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– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
Etnografía de la Memoria. El embodiment como posibilidad de diálogo entre
memoria, legislación y corporalidades de las poblaciones negras en Colombia.
Y a mi no me quiere nadie,
Y a mi no me quiere nadie
Como soy morena a mi no me quiere nadie…
Canción del Pacífico Colombiano
Trabajo realizado por Nemecio Berrio
Compañía Permanencias
Resumen
Para establecer un diálogo entre estas tres categorías que parten de disciplinas
aparentemente distante entre sí se pretende realizar una revisión desde lo que
Csordas propone como embodiment como orientación metodológica, la cual
emplearemos para pensar el cuerpo en relación con la historia y la legislación
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instaurada para las poblaciones negras que fueron trasladadas al territorio
americano y evidenciando que es desde esos lugares que se van construyendo
muchas de sus memorias.
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Historia, legislación y cuerpo. Aproximaciones a un diálogo
Una mirada que nos permitió tender el puente para esta lectura fue lo planteado por
Csordas (2013):
Desde esta perspectiva, pudimos proponer que la lectura que realizamos de las
regulaciones jurídicas no necesariamente debían recaer sobre elementos corporales
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concretos1, sino que la regulación en sí de un proceso de esclavización definía los
lugares de la población sobre la que recaen las normas, de manera que, es la
experiencia corporizada la que define los lugares culturales de las poblaciones
negras en Colombia desde el mismo momento de su llegada hasta que se concibe el
empoderamiento de los discursos jurídicos y políticos.
4 que es tocado (Citro, 2006. En Sáez, del Mármol y Pagano. 2012: 6).
Sin embargo, estas leyes son también cambiantes al igual que los momentos
sociales y los discursos, es por esto que se generan transformaciones,
empoderamientos, diferencias y permanencias en los relacionamientos sociales. A
continuación estableceremos una narrativa sobre algunos momentos relevantes
relacionados con tres momentos históricos y las formas de vivir la corporalidad
desde las posibilidades jurídicas en la construcción de lo que hoy constituye el
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Tales como las restricciones con la alimentación, formas de vestir, movilidad, oficios, maternidad, entre
otros, presentes en toda la legislación colonial.
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reconocimiento de un país pluricultural. Por un lado hablaremos del cuerpo
sometido, por otro lado del cuerpo libre y finalmente hablamos de un cuerpo
reconocido. Finalmente plantearemos las inquietudes que nos surgieron en relación
a la manera como se transforma esta estructura histórica para proponer unos
espacios desde la danza contemporánea donde la historia se potencia en unas
memorias vivas y danzadas.
Antes de iniciar con las regulaciones de la trata negrera exponemos una entrevista
encontrada en el trabajo de Rodríguez (2008) , cuando el investigador guapireño
Alfredo Vanín, manifiesta su manera de entender la esclavización:
A ver qué significa esclavizarte? Eso tiene muchas connotaciones: -Tú no hablas por
5 ti mismo -Tú no te representas, -Tú no existes, -Tú eres objeto. Pero sobre todo si te
callan la voz y tú tienes un arma poderosa que es la música, el sentido de la ritualidad
y de la música, tu cuerpo es altamente expresivo, por qué? Porque además hay una
tradición en eso, África lo tiene, y tú no tienes con qué más expresarte, sino con tu
cuerpo, entonces se acentúa, ese cuerpo como lenguaje, el cuerpo acentúa su
capacidad. (…) Tu expresión artística ha sido negada, pero el cuerpo siente, bloquea
la expresión de su propio cuerpo; así no quieran verte, y en secreto tu puedes
expresarte ante tu grupo. Entonces yo creo que la expresión del cuerpo significa ese
momento en el que nadie puede ser dueño de ti, así sea esclavo. Y creo que eso fue
aprovechado, en todo sentido, tanto en la sensualidad, en la seducción, como en la
lucha de liberación, en todos estos sentidos. (…) En la danza, como un arte estético,
como una estética, o en la misma seducción de pareja o seducción del otro, del
mismo esclavizador, de una manera también creo que eso conlleva tanto lo artístico,
como los elementos liberacionalistas y eróticos. Yo lo veo en esas tres líneas, pero es
precisamente un gran resultado de elementos de opresión. (95)
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esta forma, apoyados en los discursos religiosos y científicos de la época se genera
la ideal ser bárbaro, ser humanos de condición corporal y metafísica inferior, cuyas
conductas, maneras y costumbres eran consideradas como irracionales, argumentos
comunes a la hora de discutir sobre la naturaleza de las poblaciones no europeas.
