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(reservorios)
Autor
Beat Stauffer (seecon) y Dorothee Spuhler (seecon)
Adaptado por
Luis Roberti Pérez (seecon)
Adaptado de
Rivers
Lakes
Resumen ejecutivo
La captación de aguas superficiales como ríos, lagos y embalses es una estructura a
nivel del terreno mediante la cual se hace uso y aprovechamiento del agua de la
fuente que corresponda, ya sea por gravedad (nivel del terreno) o por bombeo,
para garantizar el suministro del recurso a una población. Las características y
tamaño de la infraestructura de captación van a depender de la cantidad o caudal
de agua que necesite la comunidad. Hay que recordar que las aguas superficiales
pueden presentar cierto grado de contaminación por lo que deben ser objeto de
una serie de tratamientos que modifiquen sus características físicas, químicas y
microbiológicas y hacerla para el consumo humano.
Ventajas
La captación de flujos de agua contribuye al control de las inundaciones e incluso
desbordes
Es una forma fácil y rápida de hacer uso del agua, ya sea por efecto de bombas o por
gravedad
De haber agua limpia y fresca entonces se necesitaría sólo un tratamiento adicional
La limpieza y/o mantenimiento del sistema de captación puede realizarse por cualquier
miembro de la comunidad
Desventajas
Se deben identificar los posibles puntos de contaminación generados por las actividades
que se realicen en los alrededores de la zona de captación
Las medidas de prevención de riesgos de contaminación deben ser consideradas desde
el diseño de la obra de captación hasta el proceso de la operación, resultando en altos
costos de mantenimiento o prevención de riesgos de contaminación
La cantidad y calidad de las aguas captadas de ríos va a depender de las estaciones y
escorrentías
Pueden generarse conflictos de usuarios sobre todo en zonas áridas
Se necesita un operador con conocimiento práctico para realizar los controles operativos
de caudal y turbiedad, así como los del sistema de bombeo
Factsheet Block Title
Introducción
Factsheet Block Body
Entre las diversos tipos de captación de aguas superficiales se tienen: a) azud, que se
aplica para ríos y riachuelos que tienen poca profundidad pero tienen gran velocidad y
donde el agua es captada a través de unas rejillas y conducida hacia un desarenador; b)
pozos de infiltración y galerías de infiltración, que son captaciones indirectas en el
estrato permeable próximo a las aguas superficiales, es decir, en los primeros el agua se
infiltra a unos pozos colocados a un lado del lecho del río o lago y de allí pasa al
sistema de conducción y, en las segundas, el agua se infiltra por el material natural
granular del río o riachuelo, donde un sistema de drenaje se encarga de conducir el agua
a un tanque antes de ser llevado al sistema de conducción; c) tomas laterales, que se
realizan a través de canales construidos en el lateral de ríos caudalosos y que llevan el
agua a un tanque recolector; la captación móvil que se construye sobre una plataforma
móvil a la orilla de ríos que tienen variaciones de nivel, usando equipos de bombeo; d)
captación flotante, que también usa bombas en su operación, se usa para ríos, lagos y
embalses y consta de una estructura flotante que está anclada al fondo del agua
superficial; e) captación sumergida, que generalmente son tubos perforados o tubos con
rejilla (retienen sólidos y evitan que entren al sistema) que se colocan al fondo del cauce
por donde se capta el agua a través de bombas (CARE-AVINA 2012; USAID 2016).
Para las captaciones en ríos y riachuelos se debe realizar un estudio hidrológico previo
para medir los caudales que garanticen un aprovechamiento objetivo del agua, así como
un suministro continuo y seguro a la población. Lo mismo ocurre con los lagos y
embalses, en los que se debe conocer la cantidad y calidad de agua que se necesita y de
la que se dispone, así como la profundidad de las fuentes, que representa un dato
importante ya que, para asegurar la calidad del agua, es conveniente hacer la captación a
una profundidad suficiente y lejos de la orilla (PÉREZ DE LA CRUZ 2011).
La construcción de un sistema de captación hace que el agua de ríos y arroyos sea más
accesible, eliminando así largos recorridos de los usuarios para poder obtener agua, e
incluso aumentando la cantidad que se puede consumir. Es importante que el sistema
esté correctamente diseñado para que tenga una buena operación y rendimiento.
Respecto a los lagos, lagunas y embalses es necesario cumplir con cinco puntos
importantes, a saber: seleccionar bien el punto de captación; decidir el diámetro,
longitud y el tipo de tubería a utilizar; especificar cómo será la toma de agua; diseñar los
flotadores y soportes de la tubería y toma de agua; y, escoger la instalación apropiada
(WFTW 1982a; 1982b). Para abastecimientos de agua de comunidades pequeñas, que
precisan una cantidad de agua menor, a menudo se pueden usar estructuras muy simples
de captación, así como también usar tuberías o mangueras flexibles de plástico (WHO
1996).
