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Lizbeth Anakaren Méndez Tomas

Licenciatura en Medicina
26 de noviembre de 2018

LA CIENCIA Y SU MÉTODO

Hace mucho tiempo, la manera de pensar y de cómo se regían las leyes y las personas era muy
distinta a la de ahora. En ese entonces, no se podía criticar o cuestionar nuestro origen, solo se
aceptaba que veníamos de un ser supremo —tal como la Iglesia lo exponía— y esa era la idea con
la que se tenía que vivir. Pero como, en todo lugar o momento, existen personas con una curiosidad
inmensa que no les permite aceptar ideas preconcebidas, Galileo, Newton, Kepler, Aristóteles y
Copérnico lograron desenvolver los misterios de la realidad con el poder de su mente, arrojaron
luz a donde solo había incertidumbre y el mundo ahora les sonríe por ello, aunque su vida fuera
difícil en su momento.
En el caso de Galileo, cuando empezó a dudar de las ideas que las personas con poder imponían a
la sociedad, y al buscar sus propias explicaciones, encontrarlas y querer decir al mundo su
hallazgo, nadie le creyó pues en esa época, a menos que fueras parte importante del poder o de la
Iglesia, no podías opinar. Así que aunque él tuviera razón, le eran inútiles sus esfuerzos por
propagar su descubrimiento en un ambiente lleno con la imagen de Dios, y eso se vio reflejado
más aún cuando la Iglesia lo quebrantó y obligó a decir que todo lo que había descubierto era falso,
y que la única verdad era la que aquella institución religiosa proponía. Galileo fue osado al
comprobar sus inquietudes, fue un hombre que creó una chispa en las personas y las hizo cuestionar
el por qué las personas empoderadas lo eran.

A mejora de todo, con el paso de los años, la idea de que la Iglesia tenía la razón se fue haciendo
más irrazonable y las interrogantes sobre la vida, el universo, crecieron. Nuestra generación es
libre de hacerse las preguntas que sean necesarias para satisfacer sus dudas, sus inquietudes y hasta
el más remoto deseo de saber la realidad. En la actualidad, la ciencia es nuestra respuesta a la
mayoría de las cosas; sin embargo, solo se puede creer en ella una vez que haya sido comprobada.
A pesar de que la emoción por descubrir más aspectos de la realidad fuera disminuyendo a lo largo
de los años, la sociedad, al cambiar su forma de pensar, fue creando nuevas visiones para la misma
ciencia, visiones de saber diferenciar lo que está bien y lo que debe evitar hacerse; es aquí donde
la Ética toma un rol importantísimo en la construcción de un nuevo conocimiento. Dejando a un
lado a esta rama de la Filosofía —que en algunas ocasiones puede figurarse como un impedimento
para llegar a satisfacer ciertas inquietudes científicas—, la ciencia debe seguir rigurosamente
ciertos pasos para poder establecer algún nuevo descubrimiento o, en su defecto, una ley.
“Para llegar a establecer una ley científica existen tres etapas principales: la primera consiste en
observar los hechos significativos, la segunda en sentar hipótesis que, si son verdaderas,
expliquen aquellos hechos; la tercera, en deducir de estas hipótesis consecuencias que puedan
ser puestas a prueba por la observación”. (Bertrand, 1974, pág. 48) Esta serie de pasos forman
parte del método científico, el cual proporciona una guía para realizar una investigación. “Todas
las leyes científicas descansan sobre la inducción; la cual, considerada como un proceso lógico,
está abierta a la duda y no es capaz de dar certeza”. (Bertrand, 1974, pág. 57)

Koyre habla de cómo la ciencia es muy compleja, de cómo requiere de mucho tiempo y constancia
para resolver una duda planteada. Existe una gran cantidad de científicos que iniciaron una
investigación, pero fueron otros quienes terminaron con ella. Hoy en día se nos enseñan la mayoría
de estos descubrimientos de una manera bastante sencilla, sin tomar en cuenta el tiempo que tomó
realizarla, el esfuerzo que conllevó y todas las personas que participaron para se hiciera posible
obtener la información que ahora existe.

