería abiertas en los latifundios ganaderos del mismo
el más duramente vivido. Más de tres uniones estables (promedio) se suceden habitat. Ellas y los hijos de anteriores enlaces, dan la mano de obra que el
en él y, como lo he repetido, corresponde a la etapa de reproducción y crianza. marido ocasional y enésimo necesita en sus propias actividades. En esta forma,
Cada alianza marital deja en los brazos maternos nuevas bocas para sustentar, al lado de las ventajas directas que el marido cosecha, la familia acaba de
cuyos padres sólo periódicamente se responsabilizan de ellas y luego desertan crecer a su sombra.
y cuyo número creciente en cada unión limita las opciones para hallar el
compañero que ayude suplentemente en el diario vivir, por lo cual la madre, La magia en la integración familiar
poco a poco, se convierte en la primordial fuente de subsistencia de este
complejo familiar. Si vimos que en el primer período el padre asumía el Esta es la etapa de la acción mágica femenina. En edad prematura juvenil
completo sostenimiento de la célula primaria, presenciamos luego que la si- aparece como actividad masculina, o más tardíamente, cuando en el varón la
tuación económica es compartida por un compañero, y con el correr del tiem- explosión triunfante de su biología comienza a decrecer, y paralelamente sus
po llegamos a que esta cuota de ayuda es más esporádica y más limitada. En Posibilidades económicas se opacan hacia el tercer período del ciclo vital de
todo este segundo lapso del ciclo vital femenino, la mujer se empeña, tras su Ego. Pero, en este segundo lapso, los poderes mágicos constituyen una
cada desintegración hogareña, en atraer un nuevo marido para que comple' funcional arma de control en manos de la mujer. La inseguridad familiar,
cu
mente su vida afectiva y biológica, su posición cultural de mujer adulta, y» yas raíces etiológicas no logra cada esposa entrever para evitar o dominar.
Us
ante todo, refuerce sus ralos ingresos. Si en la primera unión exigía y en la ca salida cultural y canal dinámico en esta institución. La madre que se
Ve
siguiente esperaba recibir, en las subsiguientes, aunque se exprese la necesida conducida por la corriente diaria al desajuste hogareño y con él a todas
as
de la dádiva varonil, ya no la solicita abiertamente. Sus procedimientos na consecuencias del abandono material, y no hallando otra palanca de control
Su
cambiado otra vez: para obtener el apoyo y la adhesión del compañero alaroe situación, y sintiendo que es en vano su acoplamiento a la imagen ideal
de respaldo y consagración. Trata de halagar al hombre con su propia gen Menina, o su ajuste a los valores exigidos para obtener su afianzamiento,
rosidad: a expensas de su trabajo le da respaldo económico efectivo, le a P°r otra parte, sabiendo que dentro de los recursos de su estructura social
picia sus erogaciones y aun asume sus responsabilidades, conduciendo a e Cu
ltural ninguna institución, religión, derecho, economía, o ningún patrón
3 1 6 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función / 3 1 7

normativo limita el nomadismo del varón, más bien lo empuja a él, o cuando de esposa en imágenes felices dentro de formas singularizadas y pautas
es consciente de que carece en su ambiente de fuerza alguna coercitiva que reales antagónicas al contexto ambiental. Esta plenitud constituye sólo una
haga efectivas las obligaciones de su estatus de padre y de marido, echa mano curiosa excepción dentro de las comunidades de esta subcultura y que única-
al único recurso accesible a su complejo mental cultural, la magia. Sólo este mente un poder tan vigoroso como el de la magia puede otorgar a un ser
instrumento de poder puede contraponer con éxito al total cultural que en- femenino. Milagrosa ejemplarización de una excepción obtenida con poderes
vuelve un agudo machismo de tipo biológico (véase, en este complejo, el sobrenaturales.
aparte "Las modalidades tipolígicas de la familia y su etiología social", "Ei
machismo sexual y las formas de facto"). A la exaltación poligínica super- El parentesco de crianza
valorada en sus normas, la magia, se cree, obliga al varón a la singularización
monogámica. Al nomadismo hogareño plasmado de acuerdo con la imagen Otro aspecto importante de esta etapa es la copiosa proliferación del paren-
del marido transeúnte, picaflor irresponsable, la magia, con sus poderes, cree tesco de crianza. En este período (comienzo y medio) los niños constituyen
ofrecer la estampa varonil marcada por la consagración, la sedentarización un peso muerto en el presupuesto familiar. Ante la amenaza del hambre, que
familiar y la singularización afectiva. No es extraño que esto ocurra, pues en cada día amanece sobre estos hogares de inestable conformación, la madre
la misma forma que la magia es el arma de control de la primitiva economía tiene que apelar al sentimiento de solidaridad de la familia extensa primero
de subsistencia de este complejo cultural, ella misma, dentro de esta misma y de cualquier otra célula familiar luego. En aquellos hogares en que por el
mentalidad, es el único recurso de la moral familiar. Por ello la magia florece momento existe una cabeza económica varonil boyante o en aquellos otros
en múltiples manifestaciones en esta subcultura: es fuerza positiva que con- que han sobrepasado la etapa de la crianza, hallan acomodo los hijos aún
duce a las metas familiares indicadas, pero también es fuerza negativa de improductivos para la madre. Algunas veces la progenitora, no viendo pers-
agresión ante las que se oponen a su realización. Seduce al varón, lo cautiva pectivas que le dejen entrever posibilidades de superación, "los regala" a sus
y focaliza en una sola mujer; castiga y priva de la razón o de la virilidad al familiares, compadres y aun amigos de superior estatus, para obtener el alivio
hombre que no responde al reclamo femenino o deserta del lado de sus obli- de su carga o para hallarles posibilidades de educación, algunas veces de sola
gaciones. Sanciona con la enfermedad, con la esterilidad concretamente, a la sobrevivencia. Analizando biografías juveniles y adultas de estas zonas, he
mujer "seductora" que atrae a los padres de familia "comprometidos" con hallado frecuentemente la relación de ser "hijo de crianza" de fulano o de
otra. Engendra monstruos en el vientre de las "queridas" (concubinas) del fulana. Quiere decir que bajo su tutelaje, el Ego se ha formado, estatus que
marido, merced al influjo mágico de su exmujer principal o precedente, les se ha sufrido casi siempre como un apoyo a la madre durante este segundo
da partos difíciles y lesiones en sus órganos reproductores. Les contagia de período de tiempo. Es frecuente que una vez superada la crisis de esta etapa,
enfermedades que roban su belleza juvenil (manchas en el rostro, eczema, los hijos ya crecidos retornen a la madre cuando constituyen una fuerza pro-
erupciones cutáneas, carates, etc.) o de enfermedades que hacen lesiva su ductiva y así los lazos maternofiliales vuelven a ajustarse.
presencia: malos olores genitales, o las lleva a la pérdida de la razón. Final-
mente, la magia otorga a la madre que vive esta etapa, alguna seguridad La dinámica de la autoridad maternal
emocional ante la anomia que crea la cultura. Por ello, la esposa o compañera
A
en conflicto, ansia y costea el logro de una "contra" amorosa legítima (" Pesar de las dificultades expresadas, he dicho que esta etapa es fecunda en
el
altísimo valor) que le confiera estabilidad en su estatus familiar frente a estatus de la mujer madre. Y lo es en cuanto este lapso finaliza el proceso
e
varón. Los poderes inmanentes de este talismán son transmitidos, superdota dependencia femenina. La mujer que inicia el período con la disolución
dola desde afuera de la capacidad de alcanzar las ambicionadas metas fein °gareña que la ubicaba en una absoluta posición de dependencia, la concluye
ninas que la cultura no prohija. Su feliz poseedora florece en fértil relac1 Ruándose como figura central de la vida familiar. Esta centralización significa
sexual; culmina en gestaciones plenas y puede jugar su dual papel de ma tendencia creciente de la célula doméstica a traspasar del padre hacia la
Estatus y Junción / 3 1 9
3 1 8 / Familia y cultura en Colombia

reSultados halagüeños, la tensión interior que le crea lo va expulsando pau-


madre la autoridad, fenómeno que se cumple a través de las sucesivas unio nes
latinamente. Su papel ahora no reviste la trascendencia de las primeras y
y de la descendencia que originan.
segundas etapas en que la biología y el hambre lo imponían, y puede pres-
En dos puntos se apoya la dinámica del proceso: la actividad económica
cindirse de él sin que sea forzoso llenar su vacante.
que la mujer debe desplegar para equilibrar el presupuesto familiar (después
de la primera deserción del padre de sus hijos), determina que mientras más
El estatus filial y fraternal
sea resultado de su propio laborar, más y más va indicando las líneas de
dependencia de los miembros del hogar de procreación. Por otra parte, la
Veamos ahora el estatus filial. Dije que el engrandecimiento tardío de la mujer
prole que en distintos "compañeros" ha ido procreando, constituye la segunda
se alcanza por mitad, a través de su trabajo y del florecimiento de su prole,
fuente de su acrecentamiento. Si bien los hijos en la tierna infancia representan
en segunda instancia, lo que ayuda a explicar la muy alta valoración de la
un peso muerto, a medida que crecen van contribuyendo al sostenimiento
descendencia. La dominante presencia de las formas de facto borra en este
propio y del conjunto hogareño, particularmente los varones. Esta precoz res-
complejo cultural la peyorativa ubicación que del hijo ilegítimo existen en
ponsabilidad explica el analfabetismo dominante del hombre en amplias por-
otras zonas colombianas con altos índices de filiación legal. Además, el con-
ciones de este complejo (véanse, en el Anexo, los mapas: "Distribución del
senso de la comunidad indica que un hijo siempre honra a la madre, no im-
analfabetismo por sexos" 1951, 1964) y el alto grado de ausentismo escolar
porta de qué tipo de relación provenga. Por ello esta comunidad, en sus es-
y de repitentes en las escuelas primarias de todas estas zonas (véase, en este
tratos populares, rechaza con energía a la mujer que aborta para guardar el
complejo, el apartado "Las instituciones", "La educación. Algunos ragos de
principio de su honra, puesto que el hijo es quien la confiere y no puede
su estructura").
entender ni asimilar esta conducta tácitamente practicada en otros sectores
Con base en estas dos premisas, la mujer pasa de la dominante autoridad
patrios. Las clases altas no participan de la total amplitud de estos primeros
del primer compañero en su inicial unión libre, a las formas de autoridad
conceptos, porque las exigencias del estatus las obligan al matrimonio, a pesar
compartida al transcurrir de maridos sucesivos, hasta centralizar en sí todo el
de lo cual guardan un respeto hondo por la vida del hijo, exponiéndose la
poder en las épocas de desintegración o depositarlo en manos de la abuela a
madre soltera a la sanción de su grupo antes que sacrificarle, afrontando su
cuyo respaldo se acoge la abandonada progenitora. Colabora en el proceso,
madresolterismo divergente con mucho valor. Y es que en esta comunidad
el venir y desaparecer de esposos que va ejercitando a la mujer en uso de la
de integración familiar tan inestable, el hijo representa para la madre su epi-
autoridad con su doble función de derechos y deberes. Con la responsabilidad
centro, su nodulo vital y toda la seguridad y el respeto en los años avanzados.
económica que paulatinamente va adquiriendo, recibe el resto de obligaciones
Los hijos son la honra de la madre", se oye repetir a cada paso, significando
y prerrogativas de la célula nuclear. Cada marido, ante la prole previa de su
cuánto acrecentarán su estatus y lo mantendrán en el futuro y cuánta honra
mujer, aunque juegue un papel indispensable y ajustado a la convivencia del
confieren a la madre que los gesta.
grupo hogareño, no supera jamás al materno que representa el consanguíneo
Ello
más inmediato y con derechos naturales y culturales más valederos. Si p a r a '
conduce a que la progenitora asuma su responsabilidad en los perío-
lelamente la descendencia empieza a contribuir para el sustento, y la madre
dos de abandono paterno y que muy contados hijos sigan al padre. Es causa
ha llegado a la posesión de una vivienda propia (herencia o adquisición p er ' fle
que culturalmente la descendencia pertenezca al lado materno y muy es-
sonal, o dádiva marital) estos dos elementos, sumados al que es la cabe
lamente al paterno, a no ser que se trate de núcleos legítimos de clase alta
económica estable, refuerzan su situación. Ello la conduce a concentrar e e tr
adición hispánica, donde se tiende a formas patriarcales. Por otra parte,
sus manos el poder y a someter a su control a todos los miembros del nuc entro
de los grupos populares que nos ocupan, la madre, al recibir el respaldo
hogareño. Dentro de estas circunstancias el primero en sentir su presión
biliar uterino, revierte sobre sus consaguíneos la generación nueva que pro-
el marido, a quien trata de forzar a singularizarse en su vida sexual p d
> con lo cual todo el régimen de seguridad se hace matnfocal. Una acción
asegurar su total contribución económica, hasta el punto de que si no l'eS Cl r
P oca se establece: ella saca adelante al hijo, significando la estabilidad
3 2 0 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 3 2 1

y la seguridad vital y afectiva para el infante, estabilidad y cuidadoso afecto ¿g crianza y de adopción de infantes. No es necesario que falten hijos en el
que retorna a la progenitora cuando es anciana y él adulto. Por el logro de hogar sustituto, ya que si algún familiar necesita su amparo, habrá un lugar
esta acción recíproca, la mujer libra su más ardua batalla en la defensa de su para el elemento consaguíneo desarraigado. Tampoco es indispensable que
prole y mira serenamente su multiplicación vital. Mientras sus brazos sean haya un mejorestar en el hogar adoptivo. Se piensa poco en la carga que la
capaces de rendir, trabajará proporcionándole el pan y el techo que luego aceptación de un nuevo miembro representa, porque dentro de estos bajos
necesita cuando ellos se hayan hecho débiles. Por esta fe y para cumplir su niveles de vida en realidad no lo es. Este niño crecerá en los valores y será
contenido cultural, acepta sucesivos "compañeros", que van contribuyendo un hijo más "de crianza" o "adoptivo" y retribuirá, se espera, con su conducta
más a su florecimiento maternal y menos a la seguridad que busca. Ella es de adulto, a quien se tomó la molestia de solucionar su crisis vital y a su
joven y vigorosa cuando llegan los hijos, es joven y llena de empeño cuando lado levantarlo. No es raro que los matrimonios estériles mantengan familia-
lucha por su bienestar, pero será y es vieja e inválida para el trabajo cuando res, sobrinos, ahijados o simplemente conocidos, dentro de este sistema de
reciba su retribución económica y afectiva. Por lograr estas metas, la mujer crianza o de completa adopción, que, como lo observé, retornan al lado de
de esta clase y de este ambiente, no controla la maternidad, apoyándose en la madre cuando ya son elementos productivos y pueden dar la mano a su
la esperanza de que alguno de sus hijos será su fortaleza, alguno la retribuirá, progenitora, o se quedan por siempre con los padres putativos satisfaciendo
alguno "honrará sus canas", alguno atenderá su enfermedad, alguno la llorará su función filial.
al morir, alguno cerrará sus ojos, alguno la enterrará con honra y alguno Finalmente, esta forma de adopción (tan frecuente en esta zona) ofrece
conservará su memoria. Y ello es cierto: los "hermanos de madre" forman un caso más que le es típico y que consiste en la crianza de algunos nietos
desde la infancia la unidad de la sangre y el afecto. El respaldo se crea desde en estatus de hijos por algunas mujeres ubicadas en la categoría de abuelas.
el comienzo familiar: el hijo mayor se responsabiliza de los más pequeños Se trata por lo regular de aquellos nietos fruto de las primeras relaciones
cuando la progenitora está ausente, la niña la remplaza precozmente en las esporádicas de las hijas mujeres, que no lograron estabilizarse en unión con-
tareas hogareñas, y las ganancias de los varones van a las manos maternas. yugal. La madresoltera, apelando al sentimiento de solidaridad de su proge-
Al crecer, mantienen su cuota de ayuda en una lucha desesperada por la so- nitora, le entrega el niño recién nacido, o muy pequeño, para que se levante
brevivencia colectiva. Cuando la hija adulta se establece maritalmente, con- a su lado como un hijo más, en convivencia con tíos maternos de similar
serva su vinculación con la madre, si es que no permanece en su hogar, dando edad. Este nieto así criado considera su hogar de procreación el de su abuela
y percibiendo el beneficio del grupo doméstico, mientras el hijo varón, que y casi nunca sigue a la madre, dentro del clásico proceso de transferencia de
puede desprenderse durante las uniones consensúales que forma sucesivamen- sus derechos y obligaciones filiales de ésta hacia aquella.
te en los períodos de crisis, retorna a él, se asienta a su sombra y en caso de
urgencia suma, recibe el beneficio de la crianza de un hijo que en ocurrencia La abuela matrifocal, tercera etapa
excepcional la madre deja en sus manos por abandono o muerte. Los papeles
se refuerzan también en formas sustitutivas: no sólo la hija remplaza a Ia err
ninemos esta dinámica del estatus familiar interno esbozando con el tercer
madre, sino que el papel de la hermana mayor es cubierto por el grupo te- Penodo la etapa final del ciclo vital. Pasados los 45 años, la mujer desemboca
menino fraternal o por alguna pariente. Dentro de la pequeña o la gran farni»a- ln
alrnente en el período de su plenitud. Ha culminado la etapa de procreación
deberes y derechos encuentran sustitución en uno u otro elemento. El g^p0 y üe
crianza y ya tiene hijos iniciando su proceso de reproducción. La familia
femenino de alianza consanguínea materna se cierra alrededor del panel °nentación, al crecer, ha podido hacerse solvente porque su organización
huérfano, solo, y le remplaza el miembro en ausencia, especialmente si "sformada en la etapa anterior en matrifocal, halla en la madre la línea
trata de la madre. ^Wz, que concentra y administra con rigidez y funcionalismo todo el pre-
Este sentimiento de respaldo y de seguridad a largo plazo, ligado a puesto familiar. La unidad habitacional abriga toda la descendencia gene-
a
crisis familiares, es lo que explica dentro de estos estratos los altos porcentaj "asta entonces en los diferentes progenitores transitorios, los hijos de
3 2 2 / Familia y cultura en Colombia
Estatus y función I 3 2 3

estos y sus eventuales padres, más algunos consanguíneos de la línea materna cUvos antepasados varoniles están muertos, truncos, estériles en su relación fun-
grupo doméstico que se constituye a su vez en unidad económica. Conviven cional social. Por esta razón, la madre y su parentela constituyen el único elemento
bajo el mismo techo, colaborando en la medida de sus posibilidades para permanente de referencia, de interrelación en estas familias de hecho, fenómeno
cubrir las erogaciones de vivienda, servicios y comida. Con frecuencia, ias que se hace más y más preciso en el transcurrir de este lapso del ciclo vital
nuevas células familiares de orientación que ya se inician, pueden empezar a doméstico.
desprenderse como al comienzo del primer período, constituyendo hogares Este período de fuerte matrifocalización constituye también el tiempo durante
satélites que focalizan su residencia (uxorilocal) alrededor de la abuela. Re- el cual se aclaran los principios de interrelación familiar extensa y de parentesco.
cíprocamente, todos forman un intrincado tejido de interrelaciones en donde Ya aquí puede verse que lo que cuenta como vínculo es en primer lugar la sangre,
cada miembro da su respaldo y lo recibe de cada otro miembro, rodeándolo pero asociada fundamentalmente a la vivencia en común durante la infancia; de
y sintiéndose confirmado frente a la comunidad, y dando y recibiendo apoyo lo contrario, como en el caso del progenitor, su escueto lazo vital no constituye
interior en las crisis de cualquier índole que al todo familiar se presentan. vínculo suficiente. Por esto "la crianza", identificada como el proceso total de
Esta familia extensa en unidad habitacional, constituye el prototipo cultural sociabilización, enlaza con mayor eficiencia que el escueto nexo biológico y es
de este complejo. Ella acumula en sí todo el sentido y la fuerza del parentesco la madre real o sustitutiva el epicentro de estas dos relaciones.
dentro de un régimen estructural propio. Mientras en el resto de los demás grupos El grupo más inmediato después de la madre es el configurado por los
culturales, a excepción de la Montaña, el individuo oscila frente a dos mitades hermanos. Sin embargo, debemos hacer una distinción entre los grupos fra-
consanguíneas en que se fragmenta su parentela, aquí y dentro de este tipo de ternales de este complejo. La estructura familiar constituye tres tipos de her-
uniones y de estratificación social, la atención la centraliza tan sólo al lado ma- manos: hermanos de padre y madre y medios hermanos, por madre o por
terno. En este sistema matrilineal de reconocimiento del parentesco en su amplio padre. Por ello, en este complejo es siempre lógica y necesaria la expresión
sentido, que no del apellido, aparecen alrededor de un Ego dado una serie con- aclaratoria que cada Ego da como referencia involuntaria e indentifícatoria,
céntrica de familares cuya jerarquización en autoridad va alejándose de él y cuyos y que no se halla sino excepcionalmente en las demás subculturas: mi her-
nexos dependen de las circunstancias particulares de su ciclo vital. En primer mano, "de madre o de padre", o mi "hermano de padre y madre", dicen, para
lugar, para un importante grupo de medios hermanos, falta el padre en la lista aclarar al desconocido un nexo familiar colateral.
jerárquica de parientes (desde la etapa anterior), pues cada individuo de este con- En el complejo fraternal ocupan el primer lugar los hermanos "de padre
junto ha crecido lejos de la influencia estructural del padre biológico, de modo y madre" y un estadio igual los "de madre" cuya crianza en común los asimila,
que la personalidad filial sólo ha sentido esporádicamente o durante algún período siendo muy diferente la ubicación que se percibe entre los hermanos "de
su presión personal o ha mantenido su imagen sólo a través de padres putativos. padre". Dentro de estos, la mayoría se ignoran y no mantienen ninguna vin-
La ausencia del progenitor, sumada al hecho cultural de que éste apenas satisface culación ni reconocimiento.
obligaciones temporales y parciales, más como una complacencia que como un Posición de similar importancia ocupan las familiares de la madre. La
deber, sociabilizan ejemplarizantemente al varón de estos grupos y configuran su a
°uela, en la tierna infancia de la nueva generación, hemos visto que sustituye
proyección del futuro. Los análisis de las biografías —hombres y mujeres-— se' el
Papel materno. Por su parte las tías, hermanas de la progenitora, durante
ñalan en esta subcultura la carencia de una imagen paterna con perfiles claros en as
crisis hogareñas cobijan con su protección a los sobrinos, identificándoles
su estatus y también desdibujada en sus funciones. Los recuerdos individuaJ Ca
si como hijos, y en los casos de unidad habitacional, sustituyen las obliga-
sobre el progenitor constituyen fragmentos, versiones contradictorias, sin llega1" r e s de su parienta para facilitarle el trabajo de ganar fuera el sustento. Si
un estereotipo cultural preciso en sus obligaciones y prerrogativas, pues la may00 crianza de los sobrinos le ha sido encargada a una hermana materna y esta
de los individuos no lo ha conocido, menos percibido su influencia. Esto exp" en
ción abarca largo tiempo, hay un afianzamiento mayor de los lazos de
el que la rama paterna dentro de la unión libre inestable esté cortada, y 1 ue re
ntesco entre estos dos miembros —tía hermana de la madre y sobrinos—
Ego de este complejo cultural o de esta estructura familiar constituya un indivi tuerte, que podría pensarse en una sustitución o duplicación de la imagen
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maternal. De esta manera, un sobrino materno se sentirá al crecer tan obligacj0 mentos cruciales del ciclo vital, pero particularmente se evidencian en los
a dispensar devoción, retribución material, etc., a la hermana de su madre períodos de crisis: enfermedad, dificultades económicas, disolución marital y
casi como si se tratara de su progenitora o abuela. duelo, durante los cuales deben ser generosamente expresivas las manifesta-
Paralela a esta sustitución, opera la fraternización con los descendientes de ciones de solidaridad. Pero existe una expresión más, que todo Ego espera y
estas tías maternas, cuyos hijos, al contacto con los primos, van adquiriendo ma- corresponde de su grupo familiar: ni recibe ni hace magia a sus parientes
tices fraternales que se hacen manifiestos en la infancia y se demuestran desde consanguíneos. Esta recíproca obligación no se entiende en su cabal signifi-
la juventud. Las restricciones sexuales, por ejemplo, apoyadas en principios de cado sino cuando se penetra en este ambiente donde las creencias y el com-
invalidación, se hacen evidentes casi tanto como atañen a los grupos fraternales. portamiento están fuertemente influidos por el pensamiento mágico, que
En cambio, con los hijos de los tíos paternos casi no existe vinculación, a no ser constituye ambivalentemente para cada individuo el régimen de seguridad y
que se trate de hogares legítimos en las clases altas y con los cuales entran en de conflicto en su sociedad.
contacto por razón de su estatus y estructura familiar concomitante. Para aclarar Recordemos una vez de nuevo, que la magia desmenuza la comunidad
esta peculiaridad, observemos que los primeros han sufrido un proceso de igual entera en bandos antagónicos, porque el mal acaecer, la enfermedad, la po-
socialización bajo la dirección de la misma abuela, tía materna o parienta, mientras breza, el desajuste marital, la muerte, los traumas de la personalidad y mil
en aquellos otros no se percibe tal influjo de enlace y puede ocurrir que, aunque principios de conflicto hallan su etiología en este poder que oculta a un ene-
el mismo grado de parentesco consanguíneo exista, la tradición cultural no los migo en potencia o activo, que obra encubiertamente, y no un principio ra-
asimila porque no se establece el menor nexo de relación durante el proceso cional causal. La familia es el único campo de exención a su influjo activo,
formativo y en adelante los vínculos carecen de efectividad funcional. entendiendo por ella el núcleo de parientes consanguíneos, considerándose
Con fundamento en estas relaciones primarias, se hace efectivo el respaldo tales sólo los de lazo materno, de modo que la pareja marital no queda in-
familiar y un aspecto más, la regulación de la herencia. Como se trata de volucrada en el concepto, que evade la acción nociva de la magia, ya que en
clases de limitados recursos, y por otra parte, de núcleos conformados de este complejo cultural de relaciones inestables de facto, los cónyuges no llegan
hecho, pese a que existe una legislación colombiana normativa, su aplicación a identificarse como un solo ser según el principio espiritual cristiano. Su
es difícil. Si el padre es quien posee bienes y en la fecha de su deceso no ajuste imperfecto e inestable y los intereses contradictorios que contraponen
convivía con la madre, sino con otra u otras mujeres, es bien difícil que todos a los cónyuges, repito, encuentran argumento coercitivo en la magia, cuyas
sus hijos naturales reciban el beneficio de su herencia. Sólo el apellido será tensiones no se sienten sin embargo, dentro del núcleo de consanguíneos, que
n
su legado, ya que la retribución de portarlos gratifica la imagen cultural del o se hacen magia agresiva y pueden sí utilizarla en su propio beneficio contra
padre. Si sus haberes en bienes raíces están en posesión de alguno de sus s
demás. Esto acalla y asordina la dureza de las tensiones del odio, la des-
hijos naturales, quedan en sus manos, no originándose partición de ellos. Si confianza, la agresión en las relaciones de la comunidad. La familia constituye
esta riqueza estaba representada por la vivienda, quedará en beneficio de la Un car
npo neutral donde el Ego puede descansar con la seguridad de hallar
mujer que la ocupaba, aunque de ella estuviere separado, porque donativo de Us
espaldas cubiertas ante el peligro y, recostado en esta seguridad que le
residencia a una "querida" no se retorna, según la norma de la cultura, sentido nn
dan sus consanguíneos, puede repeler las asechanzas agresivas de su me-
dl
que asimismo toman sus dádivas para alguna compañera o a los hijos, c ° cultural.
cambio, de la madre se heredan todos los haberes, siguiendo de preferend
la línea femenina: vivienda y enseres pasan a las hijas, quienes pueden c0 Esquema resumen
efectividad evidenciar su reparto. Muy limitadas mujeres de este rango pose
tierras, pero si existe tal propiedad, puede ser distribuida entre todos los hij esquema teórico de la autoridad de la familia de facto perteneciente a
atos
He dejado para el final un aspecto más que el parentesco réglamela s Populares, permite señalar con mayor claridad el proceso de su de-
son las relaciones afectivas. El respaldo ha de hacerse a través de los "° que,he precedentemente descrito.
3 2 6 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 321

Re/ación actúa/ Relaciones maritales deshechas 45 años y más los ingresos de los hijo e hijas solteros
e hijas en relación marital o en
Presente Pasado desintegración.
Dinámica del proceso
Otro Ego masculino eventual Colaboración del marido eventual.
La autoridad se focaliza en la madre
Primer período la. cabeza económica padre pero se subdivide en las células
16 a 23 años 1a. cabeza autoridad padre primarias que se inician
Ego femenino 2a. cabeza autoridad madre Grupo doméstico cobija abuela y
Ego masculino A. Hijo de A. algún posible marido.
(Ruptura de ¡a unión con A.) Hijas con marido e hijo
Colaboración familiares maternos Hijas e hijo solteros.
s Hijas con uniones desintegradas y
sus descendientes.
Segundo período Unión con B. Hijo en desintegración familiar.
23 a 45 años Padre y madre son cabezas económicas ^Algunos parientes maternos.
Egos masculinos Aun el padre tiene prelación en la
sucesivos, B, C, autoridad y luego surge la autoridad
D y más compartida El estatus y la función en la poliginia
Hijo de A más hijo de B
(Ruptura de la unión con B). Posible
apoyo de familiares maternos.
Características de la familia compuesta
Unión con C.
Madre y padre son cabezas económicas Otra de las formas de facto que crean una modalidad particular en relación
La madre toma el fuerte de esta con el estatus y la función de los miembros de la familia, dentro de este
responsabilidad. complejo cultural, es la poliginia.
Padre tarea complementaria. El análisis tipológico de las formas familiares precedentemente expuesto,
Autoridad cada vez más efectiva para nos permite señalar en función de la familia plural, dos modalidades carac-
la mujer. terísticas: la "poliginia del soltero" y el "concubinato" o poliginia del casado,
Limitación masculina.
variables estas derivadas de la dinámica de la unión libre en la cual sé insertan,
Hijo de A+ B+ C en la unidad
doméstica. transitoria o permanentemente, deviniendo ya en una forma o ya en otra. Estas
(Ruptura de la unión con C). nutaciones estructurales operan transformando el estatus de los miembros
Mujer cabeza única económica. familiares; de allí el que aboquemos su análisis.
Posible colaboración hijo mayores. La poliginia constituye en el soltero un estadio de la dinámica de la
La madre empieza a focalizar la u
nión libre. Aparece hacia el segundo período de su ciclo vital estructural
autoridad sobre sus descendientes
^miliar (véase el apartado anterior "Estatus y función en la unión libre")
Cu
ando el hombre, para magnificar culturalmente su imagen sexual, apro-
Tercer período de Cabeza económica la madre que Ve
cha estímulos de naturaleza económica, de movilidad horizontal, de di-
centraliza todos o i c a de las clases sociales, etc., y en virtud de ellos, y de su impulso
lológico moldeado por la cultura, va presentando la unión marital plural
3 2 8 / Familia y cultura en Colombia
Estatus y función / 3 2 9

ya en forma manifiesta, poliginia compacta, o con el sistema de poliginia con su coexistente jefatura económica. Reconocida la forma plural, el estatus
dispersa o encubierta. <je cada coesposa en función del marido común, se reconoce culturalmente
¿Cómo se constituyen estos hogares en su estructura funcional? Vimos por el monto de la colaboración económica que éste le ofrece y la atención
que la mujer que ha deshecho ya su primera unión de facto y de ella conserva biológicoafectiva que le prodiga.
la descendencia, se ve abocada a enfrentar el problema de sobrevivir con sus En este sentido, la poliginia del soltero ofrece características de poliginia
hijos sin recibir la ayuda y responsabilización del padre desertor. Entonces, desigual. Aunque no está ligado legalmente con ninguna de sus mujeres, a
solicita el apoyo de otro varón, atrayéndolo a una relación marital. Éste puede través de la extraversión económicoafectiva del marido común, hay un tácito
atravesar igual período de disolución eventual, pero en este terreno de vaci- reconocimiento de la comunidad por una de sus concubinas que la erige en
lantes uniones, lo común es que aún se mantenga atado a una previa unión mujer principal, mientras las demás son miradas como esposas secundarias.
libre y coexistentemente a ésta añada la nueva alternativa. La reciente com- No puedo establecer una norma genérica para esta jerarquización, porque en
pañera, empujada por su situación, puede aceptarla, ignorante de que no es las biografías de hombres y de mujeres se presentan muy diferentes alterna-
la única o a sabiendas de que constituye una coesposa más. Si no conforma tivas. Las normas más comunes hacen referencia a la coesposa en la que ha
unidad habitacional con las demás concubinas en unión plural compacta, se engendrado el mayor número de hijos, la más antigua en adquisición, la más
instala en su hogar de orientación o en forma neolocal, merced a lo cual el nueva, la de mayor relación afectiva, la que ha concebido hijos varones, etc.
marido poligínico mantiene secreta su situación marital indefinidamente, que Señalada la principal por cualquiera de estos indicadores u otro más, ella
descubierta puede persistir en ella dando origen a un tácito reconocimiento constituye el centro de su vida social y económica en esta poliginia semien-
por parte de la mujer de la realidad familiar de su compañero, lo que da lugar cubierta. Cuando se trata de aparceros, de pequeños propietarios, de pesca-
a una tercera modalidad de poliginia, la semiencubierta, que constituye la dores, de colonos eventuales, esta mujer en su hogar centraliza las
forma intermedia, mientras las otras dos polarizan la situación. adquisiciones económicas. Allí se almacenan los productos de la cosecha, de
Por esta razón, los hogares poligínicos ofrecen una gama también muy la caza y de la pesca, y de allí los distribuye para las demás mujeres en una
amplia de matices estructurales. La mujer "comprometida" con un hombre especie de unidad económica (véase, en este complejo, el apartado '.'Las mo-
poligínico soltero se comporta en esta relación con el convencimiento de estar dalidades tipológicas de la familia y su etiología social", "Las formas poligí-
viviendo en unión libre. No así la que ya llega a la certidumbre de compartir nicas: rasgos estructurales").
su marido con otra u otras coesposas sin o con unión habitacional. En el
segundo caso se estructura un tipo familiar transicional que participa de las
El estatus de los miembros de la familia compuesta
condiciones de la unión libre —monogamia— y de las influencias de la forma
plural. Me explico más. Mientras en la unión libre con responsabilización
dentro de esta modalidad, el estatus del marido común, que mantiene una posición
completa del varón de la vida económica, éste asume el papel preponderante
°e relativa jefatura económica y se convierte en el coordinador del bienestar ma-
en la jerarquía de la autoridad, en el caso de la presencia consciente y simu»'
terial de los distintos núcleos de la familia compuesta, este hombre, digo, conserva
tánea de concubinas, esta atención no puede ser satisfecha en la misma forma- Un
a cierta autoridad y poder de ingerencia en la vida familiar de cada hogar de
cada coesposa entra a tomar parte activa en la vida material de su núcle°
Pr°creación; pero dentro de las demás alternativas en que su ayuda es eventual,
hogareño y con ello a compartir la autoridad con el marido. Si el sostenimient u
Jeta a oscilaciones determinadas por la atracción biológica cambiante, su posi-
de un solo hogar es tarea ímproba en estos ambientes de escaso desarroll0, 10n se
convierte en un reflejo de su responsabilización limitada. En las interre-
sólo en la poliginia interclases es posible que el hombre asuma con éxito aci
ones de estos hogares de la constelación plural familiar, una tácita lucha de
mantenimiento de varios núcleos familiares simultáneos. Por tanto, se ha ntr
ol se va estableciendo entre las distintas coesposas del marido común, tensión
precisa la ayuda económica femenina y con ello se presenta el consigu'en se
dirige a acapararlo material, biológica y afectivamente, y, merced a esta
cambio en la estructura del complejo de autoridad focalizado en el marl Ca
> singularizarlo alrededor de la célula familiar que lo controla. Cada cual,
3 3 0 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 3 3 1

con distintas políticas, trata de atraer su voluntad hacia su lado. Vimos que ia cautivar la voluntad del marido común y atraer el favor y la voluntad de la
magia sirve a la unión libre dentro de un período crítico de su ciclo. Aquí también comunidad a su causa.
aparece para tratar de eliminar rivales en la tensión vital que genera este tipo de Sin embargo, las interrelaciones entre los distintos miembros de la familia
poliginia y mediante sus poderes arribar a la forma monogámica. Otra táctica plural pueden diferir de las precedentemente expuestas, a expensas de las presiones
florece también con la misma facilidad: cada coesposa trata de liberar a este varón ambientales de la cultura en sus diferentes estadios de evolución, y ofrecer normas
compartido de sus obligaciones económicas, tornando la remuneración económica de comportamiento muy variadas y a veces contradictorias. En las zonas donde
y el sostenimiento de la familia en deber femenino, de modo que lo que inicial- la influencia de las ciudades permite a sus instituciones una tarea de control más
mente era obligación de su esfuerzo se convierte en un derecho en favor del sensible, o en aquellas áreas rurales en trance de rápida transformación agrícola,
hombre. El grupo de mujeres que satisfacen en esta etapa la tarea de trabajo y se observa como norma una fuerte tensión entre los grupos componentes de la
de sostenimiento de sus hijos, se echan a cuestas la del marido común, arma que constelación familiar plural tradicional. Esta lucha polariza a cada coesposa y a
busca granjear su aquiescencia, su sumisión, su singularización, su extraversión sus hijos en células antagónicas que se repelen, mientras en el otro extremo se
biológica, etc. Así, vemos que en Quibdó, Istmina, Tutunendo, Turbo, Guapi, muestra la unidad familiar plural, centrada en la unidad habitacional, donde las
Tumaco, Riosucio (Chocó), los poblados del río Magdalena y la porción minera coesposas aparecen unidas por una fuerte amistad o por lazos de parentesco. Den-
antioqueña, un feliz varón poseedor marital de varias mujeres ve mejorada su tro de esta unidad familiar compuesta, se comparte el marido, la propiedad, los
situación por la colaboración económica de todas ellas, cuyos favores usufructúa hijos; se comparte el trabajo, los instantes del ciclo vital de cada miembro; nada
ampliamente. Consecuentemente, estas unidades poligínicas florecen en mejores pertenece a nadie en particular, ni se puede retraer al uso de los demás. Hay un
niveles de vida que los núcleos monogámicos. casi cabal ajuste en las mutuas relaciones de cada miembro, sobre base de un
Esta situación es tan evidente, que las instituciones locales de crédito no trueque permanente de servicios, un toma y un daca equitativos de beneficio co-
funcionan para el varón de estos medios y de estos estratos, si una de sus mún y recíproco. Aunque existe una fuerte solidaridad femenina, el centro hoga-
mujeres no compromete su palabra para respaldarlo. Sólo entonces se le de- reño es el varón. La unidad de sangre en estos casos se integra alrededor del
clara solvente en sus obligaciones y se le concede el préstamo o el servicio. mismo apellido tomado del progenitor. Los hermanos de padre forman un apretado
Encuestando mujeres que forman parte de una constelación de coesposas, he haz en torno al mismo y las madres se responsabilizan indeterminadamente de
hallado que satisfacen esta norma de asumir las obligaciones económicas del toda la descendencia durante los procesos de crianza y de sociabilización. Esta
estatus de "su hombre" como parte de una obligación en la cual ponen todo estructura familiar que para otros grupos es ostensivamente repugnante y amoral,
el orgullo de su honra y dentro de la cual la plenitud se logra cubriendo parece tan ajustada a la realidad ambiental, que el aumento del número de con-
generosamente los patrones externos de prestigio de su compañero común, cubinas no obedece tan sólo a iniciativa varonil; anoté frecuentes casos-en que la
no importa la cuota de sacrificio personal para alcanzarlo. Esta imagen feme- primera esposa, sintiéndose sola y necesitada de ayuda y compañía, propuso a
nina así expresada se relieva ante la comunidad, ante la familia y ante el alguna buena amiga, tal vez su comadre, que compartieran, en virtud de su pro-
varón. "No nos importa —decían algunas lavadoras de arenas auríferas del funda amistad, el marido, como se comparten las demás responsabilidades hoga-
Chocó— andar escasas de ropas o con ellas en jirones, si podemos dar a reñas, que no pueden ser satisfechas por una sola mujer, por lo cual es preferible
nuestro marido y a nuestros hijos, y aún a los hijos de él el bienestar que satisfacerlas para ventaja de todas las partes, bajo un principio de mutuo ajuste y
necesitan". Porque existe un detalle más en este comportamiento: cuando una Previo entendimiento entre las varias coesposas. En esta forma, todos los derechos
mujer conoce que al hijo de su marido en otra coesposa le falta comida, ropas- y todos los deberes quedan cubiertos.
asistencia a la escuela, etc., aunque medien rencillas y rivalidades con la ma- El extremo opuesto a este ajuste está en la lucha sorda u ostensiva y
dre, le ofrece el bienestar que le falta y le apoya, significando que su com- Permanente que cada unidad familiar de la poliginia libra por alcanzar la
portamiento es más generoso que el de cualquiera y su sentido humanitafl0
más agudo, liberado de tensiones personales, cualidades ambas que puede*1 1
Silvio Yepes, Op. cit., señala en la llanura central del Pacífico el amplio funcionalismo de la poliginia.
3 3 2 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función / 3 3 3

supremacía, ya descrita en alguna de sus extraversiones. En este caso la fa_ desigual. En la poliginia del soltero, ninguna de las coesposas tiene en sus
milia compuesta se desintegra en cada una de las células primarias, centrali- manos instrumento hábil de defensa de sus derechos sobre las demás, mientras
zando la autoridad en torno de la madre. Entre ellas todas, no existe un en el concubinato, pese a las alteraciones negativas del estatus de la esposa,

denominador genérico, pues el padre, miembro transeúnte y de limitada res- ella puede sentir el respaldo de su posición legal que en cierto modo se lo
ponsabilización económica, no trasciende en la expresión de la autoridad. Al confiere la comunidad.
contrario del caso precedente, donde el complejo fraternal se identificaba en Veamos por qué: cuando el individuo de las clases altas o de las bajas
torno al progenitor con todos los "hermanos de padre" en vigorosos lazos de contrae matrimonio, las presiones culturales le han dado previa oportunidad
recíproca acción, en esta poliginia rota en unidades antagónicas, los hermanos para que el varón tenga en su historia experiencias maritales. En las clases
no son identificados por una sangre común paterna y por tanto no conforman bajas el matrimonio, a no ser de grupos urbanos, no se presenta sino luego
unidad, ni económica ni espiritual, siendo difícil el reconocimiento social entre de un período precedente de uniones libres. Dentro de la modalidad cultural
unos y otros, a lo cual colaboran las normas de residencia neo o matrilocales, en estos estratos, la unión legal llega como remate a una vida conyugal de
que cortan las posibilidades de interrelación entre ellos con base en una so- facto que se ha mantenido vigorosa e integrada tras largos años. Cuando el
ciabilización en común. Cada grupo de descendientes son focalizados por la estatus de este núcleo familiar ha logrado, en este período de su vida, realizar
madre y su parentela, como en la unión libre, lo cual genera diferencias en un avance socioeconómico y cultural, las exigencias de su nueva posición
niveles culturales, difíciles de superar, mientras las rivalidades entre las pro- presionan positivamente al hombre para satisfacer el requisito matrimonial,
genituras cortan toda posibilidad de entendimiento conjunto. Estas células fa- paso que conduce a nuevos avances a través de la generación habida, o re-
miliares constituyen, con su línea uterina, ramas aisladas del tronco paterno quisito para que ésta logre superaciones que se le retienen al carecer sus
común, con el cual no se establece más que extemporánea identificación. padres del requisito legal matrimonial apetecido.
La posición intermedia entre estas situaciones extremas se halla en los Repito que esta solución no significa que el matrimonio involucre para
matices de la poliginia semiencubierta ya descrita. Todo depende de la inje- el hombre el rompimiento con las relaciones del pasado, ni tampoco que lo
rencia del varón en el sostenimiento de las familias nucleares, para que su coarte para ensayar y procurarse nuevas posibilidades maritales en el futuro.
autoridad pueda proyectarse en diferente intensidad, dentro de ellas. En caso De esta manera pasa con el matrimonio, de la poliginia del soltero al concu-
positivo, la imagen del padre permanece más atada a los hogares de sus con- binato, sin deterioro de la institución plural y sin interferencias válidas de la
cubinas, más vinculado a los hijos, lo que da origen a una cierta tendencia a modalidad legal, porque los escapes marginales del varón son en estos com-
formar unidades estructurales familiares en aspectos muy variados en el es- plejos más fuertes que las instituciones, y dentro del consenso cultural, las
tatus y la función de cada uno de sus miembros. En este caso, aunque sin primeras tienen prelación, porque ahondan sus raíces en el pasado, constituyen
unidad habitacional, se observa un acercamiento seguido de reconocimiento el respaldo viril, mientras el matrimonio ha llegado tardíamente y es apenas
u
de los lazos de parentesco fraternal en función del progenitor común y de las na modalidad formal de su estatus sin funcionalismo vital.
consiguientes obligaciones y derechos del mismo. Las coesposas ya no son En las clases altas de los grupos rurales, el terrateniente ganadero o agrí-
enemigas acérrimas, ni rivales ostensivas, y existe un tácito sentimiento oe ala es el que identifica con mayor vigor la estampa del hombre poligínico
solidaridad que se manifiesta frente a la comunidad en algunos instantes oe Concubinato) de esta subcultura. En las ciudades se puede sumar a los pre-
crisis. Sin embargo, no parecen hacer causa conjunta externa en el duelo a cedentes, el comerciante, y el político local, afianzado en la estructura de la
deceso del marido común, por ejemplo. 'erra. Estos cuatro elementos varoniles de los grupos altos han de ser polí-
La poliginia del casado es diferente de ésta, por cuanto el vínculo lega nicos. A los valores físicos ya repetidos y que empujan al hombre de estas
ase
establece una prioridad jurídica que genera ciertas diferencias culturales. Tan1 s a expresar culturalmente su imagen a través de su capacidad genitora
bien dentro de este tipo de poliginia se siente fuertemente la interferencia ertida en la poliginia, se suma el papel que la riqueza desempeña en esta
las clases sociales. En este sentido, el concubinato estructura una polig1" ^unidad. Si en los grupos bajos el matrimonio plural es la fortaleza del
3 3 4 / Familia y cultura en Colombia 1 Estatus y función /335

hombre empresario de estas regiones, ya que cada coesposa trabajará para su hispánica, satisface a cabalidad la jefatura económica de la familia plural
bienestar, en las clases altas no son las mujeres una inversión o una fuerza como en la poliginia compacta de las clases bajas: un régimen patrilineal con
de respaldo económico: representan un patrón externo de prestigio de la mas- matices de formas patriarcales, expresos en la sumisión femenina y en la
culinidad a nivel de clase pudiente. Mientras las primeras son creadoras de expansión de la autoridad del marido sobre toda la descendencia, se siente
riqueza y representan el haber económico del hombre común, éstas constitu- dentro de este hogar plural. Esta figura varonil sufre variaciones y ofrece
yen la traducción social económica del rico, la respuesta de su posición de matices muy complejos en su estatus, según el grado de realización de sus
privilegio material cara a la comunidad. Las coesposas son la fuente de la funciones en cada uno de los hogares de su constelación familiar. En conse-
riqueza del pobre, mientras las concubinas del hombre rico constituyen indi- cuencia, en cada uno de los hogares en mención, la jerarquía y las interrela-
cadores culturales del goce de la misma. Mientras el potencial económico del ciones se ligan a la mencionada circunstancia. Con frecuencia los lazos
varón de clase baja se mide por el número de queridas que le tributen, en la afectivos entre el marido, su esposa legal o cualquiera de sus concubinas
clase alta se mensura su riqueza por los patrones externos de prestigio que pierden importancia, y otra motivación emocional trasciende en la satisfacción
expresan sus mancebas. de las obligaciones de cabeza económica y de la autoridad familiar. Cuando
En los grupos altos enunciados, la poliginia rara vez asume la categoría ello ocurre, la mujer menos focalizada afectivamente va tomando la posición
de poliginia encubierta, a no ser que se trate de categorías económicas y familiar que el marido abandona, llenando los vacíos que su ausencia ocasiona
culturales diferentes de las ya expresadas, que entonces se refugian para su dentro de su núcleo hogareño. La esposa puede representar este papel y lo
propia satisfacción en la forma secreta, constituyendo una excepción de con- ocupa algunas veces, porque a pesar de su ubicación legal, se halla dentro de
ducta divergente la poliginia manifiesta. Así como en las tierras antioqueñas este ambiente más limitada que las otras coesposas para apoyarse en las fuer-
se valora la imagen del individuo a través del poder económico que se traduce zas culturales a fin de controlar la situación, hasta el punto que la deserción
socialmente en su hogar legítimo, en estas regiones la estampa varonil se de su marido legítimo es una realidad que caracteriza esta subcultura (véase
proyecta en hogares múltiples de esposas secundarias, a través de las cuales Anexo, mapa "Separación matrimonial, 1964"). Aunque la ley por derecho
extravierte, frente a la comunidad, su riqueza y traduce la imagen viril foca- está a su lado, este respaldo es apenas nominal, porque no se siente capaz de
lizada por la cultura. apoyarse en ella y forzar a su esposo al cumplimiento de sus deberes mate-
Por las razones expuestas, la poliginia del casado en las clases altas asume riales paternales o maritales, menos aún para obligarlo a una regularización
la característica desigual. El hogar constituido a través del matrimonio repre- monogámica. El ambiente social propicio a las suplementaciones poligínicas
senta para el hombre rico el hogar cultural, en el sentido de que su esposa es tan poderoso, que se volvería en contra suya si intentara siquiera una acción
es por estatus su cónyuge legal, su compañera social, ya que debe provenir judicial, de modo que debe abstenerse de forzar la norma, por ser contrapro-
de una extracción similar a la suya, en tanto que los hijos habidos en ella ducente para sus intereses.
serán la prolongación de su estirpe, de su ubicación social y los herederos de En este sentido, la cultura real es más fuerte que los patrones normativos
la mayor parte de sus haberes económicos, por su calidad de legítimos, dentro ^e se convierten en mera cultura ideal. Por ello, para defender la esposa
del amplio grupo de descendientes de estos varones poligínicos. Es dentro de legítima su estatus pauperizado por la interferencia poligínica, apela a los
este hogar donde debe cubrir sus deberes legales, aunque un monto conside- mismos procedimientos de uso entre las demás mujeres por ser rriás adaptados
a
rable de obligaciones culturales se desprenderán de su posición de marido su medio, como la magia, la querella o la indiferencia real o mentida, lograda
común en otros hogares secundarios. En ellos establecerá a sus concubinas después de un proceso de ajuste de las expectativas femeninas a la cultural
en las condiciones de nivel de vida que la cultura espera, y tanto en el hog^ apuesta varonil. Luego de crisis de conflictos en que la esposa como la
c
legítimo como en los complementarios de facto, este marido compartido sera °mpañera" se ven envueltas, aquella llega a la conclusión de que la singu-
la
la figura dominante por su posición de supremo dispensador de la vida m3' rización del esposo en su exclusivo favor está fuera de toda posibilidad
terial de los mismos. Si desciende de un antiguo y rico tronco de tradici0 cultural, como la de alcanzarla a través de la acción legal que deterioraría
3 3 6 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 3 3 7

