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Filosofía y Ciencia
de la Educación
Relación constante
entre filosofía y educación
Aguirre, José Amado
Filosofía y ciencia de la educación : relación constante entre filosofía y
educación. - 1a ed. - Córdoba : Brujas, 2010.
116 p. ; 23x15 cm.
ISBN 978-987-591-235-9
© Editorial Brujas
1° Edición.
Impreso en Argentina
ISBN: 978-987-591-235-9
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.
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Tel/fax: (0351) 4606044 / 4691616- Pasaje España 1485 Córdoba - Argentina.
Para ser tú mismo, debes pensar por ti mismo
JOSÉ AMADO AGUIRRE
A LA MEMORIA DE MI PADRE
JOSÉ MARÍA AGUIRRE
PRÓLOGO
M
ucho valoro que el Pbro. José Amado Aguirre me
honrara invitándome a comentar su “Manual” sobre
“Filosofía y Ciencia de la Educación”.
No resulta tarea fácil iniciar a los jóvenes en el cono-
cimiento de la filosofía y en las vinculaciones de ésta con
la educación. El saber filosófico –preciso es reconocerlo– no
interesa particularmente a los jóvenes en nuestros días, salvo
raras excepciones.
Los jóvenes viven en un mundo en el que la especula-
ción filosófica tiene escasa cabida. Reflexionar sobre el ser,
Dios o el Absoluto, la nada, la inmanencia, la trascendencia,
etc. no les seduce mayormente. Los problemas de la Ética,
los problemas axiológicos, no constituyen hoy para la juven-
tud una temática prioritaria.
En un mundo en el que cada vez más se acentúa la pre-
ponderancia de los valores económicos, materiales, sobre los
valores que exaltan lo humano y otorgan mayor dignidad a la
persona, en el que el hedonismo parece ser la doctrina domi-
nante en nuestras sociedades, en el que la procura de bienes
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materiales constituye uno de los objetivos fundamentales de
los hombres, la especulación filosófica queda limitada a cír-
culos muy reducidos.
Por ello, el propósito del Pbro. Aguirre de difundir en-
tre jóvenes estudiantes nociones básicas acerca de la filosofía
y de la educación, nos parece, sumamente encomiable.
La empresa que acomete el Pbro. Aguirre no es nada
fácil, en virtud de la naturaleza de los temas a abordar –Cien-
cia, Educación, Filosofía, Metafísica, Ontología, Gnoseolo-
gía, Axiología, etc.– y la extensión histórica del estudio que
va, desde los presocráticos hasta nuestros días.
No obstante, con un lenguaje llano, accesible a los jó-
venes, expone las ideas de los más representativos filósofos y
educadores y desarrolla las teorías filosóficas y las concepcio-
nes pedagógicas, con una destacable habilidad didáctica.
Para comprender cabalmente la interpretación que el
Pbro. Aguirre hace de las diferentes corrientes filosóficas y
pedagógicas es preciso partir de la posición ideológica en que
se sitúa el autor.
El Pbro. Aguirre es un confeso liberal, que con “liber-
tad de espíritu exigencia de todo creyente” expone sus re-
flexiones sobre la filosofía y la educación, como las expuso al
abordar el tema del liberalismo (cf. Aguirre José Amado. El
Liberalismo. Ed. Marcos Lerner. Córdoba, 1997. Pág. 17).
Puede el lector compartir con sus interpretaciones o
con sus puntos de vista. Pero en ningún caso puede negársele
su propósito de ser objetivo.
El propio autor declara con la mayor sinceridad, en la
obra citada en líneas arriba, su “postura mental”: “quiero,
pretendo (no es fácil conseguirlo) ser objetivo en mis análisis.
No someto la verdad a nada ni a nadie” (Ibidem pág. 16 y
agrega, “La divinización de la virtud de la obediencia es un
10
ídolo creado con oro e incienso para el altar de todos los au-
toritarismos de todos los tiempos y de todos los signos”.
El Pbro. Aguirre es un espíritu libre. Desde esa libertad
examina ideas, las concepciones filosóficas, a través de la his-
toria sin sujeción a ninguna obediencia. Es un intelecto que
busca la verdad en la plena libertad. «La libertad –afirma–
tiene sus riesgos; prefiero asumirlos antes de acomodarme a
la seguridad de la obediencia convertida en “virtud” de los
esclavos» (Ibidem pág. 79).
A partir de esa libertad y objetividad puede el Pbro.
Aguirre parafrasear a Marx o citar un pensamiento de Marx
cuando le parece acertado o sirve a sus propósitos discursivos
(cf. pág. 41 del presente manual).
El espíritu ecuménico del Pbro. Aguirre, su profundo
humanismo, se advierte cuando se refiere a los judíos y su
aporte a la llamada cultura cristiana-occidental (Ibidem pág.
43 y sgtes.).
Una ciencia de la educación, en la concepción del Pbro.
Aguirre “debe fundarse en nociones claras sobre la persona
humana” pero “la persona humana no se reduce a un com-
plejo armónico de neuronas, pulsiones, traumas, comple-
jos… sino que se abre a lo infinito desde lo más profundo de
su ser, y se comunica en la alteridad como vínculo de esencial
afirmación solidaria” (Ibidem pág. 13).
Igualmente se revela dicha libertad de pensamiento al
exaltar la figura de Domingo Faustino Sarmiento. “Estoy se-
guro –afirma– que sus ideas y sus obras están más en conso-
nancia con el Vaticano II que las diatribas de sus enemigos
clericales y conexos a ellos”. (Ibidem pág. 86).
Tengo la sincera convicción de que la lectura de este
“Manual” sobre “Filosofía y Ciencia de la Educación” consti-
tuirá para los jóvenes un acicate para la reflexión y un medio
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de acceder a un conocimiento, a un saber, que imperativa-
mente debe ser revalorizado en nuestros días.
12
INTRODUCCIÓN
L
as relaciones substantivas e históricas de estos dos tér-
minos: filosofía y ciencia, nos obligan a incursionar en
ambos campos para llegar a algunas conclusiones sobre
el tema fundamental de la EDUCACIÓN. Esta problemáti-
ca se puede estudiar desde distintos puntos de vista según la
ideología del investigador.
Sin embargo, se podría hacer una exposición suficien-
temente comprensiva como para dar una idea al respecto in-
dependientemente de toda postura subjetiva. Por lo tanto,
debemos presentar el problema en sí mismo para posterior-
mente ensayar un juicio crítico.
13
gún valores de una sociedad concreta, sea formal o informal-
mente”, nos resta únicamente investigar el segundo término
de la proposición, es decir, qué se entiende por ciencia. Úni-
camente así se podrá llegar a la conclusión de que se puede
hacer ciencia de la educación; o, en otras palabras, de que
la educación debe considerarse como una verdadera ciencia
con todas sus consecuencias.
18
II. J
19
Pero que el término ciencia se tenga que referir exclu-
sivamente a lo empírico, no parece evidente… al menos si se
quiere respetar la fijeza de los términos.
Pero aún concedido que sea legítimo emplear el anti-
guo término de Ciencia para lo concretamente experimental,
y que esta Ciencia con sus inmensos méritos haya invadido el
mundo, deja así y todo al desnudo el núcleo de la cuestión:
si se pretende negar la existencia o al menos la posibilidad
de otra realidad trascendente (Dios, alma, espíritu) se está
admitiendo un error manifiesto. En efecto, desde el positivis-
mo y menos aún, desde el materialismo, no se puede negar la
posibilidad de un mundo no experimentable… puesto que
según los positivistas la experiencia es la fuente de la verdad
científica, y no se puede tener experiencia de lo que no es ex-
perientable… Lo que no cae bajo la experiencia simplemente
no cae. Y nada más. No se puede argüir la imposibilidad de
lo que no cae bajo la experiencia.
