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El campo colombiano, de la utopía a la realidad.

Sergio Alvarez Conta

Universidad de la Amazonía

Facultad ciencias contables, económicas y administrativas

Programa de especialización en gerencia de empresas agropecuarias y rurales

Florencia Caquetá

2018
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El campo colombiano, de la utopía a la realidad.

Hoy en día en pleno siglo XXI, en donde gracias a los avances en las

telecomunicaciones estamos cada vez más unidos, con tan solo un clic podemos tener

acceso a un sinnúmero de información y conocimiento, algo que hace un par de décadas

atrás era inconcebible. Claramente las barreras del tiempo y la distancia se hacen cada vez

más pequeñas.

En Colombia las cosas van al mismo ritmo, solo que este fenómeno no aplica de

igual manera para todas las regiones, teniendo en cuenta la bastedad y diversidad territorial

que compone el país. En lo urbano, en donde se concentra la mayoría de la población, el

ritmo es acelerado y altamente competitivo, por otro lado, el campo sufre un proceso un

poco diferente, en donde el común denominador sigue siendo el subdesarrollo, la pobreza y

el olvido. Según (Dinero, 2017) algunas zonas del país se encuentran en 1920, sin acceso a

maquinaria, conocimientos, educación, en general en el olvido.

La participación del campo en el PIB en los últimos 24 años ha ido en decadencia,

según lo estableció (Departamento nacional de planeación, 2015) en su informe detallado

de la misión para la transformación del campo, en donde la participación sectorial (medida

en pesos de 2005) ha caído gradualmente de 9 % a 6 % del producto nacional, mientras que

Entre 1950 y 1990 creció más que el promedio de América Latina. Sin embargo, desde

entonces muestra uno de los comportamientos más decepcionantes de la región.

Otra característica de sector rural colombiano es la distribución de las unidades

productivas en donde alrededor de 2,2 millones de personas son pequeños productores,

equivalentes al 80% de la población rural, aunque en contraposición, el 1% de la población


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rural posee el 80% de las tierras productivas, lo cual hace a Colombia el primer país en

Latinoamérica en desigualdad en la distribución de tierras.

Es triste pensar que el sector que produce uno de los cafés más finos del mundo se

encuentren habitado por campesinos que subsisten con una cifra muy por debajo del salario

mínimo que de acuerdo a la (Agencia laboral de información, 2016) el promedio de ingreso

laboral en la zona rural fue de $439.571, frente a $1.048.367 en las cabeceras y la tasa de

pobreza en el campo fue 40,3%, casi el doble de la de las cabeceras, que fue 24,1%.

En materia de legalidad, las cifras son aún mas desalentadoras puesto que no se

tienen cifras concretas acerca de la composición y distribución de empresas del sector

agrícola, quienes podrían emplear mano de obra bajo un esquema de contratación acorde a

la legislación laboral, ya que de acuerdo con el censo nacional agropecuario 2014, el 89%

de la mano de obra rural trabaja en condiciones de ilegalidad sin recibir una remuneración

justa que los ampare en salud, pensión y riesgos laborales.

La educación sigue siendo otro gran obstáculo para la población rural, en donde los

más afectados son los niños, quienes debido a los bajos ingresos de sus padres se ven

obligados a trabajar desde muy pequeños para ayudar con la economía familiar, trayendo

como consecuencia ausentismo y posterior abandono de las aulas de clase; otro agravante

de este fenómeno, es pretender formar niños rurales como niños urbanos, sin lugar a dudas

la educación rural debe buscar enaltecer la labor de los pobladores del campo y enseñarles

las ventajas que tiene el campo sobre los pobladores de la ciudad, un niño del campo no

debe formarse para ser mano de obra calificada, sino por el contrario, como un generador

de empleo y desarrollo, ellos son quienes deberían reemplazar a sus padres en sus fincas y

parcelas, como gerentes del campo. Un campo sin educación es un campo con pocas

oportunidades de cambiar el destino de quienes lo siguen poblando.


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Bajo este panorama son mas las preguntas que respuestas las que podemos formular,

trabajo del cual ya muchos expertos en el tema se han referido y se encuentran cientos de

estudios que determinan el estado actual de la ruralidad colombiana, muchas soluciones se

han planteado, pero tal parece ninguna está dando resultado, porque todo sigue igual.

¿Ahora bien, quién o quiénes son los responsables de tal problema? Esta es la

pregunta que siempre nos hemos formulado, y si que hemos encontrado culpables,

empezando por el alcalde, el gobernador, el presidente, pasando obviamente por todas las

dependencias que componen el aparato político del país. ¿Acaso dejamos nuestro bienestar

y futuro en manos de esos cuantos? ¿Será que ellos son la única salida a nuestras

desgracias? Aquí radica el problema.

Hace falta más creatividad, iniciativa, emprendimientos, innovación, generación de

valor, en resumen, ganas de salir adelante sin estar siempre criticando y diciendo que la

culpa es de los demás. El problema somo nosotros, quienes aún no somos conscientes de la

riqueza que nos rodea; simplemente basta con sembrar una semilla para que esta al cabo de

un tiempo prudente produzca frutos, a diferencia de países como Perú y Chile por no ir tan

lejos, en donde se siembra en desiertos, y los árboles crecen artificialmente, porque las

condiciones son tan extremas que se debe llevar el agua por canales de cientos de

kilómetros de longitud, y Colombia que se ufana de ser uno de los países con mayor

potencial hídrico del planeta, no tomamos ventajas de las bendiciones que les da la madre

naturaleza.

Si bien es cierto, la falta de políticas públicas han agudizado la problemática, somos

nosotros mismos quienes hemos dejado el país en manos de los mismos, de unos pocos, que

tiene la capacidad de robarnos nuestros sueños y anhelos, de hacernos enfrentar entre

vecinos por un color político y seguir creyendo que de alguno de ellos vendrá el mecías.
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¿Será un trabajo fácil cambiar? Indudablemente será un largo camino el cual tendrá

como principal insumo el entusiasmo y empuje que nos caracteriza como colombianos.

Referencias
Agencia laboral de información. (6 de 10 de 2016). Hacia un nuevo campo colombiano:

Reforma Rural Integral con Trabajo Decente. Obtenido de

http://ail.ens.org.co/mundo-laboral/hacia-nuevo-campo-colombiano-reforma-rural-

integral-trabajo-decente/

DANE. (2014). Censo nacional agropecuario 2014. Obtenido de

https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/agropecuario/censo-

nacional-agropecuario-2014

Departamento nacional de planeación. (2015). Informe detallado de la misión para la

transformación del campo. Bogotá.

Dinero, R. (2017). “Muchos campesinos colombianos aún viven como en 1920”: presidente

de Alquería. Dinero.

Dirección de desarrollo rural sostenible . (2015). Diagnóstico de la probreza rural 2010-

2014. Bogotá.

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