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D IM E N S I O N E D U C A TIV A

IND ICE

Pág.

IN T R O D U C C IO N 4

M ujeres de Carm en de la Legua. H istoria Oral e


H istoria L o c a l. Carm en Checa. 5

El testim o n io y el cuento - C assette.


D avid Sánchez Juliao 11

El Bogo tazo: Introducción. A rtu ro A la p e 17

Los años del trop el: A p a rtes del Prólogo y de la


Introducción. A lfr e d o M olano 23

A l resca te de la historia. Eduardo G alean o 31

El em p leo masivo de fu entes orales en la Investigación:


L a H istoria O ral. A le ja n d ro G a rc ía A lv a re z 35

M em oria c o le c tiv a y resisten cia popular.


C e c ilia Blondet. - 47

R e fle x io n e s sobre el quehacer de la H istoria Oral


en el mundo rural. E sther Iglesias 54

Testim onios. M argaret Randall. 71


IN TR O D U C C IO N

L a R ecu p eración de la H istoria O ral, es uno de los trabajos que se


viene adelantando con los se cto res populares com o expresión, por
una p arte, de esa búsqueda de identidad y de coh erencia que e s ti­
mule el avance del m ovim iento popular y, por otra , la necesidad y
ex ig e n c ia de renovar la con cepción y los estilos de trabajo con
estos sectores que van m anifestando la disposición, no sólo de
con ocer su propia historia, sino de contribuir a que se rescate y
se difunda.

Por esto hemos seleccion ado algunos artícu los que presentan e x p e ­
riencias, planteam ientos teó rico s sobre la H istoria y sus fuentes,
propuestas m etod ológicas y técn icas de trabajo, que esperam os
contribuyan a c u a lific a r los esfu erzos de R ecu peración H istórica
que se realizan desde la perspectiva de los sectores populares.

A
Mujeres de Carm en
de la Legua.
Historia o ral
e historia local
PERU

Las lineas que siguen constituyen una reflexión inicial sobre el trabajo de la autora
en Gormen de La Legua en donde viene realizando, con participación de la
población■un valioso trabajo de reconstrucción de la historia de la localidad.
Este trabajo forma parte de la múltiple y valiosa labor en el campo de la historia y
la educación popular. en que el Centro de Divulgación de la Historia Popular
(CEDHLPj estáempeñado desde hace ya varios años.

CAR M EN CHECA
ra la historiografía tradicional no
ha merecido la cátegoría de ser
La propuesta de Historia local, historiada, y por otro, la incur­
es en términos generales, rescatar sión en los procesos subjetivos e
todo aquello que dé cuenta dé intersubjetivos de las personas en
los procesos tanto individuales la construcción de la historia (1);
como colectivos de la formación es posible aproximamos a esta
desarrollo de la localidad desde construcción intersubjetiva de
l as perspectivas de los mismos quienes han estado tradicional-,
pobladores, y que esta historia mente' marginados de la historia
sea materia de inspiración y en- tradicional y de la oficial, así co­
tendimiento que proporcione no mo de los que segmentan la his­
sólo los elementos de interpreta­ toria en política, social, económi­
ción del pasado, sino también ca, etc., o por rectores o clases
una perspectiva crítica para en­ sociales.
tender el presente, a nivel de la
localidad y de la sociedad, para Por la historia oral se descubre
colectivamente proyectarse al fu­ toda la dimensión humana de los
turo. procesos históricos porque nos
dice más de su significación que
Esta perspectiva rescata la vida de los acontecimientos, de lo
cotidiana, entendiendo, por un cualitativo que de lo- cuantitati­
lado, cómo todo aquello que pa­ vo-'
determinada manera, y esto com­
promete no sólo a la historia oral,
sino también & otras disciplinas,
que hacen uso de la entrevista.

En la conversación las perso­


nas expresan lo que hicieron, lo
que quisieron hacer, de lo que
creyeron que estaban haciendo,
de lo que ahora creen que hicie­
ron, de sus esperanzas, de sus
frustraciones, reflexionan sobre
su pasado y hacen un balance en­
tre el ayer y el hoy.

Es la subjetividad de los entre­


vistados, y es a través de la histo­
ria oral que los sectores populá-
res se están expresando.

Un elemento más en la historia


oral que desarrolla Portelli es la
afectividad del lenguaje que la
grabadora nos permite rescatar.
Los rasgos tonales y los códigos
del habla, tal como se utilizan en
la vida diaria, no sólo lo que deci­
mos, sino cómo lo decimos, que
nosotros, en nuestra vida cotidia­
na interpretamos esos códigos y
La Historia Oral asume que lo que se pierden totalmente en la
subjetivo es también parte de la historia escrita.
historia. No importa tanto que
las personas no “recuerden” exac­ Se podría ir aún más allá refi­
tamente lo que pasó, sino lo que riéndonos al lenguaje gestual, que
importa es por qué lo recuerdan también trasmite significados du­
desuna manera y no de otra, có­ rante la conversación.
mo es que la historia afecta a las
personas. La historia oral no es solamen­
te el testimonio, o la biografía si­
No planteamos una contradic­ no que abre la posibilidad de tra­
ción insuperable entre nistoria bajo en grupo, de intercambiar
oral e historia escrita, sino que se las experiencias de vida, de lucha,
integren en la investigación histó­ de resistencia, colectivizar las ex­
rica, entre otras razones, porque periencias individuales y recono­
la historia escrita mayoritaria- cerse como colectividad, como
mente es la historia de los domi­ grupo, como clase, como género.
nantes y como tal también se de­
be trabajar. Abre la posibilidad de cuestio­
nar grupalmente, colectivamente
En cuanto a la Entrevista la lo que normalmente se da por
consideramos como una “conver­ sentado, lo que aparentemente
sación formal”, donde se da una “no es problema”, desde lo ruti­
bidireccionalidad, quien pregun­ nario, lo cotidiano de los pobla­
ta está también involucrada en la dores basta la historia “ae los
entrevista o testimonio. otros”, r de lo individual a lo co­
lectivo del grupo, a lo local, a lo
En la formulación de la pre­ regional, nacional, y así para vol­
gunta se apela al recuerdo de una ver al grupo y a la persona.
Permite entenderse como suje­ — son .estas. mismas condiciones
to histórico, que cada uno con lo de alojada las que motivan la
gue haga o no haga hace historia, búsqueda de terreno por inva­
formar la conciencia e identidad dir
histórica. — en la mayoría de casos es la
mujer la, que toma la iniciativa
L A EXPERIENCIA DE LAS de salir e invadir.
MUJERES DE C AR M EN DE L A
LEGUA “Yo estaba alojada ju n to con
m i suegra ¿no?, me dije no, me
El interés de algunos poblador voy a h í —p o r ver me vine un día
res del Distrito Carmen de la Le­ dom ingo, y al llegar el día da-
gua Reynoso de recoger su propia mingo ahí'm ism o, para qué, yo
historia y el apoyo de AMIDEP, vine nada más para mirar, pero
nos permitieron iniciar el trabajo fue_ el Sr. Cornejo el que me d ijo,
en Historia Oral y dar los prime­ Señora ¿necesita terreno?, me
ros pasos para una historia local. ubicó a h í mismo. . .• y me vine
pues casi a escondidas de m i es­
La entrevista o conversación es. poso, porque él no quería, p o r los
una etapa en la metodología de bebes que estaban chiquitos. . . ”
la reconstrucción y recuperación
de la historia local. . .y co m o yo en ese enton­
ces com o toda persona anhelaba
A modo cíe propuesta, hemos tener m i casa propia ”
seleccionado algunos testimonios
que dan cuenta de la situación de . .escuchamos que había
la mujer en este, proceso de histo­ una invasión, acá m i sueño dora­
ria local. Son testimonios de mu­ do era de tener una chocita mas
jeres que migraron en la década quesea”
de los años 50. Cuando se refie­
ren a los motivos que impulsaron Él uso del término “propio”
la migración, se refieren a los pro­ sugiere dos significados:
blemas personales, familiares:
— propio - propiedad
LiM é vine 'de Huacho porque >s~ propio - del ámbito doméstico
com o murió m i mamá. . .ya no te­ de la mujer.
níamos nada. . .en ese tiem po te­
nía más que doce años. . . ”
Desde las primeras reuniones
En cambio la respuesta que los para organizar la invasión está la
hombres dan en sus testimonios presencia de mujeres, para la co­
se refieren a: misión de búsqueda de terrenos:

— tendencia a superar la escolari­ “Yo la he vivido la historia de


dad Carmen de la Legua, lo he vivido
— crisis agrícplás cttando hemos ido a buscaf terre­
— mejores oportunidades de tra­ nos, heñios pasado días bonitos,
bajo; lindos. . .a veces era el carro muy
chico o sea que nos íbamos toda
Las mujeres involucran senti­ la Junta Directivá, uno adelante,
mientos, alegría, tristeza, cuestio­ o tr ó atrás, hacíamos carrera d e'
nes entendidas como ‘ -persona­ carros. . . ”
les”, y no solamente explicacio­
nes de orden social y económico Una vez. acordada la invasión:
de la expulsión del campo.
"Llegam os de noche, com o a
Cuando llegan a Lima y se eso de las i l a 11.30 de la noche,
“alojan” (2), explican: una amanecida acá, quedamos a

*
la intemperie \¿no?* p orqu e no Las mujeres también conocie­
había dónde cobijam os* pero an­ ron la cárcel :
tes de todo eso* nosotros* digo
nosotros^ porque trabajamos m u­ *\ . .nos hacían lavar tos caba­
ch o acá. . .habíamos form ado llos* a darles agua.. .a llí nos te­
una oficina provisional de empa­ nían encerradas* y o también es­
dronamiento* p cm que hubiera tuve un día cón m i rriamá* pero
un m ín im o de personas para p o ­ horas no más”. ..
der invadir ¿no? . . .esta invasión
tenía que ser organizada* necesi­ En cuanto a lá participación
tar a las personas que íbamos a en comisiones de lo qué significa
invadir este lugar.. .venían de m u­ ser mujer:
chas partes. . .
Otro testimonio: “Ellos me ponían a m i de p ri­
mera* y yó empujaba a las puer­
~ . .fue un día* que b on ito día tas: puum , entraba y tenía suer­
pasé y despertarme ese día en el te y los edecanos* también jó ve ­
terreno* porque oía la bulla de nes* pues ustedes saben lo. que
io s pajaritos* los silbidos de los pasa con. los hombres cuando son
pajaritos y al arrollar del día* y muy alegres* comenzaron hacer
p ó r las esteras se cernía la luz ce­ guiñad i tas, y o me valia de esto y
leste del cielo azul* azulino.*'unos entraba pues ¿no?* porque tas co ­
lindos colores* estaba alegre esa sas hay que aprovecharlas en su
noche* pero ya después la siguien­ m om ento* porqu e (se olvida) si
te noche norme parecía bien p o r ­ uno horva aprovechar no hubiése­
qué empezaron a fastidiar los zan- mos tenido terreno. N o era con
cuditos. . . malicia sino bueno* una cosa es
realidad*■una quería entrar y por
La mujer enfrenta directamen­ ejem plo* ahory me voy d i Senado
te los embates de la vida diaria y y si n o me conocen no me dejan ‘
se organiza para:' entrar* p o r ejem plo quiero hablar
con el Presidente Belaúnde* n o
— exigencias: agua, alimentos, sa­ me dejan p orqu e nadie me cono-
lud, transporte, construcción, ce* porque ahora soy v ie j a p e r o
educación de sus hijos. si y o fuera muchacha y usted sa­
— las luchas con la policía del be cuando uno es muchacha pues
Callao, casi un año de repre­ tiene otras facciones, ya ahora
sión constante por ser invaso­ uno-está vieja ya cambia* ahora
res. no tengo dientes* entonces quien
me va dar bola* entonces que no
En cuanto a la lucha por su­ puedo ingresar y en esa época es­
pervivencia y la defensa del lote taba en toda la juventud y com o
ños dicen: tenia tez media morena* pues
siempre les llamaba ¡a atención,
“ Cuando salían los hombres* pues entraba volando* a llí estoy
salían perdidos porque los guar­ de 26 años* entonces así pues in­
dias a veces venían y le m etían gresaba yo a cualquier s itio .:
palo a los hombres* U d s s o n re­
voltosos —les decían— entonces*
el Sr. López Pazos que decía “los
hombres no se metan” * sólo las Otro testimonio:
mujeres que vayan adélante. .. y o
sé que a las mujeres no les van a “Llegó el piquete de caballería
pegar* y eso fue la defensa que . . .comenzaron con los sables a
tenían éllos y ¿no? claro* a noso­ querer rom per las esteras y yo
tras no podían llevamos presas pues dije ¿qué hago? . . .la gente
p o r más que peleábamos, gritába­ corría de allá para allá* era una
mos i no f ” . cosa terrible* daba pena.

%
Y o le hablé. . .y no rite h izo ca­ puesto en e l mercado, eso lo que±
so y ordenó a Iqs de la caballería y o les digo a mis h ijo s ,q u e estu­
que quemarah el local. ¡A h ! no., dien, que aprendan* que no sean
dije: acá si que no. ¡Atrévase! le como yo qué' tengo qué estar to­
dije a prender un fósforo acá, p o r do el día vendiendo, madrugando
m i m adre.. .que ud. sale m uerto, tó é o el tiem pó ha sido m i trabajo
porque nosotras somos prudentes así.
pero no tontos, y a llí sm me entró
todo el criollism o y to d o .. .corre
le dije a Rem igio, en que paz des­ O de las responsabilidades co­
canse, corre iza la bandera y p o ­ mo madre:
bre de esté desgraciado, disculpe
la expresión.. .estando la bandera *\ . .en veces uno mismo se des­
en fin, a nosotros no nos respeta­ cuida de los hijos, es p o r ló que
rían pero a ¡a insigne Patria tenía uno trabaja y nos' los ve a los hi­
que ser respetada.. .no pudieron jos pues, uno con decir que están
quemar. en el colegio o darles lo que ellos
piden ya cree se esta haciendo
bien pero no, p o r m i misma mé'
- Fue a la Prefectura, exigió ver doy cuenta. porque ahora tengo
que estar allí, a h í con mis hijos,
al Prefecto y dijo: aunque se amarga el Javier que le
pregunto ¿a donde te vas?, ¿tan­
**. . .nosotros* asi vengarnos de to te demoras ? ¿ con quién andas ?.
Mendoza o del infierno, somos ¿qué haces?
peruanos y co m o peruanos tene­
mos derecho (da un golp e) a to ­
mar terreno que esta dentro del O de sai participación en un
Callao o dentro dé Chorrillos, lo grupo parroquial:
tomamos p o rq u é somos peruanos
y com o peruanos nos correspon­ *\ . .me gusto venir a escuchar,
de cualquier rincón del pa'iVV a ver, a ayudar.. .no me animaba
y o sólita a participar, me daba
vergüenza,'la primera vez que me
Otros testimonios nos refie­ tocó sólita me paré en el estante,
ren: y me agarré así con las manos pa­
ra atrás bien agarrada y sudaba,
“ mucha gente se iba a lavar pero bien agarrada, hasta que ter­
su ropa, domingos y sábados. Uy, m iné no me m ovía para nada. . . ”
la gente al río, los chicos se baña­
ban, se jaraneaban, a h í com o irse También de lo que sienten
a la playa__ frente a la migración, de su tierra
y por qué se quedan en Lima:
En las conversaciones con mu­
jeres se nota como hacen referen­ . . extrañaba antes; no me
cia al tiempo pasado en relación acostumbraba acá, pero ahora ya
a sus embarazos, a su materni­ me acostum bré, pues acá aunque
dad, como hitos de referencias en sufriendo no?, p o r m otivo de
su vida: mis hijos que estudian acá, todo
é so .... ”
. . después de m i terreno he
ido com o en el año seten ta i... De la actitud del esposo cuan­
cuando m i Javier ténía 7 meses do .la mujer va a las asambleas o
de nacid o.. al Clüb de Madres:
Y también nos* refieren las ex- . .ño quería, hasta hoy día.
pectativas én sus hijos, del futuro siempre él me celeba, me discutía
que quieren para sus hijos: . . .paraba m ortificada._
*\ . .yo vendiendo, tenía mí O de que los hijos le dicen:
* “ . .mis hijos dicen: m i jnamá madre* imagínate lo que ha he­
se va aprender algo* quiere des­ cho m i madre* porqu e m i padre
pertarse, .ahora* m ejor cosa* aun­ m urió a la edad de 40 años* a m í
que sea analfabeta me reconozco m e dejó a la edad dé 9 años.. .he­
pues. mos sobrevivido gracia a m i ma­
dre ¿no?* a su inquietud de lucha
De lo que significa para un .. .imagínate que si hubiera muer­
quechua hablante tener que ex­ to m i mamá* m i padre no na ha­
presarse en Castellano: cer lo de la madre* esta limpian­
do* cuidándonos a nosotros. . . ”
*V¿'.yo no puedo dominar cas­
tellano* yo misma me doy cuenta Del trabajo conjunto dp hom­
que no hablo bien.. .mis fam ilia­ bres y mujeres en él barrio:
res trujillanos d icen .. . estas entre­
verando m ote con cancha... ” “...y o he visto a docenas de
madres confundidas a h í con sus
También hemos seleccionado esposos tirando su p ico y con su
algunos testimonios de lo que los lampa no sólo dedicada al trabajo
hombres dicen de las mujeres: de la cocina, .han dado así mu­
cho de sus horas libre. de su tiem­
*\ . .la participación de una mu­ p o * mucho de su vida para el p ro ­
je r era muy grande acá* bueno* greso* buenas dirigentes* muy
ellas padecieron mucho* es decir buenak personas., que han dejado
las madres de ésa época* fue de hacer las cosas de sus hogares
quién sabe más que los hombres y que han colaborado. .. ”
¿no?* porque tenían que sopor­
tar el invierno al lado de sus hijos
y cuando se les enfermaban, p o r • La propuesta de Historia Local,
decir* ella ten ía que hacer hasta es ir más allá de lo testimonial y
de m édico* y hay otras madres autobiográfico. Supone que el
material obtenido mediante la
que tenían que dar alumbramien­ historia oral, se trabaje en grupos
to* entonces eprtre ellas tenían de la población jóvenes, mujeres,
que darle la form a p o r decir a hombres y mujeres, se intercam­
media noche que no había ni c o ­ bien las experiencias, se recons­
m o trasladarse a ningún sitio en­ truya críticamente la historia lo­
tonces las madres, han sufrido cal con los elementos obtenidos
mucho acá* p o r supuesto han c o ­ y con el análisis de la historia na­
laborado p om o dirigentes; com o cional; es decir de los niveles y
auxiliares* en comisiones* camina relaciones que se dan fuera de la
pa*ca* p a ’lla, bueno etc. “ .. .ellas experiencia individual y local. Es
han sido las víctimas también o el intento de obtener en el grupo
sea el no tener agua* el no tener de trabaio un entendimiento crí­
Idesague* no tener luz* no tener tico de la Sociedad y de nuestro
infinidad de cosas. . lugar' en ella¿ es desarrollar una
conciencia mas allá de lo local. El
De lo que'los hermanos dicen trabajo requiere ser colectivo en
de sus hermanas: el mas amplio sentido del térmi­
no. Por último, requiere de una
■*. ..tenían doble responsabili­ evaluación ya que una historia lo­
dades* y o me acuerdo en m i casa cal entendida en los términos an­
m i hermana tenía que 7 añitos* teriores es un proceso que recién
ya cocinaba* tenía la responsabi% se inicia, no todo está dicho, ni
lidad de la casa. . . ” desarrollado. Es un proceso por
hacer, en el cual lo significativo
Frente a la madre, un joven es eL entendimiento y la práctica
manifiesta: > del sentido que set le confiere al
**.. .y m i madre ha llegado a tiempo y ai espacio en que se dan
tener 22 hijos* de un solo padre y las relaciones humanas.
David Sánchez Juliao:

El Testimonio y
el Cuento-Casete
Por JACQUBS GILARD

una acción, un tránsito: el cuento


Apúntelo a m i cuenta, el cuento En una
noche clara de Inquietos luceros y el que
daba su titulo al libro. 1
Saltaba a la vista la naturaleza testi­
monial de esos relatos. Lo más llamativo
podía ser, en efecto, su contenido social y
de denuncia, en la mayoría de los casos, la
evocación de la lucha campesina por la
tierra en la zona del Sinú. Este rasgo se
encontraba lo mismo en los relatos del
tipo mal llamado omnisciente como en los
de habla directa/ Allí se expresaban los
puntos de vista y fas vivencias de las
clases populares de esa región de la Costa
Atlántica colombiana. Pero más aun, y
ello de conformidad con un género para-
llterario que intenta definir la cultura
latinoamericana de hoy, lo testimonial se
reconocía en la voluntad deliberada y
sistemática de captar voces humanas
reales que hablaran larga e Inlnterrum-
0 j los cuentos de sp libro pida mente, que expresarán sü visión (jel

C
inaugural, ¿Por qué me mundo y acudieron principalmente al
lleva» al hospital ep canoa, empleo del “ yo” o del “ nosotros” .
papá?, David Sánchez Ju- Como escritor, David. Sánchez Juliao
Uao proponía algo nuevo en parecía después de convertirse la gra-
la literatura colombiana; o adora en un aparato de uso frecuento ó
también podría decirse que lo que se daba corriente. Otros ya hablan usado la gra­
bajo las apariencias de un libro de cuentos badora en otros campos <prin£ipalment$
era en realidad otra cosa. Allí predomi­ la antropología) y habían practicado
naba el relato en primera persona, que aparte una actividad literaria; anjea oé
venia bajo dos formas distintas según los usar la primera al servicio de la segunda.
textos: o solo, directo, despojado dé cir­ Sánchez Juliao, en cambio,.venia cómo
cunstancias el acto de hablar (eran cosas escondido détjráh'del aparato y proponja
indudablemente habladas), o enmarcado textos que antes de ser escritos con
en un relato en tercera persona, gene­ reconocible exigencia formal habían sido
ralmente escueto. hablados por otros.
gira, de todos modos, repercusión de un Los relatos de ¿Por qué me llevas ... 7,
discurso en vez alta* hubiera o no hubiera en su mayoría, revelaban uñé concepción
marco circunstancial. Sólo había tres novedosa del cuento. Ño predominada
excepciones en el volumen, que suponían propiamente lo anecdótico, ni habla una

ti
verdadera preocupación por !aa técnicas re c i^ te y sus . conquistas formales,
del relato, aunque si, eis algunos casos, se Sqntfte* Juliao se sitúa fuera de juego y
advertía un certero sentido del electo. deja de hacer literatura; al proponer
Tampoco había uo cultivo o una búsqueda textos donde e l referente cobra una im-
de lo estético, pomo los que solían darse en PÚrtánciá capital —ó propone una función
el cuento hispanoamericano. Sánchez. Ju- npeva para el acto de escribir, influido por
Uao estaba fuera de la líneg trabada por el entorno especifico de una pafs y un
maestros como Qutroga, Borges, q K uUo continente determinados.
—aunque se vela que habla sabido usar el En América latina, hasta ahora, no han
ejemplo del Ultimo en su decantación del nacido géneros literarios nuevos/ Se
habla popular. siguen practicando géneros nacidos en
Con estricta referencia a una tradición otras partes del mundo, si bien, en lo que
de la narrativa escrita, Sánchez Juliao va de siglo, los grandes escritores la­
parecía regresar a formas de organización tinoamericanos han logrado producir con
más antiguas, más clásicas si se quiere, a notable abundancia obras que ya son
modelos que encontramos más bien en modelos, para otras culturas, mientras
autores de los siglos pasadas. Los cuentos perduran muchos lazos de dependencia
de ¿Porqué me llevas... ?, en particular, política, económica y cultural. Tal vez el
no presentan una elaboración formal muy' testimonio sea justamente un género que
grande a nivel de narradores (baste una trata de; nacer en el contexto latinoame­
Comparación con el muy sutil y muy ricano y en función de este. Al fin y al
sencillo Hay que buscar a Regina de cabo, el primer texto de la literatura
Cepéda Samadlo, para tomar un ejemplo hispanoamericana existe o interesa por la
éniá narrátiva costeña). En ello son más descomunal importancia de su referente,
bien tradicionales y cercanos a esa cons­ el Nuevo Mundo: es el diario de Cristóbal
tante, de la humanidad que es ía necesidad Colón, Alt! se trataba de dar cuenta, con
úq epatar y oír historias verdaderas o palabras europeas, de realidades Inaudi­
fingidas,~es decir: cercanos al relato oral. tas. Y siguiendo la Ünea de^Coión, vinieron
Táft cercanos qué —como ya se ha luego los cronistas de la conquista. Esa
observado— a veces se limitan a captar producción de textos no propiamente
uñ¿ voz o, en otros casos, solamente le dan literarios pero que, de todos modos, tam­
un entorno sumamente escueto (en ade­ bién son literatura, empezó a expresar el
lante, dejamos fuera de nuestro enfoque fenómeno único, el proceso original, que
loh tres cuhhtos citados arriba, por ser era y sigue siendo el mestizaje americano,
zhás’narrativos). Es decir que esos relatos con sus consiguientes luchas sociales,
de Sánchez, Juliao tratan de transmitir económicas, raciales y culturales que
sigo, como mensajes, como fragmentos de duran hasta hoy en la nunca acabada
vida; con la Inevitable presencia, explícita formación de las naciones del continente.
ó implícita, de una moraleja. Pretenden Al lado d e 1una literatura de ficción que
teftet oná Cierta ejémpiaridad, no ética, usa como mejor le parece otras tradicio­
sino social y política. Por este lado, pero nes literarias (las de otras partes* del
íhá» eficientemente que en el promedio de mundo y las amerindias) y acude en forma
la literatura comprometida, se rejuve­ muy variable a las culturas mestizas de
nece e l viejo género de la fábula '(un su entorno, el género testimonial continúa
énero que también practicó Sánchez la línea de Colón y los cronistas y busca

J
biiao ConB i arca de Noé), pero con visos, nuevas vías que podrían llegar a inte­
esta vez, de modernidad e inmediatez: son grarse al conjunto de la literatura —bajo
textos que f salidos de una acción, pueden formas y según procesos difíciles de
volver a elia> nutrirla a su vez. predecir— y ser una genuina contribución
Si bien Sánchez Juliao deja volun­ de América Latina a la literatura
tariamente de lado buena parte de los mundlaf.
aportes formales de la literatura conti­ Por ahora, el incipiente. Inseguro, pro­
nental reciente (pero no totalmente, hay teico género se distingue ante todo por la
qtfe recordarlo), por otro lado se sitúa en especificidad y omnipresencla de su refe­
una corriente constante e Inagotable, rente y tiende a caer fácilmente en uno de
muchas veces ostraetzada y despreciada, los géneros de los cuales salió o a los
uta es la vqx vopq/l, retomada ahora en cuales más se asemeja tal o cual de sus
iu;0ontéxto de luchas contemporáneas, manifestaciones: documento etnográfico,
fié fcnregresó a tas tuestes y también una reportaje, encuesta, biografía, cuento
Inmersión combativa en la actualidad. (como en el caso'de ¿Por qué me llevas
Cea semejantes planteamientos, al ..?) e Incluso novela. El cubano Barnet
romper con la linea de una literatura define y subtitula su Biografía de un

12
cimarrón como “ relato etnográfico*’ an­ frustraciones populares, locales o regio­
tes de hablar de “ novela-testimonio” nales.
cuafado publica su Canción de Rachel En 1974, David Sánchez Jullao lanzó el ,
(alusión, por cierto, a otro género más). concepto de qué la mayoría de ios relatos
El peruano Neira se refiere solamente a la de ¿P or qué me llevas...? representaban
expresión oral y a una simbólica toma de una nueva modalidad del cuento. Era el
palabra con el titulo dé su libro Huillca: "cuento-casete” , Entrevistado por Ra­
habla un campesino peruano. Y él mismo món Bacca Linares para Suplemento del
Sánchez Jullao, al producir un libro que es Caribe <hí° 45, 9 de Junio de 1974, p. 4-5),
puro y magistral testimonio, solamente decía: “ Se puede contribuir a la adqui­
habla de “ historias": Historias de ra­ sición de conciencia y representar una
ca-mandaca, Sobre la Inseguridad de estej alternativa en la educación de las masas.
género joven, ilustran bastante la varie­ Es lo que pretendo, utilizando el lenguaje
dad y el muy desigual interés de los libros adecuado, un lenguaje que todo el mundo
premiados en la categoría Testimonio, del entienda, que sea el cotidiano, un lenguaje
concurso Casa de las Amértcas a lo largo que ese inmenso porcentaje de la po­
de los años 70. blación entienda a cabalidad, usando
El denominador común de ésa desor­ formas propias de la expreión popular que
denada producción testimonial en el con­ solo el pueblo y no los críticos académicos'
tinente es su carácter instrumental y pueden entender. Se puede y se debe
combativo: hay en esos libros dispersos y escribir para el analfabeto. A propósito de
dispares una búsqueda y una afirmación eso. yo tengo un libro que se llama
de identidad, una voluntad de denuncia y Historias de raca-mandaca (...) en donde
concfentizacíón. La originalidad de los trato denuncias concretas de la represión
procesos latinoamericanos bien puede dar a los campesinos Son cuentos escri­
a luz un género cuyas posibilidades apenas tos para ser grabados y no leídos. Son
se adivinan bajo los rasgos y las vaci­ cuentos-casetes porque nosotros tenemos
laciones iniciales. que hacer la contra-radio, la contra-
información. Se está dando una informa­
Las referencias principales de Sánchez ción objetiva cuestionante con forma
Jullao son orales y populares, y no esta­ literaria” .
mos seguros de que Cachaco, Palomo y Y un poco más adelante: "(los campe­
Gato, con ser novela y presentarse como sinos) si tienen, aunque no tengan
expresión- de un género consagrado, se confianza en ellos, una terrible tradición
sitúe realmente dentro de una corriente de lucha,' entonces esas historias se re­
más convencional, propiamente literaria toman criticamente, es la labor del es­
(no tiene al menos apariencia de recoger critor, él las digiere y las devuelve
los “ demonios” de un escritor, ni muestra
relaciones claras con la corriente au­ sistemáticamente para que, medíante
tobiográfica que se supone fluye por esa sistematización, esa literatura de
debajo de toda novela). La relación de su casete pueda llegar a hacerse más efec­
producción no es fundamentalmente con tiva como arma de lucha” .
lo escrito.'Su tnteríextuaJtdad debe ser Estas definiciones se adaptan a Ips
otra: hay vínculos con el epos y la cuentos de ambiente rural y de temática
picaresca americana, con el viejo afán de combativa en ¿Por qué me llevas... ?, en
contar, con la voz de la gente sin historia. los cuales Sánchez Jullao se acordaba dé
Así es como se elimina el trasfondo la decantación lingüistica practicada por
libresco y se Integran otros elementos, de autores como Rulfo o. Arguedas (textos
la cultura diaria: el relato; la conver­ como el cuento Y nosotros habíamos
sación de tertulia o de cantina, y esa maniatado la lástima), y a los relatos de
forma del relato popular costeño que Historias de raca-mandaca. Es distinto el
Sánchez Jullao estudió con enfoque de caso del disco-casete conocido >como E l
sociólogo, el “ pasaje” . Á 'ello se suman Pachanga, que fue punto de partida en fa
otros elementos, más propiamente con­ exitosa trayectoria de Sánchez Julia o en
temporáneos, pero que también se inser­ cuanto a texto grabado y ampliamente
tan con naturalidad dentro de una cultura difundido. .
analfabeta: el disco, la radio, ef cine. Las De ese relato, entonces titulado Ássf eJ'
reférencías de los personajes de Sánchez labida sabecomoé: una pelícui* e baquqro,
Jullao, y el intertexto de sus cuentos; decía el crítico Carlos j . María (Suple­
pueden ser, asi, los ritmos tropicales, los mento del Caribe, N° 54, 25 de agosto dé
reportajes de boxeo, las cuñas publicita­ 1974, p.6 ) que "es una Obra maestra que
rias o los mismos “ pasajes” , y más tiene enormes méritos expresivos y
ampliamente las tradiciones de luchas o lingüísticos además de que plantea todoSr