Si el científico reduce su investigación y sus afirmacio-
nes al campo de lo experimentable, está en su legítimo de-
recho. Un científico creyente no será menos científico que
un ateo. Por consiguiente, es legítimo estudiar positivamente
el proceso educativo. Pero, si se quiere negar toda trascen-
dencia a la Educación y a su contenido, y afirmar que todo
se reduce a lo fenoménico, eso ya no lo admito. Hay allí
una burda contradicción o una petición de principio. “Hay
muchas más cosas entre cielo y tierra que ignora tu honesta
sabiduría”… La realidad seguirá lo mismo, se la admita o se
la niegue, con las tristes consecuencias que siempre acarrean
posturas dogmáticas.
Una Ciencia de la Educación como tal, debería funda-
mentarse en nociones claras sobre la persona humana, suje-
to necesario de la educación, que no se reduce simplemente
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a un complejo armónico de neuronas, pulsiones, traumas,
complejos… sino que se abre a lo infinito desde lo más pro-
fundo de su ser, y se comunica en la alteridad como vínculo
de esencial afirmación solidaria.
En resumen: la Ciencia de la Educación, siguiendo
las exigencias positivas, tiene un inmenso campo de inves-
tigación y de promisorias consecuencias, siempre dentro de
los límites empíricos. A su vez, la filosofía tiene su campo
específico según las orientaciones de diversas escuelas, pero
siempre buscando la realidad en sí para fundamentar desde
allí todo tipo de realidades. Supera entonces los límites de
lo experimental. Y para los creyentes, hay una apertura más
allá de lo empírico y más allá de la misma razón humana: el
campo de la Teología. Estas Ciencias (en el sentido clásico de
la palabra y del contenido) no se contradicen ni se oponen;
ni siquiera son indiferentes las unas para las otras. La filosofía
admite todas las investigaciones empíricas y las fundamenta.
La Teología, sobre esa base experimental y racional, más allá
todavía del mundo de las causalidades analizadas y descu-
biertas por la razón, más allá de lo experimentable, edifica el
mundo de lo trascendente, de lo específicamente espiritual y
sobrenatural. La armonía de estos tres niveles específicamen-
te diversos, abre todas las posibilidades de conocimiento y
creatividad del hombre.
21
FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN:
ANÁLISIS CONCEPTUAL
C
on los antecedentes expresados en forma muy sucinta,
podemos avanzar metódicamente en numerosas cues-
tiones sobre el tema. Tradicionalmente se acepta que la
Filosofía preside consciente o inconscientemente todo estu-
dio sistemático y profundo sobre cualquier compartimento
de la realidad. De allí que al estudiar la Educación como
Ciencia, se debe apelar a su relación con la Filosofía. Así fue
desde el origen helénico de la investigación educativa y sus
métodos, hasta el presente, aún referido a esos pretendidos
sistemas educativos basados en principios afilosóficos o ame-
tafísicos como veremos más adelante.
Al nivel de un estudio relativamente profundo de es-
tos temas, no interesa propiamente lo declarado por autores,
sino lo que tiene de verdad como contenido en sí, al margen
o en contra de lo taxativamente manifestado. Si entendemos
en general por Filosofía, toda reflexión profunda y sistemáti-
ca sobre el ser y el conocer munido de la capacidad humana
23
superior que busca encontrar la razón de todas las cosas en
su unidad y diversidad, podemos atribuir su origen claro y
significativo en la Grecia de los presocráticos especialmente
a partir de los grandes temas de la metafísica de Parménides
y de Heráclito. Desde ese tiempo hacia el siglo VI a.C. po-
demos observar las relaciones directas de la Filosofía con un
sistema determinado de enseñanza y de formación de Es-
cuelas. La Educación –tomada esta palabra por el momento
en un sentido muy amplio, como transmisión de pautas de
comportamiento mentales y exteriores– sigue a la Filosofía y
se introduce en la Polis helénica, luego en la Cívitas romana,
dando origen a las llamadas Escuelas morales, que prolife-
raron después de los grandes filósofos Platón y Aristóteles.
Estos eminentes filósofos fijaron hasta el presente los grandes
temas de toda filosofía y de todo sistema educativo, excepto
las relativas y circunstanciales aportaciones desde otra visión
filosófica. Platón funda la Academia; Aristóteles El Liceo.
Nombres y contenidos permanentes en la historia de la Edu-
cación.
Para una mejor comprensión de la filosofía y Educación
en sus relaciones originarias, debemos aludir a la doctrina de
los llamados Sofistas (V a.C.).
Estos maestros filósofos ambulantes, en gran parte son
productos de las circunstancias sociopolíticas de la Grecia de
ese siglo. Vencidos los Persas (guerras médicas) en la batalla
naval de Salamina, Platea y finalmente en el cabo de Micale,
los griegos entran en una intensa vida hegemónica en to-
dos los aspectos, principalmente a través de Atenas, donde
se radican las ideas de las libertades ciudadanas y del sistema
democrático de gobierno. Si bien esta democracia estaba res-
tringida a los ciudadanos que eran minoría en cada ciudad-
estado. En efecto, en tiempo de Pericles –siglo de oro de la
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civilización helénica–, sobre 47.000 ciudadanos atenienses,
había unos 30.000 metecos (extranjeros) y unos 200.000 es-
clavos. (Cf. Pirenne T.I, pg. 146). Pericles da su nombre a
este brillante siglo y favorece la filosofía, ciencias y artes, que
dejarán para siempre en obras inmortales el recuerdo de Gre-
cia. Tucídides, el historiador, define así el ambiente democrá-
tico y liberal de la Atenas de Pericles: “El Estado democrático
debe esforzarse por servir al mayor número de ciudadanos;
debe procurar la igualdad de todos ante la ley; debe conseguir
que la libertad de los ciudadanos dimane de la libertad públi-
ca; debe acudir en socorro del débil, y dar el primer puesto
al mérito. El armonioso equilibrio entre el interés del Estado
y de los individuos que lo componen, garantiza el desen-
volvimiento político, económico e intelectual de la ciudad,
protegiendo al Estado contra el egoísmo individual, y al in-
dividuo, gracias a la Constitución, contra la arbitrariedad del
Estado.” (Ib. 146). En este ambiente que produce dinámica
social, artes, comercio, capitalismo liberal, movilización de
riquezas a base de la hipoteca, competencia para ocupar car-
gos públicos, sistemas legales de ataque y defensa de derechos
y obligaciones, etc. etc., surgen los llamados posteriormente
sofistas, no sin desprecio por Aristóteles. Estos filósofos am-
bulantes vendían sus lecciones y buscaban el pro y el contra
de las argumentaciones con sólo la finalidad del éxito y no el
de llegar a la verdad… “Tenían gran brillantez y éxito social;
eran oradores y retóricos, y fundamentalmente, pedagogos”.
(Cf. Hist. de la Fil. Julián Marías, pg. 33).
Antes de referirnos a las clásicas ideas sobre Educación
de los grandes filósofos Platón y Aristóteles, será oportu-
no decir algo más sobre las Escuelas morales. Estas surgen
como consecuencia de la postura humanista de Sócrates,
quien revierte el interés de la Filosofía en el Hombre, en
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lugar de la fisis o naturaleza, lugar común de los presocráti-
cos. Alrededor de este problema fundamental: “conócete a
ti mismo” del Templo de Apolo en Delfos, y basado en un
sistema pedagógico inmediatista y subjetivo-creativo (ironía,
mayéutica) tanto como dialogal, produce Sócrates un inte-
rés por el Hombre que va a continuar en distintas Escuelas
llamadas morales, por referirse a la conducta humana. (La
palabra moral, viene de mos, moris=costumbre, en latín). Se
originan nuevos interrogantes. El conocimiento, ¿es igual a
virtud? ¿Cuál es la finalidad de la vida? ¿Qué significa felici-
dad? Estos interrogantes originan distintas Escuelas interpre-
tativas de esta nueva postura filosófica. Citaremos de paso
únicamente a los Cínicos, Epicúreos y Estoicos, por sus rela-
ciones con la Educación para la juventud.