más fuertemente su estatus que la tácita aceptación de la familia plural. Esta sociocultural similar o superior a los hijos legítimos. En otro sentido, estos
mujer casada de clase alta, transcurre su vida entre normas legales favorables "hijos de crianza" del hogar legítimo acrecentaba la imagen de la esposa, con
pero sin vigencia, favores culturales a la conducta divergente de su marido y su ascenso social y profesional y porque, acordes con la cultura, la gratificaban
expectativas de ajuste estricto de su vida a las pautas monogámicas. Cuando juego en la edad senecta, con un frecuente, parecido o mejor respaldo que
es abandonada, dejada de lado biológica, afectiva y económicamente, su es- 10S hijos de sangre.
tatus de clase alta no le permite realizar otra unión de facto, pues comple- Como consecuencia, el hogar legal del hombre poligínico de clase alta es
mentariamente la imagen de esposa legítima no se compagina con la idea de el epicentro de un grupo extenso de numerosos medios hermanos de padre,
que pueda evadir su compromiso religioso y social y adoptar una conducta ubicados alrededor del progenitor común y de su esposa, y desprendidos de
divergente, o siquiera sugerirla. Así, se encuentra en medio de una lucha sin su tronco materno. En estos casos, la autoridad está focalizada alrededor de
armas, mientras sus coesposas pueden jugar estas y otras cartas en defensa aquél y secundariamente en la de la "madrastra" y luego en las demás pro-
de su relación marital y de su posición de concubinas y de madres. genitoras para cada descendiente natural. Hay que observar que cuando este
Bajo estas presiones ambientales y luchando por la sobrevivencia integral proceso de asimilación perdura, las madres naturales van perdiendo paulati-
de su vida familiar, la esposa de esta subcultura acepta imposiciones maritales namente influencia, sustituyéndose e identificándose su imagen con la de la
que no son bien miradas en otros sectores del país. Consciente públicamente esposa legítima del padre.
de las relaciones extraconyugales de su marido y de la coexistente presencia En cambio, en los restantes hogares de concubinas, donde los hijos per-
de hijastros ilegítimos, opta por un reconocimiento público de su situación manecen al lado de su progenitora, pese a la presencia esporádica del padre,
conyugal y de las interrelaciones de su esposo fuera del hogar. Así no es raro se observa una hipertrofia del lado materno que se insinúa desde la infancia,
que responda al ser solicitada la presencia de su esposo: "Está en casa de la acentuándose hacia la edad adulta del hijo natural, cuando en la vejez el
querida zutana", manifiesto reconocimiento de una realidad familiar divergen- progenitor, siguiendo el ritmo de sus exigencias biológicas, va declinando en
te. Complementariamente y como obligación cultural de esposa legítima, y su interés femenino expansionista y múltiple, centrándose en un solo hogar.
programa de atracción marital, recibe dentro de su familia de génesis a los en la mayoría de los casos el legal, donde proyecta su estampa ajustada en
hijos ilegítimos del esposo, habidos en mujeres que la precedieron o que este período a las exigencias monogámicas, metas culturales ideales de su
aparecen después de su matrimonio, y centra en su hogar la crianza completa clase. Dentro de estas condiciones, el hijo natural encuentra limitadas opor-
de muchos de ellos, asimilándolos a los suyos propios. Esta norma de com- tunidades de entrar en contacto con su padre. Largos lapsos de tiempo pueden
portamiento, acerbamente criticada por los extraños a este ambiente cultural, transcurrir sin que tenga ocasión de verlo, menos de sentir su proyección y,
a
va creando un funcionalismo muy particular en la poliginia del hombre casado no ser de que se trate de instantes de su ciclo vital o que auspicie su
de las clase alta, porque tiende a nivelar estratos sociales disímiles y a destruir educación universitaria o técnica, no percibe su responsabilización. Las rela-
fronteras raciales. La asimilación social de estos ilegítimos interfiere en » jones del hijo ilegítimo con los hermanos medios legítimos están sujetas a
m
estructura social, dándole una amplia y fácil movilidad a su dinámica y es uchas interferencias. Son relativamente fáciles si se trata de varones y menos
Sl
responsable de la similar valoración y ubicación dentro de la vida cotidiana, se trata de medias hermanas. Los valores de movilidad ascendente de clase
S0l
del vastago habido en el hogar legítimo o dentro de las formas familiares o í más elásticos con el sexo masculino que con el femenino, y el profesio-
na
hecho. »ismo a que los bastardos pueden llegar, los acerca fácilmente a sus parien-
s
Existe una plasticidad tal para la asimilación de más altos niveles en es naturales paternos y a sus círculos sociales, donde acaban por ser
lnv
prole de ilegítimos, que estudiando genealogías de familias de tradición y olucrados.
dinero, hallé que los hijos naturales levantados al calor del hogar legiu Colabora también en favor de su asimilación y por tanto de su estatus la
status ez
cla racial. Una verdadera pigmentocracia existe en este complejo de fuerte
según la costumbre, ofrecían una alta opción a su favor para superar su es
ntln
adscrito, y que estos bastardos llegaban a jugar en diferentes casos un P r gente étnico negro, más evidente en los sectores populares. Cuando el
3 3 8 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 3 3 9

hijo natural identifica su fenotipo (particularmente el color de la piel) con el siquiera alcanzar las antiguas metas de una coexistencia pacífica entre ella y
del padre blanco, tiene mayor opción para acercarse a su familia legítima, la constelación de mujeres de su marido.
que cuando se asimila biológicamente a la madre que generalmente es negra, Hoy en día la tendencia no se orienta a complementar con "queridas" la
mulata o zamba. función de la unidad doméstica legal, sino a desertar de su lado y a organizarse
Lazos de interrelación que colocan al descendiente natural en niveles si- monogámicamente con la concubina en ciernes, legitimando su actitud con
milares al legítimo, se observan en los casos en que el padre es poseedor de un matrimonio civil fuera del país, o simplemente con el abandono radical
bienes territoriales. En estas zonas de grandes latifundios de administración de la esposa. Se ha pasado de la etapa de coexistencia poligínica a la mono-
ausentista, el hijo natural encuentra oportunidad de relacionarse con el padre gámica, utilizando nuevas relaciones de facto en cada oportunidad.
o con los medios hermanos legítimos en el trabajo de las haciendas. Algunas Otra tendencia, también nueva en estas zonas, se ha hecho evidente en
de ellas son dadas como "cedidos" para su administración, mayordomía, o a las ciudades y en las áreas rurales donde la Iglesia Católica ha emprendido
manera de suelos en usufructo, para la siembra de productos de cosecha tem- una tarea pujante de estructuración matrimonial de los hogares. En su afán
poral, bien sea por el padre o por los hijos legítimos de este. Estas alianzas por conseguir una conformación legal de la familia, numerosos matrimonios
entre las clases bajas sin propiedad alguna y las altas latifundistas, crean una de jóvenes parejas se han cumplido en la década reciente (véase en este com-
red de complejas relaciones de gratificación recíproca, basada en el recono- plejo cultural, el apartado "Las modalidades tipológicas de la familia y su
cimiento de los lazos de sangre a través de un progenitor común. Estas ven- etiología social", "Dinámica de las formas de facto"). Al no transformarse
tajas, derivadas de las formas de facto interclase, son a veces un incentivo paralelamente el ambiente cultural lo suficiente para proporcionar a la pareja
que mueve la voluntad de los grupos femeninos de los estratos bajos a aceptar monogámica legal un trasfondo que garantice su estabilidad, ni normas de
o a conquistar una relación de éstas, que beneficia personalmente y que se control funcionales para hacer valederos sus derechos recíprocos, se mantie-
proyecta sobre la descendencia con ventajas apetecibles, como algunas de las nen activas las causas de desintegración gestadas por el medio socioeconómico
citadas. cultural ya entrevistas.
En épocas anteriores a esta cristalización matrimonial católica, se desem-
Modalidades evolutivas de la poliginia bocaba en la sanción socioreligiosa después de una convivencia marital que
garantizaba la estabilidad de la bendición sacramental o seguida de un cambio
A medida que el desarrollo urbano se acentúa en estas zonas, cambios vigo- sociocultural del núcleo hogareño. Completando estas premisas, la mujer ca-
rosos se proyectan también sobre la estructura familiar. En los ambientes de sada recibía, sobre su comportamiento, la vigilancia de toda la comunidad
mayor avanzada, la realidad ha ido desfigurando los valores culturales fami- Para que su ajuste a normas de severa fidelidad, aunque fuera abandonada,
liares dentro de las tradicionales concepciones en las imágenes de esposo. se
cumplieran, y con ello se salvaba la honra de la institución; pero ahora,
esposa, hijos, afectándose el funcionalismo de su estatus. También se n au
nión legal, asimilada a las contingencias de la unión libre inestable, coloca
resentido las estructuras de la tipología familiar, formas de facto y legales y a m
ujer con el cambio de valores dentro de un plano similar a la mujer
la dinámica de la interrelación complementaria entre unas y otras. Corno ^donada en unión de facto, dejándola en libertad para formar otra unión,
sultado, aparece una tendencia de hacer cada vez menos factible la poli?1 ' an
do el marido deserta. Las entrevistas de hombres y mujeres jóvenes (antes
o por lo menos más limitado el número de concubinas y de hijos natur 0s
28 años) señalaron, de preferencia en las zonas rurales de mayor éxodo,
o a convertir la institución familiar plural con su carácter de tal, en una es n la
s urbanas de más fuerte inmigración, la presencia de este tipo de con-
relación esporádica del hombre con una mujer, que deja un saldo de ileg1 ci m a t o
doble. Cerca del 40% de los jóvenes ubicados dentro de las edades
de escasa vinculación por su inestabilidad estructural con el padre. Esta Clonadas presentaban un previo matrimonio desintegrado, o en proceso
mas condiciones en suma compleja no han cambiado las circunstancia ^ he h ° habían consolidado una unión de facto; una tercera parte había
rurales para permitir a la esposa la defensa de su integración hog 0
y roto algunas alianzas maritales luego de su matrimonio, o permanecía
3 4 0 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 3 4 1

separada eventualmente, sin que ofreciera obstáculos culturales para crearse sociales, en similar proporción, comienzan a hacerse sensibles las posibilida-
un nuevo hogar en vinculación de facto. En esta forma, dentro de estos grupos des de alcance de este logro, hasta el punto que cuando nos vamos acercando
juveniles casados con no más de cinco años de vida conyugal, no hallé más a la cúspide social, esta posibilidad se va transformando en obligatoriedad,

del 30% de los matrimonios religiosos integrados y cumpliéndose las normas en prerrequisito indispensable para el logro del estatus materno, con toda la

de relación monogámica. fuerza y las sanciones de un patrón normativo de la conducta. Aunque similar
Resumiendo, diremos qué condiciones ambientales nuevas han gestado mecanismo actúa sobre el Ego masculino, paralelamente la cultura lo provee
cambios en las formas clásicas del concubinato. De esta manera, la modalidad de un recurso, dijéramos de un escape, para suavizar las funciones de su
tradicional, en la que el hombre de clase alta mantenía coexistentemente su estatus. Y es aquí donde hallamos las diferencias entre la posición de los dos
esposa y un número plural de mujeres secundarias, se ha ido reduciendo, sexos y el mecanismo disfuncional que se proyecta sobre la forma legal.
dando origen a dos alternativas: en relación con el Ego masculino, cuando su La mujer de este complejo que desemboca en el matrimonio "se ha casado
unión legítima entra en desintegración, deserta y en monogamia sucesiva con- ella sola", según la versión regional, lo que significa que ha contraído una
forma otro hogar de facto, el cual puede abandonar por otro más, mientras serie de obligaciones reales y de derechos nominales, cuya satisfacción está
la esposa permanece sola, levantando la descendencia habida. La segunda colocada fuera de su órbita de acción, ya que dependen de la escueta voluntad
alternativa, de mayor incidencia entre los grupos bajos, que sólo alcanza casos de la contraparte, que se mueve dentro de un medio cultural propicio a su
de excepción en la alta, conduce a que el Ego masculino tanto como el Ego evasión. Es más, este medio ambiente social estimula al Ego varonil a la
femenino, al romper su unión legal se establezcan en unión de facto que polivalencia de funciones y casi dijéramos lo fuerza a la conducta divergente,
pueden disolver andando el tiempo, para conformar, o no, sucesivamente otra en la satisfacción de los principios monógamos de la unión que acepta. Merced
u otras. Dentro de este tipo de uniones, hallamos un retorno a las formas a este mecanismo, la mujer casada de esta subcultura, aunque halla gratifica-
clásicas de la unión libre inestable cuyo estatus y función ya hemos descrito. ción social por el logro matrimonial, no topa la retribución normativa a su
Dentro de estas familias se observa un régimen de autoridad ceñido a las estatus en el ejercicio de sus derechos, pero sí el control y la vigilancia en
premisas de la unión libre precedentemente indicadas. cuanto a sus deberes se trata. Con la mujer casada la cultura es avara para
darle, pero ávida en requerirle su cuota de obligaciones y en aplicarle su
El estatus y la función en la familia legal mecanismo punitivo a la violación de las mismas. Posiblemente, la influencia
de esta dinámica constituye una de las causas principales de deserción feme-
Es en extremo difícil hablar del estatus de los miembros de la familia legal nina del régimen matrimonial en ciertas clases, porque de esta manera cons-
como de una unidad doméstica aislada, porque en una subcultura de fuerte tituye una honra sin retribución, máxime cuando se parte de una sociedad
exaltación de las formas poligínicas es irreal separar la forma legal vocación donde las proyecciones religiosas éticas son limitadas y superficiales. En otro
monástica de las de facto. Una y otras actúan a manera de vasos comunicantes sentido, la disfunción existente en la unidad doméstica en contra de la mujer,
no
interfiriéndose en sus estatus respectivos. Ello es de tal manera realidad, que halla en la colectividad mecanismo de ajuste, al contrario de lo que ocurre
ei
las encuestas regionales indican sólo como casos de excepción, la presencia > las uniones de facto, dentro de las cuales el régimen de inseguridad en la
de hogares legales no interrelacionados con hogares suplementarios en la vida estabilidad y perdurabilidad de la unión, actúa como factor aglutinante en
anímica del varón, así se tratara de cortos períodos de su transcurrir. Por esta ambas contrapartes. Las premisas de fidelidad conyugal, el sentido de pro-
razón, en los capítulos precedentes se halla entremezclada la situación de una Piedad que tácitamente implica el matrimonio y la negativa de deserción que
modalidades en función de las otras, ya que esta simbiosis y no la separacio nvuelve, son factores opuestos a la integración hogareña.
teórica, constituye la realidad cultural. Paradójicamente, en esta subcultura, de limitado énfasis religioso, existe
n
Repito que el matrimonio constituye sólo una meta ideal para el kg Profundo respeto por la forma sacramental, que prescribe, en consecuencia,
na
femenino de las clases bajas, pero a medida que se ascienden los escalo11 conducta amoldada a sus expectativas. De esta manera, toda la precedente
3 4 2 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función /343

serie de valores y de actitudes obliga a la mujer casada a un rígido cumplí, la descendencia, sufren mengua. Depende de cada hogar y de cada clase, el punto
miento de los deberes de su estatus, no importa que la contraparte de derechos de mayor vulnerabilidad en el estatus de la esposa y de sus hijos. Lógico es
no se satisfaga. En primer lugar, se destaca el principio de fidelidad conyugal suponer que en los estratos de más débil estructura económica, es este renglón el
por el de supervaloración que la cultura le otorga, fidelidad que sólo cuenta ¡nás afectado con la dispersión del varón y en todas se resiente la función paternal
dentro de la cultura real como tributo del Ego femenino. El respeto que a sobre la prole, con la consecuencia de que las obligaciones culturales del proge-
una "señora" se dispensa proviene en parte de un principio de dignidad ema- nitor quedan sin cubrir, o se van recargando sobre los hombros femeninos. Este
nado de su posición de mujer casada, cualquiera que sea su categoría social. acrecentamiento de las obligaciones genera un acrecentamiento del estatus total
De esta manera, la infracción resulta magnificada ante la colectividad y Ja de la madre, con el resultado de que también por este camino de la estructuración
sanción con un mayor énfasis, no importa que el cónyuge ofrezca similar o legal de la familia, llegamos a una posición paulatinamente ascendente de la mis-
peor conducta. La infidelidad en la mujer casada la hace descender con más ma, que termina dentro de la dinámica de este devenir, por concederle una posición
violencia de su lugar de aprecio que la sociedad le dispensa. focal en la vida hogareña, a semejanza de lo que ocurre en la unión de facto
Contemplando el estatus de la mujer casada en el hipotético caso de no (véase, en este complejo, el apartado "El estatus y la función en la unión libre",
interferencia en su hogar de las formas de facto, nos hallamos en presencia "La dinámica de la autoridad maternal").
de una estructuración con caracteres patriarcalistas. El hombre es la cabeza Otra consecuencia resulta de la familia plural en el hogar legítimo: es el
económica de la familia, mientras la mujer administra la unidad doméstica refuerzo del estatus de la familia extensa del tronco materno en función de
satisfaciendo las obligaciones de crianza, sociabilización, nutrición y organi- la familia nuclear. El abandono del marido poligínico de parte de sus obliga-
zación de la vivienda, por sí, o con la ayuda de servidumbre o de parientes. ciones, halla respaldo y ayuda suplementaria entre los familiares de la esposa,
Mientras la obligación económica se mantiene, se mantiene también la jefatura a cuya sombra se acoge residencia matrilocal para equilibrar las disfunciones
de la autoridad. Y en tanto la esposa conserva su posición de única esposa, que afronta en posición. Consecuentemente, los hijos adquieren con la rama
se conserva también su estatus de privilegio afectivo, social, biológico, etc., uterina una creciente vinculación afectiva, y al crecer éstos, los sentimientos
en la vida de su marido. Pero al interferir en la vida matrimonial uniones de respaldo social, económico y espiritual adquieren mayor validez con este
maritales suplementarias, bien se trate de remanentes prematrimoniales del tronco que con la rama paterna.
marido, o formas concubinales posteriores a través de la relación esporádica, En los hogares legítimos donde sólo aparecen transitoriamente unidades
la unión libre o la poliginia encubierta o manifiesta, la integración de la unidad domésticas tangenciales en interferencia, puede surgir momentáneamente el
doméstica sufre mengua. No es que el padre abandone su hogar legítimo y conflicto y deteriorarse por períodos la integración hogareña y tornar de nuevo
en forma singularizada vaya en pos de sucesivas uniones consensúales. Aun- al ajuste institucional. En estos hogares y en aquellos de excepción, no tur-
que ésta constituye una novísima tendencia de los grupos urbanos de cierta bados por las tendencias divergentes de la institución familiar de facto,' se
categoría social (véase, en este complejo, el apartado "El estatus y la función mantiene incólume la autoridad paterna centralizadamente. La jefatura eco-
en la poliginia", "Modalidades evolutivas de la poliginia"), la corriente modal nómica está en sus manos y las obligaciones y derechos de cada Ego se
en estos casos se dirige a crear una constelación de coesposas centradas al- Mantienen perfectamente diferenciados en forma funcional. De esta manera,
Un
rededor de este varón, ya en forma estable o efímera. En todo caso, en torno equilibrio en las funciones de cada estatus se traduce en un equilibrio en
suyo y dependientes de él, se organizan hogares suplementarios cuyas expec- k autoridad que sigue la forma patriarcal ya enunciada; en tanto mayor grado
cu
taciones entran en pugna con las del hogar legítimo, originando así el con- anto más alta es la categoría social de valor tradicional del núcleo hogareño,
flicto. acordemos que estas mismas modalidades estructurales, aun cuando aceptan
y
En este período es cuando se deteriora la integración de la unidad doméstica asimilan las formas familiares plurales coexistentemente, conservan los ras-
legal, y el estatus de la esposa, porque las obligaciones del hombre compartid0' S°s patriarcales en la interrelación hogareña, retrotrayendo a su interior pro-
económicas, afectivas, sexuales, sociales y la proyección de la figura paterna sobtf tecciones de sus relaciones consensúales (véase, en este complejo, el apartado
3 4 4 / Familia y cultura en Colombia

"El estatus y la función en la poliginia", "El estatus de los miembros de ia


familia compuesta") a través de una descendencia de bastardos que insertan
en su hogar legítimo. De esta manera, la autoridad se jerarquiza en un período
inicial familiar, situándose en primer lugar el padre y luego la madre, mientras
durante la etapa avanzada de crianza se insinúa ya la presencia de los hijos
varones, cuyo poder se acerca al materno, lo alcanzan y superan para identi-
ficarse a la categoría del padre, dejando atrás a las hermanas sobre las cuales
ejercen su tutoría y respaldo. En estos hogares, a semejanza de ciertos valores
expresos en la familia neohispánica, se proyectan sobre el hombre las fun-
ciones de respaldo social con todo el núcleo familiar y el de respaldo del
honor y representación con las mujeres de la unidad familiar. Ésta es la fun-
ción de contraparte del machismo agresivo de esta subcultura que se despierta
desde tempranas etapas en el Ego varonil. De aquí se desprende este papel
que el padre cubre con su esposa e hijos y el hermano con sus hermanas y
parientas consanguíneas. La agresividad cultural y las consideraciones del es- Parte 4
tatus social y del que se ocupa en función de su posición de legítimos, hacen
dar considerable énfasis a esta función varonil. Complejo cultural antioqueño
Todo el hogar está condicionado para satisfacer las exigencias masculinas y
las gratificaciones que este sexo recibe en estos hogares, son a su vez recíprocas
o de la Montaña
obligaciones del elemento femenino. Estos grupos familiares así constituidos y
liberados de la desintegración cultural son muy ajustados y funcionales. Las in-
terrelaciones familiares actúan bajo un fuerte respaldo afectivo. Esta misma cohe-
sión se siente en el grupo extenso. He dicho que ninguna célula doméstica agrupa
en este complejo a la unidad nuclear sola, y este tipo de familia no constituye la
excepción: elementos consanguíneos de ambas ramas siempre se hallan presentes,
como parte de las obligaciones del parentesco. Aquí se proyectan con intensidad
las obligaciones de respaldo e interacción social de diversa índole con ambas
ramas, manteniéndose apretado el grupo de parientes de los dos troncos de pro-
genitores. Generalmente, dentro de esta modalidad doméstica se siente una ligera
supremacía del sector paterno sobre el materno en su proyección sobre el grup0
primario. No obstante, los lazos entre éste y la rama uterina mantienen vital tras-
cendencia. Éste es el rasgo más característico de esta alternativa: la presencia
simultánea y ajustada de los dos troncos, manifiesta en todas las obligaciones y
derechos del parentesco, expresos principalmente en los momentos trascendente
del ciclo vital de sus miembros y en los de retaliación y conflicto con la comu-
nidad. Esta presencia dual es la que falta en las modalidades interferidas de
familia legal.
gl habitat

Los linderos

E! complejo cultural antioqueño se proyecta dentro de una área que no des-


ciende de los 1.000 m de altitud. Sobre esta curva de nivel se extiende su
habitat en los departamentos de Antioquia y Caldas*, desbordándose por si-
milar condición hipsométrica en sectores de los departamentos del Valle y
del Tolima. También abarca porciones orientales del territorio chocoano, sin
sobrebajar en él la altitud indicada (véase Anexo, mapa "Complejos cultura-
les"). Generalizando más, podríamos decir que cobija en su proyección los
pisos térmicos templados y fríos, más algunas intercalaciones en las zonas de
páramo, del sector orográfico comprendido por las dobles vertientes de las
cordilleras central y occidental dentro de las divisiones políticas en mención.
Dicho de otro modo, la familia cuyo complejo cultural presento, se extiende
por todo el habitat que el grupo antioqueño proyectó desde su enclave inicial
centrado alrededor de Santa Fe de Antioquia, Anserma y el Valle de Aburra,
472
con epicentro en Medellín en el período colonial. De aquí y desde otros
puntos nucleares fue proyectándose la epopeya colonizadora de Antioquia,
comenzando por las tierras realengas que como murallas asfixiantes contro-
laban la expansión de su población, carente de suelos agropecuarios y en
secuentes condiciones de bajos niveles de vida económica y cultural. De
Caldas configura en este estudio las tres divisiones político administrativas a que dio origen recien-
temente.
472
James J. Parsons, La colonización antioqueña..., Op. cit., pp.. 95 a 102: Luis Latorre Mendoza,
Historia e historias de Medellín, Medellín, 1934, p. 12; Archivo Histórico de Antioquia. Estadísticas
y censos, No. II; Relación del Nuevo Reino de Granada que hace el arzobispo de Córdoba, Exce-
lentísimo señor Francisco Gil y Lemos, 1789. Véase también Testimonio de expediente formado por
orden del excelentísimo señor virrey del Reino sobre las producciones del cantón de Antioquia y a
s
>> jurisdicción. Años 1808 y 1809; Ernesto Guhl, Anotaciones sobre población y poblamienw. Po-
sición y estructura demográfica en Antioquia, inédito. Explica las razones de esta selección de habitat;
Eduardo Santa, Arrieros y fundadores, Bogotá, 1961, pp. 115 a 128, 131 a 132.
3
Emilio Robledo, Bosquejo biográfico..., Op. cit.; pp. 236 y ss., primer tomo, pp. 62, 69, 90, 92, 102,
!06, 195 y 196. Véase también James J. Parsons, La colonización antioqueña..., Op. cit., cap. VI,


3 4 8 / Familia y cultura en Colombia El habitat I 349

esta manera, la porción suroriental del departamento empezó a florecer c Por el sector opuesto "otros grupos de colonos antioqueños se dirigieron
ciudades como Abejorral y Sonsón, de donde se crearon los núcleos que r al oriente, a través de la cordillera central, hacia las selvas del Tolima",
balaron más hacia el sur, formando avanzadas en Aguadas, Pacora Sai nartes montañosas en las cuales impusieron la cultura de origen, a la par que
475 ' **^3-
deforestaban la tierra y creaban las labranzas. "La parte mediterránea del To-
mina, Neira, Manizales, y bien pronto la corriente migratoria había llegad
lima, los vastos y áridos llanos del valle del Magdalena medio, no ejercieron
hasta donde hoy es Pereira.
atracción sobre los antioqueños, quienes aquí y en dondequiera, prefirieron
La atracción del negocio del caucho, el saqueo de las guacas indias el las vertientes montañosas", porque en esta etapa expansiva, como lo dice
cultivo del maíz, la crianza de cerdos como complemento económico de esta Schenck, "donde no se da el maíz, tampoco se da el antioqueño".
gramínea en un territorio de escasas vías, y más tarde el cultivo del café
fueron llevando al hombre y a la cultura de Antioquia a las estribaciones
La topografía
interiores de la cordillera occidental y central, en el departamento del Valle.477
En cuanto a la parte occidental de Antioquia y Caldas y a sus avanzadas al
El complejo cultural antioqueño se asienta en un suelo montañoso. De la
Chocó y al Valle, se proyectaron especialmente en el siglo pasado y primer
trifurcación andina que recorre el suelo colombiano, corresponde al habitat
cuarto del siglo presente y se afianzaron con la concesión de tierra pública,478
de este complejo la parte central de dos de los cordones cordilleranos, el
y aprovechando las condiciones ventajosas de los suelos, donde floreció el
central y el occidental, divididos por el valle del río Cauca y limitados por
cultivo del café, estableciéndose como colonias del grupo inicial del de-
el occidente por la llanura del Pacífico y por el oriente por la planicie aluvial
partamento de Antioquia y como prolongaciones de conquistas de caldenses
del Magdalena. Su proyección norteña termina en el valle bajo del río Cauca.
sobre toda la vertiente oriental de la cordillera occidental y aun sobrepasando
Hacia el sur ofrece un límite menos definido, deteniéndose en el tronco oc-
sus cumbres frente al océano, como ocurre con Versalles y Restrepo, San José
cidental hacia la población de la Cumbre, mientras en la cordillera central se
del Palmar y Carmen del Atrato.
prolonga un tanto más en su vertiente mediterránea. Esta zona orográfica
pp. 106 a 144, la colonización antioqueña moderna y el mapa No. 6 que indica las tierras realengas ofrece ásperas pendientes, lomerías de más suave ondulación, cortadas por
a que se ha hecho mención; Ernesto Guhl, La dinámica demográfica en Colombia, inédito. Véanse
mapas, "Fundación de pueblos" y "Ocupación de tierras en Antioquia, expansión por siglos del valles transversales fluviales que descienden de las cumbres cordilleranas y
hombre antioqueño". tributan al Cauca, al Magdalena o al Pacífico, mientras las corrientes longi-
474 Archivo Histórico de Antioquia, Testimonio..., Op. cit., "Fundaciones", tomo XI, sin numeración.
tudinales son más escasas.
475 James J. Parsons, Op. cit., pp. 110 y ss.; Juan B. López, Salamina, de su historia y de sus costumbres,
Manizales, 1944, p. 98. En la zona vallecaucana, los dos troncos cordilleranos se espacian con-
476 James J. Parsons, Op. cit., pp. 118 y ss.; Jaime Jaramillo Uribe, Historia de Pereira, Edición del siderablemente dejando entre ellos el valle del río Cauca no comprendido en
Club Rotario de Pereira, Pereira, 1963, pp. 358 y ss.; Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., véase e
"La tierra y el poblamiento", pp. 88 a 92. ste complejo, valle que se encajona considerablemente en Caldas y en menor
477 Porfirio Díaz del Castillo, El Valle del Cauca, historia y realidades de sus municipios, Cali, ¡9". grado en Antioquia, para salir a las llanuras del litoral norteño. Esta circuns-
pp. 245 y ss.; Raymond Crist, The Cauca Valley..., Op. cit., pp. 48 y 49; Ernesto Guhl, Estudios-
valle del río Cauca, Op. cit., pp. 46 y 47; Otto Morales Bem'tez, Testimonio de un pueblo, Bogo» tancia contribuye a una notable concentración del relieve en todo el habitat
1951, pp. 58 y ss.; Jaime Buitrago, Hombres trasplantados, Manizales, 1943; Antonio J. Arang0' de
este complejo cultural. Dentro de estas condiciones generales se destacan
Quindío, epopeya de la colonización antioqueña, Manizales, 1940. la
XÍ y región paramuna y el macizo volcánico del departamento de Caldas, donde
478 Memorias del Ministerio de Industrias al Congreso Nacional, Bogotá, 1931, vol. III y TV, PP' ' la cordillera central alcanza sus mayores elevaciones, mientras al noreste el
165, respectivamente.
' San
479 Ernesto Guhl, "Aspecto sociogeográfico de la provincia fisiográfica formada por el valle del rio
Juan y por el Codo de los Mellizos y sus estribaciones hacia el río Cauca, departamento de An James J. Parsons, Op. cit., p. 134.
quia", en: Revista Colombiana de Antropología, vol. XI, No. 2, Bogotá, 1954, pp. 48 y ss.; Ibídem., véase mapa; Luis Ospina Vásquez, Industria y protección..., Op. cit., pp. 189 a 192, 220,
J. Parsons, Op. cit., pp. 128 y ss.; Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Antioquia-, @P-
241, 284 y 353.
pp. 71 a 81. Indica en el cuadro la fecha de fundación y fundadores de cada ciudad del departan1 v
de Antioquia; Dirección Departamental de Estadística de Caldas, Caldas, vida y desarrolle de on F. Schenck, Viajes por Antioquia en el año de 1880, Bogotá, Imprenta del Banco de la República,
municipios. Balance de un año de gobierno, 1953-1954, Imprenta Departamental de Manizales' •953, p. 18.
nizales, sin fecha, monografía de cada municipio.
3 5 0 / Familia y cultura en Colombia El habitat/ 351

cordón magistral en Antioquia ofrece la altiplanicie arrugada de Rionegro y El clima


la región sonsoneña, zonas de perfiles menos acusados. El río Porce presenta
en seguida una solución de continuidad, entre esta porción cordillerana y ia Corresponde a este habitat de topografía compleja, un clima de variedad re-
llamada por unos "Altiplanicie arrugada de Santa Rosa" o "Altiplanicie de gional. Aunque todas estas tierras se colocan sobre los mil metros de altura,
Antioquia", que ostenta un relieve suavemente ondulado, final del cordón ma- las condiciones fisiográficas y geográficas particulares de cada zona, introdu-
gistral de la cordillera central. cen variantes sensibles en las características climáticas, parcelando el habitat
La cordillera occidental, más baja que la anterior, ofrece, como la central, total en numerosos microclimas, según la opinión del profesor Guhl.
laderas cubiertas de cenizas y lavas que han enriquecido su potencial agrícola, En cuanto a lluvias, las condiciones regionales son peculiares: la cordillera
mientras conforma "una barrera continua de montañas, desde la garganta occidental en su vertiente pacífica recibe el influjo de los vientos húmedos marinos
del río Patía en dirección norte, hasta el Paramillo". Numerosos pasos de y por tanto ofrece una mayor lluviosidad que las caras interiores de esta cordillera
relativa escasa altura permiten su cruce en diferentes lugares, y sus últimas y de la central, donde la cuenca y llamada del río Cauca presenta condiciones
485 de relativa escasez, cuya resultante es una mejor distribución pluviométrica en las
digitaciones se pierden en las llanuras del Atlántico. vertientes que en el valle bajo, pero no superiores a las que traen los vientos
Estas tierras ofrecen, en relación con la composición de sus suelos, un marinos sobre la cara cordillerana que mira al océano. Esta lluviosidad sin em-
aspecto dual: si geológicamente comprende "antiguos granitos, gneises, y es- bargo es superada por la del macizo antioqueño caldense, donde los promedios
quistos cristalinos, rocas matrices de los flancos de Caldas y del Tolima, ricos "oscilan entre los 2.000 y los 4.000 mm",490 con isleos de escasa lluviosidad en
en oro y plata y de las auríferas altiplanicies de Antioquia" que, por una su interior (Medellín y Salamina), lluviosidad proveniente de la influencia del
parte, proporcionan riqueza mineral, por otra, señalan suelos duros, inhóspitas cercano clima del Chocó, bajo cuya órbita queda incluido. La vertiente oriental
vertientes para las faenas agrícolas. Sin embargo, complementando esta con- de la cordillera central, en las porciones correspondientes a este complejo cultural,
dición original del piso de este complejo, debemos señalar que la "primitiva también se encuentra en la faja de lluviosidad media de la porción andina indicada
cadena de montañas quedó cubierta de depósitos de lavas y cenizas proce- por Vila. La distribución de las lluvias en este habitat se orienta siguiendo el
487
régimen andino de dos veranos —estaciones secas— y dos inviernos, estaciones
dentes de una cadena de volcanes todavía en actividad", condición que
lluviosas.492
superó la circunstancia inicial, enriqueciendo en extensa área los terrenos, que
bajo dicha condición se hicieron ampliamente productivos. Paralelamente la
riqueza nativa en minerales fue la que dio a los habitantes desde la etapa Roberto Wokittel, Op. cit., pp. 81 a 95; Banco de la República, Atlas de Economía Colombiana,
tercera entrega, Bogotá, Imprenta del Banco de la República, 1962. Cartograma, No. 24, explicaciones
precolombina una de las mayores fuentes de la economía en la extracción del complementarias; Jaime Parra H., "Los suelos del Quindío, propiedades físicas y químicas", en:
488 CENICAFÉ, vol. XI, No. 11, Chinchiná, Caldas, 1960; Banco de la República, Atlas de Economía
oro y de la plata secundariamente. Colombiana, cuarta entrega, Bogotá, 1964. Véase el cuadro "Panorama ecológico, suelos y vegetación
e
n la zona cafetera o del clima medio colombiano". También cartograma No. 32, explicación del
mapa de suelos; Instituto Colombiano de Planeación Integral. Op. cit., pp. 57 y ss.: 63 y ss.; 69 y
ss. Von F. Schenck, Op. cit., pp. 35, 39 y 61.
483 Ibíd., pp. 27, 28, 35, 39 y 40. Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Valle..., Op. cit., pp. 10 y 11; Panorama... Antioquia..., Op.
484 James J. Parsons, Op. cit., p. 39. c
't-, pp. 10 y 11; Ernesto Guhl y otros, Op. cit., pp. 32 y ss.; Ernesto Guhl, Estudios preliminares...,
485 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Antioquia..., Op. cit., pp. 16 y ss.; Panorama... Valle-, Op- ' 49n valle
c del río Cauca. Op. cit., pp. 20 y ss.; Pablo Vila, Op. cit., pp. 74 a 84.
pp. 12 y ss.; Ernesto Guhl, "Aspecto sociogeográficos...", Op. cit., pp. 39 a 42; Estudios Prelim'naLí6, brnesto Guhl, Colombia, bosquejo..., Op. cit.; Pablo Vila, Op. cit. p. 75.
valle del río Cauca..., Op. cit, Instituto Colombiano de Seguros Sociales, pp. 16 y ss.; James J -J¿¿ '• Pablo Vila, Op. cit., pp. 78 y 79,
Op. cit., pp. 29 a 38; Ernesto Guhl, y otros, Caldas. Memoria explicativa del Atlas socioeconómico J
departamento, tomo I, Op. cit., pp. 17, 18, 27 a 36; Pablo Vila, Op. cit., pp. 31 a 55. ames J. Parsons, Op. cit., pp. 40 a 44; Hans Trojer, "El tiempo reinante en Colombia, sus caracte-
rísticas y su desarrollo", en: Boletín Técnico de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia,
486 James J. Parsons, Op. cit., p. 32. v
°l XI, No. 13, Centro Nacional de Investigaciones de Café, Chinchiná, 1954; Pablo Vila, Op. cit.,
487 Ibídem. », PP- 81 a 85; James J. Parsons, Op. cit., p. 47. Véase tabla No. 2 con promedio mensual de lluvias
488 Ibíd., pp. 55 y ss., 60; Luis Duque Gómez, "Los Quimbayas, reseña etnohistórica y arqueólos ^. p" ciudades de esta zona; Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Antioquia..., Op. cit., pp. 10 a 12;
en: Historia de Pereira, Pereira, 1963, Edición del Club Rotario de Pereira, cap. IX. pp- °¡ J "norama... Valle..., Op. cit., pp. 8 a 10; Banco de la República, Atlas de Economía Colombiana,
3 5 2 / Familia y cultura en Colombia El habitat I 3 5 3

Las condiciones de temperatura están determinadas en esta región andina por Haciendo una somera descripción y siguiendo el estudio del profesor Guhl,
las premisas de altitud y topografía. Refiriéndose a este habitat, Parsons dice: "e¡ hallamos que en el departamento de Antioquia la vegetación natural dentro del
mejor mapa de temperatura es el mapa topográfico, porque toda curva de nivel ¿rea en cuestión sólo queda presente en menudos retaceos que van cediendo paso
puede servir de isoterma". Sobre esta base y el cálculo promedio de 187 metros al paisaje cultural, como en la zona paramuna baja, en el bosque de niebla, y
de altitud por cada grado centígrado, corresponden al habitat de este complejo luego en el bosque andino de Citará y de la cara cordillerana que mira al río
los pisos térmicos templado, frío y paramuno, que, dadas las condiciones pecu- Magdalena; también se la halla en la selva de la vertiente de piso térmico templado
liares de la topografía, ofrecen diferencias sustanciales, como la que resulta del en las cordilleras central y occidental sobre los ríos Magdalena, Nechí y Cauca.
profundo cañón del Cauca, cuya chimenea climática disminuye la inclemencia del El resto del ambiente ecológico antioqueño en el sector que nos interesa,
495 lo constituye un paisaje cultural que se emplaza parte en las vertientes, como
páramo del macizo volcánico de la cordillera central, por ejemplo, o la vertiente ocurre en el cinturón cafetero, o se asienta con menor intensidad en el batolito
oriental de la cordillera central tocada del influjo climático del valle del río Mag- antioqueño, "altiplano ondulado de tierra fría", semidestruido por la acción
dalena, o la zona noroeste caldease y antioqueña, continuación de los fenómenos minera, en las montañas frías de Sonsón y Yarumal, y en los valles fluviales
climáticos del surco chocoano. En esta forma se conforman cinturones climáticos ya conquistados por su habitat (Valle de San Nicolás, transversales andinos
que como anillos ascendentes o descendentes se distribuyen el medio ambiente de los ríos Ñus, Nare, Samaná, Tonusco, Riosucio, Medellín, etc.) en los que
geográfico de este complejo. mora la más alta densidad humana ocupada en faenas agropecuarias.
La vegetación En Caldas, la vegetación natural ha sido más intensamente asimilada en
la zona que nos ocupa: menudos retazos permanecen en la región paramuna,
La vegetación natural en este habitat se presenta siguiendo los cinturones climá- en el bosque de niebla y en el andino, y algunas manchas en el bosque de
ticos verticales a que he hecho mención previa, formando en proyección horizontal vertiente de la cara magdalenense. Actividades agropecuarias se emplazan en
anillos vegetales cuya continuidad y equilibrio se hallan interferidos por la acción los antiguos cinturones vegetales, de los cuales los ubicados en la vertiente
cultural. A medida que la expansión de los grupos humanos se fue efectuando en cultural templada y la zona cafícultora, constituyen las regiones caldenses de
estas regiones colombianas, la vegetación natural fue radicalmente alterada por la mayor densidad demográfica, con su típico paisaje cultural.
introducción de plantas cultivadas, por la destrucción de las especies primigenias, En el Tolima, aun permanece el páramo bajo sin transformación definitiva
o por la distribución diferente a la inicial. Esta alteración en algunos sitios es más y con parciales conquistas del bosque de niebla y andino, proyectándose el
acusada, quedando en el momento actual apenas rincones de muestreo dé lo que establecimiento humano en la vertiente templada oriental de la cordillera cen-
fue la vegetación original en tiempo de nuestro antepasado aborigen y más tar- tral, en el cinturón cafetero, cuya área se involucra en este complejo.
díamente de lo que era a la llegada del español y modernamente de la tercer El Valle es también un ejemplo típico de las situaciones antes presentadas.
conquista ambiental, vale decir, la expansión del grupo colonizador antioqueño. Las zonas paramunas, el bosque de niebla, la selva pluvial de vertiente ofrecen
a
ún ejemplos de vegetación nativa, mientras quedan reducidos a mínimos par-
ches por el avance ganadero, la agricultura y el desarrollo urbano, la típica
primera entrega. Aspecto físico y geográfico. Bogotá, Imprenta del Banco de la República, 1"5 j
cartograma, No. 4. Regiones de lluvias a través del año no tan delimitadas ni precisas como las oe vegetación agrícola de la montaña fría en las dos vertientes cordilleranas que
litoral Caribe. Estos periodos ofrecen una duración imprecisa según las comarcas, e irregularidad
aritméticas en la distribución pluviométrica; Ernesto Guhl y otros, Op. cit., pp.19 y ss. Trae u"
"tiran a la cuenca fluvial caucana.496 Al iniciar la colonización antioqueña,
observación muy precisa sobre el régimen pluviométrico de Chinchiná, Caldas.
493 James J. Parsons, Op. cit., p. 45.
494 Ernesto Guhl y otros, Op. cit., p. 39; James J. Parsons, Op. cit., p. 45, señala 0,6 grados por <* Para mayor amplitud consúltese, James J. Parsons, Op. cit., pp. 50 a 54; Ernesto Guhl y otros
100 m; Ernesto Guhl indica valores diferenciales según los pisos térmicos; Secretaría de AgricuW Caldal...Op. cit., Aspectos fitogeográficos, pp. 45 y ss., referentes a la vegetación natural del
y Ganadería del Valle, Censo agropecuario del valle del Cauca, Cali, 1954, pp. 9 y ss.; Hans Troj departamento de Caldas; Ernesto Guhl, Colombia, uso de la tierra, análisis y ubicación de las
El tiempo reinante..., Op. cit., pp. 37 y ss. diferentes regiones del país, por departamentos, según clima ambiental, pisos térmicos vegetación,
495 Ernesto Guhl y otros, Op. cit., pp. 28 y 40. tierra ocupada, tierra no ocupada pero colonizable, 1963, inéd.to; Banco de la República, Atlas...
3 5 4 / Familia y cultura en Colombia

señala Parsons que las "tierras volcánicas del sur de Antioquia, de Caldas j^aS instituciones
del Tolima, estaban cubiertas de selvas, casi hasta las márgenes del río Cauc
y los áridos llanos del Tolima".497

La economía

La zona del complejo cultural antioqueño o de la Montaña*, ha sido consi-


derada la de mayor desarrollo económico en el país. Esta visión, es claro,
conforma una apreciación de conjunto, porque si bien ella ofrece zonas del
más amplio desenvolvimiento agrícola, comercial e industrial, también es cier-
to que muchas de sus regiones conservan rasgos de desarrollo similares a las
genéricas en los demás complejos culturales. Ello no obsta para que, mirando
la economía general del complejo como un todo integral, podamos decir que
sus indicadores de desenvolvimiento económico sean superiores en promedio
a los mismos en todo el resto del país. Comprende cuatro renglones propia-
mente dichos: agricultura, ganadería, industria y comercio. Ensayo presentar
una somerísima visión de los mismos.

La agricultura

La agricultura ocupa el mayor porcentaje de la población antioqueña, aun-


que el capital invertido en ella es superado por la industria. Debemos dis-
tinguir dos tipos de agricultura: la primera es una agricultura de autoabas-
tecimiento, que comprende productos que constituyen la base alimenticia
^e la población y que en diferentes escalas se incorporan en el mercado
re
gional y aun nacional, pasando a constituir entonces parte de una agri-
cultura comercializada según regiones y productos. Entre este tipo de

En los archivos coloniales del siglo XVIII hallé que al antioqueño se le llama "montañez" o gente
primera entrega..., Op. cit.; Cartograma 7, que corresponde a los departamentos de Tolima, Valle. de la Montaña, de donde tomé esta nominación.
Caldas, Antioquia y Chocó; Atlas de Economía Colombiana, cuarta entrega, Aspectos agropecuarios 98
Ernesto Guhl, Colombia, bosquejo..., Op. cit., 1968; DAÑE, Departamento de Caldas, Censo agro-
y fundamento ecológico. Talleres Gráficos del Banco de la República, Bogotá, 1964; Cartogramas- Pecuario, Bogotá, 1962, pp. 34, 36-41, 43-45; Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Caldas..., Op.
No. 30, 32, 53, 54; José Cuatrecasas, "Aspectos de la vegetación...", Op. cit., pp. 22 y 268; Eduardo c
"-. p. 35; porcentajes, en relación con el total nacional; 39, 40 y 41, datos de los productos agrícolas
Acevedo Latorre, Panorama... Valle..., Op. cit., pp. 12 y ss.; Panorama... Antioquia..., Op. cit., ff- Por superficie, rendimiento y producción, plátano, café y yuca; Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op.
13 y ss. Sigifredo Luis Espinal y Elmo Montenegro, Formaciones vegetales..., Op. cit., pp- l 2 ° y c
"-. p. 61; Secretaría de Agricultura y Ganadería del Valle, Cali, 1954, pp. 36 y ss. 46-48; Gober-
ss., 161, 150, 129; Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., pp. 18 y ss. nación de Antioquia. Distribución de los predios rurales en Antioquia según tamaño, 1962, Medellín,
497 James J. Parsons, Op. cit., pp. 53 y 54.
3 5 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones 12,51

productos agrícolas tenemos aquellos que constituyen la base alimenticia la ganadería


cultural de este complejo, tales como el maíz, los frisóles, el plátano, ]a
yuca, la caña de azúcar (para producción de panela y miel), Algunos frutales gn relación con la ganadería, ofrece dos estadios de productividad: ganadería
y verduras. También podemos añadir la papa, el trigo, el haba, cultivos del de tipo primitivo, que mora en las vertientes arrugadas e intensamente ero-
piso térmico frío y paramuno. Algunos productos complementarios los ha- dadas, en fincas de menor cuantía, con especies vacunas de tipo criollo, y
llamos en el tabaco y el fique. una ganadería de más alto desarrollo que utiliza los valles feraces de algunas
El segundo tipo de agricultura, es la agricultura comercial, constituida cuencas fluviales interiores y algunas mesetas.502 No consideramos dentro de
fundamentalmente por el cultivo del café. Este complejo cultural configura el este complejo las nuevas haciendas ganaderas de amplias perspectivas técni-

verdadero cinturón caficultor de Colombia: los cuatro departamentos que cas, situadas en las llanuras del Magdalena, del Cauca, del Porce y del Urabá,
lo constituyen, Antioquia, Caldas, Valle y Tolima, son los principales cultiva- por quedar fuera de esta subcultura familiar, aunque ubicadas dentro de las
dores del grano, ya que ellos ocupan los cuatro primeros lugares en cuanto áreas departamentales.
a superficie cultivada, producción en toneladas y rendimiento kilogramo-hec-
500 La tenencia de la tierra: algunos de sus rasgos
tarea en el momento actual. Asimismo es importante señalar que la pro-
ducción cafetera engloba un alto porcentaje de población agrícola activa, en El complejo cultural antioqueño reúne una serie ajustada de características en
tanto que las zonas de su ubicación señalan los más altos índices de densidad su sistema tenencial, algunas de las cuales trataré de presentar someramente.
humana en el país. El primer rasgo está constituido por la dominante pequeña tenencia. La
pequeña y la mediana constituyen el tipo generalizado de propiedad,503 ta-
maño que, teniendo en cuenta el tipo de cultivo, el café, dentro del cinturón
1963, pp. 9 a 11 inclusive; James J. Parsons, Op. cil., pp. 165 a 188; Banco de la República, Atlas... caficultor, rinde un ingreso, que ha sido la base de la estructuración familiar
cuarta entrega..., Op. cit., véanse mapas de producción agrícola del Valle, Tolima, Antioquia, y peculiar de este complejo. Partiendo de esta cosecha, como lo observa el
Caldas..., y texto explicativo respectivo; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Primer plan.-,
Op. cit., pp. 67 a 70; mapa 350; 624, 625 a 630; cuadros de producción agrícola del oriente antio- estudio de Caldas, el "tamaño de la propiedad presenta una adecuada moda-
queño, 640, 641; Muéstreos agrícolas del oriente antioqueño, 640, 641; DAÑE, Muestreo agrícola lidad entre 5 y 10 hectáreas en promedio, lo que tiene su origen en las limi-
nacional, 1955, Bogotá, sin fecha, p. 11; Censo agropecuario Tolima, Bogotá, 1964, pp. 21 a 25;
Censo agropecuario Antioquia, Bogotá, 1964, pp. 20 a 26. Véase superficie cosechada en los referidos
productos; Bernardino Cañón, "La actividad económica en el departamento de Antioquia durante 502 A. J. Staffe, Misión de la FAO, Ganadería de Caldas, inédito. Mapas de producción y distribución
1965", en: Revista del Banco de la República, No. 463, Bogotá, 1966, pp. 565, 571; Incora, Proyecto ganadera en este departamento; Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Caldas..., Op. cit.. pp. 42 y
de parcelación de Antioquia, No. 2, Barbosa y Santo Domingo, Bogotá, 1964, pp. 4 a 10 y 13 s
s.; Panorama... valle..., Op. cit., pp. 31 y ss.; Panorama... Antioquia..., Op. cil., pp. 59 y ss.: Ernesto
499 Ernesto Guhl, Colombia..., Op. cit., Luis Ospina Vásquez, Industria..., Op. cit., pp. 220, 242, 245, 2W, Guhl y otros, Op. cit., pp. 391 y ss.; Secretaría de Agricultura y Ganadería, Censo Agropecuario...
308, 354 y 455; Gobernación de Antioquia, Distribución..., Op. cit., véanse cuadros pisos térmicos y "alie..., Op. cit., pp. 39 y ss.; Eugene Havens, Támesis, estructura y cambio, estudio de una comu-
cultivos predominantes, en los municipios de Antioquia, pp. 9 y ss.; Secretaría de Agricultura y Gana* nidad antioqueño, Bogotá, 1962; Banco de la República, Atlas, cuarta entrega..., Op. cil., véase texto
del Valle, Censo..., Valle..., Op. cit, pp. 34 a 36; Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., Véanse regio* explicativo mapas del Valle, Caldas, Tolima, Antioquia: James J. Parsons, Op. cit., pp. 188 a 194:
económicas, pp. 65 y ss.; regiones sociogeográficas, pp. 271 y ss.; el caficultor y sus problemas econo !"L,. Instituto Colombiano de Planeación, Op. cit., pp. 631 a 635; DAÑE, Muestreo Agrícola Nacional,
sociales, pp. 329 y ss.; Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Antioquia..., Op. cit, pp. 55 y 56; "ano " 5 5 , Bogotá, sin fecha, pp. 45, 46, 51-54; Censo agropecuario Tolima..., Op. cit., pp. 31 y 33;
rama... Valle..., Op. cit., pp. 29 y ss.; Panorama... Caldas..., Op. cit., pp. 41 y ss.; DAÑE, Cens° $ Censo agropecuario Caldas..., Op. cil., pp. 29 y 31; Directorio Departamental de Estadística, Anuario
explotaciones agropecuarias..., Caldas..., Op. cit., pp. 49-51; Ernesto Guhl, El aspecto económico s Estadístico de Antioquia, 1964, Medellín, 1965, p. 250; Miguel Fornaguera, Análisis del censo agro-
del cultivo del café..., Op. cit., pp. 203 a 234; Fundación para el progreso de Colombia, La '"^"f?^ Pecuario, 1960, inédito. Véase mapa "Distribución del ganado vacuno, según censo agropecuario,
19
Op. cit., pp. 36 a 51; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Op. cit, pp. 628, 631 a 636; D ' T s e W"; Bernardino Cañón, Op. cit., p. 568.
Censo Agropecuario... Antioquia, Op. cit., p. 26; Censo Agropecuario... Tolima, Op. cit.,, P- *f' M 503 tr
nesto Guhl, El aspecto económico..., Op. cit., pp. 204 y ss.; Gobernación de Antioquia, Distribu-
superficie ocupada; Bernardino Cañón, Op. cit., p. 567; José Manuel Restrepo y otros, Memorias ^ c on
' -: Op. cit.; James J. Parsons, Op. cit., caps. VI y VII, 1953, p. 106.; Ernesto Guhl y otros,
el cultivo del café, Bogotá, Imprenta Banco de la República, 1952; Luis Eduardo Nieto Arteta, El c<9 "Idas..., Op. cit., pp. 272 y ss.; Incora, Proyecto de parcelación de Antioquia, No. 20..., Op. cit.,
la sociedad colombiana, Bogotá, 1958. , P- '2. En Barbosa y Santo Domingo el 84,6% de las tenencias son menores de 10 hectáreas; CIDA,
500 Fundación para el Progreso de Colombia, La industria cafetera en la agricultura colombiana, dentario de la información básica..., Op. cit., p. 74. Obsérvese el alto porcentaje de tenencia de
en
1962, pp. 37, 48 y 50. U
°s de 10 hectáreas en los departamentos que nos interesan, cuadro 31; Ernesto Guhl, Colombia...,
P- cit.
501 Ibíd., pp. 48 y 50.
1
3 5 8 / Familia y cultura en Colombia | Las instituciones I359

