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2.

OBSTÁ CULOS ADENTRO Y AFUERA (4:1–6:14)


En el relato de las experiencias de Nehemías en los capítulos 4:1 a 6:14, J. Stafford Wright ve cuatro
“maneras en las que el pueblo de Dios es atacado constantemente cuando quiere ir adelante”:
(1) Sarcasmo desalentador, 4:1–6;
(2) Ataques enemigos, 4:7–23;
(3) Desunión interna, 5:1–19; y
(4) Falsas acusaciones, 6:1–14.
a. Burlas y oposición de los enemigos (4:1–6). Pareciera que cuando Sanbalat oyó que Nehemiá s
realmente estaba construyendo el muro, llevó todo un ejército (2) de samaritanos a Jerusalén para
participar en las burlas. Tal vez la autorización del emperador le había hecho ser cauteloso en cuanto a
un ataque militar, y que este empleo de su ejército fuera lo más audaz que se atrevió a intentar. Una
muestra la tenemos en este sarcasmo:
“¿Qué hacen estos decrépitos judíos? ¿Esperan construir esto por sí mismos? ... ¿Piensan que es trabajo
de un día? ¿Esperan volver a usar las piedras de los montones de escombros que fueron quemados?”
Y Tobías el amonita, que estaba cerca, agregó: “Aunque construyan su muro de piedra, se derrumbará
si sube sobre él una zorra” (4:2–3, Berk.).
En los dos versić ulos siguientes (4–5) tenemos la segunda de las jaculatorias, o como las llama un
comentarista, “oraciones parentéticas” de Nehemías. La naturaleza de la oración, como sugiere Adam
Clarke, no está de acuerdo con la enseñanza cristiana, al pedir una maldición sobre los enemigos del
pueblo de Dios. Pero está indiscutiblemente en el espíritu de muchos salmos imprecatorios que se hallan
en el Antiguo Testamento, y debe ser interpretada sobre la misma base.
En el versić ulo 6 tenemos la seguridad de que a pesar del ridículo y la oposición de sus enemigos, los
judió s habiá n proseguido decididamente con la construcción del muro. Por este tiempo habiá alcanzado
la mitad de su altura; porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar. En un capítulo titulado “Venciendo
al Enemigo”, Alan Redpath examina bajo tres acápites por qué el pueblo de Jerusalén, con Nehemiá s
como su líder, logró construir el muro a pesar de la oposición enemiga: (1) Teniá ánimo para trabajar,
6; (2) Teniá n corazón para orar: Entonces oramos a nuestro Dios, 9; y (3) No descuidaron la
vigilancia: pusimos guarda contra ellos de día y de noche, 9. Vale la pena citar su descripción de
Nehemiá s en relación con esto:
Lo que más me atrae en Nehemías es que era un individuo tan práctico. No era una de esas personas de
quienes a veces se dice que viven demasiado en el cielo para ser útiles en la tierra. Manteniá los pies
sobre el suelo. Sabiá cómo organizar y sabiá cómo agonizar. Pero determinó que mientras oraba y
trabajaba, cuidaría también de que hubiera un centinela de guardia día y noche, y que cada sección
del muro debía ser guardada por un hombre despierto que vigilara por cualquier ȧtaque inesperado del
enemigo.
En cuanto a la declaración final del versić ulo 6, el pueblo tuvo ánimo para trabajar, Adam Clarke
señala que el original hebreo puede traducirse literalmente: “El pueblo tuvo corazón para trabajar.” “Sus
corazones”, dice, “estaban empeñados en ello; y cuando está empeñado el corazón la obra de Dios va
bien.”

b. Ataques planeados y precauciones tomadas (4:7–23). No habiendo podido detener a los constructores
de Nehemías con su campaña de escarnio y ridículo, Sanbalat y sus aliados (véase 2:10, comentario), que
incluiá n representantes de varias de las naciones circundantes, planearon llevar un ataque concertado
contra los judíos. Tal ataque no podía ser “ofìcial”, puesto que la fortifić ación de Jerusalén había sido
autorizada por Artajerjes; pero hábilmente planeado podriá infundar temor en los judió s y hacer que
desistieran de sus operaciones de construcción. Es probable que las negociaciones fueran desarrolladas
en secreto, y que el plan fuera hacer un gran despliegue de poder militar sin llevar a cabo un ataque
directo. Por el versículo 15 es evidente que cuando fueron conocidos sus planes, desapareció en gran
parte la amenaza del enemigo, puesto que no se animaban a atacar abiertamente.
Cualesquiera hayan sido los planes del enemigo, Nehemías decidió tomar todas las precauciones contra
ellos, y aquí es precisamente dónde nos interesa ver la dirección hábil de Nehemiá s, y su propósito de
alabar a Dios en todo. El Dr. W. F. Adeney, al comentar este capit́ ulo, bosqueja la defensa de Nehemías
bajo cuatro acápites:
(1) Oración, 9;
(2) Vigilancia, 9;
́ ulo, 14; y
(3) Estim
(4) Armas, 16–22.

Señala que se da el primer lugar a las defensas espirituales, pero no se descuidan las defensas
materiales. No todos los judió s apoyaban decididamente el proyecto. En el informe se refleja claramente
el desaliento; las fuerzas de los acarreadores se han debilitado (10). El miedo se refleja en las actitudes
de los judíos que habitaban entre ellos (12), es decir, los que viviá n a cierta distancia de Jerusalén,
cerca de los enemigos. La última parte del versículo es oscura, pero significa que vinieron 10 veces
declarando: “Vienen contra nosotros de todos los lugares que habitaban”. Nos impresionan las
complicadas defensas militares que imaginó Nehemías a pesar de que sus recursos eran pocos. Cuando
se hizo evidente que el enemigo amenazaba con atacar por todos lados (11–12), Nehemiá s colocó
guardias armados detrás del muro (13), ocultos a la vista, en las partes más bajas y vulnerables, para
que pudieran combatir rápidamente al enemigo si trataba de escalar el muro. Otras fuerzas armadas
fueron colocadas sobre el muro, y en los sitios abiertos, para que pudieran detener al enemigo arrojando
piedras y dardos. También tuvo cuidado de colocar juntos a los grupos familiares (13) para que por sus
mutuas relaciones pudieran coordinar mejor su acción y tuvieran un mayor deseo de protegerse
mutuamente. Notemos también la referencia a LOS LAZOS FAMILIARES EN EL DESAFÍ O QUE
NEHEMÍ AS, como general en jefe, dirigió a sus tropas apostadas en esas posiciones estratégicas: No
temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por
vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas (14).

Tan impresionante era la defensa organizada que el enemigo al parecer no llevó ningún ataque contra la
ciudad. Pero en adelante, cuando los constructores volvieron cada uno a su tarea (15), tomaron todas
las precauciones para no ser sorprendidos. Los siervos (16) de Nehemías que habían sido asignados a la
obra, ahora fueron divididos en dos grupos, uno para actuar como guardia armada y el otro para ayudar
en las operaciones de construcción. Jefes especiales, elegidos entre los nobles, estaban estacionados
detrás de los constructores, para estimularlos y mantenerlos informados de cualquier peligro que los
amenazara. Los constructores, y en realidad todos los que de alguna manera tomaban parte en el trabajo,
fueron provistos de armas para que pudieran emplearlas en cualquier momento. Trabajaban, por decirlo
así, con un arma en una mano y la trulla en la otra. Nehemiá s empleó un trompetero para que tocara la
alarma si se acercaba al enemigo, a fin de que cada uno tuviera oportunidad de acudir al lugar del ataque.
Finalmente, para que pudiera haber una guardia adecuada noche y diá , se ordenó a los judíos de los
pueblos aledaños que permanecieran en Jerusalén para ayudar en la defensa de la ciudad. Nehemías nos
dice que ni él ni sus siervos se cambiaron la ropa, excepto en casos ineludibles, ni de noche ni de día,
para poder acudir sin demora en defensa de la ciudad cuando se produjera una emergencia.