43
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
D
espués de lo señalado respecto a las relaciones entre
Filosofía y Educación, nos referiremos aquí más fo-
calmente al hecho históricamente desarrollado. Ya
sabemos que no puede haber propiamente Educación sin Fi-
losofía; ni una Filosofía importante sin su derivado de aplica-
ción. Aquí también podemos parafrasear a Marx: la teoría sin
la praxis es vacía; la praxis sin la teoría, es ciega. Y si la Edu-
cación, cuyo objeto es guiar fuera ciega, ¿cómo va a guiar
un ciego a otro ciego sin caer en algún pozo, según advierte
el Evangelio? Por eso no podremos propiamente hablar de
fechas sobre el nacimiento de la Filosofía de la Educación,
sino simplemente debemos observar cómo se fue aclarando
esta materia hasta considerarse ya suficientemente operativa
en el período moderno donde nacen casi todas las ciencias
en el sentido actual del término, no en sentido tradicional
helénico como vimos en la Introducción.
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Las grandes líneas de esta materia debemos buscarlas en
la más remota antigüedad.
En la CHINA, la cultura ha sido una de las más nota-
bles y delicadamente sensible, donde las virtudes familiares
y humanas se fomentaban en una sociedad casi matriarcal,
luego patriarcal, feudal y posteriormente imperial. La filoso-
fía moral de Confucio preside este tipo de Educación. En la
época imperial, los mandarines se hacen cargo de la enseñan-
za pública y especializada para funciones administrativas sin
más requisitos que la aptitud.
En la INDIA, la división de castas desde muy antiguo
en base a una concepción religiosa orienta la Educación de
este pueblo a través de toda su larga historia. Sus libros sa-
grados llamados Vedas determinan todo tipo de conducta
hasta sus mínimos detalles. La primera casta de los Brahama-
nes (sabios sacerdotes) son los encargados natos de la Edu-
cación que se da a las tres clases primeras: sacerdotes, gue-
rreros-nobles, y comerciantes; no así a la cuarta que eran los
sudras, para los trabajos humildes y pesados. Los parias no
eran considerados siquiera como castas, peor que esclavos.
La mujer no recibía ninguna instrucción. Religioso respeto
por la vida, creencia y conformidad en la transmigración de
las almas; interiorización y desprecio de los factores externos
y estímulos de la vida, aspiración a la Nirvana en un intento
de comunicación con la vida superior divina en la máxima
contemplación individual. La doctrina suave y humanitaria
de BUDA (563-483) tiene más influencia en la China y aún
en el Japón que en la India, que sigue tradicionalmente con
sus Vedas y posteriormente con las Upanishadas que son
comentarios a los Vedas como sistema de llegar a la unión
mística con Brahma.
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En EGIPTO, país de los dioses según Herodoto, la
Educación está dominada por la religión. La enseñanza su-
perior se daba en los mismos templos que eran numerosos
e inmensos. Había enseñanza esotérica (misteriosa) para
iniciados. Se estudiaba matemáticas, medidas, arquitectura,
astrología, etc., habiendo constituido un conjunto de saber
muy profundo que fue asumido por los sabios griegos. La
misma construcción de monumentales Templos, Pirámides,
Diques, Canales, etc. siguen testimoniando a través de mi-
lenios la capacidad de ese pueblo y su mentalidad religiosa.
Como escritura tenían la jeroglífica y la hierática. Se dice que
el libro de doctrina Ptahotep podría ser el más antiguo libro
de Pedagogía. Además del Libro de los Muertos tuvo mucha
influencia el libro sobre La doctrina de la Sabiduría cuyas
relaciones con los libros Sapienciales de Salomón en el Anti-
guo Testamento bíblico, es fácil de admitir.
En PALESTINA, el pueblo hebreo tiene características
propias. Aquí, más que en cualquier otro pueblo es fácil ver
la influencia del pensamiento religioso y dogmático sobre
todos los factores educativos. Es el pueblo antiguo menos
culto. Sólo unos pocos Escribas podían acceder a la instruc-
ción y transmisión de temas no referidos directamente a la
religión. En esta Teocracia, los Profetas, los jueces y los mis-
mos Reyes estaban supeditados al poder sacerdotal ordina-
rio o a las intervenciones extraordinarias directas de Jehová
mediante los Profetas. Sin embargo, hay disposiciones en la
Biblia que superan en profundidad y humanidad a las mejo-
res iniciativas de otros pueblos más civilizados, incluidos los
griegos. Pueblo de “dura cerviz”, memorista, nómades por
largos períodos, sin embargo tuvo el mérito de ser dirigido
por algunos personajes extraordinarios que parecieran no co-
rresponder a su medio ambiente. La BIBLIA es con mucho
47
superior a cualquiera de los libros de la antigüedad; aún en
belleza literaria sólo puede decirse que fue superada por la
literatura griega. Otro mérito de este pueblo y de su cultura,
fue y es su inserción, mediante el llamado Nuevo Testamen-
to cristiano a todas las mejores formaciones ideológicas por
aceptación o por oposición hasta la actualidad. El pueblo
árabe musulmán también acepta el Antiguo Testamento bí-
blico en la religión de Mahoma. Fuera de la Biblia, casi no
hay literatura judía antigua. El mismo Talmud, no es sino un
conjunto de comentarios rígidos sobre la Biblia. La impor-
tancia de los llamados Mandamientos de la Ley de Dios con-
signados por Moisés (decálogo en la versión griega) influyen
hasta el presente en todas las legislaciones.
Ramón Pérez de Ayala dice al final de la pg. 127: “Moi-
sés, Licurgo y Solón cierran el triángulo inviolable de la pe-
dagogía” (Cf. Viaje entretenido al país del ocio).
Por el trascendente significado de este pueblo judío
sobre toda la historia de la humanidad, quiero cerrar estas
breves consideraciones con la siguiente cita de unos Apuntes
inéditos que escribí para mis alumnos de Sagrada Escritura.
“Toda la Biblia se nos presenta como un fenómeno incom-
prensible desde el punto de vista meramente humano. No se
puede explicar un efecto tan grande sin una causa proporcio-
nada. Notemos que el pueblo judío, por su ubicación geo-
gráfica, marginal respecto de las grandes civilizaciones, y por
su casi nula trascendencia intelectual, literaria o artística si
omitimos la BIBLIA, se convirtió por ella en el EJE de toda
al historia humana. Conocemos bastante de las realizaciones
prodigiosas de otros pueblos más o menos coetáneos: Asirios,
Medos, Persas, Egipcios, Helenos, Romanos. En el pueblo
judío sólo encontramos nomadismo, racismo, interminables
luchas internas y externas. Las dos únicas monarquías ilustres
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(omitimos a la de Saúl) de David y de su hijo Salomón, con
el Templo incluido y Palacios, eran inmensamente inferiores
a las grandes monarquías de aquellos pueblos. Y el famoso
templo de Salomón, nada tenía que ver con los colosales y
fastuosos templos de los grandes imperios. En cuanto a la
cultura general, sólo era un pueblo despreciado por sus veci-
nos. Sin letras, sin filosofía, sin arte. Y de ese pueblo inculto
y obstinado salió la promesa del Mesías, salvador de la hu-
manidad, como si Dios hubiera querido demostrar su poder
y misericordia eligiendo a lo más bajo y despreciable.” “Para
que nadie se vanaglorie de lo que no le corresponde”…
Cuando Lord Byron llegó a Arenas para defenderla en
su guerra contra los turcos, buscó a los griegos, y ya no los
encontró… Los tenía en su mente pero no estaban en la rea-
lidad. Esos griegos que veía eran totalmente distintos a los
que rodeaban a Pericles. También Mussolini creía en el pue-
blo romano; lo veía en su imaginación; los convocaba a gran-
des empresas bélicas; pero ese pueblo romano, no existía. El
Sha de Persia Reza Palevi creyó restaurar la monarquía persa
de los Darío… y todo fue la inmensa ilusión de un episodio
anacrónico y fatal. Esos y otros famosos pueblos fueron… y
ya no son. Sin embargo, he aquí a los judíos. Insignificantes
en todo menos en religión; y ellos son, aún a despecho de los
siglos, de las dispersiones, de las persecuciones, de las matan-
zas sistemáticas. Y son los mismos desparramados por todo el
mundo, como ya en tiempos evangélicos. Un pequeño pero
sólido grupo de creyentes unifica una inmensa dispersión
atada con lazos invisibles a una tradición de ser el PUEBLO
DE DIOS, al que deben recurrir todos los demás. Cuando
al Primer Ministro judío Menahem Beguin se le inquirió por
su título sobre Jerusalén y la Palestina, dijo desde el fondo de
su alma judía: esa Tierra Dios nos la ha dado. Título sin duda
49
ridículo para la diplomacia mundial, pero tremendamente
válido para los creyentes que fueron, que son y que serán.