L Í3
los avatares económicos de la reglón, y en Impuesto la noción de un cuento-casete de
cierto modo del pats, a través deí prota­ personaje urbano y'de lenguaje en estado
gonista: un taxista de una llaga que se bruto, donde lg selección se produce a
defiende heroicamente de no caer en nivel de parrafadas recortadas, si e&qúe
proletario y que es tipleo bacán de una hay cortes, pero no en una “ limpieza’*
ciudad de la provincia antillana como academiclsta de las frases coloquiales:
Sincelejo o el puerto de Coveñas” . sintaxis en libertad, olvidada de las reglas
El texto escrito, Assi ej latida sabe- del bien hablar y del bien escribir.
comoé: upa peiicuVe taquero, presentaba De EJ Pachanga a EJ Flecha, otro éxito
características distintas de los relatos grabado posteriormente (y grabado antes
rurales a los que se refería Sánchez Juliao de aparecer publicado en letras Im­
en la entrevista citada, al definir el prenta, en el segundo número de la revista
cuento-casete. Era de ambiente urbano y Cqraiihe, en 1978), y de este a Abraham ai
expresaba una conformidad mamagallís- Humor, se afianzan algunas Caracterís­
íica ya bastante alejada de 1* escueta ticas del género al mismo Jiempo que
palabra de los campesinos en lucha. El parece darse una evolución,,
protagonista, el Pachanga, pertenece a La evolución puede darse, por ejemplo,
otro mundo y su palabra destila otra en la mayor Intervención del narrador del
actitud ante la vida y la sociedad, más cuento, del que con grabadora (real ó
individual. metafórica) rescató la vófe del Pachanga
La forma misma era distinta. Sánchez (ün proceso parecido se advierte en $os
Juliao habla optado por la reproducción relatos de Historias de raca-m andacal.
fiel, fotográfica, de la peculiar fonética En Assi ej iabida .... era - un narrador
del personaje: resultaba más difícil la testigo que. ai usar solamente la tercena
lectura, pero también surgían de allí persona y poner entre paréntesis su papel
Innegables efectos cómicos. Este juego no de Interlocutor y las circunstancias gel
era precisamente nuevo en la literatura encuentre, ¿1 dejar que fluyera la palabra
colombiana e hispanoamericana (baste del personaje, podía pasar por et clásico
recordar, como títulos o autores que se narrador omnisciente de la novela deci­
nos ocurren de buenas a primeras, É l monónica; nada sabíamos de él, salvo due
machete del colombiano Julio Posada, o alguien tenía que estar ahí, viendo}1y
textos del cubano Cabrera Infante o del oyendo al Pachanga.
puertorriqueño José Luis González), pero En E l Flecha, era él mismo DaVid
alcanzaba un grado mayor de Intensidad y Sánchez “ Jultado’ Y a quien él boxeado*
sistematización. La voluntad de ser fiel a fracasado bascaba para contarle su no­
un tono y un ritmo propios de la lengua toria y hacer de é! el vector de su palabra
coloquial-llevaba también a respetar la y su historia lastimosa. En Abrabanfral
forma de hablar del personaje, es decir, Humor, es el autor-narrador quien decide
frasea entrecortadas. Interjecciones y rescatar la voz y la experiencia del Va
palabrotas. Un ejemplo vecino en la difunto Inmigrante tibanés, y termina
literatura reciente serla el del francés reconstituyendo —medianía el empleo de
Eaymond Queneau que hasta llegaba a «lementos variados (hasta recuerdos
sugerir la actuación gestual de sus per­ propios o cartas del personaje)— upa
sonajes, en una proliferación a veces verdadera biografía; la ficción (se siehte
delirante de la deixls. Assi ej iabida... que Abraham, más que el Pachanga y e l
podía ser oL - ejemplo del cuento-casete: Flécha, 'tes síntesis de personas; y
el acanto puesto sobre la ' fidelidad a lo prejuicios), así como procedimientos más
hablado, sin la menor decantación. Puede complejos, ya más literarios, parece ib*
ser esta una aproximación más exacta a terventr cada vez más.
la definición del cuento-casete. Lo cierto Y también hay evolución en el tfcwr ge
es que hay algunas diferencias notables, personaje evocado. Sí el Pachanga y el
tal vez no fundamentales, en relación con Flecha eran seres de estirpe popular
los textos que Sánchez Juliao evocaba al condenados por su nacimiento y la situa­
proponer el concepto en su entrevista con ción económica a vivir una vida, p t
Ramón Bacca¿.inares. hambre, angustias y* frustraciones, con él
En todo caso el impacto logrado por la comerciante llbanés se pasa a Otro gjgápo
grabación del cuento boy conocido como social, asentado sobre sus certidumbres
E l Pachanga (mientras no llamaba étlco-ecoifómicas, si bien presa de ' una
mucho la atención el cuento grabado en la completa inseguridad a nivel de- Ideali­
misma .oportunidad, el cuento ¿Por qué dad.
me llevas...?, quizás por ser más con- Pero en todos los casos se mantienen
veclonalmente narrativo) casi que isa algunos puntos comunes. En primer lu~
gar, el rescate de una voz, que no es ya la conformar la imagen, fragmentarte y
dé un grupo perseguido o marginado ¿aquí todavía en proceso, de una sociedad mes­
surge una gran diferencia coa los relatos tiza en su modalidad ya urbana, bom­
rurales* de Sánchez Jullao), sino la de un bardeada además por los medios de co­
Individuo mal o nada integrado, cual­ municación masiva. Seres que son, bajo
quiera que sea el motivo: el Pachanga formas diversas y con pretextos variados,
como pequeño empresario hambxtento al blanco de bromas y burlas, y las asumen
borde de la renuncia, el Flecha come para mejor afirmarse
boxeador derrotado que vivé del trabajo
de su madre, el llbanés como extranjero El género, sobre todo con la simplifica­
donde quiera que está. Voces que no ción que supone su difusión sonora (los
Juegan el juego, ni a nivel dé sintaxis o efectos cómicos de la fonética de Ássl ej
fonética a! a nivel de participación Jabida... pierden sutileza en la grabación),
social, voces de excluidos qye sin embargo corre el peligro de caer pp una forma
trasmiten unas vivencias que tienden, a nueva de la Ilusión costumbrista. Ai

Ilustración de Hernán Cuervp

15
peligro del costumbrismo se referia un factor de doble filo. La potencialidad a
Sánchez Juliao a propósito de sus cuentos largo plazo de qn rescate semejante puede
rurales, al notar que a pesar de todo, esos errar él blanco en un primer tiempo y
cuentos eran un cuestionamtento mien­ falsear las perspectivas (fue un caso
tras el costrumbrismo es la apología de lo bastante ejemplar a ese respecto la
establecido, precisando más adelante: aceptación Inmediata de que gozó Zazie
“ No estoy escribiendo para un público dans Je métro, novela del ya citado
citadino, escribo utilizando todas las KaymondQueneau).
expresiones del lenguaje cotidiano, fol­ A través de los tanteos de varios años.
clórico, etnológico de gente que tiene su David Sánchez Juliao ha ido definiendo lo
lenguaje propio y a quienes la ideología y que podía ser el cuento-casete del que
hablaba en 1974, o al menos le ha dado, en
cultura dominantes tratan de imponer un- la práctica, otras aplicaciones, algo dis­
idioma" (la entrevista citada). Al.privi­ tintas de las que preveía inicialmente. SI
legiar la forma de hablar de tal o cual se mantiene la tinea de rescate de hablas
personaje, y al darle una salida sonora en y seres marginales, ya se da en un
grabaciones comerciales, se corre el contexto urbano y en función de este,
riesgo de una confusión en los oyentes: poniendo en tela de juicio el orden social
pueden no ver más que el aspecto reglo-, desde un punto de vista que no es el de la
nallsta o folclórico, tendiendo a rechazar' rebeldía sino el de la conformidad.
al personaje hacia el gueto de la visión de Pero esta parece ser solamente una
desprecio solapado y conformidad que etapa en medio de las búsquedas a las que
supone el costumbrismo. Si se pierde de se viene dedicando el autor desde los años
vista el aspecto de reivindicación lingüis­ 60, abarcando y uniendo campos tan
tica. cultural y social, existe el riesgo de diversos como las ciencias humanas, la
que solamente sobresalga una simpatía comunicación, la educación popular y la
vana hacia los personajes. literatura. En todo caso, parece haber ya
El Pachanga puede ser solamente el un reenfoque del género del cuento-caseté
bacán legal de labia inagotable y no el con el último ejemplo, Abraham al Hu­
que. siendo victima del orden social pero mor. La creciente complejidad de los
manteniendo su dignidad popular y su procedimientos no debe significar que se
antitrascendentaltsmo costeño, se con­ han perdido de vista los planteamientos
tenta con decir entre dientes: "Mierda, primitivos. Sánchez Juliao enfrenta en su
nojodda", cuando ae da cuenta de que último cuento medios de comunicación de
aprieta el hambre y no hay con qué grupos sociales distintos, y de capas
remediarlo. El Flecha puede ser sola­ distintas de la cultura actual. El comer­
mente el púgil fanfarrón y derrotado, la ciante acude a la radio y a la publicidad
tranquilizadora imagen del fracaso, para asegurar su éxito económico, al
cuando es ante todo un marginado del mismo tiempo que sus vecinos usan
sistema y sabe decir sin dramatismo que contra él las armas tradicionales del
"e l estómago es un peíaó chiquito, ahhh: chiste y el "pasaje". En el juego de ambos
tú lo engañas, y vaina, cón una colombina elementos se produce la Integración dé)
o un chupetín y hasta el dia siguiente personaje, mientras los problemas socia­
chao". Mayor puede ser el riesgo de les de siempre-permanecen en pie. Los
confusióií tratándose del comerciante tres relatos grabados por Sánchez Juliao
turbo que es hace tiempo un estereotipo y llegan a constituir una critica a la actitud
el personaje de Innumerables chistes, mamagallistica y una crónica no tan
cuando en su cpsotambién se verifica una risueña de la cohíormidad; son ía otra
inconsciente asimilación a la nacionali­ cara de los problemas campesinos evo­
dad: él la rechaza ( “ Burque esto mierdas cados en los primeros trabajos testi­
de ¿úrica, todo flojos, ladrones y racis­ moniales, esa otra cara que en el mismo
tas1*) al mismo tiempo que es rechazado, libro'Inaugural empezaba a manifestarse
y sin , embargo tiene lugar el aplata- en la voz del Pachanga. Probablemente,
nam lento a través del encuentro de dos más que la complejidad de la organización
formas de humor. El éxito de la grabación de narradores en Abraham al ffumor,
seria discutible si solo se considerara el importa el intento por enfrentar formas
aspecto primarlo de los "pasajes** de relatos y métodos de comunicación.
Incluidos y superados en ei cuento y el Este primer libro de cuentos-casete es
efecto cómico de un acento.extranjero. La: parte de un proceso y nos deja en el
reivindicación de la (s) lengua (s) de la umbral de un cuestlonamiento que se
calle conío posible enriquecimiento de lá anuncia al término de un cicló de polifa­
lengua culta y de la literatura puede ser céticas búsquedas.

16
(Introducción )

el bogo I
Antes de comenzar a escribir este texto, había leído
la profusa bibliografía sobre el tema, publicada en li­
bros, revistas y periódicos y encontré que esas versio­
nes eran particularmente parcializadas, desde el punto
de vista de sus autores, con un fin más que evidente:
rescatar para la historia, la par tic ¡pació7i personal v el
papel jugado p o r la colectividad p olítica a la cual el
autor pertenecía, y en últimas buscar o señalar un cul­
pable de los acontecimientos. Es decir, la objetividad
histórica, en el conjunto de los acontecimientos era
una casa abierta a donde cada cual podía buscar lo
que quería, la verdad era el cuarto sellado y sólo el
dueño tenía la llave. Este es el origen del trabajo que
se com enzó en 1975. La primera idea fu e un libro to ­
talizante. que en primera instancia, recogiera en todas
sus contradicciones éstas versiones ya publicadas. Era
meterse al acontecim iento en sus manifestaciones más
generales y particulares, para alcanzar en definitiva, a
su corazón en ebullición.

N o pensar com o siempre nos hicieron pensar, que el 9


de A b ril tuvo com o epicentro las conversaciones de
Palacio o simplemente esa dramática y anárquica ima­
gen que transcurrió en la calle en medio de la borra­
chera colectiva y la desesperanza de un pueblo adolo­
rido p o r la muerte de su líder; o la infructuosa investi­
gación sobre el asesinato de Gairán. Ale m e tí a la inda­
gación que lo abarcara todo, desde las opciones p o lí­
ticas que se discutieron y que llegaron a los resultados
conocidos; a la interminable investigación del asesina­
to, y a palpar con angustia la identidad del rostro de

17
la m ultitud en sus gestos, en ese duro camino entre la
agonía y la muerte: su com portam iento y sus acciones
dirigidas a la expansión de su furia y a desentrañar ese
profundo d olor de quienes perdieron la esperanza de
ver realizados sus sueños en ese m om ento histórico,
para tener que llevar p o r siejnpre sobre sus espaldas
una terrible frustración.

S e decidió ubicar el trabajo, esencialmente sobre lo


ocurrido en Bogotá, p o r cuanto fue lo definitivo tan­
to en sus contenidos com o en sus soluciones p o líti­
cas. N o significa desdeño alguno p o r to sucedido en el
resto del país. A pesar de sus características desigua­
les, cada m ovim iento requiere trabajos específicos, es­
pecialmente Barrancabermeja, por su contenido social
y p o lític o . Evidentemente se planteábala necesidad de
conocer las fuentes no publicadas ^aquellas que yacían
en la memoria de muchos de los participantes. Porque
siempre se habían publicado las versiones de quienes
tuvieron o tienen hoy cierta relicvancia p o lítica . Para
ampliar ese cuadro de información, tendría que re­
construir algo que a muchos nos apasiona: la memoria
colectiva. Esa memoria que en últimas nos da otra
versión de esa historia tantas veces contada y defor­
mada. Por lo tanto, había que voltear patas arriba esa
historia, digamos ya oficializada, para ponerla a andar
con los pies de un pueblo que también la ha escrito.

I r a buscar la historia oral, la información oral, eviden­


temente tiene muchas complicaciones, tantas en cuan­
to a veracidad, com o la tiene la información escrita en
periódicos, revistas y en libros. Es decir, quien testi­
monia sobre un acontecim iento puede caer en exage­
raciones en relación con su papel jugado o con el o l­
vido e xp lícito de ciertos momentos que no convierte
recordar. Y más, cuando han transcurrido veinte o
treinta años los sucesos se deforman o se afianzan en
la memoria, narrarlos es una forma de reconstruirlos.
Pero lo cierto y lo evidente es que en un país com o
Colombia, donde el olvido histórico ha sido decreta­
do, p o r el tem or a los "sobrevivientes” p olíticos, ne­
cesariamente y desde el punto de vista de la mayor
objetividad, hay que recurrir al testim onio para poner­
le esqueleto, cuerpo y dinámica presente a esa historia.

A l comienzo fue Una aventura apasionante, la búsque­


da y lá ubicación de muchos de esos personajes, olvi­
dados p or ellos mismos y p o r sus contemporáneos. Y
al tocar algunas puertas, quienes abrieron estaban en
camino hacia la muerte. Fue la zozobra dé alcanzar la
agonía en muchos de ellos y con los que hablé en vi-
da, a los pocos meses dejaron con nostalgia esta tierra.
En otros se había aposentado el miedo a referir su pro­
pia historia individual, olvidando que ésta es expre­
sión de la historia colectiva de -un país. Muchos de
ellos cargaban ,con un miedo histórico, no querían ha­
blar del 9 de A b ril. Tenían sus temores. Parecía que
ellos poseían toda la verdad y que en el m om ento de
revelarla, sobre ellos iba a caer com o espada, el desti­
no de la retaliación p olítica . Y en 1978 prescribe la
acción investigativa sobre el asesinato de Jorge Eliécer
Gaitán y p o r encanto de la ley, ellos hablaron. E nton ­
ces quedó atrás el miedo y la muerte y se com enzó a
bucear en las intimidades más dramáticas que viven
en la voz de la memoria.

Para acercar a los personajes y crear un ambiente pro­


picio para una posible conversación fructífera , se si­
guió la siguiente m etodología: análisis y documenta­
ción previos sobre el personaje a entrevistar; conversa­
ciones con él y discusión de un posible temario; entre­
vista grabada siguiendo un temario, además de pregun­
tas que iban surgiendo durante la conversación; no
hubo térm ino de tiempo, se hicieron en una o varias
sesiones; finalmente transcripción de las mismas y re­
visión de algunas p or parte de los entrevistados.

Las entrevistas tuvieron en general a la vez un carácter


testimonial y analítico, los personajes fueron narran­
do sus experiencias en los distintos acontecimientos
y reflexiones sobre éstas, a la luz de los sucesos poste­
riores. Se estaba rescatando la voz de la memoria.

A l estudiar el material testimonial recogido, se encon­


tró que éstos eran m ucho más objetivos en cuanto al
espacio geográfico en que actuaron. Los testigos re­
cordaban con mayor precisión sus movimientos, las
acciones más generales de la multitud, ¡as situaciones
más dramáticas p o r ellos vividas en ese transcurrir tu­
multuoso de la acción de masas. Y ciertas imprecisiones
en cuanto al espacio temporal. D e a llí surgía la dificul­
tad en la reconstrucción cronológica de los aconteci­
mientos. En muchos de los testimonios se manifesta­
ba cierto hábito a la exageración de la real participa­
ción personal, incluso dando pie a fom entar la m ito ­
logía popular que se ha creado sobre los hechos de
Abril. Más sin embargo, al tenerlas voces de soldados,
policías, oficiales, 'obreros, empleados, intelectuales,
periodistas, diplomáticos y p olíticos de las distintas ten­
dencias se fu e conform ando ya una visión más totali­
zante, desde adentro mismo, más rica en su visión, pa­
ra un posible análisis en todas las dimensiones del
conflicto.

Se habló con los generales de la República, sobrevien-


tes de la época y ninguno quiso hablar. Uno de ellos
que había vivido las dramáticas horas de Palacio, con­
testó al proponérsele la entrevista: “M e voy para el in­
fierno con la verdad de lo que sucedió ese d ía ”. Los
otros contestaron: “ Ya todo está dicho portel señor
Presidente de la República en su testimonio publicado
en la prensa Luego se descubrió el origen real de es­
tas respuestas. E l Presidente Ospina Pérez al escribir
sus memorias sobre su participación personal, consul­
tó con los generales y éstos se sometieron hasta la
posteridad, a la verdad presidencial. P or ello sigue sien­
do un punto oscuro cuáles fueron las razonks que in­
dujeron a los generales en Palacio, a proponerle al Pre­
sidente Ospina una Junta M ilitar com o solución al le­
vantamiento de la población.

Pero la evidencia hacía sentir que no sólo bastaba el


testimonio d irecto, sino que había que buscar otras
fuentes para complementar ¡o dicho p or las voces de
la memoria y así ampliar en todo su contenido los
acontecimientos. P o r lo tanto, a través de los pasos de
los protagonistas principales ya muertos o de quienes
no se entrevistaron p o r ciertas circunstancias —circuns­
tancias insólitas, que no es del caso revelarlas en esta
introducción— se les hizo un seguimiento sistemático
y riguroso de todo lo que habían dicho en la prensa,
desde 1948a 1982.

Hay que decir que no siempre la objetividad histórica


se encuentra en estas fuentes secundarias, p o r cuanto
las versiones escritas, muchas de ellas están tamizadas
p o r situaciones muy especificas, que nacen en un país
en Que la verdad histórica solo la pueden expresar unos,
los destinados a decir la verdad absoluta. P or ejemplo,
se encontró que muchos de los personajes en ese tra­
m o de tiempo9 habían dado versiones contradictorias.
Las primeras p o r el temor a comprometerse en la in­
vestigación de Gaitán. Y después, con el olvido del
tiempo, veinte o treinta años después, comenzaron
a revelar ciertas y relativas verdades. Otros, cada año
publicaban sus mismas declaraciones, con una ti tu-
lación distinta y con una introducción distinta. Eran
héroes p o r estas fechas. Además lo publicado, cuando
se tejiere a un reportaje, lo maneja y lo transcribe el
periodista y más adelante lo titula el jefe de redac­
ción. En éste proceso de confron tamiento de la in for­
mación, se encontró la facilidad que tienen algunos
periódicos para deformar y manipular los hechos, o l­
vidando eso si, con mucha sagacidad, cualquier rigor
histórico. Valga la pena un caso.. Desde el año de
1968 el periódico La República ha publicado en los
aniversarios, la misma página dedicada a denunciar la
injerencia comunista en el 9 de Abril, en un a rticu lo
que se dice es tomado de un libro del expresidente
R oberto Urdaneta Arbelácz. A pesar del albur del
tiempo y de las contingencias humanas, la página se
sigue publicando, año tras año, sin decir siquiera de
qué libro se trata y a qué capítulo corresponde. Sim­
plemente se monta y se desmonta.

Con la inform ación oral y escrita, con sus contradic­


ciones y sus posibles acercamientos a una verdadera
objetividad, se buscó una tercera fuente: el JYoceso
Gaitán. Material precioso no solo p o r las referencias a
la infructuosa investigación del asesinato, sino tam­
bién com o una documentación más amplia de la parti­
cipación de la p olicía , del ejército y de los partidos
p olíticos en los acontecimientos. Documentos juríd i­
cos y esencialmente p olíticos de suma trascendencia.
E l Proceso sirvió para ubicar declaraciones de perso­
najes muertos, que nunca antes se habían publicado
en la prensa. Una form a de recuperación de esa me­
moria perdida. Se encontraron además, versiones que
enriquecieron los testimonios orales com o escritos de
muchos de los personajes, posteriormente entrevista­
dos.

Y al reconstruir mediante las declaraciones, el momen­


to del asesinato de Gaitán, se evidenció cóm o la me­
moria es deleznable en cuanto a aprehender un m o ­
mento tan culminante. Son las contradicciones del re­
cuerdo, los altibajos de la memoria que visualiza lo vi­
vido. En la disparidad de las versiones; éstas adquieren
su real dimensión, toda su veracidad.* en el m om ento
mismo en que se confrontan com o totalidad.

Finalmente la hora de la escritura. La utilización de la


inform ación acumulada en la recreación de las voces
perdidas en la memoria; en la reconstrucción con ma­
no de relojero del mapa de los acontecimientos; en la
búsqueda en el espacio y en el tiempo de la experien­
cia tan profunda que a todos nos ha afectado. Se plan­
tea entonces el problema de la estructura del libro, en
una estructura de confrontam iento de visiones, ubica­
da en un p eríod o histórico entre 1946 y 1948. Y den­
tro de ésta hay que encontrar respuestas formales, u ti­
lizando la indagación histórica, el testimonio directo,
la crónica y el diálogo teatral y la ficción que ebulle
de la realidad, en un texto finalizado que podrá leerse
com o una novela, un testimonio o un ensayo históri­
co.

C om o clave para el lector, la versión del autor está da­


da a través del m ontaje del libro; lo que demuestra
que la estructura de una obra no es una fo rm a neutra
y vacía de sentido. Es simplemente una coartada per­
sonal, que expresa el sentimiento intim o del autor, de
querer navegar p o r las aguas intranquilas de la litera­
tura y no quedarse sentado, hojeando y reflexionando
ante los fríos hechos de la historia. Es la libertad per­
sonal p o r la cual he luchado siempre. P or lo tanto, el
autor organiza las entrañas mismas del texto. Ordena
los testimonios en form a de una corazonada; escribe
un Diario de Noticias para complementar la memoria
colectiva, en una relectura de la prensa diaria, para ir
contando qué está pasando en el país, desde ju lio de
1947 hasta el 9 de A b ril de 1948. Y finalmente cierra
las páginas con su propio ep dogo.

Será el lector con sus posibles lecturasf quien podrá


plantearse cónclusiones definitivas.
A rturo A lape
LOS A Ñ O S DEL TROPEL
( P ROL OGO )

Relatos de la V io le n c ia

La Violencia, así con mayúscula, es un período muy


bien determinado de la historia colombiana. Se extien­
de de 1946 a 1966. Durante esos veinte años, grupos de
colombianos armados, alegando motivos políticos, se
asesinaron entre sí, dejando tirados en el campo cerca
de 200.000 muertos.
Esta prolongada tragedia no puede catalogarse co­
mo guerra civil porque sus protagonistas ni declararon
tal intención, ni se batieron organizadamente en ejér­
citos partidistas. Fue una carnicería, ejecutada por cua­
drillas de campesinos, o por escuadrones de policía, al­
tamente politizados, en búsqueda de objetivos diftísos.
Si en un principio el enfrentamiento tuvo uri definido
sabor político^ en sus postrimerías las motivaciones
fueron económicas. La Violencia terminó en un perío­
do de abierto bandolerismo1.
Tanto la superposición o sucesión de las razones del
conflicto, com o la sevicia que acompañó la mayor patte
de sus episodios han constituido un acertijo al cual Se le

1. G onzalo Sánchez G., D onny Meertens, fídiidnierttn, (7amo-


itdie!t y Carrifieninun, Bogotá. 1:1 Ancora-Editores, 198.L

23
han dado las más variadas soluciones. La obra de Alfre­
do Mola no, que aquí se presentares un esfuerzo por pe­
netrar en esa historia ensangrentada no tras una expli­
cación simple, bien recortada dentro de una teoría
científica, sino más bien con miras a rehacer delante
del lector, la tragedia en su profundidad. Para ello se
emplea una técnica comparable a la autobiografía.
La preocupación de Molano al emprender su trabajo
de campo era la dfe recupe^af lá fnemoria histórica de
protagonistas de La Violencia, antes de su desapari­
ción. Los riesgos de olvido y de resistencia por parte de
los entrevistados fueron previstos. Para obviarlos el
autor diseñó un plan de encuestas de amplio cubri­
miento regional y una formá totalmente déSestructü-
rada de entrevistas, dejando casi coda la iniciativa a la
ásociációh libre de lo¿ recuerdos. El resultado lo tituló
"Lós añós dél tropel, reJatófe dé 1¿1 Violencia’'.

Los relatos como método

Al decidirse por esta forma de recolección de datos,


el autor tenía entre ceja y ceja la preocupación de llegar
hástas laá fibras de la personalidad de los combatien­
tes, puesto que las explicaciones de La Violencia se han
mantenido; casi eñ su totalidad, dentro de marcos es­
tructurales cuyos conjuntos de variables dejan sin ex­
plicar trazos tan característicos como el sectarismo re­
ligioso y el sadismo de las ejecuciones. N o basta con en­
lazar la tendencia política conservadora de alianza con
el poder religioso para dar cuenta del fervor místico
con que los verdugos de uno y otro paítido descuartiza­
ban a sus víctimas. Tampoco se comprende cómo la so­
la pasión política pudo conducir a los brotes sádicos de
muchos de aquellos homicidios. Por último, el debilita -
miento del Estado no explica con propiedad la dinámi­
ca de venganzas familiares que se realizaron, día por
día, durante los trágicos veinte añps de La Violencia.
Moláno trata de mantener una estricta fidelidad a
los hechos tonríandocomo base los relatos individuales,
laá historias personales de sus entrevistados. Pero no
se erige en relator de los testimonios, sino que sacrifica
su propia manera de expresarse para dejar que ios ac­
tores refieran los sucesos. Con todo, ni Ana Julia, ni el
Chim&ílá, ni el Maestro son narraciones de un sólo
personaje. Cada uno de ellos es una creación literaria
arraigada en transcripciones de las entrevistas. Podría
decirse que son personajes colectivos. Detrás del M aes­
tro hay diez o veinte maestros de carne y hueso. Detrás
de Ana Julia hay, por lo menos, quince Ana Julias cuyas
historias recogió pacientemente el autor, sentado con
ellos en la sala de sus hogares o alrededor de la mesa
de un bair pueblerino.
El problema de jas transcripciones literales püdo
resolverse en bastantes casos con la grabación magne*-
tofónica. Pero cuando los entrevistados no accedieron
a registrar sus relatos, por razones de seguridad, o por
el temperamento suspicaz del personaje, M olano se
vio forzado a recurrir a sus notas personales, con fre­
cuencia pergeñadas al día siguiente, o varios días des­
pués.
Esta técnica, que recuerda la empleada por Oscar Le-
wis en sus estudios sobre la pobreza en México, puede
provocar escrúpulos académicos. El único juicio equita­
tivo hay que dejarlo a la lectura cuidadosa de las na­
rraciones que siguen y a las conclusiones que dicha lec­
tura pueda extraer, sin pretender anteponerles un veto
apoyado en la manida objeción de que ios relatos no
son reproducciones textuales de cada uno de los testi­
monios recolectados.
Lo más probable es que Si el autor nos hubiera entre­
gado los 250 relatos, con una organización artificial
superpuesta, el resultado de su lectura poco ayudaría a
esclarecer el fenóm eno estudiado.
En cambio los relatos, tal como han sido construi­
dos, contienen todos los elementos requeridos para el
análi&^, con uná integración prestada por el escritor,
pero fiel a la versión oral integrada por él protagonis­
ta. El trabajo del lector sé alivia, porque no se le somete
a la prueba insípida de armar un rompecabezas con ba­
se en cientos de cuadros estadísticos y en esquemas de
variables sueltas a fin de reconstruir uná realidad des­
pedazada por un intermediario ajeno a los hechos. Los
testimonios atjuí presentados conservan la fréscura de
la tragedia hasta donde es posible conservarla en el re­
cuerdo del protagonista.
Molanó ha optado por las integraciones regionales.
Cada uno de suS personajes representa una región g e o ­
gráfica de La Violencia y una región política, puesto
que cada personaje encarna uná ideología partidaria.
Con ésto, los rasgos más generales dé la cultura colom-
bíana, como son la réligión y el apego al terruño, nos
llegan incorporados á las diferencias comarcanas de
ácento y de costumbres, que hán acuñado la expresión
de que hay varias Colombias dentro del territorio na­
cional,

A lejandro A n g u lo N.
Bogotá, ju n io de 1984

Itinerario de una m eto d o lo g ía

E L p l a n o r i g i n a l del t ra b a jo era clásico: r e c o g e r ¡os


tes ti m o t i i o s ele p r o t a g o n i s t a s de la V i o l e n c i a en C o
lo m b i a , p o r el in te ré s que sus p u n t o s de vista tien en
pa ra una c o m p r e n s i ó n de! m o v i m i e n t o c a m p e s i n o
C u a l q u i e r m i l i t a n t e rural de hoy lle va una i m p r o n t a
d e aque llos días bien sea en f o r m a d e v a g o recuerdo,
b i e n sea c o m o n o s t a l g ia anc estral p o r los paisajes que
t e j i e r o n su a pe ll id o .
El p r i m e r p r o p ó s i t o fue a l l e g a r un n u m e r o d e ' e n ­
cuestas r e p r e s e n t a t i v a s de las r e g i o n e s y de los otro's
ras go s cori q u e n u m e r o s o s analistas han t i p i f i c a d o Ja
V i o l e n c i a , El i n s t r u m e n t o e s c o g i d o fue la e n t r e v i s t a
n o - d i r e c t i v a , ai m e n o s pa ra la e t a p a e x p l o r a t o r i a , con
el fin de que la lib r e a s o ci a ci ón p u d i e r a a p o r t a r rasgos
n u e v o s d es p u és d e t ant os a ños y d e tantos análisis
U n p r i m e r e s g u i n c e h e t e r o d o x o fue la d e c is ió n de
a p r o v e c h a r a l g u n o s co n t a ct o s q u e da ta ba n d e nuestra
é p o c a u ni v er si ta ria , c u a n d o en eí f u r o r iz qu ie rdi st a
y con la i n s p i r a c i ó n de Camilo., h ub o la -o p o r tu n id a d dé
c o n o c e r a l g u n o s de ¡os je fe s l e g e n d a r i o s o de sus i n m e ­
di a t o s l u g a rt en ie n t es . P o r este c a m i n o se p o d r í a lle gar
a p e r s o n a j e s clave , cuyo t e s t i m o n i o p o s e e r ía unacualt-
fica ció n in discutible
Este c o m i e n z o de i t ra b a jo p r o d u j o resultados d e f i n i ­
t i v o s al c o m b i n a r s e con una e l a b o r a c i ó n teó ric a y una
r e f l e x i ó n m e t o d o l ó g i c a paralelas. En el c a m p o de la
teo ría t r a t á b a m o s . d e no ( . ( i n v e n i r la V i o l e n c i a en a b s ­
tracción., Iva abst rac ci ón e s , ■poi ' d e f m k i ó n , una riega
ci ó n d e la reali dad i n m e d i a t a y no una g e n e i a íír a ci ó n
d e ella; no es una a c u m u la c ió n de i n f o r m a c i ó n , sitio,
una ' ' d i s e c c i ó n " para a p r e h e n d e r su n e x o interno.. La
l ó g ic a dialéctica m u es tr a e n esta tarea toda su po t e n c ia -
lidad corrosiva para diluir la apariencia, reconstruyen­
do las unidades antagónicas como un com plejo produ­
cido por oposiciones. Sólo a partir de la nueva sínte­
sis es posible entender la verdáderd estructura de la
realidad.
Ahora bien, el análisis concreto, como retorno a la
realidad vista y comprendida a la luz de la teoría, apro­
p iá n d o se le ella de la única matiera que ló puéde hacer
el pensamiento, supone no sóíó el conocimiento de las
leyes que rigen estas determinaciones sino su desplie­
gue en la concreción. El verdadero perfil de la realidad
aparece a este nivel: la verdad es concreta. De allí la
urgencia de encontrar a los protagonistas y de escu­
charlos pacientemente, siguiendo ¿us códigos antes
que jalonándoles sus trochas. Las entrevistas termina­
ron siendo esbozos autobiográficos que no parecía líci­
to descomponer, so pena de volverlos incompren­
sibles.
En este instante hubo que tomar una decisión dicta­
da por el calendario y por la acumulación de materiales
que deberían ser procesados en alguna forma.
El respeto a la integridad de los relatos requería re­
bajar el número de testimonios para mantener los "da­
tos" dentro de proporciones manejables.
Mucho más espinosa era la pregunta sobre la forma
de procesar una autobiografía, sin destruirla por la
disección.
En el entre tanto, Un experimento vino a sugerir un
camino posible; Visitando un sector campesino bom­
bardeado por el Ejército colombiano con el pretexto de
insurgencia, llegam os1a la conclusión dé que todos
aquellos reportajes de los migrantes forzosos podían
integrarse en personajes colectivos. La repetición del
relato por diversos integrantes del grupo que había
practicado el éxodo nos perm itió identificar las líneas
comunes de las vivencias. A l escuchar uha y otra vez
las mismas experiencias contadas por diversos prota­
gonistas aparecían bien visibles las que Mettbn llama­
ra "regularidades"
D e otro lado, cada relato era una vivencia individual
alumbrada por creencias propias y medida según valo­
ras íntimos que permitían establecer diferencias y
comparaciones. P ero establecer éstas y aislar aquellas
por medio de una carnicería estadística convertía la
Violencia en un fenóm eno de redistribución de tierras
o en un tejido de hipótesis acerca del juego político, sin
que a la mayoría de los 200.000 muertos les hubiera to­
cado mucho de lo primero ni hubieran entendido nada
dé lo, segundo. Ya que las victimas fueron» én lá casi
totalidad, humildes cultivadores que después de jugar*
se la Vida sóló conquistaron» temporalmente; la tierra
que cubrió sus huesós y a quiehes de habérseles pre­
guntado Sobre el Estado o los postulados liberales, hu­
biéramos Visto hacer Cara de absoluta incomprensión.
Así aleccionados por los campesinos de El Pato y por
el éxito de haber analizado sus penalidades coléctiVas
por medio de un relato "novelesco”, tornado directa­
mente de los prisioneros dél estadio de Néiva y plas­
mado en personajes que revivían toda la experiencia
detectada éntre aquellos cientos de labriegos Caútivos,
llegamos a la conclusión de que valía la pena intentar el
mismo método con una muestra de protagonistas de ia
Violencia.
El éxito del análisis sobre los campesihoá de El Pato
había sido sancionado por los colegas, al reconocer qüe
los relatos no solamente süpérabah los cáñóhes del re­
portaje periodíshcb sino que suministraba n el material
para uii trabajo profundo y kiátemático por parte del
léctór. Pero mucho más ihnpbrtánte aún fue para noso­
tros el reconocimiento qué Ibs mismos campesinos hi­
cieron del rhatériál ya elabdrádo y de la utilidad que le
déscubfiérbrí como hertamiénta para una estrátegia
ófgánizativa qué préviniera desastres parecidos. Así se
alcanzábá Ufi bbjetivb del Programa de Participación
Pojililár. 1'
Esta fue la luz verde para iniciar la creación no-crea-
tiva de resumir una entrevista tras otra en la "vida" de
personajes de carne y hueso, vestidos de novela pero
preñados de sufrimiento histórico concreto.
i En esa labor de transcribir y volver a escuchar una y
otra vez los registros magnetofónicos de nuestras en­
trevistas* fueron habiendo los personajes que ustedes
encontrarán én el transtüráü de éstas páginas.
! La diversidad de los protagonistas ha sido dictada
por dos criterios! la tipificación de los participantes
en la guerra y la necesidad de encontrar polos de ama­
rre pará grupos de experiencias y para diferencias re­
gionales y partidarias. Por eso cada personaje pertene­
ce á una región geográfica y tiehe una afiliación parti­
dista dentro del binomio liberal-conservador que ca­
racterizó de una manera simbólica el enfrentamiento.
Las regiones son: 1) Boy acá y Santander que corres-
ponde parcialmente a lo que arriba llamamos "politi-*
zación de los Conflictos; tradicionales de sociedades
campesinas" y qUe es üná parte de lá violencia andina,
2) Tolima, Valle y Hulla, donde hay además la respuesv
ta de "revancha terrateniente” dentro de la modalidad
geográfica andina, y 3) el Llano, donde se dio más apo­
yo político directo y se pensó, por consiguiente, en la
subida a los centros urbanos con miras a la toma del
poder.
Los personajes nos permitieron, además, un escruti- ,
nio de los temas vedados a los científicos o usurpados
por los literatos que trataron la .Violencia antes qué
nosotros: la magia, el erotismo y la muerte. Sin duda;
todos nuestros predecesores han mencionado, así fuera
de paso, la religión, la división partidaria colombiana
tiene un dintel religioso en su simbología. Sin embar­
go, al nivel al que nos estamos moviendo, la creencia
religiosa, común a los dos adversarios, tiene una m e­
diación mágica que le* permite superar el conflicto
ideológico político puro. En este nivel !o único qué se
sabe sobre partidos es que se nació liberal o conserva­
dor y que, si se han presentado cambios de afiliación,
no se deben a ninguna razón ideológica sino a los arru­
mes de motivos sentimentales. Los campesinos libera­
les ni siquiera pueden ser anticlericales todos, como sus
copartidarios de la ciudad, porque la mediación mágica
es más poderosa y profunda que la práctica electoral.
En cambio, la sevicia de los asesinatos revela cierta na­
turaleza ritual en su ejecución.
En forma parecida, si toda guerra ha incluido com ­
ponentes depredatorios sexuales, ía Violencia no es
una excepción. Los ejecutores de una revancha terra­
teniente, aún en casos en que no medraran claramente
con sus fechorías, logran ser explicados por medio de
conquistas y proezas sexuales que arrojan luz sobre una
adicción que logró prolongar la guerra durante veinte
años.
Por último, la idea de la muerte como un personaje
omnipresente es algo que sólo se puede captar con
esjte método de trabajo, puesto que los métodos con­
vencionales la han reducido a un conteo de partidas de
defunción. Pero sólo al hablar desprevenidamente con
los protagonistas de la Violencia descubrimos que du­
rante veinte años de nuestra historia el verdadero P re ­
sidente de la República fue La Muerte.