c. Injusticias sociales entre los judíos (5:1–19). Nehemías no sólo encontró oposición de los enemigos
externos, sino que también se vio perturbado por problemas internos. Los judió s más pudientes se estaban
aprovechando de la desgracia de sus hermanos más pobres, debido al fracaso de la cosecha, a causa del
hambre (3), y debido a la necesidad de trabajar en el muro. Muchos se habían visto obligados a entregar
su propiedad para pagar préstamos contraídos en parte por estas circunstancias y en parte por los pesados
impuestos del gobierno persa. En algunos casos habiá n esclavizado a sus hijos para satisfacer las deudas.
Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos, nuestros hijos como sus hijos;
y he aquí que nosotros dimos nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre (es decir, a esclavitud)
... y no tenemos posibilidad de rescatarlas, porque nuestras tierras y nuestras viñas son de otros
(5). Muchos que no habiá n entregado tierras o hijos a sus hermanos teniá n que pagarles interés (7)
exorbitante, aunque según la ley de Moisés, entre los israelitas no debía cobrarse interés (Ex. 22:25; Dt.
23:19–20). Tales cargas eran particularmente difíciles de soportar ahora que se requeriá todo su tiempo
en la obra de la reconstrucción. Hubo en consecuencia gran clamor del pueblo y de sus mujeres contra
sus hermanos judíos (1) más ricos. Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos; por
tanto, hemos pedido prestado grano para comer y vivir (2).
Frente a esta situación, Nehemías meditó para poder actuar con discreción; convocándolos a una gran
asamblea (7), reprochó a los nobles y los ricos su desconsiderado proceder para con sus hermanos más
pobres, cobrándoles intereses ilegales y aun esclavizando a sus hijos para satisfacer una deuda. Luego
les recordó el ejemplo que les habiá dado, actuando como su gobernador sin exigir la acostumbrada
recompensa por sus servicios y alimentando en su mesa y a sus propias expensas a no menos de 150
judíos diariamente. Además de esto, había puesto en libertad de la esclavitud a muchos judió s y habiá
prestado su dinero sin intereses. Quitémosles ahora este gravamen. Os ruego que les devolváis hoy
sus tierras, sus viñas, sus olivares y sus casas, así como lo que demandáis de ello como interés (10–
11). La centésima parte del dinero (11) era el uno por ciento de interés mensual, o sea el 12% anual.
Las palabras de Nehemiá s en esta ocasión pareciá n llevar en sí la autoridad de Dios mismo, pues
recibieron una pronta respuesta de parte de los nobles judíos. Lo devolveremos, dijeron, y nada les
demandaremos; haremos así como tú dices (12). Sacudí mi vestido (13), es un gesto simbólico de
repudio y desdén. El vestido seriá la túnica exterior. Para acciones simbólicas similares véase 1 Reyes
22:11; Jeremías 27; 2; 28:10; Mateo 10:14; Hechos 13:51; 18:6.
Tal autoridad no viene por casualidad. Es el resultado de una cuidadosa autodisciplina y del cultivo,
mediante la oración, de la presencia de Dios en la vida. Nehemiá s era hombre de oración, que se
disciplinaba para hacer lo que creía que Dios queriá que hiciera. “Los gobernadores anteriores”, dice,
“poniá n pesadas cargas sobre el pueblo, y tomaban de ellos alimentos y vino, además de cuarenta siclos
de plata (diariamente) ... Pero yo no hice así, a causa del temor de Dios” (5:15, RSV).
Alexander Maclaren basa en este pasaje (5:15) una muy impresionante homilía que titula: “Un Antiguo
Noconformista.” Exponiendo este ejemplo de piadoso nonconformismo ve tres importantes factores
implić itos: (1) Una actitud de rechazo de las malas prácticas prevalentes; (2) Una motivación interior que
impele a una vigorosa actitud de no claudicar; y (3) El poder que lo capacita a uno para ser fiel a las
conviciones que Dios le ha dado. El motivo que impulsaba a Nehemías a decir no, se nos dice, era el
temor de Dios. Maclaren sugiere que hoy en día, para un cristiano, el equivalente es “el amor de Cristo”,
como en 2 Corintios 5:14:
“El amor de Cristo nos constriñe.” El poder que nos capacita para vivir así victoriosamente de acuerdo
con la voluntad de Dios para nuestra vida, está a nuestro alcance mediante la oración y la fe: “Poderoso
es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas
todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).
d. Intentos de traicionar a Nehemías (6:1–14). Después del relato entre paréntesis del capítulo cinco
sobre las perturbaciones sociales entre los judió s, tenemos en el capit́ ulo seis un relato continuado de la
oposición de los enemigos de Nehemiá s. Sanbalat, Tobías y Gesem no habiendo logrado amedrentarlo
con la amenaza de un ataque armado, ahora tratan de atraparlo por medios sutiles. En una demostración
de amistad le enviaron mensajeros, cuatro veces, invitándolo a una conferencia personal en el campo de
Ono (2), a unos 32 kilómetros al norte de Jerusalén, cerca de Lydda o Lod (Esd. 2:33; Neh. 11:35). La
única respuesta de Nehemiá s fue: Yo hago una gran obra, y no puedo ir (3). Desde luego, sospechó de
sus malas intenciones y no cayó en la trampa. Volvieron a enviarle un mensajero, esta vez con una carta
abierta (5) de Sanbalat, en la que acusaba a Nehemiá s de planear una rebelión contra el rey. Le advertían
que informariá n a Artajerjes, a no ser que consintiera en reunirse con ellos y discutir la cuestión. A esto
Nehemiá s respondió, siempre rehusando acudir a la conferencia, que todo era producto de la imaginación
de ellos. No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón tú lo inventas (8). Al mismo tiempo,
Nehemiá s oró fervientemente para que Dios lo fortaleciera contra sus enemigos.
Ahora hicieron un intento de seducirlo por medio de un falso profeta, dentro de la ciudad. Contrataron a
un tal Semaías (10) para que se hiciera pasar por su amigo y consejero espiritual, para informarle en el
nombre del Señor que sus enemigos lo iban a matar, y que su único refugio era el templo. El estaba
encerrado, tal vez por alguna contaminación o enfermedad (Berk.). Pero Nehemías era inflexible en su
negativa a ceder a sus enemigos, aunque se presentaran como amigos. ¿Un hombre como yo ha de
huir? dijo. ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvarse la vida? No entraré (11).
Vio a través de sus astutos ardides y se negó decididamente a dejarse atraer a la trampa. Por cierto
tenemos aquí un ejemplo excelente de santa osadiá de parte de uno de los santos de Dios, que no quiso
degradarse por ninguna contemporización con el enemigo.
En 6:1–13 vemos reflejados algunos pensamientos sobre “Cuando el Temor se Hace Pecado”. Porque
fue sobornado para hacerme temer así, y que pecase (13). El temor se hace pecado: (1) Cuando nos
aparta de las tareas asignadas por Dios, 1–4; (2) Cuando tenemos las acusaciones basadas en falsedades,
5–9; (3) Cuando usamos aun refugios religiosos para ahorrarnos el costo de hacer la obra de Dios, 10–
13.
En un mensaje titulado “Una Gran Obra”, basado en el versículo 3: Hago una gran obra, y no puedo
ir, se podriá afirmar que la obra de Dios, sea la construcción de un muro, la edificación de una
congregación cristiana, o la evangelización de los paganos, debe tener preferencia sobre todas las otras
ocupaciones que exigen nuestra atención. Para nosotros es lo más importante en el mundo: (1) Porque
Dios lo ha ordenado, (2) Porque la Biblia lo autoriza, y (3) Porque hemos recibido un llamamiento
específico para hacerla. Así lo consideraba Nehemías, y así debiera considerarla todo aquel que siente el
llamado de Dios. Porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros.
3. El muro terminado en cincuenta y dos días (6:15–19)
A pesar de todas las dificultades, se nos dice que el muro se terminó en 52 días, o alrededor de dos meses.
Elul (15) es el sexto mes del calendario judió , correspondiente a la segunda mitad de agosto y la primera
de septiembre.
La terminación del muro fue un golpe contundente para la moral de los enemigos de Judá. Temieron
todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, escribe Nehemías, y se sintieron humillados,
y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra (16; cf. Sal. 126:2–3). Sin embargo,
inmediatamente vemos, en los versículos 17–19, que quedaban dentro de la ciudad fuerzas traicioneras.
Algunos amigos de Tobiá s, varios de los cuales estaban relacionados con él por matrimonio, se manteniá n
en constante correspondencia con él, tratando aparentemente de infundir miedo en Nehemiá s. “El pueblo
de Dios”, observa J. S. Wright, “debe estar siempre en guardia, aun en momentos de éxito. La infiltración
de ideas inspiradas por el enemigo podriá aún arruinar la obra e introducir normas paganas de vida y
religión.”27 En realidad, más tarde, durante la ausencia de Nehemiá s, Tobías fue admitido en la ciudad y
se le dio alojamiento en el templo (13:4–7). ¡Cuán furtivamente el enemigo de nuestras almas acecha a
nuestro alrededor, esperando una oportunidad para hacer su morada en los más iń timos repliegues de
nuestros corazones cuando bajamos la guardia!
DANIEL EN EL FOSO DE LOS LEONES: FIDELIDAD VERSUS AUTORIDAD GUBERNAMENTAL,
6:1–28
Arregladas didá cticamente, las seis historias de Daniel tienen un é nfasis teoló gico con una cronología
general. La ú ltima de las historias demuestra la fidelidad de Daniel a su fe, tal como la de sus amigos, aun
hasta la muerte misma de ser necesario. Dos reyes, uno caldeo y uno persa, llegan a reconocer el poder
soberano de Dios sin darse cuenta de que, en la mano divina, son instrumentos para extender la verdad al
mundo por medio de los fieles jó venes cautivos de Judá (la obra misionera es una misió n divina). En el
cap. 6, la oposició n a Daniel no viene por parte del rey sino por los celos y la astucia de cortesanos; pero
esta oposició n no prevalece. Entre los dos reyes, Nabucodonosor (cap. 2) y Darío (cap. 6), Darío es el má s
compasivo e interesado en Daniel. En cuanto al contexto del cap. 6, probablemente se lo coloca en el tiempo
de Darío I (522–486 a. de J.C., ver el fin del cap. 5).
(1) La fidelidad de Daniel, 6:1–10. Al iniciar su reino, Darío confrontó un período tumultuoso con varias
revueltas. Para centralizar el control de un imperio muy extenso constituyó sobre el reino a 120 sá trapas (v.
1), o “protectores”. Estos eran administradores de provincias de varios niveles (ver Est. 1:1; 8:9) para que
[el rey] no fuese perjudicado (v. 2c). Sobre ellos puso a tres ministros (de los cuales Daniel era uno, v. 2). Por
la integridad y capacidad de Daniel, el rey pensaba constituirle sobre todo el reino (v. 3, el primer ministro.
Ver a José en Egipto, Gé n. 41:39–41). Entonces, Daniel fue atrapado en una conspiració n política por el
poder. El favor del rey hacia Daniel produjo celos en otros ministros que buscaban alguna falla en é l para
desacreditarle ante el rey. Al no hallar nada, usaron la fidelidad de Daniel a la ley [religió n] de su Dios (v.
5; ver Esd. 7:12, 14) como el medio para lograr sus propias ambiciones. Nuevamente, la fe de Daniel fue
puesta a prueba.
El texto arameo no dice cuá ntos estuvieron presentes al reunirse con el rey (v. 6). La Septuaginta (LXX)
indica solamente dos, y fueron ellos con sus familias a quienes se castigó posteriormente (v. 24). Si fuese
así, estos se presentaron ante el rey como representantes de los demá s oficiales y la ausencia de Daniel no
hubiera llamado la atenció n. Con astucia, estos ministros sugieren al rey una nueva ley (v. 7, ver v. 5) que
podría unificar al país dividido por las revueltas. Propusieron una campañ a de lealtad a Darío
sugiriendo que, por un período de 30 días, el rey pusiera en vigencia el edicto de que cualquiera que [hiciera]
una petició n a cualquier dios u hombre, fuera de [é l] ... [fuera] echado al foso de los leones (v. 7). El rey sería
el ú nico representante de la “deidad” (cualquiera que fuera) por ese período.
En cuanto al foso de los leones, muchos reyes del medio oriente cazaban leones, y posiblemente mantenían
a estos para el deporte del monarca. En lugar de mantenerlos en una jaula, se empleaba un foso grande con
una entrada que era cerrada con “una piedra” (v. 17).
Los ministros hacían hincapié en la ley de medos y persas que era absoluta e irrevocable (v. 8, ver Est. 1:19).
Sin darse cuenta del propó sito tras el pedido y sin duda adulado por la evidente preocupació n de sus
ministros, con mucha vanidad, el rey selló el destino de Daniel, un hombre en quien é l confiaba. La Biblia
simplemente dice que firmó el documento (v. 9). En cuanto a Daniel, al enterarse del asunto entró en su
casa e hizo ... como lo solía hacer antes; ... se hincaba de rodillas tres veces al día. Oraba ... a su Dios (v.
10; Sal. 55:17). No obstante los planes perversos y cuidadosamente proyectados, era Dios quien estaba
controlando la vida de Daniel y ningú n decreto humano podría alterar aquella realidad.