El pueblo judío sigue siendo un misterio para el incrédulo.
Una cosa es cierta: la civilización o cultura llamada cristiana
occidental se estructuró básicamente con estos tres aportes:
filosofía, letras, artes, de los griegos; la claridad, practicidad
y derecho de los romanos, y la religión de un Dios Trascen-
dente y Providente de los judíos.
55
L
58
EDUCACIÓN ARÁBIGO-MUSULMANA
L
os árabes impulsados por la doctrina religiosa de Maho-
ma (570-632) fundador del Islamismo, llegan a domi-
nar e imponer su culto a casi todo el mundo Oriental
e incursionan sobre Europa Occidental. Se establecieron en
España mediante los moros (711) hasta 1492 fecha en la cual
los Reyes Católicos los desalojaron de su última posesión en
España, Granada. Debemos reconocer que durante un largo
período, fueron los árabes quienes asumieron lo mejor de la
civilización antigua en todos los aspectos, mientras Europa
decaía tras las invasiones bárbaras y problemas de superviven-
cia bajo nuevas estructuras. Los musulmanes descollaron en
filosofía siguiendo a Aristóteles más que a Platón, a través de
una versión siríaca. Se considera a Averroes como su máximo
Comentador, reconocido y llamado así por el mismo Santo
Tomás. A él se le atribuye la teoría de las dos verdades para
conciliar el Corán con la física de Aristóteles. En España,
legó lo mejor de su filosofía, letras, arquitectura, medicina,
etc., sobre todo en Toledo, Sevilla y Granada. Multiplicaron
59
las bibliotecas y organizaron todo tipo de enseñanza hasta
interesarse por la educación de la mujer. Se pudo decir, que
durante esta época fueron las ciudades españolas los únicos
centros de cultura de Europa.
60
ALGUNOS REPRESENTANTES
DE LA FILOSOFÍA Y PEDAGOGÍA
MEDIEVAL CRISTIANA
S
an Isidoro de Sevilla (570-636) fundó numerosos
Centros de enseñanza para el clero y los fieles. Su saber
enciclopédico fue vertido en obras como “Las Etimo-
logías”, conjunto de más de veinte libros donde se hallan to-
dos los temas que van a formar el trivium y el quadrivium.
Influyó grandemente en los sabios posteriores.
San Veda el Venerable (675-735) promotor de la en-
señanza monacal en Inglaterra. Adopta la clasificación del
trivium y del quadrivium en los estudios el monje Alcuino
(735-804) de Inglaterra, llamado posteriormente por Carlo-
magno a Francia donde organizó la enseñanza superior. Otro
monje inglés, Escoto Erígena se traslada también a París para
dedicarse enteramente a la enseñanza y mantiene un pensa-
miento muy original para su tiempo. A estos autores se añade
un grupo de filósofos cuyas ideas todavía están vigentes en
la actualidad. Citemos algunos: San Anselmo (1033-1109)
61
es considerado por Julián Marías como un verdadero filósofo
medieval y fundador de la escolástica en su forma definitiva.
Actuó no sólo en su país natal Italia, sino también en Ingla-
terra y Francia. En él está todo el saber patrístico anterior con
mucha influencia de San Agustín. Él profundiza los temas fi-
losóficos en su confluencia con los teológicos. La Historia de
la filosofía le debe el famoso argumento ontológico, es decir,
el intento de probar la existencia de Dios por la cualidad
exclusiva de la idea de Dios que conlleva necesariamente la
existencia real del Ser divino. Su sorprendente formulación
es la siguiente: Dios es lo mayor que se puede pensar; ahora
bien, si sólo existiera en el pensamiento y no en la realidad,
podría pensar otro mayor que además de estar en el pen-
samiento existiera en la realidad… por consiguiente, Dios
existe…
También es de él el conocido axioma: credo ut intelli-
gam (creo para entender) supeditando así la filosofía a la teo-
logía. Coexistió con esa fórmula, la siguiente aún más dura:
philosophia ancilla theologiae! (la filosofía es la sirvienta de la
teología).
Pedro Abelardo y Pedro Lombardo, ambos del siglo XII
tuvieron definida actividad docente de alto nivel. El primero,
profesor en la Universidad de París, se destacó por su espíritu
innovador en muchos aspectos aunque siempre dentro de la
temática teológica-filosófica. Sus conocidos y trágicos amores
con su alumna Eloísa vivencian la presión religiosa jerárquica
en la misma cátedra universitaria. Pedro Lombardo, es llama-
do el maestro de las Sentencias por su magistral intento de
resumir el saber humano en fórmulas claras y definidas. Estas
Sentencias sirvieron de base para los estudios posteriores en
las Universidades hasta Santo Tomás.
62
Se puede considerar esta época con estos autores ya en
el siglo XIII, como la edad de oro de la escolástica. Así te-
nemos a San Buenaventura dedicado enteramente a la ense-
ñanza superior hasta los niveles de la mística; a San Alberto
Magno, famoso investigador alemán, de un saber asombroso
y maestro de Santo Tomás; y finalmente al máximo expo-
nente, el filósofo y teólogo aquinense, síntesis mayor de toda
la sabiduría en su época y uno de los cerebros pensantes que
acompañan a través de siglos, a los mejores filósofos y teólo-
gos de cualquier tendencia, siempre que se busque la verdad
sin prejuicios. Todas las cuestiones divinas y humanas están
tratadas con seriedad y profundidad por éste, el máximo fi-
lósofo medieval y el máximo en el mundo cristiano hasta la
fecha. Santo Tomás nació en Aquino, Italia, en 1225 y falle-
ció en 1274. Sus obras principales entre numerosos escritos,
son la Summa Theológica y la Summa contra gentiles. Este
filósofo-teólogo privilegió la filosofía de Aristóteles sobre la
imperante de Platón y sus discípulos agustinianos.
Esta filosofía aristotélica-tomista, llamada neotomismo
a partir del resurgimiento de la escolástica por iniciativa del
mismo Papa León XIII en la Encíclica Aeterni Patris (1879)
sigue vigente no sólo en los Seminarios del clero y en las
Universidades católicas, sino también en todos los centros de
altos estudios, al menos como materia de información.
63
y vimos cómo se pueden discernir dos grandes corrientes:
la ateniense con su interés individualista, abierto, promocio-
nal, buscando la máxima libertad en todas las facultades del
hombre que busca su felicidad connatural; y la espartana,
tratando de formar ciudadanos inmersos en un estado al cual
deben supeditar sus aptitudes y posibilidades. En Atenas, la
libertad. En Esparta la seguridad. Dos polos constantes en
las tensiones humanas.
