Sei sulla pagina 1di 2

Las mujeres y el deseo de ser madres.

Antecedentes
Existe una gran heterogeneidad en lo que refiere a la maternidad, o tal vez más
precisamente debería hablarse de “maternidades”, dado que como manifiesta
en su artículo Juliana Marcús (2006) en relación a las mujeres de los sectores
populares, hay diversas mediaciones que inciden en las prácticas de estas
mujeres, que tienen que ver con “las representaciones que poseen acerca de
los papeles sociales que deben desempeñar, los modelos de maternidad y
familia internalizados, los mandatos culturales y las prohibiciones acerca de la
sexualidad, las significaciones relativas a la pareja y al cuerpo” (2006, p102)
Consideramos importante destacar además, que no existe una cuestión nata
de toda mujer que la predispone a la maternidad, es decir, aquello del “instinto
maternal” (Da Rosa et al., 2016; Marcús, 2006), es un concepto que debe ser
abolido (Marcús, 2006). Lejos de ser algo instintivo y naturalizado, la
maternidad es un constructo social y cultural, contextualizado y construido
históricamente, y enmarcado dentro de patrones sobre el “cómo ser madre”
que responden a en el caso de nuestra sociedad a los patrones de familia
occidental, moderna y de clase media (Marcús, 2006; Marrades, 2002 en
Barrantes et al., 2014). Sin embargo, la maternidad puede caracterizarse como
un mandato social, y también como un proyecto de vida (Rostagnol, 2012), y en
este sentido también existe gran heterogeneidad ya que algunas mujeres lo
tienen sumamente naturalizado “si se es mujer, se es madre” (Barrantes et al.,
2014), mientras otras buscan el momento indicado para proponerse la
maternidad (Rostagnol, 2012).
Por lo expuesto anteriormente, cabe mencionar que la maternidad puede
caracterizarse entonces como “un constructo social y simbólico que adquiere
diferentes significados en diferentes contextos sociohistóricos” (Royo, 2012:
p28). No es posible para nuestra cultura considerar los términos maternidad y
paternidad como equivalentes semánticos, dado que el primero de ellos se
naturaliza, mientras que el segundo podría hasta elevarse a una categoría de
principio espiritual. Para nuestra concepción occidental, lo femenino sólo aporta
el cuerpo, el receptáculo y la función de nutrir al feto, mientras que lo masculino
dota de identidad y de esa función creativa (Royo, 2012). Recordemos que la
divinidad en las religiones monoteístas, es explícita o implícitamente masculina,
y es capaz de crear al mundo, al hombre y a la mujer, sin necesidad de la
intervención de lo femenino en ninguno de esos actos (Royo, 2012). Esta
cuestión, diferencia los términos maternidad y paternidad, asignándole a este
último la connotación divina (Tubert, 1997 en Royo, 2012).

Contexto del problema

Fundamentación del problema

Referencias bibliográficas:

 Barrantes Valverde, K., & Cubero, M. F. (2014). La maternidad como un


constructo social determinante en el rol de la feminidad. Wímb lu, 9(1),
29-42.
 De Rosa, C., Doyenart, M. J., Freitas, M., Lara, C., Gómez, A. L., &
Rossi, S. (2016). Maternidad en adolescentes y desigualdad social en
Uruguay.
 Marcús, J. (2006). Ser madre en los sectores populares: una
aproximación al sentido que las mujeres le otorgan a la
maternidad. Revista argentina de sociología, 4(7), 100-119.
 Rostagnol, S. (2012). De la maternidad elegida a no ser madre (por
ahora): anticoncepción y aborto en la vida de las mujeres.
 Royo Prieto, R. (2012). Maternidad, paternidad y conciliación en la CAE:
¿Es el trabajo familiar un trabajo de mujeres? (Vol. 27). Universidad de
Deusto.

Potrebbero piacerti anche