Sei sulla pagina 1di 2

El amado Maestro Ascendido Serapis Bey, conocido como el Gran Disciplinario, llegó desde Venus con el Anciano de

los Días –Sanat Kumara– para volver a encender el fuego sagrado en el corazón de una humanidad rebelde, para
recuperarla y elevarla como una llama de voluntad, determinación y disciplina férrea.En un futuro sucederá a Sanat
Kumara como Logos Planetario del Planeta Venus.

Él fue un sacerdote en el Templo de la Ascensión en la Atlántida. Como guardián de la llama de la Ascensión, él la


llevo de manera segura subiendo por el río Nilo hasta Luxor, justo antes del hundimiento de la Atlántida. Serapis nos
alcanza a vislumbrar un poco de esta experiencia: “Recuerdo bien cuando los primeros comentarios acerca del
hundimiento de la Atlántida empezaron a resonar. Pues, como sabéis, el hundimiento del continente sucedió por
etapas. Por la gracia de Dios, la advertencia dada permitió a muchos escapar. Y nosotros nos hicimos el camino hacia
Luxor…”

Serapis Bey continuó reencarnado en la tierra del Nilo precediendo su ascensión hasta cerca del 400 a. C. En esas
vidas él se convirtió en el patrocinador de algunas de las más grandiosas proezas que jamás han sido traídas sobre la
tierra.

Fue el arquitecto de la Gran Pirámide, la escultura en piedra del registro del sendero de iniciación por medio del cual
el alma, empezando en la materia, la base de la pirámide, se eleva desde el centro hasta el ápice. El elevamiento de
esa llama es la meditación en la luz blanca que viaja en el cuerpo físico desde la base de la columna hasta la
coronilla.

Serapis encarnó como el Faraón Egipcio Amenhotep III (reinó de 1417-1379 a. C.), el hijo de Tutmosis IV y el nieto de
Tutmosis III, una encarnación de Kuthumi. Su hijo y sucesor al trono fue Amenhotep IV, conocido luego como
Akenatón.

Durante el reinado de Serapis, Egipto estuvo en la plenitud de su prosperidad, paz y esplendor, lo cual era la
manifestación directa de su comunión con la llama de su corazón y con los maestros ascendidos atrás hasta el
Anciano de Días.

Amenhotep III fue considerado el más grandioso gobernante sobre la tierra, que mantuvo un alto nivel de relaciones
diplomáticas pacíficas con todas las naciones durante la mayoría de su reinado. Parte de la gran riqueza de sus
tesoros fue destinado a la construcción de magníficos templos y palacios. Él agrandó el ya existente Templo de
Karnak del Nilo, y construyó un enorme templo funerario, cuyos restos son conocidos hoy como el Coloso. Él buscó
representar en piedra el entendimiento del orden jerárquico de iniciados, de maestros ascendidos, de reyes filósofos
quienes caminaron sobre la tierra durante eras doradas más tempranas.

Su construcción más grandiosa fue aquella del Templo de Luxor, el cual permanece parcialmente intacto hasta el día
de hoy. Este templo encarnó en su geometría y diseño la representación de la ley esotérica que ha sido pasada por
medio del sacerdocio durante generaciones. Está erigido como un detallado libro de ciencia, arte y filosofía. El
Templo de Luxor es la contraparte física del retiro etérico del Templo de la Ascensión.

También encarnó como el líder espartano Leónidas, que dirigió a los griegos en su resistencia contra la inmensa
invasión persa en el paso de las Termópilas, entrada de la Grecia Central. Su resistencia heroica permitió a la tropa
griega retirarse y posteriormente vencer a los persas. El Ejemplo de Leónidas ha ayudado a continuar la chispa de
identidad nacional de la nación griega. Los registros akásicos revelan que los trescientos espartanos eran los
trescientos Chelas de Luxor que estaban en encarnación con Serapis. Algunos han ascendido, otros permanecen en
encarnación.

Como Fidias, fue considerado el más grandioso de los escultores griegos. Fue el arquitecto del Partenón,
supervisando de manera exquisita su construcción maestra. Dentro del Partenón, él coloca su trabajo más famoso, la
estatua en oro y marfil de Palas Atenea, la representación de la figura de la Madre, la Diosa de la Verdad. Su arte
está caracterizado por belleza exaltada y espiritualidad, y vivió como la última personificación de la era dorada de los
artistas maestros griegos, que tuvo una duradera influencia en todo el subsecuente arte Occidental.
Durante la era Helenística, Serapis se convirtió en uno de los dioses más importantes de los panteones griegos y
grecorromanos.