(2) La acusació n en contra de Daniel, 6:11–15. El plan de los ministros tenía dos objetivos. El primero
era conseguir la firma del rey sobre el decreto escrito; y el segundo era descubrir a Daniel rogando e
implorando delante de su Dios (v. 11). Daniel buscaba el favor de Dios, mientras que los ministros buscaban
el favor del rey. Ellos sabían que Daniel seguiría haciendo lo que solía hacer (v. 12). Insidiosamente,
culparon a Daniel como un hebreo, uno de los cautivos de Judá , de ser desleal al rey, tres veces al día hace su
oració n (v. 13). Como políticos corruptos, hicieron todo lo posible por presentar a Daniel de la manera
má s desfavorable posible (desacreditá ndolo negativamente). Sabían que iban a encontrarlo orando a Dios
como era su costumbre y, al tener datos concretos de esto, querían acusarlo de algo aú n má s fuerte. Por esta
razó n, hicieron al rey las preguntas obvias sobre el decreto (que é l mismo había firmado) acusando a Daniel
de desobedecer la ley y, ademá s, de una falta de lealtad al rey (es decir, traició n).
Al escucharlos, el rey sintió un gran disgusto ... y se propuso salvar a Daniel (v. 14). Hizo todo lo que podía
pero no pudo librar a Daniel. Los conspiradores habían atrapado al rey en su terrible trampa. Para finalizar
su plan, le forzaron a cumplir con su edicto y le recor- daron que ningú n edicto o decreto que el rey pone en
vigencia puede ser cambiado (v. 15).

(3) Daniel es echado en el foso de los leones y la fidelidad de Dios lo libra, 6:16–24. Afligido, el rey dio
la orden y Daniel fue echado en el foso de los leones. El rey le dijo: ¡Tu Dios ... é l te libre! (v. 16). El rey esperaba
que el Dios de Daniel hiciera lo que é l había deseado hacer pero no había podido (v. 16). El foso de los leones
fue cerrado con una piedra y luego sellado. Entraba aire y algo de luz; sin embargo, nadie podría rescatar a
Daniel, ni tirar comida para los leones, ni pasarle una arma para defenderse (v. 17). Daniel no tuvo defensa
alguna ni en contra de la ley ni en contra los leones. En cuanto al rey, pasó la noche sin comer ... y se le fue el
sueñ o. Fue una noche muy desconcertante y, al amanecer, fue apresuradamente al foso ... y llamó a voces a
Daniel, con tono entristecido ... ¡Oh Daniel, siervo del Dios viviente! (ver Jer. 10:10; 23:36; Sal. 42:2). Tu Dios ...
¿te ha po- dido librar de los leones? (vv. 18–20, ver Heb. 11:33).

En contraste con la urgencia y la angustia del rey, Daniel responde tranquilamente con un estilo cortesano
(v. 21). Mi Dios envió a su á ngel (o mensajero), el siervo divino quien tambié n había librado a los tres
amigos del horno (3:28). El á ngel cerró la boca de los leones, para que no hiciesen dañ o a Daniel, é l era
inocente (limpio, ver Sal. 51:7, o sin culpa) ante el Señ or, y tambié n delante del rey (v. 22). A pesar de que
era culpable de haber desobedecido el mandato real, ni los leones ni el rey le podrían causar dañ o; é l era
inocente ante Dios y ante el rey.

Con alegría, el rey mandó que sacaran a Daniel del foso, y este salió sin ninguna lesió n ... porque había confiado
en su Dios (v. 23). Luego pasó algo inesperado ya que el rey dio la orden y trajeron a aquellos hombres que
habían acusado a Daniel, aquellos que habían ido al rey con el afá n de librarse de Daniel, y los echaron al
foso de los leones. Este castigo ejercido a los hombres, a sus hijos y a sus mujeres se basaba en una antigua
prá ctica del castigo colectivo sobre el concepto de la solidaridad de la familia, o agrupació n, y el sentir de
responsabilidad colectiva (ver Jos. 7:24 ss.; 2 Sam. 21:5–9, tambié n era una prá ctica comú n en Persia). La
prá ctica fue modificada en Israel (ver Jer. 31:29–34; Eze. 18).

