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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA


EDUCACIÓN UNIVERSITARIA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA
UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTA ROSA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
ESCUELA DE DERECHO
MATERIA: DERECHO PROCESAL I
SECCIÓN FS06A

DERECHO A LA DEFENSA Y EL DEBIDO PROCESO

Elaborado por:
Sulbaran Dávila Jesús Alberto C.I.: V-5.578.359
Valor, África del Carmen C.I.: V-8.420.543
Hidalgo Pacheco, Milady Margarita C.I.: V-12.137.572
Pérez Núñez, Meily Milagros C.I.: V-13.992.174
Sánchez Buitriago, Daniela del Valle C.I.: V-25.862.186

Prof. Abga. Arelis Falcón

Caracas, 9 de noviembre de 2019.


Existen en el proceso principios procesales que han sido constitucionalizados, los
cuales encuentran su ubicación en los artículos 26 y 49 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, en lo sucesivo, el primero contentivo de la
tutela judicial efectiva, que se desarrollara en el próximo trabajo de investigación que
referente a los Principios Procesales y el segundo referido a las demás garantías,
derechos o principios constitucionales como son: Derecho al Debido proceso;
Derecho a la defensa y a la no indefensión; Derecho a un intérprete; Derecho a la
asistencia letrada; Derecho a ser informado de la acusación o cargos que se le
imputan; Derecho a un proceso público; Derecho a un proceso con todas las
garantías; Derecho a un proceso sin dilaciones indebidas; Derecho a igualdad de
normas procesales; Derecho a un juez natural e imparcial; Derecho a utilizar medios
de pruebas legales y pertinentes; Derecho a no declararse culpable y a no declarar
contra sí mismo; Derecho a la presunción de inocencia; Principio de la legalidad; y
Principio nom bis in ídem. Son estas garantías o derechos constitucionales procesales
lo que pretendemos desarrollar en ésta oportunidad.
En el presente ensayo, estudiaremos los principios del Derecho al Debido proceso;
Derecho a la defensa y a la no indefensión, mediante una revisión de los principios
constitucionales, la legislación de rango sublegal del ordenamiento jurídico
venezolano, y bibliográfica de la doctrina.
El Derecho a la Defensa, se ubicaría en el artículo 49 de la Carta Fundamentad que
lo define como un derecho inviolable en todo estado y grado del proceso. Agrega el
texto constitucional que:
“...Toda persona tiene derecho a ser notificada de los cargos por los cuales se le
investiga, de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo y de los medios
adecuados para ejercer su defensa. Serán nulas las pruebas obtenidas mediante
violación del debido proceso. Toda persona declarada culpable tiene derecho a
recurrir del fallo, con las excepciones establecidas en esta Constitución y la
ley”.
El reconocimiento del derecho que tiene toda persona que considere que alguno o
algunos de tales derechos han sido vulnerados, de poder acceder ante cualquier
instancia administrativa o judicial, para ejercer la defensa de sus derechos e intereses
legítimos.

2
En cuanto a que derechos se defienden, en la multiplicidad de derechos civiles,
políticos, sociales, culturales, educativos y económicos que consagra nuestra Carca
Magna.
El Estado debe garantizar al ciudadano el conjunto mínimo de garantías procesales
sin lo cual el proceso judicial no será justo, razonable y confiable, garantías éstas que
permiten la efectividad de la justicia, que aseguran el derecho material de los
ciudadanos frente a los órganos de administración de justicia y que le establecen
limitaciones al poder ejercido por el Estado por conducto de los tribunales para
afectar a los ciudadanos, a esto es lo que conocemos como Debido Proceso.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se produce en Europa y especialmente en
aquellos países regidos por sistemas totalitarios, un fenómeno de
constitucionalización de los derechos fundamentales de la persona y dentro de éstos,
una tutela de las garantías mínimas que debe reunir todo proceso judicial.
En ordenamiento jurídico venezolano no existe una definición de lo que debe
entenderse por indefensión, por ello se hace necesario estudiar cada situación en
particular, para constatar sí en ella están presentes los elementos que la caracterizan,
los cuales extraemos del concepto que el máximo Tribunal de Justicia venezolano le
ha dado a la indefensión, en copiosa jurisprudencia:
“La indefensión ocurre en el juicio cada vez que el Juez priva o limita a
alguna de las partes el ubre ejercicio de los medios o recursos que la ley
pone a su alcance para hacer valer sus derechos”.