504
taciones estatales fijadas en el transcurso del siglo pasado" y aun en las mente, la "acumulación de grandes porciones por unos mismos individuos.
regulaciones del presente,505 que marcaron el límite de 10 fanegadas para se evitaba cuidadosamente por medio de las restricciones en las ventas a pro-

cada propiedad en Manizales, entre esta ciudad y Santa Rosa, por ejemplo.506 pietarios que ya tuvieran más de un número dado de hectáreas en un mismo
sector". Estas eran las medidas que habían dado un vuelco al sistema tenen-
O también se podría explicar esta modalidad tenencial considerando con Par-
cial, gestando de paso uno de los rasgos que hoy lo identifican.
sons, que este complejo sintió, en relación con la propiedad de la tierra, muy
débilmente la influencia señorial emanada de otras regiones colombianas Fuera del factor de regulación legal, contribuyó también al tipo de cose-
como los altiplanos de oriente y sur del país, asentados sobre amplias tenen- chas que remplazaran los cinturones selváticos de la vertiente. El café, cultivo
intenso, comercializado y permanente, no necesita, como otros tipos de ex-
cias. Posiblemente, una política de pequeña propiedad estaba en la entrarla
plotación agrícola, de amplio espacio para permitir el desarrollo armónico de
de los colonos de Rionegro, Medellín y Santa Rosa, donde la mentalidad
la vida familiar que vive a sus expensas. De esta manera, casi como un
minera de estas regiones se centraba en la riqueza geológica del subsuelo, no
determinismo económico proyectado sobre la institución familiar, esta peque-
en los valores sociales agregados a la amplia tenencia. La vigencia de estos
ña tenencia que controla las fuerzas domésticas en su explotación, logró la
valores y la reglamentación legal conexa, impidieron el florecimiento del la-
estructura del núcleo hogareño bajo premisas tampoco entrevistas antes por
tifundio, como expresión del control de la riqueza y como traducción de la
la sociedad colonial de ésta y de otras zonas colombianas.
jerarquía social de su dueño. Estos valores y sus consecuencias no operaron
en Antioquia, sino que se quebrantó el sistema colonial de las grandes pro- Sobre estas bases históricas, la Montaña ofrece una marcada presencia de
510
piedades, y su valor social agregado, por el de la escueta explotación rentable la pequeña propiedad, ya que sin exceptuar los municipios de las zonas
vinculada a la técnica y a la riqueza del suelo. O como lo dice magistralmente ganaderas del valle del Magdalena y del Cauca, y de la llanura de Urabá,
el mismo autor, "el concepto de riqueza no estaba vinculado a determinados zonas de grandes haciendas, Antioquia ofrece el 67,75% en predios menores
pueblos o al suelo, sino más bien al trabajo duro y a la iniciativa". de 10 hectáreas. En Caldas se presenta una similar situación, excepción hecha
Era una nueva posición ante la propiedad de la tierra aún no conseguida de la llanura magdalenense oriental, 5 " mientras que el Valle y el Tolima en
en el país. Por esto Parsons, al señalarla, dice que en la expansión hacia las la zona correspondiente a este complejo, vuelve a representar la misma ca-
tierras sureñas de fértil suelo volcánico y quebrado, el espíritu de iniciativa racterística tenencial en áspero contraste con las zonas del subcomplejo cul-
"de autonomía libre e independiente" aunado al "orgullo de los cultivadores tural negro de dominante latifundio, inmeditas a este habitat.512
de café" fueron razones que "se combinaron para producir este caso rarísimo Una segunda característica en la tenencia de la tierra se expresa en el
de una sociedad democrática de pequeños propietarios en un continente do- sistema de explotación. La mayoría de las tierras, aun de menos de 10 hec-
minado por el tradicional latifundismo latino". Ya el colono antioqueño,
mártir una generación atrás del control monopolista de la tierra, había lograd0 w
Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., p. 9 1 . Véase Reglamentación de la Convención de Rionegro
sobre adjudicación de baldíos.
evadir el escollo y cristalizar dentro de un mecanismo nuevo que proyectaba
Incora, Proyecto de parcelación de Antioquia..., Op. cit., p. 12; Gobernación de Antioquia, Distri-
sus expectaciones. Al lograrlo, quiso afincados en el futuro, mediante un bución..., Op. cit., p. 25; CIDA, Inventario de la información básica..., Op. cit., véase cuadro 74
reglamentación que impedía la venta de tierras adjudicadas por colonizacio . sobre régimen tenencial, p. 76; Eugene Havens, Támesis..., Op. cit., pp. 90 y ss.
"ANE, Censo agropecuario..., Calaos..., Op. cit., véanse cuadros 7 al 12 inclusive. Fundación para el progreso
"hasta que se desmontase, o hasta pasados cuatro años". de Colombia, Op. cit. pp. 18 a 25; Ernesto Guhl y otros. Calaos..., Op. cit., pp. 272 y ss.
Complementaria- ™uardo Acevedo Latorre, Panorama... Valle..., Op. cit., pp. 29 y ss.; señala la tendencia al minifundio
^ n las zonas de colonización antioqueña en el Valle; Panorama... Caldas..., Op. cit., pp. 25 y ss.;
Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit. pp. 89 a 126; Ernesto Guhl, El aspecto económico..., Op.
504 Ernesto Guhl y otros, Op. cit., p. 272. c
'l-, pp. 203 a 207; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Primer plan..., oriente antioqueño...,
505 James J. Parsons, Op. cit., p. 113. ¿e
P- cit., pp. 74 a 76; p. 275, señala cómo en el oriente antioqueño el 6 5 % de los predios existentes
506 Para mayor información, véase ley 200 de 1936 y tabla 5, concesiones de baldíos a las c¡ u a
^ n 1962, tenían menos de 5 hectáreas; CIDA, Tenencia de la tierra..., Op. cit. p. 97; señala que en
Antioquia, Caldas y Tolima; James J. Parsons, Op. cit., p. 149.
J-aldas las parcelas de menos de 3 hectáreas son el 5 9 % del total, véase cuadro 11-10; Eugene
507 Ibíd., p. 152. avens, Socio/ Structure and Change in a Colombian Community, Támesis, Antioquia, Facultad de
508 lbídem. Sociología, Bogotá. 1965, mecanografiado.
3 6 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones /361

520
tareas, se encuentran bajo un régimen de explotación indirecta, o sea, bajo
fam ilia
parece ser más alto. Sin embargo, mirados desde el punto de vista
sistema de aparcería. En Caldas esta situación se hace más evidente hast
¿el complejo cultural total, estos ingresos agrícolas son más bajos que los
en propiedades que alcanzan las 50 hectáreas, siguiendo luego el rengló
proporcionados por otras actividades económicas dentro del mismo.521
de las arrendadas (que en la especificación del CIDA corresponden a las ex-
plotadas por aparcería), prestación de servicios y similares aunque la ex- la industria
plotación por partes es la dominante. Incora (Instituto Colombiano para la
reforma agraria) afirma que "la forma tenencial característica es la explotación cste complejo cultural tiene en el Valle de Aburra el segundo foco de des-
por aparcería, la explotación por arrendatarios es poco frecuente, lo mismo 522
arrollo industrial colombiano y nuevos y pujantes centros fabriles en Ma-
que la efectuada por propietarios o administradores". En resumen, el menor izales, Armenia y Pereira. Aunque este desarrollo industrial, y conexos as-
número de tenencias explotadas por intermedio de un administrador, consti- pectos del desenvolvimiento económico, permiten considerar a este complejo
tuye la mayoría, a la vez que la relación entre las explotadas por el propietario como el más industrializado después de Cundinamarca dentro de! conjunto
523
y las manejadas por un delegatario es inversa al tamaño de la tenencia.518 nacional, hemos de reconocer que este desarrollo no es extensivo a todo
La otra característica que se manifiesta en la finca o propiedad pequeña el habitat del mismo, sino que se halla focalizado en los lugares indicados,
de este complejo cultural, es que su explotación es realizada como una em-
presa familiar, en la cual el padre y todos sus hijos toman parte activa en 520 Para mayor amplitud y refuerzos de las anteriores afirmaciones, véase a los análisis de los ingresos
en otras regiones y consúltese Ernesto Guhl y otros, Caldas..., vol. I, pp. 337 a 407, con un exhaustivo
ella, con lo cual se excluye hasta el máximo el elemento asalariado. Este análisis de los ingresos del campesino caldense en sus diversas categorías agrícolas, Caldas..., Op.
fenómeno, más evidente en el cultivo del café, es también rasgo extensivo a cit., vol. XI, pp. 191 a 208; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Primer plan regional...
oriente antioqueño..., Op. cit., pp. 629 a 695; Consejo Nacional de Política Económica y Planeación,
las demás explotaciones, particularmente si se trata de la pequeña propie- Colombia..., Op. cit., pp. 19 a 25; Joseph H. Lebret, Op. cit., pp. 25 a 30; Dirección Departamental
dad, pues a medida que el tamaño de las explotaciones asciende, asciende de Estadística, Anuario Estadístico... Antioquia, 1964, Op. cit. Véase capítulo "Trabajo", pp. 201 a
216 y ss.; véase también esta publicación, años 1961, 1962, 1963, del citado capítulo. Véanse sueldos
entonces el número de obreros no familiares contratados para su laboreo, y salarios de la industria manufacturera antioqueña, 1964, pp. 253 a 2 58; SENA, Estudio
hasta remplazar la mano de obra paga al elemento consanguíneo o afín. socioeconómico, área de Antioquia, Bogotá, 1962, pp. 82 y ss.; CIDA, Tenencia de la tierra.... Op.
cit., pp. 206 a 217; Fundación para el Progreso de Colombia, La industria..., Op. cit.-, cuadro 48;
Finalmente, hay un aspecto más que añadir en vinculación con el des- SENA, Estudio..., Valle..., Op. cit., pp. 60 a 63, ingresos agrícolas; Estudio... Antioquia... Op. cit.,
pp. 82 y 83; Contraloría Departamental de Antioquia, Anexo, Estadística fiscal municipal, 1962,
arrollo económico agrícola: los niveles relativos de ingresos de toda la zona Medellín, sin fecha. Véanse en cada municipio los sueldos y salarios en cada rama de la adminis-
dan al habitante entradas promedio más altas que en cualquiera otro de los tración; Gustavo Pérez Ramírez, El campesino colombiano..., Op. cit.,, Véase gráfico I, salarios
agrícolas por departamentos, p. 138; DAÑE, Anuario General de Estadística, 1963, Bogotá, 1965,
complejos culturales colombianos, pese a que el número de miembros por p. 703; James J. Parsons, Op. cit., p. 258; Jaime Jaramillo Uribe, Op. cit., pp. 405 y 406.
"1 Incora, Proyecto de parcelación de Antioquia..., Op. cit., pp. 13-15.
522 Eduardo Acevedo Latorre, Panorama... Antioquia..., Op. cit., p. 43. Véanse principales estableci-
513 CIDA, Tenencia de la tierra..., Op. cit., p. 117; Sergio Cárdenas Gutiérrez, Estudio social económico mientos industriales situados en el valle de Medellín; Panorama.. Caldas..., Op. cit., pp. 34 y 35;
de la vereda el Zarzal, en el municipio de Copacabana, Antioquia, 1960, inédito. Valle..., Op. cit.,, pp. 32 y 33. Dirección Departamental de Estadística, Anuario Estadístico de
514 Véase cuadro II -18, p. 119. Antioquia, Véase en las pp. 253 a 358, resumen de la industria manufacturera antioqueña en 1958
515 CIDA, Op. cit.„ p. 119. a 1963. Obsérvese el número de establecimientos dentro de las agrupaciones industriales, personal,
516 Incora, Proyecto de parcelación de Antioquia..., Op. cit., pp. 12 y ss.; DAÑE, Censo agropea""''0. remuneración, prestaciones sociales, producción bruta, otros indicadores más en las mismas páginas;
Caldas..., Op. cit., pp. 28 a 31; Eugene, Op. cit., p. 46. Véase figura 4, 'Tenencia de la tierra e" Luis Ospina Vásquez, Industria y protección..., Op. cit., pp. 501 y 503 (cuadro); Revista del Banco
Támesis"; CIDA, Op. cit., pp. 125 a 145; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Primerpk"1-' de la República, No. 453, julio 1965, Bogotá, 1965. Véase desarrollo de algunos renglones bancarios
para el oriente antioqueño..., Op. cit., pp. 76 y 77. y otros en los departamentos. Obsérvese lo referente a los departamentos indicados, No. 460,
Pp. 242 y ss.; Consejo Nacional de Política Económica, Colombia..., Op. cit., p. 16; Véase cuadro
517 Incora, Proyecto de parcelación de Antioquia..., Op. cit., p. 12; Proyecto de crédito superv's 1-11, p. 17; Industria Textil, p. 211; Joseph Lebret, Op. cit., véanse "Regiones Económicas", pp.
para el oriente de Antioquia, Bogotá, 1964, p. 14. 65 y ss.; James J. Parsons, Op. cit., pp. 252 a 264; Jaime Jaramillo Uribe, Op. cit., pp. 382 a 395.
518 DAÑE, Censo Agropecuario..., Caldas..., Op. cit., cuadro número 1; Ernesto Guhl y otros, Caldas-, "?'^ 523
Para mayor amplitud, véanse algunos indicadores del desarrollo económico de este complejo familiar
pp. 352, 354 y 365; DAÑE, Censo Agropecuario... Antioquia..., Op. cit., pp. 38 a 41; Censo AgropeC"a^e en SENA, Estudios... Antioquia..., Op. cit., pp. 35„51, 53 y 54; Cuadros de población económicamente
Tolima..., Op. cit., pp. 36 y 37; Incora, Proyecto de parcelación de Antioquia..., Op. cit., p. 12; Proy6" activa, pp. 56, 58; Actividades económicas, p. 57; Censo ocupacional, pp. 60 y 61; Estudio... Valle...,
crédito supervizado para el oriente de Antioquia, Bogotá, 1964, pp. 13 y 14. °P cit., pp. 43 a 48; Joseph H. Lebret, Op. cit., p. 29. Véase la distribución regional del ingreso
519 James J. Parsons, Op. cit., p. 216; CIDA, Op. cit., p. 210. industrial. CEPAL, Desarrollo económico de Colombia, pp. 28, 30; Anuario General de Estadística
3 6 2 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 3 6 3

permaneciendo el resto en un estado de desenvolvimiento industrial análogo ¿entro de este habitat, monto superior como conjunto a las demás unidades
al resto de los demás departamentos colombianos. Tales áreas departamen- nacionales que analizamos. El antioqueño, llamésmolo así en amplia acep-
tales dependen del desarrollo agropecuario y del comercio, dentro de los ni- ción q u e cobija el habitante del complejo total,* guarda desde la época
veles ya indicados. Sin embargo, tomando la economía como un total, y s u . precolombina una fuerte tradición mercantil. Las comunidades indias de
mando al desenvolvimiento industrial las condiciones de la agricultura esta subcultura movieron activamente sus productos, enlazándose con los
comercial y de la ganadería técnica, se respalda y confirma la afirmación grupos productivos del oriente y norte y posiblemente del occidente, hasta
precedente de considerar el área de este complejo como la más desarrollada hacerlos llegar a América Central, de donde se perciben influencias de esta
económicamente dentro del conjunto nacional. De esta manera, el ambiente relación económica y cultural. La tradición mercantil no se alteró, más bien
cultural antioqueño ha permitido la formación y consolidación de una clase se robusteció con los aportes africano y español. En la época minera se
media, socioeconómica y cultural (fuera de Bogotá otras limitadas ciudades creó una fuerte actividad comercial, basada inicialmente en esta explotación
la poseen), y una clase obrera calificada, ambas de considerable poderío y que proporcionaba constante disponible y cuya área debía ser surtida de
conformación económica, circunstancias que se reflejan con bastante precisión artículos de consumo, algunos del ambiente departamental o procedentes de
en la estructura familiar. lugares más distantes, como los del Reino, durante el período colonial y
parte del republicano. Más tarde, al iniciar el pueblo de la Montaña su
éxodo colonizador, los señuelos de su expansión, tierras, "guacas" indias,
El comercio
quinas, cacao, vacunos, cerdos, y más tarde café, mantuvieron activa la
La actividad comercial sigue en este complejo el mismo ritmo económico tradición mercantil del colono proporcionándole congruas ganancias, que
general de las demás actividades productivas. Inciden en su ambiente para sumadas a las del transporte y a las de la minería, ofrecieron la base del
proporcionarle una amplia tónica de desarrollo, la caficultora, la ganadería desenvolvimiento industrial posterior. El comercio fue y continúa siendo
525 hoy, una activa ocupación del habitante de este complejo, que proyecta
y la industria, el sistema vial y de intercomunicación, aspectos estos y
dentro y fuera de su territorio y como elemento de interrelación más allá
otros más, que están colaborando en el amplio volumen de sus operaciones
del área comarcal y aun nacional. En el momento presente, esta actividad
está llevando fuera de las fronteras patrias el trabajo de su industria dentro
7955, 1951, 1963. Obsérvense las actividades fabriles en los departamentos señalados; Consejo Na- de una pujante conquista de mercados en los países de América del Norte,
cional de Política Económica, Colombia..., Op. cit. II parte, pp. 15 y 16; Bernardino Cañón, Op. cü.,
p. 168; Departamentos de 1965. Centro y Sur América.
524 Sobre datos del Anuario General de Estadística, 1963, podemos decir, comparando el total porcentual
de personal ocupado, sueldos, salarios y prestaciones pagadas durante el año, producción bruta, ' t c -
en 38 agrupaciones industriales, y comparando estas cifras con las correspondientes a los departa-
memos que nos ocupan, hallamos la alta proporción que ellos representan dentro de la ' n£ÍU *" a
manufacturera nacional; DAÑE, Anuario General de Estadística, 1963, Bogotá, 1965, pp. 608 a 61
Igualmente se puede reconstruir un proceso cronológico de desarrollo tomando los datos de los cens
en las dos últimas décadas con base en los anteriores indicadores; Ibíd., pp. 624 y ss.
525 DAÑE, Anuario General de Estadística, 1963..., Op. cit.; véase en cap. VIII, 'Transporte y Con»'
nicaciones". Compárese la viabilización de esta área y sus servicios de comunicaciones con las ^mental de Estadística, Anuario Estadístico de Antioquia, 1964..., Op. cit., pp. 332 a 340- Ernesto
tantes, pp. 515 y ss.; véase el movimiento de sus vías de enlace. Dirección Departamento Uu
nl y otros, Caldas..., Op. cit., pp. 65 y ss.
Estadística, Anuario Estadístico de Antioquia, 1964..., Op. cit., pp. 301 y ss.; véase cap. XI. s
n este trabajo los términos "Antioquia" y "antioqueño" se refieren al complejo total y no exclusi-
transporte; Lauchlin Currie, Bases de un programa de fomento..., Op. cit. p. 143. véanse ni V
amente a este departamento o a su habitante.
viales, números 3 y 4; Ernesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., pp. 65 y ss.; James J. Parsons. 526
cit., pp. 242 a 252; Roben C. West, Colonial..., Op. cit., pp. 123 a 130; DAÑE, Anuario G«" mesto Guhl y otros, Caldas..., Op. cit., p. 78 y ss.; James J. Parsons, Op. cit., pp. 120, 111, 113
de Estadística, 1963. Véase desarrollo urbano en las nuevas construcciones (áreas, número de ^ n„ , r ° y 2 4 2 ; J a i m e J a r a r niU° Uribe, Op. cit., pp. 387 y ss.; Roben C. West, Colonial..., Op cit'
VP- 122 y 113.
cias) en los municipios respectivos de este complejo, como término de comparación con otros, P P ^ 527
a 696; Dirección Departamental de Estadística, Anuario Estadístico de Antioquia, 1964, M .flS ^u-ección Departamental de Estadística, Anuario Estadístico de Antioquia..., 1964..., Op. cit., Véase
1965, pp. 330 y 331; obsérvese la densidad humana relativa, la disponibilidad de servicios "a piar- movimiento comercial antioqueño, pp. 313 y ss.; compárese con el de otras regiones. Véase
en DAÑE, Anuario General de Estadística, 1963, Op. cit., pp. 734, 735, 750-752; Dirección W irniento en el quinquenio anterior, en la misma fuente.
3 6 4 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 3 6 5

La religión en Antioquia Con reservas, sin embargo, me atrevo a asegurar, que el elemento cultural
americano en la composición de este complejo —que no en la etnia— estuvo
El proceso religioso limitadamente representado, si lo comparamos con la zona oriental colombia-
na, por ejemplo. El negro, en lo que llamo la Montaña, aunque no está de
La religión en la Montaña, como en el complejo andino, ha sido la gran moldea- ninguna manera ausente, por circunstancias peculiares de su estatus no llega
dora de la estructura familiar, penetrando además intensamente en la motivación a ser factor cultural determinante, apenas un elemento receptor más que le-
de la conducta individual y colectiva de este complejo. Ninguna de sus institu- gatario dentro de la comunidad nueva. Si comparamos también este complejo
ciones puede sentirse ajena a su influjo, pese a lo cual su proyección adquiere con el del litoral fluvio minero, en relación con el factor biológico cultural
rasgos diferentes y peculiares a los que caracterizan las demás subculturas patrias. africano, tenemos que concluir que la herencia negra fue reducida, en lógica
En este proceso dinámico, por demás, el devenir histórico ha sido en gran parte consecuencia con el menor aporte humano de que se viera favorecida la sub-
el determinante de los lincamientos de las características de la institución en el cultura antioqueña. Sobre estas premisas, los tres elementos raciales se enla-
presente. Veamos inicialmente algunos de los factores que modelaron su imagen zaron en amplio mestizaje y vivieron juntos las modalidades del proceso
en la Montaña y la razón de su funcionalismo dentro de la estructura familiar. histórico ajustado a un sello común hispánico.
Este núcleo cultural no presentó las altas densidades de población aborigen Cuando el país tiene real conciencia de Antioquia es a través de la serie
de la región andina oriental. Posiblemente se trataba de grupos técnicos de menor de informes del oidor Mon y Velarde (véase La familia en Colombia, trans-
desarrollo en la explotación del medio ambiente, hasta donde los datos permiten fondo histórico). En este período de su existencia, el núcleo de la inicial
inferirlo, y por tanto de pueblos de un asentamiento menos vigoroso, que el Muis- expansión de este complejo, ofrecía, guardada proporción, una situación si-
ca, por ejemplo, en los altiplanos orientales. Contribuyendo a esta condición, dos milar a la de los litorales en el momento actual: escasa cultura religiosa, y
aspectos más influyeron en su agotamiento que significó a la larga un aporte más menor trascendencia de ésta en la moral cotidiana; ocio, tahurería, desajuste
ralo en la sangre y en la cultura: aunque ésta no fue una de las zonas de más familiar, dominantes formas de hecho en su estructura, carencia de respeto a
intenso trajín conquistador, las oportunidades de contacto entre españoles y huestes la propiedad y a la vida, desafecto al trabajo y una frecuente y fácil prosti-
aborígenes fueron de recia lucha, con diezmo agudo para los grupos americanos. tución del Ego femenino en las clases bajas, las más numerosas por cierto.
El indio aplicó a su cultura vencida el sistema de autoeliminación, antes que la Antioquia representaba, entonces, una sociedad con un sobrante humano sin
entrega y subordinación de su corpus espiritual al español, como ocurriera en asimilar en la economía ni en los principios normativos de su cultura. Más
otras regiones. Por otra parte, operó una rápida extinción de los grupos nativos tarde, esta población artificialmente sobrante, estimulada por las ordenanzas
en este habitat: faenas de minería, shock cultural, sistema mitayo, mestizaje, en- del Oidor, y por la posesión de las tierras fértiles del sur y del oeste, lograba
fermedad, dispersamiento, etc., colaboraron en la tarea de agotar la biología y laS superar los vicios de una comunidad minera colonial, transformándose vi-
comunidades indias. Este fenómeno no fue sólo de común concurrencia en An' gorosamente en una sociedad agrícola con costumbres puritanas, una religión
al
tioquia, sino que las tribus de Caldas y de los territorios antioqueños del Valle servicio de su actividad económica y reguladora de su moral. Fue esta la
eta
pasaron por idéntico proceso de rápida extinción como unidades étnicosociales- pa agraria de la sociedad antioqueña. El movimiento colectivo que resba-
Algunas sobrevivieron pero no como colectividades vigorosas, inquietas y P31^ la por las vertientes sureñas y se expandía por las de occidente, se apoyaba
cipantes, sino como grupos minoritarios marginales en la sociedad mestiza, & fridamentalmente en la fe ciega de una divinidad providente y en la con-
c
los casos de San Antonio de Pereira, La Estrella, Peñol, Cañas Gordas, San iencia del poder creador individual. Con cada finca abierta, cada trocha de
enla
rónimo, etc.
528 ce, cada capilla pajiza, cada acta de fundación de pueblos, se iba gestando
ün
a nueva sociedad de tipo agrario, marcada por una activa vida familiar,
unic'P'0¡
528 James J. Parsons, Op. cit., pp. 80 y ss.; Antonio Gómez, Monografías de parroquias y m ¿fita
de Antioquia, Medellín, 1951, pp. 429 y 543; Juan B. López, Op. cit. Cerca de Támesis aún <f>^ le
s J. Parsons, Op. cit., pp. 25 y ss.
en 1962 en una vereda cercana algunos restos de los Tatamá; Doctor Saffrais, Op. cit* V-
3 6 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones /367

signada por una pronta dinámica social y por una profunda fe religiosa. La En cuanto al clero regular masculino, existe una cifra mayor, relativa y
Iglesia sentó en esta etapa su posición de liderazgo en esta sociedad. absoluta en el complejo antioqueño, y complementariamente este habitat man-
538
Superado el estadio agrario inicial, las gentes nuevamente emprendieron
tiene el más creciente número de casas provinciales. Las comunidades re-
el éxodo, saturados al parecer los campos. Así están llegando a la ciudad que
ligiosas femeninas también ofrecen el mayor número de casas provinciales,
se inicia o avanza en el desarrollo industrial, atrayendo sus brazos a través
seguidas de los más altos porcentajes de religiosas antioqueñas.539 En otro
de la variada gama de promesas que brinda. Durante este tercer momento, se
sentido, la Montaña ofrece el más alto porcentaje de organizaciones de tipo
definen con mayor claridad las instituciones y los rasgos precedentemente
religioso, adjuntas a cada organización parroquial, y otras más, de naturaleza
descritos, rasgos y organismos que dan el sello personal a la subcultura an-
531
cívica, funcionan bajo la égida y dirección de las parroquias. Tal el caso de
tioqueña dentro del ambiente nacional. la Acción Comunal, que en la Montaña ha sido literalmente asimilada por los
En esta etapa caracteriza la Montaña un máximo desarrollo de la institución curas párrocos. Numerosas juntas cívicas de proyección social, son también,
532
religiosa: Antioquia proporciona el mayor número de parroquias, distribuidas a instancias de la posición directiva de la Iglesia, puestas en manos de los
con un más amplio sentido de funcionalismo, que en las demás áreas colombianas, pastores, quienes llevan adelante su liderazgo. En la mayoría de estos muni-
mientras las diócesis antioqueñas son las que presentan un mayor servicio sacer- cipios hallamos La Casa del Campesino, la del Mendigo, algunas cooperativas,
dotal, en tanto que el número de habitantes por sacerdote es considerablemente los hospitales, y fuera de las construcciones de los acostumbrados templos y
533
casas parroquiales, la de escuelas, la apertura de vías, la edificación de puentes
menor que en las demás, especialmente si se las compara con aquellas del
y centros de salud, clínicas y ancianatos regionales bajo la dirección y auspicio
complejo litoral fluvio minero que no obstante tienen menores las densidades
del párroco, que centraliza y estimula la acción ciudadana.
humanas relativas, por superficie. Esta situación se acentúa dentro de las áreas
Finalmente, aunque una política religiosa de reciente data y aceleración
rurales, donde similares comparaciones resaltan considerablemente en esta sub-
creciente en los últimos ocho años, ha conducido al establecimiento en otras
cultura, en relación con las demás. Complementariamente, el número relativo
regiones de numerosas subdivisiones eclesiástica, sin embargo no se ha lo-
de sacerdotes supera el de cualquier otra zona, particularmente la del complejo
grado sobrepasar el desarrollo religioso antioqueño. Ningún otro lugar pa-
antes citado, donde muchas parroquias carecen de cabeza eclesiástica, hecho
trio enseña tantos lugares al culto público: fuera de las iglesias urbanas,
relacionado con otro aspecto que muestra la participación integral antioqueña con
multitud de viceparroquias o capillas veredales, son prueba de la profunda
la religión católica: las vocaciones sacerdotales, que ostensivamente favorecen a
religiosidad del complejo cultural de la Montaña. Hay que reconocer no
la Montaña. Antioquia ostenta el mayor número de sacerdotes diocesanos ori-
obstante, que ninguna muestra la ampulosidad y'el despliegue de riqueza del
ginarios de su suelo, y las cabezas jerárquicas de la Iglesia reconocen un dominante
complejo andino, por ejemplo.
nacimiento en esta área. Consecuentemente, los seminarios regionales "paisas
ofrecen el mayor numero de estudiantes en sus aulas.537
Gustavo Pérez, Op. cit., pp. 126 y 127. Véase mapa de origen de los religiosos, p. 130. Cuadro p. 132.
530 Alejandro López, Problemas colombianos, París, 1927, pp. 51 y 52, describe la imagen del coto Caldas y Antioquia conforman el 38% de religiosos del país, pp. 136 y 137.
531 Eugene Havens, Támesis..., Op. cit., p. 114; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Op- *> Gustavo Pérez, Op. cit., pp. 162 a 169.
pp. 326 y ss. Instituto Colombiano de Planeación Integral, Op. cit., p. 32. Véase la fértil acción cívica de la Iglesia
e
532 Gustavo Pérez y otro, La Iglesia en Colombia, estructuras eclesiásticas, Bogotá, 1961, P- '-' " el oriente antioqueño, p. 324; Eugene Havens, Op. cit., pp. 114 a 116; muestra de la tarea religiosa
en
533 lbíd., p. 70; datos de 1960, pp. 80 y 81. Támesis. Anuario de la Iglesia Católica en Colombia, 1957, Bogotá, 1957. Véanse las organiza-
ciones de la Iglesia en el área antioqueña, pp. 75 y ss., 80 y ss., 123 y ss., 129 y ss.. 191 y ss., 232
534 lbíd, pp. 82 y 83; Primer Plan Regional..., Op. cit., pp. 316 y 317. ^y <• y s s - sección V, Comunidades de religiosas.
535 Gustavo Pérez, Op. cit., pp. 87, 92 y 97. Véase cuadro 30. Habitantes por sacerdote diocesano, P
Gustavo Pérez, Op. cit., pp. 56 a 61; véase mapa, "División eclesiástica y civil, Colombia, 1960",
mapa pp. 107 y 108; Benjamín E. Haddox, Op. cit., p. 68. .Q2,
PP' 57, 88, 91 y 93. Véanse cuadros No. 6 y 6-A. Año de erección de diócesis, vicariatos y prefecturas,
536 lbíd., véase origen geográfico de los obispos, vicarios y prefectos apostólicos, 1960, pp- * L pja-
Caldas y Antioquia dan 45,2% de los sacerdotes diocesanos, p. 116; Instituto Colombiano
neación Integral, Op. cit., pp. 316-318 y 320. »2l
octor Saffrais, Op. cit., p. 105, ya lo anota en el siglo pasado.
537 Gustavo Pérez, Op. cit., p. 120; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Op. cit., PP- 32
3 6 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 3 6 9

El culto y sus valores inferidos por esta razón, hace manifiesta expresión de este valor, utilizándolo como
medio de reconocimiento intragrupo y extragrupo dentro de un ajeno o par-
A esta prolija multiplicidad de la institución, corresponde su funcionalismo ticipante l a z o de extrañamiento o cohesión.
hasta el punto que no es exagerado repetir que impregna con su proyección En otro sentido, el culto ofrece a estas comunidades de limitada vida
la sociedad total. Tal vez es más acertado asegurar que constituye el foco a gregaria, toda la expresión de una oportunidad de enlace social. La partici-
cuyo derredor se agrupan y convergen cada uno de los órganos de la comu- pación en los eventos religiosos pone en contacto activo distintos estatus, auna
nidad, estimulados en su dinámica por el corpus de valores que la religión voluntades, y establece una vinculación personal intragrupos. Las festividades
proyecta. Veamos algunos. católicas dan oportunidad no sólo de participación dinámica de cada congre-
La creencia religiosa católica engendra un culto y una moral. Culto y gación religiosa o cívica, cuyo encargo de realización recibe, sino que como
moral se extravierten en la colectividad y en la acción individual. El culto en festividad social obliga a la satisfacción de patrones externos de prestigio,
Antioquia es la manifestación externa gregaria de identidad de ideas y de que se hacen evidentes a través de las distintas facetas de la extraversión
sentimientos en relación con la divinidad, vale decir, es la expresa confesión ritual. Otras motivaciones más y sus respectivas gratificaciones se hallan pre-
social de una participación religiosa común. De ahí que en este complejo el sentes: la comunidad antioqueña responde positivamente ante la tarea de los
culto proyecta dos valores que legitiman su cumplimiento: la expresión per- organizadores de las festividades religiosas; se interrelacionan en vivencias
sonal íntima de honra a la deidad, y la extraversión colectiva de una fe que comunes los grupos de edad, infantiles, juveniles y adultos; se rompen para
enlaza a todos sus miembros como elemento aglutinante. De esta manera, al integrarse como una comunidad vital los sectores regionales, barrios, veredas,
exteriorizar el culto, se percibe internamente el beneplácito del Ser Supremo, o poblados vecinos; los estratos sociales y los complejos económicos, sectores
o de los seres espirituales por la acción rendida, mientras en el exterior se todos que, dentro del patrón religioso antioqueño, hallan oportunidad de en-
gratifica con la aquiescencia de la sociedad por dar tributo al mismo objeto contrarse dentro de un ambiente de participación colectiva, con las mismas
y reconocerlo externamente. Esta gratificación se hace considerando al copar- afirmaciones, idénticas expectativas y la oportunidad complementaria para
tícipe del acto litúrgico como involucrado dentro de la misma cultura, parte crear lazos económicos, de amistad o de relación afectiva. Y dentro del am-
activa de la misma y por tanto ceñido a sus expectaciones y metas. El sentido biente social propiciado por la festividad religiosa, cada individuo se extra-
de coparticipación equivale a la aceptación activa de las pautas de vida gre- vierte frente a la total comunidad, como perteneciente a una familia, a una
garia, con el resultado de que las exteriorizaciones públicas del culto se con- colectividad más amplia (barrio, vereda, municipio vecino, por ejemplo), a
vierten en elemento activo del régimen de seguridad, el medio más objetivo una clase social dada, desde donde hace gala de su poder económico y social,
de la sociedad de hacer el conteo de los adictos miembros a sus creencias, vertiéndolo en formas culturales de exteriorización acordada, sensible e inte-
vale decir, de su identificación con su corpus cultural. En este sentido, la ligible para todos.
religión en la Montaña constituye, más que el habla regional y tanto como el Detallando modalidades del culto en Antioquia, hallamos desde las fiestas
concepto económico, uno de los poderosos indicadores de identidad, posible- familiares religiosas como bendición de la casa las visitas de imágenes pa-
mente el más determinante. Además, se convierte en un instrumento de control rroquiales al hogar, las misas de enfermo, la entronización del Sagrado Co-
de la moral cristiana (valga decir, de la moral cultural), hasta el punto de que razón de Jesús en cada hogar, y dentro de una órbita mayor las fiestas
Ve
la práctica o ejercicio del culto externo deviene en un sistema de vigilancia redales, con las periódicas misiones, correrías religiosas donde sacerdotes
de
de las pautas de comportamiento interno, porque tácitamente se está involu- fácil palabra reúnen a la comunidad para fomentar la piedad, las buenas
crando al copartícipe del mismo culto dentro de la misma moral. Y este con- costumbres, especialmente los matrimonios; las anuales del santo patrón en
senso de identidad a través de la religión, es exigido por cada miembro de Ca
da parroquia, y las distintas advocaciones de la Virgen, o en honra de miem-
complejo, a cada integrante del mismo, ya que la Montaña quiere ser profu"1' bros del santoral religioso, de acuerdo con los intereses regionales particulares.
£n
damente católica y no admite conducta ambivalente ni divergente en su otro sentido, la Montaña tiene festividades que son genéricas de este grupo,
3 7 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 3 7 1

como es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, a cuya devoción Colombia La idea del Más Allá con su sanción purificadora de la conducta diver-
toda se ha consagrado, pero que aquí reviste inusitado esplendor y se convierte gente, merecedora de castigo eterno, o la esperanza de superación y premio,
en paradigma de expresión colectiva de fe católica, deviniendo en una fiesta constituyen un freno poderoso del comportamiento desviado y la forma más
"nacional regional" en la conciencia de identidad de la cultura antioqueña eficaz de controlar la conducta individual íntima de cada miembro de esta
cristalización evidente de su vigorosa entraña religiosa. colectividad, a la vez que un fuerte incentivo de moldeamiento a la ética
Es conveniente recalcar que el culto en Antioquia es indicador de la creencia re]igiosa. En verdad, este valor católico actúa en cada conciencia antioqueña
y práctica íntimas en una ética católica, idea que transfiere su valor. Consecuen- a manera de juez, que mantiene una anotación cronométrica de buenas y de
temente, el tibio o el que no se exterioriza en aquel, es porque no comulga con malas acciones, tenido en cuenta el estatus individual, para ofrecer a la justicia
las mismas creencias y, por tanto, no ciñe su moral interna a la fe católica. Esta divina un saldo al final de la existencia terrenal. Este principio normativo de
valoración causal opera como medida coercitiva social para imponer la identidad honda internalización, constituye en última instancia el mecanismo que inhibe
religiosa y los patrones de comportamiento, que envuelve, extremándosela en una en la acción anticultural y estimula en la que representa beneficio colectivo.
forma tal, que la moral personal se evalúa por las manifestaciones externas del Las encuestas sobre el particular permiten observar que estos conceptos crean
culto. Toda la colectividad presiona a sus miembros para que se traduzcan exter- una conciencia acumuladora de buenas acciones en cada personalidad, supe-
namente, proporcionándole una prueba positiva de su conducta interior y una rando en la vida presente la obligación de retribución, en espera de un mejor
garantía para aceptarlo o rechazarlo como miembro social, ya que de otra parte logro en las promesas de la bienaventuranza. El mecanismo religioso de true-
no se reconoce otra ética meritoria culturalmente, que la escuetamente engendrada que de acciones —retribuciones en éste y el otro mundo— constituye un
por la religión católica, y expresa bajo tales manifestaciones. La Montaña aplica poderoso estímulo en la ejecución de una conducta de justicia social, que
la definición catequística de que la Iglesia Católica es la verdadera, "y fuera de permite una distribución equitativa del bienestar terrenal, entre los elementos
la cual no hay salvación", valor que deviene en verdad social: no estando el menos favorecidos por mano de los mismos que los poseen. Un principio de
individuo sobre el verdadero camino religioso cultural, tampoco puede conside- solidaridad humana entre los diversos niveles de mejorestar social, de mutuas
rársele como un miembro deseable de la sociedad que comulga con tanta certi- gratificaciones presentes o futuras, aglutina a sus miembros a través de cuya
dumbre en esta fe y no admite otra. interrelación juega su papel la riqueza.
De acuerdo con este principio, el poder económico asegura el reino de
Religión, riqueza y familia este mundo y la conquista ulterior de la bienaventuranza, ciñendo su uso a
las líneas directrices de la ética social derivada. Sobre estas creencias, el que
Fuera del culto, otros instrumentos de control de la moral católica existen en emplea sus dineros en obras de beneficio colectivo según patrones culturales,
Antioquia haciendo parte del legado de creencias religiosas y constituyendo fundar una obra hospitalaria, ayudar a la infancia desvalida, propiciar la edu-
los incentivos, base del comportamiento individual. Señalo primeramente las cación de jóvenes pobres con vocación religiosa, etc., pospone el trueque de
creencias en premios o castigos de naturaleza terrenal o ultraterrenal como méritos terrenos que ello implica, en retribuciones en el Más Allá. La versión
consecuencia de los actos de cada ser. No es que otras regiones colombianas humanitaria de la riqueza constituye una cuenta de ahorros puesta en manos
de
no participen de igual acervo religioso; lo que ocurre y caracteriza este com- Dios, contabilista de acciones humanas y gratificador de la vida ultrate-
plejo, es que estas creencias están fuertemente internalizadas en cada indiv1' ^na. Esta conducta de participación colectiva de los éxitos económicos de
dúo conformando un Superego de poderosa fuerza de control, a la vez <5U cada persona, constituye también una forma de expiación de culpas, de su-
convirtiéndose en determinante de la conducta. « Peración de errores, y propiciación de la voluntad divina para bien individual.
C
°nstituye un sistema cultural legalizado de utilizar el poder terrenal de la
!^ueza, en la adquisición de un bien ultraterreno, la gloria. Es expresión del
1
544 Paciano Fermoso E., Op. cit., pp. 206 a 216.
"Hite funcionalismo de la riqueza de este complejo, donde el dinero todo lo
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consigue, desde el bienestar físico, la prelativa ubicación social en el mundo incumplimiento de los patrones de comportamiento en relación con las formas
de los vivos, hasta el perdón de las faltas y el logro de la bienaventuranza y justicieras del Más Allá (castigos y recompensas), no menos similar tipo de
más bienes terrenales como retribución divina. Este tipo de razonamiento im- reacciones se establece en el comportamiento del individuo en la presencia
pulsa fuertemente a las inversiones sociales altruistas: mientras en la zona del de su sociedad. En la Montaña la moral católica no sólo ha de ajustarse a
complejo oriental, estas inversiones en vida o postmortum, se dirigen a la sUS pautas éticas por el pro y el contra habidos en el futuro extraterrenal, sino

satisfacción del culto y la liturgia expresos en ceremonias fastuosas de fune- también por las sanciones y recompensas de la comunidad. Tampoco difiere
bria cuyos ritos y a través de la dádiva en misas, oraciones, novenarios, ve- de otras valoraciones religiosas en otros complejos culturales. Lo importante
laciones, etc. propician y comprometen a la divinidad a conceder al fallecido que quiero destacar, porque aquí radica la peculiaridad regional, es que los
la bienaventuranza, en este complejo antioqueño tal mecanismo se traduce en castigos y recompensas en esta sociedad, por infracciones a la moral, se pre-
una acción fundamentalmente social. La comunidad admite, en concordancia sentan bajo pruebas de orden económico: reveses en la riqueza, dificultades
con la religión, que la inversión caritativa de beneficio colectivo es más acepta en el orden de los negocios, estatismo, mala visión en las actividades pro-
a la divinidad que las obras de representación litúrgica, idea que se comprueba ductivas, circunstancias fortuitas desfavorables al éxito financiero, oportuni-
prácticamente en las numerosas obras de beneficiencia privada que apoyan dades perdidas, versiones punitivas a las infracciones de las normas de
las capas del poder económico y en la austera sobriedad de las honras fúne- comportamiento cultural religioso. Consecuentemente con esta sanción, apli-
bres.5*5 cada a lo más sensible de la personalidad del antioqueño, aparece la recom-
Este sistema, que crea un mecanismo a través del cual la sociedad es pensa: al fiel cumplimiento de los patrones normativos católicos, corresponde
copartícipe del bienestar individual, crea también una actitud contradictoria: el éxito económico. Así como puede propiciarse con obras pías humanitarias
los que tienen en sus manos el poder económico pueden, a juicio de la co- la entrada al Reino de Dios, puede propiciarse también la felicidad terrena,
lectividad, ejercer una conducta formal dual: satisfacción completa de los im- símil de la riqueza, con un comportamiento cultural religioso ceñido a sus
pulsos controlados y sancionados por la cultura y luego resarcimiento de la imperativos.
culpa a través del empleo filantrópico de la riqueza, utilizando algunos de los Particularmente en lo que nos atañe a la familia, el aspecto de más cabal
mecanismos ya expresos. Un régimen de seguridad en ultratumba conseguido aceptación ante la divinidad es la procreación ilímite. El cónyuge que pone
a través del poder del dinero, libera de obligaciones culturales terrenales al trabas a la realización de las potencialidades de su biología, está infiriendo
individuo de suficientes haberes. La inversión económica altruista se admite una grave ofensa a Dios, ofensa que se materializa retaliadoramente en me-
como sistema expiatorio de culpas, recibiendo entonces la riqueza un funcio- noscabo de su capacidad creadora de riqueza. Consecuentemente, un tácito y
a
nalismo catártico dentro de esta mentalidad cultural, donde el dinero se pro- veces consciente compromiso se establece entre la pareja matrirrionial an-
yecta en amplísimas extroversiones de poder, ya que en última instancia ''oqueña y la Providencia: tendremos todos los hijos con que Dios quiera
constituye el determinante básico del bienestar terrenal como del acontecer bendecirnos, a cambio de que Él proporcione los medios adecuados para sa-
postmortum dentro de una bienaventuranza constituida a imagen y semejanza rrios adelante, vale decir, a cambio de bendición de prosperidad económica
para
de la vida mundana. levantar la prole numerosa. Ampliando un tanto más hacia el grupo fa-
Si la idea de las sanciones ultraterrenales condiciona, por una parte> miliar extenso la obligación de respaldo de cada Ego, también motivada re-
moral a la imposición cultural y, por otra, crea mecanismos defensivos en rosamente, se establece la norma de que el individuo que cumple con
Serosidad la pauta de ayuda a sus familiares consanguíneos, particularmente
SUs
Progenitores y hermanos, recibe como recompensa celestial en la misma
545 Por esta razón y a manera de sistema defensivo, las clases populares en su religión n» folk,• «**"
|0S rra
> el usufructo de abundantes bienes materiales, en mayor monto de los
reaccionando contra el sistema de acumulación de seguridades en el Reino del Más AH» r"*¡ ( e Se
ricos. Los pobres, incapaces de comprar tales beneficios y competir cuantitativamente con ha desprendido para satisfacer su obligación. Nada faltará y antes
las;e
rosos, sugieren en las encuestas la existencia de una justicia paternal divina que reparte !•• rá
de sobra aquel que cumple con los deberes de buen hijo, dice la tra-
ultraterrenas compradas por los acaudalados, a semejanza de lo que ocurre en la propia cu
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dición popular, y la religión recompensa esta actitud de desprendimiento que el estímulo de la deidad todopoderosa, acción que forcejea por la culminación
da frutos de ciento por uno a través de bendiciones divinas. cultural adecuada a cada situación. "A Dios rogando y con el mazo dando",
También es motivo de retribución celestial económica el buen vivir farnj. dice el "paisa" de medios sociales altos y "A la mano de Dios y a la pata
liar. El armónico entendimiento de los cónyuges, el trabajo tenaz, la paciencia del Diablo" se encomienda folclóricamente aquel que a su decir se "avienta"
para sobrellevarse mutuamente en sus complejidades personales, y para cubrir en una empresa económica o social cualquiera, con la firme voluntad de con-
con afecto y eficiencia la tarea educativa de los hijos; el empeñoso afán para seguir el éxito a toda costa, dispuesto "a lucharla toda", a no claudicar, a
prodigar el cuidado material que exige la crianza de los hijos en estos núcleos salirse con la tuya, a obtener el éxito. Y este éxito es parte de su profunda
tan numerosos, son, en concepto de la familia antioqueña, una oración de fe en el respaldo de Dios a su tozuda lucha.
buen vivir, un sistema propiciatorio de premios terrenales que gozan de apro- Así, la religión en Antioquia es fuerza inspiradora, que estimula, que sirve
bación cultural y de reconocimiento individual por la cosecha divina de ben- de acicate, de esperanza. No quiebra la voluntad sino que la templa; le da
diciones terrenales que alcanza. Y como tarea propiciatoria, también hallamos ánimos, la rodea de seguridad, logra hacer sensible la protección divina, per-
que en ningún lugar del país existe con más vigor (aun en las ciudades) que mitiéndole a cada Ego realizar una gesta superior en su tarea. No engendra
en la Montaña, la práctica de la oración en familia, particularizada fundamen- resignación, inspira aliento, dinámica, impulso vital. En cambio en la zona
talmente en el rezo del Santo Rosario. El núcleo hogareño interrumpe cual- andina, llámese Boyacá, Cauca, Nariño, Cundinamarca, retazos de los san-
quier actividad, apresura sus tareas, descansa de ellas, para "ofrecer" tal tanderes, es la delegación en las manos divinas, es la entrega con renuncia
oración que los congrega y que sintetiza en las peticiones que se elevan a la absoluta del individuo que no se siente capaz o dispuesto a luchar. Es ante
divinidad, las comunes aspiraciones familiares, tanto como le permita extra- el vencimiento previo la manera de quedar libre de culpa, invocando como
vertir los problemas cuya solución se pone en sus manos, encomendándole a exoneración el acto volitivo de un poder superior, que apabulla, que somete,
su poder todos y cada uno de los miembros familiares a fin de conseguir su que con su omnipotencia no crea sino que destruye la acción del humano. El
logro cultural conforme a sus exigencias. También existen devociones parti- hombre andino de esta conciencia es la víctima de Dios, que no su protegido.
culares en común, no el momento para detallarlas con más amplitud, sino las En cambio, en el individuo de la Montaña que lidia por el pan hogareño, la
que propician el bienestar económico familiar, como las que semanal, diana Providencia significa, voz que da intuición práctica salvadora, que se revela
o mensualmente se cumplen para implorar la bendición de una vivienda propia a través del detalle clave que conduce al éxito. No tiene la posición milagrera
(a Santa Ana) que dé seguridad al hogar y facilite la crianza y levante de la del oriente, que espera que la divinidad haga presente su ayuda en el hecho
descendencia, dando seguridad al hogar. O la devoción a San Antonio, con extranatural: el antioqueño pide a Dios le dé la sola oportunidad o le deje
formas de culto muy variadas, que propician el éxito matrimonial de las hijas crearla. Que no se oponga en su acción, que sople el viento en la dirección
o el económico de los elementos varoniles consanguíneos, particularmente <lue él está remando. Que si está equivocado, lo saque del error, le sirva de
cuando de actividades comerciales se trata. guia ya que es la sabiduría suma, y le permita el conocimiento, la visión
Un aspecto interesante de la religión de la Montaña, en concomitancí °°jetiva. En cambio, el minifundista de oriente sucumbe de inanición porque
con la familia y la economía, es su acendrada fe en la Providencia. P er0 °ios ha determinado que en este hogar no haya comida", mientras se sienta
a
diferencia de lo que ocurre en el complejo andino, esta fe no significa entreg esperar sin ningún quehacer productivo en los aleros del rancho, a que la
e
con renuencia absoluta del individuo que no se siente capaz o dispuesto idad celestial en tierras pauperizadas de veniente, sin abonos ni fumigantes,
t0r
gue la cosecha óptima de maíz, de la cual va a vivir luego de diez largos
e
ia coi"0 ses de desnutrición en la espera. Es el mismo hombre que escudado en
546 En ningún complejo cultural se hace expreso con más fuerza el anhelo de vivienda Propde¡antaf
dentro de este complejo. Las encuestas realizadas por el Instituto de Crédito Territorial para'' s \0s
°nceptos religiosos deja morir a sus hijos, porque Dios tiene que probar,