Era reverenciado como el patrón de los reyes ptolomeos de Egipto y como la deidad fundadora de la gran ciudad de
Alejandría. Hay numerosos registros históricos del contacto de Serapis con hombres a lo largo de Egipto y Asia
Menor, y hay cerca de 1.080 estatuas, templos, y monumentos dedicados a Serapis erigidos durante esa era. Sin
embargo, tarde, en el cuarto siglo después de Cristo, el emperador Teodosio emitió edictos contra el politeísmo y los
cristianos tomaron esto como licencia para atacar a los paganos, incluyendo los partidarios de la religión es de
misterios. El obispo cristiano de Alejandría provocó turbas para destruir el gran símbolo del paganismo en Alejandría,
el templo de misterios de Serapis Bey.

Serapis Bey es el Chohán del cuarto rayo, a través de quien se enfoca la Pureza, es la llama de la ascensión, la luz
blanca de la Madre en el chakra de la base de la espina. Procede de esta luz blanca la arquitectura, los principios
matemáticos, los fundamentos de la construcción en el Templo de la Materia y de la pirámide del Ser. En la
presencia de Serapis, uno conoce una concepción enteramente diferente de lo que llamamos el Cristo, la persona
Real de todos nosotros.

Hoy, el maestro ascendido Serapis Bey ocupa una posición clave entre los chohanes. El cuarto rayo es el punto medio
entre los rayos. Asiste a sus discípulos en la autodisciplina necesaria para la ascensión: la disciplina de los cuatro
cuerpos inferiores para que el Cristo pueda aparecer y usarlos como vehículos para el servicio y el logro en el mundo
de la forma.

Sirviendo desde el Rayo Blanco, el Maestro Serapis Bey, nos regala con todo su amor la energía de la tranquilidad y la
serenidad. Hace hincapié en la armonía y la disciplina. Apoya al que trabaja en proyectos con otras personas,
irradiándoles la importancia de servir juntos en armonía, apoyándose unos a otros, dirige los movimientos artísticos
de esta nueva era que iniciamos: la pintura, las letras, la danza, la arquitectura, la escultura, el teatro, la poesía, el
cine, el diseño; sobre todo la música, ya que la radiación de la Jerarquía Espiritual se transmite por medio de esta.

Así es que se supo dar el paso de la pintura materialista a la etérica que marcó el movimiento Impresionista, con
pintores como Manet, quien introduce una serie de cambios en la utilización del color, el modelado de las figuras, el
concepto de perspectiva y el tratamiento de los temas, y en el plano de la música, una nueva tonalidad con músicos
como Debussy, fundador de la denominada escuela impresionista de la música.

Serapis nos dice “Tú asciendes diariamente”. Nuestros pensamientos, sentimientos y actos diarios son
pesados en el balance. No ascendemos en un instante, sino mientras que gradualmente pasamos las
pruebas y ganamos nuestras victorias individuales.
“El futuro es lo que hagas de él, así como el presente es lo que hiciste de él. Si no te gusta, Dios ha provisto
una manera por medio de la cual lo puedas cambiar, y esa forma es la aceptación de las corrientes de la
llama de la ascensión.”
La energía blanca está en todo el planeta para que la usemos, pero si necesitas un poco más de ayuda para
sentir que en realidad la estás absorbiendo, puedes pedirle ayuda a tu amado ser superior, o al arcángel
Gabriel, o al amadísimo Serapis Bey, y ellos te ayudarán a que tus cuerpos sean tocados por esta energía
que trae paz, equilibrio y armonía a tu ser, y te sentirás, además, conectado con el universo.
“Mi nombre es Seraphis. Este nombre se asocia generalmente con las antiguas escuelas de misterios; pero
mi energía es mucho más antigua que eso. Se me veneró como el Osiris en la Atlántida, como Hermes
Trismegisto y como Thoth; he estado activo en este planeta durante mucho más tiempo que eso”.

Potrebbero piacerti anche