(Ariza. 2005:140)
Amparada bajo la justificación de que África era el pueblo que llevaba la maldición
de Cam, se fue fortaleciendo la idea de considerar que las poblaciones negras eran
inferiores por portar tal maldición como parte de su existencia y que por tanto, recaía
sobre ellas la esclavización como algo propio de su raza, tal como lo expresaban
algunos misioneros, como lo expone Ariza (2005):
Para Sandoval, los etíopes eran descendientes de Cam, hijo maldito de Noé, cuyo
pecado originó el carácter inferior inscrito en los cuerpos y las almas de los
pueblos de color oscuro. Su idea sobre la legitimidad de la esclavitud se fundó,
6
entonces, en dos nociones de la moral dual cristiana. La primera, en la
consideración de la esclavitud como una forma de sacrificio corporal que permitiría
salvar el alma (dualidad alma-cuerpo). La segunda, en la idea de que la sumisión
de los esclavos era una condición necesaria para mantener el orden social, puesto
que estaba en concordancia con la jeraquización natural de los individuos dentro
de la Ecclesia, consagrada por designio divino (dualidad comunidad-individuo).
(141)
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Es innegable que las representaciones de las corporalidades de la época colonial
estuvieron altamente marcadas por una tendencia religiosa y moral que fueron
demarcando los lugares de toda la sociedad. En razón a su color, se genera una
construcción de los africanos como ser con capacidad de entendimiento inferior.
“El calor de la matriz de los etíopes puede ser asociado con el infierno, lugar donde el
alma de los pecadores es castigada por medio de las llamas. Naturaleza infernal que
parece apoyar Sandoval, cuando señala el mal olor: “Que así se trocó [la conversión de
los etíopes] su mal olor en los almizcles del paraíso, (...) sabe dar [Dios] quilates a almas
que le agradan, aunque hayan vivido en cuerpos que eran el ultraje y desecho del
mundo”.” (Ariza, 2005:153)
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Estas experiencias exponen como desde la cotidianidad se han construido los
imaginarios que aún se expresan sobre la gente negra, tal como lo establecen Dutch
y Mèlich:
En contra de una comprensión biologicista o materialista, cabe reconocer que el
cuerpo humano no es una mera colección de órganos dispuestos según las leyes de
la anatomía o la fisiología, sino que, por encima de todo, es una estructura
simbólica, una configuración siempre in fieri de lo posible. Los diversos escenarios
de la corporeidad no son nada más que los cambios de escena producidos por las
inacabables metamorfosis a las que, consciente o inconscientemente, siempre se
encuentra sometida toda existencia humana. (2005: 24)
Sin mucha diferencia de los anteriores siglos, los siglos XIX y XX que presentan
giros en las regulaciones, mantienen en común con el período esclavista la
determinación de las labores de los aún esclavizados y emancipados, sus lugares,
sus tiempos, sus cuerpos, generando la obligación en cabeza de los amos, de vestir,
alimentar y cuidar de los esclavos igual que con los libre o jornaleros. Las leyes
demarcaron los escenarios, establecieron los roles y disciplinaron los cuerpos,
imponiendo como imperativo la voluntad europea e instalando el discurso de
subordinación y de obediencia. Así se mantuvieron leyes según las cuales:
“…el esclavo tenía que obedecer y respetar a sus amos y mayordomos y venerarlos
como a padres de familia, pudiendo ser castigados “correccionalmente” cuando no
lo hicieran, […] con prisión, grillete, cadena, maza o cepo, con que no sea
poniéndolo de cabeza o con azotes” (Lucena, 2002: 285)
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Leyes y códigos relacionados con los castigos y maneras de regular su
esclavización recayeron sobre los cuerpos de esclavos durante siglos, aun cuando
entrado el siglo XIX se reconoce la abolición de la esclavitud, situación que no
cambia radicalmente el escenario pero que da inicio a un periodo de transformación,
al menos formal.