(4) El edicto de Darío, 6:25–28. La fe de Daniel ganó el reconocimiento de Dios. Darío escribió a todo su
reino ordenando que ... tiemblen y teman delante del Dios de Daniel, el Dios supremo (ver 4:1–3). El decreto
no decía que Dios era ú nico, sino que lo elevaba al nivel má s alto de los dioses.

Una vez má s el capítulo termina indicando que la prosperidad de Daniel continú a (ver 1:21). La mayoría de
los inté rpretes considera que la referencia a Ciro es histó rica; sin embargo, la confusió n del orden
cronoló gico puede ser debido al autor (o un escriba) llamando atenció n a la similaridad de la posició n de
Daniel bajo Darío I a la del reino ante- rior de Ciro.

Joya bíblica

... tiemblen y teman delante del Dios de Daniel; porque é l es el Dios viviente que permanece por la eternidad.
Su reino es un reino que no será destruido y su dominio dura hasta el fin. É l salva y libra; é l hace señ ales y
milagros en el cielo y en la tierra. É l es quien libró a Daniel del poder de los leones (6:26, 27).
«EL REY DARÍ O FIRMÓ EL DOCUMENTO CON TAL PROHIBICIÓN»
(Dan 6, 2-10)

Antes de que lo mataran, Baltasar habiá conferido a Daniel honores regios y un ascenso a «tercero en el gobierno
del reino» (5, 29). El rey Darío, que sucedió a Baltasar en el reino, reconoció la valía de un hombre como Daniel.
De ahí que nombrara a Daniel como uno de los tres supervisores a los que tendrían que dar cuenta los «ciento
veinte sátrapas» que tenían la misión de salvaguardar los intereses reales. Como en los otros relatos, no causa
sorpresa el hecho de que «Daniel sobresalía entre los inspectores y los sátrapas, porque poseía un espíritu
extraordinario». En otra parte se dice que Daniel tenía «el espíritu de los dioses santos» (cf. 4, 5.6.15; 5, 11), o
«el espíritu de Dios» (5, 14) [sin embargo, también en este caso Herder traduce por «el espíritu de los dioses».
El resultado es que «el rey pensó ponerlo al frente de todo el reino» (6, 4). Así está preparada la escena para el
drama que vendrá a continuación. Es un relato de envidia y celos que lleva a conspirar para desembarazarse del
inocente Daniel; pero es también un relato en que Dios vindica a Daniel y en el que se narra la destrucción final
de los conspiradores en el foso de los leones que habiá n preparado para su enemigo. Este relato tiene la misma
construcción que el del capit́ ulo 3. Como en la historia de Sadrak, Mesak y Abed-Negó,
El presente relato se desarrolla de modo dramático, repitiendo palabras clave y expresiones en un estilo
típicamente bib́ lico. Asi,́ en el arameo original, la expresión «el rey» aparece treinta y una veces; «Daniel»,
veintiuna veces; «el reino», diez veces; «el foso [de los leones]», diez veces; «los leones», nueve veces.
El pecado de envidia y celos
Como sucede a menudo cuando alguien alcanza el éxito, hay gente que se vuelve envidiosa y celosa, como ocurre
aquí con los otros dos supervisores y los sátrapas. En el curso de la historia, los vicios gemelos de la envidia y los
celos han hecho estragos. En efecto, como sabemos por los relatos de la Pasión, «por envidia se lo [a Jesús]
habían entregado los pontif́ ices» (cf. Mc. 15, 10; Mt 27, 18). «Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo;
y la experimentan los que son de su partido» (Sab 2, 24). «La envidia y el malhumor abrevian los diá s; antes de
tiempo los cuidados traen la vejez» (Eclo 30, 24). Con razón amonesta Yago a Ótelo: «Guardaos, mi señor, de los
celos; son un monstruo de ojos verdes que odia la carne de que se alimenta» (Shakespeare, Ótelo, III, 3).
El autor de los Proverbios afirma también esta aguda intuición de una forma algo distinta: «Un corazón tranquilo
es vida del cuerpo, la envidia corroe los huesos» (Prov 14, 30). «Cruel es el furor y desbordante la cólera, pero
¿quién se enfrenta a los celos?» (Prov 27, 4).
En cierta ocasión, durante la homiliá que pronuncié en una boda, dije que los celos son el único vicio del que no
se saca nada a cambio. La persona que roba, por ejemplo, consigue los bienes robados. Pero el que es celoso no
tiene nada que pueda mostrar. Después de la misa se me acercó una mujer de edad y me dijo: «Padre, está equi-
vocado. La persona celosa consigue algo: úlceras de estómago». Sabias palabras, realmente.
La envidia no debería tener cabida en la vida del cristiano. El amor genuino no tiene espacio alguno para este
vicio, porque, como nos dice Pablo, «el amor es paciente, el amor es benigno; no tiene envidia; no presume ni se
engríe; no es indecoroso ni busca su interés; no se irrita ni lleva cuenta del mal; no se alegra de la injusticia, sino
que se goza con la verdad» (1 Cor 13, 4-6). Pablo enumera la envidia entre otros pecados mayores: «Como en
pleno diá , caminemos con decencia: no en orgías ni borracheras; no en fornicaciones ni lujurias; no en discordias
ni envidias» (Rom 13, 13). Es posible que Pablo haya puesto intencionadamente la envidia en el sexto y último
lugar de su lista, por ser el número seis, como indiqué en el capit́ ulo IV, un número que significa imperfección.
Dice Pablo a los corintios: «...aún sois puramente humanos. Porque, mientras entre vosotros haya contienda
[envidia] y discordia, ¿no continuáis siendo puramente humanos y no es vuestra conducta puramente humana?»
(1 Cor 3, 3).
Los medos odian al extranjero Daniel
Otro motivo por el que los cortesanos reales sentiá n odio consistiá en que Daniel era «el deportado de Judá»,
expresión despectiva con que se refieren a él sus enemigos (cf. 6, 14). Su piedad era también irritante. Así que
sus enemigos conspiran para darle muerte. La persecución es algo que el cristiano fiel debe estar también
dispuesto a soportar. «Todos los que quieran vivir religiosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos» (2 Tim 3,
12). Daniel era, además, un forastero, un intruso. Era diferente. Ni siquiera era medo como los demás supervisores
y sátrapas. No sólo la posición de autoridad de que gozaba Daniel sobre todo el reino medo, sino también su
condición de judío, su alteridad, dieron origen a sospechas y resentimientos. La xenofobia -temor o desprecio
indebidos a los forasteros o extranjeros-, y el racismo son perniciosos compañeros que dan a luz toda clase de
males y conducen al odio homicida, como sucede en nuestro relato.
Desde los tiempos antiguos, incluso entre cristianos, por desgracia, el sentimiento antijudío ha sido una forma
particularmente venenosa de xenofobia y racismo. Los judíos eran odiados por la exclusiva razón de que eran
judió s. Si eran pobres, se los despreciaba. Si eran ricos, se los consideraba tramposos y taimados. Si eran
influyentes, se los criticaba. Si eran eminentes en las artes y las ciencias, el derecho y la medicina, se los envidiaba.
En su forma más extrema, el odio antijudío condujo a las persecuciones asesinas en Europa y en otras partes, y
luego a la tragedia final del Holocausto. Pero en su forma más común y más sutil, este odio corrompe las relacio-
nes y conduce a una discriminación injusta y a disturbios sociales.

