Sei sulla pagina 1di 5

MINISTERIO DE LA MUJER

Una Palabra Que Golpea: “Viuda”

Con el sostén del Señor


se enfrentan las nuevas situaciones
y se toman decisiones.

“El conoce cada uno de mis pasos;


puesto a prueba, saldré puro como el oro”.
(Job. 23:10 V.P.)

Mi experiencia personal

Ocurrió de repente. Nada pensado jamás; ni siquiera imaginado. Pero sucedió. Y allí estaba la verdad
aguda, lacerante. Había que afrontar la situación: tomé el teléfono y comencé a llamar, primero a un
diácono
no de la iglesia para ponerlo en antecedentes, luego a mi familia en Rosario y en La Plata. Amigos
me acompañaron a mi casa: desde allí llamé a mis hijos. Los tres estaban en Estados Unidos de Norte
América y yo quería que oyeran mi propia voz cuando les dieraiera la noticia. Aun así, el shock fue
tremendo. Ellos no podían imaginar. Sólo pensar. Muchas veces mi esposo me había dicho: “Mami, hay
más esposas de pastores, viudas, que pastores viudos…”. Yo no lo quería escuchar. Me resultaba
imposible imaginar la vida
ida sin él a mi lado, en forma permanente. Treinta y cinco años de matrimonio
me hacían sentir que siempre seguiría así: teníamos sueños, proyectos y tenían que realizarse. Ahora
había que aceptar lo inaceptable. Todavía me maravilla cómo me sostuvo el Señor or para afrontar toda la
situación y para asumir todas las decisiones.

Los hermanos de la iglesia me reconfortaron. No me dejaron sola. Mis propios hermanos también se
preocuparon por mí. Mis hijos querían verme. No podían viajar y querían que yo fuera. David llegó, pero
no a tiempo para el sepelio. En cambio, organizó y dirigió una reunión de homenaje en la sede de la
Misión a los judíos, y escribió un artículo sobre la muerte de su padre. Lo tituló: “Reverendo Víctor
Sedaca: una bendición para muchos”. Desde sde el primer momento, asumió el lugar de su padre en la
Misión y a mi lado.

Las cartas de los amigos, infundiéndome aliento, fueron innumerables. Las guardo todas en una carpeta.

Habían pasado tres meses. Los otros hijos también me necesitaban e iba a viajarjar a Estados Unidos para
estar un tiempo con ellos. Me hallaba en una oficina, llenando los requisitos legales para la
documentación. De pronto un

www.ministeriofemenil.com
MINISTERIO DE LA MUJER

Renglón: “Estado civil…”. Las piernas me temblaron; el corazón comenzó a latir aceleradamente:
“viuda”… “viuda”…
da”… “viuda”. Las letras bailoteaban. Era la primera vez que tenía que escribir esa fría
palabra que me golpeaba, dándome conciencia de la realidad de mi situación. Después supe que otras
amigas que han vivido una experiencia semejante a la mía habían experimentado
rimentado lo mismo al escribir
esa palabra.

Visitando una de las librerías bautistas en Fort Worth (Estados Unidos), con mi hija y con mi yerno,
encontré un pequeño poster con estas palabras: “What appears to be the end, may really be a new
beginning”, lo que aproximadamente quiere decir: “Lo que pareciera ser el fin, muy bien puede ser un
nuevo comienzo”. En el paisaje que ilustra el poster, se destaca un arroyuelo que cruza en medio de un
bosque, iluminado por la luz del atardecer o por la luna. ¡Qué a propósito
opósito para mí venían esas palabras!
Cuando me instalé en mi departamento para vivir sola, por primera vez, puse ese poster sobre la
cabecera de mi cama. Siempre que comienzo a sentirme deprimida leo esas palabras y el ánimo se me
levanta. “Dios dispone todas
odas las cosas para el bien de quienes le aman” (Rom. 8:28, V.P.). Es una verdad
que, a través de las sombras, se hace realidad en mi vida.

Enseñanzas bíblicas en relación con las viudas

La Biblia tiene una palabra en cuanto a las distintas situaciones que el ser humano tiene que enfrentar.
Afronta la viudez como una circunstancia normal en la vida. En la Biblia encontramos varios pasajes en
los cuales se menciona a las viudas, ya sea exhortando acerca de la atención que ha de tenerse con ellas,
o por relatos en los cuales una mujer viuda es el personaje central.

El judío, por ley, estaba obligado a no desamparar a la mujer viuda:

Exo. 22:22-24;
24; Deut. 10:17, 18; Sal. 146: 9; Prov. 15:25; Isa. 1:17; Jer. 49:11; Zac. 7:10.