planes de vivienda muestran claramente el interés manifiesto por el logro de esta meta en a¿as, ndolos, que es su voluntad que curen, aterrorizado de la acción personal
sectores, aun en los de más reducidos ingresos. Los índices, trátese de cualquier nivel de te
son más altos que los respectivos en cualquier otro lugar del país. meroso de oponerse a la volutad divina. Y así también, deja perder la
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cosecha de papa sin emplear pesticidas, porque las enfermedades en los cul- manera en otros campos. Un sistema de gratificación o de retaliación consti-
tivos son castigos que debe aceptar, recibir resignadamente, tanto como los tuye una de las fuerzas inhibitorias más poderosas de la conducta anticultural,
descarríos morales de la hija, porque "era el destino que Dios le había esco- y uno de los mecanismos más eficaces de ajuste fecundo a sus patrones nor-
gido", mientras con la misma filosofía digiere su estatus de miseria, sin lucha mativos. Esta acción la ejerce la sociedad antioqueña a través de sus miem-
pero con resentimiento, gestando una religión de abscóndita amargura contra bros, pero fundamentalmente a través de los órganos de la institución religiosa,
una injusticia que no quiere reconocer, gestada por sí mismo. En cambio, el gs el sacerdote en su ejercicio ministerial el que se constituye en vocero de
creyente antioqueño lucha agresivamente por la conquista de su bienestar fa- la comunidad y realiza esta acción ejemplarizante de imposición cultural.
miliar, cohonestado por la firme creencia en Dios. Realiza el éxodo aventu-
reramente, confiado en que Aquél bendecirá su camino y protejerá su audacia, La religión y el control de su ética
le permitirá cristalizar sus metas de colono ambicioso, porque espolea su ima-
ginación fecunda para hacerse hábil en la tarea de alcanzar el bienestar suyo ¿Cuáles son los elementos que utiliza esta institución para alcanzar un dominio
y el de su gente. Cree que Dios ha bendecido todo quehacer lucrativo, y esta no logrado en forma similar por los demás complejos culturales? A través de
creencia lo sostiene en cualquier labor, por penosa que le parezca, con tal las funciones del estatus de católico se satisface esta tarea, es decir, a través
que remunere su afán y sostenga sus obligaciones. Así, el dinamismo del del ejercicio de su papel de participante en su credo religioso, siendo los ritos
hombre paisa está protegido y empujado por la religión, que le permite sacar de paso que cada individuo va cubriendo, dentro de su fe, los encargados de
partido de cualquier opción laboral y sentir en ella la mano providente "que normalizar su ejercicio.
da el mal pero da el remedio" en la tarea remunerativa. De esta manera, El bautismo, como en los demás complejos, marca su iniciación; pero la
religión, familia y riqueza constituyen una trilogía vital de mutuos estímulos cultura antioqueña pone tanto énfasis en su rápido cumplimiento, que recuerda
y logros. tan sólo el afán que conmueve las comunidades del altiplano por satisfacer
En esta simbiosis de la religión y de la economía, hallamos un rasgo más este rito que los libera de acciones mágicas. No obstante, en la Montaña su
de interrelación entre las dos: existe la creencia común de que la moral es premura tiene el propósito de identificarlo como miembro integrante de la
elástica en la obtención del triunfo en los negocios o actividades productivas institución de mayor importancia en la sociedad. Luego, el proceso de socia-
de cada individuo. Una gran plasticidad de acción se permite en la ética eco- bilización que convierte al antioqueño en el colombiano más religioso, lo
nómica. Así como en el mundo de la economía no hay en la Montaña res- incluye a través de su acción en un elemento participante activo del culto y
tricción o limitación de actividades lucrativas, tampoco existen inhibiciones paulatinamente, a través del mismo, irá internalizando la moral colectiva. En
en el comportamiento que se debe seguir con el objeto de alcanzar el éxito m
nguna otra parte del país los niños inician su participación religiosa a fechas
monetario. Encuestando a este respecto se observa en la conciencia popular m
ás tempranas. La familia pequeña, progenitores e hijos, concurre unida a
una amplísima elasticidad, hasta el punto de que los canales de realización •as tareas dominicales y participa unida también en otras formas del culto. El
de la meta económica pueden adquirir la más variada y compleja expresión niño entra al ejercicio de los sacramentos de la penitencia y de la comunión
en función de los fines buscados. Mientras la moral religiosa se focaliza ma a
edades las más precoces del país. Este es el comienzo del control espiritual
en el campo de la ética familiar, relacionada con la acción productiva ningún3 y social de su conducta personal íntima.
o escasas inhibiciones deterioran o anulan su libre acción. Y esta liberta . La confesión representa un sentido catártico individual, y una proyección
que no sólo está en relación con la justicia divina, halla, como es i°S e
seguridad para la sociedad del comportamiento del practicante de dicho
suponer, una amplia gratificación en la cultura: en la economía antioquen Sac
ramento. Por ello en esta subcultura todo niño, hombre o mujer, debe co-
obtención de la meta legitima los medios. u
'gar fuera de las grandes festividades, en los dominicales, en las festivi-
Si bien el legado cultural de la Montaña legitima y acoge cualqi»er , s religiosas secundarias, y no faltar al cumplimiento del sacramento en
canismo que dé éxito en el proceso de enriquecimiento, no obra oe Primeros viernes de cada mes, primeros sábados, fechas en las que la
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cultura pone especial énfasis. La modalidad en la Montaña es que los jóvenes eS oído en la Montaña, donde sus palabras resuenan con voz de pastor, líder
y los adultos hombres comulguen con alta incidencia, mientras las mujeres v juez. Su anatema o su aprobación a algún miembro, va seguida del ostra-

lo hagan diariamente. Si para el individuo este sistema representa el control cismo o del reconocimiento de la comunidad toda que sólo se orienta a través
de su conducta, para la comunidad constituye el mejor comprobante del ajuste de sus puntos de vista. Y esta tarea la comete sin limitaciones y muy cons-
de cada miembro a la moral cultural, mientras la abstención se considera ciente de su poder el párroco antioqueño.
como la prueba fehaciente de un comportamiento divergente, valga decir, in- Las regiones orientales, antioqueña y caldense, constituyen las zonas de
moral. Este grupo de agresiva práctica católica, no puede compaginar la idea mayor sumisión a su voz. Durante mis investigaciones (1956-1958) en los
de una moral estricta, si se quiere ascética, sin la exteriorización de la cortu- pueblos de La Ceja, Sonsón, Marinilla, Rionegro, Abejorral, y en Anserma,
nión, que certifica ante la sociedad la limpia conducta íntima de sus miembros. Manizales y Riosucio del oriente caldense, el sacerdote controlaba hasta el
A tal punto extremo se ha llegado a través de sus proyecciones, que fuera límite más estricto la vida de cada uno de los grupos de edad con activa
del ajuste ético que normalmente estimula, ofrece dos consecuencias margi- eficacia. El anatema público presentado a la comunidad en las misas de
nales: tendencia a la exteriorización vacía de una virtud no existente, para mayor concurrencia, provocaba la desaprobación de toda la colectividad. En
merecer la aprobación gratificante social, concomitante al culto externo o ca- el caso de que la persona incriminada fuera mujer, la sanción religiosa era
nal que esquiva su retaliación. Complementariamente, gesta la relajación ín- tan fuerte que la categorizaba dentro de las mujeres de conducta asocial. El
tima de los valores relativos de estos sacramentos, dentro del ajuste del procedimiento coercitivo muestra el poderoso control de la religión sobre el
individuo a la moral religiosa, y la quiebra de las voluntades rebeldes a la comportamiento de cada individuo. Cuando se trataba de un Ego femenino,
fuerza coercitiva de la cultura en materia de fe, y ante la dualidad de estas para mayor escarmiento colectivo y sanción personal, se le pedía a la culpable
exteriorizaciones formales. Sin embargo, la avalancha cultural religiosa es tan y a su progenitora que devolvieran las cintas y medallas credenciales de Hija
poderosa, que la sociedad apela a sus juicios colectivos, a las pruebas cultu- de María y de Madre Católica, respectivamente, instituciones cuya pertenencia
rales externas que su estructura brinda, constituyendo el indicador decisivo en Antioquia constituyen símbolos de vida ajustada a los más estrictos patro-
para el juicio social sobre comportamiento de cada uno de sus miembros. La nes de vida moral en los mencionados estatus de la vida femenina. Esta actitud
comunión diaria o frecuente y la extraversión en las tradicionales formas del religiosa significaba la muerte social del elemento así castigado.
culto, ya dichas, mensuran la virtud del niño, del adolescente, de la joven Como instituciones complementarias de control individual y colectivo,
casadera con aspiraciones de ofrecer frente a la comunidad la imagen de una funcionan organizaciones religiosas que congregan cada grupo de edad, aca-
virtud sólida que le permita una buena opción matrimonial; la del hombre en parando su vida religiosa y sirviendo de freno moral en cada individuo. Por
e
trance de pretender a una mujer, la virtud de la joven madre, de la esposa Jemplo, la Congregación de las Hijas de María para las jóvenes solteras y
madura y la de su marido. Es el fallo colectivo inapelable, que no exime a la de Madres Católicas para las casadas. Los josefinos aglutinan a los hombres
nadie, ni por el más honesto de los disentimientos espirituales. tajo el paradigma vital de San José. Otras asociaciones están constituidas por
Con base en los precedentes valores y las correspondientes actitudes, pof las Legiones de María, las de la Acción Católica, las del Movimiento Familiar
los oídos del sacerdote confesor pasa la mentalidad infractora de su parroquia
El puede radiografiar la conciencia de su rebaño espiritual, levantando el ve'0 547 1
*-as mujeres de los centros urbanos citados y de otros muchos más, debían subordinarse a la orden
de la cultura encubierta, con absoluta precisión. Ello le da licencia para. Parroquial que no tolera la menor infracción a sus patrones normativos. No eran lícitos los bailes
a
müiares, los paseos campestres con presencia simultánea de ambos sexos, el baño mixto, la equi-
través de la confesión, dirigir la personalidad moral de su comunidad. Es tación femenina, montar en bicicleta, en patines, usar slacks en ninguna oportunidad, concurrir a
acción catártica controladora y correctora, es ampliamente satisfecha p°r cines, a salones de té, o café, etc. Fenómenos similares regulan la vida femenina en las poblaciones
e
Jericó, Santa Rosa de Osos, Amaga, etc. La infracción de tales normas recibía al domingo siguiente
Iglesia antioqueña. Si el confesionario regula y sirve de catarsis al indivi" a
sanción pública, pues el nombre de la mujer infractora y de su familia (madre) eran denunciados
en su quehacer íntimo, el pulpito es la cátedra de enseñanza o el tribunal J su conducta calificada como merecedora de sanción colectiva, fuera de que se le identificaba dentro
e
'a categoría de las mujeres deshonestas —prostitutas— y tal queja se presentaba durante las misas
enjuiciamiento de la conducta social de la feligresía. Nadie como el sacerd e
mayor concurrencia.
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Cristiano, las de la Adoración Perpetua, etc., reguladoras de la ética de cada le facilita su tarea rectora. Como en esta porción antioqueña todos los sucesos
grupo de edad y conformadoras de imágenes ideales de vida cristiana. A través del ciclo vital van acompañados de la sanción religiosa, son frecuentes las opor-
de ellas también, la Iglesia mantiene su liderazgo en la comunidad y SUs tunidades para entrar en contacto con la feligresía, oportunidades que ofrecen el
preceptos normativos funcionales, porque ofrecen una tarea de vigilancia sobre carnp0 propicio para proyectarse en influencias recíprocas.
la sociedad total y porque sirven de credencial de buena conducta a sus miem- El mismo fenómeno de interferencia se observa entre los habitantes del
bros, ya que la pertenencia ofrece esta valoración, mientras la expulsión o sector andino americano, aunque el carácter de la relación ente el sacerdote
reserva significa colectivamente la violación de las virtudes culturales adscri- Y el feligrés difiere del de la Montaña en la forma como se cumplen estos
tas a cada imagen. contactos. Dije que el sacerdote del oriente y sur colombianos, ocupa un es-
Por esta razón, cuando el sacerdote lanza el anatema público de la ex- tatus tal dentro de su cultura, que se coloca a distancia del individuo, porque
pulsión de un miembro de una cualquiera de estas organizaciones religiosas en estos grupos, de fuerte ancestro aborigen, se guardan intactos los valores
o le niega su admisión, recibe el aplauso unánime del resto de la comunidad, de clase que establecieron nexos entre el cura doctrinero español —clase
que aprueba su acción, considerándolo vocero del control de las pautas mo- alta— y los indios, siervos, de dudosa valía como "entes de razón". En el
rales colectivas. De este modo, la represión parroquial se considera una acción grupo antioqueño, donde no perduraron estos ancestrales valores, las relacio-
ejemplarizante necesaria y oportuna, que mantiene al individuo dentro de la nes entre los distintos estratos son más igualitarias que en el oriente, donde
pauta y a la sociedad protegida de la conducta divergente de sus miembros. se suman a las distancias creadas por la tradición, la etnia, el poder y la
Cuando la sanción alcanza a un individuo pertenenciente a las clases altas, escasa movilidad de la riqueza y conceptos mágicos ligados a la imagen sa-
el grupo popular perteneciente a la misma organización, hace expresa su cerdotal. En cambio, en la Montaña, los principios operativos de la dinámica
aquiescencia por el castigo, a manera de retaliación encubierta a una clase de las clases sociales, estratificación social menos tajante y más ágil, mayor
privilegiada contra la cual mantiene una encubierta tensión. Se puede observar uniformidad en los indicadores culturales, y un sentido cristiano de equidad
que una satisfacción unánime recorre los elementos bajos juzgando la acción en las relaciones, conducen a un positivo acercamiento entre sacerdote y pa-
reprobatoria eclesiástica como ampliamente justa. La tensión que se observa rroquiano. La acción del pastor es más directa y permite sobre un pie de
entre los distintos estamentos escapa felizmente a través de estas sanciones igualdad el intercambio de puntos de vista, el diálogo, lo que facilita su tarea
religiosas de tan amplio efecto, observándose el mecanismo de las retaliacio- de control y el establecimiento de una colaboración más consciente y decidida
nes sociales en su aplicación. Cuando el ostracismo recae sobre miembros de entre éste y la comunidad, con el resultado de que el concepto de bien común
la clase media, la reprobación de los demás estratos los toma entre dos fuegos. en la colectividad se hace sensible para uno y para todos los demás, y la
y es tan marcado el estigma y tan pocos los sistemas defensivos —ya que en acción rectora de la Iglesia recibe un más consciente respaldo. A la fe ciega,
el interior de su grupo no encuentra respaldo— que luego de una tal expulsión al respeto mágico de la zona andina, ofrece la Montaña una clara consciencia
no es raro que se vean forzados a optar por el éxodo: públicamente han Per' de los valores cívicos de su religión, del sentido aglutinante de sus creencias
dido el respeto de su comunidad a través de la denuncia punitiva de su hder' v
de la cristalización a través de ella de todas sus expectaciones culturales,
convirtiéndose así en elementos marginales de la sociedad que de inmedia "asta concluir en una identificación entre Iglesia y comunidad. Y mientras
los repudia. en
el sector americano la promoción dinámica no viene del grupo, en el sector
Otra forma de control informal de la vida familiar, lo ejerce cada pan"00 antioqueño existe un entrabe de tal naturaleza en la acción, que la dinámica
j e las s
dentro de su feligresía y a través del trabajo social que mantiene dentro u °cial no es escuetamente religiosa, aunque exista el liderazgo sacerdotal: la
mismas instituciones y de las numerosas obras cívicas en que la religión t a n l Participación activa de la feligresía crea incentivos, colabora y orienta con-
toma parte. En estas oportunidades, se convierte en el consejero de las
ciudadanas rurales y urbanas, porque todos llegan a él para consultarlo, °
Alfonso Mejía Robledo, Vidas y empresas de Antioquia, Medellín, Imprenta Departamental, 1951,
interrelación informal le permite el conocimiento del acontecer parroquial, PP- 72 y 79.
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juntamente con el prelado en las tareas cívicas y de índole más estricta, p extraña ligadura, comparten su acción y su vitalidad. Así, baraja indistinta-
cambio, en la zona andina, la feligresía sólo otorga el peso de su adhesió mente y separadamente en cada momento, la estampa de la esposa con todos
irrestricta. ioS valores de su estatus, la de la madre, la de la hija, la de la parienta religiosa
Finalmente, de la participación individual y colectiva en el culto y en las v la de la prostituta, creándoles campos de acción delimitados dentro de su

metas cívico religiosas de la Iglesia en pro de la comunidad antioqueña, se vida, pero seguramente de imprescindible vigencia funcional.
crea una fuerte identificación que sirve a través de su presencia participante Es interesante ver cómo funciona esta doble moral en la relación religión
para juzgar a cada miembro de la comunidad, no sólo por la institución sin- cultura. Las normas de la segunda no aprueban la castidad del hombre célibe,
por cada otro miembro de la misma, lo que engrana en forma individual la empujándolo así a dar pruebas precoces de su actividad genésica, mientras
tarea de control de la cultura hacia sus principios ético familiares. los principios éticos católicos inhiben su expresión fuera del matrimonio. Los
adolescentes antioqueños crecen atraídos antagónicamente entre dos polos: el
La religión. La dualidad ética sexual paradigma de castidad, cristalizado en un amplio santoral que le reprime y
moldea ascéticamente, y la estampa de la prostituta que lo incita al "pecado"
¿Qué funcionalismo cumple la Iglesia en lo referente a la vida familiar? Prime- de traducirse biológicamente ante la cultura. Si en un sentido una institución
ramente, Iglesia y cultura en la Montaña son ostensivamente celosas de la conducta lo recata y atemoriza con castigos terrenales y en el más allá, o con promesas
sexual, constituyendo para aquella el aspecto de mayor énfasis en su acción apos- de goce en la bienaventuranza a cambio de la negación física, por otro, se le
tólica. Pero este celo se ajusta plenamente a las exigencias de la segunda, porque entreabre un paraíso a su osadía de varón sano y ejecutivo, paraíso tocado de
Antioquia presenta (como todo el país) una dualidad ética que hace referencia al valores malignos y punitivos. El amor libre no funciona como solución en
comportamiento de los sexos.,Esta dualidad se expresa primordialmente en fac- este complejo. Estos estímulos contradictorios, fuente de conflicto para la
tores normativos diferentes a cada sexo, y en lo que atañe al femenino, se establece biología, la ética y los valores culturales, conducen al matrimonio en fechas
una separación tajante dentro del elemento de conducta cultural y aquel señalado muy tempranas. Sin embargo, las condiciones culturales que hacen del hombre
como de comportamiento divergente. Esta duplicación antagónica del grupo fe- la cabeza económica de la familia no siempre permiten esta alternativa: por
menino es la que permite al hombre proyectarse también dualmente dentro de un tanto, la prostitución en el hombre soltero joven se convierte en la solución
desdoblamiento que capitaliza en su relación dos instituciones antagónicas pero encubierta, canal marginal, pero al alcance de su cultura real.
complementarias: la prostitución y la familia. También en esta subcultura se abre otra puerta de escape marginal a la libido
Antioquia ofrece una prostitución de amplio funcionalismo. Ningún otro adolescente masculina: la relación homosexual. No es erróneo decir que esta mo-
lugar señala (excepción de Bogotá y Cali) una mayor precisión y vitalidad dalidad morbosa constituye, con la prostitución, un segundo rasgo de fuerte inci-
en la organización del comercio sexual. Constituye un rasgo de tal manera dencia, no sólo en las ciudades sino también en el mundo campesino dé la
característico, que cuando se visitan distintos sectores de las avanzadas ae Montaña. Algunas de las comunidades indias de su territorio ya lo ofrecían y en
el
colonización rural antioqueña, la estructura de los pequeños improvisados p 0 ' presente es tan evidente y modal, como la presencia institucionalizada del co-
blados de frontera ofrecen la presencia simultánea de una capilla, una plaza mercio sexual. Aunque hoy se le halla expreso en todo el país, en un pasado
de mercado, las viviendas de las familias de los colonos y el barrio de tole- arcano se circunscribía institucionalmente a Antioquia, pudiendo afirmarse sin
rancia. Va la prostitución camino adelante con la familia de esta estructur ajusticia que el homosexualismo fue llevado a todas partes con el éxodo masivo
legal católica, como su Iglesia, como su habla peculiar, su comida folcló» de la cultura antioqueña, como otros tantos de sus legados culturales.
y su afán económico, los juegos de azar y las riñas de gallos. Es algo en
tejido dentro de la estructura y médula de sus instituciones. El hombre an J Este problema, de crueles repercusiones en la personalidad individual y colectiva, debiera ser objeto
d
queño «o puede desvincular de su vida ni separar de su íntimo e un análisis científico que ofreciera luces sobre'su etiología cultural y abriera camino a la idea de
una adecuada terapia. La estructura institucional no está exenta de culpa en la gestación de esta
coexistencia de las dos imágenes femeninas antagónicas, que conviven opresión del morbo social. *
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Oscilando entre su impulso vital satisfecho en el prostíbulo o patológiCa. je permanecer fiel a una sola vida femenina, constituyendo en su opinión la
mente en la relación homosexual, o soportado a medias, el antioqueño llega frecuencia de la prostitución un peligro menor que la creación de hogares
al matrimonio, solución religiosa a su conflicto éticobiológico, que sin em- paralelos que engendran descendencia ilegítima y crean conflictos de más
bargo no estabiliza sexualmente al varón, constituyendo para muchos el co- trascendencia y difícil solución. La cultura de Antioquia no permite al hogar
mienzo de su moral dual y que la cultura no rechaza. Desdoblado así, en el complementario en relación de facto, mientras mira benévolamente la solución
hogar satisface sus tareas procreativas ilímites, patrón real de esta cultura del comercio sexual, ya que las mismas autoridades eclesiásticas y civiles
pero aún continúa siendo cliente asiduo pero encubierto de los prostíbulos. reconocen servir de válvula de escape menor a tensiones de agresión sexual,
Su moral religiosa cultural lo impulsa a conducirse como un esposo ejemplar, latentes e insatisfechas en la cultura, que sin la prostitución y su servicio,
buen padre y pariente generoso en el respaldo de las obligaciones que crean harían explosión nociva dentro del sector "bueno" de la sociedad, deteriorando
los lazos consanguíneos. Complementariamente, presionado por las exigencias las estructuras familiares monogámicas de comprobado ajuste. Es el funcio-
de su libido insatisfecha o los acicates de la colectividad, la dualidad de su nalismo de la tradicional teoría del sacrificio de una parte marginal de los
ética le permite la coexistencia de su comportamiento ambivalente: su parti- miembros de la cultura, en favor de otra ajustada a sus principios normativos
cipación en la vida familiar paralela con la asistencia al lenocinio. Y mientras y por tanto acreedora para conservarlos, a la muerte social de la primera.
en el sector litoral fluvio minero la cultura permite ostensivamente la presencia
de la poliginia a través del "queridazgo", en este complejo la presencia plural La religión y los patrones normativos femeninos
de la mujer, aunque encubierta, está cumplida a través de la institución de la
prostitución, pero prohibida en las formas de facto o del amor libre. Ofrece En lo que atañe a la moral femenina, la Iglesia es decisivamente estricta. Y en
como meta ideal la monogamia católica estricta, pero paralelamente abre la esta decisión actúa en acuerdo con la cultura, que en este sentido es de una sola
compuerta del comercio sexual, relación múltiple, con lo cual la cultura real pieza. La mujer debe conservar en su vida de soltera una completa "pureza",
brinda la presencia simultánea y contradictoria de las dos instituciones. De simbolizando en ello una mente alejada de pensamientos relativos al sexo, de
esta manera, a todo lo largo de la vida matrimonial coexisten las dos formas acciones o simples deseos. Las imágenes religiosas, paradigmas de castidad, son
antagónicas en la moral cultural del varón adulto. antepuestas como metas de comportamiento femenino. Concomitanterhente con
No quiero decir que forzosamente todo hombre antioqueño casado ofrezca estos valores existe una profunda himenolatría en todo el ámbito cultural. La mujer
simultáneamente y en forma constante su participación en el hogar y en el debe guardar durante su soltería, no tan sólo su virginidad biológica para rendir
prostíbulo. No. La frecuencia a la segunda institución es bastante difícil de un tributo físico al varón (única razón en otros complejos), sino como garantía
cuantificar. Sin embargo, a través de las observaciones hechas en los pequeños de su integridad moral previa al matrimonio. No es el escueto usufructo en su
poblados donde realicé encuestas, las cubiertas dentro del grupo de prostitutas relación sexual inicial, sino la constancia de una vida sujeta al patrón exaltado de
profesionales en este complejo, y dentro de hombres adultos que se referían Pureza femenina, que ofrezca un margen o garantía de seguridad, de adhesión
siempre a experiencias de segundos Egos masculinos, la tendencia moral cul- «sica irrestricta en la vida conyugal futura. Y aquí es donde reside la conexión
tural básica la constituye el varón que frecuenta simultáneamente los dos ser- entre la pauta moral religiosa y la estructura familiar: la virginidad femenina en-
vicios, esposa y prostituta, siendo periódico e irregular el del lenocinio, tant carna un régimen de seguridad doméstico cuyo quebrantamiento acarrea también
a
en la ciudad como en las pequeñas poblaciones y zonas rurales. No pus" quiebra de la moral conyugal. Y es tan trascendente esta valoración, que la
u e
señalar la intensidad de frecuencia del lenocinio con cifras estadísticas, aunqu J r que ha tenido relaciones prematrimoniales destruye con este hecho los ca-
la evaluación antropológica me permite afirmar que la abstención total ^ e s normales de realización cultural de su vida adulta, perdiendo totalmente su
frecuentar el comercio sexual corresponde a una minoría. Püón para llegar a la meta normal de esposa: su conducta divergente la ha
Preguntadas las autoridades religiosas en función de esta dualidad o01 aginado, porque ha violentado los vínculos con la vida moral; la ha colocado
e
presente en toda la Montaña, la atribuyen a incapacidad biológica del var ' lado de las "mujeres malas" como si hubiera decidido no pertenecer más a
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lo que representaba su Ego dentro de la cultura en valores, imágenes, metas v Paralelamente a este deber genésico, prescribe para la mujer el de la fi-
medios de logro, constituyéndose en paria de su sociedad. Tan vigoroso es el delidad matrimonial, en la cual se proyecta toda la valoración religiosa. En
sentimiento de culpa derivado de la infracción, que en las encuestas realizadas este sentido Antioquia es irrestricta: y de no tratarse de limitados círculos
entre mujeres públicas, el comienzo de su vida clandestina se había motivado urbanos (matrimonios jóvenes en las clases media alta y alta), la sanción
—según ellas— por la pérdida de la virginidad. Signadas físicamente, no creyendo moral de la colectividad recae inexorablemente sobre la mujer adúltera. Así
posible permanecer en su estatus, tomaron la ruta del comercio sexual como so- como la subcultura antioqueña no perdona a la soltera que mantuvo relaciones
lución única entreabierta a su falta. Verdad o disculpa cultural, esta etiología señala prematrimoniales, tampoco Antioquia perdona a la que falsea su fidelidad en
la gravedad del hecho, cuando puede servir como disculpa atenuante aun en las el matrimonio. La margina irremediablemente, señalándole el camino del os-
mujeres públicas, para ocultar otros incentivos de mayor apremio moral, y sé tracismo social y del éxodo regional, o vecinal forzoso. Y este ostracismo se
cumple, porque las demás mujeres ajustadas a su moral, no quieren recibir
considera entre ellas de tanta trascendencia.
el oprobio de una falta ajena que puede cobijarlas si frecuentan la infractora.
Más que la pérdida de la virginidad, Iglesia y sociedad reprimen con vigor
La mentalidad de la comunidad funciona en el sentido de contagio moral a
el embarazo prematrimonial. Es tan marcado su rechazo, que arroja también
quienes alternan con las que quebrantan sus pautas de comportamiento moral.
la culpa y la sanción sobre la parentela femenina de la gestante. Mientras a
De esta manera, hasta donde la sociedad antioqueña ha mantenido esta actitud
las consanguíneas inmediatas las arropa la subvaloración colectiva, la mujer
beligerante de control de la conducta sexual de sus mujeres casadas, se ha
en trance de ser madre soltera no encuentra redención en su cultura. Según
mantenido la integridad de la familia de este complejo, integridad que aunque
la zona, con frecuencia ni en las clases bajas halla asidero en el mundo normal,
la moral religiosa indique obligación bilateral, es sólo de práctica y deber
por la peyorativa valoración del elemento ilegítimo y del madresolterismo.
femenino exclusivo si miramos la cultura real y la encubierta.
Religión y cultura le cierran el camino normal a la infractora, que desagua,
casi sin excepción, en la prostitución, configurando así la imagen antagónica
y complementaria del Ego femenino en Antioquia. La religión proyectada sobre la vida familiar
La misma moral sexual que crea estas situaciones, empuja como asepsia
social a la mujer al matrimonio, desde fecha prematura, o a la solución su- Fuera del escueto servicio de control y del suministro de patrones éticos de
blimada de la maternidad en la profesión de religiosa, en calidad de "Esposas comportamiento individual familiar, la Iglesia se proyecta sobre las estructuras
del Señor". En la vida matrimonial la religión conduce a la mujer a dar una hogareñas con amplio funcionalismo. En el ministerio de la vida matrimonial
prelativa importancia al cumplimiento de las tareas procreativas ante valores ofrece imágenes ideales de realización en el cumplimiento de las expectacio-
de mutua complacencia o de amor físico conyugal. La "obligación" femenina nes y metas cristianas dentro del transcurrir doméstico, y mediante lá ejemplar
de retribución sexual al esposo se cumple, como imposición cultural a la exaltación de la conducta paradigmática, cada progenitor, cada miembro de
creación de una descendencia ilimitada, acorde tan sólo a las potencialidades familia, encuentra en tales vidas ejemplares, relación para superar las duras
genésicas individuales. Ello implica que un régimen de seguridad religiosa la Pruebas de la realización del estatus, y ánimo para afrontar las disfunciones
de
presiona poderosamente en forma coactiva. Los castigos del Más Allá, y l°s la vida cotidiana hogareña. La familia sacra y vidas de santas y santos
alusivos a sanciones en la vida terrenal, tienden a subordinar el comporta- ofrecen modelos de solución cristiana a los problemas, que vertidos a través
de
miento ético sexual a la pauta ejemplarizada. canales de realización religiosa, constituyen sistemas de superación perso-
n
al en beneficio de la comunidad consanguínea.
También la religión juega un papel de amplio funcionalismo en la inte-
""elación familiar, en estas células extensas y nucleares de numerosos miem-
550 Un limitadísimo grupo del clero antioqueño joven empieza a hacerse oír entre las parejas conyug
para que cumplan una vida cristiana que involucra la recíproca y cabal satisfacción biológica. ^ bros, cuyos caracteres de aristas personales tajantes, producen alteraciones en
de una subordinación de la escueta tarea reproductora. Sin embargo, no incluyen valores de liro» 'a comunicación y en las funciones correspondientes al papel de cada uno.
de la descendencia.
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La confesión, con su sentido catártico de escape y de orientación cristiana a en ninguna otra parte colombiana. El desajuste familiar en otras regiones es
estos conflictos, colabora al buen entendimiento y tranquilidad espiritual de ^5 frecuente, expreso a través de un más hondo divorcio entre las pautas
estas amplias unidades, facilitando el transcurrir hogareño dentro de condi- de comportamiento ideales y la cultura real, hasta el extremo de que el con-
ciones de mutuo entendimiento y respeto. En otro sentido, la religión católica flicto caracteriza las relaciones de la vida hogareña. En Antioquia, por el
ofrece a la pareja matrimonial estímulos espirituales para la superación de contrario, la desintegración no es normativa: la crisis puede surgir, o ser pe-
etapas de malentendimiento o problemas de disfuncionalismo. No es que en riódica, pero de ninguna manera constituye la forma modal, razón por la cual
otras regiones del país la teoría católica sea diferente; ocurre sí que la Iglesia es más sensible el problema cuando se presenta. Y lo es también, porque la

aquí se proyecta con más vigor en la vida familiar, proporcionándole más mujer cristaliza en el hogar el total de sus ambiciones de mujer adulta, y en
apoyo y dándole un mayor énfasis a su cuidado. Y ocurre también que las Una cultura de exaltado valor de las imágenes de esposa y de madre, estas

mentalidades antioqueñas, conocidas estas circunstancias, saben hallar en su crisis repercuten con mayor intensidad. En tales situaciones, vuelvo a repetir,
institución apoyo en las situaciones de conflicto. Cuando variados factores de la mujer, como en ningún otro lugar patrio, se entrega en las manos de la
desintegración se hacen evidentes en el ámbito familiar, la mujer acude, casi religión para hallar la solución ambicionada. Es uno de los espectáculos más
tanto como el varón, a recibir consejo del sacerdote, de modo que las situa- interesantes ver cómo se canalizan todos los esfuerzos a través de los recursos
ciones extremas de conflictos siempre son ventiladas en su presencia, y las de las creencias, y sorprendente el espíritu de resistencia femenino contra
todas las circunstancias adversas a su meta de formar un hogar, ejemplo de
sugerencias de solución tratan de ser cuidadosamente acatadas. Por otra parte,
integrada vida familiar.
en la lucha que la madre antioqueña sostiene para mantener con reciedumbre
la unidad hogareña, encuentra en la religión un estímulo y un apoyo básicos. Paralelamente no existe en el hombre otra tipificación similar. El funcio-
No es solamente en el acontecer cotidiano donde la religión ofrece supera- nalismo de la religión en el sexo fuerte, se expresa en las esperanzas de apoyo
ciones increíbles en su afán por mantener armónica la vida familiar. En los en una divinidad providente, en la conquista del diario vivir y cuya propiación
tiempos de crisis económica, deserción del marido, malos tratos, irresponsa- invade gran parte del funcionalismo del culto externo e interno. Así lo halla-
bilidad, beodez, la religión se convierte en la fuerza contra toda esperanza mos en la santificación y bendición de cualquier actividad productiva, que
que mantiene a la mujer antioqueña en esperanza por mantener ajustado su constituye la vida laboral del hombre paisa. En otro sentido, el antioqueño,
hogar. Y no sólo es la única fe que la defiende en sus problemas de relación a través de su fe religiosa, no se traumatiza espiritualmente o lo sufre menos,
marital, sino la sola esperanza en la solución de situaciones conflictivas en cuando atraviesa precarias situaciones económicas, porque las acepta como
lo atañedero a problemas culturales de los hijos. La madre paisa de tensa fe etapas probatorias, de tránsito breve, que estimulan su espíritu de lucha sin
activa se entrega ciegamente a los lenitivos religiosos en busca de una solución amilanarlo. Es interesante observar que mientras más dura se presenta la con-
providente. Y en esta fe encuentra estímulo para luchar, para esperar y p ara tingencia, más se empecina en salir avante, apoyado en su fe cristiana y for-
tener ánimo. talecido en ella. A diferencia de otras zonas, estas etapas no debilitan su fe
re
Soporta, apoyada en su sentir cristiano, lo increíble, en temporadas de ligiosa, ya que cuando logra superar la dura prueba, piensa que Dios lo ha
oíd
crisis, ofreciendo el sacrificio de su personalidad física y espiritual a cambio o y dado la mano.
de un mejorestar familiar. Su fe no sólo se traduce en rezos, propiciación de La época de crecimiento de los hijos, con sus ávidas exigencias econó-
la divinidad en diferentes formas, sino que se ofrece a sí misma como i"s' micas, constituye etapa de dura prueba económica en esta cultura y es enton-
trumento de sacrificio con el fin de obtener, no importa la magnitud de as cuando para el padre se hace evidente el apoyo espiritual católico: de
exigencia, el logro de una vida hogareña plasmada a sus expectaciones c atarle, deserta, lo señalan las encuestas. Apoyado en su fe, la brega por el
Ie
turales y ceñida a las exigencias de su familia creciente. Mujeres en too nestar de su hogar constituye una especie de juego que se complace en
los hogares patrios viven situaciones de tensión similares, pero la fflan , Jecutar: más exigencias materiales, más ánimo en la lucha y más logros; más
1JOs
como a la antioqueña sirve su fe religiosa para superarlas, no la he nal » más exigencias, más impulso vital para el trabajo y más aliento en él,
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esta
hasta llegar a la culminación adecuada a sus necesidades. El antioqueño siente c ompu de individuos en trance de superar etapas terrenales cosechadas
como un reto estimulante a su capacidad energética estos problemas de res- por ellos mismos, sin que el Destino ciego o la deidad personalista favorezca
ponsabilización creciente del hogar y experimenta una satisfacción profunda a unos en deterioro de otros. Por esto, la religión en la Montaña, sin ser
que impregna de seguridad su personalidad, cuando contesta a ellos con nue- retaliadora, es ágil elemento de relación entre todas sus clases; su ajuste no
vas iniciativas, más arrojo, más efectividad, que cuajan en una cristalización se amolda al beneficio de una porción de la comunidad en detrimento de otra.
económica de trascendencia vital y en una seguridad material obtenida por Consecuentemente, sin gestar resignación ni estatismo para salvar las estruc-
su propio esfuerzo. turas sociales, auspicia el cambio y se interesa en el resultado social que se
proyecta como medida conciliadora del sistema estructural cuyas finalidades
Religión y estructura social sirve.
Dados el funcionalismo social y económico que juega la institución reli-
En la estructura social también la Iglesia proyecta amplio funcionalismo. Las giosa en este complejo, su estatus es de trascendente importancia. Y esta
tareas cívicas hermanan los estratos de ubicación desigual en la búsqueda de trascendencia opera conscientemente en las instituciones restantes, en la co-
una meta colectiva. La dinámica de ascenso con el énfasis en el estatus ad- munidad toda, llegándose a valorar su papel predominante dentro de cada
quirido impulsado a través de la realización económica, ofrece ágiles posibi- individuo. Es tan fuerte el vigor dentro de la estructura secular, que el con-
lidades de movilidad vertical a los individuos de baja ubicación social. El senso de la comunidad toda llega a una identificación de Iglesia y religión,
apoyo religioso para estos logros se hace evidente, por la bendición divina a de cuya transferencia de papeles resulta que el antioqueño de este complejo
cualquier actividad productiva y a la conducta cultural ajustada, por lo cual se identifica con la Iglesia e identifica su participación en ella como una
el hombre de este complejo no es víctima del sistema, sino actor de su propia característica, la más destacada dentro de su acervo de valores y pautas de
y personal valoración social, a través de su acción fecunda en el campo de comportamiento que le son propias. Si paralelamente se proyecta el fondo
la creación y merced a su moldeamiento y ajuste en el comportamiento es- politicohistórico de este complejo, una nueva identificación opera en este sec-
perado. Esta certidumbre y el acceso fácil a los canales de realización social, tor, en forma más aguda que en el andino, y es la identificación de religión
impiden que se geste una religión de retaliación y de desesperanza. En este y partido conservador. Religión, conservatismo e Iglesia, se presentan enton-
complejo no se manifiesta, en la religión folk (estratos socioeconómicos ba- ces como una trinidad de mutuas interferencias e identificaciones, completán-
jos), el funcionalismo punitivo que ofrece la religión en el complejo andino. dose este fenómeno, con el englobe total de la cultura, dentro de los patrones
Aquí, sin servir de agresión diferida, el juicio divino de la bienaventuranza religiosos católicos como un rasgo peculiar y distintivo de su entraña.
y las bendiciones terrenales accesibles en su sociedad, sirven de estímulo Consecuencia de esta serie de recíprocas transferencias de papeles, está
e
individual, sin que opere el logro de ellas sólo en el sentido de grupo mal- l üderazgo que juega la Iglesia, y el interés manifiesto por constituirse cada
trecho; aquí Dios no es una divinidad exclusivista ni para beneficio exclusiv familia en Antioquia en elemento activo de la misma. He dicho que el grupo
Se
de los ricos, ni para vindicta ultraterrena de los mismos cara a los pobres, glar participa activamente con ella, sintiéndose, dentro de un naciente sector
lnt
juego social les permite a todos tener opción si se ajustan a sus normas y egrado por elementos jóvenes de fuerte fe religiosa, el deseo de convertirse
n
entran en el mecanismo creativo. Hoy son unos los favorecidos, mañana otr una fuerza viva de acción tan enérgica y capaz que remplace en muchos
as
y la divinidad no prolonga sus pruebas de pobreza terrenal si el indivi Pectos sociales el papel del sacerdote. Sobre esta base, tal corriente mino-
lucha con inteligencia y tenacidad para salir de ella y acata su ética. N° ra quiere acometer por sí el logro de una verdadera moral católica pro-
por generaciones atrás ni privilegiados ni relegados, víctimas y victiman yectada sobre la sociedad, arrogándose a sí misma la tarea de estimular su
Todos son elementos en tránsito que no acaparan ni administran por sU . •Inicio, controlarlo y corregirlo, valor ahora en manos del clero. Y escapando
este
nestar ni por su miseria la divinidad, confiriéndole el papel de vindicad > grupo menor, la Montaña tiende a asimilarse a la Iglesia, a través de
de juez. Esta sociedad, en constante devenir por el esfuerzo personal. '"corporación activa en ella, de algunos de sus miembros. Las encuestas
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regionales señalan el interés vivo de cada hogar de tener un miembro r i La cultura y las facetas de la personalidad básica masculina
gioso o religiosa), opinión de mayor fuerza impositiva entre los distintos
tratos de ubicación rural en el oriente antioqueño y caldense, y dentro de u Los antioqueños son un pueblo fuerte, laborioso y serio;
clase media media, y media baja, de las zonas urbanas, como lo señalan 1 a ellos pertenece el futuro de Colombia
estudios de investigación en este campo. Y lo indican principalmente los cua
dros ya comentados que muestran el origen de los grupos clericales en Co Schenck
lombia.
En esta incorporación de la familia antioqueña a la religión, se pueden Podemos distinguir en el complejo cultural antioqueño, dos aspectos diferentes
observar una serie de fenómenos concomitantes: el hogar elegido por Dios en cuanto a la educación: el primero cobija la instrucción o educación formal,
para dar un "Ministro del Señor" o una religiosa, tiene y porta en sí un prin- mientras el segundo hace referencia a la transmisión del corpus cultural o
cipio de selección divina de grande aprecio en la comunidad. Ser una familia sociabilización. Vamos a referimos a este último.
merecedora de esta distinción, es una honrosa predilección que atrae la ad- No es mi intención señalar una metodología de este proceso; tan sólo
miración y el deseo participante de las demás. El sacerdote medianero ante quiero resaltar los perfiles que él crea en relación con las distintas imágenes
la divinidad, obtiene por su intercepción una serie de bendiciones para su tipológicas, indicando qué valores pone de relieve y cómo ellos se encadenan
grupo consanguíneo y hemos visto que la religión antioqueña hace una tra- con la institución objeto de nuestro estudio.
ducción económica de estas bendiciones celestiales. Existe una tradición em-
pírica en función de que el sacerdote, al jugar un papel tan importante dentro El machismo catártico
de la sociedad, alcanza para sí y para su unidad consanguínea oportunidades
de superación de su estatus socioeconómico cultural: un hogar bendecido por El hombre antioqueño representa, en el medio cultural colombiano de erizado
la presencia de un hijo eclesiástico será un hogar de bonanza, mientras el machismo tropical, una imagen catártica de fecunda realización. La llamo así,
trascendente papel que el sacerdote juega en la comunidad, lo capacita para porque si bien no se halla desprovista de las cualidades y matizada con al-
ejercer presiones de ascenso favorables para sus allegados. gunos de los defectos de sus compatriotas, la superación que su estampa rea-
En un sentido religioso espiritual, nada de tanta valoración en el hogar liza, recorta los rasgos caricaturescos genéricos en otras regiones, y sublimiza
del complejo antioqueño, como la presencia de un hijo sacerdote por las a través de los canales sociales de expresión los impulsos primarios que la
estrictas bendiciones de naturaleza divina que puede imprecar ante el Crea- mueven. Esta imagen varonil no está exenta de agresión; por el contrario, se
dor. El Sacrificio de la Misa, de valor ilímite ante su concepción religiosa, encuentra motivada como las demás, por un impulso agresivo fundamental,
puede ser aplicado con proyección benefaciente para el núcleo consanguíneo de variada raigambre, que busca su realización a través de una plenitud-lo-
del sacerdote, y ante la llegada del momento final de la existencia, nada grada en las instituciones. Aquí está la diferencia con los demás. Mientras el
reconforta más en Antioquia a la madre, o al padre o a los hermanos, que machismo santandereano es escuetamente físico agresivo y violentamente des-
la presencia del pariente eclesiástico que ayuda a superar el momento que o y e para hacer imperar sus valores, y el del hombre del complejo negroide
Se
cierra el ciclo vital, y que otorga un máximo de seguridad en el logro "e vierte en forma explosiva y divergente en sexo, el antioqueño catártica-
Más Allá. Su acción participante en todo el ceremonial de funebria perrnue mente aprovechó el marco institucional para traducir en forma polifacética su
asegurar todavía un alcance más: un hijo sacerdote logrará con su accio Personalidad, utilizando todos los canales de expresión para proyectarse so-
propiciatoria y medianera, el límite mínimo de acción purifícadora o exp1 taimente. De esta manera, la agresión básica de su personalidad se extravertió
en
toria en la otra vida para sus progenitores y hermanos, y luego, un descans forma fértil. Veamos cómo.
celestial para quienes la sangre y el afecto los ha unido tan fuertemente La sociabilización familiar y ambiental no destruye ni inhibe totalmente
el
la autoridad eclesiástica. impulso agresivo de dominio de su personalidad básica; lo acertado es decir
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Las instituciones i395

que lo canaliza. La cultura le permite expresarse y tomar sentido en direc- Toda la literatura al respecto lo asienta en tierra templada, en suelos de arris-
ciones amplias, sensibles desde el proceso histórico formativo. En primer lu. cada topografía y climas suaves, como si las condiciones iniciales erigidas en
gar, su agresividad se vertió al dominio del habitat, cuyo control lo condujo este habitat hubieran creado un determinismo en su ubicación. Hasta hace
en proceso de amplia sedimentación, a acendrar una tecnología propia, prag. quince años esta afirmación encajaba en la realidad, y la prueba de ello la
mática, que se hizo evidente, por ejemplo, en la tarea minera. El antioqueño encontramos al observar la conquista sucesiva del medio ambiente por el hom-
de las minas coloniales, prolongó las técnicas aborígenes de la explotación bre de este complejo. Su asiento tradicional se ubica de los mil metros hacia
del filón aurífero y luego, cuando la veta se hizo más esquiva, fue sistemá- arriba hasta los páramos andinos, constituyendo este cinturón climático el
ticamente creando sistemas de procesamiento y excavación más complejos, medio físico natural del antioqueño en los primeros tiempos. Este límite hip-
que le permitieron mantener activa por más tiempo la minería en su suelo, sométrico estaba determinado por los avances técnicos y la tradición. Pero
cuando en otras regiones perdía importancia. Posteriormente, un proceso de bastó que grupos foráneos (boyacenses) practicaran en Caldas su experiencia
mayor complejidad técnica ha continuado teniendo en la zona minera una ambiental en función de las tierras paramunas, y cuando fueron conscientes
considerable importancia. de su rentabilidad en cultivos de papa, por ejemplo, treparon con ellos a dicha
Las exigencias de sustento de dicha población y las de interrelación con zona, incorporándola a su órbita cultural y económica, extendiendo esta ver-
el exterior, estimularon en el pasado y gestaron en el presente, otra modalidad sión a regiones similares de otro habitat. Recientemente las conquistas médi-
en el dominio del habitat: la construcción de las vías de penetración en el cas le han allanado el camino hacia las tierras planas bajas, antaño tan temidas.
propio territorio y las de desembotellamiento regional. La vía a Cartagena Los espectros de la fiebre amarilla, del "tifo negro", del paludismo, de las
por la ruta del Cauca; la comunicación con la capital y Popayán, y luego, la varias dolencias gastrointestinales, desaparecieron y se atenuaron con los pro-
salida al río Magdalena con el túnel de La Quiebra; la proyección sureña con gresos de la medicina tropical y las vastas llanuras selváticas del Magdalena
los ferrocarriles; la expansión hacia el mar Caribe en Urabá; la interrelación medio en estos departamentos, las zonas semianfibias del Bajo Cauca, el Sinú,
con la costa chocoana; el escape al litoral vía Cartagena, fueron desafíos las llanuras del Cesar, la culata malsana del Golfo de Urabá con su entrada
técnicos al empuje de este grupo en la conquista de su ambiente geográfico. por la llanura aluvial, más las vertientes occidentales de la cordillera occi-
La arisca topografía de su habitat, las condiciones de sus corrientes fluviales, dental, fueron y van siendo pobladas de oleadas sucesivas de antioqueños,
constituyeron un reto de fecunda respuesta en el proceso de moldeamiento que ven en su conquista actual las mismas posibilidades que los del siglo
ambiental logrado a fuerza de inventiva, método y tenacidad. La actual co- pasado y comienzos del presente entrevieron en las vertientes montañosas
municación moderna es un nuevo ejemplo de su empuje agresivo canalizado medias de Caldas, Tolima y Valle. De esta manera también, oleadas de gente
fecundamente en la conquista de su habitat. Paisa descienden al piso cálido de otras zonas y se entreveran con la rala
Sin embargo, donde mejor se patentiza el ánimo dominador del medio Población nativa de estos lugares y realizan la incorporación de su geografía
físico es en la odisea del colono antioqueño. Recordemos su éxodo fértil a
la economía y a la vida ciudadanas.
lo largo y ancho de las vertientes cordilleranas, cristalización de su espina Fuera de la conquista del habitat, su personalidad dinámico agresiva se
colonizador que no ha cejado aún, porque cuando se recorre el país, en ha
vertido en la creación económica. No es que el resto del país no haya
fecha presente, a excepción de los sectores de menos posibilidades de oeS §enerado también sus propios aportes y hasta ejecute las mismas tareas. Lo
rrollo, se lo encuentra afincado en toda la patria, jalonando conquistas nue ^Ue ocurre con el hombre antioqueño es que, mirando el resto, aunque las
y plantando sus premisas culturales en los sitios más disímiles a su pn 011 ' ac
tividades sean las mismas, les imprimen un sello peculiar, proyectando en
Cad
origen
' inio a ambiente imágenes, patrones y valores personales que le son propios. Y
en e
Nuevas polifacéticas proyecciones traducen su agresividad en el don 1 l mundo de la técnica no sólo crean con una extraña capacidad funcional
a las
ecológico: tal el paulatino proceso de adaptación a las condiciones clima exigencias ambientales, sino que innovan al ritmo de la producción y
e la
nuevas. El "paisa" era y había sido por tradición un hombre de vertí s épocas. En la minería, quiero repetirlo, al estímulo de la necesidad se
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volcó en formas empresariales peculiares en donde combinó típicamente la agresivo del antioqueño es en el campo de la agricultura tropical, que aunque
técnica de su propia inventiva con la aborigen y merced a estos mismos aci- escapa al ambiente físico de este complejo, es obra suya. La culata de Urabá,
cates generó nuevas condiciones laborales. Parsons señala que casi dos sigi0s p o r ejemplo, conoce la aventura de estos agricultores audaces que han plan-

antes de terminada la esclavitud, las cuadrillas de trabajadores estaban cons- udo allí banano para exportación y para remplazar la casi extinta zona ba-
tituidas por empresarios negros libertos que negociaban su trabajo con los nanera del departamento del Magdalena. Los cultivos de palma africana,
blancos dueños del filón aurífero. El antioqueño raizal había derivado a la algodón, ajonjolí, etc., son otro paradigma de su versátil asimilación en tierras
comercialización del producto, evadiendo gran parte de los riesgos en el so- ajenas a aquellas de donde proviene. La pecuaria también captó parte de su
cavón. ánimo agresivo. La ganadería tradicional creó un tipo peculiar que tipificó la
En la agricultura y en la ganadería también hay que reconocer el impulso vertiente antioqueña y fue camino adelante en su empresa colonizadora, e
gestor de este grupo cultural. Aunque el café se cosecha en todas las demás identificó el paisaje animal de la Montaña, tanto como son indicadores básicos
vertientes andinas, el cinturón caficultor básico se constituye en característica de su cultura global, los patrones de su dieta alimenticia o las formas lexicales
peculiar de este complejo. Más o menos al mismo tiempo que los demás, esta de su habla. Sobrio, rendidor y plasmado a las dificultades de la topografía,
zona recibió su aporte, pero fue tal la asimilación que de este cultivo y de este ganado fue fruto de su aislamiento y del potencial genético de su biología,
su economía hizo el hombre paisa, que ésta asimilación se siente en la tec- a través de un cruce intuitivo del ganadero de esta zona.
nología que utiliza, en la vivienda, en los valores, en el género de vida y Pero, sin lugar a dudas, la actividad que gestó la imagen básica del "pai-
hasta en la forma de trabajo familiar, empresarial, al punto de que puede sa", por hombre de la cultura antioqueña, fue el comercio. Precedentemente
decirse que conforma un paisaje cultural sui generis. hemos dicho que la inicial explotación aurífera acicateó con su dinero y su
También se proyecta en la tenencia del suelo. El caficultor antioqueño población, sin comida y sin industria, la actividad mercantil. Es preciso re-
también es minifundista, como el campesino de Boyacá, de Nariño, de Cauca, cordar que Antioquia fue una de las zonas de mayor comercio entre las tribus
de Cundinamarca, etc., pero su mentalidad difiere fundamentalmente de la de aborígenes que trocaban en este suelo sus productos o los hacían objeto de
estos pequeños parceleros. La tierra en el ambiente antioqueño es un instru- una activa movilización e intercambio con otros grupos culturales dentro y
mento de explotación que renta o no, que cumple una tarea en la gestación fuera del país. A esta fuerte tradición india se sumó la necesidad de vida
de riqueza y de sustento. No implica valores sociales ni culturales asociados económica en la época colonial. En aquellos tiempos el comercio rapaba de
como en las precedentes regiones. Por esta razón, el acaparamiento o su ten- las manos del minero el pago de su jornada de trabajo y el oro extraído en
e
dencia al dominio monopolista no es su característica; busca el establecimiento l filón al empresario. Comida y vestuario eran surtidos por el mercader, y
de una propiedad orientada a la escueta explotación del suelo, con el resultante hasta los patrones de prestigio que este limitado ambiente permitía al peón
colateral de que este campesino, aunque apegado a su parcela, no se inmo- aurífero, eran suministro suyo. El comerciante de la zona minera fue el mismo
viliza en ella: ante cualquier oportunidad ventajosa, la cede, la trueca, la cam- <3ue al incrementarse el proceso de crecimiento urbano en otras áreas depar-
ta
bia, transforma su cultivo, dando una extraordinaria movilidad a su posesión, mentales, los abasteció con alimentos y ropas, y cuando una clase pudiente
Se
comparativamente con las demás zonas y a las formas de tenencia o expl°' fortaleció, estimulando la satisfacción de necesidades más complejas, el
ar
tación. En cuanto a los cultivos de pancoger que retacean sus laderas inhós- tículo extranjero traído por este gremio surtió los comercios de élites redu-
pitas, hallamos que orientó el sobrio y monofágico menú del hombre ndas de la plaza de Berrío, en Medellín, por ejemplo, o de géneros burdos
estas vertientes, conservando vigente la tradición autóctona, parcialmente e "acionales las tiendas pueblerinas.
riquecida con productos foráneos. Pero donde mejor se ve el fecundo ánim Más tarde (como lo observan los cronistas de la odisea colonizadora),
Cu
ando las costumbres primitivas y funcionales del colono se fueron refinando
551 Alejandro López, Problemas colombianos..., Op. cit., pp. 26, 27, 29, 30, 35 y 49. ,j0 y complicando al empuje de la etapa urbana que sucedió al primer impulso
552 Incora, Proyecto de parcelación de Antioquia, No. 3, Barbosa y Santo Domingo..., Op. cit-, c
de los suelos, pp. 4 a 10; Introducción, p. 13.
•"Ural de descuaje de montes y creación de fincas, el comercio ofreció la mix-
3 9 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 3 9 9

tificación requerida.5 Ya se había hecho presente el comerciante en la Pr¡ industrializado el departamento y en parte a sus expensas el país, el co-
mera jornada expansionista bajo el acicate del cacao del Cauca, el señuelo mercio se alimentó con mayor ventaja. El antioqueño entró audazmente en
de la quina, el atractivo oro precolombino y el estímulo de las piaras de cerdos u corriente para hacer conocer primero en el ámbito patrio los productos de

que engordaban a expensas de las cosechas de maíz, etc. Al sembrarse el café s naciente y luego bien estructurada industria, hasta lograr integrarlos, y
u
se generó un nuevo elemento en su favor, elemento que, con otros productos regresó con el producto de otras áreas, para cerrar el ciclo comercial.
agrícolas (frutas, legumbres, etc.), todavía mantiene activa la capacidad mer- En el momento presente la industria antioqueña y parte de su capital
cantil de ciertos sectores económicos de este complejo. proyectado fuera de la Montaña, libra otra batalla decisiva para sí misma y
El espíritu empresarial de la Montaña se mantuvo vital, y a comienzo de para el país: la conquista del mercado externo. Clandestinamente primero,
siglo llegó a Antioquia la industria. La acumulación de capitales y la forma- empezó a exportar a los países hermanos y vecinos. Hoy ha aventurado con
ción de mercados para hacerla realidad, se había ido gestando a través de xito la conquista del mercado estadounidense y el de algunos de los de Centro
algunas de las anteriores actividades económicas, y del desarrollo urbano su- - Suramérica, impulsado por una reciente conciencia exportadora que se abre
cesivo, que con la vialización acometida previamente, se tenía parte del am- paso con todas sus incidencias entre este grupo de agresivo empuje econó-
biente complementario. La industria factorial antioqueña, con epicentro en mico.
Medellín, orientada hacia los textiles primariamente, constituyó el comienzo Sobre las condiciones entrevistas en el proceso histórico, podemos ver que el
de la odisea industrializadora del hombre paisa, pues los demás brotes nacio- antioqueño ha sido un hombre de primaria actividad mercantil que ha constituido
nales hasta entonces habían permanecido estancados o gestados fuera de la su verdadera escuela formativa, ya que sumada experiencia tras experiencia ha
realidad ambiental. logrado convertirlo en un comerciante innato con depurada experiencia. Esta ca-
Desde entonces para acá el Valle de Aburra se ha ido poblando de fábricas, pacitación ha sido tan ponderada, que todo el país lo señala como el mejor co-
fruto del esfuerzo creador antioqueño y del capital regional, elementos ambos merciante, o para recoger la versión popular, lo denomina gráficamente "el judío
que también generaron comienzos industriales, en Manizales, Armenia, fe- antioqueño", simbolizando en esta locución la habilidad suma que muestra, hasta
reira. Por esta etapa, 1945, Medellín logró ocupar el primer puesto en el convertirla en una habilidad supuestamente innata de su personalidad básica.
desarrollo manufacturero colombiano y había mantenido un lugar de prelación Consecuencia de las realizaciones colectivas de este grupo cultural, el país
si la atracción de conquista de otras plazas no hubiera enajenado el espíritu todo ve en el antioqueño la imagen de un audaz hombre de empresa, conclu-
empresarial del paisa. Las posibilidades inexplotadas de invertir capital y ex- yendo que cada uno lleva en sí el alma de un ejecutivo empresarial. Su per-
periencia en industrialización fuera del terruño, se hicieron tan halagüeñas, sonalidad creadora, opina el consenso nacional, es capaz de poner a andar
que muy pronto se comenzó este nuevo proceso hacia el área capitalina y cualquier idea, cuajarla en una empresa, insuflarle vitalidad, obligarla a dar
hacia el Valle del Cauca: Bogotá, entonces segunda capital manufacturera, ludimiento, creando de paso entre sus colaboradores una amplia relación
u
recibió el influjo de su dinero, de su técnica, y de su aporte humano, llegan mana y un sentido de mística en el trabajo, no sensible en otros organismos
a
pronto a ocupar el primer lugar industrial. Más recientemente los capita J° auspicios distintos. Bajo este espíritu, comercio e industria o empresas
antioqueños abrieron un nuevo campo de inversión en el Valle del ^ aU servicio público, se han expandido vigorosamente, saliendo algunas del
ea
Cali y ciudades complementarias se convirtieron en poderosos centros regional, generando de paso un proceso de aculturación, que ofrece un
Vo
atracción humana y económica para el hombre antioqueño, con el consigul concepto empresarial no antes entrevisto dentro de su ámbito.
avance industrial de esta área colombiana.
Qlores e imágenes determinantes