A lfred o M ola tío W tilia m Ra m t rez


d e la h i s t o r i a
Eduardo Galeano, periodista, MEMORIA DEL FUEGO, de la cual
escritor y dibujante uruguayo, estu­ apareció el primer volumen: Los
vo en Estocolmo en el mes de Oc­ Nacimientos. «Que es «na tentativa
tubre. «Vivo en España desde hace de recuperación de la historia real
seis años». Galeano vino a partici­ en todas sos dimensiones posibles.
par en un acto de homenaje al es­ Una loca aventura de reconstruir lo
critor argentino Haroldo Conti, desa­ qu era la vida en América, antes de
parecido por los militares argenti­ que Colón apareciera con sus cara­
nos, donde se lanzó la edición en belas en el Caribe. Y encontré una
meco del libro de Conti, Mascaré, el manera de asomarme a ese mundo
Cazador Americano. «En este libro sin traicionarlo,' con amor y respeto
hay la vitalidad de la palabra y la a través de sus mitos. Explorar, re­
prueba de que el compromiso revo­ crear y rescatar esos mitos que los
lucionario no es incompatible con la antropólogos llaman mitos de funda­
fantasía, el sueño creador y la mul­ ción. Entendiendo a los mitos como
tiplicación de lá creación. Sólo los grandes poemas colectivos, y por lo
dogmáticos confunden la revolución tanto signos, señales colectivas de
con el miedo a volar». identidad. Mitos que dan respuesta a
esa colectividad sobre su realidad y
Galeano que es sobre todo conoci­ so destino.»
do por su obra Las Venas Abiertas
de Latinoamérica, tiene a su haber Del segundo libro de esa trilogía,
muchos años de periodismo y que pronto aparecerá, Eduardo Ga­
algunos libros de cuentos. Ahora co­ leano leyó apartes, e hizo una charla
mienza a aparecer su trilogía LA sobre lá historia, en el Instituto La-
tinoamerícano en Suecia. «Estos li­ de la memoria colectiva en América
laos están armados como «m latina hay que observar la historia
eollage. Todas estas historias están oficial que se enseña y se difunde en
ftwfag entre si. Y todas tienen ana la mayor parte de los países latinoa­
tese documental segura, pero trato mericanos».
de hacer p w respiren, que la his­
toria se sienta viva. No son libros de CAR ACTER ISTICAS
'ensayo, sino más bien quizá de
narrativa, que incorpora recursos de D E L A H ISTO R IA O F IC IA L
expresión que son normalmente aje­
nos a libros qne se ocupan de estos «¿Que características tiene esta
temas. Entre penas y alegrías, entre historia que leemos y aprendemos?
quemazón de pestañas en las biblio­ En primer lugar es un historia muy
tecas y con la mano muy contenta, local, que en lugar de vincular,
be vengado * viejas afrentas; ana divorcia. Pedacfttos de historia no
venganza un poco tardía, pero de ligados entre sL Goda pafs conoce
todos modos nna dulce venganza de lo qne los dueños del poder quieren
esos amores obligatorios que las que se conozca, una historia desvin­
maestras nos imponían en la culada de la historia universal y por
escuela, en nombre de la historia supuesto, de la historia latinoameri­
oficial. Todas las historias las he es­ cana en su conjunto.
crito en tiempo presente para hacer
que la historia ocurra mientras uno wn segundo lugar es una historia
la cuenta. No como algo pasado y mentirosa, donde se confunden con
muerto, sino algo presente, vivo, frecuencia a los héroes con los trai­
qne esta aconteciendo mientras al­ dores, en América fitina son más
guien lo narra». las estatuas que sobran que las que
faltan. En la escuela nos obligan a
venerar a unos tipof-, que luego uno se
LA M EM O RIA COLECTIVA entera, que eran ¿ns bien dudosos
como próceres.
«La memoria colectiva es más po­
derosa que cualquier dictadura, que Otra característica de la historia
cualquier inquisidor por malo que oficial es que es absolutamente eli­
sea, que cualquier verdugo por tista. Nos muestra un desfile de
eficaz que parezca. No hay fuego victoriosos generales, todos disfra­
que pueda con la memoria colectiva zados, vestidos como de fiesta,
y de eso hay abundantes testimo­ llenos de millones de medallas y el
nios. pueblo como comparsa. El pueblo,
en la historia latinoamericana,
Dos siglos después de la Quema de trabaja como trabajan los extras en
los Códices Mayas, (de los cuales Hollywood, para rellenar espacios.
sólo sobreviven tres) en el siglo 18, La historia oficial no recoge la vida
en Guatemala, se obligaba todavia a cotidiana de los millones de hom­
los Indios a escupir y se les azotaba bres que son los verdaderos prota­
cada vez quq nombraban a sus dio­ gonistas de la historia en movimien­
ses. Es claro que en el proceso ini­ to. Es más bien él show de los ele­
cial de conquista, cuando Europa se gidos, Jos buenos y los malos que se
apodera de América, ocurre no sola­ disputan, como en los western, él
mente una expropiación violenta de dominio de la calle principal. **
la fuerza de trabajo latinoamericano
y de sus recursos naturales, sino La historia oficial es también pro­
que también se da nna tentativa de fundamente racista. En primer lugar
expropiación de la memoria históri­ porque se excluye a si misma,
ca. porque es una historia universal a
medias la que prímordialmente se
Para entender todo este proceso enseña, es decir la historia de Euro­
sucesivo de tentativas de exterminio pa, donde todo comienza y termina

32
ailL Y en segundo lugar, y es lo mA« timbólo de esto. Primero en f^sleoti-
importante, es estrictamente el na como símbolo liberador y luego
'desarrollo de la cultora dominante en América como un arma opresora
con exclusión de toda otra. Y toda de las poblaciones indígenas».
América es hija de por lo menos 3
grandes madres culturales: la euro­ E L A PO R T E A FR IC A N O
pea que es la que se conoce y las
otras dos que han sido objeto de «Además, de Africa llegaron las
desprecio y prohibición: la cultura religiones negras que los esclavos
Indígena y el aporte de las culturas trajeron consigo. Y hay que decir
negras». que en ese trófico y venta de carne
humana participó casi toda Europa.
PER SE C U C IO N C U L T U R A L Y que de esos diez o doce millones
de esclavos africanos no sabemos
nada. El personaje que nos ha ilus­
«ta s religiones indias fueron per­ trado acerca de la realidad y la cul­
seguidas desde el primer día en que tora del Africa es el señor Tarzán.
los conquistadores pisan tierra ame­ Ese personaje bastante discutible y
ricana. Traen un dios obligatorio racista, que sin embargo está incor­
que van a imponer en una gigan­ porado a nuestros recuerdos de in­
tesca operación de castración cultu­ fancia; creación de un aburrido fun­
ral, que todavía hoy se utiliza. cionario de ferrocarriles que
imaginó al Africa como se le ocu­
A los indios de Guatemala se los rrió.
obligaba a asistir a misa so pena de
azotes. Y los Indios sienten que Poco se ha explorado en esa direc­
cometen un sacrilegio al abandonar ción. En la travesía desde Africa
sus dioses, que son la misma tierra cayeron al mar los dioses de la fer­
donde siembran el maíz. Por que en tilidad y los agrarios, y, sólo llega­
las religiones indias, como en las ron hasta nosotros los dioses gue­
negras, el verdadero templo es la rreros. Aquellos dioses capaces de
tierra toda. Los indios creen que maldad. Fue la dignidad de la cul­
cada ponto del espacio es él centro tura negra. Trajeron dioses para la
del espacio, creen que cada mo­ resistencia, no los dioses que podían
mento es el centro del tiempo y que regar el vientre de la inajer o la tie­
cada hombre es todos los hombres. rra que Iba a dar frutos, en pro­
Asi la Idea de abandonar la milpa, vecho del amo.
para ir a misa, era para ellos como
una ofensa a sus dioses. Esos dioses fueron también prohi­
bidos y en Cuba, Haití, Brasil y en
Entre las cosas extrañas que des­ cualquiera de los lugares donde Re­
cubren algunos curas preocupados, garon las culturas negras, los escla­
era por ejemplo, el por que* de la de­ vos camuflaron a sus dioses (Chan­
voción por la cruz. Hasta que des­ go, Orala, Og&n), disfrazados de
cubren que la cruz es un signo maya santos cristianos y sos dioses sobre­
muy anterior. No un símbolo de viven!».
martirio, ni de muerte y resurrec­
ción sino que era un sbnbolo de fe­ DESPRECIO DE LO PROPIO
cundidad: El encuentro de la lluvia
con la tierra. «A fines del siglo 13 y a lo largo
del 19, esto desprecio contra las cul­
Esto me demuestra que los mitos, turas locales e importadas, que se
como los símbolos, tienen una doble hacia antes en nombre de. dios, se
significación. Y que lo que puede ser va a hacer ahora en nombre del pro­
en un momento, un símbolo de opre­ greso y la civilización. Estos serán
sión fue, en otro momento, un «tín­ los dimes liberales del siglo pasado»
telo de liberación. La cruz es un Y es en el siglo 19 donde se rompe

33
la estructura de las comunidades, Los indios y los negros, como en
que es un hecho bastante catastró­ Yucatán en el siglo 19 o en el reino
fico. Hay en este tiempo algunos go­ negro de Palmares una en el siglo 17,
biernos progresistas, pero es un se rebelan durante muchos anos en
progresismo importado. Una aplicar defensa de sus costumbres y su cul­
dón mecánica del progreso europeo tura. Y esta violencia nunca llegó
con una realidad diferente y, con sin ternura. Latinoamérica es la
una profundo desprecio e ignorancia región del mundo donde la violencia
por las ralees de esa realidad dife­ se mezcla con la ternura. Y estas
rente. -rebeliones resistieron expediciones
militares durante mucho tiempo.
Es cierto que cuando los europeos Resistieron astutamente, porque
llegan, no se conocía la rueda como además de ser bueijo hay que ser
medio de transporte, sino en jugue­ vivo, y esto lo aprenden los opri­
tes y ceremonias; no se conocía el midos a la larga.
hierro, ni la pólvora. Pero sólo
una concepción muy dogmática, mé­ Los indígenas taironas de
dica y estrecha del marxismo pue­ Colombia luchan en def *nsa de su
de llegar a confundir el todo por libertad y de sus derechos sexuales,
esto. Existía ya en América un ni­ de su derecho al divorcio, que ya
vel de desarrollo en algunos sennaos ellos poseían y practicaban. Los
que hoy tendríamos que recuperar. indios hurones en Canadá hacían
Por ejemplo la relación del hombre sicoanálisis a través de los sueños;
con la naturaleza. Esa identidad, los chiloyeses decían que el sueño
ese parentesco que la civilización era el lenguaje de los deseos no
industrial rompe en pedazos. Pero realizados. Y los indígenas luchaban
que ha seguido vivo a pesar de todo y se rebelaban en defensa de sus de­
el horror y desprecio; para burla de rechos, de su cultura, de sus mitos,
los tecnócraias y asombro de los de sus costumbres.
ecologistas, cuando un indio de Gua­
temala le pide perdón al árbol, antes Pero a pesar de toda la sangre de­
de cortarlo con el hacha. • rramada, de todo el terror y todos
Otra cosa importante que habría los complejos, esas religiones, esas
que* rescatar de la historia real y, culturas, esos mitos han sobrevivi­
del fondo de los tiempos, es el senti­ do. Sin embargo, es una dificultad
do de la comunidad. El sentido muy grave penetrar ciertas claves
comunitario de la vida que afortu­ muy secretas de las civilizaciones
nadamente ha sobrevivido también. indígenas. Hay enigmas profundos,
Cosas importantes para rescatar inalcanzables para un no-indio, pero
que, serian profundamente nutricias hay también una realidad que de
para un proyecto de socialismo algún modo hay que tratar de reco­
profundamente arraigado en la brarla, de rescatarla».
realidad local». A ese rescate de la historia se
encamina Eduardo Gaicano en su
LAS R E B E L IO N E S D E INDIOS trilogía LA MEMORIA DEL
Y NEGRO S FUEGO, tratando no solo de mos­
trar lo desconocido de nuestra pro­
«La historia oficial tampoco ha re­ pia historia, sino también de sacar a
cogido, porque no le interesa, las su­ la luz al pueblo. Esa «masa anóni­
cesivas rebeliones de negros e ma» que ha permanecido en la som­
indios. Le interesa mostrar una vi­ bra v Q u e en ios libros de Galeano
recobran su función de personajes
sión de una América resignada de vitales, necesarios, imprescindibles
tierra fácil de domesticar, pero e impredecibles.
América vivió, y continúa, en re­ Aníbal Tobon. Nov. 82
belión, y eso no le interesa mostrar­
lo ni registrarlo a la historia oficial. DE A G E N C IA «N U E V A V O Z » — (SU E C IA>

34
EL EM PLEO M A S IV O DE FU E N T E S O R A LE S
EN L A IN V E ST IG A C IO N :

la historia oral

Trabajo presentado al IV Encuentro de Historiadores Latinoam erica­


nos y del Caribe.
Autor: Alejandro G arcía Alvarez
País: Cuba

L a cien cia h istórica aborda un o b je to de estudio de* singular com ple


jidad y extensión: el p roceso de desarrollo de la sociedad en sus
form as con cretas, teniendo en cuenta su sujeción a le y e s y la acción
transform adora que e je r c e el hom bre sobre la naturaleza y sobre sf
mismo; es por e llo que los datos que inform an acerca de esta m ul-
t ifa c é tic a actividad son refleja d os por un sinnúmero de realizaciones
m ateriales y espiritu ales que constituyen las fuentes históricas. Es
en este variado conjunto el testim o n io oral la más antigua form a
de transm itir in form es sobre el pasado. De relatos y declaraciones
de testigos, p articip a n tes y de los propios historiadores, proviene
una gran p arte de los datos utilizados por la h isto rio gra ffa clásica
grecorrom ano. C iertos aspectos de la historia de nuestra A m érica ,
muy alejados en el tiem p o, han sido alcanzados por el con ocim ien to
h istórico de dependencia casi exclusiva de testim onios y tradiciones
transm itidos oralm en te. Los historiadores de todos los tiem pos han
utilizado en m ayor o menor grado y con relativa e fic a c ia , in fo rm a ­
ción oral proven iente de te s tig o s y p articip an tes en los hechos de
relevancia, y en otros casos la han obten ido de simples depositarios
de un saber h istórico in d irecta m en te conocido.

En Cuba, el em p leo de in fo rm ación testim on ial para el estudio de


la historia nacional se con cen tró trad icion a lm en te en el tem a de
la extensa guerra librada por los cubanos contra el dom inio colonial.
Algunos de sus protagon istas supieron expresar m ediante crónicas,
relatos y diarios, los episodios p articu lares de dicha epopeya y en
otros casos, m ediante obras de más com p leja estructura, el d esarro­
llo de algunas de sus etapas y la tr a y e c to ria m ilitar de las más
sign ificativa s personalidades que en ellas desplegaron su acción
d irigen te. Obras com o las de José M iró, Fernando F igu eredo y
Manuel Sanguily (1 ) son exponentes de este tip o de litera tu ra his­
tó ric a . N o obstan te, ha sido irrep a ra b le la pérdida del testim on io
de los soldados y veteranos de nuestra gesta independentista y
junto a éste, el testim on io clasista de la masa de esclavos y
lib ertos sobrevivientes a su condición social; el em brutecedor analfa
betism o eclipsó para siem pre la eventualidad de obtener narraciones
de los soldados de fila y las vivencias de african os y criollos
som etidos al trab ajo forzad o en las plantaciones de caña y c a fé .
Sólo han quedado com o solita rias excep cion es el in fo rm e autobio­
g rá fic o del p oeta esclavo Fran cisco Manzano, cuyo te x to conserva
aún la frescu ra del testim on io sin retoques, y las m em orias de
Esteban M o n te jo .(2 )

P ero el estudio de la historia más rec ie n te se ha visto favorecid o


por una especial circunstancia: desde hace casi tres decadas se ha
operado una revolución en los m edios técn icos de reproducción y
conservación de los sonidos, al ser sustituido el tradicional disco
de placa por la cinta m agn etofón ica. Esta invención originó el
d estierro casi absoluto de los distintos sistem as taq u igráficos que
se utilizaban para el registro y elab oración de las versiones o fic ia ­
les de discursos, d eclaraciones y entrevistas de prensa. El posterior
p erfe c cio n a m ien to de es te sistem a condujo a la producción del
"c a s s e tte 11 y la construcción de equipos reproductores de mayor
lig ere za , fid elid ad , autonom ía y fá c il operación. L a difusión de su
em pleo, en dependencia de su calidad com o m edio de registro de
in form ación oral de fá c il c la s ific a c ió n y amplias- potencialidades
inform ativas,' contribuyó al rotundo é x ito c o m ercia l de dichos
equipos y fa v o re c ió de m anera determ in an te el surgim iento de una
nueva concepción en el em p leo de las fu entes orales, especialm en te
en el cam po de la investigación histórica.. Se crearon archivos des­
tinados a este tipo de fuentes y hasta se fundaron instituciones y
agrupaciones destinadas a prom over el registro de in form ación oral
de valor h istó rico -so cia l y garantizar su disponibilidad. Ejem plo de
e llo lo constituyen la U n ited States Oral H istory Association,
form ada desde finales de 1967 y la b ritán ica Oral H istory S o ciety,
creada en 1973. P aralelam en te, en institu ciones de tod o el mundo,
tales com o centros de investigación, universidades, b ib liotecas,
e tc ., han sido creados archivos, departam entos y secciones que
com o el A rchivo de la Palabra del In stitu to N acional de A n tro p o lo ­
gía e H istoria de M éxico, son im pulsores de p ro yecto s encaminados
al rescate del testim o n io oral y depositarios de grabaciones que
constituyen fondos de fuentes de valor esp ecial para la investigación
social del pasado y del presente.

En Cuba, el triu n fo revolucionario de en ero de 1959 coin cidió con


una etap a de in crem en to gen eral de los m edios de com unicación y
transporte, ca ra cteriza d o por el predom inio de las form as de com uni­
cación oral sobre las escritas y el auge de las nuevas técn icas de
reg is tro de in form ación oral. De modo p articu lar, las masas anóni-

36
mas de nuestro pafs, en infinidad de casos relegadas a la m argina-
lidad de la vida en las montañas y pueblos y al anonim ato de Ib
lucha silen ciosa o to ta lm e n te clandestina, em ergieron vigorosam en te
com o p rotagon istas de la h istoria nacional en calidad de participan­
tes activos, sim patizantes o sim ples testigos, no por c ie rto indiferen
tes, de un p roceso revolu cion ario que e s ta b leció casi simultánea"
m ente la necesidad de ejecu ta r las dos fundam entales tareas de
nuestro quehacer h istórico: el lo g ro to ta l de la soberanía nacional
y el es ta b le cim ie n to de la ju sticia social plena. Campesinos, obreros
estudiantes, héroes del pueblo hasta entonces desconocidos, com en­
zaron a revelar sus papeles protagón icos en los hechos, acaecidos
antes de 1959, incorporándose las masas populares a las tareas
demandadas por la naturaleza del propio proceso. Los quehaceres
de la a lfa b etiza c ió n , las faenas de la producción y los deberes de
la defensa fu eron asumidos por el principal hacedor de la historia:
el pueblo.

L a coin cid en cia de las condiciones p o lítica s y sociales con las de


c a rá c te r té c n ic o -m a te r ia l sirvió com o detonante para el em pleo
s is te m á tic o de las fu en tes orales en la investigación h istórica y
origin ó un am p lio m ovim ien to en el resca te de testim on ios, creán ­
dose con e llo una base in fo rm a tiva más am plia y d ire c ta , y hasta
c ie rto punto revolucionadora de las form as de expresión e scrita al
fa v o re cer el em p leo de im ágenes y form as populares. L a carencia
de una verdadera base in fo rm a tiva de ca rá c te r docum ental y de
otros tipos d e fuentes escritas para abordar la reconstrucción his­
tó ric a de los hechos re fe re n te s a la lucha gu errillera en las m onta­
ñas o en la clandestinidad urbana, problem a común a casi todo
proceso de lucha lib erad ora, a casi toda revolución, tam bién inclinó
a nuestros periodistas p rim ero, y a nuestros historiadores después,
al em pleo reitera d o del testim o n io oral. L a lite ra tu ra testim on ia l,
estim ulada por concursos y publicaciones varias, ha hecho posible
el rescate de in form es orales individuales que siguen las pautas de
obras de con tenido em in en tem en te h istórico com o Pasajes de la
guerra revolucionaria, de Ernesto (C h e ) Guevara y H aydeé habla
del Moneada, de H aydeé Santam aría. (.3) Tam bién desde algunos
años se trabaja en Cuba por rescatar a tiem po los testim onios
relacionados con la lucha reevolu cionaria an terior y posterior a
1959, desarrollándose p ro yecto s individuales y c o lectivo s que han
rendido sus fru tos después de p a cien te labor. Del mismo modo, se
labora con s is te m á tic o em peño en la recuperación de los te s tim o ­
nios d irectos refe rid o s a la lucha obrera y cam pesina, hasta donde
el alcan ce retro sp e c tiv o sea posible.

Los trascen den tales a co n tecim ien to s vividos por el pueblo cubano
después de 1959 en su lucha por d efen d er la soberanía e independen
cia nacionales fre n te a las agresiones del im perialism o n ortea m en
cano y en la e d ific a c ió n del tip o de sociedad por la que lib rem en te

37
ha optado, constituyen tem as fundam entales que se conservan en
la m em oria popular. Las sistem áticas tareas productivas realizádas
por nuestros estudiantes, los c o rtes manuales de caña de azúcar
efectu ad os por los obreros urbanos, la masiva ta re a de la a lfa b e ti­
zación, la lucha con tra las agresiones extern as sufridas, resistidas
y vencidas por el pueblo cubano continúan siendo, junto a las
pequeñas tareas de cada dfa, acon tecim ien tos del quehacer cotidian o
que se registran en la m em oria popular. L a "visión de los vencidos"
burgueses o las m otivaciones de la "e s c o ria ida por el M a r ie l",
aún cuando son capaces de transm itir in fo rm ación a cerca de la
sicología social e id eología de tales inform antes y sin duda fa v o re ­
cen el con ocim ien to particu lar de determ inados hechos y m an ifes­
taciones, por ser m inoritarios y no represen tar las aspiraciones
p olítica s e in tereses sociales de nuestras masas, resultan poco
escla reced ores para la elab oración de un con ocim ien to ob jetivo
a cerca de los grandes sucesos que han tenido y tienen lugar en
Cuba. Su valor fundam ental está dado por el hecho de que son
reveladores de la crisis que se opera en el modo de pensar y
actuar de estas minorías.

L a historia oral

Las grandes realizaciones alcanzadas por el hom bre m ediante su


quehacer c ie n tífic o in vestigativo, han incidido positivam ente sobre
la p rá ctica social con el en riqu ecim ien to de los distintos sistem as
de con ocim ien to en que han tenido lugar, con el in crem en to cu an ti­
ta tivo y cu alita tivo de la producción y su inserción en el cam po,
mucho más gen eral, del pensar en térm inos c ie n tífic o s . Pero es en
este últim o aspecto donde la correspondencia en tre realidad e
idea se retrasa en el lo g ro de un ajuste ob jetivo. A poco más de
un siglo de distancia en el tiem po está aún la ép oca en que las
conclusiones de la te o ría evolucionista de D arw in fueron trasladadas
sin a c ie rto al cam po de la cien cia social. Mas cercanos están aún
los descubrim ientos de la fís ic a cuántica en lo con cern ien te al
m ovim iento de las m icropartfculas y las in terp reta cio n es d istorsio­
nantes que en el cam po de la filo s o fía introdu jeron a partir de
ellos los e m p irio criticista s. Por consiguiente, toda nueva invención
em pleada con é x ito en una determ inada rama de la p rá ctica origin a
no sólo la ex p ecta tiva de su em pleo d iversifica d o y a una escala
m ayor, sino que estim ula el surgim iento de nuevas ideas, acertadas
o no, en torno a la im portancia y posibilidades del nuevo o b jeto
creado.

Casi p aralelam en te al p e rfe c cio n a m ie n to de la grabadora de cin ta


tuvo lugar un vuelco de im portan cia d eterm in an te en el cam po de
los medios de registro y tra ta m ie n to m a tem á tico de 1a. inform ación ;

38
dicho s a lto c ie n tífic o - té c n ic o a fe c t ó a casi todas las ramas dg4
saber, p ero ocasionó de m anera especial una incidencia en e|
cam po de la c ie n c ia h istórica, a causa de los requerim ientos inhe­
rentes a la in vestigación en dicho cam po, a las posibilidades té c n i­
cas del tra ta m ie n to masivo de la in form ación para lograr gen erali­
zaciones y a la posibilidad de realizar trabajos tem poralm en te
extensos destinados a estudios com parativos, en la especialidad de
la historia econ óm ica.

Las com putadoras han p erm itid o p enetrar con m ayor profundidad
en los fenóm enos masivos, esp ecia lm en te económ icos; aprovechar
con una m ayor intensidad los m étodos histórico-com pa.rativos y
ob ten er ideas más precisas a c e rc a del desarrollo h istórico de
sociedades con cretas. El in crem en to de la com putación generó
tam bién la cre a ció n de archivos especiales, revolucionando el cam po
de las ciencias de la in form ación . D el mismo modo, el estim u lante
im pulso c ie n tífic o - té c n ic o condujo a la absolutización del valor de
los aspectos m ensurables en la investigación h istórica y al surgi­
m iento de con cepcion es d eform an tes y espiristas, conducentes al
em p o b recim ien to del contenido cogn oscitivo de la H istoria. L a a p li­
cación de p roced im ien tos más modernos en el tra ta m ien to de los
datos fu e entendido por algunos historiadores com o una crisis de
la cien cia h istórica y su n ecesaria sustitución por una "nueva h isto­
r ia " cuyos m éritos técn ico s en modo alguno alcanzan a superar los
m é t o d o s 'd e análisis c ie n tífic o aplicados por el m arxism o a este
gén ero de estudio.

D en tro de la variedad de fuentes que se o fre c e n a la indagación


c ie n tífic a , es el testim o n io oral el que posee la capacidad de
r e fle ja r de un m odo más d ire c to aquellos aspectos relativos a la
s ic o lo g ía y con cien cia sociales y de manera especial lo rela tivo al
m arco id eo ló g ic o ; tales aspectos constituyen en su conjunto un
r e fle jo de la realidad en que el hom bre se encuentra inm erso y
son ios que de m anera más o menos d ire c ta rigen los hábitos y la
conducta social del mismo. Cuando el r e fle jo del pensam iento del
hom bre a cerca de la realidad que lo rodea y con la cual se rela cio
na, se plasma en inquietudes, valoraciones, sentim ientos, actitu des
y descripciones que pueden además ser captadas m asivam ente,
puede a firm a rse que las fuentes orales han alcanzado la plenitud
de sus posibilidades com o fu en té h istórica, superando la condición
de ser una fu en te más en tre tantas otras. ¿Pero sig n ific a ésto el
que la m ultiplicidad de versiones, opiniones y puntos de vista o b te ­
nidos de los in form an tes pueda garantizar al investigador un c r it e ­
rio im parcial? Un historiador m oderno ni siquiera se plantearía
tales sofism as. Su m áxim a aspiración sería la de lograr la más
rigurosa objetividad c ie n tífic a en su representación, análisis e

39
in terp reta ció n del pasado, asi com o el descubrim iento de las regula­
ridades que favorezcan la m ejor com prensión de los procesos h istó­
ricos. A d ifere n c ia de la fusión de los colores del esp ectro solar
en el "D is c o de N e w to n ", el m ontaje de distintos puntos de vista
y versiones de un hecho o proceso no garantiza por si solo la o b je ­
tividad en los resultados de una investigación.

En obras de divulgación c ie n tífic a - suelen encontrarse form ulaciones


que se inclinan a considerar la historia oral com o la actividad d iri­
gida al rescate del testim on io del hombre común y al con ocim ien to
de su p articipación masiva en el quehacer histórico; la con form ación
de sus valores, sentim ientos y m otivaciones, incluyendo en ello la
incorporación de sus propias palabras a la lite ra tu ra histórica. Por
consiguiente, la historia oral es indispensable para conocer la
historia social, la cual incluye el modo de pensar colectivo. En
época de grandes cambios y co n flic to s sociales y p olíticos, o trans­
form acion es culturales de las masas, la exp erien cia personal tien e
gran validez cuando se u tiliza en gran escala para evaluar su p a rti­
cipación en el pasado; es precisam en te en su ap licación masiva
donde radica su ca rá cter m ultidim ensional e inagotabilidad in fo r­
mativa.

Existen planteam ientos sum amente optim istas en cuanto a la natura


leza revolucionadora de la historia oral en el cam po de la ciencia
histórica; en ellos se exa lta el género de relaciones que se esta b le­
cen en tre el historiador y su fuente -e l in fo rm a n te - en el esfu erzo
común por dejar registrado en un m edio té c n ic o de asiento -e l
c a s s e tte - la inform ación conservada en la m em oria de aquél
hasta el m om ento de la declaración. Es en es te acto, en el de la
consolidación y registro de la nueva fu en te h istórica donde alcanza
su o b jetivo últim o la historia oral. La trascen den cia de este hecho,
m aterializada en la relación en tre el entrevistador y el entrevistado,
alcanza su realización plena, su culm inación, en la elaboración de
la fu en te, lo que com unica, por su impulso creador, un elem en to
de d esarrollo en las posibilidades heurísticas de las fuentes orales.
Esta cuestión, que constituye una le g ítim a aspiración encam inada
a la captación del r e fle jo de los hechos en la con cien cia del hom­
bre, puede p royectarse desm esuradam ente sobre el quehacer del
historiador creando un clim a ilusorio alrededor de la "c re a c ió n de
la fu e n te " del cual dimanen pautas generalizadoras de carácter
m etod oló gico propias de un superior enfoque de la historia, para
lo que constituye solam ente una nueva form a de u tilización de las
fuentes orales. Es c ie rto que la apertura de posibilidades casi
ilim itad as en el em p leo de las fuentes orales en la investigación
plantean al historiador la necesidad de desarrollar su capacidad
té c n ic a para el aprovecham iento óptim o de e s te tipo de fu ente,

40
pero a! mism o tie m p o demanda la in terioriza ción de prevenciones
dirigidas con tra las posibilidades de distorsión de los hechos que
pesan sobre la labor in vestigativa y que de manera esp ecialm en te
aguda afloran en el trab ajo con fu entes orales. Estas prevenciones
se derivan del conjunto de principios que esta b lece la c r ític a de
las fuentes y constituyen el fundam ento básico para e l aprovech a­
m iento c ie n tífic o de la base in form ativa. L a c rític a es p arte in te ­
grante del proceso de con ocim ien to h istórico, por consiguiente,
ambos aspectos se condicionan m utuam ente en el proceso de la
investigación.