Con el cristianismo, se incorpora otra actitud que len-
tamente prevalece, sin dejar de conllevar características ante-
riores según las circunstancias. Lo fundamental para el mun-
do cristiano, consiste en transmitir un mensaje de salvación
a todos los hombres por mandato divino. Esto es claro, y
se afirmará contra cualquier autoridad y a costa de muchos
sacrificios y persecuciones. “Debemos obedecer a Dios más
que a los hombres”, era la consigna apostólica. Pero las apli-
caciones de este principio se hacían cada vez más complejas
en la práctica. Los primeros filósofos y pedagogos cristianos
llegan a ver que no puede contradecirse un mandato legítimo
humano con un mandato legítimo divino. Por lo cual llegan
a buscar en la misma naturaleza de las cosas y del hombre la
fuente de la verdad y su aplicación por estar regidas por el mis-
mo Dios. Son reconocidos los derechos naturales, entre ellos,
los de la Educación referida principalmente a los padres.
Toda la ideología cristiana medieval concurre hasta el
Renacimiento a delimitar las atribuciones, derechos, obliga-
ciones de los individuos, instituciones, sociedades y Estados,
respecto a la Educación, que seguirá fundándose en el perfec-
cionamiento máximo posible en nivel humano pero injerta-
do en el nivel sobrenatural para su óptima realización. Den-
tro de esta concepción, si no se llega al plano sobrenatural,
64
no se realiza plenamente el natural, por el hecho histórico de
la humanidad redimida. La línea seguida al respecto por la
filosofía escolástica es la siguiente: “Todos los hombres, de
cualquier raza, condición y edad en cuanto participantes de
la dignidad de la persona, tienen el derecho inalienable a una
Educación que corresponda al propio fin, al propio carácter,
al diferente sexo, y que sea conforme a la cultura y a las tradi-
ciones patrias, y al mismo tiempo esté abierta a las relaciones
fraternales con otros pueblos a fin de fomentar en la tierra la
verdadera unidad y la paz. Mas, la verdadera Educación se
propone la formación de la persona humana en orden a su
fin último y al bien de las sociedades, de las que el hombre
es miembro y en cuyas responsabilidades tomará parte una
vez llegado a la adolescencia.” (Declaración Conciliar sobre
Educación Cristiana en el Vaticano II, Nº 1). He aquí una
cuidadosa síntesis de toda una filosofía educativa cristiana
hasta el Renacimiento y Edad Moderna y mantenida doctri-
nalmente hasta hoy día por la Iglesia católica.
65
dos en donde parecía que todo ya estaba dicho, junto con la
aversión a los sutiles silogismos escolásticos. Se vuelve a las
cosas con ojos clásicos y precristianos. Los descubrimientos
científicos y geográficos acentúan esta dinámica hasta llegar a
un verdadero culto, al principio acristiano y luego en algunas
tendencias, anticristiano. No olvidemos que fueron los Papas
sus grandes impulsores (los Médici) al principio. Esta orien-
tación compleja va minando la filosofía de la Educación en
Europa. Ya no interesa la especulación referida a Dios, o sea,
a la teología; es más bien la mística la que va a llenar el vacío
religioso, y posteriormente, el subjetivismo incentivado por
el Libre Examen, o sea por la reforma llamada protestan-
te. La razón, libre de trabas, se dedica a los problemas de la
naturaleza y de la sociedad, casi con prescindencia de todo
lo anterior. La razón arbitra utopías (Tomás Moro, Cam-
panella…) y luego determina a priori lo que tiene que ser.
Allí están Hobbes con su Leviathán y Maquiavelo con su
Príncipe. “El interés por la naturaleza trasciende su propia
esfera. Ya no se contenta el hombre con volverse ahincada-
mente a lo natural; trata de imponer ese carácter a todas las
cosas. No sólo habrá una Ciencia natural, sino un Derecho
natural, una religión natural, una moral natural, un naturalis-
mo humano. ¿Qué quiere decir “religión natural?” Es lo que
queda de la religión después de quitarle todo lo sobrenatural:
Revelación, dogma misterio, etc. La religión natural es lo que
el hombre siente por su propia naturaleza, un dios, no como
el Dios personal del dogma cristiano, sino una idea de Dios.
El derecho natural, la moral natural, son los que competen al
hombre por ser hombre. Se trata de algo fuera de la historia y
fuera, sobre todo, de la gracia.” (J. Marías, o.c. pg. 174).
Es claro entonces el cambio de dirección en la filosofía
de la Educación, en tanto y en cuanto vaya acentuándose el
66
triunfo de estas ideas, en el mundo premoderno y moderno.
Sin embargo, las orientaciones o programas educativos que si-
guen estas ideas, son necesariamente posteriores a causa del
llamado fenómeno de las caídas de las ideas. Pero es desde aquí
que se podrá entender la lucha hasta el presente por la Educa-
ción en todos los niveles. El proyecto de hombre o de Estado,
hace al programa educativo de una sociedad concreta.
Observaremos solamente algunos pasos significativos
en esta marcha progresiva. Se busca la naturaleza a la cual
se la ve con ojos nuevos, como hermosa y descifrable, en
oposición a lo misterioso y trascendente medieval. Por esa
vía se llega (Giordano Bruno) hasta el panteísmo. Vuelve la
temática pagana clásica en ropajes de alta literatura en contra
del latín eclesiástico, duro y bárbaro, usado en la escolás-
tica. Se crearon Academias y Liceos al modo antiguo. Un
buen humanista debía escribir según los cánones de Cicerón
y Quintiliano y hablar correctamente el griego clásico. Italia,
cuna del Renacimiento, desde sus ciudades Florencia, Vene-
cia, Pisa, Roma, impulsa todo este movimiento; Petrarca es
quizás el primero en el aspecto de las letras. En cuanto a la
Pedagogía, habrá que referirse a De Feltre.
En los países nórdicos, la orden de los Jerónimos creó
numerosos Establecimientos educativos que fueron adoptan-
do estas nuevas ideas. Recordamos que de una de estas Es-
cuelas surgió el famoso maestro místico Tomás de Kempis,
con su libro La imitación de Cristo, lectura obligatoria en
todos los Colegios religiosos. En un pasaje se dice allí: “Más
vale la compunción que definirla”. El programa de estas Es-
cuelas en general era el siguiente: griego, latín, lógica y retó-
rica; estudio sobre Euclides, Platón y Aristóteles; teología y
derecho romano.
67
En esta época se inician los llamados gimnasios en Ale-
mania (educación sistemática secundaria). Como pedagogo
se puede citar a Agrícola (s. XV) que exige comprender lo
que se lee, retener en la memoria, y aportar algo personal-
mente. Wimflein (s. XV) insiste en la parte moral más que
en la intelectual en la formación escolar; exige seleccionar las
lecturas de los clásicos para cuidar el aspecto religioso.
ERASMO, quizás el más grande de los humanistas, hijo
de un sacerdote, natural de Rotterdam (Holanda) que ense-
ñó en los principales Centros educativos de Europa, solici-
tado por Papas y por reyes, por católicos y por protestantes,
se mantuvo católico pero crítico de la temporalización de
los asuntos eclesiásticos, sin llegar a la herejía. Toda una vida
docente por Inglaterra, Suiza, Francia, España. Escribió “Los
Coloquios” como libro de texto para la enseñanza del latín;
“La Educación del cristiano”; “Sobre el método de estudios”;
“Sobre la Educación liberal para niños”; “Elogio de la locu-
ra”, etc. etc.