553 James J. Parsons, Op. cit., p. 26 y ss. ale


^ s son entonces los resortes culturales que empujan al hombre de este
554 Alejandro López, Problemas colombianos..., Op. cit., pp. 48 y 49.
555 Alfonso Mejía Robledo, Vidas y empresas de Antioquia..., Op. cit, p. 85.
Piejo y a su colectividad a la conquista económica y social de medio país
400/ Familia y cultura en Colombia Las instituciones /401

y cuáles algunos de los sistemas de entrenamiento que forman su personalidad queza entonces es símbolo de todas las posibilidades gratificantes y por tanto
para alcanzar tan difíciles logros en nuestro ambiente? la suprema aspiración vital de cada miembro de este complejo cultural.
La respuesta está dentro de la misma cultura antioqueña, en las metas Es tan poderoso este indicador, que ante él se han subordinado valores
que propone, en los medios que ofrece para su alcance y en el proceso de de vigorosa internalización en Antioquia, como la diferencia racial. La Mon-
sociabilización que condiciona las nuevas generaciones en la obtención exitosa taña, modernamente, ha incorporado en su sociedad al negro. 558 Sin embargo,
de dichos objetivos. En esta subcultura nacional, posiblemente la única, la en ninguna parte de Colombia se percibe tan fuertemente como allí el sentido
valoración última del individuo se asienta en su capacidad de forjador de segregacionista. La Antioquia de ancestro minero, no ha olvidado para sub-
riqueza. Si exceptuamos dentro de este ámbito limitadísimas unidades urbanas valorar, que el esclavo negro formó parte de su capital y ayudó a forjar,
con moribundas estructuraciones sociales tradicionales, en donde todavía pri- cuando no era libre, gran porción de la riqueza que hoy da a esta sociedad
ma el valor del estatus adscrito, es esta colectividad un ejemplo de sociedad su estatus privilegiado en el país. Sin embargo, cuando el éxito económico
centrada básicamente en función de la conquista económica. El capital finan- se asocia en un individuo de esta etnia, tal éxito creativo borra el estatus
ciero activo y crediticio, que cada individuo puede tener en su haber, conforma adscrito del descendiente de esclavos en esta sociedad que alardea de blanca.
el denominador en que cristaliza su realización de ser adulto y el indicador Ello significa que Antioquia ha dado un vuelco en sus tradicionales prejuicios
que lo sitúa dentro de su comunidad. Los demás factores son meras contin- y la discriminación racial es hoy puramente económica: se es negro biológi-
gencias subordinadas, porque sólo cuenta para identificarlo y para situarlo ¡o camente por raza, pero por cultura se es "negro" por ausencia de riqueza.
que ha sido capaz de crear o de poseer económicamente y la manera como Vale decir, un negro con plata es blanco; un blanco sin dinero es un "negro",
lo vierte dentro de su sociedad. O dicho de una manera más directa, su ubi- versión actualizada que integra la moderna estratificación social.559
cación depende de su escueto poder económico, porque riqueza y valores de Otra proyección del poder del dinero en esta comunidad se percibe en su
expresión de la misma constituyen los indicadores últimos del individuo en estratigrafía social. La dinámica de las clases sociales en Antioquia, reside en
esta comunidad cultural. primera instancia en la posesión de dinero y en la forma como el individuo
Con fundamento en estos conceptos, el antioqueño acomete en el país la a través de los patrones de prestigio la exterioriza dentro de la comunidad.
empresa de creación de la riqueza apoyándose en el crédito. No tiene miedo Cuando de ubicar a un individuo y a su familia se trata, conscientemente el
a endeudarse cuando actúa dentro del mecanismo de los negocios, y esta mformador de este complejo cultural hace referencia inmediata al capital del
posición es una de las características que mueven sus unidades empresariales. Personaje o del grupo consanguíneo: tanto tiene, tanto vale, es su equivalencia.
Ya Alejandro López señalaba esta característica del antioqueño, de quien En los clubes sociales, en las reuniones familiares, en las de negocios o en
as
aseguraba que la locución corriente entre el hombre común paisa era "el mejor de tipo escuetamente altruista, la jerarquización de sus miembros sigue
modo de ahorrar es endeudarse", que identificaba el consenso de su pensa- este denominador económico, o como lo decía ya Saffrais en el siglo pasado,
1:1
miento al respecto. Extremadamente consciente del poder que genera la rl" dinero es el único que da a cada cual su valor. El muletero enriquecido
lle
queza, concepto ampliamente internalizado en la personalidad y en la socieda 8a a ser don Fulano de Tal". 560 Saffrais continúa diciendo:
antioqueñas, se hace también muy expresivo el consejo que la sabiduría p° cl
único termino de comparación es el dinero: un hombre se enriquece por la usura, los
pular paisa pone en boca del padre moribundo: "Consigue plata, hijo nu°- fraudes comerciales, la fabricación de moneda falsa y otros medios por el estilo y se dice
consigúela honradamente, y si no [...] consigue plata, hijo mío". O esta otr e
el que es muy ingenioso. Si debe su fortuna a las estafas y trampas en el juego, sólo
"Disponer de dinero es lo importante, propio o ajeno es secundario". La
558
128: 559 •doctor Saffrais, Op. cit., pp. 93 y 94.
556 Pat. M. Holton, Colombia, today and tomorrow..., Op. cil., p. 5; Doctor Saffrais, Op. ci¡-< P Cartagena la sociedad tradicional no reconoce- este proceso. Instituto Colombiano de Planeación
e ra
Alejandro López, Problemas colombianos..., Op. cil., pp. 8, 9 y 21. 5(¡0 8 l . Op. cit. Véanse, en relación con el prejuicio racial en el oriente antioqueño, pp. 293 a 303.
557 Alejandro López, Problemas colombianos..., Op. cit., pp. 76 y 95. °octor Saffrais, Op. cit., p. 93.
402/ Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 4 0 3

dicen: sabe mucho. Pero si piden informes sobre una persona que nada tenga que echarse presenta en el solo caso de que sirva a la finalidad cultural de enriquecer al
en cara sobre este punto, contestará invariablemente: es buen sujeto pero muy pobre" 561
individuo a través de la meta de superar su estatus adscrito. Un profesional
Sobre este principio, esta sociedad plutocrática difícilmente alberga o s j n plata vale menos que cualquier individuo sin educación alguna pero crea-

prohija la formación de otros valores, el establecimiento de otras metas fuera dor de riqueza. De esta manera, las distintas carreras universitarias se cata-
de la escueta riqueza. En su ambiente no cabe, por ejemplo, el científico puro logan y jerarquizan de acuerdo con las posibilidades que ellas brindan para
Una cultura que honra millonarios no puede entender una mentalidad que sólo enriquecer. De ahí también el relativo aprecio que el político tiene en estos
encuentra en el saber sus fines últimos y que da limitadísima importancia al medios. Puede reconocerse su poder, pero por encima de él se sitúan los
dinero contante o crediticio y a la explosión de sus formas de expresarse. En prósperos hombres de empresa, gestores óptimos de riqueza. Un político sin
la Montaña, el sabio es pez en la superficie terrestre. dinero, muy poca opción encuentra en la cultura, que sólo puede respetarlo
Tampoco puede aceptar las realizaciones de un intelectual, o de un artista, y reconocer su valía, si paralelamente conforma sus éxitos en la conquista
menos aún si contradicen o se diversifican de los valores culturales que la del poder público, con los del poder económico. Antioquia no respeta sino
comunidad honra. Nada hay que Antioquia rechace con más firmeza que la sus propios valores.
mentalidad que no venera sus mismas creencias, que no comulga con sus De acuerdo con los anteriores estímulos base, lógica apenas es la lucha
mismos ideales, y que provoca inquietud en la certidumbre gregaria de sus gigantesca de cada miembro de este complejo cultural por alcanzar o mantener
gentes. La fuerza integrativa de la cultura es tal, que el ostracismo social y entre sus manos la meta señalada. Constituyendo el dinero el total acicate de
la retaliación son experimentados por estas personalidades. En cambio, ofrece la gestación creativa de esta colectividad, su único indicador vital, todo el
toda su pleitesía a las imágenes intelectuales, que captando sus objetivos, se empeño se dirige a su logro a través de los canales culturales de realización,
convierten en fuerzas aglutinantes de la misma, vale decir, que hablan la voz pero también con frecuencia a través de desviaciones de los mismos. La ju-
de la sociedad. La literatura y las bellas artes ofrecen ejemplos variados de bilosa exaltación que la cultura toda hace del éxito económico, supera las
las dos alternativas. Símbolos de rebeldía y desajuste institucional se expresan- inhibiciones y da amplia libertad de medios de realización divergentes. Lo
a través de sus intelectuales, o de integración perfecta y de éxito concomitante, único no permitido en este juego es el perder, lo demás, es legítimo, y mide
por el reconocimiento colectivo. la capacidad creativa del individuo, su versatilidad, su poder de adaptación,
sus fuerzas. Aún en la ética religiosa se siente el avasallamiento de este prin-
La finalidad económica de la cultura que la sociabilización moldea, orienta
cipio.
la educación. "Sabiduría que no da plata, es música que no suena", dice el
habla regional y, al decirlo, está explicando su sentido estrictamente funcional
con relación a la riqueza. Ello puede explicar parte del desapego del escolar El proceso de moldeamiento
antioqueño a sus aulas, parte de su limitado rendimiento, y el fuerte éxodo
del incipiente estudiante de primaria. El escaso funcionalismo de nuestros ¿Cómo realiza la cultura el proceso formativo de la personalidad motivada
programas escolares, no se compagina con esta personalidad creadoramente P°r tales expectativas? Desde la familia y a través de la experiencia decantada
de
activa que necesita estímulos técnicos y realizaciones prácticas. Y el aforismo la sociedad entera se cumple la tarea sodalizadora fundamental. La primera
sir
popular ya expreso, encuentra también explicación en la actitud del estudian ve de acicate y la segunda de ambiente donde se entrena al individuo y se
de secundaria que, en bajos porcentajes, culmina su etapa, y en el del pr°f "Vernalizan sus valores para el logro de sus metas y para recibir el espaldarazo
ae
sional universitario. confianza ante su realización.
En Antioquia, a diferencia de otros complejos nacionales, el profesión Antioquia grande ha borrado el concepto hispánico tradicional del trabajo.
Ke
lismo no encarna forzosamente un valor de ascenso en la dinámica social- Pito que para sus gentes lo que proporciona remuneración es lícito, apete-
c e , y así cualquier trabajo puede considerarse como creador de riqueza, ser
ex
561 Ibíd., p. 94. Plotado, y si se traduce en ganancia óptima, recibe el beneplácito colectivo.
4 0 4 / Familia y cultura en Colombia
Las instituciones I 4 0 5

de modo que la subvaloración de la actividad manual, general en otros com-


prueba varonil, la presencia acorraladora de acreedores insistentes, la gesta-
plejos, aquí no existe. El ejercicio de una tal actividad no se halla asociada
ción de empresas de largo viacrucis económico, pero superado a fuerza de
a ubicación social, ni implica denominador étnico particular, porque basta al
ingenio, audacia y voluntad, lucen sus colores más vivos. Es más, tiene tanta
individuo que sirva a sus fines de enriquecimiento para que quepa dentro de
importancia para la personalidad paisa esta extraversión, a manera de juego
su marco de valores y hacia ella oriente su acción.
locuaz, que más de la mitad de las aventuras son felices invenciones o crea-
Paralela a esta actitud de su sociedad, está la de que la colectividad an-
ciones de mixtificada verdad, pero que dan al individuo una gran seguridad
tioqueña concede muy poca importancia al estatus adscrito de un individuo
personal en su propia valía. Son, además, indicadores muy apreciados de las
En la cultura paisa, heredar una posición no es un indicador seguro para la
cualidades que la imagen del hombre de este complejo debe manifestar. En
valoración objetiva de una personalidad dada. Lo que en el individuo conquista
suma, es una forma cultural de obtener aprobación a través de la admiración
la respuesta gratificante de su sociedad, es su logro personal, el llegar a ser
callada de los oyentes, es un refuerzo colectivo en los valores y patrones de
por sí mismo y las realizaciones económicas que puede ofrecer en un mo- acción de la comunidad que en esta forma les da respaldo emotivo.
mento dado. Por esta razón, el estatus adquirido tiene una absoluta predomi-
Para el eficaz cumplimiento de tales metas, la familia y la colectividad
nancia ante el adscrito, como puede comprobarse en la escasa importancia
trabajan a través de la sociabilización en la creación de las cualidades básicas
que su sociedad concede a las estirpes familiares, y a la escasa validez que
exigidas a la imagen cultural de cada miembro, algunas de las cuales quiero
ellas ofrecen cuando el espaldarazo del dinero falta para la preservación social
destacar porque la identifican con maestría. Primariamente el desarrollo de
del estatus legado. Se concede tanta importancia al llegar a ser a través de la
un amplió sentido práctico en la acción, depurado en el trajín económico. La
conquista económica, al individuo que comienza con él la gloria familiar, vale
personalidad básica ha asimilado a través del legado experimental propio y
decir su caudal, que uno de los motivos más frecuentes de conversación entre
colectivo a condicionar la acción a los recursos del medio ambiente y a plas-
los adultos ya realizados, es la de referir las peripecias de su pasado, las
marse adecuativamente a sus expectaciones, lo que puede verse con mucha
oscilaciones de la fortuna, las pruebas a que la vida los ha colocado, parav
precisión al seguir el ciclo del desenvolvimiento empresarial, analizando bio-
concluir victoriosamente como remate que halaga la vanidad social, con las
grafías de creadores de riqueza. Con los pies muy bien afincados al suelo
superaciones de los reveses que sufrieron. Es una manera popular de socia-
económico, las primeras industrias surgen a la vida nacional respondiendo a
bilizar y una manera popular e indirecta de mostrar los logros de la persona- urgencias concretas que daban por descontado su éxito. Su crecimiento no
lidad. Tiene tanto éxito este constante tema de conversación social, que no fue insólito sino al ritmo de las exigencias del mercado, y esta tradición está
sólo los hombres refieren tal tipo de aventuras: es común en las mujeres hacer todavía vigente en cada realización de un antioqueño, donde su sentido prác-
gala de su estatus adquirido a fuerza de ingenio, de lucha y de superación. tico le ayuda a superar considerables riesgos. Este sentido práctico-o visión
Mientras en otros complejos culturales como el santadereano, ninguna perso- de los negocios, no envuelve estatismo, frecuente en otros grupos colombia-
na, sea cual fuere su categoría, refiere los malos sucederes a que la vida n
°s, como forma previsiva del fracaso. Por el contrario, se caracteriza por
ha sometido, y mientras la clase oculta celosamente las pruebas vitales a q Una
ágil dinámica en la cual el estímulo constante de triunfar conduce al
se ve sometida, el individuo del complejo antioqueño hace donosamente g a
ntiqueñ0 a buscar nuevos incentivos, a transformarse, a devenir, a hallar cam-
de ellas, pone todo el ingenio de su lengua sápida y jocosa para magnn1 pos
inexplotados. Estas razones y la acción competitiva de sus iguales, lo
como es tendencia en su habla, las dificultades y las situaciones, hasta Uer
za a superarse continuamente para obtener ventaja, mecanismo que lo ha
vertir por un momento al héroe frustrado en el hazmerreír de la sitúa 'mPelido a obtener una mayor efectividad en sus empresas, y obligado a la
Con pincelazos de aguda maestría, cada quien refiere sus sinsabores prete unificación, características que identifican las creaciones empresariales de
en tácita comparación con el momento actual. Una infancia de trajes re la
Montaña.
dados y compartidos fraternalmente, de plato escaso y monofágico, el e
juvenil forzoso con su legado de amargas experiencias y peripecias de En otro sentido, la personalidad básica antioqueña la define una variada
ers
atilidad, una capacidad casi plástica para improvisarse e improvisarse
4 0 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones /407

bien. La novelística regional ofrece con manifiesta frecuencia las vivencias Recientemente se observa un fenómeno más dentro del cual incide el reflejo
culturales de los héroes de este complejo, cuyos retratos caracterológicas rea- de la tradición y de la estructura familiar: varias generaciones se asocian a
lizan siempre su pasmosa inventiva e improvisación, acicateadas ambas p0r la creación y desarrollo de las más importantes factorías antioqueñas, de la
el empeño de dar solución triunfante a cada momento de su problemática mlS ma manera como actúan los grupos de pequeños cafilcultores y de cose-
vital. Esto hace que si bien en otros valores el complejo antioqueño aparece cheros de productos de pancoger en el agro.
como un fuerte de la tradición, en lo que respecta a la economía es sin duda Pero, sin lugar a dudas, es la actividad mercantil la verdadera escuela de
un epicentro de renovación constante. El compromiso de cada unidad econó- trabajo y conformadora de la personalidad del hombre antioqueño y la que
mica (individuo o empresa) es salir avante en su meta, de manera que los da dimensiones regionales a su imagen. Constituye su noviciado, su etapa de
medios no tienen por qué permanecer estáticos. Es tan fuerte esta motivación, entrenamiento vital, a la vez que se ha convertido en el fino tamiz de selección,
que la empresa antioqueña, con frecuencia, parece moverse bajo un sistema impuesto desde el comienzo de esta colectividad, la escuela de formación
de azar que contradice aparentemente el sentido práctico de su espíritu. Lo caracterológica colectiva, que transmite su legado de larga decantación, afir-
que ocurre en realidad, es una combinación de iniciativa audaz, que plasmada mando en sutilezas increíbles su espíritu mercantil, dados el refinamiento y
sobre experiencias personales y colectivas encubiertas, ofrece al espectador la agilidad indispensables en el ajetreo cotidiano. A este corpus cultural eco-
foráneo una impresión distinta a aquella sobre la que asiente su realidad. Estas nómico cada individuo agrega el contenido de su propia experiencia.
operaciones de aparente imprevisión, cosechan dentro de la psicología regional Veamos cómo opera este proceso. La actividad comercial se inicia pron-
golpes de fortuna o contados reveses que se juegan con amplio y deportivo tamente en cada antioqueño. Nace el paisa en una familia numerosa con fuer-
sentido. En la manera como se satisfacen estos mecanismos, se retrotrae el tes exigencias vitales sin cubrir. No es costumbre sino dentro de limitadas
tradicional espíritu aventurero y tahúr de la colectividad, pero la realidad es altas clases, que los padres subvengan las extras infantiles de dinero para
que el sistema que parece incomprensible en otros ambientes, encuadra en esparcimiento y golosinas. El niño paisa aprende prontamente a buscar por
Antioquia con lógica cultural y sin ninguna estridencia.V sí mismo esta fuente de satisfacción. Y la familia aplaude y reconoce su ini-
Otra tendencia de la acción individual y empresarial en el trabajo, es su ciativa, que a veces se toma en fuente de ingresos familiares obligatorios para
fuerte racionalización cuyo objetivo es el logro del máximo de éxito finan- todo el hogar. Sus propios compañeros de edad atraviesan situaciones simi-
ciero. Por esta razón es por lo que Antioquia técnica ha sido la primera en lares, por lo tanto encuentra en ellos estímulos complementarios. Vende o
dejar de lado la interferencia política en el medio de los negocios. Ella trueca sus limitados haberes personales o lo que a sus manos llega, tratando
mide, cataloga y acepta al trabajador por su rendimiento, no por su ideología de hallar ventaja marginal en su transacción. Así comienza a iniciarse en el
personal. Y este ánimo empresarial ha comenzado a permear por primera vez trajín de la compraventa. Desde este momento su interés es la ganancia y la
en el país, las instituciones de servicio público de Antioquia. El color político necesidad de obtener recursos, condiciones que lo empujan a no desdeñar
ha logrado ser sustituido por la calificación y el rendimiento e iniciativas de mnguna oportunidad, vale decir, lo obligan a crearla. Ésta es su mejor escuela
individuo. Para desenvolver iniciativas, para aprovechar circunstancias y tomar experien-
A la fuerte tradición empresarial del hombre antiqueño, se une un esfuer cias. Precozmente va perdiendo su natural retraído y se torna agresivo, o
más constituido por la suma de esfuerzos individuales de un grupo íam»1 • ^licita, se "rebusca", se vuelve "entrador", capta con prontitud el lado flaco
e
Las empresas reflejan el vigor cohesivo de la familia antioqueña, hasta cada personalidad, para procurar conseguir su aquiescencia y obtener una
punto de que la mayoría de ellas pertenecen a una unidad consanguínea cuy ?anancia. En este período de entrenamiento se hace locuaz, persuasivo, rompe
miembros ocupan las posiciones directivas y técnicas de la administrad círculo estrecho de sus familiares y entra en relación con la comunidad
da
en los pequeños poblados, o con estratos o grupos diferentes al suyo,
»°s núcleos urbanos, estimulado por su afán de ampliar sus vinculaciones
562 Antonio Posada y otro, Op. cit., señala este carácter en el Valle; en comparación, falta
antioqueña, p. 27.
• "aliar posibilidades nuevas de negocio e ingreso.
4 0 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 4 0 9

Cuando resulta un "hacha", "un astilla", "un as para los negocios" com0 Como expresión de este rasgo cultural, la tradición folklórica guarda la
allí se expresa, y aun a pesar de ello, comienza por dar menor importancia estampa de Pedro Urdemales, reminiscente figura del vagabundo hispánico.
a sus tareas escolares y con la venia familiar a intervenir en el sostenimiento Lo interesante de esta tradición que todo el pueblo colombiano guarda, es
propio o colaborar en el del hogar. Aprovechando esta circunstancia, los na. que este personaje folclórico se ajusta a cabalidad a las imágenes de cada
dres lo asocian a las tareas domésticas de sostenimiento familiar, en "i0s región. El Pedro Rímales del Huila se mueve de acuerdo con las expectaciones
negocios" hogareños, donde continúa entrenándose. Con frecuencia las ten- ¿e su cultura "opita". El Pedro Di Malas de Santander, agresivo y corajudo,
siones familiares que aparecen durante la época adolescente lo empujan fuera intercala a su picardía principios de honor, de puntillo y de vergüenza. El
del ámbito familiar. Pedro Urdemales, paisamaicero, es su estampa fiel: negociante picaro, recorre
La ruptura del cordón umbilical hogareño con el éxodo voluntario o el mundo y en su éxodo estafa media humanidad. Lo interesante es escucharlo,
forzado, constituye un verdadero rito de paso, convirtiéndose en su bautismo usando la acentuada hipérbole lexical, narrar sus aventuras en negocios, como
cultural, en el sentido de logro de la edad adulta, porque marca el fin de cualquier otro coterráneo. Oyéndolo hablar se oye al más cerrero personaje
la dependencia familiar y el comienzo de su total libertad. Si en suelo ajeno de la Montaña antioqueña: inescrupuloso y recursivo para salir avante en cada
es capaz de sobrevivir y ante todo de alcanzar la meta de la ambicionada situación difícil, toma partido de la desventaja en el negocio o de la situación
riqueza, se ha hecho un hombre. Todo el folclor de Antioquia está lleno conflictiva y capitaliza el riesgo a su favor, saliendo triunfante de las situa-
con la imagen del "Conejo Viajero", símbolo popular del paisa andariego ciones más complicadas para otro que no sea él, experimentado en lances de
y buscalavida que escapa a la protección materna para hacerse hombre, toda índole. Pedro Urdemales es la duplicación en tercera persona de cada
yendo lejos, y que merced a gran cantidad de argucias logra éxito, para aventurero antioqueño.
regresar como el Indiano de la tradición hispánica, a recibir esposa y honras
en su pueblo nativo. La proyección de las metas
El escape juvenil familiar le abre las puertas del universo a cada adoles-
cente antioqueño. Fuera de su ambiente en el diario luchar, tiene que desplegar ¿Cómo se retrovierten las finalidades de la sociabilización sobre la familia
toda la agresividad de su personalidad para sobrevivir y alcanzar el sueño como unidad y sobre la comunidad que las impulsa? ¿Qué funcionalismo
dorado de la riqueza. Ha de hacer gala de toda su plasticidad cultural para juega la riqueza, meta cultural de este complejo en la vida individual, familiar
incorporar nuevos ambientes, nuevas experiencias, nuevos elementos huma- y colectiva y en el moldeamiento de la personalidad básica del individuo?
nos. Comienza allí su verdadera escuela de vida que satura y supera su afán Superada la prueba de fuego del logro de la riqueza, ¿cómo gratifica ésta
aventurero y la necesidad de probarse a sí mismo y a la colectividad que a
l hombre antioqueño que la ha conquistado? Obtiene una retribución indivi-
quedó atrás (pero sobre todo a los suyos) de cuánto es capaz de realizar por dual que cristaliza fundamentalmente en el reconocimiento que la comunidad
su propio esfuerzo. Este éxodo, que agiganta su imagen ante su propia co- nace de su capacidad creadora y en las gratificaciones que dentro de esta
lectividad, lo desplaza por todo el país donde las estadísticas nacionales se- s
ociedad concede la riqueza. El proceso de creación económica acrecienta la
ñalan y cuantifican la movilidad horizontal del individuo de este comp'eJ° Va
lía individual de cada Ego y le otorga un sentimiento de agresividad en su
dentro de otras unidades regionales. También a impulsos de sus metas, »" Personal poder creador, que satisface su orgullo viril cara a la cultura. En
fuertemente internalizadas, invade frecuentemente el campo extranjero. La Cu
anto al funcionalismo del dinero, es importante destacar que esta comunidad
teratura periodística antioqueña señala con mucha frecuencia el hallazgo n
° Piensa en la riqueza por el sentido escueto de poseerla, y por tal saberse
coterráneos ubicados en los lugares más disímiles y distantes del mundo, c res
Paldado, seguro por la propiedad en sí, sino que parte de un principio más
viviendo con los nacionales en un auténtico ajuste cultural, donde tambie
triunfado su impulso creador de riqueza.
Tomás Carrasquilla, "Hace tiempos", en: Obras Completas de Tomás Carrasquilla, Madrid, 1952
PP- 997 y 998.
4 1 0 / Familia y cultura en Colombia
Las instituciones / 41 1

dinámico: el dinero es para gastarse, dice, queriendo expresar que en su uso


acostumbra a participar en la vida familiar, bautizo, primera comunión, quince
y aplicación se engendra el poder del mismo. En otro sentido, no se halla,
años, ejercicios espirituales de carácter religioso, ordenación sacerdotal, etc.,
como en otras regiones patrias, la meta de la posesión de los bienes de fortuna son ocasiones propicias para mostrar el funcionalismo social del dinero, opor-
por el escueto valor de la riqueza acumulada, o como exclusiva seguridad tunidades culturales de extraversión cara a la comunidad de la riqueza familiar.
ante las contingencias del mañana, o de la época de senectud, o por los co- Similar sentido cubren los viajes al extranjero, o dentro del país; la posesión
nexos valores de retribución social, cuando se acumulan amplias tenencias. de viviendas campestres o de balnearios para frecuentar en determinados pe-
Con excepción de algunas limitadas personalidades, el individuo de Antioquia ríodos del año; la pertenencia de ciertas instituciones sociales, altruistas o
piensa en función de las satisfacciones de diversa índole que la riqueza ad- religiosas; el seguir curso de determinadas materias de cultura complementaria
quiere y con tal premisa satura su existencia y la de los suyos de todas las o en boga en el ambiente social de determinado nivel al cual se aspira ubicarse
gratificaciones que puede brindar. o se vive, etc.
"Mientras Dios dé días y brazos para trabajar, qué importa gastar el dinero
Mientras al hombre del complejo andino, el santandereano y el del litoral,
que para eso es", dice el paisa en su euforia de proyectarse vitalmente a través
por ejemplo, encuentran muchas oportunidades esencialmente individuales para
de la riqueza conquistada y obtener una retribución concomitante a su esfuer-
hacer ostentación social de patrones personales de prestigio, para el hombre an-
zo. Y así devuelve prontamente a la circulación el dinero adquirido, bien sea
tioqueño tal extraversión carece de sentido, no resulta a la medida de las expec-
para satisfacer una finalidad puramente económica, cubrir otra que estimula
taciones de su cultura, ya que todas las conquistas externas tienen su caja de
su dinámica social, la que adquiere montos en el Más Allá o aquella que
resonancia en la vida familiar legal, y es sólo a través de ella y con ella, como
satisface el más mínimo capricho personal, gestando complementariamente
alcanzan respuesta social gratificante. Dentro de este mecanismo, el por qué y
un intenso ajetreo de dinámica económica, que se mueve en torno de cada
para qué trabaja cada hombre en Antioquia, halla representación directa en la
ego antioqueño y que caracteriza su mundo.
célula familiar. Por esto, individual y recíprocamente lo que ella representa, está
Una característica más: el funcionalismo de la riqueza en Antioquia no de acuerdo con lo que él vale, porque el individuo y sus conquistas constituyen
se proyecta estrictamente sobre el individuo, sino básicamente en la familia, una unidad con un grupo consanguíneo, jamás por sí solas, separadas del mismo,
entendiendo por tal la unidad nuclear y el grupo extenso. Dentro de ambos pues si deja atrás a los suyos, se ha quedado rezagado socialmente.
se refleja la fortuna de cada elemento antioqueño, vertida a través de patrones
Al tomar un ejemplo, una sola de las formas como el individuo en
de prestigio, culturalmente indicados, que a su vez se convierten en indica-
Antioquia satisface en su familia una necesidad primaria, podremos ver no
dores de la ubicación social del grupo. O, dicho de otro modo, donde la
sólo la serie de valores sociales conexos, sino también su sentido jerarqui-
riqueza adquiere en Antioquia su más amplio funcionalismo social es dentro
zante en la estructura social, y la proyección funcional del dinero individual.
de la familia. La unidad hogareña es la que en última instancia condensa y
Sea el caso de la vivienda, posiblemente la de mayor plasticidad cultural
cristaliza todo el esfuerzo creador del padre, traduce todo su poder, centro- en
la finalidad de acaparar la proyección económica varonil. Ubicación,
focaliza su extraversión, de modo que ésta es la razón que estimula el que
tamaño, estilo, servicios, etc., todo va a girar en torno de los conceptos de
todas sus necesidades vitales sean cubiertas, condicionándose el enriqueCI'
familia y de estatus social del núcleo hogareño, porque cristaliza y debe
miento a la satisfacción de dichas necesidades. Ampliando el concepto un
satisfacer las expectativas culturales de la capa social donde el núcleo quiere
tanto más, la riqueza sirve inicialmente al individuo como instrumento p31" Sl
tuarse o está ubicado. Y si ahondamos un poco más, veremos que su área
lograr más riqueza, cuyo funcionalismo final se extravierte, se proyecta
s°cial es la medida exacta cultural de traducción ante la comunidad, per-
las conquistas culturales del núcleo familiar. Por ello en cada unidad dome
atiendo, con todos los servicios asociados, ofrecer al huésped una pers-
tica la vivienda, el vestuario, las diversiones, y en cierto grado la educací
pectiva global del bienestar económico de este hogar. Causa o consecuencia
se identifican en su satisfacción con el nivel de riqueza del padre. En gr de
los valores precedentes, en la Montaña existe un fuerte sentimiento gre-
anexo, la expresión social de los ritos de paso, en los que la comí"11
gario que se enlaza con los principios ya expuestos, y que permite extra-
4 1 2 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones / 4 1 3

verter al individuo a través de él en su proyección del bienestar económico paternidad de valor escuetamente físico, realizada fuera de la institución ma-
El concepto de la relación social dentro de los términos de cada unidad trimonial, éste alcanza su plenitud solamente en la unidad doméstica legítima,
doméstica nuclear o extensa y consanguínea o afín, vecinal o dentro de los enorgulleciéndose de proyectar sobre esta prolífica descendencia todas las
grupos profesionales o sociales, etc., es un sentimiento que mantiene en conquistas materiales de su personal creación. Trabajo, tezón e iniciativa, se
constante comunicación a sus individuos. Y esta relación se focaliza en la centrarán en este su hogar que será la imagen cultural que se identifica con
vivienda. Una larga tradición de hospitalidad entrevista ya por los viajeros su esfuerzo personal.
del siglo XVIII, la ha erigido como un rito social de amplias derivaciones Nueva forma de traducción de la personalidad básica ante su comunidad la
recíprocas. Una constante corriente de comunicación se establece en cada hallamos en el complejo antioqueño. El acentuado proceso de sociabilización que
hogar con los grupos de afuera, de manera que un ajetreo de interrelaciones impulsa a la creación económica como meta vital, empuja también a traducir este
diarias y dominicales alterna con una rutina con el transcurso de la vida éxito individual en pro de la misma sociedad. Verter humanitariamente las ganan-
familiar. Recibir y pagar visitas, "cumplir con la gente", como dicen las cias del capital en una obra de beneficio colectivo, gratifica tanto como la inversión
señoras de Antioquia, constituyen un ritmo vital para la mujer de este com- en la célula primaria social, porque se conectan valores religiosos ya analizados
plejo, casi un rito, dentro del cual un amplio repertorio de obligaciones (véase, en este complejo, "La religión en Antioquia").
mutuas (ciclo vital, conflicto, acontecer social, etc.) la fuerza de manera
constante a permanecer en contacto con la comunidad. El consenso de unidad cultural
El continuo ir y venir de extraños en cada hogar antioqueño, acostumbra
al ejercicio de la hospitalidad, ceñida al cumplimiento de terminadas pautas ¿Y qué otra proyección logra la sociabilización individual en relación con la
de comportamiento que obedecen a otras tantas expectaciones de la cultura. colectividad? El corpus culturosocial legado e internalizado en cada miembro
Este ajetreo permanente estimula a las personalidades jóvenes para entrar en de la generación antioqueña, ha proporcionado a sus individuos la identidad
contacto con grupos de edades similares y diferentes, y a sociabilizarse dentro de conformar una unidad polifacética coherente y funcional dentro de la suma
del mundo ya citado de normas que ajustan la vida de relación en este com- de valores e imágenes de participación en común. Es más, cada individuo se
plejo. Aquí es donde se proyectan a más cabalidad algunas de las funciones identifica con el resto de la colectividad en un consenso total de metas cul-
de la imagen femenina en Antioquia, en su papel de traducir el funcionalismo turales y de canales de logro de las mismas, imágenes y creencias al servicio
del haber familiar. La mujer ama de casa, debe satisfacer las demandas que de cuya dinámica aparece el lenguaje. El habla antioqueña es de un marcado
desde dentro y desde fuera están presionando en el ejercicio cultural de la sabor local, con giros idiomáticos y provincialismos de origen múltiple, pro-
hospitalidad en este complejo, expectaciones que cumple ciñéndose a los fac- fundamente funcionales en reflejar su pensamiento y que usa desparpajada-
tores externos de prestigio prescritos en su clase. A través de ellos da cabal mente con orgullo como acendrado denominador de identidad cultural. De
expresión a la riqueza y transfiere al núcleo familiar una ubicación socia, a
ní que el genérico poeta de la Montaña haya escrito como respuesta al con-
trasunto adecuado de sus aspiraciones y de sus conquistas materiales. senso cultural:
Otro funcionalismo más focaliza la vivienda en torno de la unidad o°
Y como sólo para Antioquia escribo
méstica. La imagen económica del padre de familia se traduce cabalmente ^
Yo no escribo español sino antioqueño.
la cultura a través de una hogar que encuadre los ideales de familia antioque
dentro de un marco íntimo acorde con valores más trascendentes. Míen
564 v
en los demás complejos culturales la realización biológica masculina se on F. Schenck, Op. cit., señala la presencia de la familia numerosa en el siglo pasado, p. 19; Doctor
Saffrais, Op. cit., pp. 130 y 191, indica igual característica.
travierte en un machismo cuya meta cultural se expresa en la unión p 565
James J. Parsons, Op. cit., p. 28.
566
el paisa exalta el valor de la unión monógama como forma retributiva c Gregorio Gutiérrez González, Memoria sobre el cultivo del maíz en Antioquia, Ediciones Académicas,
lizada por la proyección religiosa. Y mientras aquel se glorifica dentro de Medellín, 1958; Instituto Colombiano de Planeación Integral, Op. cit., pp. 223 y ss.; Luis Flórez,
Habla y cultura popular en Antioquia, Bogotá, 1957.
4 1 4 / Familia y cultura en Colombia
Las instituciones / 4 1 5

Paralelamente con el idioma, la comensalidad de caracteres simplistas el resto de los colombianos de disímil sociabilización, rechazan y hostilizan
pero ajustada a las posibilidades del habitat y de la tecnología, ha sido con | 0 s valores institucionales y culturales de aquél, dondequiera que en su cre-
el habla un aglutinante más de la cultura toda. La estrofa del autor ya citado ciente éxodo va anclando. Este fenómeno de agresión externa por parte de
Salve frisóles, mazamorra, arepa, ¡as colectividades foráneas, lo cohesiona vigorosamente y lo afianza más en
Salve gloriosa trinidad bendita, sus propios valores, obteniendo así un refuerzo mayor en las respuestas gra-
tificantes de su cultura. Este conflicto de relación ha cristalizado en un po-
manifiesta en su acento toda la fuerza del común sentir paisa en la satis- deroso acicate creador para este grupo, que, afirmado positivamente desde
facción de la necesidad primaria de alimento y su identificación con sus ex- dentro, y negativamente desde fuera, ha venido a constituir en el interior de
pectativas. Y es tal la fuerza de este elemento cultural "culpable" del vigor, la sociedad colombiana la imagen carismática de un grupo mesiánico.
"fecundidad" de la "raza" así nutrida, que el país ofrece ya a todo lo ancho Digo para terminar, que un juego de acciones recíprocas desempeña su
de la expansión antioqueña los platos de su comida terrígena y de los cuales papel en este proceso de larga fecha: las necesidades vitales sin cubrir y los
no puede prescindir, cualquiera que sea el lugar en que se encuentre. estímulos de sobrevivencia, lanzaron a esta comunidad a la inicial conquista
El proceso de sociabilización identifica también la gente de la Montaña de su habitat, una vez terminado el jolgorio de los filones auríferos de fácil
a través del cumplimiento en común de los patrones normativos, y este sen- recaudo. Logrado éste, en las deshabitadas áreas circunvencinas, la conciencia
timiento de integración colectiva conduce al antioqueño a saberse parte vital de esta odisea regional cristalizó con nuevas unidades demográficas que se
de una colectividad coherente que halla en sí misma respuesta gratificadora integraron en un consenso de unidad y cuya asimilación fue prueba de eficacia
a sus propios valores y actitudes. En segundo lugar, la conciencia colectiva y de seguridad en las metas y medios de la cultura. Superada esta etapa y
se identifica con el proceso de creación que el grupo ha cumplido a lo largo reforzados en su identidad colectiva por los triunfos del pretérito, se lanzaron
de su proceso histórico, bien como sociedad total, o a través de la realización por segunda vez, habitat fuera, a la conquista del país nacional. A medida
personal de algunas de sus imágenes carismáticas, o mediante el juicio indi- que esta meta se ha ido logrando desde diversos campos y con nuevos hitos
vidual de la realización personal lograda. Experiencias colectivas e individua- en sus realizaciones, los ha retrotraído sobre sí mismos en una etapa comple-
les han creado en esta comunidad un sentido de identificación y de consenso mentaria de cristalización que, como la anterior, ha reforzado el consenso de
en la eficacia de su propia cultura, que ningún otro complejo cultural ha eficiencia de valores, objetivos y canales de realización de la propia cultura.
logrado en forma tan consciente, ni internalizarlo en la manera de éste. La Este último jalón de sus cristalizaciones ha gestado el comienzo de una nueva
seguridad individual que irradia de la personalidad agresiva de cada uno de dinámica en el proceso aculturativo del país, al denominador antioqueño: este
sus miembros, es fuente y consecuencia de la gran seguridad colectiva. Esta grupo está sufriendo por sí mismo el proceso de la interculturación: Posible-
conciencia y este sentimiento refuerzan cada vez más la integración de su mente las aristas culturales de la imagen paisa han ido suavizando sus con-
sociedad y la afianzan en sus propios valores, conciencia y sentimiento co- tornos al contacto foráneo, o posiblemente también, los demás grupos en
lectivos que a su vez han conducido a que cada antioqueño, en el sentid elación, han iniciado la declinación de la curva de rechazo, porque incons-
amplio de este concepto, ofrezca ante el país la idea de conformar una "raza • ciente o conscientemente han llegado a asimilar muchas de las pautas que
según lo expresa en sus propias palabras, queriendo significar con ello no otf
ora sintieron tan distantes y diferenciadas. Así, un nuevo denominador co-
unidad étnica que el vocablo implica, sino una unidad cultural de recia w mú
n de valores está realizando en el país esta segunda colonización cultural
gración. Tal consenso colectivo implica, consecuentemente, una dual p c
°lombiana, creando una conformación uniformada a imagen y semejanza de
yección: cada individuo de esta comunidad sobreprecia su corpus cul jltural en 0s
valores e imágenes que la sociabilización crea en la Montaña antioqueña
relación con los demás connacionales, o ha gestado la actitud concomí a y de
los cuales se destaca con mayor precisión la estructura, estatus y función
deJ
a familia.
567 James J. Parsons, Op. cit., pp. 21 y 22, habla del concepto de raza antioqueña.
4 1 6 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones /417