Toda fu en te h istórica surge com o producto de un sistem a de r e la ­


ciones sociales y por e llo las r e fle ja de un modo más o menos
d irecto r; la habilidad del historiador radica en el aprovecham iento
m áxim o de sus particu laridades in form ativas y al mismo tiem p o en
la captación del sistem a de relacion es en que se originó; a esto
se añade la necesidad de descubrir el vínculo e x is te n te en tre los
propios hechos que se investigan y el r e fle jo elaborado en la con ­
cien cia de los testim on ian tes. F in alm en te, y esto resulta e s p e c ífic o
del trab ajo con fu en tes orales, se p recisa la d efin ició n del nexo
que se cre a en tre las figu ras utilizadas en calidad de testim on io y
el nivel de la narrativa em pleada en el propio discurso histórico.

Por o tra p arte, los testim on ios orales son portadores de versiones
parciales que deben am pliarse con otras versiones y fuentes de
toda índole disponibles, y por e llo deben ser contrastadas, v e r if i­
cadas, evaluadas, tal y com o en gen eral se plantea para todo tip o
de fu en te. El é x ito en el em p leo del testim on io depende de la
ubicación del mismo en el co n te x to econ óm ico, p o lític o y cultural
en que se origin a y el despliegue de sus condiciones para revelar
nuevos estratos en el con ocim ien to. En e llo desem peña un papel
fundam ental, la d elica d eza en la elaboración c rític a que individual
y co le c tiv a m en te se aplique al conjunto de fuentes disponibles.

Aún cuando las fu en tes orales en cierran la capacidad poten cial de


dar respuesta a todo lo que se inquiera y al mismo tiem p o su
em p leo masivo es capaz de proporcionar la más am plia gam a de
versiones y puntos de vista sobre lo pasado y lo presente, la d e c i­
sión del em p leo exclusivo de ellas e s ta b lece restriccion es a la
base em p írica que sólo estarían ju stificad as por la caren cia de
o tro tip o de fu entes. Masas y personalidades, acto res todos de los
procesos históricos, han dejado plasm ado el r e fle jo de su actividad
en elaboracion es de diverso tip o que com plem entan diversidad de
funciones en la vida social. El reg is tro y aprovecham iento de los
contenidos in form ativos, in terp reta tivo s e id eológicos de dichas

41
fuentes históricas posibilitan el a lca n ce de la más plena con tra sta-
bilidad y proporcionan los elem en tos necesarios para la reconstruc­
ción del cuadro m últiple del pasado en toda su riqueza.

D e no menor im portancia m etod oló gica para el tra ta m ien to c ritic o


de las fu entes orales es lo relacionado con aspectos tan esenciales
com o son el vínculo que une al testim on ia n te con la propia sociedad
en que actúa, y el tiem po que m edia en tre los hechos que se
declaran y el propio in form e oral. El in form an te es por su esencia
misma, un individuo que vivió en la sociedad del pasado, pero por
aislado o enajenado que se en cu en tre con respecto a las con d icio­
nes de la sociedad actual, m antiene vínculos sociales, fa m ilia res e
in tereses de diverso tip o y grado que lo vinculan consciente o
in con cien tem en te al presente. D el mismo modo, lo ya vivido, los
hechos y circunstancias que median tem p oralm en te en tre los aconte
cim ien tos del pasado y la d ecla ración oral han incidido de una
form a u otra, a lo la rgo del tiem p o , en el modo de actuar y de
pensar y, por consiguiente, esto in flu ye d ecididam en te sobre la
naturaleza de la d eclaración y la evaluación de los hechos del
pasado. El testim o n io oral no sólo es portador de d eta lles p articu ­
lares y vivencias, sino que o fr e c e , y aquí está uno de sus m éritos
fundam entales, una muestra del sistem a de valores, sicología social
e individual y gén ero de intereses individuales y sociales que aunque
a veces sólo flu yen de manera muy encubierta, constituyen la
clave para la* in terp reta ció n c rític a del testim on io. L a im parcialidad
que se atribuye a las fuentes orales ensom brece la concepción
a c e rc a de ellas y sólo puede ser superada cuando se tienen en
cuenta los vínculos del testim on ia n te con #los hechos del pasado y
el condicionam iento social de la d eclaración .

A d ife re n c ia de las fuentes escritas, cuya variabilidad está en


dependencia de la acción del tie m p o y el clim a sobre el m aterial
que la constituye, o de las reproducciones reiteradas, la fuente
oral está sujeta a todo tip o de in flu en cia m odificadora que a fe c te
la m em oria y las circunstancias sociales del d ecla ran te en el
tiem p o que m edia en tre los hechos y la declaración , sin descontar
por e llo el in flu jo que puede e je rc e r el conjunto de circunstancias
eventuales que se m anifiestan en el curso de la relación del e n tre ­
vistador con el entrevistado.

Una adicional consideración relacionada con el dist an d a m ien to


tem p ora l en tre los hechos que se investigan y la d eclaración oral
es la relativa a lo siguiente: las fuentes escritas -d ocu m en tales-
constituyen gen eralm en te un producto prim ario, resultante de los
propios hechos que la originan; es d ecir, son generadas por ellos y
por consiguiente, son portadoras de un r e fle jo d ire c to , con tem p orá-

42
neo a los hechos. L a d ecla ra ció n oral es siem pre p osterior, subse­
cuente; es por e llo que la calidad del r e fle jo captado, conservado
y transm itido se vea a fe c ta d o tam bién por fa c to re s tales com o la
capacidad de m em orización, la selectivid ad de la m em oria, la
espontaneidad de la propia d ecla ració n y la subjetividad de quienes
testim onien .

L a in terp reta ció n del contenido de las fuentes plantea al historiador


la necesidad de ten er en cuenta determ inados presupuestos c rític o s
que la aproxim en al m arco de re fe re n c ia de los inform antes sobre
la base de la incorporación de elem en tos de con ocim ien to sobre el
m edio social, cultural, e tc ., en que se mueven los mismos, y le
perm itan la in terp reta ció n del sign ificad o real de las palabras,
giros y figu ras propias del habla popular. Dicha cuestión tien e
especial valor para com p lem en tar cabalm en te la aspiración de la
historia oral de captar la expresión form a l de las fuentes en toda
su riqueza lingüística. Sin em bargo, esto no garantiza en modo
alguno la m ateria lización del propósito atribuido a la misma de
"devolver a las masas la h istoria de la cual son h aced ores". Para
alcanzar este elevado p ropósito en nuestro continente, no sería
su ficien te con que la historia oral se propusiera tal ob jetivo, e llo
dem andaría com o condición previa la liberación de las masas m a rgi­
nadas y explotadas, del an alfab etism o secular que las sepulta en
la incultura y esto sólo puede ser obra de las revoluciones.

Sin necesidad de realizar grandes esfuerzos de im aginación, es


posible avizorar p ersp ectiva m en te un sostenido increm ento en el
em pleo de fuentes orales en la investigación. L a naturaleza popular
de los procesos históricos que tien en lugar en tierras de A m é ric a
Latin a, unido a las pocas posibilidades m ateriales de conservación
de las fu en tes docum entales generadas por los mismos, demandará-
de los historiadores de hoy y del mañana la apelación reiterad a a
los testim onios orales com o m edio de estab lecer los hechos del
pasado. .Quedan abiertas al c r ite r io individual de los investigadores
las opciones principales para la explotación de dichos testim onios:
en unos casos se hará fa c tib le o necesaria la adopción de un c r it e ­
rio s e lec tiv o y hacer descansar la base in form ativa en las d e c la ra ­
ciones de testigos excep cion ales; en otros podrá requerirse la
exp lotación de la fu en te oral a escala masiva con la consiguiente
p enetración en el con ocim ien to de la con cien cia y sicología sociales.
Por últim o, el novedoso con cep to de historia oral o fr e c e r á la
cobertura n ecesaria al o b jetivo de consolidar d eclaraciones orales
y aprovechar al mismo tiem p o el ap orte de sus valores lingüísticos;
en estos casos el propio te x to del testim on io sería aprovechado en
la elaboración del discurso h istórico.

43
P ero no obstante las variadas posibilidades que o fre c e n actualm ente
las fu entes orales a la investigación h istórica, el em p leo exitoso
de las mismas seguirá en dependencia del papel que se asigne a
dichas fuentes en la con form ación de la base em p írica. El esta b le­
cim ien to de una base in form ativa s u fic ien te descansa en el rechazo
a todo c rite rio unilateral en la s e lec c ió n de las fuentes; entendién­
dose por unilateralidad no sólo lo rela tivo a número de fuentes,
sino que im p lica la inclusión de tod o lo inherente a pluralidad de
fu entes, es decir, constitución m a teria l, contenido, filia c ió n , etc .
Por o tra p arte, no basta al con ocim ien to h istórico la disponibilidad
de fuentes de contenido estab le, consolidado; un m om ento superior
de la labor heurística consiste en el análisis c r ític o de la proced en ­
cia de las fuentes y fin alm en te, es indispensable la ejecu ción de
las tareas de la c r ític a que se encam inan al logro de resultados
que se plasmen en síntesis, gen eralizacion es e in terp retacion es, a
p artir de las cuales sea posible rebasar el prim ario m arco de lo
e m p írico y alcanzar con ello los niveles del pensam iento te ó ric o ,
rem a te necesario de todo con ocim ien to c ie n tífic o .

44
REFERENCIAS

1. Aunque son rela tiva m en te abundantes las obras de e s te tip o


referid as a la lucha independentista en Cuba y los autores
mencionados elaboraron en cada caso más de una, las obras:
Lom a de S evilla, de Manuel Sanguily, L a R evolución de Y a ra ,
de Fernando FTgueredo y Jornadas de G lo r ia , de José M iró
A rg e n te r, son sólo algunas de las más conocidas.

2. L a a u to b io g ra fía de F ran cisco Manzano es un testim o n io casi


contem poráneo a los hechos, m ientras que la d ecla ra ció n de
Esteban M on tejo rec o rre casi nueve décadas de la vida del
testim on ian te. V e r: Manzano, F ran cisco, A u to b io g ra fía , cartas
y versos, (L a H abana), M unicipio de L a Habana, Í937, y
Barnet, M iguel B io g ra fía de un cim arrón, (L a H abana), A c a d e ­
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1966.
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de ÁTtes G rá fica s , (s / f).
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dé L a Habana,''T937:------------------

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condiciones metodológícas en A m érica Latina, México,
TsieT.---------------------------------:
Com unicación y lib eración : tareas de la historia.

Plasencia, A. Las fuentes escritas, L a Habana, Universidad de La


Habana, Eac. de F ilo s o fía e H istoria (s / f).

Sanguily, M. Lom a de Sevilla, La Habana, Contribución histórica,


m ------------------------------
MEMORIA
COLECTIVA
Y RESISTENCIA
POPULAR
Por Cecilia Blondet
- PERU

o n v e r s a n d o hace u n o s años t u y o u n e p i s o d i o clave de la hi stor i a

C c o n c a m p e s i n o s d e los C o m i t é
d e C a m p e s i n o s p o b r e s 1 del va­
lle del A l t o P i u r a 2 s o b r e los p r o b l e m a s
del c a s er í o ; p o r esto r e c o r d a r l o era
volverlo a vivir. T o d o s co n ta b a n an éc ­
d o t a s, i m p r e s i o n e s y r ec u e r d o s q u e
má s i n m e d i a t o s q u e en ese m o m e n t o f l u í a n del análisis p o l í t i c o a la e x p e ­
t e m a n : la s e q u í a , la escasez -de insu- r i enc i a e m o t i v a / Se l l a m a b a n u no s a
m o s , la d i f i c u l t a d d e o b t e n e r c r é d i ­ o t r o s para c o m p l e m e n t a r secuencias,
t o s y f aci l idades par a asegurar la s i e m ­ reprodujeron con gran d r a m a t is m o
b r a, etc,; c o n la idea de p r o g r a m a r m o m e n t o s á l gi d os d e la r epr esi ón y
c ur s o s y ma te ri al e s de c a p a c i t a c i ó n c o n e x t r e m a gracia las n o ch e s de m i e ­
en comunicación popula r salió el d o , ansiedad y s o l i da r i da d.
t e m a d e las l uchas q u e los C o m i t é s
h a b í a n l i b r a d o en 1 9 7 9 p o r la t i e r r a 3 . F u e u n a e x p e r i e n c i a c ol e c ti va q u e
L o s c a m p e s i n o s h a b l a r o n hasta el a go­ p r o v o c ó , sin d u d a , m u c h o s c a m b i o s
t a m i e n t o d e esta m o v i l i z a c i ó n , n o p o r ­ en la v i da d e los c a m p e s i n o s d e los c a ­
q u e lo o t r o ( l o s t r e m e n d o s p r o b l e m a s ser í os S e r r á n , L a A l b e r c a y Las H u a -
de p r o d u c c ió n ) no fueran importantes cas4 . C o m o c o m u n i d a d social, n o sólo
i q u é o c u r r e n c i a ! sino p o r q u e er an q u i ­ c o m o i n d i v i d u o s , los c a m p e s i n o s se
zá t an serios y sin salida a la vista, q u e e n f r e n t a r o n a la r e p r e s ió n y r e p l a n ­
necesi taban t o m a r f u e r z a y a po y a r s e t e a r o n su p r o y e c t o d e vi da.
en otras e x p e r i e n c i a s en las q u e h u b i e ­
r an t e n i d o m o m e n t o s i g u a l m e n t e c r í ­ Se f ue f o r j a n d o a r a í z d e la i n v a ­
ticos, q u e h a b í a n si do ya s u pe r ad os. sión, una i de n ti d ad colectiva i m p o r t a n ­
F r e n t e a esta r eal id ad , p e n s a m o s te, u n a s o l i d a r i d a d m u y especial q u e
q u e no d e b í a m o s hacer n u e s t r o s M a ­ l u e g o t e n í a q u e ser r e c o r d a d a , p o r q u e
teriales d e C o m u n i c a c i ó n P o p u l a r so­ d a b a f ue r zas par a segui r a d el ant e. N e ­
b r e los p r o b l e m a s ú n i c a m e n t e , p o r más c e si ta ba n p e r e n n i z a r la e x p e r i e n c i a en
b o n i t o s , t é c n i c a m e n t e útiles o b ie n t a n t o fue m u c h o má s i m p o r t a n t e q u e
p l a n t e a d o s q u e éstos f ue r an . L a i m ­ ¡a o b t e n c i ó n d e u n a p e q u e ñ a p ar c el a
p o r t a n c i a de la hi st o r ia y la M e m o r i a d e tierra. C o r . esta l u c h a / s e h a b í a c o n ­
C o l e c t i v a a pa re cí a c o m o u n e s t í m u l o s o l i d a d o la o r g a n i z a c i ó n d e los C o m i ­
muy f ue rt e para r e vi vi r m o m e n t o s tés d e C a m p e s i n o s P o b r e s ; a p a r t i r d e
d e l ucha, o r g a n i z a c i ó n , y m o v i l i z a c i ó n , ese m o m e n t o , a d q u i r í a n l e g i t i m i d a d
y p o r el lo, er an ta n o má s i m p o r t a n t e s , a nt e los p o b l a d o r e s dé| c aser ío (a d i f e ­
de t r ab aj ar en n u e st r o o b j e t i v o d e E d u - ' r e n c i a de p e r í o d o s a n t er i or es d e l u c h a ,
cación Popular. c u a n d o h a b í a n si do i g n o r a d o s o r e p u ­
Para ellos la m o v i l i z a c i ó n c o n s t i ­ d iados c o m o revoltosos).

47
ifiiiHiiiitimiíiimmtmiiiiimimtiiimiiriiimtiiiiiiiimitiiiimiiiiiimmim social, r e d u c i é n d o s e a u n c o n j u n t o de
c a m p e s i n o s q u e e n f r e n t a n los p r o b l e ­
LA IN TE N C IO N DEL RELATO m a s d e m a n e r a i n d i v i d u a l . Esta t e n ­
d e n c i a se p u e d e ir f o r t a l e c i e n d o en c a ­
s e r í o s c o m o los m e n c i o n a d o s , q u e n o
s o n c o m u n i d a d ni t i e n e n u n a e s t r u c ­
L o s c a m p e s i n o s c o n t a r o n su p e r ­ t u r a p ar e c i d a y d o n d e la escuela p o r
c e p c i ó n del h e c h o , c ada u n o de sde su u n l a d o y la m i g r a c i ó n c o n s t a n t e p o r
p ro p io ángulo, pero todos recordando o t r o , están q u e b r a n d o la t r a d i c i ó n oral
u n a e x p e r i e n c i a c o m ú n c o n el se n t i ­ y su t r a n s m i s i ó n d e g e n e r a c i ó n en ge­
m i e n t o d e g r ab ar l a en la m e m o r i a d e neración5.
q u i e n e s n o p a r t i c i p a r o n , d e sus hi j os Pe r o éste, n o es u n f e n ó m e n o e x ­
y d e la g ent e del p u e b l o en general . c l u s i v o a los c a m p e s i n o s del A l t o Piura.
E n el m o m e n t o d e la c o n v e r s a c i ó n , El sistema capi tal ista e m p u j a a los
ya h a b í a n a l g un a s c o n t r a d i c c i o n e s , p e ­ sectores p o p u l a r e s en general, a esta
r o n i n g u n a si gn i fi ca t i va . H o y , el re­ p r o gr es i v a p é r d i d a de i d e n t i d a d a b s o r ­
c u e r d o estará m á s t e ñ i d o d e a c t u a l i ­
b ié n d o lo s en una d in á m ic a comp le ja
d a d . D e s p u é s d e todo,, u n o r e c u e r d a
q u e n o a t iende sus necesi dades, qu e
los h e c h o s n o tal cual f u e r o n si no c o ­
n o r ecoge sus i n q u i e t u d e s y q u e exige
m o q u i s o q u e f u e r a n o c o m o desde el
t i e m p o c o m p l e t o para subsistir.
p r es e nt e p e n s ó q u e s u ce di er o n .
S i n e m b a r g o , este p r o c e s o n o es t e r ­
E s t o s a c o n t e c i m i e n t o s al n o h a b e r
m i n a n t e ni l i q u i d a d o r , m u y p o r el c o n ­
sido r elatados má s s i st e má t ic a me n t e ,
m m u c h o m e n o s escri to, pasa r on a t r a r i o , están s u r g i en d o f o r m a s nuevas
f o r m a r par te del i m a g i n a r i o c o l e c t i v o d e resistencia y r e a p r o p i a c i ó n de lo
p o p u l a r f r e n t e al e m b a t e d e la i d e o l o ­
y desde a h í , v o l v e r á n a la m e m o r i a
c u a n d o necesi ten e x p l i ca r las e x p e ­ gía d o m in a n te : n ue v as i de n t i dad e s
p r o d u c t o d e lo p r o p i o q u e f o r m a p a r ­
riencias pasadas, a la luz de u n a nue va
te d e su m e m o r i a c o l e c t i v a , c o n la
coyuntura.
i m a g e n q u e este sistema le q u i e r e asig­
L a d i n á m i c a selectiva del r e cu e r d o ,
nar i nsi sti endo en la i n d i v i d u a l i z a c i ó n
o p e r a s i em p r e desde el pr esente y p o r
y d e s p e r s o n a l i z a c i ó n de lo p o p u l a r a
esto, n o es q u e o l v i d e n , es q u e m u c h a s
través del d i s c ur s o d e la p o p u l a r i z a ­
veces p o r la r e p r e s ió n o lo i n m e d i a t o
ción.
d e l a c o nt e c e r , los h e c h o s en la m e m o ­
ria v a n si en d o a r c h i v a d o s o r e f o r m u l a -
d o s , r e d u c i é n d o s e m u c h a s veces a la L a hi stor i a es pues, en este pr o ce so ,
a n é c d o t a o si f ue m u y importante, u n a h e r r a m i e n t a valiosa d e t ra b aj o y
c o n v i r t i é n d o s e en m i t o . de e duc ación popular. H a y qu e cobrar
c o n c i e n c i a d e ello y a la par de la l ucha
Por o t r o l a d o , si lo i n m e d i a t o pi i
p o r la tierra, o p o r las necesidades pi i-
ma sobr e lo m e d i a t o , los r e c u e r d o s
ma r ias, h a y q u e l u ch ar por la fot ja de
m u c h a s veces d e b e n c o n f i n a r s e al t i e m ­
la i d e n t i d a d del g r u p o c o m o clase,
p o d e a y er , m i e n t r a s las acci on e s para
q u e asista a la l ucha p t i m e r a , c o n la
asegurar la s o b r e v i v e n c i a c o n s u m e n el
f u e r z a d e la e x p e r i en ci a c o l e c t i v a y
h o y y hasta el m a ñ a n a . Es d i f í c i l p r e ­
d e sd e u n a per spectiva má s vital.
ver y p r o y e c t a r s e c o m o sujetos s o ci a­
les si n o h a y p a n para llevar a la b o c a
f ami l ia r . Estas r efl exi ones, n o s ll eva r on a
L a s c o s t u m b r e s , la t r a d i c i ó n y la pensar en n ue v o s mater i al es d e c o m u ­
r i q u e z a del c o n o c i m i e n t o p o p u l a r n o n i c a c i ó n q u e r ecogi er an la h i s t o u a de
s i e m p r e a s eg u r an la s o b r e v i v en ci a. A s e ­ los c a m p e s i n o s y , a tra.vés d e j or n a d a s
g u r a n sí, la s o b r e v i v e n c i a c o t i d i a n a d e o talleres de m e m o r i a c o l e c t i v a , se fue
r a n e n r i q u e c i e n d o y n u t r i e n d o del
su i d e n t i d a d c o l e c t i v a . Pe r o m i e n t r a s
p r ese n t e y ai pr esente d e nuevas f u e r ­
n o sea p o s i b l e a t e n d e r estos aspectos
zas para c o n t i n u a r la l uc h a c o ti d i an a.
vitales, d e p r o d u c c i ó n y r e p r o d u c c i ó n
cultural, se irá a n i q u i l a n d o el n ú c l e o
H tiT iiK H iiiiim tiiiiH ftu ftiiiJ iititiitiiiD iiiiiitiiiiiim iiu iiu J d iih iH iiiH iiiiiii
n o sólo p o r su n a t u r a l e z a p a r t i c u l a r :
u n a p e r c e p c i ó n d i f e r e n t e del t i e m R o ,
H IS TO R IA : V ID A E ID E N TID A D d u r a c i ó n y d e f i n i c i ó n d e espaci os t a m ­
b i é n d i s t i n t o s , si no p o r el o b j e t i v o p e ­
d a g ó g i c o d e n u e s t r o t r a b a j o ; es d ec i r ,
p ensar en la hi st or ia c o m o u n a h e r r a ­
D e n t r o d e esta hi st or ia q u e b u s c a m i e n t a cl ave d e e d u c a c i ó n p o p u l a r .
utos, la m e m o r i a c o l e c t i v a es la f u e n t e Por t o d o el lo, t u v i m o s q u e escapar
básica del c o n o c i m i e n t o d e " l o p o p u ­ a una c o n c e p c ió n m etodológica tradi­
lar'* E n su f o r m a y e x p r e s i ó n , es el c i on al en hi s t or i a y b us c ar n uev as f o r ­
e sp a ci o d e la t r a d i c i ó n or al, y d e pr ác- mas de t r a b a j o . D e s p u é s d e t o d o , n o
i icas c ol ec ti va s d e la i d e n t i d a d y c o n ­ p e r s e g u í a m o s ú n i c a m e n t e i nvesti gar la
c i e n c i a p o p u l a r m u c h a s veces m a r g i ­ realidad si no, a! ir r ecogi end. o la hi s­
nada. t o r i a c o n los p o b l a d o r e s , ir p r o d u - ,
En la m e m o r i a p o p u l a r , los h e c h o s c i e n d o los ma t e r ia l es q u e c o n f o r m a ­
v i v i d o s f o r m a n p ar te d e u n i n c o n s c i e n ­ r í a n luego esta especie de M a n u a l de
te c o l e c t i v o q u e a c t úa c o m o m e c a n i s ­ hi stor i a y d e v i d a d e los c aser í os d el
m o de e x p l i c a c i ó n del o r d e n social, y A l t o Pi ur a. E s d e c i r , en el c a m i n o , h a ­
i c f l e j a n la a m b i v a l e n c i a , el c o n f l i c t o cer hi stor i a y los ma t e r ia l e s de d i v u l ­
i . o t i d i a n u , el a n h e l o y la resistencia gac i ó n al m i s m o t i e m p o .
q u e i m p i d e el q u i e b r e del c o l e c t i v o
popular.
Peí s eg ui mo s c o n este t r a b a j o escri- iM iiiiiiitiM iiiiiiiiiim itm n im iiiiiim iin iiiim tiiH iim n iiiM m im iim iiiiiiii

i)n c o n los c a m p e s i n o s la h i s t o r i a oral


. orno una f o r m a de recup era r expe- TEC N IC A
i lencias de vi da, l u c h a y t r a b a j o en
i n d i c a d o s en p i o c e s o s de d i s t i n t a s d u -
i . i ci ones, q u e v a n t r a m a n d o el a c o n t e ­ P o d r í a m o s pensar en d o s m o m e n ­
cí.! de los h o m b r e s y m u j e r e s del p u e ­ t os d e f i n i d o s : c u a n d o el i nve st i g a d or
blo McontF ar c o n el los, su p r o p i a es eje de la r e c o n s t r u c c i ó n hi s t ór i c a:
lógi ca de r a z o n a m i e n t o , su m a n e r a d e reali za entr evi stas, talleres m o t i v a d o -
vei el i n u n d o , de r e c o n o c e r s e c o m o res d e t e s t i m o n i o s c o l e c ti vo s, p r e p ar a
sujetos sociales, pensantes y a c t u a n t e s las planillas, etc., y c u a n d o deja la
en u n c o n t e x t o , e i nm e rs o s eri la his­ p osta a u n c o n j u n t o d e j óv en es del
m i s m o c a s er í o q u e h a n p r e p a r a d o
to ri a local, r egi onal y n a c i o n al .
y se i nteresan en c o n t i n u a r la e x p e ­
Re cr ea r u n a ve r si ón p o p u l a r de la
riencia.
hi s t or i a q u e nace d e la r e l a c i ó n e ntr e
lo real y lo ideal, lo q u e fue y lo q u e
L o s pasos del t r a b a j o so n :
q u i s o q u e f uer a, e n t r e la resistencia y
1. Selección de Informa nte s.
la i n t eg r a ci ó n . Para el lo es p r e c i s o
2. Guía de entrevi stas para la
pues, r e c u p e r a r la hi stor i a q u e faci l ite
c r o n o l o g í a c am p e s i n a .
su p r o p i a lectur a y r e f ue r c e su i d e n t i ­
3. E n t r ev i s t a s .
d a d , q u e la haga i nt el ig i b l e al c o n j u n ­
4. P r e p a r a c i ó n d e las pl anillas.
t o de p o b l a d o r e s ; q u e r e c u p e r e el
5. R e c o j o d e hi stori as d e vi da.
h i l o del c o n o c i m i e n t o y d e vi da p o ­
S. O r d e n a m i e n t o del ma t e r i a l .
p u l a r c amp e s i n o s .
7. P r i m e r a v e r s i ó n q u e se entrega
a los p o b l a d o r e s .
8. T a l l e r d e hi stor i a, c o n f r o n t a c i ó n
I MI II J I I M H H i U l l l l l l l M l l l U f l l l l l l l l l l l l l l l l l l i l i l í J M I I I I I I I I i i i J l i l i l í I M I I I J I f l I M I i l l
de esta v e r s i ó n c o n los c a m p e s i ­
nos.
M E TO D O L O G IA
9. N u e v a s versiones.
10. Ca pa c it ac i ó n de Pr o m o to res .
E n c o n t r a m o s p r o b l e m a s par a o r d e ­
nar el ma t e r ia l q u e of r ec e la M e m o r i a , 1. S E LE C C IO N DE IN FO R M A N TES
E.S *rt*port&Me Saber a q u i e n se e n ­ V f i n a l m e n t e , la c r e a c i ó n de t o d o
trevista, q u é lugar y q u é rol d e s e m ­ t i po d e i ns t i tu ci on es e n el p u e b l o : es­
p e ñ ó e n el m o m e n t o q u e se q u i e r e re­ cuelas, iglesias, F r e n t e s d e Def ensa ,
c o n s t r u i r y q u é ha c e a c t u a l m e n t e p a ­ Clubes o Asociaciones que igualmen
ra f o r m u l a r p r e g u n t a s precisas s o b r e te h a y a n q u e d a d o g r ab a d as en la m e ­
a q u e l l o q u e él c o n o c e y p u e d e r e c o r ­ m o r i a c o l e c t i v a local.
d a r y p a r a e n t e n d e r las respuestas
d e n t r o d e su c o n t e x t o . 3. E N TR EV IS TA S

2. G U I A C R O N O L O G I C A
C o n la r e l a c i ó n d e i n f o r m e s y la
g u í a del t i e m p o c a m p e s i n o , c o m i e n z a
En la guía, interesa r ecoger i os
el r e c o j o d e los p r i m e r o s t e s t i m o n i o s .
m o m e n t o s más i m p o r t a n t e s en la hi s­ C o n esta i n f o r m a c i ó n , q u e r e m o s
tori a del p u e b l o q u e p e r v i v e n en el r e ­ hacer u n a c r o n o l o g í a del t i e m p o p o ­
c u e r d o de los p o b l a d o r e s . E n esta b ú s ­ pular y su d i sc ur ri r. Sus m o m e n t o s
q u e d a i n t e r v i e n e n cr it e r ios d e a t e n ­ c o n s t i t u t i v o s , sus q u i e b r a s y c o y u n t u ­
c i ó n d e los más va r ia do s q u e v an d e s ­ ras, R o m p e r c o n nuestra c o n c e p c i ó n
de hechos p o lít ic o s y e c o n ó m ic o s re­ de los m o m e n t o s i m p o r t a n t e s y b a ­
l a c i o n a d o s c O n la soci edad n a ci o n a l , sarnos en u n a vi si ón má s ligada a la
hasta tos a c o n t e c i m i e n t o s más i m p o r ­ real idad y a los r i t m o s natur ales q u e
tantes o c u r r i d o s en la l o c a l i da d: P r e ­
el t i e m p o ti ene para el h o m b r e del
sidentes y per sonas n ot a b l e s en c u y o
p u e b l o . S o b r e este aspecto h a y m u c h o
p e r í o d o d e gestión se h a y a n d a d o luyes
p o r a pr e n de r y o bserv ar . El t i e m p o
q u e d e u n a u o tr a m a n e r a ha n a fe c ­
deja d e ser u n a sucesi ón lineal de días,
t a d o el d e s t i n o del p u e b l o , y q u e se
d o n d e los a c o n t e c i m i e n t o s a pa r ec en
r e c o n o z c a n c o m o h i t os en la hi stor i a.
ordenados concebidos dentro de una
Personaj es n ot a bl es del lugar q u e h a ­
norm a o un orden preestablecido,
yan destacado por " b u e n o s " o " m a ­
para aparecer más b ie n c o m o U n t i e m ­
l o s " y p o r ello, q u e i g u a l m e n t e persis­
p o t o t a l en el cual se c o m b i n a n t o d o s
t an en m e m o r i a d e los p o b l a d o r e s .
los aspectos d e la v ida c o t i d i a n a c o n
F e n ó m e n o s na t ur al es q u e ha n m a r ­ la n a t u r al e z a , las fiestas, los ritos y ei
c a d o . é p o c a , c o m o sequí as, lluvias e x a ­ t r ab aj o.
geradas q u e p r o v o c a n i n u n d a c i ó n y Es p o r u n l a do c aptar el t i e m p o del
p é r d i da d e c ul t i vo s , t e r r e m o t o s , etc. p o b l a d o r y p o r o t r o c o n o c e r los m o ­
en el caso d e t r ab aj ar c o n c a m p e s i n o s ; m e n t o s en q u e este t i e m p o es alte r a d o
en el t r a b a j o c o n sectores u r b a n o s , p o r causas especiales, p o r c a m b i o s tec­
q u i z á los m o m e n t o s d e c o n s t i t u c i ó n n o l ó g i c o s , p o r f e n ó m e n o s naturales,
del g r u p o sean p r i o r i t a r i o s : la c o n s ­ o poi leyes y ó r d e n e s e mi t id as p o r
t r u c c i ó n d e carreteras, líneas f e n o - Pr esi dentes y / o n o t a b l e s locales. La
viarias, t e l é f o n o , l u z y o t r o s m e d i o s f o r m a c ó m o se i n t e r i o r i z a n estos c a m ­
de c o m u n i c a c i ó n q u e han p e r m it i d o b i o s y su p e r c e p c i ó n actual, desde ¡el
v i n c u l a r af p u e b l o c o n o t r o s p u e b l o s presente, es el t e m a de n u e st r o interés.
y c o n la p r o v i n c i a . C a m b i o s en la Par te f u n d a m e n t a l d e esta etapa es
t e c n o l o g í a p r o d u c t i v a , la a p a r i c i ó n d e c o n o c e r las m a ni f e s t a c i o ne s d e la re­
b o m b a s , canales, t r ac to r es y m a q u i ­ sistencia p o p u l a r a la v i o l a c i ó n o alte­
nari a en general c u y o e f e ct o b ie n sea r a c i ó n d e esta c o n c e p c i ó n del t i e m p o
d e a h o r r o en t r a b a j o , a u m e n t o en la y d e l r i t m o vital t a n p r o p i a y p a r t i c u ­
p ro d u c c ió n o desempleo hayan q u e d a ­ lar del c a m p e s i n o . Esta p er spec t i v a nos
d o g r a b a d o s en la hi stor i a local, y para a m p l í a la c a p a c i d a d d e e n t en de r los
lo u r b a n o : a p a r i c i ó n de nuevas f a b r i ­ m o v i m i e n t o s sociales n o ú n i c a m e n t e
cas, m a q u i n a r i a , m o v i m i e n t o s en ei c o m o resistencia a la u s u r p r a c i ó n e v i ­
m e r c a d o d e t r a b aj o , etc. ( S o b r e esto, d e n t e d e tierra* o 3 la sobr e* e xp l ot a ­
h a b r í a q u e trabaj ar m u c h o má s pasa c i ó n en la fábr i ca, q u e pesa sobr e el
lo u r b a n o ) . h o m b r e del p u e b l o , s i no a de má s de
t o d o esto interesa i nvesti gar la p r e s e n ­
5. H IS TO R IA S DE V ID A
cia d e u n " t i e m p o " , r i t m o y t r a d i c i ó n
p r o p i o s d e la c u l t u r a p o p u l a r y la f o r ­ C o n t o d o este ma t e r i a! , sal imos
m a d e v i d a q u e los a l i m e n t a , los r e p r o ­ n u e v a m e n t e al c a m p o y c o m e n z a m o s
d uc e y q u e en d e t e r m in a d o s m o m e n ­ a r ecog e r las hi stor i as d e ,vida, t e n i e n ­
t os se ve p a r t i c u l a r m e n t e a f e c t a d o . d o en c u e n t a s i e m p r e la u b i c a c i ó n del
S i n d u d a este análisis p u e d e o b t e ­ i n f o r m a n t e y la c r o n o l o g í a d e la hi s­
nerse d e u n a r e v i si ón d e o tr as f u e n ­ t o r i a local. L o s t e s t i m o n i o s serán lo
tes c o m o a r ch i v o s, Prefectura, Alcal­ má s a bi e r to p os i bl e, d a n d o e spa c io a
d í a , etc. S i n e m b a r g o , c r e e m o s q u e al q y e el i n f o r m a n t e h a b l e d e lo q u e
tomar la m e m o r i a c o l e c t i v a c o m o q u i e r e habl ar. T a n sólo se i n t e r r u m p e
f u e n t e p r i o r i t a r i a — n o ú n i c a — e s ta m o s para ir p r e c i s a n d o la é poc a a la q u e se
abarcando una dim ensión distinta: c ó ­ refi ere, y c u a n d o h a y v ac ío s, T e t o m a n -
m o v i v i e r o n su hi st or ia las gent es c o ­ d o las p r e g u n t a s general es q u e nos i n­
m u n e s y h o y r e c u e r d a n a q ué l l o . teresan.