Para nuestro fin educativo, sacamos las siguientes con-
clusiones: la Educación debe comenzar desde la primera in-
fancia y en ella se deben aprender primero las palabras que
las ideas o las cosas. El idioma se debe aprender por medio
del ejemplo y no por la gramática. Es necesario tener maes-
tros bien preparados. Asigna un fin social a la Educación y
exige que las autoridades políticas y religiosas se preocupen
por ella. Propiciaba la Educación religiosa, pero criticaba
acerbamente la que se daba en su tiempo. No pudo evitar
la admisión de errores de su época como el desprecio por
la lengua materna y el poco interés en las materias “realis-
tas”. Recomendó siempre que la enseñanza fuera agradable
y atractiva.
68
H E. F
XV XVI.
69
cas y religiosas de su tiempo, recordando que nadie tiene po-
der absoluto; la ley debe ser para el bien de la sociedad y no
para utilidad del Príncipe. Contra el rey de Inglaterra afirma
que no tiene validez la ley que no es racional. Contra el Papa
Alejandro Borgia, español, escribe negándole autoridad para
dividir el mundo descubierto entre españoles y portugueses,
puesto que los indios no son súbditos al no estar bautizados.
En el aspecto jurídico es muy valiosa la aportación de los
juristas españoles que se adelantaron en mucho a los de su
tiempo y que aún hoy día tienen vigencia. Por ejemplo el
concepto de “autoridad legítima”, “democracia”, “ley”, “revo-
lución”, y aún “tiranicidio”. Allí están Vitoria, Suárez, Cano,
Mariana, etc.
70
nuestros días se refiere a las condiciones de una humanidad
feliz viviendo en comunidad sin los rigores del idealismo pla-
tónico. Con este ingenio, el autor critica todos los sistemas
de su tiempo. El nombre de UTOPÍA, U = no, topos = lugar
indica la postura ideológica. El comunismo de bienes es muy
diverso al comunismo marxista, a pesar de una finalidad aná-
loga. El sistema educativo está de acuerdo a la programación
comunitaria en una sociedad regida por el amor.
71
comentar la fractura más importante ocurrida en el campo
de las ideas con la llamada Reforma y Contrarreforma, has-
ta el siglo XVIII.
72
REFORMA Y CONTRARREFORMA
S
i bien no nos corresponde analizar el fenómeno de la
Reforma, sin embargo creemos necesario señalar los
siguientes puntos de referencia. Al romperse la uni-
dad religiosa medieval que estaba regida por la indiscutida
autoridad del Sumo Pontífice en todos los órdenes socio-
políticos, todo el sistema educativo se rompe en dos o más
bloques según avanzan las ideas de la Reforma, formando
Iglesias protestantes autónomas y separadas. La línea católica
fiel a Roma, se purifica con la Contrarreforma y el Concilio
de Trento (1545-1563), pero principalmente en el aspecto
Educativo, por la acción de una Comunidad que toma esta
actividad como propia, la Compañía de Jesús.
La línea de la Reforma se va fracturando cada vez más
con sus notas nacionales hasta intervenir directamente el Po-
der Político a concurrir a la Educación y luego llegar a absor-
berla en algunos casos, comenzando el problema del mono-
polio estatal laico en contra del religioso. La orientación de
la Reforma en el campo Educativo se puede sintetizar así: a)
73
predominio de lo subjetivo (consecuencia del libre examen)
en contra de la enseñanza abstracta y dogmática. b) nuevos
factores educativos con intervención de agrupaciones laicas y
del Estado; c) mayor aporte educativo de los factores nacio-
nales y mayor interés por lo típico nacional, desde la propia
lengua vernácula hasta sus costumbres típicas. Se difunde la
Biblia en traducciones cada vez más populares. El mismo
Lutero, contribuye a definir la lengua alemana con su traduc-
ción de la Biblia.
En Alemania, a fines del siglo XVI se crean Escuelas pri-
marias para el pueblo; secundarias o latinas para la burguesía,
y superior universitaria para afianzar la religión luterana.
En Inglaterra, la secularización y despojo de todos los
numerosos Colegios católicos ocasionó al principio la su-
presión de la enseñanza. Posteriormente la misma autoridad
política religiosa anglicana, se encarga de promover mono-
pólicamente toda la Educación, con prohibición de otro tipo
de enseñanza. La aparente mayor libertad anglicana, se trans-
formó en dogmatismo religioso anglicano. “A medida que
pasaba el tiempo aumentó el espíritu sectario e intransigente
de la nueva Iglesia nacional anglicana; se recomendó a los
Obispos que arrojaran a los maestros que no pertenezcan al
anglicanismo y se estableció una especie de policía de inves-
tigación con ese motivo. En 1580 se dictó una ley por la cual
se imponía multa de 10 libras a quien empleaba maestros no
anglicanos, y se castigaba con prisión a los mismos. En 1558
se había dictado una ley por la cual se prohibía a los no con-
formistas (no anglicanos) recibir grados universitarios” (Cf.
Luzuriaga, 119).
Se formaron tres Centros principales de Religión Re-
formada y sus consecuencias educativas: en Alemania con
74
Lutero, en Francia con Calvino y en Inglaterra con Enrique
VIII. Toda Europa sufre el impacto de las luchas religiosas
con sus inverosímiles crueldades y dogmatismos. Los diver-
sos intentos de unificar y pacificar Europa, fracasaron desde
Carlos V (Confesión de Ausburgo) y los Príncipes alemanes
luteranos, hasta la gestión del gran filósofo alemán protestan-
te Leibniz y el famoso orador francés católico, Bossuet, cuan-
do ya había más de mil sectas diferentes en el siglo XVII.
Posteriormente es el Estado el que quiere actuar coercitiva-
mente buscando la unidad mayor nacional sobre las diferen-
cias de culto. Así se llega con Enrique IV de Francia (1598)
al célebre Edicto de Nantes, mediante el cual se da libertad
religiosa, con preferencia todavía en grandes centros, para
la religión católica. La supresión de este Edicto por obra de
Luis XIV, y su posterior vigencia en 1788 bajo Luis XVI, casi
en vísperas de la Revolución francesa, marca un cuadro de
intolerancia y desequilibrio religioso a partir de la Reforma
hasta dicha Revolución.
L
75
mundo: que reformase su propia persona, que reformase su
casa y su familia, y que reformase la corte de Cardenales”.
(La libertad de palabra en la Iglesia y en la Teología, José Gon-
zález Faus, pg. 51).
Se insiste en la educación Patrística y se recurre más a
las fuentes auténticas y no a los intérpretes. El centro de este
movimiento gira alrededor del Concilio de Trento (1545-
1563). Este Concilio organiza los estudios religiosos especial-
mente en los Seminarios para la formación de un clero capaz
y moral. Gracias a las Órdenes y Congregaciones religiosas
nuevas o reformadas, impulsa un movimiento de conversión
y humildad, interesándose más en los pobres y necesitados.
Como medida defensiva, se constituye un Índice de libros
prohibidos en defensa de la fe y la moral.