De esta definición surgen los elementos que caracterizan a la indefensión: i) que


sea imputable al Juez; y ii) que esa conducta del juzgador le impida a las partes la
utilización efectiva de los medios o recursos que la ley pone a su alcance para la
defensa de sus derechos.
Sobre este punto, el artículo 15 del Código de Procedimiento Civil, comprende
junto con la garantía de la defensa, la de la igualdad de las partes en el proceso, que al
ser violada por el Juez da origen a la indefensión de la parte y consecuencialmente a
la infracción de la garantía constitucional de la defensa.

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La garantía de la igualdad ante la Ley, la encontramos en el artículo 21 de la
CRBV, que expresa:
“Todas las personas son iguales ante la ley, y en consecuencia;
1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el
credo, la condición social o aquellas que, en general tengan por
objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce
o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades
de toda persona.
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para
que la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas
positivas a favor de personas o grupos que puedan ser
discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a
aquellas personas que por alguna de las condiciones antes
especificadas, se encuentren en circunstancias de debilidad
manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se
cometan.
3. Sólo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana; salvo las
fórmulas diplomáticas.
4. No se reconocen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias”.

Por la disposición contenida en el artículo 26 de CRBV:


“Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración
de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los
colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con
prontitud la decisión correspondiente.
El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea,
transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y
expedita, sin dilaciones indebidas, sin formalismos o reposiciones
inútiles”.

La norma constitucional garantiza el derecho a acceder al proceso en condiciones


de poder ser oído y ejercer la defensa de los derechos e intereses legítimos, en que los
actos de comunicación de las decisiones judiciales (notificaciones, citaciones y
emplazamientos), en la medida en que hacen posible la comparecencia del
destinatario y la defensa contradictoria de las pretensiones, representan un
instrumento ineludible para la observancia de las garantías constitucionales del
proceso1.

1
PICÓ, Joan. Las Garantías Constitucionales del Proceso. Pp. 54
4
Cuando se pretenda incoar un proceso o se deba dar contestación a una demanda,
los interesados deberán tomar en consideración los postulados del artículo 170 del
Código de Procedimiento Civil, que le impone a las partes contendientes, a sus
abogados y asistentes, actuar en el proceso con lealtad y probidad y deberán:
 Exponer los hechos de acuerdo a la verdad;
 No interponer pretensiones ni alegar defensas ni promover incidentes, cuando
tengan conciencia de su manifiesta falta de fundamentos;
 No promover pruebas, ni realizar ni hacer realizar actos inútiles o innecesarios
a la defensa del derecho que sostengan.
La misma norma adjetiva establece que:
“Las partes y los terceros que actúen en el proceso con temeridad o mala
fe son responsables por los daños y perjuicios que causaren. Se presume,
salvo prueba en contrario, que la parte o el tercero han actuado en el
proceso con temeridad o mala fe cuando:
1. Deduzcan en el proceso pretensiones o defensas, principales o
incidentales, manifiestamente infundadas;
2. Maliciosamente alteren u omitan hechos esenciales a la causa;
3. Obstaculicen de una manera ostensible y reiterada el
desenvolvimiento normal del proceso”.