4. P R E P A R A C I O N D E 6. O R D E N A M I E N T O
P LA N ILL O N E S D EL M A TE R IA L

Esta i n f o r m a c i ó n n o s abre u n c a m ­
C o n este ma t e r i a l , p a c i e n t e m e n t e
p o a m p l í s i m o d e t r a b aj o q u e es a la
se l l enar án ios p l ani ll ones. Esta parte
v e z r ic o e n i n f o r m a c i ó n y c o m p l i c a d o
es i nt er esant e y tediosa, a la vez. C o n
par a el análisis. ¿ Q u é c o n s i d e r a c a d a
m u c h o c u i d a d o y m a n t e n i e n d o el l e n ­
q u i e n c o m o lo m á s i m p o r t a n t e e n c a ­
guaj e del t e s t i m o n i o v a m o s a r m a n d o
da m o m e n t o ? A s í c o m o los énfasis y
la hi st or ia y r e c o n o c i e n d o los hi l os
cr it e r i os d e d i s c r i m i n a c i ó n y s e l ec c i ó n
c o n tos q u e se va t e ji e n d o el a c o nt e -
del r e c u e r d o , v a r í a n d e i n f o r m a n t e en
c e d e r d e los p o b l a d o r e s .
informante.
P o r e l lo, h e m o s e l a b o r a d o u n o s 7. U N A V E R S I O N ,
p l a n i l l o n e s q u e p o r u n l ado, r e co j a n L A P R IM E R A
la c r o n o l o g í a c a m p e s i n a y p o r o t r o ,
m a r q u e n los t e m a s eje s ob r e lo q u e se U n a vez l l enadas las pl ani ll as se
va a p r e g u n t a r : Del c a s e r í o, r e l a c i o n a ­ c o n s t r u y e u n relato b as ad o en la c o m ­
d o c o n la h a ci e n d a , de la h a c i e n d a , de b i n a c i ó n de los t e s t i m o n i o s o r d e n a d o s .
las f o r m a s d e p r o d u c c i ó n y c o m e r c i a ­ Este relato será c o m o u n i n m e n s o tes­
l i z a c i ó n , d e la fami l ia, del a m o r , d e las t i m o n i o q u e i ntegra t o d o s los testi ­
fiestas, creencias, m i t o s y c u e n t o s , de m o n i o s p r e v i a m e n t e o b t e n i d o s y ar­
las m o v i l i z a c i o n e s c a mp e s i n a s, d e jos t i c u l a m ú l t i p l e s v er si ones sobr e u n a
b a n d o l e r o s y di r i gentes, etc. Es n e c e sa ­ époc a . Esta, i n d u d a b l e m e n t e n o es
r i o este o r d e n para e n c o n t r a r las d i f e ­ " l a v e r s i ó n " p o p u l a r sobr e u n a z o n a
rentes v e r si o n e s sobr e el m i s m o a s u n ­ y u n t i e m p o d e t e r m i n a d o s . Es la v e r ­
t o , y c o n s i g n a r t o da s par a t r a b a j a r so sión q u e h a c e m o s en e q u i p o , el i nves­
b r e ellas en las r e u n i o n e s d e h i s t or i a t i g a d o r y los c a m p e s i n o s .
co l e ct i va .
Esta p r e p a r a c i ó n d e los p l a n i l l o n e s 8. T A L L E R DE H IS TO R IA
es t a m b i é n la e l a b o r a c i ó n d e la 2 d a .
g u í a d e e nt r evi st a p o r q u e al d e f i n i r Esta prim era versión en f o r m a de
los t e m a s eje, e st a mos d e f i n i e n d o las te l a t o es c o n f r o n t a d a en j o r n a d a s c o ­
p r e g u n t a s general es q u e o r i e n t a r á n las lectivas de h i s t o r i a c o n el c o n j u n t o de
entrevi stas. Estas p r e g u n t a s v a n a salir pobladores que han c o n tr ib u id o indi­
del t e x t o d e las p r i m e r a s entr evi stas v i d u a l m e n t e a f o r m a r l a . E l l o s y el
cronológicas. L o q u e h a r e m o s será resto de la p o b l a c i ó n interesada en
ú n i c a m e n t e p r i or iz ar l a s, s i e m p r e p e n ­ esta v e r s i ó n , al verse o sentirse a l u d i ­
s a n d o e n n u e s tr o o b j e t i v o d e hi s t or i a das, participan reform ulándota, n e ­
y pedagogía popular. g á n d o l a o a f i r m á n d o l a d e a c u e r d o al
momento actual y a su p r o p i a v i v e n ­ p o r t a n t e lo q u e h a c e n para el resto de
cia. p o b l a d o r e s , s u m a d o al pl acer d e r e­
C o m o este r el at o es c e r c a n o a sus c o n s t r u i r é po ca s y t i e m p o s p asa d o s
r e c u e r d o s p o r el l enguaj e, p or Ea c o n s ­ p r o v o c a u na situación p a r t i c u l a r m e n t e
t r u c c i ó n del m i s m o , p o r l o s ' t e m a s y val iosa en la v i da d e la p o b l a c i ó n .
el t i e m p o y p o r Ea f o r m a d e p e r c i b i r ­
los, e s t i m u l a a los c a m p e s i n o s a b u s ­
car en sus r e c u e r d o s a q ue l l o s h e c h o s
q u e n o a p a r e c i e r o n en las p r i m e r a s 1 0. C A P A C I T A C I O N
entr evi stas. DE PR O M O TO R ES

9. NUEVAS V E R S IO N ES L u e g o de esta e x p e r i e n c i a d e j o r n a ­
das c o l ec ti va s , i n i c i a m o s la etapa d e
De esta m a n e r a t e n d r e m o s m ú l ­ f o r m a c i ó n d e p r o m o t o r e s e n t r e los
tiples ver siones y n u e v a i n f o r m a c i ó n m i s m o s p o b l a d o r e s para c o n t i n u a r c o n
para e n r i q u e c e r n u e s t r o ma t e r i a l . S o n el r e c o j o t e s t i m o n i a l , su o r d e n a m i e n ­
u n r e t o a la m e m o r i a y a la r e c o n s t r u c ­ t o y la p r o d u c c i ó n d e nuevas v e r s i o ­
c i ó n del p asado c o l e c t i v o . A d e m á s es­ nes d e la hi s t or i a local. La idea es q u e
ta p r á c t i c a del r e c u e r d o y el r e c u e n t o los m i s m o s p o b l a d o r e s c o n t i n ú e n c o n
d e su hi s t or i a les d a u n v a l o r y u n a se­ el r eg i st r o y o r d e n a m i e n t o d e te st i ­
g u r i d a d antes n o l og ra d a ante sus m o n i o s par a ir t o m a n d o c o n c i e n c i a
hi jo s o n i e t o s: el c o n s t a t a r q u e es ¡ m- d e su hi stor i a. ■

( 4 ) En lo s c as e río s v iv e n los socios c o o p e r a ­


tivistas, chacareros, q u e son p a r cela r io s
in d e p e n d ie n t e s y c a m p esin o s sin tierra,
( 1 ) C o m i t é s de C a m p e s in o s p o b re s, es la o r ­ m u c h o s o r g a n iz a d o s en los C o m i t é s de
g a n iz a c ió n q u e a gru pa a los cam p e s in o s C a m p e s in o s P ob re s que p r o t a g o n iz a r o n
sin tierra qu e a n t e r i o r m e n t e a la R . A . la invasión con tra la C o o p e r a t i v a Agra ria
eran trab aja d ores de la hacien da. C o n de R io d u v c iu n “ S iete F u n d o s U n i d o s "
a d ju d ic a c ió n de tas tierras de la h a c ie n ­
da a las C o o p e r a t iv a s s ólo un n ú m e r o re­
d u c i d o d e e m p l e a d o s y trab a jad ores f ue­ ( 5 ) E s to in d u d a b l e m e n t e es un e x t r e m o q u e
ro n c o n s id e r a d o s c o m o socios. III resto p u e d e darse en el t i e m p o de larga d u ra ­
q u e d ó fuera de la C A P , y eran c o n t r a ­ c ió n . N o es t o d a v ía el caso de los c a m p e ­
tado s c o m o e v en tu a le s de a c u e r d o al s in o s del A l t o Piura. H ay, a d e m á s del
año agiicola. 'in te r é s de los p r o p i o s cum pesinos, otras
fu e rza s q u e actúan para q u e e sto n o sea
( 2 ) A l t o Piura es u n o de los valles q u e riega así. La ac c ió n de los frentes p o l í t i c o s
el r í o Píura, en el D e p a r t a m e n t o de q u e f o r t a le c e n la o rg a n iz a c ió n es i m p o r ­
Piura, C os ta N o r t e del Perú. tante, c o m o lo es, el trab ajo de los C e n ­
tros d e P r o m o c i ó n q u e la refu e rza n , tra­
b a j a n d o sobre la base m aterial d e la e c o ­
( 3 ) Un 19 79, al igual q u e en 1974 y 1975,
n o m í a cam pesina desde, una p ersp ec tiv a
los c a m p e s in o s sin tierra de los c a s e río s
d e u t ili z a c ió n c o le c tiv a d e los recursos
,de Serran, La A l b e r c a y Las Huacas, in­
escasos, y de lg f o r m u l a c ió n c o n ju n ta de
v a d i e r o n las tierras d e la C o o p . ‘ ‘ Siete plañes a ltern a tivo s d e d e s a rro llo lo c a l y
F u n d o s U ñ i d o s ” r e c l a m a n d o el usufruc­ re g io n a l.
t o d e a q u e ll o s l o t e s q u e la C o o p . n o ha­
b ía s e m b r a d o p o r falta d e recursos y
q u e estaban a b a n d o n a d o s h ac ía 2 años
atrás. Sin e m b a r g o , fu e ésta una m o v i ­ BIBLIOGRAFIA
liz a c ió n m u y i m p o r t a n t e pues lo q u e en
un p r im e r m o m e n t o ( 1 9 7 4 - 1 9 7 5 ) apare­
c i ó c o m o un e n f r e n t a m i e n t o e n t r e c a m ­ 1. B a r b e r o J. M artin . " A p u n t e s para una
pesinos: s o c io s c o o p e r a t iv is t a s c on tra historia de las m atrices culturale s de
c a m p e s in o s sin tie rra, en 1 9 7 9 m u c h o s la Mass m e d i a c i ó n ” . Pon en cia pre­
d e lo s c o o p e r a t iv is ta s , c o l a b o r a r o n c o n sentada al P rim e r F o r o In te rn a cion a l
los invasores. El d e s c o n t e n t o en el c a m ­ d e la C o m u n i c a c i ó n Social. L im a
p o se iba g e n e r a li z a n d o a los d if e r e n te s 7-11 j u n i o 19 8 2 ,
s ec to re s de c a m p e s in o s y el e n fr e n t a ­
2. F a ls Bo rd a, O r la n d o . " M o m p o x y
m i e n t o era cada v e z más c la ra m e n te ,
L o b a , historia d o b l e de la c o s t a ’ ’ .
c o n tra la p o l í t i c a d e l g o b i e r n o ; de ahí
C a r lo s V a l e n c ia E d itores , B o g o t á ,
la fu e r z a d e este m o v i m i e n t o y su re­
1979.
p e r c u s ió n en l o s caseríos.

52
3. Hobsbawm t r ie . “ R eb eld es P rim i­ T e r c e r Mundo**. D o c u m e n t o preli­
tivos**. A r ie l , B a r c e lo n a . 1968. m in a r para un d e b a te la t in o a m e r i­
4. F cb vre Lu cicm . “ C o m b a te por la c a n o, 1982.
historia**. E d. A r i e l. 7. R u d c G e o r g c . “ R e v u e lta P o p u l a r y
5. P o r t c lli A le s s a n d r o . “ Las P e cu liari­ , C o n c ie n c ia de Cla se’ *. Ed. C r ític a .
dad es d e la h isto ria o r a l " . Ba rcelon a 1981.
8. .T h o m p s o n E.P. “ T r a d i c ió n , R e v u e lt a
6. R iv e r a Silvia. “ H istoria y co n c ie n c ia
y C o n c ie n c ia d e C lase” . Ed. C r ític a ,
en los m o v i m i e n t o s p o p u la re s del
B a rc elon a 1979.
REFLEXIONES SOBRE EL QUEHACER
DE LA HISTORIA ORAL EN EL MUNDO RURAL
Esther Iglesias

A M A N E R A DE IN TR O D U C C IO N

En este trabajo, pretendo reflexionar y especular, como historiador


del mundo rural, preocupado por com prender el pasado en el caso,
no muy inm ediato, sobre las declaraciones del campesinado mejicano,
para evaluarlas a la luz de todo un c o n te x to de otros testimonios
de la época: estoy hablando de las luchas del campesinado que se
realizan a través de su vida cotidiana.

Mi preocupación es el cóm o y el qué difundir de una historia rural


conform ada y relatada por sus propios actores, los campesinos, y
en este caso e s p e c ific o , por aquellos a quienes la suerte o el desti­
no me dio la alegría de conocer: los actuales "'arrendatarios", apar­
ceros, en fin, campesinos cultivadores de sisal del Estado de Y u c a ­
tán. Antes de revelar algunos de los muchos problemas y de las
ricas vivencias que sus relatos transm iten, quiero discutir algunas
"cuestiones de m é to d o " com o punto de partida para la reflexión
sobre la form a de aprender, conocer y tam bién ampliar el con oci­
m iento a c e rc a del mundo rural mejicano.

R ecu rrir al relato oral com o medio de inform ación, no es solam ente
privilegio de publicistas, comunicadores, lingüistas, antropólogos,
historiadores u otros estudiosos de las ciencias sociales, pero es y
siem pre fue, desde los principios de la humanidad, uno de los
medios usados por el hombre para expresar el legado de sus antepa
sados o, sim plem ente p ro teger del olvido de los eventos más recien ­
tes. Queda exp líc ito , por tanto, que la existen cia del relato no es
nueva en cuanto testim onio posible, ya que tien e raíces en la pro­
pia naturaleza del hombre, perm itién d ole acumular experiencias que
transm ite, en tre otros medios, por el lenguaje. Por tanto, lo que
varía no es sólo la form a, más o menos m itific a d a de esa transm i­
sión, sino tam bién el instrumento y los medios, además de los intei
mediarios y recep tores de ella. Las nuevas técnicas de hoy, inclusive
con la mediación de la grabación, hicieron posible la llamada H isto­
ria Oral, de desarrollo recien te y, por tanto, susceptible de p e r f e c ­
cionam iento. D eten erse únicamente en la discusión sobre las té c n i­
cas de rec o lec c ió n e in terp retación de relatos _orales, es ta re a n*uy
im portante, y tra ta ré de precisar aquí algunos instrumentales básicos
con ella relacionados, aunque recordando que no es mi intención
evaluar profundam ente el estado actual de esta parte de la disci­
plina histórica. A l rela to de las vidas individuales que los inform an­
tes transmiten, se debe aumentar el rela to de toda su comunidad,
lo que cada in form an te recordó y e lig ió com o sign ificativo, teniendo
en cuenta que "la m em oria c o le c t iv a " de los pueblos no es la suma
de sus "m em orias individuales", ni tam p oco una negación de éstas
últimas. Quiero discurrir justam ente sobre la transición del rela to
oral al testim onio, de la transición del te s tig o presente al te s tig o
histórico o viceversa, y de la im portancia de los testim onios orales
del campesinado en un mundo rural com o el m exicano.' D entro de
e s te espacio, me re fie ro , com o ejem plo, a sus propios habitantes.

I. TIEMPO HISTORICO E IN TER M E D IA R IO

Es un hecho indiscutible que todo con ocim ien to histórico recu­


rre siem pre al tiem p o inm ediato. N o volvemos al pasado única­
mente para entender el presente, pero es justamente el presen­
t e el que muchas veces nos ilumina el pasado y, por tanto,
ambos juegan unidos y recíp rocam en te, en función de que se
testim onian por sf.

El historiador debe unir al espíritu c rític o "e m p a tia " con el


ob jeto de estudio, posibilitando comprensión y diálogo con el
pasado. Cuando su in form an te es justam ente parte de este
pasado y transm ite aquello que su m em oria conciente o incon­
c ie n te m en te le ordena, el trabajo de quien escucha requiere
no sólo un bagage anterior sobre el mismo tiem po histórico,
sino tam bién la necesidad de hacerse menos presente en cuanto
interm ediario -cop ilad or de ese re la to -.

II. A L G U N A S LIM ITACIO NES DEL R E L A T O O R A L

¿Qué transm ite un R e la to Oral?

Adem as de los recuerdos de la infancia, generalm ente los más


ricos en ciertos detalles sobre la comunidad total, el inform an
te, si no fuera presionado por un interlocutor demasiado intui­
tivo (que la historia liberal del principio de siglo consideraría
laudatoria, propagandista o p la n fle ta r ia ), introduciría poco a
poco las te m á tic a s orientadas previam ente por la entrevista,
sea ella histórica o no. Todo relato, por más nítido y ordenado
que el inform an te pretenda transm itirlo, aparecerá fr e c u e n te ­
m ente empañado en su m em oria, posiblem ente con errores de
fechas o circunstancialm ente hasta desarticulado, de su propia
actuación. L o más sign ificativo, aquello que asi nunca se a lte ra

55
u olvida, se r e fie re precisam en te a la narración de los éxitos
o fracasos en sus aspiraciones. L a form a detallada, muchas
veces c rític a , de esa transmisión, tiene que ver no sólo con las
condiciones actuales de nuestro inform ante -c o m o edad, salud,
nivel de vida, interés o no en recordar lo que todavía se mantie
ne vigen te aun en condiciones adversas-, así com o también
intervienen aquellos fa c to r e s que hacen del relator un individuo
activo o pasivo en relación con su propia existencia individual.

Un ejem p lo de ésto se encuentra en el rela to de Don Manuel


Pisté Góm ez, hoy ejid atario, hospedado en Matul que, con sus
85 años de edad, decía en 1976, con vehem encia y alegría:

"Por eso, cuando triunfó la revolución, Don F elip e Carrillo dijo:


"esas imágenes (re lig io s a s ) son la base de la esclavitud, porque
sirven para dominar al hombre... "

A llá en la hacienda no había sacerdotes. Venían a buscarlos a


las 4 de la tarde y los llevaban en un carro a la hacienda, para
tom ar las confesiones... L a persona se confesaba en un día y
en la mañana siguiente le pegaban por lo que hiciera sin que la
persona supiera por qué le pegaron. L o que estoy diciendo, si
lo están grabando -com prenden? -in teresa porque lo que digo
es verdad. Porque la esclavitud no es para desear que reg res e ..."

En contraposición a esta nitidez de recuerdos y conciencia de


la situación, existen tam bién o tro tipo de relatos: aquellos
deshilvanados y con tradictorios en sí mismos, y en los cuales
es d ifíc il encontrar coherencia. L o m ítico y lo olvidado se
entrelazan y se juntan al deseo de relatar lo que nunca sucedió,
pero que se deseaba que hubiera acon tecido. Una inform ante
campesina, que decía tener 107 años, relataba con bastante
lucidez uno de los días cotidianos de su juventud, pero confun­
día épocas, nombres y circunstancias cuando se le preguntaba
sobre eventos concretos de la historia de su propia comunidad.

Los rela'tos no siempre son testim onios fie le s de la época.

R E L A T O O R A L O TESTIM ONIO

El encuestador o sim plem en te quien, por razones diversas, se


aproxima a este "que h a c e r" debe saber cóm o organizar el
"corp u s" del te x to , y qué parte del rela to es testim onio a
incorporar o a excluir. L a fid elid ad de la transmisión debe ser
resguardada en cualquiera de los casos, c om o condición p rim or-
dial para este tipo de trabajo. El trabajo de e s crito rio es así,
c on com itan tem en te, condición previa y com p lem en to posterior
del trabajo de campo.

El rela to puede ser testim on io fie l de la época y, por tan to,


debemos som eterlo a otras pruebas de época. Estas últimas son
no solam ente las que otro s inform antes nos proporcionan - c o m o
pruebas o ra le s - sino tam bién la docum entación escrita, estadís­
tic a , archivística u otra.

" L a historia oral r e fle ja las unidades sociales existentes en la


sociedad; las aldeas y los linajes tendrán relatos de su pasado,
que cumplen la función e s p e c ífic a de relacionar los d iferen tes
grupos entre sí, y que validan o corrigen reivindicaciones lo c a ­
les y afianzan relaciones. El etnohistoriador se encuentra f r e ­
cuentem ente delante de una extraordinaria multiplicidad de reía
tos históricos con tradictorios, inclusive en la misma aldea. En
la in terp retación de la historia oral hay que entenderse, en p r i­
mer lugar, el co n te to cultural en que se encu en tra..." (1 )

El etnólogo, el an tropólogo o el etnohistoriador recurren mucho


más a este tipo de historia oral que el propio historiador social,
preocupado en determ inar las relaciones estructurales y superes
t ructurales que a floran de los relatos de las vidas cotidianas
campesinas.

L a orientación d ire c ta , s istem ática, y la com pilación de datos


obtenidos de relatos vivos, ayudan a visualizar la funcionalidad
del sistem a social que el trabajo de cam po registra. Esta ta re a
debe ser previa a toda acción o intención en el quehacer de la
^ H istoria Oral.

Y aquí, una vez más se hace im prescindible controlar la in t e r ­


vención del in term ed iario en el relato oral, com o parte tam bién
del trabajo de campo. H o y en día, bajo diversos ángulos, se
insiste en eso;

"E l trabajo de cam po se desarrolla en un laboratorio en el cual


el papel del encuestador es sign ifica tivo y pertin ente para el
estudio de la población y de su cultura... El reconocim iento
de la im portancia de las cara c te rís tic a s personales del encues­
tador para su trabajo, c o n firm a la idea de que el trabajo de
cam pó es un arte, y al mismo tiem po, una c ie n c ia ". (2 )

Este proceso de abstracción previa, es posterior a toda relación


con lo em p írico para posibilitar y desarrollar una Historia Oral,

57
es lo que muchos encuestadores olvidan durante el trabajo de
campo. De a rte o ciencia, el trabajo de campo lle g a a conver­
tirse, muchas veces, en m era recom pilación deshilvanada e
incongruente, igualándose más a H eródoto y a los analistas
romanos, gue a una disciplina que pretende tener ya su propia
m etod ología c ien tífica . En el reverso de la moneda, aparecen,
a su vez, relatos de otro tipo, también pretensiosam ente c a l i f i ­
cados com o Historia Oral, y que son aquéllos que, por medio
de cuestionarios lim itados un ilateralm ente por la realidad con o­
cida del encuestador, impiden llegar al inform ante por los p e r­
cances del camino -aquéllos que justam ente enriquecen y o b je ­
tivan el relato.

Todo trabajo de campo debe im plicar una investigación histó­


rica, por más inm ediata que sea. M arc Bloch fue pionero en la
reflexió n sobre ía necesidad de un trabajo de campo con encues
ta histórica. En su interesante trabajo sobre "L a s diversas f o r ­
mas de aplicación y utilización del testim onio oral en la inves­
tigación h istó rica", A lic ia O livera de Bonfil recuerda que: "Si
observamos convenientem ente lo que, acertad am en te, a firm ó
Stanley Ross, o sea, que planeemos adecuadam ente las entrevis­
tas con bases profesionales, ésto nos perm itirá deducir posibili­
dades infinitas de la inform ación obtenida. Se debe planear
desde la manera de llegar a la comunidad, hasta la form a de
abordaje. P referim os siem pre el tono espontáneo y no la rigidez
del cuestionario... Una sola entrevista no puede servir de base
a nuestras investigaciones, pero sf el conjunto de relatos hechos
sobre un mismo hecho, en un mismo lugar, con un buen núme­
ro de individuos". (3 )

Concuerda en lo general con la m ayoría de los conceptos e m i­


tidos en ese artfculo sobre el alcance y las lim itaciones del
uso de la Historia Oral com o una fu ente más, y al mismo tiem
po con los criterios de objetividad que muchas veces los encues
tadores transgreden, om itiendo la naturaleza de las preguntas
en la transcripción del te x t o -cuando ellas son utilizadas com o
fu e n te - , o, al contrario, som etiendo el registro escrito de la
entrevista a los lím ites establecidos por un "r íg id o cu estion ario".

Es evidente que, siendo la H istoria Oral, una fu e n te más que


nada de tipo social, el historiador -entrevistador o n o- debe
incorporar a su bagage elem entos a los que la historia de las
mentalidades recurre actualm ente. G e o rg e Duby, retom ando el
esquema propuesto por Fernand Braudel, recuerda que los m ovi­
mientos contenidos en la evolución de los com partam ientos y
de las actitudes mentales son más o menos rápidos, a veces
superficiales, enriquecidos de m emorias de la vida cotidiana.
Este espacio de corta duración .es el de a con tecim ien tos brus­
cos, em ociones populares de origen p o lític o y religioso... Es
sobre todo al nivel de la m icrohistoria que se establecen las
relaciones entre los grupos de personas: reacción del medio
c o le c tiv o a la acción del individuo y reacción del individuo a
las presiones exteriores.

El vocabulario, el lé x ic o son parte de las herramientas de esta


historia de las mentalidades. En la Historia Oral con tem porá­
nea, mas próxim a a nosotros, el uso del vocabulario* las dificul
tades de la lengua en que el mensaje nos lle g a deben ser tom a
dos en cuenta e sp ecia lm en te, porque nos rem iten, entre otras
cosas, a los planos de in terp reta ció n no sólo en relación a las
condiciones culturales de nuestros inform antes, sino tam bién en
función del propio reencuentro con los problemas estructurales
y superestructurales de la historia econ ó m ic o -so c ia l.

De hecho, la "p sicología humana" responde, en tre otras variables,


a muchos de los aspectos de un c o n te x to h is tó ric o -s o c ia l-g lo b a l
y dinámico. Como la H istoria Oral lidia con interlocutores indi­
viduales, ella tiende, a veces, a sobrestim ar el papel del indivi­
duo en la historia. Entre tanto, las existencias individuales,
aunque no den el ritm o de la historia, ayudan a comprender y
d elim itar los tiem pos y espacios de su corta duración, que son
tam bién marcos del pasaje del tiem po histórico. Hoy en dfa ya
no se tra ta de hacer una h is to rio g ra fía para " r e s c a t a r " los gran
des hombres, sino de hacer la historia de los acto res "olvidados"
porque las victorias no fueron e x a c ta m e n te las de la clase
hegem ónica, com o es el caso, por ejem plo, de muchas batallas
ganadas por los campesinos. Por o tro lado, retomando la idea
del propio Marx, de que el individuo es criatura de las re la c io ­
nes de clase -aunque no ten ga o b lig ato riam en te conciencia de
eso- y a pesar de un c ie r t o ramo de la h istoriografía, haber
querido desvirtuar la acción del individuo en la historia, en opo
sición a una historia de heroes factu al, unilineal y subjetiva, no
obstante, el propio Engels, a firm a que: "L o s c o n flic to s entre
las innumerables voluntades y actos individuales, crean, en el
campo de la Historia, un estado de cosas muy sem ejan te a lo
que im pera en la naturaleza inconciente ".

IV. HISTORIA O R A L EN EL M U N D O R U R A L
EJES TE M PO R A LE S Y ESPACIALES

Para el periodista, el tie m p o de su trabajo de cam po es el


tiem po de la construcción de la imagen del acon tecim ien to

59
actual, su tiem p o es el tiem p o breve. Para el encuestador
social, antropólogo, etnólogo, sociólogo, pero sobre todo para
el historiador, el mayor objetivo es el tiem po de las estructu­
ras, lo de larga duración, el tiem p o extenso. Y o a firm é que
la Historia Oral es todavía demasiado contem poránea en sus
métodos y técnicas para la re c o le c c ió n de testim onios, y que
por ahora resta al encuestador con form arse con analizar única­
m ente el "tie m p o le n to '1 o sea, el de la historia coyuntural,
buscando auxilio también en el propio "tie m p o b reve".

A pesar del uso del tiem po que se requiere o que aspira el


historiador para hacer de la H istoria Oral algo más que un
testim onio contemporáneo, se debe tam bién tener en cuenta
el " t ie m p o ” y el "uso del t ie m p o " que el propio inform ante
realiza o e je rc e . Las d iferen cias de co n te x to para un in fo r ­
mante del mundo urbano o rural inciden, muchas veces, no
sólo en la m ultiplicidad de d e ta lle s recordados o en el propio
ocu ltam ien to de otros, com o tam bién en engaños o fallas
testimoniadas.

Si el inform ante del mundo rural es un campesino, y no un


obrero, por la naturaleza misma de su trabajo d elim itará más
fá c ilm e n te su infancia en el núcleo de la comunidad y de
pequeños grupos, o igualm ente en el c o n te x to de la fa m ilia o
de aquellos que llenaron o usurparon su lugar (recuérdese el
papel de los hacendados). R ostros y situaciones aparecen casi
siem pre de manera muy nítida, pues cuantitativam ente las
im ágenes se repitieron muchas veces en un mismo con texto , y
casi siempre con las mismas personas. Ahora, si al contrario,
quien inform a es un obrero de una ciudad populosa, él tenderá
a privilegiar, en grandes trazos, la visión de los tiem pos coyun-
turales, los "tiem pos len tos", en vez de atarse a d etalles
precisos, y a veces preciosos, de su propia vivencia individual
en el am biente fam iliar y en la comunidad.

En general, podemos afirm ar que las "vivencias de tiem pos y


espacios d ifere n te s entre obreros y campesinos contribuyen
para desvirtuar, en el prim er caso, los acon tecim ientos en
relación al medio, pues las costumbres y muchas conductas
p olíticas se "adaptan" al ritm o q\ie marcan las coyunturas. En
muchos casos, las circunstancias imponen m odificaciones o b li­
gatorias a nivel del trabajo, que repercuten tam bién en el
am biente fa m ilia r o de la comunidad, y que son "vividas"
ahora de o tra forma.

C ontrariam ente, en el medio rural campesino, donde es mayor

60
el apego a la comunidad, los tiem pos coyunturales son e n c a r a ­
dos con o tro ritm o en relación al espacio: lo que cuenta aquf,
lo que queda registrado en la m em oria histórica, es precisam en
te el a c o n te c im ie n to que lle v ó a la m od ifica ció n de estru ctu­
ras; no más, por ejem p lo, en relación al tip o de agricultura,
sino en función de las relaciones de producción que, en el
m omento, la vinculan al medio. Un ejem p lo de esto lo encon­
tramos en el rela to oral, de un ejid atario de Y u catán que, al
ser interrogado sobre su nivel de vida actual, explica:

- "U s te d considera que hoy en dfa seria bueno aoabar con la


producción de sisal aquí en la región y sustituirla por otra?

- Lo que quiera que sea es bueno, basta que de lucro. Para


nosotros la cuestión es que ganemos algo. Cada vez ganamos
menos aquf en Cepeda (6 ). El Banco sólo se preocupa que
haya fo r ra je para siembra. Y asegura el terren o para b e n e fi­
cio de unos pocos. Los empleados del Banco, en Mérida,
ganan más de $2.000.oo (pesos m ejicanos), pero cuando llega
el dinero de M éxico, del G eneral, ellos lo reparten entre sf.

- ¿Quién es el General de M éxico, que les envía el dinero?

- El General Echeverría es quien manda el dinero al Banco,


pero no nos lle g a aquí..."

Aunque José M^. Chablé, ten ga clara conciencia de los d ife r e n ­


tes estratos de clase, de la explotación a que son sometidos
los campesinos, y visualice el interm ediario -e n este caso el
Banrural- com o responsable y ejecu tor de las desigualdades,
su con ocim ien to de espacios y tiem pos, aparece confusamente
m itific a d o en la imagen de un "G e n e r a l", en r e fe re n c ia a la
figura del reform ador agrario de la década del 30 (7 ).

Podríamos juntar otros ejem plos sem ejantes, de uso tan "s u ig e -
neris" de las coordenadas esp a cio -tie m p o .