“La “voluntad” para laborar en la minería dependía más de su amo o mayordomo, pero
“desde que éste faltó, no conoció ya ninguna otra, i no es perseverante en la fatiga” y
“haciendo mal uso de su libertad recién adquirida” abandonó la explotación de minas
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para “vivir en absoluta independencia”. En cuanto al vestido, “no tienen ningunas
aspiraciones” y la desnudez de hombres, mujeres y niños no es la excepción. Desnudos
se encuentran los hombres o “cuando más” se cubren con una paruma o guayuco. Igual
sucede con las mujeres y sus “numerosos hijos”. Los vestidos propiamente dichos se
utilizan solo para presentarse en el pueblo, el establecimiento de una nueva familia no
demanda “otro capital que el machete, la canoa i el hacha”. Y las mujeres lo son ya a una
edad tan temprana como los doce.” (Restrepo. 2007: 31)
Es importante resaltar que las maneras como se controla el cuerpo fue un elemento
importante en la idea de manumisión, hechos concretos que tienen que ver con las
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maneras de relacionamiento, muestran puntadas determinantes en la consideración
de la libertad y la esclavización. Por un lado el hecho de la libertad de vientres, de
ser mujer procreadora de hijos libres, o de adquirir la libertad por el intercambio
sexual de la esclava con su amo, no solo para protegerse a sí misma, sino también a
garantizar la libertad de sus hijos, son ejemplos claros de la relación entre esclavitud
y corporalidad.
Casos como el de Lima María Isabel Rioja, que es un caso de 1811, en que la
esclava acusa a su amo de haber sido explotada sexualmente desde los 14 años, la
esclava “explica <<fui forzada a ceder por dos razones: la primera por el estatus del
amo; la segunda porque…era cierto que cuanto mayor el interés del amo, mejor el
tratamiento nuestro, de las mujeres>> (Hünefeldt, citado por Andrews. 2005:79)
“El intenso proceso de mestizaje racial y cultural que desencadena el español a lo largo
de tres siglos produce en la Nueva Granada, actual Colombia, una sociedad diversa
racial y culturalmente. No obstante este rango estructural, en los momentos decisivos de
construcción de la Nación, indígenas y negros son excluidos porque arrastran como un
pesado lastre, la consideración de identidades inferiores, seres congelados en el tiempo,
bárbaros por fuera de la modernidad que deberían difuminarse por medio del cruce con
el blanco, por el bien de ellos y de la nación.” (Castillo. 2007:32)
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comunidades negras, que seguían siendo negadas, constituyéndose en un
obstáculo para la identidad nacional homogénea. De esta manera, el discurso de la
diferencia racial se empieza a instalar en la vida republicana.
El racismo científico fue rápidamente adoptado por las elites de finales del siglo XIX
e inicios del XX, inmersas en afrontar el desafío de cómo transformar sus naciones
<<atrazadas>> y subdesarrolladas en repúblicas modernas y <<civilizadas>>. Esta
transformación concluyeron, debería ser más que simplemente política o económica,
tenía que ser también racial. Para ser civilizada, América Latina debía volverse
blanca. (Andrews, 2005:197)
Esto significó para la gente ´no blanca` llevar la marca de la incivilización y la tranca
al progreso, por eso la idea sobre la ciudadanía de la gente libre e india fue
nuevamente subvalorada, convirtiéndose ahora de esclavos a ciudadanos de menor
11 categoría, debido al color que llevaban consigo. Sobre la construcción de nación
entre los siglos XIX y XX expone Pedraza (1998):
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Se instaura entonces una necesidad de segregar a estas clases consideradas como
las que interrumpen el proceso de progreso de las naciones, generando una nueva
manera de inferiorización, ya no centrada en los cuerpos esclavos sino, en cuerpos
libres pero inferiores, de ahí todas las dinámicas por este tiempo de la historia,
estarían enmarcados en experiencias de discriminación en razón a la condición de
ser indio o ser negro.