Conscientes de que tenemos el derecho de acceder a los órganos de la


administración de justicia, para obtener la tutela efectiva de nuestros derechos e
intereses y teniendo claro que debemos actuar en el proceso con lealtad y probidad, se
nos presenta una situación que podría limitarnos para ejercitar aquel derecho
constitucional, que no es otra que los costos que un juicio comporta.
En nuestra Carta Fundamental, como en la de otros países, existe un derecho de
acceso a los órganos de administración de justicia que no se ve empañado por la
escasez de recursos económicos, conocido como “beneficio de justicia gratuita”.
En tal sentido, el artículo 180 del Código de Procedimiento Civil prevé
expresamente los alcances de la concesión del beneficio de la “justicia gratuita”:
“1. Usar papel común y no estar obligado a inutilizar timbres fiscales ni a
pagar aranceles, tasas, contribuciones u otra clase de derechos a los
funcionarios judiciales.

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2. Que se les nombre por el Tribunal defensor que sostenga sus derechos
gratuitamente.
3. Exención del pago de tasas u honorarios a los auxiliares de la justicia,
tales como intérpretes, peritos, depositarios, asociados, prácticos y otros,
los cuales estarán obligados a prestar gratuitamente sus servicios en el
asunto cuando actúen a solicitud del beneficiario de la justicia gratuita”.

De tal disposición procesal puede deducirse, que el sistema escogido para


conceder el beneficio no es el del patrocinio del Estado, sino el que encomienda a los
abogados y auxiliares de justicia prestar su asistencia gratuitamente a aquellos que
han obtenido tal beneficio.
Este derecho a la “justicia gratuita”, además de estar contenido en las
disposiciones procesales mencionadas, se encuentra garantizado por los artículos 26 y
254 de la CRBV.
Como parte del debido proceso legal, existe la garantía constitucional conforme a
la cual, todo ciudadano tiene el derecho a ser juzgado por sus jueces naturales, el cual
encuentra su basamento constitucional en el artículo 49.4 de la CRBV, en el artículo
14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Pacto de San José de
Costa Rica) y en el artículo 8° de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.
Juez natural es aquel que ha sido creado por la Ley con antelación a la ocurrencia
del hecho que se pretende juzgar, que se encuentre investido de jurisdicción y de
competencia, con antelación al hecho motivador del proceso judicial que según su
régimen orgánico y procesal, no permita calificársele como excepcional o ad hoc.
Dentro del derecho o garantía constitucional del debido proceso, y de la
manifestación del derecho a la defensa, se encuentra el derecho que tiene todo sujeto
que no sepa hablar el castellano, sea extranjero o venezolano, o que no pueda
comunicarse de manera verbal, de que se le nombre un intérprete, conforme al rtículo
49.3 de la CRBV, en concordancia con el artículo 184 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil, donde se prevé la obligación del operador de justicia de nombrar
un intérprete a toda persona que sea interrogado en el proceso y que no hable el
idioma castellano.

