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Sebastián Camilo Rodríguez Sabogal

La confusión como creadora de la epistemología

Siguiendo con el desarrollo del capítulo III del texto1, en el cual su autor analiza la manera en que la
filosofía, por medio de diversos procesos de tipo histórico y cultural, comenzó a tener como
preocupación central el problema acerca de los orígenes de nuestro conocimiento y sus límites,
dando paso a una disciplina denominada epistemología, encargada de estudiar la mente humana
establecida por Descartes, el siguiente texto abordará la tesis de que, debido a la denominada
“confusión entre explicación y justificación”, existente en la filosofía de Locke, es que la
epistemología, junto con el aporte realizado por Descartes, tiene origen y se consagra como
disciplina. De esta manera, la idea es conocer en qué consiste dicha confusión, los problemas que
lleva consigo y sus consecuencias para el posterior desarrollo de la filosofía y la epistemología. Para
llevar a cabo esto, lo que se hizo fue dividir el texto, fragmentándolo de manera que sea claro el
desarrollo del mismo, y sintetizando la idea central de cada fragmentación, sin perder de vista la
línea argumentativa o lógica del texto.

1. El autor comienza con una contextualización en la cual nos señala cuáles son los nuevos
problemas que surgen en el campo de la filosofía, como consecuencia de la mente y “el
espacio interior” fundado por Descartes. De esta manera, se evidencia que surge un
escepticismo, consistente en la incertidumbre y las dudas planteadas acerca de la veracidad
de las ideas de la mente (espacio interior) y su relación con respecto al mundo (espacio
exterior).

2. A partir de este escepticismo surge “la teoría del conocimiento”, que vendrá a ser el tema
central de la epistemología, como un intento de otorgar validez a la relación entre espacio
interior y exterior. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que, a juicio de Rorty, la
epistemología no hubiera podido surgir sin la confusión de la cual acusa a Locke, entre una
explicación mecánica sobre el funcionamiento del organismo y la justificación de nuestras
pretensiones de conocimiento. (Tesis principal).

3. Para comenzar a aclarar esta confusión el autor hace la distinción entre una justificación y
una explicación, recordando que una justificación de una creencia no puede apoyarse en el
funcionamiento del organismo, ya que, de esta manera, queda sin resolver la cuestión
acerca de cómo un proceso interno, de relaciones entre ideas, me puede arrojar
proposiciones de un mundo que es exterior a mí; es decir, cómo puede un proceso realizado
en mi mente darme conocimiento objetivo del mundo, que es lo que realmente se busca
responder cuando se exige una justificación de nuestras pretensiones de conocimiento.

4. A manera de una respuesta que nos permita entender cómo es posible que Locke cometiera
un error semejante, el autor plantea que para los escritores del siglo XVII el conocimiento
era entendido como una relación entre sujeto y objeto, mas no como una relación entre
sujeto y proposición. En general, dice Rorty, los escritores del siglo XVII no creían que el
conocimiento fuera una creencia verdadera que necesitara ser justificada. Debido a esto,
Locke toma una postura similar a la de Aristóteles, mediante la cual concibe que tener una
idea de algo es de por sí tener conocimiento acerca de ese algo, postura que se distancia
bastante de nuestra actual forma de concebir el conocimiento, como una creencia verdadera
y que necesariamente debe ser justificada por medio de proposiciones lógicas. Así mismo,

1
Ver, Rorty. “La filosofía y el espejo de la naturaleza”. Editorial Cátedra, Madrid, 1989, traducción de Jesús Fernández
Zulaica. II parte, Cap III.
Rorty cree que esta confusión de Locke no es tan descabellada al recordar que su
concepción de la mente era algo similar a una tablilla, en la cual los objetos nos dejan
impresiones, y que dichas impresiones ya serían catalogadas como conocimiento.

5. Con base en lo anterior, el autor muestra el rechazo generado a esta idea de “impresión” por
parte de autores como Reid, Sellars o Green, rechazo que termina desembocando en una
postura unánime de que justificar nuestras pretensiones de conocimiento mediante la idea
de impresión no es viable, ya que, con esta, no podemos obtener una sustentación lógica y
por medio de razones del conocimiento que pretendemos tener.

6. Unido a esto, el autor introduce otro de los problemas existentes en el sistema filosófico de
Locke, consistente en la tensión generada entre la impresión que nos deja un objeto y el
hecho de tomar conciencia de dicha impresión; este problema tiene su origen debido a la
concepción que Locke tiene acerca de las impresiones, ya que para él, las impresiones son
representaciones. De esta manera, Rorty afirma que con el sistema de Locke tendría que
jugar un papel más importante en el proceso del conocimiento el hecho de tener conciencia
sobre la impresión dejada por el objeto, que la impresión en sí misma. A partir de esto se
muestra una vez más que Locke sigue sin ofrecer una solución al problema de la validez y
objetividad que tienen nuestros conocimientos, razón por la cual se originarían las
posteriores críticas hechas por autores como Hume o Kant.

7. Por último, Rorty detecta otro problema surgido del hecho de que Locke busque
fundamentar su teoría del conocimiento desde la percepción sensorial, en la cual se
encuentra una extraña mezcla entre fisiología y postulados de Aristóteles, y es el problema
de que se pueden generar dos interpretaciones: una literal, en la cual se podría pensar que
una parte del cuerpo adopta las cualidades del objeto, y otra metafórica, en la cual se podría
entender que la persona posee en su mente cualidades de los objetos dice conocer. Es por
medio de este modelo de la percepción sensorial que, a juicio de Rorty, Locke concibe el
“conocimiento de”, como si fuera “conocimiento de que”.

8. A manera de conclusión, Rorty sostiene que el mayor defecto de cualquier sistema como el
de Locke, es que no es capaz de explicar la manera en que la recepción en la mente de
objetos puede llevarnos a la construcción de proposiciones que justifiquen lógicamente
nuestro conocimiento; defecto que será el tema central de la filosofía de Kant.

Con base en el texto, lo que se podría concluir es que, a pesar de que Locke no haya podido
fundamentar de una manera efectiva ni clara cómo es que nuestra mente es capar de emitir juicios
acerca de objetos que son externos a nosotros, ni haya podido establecer cuáles son los límites a los
cuales debemos ceñirnos en nuestra búsqueda de conocimiento, no por ello su trabajo debería
quedar solamente en un intento fallido, sino que debería reconocerse su labor como la inauguración
de una nueva disciplina, que vendría a tomar la posición central en el quehacer filosófico, sumado
al hecho de que ya fuera para refutarlo o para seguir con sus planteamientos, los filósofos
posteriores tomarían la obra de Locke como incentivo o punto de partida en la elaboración de sus
propias obras, dando como resultado los valiosos aportes de filósofos de la talla de Hume, Kant,
entre otros.

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