Es de esta manera y gracias a los movimientos de lucha de finales del siglo XX que
se empieza a pensar la nación de otra manera, dando paso al reconocimiento formal
de la diversidad cultural.
Cuerpo y multiculturalismo
Desde entonces la unidad de la nación representada en el mestizaje estuvo presente
en los discursos hasta la Constitución de 1991, en la cual se reconoció legalmente la
existencia de la diversidad en Colombia y el cambio de modelo de Estado, de un
Estado de derecho monocultural a un Estado social de derecho, multicultural, en el
cual se inicia un proceso de reconocimiento legal de la diferencia de las culturas
habitantes en el territorio.
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La presencia de grupos diferenciados, que habían estado incluidos en regulaciones
históricas, ahora se posicionaban desde exigencias que se planteaban en procesos
de movilización de los sectores indígenas y negros que se iniciaron alrededor de los
años 70 y se consolidaron a finales de la década de los años 80.
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dañino, el negro es feo…” (Fanon. 1974:105), múltiples imaginarios que quedan en
el referente social y que se mantienen pese a los nuevos reconocimientos jurídicos.
Cuerpo y etnicidad
Las construcciones y representaciones de las corporalidades de las poblaciones
negras o afrodescendientes, de acuerdo con los nuevos discursos, a pesar de que
superan las ideas segregacionistas en el discurso, en las prácticas han tenido que
enfrentar diferentes problematizaciones, por un lado, las políticas de reconocimiento
han estado enmarcadas en una etnización de lo negro, que si bien ha sido un paso
importante en el reconocimiento de la alteridad de las poblaciones negras, también
ha condicionado el reconocimiento de dicha alteridad, estableciendo unos
parámetros sobre los que recae el reconocimiento y excluyendo de alguna manera a
las comunidades que no las cumplen.
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derecho, no como una maldición o como un obstáculo dentro de una nación. El
empoderamiento que otorga el reconocimiento legal, a nivel interno es transformador
y es explícito en las maneras como los cuerpos se relacionan, sin que ello signifique
un reconocimiento general de la sociedad o un punto final en la historia de las luchas
de las poblaciones negras.
Nuevamente, esta dimensión histórica no debe ser considerada como una sucesión de
unas marcaciones raciales que son abandonadas de la noche a la mañana por otras ni,
menos aún, suponer que porque la imaginación racial ha sido desterrada en ciertos
ámbitos y sectores sociales, no necesariamente significa que no continúan operando hoy
diferentes marcaciones raciales asociadas a distintos momentos del pasado. La metáfora
geológica de las sedimentaciones contribuye hasta cierto punto a concebir la idea de que
marcaciones raciales que emergieron en el pasado no han desaparecido sino que sirven
de sustratos para las otras más recientes. ( 23)
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En este sentido, se problematiza el reconocimiento de las poblaciones negras como
grupo étnico, en cuanto se comprende que por un lado nos encontramos frente a un
reconocimiento formal y un empoderamiento real por parte de muchos sujetos
individuales y colectivos de derechos. Sin embargo, es también efectivo que frente al
reconocimiento social, aún encontramos marcaciones dadas por una estructura
inconsciente y permanente en las relaciones sociales, que se van estableciendo
como una suerte de habitus2, de acuerdo con Bourdieu (1990: 86).
2
Pierre Bourdieu nombra como habitus a los sistemas de disposiciones duraderas y transferibles,
estructuras estructuradas y predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios
generadores y organizadores de prácticas y de representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a su
meta sin suponer el propósito consciente de ciertos fines ni el dominio expreso de las operaciones necesarias
para alcanzarlos, objetivamente, “reguladas” y “regulares” sin ser para nada el producto de la obediencia a
determinadas reglas, y, por todo ello, colectivamente orquestadas sin ser el producto de la acción organizadora
de un director de orquesta. (86)
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danza tomadas como referencia para el análisis?, los lugares sobre los cuales se
posiciona su trabajo dancístico se encuadra prioritariamente en los procesos de
esclavización, desde donde el cuerpo se construye como objeto de comercio, de
discriminación, de abandono estatal y a la vez es un cuerpo empoderado de su
experiencia y posicionado en un lugar político del arte, en este caso la danza.