Las imágenes culturales femeninas la estructura social y no se proyecta en el tiempo, negándose a dejar la ge-
neración que ha de ocupar su estatus y a continuar sus valores. Ello explica
Con base en las facetas de la personalidad básica precedente esquematizadas, parte del resentimiento conque Antioquia mira al solterón, y que aflora en los
hallamos encadenadas en forma secuente, en función concreta de la familia, juicios que la comunidad da para explicar su renuncia: homosexualismo activo
una serie de imágenes tipo, peculiares de ambos sexos. Todas ellas se pre- o potencial, amores divergentes, integración de hogares ilegales, que impiden
sentan focalizadas por dicha institución, constituyendo la medida de su cabal su intento matrimonial, rebeldía encubierta a los valores culturales, etc.
cristalización, ejemplos de su dinámica o de frustraciones en su logro, posi- La soltería masculina sólo halla buen ambiente cuando significa consa-
bilidades marginales complementarias de la misma, cuando no formas relati- gración al culto y cuidado de la madre o de sus hermanas (elemento sustitu-
vas de más amplio alcance. En función del Ego masculino estas imágenes tivo), razón por la cual la cultura antioqueña se torna especialmente
están constituidas por el soltero, el religioso y el padre de familia. Para la benevolente y exalta al sacrificio en aras del afecto filial o fraternal. Estu-
mujer hallamos el estatus de madre, de solterona, de religiosa y de prostituta. diando en Antioquia estos celibatos forzados, en hombres mayores de treinta
años, se halla, como fondo del conflicto, el cumplimiento de una pesada carga
La solterona o "biata" familiar proveniente del hogar de orientación: padres ancianos o inválidos,
escasos de recursos, hermanas solteronas, viudas o separadas con hijos, cons-
La meta vital de cada ser adulto en Antioquia es el matrimonio y en su tituyen "la obligación" del hombre que de esta maneta ha de convertirse por
ejercicio como finalidad fundamental se antepone la procreación ilimitada. largos períodos de tiempo en jefe económico de su nativo hogar, imposibili-
Este complejo cultural, exaltadamente vitalista, estimula y gratifica esta cua- tándose para fundar otro. Matrimonios tardíos pueden cerrar el ciclo final de
lidad potencial en sus miembros solteros, indicándoles prontamente la estruc- este Ego masculino, cuando sus deberes primarios se han ido solucionando,
tura legal de la familia como canal de realización para la misma. Así el ma- pero también es frecuente hallar hogares de orientación conducidos por her-
trimonio se convierte en una meta de fuerte presión en su alcance por parte manos célibes hasta su disolución con la muerte. Si estas situaciones no cons-
tanto del individuo como de la comunidad, que paralelamente mira con des- tituyen la raíz del problema, ni la familia, ni la comunidad aceptan al solterón
aprobación y extrañamiento a los que no llegan a ella, cualesquiera sean las en Antioquia.
razones aducidas para su reticencia. —Tampoco cabe dentro de la sociedad antioqueña la mujer soltera, porque
Esta ostensiva acrimonia colectiva se encamina directamente hacia el hom- se convierte en un peso muerto dentro de la familia, pero fundamentalmente,
bre. El varón que no desemboca en tiempo normal al matrimonio, es mirado porque, como en el caso del hombre, no ha cumplido la meta cultural indicada
con especial resentimiento por toda la sociedad, pues si su renuncia no explica P°r la sociedad y, por tanto, es causa del conflicto anterior. Se convierte en
un
incapacidad económica para asumir la responsabilidad material del mismo, s elemento pasivo en su dinámica, porque el Ego femenino en Antioquia,
abstención puede entrañar resistencia o rebeldía para cumplir un deber an fundamentalmente está preparado para ser esposa y nada más; y al no llenar
la comunidad, ya que elimina de paso con su negativa a un miembro m esta única finalidad, no existen instituciones específicas que acaparen la ple-
una esposa potencial, que de esta manera pierde la oportunidad de tom itud de su vida, convirtiéndose en las demás, en un elemento forastero, una
estado. El hombre que se niega a formar una familia legal está frustran ^ga, un obstáculo, un elemento intrusivo. La capacitación para un futuro
at
también a su comunidad, porque el matrimonio no es de simple valora rimonial no implica, en esta cultura, una preparación para afrontar la vida
individualista, sino que su cristalización interfiere con la comunidad toda, v sde el punto de vista económico. Para casarse no se necesita ser profesional
los elementos biológicos, sociales y religiosos que apareja. El que perrnan ^ Posiblemente se opone), ni mujer creadora de riqueza; posiblemente se opone
célibe está negándose a estos valores colectivos, es una rama muerta bien esta versión a su plenitud, por lo cual, ni el medio ambiente, ni la
comunidad, una flor sin semilla, "una fruta vana", como explica el «a c
ación hacen de la mujer soltera un ser económicamente activo. Tampoco
a
la Montaña, que no colabora en la expresión cultural de riqueza, no re de suficiente libertad para establecerte como célula independiente de los
4 1 8 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones /419

grupos familiares, de manera que su comportamiento siempre es objeto de su afectividad sin proyección definida, la consciencia de su papel de extraña
celosa vigilancia, ya que una mayoría de edad jamás le es concedida. Si su en la misma cultura, su vida con tanta potencialidad pero sin alternativas,
hogar de orientación se destruye, debe encontrar hospitalidad en alguno de gestan una agresividad que envenena su espíritu y aflora encubiertamente de-
los hogares de sus hermanas casadas, que no en los de sus hermanos, ya nUe teriorando la armonía de la sociedad, de los grupos familiares y alcanza la
en ellos manda una mujer que no es de su sangre ni de su tradición cultural vida privada de los individuos. La solterona se convierte en el censor litoral
En dichos hogares, además de la carga de subsistencia, constituye ella un de la comunidad, en la voz de su consciencia ética. Sus ojos avizoran inqui-
elemento más de quién responsabilizarse, por cuanto su estatus femenino es sitivamente las ajenas debilidades como si se tratara del escrupuloso examen
siempre objeto de vigilancia y control. del propio yo, y de este indagar siempre resulta un fallo en que la acerbidad
Complementariamente, esta mujer que no ha podido canalizar cultural- y la agresión diferidas se lanzan contra la vida de los individuos más cabal-
mente la exaltada biología que pregona "la raza antioqueña" dentro del ma- mente realizados, o de los elementos jóvenes que inician su ciclo vital y de
trimonio, tiene un fuerte sobrante de energía que a veces no encuentra los cuales se convierte en azote: el vacío de su vida se llena con el acicate
cristalizaciones adecuadas para el ajuste de su personalidad dentro del medio de una imaginación casi enfermiza que crea o descubre las interioridades de
social. En el hogar ajeno es una intrusa y en la sociedad no halla asidero, cada individuo, las transgresiones colectivas y personales de la moral, pero
rotas con su forzado celibato las posibilidades de anclaje cultural. Por lo ge- precisamente de aquel factor que ella no ha podido tranquilizar personalmente,
neral, la religión es la única institución que parece aprovechar estas fuerzas el sexo. Así vierte sus descubrimientos, intuiciones o invenciones a la luz
sin engranaje en la comunidad de la Montaña. En la acción cristiana, esta pública, dentro de una cultura de fuerte represión sexual, gozando con exponer
mujer, de tantas potencialidades, halla algún escape sublimado a su vitalidad a la picota y al escarnio la honra de los demás, como si así pudiera guardar
que desborda: ayuda a la Iglesia en obras pías, donde vierte las actividades la suya propia. Descubre o adivina los más íntimos y pecaminosos deseos de
que hubiera enderezado a levantar una amplia generación de hijos. Cumple las gentes, cual si de este modo pusiese un telón de reserva sobre su propio
tareas de beneficio común, convirtiéndose ocasionalmente en líder social de sentir y desear, convirtiéndose como represalia a su frustración en la cons-
la comunidad. En otras, la religión la ayuda escapando hada el misticismo. ciencia morbosa de la colectividad, su Superego y su victimario. Cuando se
Una religiosidad más y más acendrada sirve de catarsis a sus instintos, a asocia a la institución religiosa deviene, a través del poder de la misma, en
través de cuyos preceptos controla su moral y encuentra lenitivo a su soledad. el más detestado elemento de la sociedad, en su disolvente más cáustico, en
Éste es el único camino cultural, y lo es en tal grado, que apenas traspone su verdugo más cruel y despiadado. Esta personalidad conflictiva se proyecta
la mujer el escaso límite físico que la Montaña señala en provincia para ha- también en la familia que la acoge: se infiltra en'la estructura de la autoridad
cerse merecedora al derecho de buscar y encontrar marido, empieza la joven para producir su deterioro; en las relaciones maritales y en las de los padres
en trance de soltería, a mostrar una marcada religiosidad que se agudizará en con los hijos, constituyendo además un elemento nocivo en la unidad familiar
c
el trascurso de los días, hasta considerársela como su distintivo cardinal, i on los grupos consanguíneos extensos. Esta es la imagen extrema de la con-
lo es tanto, que la Montaña llama este grupo de mujeres "biatas" (deformación ducta divergente de la mujer forzadamente célibe.
de beatas), sinónimo de solteronas, apelativo que hace recuento de la alqui- Sin embargo, la solterona llega también en esta cultura a. superaciones
tarada característica religiosa. fecundas, proyectándose a través de la maternidad diferida. La que frecuen-
También este tipo de mujer solterona, digo que no cabe dentro oe temente logra realizarse a través de esta sublimación, es en los hogares de
sociedad, porque de su frustración vital emanan una serie de conflictos c° *as hermanas casadas, con el grupo de sobrinos, una segunda progenitora y
e
los demás miembros de la sociedad. La amargura de su no realización farniU Jerce su maternidad con mucha generosidad, manteniendo el hogar primario
ya que en el logro matrimonial es en cierta medida un elemento pasivo, cf activo y fecundo para todo el círculo fraternal. Está donde las necesidades de
su
una serie compleja de inseguridades en su personalidad; la lucha íntima con s allegados en afecto y ayuda material la necesitan, y encuentra siempre
su propio yo biológico sin culminar y sin posibilidades de extraversión. °Portunidad de servicio entre los suyos, extendiendo su acción caritativa como
4 2 0 / Familia y cultura en Colombia Las instituciones I 4 2 1

emanación fecunda de su idea religiosa, hasta más allá de sí misma, logrando comunidades. Paralelamente, las instituciones religiosas complementarias, tan
una amplia despersonalización que la libera de las exigencias de su propio frecuentes en Antioquia, son de activa atracción de vocaciones.
Ego, convirtiéndose de esta manera su frustración personal en realizaciones En otro sentido, actúan como estímulo en pro de la carrera sacerdotal las
fecundas dentro del círculo de amigos y consanguíneos. Este tipo de mujeres dificultades de las familias numerosas de llegar a una educación laica, y es-
cuando sus haberes personales lo permiten, culminan en la maternidad diferida pecialmente en los grupos campesinos de cuyos orígenes y extracción pro-
a que he hecho referencia, ahijando los sobrinos hijos de hermanas, criándolos vienen el mayor número de seminaristas. En dichos medios
como si fueran propios, proyectando sobre ellos toda la ternura de su natural socioeconómicos se hace evidente la dificultad de tener alcance a la educación,
femenino, y descargando a la parienta de pesadas cargas familiares comunes por lo cual el Seminario es tal vez la única solución docente posible, pues,
en esta cultura. como lo indica el documentado trabajo del padre Pérez, la mayoría de los
No obstante la estampa catártica precedente, la imagen modal de la sol- seminaristas no pueden costear su educación sacerdotal, ya que sólo el 15,9%
terona se orienta más bien hacia la forma disociadora anterior, siendo ésta y paga pensión completa. El seminario es así la única posibilidad de docencia
la de realización religiosa, finales de la curva que esbozan las variantes de que se halla en estos ambientes.
su personalidad. Por esta razón, la sociedad mira con sentimientos polivalentes Complementariamente incide como fuerte acicate, la alta valoración que
a la mujer solterona: con dominante acritud, temiendo ser víctima presente la sociedad antioqueña da al sacerdote, consecuencias todas que determinan
de su agresión, o habiéndolo sido en alguna etapa de su vida; con miedo, que este complejo cultural sea el que en Colombia, pese a la marcada escasez
temerosa de su poder disfuncional vinculado a la religión; con pesar, intu- de clero, ofrezca el mayor número de sacerdotes nacidos en su suelo (véase,
yendo la amargura íntima de su frustración personal y frente a la comunidad, en este complejo, "La religión en Antioquia") y presente también en la ac-
que también sigue sus pasos, con observación retaliadora. tualidad el mayor número de estudiantes en sus seminarios, con una con-
El viudo o viuda no pueden considerarse imágenes particulares, porque, sideración más: a excepción de los seminarios de Garzón y de San Gil, en
dadas las condiciones de su estatus pasado, ellos quedan sometidos al com- todos los demás, fuera de la órbita antioqueña, el mayor porcentaje de asis-
plejo de deberes y derechos, asociados a él y a su proyección como padres. tencia lo dan seminaristas provenientes de familias emigrantes de aquel com-
Paralelamente pueden convertirse en elementos potenciales para llegar de nue- plejo.
vo al matrimonio. Antioquia no mira mal que las mujeres u hombres viudos Las vocaciones religiosas femeninas han sido estudiadas menos específi-
572
vuelvan a casarse, sugiriendo esta alternativa, como solución al deterioro que
camente. Sin embargo, el padre Pérez observa que en la zona que nos
la muerte del cónyuge ha creado en sus vidas y en las de los hijos.
atañe estas vocaciones son más frecuentes que en las restantes, que el número
de religiosas de origen antioqueño es más alto que el de otras regiones, el
La religiosa número de casas de religiosas mayor en la Montaña que en otro complejo, y
e
l número de comunidades colombianas (24 en 1960) de origen patrio han
El ambiente religioso que rodea la vida familiar antioqueña, y el amplio fun-
sido en su mayoría fundadas aquí.
cionalismo que la religión ofrece a la sociedad, el hogar y el individuo, e
poder activo que la misma tiene también sobre los tres; la marcada valoracio 68
Gustavo Pérez, El problema sacerdotal en Colombia, Serie socioreligiosa 3, Bogotá, 1962, pp. 122
que se concede en este complejo al sacerdote y al religioso en general, y ss. Véase su hipótesis en el origen de las vocaciones religiosas en función de grupos o asociaciones
fusión que la mentalidad antioqueña hace de religión e Iglesia, de cultu de influencia, cuadro respectivo, p. 125.
69
Ibíd., pp. 139 a 144. Véase cuadro XL1 al respecto. Los seminaristas, en 1960, provienen mayori-
antioqueña y religión católica, crean un habitat espiritual muy propicio a tariamente de núcleos rurales y familias de más de diez hijos.
formación de vocaciones religiosas. De otro lado, gran porción de la educac Ibíd., véase cap. I, VI, origen sociocultural de los seminaristas. Véase cuadro "Ocupación del padre
del seminarista", p. 109; véase figura 11. "Situación económica de los seminaristas".
primaria y secundaria está en manos de comunidades que desde edad tempraI,a ibíd., cap. IV, "Origen geográfico de los seminaristas", pp. 63 a 90.
van moldeando las jóvenes voluntades a la idea de ingreso a seminarios 572
¡bíd. pp. 162 y ss.
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¿Qué significa esta situación de auge, de la vocación femenina en ia como en los casos anteriores, a las presiones de su propia cultura a través de
vida religiosa de la Montaña? En primer lugar, aclaro, que sólo puedo es- la vida religiosa.
tablecer hipótesis de trabajo, ya que faltan estudios sistemáticos que ahon- Desde el punto de vista estrictamente familiar, el beneficio que se obtiene
den en la etiología real de las vocaciones religiosas femeninas en esta con el ingreso de las hijas al convento, en realidad es más limitado que con
subcultura. La realidad es que el ambiente de profunda religiosidad que la consagración al sacerdocio de los hijos varones. El estatus y la considera-
vive la mujer desde su nacimiento, seguida de la alta valoración espiritual ción social asciende, pero no en la proporción de la vida religiosa de los
de la vida monástica, son parte de esta etiología. Por lo general, la educación varones. La vida regular de las comunidades femeninas aleja a la hija del
de la mujer está en manos de religiosas, y ellas ejercen entre sus discípulas servicio de los padres, que con ello pierden su protección y apoyo. Las sa-
una campaña de atracción muy vigorosa, de tal manera que al despertar tisfacciones son de índole netamente mística y están ligadas al valor de la
adolescente, la inquietud religiosa encuentra salida en este tipo de vida que oración ante la deidad que sirven; ante la coparticipación de la labor caritativa
adquiere el atractivo de una maternidad diferida, "esposas del Señor", en cristiana que cumplen, al ejemplo de su vida y su tarea ascética.
pro de fines sublimados de caridad y sacrificio de la propia personalidad, Estas religiosas de Antioquia se las encuentra dispersas en todo el país,
señuelos estos de particular atracción para la mente juvenil femenina. Esto constituyendo avanzadas de considerable papel en el cambio social. Cada
explicaría los numerosos retiros del mundo en época precoz. También po- una de ellas es ejemplo claro del dinamismo de su cultura y de la capacidad
dían explicarse, según las entrevistas realizadas en los hogares de religiosas, energética creadora de la mujer antioqueña. Son misioneras con la fundación
que estas vocaciones son parcialmente solución a frustrados romances a de la madre Laura, imagen paradigmática de la "raza antioqueña", que ex-
manera de fugas de la realidad, en un momento de crisis emocional. En tiende la labor colonizadora no sólo en las selvas colombianas, sino también
otros casos, constituyen escape a tensiones hogareñas en la época de la en las de los países hermanos de Ecuador y Venezuela. Son fundadoras de
pubertad. Llegada la mujer a este período, la niña que en esta cultura había hospitales y de clínicas de salud mental. Educadoras de las clases pobres,
crecido sin problemas de adaptación, pierde seguridad ante sus propios pa- de grupos juveniles a quienes moldean como elementos útiles para la so-
dres, especialmente ante su progenitora, y cuando en los colegios que es- ciedad; levantan infantes huérfanos, proyectando sobre ellos, con generosi-
tudia encuentra una religiosa consejera, traspone el papel materno en ella, dad increible, la maternidad que no vivieron; empiezan a redimir de la
sintiéndose atraída por la serenidad conventual que parece caracterizar la execración social a la mujer que cae (embarazo prematrimonial sin legiti-
vida monástica. Desajustada en su hogar, con fuertes luchas internas, tra- mación) y a forjarle nuevos horizontes para su vida rota; se preocupan del
sunto de su momento vital, parece faltarle a su núcleo familiar primario Problema de vivienda en las ciudades de rápido crecimiento, colaborando
c
comprensión para retenerla y calmar sus preocupaciones psíquicas, por 1° on su acción a través de las casas del mendigo y en los barrios de tugurios.
cual escapa a través de la religión, abrazando la vida monástica en fechas Son enfermeras vigilantes en las casas donde, habiendo enfermos, el salario
tempranas o tardías. Pasadas estas crisis vitales, no es raro la deserción de del obrero no puede costear su atención; se encargan del cuidado de los
la novicia de su precoz vocación monástica. niños en las clases pudientes donde las exigencias sociales alejan a la madre
de
Otra clase de tensiones que parece solucionar la vida religiosa es la 1u Jando al pequeño en manos mercenarias; en gotas de leche y guarderías
la mujer joven sufre en su propia comunidad cuando no ha podido desemboc "Cantiles sustituyen el cuidado y el cariño de las madres trabajadoras. A
e
en la ansiada meta cultural, el matrimonio, y considerando cerradas sus pue stos mismos grupos de trabajo se les ve ahora invadir las universidades,
tas, sin posibilidades para abrirse otras, como profesional, por ejemplo» y duchas de estas comunidades femeninas están obligando a sus miembros
a Ur
queriendo admitir la torturante posibilidad de llegar a la "solteronía", escaP - >a educación secundaria obligatoria como nivel para llegar al ingreso
Pr
°fesional, a fin de facilitar la tecnificación de sus miembros en carreras
niv
ersitarias que las capacite mejor en su tarea de cambio cultural y de
573 No considero suficiente los muéstreos realizados para este estudio, para establecer una Serv
icio cristiano.
a mis observaciones.
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La prostituta para explicarla. La meretriz se hace tal, para derivar de su profesión los me-
dios de vida, señalándose que tal cosa ocurre como solución única a su so-
La tercera imagen de la mujer en Antioquia está representada por la prostituta. brevivencia. Esta causa liberatoria de culpa individual y comienzo de la
A pesar del ostracismo social que vive, la meretriz juega un papel decisivo reivindicación social no la absuelve totalmente. De serlo, la mayoría femenina
en la integración de la vida familiar de la Montaña. Aunque constituye la colombiana de clases bajas o la de este complejo, ya habría desembocado en
imagen antagónica de la mujer ajustada a la cultura moral, es paradójicamente el comercio sexual, forzada por su bajos o nulos ingresos, y si ello no ha

su fortaleza. Sin lugar a dudas, la institución del comercio sexual es una ocurrido así, otras causas están frenando su inclusión. Cuando se analiza la
característica indentificatoria de este complejo, adherida a su médula hasta el potencialidad productora de la mayoría de las meretrices, se halla que son
punto de que ha acompañado la colonización caldense, invadido el norte del elementos sin profesión remunerativa alguna. Sólo saben oficios domésticos,
Tolima, la zona cafetera del Valle, resbalando por las vertientes occidentales bien que en la forma primitiva funcional dentro de su extracción social: nada
de la cordillera occidental, llegando con el paisa hasta la costa, los santanderes especializado, técnico, o rentable. Paralelamente, el ambiente económico que
y Bogotá. Es más, en éxodo limitado, vemos también su proyección: la ex- las rodea no da piso a una actividad productiva de remuneración adecuada
para estas mujeres. Por lo general sólo existen trabajos rudos, de ocupación
plotación minera de Paz del Río, concomitante minero antioqueño en sus
periódica, mal pagados, de escasa creación, o faenas exhaustivas carentes de
comienzos, trasladó a Sogamoso el mercado biológico extraño a la cultura,
atractivo, y por las cuales, si comparamos tarifas de ingresos, toda una semana
que lo rechazó con acerbidad como una modalidad contraria a su ser y traída
de ocupación laboral puede ser cubierta con una sola prestación del servicio
por la gente de la Montaña. Otro más: los pequeños balnerarios norteños se
sexual.
pueblan de prostitutas al paso del veraneante paisa en la temporada de vaca-
ciones (véase, en este complejo, apartado "La religión en Antioquia", "la Estas jóvenes, que desembocan en aquellas tareas tan deprimentes y sin
religión". "La dualidad ética sexual"). alicientes económicos, provienen de hogares con ingresos ralos, inestables,
¿Cuál es el funcionalismo de esta imagen divergente que se integra en el bajos per capita, que deben extender a núcleos hogareños de numerosos miem-
corpus cultural antioqueño como elemento de tan vital importancia? ¿Cuál es la bros, y que no permiten ni satisfacer necesidades primarias, menos patrones
razón para que en distintos ambientes siempre se halle ligada a él, como un de prestigio externo, ni formar generaciones nuevas dentro de una captación
carácter identificatorio de la cultura paisa? ¿Por qué la imagen de la prostituta es técnica para ganar el sustento. Sobre esta base entran en la lucha por la so-
la figura complementaria de la esposa, o por qué la prostitución es la otra cara brevivencia, desposeídas de armas elementales para conseguirse el diario vivir.
de la medalla que ocupa la familia legal? Faltan estudios profundos de la realidad Ninguna de las prostitutas encuestadas en este complejo, ni las antioqueñas
de la prostitución en todo el ámbito colombiano y particularmente en Antioquia. halladas en otros, habían llegado a segundo año de bachillerato (límite supe-
nor
Las hipótesis de mi estudio las baso en muéstreos realizados en este habitat cultural ) y la mayoría no había sobrepasado el segundo curso de primaria, pre-
cuando hacía mis trabajos de campo sobre la familia. Con base en estas aprecia- sentándose altos índices de analfabetismo. Con estas condiciones técnicas
ciones parciales en este ámbito y trabajos de campo en otros lugares donde la Personales, y acuciadas por las presiones familiares, no encontrando en el
prostituta antioqueña es mayoría, siento mis análisis. Partiendo de estos sondeos, Matrimonio una solución pronta a sus estrecheces, salen a trabajar en ambien-
es
puedo inferir que el fenómeno de la prostitución en esta área se apoya en dos no favorables a la guarda de su virtud, que inician el desmoronamiento
premisas básicas: condiciones socioeconómico culturales de la meretriz, y medí el superego moral de estas jóvenes.
ambiente propicio que permite jugar a la prostitución un hondo funcionalismo e Sobre dichas premisas de naturaleza económica, operan las de formación
eti
la vida social. Partiendo de estos dos puntos, trataré de explicar la presencia p3 ca. La religiosidad antioqueña, aunque es un instrumento de control pode-
sistente de la mujer pública en Antioquia. ° s ° para guarda de la moral sexual femenina dentro de un grupo social que
as
Al constituir la prostitución una actividad paga, una explicación simPü ecunda, cuando falta, éste no sirve para ayudarla en su defensa, ni en los
de escueta naturaleza económica ha servido como dominante etiología so amentos de crisis sirve a la mujer infractora de amparo en su caída ni de
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estímulo en su redención. Por el contrario, el sentimiento de culpa, de frus. fuerza en esta cultura, que margina de hecho a la madre soltera y a su
tración, de pecado que ella gesta, si bien puede constituir un freno previo qUe familia-
amortigua la violación de la pauta de moral, una vez transgredida, no ofrece Las tensiones hogareñas a que he hecho referencia en la época adolescente
posibilidades de aliento para reparar la falta. Un sentido de impureza, de de la mujer, también conducen indirectamente al prostíbulo. Cuando su no-
contaminación, invade a la transgresora, un sentimiento de expulsión de su viazgo no tiene aceptación en el hogar, lo abandona furtivamente en busca
propia comunidad, de todo lo que en su mundo de valores se identificaba con de la bendición sacramental. En estas crisis, la Iglesia, imposibilitada por
bondad, con pureza, con virtud, sintiéndose portadora del mal, y merecedora reglamento para brindarle la solución de un matrimonio apresurado, porque
de sanción de toda índole. Transida de estos sentimientos y apoyada en un reservas de la institución impiden satisfacer con celeridad uniones precipita-
tipo de agresión contra la sociedad y que difiere sobre sí misma, entra al das, confluye a que la mujer colocada fuera del sistema no pueda retornar a
lupanar. su situación normal hogareña, pues ya no es aceptada, ha perdido su honra,
Desde la clase baja alta y hacia arriba en la pirámide social, la falta que su oportunidad y con ella ha cobijado a todos sus miembros consanguíneos
cataliza su caída es la pérdida de la virginidad en esta cultura himenolátrica. femeninos que sufren las secuelas de su conducta. Es modal que el hombre
Relaciones prematrimoniales cumplidas por atracción física, o satisfechas bajo que la ha sacado de su hogar, pero que no le ha dado su apellido, no asuma
promesa matrimonial que luego se frustra, son irrupciones que violentan la esta responsabilidad abiertamente. Este paso en falso resulta en un período
continuidad de la vida normal de la mujer antioqueña. La fuerte himenolatría de unión libre que finaliza cuando el joven, al ser objeto de presiones fami-
que la cultura exalta y la serie de valores asociados a la integridad física liares y sociales, evade la situación y la abandona, con lo cual le traza el
femenina, al violentarse constituyen su pérdida. Aún no existen en este am- camino del lenocinio, si condiciones extrafortuitas no favorecen su vida. De
biente medios que superen los problemas que su pérdida puede ocasionar en otra manera, el ostracismo familiar que la marca y la sigue, y el extrañamiento
la vida de una mujer soltera, de manera que queda a merced de su suerte, y de la sociedad, no le permiten redimirse y reincorporarse a la parte sana de
a la consecuencia fatal de sus actos. Ha perdido su opción para contraer una su comunidad. Ya está manchada de impureza, identificada, señalada y maljuz-
unión matrimonial, está colocada fuera de la pauta, fuera de su cultura, fuera gada. Ya está fuera de la barda.
de la meta normal. En el porvenir ya no se le abre una perspectiva clara, y Tampoco escapan a esta posibilidad, pero en menor escala que por la
la inseguridad de su realización en el futuro cerca su vida hasta llevarle al infracción de las pautas sexuales señaladas, las mujeres casadas y las viudas,
camino del comercio sexual que juzga inexorable. como lo indican los muéstreos. La frustración de naturaleza sexual en la vida
Otra causa inmediata en el curriculum vitae de la prostituta antioqueña matrimonial, la imposibilidad de las viudas para volver a concertar una unión
de la clase media, es el abandono del hogar con promesa de matrimonio 'egal, relajación de estímulos inhibitorios en la guarda de los preceptos mo-
que no se satisface. Ya he mencionado la fuerte tensión que en muchos rales, etc., llevan inicialmente a la violación de la pauta de fidelidad, de tan
v
hogares antioqueños se siente al llegar a la pubertad la mujer. La madre igoroso cumplimiento y control en la cultura, hacia las relaciones clandes-
tj
quiere e insinúa a toda costa el matrimonio de su hija, pero con frecuenc nas, que inician la transgresión permanente del patrón de comportamiento
el no aceptamiento de las relaciones con el hombre escogido, conducen sexual. Esto conduce, conocida la falta, a la expulsión de la mujer casada y
de
la clandestinidad en ellas, con la consecuencia de un embarazo prema la viuda transgresora, de la esfera normal que ellas conforman en la so-
Cle
monial, circunstancia que puede asimilarse a las situaciones anterio dad. Liberadas ya del comportamiento obligatorio en su estatus, marginadas
c
Otras veces este embarazo surge sin las condiciones de oposición iam °mo elementos divergentes, después de una sucesión de transgresiones des-
en el noviazgo de la mujer. En tales casos, la joven, temiendo las repre abocan en la prostitución, porque la mujer casada o viuda, que la circuns-
familiares, abandonada por el hombre a quien se entregó prematura ^ nc ia es similar, repudiada de los suyos, ostratizada por su comunidad y no
sin armas para salir avante en su frustración, escapa en la prostitución, alando solución cultural a su problema, ingresa al fin al prostíbulo o a for-
as
única puerta de salida. Un embarazo ilegítimo es un estigma de tan p° variantes del comercio sexual.
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Colaboran finalmente para precipitar su decisión el grupo de celestin «vas, fuera de servicios de hospitalidad femenina y etapas juveniles de os-
que, en tales circunstancias y en otras de normalidad, atraen a la mujer tensiva libertad biológica por parte de las mujeres solteras.
lenocinio como salida a una serie de aspiraciones normales de su ser feme La cultura hispánica también portaba la prostitución. Los archivos histó-
niño cultural, pero que normalmente no encuentran canales de realización ricos ofrecen Reales Cédulas mediante las cuales la Corona trataba de regu-
En los momentos de crisis que precedentemente he descrito, ellas abren el larla y hacerla accesible al conquistador que servía al Rey, organizando casas
paso a la mujer en tales conflictos, ofreciéndoles su solución marginal. En He lenocinio en las colonias, con esclavas blancas, botín de guerra de sus
575
los otros, que una causa directa y catalizadora como la transgresión de una cruzadas de fe contra infieles. Por otra parte, el español, al imponerse
pauta de moral sexual falta, pero que existe una tensión conflictiva entre el como conquistador en la cultura india, por ley de guerra, forzó las institucio-
haber económico y las aspiraciones de satisfacer patrones de prestigio ex- nes nativas a perder sus rasgos originales y convirtió las instituciones regu-
ternos, la celestina es el elemento catalizador para estas jóvenes. El comer- ladoras del sexo en un escueto comercio sexual, como ocurrió con la
cio sexual, se les dice, brinda fáciles oportunidades: comprensión, amor, hospitalidad femenina de un valor cultural totalmente distinto. Asimismo, la
dinero, pone en manos de la que acepte este reto. Paralelamente le confronta libertad prematrimonial de la adolescente india devino en prostitución me-
la subvaloración del papel de esposa, cargada de hijos, de responsabilidades, diante su influjo, para no citar sino dos formas comunes en las comunidades
de limitaciones y de conflictos, y contrapone como imagen antagónica la antioqueñas. A su vez, aprovechó y perpetuó la prostitución institucionalizada
de la prostituta: vida regalada, de menor esfuerzo, de mayor cosecha, con de sus comunidades.
los gajes del amor y sin sus deberes, descrita con alucinantes rasgos a la En relación con la mujer negra, aunque ella no portaba al comercio sexual
novicia en tentación, y ejemplarizada profusamente. Si una moral muy in- como institución de su cultura, el dominio impuesto por el amo blanco, y las
ternalizada no existe, estas celestinas del comercio sexual consiguen una condiciones de su estatus, la hicieron posible. La mujer negra y la descen-
nueva adicta. diente mulata sirvieron la prostitución a beneficio de sus amos, quienes reci-
A las condiciones personales que crea la meretriz, colaboran las condi- bían sus ingresos y los hijos habidos en ellas.
ciones ambientales que gestan su funcionalismo en la cultura. Esta ecología La superposición cultural de tres razas, distintos estatus, deterioró los va-
social que permite la proliferación fértil de la institución, está constituida por lores femeninos de los subordinados en relación con el grupo dominante,
un sinnúmero de elementos que se proyectan difusamente desde todos los porque el hombre de esta ubicación y su descendiente miraron desde entonces
ángulos de la cultura, pero que fundamentalmente están relacionados con las la mujer de los grupos vencidos, primero como botín de guerra, como mere-
imágenes del varón, el estatus de la mujer, los conceptos de satisfacción de triz, y luego conservando actitudes emanadas de tales hechos, se perpetuó
la libido y el funcionalismo de la familia en la vida biológica. El ambiente esta ubicación, señalando con el correr de los tiempos y el empuje del mes-
cultural propicio a la prostitución no solamente constituye una realidad actual tizaje la posición de concubina que no de esposa. Como cosecha de la diná-
y actuante, sino que conforma ya una tradición, una herencia cultural que, en mica social operada a través del tiempo, los grupos étnicos (indio, negro y
virtud de la dinámica de la sociedad, se ha ido transformando sin desaparecer sus mezclas) fueron siendo identificados como clases bajas, localizándose en
e
en razón de su amplio funcionalismo. La comunidad india, de algunas regiones Uas la subvaloración del hombre blanco identificado con clase alta. La mujer
de este complejo, con su poliginia que acaparaba en las clases superiores de los estratos inferiores fue en un momento dado, y sigue siéndolo, elemento
todas las mujeres, ofrecía complementariamente el servicio de la prostitución, fácil para el comercio sexual. La clase alta hispánica y sus descendientes eran,
e
posiblemente a los hombres que forzosamente debían permanecer célibes o n función de sus mujeres, los depositarios de la moral legal, mientras a los
v
monógamos. Un verdadero comercio sexual existía entre las comunidades na- arones se les concedía el privilegio de violarla para garantizar su imagen

575
574 Véase Virginia Gutiérrez de pineda, La familia en Colombia, transfondo..., Op. cit., pp- 66, Ibíd, pp. 265, 266, 268 y 358.
6
y 113. Ibíd., "Estudio de la Familia".
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varonil, conservando siempre intacta la estructura de su propio hogar depo- en él las realizaciones normativas incluidas en sus mismos patrones de com-
sitario de los valores de estirpe. Tal la situación hallada también en Antioquja portamiento. Es una identificación de placer y de pecado en sus formas ex-
en el momento histórico señalado por Mon y Velarde. tremas.
Superada esta etapa de decadencia de la sociedad minera y llegada la Complementariamente, en la cultura opera una actitud ambivalente: si con-
conformación de la sociedad agrícola con la gesta colonizadora, la prostitución trola y estigmatiza el sexo con los valores de pecado, exalta contradictoria-
siguió en vigencia, yendo con el colono a cada una de sus fundaciones y mente el placer y la potencialidad vital del individuo, dándole a la expresión
quedándose como institución activa en ellas. Llegada la etapa urbana también libre de la capacidad viril sus más encendidas loas. Hace del hombre un don
sobrevivió en su éxodo, conservando hasta el momento su vigencia. Juan erótico, pero lo inhibe y recorta en la posibilidad de expresarse normal-
Cabría preguntarnos también ahora si el sistema de tenencia de la tierra mente a través de las instituciones que estructura con esta finalidad (véase,
en este complejo, que eludió las prestaciones sociales anexas al suelo por en este complejo, el apartado "La religión en Antioquia"). Exalta los placeres
parte de los grupos dependientes de un terrateniente en otros lugares, obliga- del sexo, pero retrae a la mujer para satisfacerlos, diversificándola en dos
ción que incubaba de hecho una prestación sexual por la mujer de estas ca- categorías: la prostituta, para cubrir aquellos imperativos, y la esposa, para
tegorías económicas, ¿no impuso en Antioquia, como limitó en todo el soportar sólo los deberes anexos al mismo (procreación y crianza), dualidad
complejo andino, la prostitución, como salida posible a la imagen poligínica que configura las dos instituciones, familia y prostitución, que desde este
del varón transmitida por España y las culturas africana e india? Un respaldo punto de vista, vienen a convertirse así en dos fenómenos simbióticos de
a mi hipótesis lo ofrece la aculturación del antioqueño a las formas comple- recíproca prestación de servicios. La familia del tipo antioqueño no puede
mentarias sexuales de cada subcultura colombiana cuando emigra a ellas com- sobrevivir sin la prostitución, y la prostitución resulta engendrada por este
poniendo núcleos aislados. tipo de familia orientada por tales valores. Y así coexiste lo normal y lo
patológico, el morbo y la salud, la honra y el deshonor, Eva y la Virgen,
En concomitancia con los valores precedentes, conceptos de moral sexual
como anverso y reverso de una medalla sagrada.
permiten y perpetúan la presencia de la prostitución convirtiéndola en una
catarsis de la sociedad. La vida sexual entre este grupo (y el resto del país) La prostitución se convierte así en una necesidad de la sociedad, porque tiene
se cumple a espaldas de la conciencia reflexiva, de la razón misma. El co- que satisfacer o complementar la libido de sus varones en alguna o todas las
mentario sobre sexo, que actualmente despierta con encubierta finalidad de etapas de su vida. El prostíbulo acelera y recibe el despertar de la pubertad mas-
escándalo y rebeldía, más que de análisis, entre los grupos juveniles, era hasta culina, iniciándolo en el camino del sexo, marcándolo con las venéreas, orgullo-
ahora no más un tema tabú, con las implicaciones inhibitorias de este con- sámente recibidas por los grupos juveniles de ciertas clases como evidencia
cepto. El misterio y la ignorancia se proyectan aún sobre la fisiología y Ia apetecible de masculinidad, carta de ciudadanía del hombre, en su concepto.
anatomía de los órganos de reproducción, como consecuencia ceñida a la Pasada la etapa de iniciación viril, según las creencias folclóricas, el joven
valoración precedente, de la cual resulta que el tema sexual sólo se exterioriza debe continuar en activa vida sexual: el potencial genésico que lo va a acom-
a través de formas morbosas, chistes verdes, insultos, pintura pornográfica, pañar en su existencia está en relación con la exaltada frecuencia con que se
e
giros idiomáticos sicalípticos, literatura de escueto tipo erótico, pero no puede xtravierte sexualmente durante las primeras etapas de su vida juvenil. Por
e
ser objeto de análisis, de estudio, de comentario sereno, y difícilmente permite Uo la cultura considera que la castidad no es virtud sino incapacidad, y que
Sl
su extraversión en discusiones científicas. Sexo e impureza se confunden as voluntariamente se impone, implica una serie de secuelas que afectan la
en sus manifestaciones normales, tanto como en las realizaciones aberrante salud mental y el potencial genésico del varón. Que la felicidad conyugal no
y anticulturales. Sobre esta configuración del sexo opera la religión para c° Puede ser accesible a un hombre que no ha frecuentado un número plural de
mu
trolarlo y encauzarlo. Un tipo de religión folklórica focaliza toda su ética Jeres, caricaturizando en grado sumo al varón que se guarda para su vida
función y en contra del sexo, hipertrofiando el pecado de pureza, equivale •Matrimonial. Como contraparte, piensa el Ego femenino que es considerable-
a la transgresión de las pautas de moral sexual cultural, llegando a involu mente importante que un hombre soltero tenga una vida sexual muy activa
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para que al sedentarizarse en el matrimonio se obtenga estabilidad, como flnal libido en la relación marital. Su estatus, y los valores asociados a que he
de un proceso de exhaustación que conduce a la singularización del hombre hecho referencia, le impiden cumplir este cometido que deterioraría su con-
y este proceso, como el anterior, sólo puede ser satisfecho en el prostíbulo' dición de pureza y honestidad que identifican su imagen. Acostumbrado el
que de esta manera se convierte en dispensador de una terapia preventiva del hombre al servicio de la prostitución (ha sido iniciado en el sexo por prosti-
desajuste conyugal legal. tutas) escapa de nuevo a ellas ya casado, en un proceso de complementación
Bien sea que el varón se acostumbre a la frecuencia del lenocinio para que opera a través de las formas de la cultura encubierta. De esta manera, la
la satisfacción más cabal de su libido, bien sea que en la vida conyugal legal cultura mantiene integrada la institución familiar legal dentro de un marco de
no puede satisfacer plenamente su función biológica, lo cierto es que el hom- las más puras valoraciones, de los ideales más altruistas, previniendo de im-
bre casado continúa siendo cliente del comercio sexual, y la prostitución cum- pureza a la Esposa, haciéndola sólo objeto de sus deberes genésicos. El im-
pliendo con la familia una tarea muy amplia de complementación. Otro pulso sexual más recóndito o de morbosa contextura de cada varón, no empaña
aspecto más debemos encarar: aunque la cultura en forma manifiesta es vo- de esta manera las relaciones conyugales, preservándose la vida marital de
cación monástica, los valores encubiertos exaltan y consideran ideal y nece- conflictos, pudiendo ceñirse así a las imágenes religiosas más estrictas. Dos
saria la poliginia. La Montaña no permite la institución del "queridazgo" del órbitas se han creado sin que la una interfiera en la otra, para servir los
litoral, ni el concubinato emanado de la influencia de la gran propiedad; en- intereses del individuo y guardar a la sociedad de la explosión de sus instintos.
tonces este sentimiento de agresividad sexual masculina halla salida en la La prostitución y la familia legal fragmentaron en dos mitades el Ego sexual
prostitución. Que la prostitución no es sólo un servicio para los adolescentes del hombre, que puede vivir felizmente sin alteraciones, compartiendo la mis-
y los hombres solteros, se ve muy bien en cada ciudad, cada pueblo, cada ma estructura institucional sin ocasionar daño. Aunque ya lo afirmé, repito
pequeña agrupación del complejo de la Montaña. Ella sirve sin distingos al que es tan fuerte esta valoración, que la Iglesia misma considera la prostitu-
hombre de la ciudad, al transeúnte, al campesino, a los grupos juveniles, a ción como una institución que debe existir como cuota de sacrificio catártico
los sectores adultos y a los viejos. Los días de festividades religiosas, como de una parte en beneficio de la otra, a manera de expiación, de muralla pro-
cuando se celebran vísperas de honra al Santo Patrón, o festividades periódicas tectora de su inocencia y castidad que aquella no supo guardar. El bien debe
(primeros viernes del mes) o alguna advocación o hermandad, los barrios de ser salvaguardado por el mal, que se sacrifica a sus instancias.
tolerancia están copados de los feligreses que vienen temprano a cumplir con La cuarta imagen de la mujer es la de esposa y madre, meta ideal de la
las dos satisfacciones. Igual ocurre en fecha previa al mercado en que el cultura.
poblado se llena de campesinos y de comerciantes. En este día y al siguiente,
estos visitantes realizan sus dos transacciones económicas, en el mercado y
en el prostíbulo. Y las fechas de entre semana están los barrios de tolerancia
al servicio de la ciudadanía en común.
Este funcionalismo se extiende más allá de los grupos de hombres casados
y solteros en la plenitud de su vida viril: son también clientes asiduos de la
prostitución elementos seniles que buscan en este servicio un retorno a sU
seguridad sexual en la época de decadencia física. Se cree que el comercio
sexual es un estímulo de renovación biológica en estas edades.
La separación tajante entre las imágenes que la cultura antioqueña crea
en función de la mujer, opera también en vinculación al funcionalismo qu
esposa y prostituta prestan al varón. Una ambivalencia de valores señala p31
la primera un papel de madre, que esquiva la calidad amplia de satisfacer
La tipología familiar I 47)5

La tipología familiar y gestando una nueva subcultura cuyos perfiles se fueron definiendo a través
del fortalecimiento y estructura de instituciones, valores e imágenes, suma
parcial de un corpus cultural heredado y de creaciones circunstanciales. El
temor que las dificultades generadas por las extensas regalías crearon en la
conciencia colectiva del hombre de la Montaña, se proyectaron en sus sistemas
de adquisición de la tierra colonizada: crearon pequeños fundos que crecían
al ritmo de la expansión demográfica de la familia y del trabajo, tenencias
para soportar una familia que se convertía en empresa para explotarla. Primero
La etiología social y las formas tipológicas el maíz y los frisóles, cultivos de soporte, y luego el café, comienzo de la
agricultura mercantil, dieron fondo a esta sociedad agraria. El sostenimiento
No es posible entender la tipología característica que ofrece el complejo an- del cafeto y la manera de cosecharlo, con su rendimiento anexo, mantuvieron
tioqueño sino observando el proceso de desenvolvimiento de esta subcultura vigentes la forma tenencial de la pequeña propiedad, dando oportunidad a la
en función de la misma. El devenir de esta sociedad señala con objetividad integración de la familia monógama legal de apretado respaldo empresarial.
cómo se fueron delineando la suma de rasgos que dentro de la institución Paralelamente con las vías, creció el negocio de trueque de productos entre
doméstica caracterizan este complejo. una zona y otra, que mantuvo ocupada a la población caficultora de cosechas
Aunque facetas de este transcurrir ya han sido insinuadas cuando se hizo fundamentales y periódico tiempo sobrante.
el análisis de la religión (véase, en este complejo, "La religión en Antioquia"), El sistema colonizador, el origen de los nuevos pobladores y las formas
otros aspectos del devenir de la cultura explican el condicionamiento de la de vida agraria, borraron los ímpetus aristocratizantes de los fundadores de
tipología familiar en forma consecuente. Veamos algunos de ellos. En los ciudades coloniales. La odisea de dominio ecológico forzosamente acercó a
segundos siglos de la imposición cultural española se afianza Antioquia en la los grupos, creó entre ellos denominadores culturales similares y dio vuelco
explotación minera. Encarecidos los precios de mano de obra servil y difi- a los principios de estatus vigentes en la sociedad minera. Aquí se era y se
cultado su aprovechamiento, esta actividad se cumplió prontamente con tra- vino a ser, merced al empuje creador de cada quien, a su aptitud para plantar,
bajo libre, que dio posibilidades de ascenso a los grupos negros. Pero los para hacer producir, para obtener ganancia comercial, borrándose los valores
caudales de los filones superficiales se exhaustaron sucesivamente y a pesar adscritos en la ubicación social. Cada uno fue fruto de su trabajo que no se
de que la fiebre del oro recorrió casi todo el habitat antioqueño, con las umitó ni se discriminó como actividad productiva. Si existía antes, atrás se
técnicas coloniales no fue posible seguir sacando partido a las aventuras mi- quedaron los prejuicios contra la labor material y los distingos de clase en
neras. Así empezó la descomposición de su sociedad, integrada por clases función de ésta. Sólo era denominador de ubicación el resultado contante de
étnicas de continuo intermestizaje de facto. que fue delineando un grupo hu- c
ada quehacer. La familia de dispersa y desintegrada estructura anterior tuvo
mano triétnico de ralo aporte aborigen, esparcidas inclusiones africanas y man °.Ue apretarse en sus interrelaciones, crear un engranado mecanismo de obli-
chones de grupo blanco en algunos sectores.* gaciones y derechos para cada miembro, y expandir su acción del núcleo
La tierra de este habitat no captó al ciudadano: suelos pobres, erosionado • Primario, para recibir y dar respaldo recíproco a los grupos extensos, bien
c
de rápidas pendientes, mantenían en la pobreza a los rezagos de la socie Uando el hombre marchaba en busca de tierra libre, quedando en retaguardia
a
minera colonial, que, empujados al fin por la liberación de los suelos vo niujer y los hijos pequeños que no resistían el empuje del guía, montaña
ad
nicos caldenses, hallaron refugio, ocupación y tenencia en ellos, traslada entro, o bien, cuando aceptando el reto colectivo avanzaban todos trocha
• • • — «fj ^ba para enclavar la vivienda en la vertiente, abrir el calvero en la selva y
Comparto la hipótesis de la antropóloga Edith Jiménez de Muñoz, de que la posición f e m ^ c a r e ce r ly r
i sobriamente dentro de una verdadera autarquía en los recursos hasta la
la cultura india puede ser la base del estatus de la mujer en este complejo. No lo expongo P° pr
aún de bases suficientes para sostenerla en su contenido total. unera cosecha. Separación forzosa y lucha colectiva por un común ideal,
4 3 6 / Familia y cultura en Colombia La tipología familiar I 4 3 7

tierra, eran el mejor tónico para la integración familiar y para el cambio en una sociedad de pequeños finqueros. Y así la servidumbre generada en la

las funciones tradicionales de estatus de sus miembros. La mujer antioqueña explotación de la tenencia en otros complejos, no tuvo lugar en este ambiente.
aprendió a través de este éxodo a alargar y a tasar los recursos en la avanzada Era una sociedad sin fuertes desniveles entre sus estratos, con una ágil diná-
de colonización, olvidando la psicología minera de despilfarro y hambrunas mica de ascenso forjada en la capacidad de creación económica a través del
periódicas, mientras el marido ausente enviaba periódicas mesadas al hogar trabajo, y donde tampoco se marcaban en ella las diferencias de la etnia. El
que quedaba atrás. Ahorrando, distribuyendo y acreciendo, fue ejercitándose proceso de asimilación racial que el núcleo antioqueño había ido cumpliendo,
la madre en la administración del haber hogareño y adentrándose en las mo- había seguido adelante hasta formar una amalgama racial casi unitaria, con
dalidades del negocio, tanto como en el ejercicio de la autoridad en el hogar. menos conflictos que en la sociedad vieja, porque sólo los núcleos coloniales
En todo este período pesó sobre ella la responsabilidad de los hijos que guar- guardaban aún remanentes étnicos con rasgos definidos, que todavía podían
daba a su lado, el pan de cada día, el mantenimiento del negocio que quedaba, alterar este proceso de homogenización lento y seguro. Borrando las fronteras
o de las propiedades que debía guardar, tareas que exigían diarias decisiones. del dinero y de la raza, esta sociedad sin dura estratificación cumplió un
Para su seguridad y la de los hijos volvió los ojos hacia la protección de sus proceso más en su homogeneidad cultural: todas las clases sin distinción se
miembros consanguíneos. igualaron dentro de un mismo corpus de creencias, valores y comportamiento,
Con ello acercó la descendencia a su rama, sintiéndose de esta manera combinando así la raza y la cultura. Como fenómeno inherente nació el control
protegida, más respaldada, y dando con ello un vuelco a la organización pa- de la sociedad extensivo a todos.
triarcalista de antaño y de otros grupos. Tomó en sus manos el haber, las El acercamiento de los estratos sociales dentro de indicadores culturales
entradas del negocio y las ganancias del marido; la responsabilidad de la iguales, pusieron las bases para limitar las infracciones. Ya no había moral
educación, crianza y sociabilización de la descendencia; asumió en ausencia de blancos, ni de negros, ni de zambos. A todos obligaba por igual el principio
del padre colono todas las decisiones de la familia, focalizando en su persona normativo y todos por igual lo cumplían y lo hacían cumplir. De esta manera
la vida hogareña. Le correspondió ser, mientras el marido estaba ausente en se esfumaron las barreras culturales, con el resultado de que se diluyeron, al
la zona minera y luego descuajaba selva en Caldas, en el Valle, en el Tolima igualarse, los miembros de esta colectividad, las estructuras de facto en la
o en el Chocó, etc., o abre ahora haciendas ganaderas en las partes planas, o familia en la relación interclases. Había diferencia sí de riqueza, pero identidad
cosecha algodón, arroz, banano, palma africana en las llanuras del Magdalena, en la ética, en las actitudes, en las imágenes, en los valores. De aquí surgió
u
de la costa, del Huila, etc., digo debió ser padre y madre, en obligaciones y n régimen de seguridad activo y actuante. El que quedaba atrás quedaba
e
en derechos con su prole, cuyas decisiones vitales pusieron en sus manos el ntre los suyos, vale decir, bajo su control, mientras el que iba a la vanguardia
ejercicio casi absoluto de la autoridad. Y se acostumbró a ejercer su mando 'ba también moviéndose dentro de un mundo limitado por la prolongación de
que paulatinamente fue concentrando en su persona. Al nuevo estatus también ' o s grupos familiares, vecinales y regionales, que ejercían, al par que el res-
la condujo su participación en el éxodo: en la avanzada de colonización com- paldo, la vigilancia y el control de cada individuo. Nada pasaba inadvertido
en
partió con el hombre la tarea de creación de riqueza, sin que desatendiera las nadie: la sociedad toda, y particularmente el grupo de conocidos y rela-
c
funciones de su maternidad prolífera, cooperación que reforzó su autorida 'onados, se hacía eco de los comentarios que ora refrenaban, estimulaban,
Sa
llevándole a la modalidad compartida. De este modo, la colonización tambie ncionaban o distorsionaban el diario quehacer. Como forma de actividad
acrecentaba su imagen, acrecentando su estatus intrafamiliar en las prop0 Segaría el control social se mantuvo en la sociedad con eficaz acción.
ciones que hoy se conservan. Paralelamente actuaba la Iglesia. Esta institución, que no había alcanzado
Un
Fuera de la unidad doméstica, en la dinámica de la sociedad, las distancí cionalismo estructural ni ético en la sociedad minera, había de lograr una
fueron salvadas con el trabajo creador a que hemos hecho referencia, y a * a Proyección en este momento. Las creencias religiosas encarnadas en la
valores anexos al mismo. Los sistemas tenenciales enunciados evitaron el P evidencia dieron acicate al colono en su tezón, y fe en las empresas que
§es
ceso de las prestaciones sociales ligadas a la propiedad del suelo, dentro taba. También esta misma fe mantenía la esperanza en el bienestar de los
4 3 8 / Familia y cultura en Colombia La tipología familiar I 4 3 9

grupos familiares dispersos y en las bendiciones al laborar constante, creando clonado corpus cultural y su correspondiente sistema de control de sus regiones
así una simbiosis entre religión y economía, que aún sigue en proyección ¿e origen. Por otra parte, en la Montaña los movimientos inmigratorios urbanos
durante la etapa urbana. La religión también fue control en esta empresa co- provienen, con limitadas excepciones, de su misma cultura, ya que los provenientes
lonizadora, pues motivó en ella los determinantes de la conducta de este hom- de otros complejos son relativamente limitados, al contrario de lo que ocurre en
bre de Antioquia. Y al serlo, proyectó su acción hacia la meta de creación de Cali, en la capital del país, o en la zona litoral norteña del momento presente.
riqueza, gestando una simbiosis más: el ajuste entre la práctica de la moral Por otra parte, se mueven como grupos regionales conservando en la ciudad su
y el éxito en las empresas de creación económica. Desde este punto de vista fuerza cohesiva. Son a manera de "colonias", como a sí mismas acostumbran a
sirvió a la institución matrimonial y a la familia que integraba. Fue más allá indetificarse, que mantienen un alto grado de comunicación y de esta manera se
su acción: mediante el control y la fe, logró la internalización de su ética en conserva entre ellos casi innato el contenido de vivencias e identificaciones, porque
cada miembro de esta cultura, particularmente en lo relativo a la familia. complementariamente ejercen un activo y recíproco control. Si consideramos cada
Finalmente, la Montaña ha venido desembocando en la sociedad urbana. ciudad en este estadio del proceso de urbanización como una suma de "colonias"
Un proceso de salida del campo y de los pueblos, con acumulación creciente regionales, podremos entender cómo se mantiene la sociedad agraria casi intacta
en las ciudades, se viene cumpliendo en los últimos años en todo el país, en su mentalidad, agregado de valores y principios normativos del comportamien-
pero enrumbada dentro de este ambiente hacia focos de atracción tales como to, defendiendo también de la innovación ciudadana —no sé hasta cuando— su
Medellín, Manizales, Pereira, Armenia, etc., fundamentalmente. Este proceso, sistema estructural institucional. Dentro de éste, la familia es la más celosamente
estimulado por la industrialización y por complejos y múltiples incentivos, controlada y protegida. Ello ha permitido sobreaguar por un tiempo prolongado
aún no ha alcanzado su total culminación. A pesar de ser un movimiento en gran parte de sus valores, de sus estructuras, y del mecanismo del estatus en cada
ascenso, la urbanización, en su acepción amplia, sólo afecta áreas limitadas uno de sus miembros, con lo cual la sociedad urbana de este complejo mantiene
de la población, concentradas en el ámbito metropolitano, porque los grupos aún vivo el funcionalismo de la familia de la etapa agraria.
campesinos recientemente llegados a ella permanecen centrados dentro de sus Otro de los factores que ha permitido también esta sobrevivencia es la pau-
arraigadas instituciones. latina formación en la sociedad agraria, y su acrecentamiento en la sociedad ur-
De esta manera, es prematuro hablar de una transformación radical de las bana, de una poderosa clase media. Ya hemos visto que (aunque no
estructuras agrarias. La llegada del "montañero" o del "puebleño" a la urbe uniformemente) este complejo es el más industrializado del país, y que también,
es relativamente reciente. Oleadas continuas han venido sucediéndose, sin que los ingresos promedios de cada estrato económico son más altos que los respec-
hayan sido asimilados a las normas e instituciones urbanas, de modo que hoy tivos en otros lugares colombianos. Ambas premisas han desarrollado con las
en día se siente en la ciudad un proceso de "ruralización" al que sucederá, condiciones precedentes un creciente auge de una clase media de tipo económi-
merced al síndrome aculturativo, el de urbanización con todas sus consecuen- cocultural. Este estrato, aunque dotado de una gran movilidad basada en la ad-
cias. Quiero aclarar que no es que la ciudad sea aculturada por el camp0- quisición de riqueza y en su traducción social, en patrones de prestigio externo,
ocurre sí que al no cumplirse la asimilación del emigrante a la cultura constituye un elemento de fuerte estatismo institucional. La clase media y baja
instituciones del hálito urbano, la mentalidad campesina se toma la urbe e obrera industrial calificada, ofrecen separadamente una vigorosa identificación cul-
amplios tramos, a la manera de invasión irruptiva. Repito nuevamente que tUr
al, que les permite una muy activa proyección dentro del campo social. Ellas
una etapa posterior de esta dinámica, tales elementos realizarán el proceso 0s
constituyen un poderoso grupo de presión que normatiza el cumplimiento de
ajuste incorporándose a la vida citadina, cuando esta sea capaz de sociabí» a
conducta social y sanciona el desajuste, la innovación o la conducta divergente.
a su corpus institucional y cultural al nuevo elemento. e
Wro de las instituciones de la familia, y de la religión, estas dos clases, trátese
e
Contribuye al proceso de ruralización de la ciudad la característica de núcleos rurales o urbanos, mantienen activas y actuantes sus funciones y sus
grupos regionales inmigrados, que se ubican como núcleos de provincia o ^íprocas proyecciones como parte viva del legado normativo y estructural de su
campo en la ciudad, y que merced a la cohesión mantienen integrado el ya Piedad anclada aún dentro de las raíces agrarias.
4 4 0 / Familia y cultura en Colombia La tipología familiar I 4 4 1