Un caso muy s ign ific a tivo es el relato que recogim os en los


surcos de una antigua hacienda de sisal, en el Municipio de
Motul, a menos de 140 km. de M érida, capital del Estado, en
la misma fech a de la entrevista anterior. Un joven trabajador
de 23 años, preocupado por una grave crisis del sisal, se
preguntaba de qué se podía vivir en la ciudad de M éxico, si
él había oído que allá no e xis tía cultivo de sisal. A su modo
de ver, M éxico, según su propia expresión, "es el lugar más
distante al que se puede viajar en el mundo".

61
C ontrariam ente, cada uno de los relevantes, significativos y ri­
cos detalles de la vida cotidiana constituyó, por sf, un valioso
testim onio del tiem po y espacio.

M- ¿Usted vivía en la hacienda? (8 )


- Sí era colono
- ¿Compraba su com ida y sus ropas en la tienda de la hacienda?
- N o, no había tienda en la hacienda. N o había nada allá.
Bajábamos aquí, a Samahil, al pueblo, para comprar las m er­
cancías. En esa época no había línea de tren y veníamos a
pie hasta aquí.
- ¿Cuántas leguas eran de Samahíl hasta la hacienda Tixnuc ?
(9 )
- Eran dos leguas de distancia.
- ¿Qué com ía en la hacienda?
- Ah, fríjo les (habichuelas), pózale y cada 15 días el patrón
nos daba carne.
- ¿Entonces tam poco podían com prar aguardiente en la hacien­
da, ya que no había tienda?
- Eso sí, traían para vender. Otras veces veníamos a comprar
aquí. Había anís en las tiendas de Samahíl. En esa época
no había bares. Pero antiguam ente, allá en Tixnuc, te daban
un trago de anís, eso es el patrón daba a todos, y luego se
iba a trabajar. Todo lo que t e diga era del tiem po de Don
Eusebio Escalante, era el dueño".

"- ¿Cuántos años tenía cuando comenzó a tra b a ja r?" (1 0 )


- A y , mi Dios éramos muy pequeños. Era en el tiem p o de la
esclavitud, y mi padre nos llevaba a trabajar a Sihó y Santa
Rosa (11). A l l í hacíamos c o r te de caña, de pencas y otros
tipos <ie trabajo.
- ¿Cuánto pagaban por el c o r te del millar de pencas?
- Por mil pencas pagaban un real y medio, o sea, 18 centavos.
¿Qué ibas a hacer con eso? Era muy poco, pero las cosas
no eran caras entonces. Una cu artilla (12) valía un centavo".

N .de. TI * Guisado de carne con maíz, pim ientas y mucho caldo;


propio de M éxico.

62
Hablamos únicam ente del espacio rural, pues es éste el que
encuestamos y que nos preocupa aquí. Por o t r o lado, si nos
detenem os en estos ejem plos, es precisam ente porque a c r e d ita ­
mos que teniendo un con ocim ien to previo no sólo a través del
trabajo de campo, sino tam b ién con la abstracción del trabajo
de e s crito rio , es que se puede e xtraer una riqueza mayor de
estos testim onios, para dimensionar el tiem po histórico.

A M A N E R A DE C O N C LU SIO N

De acuerdo con lo que venimos sustentando, es evidente que el


encuestador social del mundo rural, que recurre a los testimonios
orales com o una de las fuentes en que la historia se abastece,
debe em plear no sólo técnicas adecuadas sino tam bién una m etod o­
logía - te o r ía im p líc ita - de acuerdo con la realidad que pretende
investigar. Es tal vez, en los ejes tem porales que los hilos que
tejen la coherencia y la riqueza de un relato se distancian entre
los espacios urbano y rural.

Mucho más ceñido a la inserción en la comunidad urbana, el in fo r ­


mante de e s te espacio construirá "su h istoria11 en función de los
acon tecim ientos ocurridos, en vez de indicar su individualidad
com o centro neurológico de lo que acon tece en relación a lo que
se pretende transform ar en ese espacio.

Los ritmos de m ediación de los tiem pos horario no sólo son diferen
tes entre sí, com o el e je tem poral nos indica la manera, el modo
y los lím ites de apropiación del espacio por estos dos tipos d ife r e n ­
tes de inform antes, que generan a su vez, relatos de naturaleza
distinta. El espacio rural, evocará en el hombre aquellos momentos
ligados al medio f ís ic o - g e o g r á fic o , tanto en su relación directa
con ese medio, com o en las luchas realizadas para transform arlo.
Entre tanto, justam ente porque no existen determ inaciones g e o g r á ­
ficas, pero sí reacciones humanas delante del medio, en los espacios
más abiertos -c o m o son los del medio rural- la evaluación individual
del inform ante adquiere dimensiones d iferen tes en relación a la in­
tervención y apropiación de esos espacios.

Por otro lado, y es lo que se r e fie r e a la naturaleza misma del


testim onio que la historia oral reco ge, no sólo e lla está relacionada
a los espacios -urbano y rural- que interesan al encuestador, sino
tam bién a la in teracción que el inform ante consigue estab lecer

63
con su interlocutor, y a los d ifere n te s grados de participación
y evocación en los acon tecim ien tos narrados.

Es precisam ente en el cruce de las coordenadas del ritm o t e m ­


poral, aquellos por los cuales responde únicamente el testim onio
oral, los relatos o historias coyunturales -los de tiem po lento,
com o les llam aría Fernand B raudel-, que hallamos también
otras aristas de la propia naturaleza del testimonio.

L a H istoria Oral com o tal, sirve de instrumento para extraer


un documento histórico que, por su propia naturaleza, llevará
im plícitos muchos de los vicios del tiem po, sobre todo si se
quiere tom ar e s te documento com o testim onio, y quien lo "r e c o
g i ó " desconoce los riesgos de un trabajo de campo en el ám bi­
to de la sociología em pírica.

El juego que el inform ante hace y deshace en y de su "tie m p o


b re v e " es, la m ayoría de las veces, muy rico en detalles, pero
no siempre sign ificativo en calidad. En todo caso, la frecu encia
o exclusión de alguno de ellos dependerá del tiem po de la
te m á tic a ad hoc a que se pretende llegar con el uso de la His­
to ria Oral, sin olvidar p osteriorm en te la interacción del encues-
tador.

En la medida en que la relación in fo rm an te-lo cu tor, consiguie­


ra transm itir las vivencias acontecidas en el "tie m p o le n to " y
separara las narraciones correspondientes al "tie m p o b re v e ", las
especificid ades y detalles serían delimitadas dentro de un t e x ­
to determ inado y, entonces, el documento obtenido adquirirá,
cada vez más, la calidad de testim on io histórico. De lo con tra­
rio, se restringiría a una p arte de la realidad, y estaríamos
atentando contra la naturaleza del testim onio, no revalorizando
las vivencias individuales de determ inados acontecim ientos de la
vida cotidiana y no considerando la riqueza de contribuciones de
e s te "tie m p o breve".

Para concluir este asunto, direm os que la naturaleza del t e s t i­


monio está relacionada, com o vimos, con la constitución del eje
tem poral, y que sobre éste influye, muy directam en te, la rela ­
ción encuestador-inform ante.

L a H istoria Oral requiere un trab ajo de laboratorio antes de la


rec o lec c ión de datos, y un trabajo posterior para evaluar t e s t i­
monios, además de otros varios trabajos para la conservación de
textos.

64
L a evaluación de los testim onios debe realizarse lineal y estruc
turalm ente en los ejes de tiem p o y espacio a que se refiererE
Esto im plicará que todo testim on io no sólo pasa a ser cotejad o
con otros de naturaleza similar o d ifere n te , com o que pueda
sufrir, tam bién, una c rític a interna.

Hallamos oportuno recordar que, en cie rto s manuales actuales,


a nivel de m étodo y a propósito de la historia cuantitativa, se
habla del c a rá c te r innovador que hoy en día se atribuye a la
c ritic a interna, hecho que podría ser extendido tam bién a t e s t i ­
monios del tip o que utiliza la Historia Oral.

" L a c ritic a interna, antes ocupada en demostrar la veracidad o


falsedad de las afirm acion es contenidas, en los testim onios
escritos, debe ser aplicada ahora a la demostración de la homo
geneidad de la coh erencia interna de las series de datos r e c o ­
lectados o construidas por el historiador, y de *su pertinencia en
relación a las hipótesis de trabajos más avanzados; las e x tra p o ­
laciones o interpolaciones de datos tienen que ser justificadas
dentro de esta p ersp ectiva ". (13)

De cualquier modo, y aunque la herm enéutica ya haya caído en


desuso, se hace cada vez más im periosa para el historiador, la
construcción del ob jeto de estudio, sea cual fuera el campo de
la historia en que se sitúe el c o n te x to de su trabajo.

Estrecham ente enraizado en el con texto , que atribuye al docu­


mento su naturaleza está el em p leo que el propio c ie n tífic o
social desarrolla de la m etod ología (técn icas ahí incluidas),
durante la re c o le c c ió n de datos. Un cuestionario cerrado e
im perativo, así com o una entrevista sin previa orientación a te n -
tan contra la homogeneidad y fid elid ad del documento. El
em pleo del rela to oral com o testim on io está condicionado desde
su origen y en él intervendrá tam bién, la relación que se haya
establecido e n tre inform an te y encuestador.

Finalm ente, podríamos a firm a r que la Historia de las M entalida


des, com o es llam ada, actúa com o disciplina auxiliar de la His­
to ria Oral, y es p recisam en te en e s te campo que las d ific u lta ­
des se hacen mayores, en relación a la exégesis del testim onio
oral individual, de un individuo integrante de una comunidad,
grupo, etnia, masa, etc.

"A n im al g r e g a r io " o "animal de la horda" (1 4 ), el hombre debe


ser analizado en su c o n te x to de "s e r s o c ia l" y sus relaciones
sociales incluidas en el cuadro de las fuerzas productivas, a su
vez plausibles de transform ación. Si tenemos en cuenta, a través

65
de su propio rela to individual, la manea y el modo com o un
campesino e s ta b lece relaciones con su patrón, con su com pañe­
ro de trabajo, con los miembros de su fa m ilia o de su comuni­
dad, el testim onio oral se enriquece en el análisis de su c o n te ­
nido, desde que nuestras entrevistas estén dirigidas también
para la recuperación de alguno de estos ángulos de la in fo rm a ­
ción. Igualm ente relacionado a la H istoria de las Mentalidades
se halla el estrecho vinculo que debe unir el testim onio oral a
la expresión. L a riqueza del lenguaje lite ra l debe refle ja rse en
toda la extensión del documento, a pesar de que en algunos
casos, tenga que sufrir las transform aciones de la traducción en
la lengua vernácula. (1 5 ) L a H istoria Oral, mientras no se p e r ­
fe c c io n e el bagage con que se p reten de llega r a ella, tiene
aún sus lím ites. Por o tro lado, sí se pretende usarla com o testi
monio histórico, hay un buen camino por ser recorrido. ~~

66
P.59* Este trabajo es una versión ampliada y corregida de la p a r ti­
cipación que tuve en el II Congreso Nacional sobre Cuestiones
Agrarias, Chilpancingo, Estado de G uerrero, M éxico, 7-11 de
Junio de 1982.

** N. del T. Ejidatarios son los copropietarios del éjido, terren o


comunal.

1. David 1. Sí lis, org. Enciclopedia de las Ciencias Sociales,


Madrid. Editorial Aguilar, 1975, V oL V, p. 422.

2. Idem, V oL X, p. 414.

3. A lic ia Olivera de Bonfil. "En torno a la Historia O ra l", en Jor


nadas de Historia de O cciden te, A.C., Jiquilpan, Mich, Centro
de Estudios de la Revolución M ejicana Lázaro Cárdenas, 1978.

4. G eorge Duby. "H is to ir e des M e n ta lite s ", en Charles Samaran,


org. Gallimard, 1961, p. 949.

5. F. Engels, "Ludw ing Feu erb ach", en Obras Escogidas de Marx


y Engels, Moscú, Edit. Progreso, 1971, T. II, p. 389.

6. El Ejido Cepeda se encuentra en el municipio de Malachó, en


el Estado de Yucatán, y constituye una de las zonas "m argina
das" de la región del sisal. En 1976, ocasión en que se realiza
la entrevista con nuestro inform ante -José Marra T zec Chablé,
entonces con 76 años de edad y expresándose únicamente en
m aya-, comenzaba la im plantación, en ei área, del llamado
Plan de D i ver si f icación Ganadera, que el Banco A g ra rio Rural
Peninsular (Banrural) venia i mplementando en la región desde
1975. Sólo 10% del total de ejidatarios de Cepeda habían sido
beneficiados por este nuevo plan p iloto. Según pesquisas ad
hoc, realizadas in situ, nuestro inform ante, ejidatario jubilado,
ganaba entonces $15 semanales ($60 mensuales), o sea 2.66
dólares mensuales (32 dólares anuales), según el cam bio de
entonces. Ese ejido, localizado a 80 km , de Mérida, capital
del Estado de Yucatán, contaba en la época con una población
de 1.500 habitantes, de los cuales solam ente 53% eran alfab eti
zados (S e c re ta ria de Recursos Hidráulicos, Programa de Desa~
rrollo A grop ecu ario para la Zona M enequerera, M éxico, 1974),
aunque en la realidad pudieran ser consideradas com o sem i-
analfabetos, y no tenia ningún tipo de servicio, tales com o bus,
te lé g ra fo s o te lé fo n o s próximos. Contaba ese ejido con 366
ejidantes registrados, aunque existieron otros tantos, cuyos
derechos adquiridos no perm itían que fueran reconocidos, no
obstante actuaran com o tal en la realidad. Más del 80% de la

67
s u p erficie ejidal, de sueños calcarios y muy problem áticos para
cualquier tipo de producción agrícola con excepción del sisal,
sin la implantación de una infraestructura carísima, se encuen
tra cubierta de matorral. ~

El alto grado de alcoholism o y las innumerables oficinas de


gamonales locales que se "apropian de las tierras aptas para
el pastaje caracterizan esa área por el hambre y condiciones
infrahumanas de subsistencia.

7. L a figura del General Lázaro Cárdenas com o ejecu tor de la


R e fo rm a A graria que transform ó las relaciones de producción
en la zona del sisal, sirve para llevar nuestro inform ante a
pensar que todo Presidente de M éxico no sólo debe ser R e f o r ­
mador A gra rio com o tam bién G eneral. Más que un "a c to
fa llid o " o un fenóm eno "tr a n s fe r e n c ia l" (escapa a la relación
psicoanalítica), esta figura se aproxim aría más a la idea de
"a c tu a liza r". (A ctu a lizar, segón Freud, hecho en virtud del
cual el sujeto, dominado por sus deseos y fantasmas inconcien
tes, los vive en el presente con un sentim iento de actu aliza­
ción, tanto más vivo cuanto desconoce su origen y su c a rá c ­
ter repetitivo. Cf. Jean Loplancho y Jean Baptiste Pontalis,
D iccionario de Psicoanálisis. Barcelona, Labor, 1971, p. 10-11).

8. Marcos Mayer, 80 años, estampador en el ejido de San A n to ­


nio Tedzidz, Municipio de Samahill, Yucatán. En 1976, ganaba
$110.oo semanales, trabajando 3-4 días en la semana.
* N .T. Pozole, guisado de carne con maíz, pimientas y mucho
caldo, propio de M éxico.

9. Esta hacienda era San Bernabé Tixnuc, de la cual en 1937,


la R e fo rm a A graria expropia 1.366 hectáreas de las 1.666
que tenía entonces el inmueble, propiedad de Jacinta Bolio
de Peón. A pesar de ser una antigua hacienda de sisal, r e c o r ­
demos que el propio F e lip e Carrillo Puerto, en 1924, com o
Gobernador del Estado, ya le había expropiado 1.065 h e c tá ­
reas y para todo eso contribuyó el de cultivarse el agave
fourcroydes en sólo 10% del to ta l de la superficie.

N o obstante, aunque las leyes de repartición agraria d e te r m i­


naran que a cada p rop ietario correspondiera entonces 150
hectáreas de terrenos sembrados con sisal, los nuevos e jid a -
tarios recibieron de esta dotación sólo el 1.27% (21 hectáreas)
sembradas con sisal. Estos cálculos fueron hechos de acuerdo
con las fuentes del D epartam ento A g ra rio , O fic io de la
Dotación del Ejido Prom ovido por los vecinos de Samahil,

68
Municipio de Samahil, Estado de Yucatán, 15 de Junio de 1939,
con copia en el Archivo G eneral de la S ecretarla de la R e fo r
ma A g ra ria del Estado de Yucatán, "E xpedientes varios r e la ­
tivos a Samahil". V e r tam bién Esther Iglesias, Estado y
Alianza de Clases en la R e fo rm a A g ra ria Cardenista: el
campesinado Meneguero. M éjico , U N A M , es el impreso.

10. José N em esio Tuz Canul,. ejid atario de 85 años, jubilado con
un salario de $50 (US$2.22) semanales, y uno de los 860
habitantes, en 1976, del ejido de Santa María Acú, Municipio
de Malachó, ejido situado a 89 km. de Mérida, *no cuenta
con servicios de e le c tric id a d , correo, te lé g r a fo , tren, bus, ni
asistencia médica. T ien e, entre tanto, una escuela donde los
profesores dan clases hasta 3Q de primaria.

La población tiene un Indice de analfabetism o del 50%. A


nivel municipal, 15.48% de la población (8.236 habitantes)
hablan alguna lengua indígena, principalm ente maya, contra
34.74% que lo hacían en Í940. Santa M aría Acú contaba, en
1976, con 1.037 hectáreas, de las cuales 956 eran tierras
agrícolas, 454 estaban dedicadas al cultivo del sisal (por sus
205 ejid atarios) y el resto eran terrenos con restos de la
producción (479) y tierras cubiertas de matorral (3.072). El
ejido contaba con una desfibradora prop ia, aunque su maqui-
naria ya fuera obsoleta. (D atos obtenidos a partir del P ro gra ­
ma de Desarrollo A grop ecu ario para la zona hereguenera).

11. Sihó y Santa Rosa, eran haciendas próximas, situadas entre


los municipios de Halachó y Maxcanú, respectivam ente. Estas
haciendas, junto con la Santa María Acú (Municipio de M a la ­
chó), pertenecían inclusive a una misma fam ilia , es la época
en que nuestro in form an te fech a el relato, en 1921. Sihó
alcanza una población de 556 personas (E .U .M ., Estado de
Yucatán, Segundo Censo General de Habitantes, 30 de N o v ie m ­
bre de 1921, M éjico, Cto. de la Estadística Nacional, T alleres
G ráficos de la Nación, 1927), siendo 287 hombres y 269
mujeres, de los cuales casi la mayoría era de colonos. A lg o
sem ejante ocurría en Santa rosa, aunque sólo contara con
260 personas (140 hombres, 120 mujeres) y Santa María Acú,
cuyos trabajadores colonos, m ayocoles (c a p a ta c e s ) y personal
administrativo llegaban a 380 personas.

Eran 591 en 1910 (E .U .M ., Estado de Yucatán, Censo General


de Población. 1910, M é jic o , 1912), antes de la llegada de
Al varado y sus reform as sociales. A lg o sem ejante ocurrió en
relación a San Antonio Sihó, que en 1910 contaba con 257
hombres y 258 mujeres. Entre tanto, y a pesar de haber sido

69
engrosados con migrantes traídos por Alvarado de otras r e g io -
regiones del país, queda evidente que algunos antiguos trabaja­
dores abandonaron la propiedad, si calculamos una tasa mínima
de natalidad, más una tasa de migración, com o confirman
otros relatos orales. Un ejem p lo aun más con creto de ésto
aparece en el censo de la hacienda Santa Rosa, que figura
con una población 10 años más tarde. En 1922, momento en
que F elip e Carrillo Puerto propone la prim era repartición
ejidal de la tierra, la firm a Em ilio y José G arcfa Fajardo y
Cooperativistas era propietaria, sólo en el municipio de M ala-
chó, de las haciendas de San D iego, San Antonio Sihó y
Santa Marfa Acú, que ocupaban más de 10.000 hectáreas. Cf.
Archivo General de la R e fo rm a A g ra ria del Estado de Yucatán.
"Expedientes relativos a las a fe c ta c io n es de 1937 y otras"
A lb e rto G arcfa Cantón, De mi archivo. Memorias y Artículos
para la Prensa, Mérida, M éjico, 1937, Tom o II.

12. Cuartilla, medida de peso. A qu í el relato se r e fie r e a una


cantidad determ inada de maíz y frijol.

13. Ciro F. Cardoso y H. P érez Brignoli, Los Métodos de la


Historia, M éjico, Editorial G rijalbo, 1977, p. 32.

14. Sigmund Freud, Psicología de las masas y análisis del yo.


Santiago, Z ig - Z a g , 1953.

15. Los textos de las entrevistas que están incluidas en este


artículo son parte de un trabajo más amplio. V e r Esther
Iglesias, Historias de vida de los campesinos Menegueneros
de Yucatán, M éjico, Ed. Nueva Sociología, en el impreso. La
gran m ayoría de estos relatos fue recogida en lengua maya,
y tanto en la prim era traducción como en la revisión final,
contribuyó más de un traductor, incluyendo un campesino
para "c o n tr o la r " la expresión de su propio medio rural.

70
TESTIMONIOS
margaret randall

71
¿QUE ES, Y POR QUE EL TESTIMONIO?

Si consultamos textos o manuales de Teoría o Preceptiva Li­


teraria no hallaremos en ellos ninguna referencia a un género o
función denominado “ testimonio’ *. Sencillamente, no existe. En
los últimos años hemos leído y comentado cada vez más la llama­
da “ literatura de testimonio” . Estamos seguros de que es una de las
ramas de la literatura actual latinoamericana y cubana que revela
mayores potencialidades y desarrollo, que atrae más la atención
de autores y público. ¿Qué es, por tanto, el testimonio? Si parti­
mos en busca de su etim ología vemos que entronca con la de testi­
go. La palabra tiene su cabida dentro de la literatura jurídica, no
dentro de la literatura artística. “ El testigo** —aporta la última edi­
ción del Diccionario de la Academia Española (1 9 7 0 )— “ da testi­
monio de una cosa, o lo atestigua*’ ; testigo es, pues, el que depone
en un juicio sobre un hecho real, no ficticio, que le consta de ma­
nera directa, no por referencias. De ahí lo que se llama “ prueba
testimoniar* o “ testimonio judicial**.
Las obras literarias que en los últimos años denominamos “ de
testimonio” —que han crecido al tiempo que se intensifica la ac­
ción revolucionaria— excluyen toda posible confusión con el ensa­
yo, la narrativa histórica o autobiografía. Sí poseen evidentes rela­
ciones con el periodismo —impreso, radiado o televisado—, con el
reportaje y la crónica. Pero su autor puede ser periodista o escritor,
puede ser el participante, el actor principal o secundario en el he­
cho real que se relata, o simplemente un intermediario, para que
el testimonialista (démosle este nom bre) haga llegar sus palabras
al público oyente o lector. Puede ser definido, expone Graziela Po-
golottí, com o “ un escritor heredero de una tradición literaria que
escoge su informante, selecciona, monta, ordena los materiales re­
cogidos y, todo ello, de acuerdo con un plan bien definido” .
Los autores de obras de “ testimonio** emplean en la actuali­
dad técnicas muy modernas, principalmente la grabadora. Recons­
truyen mediante entrevistas e investigaciones determinados suce­
sos; ofrecen los testimonios directos de los participantes y, en oca­
siones' el autor es también un participante. A esta altura adverti­
mos que este “ género testimonio” si parece muy nuevo y actual
revela muy destacados antecesores, obras literarias del pasado que
coinciden con los rasgos característicos que enumeramos. Los tla-
cuilos aztecas Informantes de Bemardino de Sahagún que le recita­
ban los poemas nahuatls conservados por transmisión oral o le na­
rraban sus terribles experiencias de la conquista, ¿no eran, a fin de
cuentas, testimoniaiistas?. *

(Salvador Bueno, testimonio en campaña”


Revolución y Cultura No. 711Julio 1978).

72
Esta introducción al género y sus contornos nos parece acerta­
da.
Gon el desarrollo de la cultura, en el mundo moderno, los géne­
ros artísticos tienden a entremezclarse. N o sólo dentro del campo li­
terario, sino entre las distintas manifestaciones artísticas: por ejem­
plo, el teatro popular emplea elementos de sicología de masas, de­
bate, música. Se hacen espectáculos que combinan poesía, música
e imagen proyectada. Las técnicas del cine ficción y documental a
menudo se encuentran presentes en una misma cinta.
Dentro de los límites de la literatura, esta mezcla de formas y
tratamientos se hace aún más compleja: la combinación de la prosa
y la poesía ya es una cosa común, y se habla de prosema para defi­
nir este género. La poesía en sí se acerca a veces a lo coloquial, a lo
conversacional, y hasta al periodismo en algunos casos. Mario Bene-
detti tiene una novela escrita totalmente en poesía: El cumpleaños
de Juan Angel.
Referente al “ género testimonio” hay variadas opiniones. Es un
género nuevo, y pensamos que no debemos ser muy excluyen tes a
la hora de definirlo.
Podemos señalar que se puede hablar del testimonio en s í y del
testimonio para sí: en la primera categoría podríamos incluir toda
una literatura testimonial. Hay novelas testimoniales, obras de tea­
tro que dan una época o un hecho; poesía que transmite la voz de
un pueblo en un momento determinado. El periodismo, cuando
trata temas importantes y cuando es bueno, puede ser altamente
testimonial. Hay discursos políticos (podemos citar el caso de los
discursos de Fidel, entre otros), que perduran con un alto valor tes­
timonial. Los documentos cinematográficos y las colecciones de fo­
tografías de un hecho o un momento, pueden ser obras testimonia­
les de gran importancia.
Pero el testimonio para sí, el testimonio como género distinto
a los demás géneros, debe basarse en los siguientes elementos:

—El uso de fuentes directas;


—La entrega de una historia, no a través de las generalizaciones
que caracterizaban a tos textos convencionales, sino a través
de las particularidades de la voz o las voces del pueblo prota-
gonizador de un hecho;
—La inmediatez (un informante relata un hecho que ha vivido,
un sobreviviente nos entrega una experiencia que nadie más
nos puede ofrecer, etc.);
—E l uso de material secundario (una introducción, otras entre­
vistas de apoyo, documentos, material gráfico, cronologías y
materiales adicionales que ayudan a conformar un cuadro vi­
vo);
-Una alta calidad estética (hablaremos más en detalle sobre es­
te punto cuando nos refiramos al montaje).
Generalmente la técnica de entrevista figura con prominencia
dentro del testimonio.

Hay una estrecha relación entre el testimonio y la historia.


En algunos países se habla de historia oral, la historia contada
por, y recogida de, los que la han hecho o la siguen haciendo. En el
mundo de hoy se reconoce más y más el valor indiscutible deteste
tipo de historia. Esto no descuenta la labor necesaria del historiador
llamado convencional: el rastreo de archivos, etc., se combina con
el testimonio vivo para damos una visión más completa de un he­
cho, grupo o lugar.
Posiblemente es ahora que tenemos la oportunidad de hacer
historia “ por primera vez en la historia” . En las etapas anteriores al
capitalismo, e incluyéndolo, la historia la escribían casi siempre las
clases dominantes. La conquista de América la hemos tenido que
conocer a través de la pluma de los conquistadores. Escasos rela­
tos tenemos de la misma desde el punto de vista de los habitantes
originales de nuestro Continente.
Pero esta práctica de distorsionar la historia en apoyo a los in­
tereses de la clase dominante no cesó con la conquista, ni siquiera
con vencer la primera independencia de nuestros países. Resulta
interesante mirar por un momento la versión de la historia prehis-
pánica que contienen los libros de texto escolares promovidos por Es­
tados Unidos. Por medio de la Agencia Internacional del Desarrollo
(A ID ), el imperio distribuye 10 millones de ejemplares de textos es­
colares anualmente en América Central.
De un libro de historia del tercer año de primaria, extraemos el
párrafo siguiente:
Los indios vivieron donde había oro; pero no conocían su va­
lor. Un español vino buscando oro. Los indios lo mostraron. El es­
pañol, agradecido, enseñó a los indios a leer y a escribir. También
les enseñó a creer en Dios. Los indios a su vez lo sirvieron agradeci­
dos. Vivieron felices en su pueblo, minando el oro y cultivando la
tierra. Después vinieron otros españoles y atacaron al pueblo. Los
indios huyeron. El hijo pregunta: “ ¿Por qué no regresaron los in­
dios?” “ Porque encontraron un lugar donde pudieron vivir mejor” ,
contestó la mamá. Se dieron cuenta que habían encontrado un lu­
gar muy bello. Los indios sintieron gratitud hacia los que les for­
zaron a huir” .

Textos como éste los hemos sufrido todos, en nuestros países.


Detengámonos un momento a pensar en las distorsiones culturales
y hasta síquicas que sufren los indios norteamericanos saturados
desde la infancia con su propia imagen proyectada como el malo,
el bandido, el tonto, el atrasado. Para comprobar lo extensivo de
este hecho, basta mirar el cine dé Hollywood, los “ comics” , progra­
mas radiales y televisados y —también— los libros que pretenden
ser “ historia” . Hasta el derrocamiento de lá tiranta en Nicaragua,
la ‘"‘historia” se daba igual en este país. ¡Cómo no vamos a poner­
nos a la altura del momento, iniciando la tarea urgente de escribir
nuestra historia como realmente ha sido, y es!

En la etapa socialista tenemos la posibilidad de escribir una his­


toria mucho más veraz: para empezar, se escribe desde el punto de
vista del proletariado, de! pueblo en el poder. Y no sólo “ desde el
punto de vista de” , sino que en la medida en que el pueblo tenga
real acceso a la cultura y a las herramientas propicias, puede por
primera vez escribir su propia historia. -
Pero aun en el socialismo ha habido distorsiones de la historia:
a veces encontramos el temor de plasmar los hechos como realmen­
te han sido, con toda la complejidad, incluyendo los errores así co­
mo ios aciertos de los revolucionarios. A veces se ha pensado que
cambiando un poco la versión se hacía un favor a nuestra causa.
Nada más lejos de la verdad. Para que la historia que nosotros hace­
mos sea realmente útil para nuestros hijos, tiene que ser transmiti­
da en.toda su riqueza y complejidad. La historia nos sigue intere­
sando, nos es útil en la medida en que nos es necesaria. La idea de
que la historia es c o n te m p o rá n e a fue manejada por historiadores
italianos como Giambattista Vico < 1668-1 744) y Behe.detto Croce
(1866-1952).
T e n e m o s a n te n o so tro s la o p o r tu n id a d —rep leta de privilegio y
d e responsabilidad- d e escribir la verdadera historia d e n u estro
tie m p o .
Siempre existe la identificación, que proviene de nuestra ideo­
logía. Siempre se es servidor de los explotadores o de los explota­
dos. La llamada imparcialidad, como la entienden los burgueses,
no existe. Pero no se debe temer escribir una historia compleja,
muitidimensional.
S i la realidad es m u itid im e n s io n a l , asi tien e q u e ser la historia
q u e j a re fleja .

Si la historia la hacen los pueblos, una sola voz difícilmente,


puede proyectarla. La. voz deí pueblo es una voz multitudinaria. Sin
embargo, aveces es posible captar, en la voz de un hombre o de. una
mujer, la realidad y el accionar de todo un pueblo. Á veces una sola
persona, por sus características, puede rep resen ta r a su pueblo. El
criterio, entonces, para escoger al informante, ó a los informantes,
es importante/ El que escribe testimonios debe estar consciente de
su papel como trasmisor de una voz capaz de representar a las ma­
sas.
Es importante recordar el testimonio de un momento histórico,
como el actual momento nicaragüense, antes de que éste se esfume,
se olvide, o se diluya dentro del intenso quehacer diario. Las viven­
cias y las experiencias de estos años tienen una vital importancia.
Serán patrimonio de futuras generaciones de nicaragüenses, y serán
importantes también para los participantes de revoluciones venlde-
ras en otros países —porque cada revolución aprende de las anterio­
res y se construye, en gran medida, a partir de experiencias asimi­
ladas.
i
** ¿Qué; cosa podría ser más conmovedora, más significativa o
de mayor veracidad? Cada fuerza y posibilidad oculta del universo
se había combinado para que una cosa tal resultara como fue” .

* Estas líneas fueron escritas por el ensayista y crítico James


Agee, quien junto al fotógrafo Walker Evans, vivió con tres familias
de campesinos pobres en el sur de Estados Unidos en el año 1936,
y después produjo uno de los testimonios más extraordinarios de
los escritos antes o después sobre la pobreza en el mismo corazón
del imperio. No se pudo publicar, en los Estados Unidos del afío
’36. No fue sino hasta 1941 que salió por primera vez como libro
(L e í us now praise fampus men I Deja que alabemos a los hombres
famosos) y hasta 1960 que el mundo lo pudo aceptar y aclamar.
Las palabras de Agee reflejan, ante todo, un respeto grande pa­
ra sus informantes, sus vidas, aspiraciones y sueños. El respeto es
una cualidad básica que deben tener todos los que se lanzan a escri­
bir testimonios.
Del conocimiento del tema, y de la sensibilidad humána de to­
do revolucionario, nace un respeto elemental. Cuando hay una
identificación real con el informante, el trabajo tiene posibilidades
aún mayores. (En este sentido, podemos señalar que a menudo se
obtienen muy buenos resultados cuando se puede lograr que una
persona de origen campesino entreviste a un campesino, que un
combatiente sea entrevistado por alguien con experiencia comba­
tiva, que una mujer sea entrevistada por otra que sea capaz —por su
misma naturaleza—de comprender la particular problemática femeni­
na, que eí que vaya a entrevistar a un obrero de la construcción sea
uno que sepa qué es poner un ladrillo, etc. etc.).
El “ caso Oscar Lewis” es ilustrativo de estos problemas a la in­
versa. Oscar Lewis fue un escritor de testimonio de gran relieve, cu­
yos libros Los hijos de Sánchez (sobre cinco familias de la clase
obrera mexicana), Pedro Martínez ( una historia oral puertorrique­
ña), Cuatro hombres y Cuatro mujeres (sobre Cuba), entre otros,
son ampliamente conocidos. Lewis seguía una técnica minuciosa,
tenía acceso a fondos que le permitían el uso de un gran despliegue
de equipos técnicos, etc., y fue un buen escritor con profundos co­
nocimientos en el campo de la sociología burguesa. Sin embargo,
sus libros nos irritan. No reflejan “ la verdadera historia” . Lewis, de
entrada, escogía a sus informantes según sus ideas preconcebidas
de lo que él pensaba “ interesante” . No podía menos que impreg­
nar todo lo que hacía con sus conceptos idealistas de una “ cultura
de la pobreza” . Desconocía, o no quería admitir, las contradiccio­
nes de clase que llevan a la explotación, la pobreza, el servilismo, la
ignorancia —y también a la lucha. Para él éstos eran problemas cul­
turales más que económicos y sociales.
Resumiendo, el que quiera trabajar el testimonio debe cultivar:

76
—La profundización de la id eología del proleta ria d o;
—E l co n ocim ien to del tem a a tratar;
—La sensibilidad humana;
—E l respeto hacia e l in form a n te y su vida;
—La persistencia;
—La disciplina y la organización en el trabajo;
—E l o fic io de escribir.