La fidelidad de Daniel en el gobierno


Un nuevo motivo para el odio y la envidia de los paganos es la fidelidad intachable de Daniel. Los conspiradores
habían empleado sus mejores artes para encontrar «un motivo para acusar a Daniel en lo tocante a los asuntos del
reino, pero no pudieron encontrar motivo alguno, ni falta, porque era fiel, y por eso no hallaron negligencia
alguna ni falta que reprocharle» (6, 5). Los enemigos de Daniel no pudieron hallar ninguna prueba para presentar
un cargo criminal o polit́ ico contra él. Aquí se hacen tres afirmaciones mayores sobre la personalidad de Daniel.
Primero, Daniel era «fiel», era digno de confianza, era leal, era formal. Esto trae a la memoria lo que dice Pablo
sobre el discipulado cristiano: «Que los hombres sólo vean en nosotros servidores de Cristo y administradores de
los misterios de Dios. Ahora bien, en los administradores lo que se busca es que cada cual SEA FIEL» (1 Cor 4,
1-2).
Segundo, Daniel NO era negligente. Cumpliá todas las obligaciones de su alto cargo de gobierno. No buscaba
favores por razón de su posición. No ahorraba esfuerzos. Se hacía responsable de cada uno de sus actos. Esto nos
recuerda lo que dijo Jesús a los que eran negligentes en sus responsabilidades espirituales: «¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos hipócritas, que os preocupáis por el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, mientras
habéis descuidado lo de más peso en la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que habiá que
practicar y aquello no dejarlo» (Mt 23, 23).
Tercero, Daniel NO era culpable de mala conducta o de corrupción en su cargo. Nunca se aprovechó de su
poder o autoridad sobre el reino entero. Creía que todo poder viene de Dios. Recordaba las palabras del santo
centinela que habiá dicho «que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres; lo da a quien le place y eleva al
más humilde de los hombres» (4, 14). En su proceso, Jesús reformulará estas palabras ante Pilato: «Ninguna
autoridad tendrías sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto» (Jn 19, 11).
Los conspiradores hacen caer a Daniel en una trampa
Desde el momento en que Daniel no podiá ser acusado de ninguna conducta mala ni de incompetencia los
conspiradores ensayaron otra polit́ ica, algo particularmente maligno y astuto. Se concentraron en la religión de
Daniel y en sus prácticas espirituales con el fin de hacerle caer en la trampa. Los lectores originales del relato se
veriá n reflejados en lo que le estaba sucediendo a Daniel, pues ellos experimentaron un odio y una persecución
similares por parte de Antíoco IV Epífanes. «Por medio de mensajeros envió el rey [Antió co] cartas a Jerusalén y
a las ciudades de Judá, para que siguieran costumbres extrañas al paiś . Debiá n excluir del santuario holocaustos,
sacrificios y libaciones; profanar sábados y fiestas; contaminar el santuario y los lugares santos; construir altares,
recintos sagrados y santuarios idolátricos; ofrecer en sacrificio puercos y animales impuros; dejar a sus hijos sin
circuncidar; mancillarse a sí mismos con toda clase de impurezas y de abominaciones, de modo que olvidaran la
ley y cambiaran todas sus costumbres. Y quien no obrara conforme a este decreto del rey, debiá morir» (1 Mac 1,
44-50).
El decreto injusto del rey
Los inspectores y sátrapas fueron en tropel al rey y lo saludaron con la fórmula habitual: «¡Vivas por siempre, oh
rey Darió !». Habiendo planeado su proyecto hasta el último detalle, le dicen al rey: «Todos los inspectores del
reino, los prefectos, los sátrapas, los consejeros y los gobernadores aconsejan que se promulgue un edicto real, por
el cual se ponga en vigor esta prohibición: Quien, por espacio de treinta diá s, haga una oración a quienquiera que
sea, Dios u hombre, fuera de a ti, ¡oh rey!, sea arrojado al foso de los leones» (6, 8). Tal decreto no tiene paralelo
en la historia de que tenemos conocimiento. Incluso los reyes helenistas que pretendiá n tener derecho a honores
divinos, como Antió co IV, no prohibieron el culto a cualquier otro dios junto a ellos. En nuestro relato, sin
embargo, la cuestión es que Daniel simboliza al pueblo judió , y Darió es un siḿ bolo del paganismo que exigía un
culto exclusivo a los id́ olos, como en el relato del capítulo 3.
Los conspiradores habiá n mentido sin duda cuando dijeron «todos los inspectores», pues Daniel, uno de los tres
inspectores, no tuvo ciertamente parte alguna en sugerir el real decreto. Los conspiradores recurren a los halagos
para conseguir que el inconsciente e ingenuo Darío apruebe su conjura. «Ahora, pues, ¡oh rey!, promulga el edicto
y firma el documento, para que, según la ley irrevocable de los medos y los persas, no sea modificado» (6, 9).
Ignorando su malvado intento, Dario ́ «firmó el documento con tal prohibición» (6, 10). El poderoso rey Darió
muestra ser un hombre débil de carácter si se le compara con Daniel, el judió , que controlaba sus decisiones y
acciones. Una referencia a la inmutabilidad e irrevocabilidad de la ley meda y persa se encuentra también en Est
1, 19 y 8, 8. Según el historiador griego Diodoro Sículo, que escribió en el siglo I a. C, el concepto de tal ley existiá
en el tiempo de Darió III (335-331 a. C), el último de los reyes persas.

Sorprenden a Daniel orando a Dios


El resto del relato deja claro que Darío no tenía intención de hacer daño a nadie al firmar la prohibición. Después
de que los conspiradores «acudieron precipitadamente y hallaron a Daniel orando y suplicando a su Dios» (6, 12),
informaron al rey sobre esta violación de la ley meda y persa. Darió , sin embargo, «recibió un gran disgusto y trató
de salvar a Daniel» (6, 15). Pero al final prevalecieron los conspiradores. Persuadieron a Darió para que hiciera
cumplir el injusto decreto que habiá convertido en ley del paiś . Así Daniel fue arrojado en el foso de los leones. A
pesar de la evidente buena voluntad hacia Daniel y su noble intento de salvarlo de los leones, queda claro, en
primer lugar, que Darío cometió un error al firmar la ley inmoral.
Al dejarse persuadir por los halagos de sus cortesanos, el rey puso de manifiesto su flojo carácter. Sucumbió a la
tentación, siempre presente en los gobernantes del antiguo Oriente Próximo, de actuar como un dios. Años atrás,
Nabucodonosor se había portado como si fuera un dios (cf. Dan 4), y Baltasar no aprendió nada de los errores de
su padre (cf. Dan 5). Cuando nuestro autor escribió el presente relato, Antió co IV habiá intentado obligar a los
judió s a dar culto a su dios dinástico Baal Shamem, que se identificaba con Zeus Olim ́ pico. Antió co se proclamó
la epifaniá de ese dios, tomando el epit́ eto de Epif́ anes («[dios] Manifiesto») como parte de su nombre oficial.
Darío dio pruebas de que no tenía talla de rey y de que era un hombre falto de voluntad al dejarse manipular por
los conspiradores. Pero al menos tenía buena voluntad hacia Daniel, «el deportado de Judá» (6, 14). En agudo
contraste, Antíoco IV sintió un desprecio absoluto por los judió s de su tiempo. Hizo cuanto estaba en su poder
para abolir el judaismo completamente en su reino. Como Antíoco IV, Darió dictó una ley que, en efecto, prohibiá
el libre ejercicio de la religión. Neciamente, estuvo de acuerdo con los conspiradores en que nadie, «por espacio
de treinta diá s, haga una oración a quienquera que sea, Dios u hombre, fuera de a ti, ¡oh rey!». Los conspiradores
habían hecho bien su trabajo. Darió cayó en su estratagema. Quizás en su vanidad y orgullo llegó a creer que era
cierta clase de ser divino al que todos tenían que dirigirse antes de recurrir a otro dios u hombre.