Estructura simple de
captación de agua con tubería flexible de plástico. Fuente: SMET & WIJK 2002, p.259
El agua para uso doméstico o el riego a pequeña escala puede extraerse de un río o lago
y distribuirse mediante cubetas o bombearse a camiones cisterna para transportar
grandes cantidades de agua. Antes de usarse como agua potable, debe purificarse y
probarse. El agua también se puede bombear a una red de distribución. Para extraer
grandes cantidades de agua para las ciudades (agua potable), agricultura (por ejemplo,
riego por aspersión o riego superficial), uso industrial o energía hidroeléctrica), es
necesaria la captación permanente de agua.
Siempre que sea posible, la ubicación de la extracción de agua de un río debe cumplir
con los siguientes criterios: debe realizarse donde haya un flujo adecuado; a un nivel
que permita que el suministro por gravedad minimice los costos generados por bombeo;
aguas arriba, en zonas densamente pobladas y agrícolas, para reducir el flujo de
sedimentos; aguas arriba de lugares de riego, de ganado, lavaderos y desagües para
eliminar la contaminación del agua; y, aguas arriba de los puentes para reducir la
velocidad / turbulencia (SMET y WIJK 2002). No importa el uso que se le dé al agua
que se extrae, pero la cantidad de agua utilizada debe ser menor que la cantidad
disponible en la fuente. Para estimar la disponibilidad y fortalecer la toma de decisiones
sobre la gestión del agua, se debe tener a la mano una estimación del balance hídrico.
Por último, en los embalses el nivel de agua es generalmente más alto al final de la
estación lluviosa y más bajo al final de la estación seca o la temporada de riego. Las
bombas instaladas en los embalses, al igual que en los lagos, deben ser capaces de
manejar estas fluctuaciones, que no son solo verticales en nivel de agua, sino incluso
más pronunciadas horizontalmente, porque el agua retrocede a las partes más bajas.
También se puede hacer que un brazo seco de un río funcione como un embalse. Este se
llena de agua durante la estación húmeda y se cierra durante la estación seca para que se
pueda usar el agua almacenada, por ejemplo, para el riego. Debido al bajo nivel de agua,
normalmente se necesitan bombas (FAO 1992).
El agua de río como fuente de agua superficial es aplicable para diversos usos. La
disponibilidad de agua del río depende, en gran medida, de las necesidades del sistema
local. Resulta muy adecuado en regiones ribereñas con una escorrentía regular durante
todo el año. Semejante situación ocurre con los lagos, que representan una fuente de
agua muy importante para la región donde se encuentran. El agua almacenada se puede
usar como agua potable después del tratamiento adecuado, o para el riego. Por otra
parte, el turismo, el transporte marítimo y la pesca son algunos de los sectores
industriales que se benefician de un lago, convirtiéndolo en un factor económico
importante. En lo que respecta al agua de un embalse, como fuente de agua superficial,
es aplicable para el uso en irrigación en agricultura, hogares o procesamiento en
industrias. El manejo adecuado y la regulación de la extracción de aguas superficiales es
importante para proteger el ecosistema (impactos ecológicos, contaminación, daño al
medio ambiente) y evitar conflictos entre los usuarios.
Estos cuerpos de agua superficiales (ríos, lagos, riachuelos, etc) pueden contaminarse
muy fácilmente. Por ello, no se deben canalizar sustancias potencialmente peligrosas a
estos, no sólo porque el ecosistema de su entorno puede verse afectado negativamente,
sino que, además, pueden transmitidas enfermedades a las personas que consumen el
agua. Por este motivo, se debe garantizar el tratamiento de aguas residuales previo a la
descarga en ríos y lagos, así como también los tratamientos de agua potable antes de su
uso posterior.
La calidad del agua del lago está influenciada por los procesos de autopurificación
mediante aireación, procesos bioquímicos y sedimentación de sólidos en suspensión. El
agua puede ser muy clara, de bajo contenido orgánico y con alta saturación de oxígeno.
Por lo general, la contaminación humana y animal sólo presenta un riesgo para la salud
cerca de la orilla. A cierta distancia de esta, el agua del lago generalmente tiene una baja
densidad de bacterias y virus patógenos. Sin embargo, las algas pueden estar presentes,
particularmente en las capas superiores de los lagos (SMET y WIJK 2002).
Un control de calidad del agua, sobre todo bacteriológico, debe realizarse al menos cada
6 meses y, se debe incrementar su frecuencia en el caso de tener conocimiento de la
existencia de una fuente de contaminación (MORENO 2004).
Cuando son sistemas de captación por gravedad, MORENO (2004) establece que deben
hacerse las siguientes actividades: controlar la turbiedad del agua; limpiar regularmente
las rejas y canales de residuos sólidos (hierbas, troncos, piedras voluminosas); si existe
un desarenador en el lecho del río y es temporada de lluvias, entonces cuando el nivel
de sedimentos esté próximo al tubo de captación se debe proceder a desarenar por un
período entre 30 y 60 minutos; controlar el caudal, sobretodo en épocas de lluvias; la
cámara o caja de captación debe desarenarse aproximadamente cada 6 meses, cuando el
nivel de sedimentos afecte el flujo de agua; calibrar los elementos de medición al menos
cada 6 meses.