La Institución que más se destacó en esta campaña de
apostolado y enseñanza fue sin duda, entre numerosas otras,
la Compañía de Jesús fundada por San Ignacio de Loyola
con un régimen casi militar (obediencia absoluta y voto de
sumisión a las órdenes del Papa, en 1540). Dentro de esta
Institución, todo es lícito en tanto y en cuanto vaya a la ma-
yor gloria de Dios (ad maiorem Dei Gloriam). De allí que
abarca actividades de todo orden como entonces no la había
hecho ninguna sociedad religiosa. Se dedican a todas las artes
y ciencias, principalmente a las que dan dominio sobre el
hombre y la sociedad. Por eso su máxima dedicación a la en-
señanza secundaria (no primaria) y a la superior, exigiendo de
sus profesores la más alta capacitación. Sus Colegios fueron
convertidos rápidamente en los mayores y mejores centro de
cultura de toda Europa. El mismo filósofo Francisco Bacon
anhelaba que la instrucción inglesa pudiera compararse con
la que impartían en sus Colegios los jesuitas. Por eso se com-
76
prende que la máxima oposición a la Iglesia significara una
franca lucha contra esa orden religiosa, aún dentro mismo del
campo católico donde se distinguen dos líneas en oposición
confluente progresiva. La primera, dentro de las Comuni-
dades o Centros educativos con personajes influyentes ecle-
siásticos. Su punto final sería la supresión de la orden de los
jesuitas por Decreto del Papa Clemente XIV, después de ser
suprimida en diversos Estados. España la suprimió además
en América, con las consecuencias conocidas, especialmente
en relación a las llamadas misiones jesuíticas (s. XVIII). Fue
restablecida por el Papa Pío VII en 1814, sin admitir cambio
alguno en su Constitución ignaciana (sint ut sunt aut non sint
= sean como son, o no sean). La segunda corriente es total-
mente laica y va desde el gran filósofo y sabio católico Pascal,
con sus famosas “Cartas Provinciales” hasta las diatribas de
Voltaire, que fue uno de sus ex alumnos. En general, no se
comprende la contrarreforma sin la destacada actuación de
los jesuitas en todos los órdenes, principalmente educativos
para el clero y para los fieles laicos con abierta competencia
hacia el saber no solamente teológico, sino científico y social.
El núcleo ideológico pedagógico que sostiene este edificio, es
sin duda la Ratio Studiorum (Programa de estudios) muy
relacionada con la Preceptiva de Quintiliano. Allí están sus
características emulativas y bajo severa vigilancia. Sistema
que acrecienta la capacidad individual, sin otras limitaciones.
La Educación era gratuita y de nivel secundario. Otras Co-
munidades religiosas se encargaban de los niveles primarios
(Lasalle, Calasanz, etc.)
Según Manganiello-Bregazi, “Los primeros anteceden-
tes de la Escuela Normal pueden remontarse al año 1599
cuando se dictaron las Constituciones de la Compañía de
77
Jesús donde se establecieron normas para la preparación de
los miembros que se encargarían de la Educación. La Escue-
la Normal, como Institución de formación sistemática del
maestro, recién aparece en Francia a fines del siglo XVIII”.
80
ideas. Esta famosa Enciclopedia francesa, condenada por la
Iglesia, tenía el siguiente subtítulo: Diccionario razonado de
ciencias, artes y oficios, dirigida principalmente por Diderot
y D’Alembert. Pronto se supera el margen de deísmo y se
llega al materialismo completo con La Metrie en su libro “El
Hombre máquina”, y con el Barón de Holbach en su “Siste-
ma de la naturaleza”. Voltaire se encargará de difundir todo
tipo de sarcasmo ingenioso contra la Iglesia, sobre todo la
católica, con el aplauso de toda Europa ilustrada.
81
tituirse bajo la dirección de los filósofos enciclopedistas en
factores de una programada educación obligatoria, estatal y
naturalista. Representa en Educación la vuelta del hombre a
este mundo, a la plenitud del pensar, actuar y conocer. Hay
un optimismo sistemático. Se puede convertir al mundo en
el mejor posible mediante la Educación. Por eso se desarrolla
la Educación estatal, obligatoria y gratuita en la primaria.
Se sostiene un laicismo combativo hasta suprimir toda en-
señanza religiosa en las Escuelas públicas; se llega a prohibir
la enseñanza a los religiosos (Ley Ferry de 1882 en Francia);
se substituye la enseñanza religiosa por la instrucción cívica.
La Educación queda subordinada al Estado. Se deja un mar-
gen de enseñanza no reglamentada religiosa a disposición de
los ministros del culto en los locales no estatales y fuera del
horario de clase. Como pedagogo propiamente dicho habría
que citar a Pestalozzi, dedicado enteramente a la Educación.
Adquirió para ello una granja en la que impartió enseñanza
a niños pobres, viviendo con ellos. Sus posteriores ensayos le
dieron mejores resultados y fama europea. Se basa en la esti-
mulación directa de la percepción y las facultades propias del
niño. Su influencia es notable en Herbart y Froebel.
84
La postura de la Iglesia católica posvaticana, después
de reconocer humildemente sus numerosos errores de doc-
trina y de práctica, renueva sus esperanzas basadas en una
fe auténtica y libre en Dios, y en el respeto y amor a todos
los hombres, sin discriminación alguna, ni religiosa. Todos
los hombres son sujetos de una predilección divina. El Do-
cumento conciliar sobre la Escuela Católica, ya no pide ni
menos exige privilegios, ni siquiera se opone de por sí a la Es-
cuela laica. Esta Escuela católica está abierta al mejoramiento
concreto del hombre (varón y mujer por igual). El recono-
cimiento de la legítima autonomía de las Ciencias y de sus
manifestaciones y aplicaciones, ofrece una garantía para la
óptima Educación cristiana.
85
que el gran Pontífice León XIII abrió las puertas de la Biblio-
teca vaticana a todos los investigadores, sin discriminación.
Por otra parte, también existen personas que sólo buscan los
errores y aún delitos de la Iglesia para fundamentar sus pos-
turas anticlericales a priori. Por lo tanto, dejaré esta cuestión
para indicar simplemente algunos datos significativos que el
lector apreciará según su propia y auténtica capacidad, for-
mación y criterio.
88
educadora y profundamente cristiana. Ya son varios los dis-
tinguidos historiadores y analistas que han destruido las ob-
soletas acusaciones sobre su masonería junto con traiciones
a la Patria en favor de Chile, y su encono hasta patrocinar la
muerte de los gauchos. He leído mucho sobre Sarmiento y
estoy seguro que sus ideas y obras están más en consonancia
con el Vaticano II que las diatribas de sus enemigos clericales
y conexos. Nota: sí, fue masón pero no anticristiano.
89
Séptimo dato a considerar
Perdida para siempre la obligatoriedad de la enseñanza
religiosa en las Escuelas estatales, la Iglesia argentina determi-
na su política educacional buscando el apoyo del Presidente
Dr. Arturo Frondizi. Y lo obtiene a pesar de que arrastraba
una fama de izquierdista. Es el tiempo de la increíble polari-
zación educacional entre laica y libre. La Jerarquía católica
dinamizaba las huestes estudiantiles que gritaban Libertad
en la enseñanza. Y los estatistas agitaban la bandera del lai-
cismo escolar para todos. Los tradicionales slogans habían
cambiado. Ahora era la Iglesia que propiciaba la libertad de
enseñanza para poder tener Escuelas y Colegios, y posterior-
mente, Universidades Privadas, dependientes de la Jerar-
quía y subvencionadas por el erario público. Los estatistas
apelaban a la tradicional ley 1420 y concordantes para exigir
enseñanza laica. La Iglesia argentina, con el apoyo político
que normalmente dispone con gobiernos constitucionales y
más aún con gobiernos de facto, triunfó en esta inverosí-
mil lucha. Así vinieron las Leyes 13.047 y concordantes, con
su regulación en 1964 mediante la cual surgieron miles de
Escuelas y Colegios dependientes de la Jerarquía argentina,
directamente por medio de parroquias o indirectamente por
medio de las numerosas comunidades religiosas dedicadas a la
enseñanza. Nadie podrá negar los beneficios inmensos de ese
auge educacional, sobre todo cuando se instalaban Colegios
en lugares donde el Estado Nacional o Provincial no podían
concurrir. Nadie podrá tampoco negar el ahorro inmenso del
erario público ya que esos Establecimientos fueron cedidos
o construidos por la gestión privada a presión justificada so-
bre los católicos, por parte de la Iglesia. Sin embargo, como
toda Institución que exige continuados recursos económicos,
90
lentamente se fueron también manifestando incongruencias
significativas con lento y progresivo subsidio del erario pú-
blico. La mayoría de estos Establecimientos educativos pu-
dieron acceder al beneficio de ser pagados total o casi total-
mente en su Planta funcional mínima, por el erario público.