Veamos el problema de ‘ ‘la verdad” en el testimonio.


Verdad absoluta. Verdad relativa. Las verdades establecidas
por la ciencia en una época histórica determinada, lejos de ser de­
finitivas, completas, son necesariamente verdades relativas que
deben ser desarrolladas, verificadas y precisadas. . .
...“ El materialismo dialéctico insiste empero en el carácter
temporal, relativo, aproximado, de todos esos jalones del conoci­
miento de la naturaleza por la ciencia humana en progreso. .
(L E N IN , Materialismo y empirocriticismo)

Las verdades son relativas, igualmente, en el sentido en que


tienen un contenido concreto determinado por condiciones histó­
ricas. Lo que es verdadero en ciertas condiciones, no lo es ya en
otras condiciones históricas. Así, la tesis de Marx y de Engels so­
bre la imposibilidad de vencer el socialismo en un solo país aisla­
do, era justa en la época del capitalismo premonopolista, pero de­
jó de serlo después del advenimiento dej imperialismo.
Aunque subraya el carácter relativo de las verdades científi­
cas, el materialismo dialéctico sostiene que cada verdad relativa se­
ñala un progreso en e! conocimiento de la verdad absoluta, que ca­
da conquista de la ciencia encierra elementos de la verdad absolu­
ta, es decir, de una verdad perfecta que no podrá ser puesta en te­
la de juicio en el porvenir. N o hay barrera infranqueable entre la
verdad relativa y la verdad absoluta. La suma de las verdades rela­
tivas concebida en su devenir conduce a ía verdad absoluta. Si el
materialismo dialéctico admite la relatividad de todos nuestros co­
nocimientos, no es porque niega la verdad, sino porque no somos
capaces, en cada momento dado, de conocerla hasta el fin, de ago­
tarla enteramente.
El hecho de que una verdad dada no pueda ser considerada
com o definitiva y completa no quiere decir que no refleja el mun­
do objetivo, que no sea una verdad objetiva, sino que ese reflejo
es un proceso complejo, que está en función del nivel alcanzado
por la ciencia,que la verdad absoluta no pueda ser alcanzada de un
solo golpe.
Por esta razón, admitir la existencia de una verdad absoluta
es admitir la existencia del mundo objetivo exterior, admitir la exis­
tencia de una verdad objetiva, es decir, independiente del hombre
y de la humanidad, es reconocer de una u otra manera, la verdad
absoluta. Pero el hecho es que esta verdad absoluta se descubre por
etapas, a medida que el conocim iento humano progresa. “ Asi,
pues, el pensamiento humano es, por naturaleza, capaz de damos
y nos da en efecto la verdad absoluta, que resulta de la suma de
verdades relativas’ *. (Lenin, idem. )

( M. Rosen tal y T. ludin, Diccionario filosófico abreviado.


Edic. Pueblos Unidos, M ontevideo, 1961, pp. 518-520)
Algunas veces, la “ ficción” puede conformar una verdad más
viva y real que lo que llamamos “ la verdad” . Un ejemplo de esto se
encuentra en el magnífico libro testimonial de W a l d o Erank sobre
Simón Bolívar, Nacimiento de un m undo. Su profundo conocimien­
to de la época, de la historia y de sus personajes principales, capaci­
tó a Frank para que escribiera “ conversaciones” entre Bolívar y sus
contemporáneos, que no pueden ser “ reales” , exactas.en el sentido
convencional del concepto. Sin embargo, este tratamiento del tema
hace vivir al Libertador de un modo que la historia “ de la verdad
absoluta” no podría aproximar.
El testimonio es también esto: la posibilidad de reconstruirla
verdad.
Siguen dos citas, cada una de las cuales trata el problema de la
verdad” en el testimonio, de modo que pensamos jm p °rtante com­
partir:
“ Muchos sobrevivientes quedan de esta acción y cada uno de
ellos está invitado a dejar también constancia de sus recuerdos pa­
ra incorporarlos y completar mejor la historia. Sólo pedimos que
sea estrictamente veraz el narrador; que nunca para aclarar una po­
sición personal o magnificarla o para simular haber estado en algún
lugar, diga algo incorrecto. Pedimos que, después de escribir algu­
nas cuartillas en la forma en que cada uno lo pueda, según su edu­
cación y su disposición, se haga una autocrítica lo más severa posi­
ble para quitar de allí toda palabra que no se refiera a un hecho es­
trictamente cierto, o en cuya certeza no tenga el autor una plena
confianza. . ”

(Ernesto “ Che” Guevara, in t r o d u c c ió n a


JPasajes d e la g u e r r a r e v o lu c io n a r ia ) .

“ Nueve décimos de nuestras vidas se olvida al vivirlas. <^!je


se recuerda, la mayor parte es mejor que no se diga: no tendría in­
terés para nadie, o por lo menos no contribuiría al relato de lo que
hemos sido. Queda un fino hilo de narrativa —unos centenares de
páginas— en que se encuentra, como en aquél dulce que le dicen
“ roca” , un poco de interés para llenarle unas horas al lector medio,
que como el niño goloso, en fin de cuentas preferiría otra cosa mas
fácil para los dientes. Para nosotros, sin embargo, tales horas han
sido bellas. Constituyen nuestro particular tesoro. Eso es todo lo
que podemos, con justicia, ofrecer” .

(William Carlos Williams, poeta y médico n o r t e a m e r ic a n o ,


introducción a su Autobiografía).

Podrían parecer casi contradictorias, o encontradas, éstas citas.


Indudablemente cada hombre enfoca el problema de Ia verdad des­
de su óptica particular. Pero pensamos que hay dialéctica a£Iu ’
u n a

y que ambos enfoques resultan valiosos.


Esta primera parte ha tocado, de modo bastante sumario, consi
deraciones en tom o a definiciónes Repetimos- él género
t e ó r i c a s .

testimonio es nuevo como categoría literaria diferente de las e


más. Estas son ideas, y como tales, su intención £s la de
discusión, un intercambio de experiencias y a la vez de íaeas m
precisas y aplicables a la situación actual nicaragüense. Su inten­
ción no es la de limitar, sino la de generar un trabajo abierto.
Hay que lanzarse a la tarea de recoger y de escribir el testimo­
nio real de este momento glorioso en la historia nicaragüense. El
mismo trabajo entregará las más valiosas lecciones en cuanto a ¿dón­
de?, ¿quién? y ¿cómo?
Nuestros siguientes temas y comentarios serán sobre: ¿cómo se
hace un testimonio? (consideraciones prácticas), trabajo lateral, y
el montaje. >
Ahora, quisiera entregarles cuatro citas —cuatro enfoques rela­
cionados entre sí y muy relacionados al tema que nos concierne-
de un gran ñlósofo, crítico literario y de arte, el comunista alemán
Walter Benjamín. Benjamín no es muy conocido en América Lati­
na. Sus obras han sido traducidas poco o nada^al español. Y o lo
encontré hace unos quince años, y me acuerdo deuna idea suya
que me impactó entonces y que siempre me ha guiado^: la necesi­
dad de evitar retratar a la miseria, a la pobreza, como algo bello,
picaresco o exótico. Quizás parezca una idea demasiado siVnpIe, o
evidente. Pero basta mirar o leer miicho de la producción arjtístico-
literaria de estos tiempos para confirmar lo contrario.
Benjamín vivió de 1892 a 1940. Fue contemporáneoxíe Brecht.
Entre sus muchos ensayos importantes hay uno que Se llama Las
tesis sobre la filosofía de la historia. Son 18 pequeños textos, con
gran relevancia para la Alemania de su tiempo y, pensamos, para
la Nicaragua de hoy. Reproducimos cuatro:
IV

La lucha de clases, que está siempre presente para un historiador


influenciado por Marx, es una lucha por los fenómenos crudos y
materiales sin los cuales nada refinado ni espiritual podría existir.
Sin embargo, no está en la forma de las cosas materiales que cae­
rán en manos de los vencedores, que esas cosas se hacen sentir en
la lucha de clases. Se manifiestan en esta lucha com o corage, hu­
mor, habilidad V aguante. Tienen una fuerza retroactiva y constan­
temente llamarán a contar cada victoria, pasada y presente, de los
ganadores. Com o las flores giran hacía el sol, por un secreto helio-
tropismo el pasado trata de girar hacia el sol que va ascendiendo .
en el cielo de la historia. Un materialista histórico debe estar cons­
ciente de ésta, la más sutil de todas las transformaciones.

La verdadera imagen del pasado transita por nuestros ojos rápida­


mente. El pasado puede ser tomado sólo com o una imagen que se
ilumina en el momento en que es reconocida, y nunca más se ve
“ La verdad no Huirá de nosotros": desde el punto de vista del his-
toricismo estas palabras de G ottfried Keller señalan el punto exac­
to en donde el materialismo histórico corta al historicismo. Por­
que cada imagen del pasado que no es reconocida por el presente
como una problemática propia amenaza con desaparecer para
siempre. (Las buenas noticias que el historiador del pasado nos trae
con el corazón todavía latiendo pueden perderse en el abismo al
momento en que se abra la boca).
VI
Articular el pasado hiatóricam&n te no quiere decir reconocerlo “ co­
m o fue de verdad*’ (Ranlce). Quiere decir agarrar un recuerdo co­
m o brilla en un momento de peligro. El materialismo histórico
quiere retener aquella imagen del pasado que inesperadamente
aparece al hombre señalado por la historia en un momento de pe­
ligro. Ese peligro afecta tanto al contenido de la tradición com o a
sus receptores. La misma amenaza gravita sobre ambos: esto es,
convertirse en herramienta de las clases dominantes.* En cada
época hay que esforzarse de nuevo para rescatar a la tradición de
las manos de un conformismo que está a punto de dominarla. El
Cristo viene no sólo com o redentor, sino como vencedor sobre el
Anticristo. El único historiador que tendrá el don de revivir la
chispa de esperanza en el pasado será el que esté firmemente con­
vencido de que incluso ios muertos no estarán a salvo del enemigo
si ese gana. Y este enemigo no ha cesado todavía de vencemos.

V II

Característica de las clases revolucionarías en el momento de su ac­


ción es la conciencia de que están a punto de hacer estallar la con­
tinuidad de la historia. La gran revolución** introdujo un nuevo
calendario. El primer día de un calendario sirve de histórica cáma­
ra de acción retardada. Y , básicamente, es ese mismo día que re­
toma una y otra vez como día de fiesta, que son los días de recor­
dación. Así, los calendarios no miden el tiempo com o lo hacen los
relojes; son monumentos de una conciencia histórica de la cual no
se ha visto ni el más mínimo vestigio en Europa en los últimos cien
años. En la Revolución de ju lio * * ocurrió un incidente que mostró
que^esta conciencia vive todavía. La primera noche de acción, en
distintos jlugares de París, disparaban a las torres de relojes desde
diversas partes de la ciudad. . .

En eoíá cita, ctaro está, Benjamín habla de un período prerrevo-


íucionarior cuando fa cíase en el poder es la burguesía. En este
sentido, sobra decirlo, no tiene relación con fa actual realidad ni­
caragüense.

* * Se refiere aquí a la Revolución Francesa.

¿COMO SE HACE U N TESTIMONIO?

Ya hemos tratádo de definir el género, hemos hablado del testi­


monio en sí, del testimonio para sif y de la historia oral. Ahora ve­
remos la confección del testimpniofen su sentido práctico.

La preparación \
Después de escogido el tema y el informante o los informantes,
hay que trabajar en la preparación. AportaínosLítesde ahora a la ca­
lidad del producto final, llevando a cabo una buena~preparación.
En primer lugar, nuestra obligación es la de conocer todo lo
que podamos del tema seleccionado. Esto significa conocer no sólo
lo que es posible saber de la vida de la persona o personas a quie­
nes vamos a entrevistar, sino y sobre todo, lo que se refiere al pe­
ríodo o los hechos que nos motivan el interés en esas personas.
Ejemplos: nos proponemos escribir un testimonio acerca de
una escuela que fue destruida por el enemigo durante la insurrec­
ción popular y cuyos maestros y alumnos tuvieron un papel desta­
cado, con verdaderos ejemplos de heroísmo popular. A tal efecto
hemos escogido como informantes a varios maestros sobrevivientes,
algunos alumnos, familiares de éstos y a un vecino, quien desde su
casa en frente fue testigo presencial de algunos de los hechos sobre­
salientes. Debemos preparamos en primer lugar tratando de cono­
cer la historia de esta escuela; en qué tipo de barrio estaba ubicada;
de qué clase social, en general, provenían los alumnos, los maestros;
si hay algún hecho de interés en la historia de esta escuela previa al
período insurreccional; alguna historia de lucha estudiantil; cuál es
la situación actual de la escuela; si se está reconstruyendo, y si hay
un movimiento popular a tal efecto;si se está estudiando allá ahora.
Estas y muchas otras preguntas encontrarán sus respuestas si
los compañeros que hacen el testimonio visitan el barrio, hablan
con los vecinos —incluidos maestros, estudiantes y familiares— etc.
De este trabajo preliminar saldrán, sin duda, los nombres de otros
alumnos, maestros y vecinos cuyos testimonios enriquecerán el tra­
bajo. El archivo del periódico local —si es que existe— aportará da­
tos de interés: ¿cómo ha sido la vida estudiantil de ese centro a tra­
vés de los años? En viejos periódicos podremos encontrar noticias
de huelgas estudiantiles, vida deportiva, cultural y social que nos
ayudarán a formular preguntas que tengan sentido para nuestros
informantes.
Un buen conocimiento del tema y de sus personajes principales
ayuda enormemente a la hora de las entrevistas. Si estamos familia­
rizados con la vida de nuestros informantes, nuestras preguntas tie­
nen mucho más sentido y coherencia. Si el informante siente que
está hablando con alguien que comprende algo de su vida y de su
experiencia, le resultarará más fácil entrar en confianza.
Hemos dado un solo ejemplo. Hay tantos como hay posibilida­
des de escribir testimonios. A veces hay necesidad de profundizar a
un plano, incluso nacional o internacional. Ejemplo: vamos a entre­
vistar mujeres del país. Será importante que conozcamos algo de la
vida de la mujer nicaragüense, sus problemas, sus luchas, el índice
de integración a la fuerza laboral en los distintos sectores, condicio­
nes de trabajo, diferencias salariales referente al hombre, el índice
de analfabetismo que hay entre la población femenina, el porcenta­
je de mujeres que dan a luz en condiciones no-hospitalarias, etc. etc.
etc. Importantísimo será que conozcamos las diferencias entre la
mujer del campo y la de las ciudades, cómo se compara la vida de
una mujer de clase obrera con la de la burguesa o la pequeña burgue­
sa. Y, aún más, cómo la situación de la mujer nicaragüense se com­
para con la de la mujer en otros países, sobre todo en la misma sub-
región de América Central, de Latinoamérica a nivel continental, e
intemacionalmente. En este caso, datos valiosos los podremos con­
seguir de estadística y bibliografía existente, censos, periódicos
—sobre todo en sus secciones económicas y sociales— y entrevistan­
do a personas que han trabajado específicamente con la mujer en
el país, o con grupos de mujeres, militantes de organizaciones fe­
meninas, etc.

El cuestionario

Una vez que tenemos un cúmulo de información previa, pode­


mos confeccionar una guía de cuestionario. Reiteramos la impor­
tancia de este período de preparación, y recalcamos el hecho de
que la preparación nos ayuda incluso a escoger a nuestros informan­
tes. Hay veces que hemos pensado en uno, o en un grupo, de posi­
bles entrevistas, y la fase preparativa nos indica que nuestras ideas
iniciales en este sentido no fueron las mejores; hay otros informan­
tes con experiencias más completas o únicas, o con más posibilidad
de articularlas.
"X Aquí debemos destacar la importancia de la capacidad verbal
del informante. Hay casos, y todos los conocemos, de personas que
no tieheiila capacidad verbal de contarlos, de trasmitirlos. Hay tam­
bién lo contrarior-personas cuyas experiencias no han sido tan úni­
cas, pero que tienen un don natural de “ cuentistas’ *. Es importan­
te, a veces, saber entrevistar ambos tipos de persona. Podemos en­
contrarnos ante el caso de una compañera cuya experiencia la haya
traumatizado para la comunicación, y.sin embargo debemos tratar
de conocerla, ayudándola con comprensión y paciencia para que lo
que ha vivido sirva a los demás; explicándole, además, que nuestro
propósito en hacerle preguntas no es el de hacerla sufrir de nuevo,
sino el de lograr que su testimonio se conozca por el valor históri­
co que tiene. Ante el otro tipo de caso, los que no tienen una expe­
riencia que nos sirva particularmente en el trabajo que nos hemos
propuesto, pero que “ quieren hablar” , hay que saber escuchar aún
cuando hay que saber también no invertir demasiado tiempo en es­
te tipo de entrevista. A veces la vida de esa persona no es lo que
buscamos, pero en su conversación y sin darse cuenta, nos señala
otra cuyo testimonio nos será útil. ___
Del conocimiento previo del terreno, de losdíechos y Bts^perso-
nas, podemos confeccionar —como hemos apuntado— ún cuestio­
nario.
Este cuestionario no debe ser unarcosa rígida. Debe iniciarse
con los datos generales de la persona: nombre, edad, procedencia,
actividad a qué se dedica, etc. A veces señalaremos preguntas preci­
sas, para las cuales necesitamos respuestas exactas. Otras veces po­
dremos señalar áreas de indagación, es decir: queremos saber algo
acerca de la procedencia y la vida de nuestro informante —esto es
un área de indagación—, queremos saber qué participación tuvo en
los hechos que nos interesan —otra área— y queremos que nos diga
cómo analiza esos hechos. En gran medida la personalidad del in­
formante nos indica cómo proceder con las preguntas. Hay perso­
nas que contestan una pregunta de un modo generalmente parco,
con un “ si” o un “ no” . Hay otras que divagan mucho del tema. Hay
personas a quienes basta guiarlas con una pequeña pregunta o una
referencia de vez en cuando, y nos van desarrollando un testimo­
nio' coherente que cuando lo transcribimos nos damos cuenta que
necesita muy poco trabajo para sernos útil. Hay otras que hablan
de mil cosas, van y vienen en el tiempo, se contradicen, incluso, y
no porque “ no dicen la verdad” , sino porque se olvidan y después
se acuerdan, o el mismo hecho de empezar a recordar les ayuda
poco a poco a ordenar sus pensamientos mientras nos los están
contando.
Todo esto es así porque cada persona tiene sus propias razones
por hablar de su vida, cada uno en este sentido responde a necesida­
des internas, al mismo tiempo que responde a nuestra necesidad de
recoger el testimonio. Debemos aprender a explicar con claridad
nuestros motivos. Si el informante comprende realmente el por qué
de nuestra entrevista, y el uso que se va a dar a sus palabras, le ayu­
da mucho.
Niños y ancianos a veces presentan problemas particulares en
cuanto al manejo del tiempo.
* Hay que aprender a trabajar en este sentido en distintas situa­
ciones y confrontar variados problemas de comunicación del infor­
mante.
El conocimiento de la persona ayuda mucho, por supuesto. No
es lo mismo entrevistar a un extraño que entrevistar a nuestro pro­
pio abuelo, por ejemplo, a quien conocemos en cuanto á sus hábi­
tos, su modo de hablar, su personalidad, y acerca de quien conoce­
mos mucho también por nuestra relación con otros familiares y por
nuestra propia experiencia vivencial.
Por eso insistimosque ayuda mucho el hecho de conocer —cuan­
do sea posible— al informante. ¿Cuántas personas, en nuestra pro­
pia familia, resultarán ricas fuentes de historia? Cuando no es posi­
ble conocer al informante (en el caso, por ejemplo, de un proyecto
de trabajo que abarca “ la mujer nicaragüense” o “ los trabajadores
def puerto” o “ el sector de la construcción” etc. etc.), es aconseja­
ble trabajar con terceras personas que pueden servimos como, “ puen­
tes**; personas cercanas a nuestros informantes cuya presencia les
da confianza. Por otro lado, hay veces cuando sucede lo contrario,
es decir, cuando demasiados “ participantes** inhiben una entrevis­
ta. En este caso una relación más productiva se establece entre el
entrevistador y el informante sin la presencia de otras personas.

El arte de la pregunta
El arte de la pregunta es algo que merece aquí una atención es­
pecial.
* Las preguntas que hacemos no deben encerrar en sí mismas
una respuesta dada. Deben ser preguntas neutrales, o abiertas, en
la mayoría de los casos. Por ejemplo: si preguntamos “ ¿Soportas a
fulano de tal?** Es evidente que para nosotros fulano de tal es una
persona con cualidades negativas, cuando menos. Nuestro infor­
mante tal vez, y hasta inconscientemente, recogerá nuestro ju icio
en su respuesta, contestándonos que “ no** o que “ bueno, no ha si­
do tan malo conmigo” etc. Aprenderemos más si postulamos nues­
tra pregunta así: “ Qué piensas de fulano de tal?” El informante en­
tonces se sentirá con más libertad para decirnos lo que realmente
piensa. Una vez que nos indica su opinión, entonces podemos usar
su respuesta para formular nuestras próximas preguntas, siempre
tratando de que el informante profundice más.
P o d ría m o s detenernos un m o m e n t o , y —ju n t o s — c o n feccio n a r
una serie de preguntas enriquecedoras para una entrevista, y así
darnos cuenta de lo im p ortan te que resulta una buena técnica en
este sentido.
Resum iendo, entonces: es im p orta n te c o n o c e r nuestro tema,
tener la m a y o r in form ación posible acerca de los personajes, los h e ­
chos, el lugar. Es aconsejable preparar una guía de preguntas, aún
cuando debem os ser flexibles y saber aprovechar un recuerdo, c o ­
m e n ta rio u o p in ió n al margen del cuestionario hecho.

La Jibreta de apuntes

Debemos llevar, además, una libreta de apuntes, en que poda­


mos Recordar todo lo relativo a la entrevista: descripción física del
lugar (para poder recrearla después si fuera necesario), descripción
de la persona, actitudes, ideas que nos vienen sobre la marcha (por
ejemplo: “ buscar comprobación de tal dato” , “ chequear fechas” ,
“ hacer contacto con otra persona, mencionada por el informante” ,
etc.). \ t ,
Si estamos tomando fotos podemos usar esta libreta, también,
para anotar los números de los rollos que corresponden a cada en­
trevista, indicaciones especiales para su revelado, etc.
El conocimiento de los aparatos técnicos
Otro aspecto importante de^questra preparación es el conoci­
miento de los aparatos técnicos. Debemos conocer, por ejemplo
nuestra grabadora, haberla usado antesTestaí^familiarizados con su
técnica, saberla manejar con soltura. Muchas veces la grabadora re­
sulta impresionante y tiende a inhibir a personas provenientes de
un medio social donde no son usuales, por ejemplo el campo. Mu­
chas veces resulta positivo explicar primero al informante cómo
funciona la grabadora, dejarle escuchar su propia voz, e incluso pro­
meterle que puede oír por lo menos una parte de su entrevista des­
pués de que ésta se termine. Fn otras ocasiones resultará mejor des­
tacar lo menos posible el uso de la grabadora, dejándola de lado en
un lugar donde recogerá el testimonio, pero donde no será una
constante provocación de timidez en la persona entrevistada. Por
esta eventualidad es importante conocer nuestra herramienta, pues
tendremos que saber con exactitud la distancia máxima a que se
consigue un buen registro de voces. Es aconsejable siempre probar
las voces antes de empezar: conversar unos momentos con la perso­
na, hacerle hablar sobre todo a ella, parar la grabadora, echar la cin­
ta para atrás y escucharla, antes de empezar lo que será propiamen­
te la entrevista. Demasiadas veces ha ocurrido que una entrevista
no se grabó, y es más grave aún cuando el reencuentro con el infor­
mante no es tan fácil. Es siempre mejor tomar el tiempo necesario
para asegurar estas cosas antes, que tener que lamentarlas después.
Puede que parezca innecesario hablar de esto aquí, pero hay que
recalcar también lo importante que resulta el cuidado de los apara­
tos técnicos. Son herramientas que nos han sido confiadas, en este
caso, por nuestro mismo pueblo. Debemos responsabilizamos con
aparatos que representan inversiones de divisas en una etapa difícil.
Un mínimo de mantenimiento puede evitar que se eche a perder
una grabadora, una cámara, una máquina de escribir, etc. La prime­
ra regla es la de la limpieza: una grabadora debe ser limpiada con
un poco de alcohol cada diez horas de uso. Cuando no está en uso,
se debe quitar las baterías.
Hasta aquí, hemos visto que debemos:

—Estudiar terreno, personas y hechos;


—Confeccionar una guía de preguntas acorde con el trabajo que
proponemos;
—Preparar una libreta de aprontes;
—Conocer nuestro equipo técnico, probarlo antes de cada en­
trevista (chequear baterías, tener cargado el equipo Si éste
utiliza un pac de baterías recargables, etc., y mantener limpio
el equipo);
—ír preparados para ajustar las necesidades del trabajo a la vida .
del informante, escoger un tiempo que le sea propicio, etc.,
es decir, tratar de crearlas mejores condiciones para qué el in­
formante pueda sentirse relajado y con posibilidades de co­
municarse con nosotros.
¿Qué llamamos materia prima?
La materia prima de un testimonio la componen las entrevistas
ya transcritas, los materiales adicionales producto de nuestros estu­
dios previos e investigaciones sobre la marcha, las fotos y cualquier
otro material gráfico, y el conjunto de ideas que desarrollamos des­
de la planificación del trabajo hasta su término. Este conjunto de
ideas debe ser el resultado de periódicas reuniones de análisis de to­
dos los participantes en el trabajo.

La transcripción

La transcripción de la entrevista debe ser cuidadosamente he­


cha, siempre con dos copias, preferiblemente por alguien que co­
nozca el habla del informante, alguien familiarizado con los colo-
quialismos del lugar y capaz de rendir una transcripción fiel. Aquí
se aplica la regla de incluir tod o, de ser incluyentes y no excluyen-
tes. Las transcripciones deben ser fieles y completas, aun cuando
sabemos que vamos a usar fragmentos nada más en el trabajo final.
El trabajo de seleccionar debe venir después, una vez que tenemos
transcrito todo el material. Las decisiones acerca de lo que usare­
mos y lo que no usaremos, es mejor hacerlas con toda la materia
prima en la mano. E l tipo y cantidad de materia prima es determi­
nante a la hora de llegar a conclusiones finales y tomar decisiones.
Cuando se hace una transcripción, y el tono de voz del infor­
mante, o su manera de enfatizar un hecho o una palabra nos dice
algo, ese algo debe apuntarse entre paréntesis en la transcripción.
Si el informante se ríe o llora en una de sus intervenciones, esto
también debe anotarse entre paréntesis.
La fase de recopilación de datos, estudio, entrevistas y trans­
cripción debe ir acompañada de una actitud incluyente en todo
sentido. Debe ser una fase de recopilación marcada por reuniones
periódicas de análisis del trabajo y crítica, auto-crítica de la parti­
cipación de cada integrante del equipo. Durante esta fase no se de-
e excluir nada.
Las opciones empiezan a tomarse en la fase del montaje, fase
rá discutida por nosotros en un capítulo posterior.

¿Un archivo de la palabra?


Debemos tomar decisiones, también, acerca de cómo proceder
con las cintas o cassettes que usamos. Lo idóneo, sobre todo cuan­
do estamos recogiendo testimonios de personas particularmente va­
liosas o sobre temas de trascendental importancia, será poder archi­
var estos testimonios de viva voz. Normalmente se pasa de cassette
a cinta de “ reel” , se cataloga, y se guarda en un lugar limpio y seco.
Así se puede ir construyendo un “ archivo de la palabra” , valioso
patrimonio cultural e histórico para un pueblo.
Pero hay^aue ajustarse lógicamente a las condiciones objetivas
de presupuest<v>crsonal, espacio, etc., en un momento dado. Noso­
tros hemos trabajadokmuchas veces en condiciones en que había
que grabar un cassette, rmn§cribirló y usarlo de nuevo, borrando la
entrevista ánterior porque nonabfa-nicassettes suficientes ni cinta,
ni archivo, ni fondos para proponer otnCselución. Aqu í lo más-im­
portante es que el testimonio se recoja mientras el informante está
en óptimas condiciones de entregarlo. Después, si hay posibilidades
para conservar el testimonio de viva voz, mejor. Y si existe la con­
ciencia de la importancia futura que pueda tener, crear un archivo,
mejor aún.

La ética
Hay una consideración final que quisiéramos abordar: es la
ética con que hay que trabajar. Siempre debemos tomar en cuenta
los deseos del informante en este sentido. Hay razbnes poderosas
por las cuales una persona pudiera no querer que se publique un
testimonio que involucre su vida íntima porque va con su nombre,
por ejemplo. En cada caso hay qüe explicarle al informante las
intenciones y el probable desenvolvimiento del trabajo (si es para
un estudio interno de un ministerio, si es para publicar en forma
de libro o en una revista, el alcance y la distribución que puede
tener, etc.). El entrevistado tiene el derecho de negamos su testi­
monio, o de entregárnoslo sólo con la condición de que si se publica
se haga bajo oíro nombre. A veces alguien, ya avanzada la entrevis­
ta, nos podrá decir “ apaga esa máquina” para confiarnos algo que
no quede grabado. Debemos cumplir con esos deseos cuando esto
ocurre, y pedir permiso para encender la grabadora de nuevo cuan­
do pensamos que ya pasó la parte que representa un asunto proble­
mático para él.
Cuando viene al caso, se puede pedir al informante que firme
un papel dándonos permiso de usar su testimonio con los límites
que él mismo imponga.
Creemos haber cubierto, de modo general, la fase preparatoria
y de recopilación de materia prima para un testimonio. Sería muy
beneficioso e interesante si pudiéramos escoger un tema y escenifi­
car una entrevista, tomando en cuenta los puntos señalados y des­
pués hacer una crítica colectiva de técnicas y resultados.

EL TR ABAJO L A T E R A L

Cuando damos a un aspecto del trabajo de testimonio un signi­


ficado central y a otro aspecto un significado lateral, en seguida nos
encontramos frente a la polémica de la “ historia oral” y la “ histo­
ria escrita” . Estos términos son engañosos.
En verdad toda historia acaba por ser escrita, por lo menos en
su difusión más amplia. El término “ prehistórico” no significa un
tiempo antes de que hubo historia —¿qué tiempo podría ser?— si­
no más bien la época antes de que se conociera la historia escrita.
Y aún así estamos hablando de la escritura que conocemos. Porque
antes de los alfabetos utilizados hoy día, hubo caracteres jeroglífi­
cos, dibujos y otras señales que nos ayudan a descifrar la historia
del ser humano cuando todavía se encontraba en el camino de for­
marse como tal.
La historia oral es, como su nombre lo indica, una historia con­
tada oralmente; a veces emana de una tradición oral que figura en­
tre los patrimonios culturales más ricos de un pueblo. Pero una vez
recogida, deja de ser únicamente “ oral” porque se escribe, y así se
logra que la conozca un sector mucho más amplio, el público lector.

Material de apoyo

En el trabajo de testimonio deben complementarse, armoniosa­


mente, la labor convencional del historiador paciente, que es exper­
to en el rastreo de archivos, bibliotecas, colecciones de publicacio­
nes, museos, etc., y la labor del historiador de nuevo tipo, que reco­
ge en la voz viva, del pueblo la dimensión humana de hechos, luga­
res, hazañas. Y debemos darle una interpretación, un enfoque, a lo
que escogemos de ambos campos.
La voz ,es de suma importancia; el testimonio es la trasmisión
de esa voz. Pero para que llegue a ser más que un cuento, más que
la versión de un individuo o un grupo de individuos, en una palabra,
-paxa_que llegue a ser historia, tiene que apoyarse en una serie de
testimofrios^secundarios, documentos, material gráfico, tal vez una
cronología qué-ayude a los lectores que no son conocedores de los
hechos, y casi siempre una introducción (escrita al final deí trabajo),
que logre enmarcar todo coherentemente, explicar su importancia,
y ofrecer una información acerca de dónde y cómo se hizo el testi­
monio.
Si se trabaja en equipo, estos dos tipos de labor pueden hacerse
al mismo tiempo. A veces algunos compañeros se interesan más
por un tipo de trabajo y otros por el otro. Cuando no es así, cada
miembro del colectivo debe responsabilizarse con una parte del tra­
bajo de rastreo y una parte de las entrevistas. Si se hace una división
de trabajo, y unos asumen la labor propiamente testimonial mien­
tras otros se encargan de la comprobación de datos y la búsqueda
de material de apoyo, deben efectuarse encuentros regulares entre
ambos grupos para que se mantenga una unidad de criterios en el
enfoque, etc. Desde luego, en la medida en que se van especializan­
do compañeros en distintas ramas del trabajo histórico, se podrá
hablar de la labor del sociólogo, del sicólogo, del antropólogo social,
del historiador, del etnólogo, del folklorista, del escritor, etc., etc.,
etc. Hay proyectos de una envergadura y de un/ alcance tales que
podría Ser útil éste tipo de especial izaciún en-ehfrabajo. Pero pensa­
mos que ese modo de trabajar nrás^bíen pertenece a los países alta­
mente desarrollados. En este momento histórico, en un país como
Nicaragua, tendremos todos que ser un poco sociólogos, sicólogos,
antropólogos sociales, historiadores, etnólogos, folkloristas y escri­
tores.