Las modalidades tipológicas Tomando las mismas definiciones conceptuales que hemos utilizado para
el análisis de los demás complejos culturales, podemos decir que el concubi-
Hemos dicho que la cuarta imagen femenina de la cultura antioqueña es la nato es la tercera forma en porcentaje de estas estructuras marginales de la
de la madre. Dos canales de realización se ofrecen a esta meta: de facto el familia antioqueña. Mientras en el complejo litoral fluvio minero este tipo de
uno y legal el otro. familia opera en forma manifiesta, el concubinato en Antioquia pertenece a
la cultura encubierta. Existen zonas donde se lo guarda en lo más recóndito
Las formas defacto de la vida social, hasta el punto de que la esposa secundaria se mantiene en
los barrios de tolerancia, bien porque se trata de una prostituta, a la que se
Las uniones de facto revisten particulares características en Antioquia, donde el retira del comercio sexual para singular sus servicios en un solo hombre, o
control de la sociedad es tan fuerte hacia las modalidades estructurales de la porque tratándose de otro elemento, manteniéndola dentro de estas reservas
familia. Si se trata de pequeñas poblaciones, la familia de hecho se ubica en los semivedadas de la comunidad, quedan abstraídas del conocimiento y curiosi-
estratos sociales inferiores, mientras en las grandes ciudades, llega a avanzar real- dad del resto de la sociedad, especialmente de la familia de la mujer, o de
mente en sectores bajos de la clase media. Sólo como fenómeno marginal, cobija ésta, que más fácilmente aceptan o perdonan al familiar o marido la relación
las altas con casos de mención particular. En segundo lugar, estas uniones no del comercio sexual que la existencia de una concubina. En la porción suroeste
adquieren el carácter de estables como en los litorales, donde se pueden prolongar de Antioquia y en la occidental caldense caficultora, como un sistema de
por toda la vida de la pareja sustituyendo la unión matrimonial católica. Aquí interrelación entre la clase de los propietarios y de los agregados, del pueblo
constituyen formas de paso, en que la tipología de las relaciones de facto se y el campo, existen esporádicamente uniones maritales concubinales pero de
entremezclan y combinan dando sólo periódicas variables. De esta manera, la muy efímera duración. El control de la sociedad y del grupo nuclear familiar
familia de facto puede iniciarse bajo los auspicios de la unión libre y devenir del Ego en conflicto, convierten esta forma en madresolterismo, ya que las
luego en madresolterismo, que constituye su modalidad terminal; dentro de una relaciones son esporádicas y no convive la pareja bajo el mismo techo. El
segunda alternativa, comenzar en concubinato para llegar a la meta citada, o des- círculo de presiones sociales, regionales, religiosas y familiares, finalizan este
embocar todas en el comercio sexual. Finalmente, la unión libre es fenómeno episodio precozmente, constituyendo apenas una aventura que se oculta celo-
urbano. En las zonas campesinas donde existen uniones ilegítimas, se constituyen samente, ya que de sus consecuencias más prolongadas puede resultar la des-
principalmente como madresolterismo. La presión social no permitiría el tranquilo integración del hogar de procreación legal del varón, o serias tensiones
vivir de la unión libre en la región del agro antioqueño. socioculturales.
Teniendo en cuenta los altos porcentajes de nupcialidad, las dominantes Como fenómeno complementario del éxodo del hombre antioqueño puede
ratas de legitimidad en este complejo, y las bajas cifras relativas a la unión derivarse el concubinato. La familia deja el ámbito rural y emigra a núcleos
libre, podemos decir que esta clase de formas de facto son estructuras mar- wbanos de mayores oportunidades en la educación, matrimonio y empleo de
ginales dentro de la cultura antioqueña. Tres tipos de ellas constituyen las los hijos, mientras el padre, para cumplir sus tareas de jefe económico del
variantes posibles en este complejo: el concubinato, la unión libre y el rna- hogar, debe permanecer alejado del mismo en sus tareas mercantiles, de ex-
dresolterismo.
577 plotación de riqueza agropecuaria o minera, o burocrática. Sus obligaciones
'aborales lo mantienen retirado de su hogar por largos períodos, durante los
cu
ales surge el concubinato, pero bajo la modalidad de relación cautelosa-
577 Datos tomados del Censo de 1964 en las oficinas del DAÑE:
mente encubierta. Si alguna descendencia nace de estos vínculos maritales,
Unión libre Matrimonio católico es
también cuidadosamente mantenida fuera de la órbita de la familia legal
R V R U y d
e su conocimiento. Las represalias serían considerablemente fuertes para
Antioquia 9,8 4,2 88,3 94,2 el
transgresor de la norma monogámica, por lo cual el concubinato termina
Caldas 5,0 7,9 92,8 89,6
4 4 2 / Familia y cultura en Colombia La tipología familiar I 4 4 3

por convertirse con prontitud en madresolterismo cerrado, es decir, el núcleo ésta no es la tendencia clásica en la Montaña: o se desemboca en la forma
familiar integrado por la madre y sus hijos, habiéndose concluido el período estructural legal, o se llega al madresolterismo con predominancia de la forma
de las relaciones maritales. En esta unión familiar antiqueña los hijos llevan cerrada.
el apellido de la madre porque el reconocimiento por parte del hombre no se Encuestando en los sectores sociales de incidentes formas de facto, se
acostumbra. Como norma cultural, ningún hombre otorga su apellido al des- puede hallar toda la dinámica de las modalidades de facto como a través de
cendiente ilegítimo, menos si se trata de un hombre casado, ya que equivaldría una línea de matices cuyos hitos, unión libre, concubinato, madresolterismo,
a reconocer su infracción y a desafiar a la comunidad, poniendo en peligro abierto y cerrado, crean una continuidad. Observando la totalidad del fenó-
la integridad de su hogar legal y su propio estatus total. meno de las variables de facto en sentido cronológico, se encuentra que el
La unión libre es entre las formas marginales la que ocupa el primer lugar grupo de mujeres que forman este tipo de uniones anotan, en relación con la
en los porcentajes. Conforma la pareja que vive maritalmente bajo un mismo edad, un decrecimiento en las ratas de la unión libre: los mayores porcentajes
techo pero sin legalizar su estado. Esta unión monógama, ubicada dentro de se presentan entre las jóvenes (15 a 25 años) mientras el madresolterismo es
las clases populares, es fruto de movimientos inmigratorios procedentes de la forma más acostumbrada entre las de edad mayor (más de 25 años), ciclo
otros complejos, particularmente del vecino litoral fluvio minero. Bajo este que se cierra sobre los treinta y cinco años. Después del segundo período este
tipo de familia entran en la comunidad antioqueña, ocurriendo con frecuencia grupo de mujeres no presenta marido permanente, ni eventual, su vida marital
que, pasado un tiempo en este ámbito, las presiones sociales de control, se- se ha clausurado, hallándose solamente acompañadas de la descendencia ile-
guidas de un proceso de aculturación a sus normas, conducen a la legitimación gítima que han procreado.
de la familia de facto o a su destrucción. Con ello una nueva modalidad de El madresolterismo, a diferencia del que caracteriza a Nariño, no consti-
madresolterismo se inicia o se continúa con formas de unión libre nuevamente tuye un estado de tránsito hacia el matrimonio, ni desemboca en él. Esta unión
estructurada. marital de facto en relación esporádica, sin convivencia en común, constituye
Como producto ambiental, dentro de los estratos bajos y algunos sectores una forma estructural, un estado transitorio que en la forma cerrada constituye
medios, de esta sociedad, la unión libre es el final de relaciones prematrimo- el final de las uniones marginales de la Montaña. En el primer caso, es el
niales, que al no desembocar en el sacramento conducen a dicha modalidad común resultado de relaciones maritales encubiertas entre los distintos estratos
estructural. En otras oportunidades se trata de uniones libres que las clases sociales. Cuando se interrelaciona con hombres casados en la forma concu-
bajas establecen desde sus comienzos, en los sectores más populosos de las Wnal, constituye, como en la relación con solteros jóvenes, un episodio de
agrupaciones urbanas, o en sectores de este complejo que se insertan en el roas o menos limitada duración, porque la mujer y su descendiente no logran
Chocó y en el Valle. En estas regiones el enclave antioqueño ha sufrido la fijar la atención ni el cuidado del hombre por toda la vida. Es para el padre
u
interferencia cultural de las regiones negroides colindantes, y aparece entonces na escapada, el resultado de una atracción sin control que no puede prolongar
la unión libre más abiertamente, con más intensidad que el madresolterismo. •ndefinidamente, y si no se trata de elementos sociales afines, desembocar en
m
Constituyen esos retaceos dentro del área antioqueña una zona de transición, atrimonio o en unión libre, mientras en las relaciones interclases, luego de
Un
en función de la dominante unión libre del complejo cultural vecino. La período de clandestinidad, se desintegran convirtiéndose en función de la
interinfluencias de los dos ambientes familiares crean un proceso bastan compañera en el madresolterismo cerrado a que hemos hecho referencia,
interesante de interculturación en las estructuras familiares de uno y de o '-orno forma transitoria que es, sirve a la unión libre la cual deviene en ella
lo
Para escapar al conflicto social a que nos hemos referido. En otras confluye
Secuentemente, hallamos que en el complejo negroide la unión libre es en
la prostitución.
variable modal de relación marital de facto, mientras en la Montaña, con
La situación de hostilidad y de rechazo que sufren las formas de facto
tuye un sistema marginal, tocado de clandestinidad, de ostracismo, así se en
Antioquia se proyectan sobre la descendencia habida en ellas. Si la unión
de los sectores populares. Y mientras en el vecino complejo una unión
marginal, marginal es el descendiente. Al hombre sólo le dan honra los
ésta se deshace para constituir por parte de cada cónyuge otra u otras
4 4 4 / Familia y cultura en Colombia La tipología familiar I 4 4 5

hijos habidos en unión vocación monástica sacramental, de manera que i0 pálmente, parece ponerla más de manifiesto en las personalidades de mayor
procreados fuera de ella menguan su fama social y moral. Si deshonran a l relieve.
madre, deshonran también al padre, y lo es tanto, que la mujer antioqueña Esta tensión se siente también en los grupos de trabajo. Encuestando per-
que, empujada por su cultura, se juega su vida matrimonial casándose con sonal de obreras en las fábricas del Valle de Aburra (Antioquia) se encuentra
cualquier desconocido, se detiene cuidadosamente a pensar en la conveniencia con que la situación de la primípara madresoltera es tal, que debe retirarse
de contraer con un individuo de su círculo social familiar, si a éste se le acusa del trabajo antes de poder recibir las prestaciones de maternidad; tan incruento
de paternidad ilegítima en su soltería. Comparativamente el padre soltero an- es el vacío de que es objeto por parte de sus compañeras. A su derredor se
tioqueño sufre tanto en su honra, como gana el del complejo del litoral fluvio crea la muerte social más absoluta. Además, las protestas a la empresa del
minero, y pone tanto empeño en ocultar su calidad de progenitor y en negarle personal femenino de ajustada conducta cultural, crean delicadas situaciones
el reconocimiento al hijo ilegítimo, como a la inversa se preocupa el del laborales, porque cultura y prescripción legal laboral entran en agudo conflic-
complejo negroide en evidenciarlo, por el alto valor cultural que en su am- to. Es de tal manera fuerte este ostracismo social, que para defenderse de la
biente recibe la paternidad, que no debe acomodarse a patrones legales para retaliación de los núcleos familiares legales, se observa en el complejo antio-
que resulte en beneficio de su hombría, como en el otro sirve de lastre, de queño dentro de las áreas urbanas, una concentración de unidades familiares
baldón de mengua. Es tanto el ostracismo que la paternidad ilegítima y las de facto en barriadas compactas, donde al amparo del número y de su aglu-
relaciones de facto provocan en los círculos familiares antioqueños, que pasan tinación, estimulada por su común situación marginal, se defienden de la pre-
a la categoría de temas tabú. La paternidad no es reconocida ni de palabra sión de las estructuras legales. Medellín, Manizales, Pereira, Armenia y Llano
ni de obra, ni por el padre, menos por su parentela. Esta actitud cultural ha ejemplarizan estas situaciones.
caracterizado a Antioquia desde largo tiempo ha: se conocen casos de perso- Finalmente, quiero recordar de nuevo que este tipo de presiones ejercidas
nalidades célebres que no recibieron el apellido paterno para conservar la sobre el núcleo familiar de facto cierran en torno suyo los canales de reali-
honra del padre a través del anominato. zación social en forma tal, que gran parte de estas situaciones desembocan
El ostracismo social que el hijo, la madre, el padre y la unión de facto en la prostitución. Cuando la reacción de la comunidad se ajusta en torno de
provocan en la cultura antioqueña, se ejerce desde todos los puntos de la la mujer infractora y de su familia extensa, particularmente con el grupo de
misma y cobija también a la familia extensa, que como reacción evasiva hace parientas cercanas, clausurándoles las oportunidades hasta de sobrevivencia
e
sentir su reprobación a aquellos que provocan las sanciones sociales que so- n su ambiente, el Ego femenino divergente acepta el comercio sexual como
portan. La reprobación se siente en los grupos de vecinos que en cada barrio una línea de escape al conjunto de situaciones que la rodea. Refugiada en la
hacen ostensivo su disgusto ante las parejas de facto y ante su descendencia. clandestinidad que la protege en la prostitución, le es más fácil culminar en
su
En los focos regionales provenientes de unidades vecinales más pequeñas y maternidad, levantando el hijo (y los demás que procrea en esta actividad)
que se aprietan como anillos en las órbitas urbanas mayores, también se con- 'ejos de sí, costeándole la subvención con su profesión, que ejerciendo un
fabulan para ejercer su ostracismo sobre sus miembros en éxodo y proyectan genero de vida normal, que la sociedad le cicatea. Por otra parte, la madre
Sa
la presión hasta los centros educativos. Puede tratarse de la enseñanza pública lva en esta forma al hijo del vacío de su comunidad: criándolb fuera del
en estratos populares, que hasta allí, a través de los compañeros, de los pa dre lad
o materno y educándolo aislado de su ambiente, logra en ocasiones eludir
de familia y de los maestros, a lo largo de los estudios, alcanza al individu as
Presiones sociales que las circunstancias de facto crean en torno de su
el estigma de su situación ilegal a la manera de alguien colocado fuera "e Vld
a y la de su progenitora. El éxodo es también otra de las soluciones des-
ley. El baldón que pesa sobre su vida es de tal naturaleza, que si la tradici ceradas a la situación creada por la maternidad ilegítima, de la vereda a
otr
de subvaloración racial para grupos negroide tiende a borrarse en AntioQ ° pueblo, de ésta a la ciudad, siguiendo la defensa del anonimato que
a través de la riqueza, la de ilegitimidad no desaparece bajo ningún P re ' Gime las formas no legales.
ni existe panacea que cure la ignominia derivada. A medida que se av
4 4 6 / Familia y cultura en Colombia La tipología familiar I AA1

Las formas legales: el matrimonio tido, las ratas de nupcialidad superan en relación con el país en cuanto a su
frecuencia dentro de los estamentos estructurales de su comunidad. El matri-
Existen dos formas legales de estructuración de la familia en Antioquia. La monio no es privativo de una clase dada, y aunque las formas de hecho se
forma religiosa que cobija a nacionales y extranjeros según su credo, y ia presentan con mayor incidencia dentro de los sectores populares, la modalidad
forma civil que a ambos ampara. Antioqueños, protestantes y judíos (los de sacramental tiene en ellos también amplia acogida, sin que se considere la
mayor incidencia) se casan bajo la primera, mientras la segunda en Antioquia personalidad de que las clases bajas no pueden alcanzarla. El régimen de
sirve fundamentalmente para los elementos foráneos. Aunque el matrimonio seguridad activo en los grupos bajos, no los exime de esta obligación cultural
civil es legal, como para su verificación exige entre los elementos católicos como en el complejo negroide, por ejemplo, en que esta meta está y se con-
la renuncia de su fe, atrae en este complejo de marcada religiosidad un pro- sidera fuera de su logro.
fundo rechazo. Dos consideraciones se hace el complejo de la Montaña para Observando los índices matrimoniales en referencia a las áreas geográfi-
eliminar esta forma: la primera es que matrimonio significa para ellos la mo- cas, hallamos que toda la parte oriental antioqueña y la caldense en casi toda
dalidad sacramental, de manera que la forma civil no está ajustada a los va- su extensión (véase Anexo mapa "Ilegitimidad, 1954") no rebasa el 5% de la
lores culturales. La segunda es que, al hacerse precisa para el matrimonio filiación ilegítima, mientras el resto de la parte antioqueña de este complejo
civil la denuncia pública de no ser creyente católico, las gentes de este com- se sitúa apenas hasta 10%. Solamente se acerca a una cifra superior en las
plejo, profundamente identificadas con esta religión, no pueden aceptar que cercanías del Chocó y del Valle, donde fenómenos aculturativos de inmigra-
578
un individuo nacido en esta fe llegue a renegar de ella. Paralelamente, la ción crean diferencias cuantitativas mayores.
actitud que la Iglesia Católica asume en tales casos refuerza el criterio de la Desde otro punto de vista, la distribución de la filiación y del matrimonio
sociedad que hace causa común con su institución. Hay que aclarar que An- señalan el proceso de colonización de la Montaña: los núcleos iniciales y los
tioquia, aunque no está satisfecha por los matrimonios civiles del personal de mayor raigambre en la cultura permanecen más cerca de los patrones es-
extranjero, no los rechaza, considerándolos elementos fuera de su complejo, tructurales familiares de altos índices de nupcialidad, mientras los más dis-
pero no puede aceptar que miembros suyos, o nacionales, asuman tal com- tantes y diluidos con grupos regionales foráneos en su aporte, empiezan
portamiento. No se trata de que la cultura asimile este tipo de uniones a las también a diluirse y a separarse de sus cánones de formas monogámicas le-
formas de facto, sino que les confiera valores de rechazo, porque estas formas gales, hasta empalmar con el ambiente de dominante unión libre del complejo
interfieren sus conceptualizaciones familiares y sus creencias moral religiosas, negroide vecino que circunlimita la Montaña. Es la matización de los fenó-
con el resultado de que son peor valorados y aceptados que las formas es- menos culturales en proyección geográfica espacial.
tructurales de hecho descritas ya. El caso es que en todos los lugares de Encontramos en este complejo, fuera de una dominante forma de matri-
muestreo y en otros más, si existía este tipo de unión, los aludidos la ocultaban monio católico (véase Anexo, mapas "Distribución del matrimonio católico y
u
celosamente, y los contados casos que en Medellín y Pereira han tenido luga- nión libre, 1959" y "Matrimonio católico, 1964"), una maycr proporción de
no han resistido el impacto social, o no queriendo provocarlo, han emigrad0- familias separadas que, según el censo, significa familias casadas cuyos miem-
De esta manera, para un antioqueño raizal la única forma de constituí bros viven sin atender a su relación matrimonial (véase Anexo, mapa "Sepa-
familia en el sentido cultural que le es propio es la sacramental. Esta opiw° ración matrimonial, 1964"). Al comparar, observamos que la región del
c
la refuerza el hecho de que el habitat de este complejo presenta los más al °rnplejo negroide, con manifiesta concomitancia de las uniones concubinales
Índices de nupcialidad religiosa en relación con el resto del país, >' sl , y la forma sacramental, estos índices son muy bajos. Buscando la etiología
s
comparan paralelamente los índices de legitimidad —su consecuencia J°e °cial del fenómeno, hallamos que en todo Antioquia, cualquier infracción al
ca—, también hallamos que la Montaña da al país las cifras más alta P^cepto monogámico es considerada con más vigor como causal de desinte-
legitimidad, no superadas por otra región ni en cifras absolutas, ni en in
sidad uniforme, en relación con las demás estructuras familiares. En otro DANE. Boletín Mensual de Estadística, núm. 190. Bogotá. 1967. pp. 15 y 16.
4 4 8 / Familia y cultura en Colombia

gración formal que en el otro, donde las dos modalidades coexisten normal
mente dentro de la vida cultural, con una frecuencia no entrevista jamás n0r
Estatus y función
el grupo de la Montaña. Hay que añadir que el éxodo del hombre paisa tam-
bién colabora en la disolución hogareña. Se desprende de las entrevistas con
mujeres separadas, que la emigración a zonas de débil estructura familiar
legal (litorales) relaja los patrones de comportamiento monogámico del emi-
grante y adquiere compromisos familiares extraconyugales que su hogar de
procreación no acepta. También el abandono de sus obligaciones familiares
legales resultante del éxodo, constituye una segunda causa de estas separa- La meta matrimonial. Sus logros, valores y expectativas
ciones (véase Anexo, mapa "Separación matrimonial, 1964"). Por otra parte
el apretado haz que integra la familia extensa y que se traduce en respaldo La cuarta imagen de que habíamos hablado en relación con el Ego femenino
en las situaciones de conflicto, sirve de apoyo y de estímulo en las tensiones y la tercera y final para el hombre, es la realizada a través del matrimonio.
culturales que desembocan en la separación de los cónyuges y espolea el Esta imagen representativa del adulto, encaja también con las imágenes pre-
desmembramiento de la célula hogareña. cedentemente analizadas: prostitución, forma complementada marginal de la
Por otra parte, la limitada porcentualidad de separaciones en la subcultura institución familiar; vida monástica, superación elativa de la maternidad di-
negroide, también está relacionada con los bajos porcentajes de nupcialidad ferida en la religión y la "solteronia". imagen negativa a manera de frustración
que ella presenta. El resto de las familias, estructuradas en formas de fado, cultural individual.
no intervienen en estas cifras, y se hacen y deshacen con una dinámica cons- La parte conflictiva en el logro matrimonial corresponde a la mujer, por
tante. su papel pasivo y activo en la decisión final, ya que la cultura confiere al
hombre el poder de iniciar el proceso que conduce al matrimonio, mientras
al Ego femenino se le permite luchar encubiertamente para alcanzarlo, ya que
en última instancia no está en sus manos la decisión que cristaliza su estatus.
"El hombre elige, la mujer es elegida"', dice la frase popular, que admite
serios reparos en su realización. Es tan importante la cristalización de la meta
Matrimonial en Antioquia, que esta categoría es propiciada con empeñoso afán
desde apenas salida de la infancia la mujer. Tal lucha no se presenta en forma
ostensiblemente manifiesta sino bajo reticentes modalidades culturales, a pesar
de lo cual, a diferencia de los demás complejos nacionales, se le permite al
sexo débil señalar su empeño y demostrar su interés por resultar elegida como
es
Posa. Comunidad y cultura acordes en la valoración del estatus matrimo-
nial, abren con generosidad a la mujer los canales de realización y de alcance
del mismo.
Este interés social e individual se extravierte mediante la formación de
u
na imagen ideal femenina a la cual trata de ajustarse cada Ego, con cuya
•dentificación, y sirviéndose de una lucha semimanifiesta, se logra la oportu-
nidad propicia. Ello no implica que el hombre asuma un papel pasivo: cada
Var
°n tiene interés en casarse y no esquiva su cristalización oportuna porque
i Estatus y función I 4 5 1
4 5 0 / Familia y cultura en Colombia

también se ve gratificado en él, pero las oportunidades matrimoniales ideales ella lo requiere, a manera de estímulo básico de atracción a la vida hogareña
son escasas para la mujer. El desequilibrio de los sexos en favor suyo, siempre por parte del varón, que recibe con ello una muy alta gratificación, ya que la
fomentado por movimientos horizontales masculinos, la colocan dentro de esposa o madre focaliza y extravierte el hogar cara a la cultura, constituyén-
cada generación en desventaja de opción matrimonial. Las obligaciones ma- dose así en el indicador que identifica una suma muy compleja de valores
teriales del matrimonio que gravitan sobre el hombre, cuya jefatura económica sociales económicos y culturales del individuo y de su grupo familiar. Como
es señalada por la cultura, limitan y retardan por parte suya la categoría de respuesta a dichas exigencias, cualquiera que sea su edad, la mujer madre
casado. El papel pasivo receptor de la mujer en esta tarea, bien sea por su centraliza en su persona esta atención que resume tal suma de objetivos.
preparación profesional o porque la cultura no mira bien su colaboración en Complementa esta imagen cultural el moldeamiento religioso que se ex-
el ingreso conyugal, crean una exigencia más que resta posibilidades al logro travierte en una fuerte internalización de los valores de abstención y control
de la categoría de esposa. sexual prematrimonial, garantía de la integridad física de la mujer soltera y
El proceso de sociabilización de la niña en función de su estatus de mujer de su fidelidad matrimonial. Este ajuste normativo se expresa en la exterio-
casada tiende a imbuirle la idea de lo que representa en la sociedad su Ego rización del culto cara a la comunidad (véase, en este complejo, el apartado
en expectaciones y logros, y a condicionarla para satisfacerlos y alcanzarlos, "La religión en Antioquia", "El culto y sus valores inferidos"), la frecuencia
de modo que, empeñosamente, desde los más precoses albores de la vida de los sacramentos y la colaboración en las tareas cívicoreligiosas de la Igle-
femenina, empieza a ser consciente de su papel en la sociedad. Sus primeras sia, dentro de las exigencias participativas relacionadas con los grupos de
manifestaciones en la vida hogareña insinúan ya tal imagen, y cuando entra edad ya señalados (véase el apartado "La religión en Antioquia", "La religión
a la vida de relación con grupos infantiles, las niñas dan muestras vivas de y el control de su ética").
tal enseñanza. Los rasgos distintivos más destacados de la mujer antioqueña Como canal de realización complementario de la meta matrimonial, se
se centran hacia su personalidad física, moral y social. Mientras el mundo orienta su personalidad juvenil a adquirir y hacer consciente el sistema de
interior acapara su formación y su acción, centrándola hacia el cuidado del interrelación con la sociedad, dentro de las distintas órbitas donde ella debe
hogar y extravertiéndola en su representación ante la sociedad, en su yo se moverse. Su personalidad gregaria se exalta, para adecuarse al patrón de
dirige fundamentalmente el aspecto físico y moral. Existe en toda Antioquia esta sociedad fuertemente extrovertida, de manera que ofrezca una imagen
una exaltación muy fuerte de la belleza femenina, con patrones e imágenes plasmada a sus exigencias, participante activa y estimulante de la vida de
estereotipadas que no es el momento para describirlas. Por sobre todas las relación de la familia frente a la comunidad. De ahí el que se le exija
cosas, la cultura exige de la mujer ser bella de acuerdo con el canon estético adquirir destreza y desenvolvimiento en el trato social, como medio de logro
que conforma, como imagen personal y como canal de realización de su meta de los objetivos enunciados, pero también como objetivo final en el meca-
matrimonial. Y lo es en grado tal, que a la infante, su madre, sus parientas nismo de interrelaciones de la familia nuclear, la extensa y la comunidad
maternas y sus amigas, consiguen hacerle muy consciente cuáles rasgos de toda. En el cumplimiento de tales tareas, es cuando su yo femenino alcanza
a
su físico son apetecibles y de cuáles puede sacar partido, cuáles debe ocultar lucir todo el esplendor de su belleza y exteriorizar los patrones de prestigio
o dulcificar y qué debe hacer para lucir con más éxito. Está tan internalizad de su vivienda, traduciendo ante la sociedad los logros materiales a que ha
este sentimiento, que crea una naturaleza física egocéntrica que la conduce "egado su hogar de procreación (véase, en este complejo, "Las imágenes
exaltar en grado sumo lo que a su estética corporal se refiere y a desdeñar atúrales femininas").
a darle importancia secundaria a lo que no la beneficia de acuerdo con En el ejercicio de esta función básica del estatus femenino, la Montaña
ac
principios normativos de su ambiente. Todo el empeñoso afán de la mujer " e expresa la fuerza de sus principios: impone y admira aquella enseñanza
e
moldearse de acuerdo con la imagen ideal estética, perdura a través de menina dirigida al alcance de estos logros y rechaza sistemáticamente todas
as
vida entera, porque este empeño no finaliza en la meta: más allá del m interferencias que la debiliten. Se trata entonces de sacar el mejor partido
en e
monio la cultura exige a la mujer antioqueña ser bella y embellecida c l arreglo personal, en el hogar y en la atención y retribución de normas
4 5 2 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 4 5 3

de hospitalidad a familiares y amigos. Tejidos, bordados, culinaria, modas y t0 femenino. Es tan trascendente ante la cultura este papel, que su cabal tra-
maneras sociales, gestos de elegancia, maquillaje y vestuario novedosos, ocu- ducción exige dejar de lado otros objetivos posiblemente de muy alta valora-
pan el primer lugar, no importa las categorías sociales. Se trata también de ción aisladamente, pero de poca importancia en el papel femenino adscrito,
evitar una imagen divergente por lo cual se desdeñan otros rasgos que no se ya que la cultura espera que la mujer encuentre en la función del estatus de
compaginan con este paradigma: sea el caso de la educación. Antioquia toda esposa y de madre su plenitud y su goce, no pudiendo aceptar que necesita
muestra una marcada reticencia en la instrucción avanzada a sus mujeres más para ser feliz. Con estos papeles su copa está colmada, por lo cual ha
porque no encaja la sabiduría dentro de la imagen modal femenina; por el estimulado y dado prelación a todo lo que la tradición ha señalado como
contrario, parece afectarla negativamente. De este modo, el profesionalismo privativo del Ego femenino, esperando como consecuencia lógica que su sa-
que se ha ido presentando en los últimos tiempos en grupos femeninos urbanos crificio en otorgárselo la halague, sature sus aspiraciones femeninas, en tanto
no ha sido mirado con total benevolencia, ni con estimulante aceptación por que dé ajuste y plenitud dentro de sus pautas de comportamiento. Otras exi-
hombres y mujeres. La imagen femenina antioqueña no requiere saber en el gencias y conquistas pasarían a la categoría de conducta divergente que restan
mismo grado que se le exige virtud, y su educación universitaria más repre- aprecio cultural.
senta un inconveniente para llegar al matrimonio, que un incentivo. En esta Cuajada la imagen femenina a través de la sociabilización, la mujer entra
subcultura colombiana, paralelamente a la belleza, a las pautas de moral in- tempranamente a la lucha para alcanzar el matrimonio. Abandona, según la
dicadas, y a la extraversión social, la imagen de la mujer que se ambiciona estratificación social, en la mitad de la primaria (clase baja) o en los comien-
como esposa debe condicionarse a la entrega total de su Ego a la vida familiar. zos de la secundaria (clase media alta) los estudios, y se considera apta para
Esta focalización impone supeditar el complejo total de la personalidad a las casarse. Entrevistando superioras de colegios de religiosas en la parte oriental
imposiciones del hogar, centrarse absorbentemente en él, y, concomitantemen- antioqueña y caldense, en el norte del Tolima y en la región del sudoeste de
te, en la vida social y religiosa que lo complementa, dejando de lado los Antioquia, en cuyos institutos se educan la mayoría de la juventud femenina
propósitos intelectuales, o cualquiera otro que los diversifique, contraríe o antioqueña, hallé respaldo a mi afirmación. La joven inicia relaciones amo-
anteponga. Es más, si la mujer ha culminado una carrera, lo usual en este rosas con finalidades de logro matrimonial desde los trece años, antes de
medio es que la abandone radicalmente para consagrarse a las exigencias de abandonar las aulas, aunque no es raro hallar fechas menores a la indicada.
su Ego cultural. Paralelamente, como la mujer no debe ser cabeza económica Salida la niña de la escuela o colegio, la meta matrimonial se hace evidente
del hogar, la tarea de ganar dinero profesionalmente entra en abierta pugna y hacia ella dirige todos sus esfuerzos. Dentro del círculo de compañeras del
con los ideales mencionados, ya que interfiere subvalorando el estatus del curso escolar, cada adolescente inicia una verdadera carrera de competencia
esposo y las funciones que la cultura le señala. Para alcanzar primero el matrimonio y, logrado éste, cada cual señala victo-
Otros atributos más de la imagen paradigmática femenina están señalando riosamente su triunfo, emulando por la de realización más precoz, a manera
la jerarquía de su estatus. La mujer focaliza en su personalidad la traducción de trofeo. Cuando a través de las biografías se analizan las fechas en que los
de los patrones externos de prestigio cara a la comunidad, que se constituye grupos femeninos de este complejo contraen matrimonio, se ve gráficamente
según la dinámica social en indicadores de clase, bien sea de su tronco 'a cristalización de este incentivo cultural en edades muy tempranas.
miliar, de su hogar de orientación o el de procreación, valor que motiva Tal situación no puede ocurrir de otro modo. Al conceder la cultura un
que en la Montaña cada clase social vuelca el haber familiar en la re P Predominante énfasis a la parte física, la edad adquiere la más alta valoración
sentación social femenina que traduce manifiesta y tácitamente su o sus en
deterioro de los demás indicadores de aprecio de la personalidades feme-
nc P°r n
'nas, aun de la misma belleza física. De este modo, ante la afluencia sucesiva
gares, y el prestigio económico de su progenitor, marido o hermanos-
esta razón, un hombre admira y desea por esposa una mujer cuya i 01 s
adecuadamente pueda simbolizar y catalizar su ubicación social y s uS L
a fecha menor se observa a los 13 años y medio. La mayor incidencia de enlaces, a los 17 y 18
años.
quistas económicas, determinantes estos que están en la base del moldea
4 5 4 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 4 5 5

y la presión de cada generación, una angustiosa competencia empuja al g^, ¡^entras el aislamiento de las recién inmigradas a la urbe les recorta opción
de turno a alcanzar al matrimonio o a dejar el campo libre, pues los nuevo por falta de elementos de integración. La carencia de desarrollo económico
están empujando con la misma premura para conseguir igual conquista. Con en el ambiente provincial también merma la afluencia de candidatos en con-
secuentemente, el tiempo de opción en esta carrera contra reloj a la meta diciones de asumir su estatus. Por esta razón, cada forastero, símil de un
muy corto, y la mujer tiene que jugarse dentro de él todas sus posibilidades candidato potencial, es hospitalariamente acogido por el grupo juvenil feme-
de cristalización. Cuando se recorre, estudiando este fenómeno, la provincia nino. Si bien la competencia económica varonil lo ostratiza en esta cultura
antioqueña, se halla que en el oriente de toda esta subcultura ya se empiezan de tuerte rivalidad económica, su incorporación se logra a través de la mujer,
a considerar "quedadas" (candidatas a solteronas) las mujeres de dieciocho que ve en él la oportunidad de solucionar su soltería, y le acoge sin discri-
años, y literalmente "solteronas" o "biatas" cuando han traspuesto los veinti- minación, atrayéndolo a su círculo social en mira de posibilidades matrimo-
cuatro. "En las ciudades", dicen las muchachas de provincia, "se casan los niales.
rezagos que dejan los pueblos", queriendo indicar despectivamente que la Resultado final de las precedentes circunstancias, es la tendencia en este
fecha de opción matrimonial siendo más generosa en la urbe, legitima una compieJQ a un matrimonio prematuro en el amplio sentido del vocablo. Lo
más larga competencia que permite la consecución de su logro vital a ele- importante para la mujer, parece, es entregar la soltería, adquirir el estatus de
mentos poco optativos en círculos de más estricta selección. casada. Recordando el ánimo que estimuló al paisa en el azar minero, en las
Durante este lapso de tiempo, la joven, secundada por su familia, se mueve activi dades
a la conquista de marido. Dentro de las limitaciones de la religión y el am- colonizadoras y mercantiles y en la creación empresarial moderna,
biente provinciano, que cierra las posibilidades de relación social entre los proyecciones todas que lo han visto improvisarse ante las circunstancias más
e ail
dos sexos, amistad, la muchacha se ingenia por relacionarse con los jóvenes as, parece que similar ánimo moviera a la mujer a casarse apresurada-
e
de opción matrimonial. En los poblados donde no existen clubes sociales, las y aun con cualquier advenedizo, dejando para luego la solución de las
oportunidades resultan de las reuniones familiares y de las relaciones de los responsabilidades atañederas a su estatus. Embarcada en el matrimonio bajo
hermanos, pero ante todo de la concurrencia a las festividades religiosas. Den- Providente ayuda de su hogar y apoyada en su empuje vital, espera y sabe
tro de las circunstancias mencionadas, el noviazgo es un período corto de delante. Posiblemente es menos peligroso este nuevo azar, porque cuan-
ee
relación muy superficial. La familia —la madre— no permite prolongarlo, _ ncuestan grupos femeninos de solteras y casadas jóvenes, acordemente
atl
dada la limitación cronológica de oportunidades de su parienta; de este modo, esta época como la crucial en sus vidas, pero la más acelerada, tensa
ü
si la situación amorosa no cristaliza pronto en enlace, hay que romperla y § stiosa, ante la cual cualquier solución matrimonial, con todas sus res-
buscar una nueva opción que redunde en favor de la meta buscada. habilidades diferidas, o sin satisfacción, es un remanso. "Por el camino
La situación transitoria de la joven adolescente es más sensible en las ^ g l a n las cargas", decía el arriero "paisa" y aún esta locución encuadra
poblaciones pequeñas donde se proyecta con toda su intensidad y donde las °s apresurados matrimonios de la adolescente antioqueña.
pequeñas incidencias dan a veces un carácter dramático a esta dinámica. Allí ¿Qué representa para la mujer de la Montaña el matrimonio que con tanto
la lucha generacional es más evidente y casi acerba para la joven por el . °usca ella y su familia? Múltiples respuestas pueden hallarse. Caracteriza
estrecho límite que la edad señala; por la expectativa y presiones que la eS ' fii
ani
fuera ilia antioqueña
de ser un alto ambicionada,
la meta cultural promedio de envuelve
hijos. Ellamatrimonio de la hija,a
solución económica
timulan desde el hogar de orientación, necesitado de remplazo económico- , °gares atafagados por una descendencia numerosa. Dije ya que en cada
por la urgencia materna que no quiere que su hija pierda la oportunidad, y 8ar
las hijas representan una fuerte carga. Al casarlas, el marido responderá
por la sociedad que está pidiendo relevo de oportunidades para los gmp° 0r
nica y socialmente por su esposa, constituyendo complementariamente
precedentes. La joven, repito, víctima de estas expectativas encuentra, sin em üe
rza nueva de apoyo al hogar primario de la misma.
bargo, dificultades en su empeño: los movimientos horizontales a las ciudade Gn
otro sentido, el matrimonio significa para la mujer, seguridad material
hacen más ralas las oportunidades matrimoniales de las mujeres pueblera - futuro, porque al casarse ha conquistado quien subvenga económica-
Estatus y función I 4 5 7
456/ Familia y cultura en Colombia

matrimonio para él. En el hogar de procreación la joven esposa va a llegar a


mente a sus personales necesidades y a las del hogar que se le ha dado T
ejercer un dominio pleno, porque su hogar primario pertenece a la madre
mujer ha conseguido por derecho "quién le dé gusto" (locución antioqueña)
donde ella es ama y señora, sin que jamás claudique de su mando. Por esto,
es decir, satisfaga a plenitud sus ambiciones femeninas de exteriorización en
s51o al casarse va a tener campo propio para su iniciativa, dónde ejercer su
los patrones de prestigio correspondientes a su persona y a su hogar, cara a
jurisdicción, pudiendo manejarlo según su interés, proyectar su autoridad so-
su familia y frente a su comunidad.
bre cada una de las funciones del mismo, condicionándolo a su voluntad. Al
Si su adquisición marital corresponde a la imagen cultural, él pondrá todo
nacer los hijos, multiplica su influencia y su mando, subordinando las perso-
su empeño en acrecentar su haber, que de acuerdo con todos los valores in-
nalidades de ellos a su acción sociabilizadora, la cual se ejercita como una
ternalizados hondamente en su personalidad cultural, los pondrá al servicio
función natural de su estatus.
de su hogar, siendo su esposa y su familia a través de estas expectativas los
Este papel corresponde a la realización cabal y a la más depurada aspi-
beneficiarios directos de su esfuerzo. Antioquia enseña y practica que la mujer
ración de una mujer antioqueña. Todo su potencial energético lo vierte en las
casada debe depender materialmente de su marido, función de su estatus, que
faenas de crianza y sociabilización de la prole, tareas en las cuales halla feliz
traduce su prestigio social y económico y su impulso creador individual. En
extraversión catártica, hasta el punto que cuando la descendencia es limitada,
proyectar su esfuerzo creador en la satisfacción de las necesidades primarias
en la opinión de la cultura, parece falta de acción, con energías sobrantes sin
y sociales de su hogar, su mujer y sus hijos, tiene sentido la lucha de cada
canalizar, o como lo expresa gráficamente la Montaña, con el potencial ener-
varón paisa, vuelvo a repetirlo. Tal obligación se traduce también en ventaja
gético represado "de los diez hijos que le faltó criar".
que va a beneficiar a los parientes de la esposa, constituyéndose el yerno en
La mujer en Antioquia, para llegar a su plenitud cultural, necesita en otro
cada matrimonio de una hija, en un recurso más y en un puntal en la economía
sentido de los hijos que confiréndole el estatus de madre, tan sagrado y tan
familiar matrilineal.
ejemplarizado en este complejo, magnifiquen su ubicación familiar. A través
La etapa de logro matrimonial, despertar adolescente, con sus tensiones
del ejercicio de este estatus, derechos y deberes, obtiene el máximo de ple-
asociadas a la edad, representa también en este complejo un período de fre-
nitud.
cuente desajuste entre la madre y la hija. El complejo de expectativas matri-
El estatus matrimonial en la mujer cubre funciones que legitiman la pre-
moniales, suave o acremente conducido, afecta a las dos, con el resultado de
sión hogareña para su logro. Constituye el matrimonio de cada Ego femenino
que por esta época (con alguna de las hijas o sucesivamente con todas) se
una liberación más para su hogar de orientación: la vida sexual, exaltada en
crean desavenencias, conflictos, tensiones que a ambas mortifican. Si bien la
la cultura, hallará entonces canalización normal. La presión de los valores
madre tiene interés en el matrimonio de sus hijas, abriga temor por su con-
éticos y de los patrones normativos fomentan en cada hogar una angustiosa
ducta en este período de tantas restricciones y exigencias al Ego adolescente.
expectativa ante la conducta de las hijas solteras, por las graves implicaciones
Esta situación polivalente crea un conflicto de relaciones materno filiales,
que comprende su desviación, de modo que al entregarlas a su esposo, cada
cuyas incidencias afectan a la joven en tal manera que, para resolverlas, a
madre entrega también las obligaciones de control moral que pesaban sobre
manera de fuga, busca en el matrimonio solución rápida a esta etapa. La
su hogar y su condición de progenitora. Y aunque continúe influyendo como
adolescente sabe por experiencia colectiva que una vez casada, la tensión
elemento de control para que se ajuste a las expectaciones religiosas sociales
desaparece y se olvida dentro de un clima de cordialidad y afecto.
matrimoniales, ha aliviado su función maternal, llegando a la meta sin con-
La mujer de la Montaña es elemento de acción: obstaculizados por la
flictos con una hija más cabalmente realizada.
cultura los canales de realización profesional y económico y restringid3 en
Si el hogar de orientación se libera al casar las hijas, éstas, en su calidad
su soltería dentro del limitado mundo constituido por su hogar de orientación,
de esposas, difieren la responsabilidad del uso de la libertad en la persona de
dentro del cual sólo obedece, el matrimonio abre a la mujer un espacio vita su
s maridos, que en este período constituyen su respaldo. Si bien la mujer se
con "el hogar donde puede mandar" (locución antioqueña), que corresponde
libra de la potestad hogareña para actuar dentro del núcleo familiar que funda,
a la expectativa cultural de cada Ego femenino y símil del significado de
458/ Familia y cultura en Colombia Estatus y función 7459

su conducta social adquiere un nuevo patrón condicionado al respaldo v ncias de las responsabilidades que toma, satisfacer a la sociedad en sus
potestad marital. El núcleo de vecinos, de relaciones y de parientes v S xpectativas, y gratificarse a sí mismo del esfuerzo. El matrimonio es, pues,
complementarle, aprobando o denegando su conducta que se sabe insni / el hombre de la Montaña, el más poderoso incentivo de creación. La ri-
y respaldada por aquél. Dentro de este nuevo estatus, es impropio decir nueza lograda a través de los estímulos que la necesidad de atender a un
la mujer se ha liberado; es más exacto asegurar que ha cambiado de elemP hogar genera, adquiere en este ambiente su mejor expresión, de tal modo que
*"nto
protector y de control de su comportamiento. En esta comunidad, corno éste es el canal institucional que implica la plenitud de cada hombre de la
las demás de Colombia, la mujer no llega al goce pleno de la independencia cultura, porque el hogar que es capaz de formar constituye la medida última
porque todas sus acciones están subordinadas periódicamente a la aprobació y definitiva de su poder y la base para ser juzgado y cotizado en su sociedad.
de sus padres, de su marido, de sus hijos para retornar a la de los primeros Otro aspecto importante que interviene en esta dinámica, es el papel de
cuando sobreviene la separación o la viudez. la mujer como transmisora de la categoría social familiar dentro del matri-
monio. Mientras en el complejo santandereano de tradición hispánica familiar,
Jefatura económica, rango y normas de residencia el padre es la medida en la estratificación social y mientras él es el transmisor
del rango, en el complejo antioqueño este fenómeno ocurre en forma diferente
¿Qué obligaciones y derechos recibe el hombre en el matrimonio? que explica la referencia de filiación de un Ego dado en función de la madre,
La sociedad espera un matrimonio temprano de cada miembro varonil. Y advertido precedentemente. Aquí el estatus de la familia es dado y trasmitido
lo espera, porque soluciona institucionalmente los problemas de naturaleza por la madre. El mecanismo social se cumple así, dentro de un marco teórico
ético sexual. Sometido a control legal, el matrimonio implica para el varón simplista, encuadrado por situaciones extremas que permiten simplificar los
la expresión de su mayoría de edad social, pues las obligaciones derivadas resultados. Cuando un hombre de clase alta se casa con una mujer de clase
de fundar un hogar le dan esta ciudadanía como un derecho adscrito a su baja, desciende, y sus hijos se colocan en los niveles sociales donde la madre
nuevo estatus. Implica también que siendo la cabeza económica de la nueva se ubica. En cambio, si una mujer de clase alta contrae matrimonio con un
célula biológico social, ha llegado a la mayoría de edad en este sentido, es hombre de clase baja, y paralelamente puede mantener su estatus con la ex-
decir, constituye una unidad económica, activa y responsable dentro de la teriorización de adecuados patrones de prestigio, la descendencia se colocará
comunidad antioqueña, capaz para enfrentarse o "medirse" (habla coloquial) al lado de la madre, mientras el padre no logra equipararse a la posición
al conjunto de obligaciones que la cultura demarca. Tiene entonces el matri- social de la esposa, como no logra el marido de clase alta, asimilar a su
monio individualmente considerado, el valor de una meta lograda, y para la posición, a la que toma de los estratos inferiores por compañera. De ahí el
sociedad un hito de descansó, pues cada hombre que se casa es un hombre interés de toda la clase media de que sus hombres puedan realizar una alianza
más que se obliga a sus patrones de trabajo, de creación de riqueza, de res- matrimonial con una clase más alta, cuyas mujeres les abren las puertas sin
paldo institucional y, por tanto, que se ajusta a la cultura. detrimento de su categoría, gestando una generación mejor ubicada que el
El hombre antioqueño, al casarse muy joven, hace manifiesta una de las Padre. Esta oportunidad, base de una ágil dinámica social que también propicia
características de su personalidad agresiva de que he hecho mención: asume la conquista económica, constituye también una puerta de fácil escape a la
m
responsabilidades como un reto a su capacidad de acción y de respuesta aa ujer de la Montaña que no halla una fácil y abundante opción matrimonial.
ellas. Prodiga un íntimo sentimiento de capacidad, de poder luchar con efec- Los principios de la dinámica social no la lesionan, favoreciendo el im-
tividad, de encontrar respaldo en sí mismo y en su comunidad, para verter su pulso del estatus adquirido, rasgo característico de su estructura de clase.
esfuerzo en una realización fértil al grupo y gratificante al individuo. Este es Concomitantemente se observa en toda Antioquia el afán y la tensión materna
uno de los valores del matrimonio masculino: constituye una prueba de fueS° Realizado por la alternativa de la elección de esposa, del hijo varón, dentro
de
a la que cada joven se somete gustoso, encontrando en él aliciente para HeSar la cual se siente muy presente este denominador de clase. "Fulano, tiene
d
a la ambicionada meta cultural de la riqueza, que le permitirá cubrir las e*1' e novia una negrita" o "se ha casado con una negrita", juicios peyorativos
Estatus y función I 4 6 1
4 6 0 / Familia y cultura en Colombia j
í

en el noviazgo y en la elección de esposa, pues significan el descenso del v de sus hijas forman núcleo en vecindades que permiten la frecuencia social de
pretendiente, del marido, y de la rama familiar que genera. Lógicamente tam- unas y otras. La proyección maternal sobre los hogares es tan fuerte y tan nece-
bién en toda la Montaña, no se percibe dentro de las clases pudientes la misma saria, que conduce a este tipo de ubicación residencial. Tan vigoroso y recíproco
ansiedad social en el matrimonio de las hijas, a excepción de limitados grupos eS el funcionalismo de dicha relación, gestado sobre el pasado colonizador y mi-

tradicionales. Es natural que las estimulen a hallar un marido de su categoría nero, que cuando las circunstancias de trabajo obligan al jefe económico de la
pero aceptan la unión matrimonial de la parienta con el candidato que elija, familia a radicarse fuera, la mujer mantiene su residencia en torno de la madre,
más en relación con sus méritos personales, estatus adquirido, que por razones siendo difícil que se consiga la movilización de la familia al lado del progenitor.
de ventaja social. Como no se asimila la familia del futuro yerno, y su inter- Se pueden alegar explicaciones de diverso género, pero lo cierto es que, hasta lo
ferencia es distante, se eliminan preocupaciones en la unión matrimonial de imposible, la mujer antioqueña lucha por permanecer en vecindad con sus con-
las hijas, basados en los sistemas de transmisión del rango, función del estatus sanguíneos (matrilocal, uxorilocal), prefiriendo esta cercanía a su hogar de orien-
femenino. tación, que la unidad habitacional con el marido. De esta manera no es raro y
El habla antioqueña en relación con la residencia de cada pareja dice constituye una modalidad generalizada, el que cada hogar antioqueño, por lo me-
siempre: "El que se casa quiere casa y talego para el mercado", queriendo nos en algún o algunos períodos de su vida familiar, se haya desenvuelto duolo-
significar la obligación de conformar una unidad habitacional aparte del nú- calmente: el padre en el lugar de trabajo y la madre al lado de su tronco materno.
cleo primario de los progenitores, y a responsabilizarse individualmente de Otro aspecto de la residencia centrada en torno a la madre, puede verse
las obligaciones materiales. Cada hogar es, pues, una célula habitacional in- en hogares de este complejo: por períodos más o menos largos, la mujer que
dependiente y de economía propia. tiene su marido "entablado" (locución antioqueña, establecido económicamen-
Así, podemos afirmar que la residencia es neolocal. Si esto es cierto en te) fuera de su ambiente nativo, regresa a su hogar de orientación con todos
forma teórica, requiere una explicación que aclare la realidad cultural. Aunque sus hijos para vivir por un tiempo en él. El determinante de su regreso no es
el antioqueño es el grupo más amplio en su habitat, extendido en razón de la necesidad de permanecer dentro del medio ambiente cultural nativo, porque
su característico éxodo horizontal, curiosamente sus mujeres constituyen los en las ciudades extrañas a su gentilicio, ella establece colonias, a la manera
elementos de mayor arraigo al terruño. Las exigencias del sustento y de abrirse de los núcleos extranjeros en ultramar, donde no entra en contacto con los
horizontes, han dispersado y mueven al hombre de la Montaña fuera de ella. elementos terrígenos, centrándose solamente en sus amistades antioqueñas.
Sin embargo, aunque cada emigrante llega a radicarse firmemente fuera de Escasamente, los núcleos sociales muy altos, por razón de sus intereses, dan
su ámbito nativo, conserva un fuerte anhelo de regreso, como el del indiano entrada a elementos regionales culturo económicos diferentes. Entonces la
tradicional hispano que retorna viejo y rico a su pueblo natal. No siempre razón y la fuerza del retorno periódico de cada esposa antioqueña residente
esta oportunidad se alcanza en el grupo masculino, pero en la mujer esta fuera de la Montaña o forzada a hacerlo, es la focalización en torno de su
angustia de vuelta a la cultura se evidencia más, y se hace cada vez mas hogar materno, evidente en todo momento de la vida femenina y con el cual
realidad. Haciendo encuestas fuera y dentro de Antioquia, he hallado que el ta hija no llega jamás a romper el cordón umbilical de su dependencia. En
regreso es radical o periódico. La mujer no puede alejarse de su familia y °tras ocasiones, cuando un tronco familiar antioqueño se ha radicado fuera,
retorna a vivir por temporadas al seno de la misma, presionando las circuns- 'a mujer extrañada de sus consanguíneos procura movilizar a su parentela
tancias económicas de su marido que la alejan del grupo consanguíneo. Materna al ambiente donde se ha radicado: hermanas casadas y solteras se
Como efecto de esta tendencia, la residencia de cada pareja procura ubicars trasladan y con cierta frecuencia arranca a sus padres, con lo cual el retorno
dentro de la órbita ambiental femenina, es decir, es ostensivamente matrilocal- tiene ya para ella una significación más débil, cumplido lo cual acaba por
arr
esposa prefiere vivir al lado de sus familiares, es una razón de mucha exigen aigarse en la "nueva patria".
y tal tendencia sigue manifestándose no sólo en el ámbito campesino, sino tamW Sin embargo, hay que aclararlo, la mujer, a pesar de su adhesión al hogar
de
en el ambiente urbano de las grandes y pequeñas ciudades. Las casas de la ma orientación, no quiere vivir dentro de él sino en período de crisis econó-
Estatus y función / 4 6 3
4 6 2 / Familia y cultura en Colombia