En el Nuevo Testamento se dan reglas explícitas acerca de la atención especial que debía darse a las
viudas: 1 Tim. 5: 3-10;
10; Stg. 1:27. Hay en la Biblia interesantes relatos en los que la protagonista es una
mujer viuda. Recordemos el episodio de la viuda de Sarepta, en el primer libro de Reyes, capítulo 17,
versículos 8 al 24, cuando el profeta Elías, enviado por Dios, va a pedir agua y pan a esta viuda pobre.
Ella le dice que todo su sustento consiste en un puñado de harina en una tinaja, y un poco de aceite en
una vasija, y que cuando éstos fueran consumidos, ella y su hijo morirían de inanición. Siguiendo las
instrucciones de Elías, ella preparó y cocinó, debajo de la ceniza, primero una torta para el profeta y
luego para ella y su hijo, “y la harina de la tinaja no

Escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías”. Esta
es una prueba maravillosa de que Dios no desampara a las viudas.

www.ministeriofemenil.com
MINISTERIO DE LA MUJER

Una historia con un principio triste, pero con un final feliz, es la de Noemí, una de las protagonistas del
libro
bro de Rut. Mucho se habla de Noemí, como de la perfecta suegra, como en verdad lo fue; pero poco
se la menciona en su papel de viuda y en todo el libro no se la califica así pese a su condición de tal.
Noemí, con su esposo Elimelec y con sus dos hijos Mahlón lón y Quelión, constituían una familia feliz. Pero
murió el marido y Noemí quedó sola con sus dos hijos, que se casaron n con mujeres moabitas,
extranjeras
eras para el pueblo de Israel. Sucede que mueren también los hijos y en un momento crucial,
Noemí queda solaa y desamparada (Rut. 1: 5). Para Noemí fue como el fin de las cosas. Para ella su vida
ya no tenía sentido: “No me llaméis Noemí (Placentera), sino llamadme Mara (Amargura); porque en
grande amargura me ha puesto el Todopoderoso” (Rut. 1:20). Lo que parecía ía ser el fin de las cosas fue,
por el amor de su nuera Rut, trocado en un nuevo y feliz comienzo. Noemí tuvo otra vez un hogar y una
familia con una nuera que fue para ella mejor que siete hijos, y con un niño para criar, como si fuera un
hijo aunque no fuera
uera de su propia sangre (Rut. 4:15, 16). Maravilloso ejemplo de cómo Dios puede
trocar la tristeza y el dolor de una viuda en alegría para sí misma y en servicio para otros.

Dios nunca deja desamparadas a las viudas. Por eso Pablo exhorta a Timoteo: “Ayuda a las viudas que en
verdad están necesitadas” (1 Tim. 5: 3, V.P.). Y a continuación da una serie de consejos para la atención
de las viudas que tienen hijos y nietos, que son los que deben responsabilizarse por ellas; de cómo la
iglesia debe atender a lass viudas de más de sesenta años, las cuales deben llenar ciertos requisitos:
haber tenido un solo esposo, ser conocidas por el bien que han hecho, haber criado hijos, recibido
visitas en su casa, servido humildemente a los hermanos en la fe, ayudado a los que sufren, realizado
cualquier obra buena (1 Tim. 5: 4-10, V.P.). A las familias, Pablo exhorta:

“Si algún creyente, hombre o mujer, tiene viudas en su familia, debe ayudarlas y no dejar que sean una
carga para la iglesia; así la iglesia podrá ayudar a lass viudas que en verdad están necesitadas” (1 Tim.
5:16, V. P.).

Jesús mismo se preocupó por las viudas y las socorrió. Tuvo compasión de una viuda de Naín: su único
hijo había muerto, y él le devolvió la vida (Luc. 7:11-17), Jesús también relató una parábola sobre la
necesidad de orar siempre y no desmayar, tomando como centro de su enseñanza a una mujer viuda
que continuamente acudía al juez para pedirle justicia de su enemigo (Luc. 18: 3-

6). Alabó Jesús a una viuda pobre que en la caja de las ofrendas
das puso todo lo que tenía para vivir, y no lo
que le sobraba, como hacían los ricos (Luc. 21: 1-4).

Posición de la mujer viuda en la sociedad

El hecho de que la mujer se vea privada de la compañía y apoyo del esposo no es razón para que se aísle
de la sociedad,
iedad, ni para que sienta que su vida ha terminado. Al principio, yo me sentí así, aunque

www.ministeriofemenil.com
MINISTERIO DE LA MUJER

continué haciendo todo el trabajo que antes hacíamos juntos y asumí todas las responsabilidades. Sin
embargo, emocionalmente sentía como si el mundo se hubiera desplomado mado sobre mí. No me di tiempo
para razonar mi situación y para dar cauce a mis sentimientos y esto afectó luego mi estado físico.
Necesité la ayuda del médico para superarme, aunque en Dios siempre tuve la fuente de mi fuerza
moral y espiritual.