Todo rsos interesa

En cuanto al trabajo llamado lateral que apoya y enriquece a


un testimonio, la regla que prima debe, ser siempre: “ ¿qué más se
puede saber del asunto?” Hay que averiguar todo: la historia del lu­
gar y de las personas, la estadística pertinente, la resonancia.de los
hechos en el ámbito local, nacional y —según la trascendencia del
hecho—, internacional. (E l tema grande para nosotros ahora es el
tema de la revolución nicaragüense en sí, todos los que trabajemos
en este campo será una parte de ello, y la revolución nicaragüense
ha tenido trascendencia internacional desde antes de su triunfo!).
Todo nos interesa. Todo puede ser ú til, fundamentalmente du­
rante la fase de preparación y recopilación de materia prima. Des­
pués, en la fase del montaje, habrá oportunidad de desechar, redu­
cir, podar. Entonces, en la misma medida en que antes era necesa­
rio incluir, después será importante saber excluir. Por eso no debe­
mos nunca prometerle a un informante que su testimonio aparece­
rá publicado. Se agradece su aporte en cuanto que nos ayuda a co­
nocer nuestro tema, nada más. . ,

Recrear una vida

A veces el trabajo llamado lateral se vuelve primario. Esto pue­


de suceder cuando buscamos recrear la vida de un mártir. En la Ni­
caragua de hoy los ejemplos sobran. Imaginémonos por un momen­
to que nuestra tarea es la de hacer un testimonio sobre un mártir
sandinista. Tenemos que buscar personas qué lo conocieron en dis­
tintas épocas de su vida. Sus familiares aportarán los nombres de
su primer maestro, amigos de la niñez y del colegio que viven aún,
viejos compañeros de lucha y otros. Al momento de precisar su pa­
so por distintas partes del país, podemos ir a fuentes como publica­
ciones locales, etc., para buscar su vida reflejada en acciones, even­
tos, hechos colectivos. Posiblemente haya que ir incluso al exterior;
tal vez el compañero o compañera vivió en el exilio un tiempo con­
siderable y vale la pena seguir su paso por otras tierras también. Po­
co a poco, a través de recuerdos, documentos, artículos, fotos y
otros materiales, lograremos proyectarlo como un ser en constante
evolución, en movimiento, vivo; y no com o las aburridas semblan­
zas donde tantas veces encontramos una estática retórica en vez
del brillo de los ojos y el calor de las manos.
Aún cuando los personajes principales vivan y puedan relatar
su propia historia, el apoyo de otros materiales y el chequeo de da­
tos (sobre todo de fechas y nombres), resulta importante. En el in­
tenso vivir de estos tiempos muchos detalles se pierden. La memo­
ria de dos, de 15, de un periódico con su fecha en blanco y negro,
es siempre más confiable que la memoria de uno.

Material gráfico

Hay ciertos materiales de tipo gráfico que resultan muy impor­


tantes para que un testimonio cobre vida. En primer lugar la foto­
grafía. Todos los informantes deben ser fotografiados. Más útil que
la foto en el momento de la entrevista, es la foto de la persona en
su trabajo habitual, con su familia, en su vida diaria. Si el informan­
te en este caso es uno de los principales del testimonio, o si el testi­
monio es la vida de una persona, se deben tratar de conseguir fotos
de distintas épocas, desde la niñez si es posible. A veces los fámilia-
res y amigos pueden aportar fotos. A menudo los archivos de un
periódico o revista pueden brindarnos fotografías de personas que
han tenido relieve en la vida pública. Además cuando un lugar figu­
ra como aspecto clave de un relato, se hace necesario fotografiarlo.
Hasta ahora hemos hablado de la fotografía como material de
apoyo al texto escrito. Pero la fotografía también puede ser un tes­
tim onio por s i misma. Cuando un escritor, un historiador oral y un
fotógrafo trabajan juntos en su proyecto de testimonio, pueden
lanzarse a un trabajo en que la imagen visual y la palabra escrita
son dos elementos que viven y se complementan sin que uno “ apo­
ye” al otro. Generalmente, para que funcione así un proyecto, tie­
nen que trabajar en él un escritor y un fotógrafo experimentados
los dos, y quienes además se sienten identificados en su labor. Pe­
ro el resultado puede ser muy rico, con una dimensión que sobrepa­
sa al valor de cada elemento por separado.
Mapas y planos son apoyos de interés. También lo son fotoco­
pias de documentos como actas de nacimiento, bautismo, certifica­
dos de matrimonio, defunción, etc. A veces, documentos de este ti­
po se encuentran en el registro civil o en la iglesia de un pueblo. A l­
gunas oficinas públicas tienen sus propios servicios de fotocopia. Si
uno tiene que fotqqopiar estos documentos sin la ayuda de un pro­
fesional, o si se tratkde copiar documentos que alguien guarda en
su casa y quizás no quiere prestar, se debe sacar el papel en cuestión
a la luz natural cuando esto sea posible, ponerlo en el piso y foto­
grafiarlo con una lente media (50 mm. si se tiene), desde arriba
con lo menos posible de distorsión; o colocarlo en una pared para
lograr el nu^rno efecto. Una película con asaje bajo (25 ASA, o
similar) aportará un máximo de contraste y un mínimo de gris en
la copia/
A/veces el entrevistador será también el fotógrafo, buscará ma­
pas y planos, confeccionará otros materiales gráficos. Si hay com­
pañeros que tienen experiencia en la fotografía, esto ayuda; si
existe la posibilidad de contar con mecanógrafas, dibujantes, dise­
ñadores, caricaturistas, etc., su aporte permite un trabajo más rico.
En general, el trabajo lateral y el trabajo primario de un testi­
monio se hacen conjuntamente. ¡Así un aspecto sugiere el otro.
Este aspecto completa la labor de recopilación de materia pri­
ma, y nos lleva a la fase montaje, que será el tema de nuestra próxi­
ma exposición.

EL MONTAJE

El montaje, es, quizás, la fase más emocionante del trabajo de


testimonio. Ya tenemos todo delante de nosotros. Vamos a conver­
tir la materia prima en algo compartióle.
Las primeras preguntas serán ¿por qué hacemos este testimo­
nio, y a quién va dirigido?
Las respuestas nos servirán como guía de gran importancia a la
hora del montaje.
El montaje comprende la selección que haremos de todos los
materiales que tenemos hasta el momento,y la edición final: correc­
ción de estilo, pulimento y el orden que tendrá cada elemento
dentro del-producto fina).
Es un momento de gran riqueza creativa, de mucha inventiva

Para un grupo de compañeros que ha trabajado semanas o me­


ses juntos, que han investigado todo lo concerniente a un hecho o
a una persona, que han desarrollado —sobre la marcha—, ideas acer­
ca de ese hecho o esa persona, el momento del montaje es su opor­
tunidad de colaborar entre sí para que la terminación y la entrega
del material llegue al público lector de la forma más rica, completa
y comunicativa posible.
Es clave aquí la palabra comunicación. Queremos comunicar­
nos con los lectores. Queremos trasmitirles no sólo una informa­
ción con sus múltiples facetas, sino que esperamos además que se
emocionen al recibirla, que siéntan lo que sentimos nosotros, que
comprendan, en el tiempo que se hace necesario para leer pn libro,
o un trabajo de testimonio, lo que nosotros hemos llegado a com­
prender a través de un largo período de trabajo.
Una vez que estamos de acuerdo en cuanto a las respuestas a
las primeras preguntas —¿por qué hacemos este testimonio, y a

91
quién va dirigido?—, debemos repetírnoslas a cada paso del monta­
je, y esto nos ayudará a lograr una comunicación más dinámica.
Contestadas estas preguntas, se debe hacer un inventario de lo
que tenemos a mano: supongamos que hay seis entrevistas largas
principales, y 22 entrevistas secundarias de las cuales podemos ex­
traer fragmentos de apoyo. Guardamos, además, una buena canti­
dad de estadística relevante, y un material gráfico que incluya fo­
tos, fotocopias de documentos, recortes de periódicos y un mapa
que muestra la zona de los hechos, pero sin mucho detalle. Este se­
rá el momento de mandar a hacer un mapa mejor, basado en el que
tenemos, pero por expertos quienes —con un conocimiento de nues­
tras necesidades—, pueden profundizar más en este renglón.
Es posible que necesitemos varias sesiones de trabajo, leyendo
colectivamente y en voz alta todo el material que tenemos, para po­
der decidir cómo queremos hacer el montaje, y cuáles materiales es­
cogeremos. Tal vez entendamos que es mejor tratar de crear una lí­
nea de relato coherente, de principio a fin, con un orden cronológi­
co, y para esto nes sirven los testimonios de tres de los informantes
principales. Por diferencias de origen, edad y actividad entre los
entrevistados, pensamos que los tres testimonios se conjugan entre
sí para damos una visión muitidimensional de nuestro tema. Enton­
ces determinamos que los otros tres testimonios qué antes veíamos
como material primario serán cuando mucho parte de nuestro ma­
terial de apoyo. De estos, y de las otras 22 entrevistas secundarias,
escogeremos fragmentos que van a enfatizar un enfoque o profun­
dizar un punto, añadir una anécdota o corroborar un hecho. Qui­
zás decidamos, al final, interrumpir nuestro relato a veces con una
especie dé cuadro, o marco, que contiene datos estadísticos, una
fotocopia de un documento o un recorte de periódico, etc. O tal
vez el material estadístico quepa mejor en la introducción.
El lugar más adecuado para una introducción, naturalmente, es
al principio. Y,*como hemos apuntado, ésta se debe escribir al final
de todo, porque es el momento en que tenemos ya todos los ele­
mentos en la mano, sabemos qué queremos destacar en la introduc­
ción, la necesidad de aclarar algún punto que tal vez no queda acla­
rado en el cuerpo mismo del libro, etc. Pero habrá veces en que la
usual introducción de entrada no debe ir, porque consideramos
que e^ñrejóFairaqcar con el testimonio mismo o por otras razones,
pepótal vez en ese\caso un epílogo o nota final se hace necesario.
/Normalmente las cronologías van al final de una obra. Pero no hay
más regla en el montaje que las de Ja utilidad, la claridad y la co­
municación; así es que todas estas sugerencias son sólo esto; for­
mas que han funcionado en el pasado y que pueden funcionar en
el futiiro -^-juntó a mucres otras que podemos descubrir.
Nosotros hemos tenido la experiencia de entrevistar a una com­
pañera que poseía gran conciencia acerca de su papel social y polí­
tico y de los tiempos que le tocaron vivir. Además, era una compa­
ñera con gran capacidad de articulación. El montaje de ese testimo­
nio se hizo con una pequeña introducción seguido por un relato
ininterrumpido de la compañera —en que quitamos toda referencia
a preguntas nuestras, incluso a nuestra presencia como trasmisores
dé esta voz—. Una cronología de tipo histórico y un amplio mate­
rial gráfico completaban el libro.
En otro caso nos tocó recoger el testimonio de una mujer de
avanzada edad, patriota de un país latinoamericano, una figura des­
tacada en la lucha de su país, capaz de entregarnos fragmentos de
su vida con profundidad y poesía, pero sin la posibilidad de* ubicar
su relato personal ni en tiempo ni en lugar. En el montaje logramos
obviar esa deficiencia cortando el testimonio más o menos por dé­
cadas, e introduciendo un segundo plano, compuesto de párrafos
alusivos a la vida de la mujer de ese país en general, en su contexto
económico y social, en cada época.
Otra vez nuestro sujeto fue un campesino cubano, un hombre
que escribe obras de teatro sobre temas campesinos y en forma de
décimas. El hombre no sólo habla en poesía sino que sueña cosas
maravillosas y en el curso del trabajo con él, empezó a enviamos
papelitos con recuerdos, sueños, cuentos fantásticos, a veces con
moralejas que encierran! la sabiduría campesina de su zona. El mon­
taje de esa obra se construyó, finalmente, partiendo de una intro­
ducción, seguido del relato del hombre y cada tres o cuatro pági­
nas colocamos un cuadro con un sueño, una anécdota, una peque­
ña leyenda. Cuidamos/de que el contenido de cada cuadro tuviera
relación vital con el fnomento del relato donde aparecía. Utiliza­
mos, además, otro Plano, donde entraban las voces de otros infor­
mantes: amigos de^la juventud, un maestro, miembros del grupo de
teatro populaTque anima el hombre, otros decimistas locales —con
todo y sus décimas—, etc. Incluimos dos obras de teatro, típicas de
la nutrida producción de este teatrista popular. Al final de la obra
confeccionamos un vocabulario; el habla del protagonista central,
así como el de los demás informantes en el libro, era tan rico en pa­
labras inventadas y expresiones locales, que entendimos necesario
—en busca de una mayor comunicación—, explicar estas palabras y
frases.
Esto nos lleva a considerar el problema de la fidelidad en el ha­
bla: ¿debemos o no transcribir la voz de un hombre o de una mu­
jer exactamente como habla?
Por supuesto hay reglas en esto, y empezamos con decir que la
primera es la de la limpieza elemental. En la conversación todo el
mundo tiende a usar “ muletas” —decimos “ uhh” , “ ehh” , “ este. .
‘ ‘ ¿no?” —, etc. O empezamos una frase a veces con palabras y la ter­
minamos con una mirada o con un gesto de hombros. Ni la mirada
ni el gesto normalmente pueden traducirse al papel. Se debe lim ­
piar una conversación de estas pequeñas cosas, evitar la repetición
de ciertos sonidos o palabras-molletas, dar una coherencia sintácti­
ca al testimonio que presentamos en su forma final. En todo esto
debemos cuidarnos de no traicionar al informante. No es difícil una
vez que nos acostumbremos a este trabajo que en realidad es una
especie de corrección de estilo, o edición.
Pero la pregunta de si debemos o no cambiar el modo de hablar
de una persona, a menudo va más allá de las simples repeticiones o
palabras-muletas. Una persona del campo o una persona de una re­
gión específica puede hablar de un modo especial, con construccio­
nes y hasta el empleo de palabras que le colocan afuera del llama­
do “ castellano puro” . ¿Hasta qué punto debemos dejar este “ hablar
natural’ * florecer en el testimonio terminado? Nosotros considera­
mos que casi siempre es positivo transcribir con fidelidad estas ha­
blas particulares. ¿Porqué? Porque ellas también son parte de nues­
tro patrimonio nacional. Nunca es posible separar forma de conte­
nido, ni es deseable hacerlo. Hay gran poesía y a veces hasta sabidu­
ría en la manera de hablar de distintas zonas y grupos de personas.
“ En tal lugar se habla muy mal” o “ el español de tal país es muy
malo” siempre nos han parecido modos demasiado absolutos de
evaluar fenómenos relativos. Tan rica es la cultura lingüística cuba­
na o nicaragüense o colombiana o chilena o de Subtiava o de Mo-
nimbó o de otro lugar, que la de la vieja Castilla en el corazón de la
madre España. La cultura de un lugar y su habla están íntimamen­
te ligadas e interrelacionadas. Tan importante será que conozca­
mos el habla típica del heroico Monimbó, como el habla ortodoxa
del altiplano español, y hoy incluso más importante. Por eso insis­
timos en la importancia de dar a conocer la voz del pueblo como
es. Pero debemos advertir, también, que todo tiene su.medida. Nun­
ca se trata de ridiculizar a un informante, mostrando su incultura o
transcribiendo su lenguaje sin pulirlo para quitarle todas las peque­
ñas peculiaridades arriba mencionadas qUe todos tenemos cuando
hablamos informalmente y con la ayuda de gestos y miradas.
Otra tarea fundamental de la edición de un texto es la de darle
coherencia. Es natural, cuando habla una persona, y sobre todo
cuando se tiene que hacer memoria acerca de un hecho o una se­
cuencia de hechos, que hasta cierto punto va y viene en el tiempo.
Pero ya en la edición final, el relato debe quedar lo más claro posi­
ble. La mayoría de las veces decidimos darle un orden cronológico,
aunque ésta no es la única manera de resolvef ei problema del orden.
Nos acordamos de una vez, durante la fase del montaje de un li­
bro de testimonio: apartamos los muebles de una habitación y nos
pusimos en el suelo con montones de páginas de un testimonio to­
mado durante varios meses de trabajo. Colocamos las pilas de pági­
nas según fechas aproximadas, y allí mismo, con unas tijeras, dimos
forma a nuestro libro. Donde el informante se había acordado de
algún hecho pasado, mientras relataba su vida de varios años más
tarde, nosotros con nuestras tijeras trasladamos los momentos
desarraigados a su tiempo real.
Decimos que el orden cronológico no es la única solución posi-
^bl^para el montaje de un testimonio. Hay muchas. Trabajando con
testimonio de mujeres en la resistencia chilena, finalmente agrupa­
mos estos en capítulos, cada uno de los cuales bregaban con lo que
consideramos una preocupación central de la mujer en la lucha: có­
mo conjugaba la actividad política con la vida de pareja ó de ma­
dre, experiencias de La mujer dirigente, experiencias en la tortura,
etc., etc., etc. Este tipo de montaje, naturalmente, conllevaba a la
fragmentación dé todas las entrevistas que conformaban el trabajo
porque cada mujer entrevistada se expresaba acerca de varios o casi
todos estos aspectos de suyidar-Así, .cada capítulcr-T-esvel montaje fi­
nal de ese testimomtTcolectivo, proyectaba un collage cuidadosa­
mente hecho de varias voces. -
Resumiendo: hay muchos modos de montar un libro de testi­
monio. Se puede hacer de manera cronológico, por temas, en un
sólo plano o en varios. La materia prima que tenemos nos debe dar
las ideas más acertadas acerca de cómo editarla. Las reglas que pri­
man en esta fase siempre deben ser las de la comunicación, la clari­
dad, la agilidad, la amenidad. Debemos evitar la repetición y ía re­
tórica. Los hechos impactantes hablan por sí solos. No hay necesi­
dad de recalcarlos con adjetivos superlativos.
En esta fase también se hace la pregunta: ¿debe o no estar pre­
sente el autor o los autores? A veces parece necesario que esté la
voz que pregunta, así como las voces que responden. Pero donde
resulta posible, pensamos que no se pierde nada —y casi siempre se
gana—, quitando la voz interrogante. Se puede hacer ligeros cam­
bios en las respuestas de forma tal que todo quede como un relato
continuado. Por ejemplo: la pregunta y respuesta “ ¿puedes decir­
nos algo de lo que te sucedió el 2 de mayo?” . “ Bueno, si. . . ese día
yo estaba en la escuela^y” ... puede cambiarse de la siguiente for­
ma sin traicionar su sentido: “ El 2 de mayo yo estaba en la escuela

Uno de los puntos a cuidar —y nos parece de vital importancia—,


es el valor estético de la obra. Sobre la importancia de la calidad li­
teraria en un texto de testimonio, todo lo que sé diga es poco.
El arte que sirve al pueblo lo sirve mejor cuando tiene calidad.
La retórica, el panfletismo, el estilo manido o barato, son aspectos
que sufrimos demasiado a menudo en el arte o la literatura que pro­
pone llevar un mensaje. Queremos dar un mensaje, claro que sí. Te­
nemos mucho que decir, y tenemos la obligación de trasmitir la
voz del pueblo que tiene más que decir todavía. Pero la verdadera
voz del pueblo es una voz fresca, hermosa, siempre nueva. La au­
téntica cultura popular no tiene nada que ver con los folletos que
nos han querido hacer tragar como tal con demasiada frecuencia.
N o se trata en ningún m o m e n t o de “ bajar el nivel de una obra
para que el pueblo la pueda c o m p r e n d e r ” . La actitud cultural de
una verdadera revolución encierra el c o n c e p t o contrario: el de ele­
var el nivel cultural del p u eblo para qu e éste pueda no solam ente
c o m p ren d er el arte más refin a d o sino llegar a produ cirlo. Pero t o ­
d o esto es un proceso, un p roceso largo que co m ien za con el triun­
fo de la R evolu ción y cuya primera gran tarea es la alfabetización
del país.
El v a lo r estético de una obra de testim o n io ya terminada es d e ­
term inante para su perdurabilidad. El va lo r estético es lo qu e sepa­
ra, muchas veces, una obra qu e queda, que sobrevive los años y los
hechos, de un simple trabajo p e r io d ís t ic o que trate el m ism o tema.
(Con esto no queremos decir que el periodismo no puede tener ca­
lidad estética; puede y debe tenería).

Por último, quisiéramos sugerir un experimento que pensamos


puede llevarse a cabo en un proceso com o el nicaragüense: la idea
sería escoger ún tema testimonial que se crea útil para qüe el pue­
blo conozca a fondo un hecho histórico importante. Después de
publicado, en un formato barato y accesible, se distribuye entre un
grupo poblacional controlable, digamos 5,000 estudiantes de secun­
daria básica, o igual número de soldados sandinistas, o grupos de es­
tudiantes, soldados y amas de casa, por dar sólo algunos ejemplos.
Junto con la obra se entrega un pequeño cuestionario, bien pensa­
do, que recoja los datos generales del lector, su nivel escolar, etc., y
que contenga preguntas acerca del m odo de confeccionarse el testi­
monio: ¿cómo llega el mensaje; se entiende bien todo el libro; cuá­
les otros temas les gustaría ver tratados de igual forma; cuáles críti­
cas tiene que hacerse a la obra? Desde luego, tomando en cuenta
las condiciones nacionales específicas del momento, éstas no serían
necesariamente las preguntas, sino otras diseñadas para conseguir
una información útil para poder determinar una línea editorial en
este sentido. El análisis de las respuestas ayudará en mucho para se­
guir trabajando el género testimonio de un modo realmente útil en
un lugar y momento histórico dado.

Algunos libros de testimonio que pensamos serán de interés co­


mo obras de consulta:

Miguel M árm ol; Roque Dalton.


Juan Pérez J olote, Ricardo Pozas.
Operación Masacre, R odolfo Walsh.
La guerrilla tupamara, María Esther Cilio.
Pasaje de la guerra revolucionaria y el diario del Che en Solivia, Er­
nesto Guevara.
Contra viento y mareax; G rupo Areito.
Teatro Escambray, una experiencia, Laurette Séjourné.
Por llanos y montañas, Aracelli Aguililla.
Los subversivos, Antonio Casco.
Trewlew, Francisco Urondo.
Girón no fue sólo en abril, Miguel Angel Sánchez.
El Cimarrón y Canción de Raquel, Miguel Barnet.
En Cuba, Ernesto Cardenal.
Si me permiten hablar, testim onio de Domitila, Moema Viezzer.
Raíces, Alex Haley.
La mujer cubana ahora. Somos millones. Sueños y realidades de un
guajiricantor, Margarét Randall.
AN E XÓ

APO RTACIO N ES DE L A E SC R ITU R A DE L A MUJER A L A


L IT E R A T U R A DEL SIG LO X X .* '

•Conferencia dada en el Cuarto Congreso Interamericano de Escritores. Méxi­


co, 6 - 1 0 de Junio de 1981.

Dentro de este tema, quisiéramos hablar del “ testimonio" o la


“ historia oral” , como vehículo que permite escuchar tas voces de
muchas mujeres para quienes otros géneros literarios resultan impe­
netrables, por la misma explotación y opresión de que ellas han si­
do objeto.
El sistema de clases y su correspondiente sociedad de consumo,
cosifican a la mujer, transformándola en objeto pasivo que alimen­
ta el statu/quo del mismo sistema. El hombre, aun cuando apa­
renta beneficiarse de esta desigualdad social, es víctima también de
la misma. Lo que disminuye la humanidad de una mitad de la raza
humana, la disminuye además de la mitad utilizada como agente
opresor.
Son pocas las mujeres, a través de nuestra historia, quienes han
podido ser escuchadas (o leídas), a través del aparato literario de
cualquier tiempo o lugar. Estos aparatos han sido casi siempre ma­
nejados por-los hombres, y más específicamente por los hombres
de la clase dominante: los que han ganado el derecho al manipuleo
por haber podido escalar todo un andamio en el mundo de las edi­
toriales comerciales o académicas.
Aquí debe quedar claro que son algunos —no todos—, los hom­
bres quienes han podido conquistar estos mundos, pagando sus res­
pectivas cuotas de concesiones ideológicas, banalidades y ademanes
sociales. La posición del ser humano en relación a los medios de
producción naturalmente determ inad poder en cualquier campo.
El hombre pobre, negro, indio o sin educación formal está casi tan
marginado como la mujer de la misma condición. Pero dentro de
cada categoría de clase o etnia, ella siempre ha sido la más silencia­
da.
No vamos a caer en el absurdo de creer que las mujeres a través
de los tiempos, no han sentido tanto com o los hombres o que no
han tenido la misma necesidad de expresión. Sencillamente no se
esperaba de una mujer de los siglos anteriores a! X IV (y en él en ín­
fima proporción), que vertiera su necesidad de expresarse sobre el
papel.
Las excepciones —lasTroubadours del Sur de Francia de los si­
glos XII y XIII, etc., —son más bien excepciones que confirman la
regla. A menudo se ha encontrado, años e incluso generaciones des­
pués de escrito, el contenido de un diario, o unas cartas, en las cua­
les mujeres que pudieran haber llegado a ser grandes escritoras en
otro medio social vertieron el impresionante producto de su necesi­
dad expresiva en páginas ocultas que sólo con el tiempo iban a ser
descubiertas. Tenemos, también, los conocidos casos de mujeres
que, al publicar sus obras, han optado por hacerlo con nombres
masculinos.
Evidentemente, el cuadro arriba descrito no pertenece a nues­
tro siglo; las luchas de los pueblos, y dentro de ellas la lucha de la
mujer, comienzan a liberar a muchas de nuestras hermanas que nos
han entregado algunos de los ejemplos más altos de nuestra literatu­
ra. Sin embargo, incluso hoy, no llegan a acercarse siquiera a la pro­
ducción masculina, ni en cantidad ni en su uso social. La razón de
esta desigualdad se tiene que buscar en las estructuras económicas
en primer lugar, pero también en el peso sicológico del silencio im­
puesto, derivado supraestructural de lo otro.
Y es extraordinariamente distingo el avance entre los centros
urbanos más cosmopolitas y las regiones agrarias subdesarrolladas
del llamado “tercer mundo”. No entraremos aquí en estadísticas
conocidas por todos; sólo recordaremos que en nuestro propio con­
tinente —por tomar un ejemplo—, arriba del 90*/* de todas las mu­
jeres no saben leer ni escribir; mucho menos tienen la posibilidad
de hacer conocer, mediante un libro escrito por ellas mismas, su vi­
sión particular del mundo.
Por todo esto, escuetamente detallado —por el mínimo espacio
que tenemos—, comprobamos que las mujeres han tenido, y siguen
teniendo, posibilidades precarias de expresión escrita, comparadas
con las del hombre. El género testimonio, o la historia oral, nos ha
permitido “descubrir” grandes voces que antes quedaron en silencio.
Es interesante el hecho de que muchas veces ha sido una mujer
“letrada” la que ha abierto las posibilidades de expresión a una mu­
jer sin esa formación. Pensamos en el caso de Agnes Smedley (ella
misma una de nuestras más grandes escritoras), trasmitiéndonos las
vidas de campesinas chinas durante los años revolucionarios de ese
vasto país; o el ejemplo más reciente —pero ya clásico— de Moema
Viezzer, quien hace hablar a la luchadora boliviana Domitila de
Chungara.
Hay casos, claro está, de escritores o investigadores hombres
quienes han escogido la vida de uña mujer y nos la entrega como
biografía o incluso en forma de testimonio. Deja, con mayor o me­
nor acierto, que lá protagonista nos hable. Pero es frecuente que es­
tás experiencias caigan en el patemalismo o que simplemente —aún
cuando las intenciones sean las mejores—, las sensibilidades no sean
afínes. El ejemplo deí “ nativo” explicado por el historiador o mi­
sionero de otra clase y cultura no deja de ser relevante.
Una mujer preparada, hablando con otra mujer de origen hu­
milde, sobre todo si la primera es capaz de vencer sus limitaciones
de clase en el transcurso de la experiencia, puede ayudar a crear las
condiciones que permiten a la segunda entregamos una visión an­
tes desconocida en nuestra literatura. A q u í entra a trabajar la iden­
tificación femenina en un ejercicio cuyas posibilidades apenas es­
tán siendo explotadas. Las cosas que las mujeres tenemos en común
—más allá de clase y cultura—, ayudan en este caso a establecer un
diálogo (o monólogo), libre de interpretaciones necesariamente
masculinas. Diríamos que la conciencia más importante es la de cla­
se; sin embargo, la conciencia feminista, para aportar en su mayor
dimensión, tiene que trabajar dialécticamente ligada a ella.
La mujer ‘ ‘letrada*’ (por carencia de una mejor manera de dife­
renciar a la que recoge el testimonio de la que lo entrega), es me­
nos propensa a imponerse com o personalidad dentro de la obra
que el hombre. Esta tampoco puede tomarse como regla inviolable,
porque naturalmente existen hombres modestos y sensibles en este
sentido. Pero el ego masculino en general, no aguanta ausentarse to­
talmente de un testimonio ajeno. Esta es otra razón por la cual la
mujer recogiendo testimonio de otra mujer a menudo logra un tra­
bajo más auténtico.
Hemos tenido algunas experiencias recogiendo testimonio de
mujeres cubanas, peruanas, vietnamitas y nicaragüenses* .durante
más de una década. Son testimonios de mujeres de distintas clases
sociales, edades y actividades. Casi siempre, los de las mujeres me­
nos “ preparadas*' han resultado más literarios, entendiendo por
literario poseedor de la condición de literatura. Es decir, un respe­
to absoluto al lenguaje del pueblo ha resultado no sólo en un con­
tenido deslumbrante, sino además en una nueva literatura, con to­
do lo que ésta implica de poesía, de canto y a veces hasta de nue­
vos conceptos lingüístico-filosóficos.
Como la mujer tradicionalmente ha sido subordinada, su accionar
ha estado oculto, distorsionado y malentendido; lógico es que ella
tenga más que ganar a través de un medio que le aborde más direc­
tamente, con el mínimo de intermediarios, con el mínimo de “ ador­
nos” que alteran su verdadera voz. El género testimonio acerca al
lector al “ escritor” ,con la mayor limpieza posible. Un buen testi­
monio —creemos nosotros—, procura interferir lo menos posible en
esta trasmisión. Hablamos de una interferencia estilística, de forma
y de contenido en cuanto al respeto por lo que plantea el testimo­
niante.

*Mujeres en la revolución. Siglo X X I, México, 1974.


El espíritu de un pueblo: la mujer vietnamita a dos años de los acuerdos de
París, Siglo XXI, México, 1975.
Somos miñones. Editorial Extemporáneos, México, 1977.
Nú se puede hacer la revolución sin nosotras. Casa de las Américas, La Haba­
na, Cuba, 1978.
Todas estamos despiertas: testimonios de mujeres nicaragüenses hóy. Siglo
XXI, México 1980.
y algunos otros títulos inéditos.
No así ideológicamente. El tipo de enfoque, las preguntas, to­
do el acercamiento al sujeto utilizado por la mayoría que escriben
testimonios en nuestros países —o por lo menos los que nos intere­
san a nosotros -, son portadores de una conciencia nueva, do una
asimilación de conceptos (comenzando por la conciencia clasista),
que posibilita llegar a la voz real del testimoniante. En el caso de la
mujer, este cambio en el enfoque de la visión ajena, misionera,
juzgadora de antes, a la clasista e identificada de ahora —, ha.sido
particularmente importante. Nos ha entregado, por primera vez con
cierta masividad, la auténtica voz femenina de estas tierras. Y so­
bre todo, como apuntamos anteriormente, de mujeres que no han
podido adquirir la mínima preparación que les hubiera posibilitado
“escribir un libro’*, así no más.
La particular combinación de conciencia de clase y feminista
que nos ocupa aquí, también ha impulsado a algunas escritoras a
buscar “en casa” a sus testimoniantes. Hemos leído conmovedoras
historias orales de madres y abuelas que dudamos hubieran podido
ser recogidas por otras sino por sus hijas o nietas.
Pensamos que nosotras las mujeres hemos hecho aportaciones
extraordinarias a la literatura del siglo XX, y que dentro de este te­
ma, habrán quienes indaguen en este ancho campo en sus variados
aspectos. Hemos querido tocar, apenas, el género testimonio dentro
del tema, y asentar básicamente una verdad: la mujer, por su ma­
yor explotación dentro de la sociedad de clases, ha sido grandemen­
te privada de entregamos la expresión escrita de su visión. Nuestras
hermanas analfabetas, pobres, no-blancas y aisladas en el llamado
“ tercer mundo** han sido las más privadas en este sentido. Y frente
a esta realidad, el surgimiento del género “ testimonio” nos ha da­
do la posibilidad de abrir una puerta hacia todo un mundo literario
antaño silenciado.
Núm eros publicados

N® 1 Sobre la juventud
N® 2 Una nueva p o lític a interam erican a para los años 80. Documen
to de Santa Fe.
N® 3 L a subversión en el arte, la cultura y la educación. Grl.
Fernando Landazábal.
N® 4 El nuevo F r e ife . Traducción y c rític a s a su últim o trabajo en
A fr ic a .
N® 5 Colom bia y los N o Alineados.
N® 6 Humor. D ick Salazar.
N® 7 Vivienda sin cuota inicial: ¿Sí se puede?
N® 8 Documentos de la Revolución Nicaragüense:
Los métodos de p lanificación en la dirección del trabajo de
masas.
El partido sandinista y las cualidades del m ilitante.
N® 9 ¿Qué tipo de ilustraciones perciben los sectores populares?
N® 10 La educación en cuat ro años de revolución.
N® 11 L a educación en chiste y en serio.
N® 12 ¿Quiénes forman los sectores populares?
N® 13 C ara cterísticas de los alumnos de los centros nocturnos.
N® 14 ¿Cómo se conoce? ¿Cómo se enseña?
N® 15 Marxistas y cristianos: ¿Alianza e s tra té g ic a o unidad?
N® 16 A c e r c a de la teoría de juegos.
N® 17 El cocinol
N® 18 C ara cterísticas de los educadores de adultos de las escuelas
nocturnas de Bogotá.
N® 19 Canto *Epico al F re n te Sandinista de L ib eración Nacional.
N® 20 La Investigación A c c ió n Participativa
N® 21 Nueva Trova Cubana

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