Hempel describe con mayor claridad la serie de pasos que se sigue en una investigación, pues
ejemplifica con los trabajos de Sernmelweis, quien nos habla de la fiebre puerperal. En un principio
tiene su problemática, la cual es que las mujeres parturientas al dar a luz mueren a causa de fiebre;
posterior a ello, plantea su hipótesis: en primer lugar pone a las influencias epidémicas como la
causa principal. No obstante, al realizar las comprobaciones y darse cuenta de que su hipótesis era
incorrecta, la elimina y se reformula otra, una en la cual se basaba en el hacinamiento, pero de
igual manera, después de no poder comprobarla, también la descarta. Sernmelweis tuvo que
plantear nuevamente otra hipótesis y así continuó hasta el momento en que logró demostrar una.

¿Qué se podría decir del trabajo de Sernmelweis? En primer lugar, que su hallazgo le fue de ayuda
a innumerables persona, pero lo verdaderamente importarte es el esfuerzo que conlleva llegar a un
resultado que patente nuestra solución del problema. Es cierto que a lo largo de investigación los
errores serán un factor constante, pero la clave para lograr el objetivo de nuestras investigaciones
es la perseverancia, la fe en uno mismo, la disciplina y constancia que se pongan al trabajo. Eso
no solo nos dejará un resultado que solucione la problemática de la investigación, sino que
habremos logrado algo de lo que muy pocos son capaces de hacer con éxito. “La observación y la
experiencia pueden y deben limitar drásticamente la gama de las creencias científicas admisibles
o, de lo contrario, no habría ciencia”. (Thomas, 1962, pág. 25) Hoy podemos ver como
innumerables científicos están dedicados a hallar una cura para el cáncer, de algunos, su trabajo
data de años atrás y puedo aseverar que la mayoría ha fallado incontables veces; sin embargo, el
fracaso no es el final del camino, sino la construcción de uno mejor, uno que sea más certero y con
menos tropiezos.

La historia es una pieza clave en todos los cambios importantes en la ciencia, como dijo Thomas:
“el resultado de todas estas dudas y dificultades es una revolución historiográfica en el estudio
de la ciencia, aunque una revolución que se encuentra todavía en sus primeras etapas” (Thomas,
1962, pág. 23)
Aún falta mucho por descubrir y el futuro parece un ser cambiante del que se sabe muy poco; pero
por otra parte, el método científico no cambiará —o al menos no su esencia de ratificar los
resultados de una investigación—.

Desde pequeños aplicamos el método científico. Un ejemplo muy claro es cuando, al observar
alguna situación en particular, la curiosidad nos invade y nos hacemos la pregunta clave: “¿Por
qué?”. Claro que en ese momento un niño no comprende realmente el poder de esa pregunta.
Nosotros utilizamos el método en todo momento —utilizarlo no significa hacer esquemas de todas
nuestras inquietudes—, es parte de nuestra vida y nosotros no podríamos hacer nada sin él. El
método científico es sinónimo de todas nuestras habilidades. Sin él, el mundo no sería como lo
conocemos.

Hace unos años la vida iba avanzando de la mano con la ciencia; en el presente eso puede que ya
no sea tan cierto. Enríquez hace mención de los cambios que la ciencia ha tenido junto con la
tecnología y parece increíble todo lo que tenemos al alcance de nuestras manos en la actualidad,
pero sobre todo cómo la tecnología nos ha superado. Esto, por una parte representa una ayuda
enorme en la realización de ciertas tareas, pero por otra representa un grave problema debido al
desconocimiento del uso correcto de esta. Todo esto me hace pensar que quizá aún no estamos
preparados para avanzar más. Para poder hacer frente a todos estos cambios nos hace falta
educación, cultura y mucho que aprender para poder manejar la ciencia y la tecnología de la mejor
manera posible.

