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Teniendo en cuenta esta evidencia generamos una visión clara hacia lo que
queremos y como lo vamos a lograr, desarrollando así, en el entorno un
pensamiento más competitivo, para el logro de nuestras metas y el cumplimento de
nuestros sueños.
Cabe resaltar de ante mano que no debemos dejar pasar la creatividad ya que esta
nos ayuda a ser innovadores tal como lo plantea el profesor Amar Bhidé, que la
considera como el “hacer cosas nuevas o hacerlas diferentes creando valor”. Dicha
competencia es generalmente pensada como algo innato que solo lo poseen
algunas personas que son consideras por los demás como creativas.
Se podría decir que es un talento que muy pocas personas pueden desarrollar.
Las investigaciones modernas han determinado que:
“todos los humanos con capacidades normales son capaces de producir por
lo menos actividades o trabajos creativos de manera moderada en algún
campo, donde muchas veces el entorno social puede influir en el nivel y la
frecuencia de este comportamiento creativo. La creatividad es entonces la
producción de ideas novedosas y útiles en cualquier área”. (Amabile, T.,
1996).
Las características psicológicas del emprendedor permiten inferir que no existe un
perfil único con relación a los emprendedores, las características de tipo cultural,
económico y personal genera una combinación de factores diferentes que
finalmente influyen más intensamente en algunas personas que en otras para
determinar acciones de emprendimiento. Es claro que se debe poseer en mayor
medida algunos factores de tipo psicológico al igual que algunas habilidades o
competencias para empezar a incursionar en el campo del emprendimiento pero
esta regla no es estándar.
Se cree, que muchas de las iniciativas de la generación de ideas para el
mejoramiento de la economía mundial, no salieron precisamente de la búsqueda de
riqueza, si no de los comportamientos innatos de la condición de racionalidad del
ser humano, de las necesidades de supervivencia, dependencia y adaptación a su
hábitat y sentimiento por defender su propiedad, aunque algunos psicólogos
sustentan que las razones provienen más de la satisfacción de necesidades propias
del ser: por su individualismo, por la acción en función de un control voluntario, por
superación de su dependencia y control por parte del entorno.
A la pregunta sobre si el emprendedor se hace o nace, se considera que es una
mezcla de ambos.
El poseer factores internos de personalidad como la motivación el logro, la
independencia y creatividad entre otros no son condición única para que una
persona desarrolle enfoques emprendedores con su entorno, economía o país. Es
precisamente la mezcla de factores culturales, familiares, laborales los que
interactúan para potencializar dichas habilidades. Deben existir ambos para que se
dé dicho carácter emprendedor.
Por otra parte, el concepto de empresario se define en el Diccionario de la Real
Academia Española (1837, 790) como sigue: “Empresario, ria: El que toma a su
cargo alguna empresa o negociación en que intervienen otras personas, poniendo
los fondos necesarios para ella, y recayendo en él las pérdidas o las ganancias que
resulten.” Es claro que el concepto de empresario hace énfasis en la empresa que
éste toma a su cargo y más específicamente en el resultado de sus acciones.
Caso distinto para el concepto de emprendedor porque lo que le da sentido a su
nombre es el continuo proceso innovador.
Esto se ajusta al reclamo que hizo Mc-Clelland (1976) en el prefacio del libro The
Achieving Society, quien aclaró que el rol de emprendedor lo puede asumir cualquier
persona durante un periodo de tiempo y luego dejarlo de lado. Por ello es necesario
valorar el concepto de emprendedor, que se refiere a la persona que vive un proceso
de innovaciones continuas. En el momento en que deja de realizarlas, deja de ser
emprendedor.
Cabe la idea de diferenciar entre el emprendedor y el no emprendedor, donde el
primero se basa más en sus sentimientos e instintos, que por su mera experiencia;
y por esta razón el nivel de riesgo de fracaso es más alto. Se entiende a partir de la
existencia de una empresa y cuyo fomento ha sido entendido como el fomento de
modelos de formación empresarial, tal como lo afirma Rusque et al (1998). El
desarrollo del espíritu emprendedor está centrado en el individuo, en estudiar sus
dimensiones psicológicas, culturales y económicas, desde una perspectiva
sistémica y evidentemente humanista.
Por otro lado el colombiano se ha caracterizado por ser una persona creativa y
emprendedora, donde el desarrollo de las MiPyMes, son de vital importancia para
el avance del PIB del país, esto responde la caracterización que Gabriel García
Márquez hizo en la introducción al documento de la Misión de Ciencia, Educación y
Desarrollo, y que fue retomado en el planteamiento de esta política:
Dos dones nos han ayudado a sortear ese sino funesto, a suplir vacíos de nuestra
condición cultural y social, y a buscar a tientas nuestra identidad. Uno es el don de
la creatividad, expresión superior de la inteligencia humana. El otro es una
arrasadora determinación de ascenso personal. Ambos, ayudados por una astucia
casi sobrenatural, y tan útil para el bien, como para el mal, fueron un recurso
providencial de los indígenas contra los españoles desde el mismo día del
desembarco.
Del lado hispánico, en cambio, tal vez nos venga el ser emigrantes congénitos con
un espíritu de aventura que no elude los riesgos.
Todo lo contrario: los buscamos. De unos cinco millones de colombianos que viven
en el exterior, la inmensa mayoría se fue a buscar fortuna sin más recursos que la
temeridad, y hoy están en todas partes, por las buenas o las malas razones,
haciendo lo mejor o lo peor, pero nunca inadvertidos.
La cualidad con que se les distingue en el folclor del mundo entero es que ningún
colombiano se deja morir de hambre. (García Márquez, citado por el Ministerio de
Desarrollo (2000)).