Los colectivos de danza que tomaré como referentes son La Compañía Periferia y
el Espacio Permanencias, los cuales se mueven en el pensamiento creativo que
permiten la generación de obras donde se abordan temáticas político-
contemporáneas propias de estas poblaciones en Colombia, particularmente de la
17 región Caribe, Cartagena de Indias, que es lugar de donde vienen los directores y
creadores de estos dos espacios, pero que además se encuentran ligadas a un
pasado que establece unos ritmos, unos cuerpos, unos tiempos, unos espacios y
que se exponen de alguna manera en su trabajo.
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Es una pieza coreográfica cuyos elementos escénicos narran de manera subjetiva,
abstracta y poética algunos de los aspectos más relevantes de la conformación del
Caribe pasado/presente, proponiendo una comprensión a través del cuerpo de las
condiciones que le dan origen a una de las historias más enmarañadas de esta parte del
mundo. Para ello se ha propuesto reconocer como muchos de los pueblos que fueron
arrastrados por el influjo de la trata transatlántica a esta otra geografía, tradujeron en
movimiento sus formas de resistir y escribir su historia.
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http://ciudadmovil.wordpress.com/2012/04/13/eternidad-y-un-dia-nueva-obra-del-
colectivo-periferia/)
En ese sentido, posibilitar a través de la danza un diálogo con las memorias de las
poblaciones negras en Colombia, intentando acercarse a las realidades
contemporáneas, disparando reflexiones individuales y colectivas de quienes hacen
parte de estos procesos resulta fundamental en la construcción de esas memorias
colectivas que no pueden tomarse como datos “dados” sino también donde es
posible centrar la atención en los procesos de construcción, contrapuestos muchas
veces con esas memorias dominantes, hegemónicas, únicas y “oficiales”
(Jelin.2002:22)
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De esta forma, al poner el lente para leer este trabajo después de una revisión
jurídica y en el marco del reconocimiento de su condición de sujeto étnico
diferenciado, la labor de plantear un espacio artístico con una intensión política
enmarcada en ese proceso histórico vivenciado, nos sitúa una vez más en el
reconocimiento de que los saberes y en este caso las propuestas dancísticas están
atravesadas por la percepción, la sensación y la emoción que solo puede vivirse
desde una experiencia corporizada.
Estas relaciones con los cuerpos han variado históricamente y se han construido de
acuerdo con los modelos de sociedad que se han venido estableciendo. Por lo tanto,
las representaciones a las que aquí se hacen referencia están relacionadas con la
idea de cuerpo como una construcción histórica y la corporeidad como un escenario
vivo y en movimiento, que implanta un juego de relaciones y de interpretaciones, de
referencias y alusiones, de rememoraciones y de anticipaciones. (Duch y Mèlich.
2005: 25)
Consideraciones Finales
Con esta sinopsis de la obra abrimos la opción de seguir pensando no solamente en
este diálogo sino en la posibilidad de abrir nuevos espacios de atención a los propios
cuerpos, que pueden decirnos algo sobre el mundo y sobre los otros que nos
rodean, (Csordas, 2010:87) lo cual constituye un elemento adicional para leer la
historia, no solo como una continuidad de hechos que dan cuenta de las vivencias
de la población negra, en este caso, en donde se establecieron regulaciones que se
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pueden considerar como inevitables a la hora de instalar un régimen violento como
lo fue la esclavización.
Una lectura sin el lente del embodiment como propuesta nos habría mantenido
siempre en la dualidad historia-danza, una idea de representar lo vivido
históricamente y no como memoria-cuerpo, donde lo que se hace son reactivar unas
memorias no narradas, con unos lenguajes contemporáneos de unos cuerpos que
vivenciaron su pasado y vivencian las transformaciones en la actualidad. En el
entendido de que las memorias son esas que se construyen, inacabadas, donde los
sujetos que son parte de estas, de sus propias emociones y afectos, encontrándole
un sentido al pasado, el cual tiene razón de ser cuando se puede enlazar en el
presente con la rememoración, en este caso la rememoración desde los cuerpos.
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