“Esto nos lleva a una característica básica de la ciencia, que se da en el diálogo: hay que estar
preparados para reconocer cualquier hecho y cualquier punto de vista como en realidad es, nos
guste o no”. (David, 2003, pág. 267). El futuro nos ha alcanzado, y la falta de conciencia de la
sociedad para adoptar lo que llega con él es inmensa. Lo podemos ver a diario: discusiones
interminables —e incluso violentas— por temas progresistas. Es necesario mantener la mente
abierta a las diversas situaciones que la ciencia nos ofrece cada nuevo amanecer. En la actualidad,
la ciencia nos plantea soluciones a ciertos problemas, o también se pueden considerar como salidas
a distintas situaciones; un caso polémico puede ser el aborto: nuestra sociedad es incapaz de llegar
a un consenso para decidir legalizarlo o mantener las leyes tal y como están. Pienso que la manera
en que esta situación se discute, tiene mucho que ver con la poca información que las personas
consultan para debatir sobre su postura; muchas personas aún se guían por dogmas religiosos y
pienso firmemente que una sociedad con miras hacia el futuro debe de basarse en conocimientos
comprobados y no en supersticiones. El diálogo podría contribuir de manera significativa a limpiar
la mala información de las esferas social y cultural.

La cultura es otro concepto relevante en el progreso de una sociedad. Por un lago, la cultura
enriquece los avances científicos y tecnológicos, pero por otro lado, esta puede ser un impedimento
para que la ciencia pueda progresar en la sociedad debido a la gran cantidad de prejuicios que
rondan dentro de ella. Las personas suelen ver de manera “incorrecta” el actuar de otro si es distinta
a como la de los demás. Estoy segura que el conocimiento sería un arma crucial para erradicar este
tipo de conductas agresivas dentro de los círculos sociales. El diálogo y el conocimiento pueden
contribuir a eso, ya que una persona muy bien informada es capaz de crear un juicio más razonable
y más asertivo, puede ver entre las ventajas y desventajas de la ciencia y darse cuenta que no es
perjudicial en todos los aspectos de su vida. La ciencia se concibió para arreglar los problemas de
una manera más rápida y más precisa, aunque aún existen personas que no son tan afines a ella por
algunos daños que le ha causado a otras personas o a nuestro entorno.

Con respecto a los daños producidos por la ciencia, nuestra sociedad aún no crea un mejor criterio
para afrontarlos. Simplemente, algunas ocasiones somos indiferentes al daño que causa o no
dejamos de producir lo que los genera. Hace diez años no eran posibles muchas de las cosas que
en la actualidad se ven, la ciencia y la tecnología avanzan de una manera impresionante.
Todo este cambio se da gracias a la manera en que se cuestionan los científicos para llevar a cabo
toda su investigación; en algún punto hacen mención que la creatividad es la clave principal y yo
lo remarco: la creatividad junto con la imaginación son el punto de partida para la solución a
algún problema, son las mejores herramientas para tener resultados de algo. Imaginar es como
volver a nacer dentro de nuestra cabeza, es hacer una realidad que sea mejor para todos. La
ciencia avanza y como el texto de Enríquez lo menciona: “la tecnología no es amable, no dice
por favor” (Juan, 2001).
El cambio es posible. Está claro que la tecnología no va a detenerse, sin embargo sí es posible
aprender a utilizarla correctamente y eso se logra cambiando nuestros hábitos de sociedad
conservadora, estando más informados y actuando de la manera adecuada. Estamos a tiempo de
hacer posible que la ciencia se use de manera que beneficie a todos y no solo a un grupo de
personas, el cambio se empieza con uno mismo, el cambio puede significar mucho incluso en
pequeñas acciones.
Bibliografía
Bertrand, Russell. (1974). (La perspectiva científica). Barcelona, Ariel.

David, Bohm (2003). (Ciencia, orden y creatividad). Barcelona. Kairós.

Hempel. (1973). (Filosofía de la ciencia natural). Madrid. Alianza.

Juan, Enríquez. (2001). (As the future catches you). New York. Crown Business.

Koyre, Alexandre. (1977). (Estudios de historia del pensamiento científico, siglo XXI). México.

Thomas, Kuhn. (1962). (La estructura de las revoluviones científicas). Chicago.University of Chicago
Press.

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