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En ese orden de idea, la asistencia de un profesional del derecho es garantía
constitucional procesal contenidas en el artículo 49.1 de la CRBV, que se activa en
todo proceso jurisdiccional, salvo sus excepciones, tal como sucede en materia de
amparo constitucional, donde se permite su interposición sin asistencia letrada, tal
como se puede observar en la sentencia que se transcribe más adelante.
La falta de asistencia letrada en los procesos judiciales o administrativos, puede
configurar lesión a la garantía constitucional del debido proceso así como del derecho
a la defensa, en la medida que el ciudadano sufra perjuicios como consecuencia de su
falta de conocimientos técnicos legales y procesales, falta de técnica,
desconocimiento del sistema procesal, lapsos procesales, mecanismos de las pruebas
y de las vías recursivas, tal como está previsto en el artículo 2 del Código Civil y el
artículo 4 de la Ley de Abogados.
Es así como para garantizar la asistencia letrada, el operador de justicia, cuando
observe que en el proceso jurisdiccional alguna de las partes se encuentra desasistido
de abogado, debe nombrar a un profesional del derecho para que asista y represente al
ciudadano no letrado, y en caso de amparo constitucional, el cual como se observa,
puede interponerse sin asistencia letrada, para la continuación del procedimiento
luego de admitida la acción de amparo constitucional, la parte debe designar abogado
y en caso de negarse, la representación o asistencia corresponde al Defensor del
Pueblo, quien complementará la incapacidad técnica letrada. Esta garantía
constitucional también se produce en los procesos administrativos, donde las partes
tienen el derecho de designar abogados.
Es importante mencionar que, toda persona acusada tiene derecho a ser notificado,
a tener conocimiento de la acusación en su contra y de los cargos que se le imputan,
para poder de ésta manera ejercer su derecho a la defensa en forma contradictoria, lo
cual se traduce, en que éste derecho también constituye una emanación del derecho a
la defensa, pero consideramos que esta garantía no solo está inmersa en materia
penal, pues en materia civil, parte del derecho constitucional de la defensa está
constituido por el derecho a ser notificado, citado o intimado para que se comparezca
al proceso a ejercitar las defensas correspondientes, lo que evidencia que la
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tramitación de un proceso sin la notificación, citación o intimación del demandado,
intimado, pretensionado, requerido, querellado o ejecutado, equivale a la lesión del
derecho constitucional de la defensa a través de la lesión del derecho a ser informado
de los cargos o hechos que se le imputan o que pretende el accionante, según la
materia.
Constituye otra garantía constitucional procesal, que encuentra su regulación en el
artículo 257 Constitucional y que está desarrollado en materia civil, en el artículo 24
del Código de Procedimiento Civil, conforme al cual, los actos del proceso serán
públicos, salvo los casos excepcionales permitidos en la ley, por la naturaleza de las
cosas debatidas en el proceso. De esta manera, todos las actas procesales, los
expedientes, los libros del tribunal y los actos que se celebren en el recinto judicial o
fuera de él, pero que sean con ocasión a un proceso, serán públicos, lo cual se
traduce, en que toda persona tiene acceso a los mismos, sean o no parte en un proceso
determinado.
Como parte del Debido proceso, el cual se manifiesta con la exigencia que las
decisiones sean dictadas en tiempos o plazos razonables, pues una justicia tardía deja
de ser justicia. De esta manera en el procedimiento existen diversas etapas procesales
de carácter preclusivo, donde debe realizarse los actos procesales que desembocan en
decisiones que debe emitir el operador de justicia sobre las solicitudes que hagan las
partes, decisiones éstas que tienen tiempos procesales previstos y predeterminados
por la ley para que se produzcan, sin lo cual, se configurará una lesión a la garantía
constitucional de un proceso sin dilaciones indebidas, salvo los casos que atenúan la
dilación y que se verán más adelante y consecuencial-mente, una lesión al derecho o
garantía al debido proceso.
Emanación del debido proceso prevista en el artículo 49.5 de la CRBV, conforme
a la cual, ninguna persona puede ser obligada a confesarse culpable o declarar contra
sí mismo, su cónyuge, concubino o concubina o pariente dentro del cuarto grado de
consanguinidad y segundo de afinidad, siendo nula e ineficaz la confesión obtenida
mediante coacción, pues la declaratoria de culpabilidad y la confesión del sujeto, es
perfectamente válida en la medida que sea voluntaria, todo lo cual se traduce, en que
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la garantía en cuestión lo que prohíbe es obligar al sujeto a declararse culpable o a
confesar hechos que le sean desfavorables, mas cuando esta declaración de
culpabilidad o reconocimiento de hechos desfavorables es voluntaria, con ella no se
lesiona el artículo 49.5 Constitucional.
De todas las consideraciones anteriormente explanadas, se desprenden las notas
resaltantes del derecho de defensa y la singular importancia que éste reviste para
salvaguardar legítimos derechos e intereses tutelados por el ordenamiento jurídico.

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BIBLIOGRAFÍA
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Publishing.
Bello Lozano, H., & Lozano Márquez, H. B. (1989). Teoría General del Proceso.
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