La endogamia consanguínea no nace como la anterior, de una fuerte iden-


mica. Junto a él, cerca a su influencia, pero no en su interior, bajo su total
tificación cultural y de un sentimiento de superioridad en relación con las
dependencia. La premisa cultural de que cada familia debe constituir un hogar
demás instituciones y valores de la ajena comunidad. Nace de la estructura
aparte, es defendida tanto por la hija como por la madre, para conservar libre
misma de la familia en Antioquia. Aquí el matrimonio del hombre plantea
de conflicto las órbitas de acción de cada mujer, aunque se encuentren inter-
como norma cultural de intensidad distinta, pero siempre presente, un con-
ligadas y en relación recíproca. Se halla tan internalizado el sentido de do-
flicto de autoridad cuyas cabezas son la madre y la esposa, representantes de
minio en su hogar de procreación, que ningún Ego femenino claudica de él
las dos familias unidas por el parentesco de afinidad, generado por el matri-
ni en favor de su madre ni de sus hijas. Es un mundo propio que no se aliena,
monio de sus respectivos miembros. Obedece también al estatus del hombre
y aunque oye y acepta intromisiones, en última instancia conserva su mando
dentro de su propio hogar de orientación y al extrañamiento de su familia
hasta la muerte.
dentro de la célula familiar que estructura al casarse.
Este desplazamiento de influencias inspira parte de la oposición materna
La endomagia cultural, la consanguínea y la autoridad
al matrimonio de los hijos varones. Mientras las mujeres casadas pueden per-
manecer adictas y multiplicar el radio de acción de su hogar de orientación,
Otro de los rasgos que marcaban muy fuertemente la alianza matrimonial
evidenciando en ellos la imagen materna, los hijos al casarse quedan fuera
en el pasado y que continúa manifestándose como tendencia, aunque con
de la órbita de poder de la progenitora, escapan a sus manos, a su autoridad,
menor intensidad, era y es la endogamia cultural y familiar. El constante
a su influencia directa. Ante la potencia maternal se van a enfrentar por el
éxodo del grupo juvenil antioqueño lo lleva a establecerse dentro de alguna
resto de la existencia el poder de la esposa y el de su familia, que desde
subcultura colombiana, en la cual, no pudiendo o queriendo adaptarse a las
entonces van a capitalizar su ayuda, a tratar de asimilar al hombre a su grupo
imágenes femeninas del nuevo ambiente, y presionado además, por sus fa-
familiar, desprendiéndolo del propio. En adelante, en el hogar de la hija, van
miliares maternos, temerosos de la intromisión en la vida familiar de ele-
a estar presentes en complejo mecanismo las dos familias, la suya propia y
mentos foráneos contra los cuales en esta cultura tan monogámica han exis-
la de su marido, como dos clanes, como dos estratos sociales, como dos castas
tido y prevalecen prejuicios en sus valores, pautas y comportamiento
o dos credos religiosos, como dos culturas disímiles. Son dos órbitas tratando
relativos a la familia, retornaban y regresan a su terruño nativo a casarse.
de retener la una al hijo, y tratando de asimilar y de arrancar al yerno y
La mujer elegida bajo esta circunstancia, constituye el más poderoso vínculo
marido la otra, haciendo válida una tensión encubierta que con frecuencia se
regional, porque, según lo expuesto precedentemente, instaba y conduce al
singulariza en conflicto manifiesto entre las dos cabezas o bandos, la madre,
regreso y a la relación terrígena. Algunas zonas foráneas gozaban y tienen 0
las hermanas del hombre, y la esposa, la suegra y sus familiares. El resultado
una menor aceptación para proporcionar esposa al hombre de la Montaña, es
que paulatinamente, al llegar los hijos, los consanguíneos del hombre pier-
por una menor identificación de las imágenes femeninas de cada una de
den su poder y su influencia, ya que una célula nueva conformada por la
ellas con las de la Montaña. Cali y Bogotá, por ejemplo, no ofrecen opción, es
posa y los hijos va suplantando al hogar primario y atrayéndolo a su órbita.
de manera que se cuenta folclóricamente que cuando el paisa recién casado
^a acción de la generación nueva, termina con su conjunto de responsabili-
presentaba la mujer a sus parientas, lo hacía con esta formula introductoria-
dades y de derechos por actuar decisivamente en este conflicto de influencias
"Fulana, mi esposa, de tal sitio [...], pero honrada". La ruptura de esta a
favor de la esposa. Sin embargo, en este complejo puede observarse a todo
barreras culturales, a través de una homogenización nacional acelerada P 0
largo de la vida hogareña una tensión edipiana culpable parcial en los casos
la vialización, la interrelación económica, el matrimonio intercultural de
desajuste familiar, ya que la madre del marido (valga decir, su grupo fa-
mujeres y varones antioqueños, el establecimiento de parejas paisas iu
l t a r ) , si no mantiene su dominio, mantiene la tensión en detrimento de la
de su tierra y cuyos hijos crecen lejos del terruño, ha creado generacio es
posa. O ésta cristaliza en su personalidad la etiología del conflicto, cuando
de "antioqueños" de cultura mixta, suavizando un tanto esta endogamia n s
° on las dos cabezas de los dos grupos afines que actúan en esta lucha
tural de antigua y recia vigencia.
464/ Familia y cultura en Colombia Estatus y función I 4 6 5

irreconciliable, pero que, según las clases culturales, guardan un cierto pudor La autoridad y la descendencia
en su expresión externa.
Estas tensiones tratan de solucionarse con la endogamia, que se dirige Otra característica familiar antioqueña está representada en la alta natalidad.
con más intensa frecuencia dentro del núcleo familiar materno (con el na. Si se logran mensurar exactamente el promedio de hijos de cada región co-
temo se asimilaría al caso descrito), prefiriéndose entre primos paralelos lombiana se hallarían, en comparación con la Montaña, diferencias leves, o
Observando el proceso se encuentra que el noviazgo surge en la época ado- quizás índices superiores. Tal vez los niveles de vida más altos reducen en
lescente como fenómeno nacido de la relación entre los dos sexos, posible esta subcultura el diezmo de muertes infantiles en comparación con otras
en provincia sólo dentro de núcleos familiares, y que desemboca así en el regiones. Lo característico aquí es que el hogar prolífico constituye un ma-
matrimonio bajo la protección de las madres que encuentran acertada esta nifiesto generalizado y ostensivo patrón de identificación entre los miembros
vinculación que no aparta al varón de sus consanguíneos, y que para la de todos los niveles sociales. El alto promedio de hijos por familia, motivado
mirada y exigencia maternas, recae sobre un elemento de su misma sangre, como norma ética religiosa es de práctica consciente y es un timbre de orgullo
y de su misma cultura, con lo cual el conflicto se evade, y ambas familias en cada hogar. Repito que mientras en la subcultura litoral fluvio minera los
reciben mutuos servicios. En otros casos, los dos grupos de parientas se hijos numerosos gratifican la imagen del varón que los engendra, sin importar
encargan de realizar y propiciar el entendimiento de la pareja: las hermanas la estructura familiar de donde nacen, en la Montaña esta gratificación sólo
y las madres presionan sobre el hijo para que elija esposa dentro del con- se refiere al descendiente legítimo, cobija los dos progenitores que partici-
junto de parientas de su misma generación, primas, de primero, segundo o pando de la escueta valoración física "vigor de la raza", involucra más una
más grado*, cuya imagen exaltan por sus virtudes y ventajas, hasta lograr paternidad de tipo cultural, no presente en el anterior grupo colombiano. Lo
concertar el matrimonio ambicionado. Cuando el hombre emigra, madre y que en última instancia honra el hogar antioqueño, no es la escueta presencia
hermanas le mantienen vigente este compromiso hasta obligarlo a su satis- física de muchos hijos, como orgullo de versión cuantitativa: es lo que ellos
facción. Es un convenio trascendente que fuerza imperativamente a los dos representan en esfuerzo para criarlos, para educarlos, para subvenir a sus ne-
candidatos a su cumplimiento, poniéndose de manifiesto entre los dos las cesidades primarias y para ubicarlos en el estatus socioeconómico donde sus
relaciones de parentesco y la unidad del grupo. El oriente antioqueño y el padres los han situado. De este realización se enorgullecen sus progenitores,
caldense presentan en mis encuestas, dentro de cada tronco familiar, el ma- y de su prolongación en vidas fértiles cuando el ciclo de los hijos va repitiendo
yor número de matrimonios endógamos, en relación con el occidente, por- la etapa vital de los padres. Esta paternidad múltiple, encama el mérito de
centaje que alcanza a todas las clases; pero los indicios sugieren su mayor dar a la sociedad muchos elementos activos e identificados con su cultura.
presencia en el pasado dentro de los grupos altos. Geográficamente consi- También ofrece proyecciones particulares sobre el complejo de la autoridad,
derada, esta endogamia se le halla con mayor frecuencia en Antioquia y una amplia descendencia en la Montaña. El número crecido de hijos con sus
Caldas que en el Valle o el Tolima. Este rasgo aún se siente vigente en Patrones de adhesión y reconocimiento a los padres y especialmente a la
grupos de "antioqueños culturales", denominando así a los nacidos de padres madre, gratifican a los mismos ante la cultura y dentro de cada unidad per-
antioqueños pero criados fuera de su ambiente geográfico, aunque asimila' sonal. Cada hijo e hija multiplican el poder del ascendiente a través de los
dos a las mismas premisas culturales por las cuales aún buscan la alianza derechos que le retribuyen de los deberes que su estatus filial crea. No implica
est
matrimonial dentro de su grupo consanguíneo. a situación que el padre o la madre no deban proyectar recíprocamente
'déntico mecanismo, de gratificaciones y gravámenes en función del descen-
dente. Ocurre sí que dentro del apretado haz de la familia nuclear, este true-
ne se proyecta en tal forma que, durante la infancia de la prole, los padres
ace
ntúan la parte negativa de la función de su estatus hacia aquella, los de-
* ¿Restos posibles de la estructura matrimonial preferencial entre primos paralelos vigentes en ber
es; pero al crecer esta descendencia, la función de la posición filial se
india de esta zona?
4 6 6 / Familia y cultura en Colombia Estatus y función /467

torna a la inversa: se exaltan los derechos y de protegida la generación de turas familiares. En el núcleo primario durante la etapa de crianza y sociabi-
los hijos, se torna en protectora hacia los progenitores, reforzando su p0(jer lización (hasta los quince años), la primera figura en la jerarquía de la auto-
en un sentido personal y frente a la comunidad total. Mientras los años jóvenes ridad familiar es la madre, cuyo estatus acumula el mayor número de derechos
de una pareja constituyen la etapa de labor acuciosa en la crianza, sosteni- Y de deberes y, en segundo lugar, se focaliza en el padre. A medida que
miento y sociabilización de la progenie con su suma de obligaciones, la veje? avanza el estadio de la vida doméstica, aparecen figuras complementarias en
será la de cosecha retributiva en el estatus. Y se siente en la Montaña que la persona de la hija mayor, seguida de las demás hijas, ubicándose al final
un mayor esfuerzo inicial con muchos hijos, se verá cubierto con creces en de la escala la de los hijos. Estas figuras femeninas complementarias consti-
la edad madura por la retribución en respeto, cooperación y obediencia de tuyen en cierto modo un refuerzo del poder materno, porque actúan a manera
una numerosa descendencia. Cada hijo en este sentido toma un valor multi- de segundos Egos, secundando su obligación y ejerciendo en nombre suyo
plicador que magnifica el poder paternal. Este ideal de descendencia numerosa sus derechos. Por ello cuando aparecen dentro del cuadro familiar es necesario
es uno de los factores de conflicto entre la sociedad agraria de ayer y las ubicarlas en función de su papel en una escala aproximada al estatus materno.
innovaciones que la urbana tiende a establecer en sus instituciones. De ello
hablaremos más adelante. El estatus en los deberes y los derechos

La autoridad: su jerarquización Analicemos la autoridad a través del ejercicio de los derechos y de los deberes.
El género de vida de la comunidad antioqueña cumplido en el presente y
Trátese de la familia extensa o del núcleo primario, la autoridad dentro del satisfecho en el pasado ha entregado a la mujer la posición de administradora
hogar reside en primera instancia en la madre. Cuando se recorre estudiando del hogar. El padre, mediante su jefatura económica, la provee de todos los
el complejo antioqueño, se halla que sólo en viejas familias de tradición his- elementos materiales para su subsistencia (como forma modal tenemos un
pánica, que han conservado intactos sus valores de estirpe y sobreviven in- presupuesto fijo que la mujer administra por mensualidades, semanas, déca-
sularmente dentro de su medio ambiente, el hombre conserva algunos rasgos das, días, etc.) en forma de contante o de elementos materiales. La mujer
de autoridad semejantes a la forma hispánica. Dentro de estos casos atípicos, casada en la Montaña no coopera en la tarea de producción, ni siquiera en
el señor de la casa ejerce la autoridad primera en el hogar, pero cada vez las zonas de pancoger, hasta el punto de que los grupos aborígenes antioque-
más interferido por las formas antioqueñas, y en abierto conflicto con ellas. ños que Schenck mostraba como reductos de trabajo en el siglo pasado, fueron
Cuando emigra a otras ciudades donde su tradición se pierde, con su estatus asimilados en el proceso de integración cultural, y el espectáculo indicado
se pierden también los rasgos que destacaban su autoridad. Tal el caso de por el viajero, de la mujer ocupada en las faenas agrícolas, no es ahora rea-
familias de Santa Fe de Antioquia, Sonsón, Marinilla, por ejemplo. lidad en este complejo.
Presentando estas excepciones, se puede aplicar en todo el complejo el En la ciudad sólo aparece el trabajo productivo de algunas de las mujeres
refrán antioqueño: "La mujer manda de puertas para adentro y el hombre de solteras o dé la madre mientras duran las crisis familiares: viudez, deserción
puertas para afuera", queriendo decir que el derecho de decisión con su res- o invalidez del padre, y ausencia de hijos mayores que puedan remplazado,
ponsabilidad en toda la administración familiar compete a la mujer, y toda Ia con el consiguiente retorno de la madre al hogar, tan pronto estas circunstan-
actividad productiva laboral compete al hombre. O dicho de otro modo, 'a cias se atenúan o cambian.
calle es de los hombres y la casa de las mujeres" (locución paisa), estable- Fuera de la escueta tarea de atender a la satisfacción de las necesidades
ciendo con ello los radios de acción y de dominio de cada sexo. d
e la crianza (alimentos, vestuario, aseo personal y de la vivienda), la madre
De esta manera, si se intenta dar una jerarquización de la autoridad en Juega un papel importante en el proceso de sociabilización. Ambos sexos son
familia, tenemos que concluir que en este complejo se tiende a la unificac,° adiestrados por ella, quien es el elemento encargado en la familia para satis-
de la misma dentro de los distintos niveles sociales, y de las distintas estruc facer sus necesidades materiales y la guarda de su salud. En las zonas cam-
I-
Estatus y función I 4 6 9
468/ Familia y cultura en Colombia I

oes o de la función gregaria de la familia. La interrelación social, el compor-


pesinas donde bien pronto se insinúa la ayuda del hijo en los menesteres
materiales agropecuarios, este proceso es desempeñado por el padre en fun. tamiento de cada uno de los hijos, los conflictos surgidos de este mismo
ción de sus hijos varones, que a su lado van iniciándose en las tareas de fenómeno, la participación de las actividades sociales, religiosas y familiares,
producción atañederas a su sexo. Cuando se trata de zonas caficultoras, en- son decisiones que les competen. También reglamentan la educación de los
contramos el único caso en que la mujer soltera colabora en el proceso de la hijos o hermanos, tanto como deciden sobre la movilidad de la familia, la
recolección, labor la única de su incumbencia. En las demás, es abstraída residencia, las formas de exteriorización de los patrones de prestigio indivi-
totalmente de cualquier menester material productivo fuera del hogar. duales y del núcleo doméstico.
La ausencia casi permanente del padre en la jornada diaria, o durante los La madre (o la hija mayor) se constituyen en el epicentro del control de
períodos de éxodo laboral, ha hecho recaer fundamentalmente sobre la madre la conducta institucionalizada de la descendencia. Su autoridad se dirige a
la tarea de castigos y de recompensas en el moldeamiento y ajuste de la moldearla, pero también a controlarla. Las prácticas religiosas, la moral, están
personalidad del hijo a las normas de comportamiento social, moral y material estimuladas por dicho poder, que sujeta fuertemente, y en su ánimo no admite
señaladas por la cultura. En esta tarea la madre se ve ayudada por la hija posibilidades de desviación, constituyéndose en la segunda conciencia de cada
mayor, en quien, mediante un principio sustitutivo de tareas y de derechos, hijo. Si bien es cierto que durante el proceso sociabilizador la madre adopta
acaba por asumir el papel de la progenitora en la jerarquía doméstica. La hija con sus hijos varones y hembras una conducta dual, de severa restricción para
mayor recibe más que las demás en todos los niveles sociales antioqueños, las últimas y de tácita complacencia para los segundos, está sentando las bases
un peso más fuerte y una mayor responsabilidad en las tareas familiares o en de la moral social, que permite amplitud encubierta al hombre y restricción
la dirección de sus hermanos. Si se trata de clases muy altas y de familias absoluta en la mujer, como ya lo he expuesto. (Véase, en este complejo, "La
cortas, estos deberes se menguan con la ayuda material de la servidumbre, religión y el control de su ética")- Esta acción coercitiva maternal o fraternal
pero aún así, la madre ve en la hija, un remplazo cabal de sus obligaciones está casi completamente dirigida al aspecto sexual que es el de mayor interés
materiales en la administración del hogar, y en las de crianza y educación de cultural. A través de sus principios normativos, el hombre sujeta su con-
los hijos menores, así como en la satisfacción de las obligaciones sociales, ducta a los patrones externos de ética y condiciona su desviación de las
familiares y religiosas que al hogar primario competen. También corresponde normas religiosas ciñéndose a los patrones de cultura tácita, prostitución
a la hija mayor tomar un gran número de decisiones en nombre de la madre u homosexualismo. En este ajuste varonil, la madre se mantiene al margen,
o para colaborar con ella, proporcionando las más de las veces consejo en pero se manifiesta como censor y tenso instrumento de control de la conducta
cada situación. Paulatinamente, en el seno del hogar primario la imagen de del hijo, en los casos en que éste transgrede las normas manifiestas de ética
una segunda madre se va conformando, figura sustitutiva que ejerce sus res- sexual provocando la animadversión social, como en los casos en que forma
ponsabilidades y derechos con los padres y con los demás hermanos, en tal hogares en unión libre o relación esporádica. Es interesante notar que esta
forma que la progenitora, retraída de muchas tareas de su estatus por las función del estatus maternal continúa activa tras la conducta del hijo una vez
dificultades de una maternidad anual, o por obligaciones sociales, entra en casado. Inspirada en su moral religiosa, se hace presente en las situaciones
receso, mientras la hija mayor ocupa su puesto y ejerce toda la autoridad de conflicto matrimonial provocado por la conducta divergente del varón. Sin
hasta ser el verdadero centro de la vida hogareña. embargo, en los casos de tensión cultural muy ostensiva entre la madre y la
esposa, la primera se evade y no ejerce su todopoderosa influencia para con-
Llegada una segunda etapa hogareña (después de los quince años), >a
tener el comportamiento desviado de su hijo, y si la esposa reclama su acción,
madre y la hija mayor focalizan toda la atención en el ejercicio de la autoridad.
invoca principios de libertad, o disculpa la transgresión filial acusando a la
que se acrecienta a medida que el ciclo vital de la familia va en avance. ka
nuera como causa básica de la misma.
progenitora o su remplazo filial, prospectan todas las actividades hogareñas
y se responsabilizan de su cumplimiento, y cuando los hijos empiezan a in- Para completar este panorama del estatus femenino, vuelvo a recordar que
el
tervenir como miembros de la sociedad, centralizan en sus manos todo e hombre es la cabeza económica de la unidad doméstica. Aunque sobre él
470/ Familia y cultura en Colombia Estatus y función /471

pesa toda la responsabilidad material, existe un rasgo que identifica a esta conómico ¿c la familia cuando las condiciones lo exijen, cooperar o ponerse
subcultura: cualquiera que sea el nivel social de cada hogar, toda iniciatiy „! frente del ingreso familiar. Su papel se hace activo con frecuencia: familias
económica, en su amplio concepto, es sometida a la consulta hogareña y den tan numerosas como las de la Montaña no logran salir adelante sino a través
tro de ella, marido y mujer toman las decisiones conjuntamente. Existe un del esfuerzo coordinado y conjunto de todos los miembros del hogar primario.
reconocimiento popularizado en Antioquia, de que la mujer es mejor visionaria Dentro de la permanente movilidad horizontal de este núcleo, el hijo mayor
en estos trajines que el hombre, y que de atender o no solicitar su consejo constituye la cabeza de puente que llega a la ciudad y arraiga en ella, trayendo
significa fracaso en la operación que no cuenta con su reconocimiento. De a su derredor uno por uno los hermanos capacitados para ser integrados en

manera que en última instancia, este complejo, que tiene en sus manos la la urbe, y luego de un esfuerzo coordinado, cuando se han aglutinado posi-
mayor riqueza potencial y activa del país, depende en sus planes y acción de bilidades, se moviliza el núcleo primario con los progenitores y los hijos
la decisión de la esposa de cada empresario, de cada hombre de negocios, de pequeños. A través del esfuerzo de éste y de los siguientes hermanos mayores,
cada obrero, etc., en cada nivel de la producción o del trabajo. Esta circuns- los últimos se incorporan a la ciudad, y alcanzan niveles de tecnificación y
tancia de carácter económico, constituye un importante índice que da una de educación superiores al de los primeros, integrándose dentro del profesio-
medida objetiva del estatus femenino y de su proyección fuera del ámbito nalismo y logrando estatus sociales superiores al resto de la familia levantada
hogareño. en condiciones menos ventajosas.
En otro aspecto, también se siente esta interferencia. Es oportuno repetir A pesar de que el hijo mayor puede jugar el papel de suplantar la tarea
que la mujer focaliza en su persona y en lo atañedero a su hogar la expresión económica del padre, no obstante, no alcanza jamás dentro del hogar a igualar
de los patrones de prestigio de cada clase y traduce socialmente los valores el estatus de la hermana mayor, menos al de la madre. A pesar de su cola-
de la riqueza conquistada por su marido o padre. Y esta transferencia se logra boración material que llega a remplazar totalmente la del progenitor, se man-
desde temprana edad, lo que explica el que todo lo que atañe a la satisfacción tiene en el sitio subordinado en que se ubica dentro de cada hogar la autoridad
femenina alcanza prelación y preferencia en la inversión, en tanto que lo que común al hombre en este complejo, sin que su función vital aumente o cris-
se refiere en la misma escala al hombre no logra estas distinciones. Aun en talice en mejores opciones dentro de la comunidad doméstica. Está satisfa-
las clases sociales más altas, no recibe en la satisfacción de sus necesidades ciendo un deber, que si no cubriera, recibiría el reproche familiar y social.
primarias (padre, esposo, hijo), (vestuario, habitación, alimentación, predilec- La gratificación está en sí mismo, en poder realizarlo, nada más.
ciones), la atención y lujo dedicados a la mujer. Una marcada sencillez iguala Otro aspecto más del estatus de los hijos lo da la imagen del menor. Si
en todos los estratos a los varones, que juzgan superfluas inadecuadas otras se trata de una mujer, la cultura le permite los extremos mayores de "con-
manifestaciones más generosas. De esta manera, la esposa y complementa- templación" (locución antioqueña) por consentimiento, mimo para la misma,
riamente las hijas, se convierten en la vitrina que permite vislumbrar el interior tolerándose todos los caprichos y cubriendo con la mayor amplitud posible a
c
económico de un hogar. Este papel es uno de los que mayor importancia ada nivel económico, sus exteriorizaciones sociales. Por otra parte, el grupo
concede la cultura en su proceso de sociabilización, y al que el Ego femenino fe hermanos extreman sus relaciones afectivas en ella, dulcifican cada instante
debe, mediante su condicionamiento a la imagen cultural, satisfacer para iden- fe su vida con cuidados y complacencias materiales, que la siguen a través
tificarse con las expectaciones familiares y del marido en los respectivos ho- fe toda su vida. Sobre "la chiquita", "ñaña" (denominación que recibe) de la
Ca
gares. sa, las hermanas emplean una actitud maternal protectora que también se
He situado en el último rango de la autoridad a los hijos varones. Sin Proyecta en todo el transcurso de su vida.
embargo, dentro de él hay que destacar el papel del primero, no en el sentí Cuando un varón ocupa la situación de ultimogénito, condiciones similares
a
del mayorazgo en Santander, donde el primogénito focaliza los valores c° ^s anteriores rodean su existencia, extremándose por parte de la madre la
cedidos en este grupo de rasgos patriarcales al progenitor. No. En Antioqu Protección del mismo que lo convierte por el resto de la vida en el foco
af
al hijo mayor le corresponde aliviar, complementar o tomar el puesto de J ectivo de la familia primaria. Toda la aquiescencia, toda la ternura se vuelca
472/ Familia y cultura en Colombia Estatus y función / 4 7 3

sobre él, así como una casi total complacencia que deteriora el desenvolví gsta personalidad tan dinámica, paradójicamente parece como si fuera incapaz
miento de su personalidad social e individual. Se genera un conflicto entre ¿e desenvolverse con eficacia, con seguridad interior, y con eficiencia sin la
las exigencias de este complejo en relación con el joven y lo que la madre decisión materna.
y sus hermanas le permiten en expansión y responsabilidad. Su dinamismo Esta fuerza de integración en el ejercicio del hogar, explica la continuidad
se frena, su capacidad creadora pierde acicates, su proyección agresiva se e integración de la familia antioqueña en todo su acervo cultural. Una gene-
limita, entorpecida por la dulzura de su transcurrir, ante la cual pierde inicia- ración encadena a la otra, la moldea, la sujeta, prolongando su acción restric-
tivas hasta el punto de que el ambiente familiar jamás le permite alcanzar la tiva moldeadora y estimulante de la conducta cultural por más largos períodos
mayoría de edad, por lo cual este último hijo se "queda pegado a las faldas de tiempo que en otro complejo. Aquí reside la fuerza integradora del mismo,
de la madre" y de las hermanas que lo protegen con cariño de abuelas. En su fuerte identificación: la familia a través de este sistema madre hija mantiene
otras facetas de su personalidad, se proyecta la debilidad del grupo familiar vigentes las pautas de la generación anterior en la nueva, a la vez que las
femenino hogareño: el mimo y la actitud siempre benevolente de su hogar, proyecta sobre el siguiente grupo. Significa esto también que el proceso so-
que sólo tienen palabras de elogio y de disculpa a su conducta, diferente a ciabilizante del sexo femenino se extiende a todo el ciclo vital del mismo,
la exigente expectación que rodea a la de sus otros hermanos, retardan y porque en la etapa adulta la dirección materna va cristalizando su tarea en
obstaculizan la internalización de una moral social, convirtiéndose no pocas enseñanzas prácticas que cada instante nuevo traen a la hija, que luego a su
veces el hijo menor en "el pollo pelón" (locución antioqueña), es decir, en el tiempo preciso se proyectará en forma similar sobre la siguiente generación
elemento anticultural o divergente de la familia, que no culmina en su vida en eslabones de estrecha continuidad.
adulta de acuerdo con las expectativas genéricas, permanece infantilizado, y Por esta razón, es difícil dar con certeza el segundo renglón en la autoridad
mantiene en su trayectoria una vida parasitaria a expensas de los demás, o hogareña al padre. No obstante, ante la cultura y ante la encuesta, en forma ma-
produce formas antisociales precoces. En otras oportunidades, al enfrentarse nifiesta, aparece que aquel tiene prelación en el hogar. Pero a través de la obser-
a la vida, cuando condiciones particulares de su existencia rompen la muralla vación participante y del análisis del transcurrir doméstico (decisiones y derechos)
parasol que lo rodea, fácilmente se traumatiza configurando una personalidad se llega a concluir que el tejido social entrega sus hebras directrices a la mujer,
neurótica. Frecuentemente, la muerte de la madre produce en la personalidad o esposa, que obra como instrumento de la misma. En esta dinámica, ella asume
de este hijo menor criado bajo tales circunstancias, traumas psíquicos irrepa- el papel de intermediaria, de moldeadora de la vida hogareña, de encuadre de la
rables. voluntad marital, de su condicionadora a los dictados de la cultura representados
Al crecer la familia se observan algunos cambios en el estatus de sus en la voz de su esposa. Este sistema es el que determina la asimilación del hombre
miembros. La madre continúa en su papel focalizador de la autoridad, que al grupo familiar de su mujer. La misma fuerza que dirige su acción lo va atra-
encuentra nuevo campo de acción en la casa de sus hijas casadas. Nada trans- yendo paulatinamente a su lado, integrándolo a la manera de un miembro con-
curre en su órbita sin que ella dé su opinión y sugiera solución. Se establece sanguíneo de la familia, confiriéndole un estatus que se asimila con los años al
d
una interrelación tal entre las unidades domésticas de las hijas y la progenitora, el hijo varón que se pierde con el matrimonio. Dentro de la familia afín, el apoyo
que realmente es la encubierta voluntad materna la que sigue orientando e Material y su voz serán solicitados, convirtiéndose el hogar de la hija casada en
Un
transcurrir de la vida familiar, hasta de los sucesos más baladíes del acontecer hogar complementario para el resto de su grupo familiar extenso. Hermanas
v
cotidiano, de tal modo que cuando ésta falta, el grupo de hermanas mantienen hermanos de la esposa en mención, encontrarán allí amplia hospitalidad, que
Se
esta dependencia. La madre y cada elemento fraternal, constituye un tarw extenderá a todo el núcleo de sus consanguíneos y que eludirá, en cambio,
de la acción de cada Ego femenino, en un grado tal, que parece no sat» °entro de un trato de parentesco exclusivamente afín, o casi de extraños, a los
conducirse por su propia voluntad: delega en la madre, transfiere a la madr - Wliares del esposo.
solicita a la madre, y de ahí el problema que para una mujer antioquen ' ¿Cómo actúa la autoridad en relación con el hijo varón adulto? Todas las
acostumbrada a tal interferencia, representa el vivir lejos de su progenie • ladres antioqueñas juzgan que se ha perdido un hijo cuando se casa y se ha
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ganado un hijo cuando la hija contrae matrimonio, y tienen razón y les faih | 0S eventos de su ciclo vital y de quienes esperaba y solicitaba respaldo social,
Ya hemos indicado el conflicto que trae la primera circunstancia. ¿Pero real- con el resultado de que los parientes maternos ocuparon el lugar de prelación,
mente pierde su hijo, la madre antioqueña, como su experiencia pesimista en primer rango los femeninos. Una segunda categoría la señalaban los pa-
inspira la respuesta? Un hombre de Antioquia no abandona a su madre, sino ternos, en los grados más cercanos, porque el sentido de familia se perdía en
en las más escasas excepciones de la ley social. Lo que realmente sucede es los grados terceros de parentesco del padre, mientras los de la madre no tenían
que al no ser el amo y señor en su hogar de procreación, de acuerdo con la límite. Algunos no pudieron dar los nombres cabales de los hermanos del
norma cultural no puede trasplantar dentro de este la autoridad de su madre padre. Analizando a través de la encuesta la forma como esta integración se
Debiendo ser la esposa "reina y señora" de él, según el habla de este complejo hacía, se advertía efectivamente que el Ego antioqueño asimila como de su
brinda este estatus a su progenitora, que no a su suegra. Y entonces debemos sangre a la rama materna, mientras un sentimiento de parentesco de afinidad
aclarar un aspecto más que ya he venido sugiriendo: la familia ofrece un identifica a los elementos de la rama paterna, sentimiento que aún cobija a
sistema matrilineal en el ejercicio de la autoridad y en la transmisión del los abuelos y a los tíos y tías, hermanos del padre. De esta manera, en An-
parentesco. Vuelvo a recordar cómo el proceso minero y la integración de la tioquia, en la práctica cultural el individuo se rige por un sistema matrilineal:
sociedad agraria asentada en el proceso de colonización, pusieron en manos sus abuelos son los padres de la madre, sus tíos y tías, las hermanas y her-
de la mujer el dominio hogareño y la familiarizaron con el manejo del dinero. manos de ésta, y así los primos de la madre por línea materna son sus primos,
También apretaron al grupo primario en torno de los familiares de la madre, prolongando lateralmente y en línea ascendente el parentesco en las ramas
formas éstas que la dinámica social ha mantenido en la sociedad urbana. Este femeninas, y descartando el que sigue las líneas masculinas.*
funcionalismo ha creado una dualidad: la costumbre y la ley. Sobre este des- Cada mujer y hombre antioqueños sólo miran como sus sobrinos a los
doblamiento, aunque la familia antioqueña sigue la pauta hispánica legal de hijo de sus hermanas. Sus actitudes con los hijo de sus hermanos son total-
transmisión del apellido, en sus valores de respaldo y de afecto, se acerca al mente diferentes en efecto, respaldo y valoración de sobrinos, que los prodi-
grupo materno, dejando en posición secundada al paterno. Y lo es tanto que gados a los anteriores, porque, según su entender, pertenecen al mundo
en cada pueblo, al preguntar por los progenitores de un Ego dado que es hijo familiar de sus cuñadas —lado materno—, es decir, casi no son parientes.
legítimo, se responde usualmente: "Fulano, el hijo de Sutana Menganeja", sin Ello explica el que las actitudes con sus personas sean completamente dife-
agregar el de con el apellido del padre. La correspondencia de Antioquia, y rentes a las que se toman ante las mismas circunstancias con los sobrinos
aun hasta las páginas sociales de los más importantes diarios locales, marcan hijo de hermana. Concomitantemente, la conducta ante los hermanos de la
esta tendencia, añadiendo apenas la inicial del apellido del marido. "Fulana madre —tío materno— no se compagina con la asumida ante el hermano del
Pérez de X". Cuando cada generación de mujeres habla de sus amigas, las padre, ya que aquel representa una autoridad si no igual, casi similar a la del
menciona siempre con la nominación de soltera, así se hallen cargadas ya de padre, mientras estos no ocupan ni en afecto ni en autoridad una posición
e
nietos. Y esta tendencia, señalada por el habla, se encuentra en la dinámica quiparable.
del parentesco. Un individuo presenta parentesco bilateral, en la forma lega'- Estos valores se expresan en el respaldo social material y afectivo que se
pero ¿con quién rigen las obligaciones y derechos recíprocos del mismo? Con ofrece al grupo consanguíneo. La familia materna da a su línea un respaldo
ec
su familia materna, que en el Ego de cada individuo, es asimilada, adherida onómico, social y afectivo en todo instante, pero que se evidencia en los
a su entraña, integrada participantemente hasta los límites más distantes. fomentos de crisis económica o de representación social. También la forma
Para aclararlo y comprobar la opinión, hice, dentro de sus comunidades, "e extraverter las expresiones de cariño es típica de la rama materna y se
at
encuestas con el objeto de que mujeres adultas y solteras jóvenes me indicar enúa e indeferentiza en la paterna. El estatus de cada pariente materno sirve
a cuáles de sus parientes (sin discriminar rama) de preferencia participa03 ^ hito de referencia ubicatoria social a un individuo, porque su posición

¿Constituye esta modalidad un rasgo estructura] sobreviviente de la cultura india? ¿No es este un rasgo puramente indio que identifica los clanes uterinos?
f
Estatus y función I 411
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jeSpués de crisis en las que normalmente la madre pierde poder sobre el hijo,
dentro de la comunidad sirve a los intereses de todos los consanguíneos H
esta rama. pérdidas que capitaliza la esposa. Poco a poco la primera tiene que irse reti-
rando, mientras la posición de la esposa va acrecentando el dominio sobre su
Por otra parte, la vida doméstica, con cada una de las incidencias del
marido, que en este sentido de la autoridad sólo cambia de dueña. Es dentro
ciclo vital de sus miembros, es seguida de cerca en forma participante p0r
de este mecanismo donde la madre antioqueña pierde a su hijo varón, pero
todos los elementos de la línea uterina, mientras la paterna sólo se hace pre-
él siempre le será adicto y el peso de la autoridad maternal continuará mol-
sente en los grados más próximos en los momentos de mayor proyección
deando su conducta, dirigiendo su acción, siendo estímulo y control, premio
social o familiar o de tensión. Cualquier forma de conflicto individual o social
y sanción a través de toda su vida. Así como el marido halla omnipresente
proyecta en torno del individuo y de su núcleo las líneas de parentesco uterino
la suegra en cada instante de su vida matrimonial, la esposa halla omnipresente
ya citadas, participándose entre todos sus miembros las menores incidencias
a su suegra en la conducta de su marido. Sin embargo, en muy pocos casos
que en otra forma no trascienden sino en casos de gravedad a la línea paterna.
en forma manifiesta, más bien en la dirección encubierta que toma cada hecho
Consecuentemente, las repercusiones emanadas de una conducta divergente
cuya decisión atañe a uno de los dos. El equilibrio de estas inferencias es
en un Ego dado, se proyectan sobre sus familiares matemos, alcanzando con
problema de armonía interna en la familia.
menores incidencias a la rama del padre en lo que atañe a responsabilización,
resarcimiento, defensa y reclamación resultantes, ingerencia sólo del núcleo En otro sentido también el hijo permanece adicto a la madre: encuestando
conformado por la rama de la madre. A manera de esquema teórico podemos en Medellín, Manizales y Pereira (barrios de tugurios) sobre la desintegración
proyectar la jerarquía interna de la autoridad en un núcleo hogareño de hijos hogareña, pude observar que un Ego masculino es capaz de desertar del hogar
adultos (familia extensa) teniendo en cuenta las dos ramas y su estatus, en de procreación, como es frecuente en estas categorías económico culturales
relación con un Ego dado: (véase anexo, mapa "Separación matrimonial, 1964"), dejando en situaciones
de extremo desamparo a su mujer y a sus hijos, mientras el mismo individuo
Posición la.: Abuela rama materna. y los demás de su ambiente (menos excepciones singularizadas), atienden las
Posición 2a.: Tías hermanas de la madre. necesidades primarias de sus progenitoras. Y esta situación es modal sin dis-
Posición 3a.: Abuela paterna. tingos de estratos en el ambiente rural y en el de los pequeños poblados
Posición 4a.: Tíos hermanos de la madre. donde, cualquiera que sea la circunstancia, el adulto varón conserva su adhe-
Posición 5a.: Abuelo paterno. sión hacia la madre, actitud que no manifiesta con la misma intensidad y
Posición 6a.: Primas maternas. frecuencia en relación con el padre.
Posición 7a.: Tíos paternos. Esta matrifocalización del hogar antioqueño, primario o extenso, se siente
Posición 8a.: Primos maternos y otros. con el deceso de los progenitores. Las manifestaciones de pesar que rodean
Posición 9a.: Primos paternos. a
un individuo de este complejo, tienen mayor intensidad cuando se refieren
a
De esta manera, la madre del varón queda en posición secundaria en e l deceso de la madre, y son menores por el padre. La compasión que suscita
en
hogar que conforma y de la descendencia que su hijo procrea. Y ella no esta la comunidad la muerte del progenitor de un Ego dado, reviste caracteres
acostumbrada a limitarse ni en la posesión de los hijos ni en el ejercicio o atenuados, en tanto que por la madre adquiere mayor valor. (El luto por el
la autoridad. La madre que durante la soltería de su hijo recibió la total su- Padre era tradicionalmente dos años; por la madre cuatro o más). Comple-
m
misión, respeto y afecto y ayuda de sus descendientes varones, no p u e entariamente se piensa en Antioquia, que en un hogar es más importante la
admitir remplazo en su estatus. Por ello, las concesiones que el matrimonio Presencia de la madre, que la del padre, para mantener a sus elementos inte-
del hijo y el estatus que implica le parecen mengua de su autoridad, peí"1 grados. Muerta la madre la familia se dispersa, dicen, aunque bienes mate-
de su posición de madre, etc., y necesita un período de internalización de dles permitan su cohesión; muerto el padre, aunque la familia carezca de
res
nueva situación. Así, este conflicto cultural se va menguando con el tieflip > Paldo económico, aquella es capaz, por voz de la cultura, de dar el pan de
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cada día, el techo y la educación a sus hijos, mantener el calor hogareñ antagónicos para integrarse, lo que lógicamente separa la generosa prodi-
salir adelante con su familia vigorosamente integrada. De esta manera al lidad de cada Ego con su núcleo extenso, debilita el papel que cada cónyuge
dedor de la figura femenina, el hogar repara la pérdida del progenitor, me eea frente al otro. Mientras en los procesos superados de urbanización, la
nismo que éste es incapaz de satisfacer, por que en sus manos el hogar terrelación de la pareja cumple un funcionalismo decisivo para cada uno,
desmorona. Como en la época minera, o la de colonización, en las que i dentro de estas estructuras extensas este funcionalismo no es vital, apenas
forzada ausencia del padre que trabajaba distante, la madre mantenía en apre pigmentario. Marido y mujer, atraídos y comprometidos múltiplemente por
tado haz a sus hijos, en los casos de viudez o deserción paterna, proyecta su tronco familiar con cuyos miembros su obligación es estricta culturalmente,
figura enérgica y focalizadora de la autoridad y del poder, ampara los hijos noca ocasión tienen para su recíproca interrelación. Y esta condición es más
los integra a través de su imagen, los hace producir para el beneficio colectivo sensible para la esposa que para el marido: en el estatus femenino antioqueño
dirige sus vidas hasta culminar culturalmente, remplazando con acierto la fun- se presenta una hipertrofia maternal en detrimento de la marital dentro de sus
ción del progenitor en su conjunto de deberes. funciones, fenómeno análogo al que se advierte en el hombre.
Estas condiciones colaboran en la determinación de la integración conyu-
La integración conyugal gal. La trascendente acción de los dos troncos familiares extensos sobre los
dos cónyuges, y la proyección del grupo de la mujer en el hogar de procrea-
Estructurada así la familia estricta, focalizada en torno a la imagen de la ción de la pareja, sumado a la primordial jerarquía de la esposa en él, y su
madre, lógico es aclarar un tanto más el mecanismo de vinculación entre los conflicto de autoridad con la rama del esposo en la persona de la madre,
dos progenitores. logran un resultado más: el hombre casado en Antioquia no logra una verda-
Las interrelaciones de la pareja no adquieren la plenitud que enlaza las dera identificación con su hogar de procreación, frente a la mujer, desplazando
de la madre y su descedencia, fenómeno que se hace más expreso durante la estos vacíos de su personalidad al hogar primario que procura cubrirlos como
segunda etapa de la dinámica de la autoridad doméstica. Ello ocurre por una parte de su obligación. Complementariamente, la esposa sí se satisface a ple-
serie interinfluenciada de razones que juegan su cometido en formas muy nitud en derechos dentro de su hogar secundario, alcanzando en esta familia
diversas. Aunque la Montaña ofrece un considerable vigor en cuanto a la nuclear y solamente en ella su estatus mayor. Es por esta razón por la que
estructura e integración de la familia nuclear, a mi modo de ver, ésta no es he dicho previamente que la madre no pierde nunca a su hijo varón que busca
en sí la unidad doméstica representativa de la comunidad, sino la familia en ella complementos afectivos e integrativos no logrados en su unidad pro-
extensa materna. De esta manera, el individuo no se identifica por su hogar creativa.
de orientación escuetamente, sino por su tronco extenso diluido entre nume- La jefatura económica del hogar, responsabilidad masculina, con la aso-
rosos miembros. Esta personalidad se interconecta a través de un complejo ciación conexa de valores en su realización y el papel del hombre como crea-
mecanismo de obligaciones y retribuciones recíprocas de permanente exigen- dor de riqueza y proyector de la misma en la célula primaria y en la
cia, como veremos luego. Cada personalidad se ve enajenada, comprometida, comunidad, acaparan su papel hasta límites máximos, minimizando su posi-
dentro de este grupo, por una oferta y demanda de servicios que abarca am- bilidad en la vida hogareña de la pareja.
pliamente la gama de sus necesidades primarias físicas, psicológicas y sociales Conectada con esta función de su estatus, hallamos los fuertes movimien-
secundarias. De esta manera, con la distorsión que focaliza la madre en torno tos horizontales de los hombres antioqueños. Migración interna regional e
de cada Ego, el esposo debe gratificar y sentirse retribuido dentro de su gn>P° "tterdepartamental (considerando sólo el país) llevan de un lado a otro en
familiar, mientras que aquella ha cubierto separadamente dentro de los suy°s °usca de un mejorestar al clásico comerciante paisa; tierras libres, menos
sus propias expectaciones. Una participación cruzada no es modal y s o l ° se aturadas humanamente o de mayor potencial de fertilidad que las propias,
em
cumple parcialmente o como norma de suplencia personal. En consecuencia- Pujan al colono agrícola; empleo o creación empresarial mueven otros gru-
p0s
cada marido y cada mujer tienen, en última instancia, troncos disímiles cuan - Ningún hogar antioqueño se ha eximido de la ausencia periódica del
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padre, y por valores culturales de fuerte internalización femenina, ya presen. la mujer- Lo curioso de estas obligaciones paternales tan ampliamente sa-
tados en normas de residencia, acentúan estas oportunidades de separación tisfechas por el marido, es que no refuerzan su categoría hogareña, no con-
de la pareja. La atracción del grupo extenso sobre la esposa puede más en ceden estatus; más bien se constituyen en indicadores de su carga de
su decisión de definir la residencia prefiriendo el ambiente local de su grupo ^ligaciones que, no obstante ello, engrandecen la categoría de la madre
extenso al neolocal, como lo he dicho. Para la mujer antioqueña posiblemente frente a su prole y al grupo extenso. Sumariamente, podemos decir que
es más necesaria la presencia permanente de los suyos que la de su esposo dentro del núcleo primario la intensidad y fuerza de la integración de sus
pues como tendencia modal se inclina por residenciarse al lado de los prime- miembros se satisface a más cabal plenitud entre lo progenitores y su des-
ros. Esta decisión, que conduce periódicamente a la residencia duolocal de cendencia y con más débil intensidad entre los dos.
los esposos bajo la modalidad uxorilocal, constituye un indicador muy claro
que refuerza mis aseveraciones previas. La interrelación de la pareja también La familia extensa, valores de respaldo
ofrece un matiz de debilidad, mirada a través del activo funcionalismo de la
prostitución (véase, en este complejo, "Las imágenes culturales femeninas", Es interesante ver en Antioquia el mecanismo de intereses que aglutina cada
"La prostituta"). Si ella cumpliera su gratificación sólo dentro de elementos una de estas familias extensas centralizadas en torno a la abuela materna. Ella
célibes, este papel reforzaría su integración. Pero cubierta sin discriminación integra en su interior todas las células hogareñas primarias integradas por las
su tarea entre solteros y casados, lógico es inferir su papel suplementario hijas y sus hogares, y los hijos. Todos ellos constituyen una familia, a la
dentro de la satisfacción biológica de estos últimos, razón por la cual, cual- manera de un clan que se proyecta en la comunidad en su acción individual,
quiera que sea la posición teórica que explique el comercio sexual tan insti- y que se mira al interior en sus realizaciones. Frente a la primera, conforma
tucionalizado en este complejo, desemboca en hallar un fuerte vínculo y un grupo apretado, un monolito de cara uniforme con rasgos de identidad
dependencia entre una y otra institución: las fallas de la de una se superan generales integrado a través del esfuerzo voluntario de todos. La sociedad
merced a la otra, dentro de un recíproco mecanismo suplementario. sólo ve los resultados de su acción que se dirige mediante las leyes de la
Finalmente interfieren los principios de interrelación de la pareja en la dinámica social a ubicarse como un bloque unitario en sitio dado. Un sentido
familia nuclear, la estructura de la autoridad en el hogar. Aunque el hombre, de colectividad les hace aparecer no como individuos sino identificados en
a través de la proyección maternal y fraternal en su infancia ha internalizado un tronco familiar, centrado en torno a la madre, dentro del cual los éxitos
con vehemencia el papel femenino en la unidad doméstica y se ha preparado sociales, religiosos, políticos, económicos, etc., de cada uno de sus miembros,
para asimilarlo en su etapa adulta, en su ejercicio puede observarse una se extienden favoreciendo a los demás, o la conducta divergente perjudicando
a
especie de disfunción de estatus. Este varón, de activa proyección dinámica todos. Así esta unidad clanil, llamémoslas así, constituye un frente en línea
u
dentro de su sociedad, en el seno del hogar afronta una autoridad superior 9 e trata de marchar uniformemente hacia adelante en la comunidad.
a la suya que lo recorta en su expresión. Es más, su papel allí es de elemento Esta sincronización del ritmo social no se puede ver desde fuera. Si sus
m
subordinado, dentro del cual la hipertrofia del papel maternal recorta de iembros se ven hermanados en la lucha frente a la comunidad, en su interior
no
nuevo y subordina al marido en función de las expectativas y exigencias de dejan de ofrecer antagonismos y conflictos creados por la misma tarea y
la prole. Es en esta función de su estatus paternal donde la familia adquiere P°r los mecanismos integrativos. Interiormente esta molécula social se dis-
gre
su rasgo característico en las interrelaciones del núcleo pequeño: el paC" ga en unidades (a manera de átomos) que ponen de relieve la acción per-
se debe y se entrega absolutamente en función de la prole hasta límites o c a l , los intereses individuales, los conflictos de las personalidades en
máximo sacrificio y colaboración en su cuidado y responsabilidad, cubrie" operación, cuyos incentivos se satisfacen en un ánimo de proyección perso-
na
do no sólo las obligaciones ya indicadas (véase, en este apartado, "Jefatuf -lista que convergen en la adquisición de las metas culturales. La lucha por
el
económica, rango y normas de residencia"), sino satisfaciendo función logro económico y la extraversión de los patrones de prestigio, que ante
a
complementarias, aun aquellas que la cultura nacional ha normatizado Pa comunidad se libra en forma unitaria como si se tratara de un todo, como
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individuos se expresa con todos los rigores en la intimidad de la familia ex- ¿e\ sistema merced al trueque de servicios. Un toma y un daca rige el me-
tensa. Este mecanismo constituye sin lugar a dudas uno de los resortes más canismo, y en otro sentido un permanente anhelo de superación, cuyos resul-
activos en la superación personal y la traumatización individual, con el resul- tados se juegan y se cotizan en el interior del grupo, como lo he repetido,
tado de que la sociedad antioqueña mueve su dinámica de estatus a través de pe esta manera, en el seno de la familia extensa con sus unidades nucleares,
troncos consanguíneos matrilineales, que en su interior realizan individual- reside el verdadero condicionador de la cultura y el motor dinámico de la
mente su jerarquización mediante el mismo juego que mueve la cultura total misma.
El sentido de respaldo y el derecho de intromisión del individuo en la La identificación forzosa del individuo con su unidad matrilineal gesta el
vida de sus parientes matrilineales constituyen las fuerzas de esta unión, tanto esfuerzo colectivo por seguir adelante, y en él, obliga a la vanguardia de esta
como el régimen de control y de mutuo acoplamiento a las metas sociales. dinámica a sacrificar parte de sus logros en posiciones, en impulsar y sacar
Cada uno en una carrera emulativa va enseñando al otro las conquistas que adelante a los que se van quedando atrás, ya que al no hacerlo menoscabaría
va alcanzando en su ciclo vital, conquistas que todos aunados muestran al su prestigio ante la comunidad. Esta conciencia de respaldo crea dentro de
exterior. Una rivalidad de fecundos estímulos va empujando desde dentro ha- estas moléculas consanguíneas dos tipos de personalidades: las impulsoras y
cia adelante, siempre hacia adelante, a cada hermano, a cada miembro familiar. responsables y las que conscientes de este apoyo recuestan sus expectativas
Todo se comparte para mostrarlo, para gozarlo en común, para ganar estatus en el esfuerzo de sus parientes, que se ven obligados a remolcarlos para no
interior, manera de estimular al que se ha quedado atrás a avanzar alineándose. quedarse también atrás. Atrofias e hipertrofias de la personalidad básica ante
La ayuda económica se prodiga al pariente rezagado, casi obligándolo a la la lucha social, resienten a los miembros de cada unidad consanguínea, des-
fuerza a aligerar el paso, a participar con los demás en la lucha social, sacu- igualdades que resultan en tensión y conflicto. Cada familia sostiene con celo
diendo su inercia, o su desajuste a las normas que rigen el juego competitivo inagotable algún pariente remora, hermanas mal casadas, el hermano menor,
de la comunidad. En este sentido, crecen las empresas familiares de interés sobrinos hijos de hermana que entregan su voluntad de lucha y vegetan con
económico, forma de compartir la ganancia, de estimular al tardío, de repartir más o menos provecho liberados de esfuerzo individual, merced al sentimiento
el esfuerzo productor del grupo. Porque a mayor estatus interior del individuo, colectivo del grupo. Complementariamente, gracias a este mecanismo, cada
mayor obligación de respaldo colectivo. Esta dinámica interior, si bien permite tronco doméstico tiene un líder en este juego social, cabeza carismática del
una mayor realización armónica de cada unidad consanguínea, produce una mismo, que no puede marginarse de su familia por los valores culturales pres-
fuerte tensión dentro de las unidades menores, tensión que se mantiene en- critos, merced a los cuales debe ceder parte de sus conquistas personales y
cubierta, como cuota del sacrificio colectivo, aunque es importante reconocer sacrificarse por su parentela, como lo hace ejemplarizantemente.
que dentro de estas unidades múltiples los valores afectivos fuertemente in-
ternalizados en la infancia, el sentimiento fraternal con sus expresiones de
apoyo recíproco, y el ajuste colectivo en torno de la figura materna, ofrecen
un generoso panorama de mutua comprensión y cohesión, no similar al de
los demás complejos culturales. Estos sentimientos compartidos son los que
obligan a cada miembro a no descarriarse de la pauta, a no sustraerse en Ia
dinámica de avance social colectivo, porque se margina perdiendo el respaldo
colectivo consanguíneo de vastas interferencias en su vida, dentro de un
cultura en la que cuenta totalmente la integración de su Ego a un bloqu
familiar, que es en última instancia quien lo identifica y proporciona su ^
gimen de seguridad personal y gregario. De esta manera, cada Ego antioque
vive dentro de la colectividad familiar enajenado por ésta, pero sobrevivien

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