Los males del positivismo legal


Pero el decreto que Darió había transformado en ley inmutable e irrevocable era injusto, pues estaba basado en el
positivismo legal, la filosofía según la cual una acción puede ser mandada o prohibida simplemente porque el
poder legislativo así lo dice y lo convierte en ley; la moralidad no entra en cuenta en absoluto. La ley de Darió era
tan inmoral como la ley promulgada por Nabucodonosor de que todos debían dar culto a su ídolo de oro cuando
tocara la orquesta (cf. 3, 4-5). El profeta Isaías, hablando en el nombre del Señor, condena rotundamente el
positivismo legal y sus muchos males: «¡Ay de quienes decretan decretos inicuos y escriben escritos vejatorios
para declinar la causa de los indigentes y robar el derecho de los pobres de mi pueblo; para hacer de las viudas su
presa y poder expoliar a los huérfanos! ¿Qué haréis el diá del castigo, ante el desastre que llega de lejos? ¿A quién
acudiréis en busca de auxilio y dónde dejaréis vuestra riqueza? ¡Sólo queda doblarse entre los prisioneros y entre
los degollados caer! Con todo esto, no se calmó su ira, y su mano está aún extendida» (Is 10, 1-4).
El positivismo legal es lo que respalda a las leyes inmorales de segregación en los Estados Unidos y las leyes del
apartheid en Sudáfrica, que estuvieron en vigor durante muchos años. Estas leyes fueron promulgadas para
legitimar toda clase de injusticias y ultrajes contra los negros de ambos países. En el mundo actual las leyes de
muchos gobiernos permiten el aborto y la eutanasia. En consecuencia, mucha gente cree que estos actos de
violencia contra una vida humana inocente son permisibles simplemente porque son legales. Sin embargo, tales
leyes no están basadas en principios éticos o morales sanos. Las leyes humanas pueden liberalizar la industria
de las líneas aéreas; no pueden liberalizar la moralidad. La ley no hace el derecho, como tampoco «la fuerza hace
el derecho».
Desde los tiempos bíblicos hasta nuestros mismos días han sido frecuentes las leyes injustas relativas a la
religión. El resultado ha sido la persecución e incluso la muerte para un amplio número de creyentes. Jesús se lo
advirtió a los cristianos: «Acordaos de la palabra que os dije: El esclavo no es mayor que su señor. Si a mí me han
perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, guardarán también la vuestra» (Jn 15,
20). «Bienaventurados los perseguidos por atenerse a lo que es justo, porque de ellos es el reino de los cielos. Bie-
naventurados seréis cuando, por causa miá , os insulten y persigan y digan toda clase de calumnias contra vosotros.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas
anteriores a vosotros» (Mt 5, 10-12). «Entonces os entregarán al tormento y os matarán, y seréis odiados por todos
los pueblos a causa de mi nombre» (Mt 24, 9).
Los primeros cristianos fueron acusados de traición por negarse a dar culto al emperador, como exigiá la ley
romana. Se los ejecutó por decapitación o arrojándolos a los leones para bárbaro entretenimiento de las multitudes.
En nuestro relato, ser arrojado al foso de los leones no era una forma de diversión, sino sólo una forma de castigo.
Durante el largo reinado de Isabel I (1558-1603), hija de Enrique VIII y Ana Bolena, murieron por su fe 189
católicos. Durante la Revolución Francesa, un grupo de dieciséis monjas carmelitas descalzas de la comunidad de
Compiégne, en el norte de Francia, fueron condenadas a muerte como contrarrevolucionarias y fanáticas religiosas
por el mero hecho de vivir como religiosas bajo obediencia a sus superiores. Inmediatamente después del breve
proceso celebrado en 1794, fueron a la guillotina cantando el Te Deum, el himno de alabanza. El compositor
francés Francois Poulenc inmortalizó el martirio de estas monjas en su magistral ópera titulada «Diálogos de
carmelitas» (1957), basada en una obra dramática francesa del mismo título (1948) escrita por Georges Bernanos.

EL HOMBRE MUESTRA SU REBELDÍ A HACIA DIOS

MEDIANTE LA PRÁCTICA DE LA ENVIDIA

DANIEL EN ELFOSO DELOS LEONES (6:1-28)


Existe una relación estrecha entre Jos capit́ ulos 3 y 6 del libro de Daniel. Ambos tratan de la fidelidad
de Dios y su poder protector hacia sus hijos. Ambos presentan la dedicación incondicional de siervos
de Dios que prefirieron morir antes que negar al Señor de sus vidas.
Otra comparación entre ambos pasajes manifiesta la iniquidad del corazón humano y la determinación
del hombre en mostrar su rebeldiá contra Dios.

DARIO DESIGNA A DANIEL JEFE DE LOS GOBERNADORES DEL REINO (6:1.3)


Pareció bien a Darió constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas que gobernasen en todo el reino. Y
sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno; a quienes estos sarrapas diesen cuenta, para
que el rey no fuese perjudicado. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores,
porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino (6:1-3).
Como se ha indicado ya, la identificación de Darió no ha sido absolutamcnte demostrada todavía, Se
han hecho, sin embargo, dignas sugerencias pero es necesario esperar evidencias más decisivas antes de
llegar a una conclusión final. Por el momento la evidencia presentada por John C. Whitcomb.
identificando a Darió con Gubaru, el gobernador dcsignado por Ciro el Grande, parece tener el mayor
peso. Se ha sugerido que aunque Darío el medo fue constituido rey sobre los caldeos, no era en realidad
un monarca absoluto, sino que su poder estaba supeditado al de Ciro. No obstante, teniá poder
administrativo como lo demuestra el hecho que pudo nombrar 120 sátrapas y tres presidentes
(gobernadores) sobre ellos como asistentes del rey.

Los medo-persas establecieron una organización polit́ ica diferente de la de los babilonios. Dividieron el
imperio en reinos tributarios y en grandes provincias llamadas «satrapías». Cada provincia era
gobernada por un «sátrapa» o gobernador.
La palabra gobernador» (sarak) significa presidente, «cabeza... o jefe. Evidentemente, Darlo habiá
organizado la administración de su reino en tres grupos. Cada uno de ellos teniá su presidente, quien
debiá informar regularmente al rey. Es posible que Darió hubiese averiguado acerca de Daniel y al
conocer su habilidad administrativa, experiencia y sabiduría, le nombrase para un cargo de tal
importancia. Como habiá ocurrido anteriormente. Daniel se distinguió por encima de los demás. Ni los
años ni las circunstancias habiá n cambiado la integridad personal de Daniel.

LOS ENEMIGOS DE DANIEL PLANEAN DESTRUIRLO (6:4.9)