Un día noss encontramos en mi casa cuatro mujeres, cuatro amigas; las cuatro, viudas. Yo era la mayor
de todas y la de viudez más reciente. Estaba cumpliendo mi ministerio en la Misión a los judíos y en el
servicio voluntario en la Clínica Evangélica “El Buen Samaritano”,
tano”, de cuya Comisión Auxiliar Femenina
era entonces presidente, además de ocupar cargos en la Convención Misionera de Mujeres Evangélicas
Bautistas Argentinas, y en actividades en mi propia iglesia. La segunda, de edad mediana, viuda desde
hace varios años,
ños, colabora en las tareas en su iglesia y también en el servicio voluntario en la clínica
antes mencionada. Vive con su único hijo. Las otras dos mujeres, más jóvenes, quedaron viudas a pocos
años de sus respectivos matrimonios. Una de ellas perdió a su esposo accidentalmente, mientras trataba
de salvar a un chico que se estaba ahogando y que pertenecía al Hogar de Niños que él había formado.
El niño fue rescatado pero su salvador se hundió y pereció ahogado. La sacudida fue tremenda para su
esposa, alcanzando
zando hasta las raíces de su vida física, moral y espiritual, pero la tragedia no logró abatirla.
Crió a sus dos hijos, los hizo estudiar y hoy todavía continúa con la conducción del Hogar de Niños que
formara con su esposo, atendiendo personalmente todos los problemas y necesidades de cada uno de
los chicos. La última de estas cuatro mujeres, al igual que las otras, había formado su hogar
promisoriamente en amor y sobre el fundamento de la Roca inconmovible. Una maligna enfermedad la
privó del esposo en sólolo tres días; quedó con un niño pequeño, a quien crió con mucha lucha. Pero su
espíritu no decayó y de inmediato se dio al servicio cristiano para el cual antes se había preparado,
encontrando así el sentido de su vida.

En una medida o en otra, cada una de estas cuatro mujeres ha encontrado un nuevo principio. Las
cuatro, duramente probadas, permanecen en total dependencia de Dios, fieles en la tarea de ser útiles a
sus prójimos. El Nuevo Testamento nos relata de una mujer que profetizaba, llamada Ana, muy anciana
y viuda desde hacía más de ochenta años, que estaba siempre en el templo y que había dedicado toda
su vida al servicio del Señor. Dios la premió concediéndole ver al Niño Jesús, el Mesías esperado, cuando
era presentado en el templo a los ocho días de su nacimiento (Luc. 2:36-38).

Cada vez que Dios nos prueba, privándonos de alguien muy querido a nuestras vidas, nos compensa con
algo que viene a llenar el vacío de lo que nos ha sido quitado. Esto nos ayuda a continuar desarrollando
nuestras capacidades
des y ocupando nuestro lugar en la sociedad. Es posible que las heridas continúen
lacerando, pero aun así el dolor es superado por las compensaciones que Dios nos da y podemos seguir
positivamente en nuestro cotidiano vivir. Esto es lo que hace poco nos expresara,
presara, ante un grupo de

www.ministeriofemenil.com
MINISTERIO DE LA MUJER

mujeres que estábamos planificando un trabajo, una misionera cuya vida ha tenido experiencias
tremendas: a pocos años de casada, su esposo contrajo una enfermedad cuyo desenlace sería
irreversible. Su hijita nació cuando el esposo estaba internado y éste la conoció estando en el hospital. A
pesar del rudo golpe, ella se preparó para el servicio activo en el servicio cristiano y por años, mientras
criaba a su hija, se dedicó con devoción a preparar a las jóvenes que Dios había llamado a su servicio.
Perdió a su madre en forma sorpresiva; por años cuidó a su padre enfermo. Se jubiló y, cuando parecía
que su vida entraba en un cauce de paz y de serenidad. Dios se llevó rápidamente a su única hija,
víctima de una cruel enfermedad, dejando do dos hijos y un esposo todavía joven. Nosotras no la habíamos
visto desde la partida de su hija. No encontrábamos las palabras adecuadas para hablarle, pero ella nos
dijo: “Por cada parte de mi vida que Dios me ha privado, me ha compensado con algo”. Dios le ha dado
un lugar de trabajo y de testimonio en el edificio en que vive, muy grande, y cuyos ocupantes en su
mayoría son todos jubilados y solos, como ella. Acuden a compartirle sus necesidades y en su hogar
encuentran un refugio acogedor. Después de cuarenta
uarenta y cinco años sin conducir un automóvil, ha
podido comprarse uno con el que concurre a las actividades de su iglesia, muy retirada del lugar de su
residencia; en su coche lleva y trae a sus vecinos. Asiste a campamentos, habla de sus experiencias,
aconseja
conseja a los más jóvenes. Vive una vida plena de servicio y de compensaciones donde aparentemente
todo había terminado.

“Lo que pareciera ser el fin, muy bien puede ser un nuevo comienzo”.

Son incontables los ejemplos de mujeres que, en el quebranto de su matrimonio por la partida del
compañero, han superado la crisis con el trabajo, con el servicio voluntario en bien de sus semejantes,
reencontrándose a sí mismas, dando de sus capacidades para ayudar a los menos capacitados. Es en
este arte de darse a los que la rodean que la mujer viuda encuentra la compensación a su soledad y a su
pesar, logrando así una vida útil y plena.

Gracias a Dios que nuestra moderna sociedad no sólo acepta en su medio a la mujer viuda, sino que le
ofrece las oportunidades de trabajo
ajo y de servicio que ella necesita para sobreponerse a su pena,
superándose a sí misma.

Dios usa a las viudas quebrantadas. La mujer viuda es el instrumento que Dios reclama para bendición
de la comunidad en que vive, para testimonio de su milagroso amor y poder.

www.ministeriofemenil.com

Potrebbero piacerti anche