Además, la facultad de nombrar maestros y/o profesores sin
ninguna regulación jurídica, crea la incertidumbre legal la-
boral y la excesiva dependencia del Representante legal, que
es la persona que la misma Iglesia elige para cumplir funcio-
nes semipatronales. Y, lo que es más incoherente aún, esta
patronal católica no se constituye legalmente en responsable
de los sueldos correspondientes. De tal manera, los docentes
privados católicos si concurren a alguna huelga, legalmente
la hacen contra la propietaria… pero la propietaria no se da
por aludida pretendiendo incoherentemente que sea el Esta-
do, que no es patrón, ni nombra al personal, quien soporte
la medida de fuerza. Mientras sea la ley 13.047 la que rija
esta materia bajo la simple asignación de un subsidio que
no constituye al Estado como patrón como en los Estableci-
mientos estatales, no se resolverá esta anomalía de ya largos
años. Algunas altas autoridades religiosas se oponen a exigir
por ley los pagos mensuales y consecutivos al sector docente
privado por temor a perder el poder de nombramiento. Pero
esta situación, no tan sólo es improcedente en derecho, sino
que es una fuente inmoral de presión tanto por parte del
Estado como por parte de la Jerarquía. El docente privado
merece trato igualitario para labor igualitaria. Llegará el día
en que las autoridades educativas estatales junto con las le-
gítimas eclesiásticas, dialoguen en pro de una solución en
justicia y equidad. Las normas constitucionales lo exige; el
Vaticano II también.
91
Dejo este tema lleno de suspicacias y compromisos. Sí
debo añadir como conclusión, la magnífica aportación de
un Documento de nuestro Episcopado, salvando numerosos
errores antecedentes. Este Documento, como se verá por ci-
tas oportunas, rompe feliz y definitivamente posturas mono-
pólicas eclesiales anteriores.
92
que es de estricta justicia señalar” (alusión a la Ley
1420) (Nº 4).
94
dres tendrán derecho preferente a escoger el tipo
de educación que habrá de darse a sus hijos…” La
Convención americana de derechos humanos…
que el Congreso de la Nación aprobó el 1 de mar-
zo de 1984… dice textualmente: “Los padres, y
en su caso los tutores, tienen derecho a que sus
hijos o pupilos reciban la educación religiosa y
moral que esté de acuerdo con sus propias con-
vicciones”.” (Nº 117).
95
chos depende total o parcialmente de un apoyo
positivo y concreto del Estado. Ambos aspectos
de la acción estatal conforman el llamado prin-
cipio de subsidiariedad no siempre bien entendi-
do y aplicado entre nosotros… Tal principio no
significa, pues, que el Estado pueda cruzarse de
brazos ante carencias y necesidades sociales, a la
espera de que la iniciativa privada encuentre las
soluciones adecuadas y aún que éstas no lleguen
nunca o no lleguen a tiempo.” (Nº 122).
97
POST SCRIPTUM: PAULO FREIRE
M
e parece imprescindible señalar algunas reflexiones
sobre el destacado pedagogo brasileño Paulo Freire
aunque sea a modo de conclusión a estos Apuntes
sobre Filosofía y Ciencia de la Educación.
En el ámbito pedagógico brasileño, latinoamericano y
aún en sectores europeos, Paulo Freire fue un creador e im-
pulsor dinámico de una nueva dimensión social respecto a la
educación en general, y a la promoción vía educativa de los
más marginados de las sociedades occidentales en especial.
Su postura fue manifiestamente combativa, como elemento
catalizador de las legítimas energías del pueblo para que deje
de ser pasivo receptor y se convierta en activo hacedor de
su propio desarrollo cultural y económico. Para ello meditó
mucho y escribió intensamente. De allí saltó a la actividad
docente impulsora constante de finalidades asequibles. Nada
de idealismo a priori; nada de practicismo ciego. Allí están
sus libros y sus obras junto a miles de alumnos que él formó
como los nuevos maestros para ser los activos pedagogos del
99
oprimido…
Pero… esta impostación revolucionaria, ¿de dónde vie-
ne y hacia dónde apunta?
Paulo Freire conoce perfectamente la ideología revolu-
cionaria marxista en plena efervescencia. Pero él no es un
filósofo simplemente marxista, ni menos antimarxista.
Paulo Freire conoce la doctrina social católica y lee las
Encíclicas sociales. Pero no es un adicto clerical.
Paulo Freire es un formidable pedagogo que tiene sufi-
ciente personalidad para ser un pensador y constructor inde-
pendiente. Es quizás uno de tantos ilustres productos de la
nueva apertura laical del Papa Juan XXIII en confrontación
con vitales posturas marxistas. Así brotaron en Latinoamé-
rica muchos activos pensadores, clérigos, religiosos, laicos y
aún “monjas” que gritaron desde lo más profundo de su fe:
¡basta! Este mundo se ha hecho inhumano y por lo tanto an-
ticristiano… Y brotó una nueva teología y una nueva praxis:
la denominada del tercermundismo… con sus sombras y con
sus luces. Como es la vida, como es la realidad. Y brotó una
palabra sintomática: la liberación, como nueva meta para
todo apostolado comprometido. Y este neologismo teológi-
co, tuvo éxito y recorrió el mundo. El mismo Concilio La-
tinoamericano de obispos en Medellín (1968) dinamiza esta
postura de liberación con su enorme contenido económico.
Paulo Freire crearía otra palabra incorporada rápidamente a
todo problema social, principalmente educativo: la palabra
concientización. Para entender la realidad latinoamericana
desde los años sesenta, se necesita recurrir al inmenso con-
tenido de estos dos términos que mutuamente se reciclan:
liberación y concientización.
Quiero finalizar esta pequeñísima reseña con las si-
100
guientes citas de un conocido pedagogo de mi amistad, el
escritor Don Ángel Diego Márquez: “Para Freire, ser cris-
tiano no significa necesariamente ser reaccionario, como ser
revolucionario no significa ser demoníaco”. “La educación
para la liberación, es la que se propone como praxis social la
liberación de los seres humanos de la opresión en que se en-
cuentran en la realidad objetiva”. “Profesaba una fe religiosa
que impregnaba todos sus actos traducidos en fraternidad,
en esperanza liberadora”.
Terminado este pequeño Ensayo, recibí de parte del Dr.
Carlos Daniel Lasa su libro “El Hombre A-lógico o la finali-
dad de la Educación actual”. En densas páginas al respecto,
también aporta un capítulo a Paulo Freire a quien considera
un marxista en pedagogía a pesar de su anterior vertiente ca-
tólica. Dejo estas Notas con la esperanza de que Paulo Freire
tenga lectores imparciales para bien de nuestras sociedades
excesivamente pasivas.
101
COLOFÓN AL POSIBLE LECTOR
103
BIBLIOGRAFÍA
105
Santa Sede. Documento episcopal argentino sobre Educación y
Proyecto de vida.
Sobre Paulo Freire: Criterio, Nº 2202-28-08-97
La Voz del Interior: Paulo Freire, un hombre de pensa-
miento y acción Por Ángel Diego Márquez-29 mayo 1997.
El Hombre A-lógico de Carlos Daniel Lasa.
106
ÍNDICE TEMÁTICO
PRÓLOGO ............................................................ 9
INTRODUCCIÓN .................................................. 13
I.- E ...........................................
II. J ..........................................
107
ALGUNOS REPRESENTANTES DE LA FILOSOFÍA
Y PEDAGOGÍA MEDIEVAL CRISTIANA ............ 61
C
......................................................
F
.....................................................................
H E. F
XV XVI. .......................................................
H .......................
R F..............................
108
Impreso por Editorial Brujas
en septiembre de 2010
Córdoba - Argentina