Aunque el texto bib́ lico omite las razones por las que aquellos hombres queriá n destruir a Daniel, es de
suponer que entre los principales motivos estaban los celos y la envidia. Daniel era un anciano judío
que habiá servido al gobierno babilónico. Seguramente los asistentes de Darío pensaban que el profeta
no debiá tener ni arte ni parte en la nueva adrministración medo-persa. De modo que procuraron
eliminarlo por cualquier medio.
Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino:
mas no podían hallar ocasión alguna o falla, porque él era fiel y ningún vicio ni falta fue hallado en él.
Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si
no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios (6:4-5).
El complot contra Daniel estaba encabeza do por sus colegas (gobemadores o presidentes) y por un
número indeterminado de sátrapas. La palabra «ocasión» ('illd) significa «pretexto» o «causa por la
cual acusar a alguien». Es decir, aquellos hombres buscaban la más miń ima excusa para descargar sus
acusaciones contra Daniel con el fin de quilarlo de en medio. Principalmente procuraron sorprenderlo
en algo relacionado con el reino. O sea, que aquellos malvados montaron guardia» pensando que
podrían acusar a Daniel de incapacidad administrativa o de infidelidad al rey pero fracasaron. En
segundo lugar, procuraron hallar alguna tacha moral o deshonesta en la persona del profeta, pero
también fracasaron porque Daniel era fiel (meheman). es decir. digno de confianza.
Habiendo fracasado en esas dos esferas de la vida de Daniel (pública y privada), aquellos hombres
determinaron atrapar a Daniel en algo que tuviese que ver con su vida religiosa. Evidentemente. Daniel
había demostrado su absoluta lealtad a Dios. Esa fidelidad seria sometida una vez más a la prueba y
como resultado se obtendriá una maravillosa victoria para la causa de Dios.
La expresión..la ley de su Dios..manifiesta que el testimonio de Daniel con respecto a los
mandamientos de Dios era notorio entre aquellos hombres. La palabra ..ley.. significa «decreto... o
..edicto.. (2:13. 15; 6:9. 13. 15). Demodo que aquellos hombres sabían que Daniel no violariá el
mandamiento de la ley de Dios que prohib́ e arrodillarse o adorar a alguien que no fuese Dios mismo.
Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey y le dijeron así: ¡Rey Darió . para
siempre vive! Todos los gobernadores de l reino. magistrados. sátrapas. priń cipes y ca- pitanes han
acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes. que cualquiera que en el espacio
de trei nta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti. oh rey. sea echadoen el foso
de los leones. Ahora. oh rey.confirma el edicto y fiŕ malo para que no pueda ser revocado. conforme a la
ley de Media y de Persia. la cual no puede ser abrogada. Firmó. pues. el rey Darió el edicto y la
prohibición (6:6-9).
Los sátrapas y gobe rnadores previamente de acuerdo aparecieron delante del rey. El verbo traducido al
castellano «se juntaron» (hargish/i) expresa una idea enfática. En este caso la connotación es «se
agruparon».Es decir, concertadamente habiéndose completado la
trama.aquellossátrapasygobernadoresseagruparondelantedelreyparaexpresarle el consenso al que habían
llegado.
El portavoz de la comitiva hace saber al rey el acuerdo que han torna- do. A primera vista. las
pretensiones de aquellos hombres era hacer pen- sar a Dariá que sus subalternos lo teniá n en muy alta
estima. Como lo apunta Leupold:
Para obtener su finalidad aquellos oficiales hacen la más plausi-
bledeclaracióndesusdeliberaciones:dicen:«Hemosacordado»; usan las más finas expresiones para
identificar su malvada trama tales como ..edicto real»...confirmación». Dan a todo el complot
una apariencia de piá religiosidad. Aparentan que nada sino la má.s excelente lealtad se esconde detrás
del proyecto.'
La petición era que el rey Darió estableciese un edicto real que por obligación tuviese que ser
observado por los ciudadanos del reino. La promulgación de dicho edicto obligaría a todos a tratar a
Darió como si fuese un dios. La expresión ..demande petición» (ha 'a) en este contexto significa
..pedir» como se hace en oración de lante de Dios . El castigo para el violador del edicto consistiriá en
ser echado en el foso de los leo- nes. En tiempos de Nabucodonosor. la pena capital era el horno de fue-
go.Losmedo-persasutilizabanfierosleones.Lacrueldadenamboscasos era indiscutible.
Es evidente que la presión ejercita por los conspiradores y la tenta- ción de ser considerado un dios.
aunque fuese por un período de treinta diá s. hicieron que Dacio accediese a las demandas de los
gobernadores y sátrapas. ya que el texto afirma que ..Darío firmó el edicto y la prohi- bición» sin
analizar con detenimiento las implicaciones de aquel acto.
lOS ENEMIGOS DE DANIEL lO DENUNCIAN POR SU DESOBEDIENCIA (fd O.15)
Cuando Daniel supo que el edicto habiá sido firmado. entró en su casa. y abiertas las ventanas de su
cámara que daban hacia Jerusalén. se arrodillaba tres veces al día. y oraba y daba gra- cias delante de
su Dios. como lo soliá hacer antes (6:10).
Como en los diá s de su juventud, Daniel no permitió que las circuns- tancias alterasen sus
convicciones. Aunque sabiá las imp licaciones del edicto promulgado por Dacio. Daniel fue a su casa y
con las ventanas abie rtas se postró para orar y dar gracias a Yah\,t'h .
Hay un énfasis especial en la acción del profeta. El hecho de: (1) te- ner las ventanas abiertas: (2)
postrarse con el rostro hacia Jerusalén: y (3) hacerlo tres veces aldiá .Todo ello indica
ladeterminaciónde aquel hombre de Dios en demostrar su fidelidad hacia Dios a quien había ser- vido
toda su vida. En el texto origina l los tres verbos aparecen en forma de participios e indican acción
continua.
Daniel tres veces al diá arrodillándose. orando y dando gracias delante de Dios testimoniaba su
inquebrantable confianza en el Dios del Cielo.
Entonces se juntaron aquellos hombres. y hallaron a Daniel oran- do y rogando en presencia de su
Dios. Fueron luego ante el rey ylehablarondeledicto real:¿Nohasconfirmadoedictoquecual- quiera que
en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti. oh rey. sea echado en el foso de
los leones?
Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Me- dia yde Persia. la cual no puede ser
abrogada (6:11-12).
. Al igualquecuandohicieronsu entradaen lapresenciadel rey. loscons- piradores e.omo un ~po espiaron
a ~aniely lo vieron «orando y rogando ~n presencia ~ su D IOS» . La expresión ..rogando»
(mitlumnon) significa literal mente «implorando el favor». Es de suponer que Daniel conocía o. por lo
men~s.sospechaba lo que estaba a PUnlOde ocurrir e imploraba la ayuda de DIOSpara soportar la
prueba a que seriá sometido. Los conspira- dores han logrado su propósito inicial. o sea. han
conseguido que Darlo promul8:ue el decre~oy ahora e~tána punto de conseguir que el mencio- nado
edicto sea aplicado por primera vez contra Daniel. Aquellos hom-
bres demuestran ~afalsedad de sus corazones cuando tratan de aparentar ~uesu preocupaciónes por el
fiel cumplimiento de una ley cuando en rea- lidad lo que pretendían era destruir a Daniel.
Entonces re~pondieron y dijeron delante del rey : Daniel, que es u~ode los hl~osde la cautivos de Judé.
no te respeta a ti. oh rey. O! acataeledictoqueconfirmaste.sinoquetresvecesaldíahace su petición (6:(3).
¡Los hijos de las tinieblas son en verdad astutos y sagaces! Una vez que han hecho que Darfo verifique
oralmente el alcance del edicto, los cons'pira~~res acusan abienamente a Daniel de falla de respeto al
rey y de violaciónflagrante deledictopromulgado.
Edward Young hace el siguiente comentario:
El carácter despreciable de los acusadores se pone de manifies- to en la manera en que form ulan su
acusación contra Daniel como un exiliado, en lugar del que ha sido designado como cabeza de los
I!resident.es y ~t':lPas. para que. al recordar que es un ex- tranjero. pudiesen msrnuar que es
polit́ icamente desleal a Darfo. Además. primeramente declaran que Daniel ha sido infiel al rey y luego
que ha quebrantado el edicto. El asunto es presentado
de la manera mjs distorsionada posible, un truco común entre polit́ icos corrompidos.!
Este elocuente comentario de Young describe acertadamente la baje- za de aquellos hombres cuyos
corazones, endurecidos por la envidia. albergaban sólo mala voluntad hada Daniel.
<;uando el ~y oy6 el asunto, le pesó en gran manera. y resol vió librara Daniel: y hasta la puesta del sol
trabaj épara librarle. Pero
aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas. oh rey. que es ley de Media y de Persia que
ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado (6:14-15).
La reacción de Darió al escuchar el asunto fue un tanto contraria a la que los presidentes y sátrapas
esperaban. La traducción castellana ...le pesó en gran manera» se acerca bastante a la idea del texto
original (be'esh 'dMhi).l> Es evidente que en ese momento el rey se percató de la trama impiá de
aquellos hombres.
No cabe duda de que el rey estaba convencido de la inocencia de Daniel. Deotra manera. no se
explicariá su profundo interés en librarlo. Pero el caso de Darió demuestra que muchos hombres están
más intere- sadosen su reputación que en sucarácter. Ese fue el caso de Poncio Pilato en eljuicio de
Jesús y el del rey Agripa en el caso de Pablo. En situacio- nes como éstas es imperioso recordar que ..si
Dios es por nosotros. i,quien podráestar contra nosotros?.. (Ro. 8:31).
DANIEL ES ECHADO EN EL fOSO DE LOS LEONES (6:1b-181
Entonces el rey mandó. y trajeron a Daniel. y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel:
El Dios tuyo a quien tú continuamente sirve s. él te libre. Y fue traid́ a una piedra y puesta sobre la
puerta del foso. la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus priń cipes. para que el acuerdo
acerca de Daniel no se alterase. Luegoelrey se fue a su palacio.y se acostó ayuno; ni instrumentos de
música fueron traídos delante de él. y se le fue el sueno (6:16-18).
Habiendo fracasado en su intento de salvar a Daniel. el rey ordenó que fuese
traid́ oparaquelasentenciafueseejecutada.EStoocurrió.según Keil. la noche del diá en que la acusación
fue hecha." Después de dictar la sen- tencia. Darió expresa a Daniel su deseo personal: ..El Dios tuyo. a
quien tÚ continuamente sirves. él te libre...' Ciertamente estas palabras son un tributo a la fidelidad de
Daniel. El mismo rey reconoce que Daniel servía «continuamente» a su Dios . ¿Cómo es posible que
un rey pagano pudi ese proferir tales palabras'! La respuesta a esa pregunta se encuentra. sin duda. en el
testimonio personal de Daniel. Aun el pagano Darío podiá ver la di- ferenc ia entre el Dios de Daniel y
los otros dioses.
El hecho de que se pusiese una piedra en la entrada del foso y luego se sellase con el anillo del rey y
sus prfncipes no era por razones de se- guridad. ya que humanamente hablando no existiá la posibilidad
de que Daniel escapase," La razón mñs bien era demostrar que la sentencia se habiá ejecutado y no era
posible hacer cambio alguno ni por el rey ni por cualquier otra persona.10
El versić ulo 18 testimonia la tristeza que embargaba a Dariá a causa
delainjustacondenadeDaniel.Elreyquebrantósunormadevidaaquella noche: (1) se acostó en ayunas: (2)
canceló el acostumbrado entreteni- mie nto de la corte: y (3) perdió el sueño. Aunque Darlo era un rey
paga- no. demuestra que en su corazón había algo de sensibilidad que le permitiá distinguir entre la
justicia y la injusticia. El hombre fue creado con la capacidad de diferenciar entre el bien y el mal. El
rey Darlo sabía q ue 10 que se habiá hecho con Dan iel era injusto.
DANIEL ES LIBRADO DE LOS LEONES POR LA MANO DE DIOS 16:19-241
Elrey.pues.selevantó muy de mañana. yfue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al
foso llamó a voces a Daniel con voz triste. y le dijo: Daniel. siervo del Dios viviente. el Dios tuyo. a
quien IÚ continuamente sirves: ¿te ha podido li-
brar de los leones? (6:19-20).
É lselevantó«alamanecer»,osea.alclareareldía.Lapalabratradu- cida "apresuradamente» se deriva del
verbo behaí y es usado en forma adverbial paraindicar ..premura.. o ..velocidad de ejecución.. (véase
2:25 y 3:24). La idea es que. al levantarse Darlo. no perdió tiempo. Inmedia- tamente. y de manera
apresurada. fue al foso de los leones. Con voz an- gustiada, aun ames de llegar a la entrada del foso.
Darlo comenzó a llamar a Daniel. La frase ..Daniel. siervo del Dios viviente...» tiene un signifi- cado
muy singular. Darlo reconoce que el Dios de Daniel es -el Dios viviente.. ('éMM' ha.."yd'}. En
contraste con los dioses de Babilonia. Media y Persia. el Dios de Daniel era el «viviente»,
Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey. vive para siempre. Mi Dios envió su ángel. el cual cerró la
boca de los leones. para que no me hiciesen daño. porque ante él fui hallado inocente: y aun delante de
ti, oh rey. yo no he hecho nada malo (6:21-22).
Daniel respondió. primeramente. con toda cortesía al rey: «Oh rey. vive para siempre...», sin ningún
rasgo de amargura en su corazón y sin inculpar al rey por haberlo condenado. Al contrario. Daniel una
vez más testifica de su inocencia y da la glori a a Dios por haberlo librado de la boca de los leones.
Es interesante notar que Daniel habla primero de su relación con Dios diciendo: "Porque ante él IDios¡
fui hallado inocente». La palabra «ino- cente.. (wk,i)significa «moralmente limpio y puro». Pero el
profeta afir- ma su inocencia lambién delante de los hombres. Esta es una verdad aplicable a todo
creyente en lodo tiempo. El hijo de Dios debe de ser puro
delante de Dios y delante de los hombres aldecir «Y aun delante de ti. oh rey. yo no he hecho nada
malo». Hay una justicia vertical que tiene que ver con Dios. pero hay otra horizontal que se relaciona
con el testimonio delante de los hombres. A Daniel. evidentemente. le preocupaban ambas.
Entoncessealegróelreyengranmaneraacausadeél.Ymandó
sacaraDanieldelfoso;yfueDanielsacadodelfoso.Yninguna lesión se halló en él. porque habiá confiado en
su Dios. Y dio orden el rey. Yfueron traid́ os aquellos hombres que habiá n acu- sado a Daniel. Yfueron
echados en el foso de los leones ellos. sus hijos Y sus mujeres. y aú n no habían llegado al fondo del
foso. cuando los leones se apoderaronde ellos yquebraron to- dos sus huesos (6:23-24).
El rey se complació en el hecho de que Daniel estaba aún vivo y or- denó que lo sacasen del foso. La
idea aquí es que Daniel fue extraid́ o por la abertura superior del foso. La expresión «ninguna lesión se
halló enél.porquehabiá confiadoensuDios»constituye untestimoniosin- gular del poder de Dios y su
cuidado providencial. La liberación de Da-
niel fue efectuada mediante un acto sobrenatural de Dios. La boca de los leones habiá sido cerrada
paraque no hicieran daño al profeta de Dios . El famoso expositor inglés. G.H. Lang. ha escrito:
El control de los ángeles sobre la creación es ilustrado aquí de manera sobresaliente: pueden «cerrar la
boca de los leones... No se nos dice la manera de esta influencia. Es fácil concebir que aquellos que
pueden dar a un hom bre la naturaleza de una bes- tia. como a Nabucodonosor. pueden suspender.
como en este caso. la naturaleza fiera y destructiva de las bestias salvajes. que. después de todo. es una
naturaleza foránea. No se encontraba antes de que el hombre cayese en pecado. Yserá quitada cuando
ocurra la restauración general (ls. 11:1-9. etc.).!'
El rey Darlo ordenó que los acusadores de Daniel fuesen traid́ os y echados en el foso de los leones. La
expresión «aquellos hombres que habían acusado a Daniel». literalmente significa «los que habiá n
comi-́ do los pedazos». Esa es una expresión que se usa metafóri~ament~ p~ra indicar elconceptode
calumniar yacusarfalsamente.Daniel habla Sido calumniado por hombres malvados que ahora tienen
que pagar con sus propias vidas por hechos inicuos.'! Aquí vemos el triste final de born-
bres que deliberadamente se rebelan contra Dios.
EL DIOS DE DANIEL ES GLORIFICADO (6'25 -28)
Entonces el rey Darió escribió a todos los pueblos, naciones y len- guasque habitan en toda la tierra:
paz os sea multiplicada. De parte miá es puesta ordenanza: que en todo el dominio de mi reino to- dos
teman y tiembl en ante la presencia de l Dios de Daniel: por- que él es el Dios viviente y permanece por
todos los siglos. y su reino no será jamás destruido. y su dominio perdurará hasta el fin. É l salva y libra,
y hace señales y maravilla.s en el cielo y en la tierra: él ha librado a Daniel del poder de los leones
(6:25-27).
El rey Darte promulgó un edicto tal como lo habiá hecho Nabucodcncsor anteriormente (capit́ ulos 3 y
4), proclamando que todos debían reconocer al Dios de Daniel. La ex presión «temblar y temer» su-
giere la idea de reconocer la grandeza de alguien. No obstante, es eviden- te que Darió no llegó al
punto de reconocer que el Dios de Daniel es el único Dios del universo. Es una triste realidad, pero han
ex istido y exis ten seres humanos en el mundo que han sido testigos de grandes evidencias del poder
de Dios, pero ni aún así han rendido sus vidas al Señor.
Las cosas que Daría dice de Dios son en verdad sobresalientes:
l. Es el Dios viviente.
2. Es el Dios eterno (permanece por todos los siglos). 3. Su reino es eterno.
4. Su dominio es eterno.
S.Salva y libra.
6. Hace señales y maravillas en el cielo yen la tierra. 7. Ha librado a Daniel del poderde los leones.
EstasevidenciasdepoderymajestaddebieronhaberhechoaDarío reconocer que no hay otro Dios.
y este Daniel prosperó durante el reinado de Dariá y durante el reinado de Ciro el persa (6:28).
El Daniel que habiá sufrido injustamente y había sido echado en el foso de los leones. es el mismo que
prospera en tiempos de Daría y Ciro." El verbo prosperar (sella/) es usado en 3:30 donde se traduce
«engran- deció». De modo que no tan solamente Daniel sirvió en el gobierno de Dariá . sino que fue
prosperado y engrandecido. La idea tal vez sea que fue tenido en mayor estima que ames de haber sido
echado en el foso de los leones.
RESUMEN Y CONClUSiÓN
A pesar del esfuerzo de hombres inicuos para destruir a Daniel, la mano protectora de Dios libró al
profeta de la boca de los leones. El testimo- nio de Daniel resulté para la gloria de Dios. El rey Darío,
quien había promulgado aquel terrible decreto. ahora proclama una estupenda ma- nifestación.
reconociendo la grandeza del Dios de Daniel. Por otro lado. los hombres malvados que procuraban la
muerte de Daniel son conde- nadas a morir en el sitio donde querían que Daniel muriese. Finalmente. la
fidelidad del anciano profeta es galardonada. El texto dice sencilla- mente que «prosperó durante el
reinado de Daría y el reinado de Ciro el persa». Por supuesto que el mayor de los galardones es el que
hab iá de recibir de la mano del Señor.

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